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REVISTA MENSUAL ENERO DE 2010 AÑO IX Nº 115 TRES PESOS ISSN 1669-9122 La conjura 2009 cerró con la oposición política decidida a seguir los pasos de los golpes institucionales del tipo hondureño. Ahora, además, cuenta con el aval explícito de las corporaciones económicas (Mesa de Enlace, UIA, AEA). Sin embargo, todavía queda convencer a la mayoría de la población, fundamentalmente a las capas medias, tarea a la que se avocan pacientemente la Iglesia, la Embajada norteamericana, la corporación judicial y los grandes multimedios. Para los menos pacientes, la salida consiste, directamente, en matar a la Presidenta.

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REVISTA MENSUAL

ENERO DE 2010

AÑO IX • Nº 115

TRES PESOS

ISSN 1669-9122

La conjura

2009 cerró con la oposición política decidida a seguir los pasos de los golpes institucionales del

tipo hondureño. Ahora, además, cuenta con el aval explícito de las corporaciones económicas (Mesa de

Enlace, UIA, AEA). Sin embargo, todavía queda convencer a la mayoría de la población,

fundamentalmente a las capas medias, tarea a la que se avocan pacientemente la Iglesia, la Embajada

norteamericana, la corporación judicial y los grandes multimedios. Para los menos pacientes, la salida

consiste, directamente, en matar a la Presidenta.

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EQUIPO DE TRABAJO Redacción: Claudio Adrianzén Bei, José María Dunn, Sebastián Juncal, Julián Kan, Pablo Lombardi, Sebastián Ortiz, Mariano Ronzoni, María Florencia Socoloff, Diego Tavormina, Fabián Ulmann, Alejandro Viegas, Martín Yuchak.

Corrección: Martín Yuchak y Claudio Adrianzén Bei. Dibujo de tapa: Colectivo El Furgón Responsable de la publicación: Alejandro Viegas.

Página web: www.analisisdecoyuntura.com.ar Para contactarnos:

Fuentes consultadas: EE.UU.: Wall Street Journal (WSJ), New York Times (NYT); Washington Post (WP); Usa Today (UT). – Francia: Le Fígaro (LF); Le Monde (LM) – Gran Bretaña: The Economist (TE); BBC News (BBC) – España: El País (EP); suplemento Nueva Economía de El Mundo (NEEL) – México: La Jornada de México (LJdM) – Venezuela: El Universal (EUn) – Colombia: El Tiempo (ET) – Bolivia: Los Tiempos de Cochabamba (LTC) – Perú: La República (LR) – Brasil: Folha de Sao Paulo (FSP); O estado do Sao Paulo (OSP); Folha da Tarde-Folha de Sao Paulo (FDT-FSP) – Uruguay: La República (LR)– Argentina: Clarín (C); La Nación (LN); Página 12 (P/12); Crónica (CR)

La conjura 3. Algo huele mal en DinamarcaPor Sebastián Juncal y Fabián Ulmann

12. El laberinto latinoamericanoPor María Florencia Socoloff y Pablo Lombardi 20. Los conjuradosPor Diego Tavormina 24. La compulsión destituyentePor Martín Yuchak 31. Unidos o dominadosPor Claudio Adrianzén Bei

Revista Mensual

ENERO DE 2009 AÑO IX • Nº 115 ISSN 1669-9122

9. El derecho de la Humanidad a existirPor Fidel Castro

Por La Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista

37. Un parlamento para fortalecer la democracia, un empresariado al servicio del país

Director : Sebastián Ortiz

[email protected]

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La conjura 3

ENERO DE 2010

Cumbre del Cambio Climático

Algo huele mal en Dinamarca

Por Sebastián Juncal y Fabián UlmannPor Sebastián Juncal y Fabián UlmannPor Sebastián Juncal y Fabián UlmannPor Sebastián Juncal y Fabián Ulmann

A principios de diciembre, algunos desprevenidos fueron informados por los medios de que los líderes de la casi totalidad de las naciones del mundo se encontrarían en Copenhague con el propósito de salvar el planeta. Se es-cribió en la capital danesa un nuevo capítulo de la lucha contra el cambio climático, problemática ofrecida a con-sideración del público por un citado documental de un ex vicepresidente estadounidense, pero posiblemente más popular gracias a una reciente producción hollywoo-dense de cine catástrofe. “El problema no es tecnológico. La raza humana tiene casi to-

das las herramientas que necesita para seguir manteniendo el tipo de vida que ha disfrutado sin causar un aumento neto en las con-centraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Los pro-cesos industriales y agrícolas pueden ser transformados. La electri-cidad puede ser producida por el viento, la luz solar, la biomasa o de los reactores nucleares, y los coches pueden funcionar con biocom-bustibles o con la electricidad. La producción de biocombustibles para motores de aviones todavía necesitará algo de tiempo antes de que sirva para vuelos de largo recorrido, pero éste no ha de ser muy largo” (TE 3/12). Efectivamente, la dificultad no es esen-cialmente tecnológica sino que se origina en que el pa-trón de acumulación mundial se configuró básicamente sobre el uso de energía derivada de combustibles fósiles, eficiente desde el punto de vista de la transformación fí-sica (pero no en términos ambientales) y que jugó por eso mismo un papel crucial en la aceleración de la pro-ducción y las redes de transporte y comunicación. Modificar este patrón de explotación de los recursos

energéticos implica inevitablemente un reacomodamien-to de las posiciones relativas que cada uno de los espa-cios “nacionales” de acumulación ha ido desplegando de cara al mercado mundial. Para algunos, asumir compro-misos vinculantes que impliquen un menor consumo de combustibles fósiles puede significar una amenaza; para otros, una oportunidad de reformular las situaciones de liderazgo y subordinación. Para la parte más pobre de la humanidad, el cambio climático constituye ya una reali-dad amenazante que, para su desesperación, sólo puede ser conjurada al precio de alterar los patrones de consu-mo de la parte más rica, obviamente poco inclinada a hacerlo.

El camino a Copenhague Empecemos con la teoría. Como es sabido, la capa infe-rior de la atmósfera terrestre contiene una serie de gases (entre ellos dióxido de carbono, metano, ozono), los lla-mados “gases invernadero”, que permiten retener parte del calor originado por la radiación solar. Esto hace que la temperatura de la Tierra sea aproximadamente 30º Celsius más elevada de lo que sería sin la existencia de dichos gases (efecto invernadero), posibilitando la vida en nuestro planeta. Durante siglos, los “gases invernade-

ro” han resultado en su mayor parte de procesos no humanos, por ejemplo la fotosíntesis. La influencia de las sociedades humanas sobre el clima

es tan antigua como la civilización: entre las acciones que refuerzan el efecto invernadero se encuentran la defores-tación y la conversión de áreas silvestres en áreas agríco-las y ganaderas. Pero en los últimos dos siglos la emisión de gases invernadero ha aumentado sustancialmente, en primer lugar debido al uso de combustibles fósiles a gran escala a partir de la revolución industrial. En consecuen-cia, la capa inferior de nuestra atmósfera retiene una ma-yor cantidad del calor proveniente del sol. La comunidad científica en general coincide en que en el último siglo, la temperatura de nuestro planeta aumentó en un rango que va desde 0,4 a 0,8º. Si bien ya desde 1850 existen mediciones estadísticas de los principales componentes del clima mundial, los cálculos más precisos se remiten al último medio siglo, y parecen concluir en que desde la década de 1960 hasta la actualidad la temperatura terres-tre media se ha incrementado en al menos 0,6º. Un segundo nivel de evidencias lo constituyen los fe-

nómenos atmosféricos que parecerían incrementarse en virtud de dicha tendencia al aumento de la temperatura. Entre ellos se cuentan el aumento del nivel oceánico de-bido al derretimiento de glaciares y de las capas de hielo permanente de los casquetes polares, el calentamiento de las aguas marinas con el consecuente incremento en fre-cuencia e intensidad de los huracanes, el doble fenómeno de violentas lluvias e inundaciones en ciertas áreas y la sequía extrema en otras, y la mayor acidificación de las aguas de los océanos por una mayor presencia del dióxi-do de carbono, lo que amenaza la supervivencia de cora-les y ciertas especies marinas. Si bien el problema del calentamiento global se ha ins-

talado en la agenda de los medios no hace más de dos décadas, la inquietud de los meteorólogos científicos res-pecto al tema lleva más de un siglo. Cuando la Organiza-ción Meteorológica Mundial (OMM), que depende de las Naciones Unidas (ONU), decidió en 1974 crear un equi-po de expertos para el seguimiento del cambio climático, ya existían numerosas investigaciones que concluían que el clima del planeta se estaba modificando bajo los efec-tos combinados de la industrialización y la agricultura comercial. El impulso provino por parte del llamado G-77, bloque que agrupa a los países de escasa o tardía in-dustrialización, que actualmente conforman 135 naciones entre las que se cuentan todos los países africanos, la mayor parte de los americanos (a excepción de Canadá, México y los EE.UU.) y de los asiáticos (salvo Japón, Corea del Sur, Israel y los de la ex Unión Soviética). La Asamblea de la ONU, por las características de su fun-cionamiento1, se convirtió en el foro adecuado de pre- 1 Como es sabido, en la Asamblea General cada país tiene un voto. Esto ha hecho posible que de la Asamblea emanaran resoluciones en

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sión por parte de dichas naciones para impulsar respues-tas a un problema social y económico que las afectaba especialmente, tanto por su menor caudal de recursos propios para enfrentar el problema, como porque los impactos presentes y futuros del cambio climático las impactan dramáticamente. Datos de la Comisión Eco-nómica de América Latina y el Caribe (CEPAL) dan cuenta de que un hipotético aumento de la temperatura mundial de 1,5 a 2 º provocaría en la región la propaga-ción de pestes y enfermedades y la restricción del acceso al agua y probables efectos negativos sobre la agricultura comercial. La CEPAL calcula que en ese caso, el costo de los desastres climáticos podría pasar de los 8.600 mi-llones de dólares anuales actuales a los 250.000 millones de dólares (LN 17/12). Bajo el efecto combinado de inundaciones y sequías, ha ido creciendo una nueva cate-goría, la del “desplazado climático” que se ve obligado a emigrar en busca de recursos esenciales. “Según el Consejo Noruego para Refugiados, sólo el año pasado más de 20 millones de personas fueron desplazadas por desastres inducidos por el calen-tamiento global, casi cuatro veces más de los afectados por conflictos armados. Y los pronósticos no son alentadores: los más optimistas dicen que habrá unos 250 millones de ‘desplazados climáticos’ hacia 2050. Los más pesimistas, 1.000 millones” (LN 20/12). Por razones bastante obvias, este tipo de fenómenos ata-ca con especial crudeza a los productores rurales de sub-sistencia de África, Asia y América Latina. Los primeros avances sustanciales hacia una gestión

global del problema se dieron en la segunda mitad de la década de 1980, cuando las naciones europeas comenza-ron a acercar sus posiciones a las del G-77. En 1985, el equipo de expertos comisionado por la OMM concluyó que de seguir con el ritmo de emisiones, se produciría en el curso del siglo siguiente un aumento de la temperatura media del planeta del rango de 1,5 a 4,5°, lo que podría provocar un aumento del nivel del mar de hasta un me-tro y medio. Tres años después se formó en el marco de la ONU el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)2, que en sendos informes se ocupó de ratificar esos pronósticos preliminares. El compromiso de concertar medidas intergubernamentales para paliar la tendencia adquirió status legal en 1992, cuando se celebró en Río la llamada “Cumbre de la Tie-rra”, en la cual los países participantes aceptaron formu-lar una Convención sobre el Cambio Climático, marco

sintonía con las orientaciones ideológicas de las naciones del Tercer Mundo, como fue el caso del impulso dado en la Asamblea a la co-rriente de descolonización. Por razones obvias, las resoluciones de la Asamblea no son vinculantes, a diferencia de lo que sucede con el más “aristocrático” Consejo de Seguridad, en el cual las cinco poten-cias nucleares poseen veto y asiento permanente. 2 El Grupo Intergubernamental, también conocido como el “Panel de expertos”, es un organismo conformado por unos 2.500 investigado-res científicos del clima. El “Panel” no produce investigaciones pro-pias sino analiza e informa trabajos de distintas fuentes. Hasta el momento ha dado a conocer cuatro informes (1990, 1995, 2001, 2007) que, se supone, constituyen la referencia sobre la cual se elabo-ran estrategias en el marco de la Convención. En 2007 el “Panel” re-cibió el Premio Nobel de la Paz, compartido con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore.

en el que se desarrollan las negociaciones actuales. La Convención comenzó a funcionar en 1994, con la ad-hesión de 194 países. Desde entonces, ha efectuado quince conferencias generales con frecuencia anual (la más reciente es la de Copenhague), de diversa importan-cia. Un punto de inflexión lo constituyó la de Kioto, en la que por primera vez se formuló una normativa con ín-dices específicos de reducción de emisiones de carácter vinculante. En Kioto se estableció la meta de reducir la emisión de

seis “gases invernadero” en un 5,2% para 2012, tomando como base los niveles de emisión de 1990. Treinta y cua-tro países industrializados se comprometieron a ajustar sus emisiones en un rango que varía de país en país. Así, se acordó que la reducción para los países de la UE sería del 8%3; para EE.UU., de un 7%; para Japón y Canadá, de un 6%. Aunque los EE.UU. finalmente abandonaron el Protocolo en 2001, el mismo entró en vigor tres años más tarde, cuando fue ratificado por Rusia, cumpliéndo-se así el requisito previamente establecido de que para su puesta en funcionamiento debía ser ratificado por países causantes de al menos un 55% de las emisiones de gases invernadero. El Protocolo introdujo un principio que está en la base

de los principales desacuerdos entre los países “ricos” y “pobres”, el de la responsabilidad histórica por el cambio climático. Se acordó que, dado que los efectos de los ga-ses invernadero sobre la atmósfera tienen un carácter acumulativo, era lógico que los países de más temprana industrialización se hicieran cargo no sólo de afrontar el esfuerzo global por la reducción de emisiones, sino tam-bién de proveer recursos al tercer mundo para paliar las consecuencias del calentamiento global y para la recon-versión del patrón energético. El supuesto carácter “in-equitativo” del esfuerzo se transformó en el principal ar-gumento de la diplomacia estadounidense para oponerse al tratado, y es actualmente objeto de las iras de los inte-lectuales orgánicos de centro derecha: “No encontramos la salida porque más que empantanados en un mar de viscosos inter-eses estamos empantanados en un mar de pretextos que no tienen principio ni fin. Como por ejemplo la teoría de que los países sub-desarrollados deben ser resarcidos por la contaminación causada en el pasado por los países desarrollados. Eso es imposible. ¿Cómo pretender que una persona sea responsable de haber transmitido el sida antes de que el virus fuese descubierto? Del mismo modo, cuando la sociedad industrial alentó la proliferación de chimeneas alimentadas con carbón, nadie sabía que esas chimeneas eran una amenaza para el clima (…). Hoy, sin embargo, asistimos al espec-táculo de un Occidente llorón que se siente ‘culpable’ y promete re-sarcimientos indebidos que, además, ni siquiera puede pagar” (Giovanni Sartori, LN 8/12). Una segunda innovación puesta en marcha a partir de

Kioto es la del denominado comúnmente “mercado del

3 La UE desarrolló un acuerdo según el cual este porcentaje resultaría de la combinación de las reducciones realizadas por cada uno de sus entonces quince miembros. Así, algunos países industrializados (Ale-mania, Reino Unido) se harían cargo de las mayores quitas, mientras otros (España, Grecia, Portugal) podrían aumentar su nivel de emi-siones.

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carbono”, un mecanismo de transformar el nivel de emi-siones en bienes transables. Básicamente funciona de la siguiente manera. Cada país posee un umbral de emisio-nes, que a su vez “reparte” entre el conjunto de sus em-presas contaminantes. Si una empresa contamina por en-cima de dicho umbral, se ve obligada a adquirir en el mercado bonos de carbono, presuntamente en venta por parte de empresas “eficientes” desde el punto de vista energético. Si bien actualmente sólo se han desarrollado mercados de este tipo en algunos países europeos, esta innovación se constituyó en un gran incentivo para las naciones del antiguo bloque soviético, y especialmente para Rusia, que dejó de emitir una gran cantidad de di-óxido de carbono a partir de 1990 por el cierre de buena parte de la industria pesada del complejo soviético, lo que la colocaba en posición de vendedor neto de bonos de carbono a otros países. El sistema entusiasma a eco-nomistas como Paul Krugman: “¿Por qué deberíamos creer que la reducción de emisiones es algo accesible? Primero, porque los incentivos financieros funcionan. La respuesta al cambio climático, si se instrumenta, cobrará la forma de un mercado "de límites y de intercambio de emisiones": nadie les dirá a las empresas qué deben producir ni cómo, sino que tendrán que comprar permisos para cu-brir sus emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto in-vernadero. De esa manera, podrán aumentar sus ganancias si lo-gran quemar menos carbono, y tenemos todas las razones para creer que serán inteligentes y creativas para encontrar medios para lo-grarlo” (LN 8/12). Lamentablemente, la realidad parece encargarse de desalentar la creencia en las bondades del mercado para propender al bien social. De la mano de la caída de los precios del petróleo a partir de 2008, el valor de dichos bonos se desplomó hasta alcanzar en diciem-bre de este año su nivel más bajo, de 18 dólares por to-nelada de dióxido de carbono (BBC 23-12). En las con-diciones actuales, contaminar parece ser más barato que realizar onerosas inversiones para reducir las emisiones. Es importante señalar que el lanzamiento de este tipo

de bonos es sólo uno de los mecanismos establecidos en Kioto en el marco del comercio de emisiones, ya que se complementa con los llamados “mecanismos de desarro-llo limpio” y “mecanismos de aplicación conjunta”, por los cuales un país puede compensar su exceso de pro-ducción de gases invernadero realizando inversiones en terceros países que sirvan de contrapeso, tales como proyectos de reforestación en el tercer mundo. Kioto es-tableció, así, una suerte de división internacional del trabajo ecológico, mediante la cual los países del centro pueden se-guir contaminando la atmósfera si al mismo tiempo tute-lan la permanencia de un reservorio natural en la perife-ria.

Una nueva revolución industrial Como vimos, toda acción conjunta frente al problema del cambio climático debe instrumentarse sobre la base del reconocimiento de dos niveles de desigualdad entre países “ricos” y “pobres”: el de la responsabilidad histó-rica por la acumulación de gases invernadero en la at-mósfera, y el de los efectos y los recursos diferenciados para enfrentarlos. El G-77 aparece así como un bloque

en apariencia sólido en sus exigencias a las naciones des-arrolladas, pero su poder de presión deriva en buena medida de la grieta al interior del G-7, particularmente entre los EE.UU. y la UE. La negativa de los EE.UU. de sumarse al tratado de

Kioto lo colocó en una situación de aislamiento4, que la entonces administración republicana intentó sortear me-diante un fallido acuerdo paralelo con los países del su-deste asiático. Esta situación coincidió con otros episo-dios (invasión a Irak, incumplimientos de compromisos con la Organización Mundial del Comercio, intento de imponer el proyecto del ALCA) que solventaron la lectu-ra de un supuesto unilateralismo en la gestión de la polí-tica exterior del gobierno de Bush frente a sus “socios” del otro lado del Atlántico. En realidad, la negativa a sus-cribir acuerdos vinculantes del tipo de Kioto parece go-zar de un sólido consenso al interior de los dos grandes partidos políticos estadounidenses, tal como se despren-de de una resolución de 1997 del Senado, en la cual por unanimidad se rechazó la posibilidad de adoptar cual-quier compromiso en materia energética que afectara a la economía de los EE.UU., y del hecho de que, si bien el entonces vicepresidente Gore firmó ese año el tratado, Bill Clinton nunca lo sometió al dictamen de la cámara alta. El apoyo al proceso de Kioto asumido por la UE obe-

dece a razones estructurales y geopolíticas. El bloque, al igual que los EE.UU., es un importador neto de combus-tibles fósiles, que constituyen un 79 % de su consumo energético, pero su debilidad de cara al suministro es mucho mayor. La UE produce menos del 2 % del petró-leo mundial y posee reservas por no más de ocho años, y sus empresas energéticas no poseen ni el grado de im-plantación de las “grandes hermanas” estadounidenses en la periferia ni su imbricación en las redes de transpor-te y refinado. La lucha contra el calentamiento global, en la UE, se articula con la premisa de la “seguridad energé-tica”, una de las obsesiones de la Comisión Europea al menos desde 2000, y que ha cobrado especial intensidad luego de la ofensiva imperial estadounidense en Oriente Medio y de las interrupciones de suministro de gas ruso como resultado de sus enfrentamientos con Ucrania (enero de 2006) y Bielorrusia (enero de 2007). Los objetivos de la Comisión están claramente deli-

neados en la Nueva Estrategia Energética, que fuera pre-sentada a principios de 2007, y en la que se postula el ob-jetivo de incrementar el uso de energías renovables a fin de instaurar una “nueva revolución industrial”. A fines de 2007, los países del bloque suscribieron un acuerdo por el cual se comprometen a elevar al 20% el consumo de renovables para 2020, lo que de alguna manera va a contramano del proceso que se está operando actual-mente a nivel mundial: la Agencia Internacional de la Energía de la ONU (AIEA) estima que, hacia 2030, el consumo de energías renovables retrocederá de un 12 a un 7%, mientras que en la UE pasará del 6 al 9%. El

4 Los EE.UU. no fueron los únicos en rechazar el tratado. Lo secun-daron Australia, Mónaco y Liechtenstein.

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porcentaje del presupuesto destinado a este tipo de ener-gías es en la UE notoriamente superior (17,5%) al de los EE.UU. (6,5%) y Japón (3,5%), lo que explica la compe-titividad de las empresas europeas en algunos de estos rubros; por ejemplo, el 75% de la capacidad eólica está instalada en Europa, y un 70 % del mercado mundial de los autogeneradores es cubierto por fabricantes euro-peos. El hecho de que en el centro de las preocupaciones

ambientales de los líderes europeos se encuentra el desa-fío de la seguridad en el abastecimiento energético queda claro si se tiene en cuenta que esta opción por los reno-vables se combina con otras líneas de acción que poco se relacionan con la preocupación por el medio ambiente. Por ejemplo, las negociaciones con Rusia para lograr un nuevo acuerdo de cooperación que garantice el suminis-tro de petróleo y gas, el intento de construir un gasoduc-to que provea de gas nigeriano al continente a través del Sahara, los intentos de forjar un acuerdo con Brasil para el abastecimiento de biocombustibles, e incluso la para muchos insólita “alianza estratégica” entre Francia y Ve-nezuela, anunciada por Sarkozy en septiembre de 2008. Los temores por la irregularidad del suministro energéti-co han servido además para reimpulsar en el viejo conti-nente los proyectos de construcción de reactores nuclea-res, paralizados en varios de estos países (Alemania, Austria, Bélgica, Italia, Países Bajos, España) luego de los accidentes de Three Mile Island (EE. UU., 1979) y Cher-nobil (Ucrania, 1986). En junio de 2009, el Consejo de Europa emitió una resolución (con el voto afirmativo de casi el 80%) en la cual se recomienda reactivar los pro-gramas nucleares, dado que “la energía nuclear puede ayudar a alcanzar los objetivos del Protocolo de Kioto y el convenio marco de la ONU sobre el cambio climático” (EP 26/6). Desde el punto de vista de las emisiones de carbono, la energía nuclear resulta la menos contaminante, si se omite el desagradable hecho de que los residuos de alta actividad emiten radiaciones durante miles de años.

Las batallas y la tregua Como ya se ha mencionado, los compromisos estableci-dos en Kioto vencen en 2012, razón por la cual las dos conferencias precedentes (Bali, 2007; Poznan, 2008) es-tuvieron dedicadas a la preparación de un nuevo acuer-do. Más allá de la fecha límite de 2012, hay cierto con-senso respecto de que las metas de Kioto no alcanzan. El compromiso del 5,2% está muy por debajo de las reco-mendaciones del “Panel de expertos”, y ni siquiera se cumplieron. En 2007, la UE sólo había reducido sus emisiones algo más de un 2% (pese a su compromiso de llegar al 8%) y Japón las había aumentado un 6% (BBC 7/11/07). Y es claro también que todo intento de redu-cir a nivel global las emisiones de gases invernadero está destinado al fracaso sin la incorporación de los dos ma-yores consumidores mundiales de combustibles fósiles: los EE.UU. y China. Ya dos años atrás, en Bali, quedó claro que el camino

no sería fácil. La UE negoció un nuevo acuerdo con los países del G-77, en el cual se estipulaba una meta de re-

cortes de emisiones entre el 25 y el 40% antes de 2020 para los países considerados “desarrollados”, a lo que se opusieron frontalmente EE.UU., Canadá y Japón, parti-darios de incluir a un grupo de países (especialmente China) dentro del rango de los obligados a aceptar por-centajes obligatorios. El malestar alcanzó cierta intensi-dad cuando funcionarios de la ONU acusaron a la dele-gación estadounidense de eliminar del borrador de acuerdo referencias específicas en cuanto a las metas de reducción de emisión de gases, e incluso la delegación de la UE amenazó con boicotear la reunión referente al cambio climático que el entonces presidente Bush había convocado para fines de ese año. La disputa se resolvió con un texto que no incluía objetivos cuantificados para la limitación de las emisiones, pero en el que se afirmaba que se “requerirán importantes recortes de las emisiones globales para alcanzar el objetivo principal”. Al año siguiente, en la reunión de Poznan (Polonia), los representantes de la UE y del G-77 se encontraron con la desagradable sor-presa de que el entonces presidente electo de los EE.UU. no enviaría delegados a la cumbre y que debían intentar negociar con los hombres de la saliente administración republicana. Las reuniones preliminares a Copenhague durante 2009 (Bonn, Alemania; Bangkok, Tailandia) sólo sirvieron para fijar ciertas metas que nadie sabía bien cómo concretar en la práctica mediante un acuerdo de tipo obligatorio. Como era previsible, Copenhague se saldó con un frá-

gil acuerdo de carácter no vinculante, en el que los signa-tarios toman nota de la necesidad de redoblar esfuerzos para combatir el cambio climático, sin que se especifi-quen obligaciones ni instrumentos específicos para dicha tarea. Tomando en cuenta el nivel de conflictividad en que se desarrolló la cumbre, muchos suspiraron aliviados por haber logrado al menos una tibia declaración final, en cuya elaboración no participaron ni la UE ni los paí-ses del G-775 (ver el apéndice documental anexado a continuación de este artículo: Fidel Castro, “El derecho de la humanidad a existir”). Los “temas de agenda” de la cumbre del pasado di-

ciembre están atravesados por una contradicción princi-pal entre “países desarrollados” y “países en desarrollo”, polos a grandes rasgos representados por los países del G-7 y los del G-77, respectivamente. Dentro de cada

5 Algunos episodios de la cumbre pertenecen al género del “grotes-co”. Luego de que los delegados africanos abandonaran en masa la mesa de negociaciones y mientras los delegados de China y los EE.UU. se lanzaban acusaciones cruzadas, la presidenta de la cumbre abandonó su cargo acusando un estado de stress. Un día antes del cie-rre, el presidente de la UE, Durao Barroso, se manifestaba “esperanza-do”, mientras que el presidente de Francia Nicolás Sarkozy opinaba, con su particular estilo, que se avanzaba “hacia un desastre” (LM 17/12). Barak Obama llegó el último día para intentar forzar un acuerdo con el denominado grupo BASIC (Brasil, Sudáfrica, India, China), pero pasó parte del día intentando localizar al premier chino Wen. Entonces acordó un encuentro con Lula, que no asistió al ente-rarse de que no iría el premier de la India… que tampoco estaba dis-puesto a asistir si no iba Wen, al que nadie podía localizar. El texto fi-nal se elaboró luego de que Obama irrumpiera sin invitación a un encuentro de los miembros del BASIC, ante el desconcierto de sus in-tegrantes.

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uno de estos agrupamientos se revelaron matices que unos y otros intentaron manipular para reforzar sus po-siciones. Así, dentro del bloque de los “desarrollados”, la UE cumplió una especie de rol mediador entre los EE.UU. y Japón y los países en desarrollo, mientras que, por otra parte, las llamadas “potencias emergentes” (China, India, Brasil, Sudáfrica) tendieron a suscribir una agenda propia que relativizó su pertenencia al G-77. El primero de estos temas –si se quiere, de naturaleza

“técnica”– es el de establecer porcentajes de reducción de emisiones que resulten efectivos en sintonía con las conclusiones del “Panel”. A grandes rasgos, esto significa que, si se quiere evitar consecuencias catastróficas, el aumento de la temperatura del planeta no debe sobrepa-sar el rango de 1,5 a 2º para 2100, en relación con los va-lores de 1850. Para ello, se debería efectuar una reduc-ción global del nivel de emisiones de gases invernadero de no menos del 25% para 2020 (tomando en cuenta los valores de 1990), y de un 50% para 2050. Lo que impli-caría que, para el caso de los países desarrollados, la re-ducción tendría que ser del orden del 80%. El segundo tema es el de los recursos que los países

“ricos” se comprometen a destinar a los menos desarro-llados para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales del cambio climático y para implementar meca-nismos “limpios” de producción de energía. El volumen óptimo de los fondos a asignar es bastante difícil de cal-cular, y los números se arrojan como en un mercado per-sa. La ONU calcula que se necesitarían unos 240.000 mi-llones de dólares anuales de aquí a 2030. China sugiere 400.000 millones. La UE estima un costo más modesto: 150.000 millones (LN 6/12). Profundamente imbricado con lo anterior se encuentra el reconocimiento de la res-ponsabilidad histórica y la asignación de compromisos desiguales para países “desarrollados” y “en desarrollo”. El primer tema mencionado dominó la primera parte

de la cumbre, y fue aquel en el que se notó más clara-mente el cortocircuito al interior del G-7. Mientras la UE y Japón llegaron a la cumbre con el compromiso de re-ducir sus emisiones en al menos un 20 % para 2020, la propuesta estadounidense (que actualmente estudia el Congreso) es de una reducción del 17 %, pero tomando como año base 2005. En relación con 1990, año que se toma como base en Kioto y sobre el que basan sus pro-puestas tanto la UE como Japón, esto significa una re-ducción de apenas el 4%. El bloque europeo, lejos de matizar sus propuestas en este sentido, anunció dos días antes del inicio de la conferencia que estaba dispuesto a asumir compromisos de reducción de hasta el 30% para 2020, siempre que otras potencias siguieran su ejemplo (LM 12/12). Paralelamente, y junto con Japón y Norue-ga, acercó posiciones con el bloque del G-77, al elaborar un borrador de acuerdo que contemplaba reducciones globales del 95% para 2050, propuesta que fue agriamen-te rechazada por el emisario estadounidense Jonathan Pershing, bajo los argumentos de que su país no podía aceptar semejante compromiso sin el aval del Congreso y de que el texto no incluía a las nuevas economías emer-gentes (LM 13/12).

La “rebelión” de los delegados del G-77, el día 15, marcó un punto de inflexión en la cumbre, a partir de entonces dominada por la cuestión de la responsabilidad de los miembros del G-7 y de los “nuevos emergentes”. Los africanos, apoyados por sus pares de Asia, América Latina y los pequeños estados insulares de Oceanía, deja-ron unas horas el recinto acusando a los países ricos de querer imponer una agenda al margen de Kioto, no sólo por dilatar el establecimiento de cuotas obligatorias para la reducción de emisiones, sino también por esquivar las responsabilidades hacia los países más pobres. Como ya mencionamos, el tema de las “responsabilidades” tiene más de una arista. Por un lado, implica la conformación de un fondo, si se quiere, de resarcimiento, para que los países del tercer mundo encaren las consecuencias climá-ticas de un siglo y medio de industrialización contami-nante por parte de los países centrales. Pero también su-pone la asunción de categorías diferenciadas entre países “en desarrollo”, ya que el papel que juega China en la emisión de dióxido de carbono es ostensiblemente dife-rente del que desempeñan, por ejemplo, los estados de África Subsahariana. En este último punto, los desacuerdos al interior del

G-7 son casi imperceptibles. “El proceso climático de la ONU desde hace más de una década se ha visto obstaculizado por una división binaria entre países desarrollados y países en desarro-llo. En el marco del Protocolo de Kioto, sólo los países desarrolla-dos se comprometieron a reducir las emisiones, mientras que los países en desarrollo no adoptaron tales promesas. Esa fue la razón principal por la que Kioto fracasó: porque los EE.UU. no acepta-rán un tratado que no incluya a países como China, y porque Chi-na insiste en que los países ricos deben asumir la mayor parte de los costes necesarios de restringir las emisiones. En Copenhague, los países desarrollados estuvieron decididos a ir más allá de esta es-tructura, y muchos de los países en desarrollo a aferrarse a ella. Ese fue el obstáculo con el que la conferencia chocó” (TE 30/12). En la cumbre, los delegados de los países desarrollados dejaron entrever que estarían dispuestos a acordar un fondo “verde” para el tercer mundo, siempre y cuando se llegue a un acuerdo… que necesariamente implicaría la asunción de cuotas obligatorias para la reducción de emisiones por parte de China, India y Brasil. El gobierno de Japón incluso aclaró que su propuesta de financiar una tercera parte de dicho fondo verde estaba sujeta a la aceptación de umbrales de emisión por parte de todos los grandes emisores, en obvia referencia a estos países (LN 17/12). La necesidad de que China asuma compro-misos en este sentido es un viejo caballito de batalla de la diplomacia estadounidense, que Obama se encargó de reeditar en la cumbre con la abierta anuencia de líderes europeos como Merkel y Sarkozy. China, por su parte, se encargó de dejar en claro que no negociará ningún acuerdo vinculante, y ofreció reducir la “intensidad car-bónica” (es decir, las emisiones de dióxido de carbono por unidad de producción) entre un 40 y un 45% para 2020 sobre la base del año 2005. Dado que se estima que la economía China se duplicará para aquella fecha, sus emisiones de carbono aumentarán en un 50% en ese lap-so. Brasil, por su parte, ha presentado una propuesta de

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reducción voluntaria de emisiones de carbono del 36% para 2020, y una reducción de la deforestación del 80%. Hasta el momento, estas grandes economías “emergen-tes” han podido contar con el apoyo diplomático del G-77 al que pertenecen, aunque en Copenhague se hizo bastante evidente que obedecen a intereses diferentes y que tienden a formular estrategias de acción en círculos cerrados. La más clara evidencia de este hecho es que la declara-

ción final de la cumbre fue elaborada por cuatro de estos países (China, India, Brasil, Sudáfrica) junto con los EE.UU. Ostensiblemente, no satisface ninguno de los reclamos de los países del G-77, algunos de los cuales (Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba y Sudán) se nega-ron a firmarlo. “La verdadera importancia de Copenhague es que se formalizó una nueva forma de toma de decisiones en la que sólo los EE.UU., China y la India tienen verdadera voz y voto. (…) A los países de tierras bajas y la mayoría de África –donde el cambio climático ya está costando vidas– se les dio un ultimá-tum: firmar o quedar fuera del reparto de fondos” (BBC 20/12). Pero algunos hacen de la necesidad, virtud, y valoran los “pequeños ámbitos de decisión” por sobre el tumultuoso foro de la ONU: “El mundo ha intentado en dos ocasiones, en Kioto y en Copenhague, abordar el problema de una vez, y fracasó. Los grupos más pequeños, como el G-20 o el foro del G-8 pueden ofrecer una mejor perspectiva para el regateo sobre temas difíciles. El proceso de la ONU aún tiene un papel: el de asegurar un sis-tema viable y confiable de contabilidad del carbono, y en el debate, la aprobación o el rechazo de los acuerdos, cuyos detalles serán en gran parte trabajados en otros lugares” (TE 30/12). Como único dato positivo está el reconocimiento de la

“teoría de los dos grados” de la que hablábamos en pá-rrafos anteriores. Pero se trata sólo de la aceptación del

punto de vista científico, y no se estipulan fechas ni por-centajes de emisiones. En cuanto a los flujos para el tercer mundo, se esta-

blece una ayuda de 30.000 millones de dólares durante los próximos tres años (presumiblemente financiada en partes iguales por los EE.UU., la UE y Japón) y el esta-blecimiento de un fondo de 100.000 millones de dólares para 2020. No se aclara el origen de este último fondo, a pesar de que en la cumbre se barajaron propuestas al respecto, como la del establecimiento de una tasa para las transacciones financieras, un impuesto al comercio del petróleo e incluso el uso de reservas del FMI. La cifra está, de todos modos, bastante por debajo de las estima-ciones más prudentes, como la de la UE. Para el sudanés Lumumba Di-Aping, a cargo de la presidencia del G-77, “los 10.000 millones de dólares anuales propuestos para ayudar a que las naciones pobres enfrenten el cambio climático palidecen en comparación con más de un billón de dólares erogados ya para res-catar a las instituciones financieras. ‘Si éste es el mayor riesgo que enfrenta la humanidad, ¿cómo explican entonces los 10.000 millo-nes?’, preguntó. ‘Esos 10.000 millones no servirían siquiera para comprar ataúdes suficientes para los ciudadanos de los países en de-sarrollo’” (LN 10/12). Para los dos grandes protagonistas de la cumbre, para

los dos principales emisores de carbono del planeta, el acuerdo tiene el valor de una tregua, ya que les permite no apartarse de su posición básica de no asumir obliga-ciones para el recorte de emisiones. Y los fondos prome-tidos, en ausencia de un plan de financiación, asignación y control, posiblemente corran la suerte del fantasmal fondo global “anticíclico” anunciado por el G-20 en la reciente cumbre de Londres. Aún los ataúdes tendrán que esperar hasta fines de 2010.

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Apéndice documental

Reproducción del artículo publicado por la Agencia Cubana de Noticias (http://www.ain.cu/2009/diciembre/27egreflexiones.htm)

Reflexiones de Fidel Castro

El derecho de la humanidad a existir El cambio climático está causando ya conside-rable daño y cientos de millones de pobres es-tán sufriendo las consecuencias.

Los centros de investigaciones más avanza-dos aseguran que queda muy poco tiempo para evitar una catástrofe irreversible. James Han-sen, del Instituto Goddard de la NASA, asegura que un nivel de 350 partes del dióxido de car-bono por millón es todavía tolerable; hoy so-brepasa sin embargo la cifra de 390 y se in-crementa a ritmo de 2 partes por millón cada año, rebasando los niveles de hace 600 mil años. Las últimas dos décadas han sido, cada una de ellas, las más calurosas desde que se tienen noticias del registro. El mencionado gas aumentó 80 partes por millón en los últimos 150 años. El hielo del Mar Ártico, la enorme capa de dos

kilómetros de espesor que cubre Groenlandia, los glaciares de América del Sur que nutren sus fuentes principales de agua dulce, el volumen colosal que cubre la Antártida, la capa que res-ta del Kilimanjaro, los hielos que cubren el Himalaya y la enorme masa helada de Siberia se están derritiendo visiblemente. Científicos notables temen saltos cuantitativos en estos fenómenos naturales que originan el cambio.

La humanidad puso grandes esperanzas en la Cumbre de Copenhague, después del Protocolo de Kyoto suscrito en 1997, que entró en vigor el año 2005. El estruendoso fracaso de la Cum-bre dio lugar a bochornosos episodios que re-quieren el debido esclarecimiento.

Estados Unidos, con menos del 5% de la po-blación mundial emite el 25% del dióxido de carbono. El nuevo Presidente de Estados Unidos había prometido cooperar con el esfuerzo inter-nacional para enfrentar un problema que afecta a ese país tanto como al resto del mundo. Du-rante las reuniones previas a la Cumbre, se hizo evidente que los dirigentes de esa nación y los de los países más ricos maniobraban para hacer caer el peso de los sacrificios sobre los países emergentes y pobres.

Gran número de líderes y miles de represen-tantes de los movimientos sociales e institucio-nes científicas decididos a luchar por preservar la humanidad del mayor riesgo de su historia, acudieron a Copenhague invitados por los or-

ganizadores de la Cumbre. Omito referirme a detalles sobre la brutalidad de la fuerza pública danesa, que arremetió contra miles de mani-festantes e invitados de los movimientos socia-les y científicos que acudieron a la capital de Dinamarca, para concentrarme en los aspectos políticos de la Cumbre.

En Copenhague reinó un verdadero caos y sucedieron cosas increíbles. A los movimientos sociales e instituciones científicas no les permi-tieron asistir a los debates. Hubo Jefes de Esta-do y Gobierno que no pudieron siquiera emitir sus opiniones sobre vitales problemas. Obama y los líderes de los países más ricos se adueña-ron de la conferencia con la complicidad del go-bierno danés. Los organismos de Naciones Uni-das fueron relegados.

Barack Obama, que llegó el último día de la Cumbre para permanecer allí solo 12 horas, se reunió con dos grupos de invitados escogidos “a dedo” por él y sus colaboradores. Junto a uno de ellos se reunió en la sala del plenario con el resto de las más altas delegaciones. Hizo uso de la palabra y se marchó de inmediato por la puerta trasera. En ese plenario, excepto el pequeño grupo seleccionado por él, se les prohibió a los demás representantes de los es-tados hacer uso de la palabra. En esa reunión, a los Presidentes de Bolivia y de la República Bolivariana de Venezuela se les permitió hablar, porque al Presidente de la Cumbre no le quedó otra alternativa que concederles el uso de la palabra, ante el reclamo enérgico de los pre-sentes.

En otra sala contigua, Obama reunió a los lí-deres de los países más ricos, varios de los Es-tados emergentes más importantes y dos muy pobres. Presentó un documento, negoció con dos o tres de los países más importantes, igno-ró a la Asamblea General de Naciones Unidas, ofreció conferencias de prensa, y se marchó como Julio César en una de sus campañas vic-toriosas en Asia Menor, que lo llevó a excla-mar: Llegué, vi y vencí.

El propio Gordon Brown, Primer Ministro del Reino Unido, había afirmado el 19 de octubre: “Si no llegamos a un acuerdo en el curso de los próximos meses, no debemos tener duda algu-na de que, una vez que el crecimiento no con-

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trolado de las emisiones haya provocado daños, ningún acuerdo global retrospectivo en algún momento del futuro podrá deshacer tales efec-tos. Para ese entonces será irremisiblemente demasiado tarde.”

Brown concluyó su discurso con dramáticas palabras: “No podemos darnos el lujo de fraca-sar. Si fracasamos ahora, pagaremos un precio muy alto. Si actuamos ahora, si actuamos de conjunto, si actuamos con visión y determina-ción, el éxito en Copenhague estará todavía a nuestro alcance. Pero si fracasamos, el planeta Tierra estará en peligro, y para el planeta no existe un Plan B”.

Ahora declaró con arrogancia que la Organi-zación de Naciones Unidas no debe ser tomada como rehén por un pequeño grupo de países como Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Tuvalu, a la vez que acusa a China, India, Bra-sil, Sudáfrica y otros Estados emergentes de ceder a las seducciones de Estados Unidos para suscribir un documento que lanza al cesto de basura el Protocolo de Kyoto y no contiene compromiso vinculante alguno por parte de Es-tados Unidos y sus aliados ricos.

Me veo obligado a recordar que la Organiza-ción de Naciones Unidas nació hace apenas seis décadas, después de la última Guerra Mundial. Los países independientes no rebasaban enton-ces la cifra de 50. Hoy la integran más de 190 Estados independientes, luego que el odioso sistema colonial dejó de existir por la lucha de-cidida de los pueblos. A la propia República Po-pular China durante muchos años se le negó su pertenencia a la ONU, y un gobierno títere os-tentaba su representación en esa institución y en su privilegiado Consejo de Seguridad.

El apoyo tenaz del creciente número de paí-ses del Tercer Mundo fue indispensable en el reconocimiento internacional de China, y un factor de suma importancia para que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN le reconocieran sus derechos en la Organización de Naciones Unidas.

En la heroica lucha contra el fascismo, la Unión Soviética había realizado el mayor apor-te. Más de 25 millones de sus hijos murieron, y una enorme destrucción asoló el país. De esa lucha emergió como superpotencia capaz de contrapesar en parte el dominio absoluto del sistema imperial de Estados Unidos y las anti-guas potencias coloniales para el saqueo ilimi-tado de los pueblos del Tercer Mundo. Cuando

la URSS se desintegró, Estados Unidos extendió su poder político y militar hacia el Este, hasta el corazón de Rusia, y su influencia sobre el resto de Europa se incrementó. Nada de extraño tie-ne lo ocurrido en Copenhague.

Deseo subrayar lo injusto y ultrajante de las declaraciones del Primer Ministro del Reino Uni-do y el intento yanki de imponer, como Acuer-do de la Cumbre, un documento que en ningún momento fue discutido con los países partici-pantes.

El Canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, en la conferencia de prensa ofrecida el 21 de diciem-bre, afirmó una verdad que es imposible negar; emplearé algunos de sus párrafos textuales: “Quisiera enfatizar que en Copenhague no hubo acuerdo alguno de la Conferencia de las Partes, no se tomó ninguna decisión con relación a compromisos vinculantes o no vinculantes, o de naturaleza de Derecho Internacional, en modo alguno; simplemente, en Copenhague no hubo acuerdo”. “La Cumbre fue un fracaso y un engaño a la opinión pública mundial. […] quedó al desnudo la falta de voluntad política…” “…fue un paso atrás en la acción de la comuni-dad internacional para prevenir o mitigar los efectos del cambio climático…” “…el promedio de la temperatura mundial po-dría aumentar en 5 grados…”

De inmediato nuestro Canciller añade otros datos de interés sobre las posibles consecuen-cias de acuerdo a las últimas investigaciones de la ciencia. “…desde el Protocolo de Kyoto hasta la fecha las emisiones de los países desarrollados se elevaron 12,8%… y de ese volumen el 55% co-rresponde a Estados Unidos”. “Un estadounidense consume, como promedio, 25 barriles de petróleo anuales, un europeo 11, un ciudadano chino menos de dos, y un lati-noamericano o caribeño, menos de uno”. “Treinta países, incluidos los de la Unión Euro-pea, consumen el 80% del combustible que se produce”.

El hecho muy real es que los países desarro-llados que suscribieron el Protocolo de Kyoto aumentaron drásticamente sus emisiones. Quieren sustituir ahora la base adoptada de las emisiones a partir de 1990 con la del 2005, con lo cual Estados Unidos, el máximo emisor, re-duciría a sólo 3% sus emisiones de 25 años an-

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tes. Es una desvergonzada burla a la opinión mundial.

El Canciller cubano, hablando en nombre de un grupo de países del ALBA, defendió a China, India, Brasil, Sudáfrica y otros importantes Es-tados de economía emergente, afirmando el concepto alcanzado en Kyoto de “‘responsabili-dades comunes, pero diferenciadas, quiere de-cir que los acumuladores históricos y los países desarrollados, que son los responsables de esta catástrofe, tienen responsabilidades distintas a las de los pequeños Estados insulares o a las de los países del Sur, sobre todo los países menos desarrollados…”.

“Responsabilidades quiere decir financiamien-to; responsabilidades quiere decir transferencia de tecnología en condiciones aceptables, y en-tonces Obama hace un juego de palabras, y en vez de hablar de responsabilidades comunes pero diferenciadas, habla de ‘respuestas comu-nes, pero diferenciadas’”. “…abandona el plenario sin dignarse a escuchar a nadie, ni había escuchado a nadie antes de su intervención”.

En una conferencia de prensa posterior, antes de abandonar la capital danesa, Obama afirma: “Hemos producido un sustancioso acuerdo sin precedente aquí en Copenhague. Por primera vez en la historia, las mayores economías hemos venido juntas a aceptar responsabilida-des”.

En su clara e irrebatible exposición, nuestro Canciller afirma: “¿Qué quiere decir eso de que ‘las mayores economías hemos venido juntas a aceptar nuestras responsabilidades’? Quiere decir que están descargando un importante pe-so de la carga que significa el financiamiento para la mitigación y la adaptación de los países sobre todo del Sur al cambio climático, sobre China, Brasil, India y Sudáfrica; porque hay que decir que en Copenhague se produjo un asalto, un atraco contra China, Brasil, India, Sudáfrica y contra todos los países llamados eufemísticamente en desarrollo”.

Estas fueron las palabras contundentes e irre-batibles con las que nuestro Canciller relata lo sucedido en Copenhague.

Debo añadir que, cuando a las 10 de la ma-ñana del día 19 de diciembre nuestro vicepresi-dente Esteban Lazo y el Canciller cubano se habían marchado, se produce el intento tardío de resucitar al muerto de Copenhague como un

acuerdo de la Cumbre. En ese momento no quedaba prácticamente ningún Jefe de Estado ni apenas Ministros. De nuevo la denuncia de los restantes miembros de las delegaciones de Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y otros países derrotó la maniobra. Así finalizó la inglo-riosa Cumbre.

Otro hecho que no puede olvidarse fue que en los momentos más críticos de ese día, en horas de la madrugada, el Canciller de Cuba, en unión de las delegaciones que libraban su digna batalla, le ofrecieron al Secretario Gene-ral de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, su co-operación en la lucha cada vez más dura que se estaba librando, y en los esfuerzos que deben llevarse a cabo en el futuro para preservar la vida de nuestra especie.

El grupo ecológico Fondo Mundial para la Na-turaleza (WWF) advirtió que el cambio climático quedaría fuera de control en los próximos 5 a 10 años, si no se recortan drásticamente las emisiones.

Pero no hace falta demostrar lo esencial de lo que aquí se afirma sobre lo que hizo Obama.

El Presidente de Estados Unidos declaró el miércoles 23 de diciembre que las personas tienen razón en estar decepcionadas por el re-sultado de la Cumbre sobre el Cambio Climáti-co. En entrevista por la cadena de televisión CBS, el mandatario indicó que “‘en vez de ver un total colapso, sin que hubiese hecho nada, lo que hubiera sido un gigante retroceso, al menos pudimos mantenernos más o menos donde estábamos’…”.

Obama -afirma el despacho noticioso- es el más criticado por aquellos países que, de forma casi unánime, sienten que el resultado de la Cumbre fue desastroso.

La ONU ahora está en un aprieto. Pedirles a otros países que se adhieran al arrogante y an-tidemocrático acuerdo sería humillante para muchos Estados.

Continuar la batalla y exigir en todas las reu-niones, particularmente las de Bonn y de Méxi-co, el derecho de la humanidad a existir, con la moral y la fuerza que nos otorga la verdad, es a nuestro juicio el único camino. Fidel Castro Ruz Diciembre 26 de 2009 8 y 15 p.m.

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Entre la profundización de los procesos populares y el avance de la derecha. Elecciones y golpes

El laberinto latinoamericano y la nueva normalidad

María Florencia Socoloff María Florencia Socoloff María Florencia Socoloff María Florencia Socoloff y Pablo Lombardi y Pablo Lombardi y Pablo Lombardi y Pablo Lombardi Acuerdos, desacuerdos, conflictos, elecciones, avances y retrocesos; la creciente polarización en la región, resulta-do de la disputa hacia el interior de cada uno de los paí-ses, se exacerbó en un contexto de profundización de la crisis mundial. Claramente lo expresó el primer manda-tario cubano Raúl Castro durante las última cumbre del ALBA, realizada en la Habana, en el mes de diciembre: “Actualmente, en América Latina y el Caribe se agudiza el en-frentamiento entre un modelo elitista y explotador, subordinado a los intereses del imperio, y el avance de las fuerzas políticas revolu-cionarias y progresistas que representan a las clases tradicionalmen-te desposeídas y discriminadas” (P12 14/12). En cada hecho desatado en la región podemos rastrear en esencia la profundización de dicho enfrentamiento, tal cual lo hemos venido observando en Análisis… anteriores sobre las tensiones entre Perú y Chile; en el conflicto por las Bases entre Colombia-Venezuela-Ecuador; en el golpe de Estado en Honduras; y siguen las firmas. Cada nuevo acontecimiento expresa la disputa entre los procesos de avance popular que promueven los países en defensa de la soberanía y autonomía nacional integrados en un pro-yecto regional y los ataques de la derecha, representante de los intereses imperialistas norteamericanos en Lati-noamérica y el Caribe. Bajo esta lupa abordaremos la continuidad del conflic-

to Venezuela-Colombia así como las elecciones en Hon-duras, Uruguay, Bolivia y Chile, vislumbrando el enfren-tamiento en el plano nacional, y su trascendencia para la región; prestando particular atención a los sucesos hon-dureños que conforman un funesto ejemplo de la pro-fundidad del conflicto y las estrategias de las que se vale la derecha para coartar el avance de “las fuerzas revolucio-narias”, en palabras de Castro. En esencia no sólo se po-ne en juego lo propiamente “nacional” en las elecciones venideras, sino que, más bien, aquellos resultados modi-ficarán el mapa regional, consolidando las alianzas y la integración o revirtiendo los procesos de unidad regional que han echado fuertes raíces en los últimos años.

Guerra inducida, guerra defensiva: Venezuela y

Colombia como punto de máxima tensión En este marco de tensión se desarrolla el conflicto en-

tre Colombia y Venezuela, desatado por el controversial acuerdo sellado entre Colombia y Estados Unidos, que habilita la instalación de bases norteamericanas en terri-torio colombiano. En los últimos meses hemos explica-do no sólo la “letra chica”, la extensión del acuerdo y sus implicancias, sino que hemos advertido también sobre los crecientes “aires de guerra” y desestabilización que aquel acuerdo instalaba para toda la región. En este sen-tido se manifestó Raúl Castro en la mencionada Cumbre del ALBA al explicar: “El establecimiento de bases militares estadounidenses en la región es una expresión de la ofensiva hege-mónica que despliega el gobierno norteamericano y constituye un ac-to de agresión contra toda América Latina y el Caribe (...). Resul-

ta evidente la intención de concretar su doctrina política militar de ocupar y dominar a cualquier precio el territorio que siempre ha considerado como su patio trasero natural” (P12 14/12). Por su parte, el Gobierno de Venezuela ha denunciado a la co-munidad internacional, desde el día de la firma del acuerdo, no solo las recurrentes injerencias en territorio venezolano de aviones estadounidense-colombianos, si-no la intención de ambos países de “convertir a Suramérica en una zona de inestabilidad” (P12 21/11). En este mismo sentido, el presidente Hugo Chávez desenmascaró la vo-luntad norteamericana de atacar a Venezuela utilizando las recientemente instaladas bases militares: “El imperio quiere acabar con la revolución bolivariana para instalar aquí un gobierno como el de Honduras, arrastrado al imperio yanki”, y agregaba: “Nosotros no tenemos ningún plan contra Colombia; Dios nos libre de una guerra con Colombia, pero eso no depende de nosotros” (P12 21/12). De este modo, el presidente vene-zolano deja en claro de dónde provienen las actitudes “guerreristas” que a él le achacan, y quienes son los ver-daderos integrantes del “eje del mal”, disipando así cual-quier duda de un posible ataque por parte de Venezuela a Colombia. En definitiva, Chávez denuncia la creciente intervención norteamericana con el objetivo de generar conflictos armados entre los países, hecho que también podemos asociar con las recientes tensiones entre Perú y Chile, a lo cual el presidente venezolano ha respondido con la movilización de fuerzas como necesidad defensi-va de Venezuela frente a las injerencias y posibles ata-ques colombianos: “Nosotros estamos preparándonos y vamos a seguir preparándonos para defender la soberanía sagrada de Ve-nezuela, para defender la revolución bolivariana de las agresiones imperialistas y de los cipayos del imperio” (LN 23/11).

Democracia popular, “democracia” golpista 1. Honduras: el crudo retorno al neoliberalismo. Han pasado ya seis meses del 28 de junio, día en el

cual el presidente “Mel” Zelaya fue violentamente expul-sado de su país a manos del Ejército hondureño en con-vivencia con el Parlamento y la Corte Suprema de ese país. Su error: “volverse comunista”, según lo afirmaba la Iglesia hondureña, es decir, reafirmar el acercamiento que Zelaya había iniciado con Hugo Chávez y los países del ALBA en octubre de 2008. Un país históricamente dependiente, económica y po-

líticamente, de Estados Unidos había decidido abrir sus puertas a la región sudamericana –sobre todo a Vene-zuela y Cuba– propiciando un intercambio cooperativo que permitiera contrarrestar los altos niveles de pobreza, analfabetismo y carencias que el país sufrió durante años como resultado del más crudo neoliberalismo y repre-sión, procurando evitar hundirse aún más en la depen-dencia de recursos norteamericanos. Un error, desde la perspectiva de los golpistas, que Zelaya debió pagar con su destitución, su destierro, y un encierro de ya más de cuatro meses en la embajada brasileña en Honduras,

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única forma que encontró de retornar a sus tierras. Con un fallido acuerdo de por medio, Zelaya quedó abando-nado en el camino cuando desde los Estados Unidos vi-no el batacazo final: la decisión de aceptar no sólo el llamado a elecciones para el 29 de noviembre sino tam-bién el reconocimiento del resultado de dichos comicios. Su desolación se expresó en una carta al primer manda-tario norteamericano Obama, en la cual Zelaya afirmaba: “El futuro que hoy nos muestra [los Estados Unidos] al alte-rar su posición en el caso de Honduras y favorecer así la interven-ción abusiva de las castas militares en la vida cívica de nuestro Es-tado no es más que el ocaso de la libertad, un desprecio a la dignidad humana; es una nueva guerra contra los procesos de re-formas sociales y democráticas tan necesarios en Honduras” (LN 16/11). Terminante y realista, Zelaya no dejó de recor-dar que el ahora funesto “ejemplo hondureño” excedía las particularidades nacionales marcando un precedente para la región, un ejemplo del cual podrían valerse las derechas en el resto de los países latinoamericanos para la expulsión y desestabilización de los gobiernos popula-res. Recapitulemos los sucesos de los últimos seis meses

antes de analizar el desenlace: luego del golpe, Zelaya lo-gró –con varias visitas y reclamos– que Estados Unidos reconociera la existencia de un golpe de Estado en Hon-duras. Gracias a ello, no sólo se interrumpieron los acuerdos entre los republicanos norteamericanos y los golpistas hondureños sino que también disminuyó la ayuda económica desde Estados Unidos al gobierno de facto, al tiempo que con el impulso Zelaya regresó a su país, luego de varios intentos que resultaron en una fuer-te represión contra la población movilizada. En cada in-tento de regreso, el gobierno golpista redoblaba la repre-sión, tratando de contener la resistencia zelayista. Con la intervención de la OEA, Arias –presidente de Costa Ri-ca– y los Estados Unidos, se firmó el Acuerdo Teguci-galpa-San José que a la vez que demandaba la restitución de Zelaya, demandaba la conformación de un gobierno de “unidad nacional”, y aceptaba el llamado a elecciones previa restitución de Zelaya. Con un fuerte apoyo de los países sudamericanos encabezados por Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Paraguay y Uruguay, Zelaya intenta-ba sostenerse reclamando su restitución y llamando a la población a no votar en las elecciones convocadas por los golpistas. Sus debilidades fueron mayores que sus fortalezas, las elecciones no sólo se llevaron adelante como estaba estipulado para el 29 de noviembre sino que el Parlamento hondureño, el mismo que aprobó su destitución, rechazó la restitución rompiendo con el Acuerdo Tegucigalpa-San José abalado por Estados Unidos. El saldo de estos meses de conflicto y avance de la

dictadura puede medirse por los centenares de muertos ante la fuerte represión, el retorno a un gobierno de de-recha con una fuerte orientación hacia el neoliberalismo, y un país con tres presidentes: uno constitucional (Zela-ya), uno de facto (Michelletti) y uno recientemente electo (Lobo) que asumirá a fines de enero de 2010. Este últi-mo tendrá la tarea de lograr legitimarse ante la comuni-

dad internacional que, si bien se encuentra fracturada en cuanto al apoyo o no de dichas elecciones, no ha dejado de afirmar la ilegalidad del golpe. Esto afirmaba Lobo luego de conocerse su victoria: “Nos interesa tener relaciones muy cordiales y fraternas con todas las naciones (...). Así (con elec-ciones) se termina la crisis, así se legitima el gobierno” (LN 1/12). A este reclamo se sumó el de Valenzuela, flaman-te representante para América Latina del Departamento de Estado norteamericano, diciendo “Estamos urgiendo a los demás países a que reconozcan el resultado de los comicios” (LN 1/12), representando la clara postura del gobierno norteamericano de otorgarle legalidad a los comicios y ponerle fin así al conflicto hondureño. Sin embargo, la Cumbre de presidentes Iberoamericanos reflejó lo pro-fundo de la crisis institucional que el golpe hondureño representa para la región, el resultado de largas y fuertes discusiones fue un documento en el cual se afirmaba que “Las jefas y jefes de Estado de países iberoamericanos condenan el golpe de Estado en Honduras y consideran inaceptables las graves violaciones a los derechos y libertades fundamentales del pueblo hondureño” y agregan, sin posible solución común de apoyar o no los comicios, que los presidentes se com-prometieron a restablecer el diálogo y a “devolver el régimen democrático al pueblo hondureño” (LN 2/12). El recientemente electo Porfirio Lobo, representante

del derechista Partido Nacional, recibirá la herencia de una dictadura símil a la de los 70 que se propuso, y ha tenido bastante éxito, la reversión del proceso popular iniciado por Zelaya. Las medidas tomadas por la dicta-dura de Micheletti tendieron ante todo a la disminución del gasto social en educación y salud, a la vez que expul-só a 130 voluntarios cubanos del programa de alfabeti-zación “Yo Si Puedo”, y se congelaron todos los proyec-tos de infraestructura y las entregas de tractores e insumos para la agricultura, financiados por los planes de cooperación del ALBA (P12 20/12). La última medi-da, en este mismo sentido, fue la desvinculación de Honduras, aprobada por el Congreso, del bloque del ALBA, rompiendo así cualquier lazo con los países que promueven el Socialismo del Siglo XXI. En este mismo sentido se pronunció el futuro presidente, entre cuyos planes de gobierno se encuentran la reducción del gasto público y social, la privatización de las grandes obras de infraestructura y achicar la planilla de empleados estata-les (P12 20/12), es decir, el regreso al más básico neoli-beralismo de los 90.

2. Tupamaro al poder: en Uruguay el Frente Amplio se consolida

En clara contraposición con el proceso hondureño, los procesos electorales en Uruguay y en Bolivia, repre-sentan el avance de los proyectos populares, afirmados en gobiernos con una amplia base electoral y con un fuerte apoyo interno y externo. Este es el caso del re-cientemente electo presidente de los uruguayos “Pepe” Mujica. De historia conocida, representante de la guerri-lla uruguaya reprimida duramente durante la última dic-tadura, Mujica logró ganar las internas del Frente Am-plio y así consagrarse como el candidato a continuar el

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mandato del Frente que llevó al poder a Tabaré Váz-quez. El partido al que responde Mujica, el Movimiento de Participación Popular, representa el ala de izquierda del Frente no sólo por su herencia guerrillera sino por las políticas que Mujica vislumbró en su campaña. Heredero de un exitoso gobierno como el de Váz-

quez, Mujica procuró enfatizar que sus políticas no dis-tarán de las del actual mandatario, tratando de reconfor-tar no sólo a los sectores empresariales nacionales sino a los internacionales, en contra de una campaña de Lacalle de desprestigio y de “miedo a la radicalización” posible ante la llegada del ex tupamaro. A pesar de la dura cam-paña, “el Pepe” logró consolidar su apoyo no sólo en los sectores frenteamplistas tradicionales sino entre la juven-tud uruguaya. En su campaña enfatizó la necesidad de profundizar el modelo, y estabilizar las políticas de inclu-sión, crecimiento, empleo, etc., a partir de la continuidad de las mismas. La confrontación electoral era clara –al igual que en

Bolivia y en Chile–: el candidato de la oposición y ex presidente Lacalle, representaba el retorno a los 90, es decir, al neoliberalismo. Entre sus políticas como presi-dente, Lacalle promovió la eliminación de los consejos de salarios, y el consecuente debilitamiento de los sindi-catos, los intentos de privatizaciones de empresas públi-cas, la liberalización de la economía y la reducción del papel del Estado. Ello, unido a una fallida campaña de desprestigio hacia el candidato frenteamplista, allanó el camino para la contundente victoria de Mujica en el ba-lotaje. Esta victoria fue sin duda abonada por la inter-vención activa de las centrales sindicales en la campaña, “recordándole” al electorado lo que la figura de Lacalle representaba no sólo para los sectores obreros sino para el conjunto del pueblo. A su vez, el apoyo del movi-miento obrero al gobierno de Mujica se explicitó en una reunión con los dirigentes sindicales en la cual no sólo discutieron una posible reforma del Estado, diversos proyectos sobre reformas en las áreas de salud, educa-ción, impuestos y reformas laborales, sino que el eje es-tuvo puesto en el rol que deberán cumplir los trabajado-res en cualquier iniciativa que implique un cambio en el funcionamiento del Estado y en la profundización de un modelo nacional con anclaje latinoamericano. Para los proyectos populares en la región, la llegada de

Mujica es una buena noticia. El electo presidente ha mostrado una enfática predisposición a continuar y pro-fundizar las políticas de integración regional promovidas por el actual gobierno. Entre los países del MERCO-SUR, reconfortó la llegada de Mujica, que fue convoca-do para la última reunión del bloque. En la misma no só-lo se reunió con los mandatarios de los países vecinos, sino que reafirmó su voluntad de generar mayores víncu-los con los mismos. Particularmente en ello se juega el restablecimiento de las relaciones con Argentina, luego de su “enfriamiento” efecto del conflicto por la instala-ción de la pastera Botnia. La apertura al diálogo de Muji-ca no sólo genera tranquilidad dentro de la región sino que reafirma la reorientación de la misma hacia procesos

tendientes a lograr mayor autonomía económica y políti-ca, crucial ante la profundización de la crisis mundial.

3. Volvió y fue millones: la Bolivia de Evo. Parafraseando un famoso dicho de Tupac Katari –

líder rebelde Aymara de fin de siglo XVIII– “Volveré y seré millones”, el reelecto presidente boliviano Evo Mora-les aseveró “los millones son ustedes”, luego de conocerse los resultados de las últimas elecciones presidenciales en aquel país andino. Con una contundente victoria en las manos, Evo reafirmó la profundización del proceso re-volucionario en Bolivia, iniciado en el año 2006 con la llegada al gobierno del representante indígena del MAS. Morales iniciará un segundo mandato acompañado no sólo de un caudal de votos enorme sino con un apoyo aún mayor entre sus tradicionales bases –los movimien-tos sociales y organizaciones sindicales– y un creciente voto dentro de los sectores medios. Las elecciones en Bolivia evidenciaron no sólo la consolidación del go-bierno de Evo, sino una derecha que sin titubear trató dar el último batacazo antes de darse por perdida. Los resultados en el caso boliviano no fueron una

gran sorpresa, no sólo por lo que las encuestas preveían, sino por los grandes avances que el gobierno de Morales ha logrado tanto en el plano económico (lo cual le per-mitió contener la crisis mundial sin mayores sobresaltos, hecho radicalmente nuevo para el caso boliviano, eco-nomía típicamente dependiente de los avatares del mer-cado norteamericano) como en el plano político, a partir de una creciente democratización e integración de las mayorías indígenas y de los sectores marginales dentro de la vida política y social boliviana. Es sin embargo sor-prendente el resultado, si lo analizamos en relación a los sucesos de hace tan sólo un año, en los cuales la oligar-quía boliviana intentó una salida desestabilizadora y gol-pista, a partir del intento separatista de la “medialuna fértil” que finalizó con la dramática masacre de Pando. En ese momento, fue el apoyo de los gobiernos sudame-ricanos nucleados en UNASUR, los que sostuvieron al gobierno de Evo frente a los sectores nacionales y repre-sentantes del imperialismo e intereses norteamericanos en Bolivia. Hoy la historia es otra, Evo logró un firme 63% del electorado, al cual se agregaban los votos del extranjero que masivamente votaron a favor del primer mandatario –en Argentina se estima que el porcentaje de votos a favor de Morales fue de entre el 91 y el 94% de los votantes. A pesar de haber comenzado con una gran dispersión

de candidaturas, la oposición logró unificarse en torno de la figura de Reyes Villa, ex prefecto de Cochabamba destituido por referéndum revocatorio del año pasado –en el cual Evo logro una contundente reafirmación. Tan-to Reyes Villa como su candidato a vice, Leopoldo Fer-nández, se encuentran en procesos judiciales no sólo por malversaciones de fondos públicos, sino que Fernández ya se encuentra preso acusado de ser el que ordenó la matanza de 25 indígenas –seguidores de Morales– en la provincia de Pando.

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A su vez, además de la elección presidencial se votaba el recambio legislativo. Ante ello la derecha apostó todas sus fichas en pos de evitar que Morales consiga la mayo-ría parlamentaria, entendiendo que así lograría profundi-zar la revolución tanto como poner en vigencia la nueva Carta Magna aprobada el año pasado. Sin embargo, los intentos fueron inútiles. El MAS logró una amplia mayo-ría (más de los dos tercios) en ambas cámaras. En su discurso de agradecimiento, Morales reafirmó los bas-tiones de su gobierno “Debo agradecer esa vocación democráti-ca. Esto es una revolución democrática-cultural al servicio del pue-blo. El pueblo boliviano hace historia gracias a su conciencia” (C 7/12). Pero aún más importante, reafirmando la profun-dización de la democratización y rebatiendo los vagos argumentos de oposición respecto al “peligro” frente a la mayoría conseguida por el oficialismo, Evo afirmó: “Con su voto, en los últimos cinco años el pueblo dio estabilidad al país. Si revisamos, en los últimos cinco años de gobiernos neolibera-les, entre 2001 y 2005, hubo cinco presidentes. ¿Qué garantía democrática dieron ellos a Bolivia? Ninguna ¿Qué garantía eco-nómica? Menos, un Estado vendido” (LN 7/12). Sin embar-go, lejos de un ánimo revanchista, Morales y sus funcio-narios no dejan de llamar al “diálogo y concertación” convocando a los referentes de la oposición a aunar fuerzas, discutir y converger en acuerdos parlamentarios. Bolivia, al igual que Uruguay, son el claro ejemplo del

rumbo y la importancia que los proyectos populares y democráticos han tomado en la región. Más allá de la mayor o menor adhesión al Socialismo del Siglo XXI, los movimientos sociales, obreros, indígenas, campesinos, etc., han adquirido creciente importancia en la dirección de la política nacional, incidiendo a su vez en la confor-mación de políticas exteriores integracionistas. Frente a estos hechos, las tensiones con Estados Uni-

do se agudizan y a la vez desde el norte intentan dejar en claro que no están dispuestos a tolerar tanta soberanía en su patio trasero. Así, a través de la Secretaria de Esta-do Norteamericana Hillary Clinton lanzaron una adver-tencia a los países que “coquetean con Irán”, en un claro rechazo por parte de los Estados Unidos al incre-mento de las relaciones comerciales y diplomáticas entre los países de la región y el país árabe. La respuesta de Morales no se hizo esperar: “Quiero decir al Departamento de Estado y especialmente a su gobierno: somos un país soberano, somos dignos y no aceptamos ninguna advertencia ni amenaza. Sin imperialismo, sin el capitalismo, Bolivia está mejor todavía. Dicen que Irán exporta terrorismo ¿Saben quiénes exportan terrorismo? Aquella gente que manda tropas a otros países, los que instalan bases militares. Ellos son los que practican y hacen terrorismo. Es el gobierno de Estados Unidos el que practica y hace terrorismo” (P12 13/12).

4. La Concertación en peligro: la derecha pino-

chetista con posibilidades de volver. Luego de 20 años de gobierno y con una presidenta

con un grado de popularidad del 80%, la Concertación se encuentra [al cierre de esta edición] a un paso de per-der el poder a manos de la derecha pinochetista. El 13 del mes pasado se llevaron adelante las elecciones en el

vecino país cuyos resultados dejaron abierta la historia a un balotaje a realizarse en el 17 de enero del 2010. Los candidatos, Sebastián Piñera representante de la derecha, Frei ex-presidente y candidato de la Concertación y Ominami referente del sector independiente –alejado y crítico de la Concertación–, se enfrentaron en una cam-paña de extrema dureza que concluyó con la victoria del Piñera 44% frente al 29% del candidato oficialista. De-bemos analizar estas elecciones en el marco de la disputa regional que venimos describiendo para hacer visible el enfrentamiento y cómo los sectores conservadores con intereses regionales intentan avanzar y controlar el poder político de cada país, para así despejar todo estorbo para la libre reproducción de sus capitales. El caso chileno no es distinto, y ello se evidenció con claridad durante la campaña y más aún luego de la primera vuelta. Por una parte, el candidato de la derecha, empresario de grandes fortunas, no ha negado nunca sus lazos políticos y eco-nómicos con la dictadura pinochetista. Inclusive, el can-didato oficialista ha denunciado la intención de Piñera de incluir entre sus ministro y asesores a ex miembros de los gabinetes pinochetistas. Por su parte, Piñera y sus asesores imaginaron una

campaña “lavada” en la cual los principales argumentos estuvieron centrados en las críticas hacia el gobierno “desgastado” de la Concertación, sin explicitar un pro-yecto propio. No sorprende ello revisando el historial del partido al que representa Piñera. El eje de su campa-ña, así como de la de Frei y Ominami, fue lograr el voto de la clase media. Una y otra vez Piñera remarcó las fa-lencias del oficialismo al momento de responder a los in-tereses de este sector. Así, afirmaba: “Necesitamos ampliar la red social para que sea más eficaz, para que proteja a nuestra clase media, que también necesita ayuda y que hoy está injusta-mente abandonada” (LN 11/12). En cuanto a Eduardo Frei, con un mandato dificulto-

so en su historial, no ha logrado hacerse del caudal de votos de su compañera partidaria Bachelet, ni tampoco cooptar la alta popularidad de la misma. Con los comu-nistas de su lado –que lograron por primera vez desde el fin de la dictadura tener representación parlamentaria– la pelea de Frei es por el porcentaje que votó por el candi-dato independiente Ominami. Este se mantuvo, luego de los comicios, reacio a apoyar a Frei. Sin embargo, la po-sibilidad de que la derecha finalmente gane lo ha forzado a guiñarle el ojo al candidato oficialista advirtiendo que la victoria de la derecha es poco favorable a los intereses del pueblo chileno. Tanto Ominami como Frei entien-den no sólo las implicancias económicas del retorno de la derecha, sino que el recuerdo de las caras pinochetis-tas en el gobierno recuerdan sus parientes desaparecidos y asesinados por la última dictadura. En medio de la campaña se conoció la noticia de que

el padre de Frei, también ex presidente, había sido asesi-nado –envenenado por miembros del entorno de Pino-chet–, al igual que el guerrillero Miguel Enríquez, padre biológico de Marco, quien también fue asesinado por la dictadura (P12 13/12).

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En la región, no resuena nada bien la posible llegada de Piñera al gobierno. Sobre todo teniendo en cuenta los avances que se lograron durante el gobierno de Bachelet no sólo en los planes de integración, sino en fuertes acuerdos comunes de paz con Argentina y un compro-miso en la conformación y sostenimiento de la UNA-SUR –estrategia de defensa autónoma de la región. Restará esperar los resultados del 17 de enero para ver

si Chile optará nuevamente por un gobierno conserva-dor y autocentrado o apostará a profundizar más los acuerdos y alianzas –incipiente– con la región.

En la cocina de un golpe: la desestabilización

en Paraguay El golpe hondureño adquiere aun mayor resonancia al

entreverse posibles “metástasis” en el continente suda-mericano. Desde el inicio de su gobierno, Lugo se ha en-frentado a la resistencia de la oligarquía terrateniente que habiendo perdido el gobierno luego de 60 años se niega a aceptar un gobierno democrático y de tendencia popu-lar. Una y otra vez apostaron –y apuestan– al despresti-gio y la desestabilización del ex obispo, revelando su-puestos casos de paternidad fruto de relaciones con diversas mujeres cuando aún era sacerdote. Las amena-zas son y fueron denunciadas por el presidente advir-tiendo “Ha habido numerosos intentos de golpes de Estado en mi contra desde que asumí el gobierno (...). Después de décadas de dominio de un mismo grupo político, no sorprende que haya secto-res que aún hoy sigan teniendo la tentación de interrumpir el proce-so democrático” (P12 17/12). Pero el panorama se compli-ca aún más cuando se advierte que Lugo también ha sido abandonado por miembros de la coalición que lo llevo al gobierno. Su vicepresidente afirma sin pruritos que se esta preparando para asumir el gobierno (P12 17/12). Las denuncias de Lugo son acompañadas con las deso-ladoras declaraciones de la primera dama, la hermana del presidente Mercedes Lugo que durante su visita a Bue-nos Aires, reconoció que las amenazas de golpe son cada día más fuertes y que a la soledad de Lugo se suma el hecho de tener el Parlamento y los medios de comunica-ción en su contra. Ello no suena desconocido a los ojos del reciente golpe en Honduras, donde Zelaya fue desti-tuido con apoyo del Parlamento en connivencia con los medios. Y así fue explicitado por el secretario del Parti-do Comunista Paraguayo y el dirigente campesino Bení-tez que visitaron Buenos Aires en representación del movimiento “Paraguay contra el Golpe”. Entre sus de-claraciones afirmaron “En Paraguay se está tramando un gol-pe vía institucional desde diversas instancias del Estado, pero en particular desde el Parlamento, algo similar a lo que ocurrió en Honduras. El vicepresidente Franco es una de las cabezas visibles de la avanzada golpista, y la forma que podría adquirir el golpe es la de un juicio político” y agregaron que “en Paraguay se dio un cambio fundamental, y es el cambio del sujeto político. Si bien no se pudo avanzar con grandes reformas, las antiguas camarillas li-gadas al Partido Colorado y al Partido Liberal no pueden sopor-tar que los movimientos sociales estén accediendo al control de cier-tos resortes del Estado” (P12 17/12).

Los argumentos que esgrime la oposición son los mismos que en el caso de Honduras: el giro del gobierno hacia la “izquierda bolivariana”, es decir, el acercamiento de Paraguay a los países del bloque del ALBA (Lugo participó por ejemplo en la Cumbre del ALBA previa a la Cumbre de las Américas). Ante aquellas amenazas Lu-go descabezó las fuerzas armadas, aunque sus defensores reconocen que aún hay núcleos golpistas en las tres ar-mas (P12 17/12).

El MERCOSUR resiste Los sucesos paraguayos deben ser seguidos de cerca

por los países de la región, particularmente por sus compañeros del MERCOSUR, que reunidos durante la última Cumbre reafirmaron su apoyo a Zelaya. Reunidos en Montevideo celebraron la asunción de Cristina Kirchner como presidenta pro tempore del bloque, así como despidieron a Tabaré Vázquez y Bachelet que de-jan las presidencias de sus respectivos países. La Cumbre, que convocó no sólo a los miembros ple-

nos del bloque –Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay– sino también a los principales mandatarios y represen-tantes de la región (Chávez, los vice-presidentes de Perú y Colombia, etc.), fue cruzada por la discusión sobre las elecciones en Honduras. A pesar de las discusiones res-pecto al apoyo o no de las elecciones hondureñas y el re-sultado de dichos comicios –heredadas de las discusio-nes durante la Cumbre de países Iberoamericanos–, el debate y los discursos reafirmaron el compromiso que la región sostiene con Zelaya y la defensa de gobiernos democráticamente elegidos por el pueblo. Ello no sólo responde a razones “discursivas” sino que más bien la polarización y el reacomodamiento de las derechas en Latinoamérica apoyadas por el imperialismo se han tra-ducido en amenazas concretas en la mayoría de los paí-ses del bloque (Bolivia, Argentina, Paraguay, Venezuela). En este sentido, durante la Cumbre, se profundizó el

compromiso con el destino de unidad y desarrollo re-gional que se viene realizando, y se tomaron medidas al respecto. Entre los acuerdos se puso el eje en el desarro-llo del Parlasur (imitando el ejemplo del Parlamento de la Unión Europea), para el cual se elegirán representan-tes de cada país antes de 2014, intentando avanzar en la coordinación de políticas comunes que excedan los acuerdos presidenciales y posean mayor estabilidad en el largo plazo. Sin duda el MERCOSUR aún padece falen-cias que tienen que ver sobre todo con la incapacidad de avanzar en la disminución de las asimetrías entre sus miembros (Argentina y Brasil lideran frente a Uruguay y Paraguay). En este sentido, por ejemplo, se logró incor-porar a Uruguay en el intercambio sin dólares vigente en-tre Brasil y Argentina. Aunque las medidas deben pro-fundizarse, los acuerdos se dirigen en ese sentido. La intención, aun más, es incorporar plenamente a Vene-zuela, medida que ya logró el apoyo del Parlamento bra-sileño pero mantiene todavía el veto del paraguayo, con fuerte presencia de la derecha, mostrando la tensión en la correlación de fuerzas hacia el interior del bloque.

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En tus ojos me veo Como venimos analizando, las tensiones se acrecientan hacia el interior del continente. El carácter regional de las luchas nacionales es cada vez mas claro en la medida que la crisis económica mundial tira por el suelo el orden establecido y puja por un nuevo orden. Los conflictos son cada vez más homogéneos en cuanto a su carácter e intereses que se agrupan para librar cada batalla. La so-beranía nacional y la independencia económica son un mismo interés cuando de América Latina y el Caribe se habla. Así los hechos descriptos con anterioridad, como la agudización de las tensiones entre Venezuela y Co-lombia por el avance de tropas estadounidense con sus bases en Colombia, los procesos electorales en Chile, Uruguay, Bolivia y el fraude contra las democracias del mundo llevado a cabo en Honduras, no pasaron des-apercibidos para la política nacional y los formadores de opinión que sin medias tintas organizan sus líneas edito-riales con respecto a los intereses que tienen en el inter-ior del país.

� Honduras y la nueva normalidad. En primera instancia vemos cómo el “Hecho Hondu-

ras” representa un golpe frontal al proceso de transfor-maciones en Latinoamérica y cómo en él las fuerzas del imperialismo han salido a actuar y a rearticularse para darle batalla a las fuerzas del cambio y los proyectos po-pulares. Las derechas han abierto los ojos ante el bene-plácito que Estados Unidos mostró en las elecciones hondureñas en donde a través de su nuevo secretario ad-junto para América Latina, Arturo Valenzuela, felicitó al conservador Porfirio Lobo por su triunfo en las eleccio-nes hondureñas. “El gobierno de Estados Unidos toma nota de las elecciones, vemos que Lobo las ganó y lo felicitamos; él va a ser el próximo presidente de Honduras. Esto es un paso necesario pero no suficiente para la ansiada normalización democrática de Hon-duras. Estamos urgiendo a los demás países a que reconozcan el resultado de los comicios” (LN 1/12). Traduciendo las pala-bras de Arturo Valenzuela, hoy Honduras no representa la “mejor forma” o el más “diplomático” modo para re-implantar el proyecto imperialista neoliberal en Sudamé-rica, pero sí queda claro que para las fuerzas de la alian-za restauradora a nivel mundial es más que necesario que esto suceda y que no tienen problema en invertir en ma-quillaje para tapar los moretones que le generen a los pueblos con sus golpes y también dejar en claro a las oli-garquías nativas de cada país que este es el camino a se-guir, en la medida que los “métodos democráticos” que ellos inventaron ya no le den respuestas. Esto sienta un precedente, enseña, les sirve a las fuer-

zas restauradoras para valerse del ejemplo, sin olvidar que los rumores de juicio político (la forma en que hoy toman los golpes cívicos-mediáticos-militares) no sólo recorren los pasillos del Parlamento paraguayo sino también del argentino (ver en este mismo número La compulsión destituyente). Veamos cómo una semana después de los dichos de Va-lenzuela, los representantes de los intereses de la patria terrateniente en la argentina se hicieron eco del llamado

del Tío Sam a través de su “tribuna doctrinaria”, en una editorial que titularon: “Honduras Voto por la Nor-malidad” se encuadraron en la estrategia del Jefe: “La comunidad Internacional debería reconocer a Porfirio Lobo como presidente electo para facilitar el desenlace de la crisis. Si algo signi-fica la participación del Pueblo Hondureño en las elecciones del 29 de Noviembre, a pesar de tener un presidente depuesto (…) y un presidente de facto, es precisamente el clamor por la vuelta a la normalidad después de más de cinco meses de zozobras. (…) Honduras tienen hoy un presidente electo que para facilitar el des-enlace de la crisis, debería ser reconocido por la comunidad interna-cional. Es lo que proponen Estados Unidos, en sintonía con Pa-namá, Costa Rica, y Colombia y a lo que se oponen Brasil, Argentina, Venezuela y excepto México, casi todos los otros países de la región”. Resulta que ahora hay que defender “el cla-mor por la vuelta a la normalidad”, que ellos mismos rom-pieron cinco meses atrás, y que hoy invierten constru-yendo en víctima al victimario. Este recurso discursivo ya lo vienen utilizando también para explicar la salida de la crisis financiera internacional, en donde hablan de una nueva normalidad, para referirse a la desocupación de dos dígitos que acecha sobretodo a los pueblos europeos. Y la nota sigue diciendo: “Ningún país puede estar sujeto a

la suerte de un presidente. Menos aún de uno que mas allá de la forma en que fue puesto en un avión rumbo a su exilio, no respetó la división de poderes ni acató la prohibición dictada por la Corte Suprema y el Congreso para que siguiera adelante con algo tan de-licado como una reforma constitucional en beneficio propio y de su principal socio externo, Chávez. (…) Si se mira hacia atrás, el daño ya esta hecho; si se mira para adelante, y se respeta la volun-tad del pueblo hondureño, debería hacerse borrón y cuenta nueva para permitir que vuelva a la normalidad. Es el mensaje que pre-tendieron trasmitir en las recientes elecciones” (LN 9/12). Con este “mirar parar adelante”, se da la idea de un presiden-te individualizado donde parecería que no lo eligió nadie y en donde existe un país (que no es más ni menos que el de las minorías oligarcas) que nada tiene que ver con la decisión soberana del pueblo que eligió a través de elecciones libres. Lo que se hace expreso por parte de los representan-

tes de los intereses económicos concentrados en toda Latinoamérica es la necesaria intencionalidad de cons-truir permanentemente desde las formas, desviando así el foco de atención en el contenido de la disputa, instalar ejes que tienen que ver con modales, ver los gobiernos y las instituciones, individualizando los debates, desde el sujeto individual, para así ocultar el carácter de los en-frentamientos; los intereses de clase y las fracciones que se ponen en movimiento en cada batalla. Así el diario La Nación fue construyendo los hechos dejando al descu-bierto la unidad de intereses que tienen las elites locales en el desarrollo y resolución de los conflictos en toda la región.

� Bolivia. Autoritarismo anti-republicano. Veamos ahora, luego de esta clase de democratismo y

civilización que nos presentan con el ejemplo Hondure-ño, cómo trataron desde el mismo diario el resultado electoral de Bolivia.

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En la editorial de La Nación del día 10 de diciembre titulada “Todo el Poder para Evo”, se señala: “El impor-tante triunfo electoral del presidente boliviano le permitirá avasa-llar a las minorías o gobernar respetándolas. Por primera vez en la historia tendrá ahora los dos tercios de ambas cámaras. Morales triunfó en todos los departamentos del país con excepción de Beni, Pando y Santa Cruz. Cabe destacar que también la clase media lo acompañó, apostando una vez más al futuro que Morales propone. (…) Evo podrá ahora designar a los integrantes de los nuevos Tribunal Constitucional Plurinacional, Tribunal Supremo de Jus-ticia, Consejo de la Magistratura y Tribunal Agroambiental, con plena mayoría. Este supone el riesgo grave por cierto de que Boli-via, de ahora en más, tenga una justicia de corte sectario y no inde-pendiente, ni imparcial. (...) esto sólo puede evitarse designando pa-ra esos altos tribunales a hombres o mujeres de excelente nivel profesional, por todos respetados y más allá de toda sospecha”. Que en Bolivia se construyan instituciones de un nue-

vo tipo que se correspondan con los intereses de las grandes mayorías históricamente excluidas y marginadas es peligroso porque se puede caer en sectarismos y eso habría que evitarlo poniendo hombres “de excelente nivel profesional, independientes, por todos respetados y más allá de toda sospecha”. Léase hombres y mujeres que nada tengan que ver con los indios, los cocaleros, los trabajadores de las minas, y las masas campesinas de Bolivia, sino hombres que representen los intereses justamente, de quienes his-tóricamente explotaron al pueblo boliviano. Veamos cómo continúan su argumentación: “Hay mu-

chos que sólo ven en las estructuras democráticas clásicas una su-perestructura que, dicen, apunta a preservar las cosas y los privile-gios de algunos por lo que creen que deben demolerlas. Si prevaleciera esta particular visión (…) el peligro es que los jueces bolivianos se transformen en meros agentes del Estado, como sucede en Cuba. Esto supone ciertamente el riesgo de que las libertades personales de todos queden a total merced del partido de gobierno. Por esto, algunos temores de totalitarismo flotan sobre Bolivia ali-mentados por las conductas frecuentemente autoritarias del gobierno de Evo Morales a lo largo de todos los últimos años” (LN 10/12). En Bolivia, donde Morales ganó con un amplí-simo 63% del electorado, donde existieron elecciones li-bres, sin ningún tipo de proscripción, hay peligro de au-toritarismo y de que se avasalle a las minorías. En cambio en Honduras que se realizaron elecciones con uno de los máximos niveles de abstención de la historia de este país y a“pesar de tener un presidente depuesto y un presi-dente de facto, hoy tiene un presidente electo que, debería ser recono-cida por la comunidad internacional.” De esta manera, el mensaje resulta el siguiente: “en Bolivia son autoritarios, en Honduras somos democráticos” según nos adoctri-naba el diario mitrista hablándonos de una nueva norma-lidad.

� Brasil. O mais grande do mundo El argentino residente en Miami, experto en el análisis de la relación de EE.UU. con su patio trasero latinoame-ricano, Andrés Oppenheimer, a través de su columna de los martes en La Nación nos plantea el escenario de dis-puta para la región y en especial los limites de las “rela-ciones carnales” que se planteaban con Brasil. En su no-

ta titulada “El fin del idilio con América Latina”, este periodista señala: “Apenas unos meses atrás los presidentes la-tinoamericanos celebraban la llegada del nuevo gobierno de Obama describiéndolo como el inicio de una nueva era en las relaciones hemisféricas. Pero ahora la luna de miel ha terminado. Brasil está radicalizando su política exterior y varios países vecinos están si-guiendo sus pasos. La disputa entre Estados Unidos y Brasil por las elecciones del 29 de noviembre en Honduras es la última de una serie de enfrentamientos. Este hecho, sumado al abierto apoyo de Brasil al régimen iraní y el debate por el acuerdo por las bases militares estadounidense en Colombia, ha terminado con el roman-ce” (LN 8/12). Las tensiones entre Estados Unidos y Brasil no dejan de incrementarse, no sólo ante el fatídico desenlace del golpe en Honduras, al que habría que agregarle la “advertencia” de la Secretaria de Estado Norteamericana, Hillary Clinton, a los países que “co-quetean con Irán”. Entre Brasil y el país árabe, los acuerdos no sólo involucran el área comercial sino el apoyo del proyecto nuclear iraní y su defensa en la ONU, así como la posible mediación de Brasil en el con-flicto en Medio Oriente. La respuesta de Clinton fue contundente ante la visita del mandatario iraní Ahmadi-nejad: “Si desean coquetear con Irán, deben observar cuidadosa-mente cuáles podrían ser las consecuencias”, y agregaba, “espe-ramos que haya un reconocimiento que este [por Irán] es uno de los países que más apoya al terrorismo en el mundo hoy” (C 12/12). Esto se suma al rechazo del presidente brasileño Lula

da Silva a la carta que personalmente Obama le había enviado reprochando la visita de Ahmadinejad y su apo-yo al desarrollo nuclear iraní. Luego se agregaron las de-claraciones del asesor brasileño Marco Aurelio quién afirmó, frente a los dichos de Hillary, “No fue un recado para Brasil. Si fue un recado, fue equivocado” (P12 13/12). Construyen así sobre Lula la sospecha de convalidar la alianza regional con otros países denominados integran-tes del eje del mal, y por lo tanto de alentar la violencia, cayéndose por el piso los esfuerzos por poner a Brasil en la lucha por aparecer en el ranking de las potencias mundiales globalistas y desvincularlo de los procesos na-cionales y populares de la región. Sería muy peligroso y un mal ejemplo para los intereses norteamericanos, y también de las oligarquías locales, que Brasil (en su con-dición de potencia) siga avanzando y apueste al desarro-llo con todos los países encolumnados en el satánico “eje del mal”. Recordemos los interminables esfuerzos reali-zados por los dueños de las plumas periodísticas argen-tinas de agudizar todo tipo de confrontación entre el gobierno argentino y el brasileño como así también de-mostrar que entre Chávez y Lula existe un abismo. Esto desnuda el carácter imperialistas de nuestra oligarquía, o lo que es lo mismo, que en países dependientes como el nuestro, Oligarquía e Imperialismo son dos caras de una misma moneda.

� Argentina. Intentando construir la “nueva normalidad”

Queda claro entonces la ofensiva del gobierno nor-teamericano contra la región, y en particular contra los

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países “díscolos” nucleados bajo el ALBA, que se en-marca en una voluntad de control político, económico y cada vez más territorial, en detrimento de la integración, la soberanía nacional y la autonomía regional, tomando como enemigo principal a Chávez y su Venezuela Boli-variana, y a su vez intentando diezmar la autonomía in-ternacional que presenta Brasil a la hora de establecer re-laciones y acuerdos en el concierto mundial. El acercamiento de la Argentina al ALBA representa

según los intereses oligárquicos un grave peligro para los argentinos, y no un avance en la profundización de la in-tegración latinoamericana. Veamos cómo uno de los editorialistas de excelencia

de la patria sojera, Joaquín Morales Sola, hace esfuerzos para convencernos de esto en su nota titulada; “Des-acuerdos innecesarios en Montevideo”: “A la presidenta le gusta el conglomerado de países que lidera el proyecto populista au-toritario de Hugo Chávez más que cualquier otra experiencia de-mocrática de la región. La solemne reunión del MERCOSUR en Montevideo fue un fracaso. La presidente se peleó con Lula, se di-ferenció con Chile por la crisis hondureña y complicó a la alianza gobernante uruguaya en su personal cruzada contra los medios. El motivo de la crisis institucional política de Honduras hizo que se distanciara notablemente de Chile, Colombia y Perú. ”Esta actitud y carencia de matices en la política internacional

está inscribiendo de hecho al gobierno en el lote de países como Ve-nezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia. Esa cordial convivencia co-incide con simultáneas, diversas y públicas distancias con Brasil, Chile y Colombia. Esta claro el definitivo cuadro de alianzas kirchneristas” (LN 19/12). Al mismo tiempo se cuestiona la política oficial de

acuerdos regionales y los posicionamientos políticos hacia los conflictos que se suceden en el continente co-mo también se intenta dinamitar toda posibilidad de profundización de los acuerdos existentes, centralmente con Brasil, Uruguay y Chile, intentando demostrar que la Argentina en manos de Cristina Fernández sólo conduce al aislamiento internacional y al encuadramiento en el “eje del mal”. Todo esto sin olvidar de denunciar los comportamientos autoritarios y anti democráticos del

gobierno, “advirtiendo” a la población del avasallamien-to de las instituciones, preparando la base argumentativa, para que cuando existan las condiciones materiales obje-tivas construir “una nueva normalidad”.

La salida del laberinto Hay un intento de reorganización continental a partir del paradigma neoliberal que se impuso en los 90. En este sentido, el esfuerzo de los gobiernos populares que aún logran sostener el poder en la región debe ser el máxi-mo. Apoyados en las amplias mayorías de trabajadores y pueblos enteros que los llevaron al poder, deben tender a profundizar no sólo la democratización, la inclusión y la justicia social, sino a deponer los recelos de antaño y lanzarse de lleno al desarrollo al máximo de la integra-ción regional. El bloque del ALBA se consolida polí-tica y económicamente dando el ejemplo al resto de la región sobre los beneficios de los acuerdos co-operativos que priorizan la complementariedad so-bre la competencia. En dicho escenario, la atención está ahora en los

países del MERCOSUR que, con tímidos pasos, han avanzado en acuerdos de cooperación pero en donde priman aún las dificultades económicas. Es sin embargo evidente que tanto los actuales gobiernos de Argentina y Brasil como los de Uruguay y Paraguay comprenden la magnitud de la amenaza que las derechas implican para la región. Como también que la profundización de la cri-sis internacional puede estribar en coletazos de los cuales Sudamérica es el blanco principal por el potencial desar-rollo autónomo que puede lograr. Y a su vez el rol que ésta podría cumplir en el marco de agudización de la crisis poniendo de manifiesto que no basta sólo con una organización a nivel regional para poner un freno al de-structivo avance del capitalismo, sino que empieza a ser clara la necesidad de una organización mundial, que pone en el centro a los países oprimidos del “tercer mundo”, Asia, Europa del Este y África, frente a la per-dida constante de control territorial por parte de Estados Unidos.

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Mesa de Enlace, establishment industrial y embajada de EE.UU.

Los conjurados

Por Diego Tavormina Por Diego Tavormina Por Diego Tavormina Por Diego Tavormina En el mes de diciembre, cuatro hechos expusieron ca-balmente el realineamiento de la fuerza oligárquica que impulsa el proyecto sojero exportador y su avance ofen-sivo contra el gobierno nacional y su programa industria-lista. Nos referimos al acto político opositor convocado por las cuatro entidades agropecuarias (Mesa de Enlace), a la Conferencia Industrial organizada por la Unión In-dustrial Argentina (UIA), al decisivo protagonismo anti-gubernamental asumido por la Asociación Empresarial Argentina (AEA) y, como corolario, a la presión abierta ejercida por la Embajada y la propia Cancillería de los EE.UU. Estos cuatro momentos, que analizaremos a continua-

ción, fueron la expresión nacional de la avanzada impe-rialista de los EE.UU. a escala continental, cuyos hitos centrales fueron el golpe de estado realizado en Hondu-ras contra el presidente Manuel Zelaya y los tratados mi-litares firmados con Panamá y Colombia (anexión terri-torial de este territorio tal como lo denunciara Fidel Castro, y que hemos analizado en diversas ediciones del Análisis…) y que cuenta con la colaboración protagónica de las oligarquías locales. Tal es el papel jugado a fondo por la Mesa de Enlace (conducida por la SRA), el esta-blishment industrial (conducción actual de la UIA), los grupos económicos más fuertes con intereses en el país (AEA). Todos estos unificaron su discurso poniendo el eje en la defensa de la propiedad privada, por estar ame-nazada o directamente violada (a decir de algunos edito-riales de La Nación) por parte de un “Estado populista”. Los feroces ataques al gobierno de Cristina Kirchner (in-cluso la personalización de las críticas en ésta y en Nés-tor Kirchner) y la exigencia de un cambio de rumbo en el esquema de política económica contienen el interés im-perial de que la Argentina vuelva a ese soñado país oli-gárquico. En esta dirección trabajan codo a codo los monopolios infocomunicacionales (grupos económicos a su vez) en una verdadera política desestabilizadora gol-pista.

El acto opositor de la Mesa de Enlace En los últimos meses las cuatro entidades agropecuarias, Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rura-les Argentinas (CRA), Federación Agraria Argentina (FAA) y Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) trabajaron la convocatoria a un acto político en el Rosedal de Palermo, donde se criticaría fuertemen-te el programa económico del gobierno nacional y se ce-lebraría la asunción de los nuevos legisladores oposito-res, vinculados al proyecto del país agroexportador. La convocatoria al mitin tuvo el sugerente título de “Campo y Ciudad” donde quedaba expresa la manifiesta voluntad de lograr la unidad entre las entidades agropecuarias y la fracción más concentrada de la industria local; y tanto en sus formatos de solicitada publicada en la prensa nacio-

nal como en los afiches callejeros figuraban naturalmente las cuatro agrupaciones citadas y la iglesia católica, pun-tualmente Cáritas, quien invitaba a los asistentes a con-tribuir con alimentos para “nuestros hermanos más pobres” (ver solicitadas en los diarios nacionales del día 6/12). Así, tres vicepresidentes de la UIA, Miguel Acevedo

(de Aceitera General Deheza, fuertemente vinculado al agro), Luis Betnaza (Techint) y Federico Nicholson (Le-desma); el flamante presidente de la AEA, Jaime Cam-pos; los políticos opositores, Francisco De Narváez, Fe-lipe Solá, Ramón Puerta, Elisa Carrió, Ricardo Alfonsín y el cordobés Luis Juez; y los representantes de los tres cultos más significativos en el país, el padre Francisco Morad, el rabino Sergio Bergman y el pastor evangélico Alejandro Rodríguez, daban el presente y aplaudían los encendidos discursos que proponían un país sojero y la desestabilización y el golpe de estado como método para realizarlo. Quien mejor expresó esta línea fue el titular de la SRA

–entidad realmente convocante al acto– Luis Biolcati que en su discurso –del que luego pediría disculpas a medias– llamó a “descabezar la gobernación de la provincia de Buenos Ai-res”, proponiendo además “atenuar el daño que el Gobierno puede hacer en estos dos años y para eso tenemos las herramientas de la democracia: el Congreso y los tribunales” (LN 11/12). Si bien la participación de sus bases enroladas en la

pequeña burguesía porteña fue escasa, para los organiza-dores el saldo de la jornada era positivo: sentar en un mismo acto opositor al establishment industrial bajo su clara convocatoria y programa. Tal fue el éxito estratégico logrado por la oligarquía terrateniente. En este sentido, el diario La Nación sintetizaba las

conclusiones del hecho en un editorial titulado “El cambio requiere unidad para la acción”: “El ecumenismo que caracterizó el encuentro, que tuvo como oradores a representantes de tres distin-tos cultos, es otro dato que realza una convocatoria que, por prime-ra vez bajo el gobierno kirchnerista, unió a los principales sectores empresariales, incluidas la Unión Industrial Argentina y la Aso-ciación Empresaria Argentina, en apoyo a una nueva etapa políti-ca” (LN 12/12). El “cambio” es el país sojero de las 125 millones de

toneladas de granos que se proponen producir para el año 2015, según los cálculos de las entidades agropecua-rias y los pooles de siembra. Es el país de las 12 provincias “inviables”, también a decir de éstos, condenadas a la bancarrota irremediable por no poder vincularse al mer-cado mundial, abandonadas por el litoral fértil y el puerto de Buenos Aires, desvinculadas de una cadena producti-va que enlace y desarrolle a las diversas economías regio-nales. La “unidad” para realizar dicho programa es la lo-grada entre la SRA como conducción estratégica, las otras entidades rurales, especialmente la fracción de pe-queños propietarios ahora rentistas de la FAA, y sin duda la fracción más poderosa de la industria. Siempre en la

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historia de nuestro país los momentos de ofensiva del proyecto oligárquico vinculado a la política imperialista yanqui requirió la unidad previa de estos dos sectores: oligarquía terrateniente y establishment industrial. Tales los golpes de estado antipopulares y contra industrialistas de los años 1955, 1966 y 1976, así como el acuerdo en la aplicación de los planes neoliberales entre los años 1989 y 2001. También en esos momentos, como ahora, la cú-pula de la iglesia católica bendecía el acuerdo. El editorial de La Nación glosado más arriba ofrecería

también la línea de trabajo para lograr la adhesión de las capas medias, siempre leales también a los hitos históri-cos recién citados y que tan caro han tenido que pagar aunque sin tomar nunca conciencia de esto, y tan necesa-rias para efectuar esos cambios de rumbos violentos. “No fue casual que durante el mencionado mitin la cuestión de la inseguridad acaparara buena parte de los discursos de los oradores y los comentarios de los presentes”, afirmaba el editorialista expresando abiertamente que la cuestión del delito, es decir la provocación de casos de crimen y la construc-ción mediática de la “inseguridad”, fusiona el programa sojero con las masas: una ola de asaltos violentos con asesinatos y mutilaciones llenaba las páginas de los prin-cipales matutinos durante la primer quincena de diciem-bre, al tiempo que se convocaba a un acto “por la inse-guridad”, de claro corte opositor (ver en este mismo número “La compulsión destituyente”).

Conferencia antiindustrial de la Unión Industrial

Argentina Apenas iniciado el mes de diciembre se realizó la 15° Conferencia Industrial, organizada por la Unión Indus-trial Argentina. El titular de la entidad, Héctor Méndez, dio el discurso de apertura frente a 800 empresarios: “Las reformas frente a la crisis sólo tendrán éxito si están sólida-mente fundamentadas en el imperio de la ley, el respeto a la propie-dad privada, la libertad de comercio e inversión, así como en unos mercados competitivos con sistemas financieros eficientes y eficaz-mente regulados” (LN 2/12). Allí mismo se presentó un ex-tenso documento donde la entidad de los industriales golpea a los engranajes clave del proyecto industrialista oficial: “La política comercial ha girado en torno a la aplicación de controles de precios que afectaron notablemente a muchas cade-nas de valor, atentando contra la producción y la generación de em-pleo” y llama a “definir una política comercial interna sobre la base de la libertad de transacción y la competencia en los mercados” y a buscar “una salida a los controles de precios” (LN 1/12). Al congreso industrial asistieron los titulares de las

cuatro entidades agropecuarias, quienes posaron para la foto de los monopolios infocomunicacionales junto al ti-tular de la UIA y a Eduardo Duhalde. Éste último tam-bién apareció en las portadas de los diarios junto a Mén-dez y disertó en un panel donde, junto al radical Rodolfo Terragno, llamó a “construir un gobierno patriótico de unidad nacional” (LN 2/12). En la Conferencia, el banquero Mario Vicens (de

ABA, entidad que reúne a la banca privada más concen-trada), Carlos de la Vega de la Cámara Argentina del Comercio, y los titulares de Peugeot-Citroën y de la Co-

pal (cámara de las industrias alimenticias, fuertemente hermanadas con los ruralistas) coincidieron con el dis-curso crítico de Méndez y repitieron como loros la nece-sidad de “seguridad jurídica” como condición para inver-tir en el país. Extorsión para que el gobierno cambie de rumbo en la política económica. La posición hegemónica de la UIA no se dio sin su

fractura. Uno de los vicepresidentes de la entidad, Gui-llermo Moretti afirmó categóricamente que “la UIA no envió una representación formal al acto organizado por la Mesa de Enlace”, y que los dirigentes que participaron lo hicieron “por su cuenta, la UIA, como entidad, no tomó la decisión de estar en ese acto” (LN 12/12). En Página 12 la cita de Moretti incluía una declaración demarcativa: “Cuando, en 1976, Biolcati apoyaba a Martínez de Hoz y a la dictadura, nosotros es-tábamos enfrente, éramos los perseguidos” (P12 12/12). Toda una declaración sobre el plan de la oligarquía que, duran-te la sangrienta dictadura, llevó a la quiebra a cerca de 60 mil industrias de capital nacional, las que habiendo so-brevivido a ese proceso hoy no están en condiciones de quedar subordinadas al plan sojero desarticulador del aparato industrial nacional. Los sectores que se sumaron a la crítica interna fue-

ron el metalúrgico, el textil, el calzado, juguetes, marro-quineros y federaciones industriales provinciales, funda-mentalmente las de Buenos Aires y Santa Fe.

El protagonismo opositor de la Asociación

Empresarial Argentina Ya en julio la entidad que agrupa la “cúpula empresa-

rial”, es decir a los principales grupos económicos con negocios en el país (de hecho las cabezas políticas de la AEA son Luis Pagani de Arcor –por años presidente de la misma– Paolo Rocca de Techint y Héctor Magnetto del Grupo Clarín) criticaba el tipo de intervención estatal que estructura el proyecto industrialista. El mes pasado la AEA jugó una fuerte exposición en el escenario político anunciando la asunción de un protagónico rol opositor y lobbista en aras de la apertura comercial y la desestructu-ración del programa de protecciones a las industrias loca-les medianas y pequeñas. Apenas formalizado en su car-go de presidente de la entidad, Jaime Campos enumeró las medidas oficiales que generan rechazo en la cúpula empresarial: “Intervenciones en los mercados agropecuarios, una Oncca totalmente discrecional; restricciones a las exportaciones agroindustriales y de otros sectores; controles de precios directos e in-directos como pocas veces se vio en la Argentina, intervenciones en empresas privadas a través de los directores de la Anses y casos co-mo los de TGN, Metrogas y Autopistas del Sol. El mensaje de AEA es que tenemos una excesiva injerencia estatal y el caso em-blemático es el de Papel Prensa” (LN 6/12). De esta manera se criticaban, ni más ni menos que las claves del programa económico industrialista. Jaime Campos en un extenso reportaje realizado por el

diario La Nación postulaba, una semana después: “Los países que funcionan bien son aquellos donde hay reglas de juego muy claras para el sector privado, donde el Estado tiene un rol im-portante, pero hay una mayor libertad para las empresas y los em-prendedores” (LN 13/12).

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A fines de mes, la entidad publicaría un documento donde repetiría el reclamo de respeto a la propiedad pri-vada en el diseño de las políticas económicas oficiales. Sería su tercera exposición pública en la demarcación de un discurso contrario al esquema de política económica oficial.

La conducción de EE.UU.

Primero fue la embajadora de los EE.UU., Vilma So-corro Martínez, quien planteó a mitad de mes “la necesi-dad de tener previsibilidad y reglas claras en la Argentina” para los capitales de su país puesto que “en la Argentina hay 500 empresas estadounidenses que dan trabajo a más de 155.000 ar-gentinos” (LN 14/12). La última vez que la embajadora había hecho uso de esa cifra a modo de advertencia, a sus palabras le siguió el virulento conflicto en la empresa Kraft Food. Pocos días después, el subsecretario para Asuntos

Hemisféricos de la Cancillería yanqui, Arturo Valenzuela, llegaba a Buenos Aires para causar un verdadero zafa-rrancho: “Me junté con los empresarios de Amcham (Cámara de empresas estadounidenses con negocios en el país). Hay 500 empresas norteamericanas en Argentina, algunas de una trayectoria larguísima que viene de principios de siglo pasado. En el año 96 había mucho entusiasmo e intenciones de mucha inversión. Hoy día lo que escuché es una preocupación por el tema de la inse-guridad jurídica, por temas de manejo económico y preocupaciones de que, a menos que haya algunos cambios, no se realizarán las in-versiones que ellos podrían hacer” (C 17/12). La presión directa en forma de desinversiones es un

clásico ardid de los capitales yanquis en los países de-pendientes. La coincidencia entre el discurso de un hombre del gobierno de Obama y el de las entidades ci-tadas en este artículo y de los referentes de la oposición política, da cuenta de que el programa opositor está di-señado y conducido por los capitales de EE.UU. De hecho, Valenzuela tuvo sus reuniones de trabajo con Ju-lio Cobos, Francisco De Narváez y Mauricio Macri. El estratégico diario La Nación en uno de sus editoriales tomaba abiertamente la voz de Washington calificando los dichos del enviado de Obama como de “una verdad inocultable” (LN 20/12).

La desindustrialización y la dependencia es la

línea política regional del país del norte,

coincidente con los intereses de la oligarquía

local y los grupos económicos transnacionales.

La propiedad privada de los grandes El eje de los discursos de la Mesa de Enlace, el esta-

blishment industrial, la AEA y los representantes de EE.UU. estuvo puesto en la defensa de la propiedad pri-vada, amenazada por un Estado populista expropiador. En varios editoriales del diario La Nación, del cual

destacamos el titulado: “El estado como carterista”, pudo leerse afirmaciones como la siguiente: “Una de las institu-ciones que se han desmoronado en la Argentina es la del derecho de propiedad. En los últimos años el poder regulatorio del Estado pa-ra garantizar la libre competencia ha sido utilizado para agredir el

derecho de propiedad”. Y haciendo referencia a los dichos del juez supremo Eduardo Lorenzetti: “En su discurso, Lo-renzetti sostuvo que la propiedad ‘es el derecho que protege lo que se ha ganado, es lo que uno tiene derecho a tener y a que nadie se lo saque’” (LN 6/12). La defensa de la propiedad privada quedaba así en

manos de los mayores apropiadores de riquezas y bienes ajenos. La expropiación histórica realizada por la oligar-quía local y la sistemática expropiación que resulta de la concentración del capital tiene como responsables exclu-sivos a los mayores propietarios de tierras y capitales en el mundo y el país. Quienes ahora invierten los términos imputando a la política económica del gobierno nacional que se anima a controlar y regular la formación de mo-nopolios y proteger a los capitales medios y pequeños. El contenido de la intervención estatal que expresando

la alianza entre una fracción de capitales vinculados a la industria sin margen de sobrevivir en un contexto de apertura comercial y al grueso del movimiento obrero, es defenestrada por aquellos que, tal como hemos visto, pretenden imponer un proyecto de país identificado con los intereses de los monopolios yanquis. En este sentido, el titular de la UIA, Héctor Méndez

también advertía, con mucha claridad, sobre el “peligro-so” protagonismo de la CGT en la alianza social en el gobierno y su ruptura con la misma: “Yo lo planteé hace cuatro años, los funcionarios no venían a ningún evento y sin em-bargo iban por ahí a inaugurar un hotel a Mar del Plata. Fue una elección que hizo el Gobierno, que a nosotros nos disgusta y sin embargo no nos pusimos en opositores. Pero cuando las cosas no sa-len, cuando se empieza a no producir, cuando es muy difícil traba-jar, y bueno, en algún momento la casa dice basta y tenemos que plantear cómo podemos renegociar todas estas cosas” (LN 3/12). De esto devendría luego su participación abierta en el ac-to de la Mesa de Enlace.

Capitales no alineados con Washington A la fractura de la UIA que comentamos más arriba se

sumaron otras expresiones de capitales medios y peque-ños que se alinearon con el proyecto de protección in-dustrial encarado por el gobierno nacional. La Asocia-ción de la Industria Metalmecánica (Adimra) junto a los sindicatos de la rama, Asimra (supervisores) y la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) lanzó el Instituto para el Desarrollo Industrial y Social Argentino (Idisa) con el objetivo, en palabras del presidente de Adimra y ex titu-lar de la UIA Juan Carlos Lascurain, de “presentar propues-tas que reafirmen en el tiempo una política industrial permanente” (LN 17/12). La Confederación General Empresaria de la República

Argentina (Cgera), que nuclea a capitales medios y pe-queños de raíz nacional, fue una de las entidades que se ausentó de la Conferencia de la UIA y cuya decisión fue justificada en un comunicado: “Muchos dirigentes que tenían planeado asistir al cierre de la conferencia de la UIA desistieron de participar por el perfil político asumido por esa institución” (P12 2/12). Por otro lado, la CAME, también expresión de capita-

les pequeños, fuertemente comprometida con la política

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económica oficial, lanzaba la formación de una rama de Producción Primaria, es decir de productores del agro, conformada por unas 140 entidades vinculadas a la pro-ducción de azúcar, vitivinicultura, olivos, etc. Se trata de las denominadas economías regionales que en el esque-ma sojero exportador quedan aisladas en bancarrota co-mo parte de las “provincias no viables”. Pero también algunos grandes capitales de origen eu-

ropeo jugaron un papel importante anunciando planes de fuertes inversiones, refutando en los hechos el discurso desestabilizador coordinado por los capitales yanquis de descapitalizar el país. Víctor Klima, presidente de Volkswagen Argentina y

ex canciller de Austria, anunciaba el lanzamiento de la primera pick-up de la compañía que será fabricada úni-

camente en el país con una inversión de 1700 millones de pesos, y afirmaba delante de la presidenta Cristina Kirchner allí presente: “Su presencia es una señal de que el camino de la reindustrialización sigue”. Acto seguido, Klima llamó a fortalecer los acuerdos entre el Mercosur y la Unión Europea (LN 22/12). Tal vez el más significativo anuncio de inversiones fue

el de YPF, no sólo por la magnitud: 1700 millones de dólares como parte de un plan de exploración y produc-ción hasta el 2014, sino porque uno de los representantes de la compañía, Sebastián Eskenazi, respondió con sus dichos a las críticas de la Mesa de Enlace, UIA, AEA y Washington: “Si estamos en este proyecto, el más ambicioso en la historia de YPF, es porque nos sentimos en un marco de seguridad

jurídica” (LN 23/12). Finalmente, la expresión política

que sintetizó la defensa del esquema de política económica oficialista y con la misma dureza respondió a la ofen-siva yanqui fue el flamante diputado nacional y ex presidente Néstor Kirchner. El lugar elegido no fue otro que el cierre del Congreso del PJ bo-naerense: “Desde este congreso del PJ de-bemos decirle a Valenzuela que la pérdida

de seguridad jurídica la han hecho ellos. To-

dos tuvimos que soportar la crisis; la caída

de las instituciones financieras más grandes

del mundo; millones de ahorristas que per-

dieron todo, millones de norteamericanos que

se quedaron sin trabajo. Entienda que este

es un país justo, soberano, libre e indepen-

diente” (LN 20/12). En el cierre del año quedaban cla-

ramente definidos los realineamientos de las fracciones del capital en una si-tuación de agudización del enfrenta-miento político. Agudización eviden-ciada por la intervención directa del gobierno de EE.UU. como polo aglu-tinador y conductor de la alianza soje-ra exportadora.

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24 La compulsión destituyente

ENERO DE 2010

El plan desestabilizador en todo su esplendor y en todos sus frentes

La compulsión destituyente

Por Martín YuchakPor Martín YuchakPor Martín YuchakPor Martín Yuchak “No hago otra cosa que pensar en ti

por adorarte y para que se sepa, tomé papel y lápiz y esparcí

las prendas de tu amor sobre la mesa buscaba una canción y me perdí

en un montón de palabras gastadas no hago otra cosa que pensar en ti

y no se me ocurre nada” (Joan Manuel Serrat)

Estrenos Hacia el final del mes de noviembre, observábamos có-mo la variopinta oposición había logrado un consenso entre sus filas para pelear contra el kirchnerismo por el control de la cámara de diputados, básicamente la ocupa-ción de cargos estratégicos para el tratamiento de leyes, como son las presidencias de las distintas comisiones, así como la vicepresidencia primera de la Cámara (ver Análi-sis… Nº 114). Asomaba diciembre. A la exaltación de los sectores

más decididamente alineados con el proyecto sojero-exportador –UCR, CC, PJ disidente, PRO–, se sumaban las dudas de gran parte del arco denominado “centroiz-quierda”. Así se mostraban las tensiones existentes al in-terior de este sector. “Estamos convencidos de construir un es-pacio autónomo del Gobierno nacional y queremos construirlo con compañeros y compañeras que estén convencidos de que la autono-mía es importante”, afirmaba Victoria Donda, diputada por Libres del Sur –asumida en su momento de la mano del Frente para la Victoria–, quien participó del cóncalve opositor en que se selló el acuerdo de guerra al kirchne-rismo. Frente a esta postura, Ariel Basteiro, del sector del Partido Socialista que apoya al Gobierno, respondía: “Es lamentable que quienes plantean reparos sobre nuestro posiciona-miento terminen con la derecha” (LN 2/12). Más ambivalente se mostraba otro participante del mitín, Eduardo Maca-luse, diputado del SI: “El habernos reunido con la oposición fue para ponerle límites a la oposición y al oficialismo para discutir”. En términos similares se expresaba el diputado electo por Nuevo Encuentro, Martín Sabatella, para quien “cla-ramente, hoy hay una derecha que quiere retroceder (…) y un ofi-cialismo que invita a resignarse a los límites del presente. Y lo que hay que construir es una alternativa de centroizquierda que enfrente a la derecha para no retroceder y condiciones al Gobierno para no resignarse” (P12 2/12). Lo cierto es que este sector –tan pendular como aquí lo vemos– viene (y seguirá) siendo una pieza importante a la hora de cerrar acuerdos para la aprobación de leyes. En un contexto de polarización so-cial creciente alrededor de los dos proyectos antagónicos de país que prometen desatar batallas cada vez más deci-sivas, pareciera a primera vista no haber demasiado espa-cio para “autonomías” o “terceras patas”, como propo-nen algunos. Así lo entendía el jefe del bloque del FPV, Agustín Rossi: “Es claro que si la oposición pretende la mayoría

en la Comisión de Presupuesto es porque intentará modificar la es-tructura de ingresos del Estado, lo que implica una manera de des-estabilizar” (LN 3/12). En medio de esta disputa, el Senado daba por aproba-

da por 42 votos a 24 la ley de reforma política. La misma establece, fundamentalmente, elecciones primarias abier-tas, simultáneas y obligatorias para todos los partidos y alianzas; la eliminación de partidos y alianzas que no su-peren en las internas el 1,5 % del padrón electoral; la prohibición de los aportes empresarios y de personas ju-rídicas a las campañas electorales; la prohibición de di-fundir encuestas ocho días antes de cada elección; la condición de conseguir la adhesión del 4 por mil de los empadronados de cada distrito (P12 3/12). El argumento central de toda la oposición fue que no era una ley saca-da por consenso, sintetizado por el senador socialista Rubén Giustiniani: “¿Cómo una reforma a los partidos políticos se va a sacar sin el consenso de los partidos políticos? Esta reforma está dirigida a favorecer las chances del candidato del Gobierno. Se-ría muy tonto pensar otra cosa” (LN 3/12). Pero al día siguiente la oposición tendría la revancha

más soñada durante la sesión en que retomaría juramen-to a los nuevos diputados y se repartirían las comisiones. Ante la falta de acuerdo entre oficialismo y oposición por este asunto, el primero no se hacía presente en el re-cinto, y sólo lo haría cuando la segunda conseguía quó-rum propio para sesionar. Lo que resultó de la jornada fue que el oficialismo mantuvo la presidencia del cuerpo –continúa Eduardo Fellner– pero tuvo que ceder la vice-presidencia primera –que quedará en manos de Ricardo Alfonsín–, al tiempo que quedaba en minoría en 45 de las comisiones legislativas permanentes y con la mitad menos uno en cuatro comisiones estratégicas: Presupues-to, Asuntos Constitucionales, Juicio Político y Peticiones, Poderes y Reglamentos. En el bloque opositor coincidie-ron 142 diputados de la UCR, PJ disidente, CC, PRO, GEN, socialistas, juecistas, Proyecto Sur y SI. Quien me-jor sintetizaba la euforia opositora era la líder de la CC, Elisa Carrió: “Terminó bien el año y esa rara ficción de seis me-ses donde parecía que Kirchner tenía todo el poder (…). Se terminó la era de la prepotencia en el país” (LN 5/12), seguida en su alegría republicana y cívica por el cineasta Pino Solanas: “Fue un día histórico. (…) La oposición tiene mayoría en todas las comisiones y el acuerdo es hacer respetar a rajatabla el regla-mento de la Cámara (…). Se acabó la máquina levantamanos”

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(P12 5/12). De todos modos, ya varios representantes de ese “G-142” anunciaban que les va a resultar difícil man-tener la unidad en muchos de los temas que tocará el nuevo Congreso. Los comentarios de la centroizquierda citados al comienzo no son más que un ejemplo. Otro lo tenemos en las palabras de la misma Lilita, al enterarse del acuerdo entre la UCR orgánica y el cobismo para de-clarar nuevo presidente del partido a Ernesto Sanz, pro-fundizando de este modo la disputa con Cobos por la candidatura del Acuerdo Cívico y Social para 2011: “La junta nacional de la CC ya definió que en ningún caso podríamos establecer alianzas con candidaturas que hubieran acompañado al kirchnerismo en su gestión” (LN 6/12 y C 8/12). De inmediato, desde el Gobierno, Aníbal Fernández

advertía que las leyes sancionadas serían examinadas por el ejecutivo y que, llegado al caso, podrían volver al Con-greso. Frente a esto, aparecía nuevamente la catarata de voces opositoras, que se adelantaban a denunciarlo como una maniobra violatoria de la Constitución y el avance hacia un régimen dictatorial por parte del kirchnerismo. “No caben dudas; no son democráticos”, se indignaba la dipu-tada radical Silvana Giudici. “Es otra muestra de su autorita-rismo. (…) El ministro debería leer la Constitución y, si vetan to-do, se van a convertir en un gobierno dictatorial” (LN 6/12), disparaba la cívica Patricia Bullrich. Se sumaba la pejotis-ta disidente Graciela Camaño, amenzante: “El de los vetos no es un problema nuestro. El ejecutivo tendrá que explicar a la sociedad. Y ojo que pueden volver a aparecer las cacerolas de protes-ta como en 2001”. Y sentenciaba el radical Oscar Aguad: “La sociedad ya no está en condiciones de tolerar los abusos y el ve-to sistemático es un abuso. Si eso pasa, se encontrarán con la gente en la calle” (C y CR 7/12). Sintetizando. La oposición presenta el nuevo Congre-

so como la posibilidad de resurgimiento institucional frente a lo que presenta como una situación inconstitu-cional y antidemocrática del gobierno. En cuanto a la agenda legislativa, los opositores prometen unidad al menos en tres cuestiones que debería tratar el nuevo Congreso: la reforma del INDEC –acusado de falsear los datos estadísticos–, del Consejo de la Magistratura –donde la mayoría oficialista es denunciada como coarta-dora de la independencia judicial y violatoria de la divi-sión de poderes– y la pelea por una redistribución de los recursos entre el poder central y las provincias.

Federalismo El tema de la coparticipación federal es uno de los temas favoritos en la agenda de la oposición política para el Congreso que se viene. El último mes se profundizó la presión sobre el ejecutivo, reclamando el envío de fon-dos coparticipables supuestamente adeudados a diferen-tes provincias. Quien hizo punta en este sentido fue Córdoba, que amenazó –a través de su gobernador Schiaretti y de su ministro de Finanzas– con emitir una cuasimoneda si no recibía unos $500 millones por parte de Nación (LN 3 y 10/12). Las fechas coinciden, no ca-sualmente, con la asunción del nuevo Congreso y la mar-cha de la Mesa de Enlace. Por su parte, Santa Fé hizo lo propio, amenazando con el mismo recurso si no recibía $4.000 millones. A propósito, el gobernador Hermes

Binner denunciaba: “Tenemos un país federal en la Constitu-ción, pero antifederal en la práctica. No puede ser que una provin-cia tan rica tenga que depender en un 70% del presupuesto nacio-nal” (LN 20/12). El tono de la disputa subía hacia las vísperas de navi-

dad, cuando un conjunto de 35 senadores entregaba un documento a la Corte Suprema de Justicia, en el que so-licitaba se los considerase amicus curiae (“amigos del tri-bunal”) cuando este deba resolver acerca de los reclamos provinciales por la coparticipación federal. El hecho –calificado como inédito en la historia del país según el presidente del Tribunal Ricardo Lorenzetti– fue explica-do por el senador radical Gerardo Morales: “Sabemos que es un tema político y central del Congreso, pero hablamos de un te-ma que tiene cuestiones de inconstitucionalidad en la que no se cumple con el piso del 34 por ciento que establece para las provin-cias la Ley de Coparticipación” (LN, C y P12 23/12). La batalla ideológica por el contenido del concepto de

“federalismo”, instalada desde hace tiempo en la opinión pública, va desocultando cada vez más el contenido de los dos proyectos antagónicos de país, al tiempo que se desnuda la intención destituyente de parte uno de los po-los. Así se muestra en la nota editorial de la autodenomi-nada Tribuna de Doctrina titulada “La humillación de las provincias”: “Néstor Kirchner ha hecho, durante su mandato y el de su esposa, un uso tan abusivo de esos recursos y de ese poder, que terminó instalando la dictadura de la caja que hoy impera so-bre la Argentina. Esta distorsión excede en sus consecuencias el re-ino de la vida material para desatar severas consecuencias políticas. Es decir, si bien el centralismo dominante es evidente en el orden de la economía, sus estragos más perniciosos son políticos. Los gober-nadores son elegidos por sus comunidades pero, en la práctica, ter-minan convirtiéndose en delegados de la Casa Rosada ante ellas” (LN 13/12). Según el diccionario de la oligarquía, “fede-ralismo” significa que a cada provincia se le asignen los recursos de acuerdo a cuánto contribuye a la caja federal. Esto es, que las provincias económicamente ricas acce-dan a un financiamiento de parte del estado central mu-cho más grande que aquellas cuya producción económica sea menor. No es más que lo que ocurrió en la realidad del país desde la constitución del estado nacional en la década de 1860 hacia adelante. La subordinación de todo territorio del interior a la Pampa Húmeda y al Puerto de Buenos Aires; a los dueños de sus tierras, a la oligarquía. Este sector es el que durante parte del siglo XIX se or-ganizó en el denominado Partido Unitario, enfrentado al Partido Federal, que reclamaba una redistribución de los recursos de manera formalmente desigual. El principio solidario de que las provincias que por el volumen de su economía producieran más recursos, contribuyan con aquellas que produzcan menos, para avanzar –justamente– en la dirección de una igualdad real entre todas las provincias. Lo que la oligarquía reclama hoy día bajo las banderas de un falso federalismo es en la reali-dad el derecho de las provincias centrales de seguir oprimiendo en materia económica, política y cultural a todo el interior. (No por casualidad son Córdoba, Santa Fé y Buenos Aires las que se hallan en constante conflic-to con el poder central). Y lo que llaman la “dictadura de la caja” no es más que el derecho que tiene el Gobierno

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Nacional de redistribuir los recursos de manera realmen-te federal: asignar más a las provincias que menos recur-sos producen.

Justicia Otro clásico de la oposición destituyente viene siendo desde hace tiempo la acusación al gobierno de que viola la división de poderes. Un hecho avivó este mes nueva-mente la polémica y produjo una escalada verbal inédita en las acusaciones. El jefe de Gabinete Aníbal Fernández instruyó a la Policía Federal para que no compliera una orden de allanamiento dictada por un juez al gremio de los aeronavegantes, en medio de un conflicto entre dos listas por el control del sindicato donde ya intervino la justicia. “Es gravísimo que el jefe de Gabinete ordene no cumplir una orden judicial: es una intervención, un golpe de Estado contra el Poder Judicial”, denunció el presidente de la Asociación de Magistrados de la Justicia Nacional, Ricardo Recondo, al tiempo que agregaba en un lenguaje que huele conoci-do por los argentinos: “Hay una subversión constitucional” (LN y C 15/12). El argumento central es clásico: viola-ción de la independencia de los jueces. El jefe de Gabi-nete apoyaba su postura en que la orden librada era “in-constitucional”, a lo que Recondo respondía: “No sé de dónde saca el ministro que tiene la facultad de interpretar la Cons-titución. Eso lo hace el juez” (LN 15/12). Lo cierto es que la tan mentada “independencia” de la justicia, que defiende a capa y espada todo el arco de la oposición, se comen-zaba a poner en duda al enterarnos los ciudadanos acerca del contenido del conflicto, consistente en la impugna-ción de una elección por parte de la lista opositora, que había sido derrotada en los comicios por la lista oficialis-ta, donde militara la ex titular del gremio y actual emba-jadora en Venezuela, Alicia Castro. De inmediato la mi-nistra de la Corte Carmen Argibay se metía en el conflicto diciendo que “cuando no se cumple una sentencia (…) volvemos a la ley de la selva, cada cual hace justicia por mano propia” (C 17/12). Para no ser menos, el vicepresidente todoterreno Julio César Cleto Cobos opinaba una vez más: “Los fallos de los jueces hay que acatarlos (…). Si no lo hacemos, damos una señal de que no existe poder independiente o de que hay un estado ausente” (LN 19/12). Cerraba el círculo con una conceptualización del asunto el editorial del dia-rio mitrista de ese mismo día: “¿Se puede pensar en una ma-yor distorsión del sistema republicano cuando un funcionario de-pendiente del Poder Ejecutivo avanza sobre los fallos del Poder Judicial? ¿Debemos enterarnos los argentinos de que la policía ha dejado de ser un auxiliar de la Justicia para pasar a constituirse en el brazo armado de Fernández? (…) Es muy posible que (…) el año próximo (…) el jefe de Gabinete, que tiene responsabilidad política ante el Congreso de la Nación, deba responder por su con-ducta enfrentando una moción de censura que podría terminar en su destitución. Y habría buenas razones para ello” (LN 19/12), adelantando uno de los engranajes de la ingeniería desti-tuyente a la que se abocará la oligarquía, a través de su fuerza de choque opositora, en el flamante Congreso Nacional. A todo esto, respondía la Presidenta de la Na-ción: “Muchas veces leemos rimbombantes palabras, grandes aren-gas, acerca de que los jueces deben tener independencia de los pode-res de turno y es correcto. Pero también deben tener hoy más que

nunca independencia de los poderes económicos, que nunca son cir-cunstanciales, son permanentes y nadie los vota nunca. (…) Es importante reafirmar este rol de la Justicia porque son los más vul-nerables, los trabajadores, los pequeños, los que normalmente care-cen del poder de lobby para obtener medidas, políticas, legislación o sentencias” (LN 19/12). Como puede observarse, el concepto de “Justicia” es

sensible al mismo conflicto de intereses que notábamos al tratar el concepto de “federalismo”. Desde los poderes económicos de siempre se busca clausurar el significado, limitándolo a la formalidad del procedimiento judicial, sin atender al contenido político, al contenido de clase, que subyace a toda materia sobre la que actúa el Poder Judicial. Por ello, la Presidenta busca saltar esa clausura, focalizando la categoría de “Justicia” desde un punto de vista que intenta desnudar aquellos contenidos ocultos a primera vista: “¿Cuándo tienen Justicia los más débiles? Cuando los poderes del Estado articulan un proyecto de país donde la dis-tribución del ingreso sea más justa y equitativa para todos los habi-tantes” (P12 19/12).

Seguridad Tal como ocurría durante noviembre –y analizábamos en nuestro número anterior–, otra herramienta que la fuerza social conducida por los terratenientes continuó utilizan-do en el último mes del año para minar las bases de po-der del gobierno fue el clásico y mediático asunto de la inseguridad en el conurbano bonaerense. El día 9 se congregaban en el Congreso más de mil

personas –según el diario La Nación– en un acto en re-pudio de la inseguridad, con un discurso que hacía res-ponsables y reclamaba respuestas urgentes a los gobier-nos nacional y provincial (LN 10/12). El día anterior se anticipaba esto con una marcha en el partido de Lanús, por el asesinato de una bioquímica durante un asalto (LN 8/12). Varios hechos más, como el asesinato de dos co-merciantes (en Florencio Varela y en San Luis) y el de un albañil en Moreno (LN 16/12) y la muerte de cuatro pre-sos por asfixia en medio de un motín en una comisaría superpoblada en Lomas del Mirador (LN 15/12) serían expuestos por la prensa para levantar más polvareda y agitar la pluma de la intelectualidad oligárquica. Por su parte, el discurso de la inseguridad estuvo presente en el acto que la Comisión de Enlace realizó en el Rosedal el 10 para “saludar” al nuevo Congreso: “Estamos de duelo, todos los días nos matan a alguien”, informaba el líder de la Federación Agraria Eduardo Buzzi. La oligarquía hacía explícita la búsqueda de unidad en la acción con las capas medias urbanas mediante la explotación de este tema (ver en este mismo número “Los conjurados”). Frente a esto, el Gobierno provincial reaccionaba con

dos hechos. El primero fue el relevamiento del jefe poli-cial de Lanús, cuatro superintendentes de Investigaciones de la Bonaerense y otros tres funcionarios jerárquicos de las departamentales de Pergamino y San Andrés de Giles. El segundo era la acusación por parte del ministro de Se-guridad provincial Carlos Stornelli de que detrás de la ola de crímenes perpetrados en la provincia se hallaban ele-mentos de las fuerzas de seguridad retirados o exonera-dos, que reclutarían menores de edad de bajos recursos

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como mano de obra criminal, con el objetivo de desesta-bilizar al Gobierno de Daniel Scioli: “Quedó claro que en los episodios en cuestión, los autores salieron a matar antes que a ro-bar y esa no es la característica que guía a los ladrones habituales de automotores. Al aparecer vacía de contenido la intencionalidad homicida, resulta imperioso excavar en la búsqueda de la necesaria existencia de instigadores con fines más perversos que el aparente”, al tiempo que denunciaba “la presencia de miembros de políti-cas opositoras” en las marchas contra la inseguridad (LN 16/12). El gobernador avalaba los dichos del ministro, señalando lo extraño que resultaba la seguidilla de críme-nes violentos en un período pequeño de tiempo y la au-sencia de dichos episodios en todas las semanas siguien-tes (P12 30/12). Por su parte, la oposición política provincial no se

quedaba atrás y comenzaba a juntar votos en la Cámara de Diputados bonaerense para interpelar a Stornelli. A su vez, la oposición avanzaba en el Congreso Nacional, creando la red “Mujeres por la Seguridad Ciudadana”, concebida por Lilita Carrió e integrada por mujeres par-lamentarias y dirigentes políticas y sociales, con el objeti-vo de combatir la inseguridad. En la presentación estu-vieron Felipe Solá (Peronismo Federal), Oscar Aguad (UCR), Gabriela Michetti (PRO), Paula Bertol (PRO), entre otros, así como representantes de Madres del Do-lor y Madres por la lucha contra el Paco (LN 18/12). Frente a este intento de avance represivo, hacia fin de

año se presentaba también en el Congreso el Acuerdo para la Seguridad Democrática, cuyo documento consti-tutivo intentaba enfocar el concepto de seguridad desde una perspectiva más amplia que aquella que defiende el “facilismo represivo”: “Una concepción integral de la seguridad implica tanto la prevención de la violencia física como la garantía de condiciones de vida dignas para toda la población”. Firmaban el texto, entre otras organizaciones, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Foros de Seguridad, Comisión Provin-cial por la Memoria, Madres contra el Paco, Abuelas de Plaza de Mayo; así como personalidades públicas tales como Horacio González, Eduardo Basualdo, Víctor De Genaro, Hugo Yasky, Hugo Moyano, religiosos de dife-rentes credos, entre otros. A la presentación asistieron diversos dirigentes y legisladores del oficialismo, así co-mo de diferentes partidos de la oposición, como la UCR, la CC, el GEN y el SI. El núcleo central de la oligarquía terrateniente, no obs-

tante, no opinaba lo mismo… Su vocero era esta vez el el escritor y fugaz ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Abel Posse, quién “metía bala” a través de las páginas de la Tribuna de Doctrina: “Los guerrilleros que ro-dean a los K (…) lograron afirmar la tarea de demoler a las Fuerzas Armadas, lograron que los policías se sientan más ame-nazados e inhibidos en la tarea represiva que los delincuentes en su agresión y que la Justicia se ausente en este momento de crisis. (…) ”En estos años, el olvido constitucional nos lleva a la anarquía.

El Estado es un instrumento para conservar el poder K. La socie-dad tiene la sensación de habitar un país invisible. (…) ”Hoy el vandalismo, el piqueterismo politizado y la protesta de

tantos desamparados se derraman por las calles con su perfil agresi-vo. El oficialismo culpable y la mayoría de susurrantes opositores

no estuvieron a la altura de la batalla que exige el orden público en un país crispado y conflictivo, donde nunca existió una cultura de respeto ciudadano. (…) ”La Argentina piensa mal. En muchos casos, vamos contra la

experiencia y el buen sentido. Es el país que llega a la indefensión nacional para castigar a un

ejército por hechos de hace cuatro décadas. Es el país que indemni-za subrepticiamente a quienes participaron de un alzamiento co-ntra el orden democrático. (…) ”Muchos argentinos –sobre todo los jóvenes que no vivieron los

hechos– recibieron una versión torcida. Por ese camino empiezan a creer que el orden es umbral de fascismo y la anarquía, saludable expresión de libertad” (LN 10/12). Transparente. Los dueños de la Pampa Húmeda

transmitían así su concepto de seguridad en estado de pureza. Esta desnudez ante la opinión pública, sin em-bargo, muestra quizá más debilidad que fortaleza. El gra-do de exposición al que se ven sometidos los represen-tantes de la clase terrateniente genera una imposibilidad cada vez mayor por parte de esta clase de vestirse con el ropaje defensor de la libertad con el que suelen vestirse. Entonces, por un lado, ex miembros de fuerzas de se-

guridad reclutando menores en estado de marginalidad para cometer crímenes en un grado creciente de violen-cia. Por otro, reclamo de intervención policial-militar con gatillo fácil para imponer el orden que la oligarquía terra-teniente necesita para continuar enviando normalmente –tal como decíamos el número anterior– sus granos a la silobolsa, en detrimento de la mayoría de los argentinos.

Alguien dijo una vez que yo me fui de mi

barrio… Venía llegando. Se lo veía asomar. Hasta que cayó y di-jo… “Tenemos que ganar por todos los medios y expulsar a quien, sin ser bonaerense y sin que le corresponda ser candidato, fue candidato de la provincia” (LN 2/12). Así se presentaba Eduardo Duhalde en la conferencia de la UIA, en la que la cúpula de esta entidad asumía explícitamente su su-bordinación al proyecto agroexportador (ver en este mismo número “Los conjurados”). Duhalde volvía a anunciar allí su candidatura presidencial, a la vez que agi-taba los ánimos golpistas entre sus amigos arriba men-cionados: “Tendría que haber una posibilidad de volver a elegir por algún sistema que permita que cuando queda en minoría abso-luta el presidente pueda llamarse nuevamente a elecciones” (LN 7/12). “Estamos buscando un gobierno patriótico. No uno de fac-ciones. Queremos el consenso y la unidad en puntos básicos, pero es-to no significa para nada una mezcla de gente. Justicialistas, radi-cales y las fuerzas que se quieran sumar deben ir separadas, bajo el respeto compartido a políticas de Estado previamente acordadas”, anunciaba, repitiendo su fórmula de alternancia biparti-dista en el poder (UCR-PJ), manteniendo un núcleo duro de políticas que garanticen beneficios tanto para el em-presariado agroindustrial como para los terratenientes, todo bajo la tutela de los monopolios extranjeros que gozarán de “seguridad jurídica” (LN 9/12). Frente a quién podría llevar adelante este gobierno, aclaraba: “Voy a apoyar en 2011 al que esté mejor instalado, si me toca a mí, no le saco la cola a la jeringa” (C 15/12); y esto porque “estamos a un año de y medio de las elecciones y no veo aparecer en el firma-

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mento del peronismo candidatos que se animen a enfrentar a Kirchner”. Además, se entusiasmaba: “Vamos a comenzar el nuevo año con mil agrupaciones que son pequeñas e irán creciendo” (LN y P12 18/12), con lo que promete desatar una dura batalla territorial, en el “cara a cara” de los barrios del conurbano bonaerense, contra el kirchnerismo. Aunque la batalla por el control territorial de la fuerza duhaldista –que encabeza la burguesía industrial más concentrada y ligada al agro– quizá ya ha comenzado hace tiempo. Sólo basta releer, en este sentido, el apartado anterior de este mismo artículo… Lo cierto, es que Duhalde no mide bien en las encues-

tas y, por otro lado, siempre la fuerza que expresa prefe-riría no exponerse a tanto y presentar un candidato más potable. Así lo dejó bien en claro su esposa Hilda Gon-zález, cuando afirmaba: “Deseo que aparezca un candidato con peso específico, que no lo obligue a él a enfrentar a Néstor Kirch-ner”. Y era obvio que no le hablaba a cualquiera: “Si Reu-temann acepta la candidatura, mi marido resigna la postulación” (LN y P12 19/12)… Lole contestaba de inmediato: “Hoy por hoy, que se lance el esposo nomás. Yo de ninguna manera estoy pensando en mi candidatura”, a la vez que cuestionaba este resurgimiento del ex presidente como líder de la disiden-cia pejotista: “Duhalde debe entender que no puede poner candi-datos a dedo en el peronismo porque ya lo hizo en 2003 con Nés-tor Kirchner y así le fue. Su estrategia de querer manejar desde su oficina todo el peronismo disidente es errada” (LN y P12 21/12). Y lo cierto es que su entusiasmo no contagiaba a la dirigencia del PJ. “Sinceramente me parece que es una muy mala noticia para la politica de la Argentina y pésima noticia para el peronismo”, se despachaba el gobernador de Chubut, Mario Das Neves. Para Felipe Solá, el problema de Duhalde es “tiene una vieja cuestión de que quiere ser presidente por medio del voto” (LN 26/12). Y el ex jefe de Gabinete kirchnerista Alberto Fernández se horrorizaba: “Que nos hagan elegir entre Kirchner, Duhalde y Menem es una cosa increí-ble. Es lo más parecido al túnel del tiempo (…) Es muy malo pa-ra los argentinos que nos hagan elegir entre Frankenstein y Drácu-la” (LN 28/12).

“Maten a la yegua” “Si arremeten por la fuerza, tenemos que estar dispuestos a avan-zar en una defensa de las instituciones”. Así se expresaba el diputado colombiano Francisco de Narváez, respecto de la pelea que se viene entre el poder legislativo y el ejecu-tivo (LN 6/12), recordándonos el “Síndrome de Teguci-galpa”, donde el Congreso Nacional hondureño adopta una postura golpista, violatoria de las instituciones repu-blicanas, en nombre de la defensa de las instituciones re-publicanas. Era el punto de partida para que el terreno de la desestabilización institucional se desplazase hacia la propia investidura presidencial. El propio colorado afir-maba ese mismo día que “todos los días se denuncia un hecho de corrupción y siempre está llegando muy cerca del matrimonio pre-sidencial”. Por ello, no habría que “descartar para nada que se tenga por vía de la Justicia una prueba o una sentencia y esto puede abrir el juicio político a la Presidenta” (LN y P12 6/12). Por su parte, el flamante jefe de la tradicionalmente democrá-tica UCR, Ernesto Sanz, sostenía que “a este esquema de Kirchner no se lo combate poniéndole la otra mejilla. (…) Acá no

hay un modelo de país sino de poder y, por lo tanto, las respuestas tampoco tienen que ser las tradicionales” (LN 6/12). La nece-sidad tiene cara de hereje… En eso, aparecían los dichos del jefe de otra tradicional

institución, la Sociedad Rural Argentina, don Hugo Biol-cati, quien había llamado a “descabezar” al gobierno bo-naerense en lugar de los cambios en la cúpula policial lle-vada a cabo días atrás (P12 11-12). Frente a esto, salía al cruce el jefe de ministros Aníbal Fernández, afirmando que a Biolcatti “le gustaría acelerar como en los viejos tiempos, con color verde oliva y dando instrucciones, con una marcha militar como música de fondo” (C 12/12). Y la música de fondo lle-garía… El viernes 11 el helicóptero que trasladaba a la presidenta de Olivos a la Casa Rosada sufriría amenazas a través de cuatro interrupciones en su sistema de comu-nicaciones. Primero, una voz que indicaba “¡maten a la ye-gua!”. Segundo, la aparición durante 5 segundos de la marcha militar Avenida de las Camelias, que acompañaba los comunicados oficiales durante la última dictadura mi-litar. Tercero, otra voz que pide “¡Boludos, maten al pesca-do!”. Cuarto, una voz que grita “¡mátenla!”. Las voces se escucharon en el momento preciso en que comenzaban los juicios contra los militares que actuaron en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), por lo cual la presi-denta señalaba: “Muchos episodios han pasado en estos días y nos dan muestras todavía de que los dinosaurios están. Ustedes los conocen mejor que yo”. Néstor Kirchner, por su parte, re-cordaba que “a la Argentina la hicieron caer en 2001, por eso llamo a cuidar lo logrado y a tener memoria”. Y anunciaba: “Estamos dispuestos a gobernar muy fuerte estos dos años, pero pedimos a los argentinos que nos tiendan la mano para profundi-zar la Argentina y que el pueblo en 2011 pueda levantar la ban-dera de victoria con los compañeros que corresponda. Lo que impor-ta es la idea y seguir cambiando la patria” (LN y P12 15/12). Sin reparar en las amenazas, la oposición política con-

tinuaba amenazando, a través del jefe de la bancada radi-cal en el senado, Gerardo Morales: “Néstor Kirchner tiene el síndrome del traje a rayas porque sabe que se va, que se le está cumpliendo el ciclo y que corre el riesgo de terminar preso” (LN 21/12).

Reservas Otro tema a través del cual se expresó la lucha entre los dos modelos de país fue el del uso y la propiedad de las reservas del Banco Central (capítulo que no está cerrado al cierre de esta edición, y que será analizado en profun-didad en nuestro próximo número). La presidenta y el ministro de Economía anunciaban a mediados de mes la creación del Fondo del Bicentenario para el Desendeu-damiento y la Estabilidad, que disponía U$S 6549 millo-nes para la cancelación de deuda que vence en 2010. La medida fue presentada como un “gesto” a los mercados, en el sentido de que hay voluntad en el gobierno de hon-rar los compromisos de la deuda externa, para poder re-financiar otro tanto en 2010. Recordemos que la acumu-lación de reservas es una herramienta anticíclica, destinada a evitar que algunos sectores económicos ge-neren desestabilización a través del manejo del precio del dólar, corridas bancarias, inflación, etc.

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El principal argumento que esbozaron los representan-tes de la oligarquía terrateniente fue que las reservas no serían para pagar la deuda, sino para aumentar el gasto público, lo que ellos llaman “la caja K”, con la que su-puestamente el Gobierno compraría voluntades políticas en detrimento del frente fiscal: “Kirchner pretende seguir siendo el líder indiscutido en el oficialismo y su candidato en 2011. Con la pésima imagen le devuelven las encuestas, ese objetivo irá encareciéndose. (…) A falta de seducción, necesitará más plata”, sostenía el columnista de La Nación Carlos Pagni en su artículo “Política, no economía”. “No es cierto que los fondos se usarán exclusivamente para pagar deuda. La verdad es que los Kirchner están dispuestos a usar las reservas del Banco Central pa-ra asistir al Tesoro, que seguirá gastando por encima de los que re-cauda”, sumaba el especialista en temas empresarios del mismo matutino, Jorge Oviedo (LN 15/12). Con lo que quedaba en claro que el eje principal de la disputa no era el pago de la deuda, sino la soberanía o no del Gobierno Nacional para utilizar las reservas que este modelo eco-nómico generó durante años, con el objeto de disponer de más presupuesto en 2010 para inyectar en el sosteni-miento del mercado interno a través de subsidios a em-presas, planes sociales, obra pública, etc. Los dueños de las Pampas ponen el acento en el problema fiscal, acu-sando al Gobierno de excederse con el gasto público y generar, de ese modo, déficit: “Para que su gesto de ayer ten-ga sentido, la presidenta debería dar una nueva conferencia diciendo qué nivel de superávit fiscal alcanzará el año que viene. En una palabra, cuánto va a gastar”, agregaba Pagni en el artículo señalado. Lo que naturalmente calla la prensa oligárquica es que esa inyección al consumo popular es lo que impi-de a los mismos sectores del capital financiero interna-cional más concentrado, que ellos representan, descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y las capas medias. Pues eso es lo que necesitan. Al canto solista de La Nación, se le añadía el coro de

ángeles opositores. Oigamos su armonioso sonido: “Esto no es una política de desendeudamiento, sino una consecuencia de la desconfianza que genera violar la seguridad jurídica, lo que impide al país acceder al mercado voluntario de crédito”, cantaba Oscar Aguad desde la UCR. “Este es otro manotazo de Néstor Kirchner. Como no cree en las reglas, siempre tiene una una caja a mano para manotear. Así como usan los fondos de los jubilados para pagarles a los amigos del poder, ahora usan las reservas del Banco Central para pagarles a los acreedores externos”, se oía la voz de Alfonso Prat-Gay (CC). “Pasar por encima de la in-dependencia del BCRA, que debe cuidar el valor de la moneda y el trabajo, es generar un enorme daño a largo plazo a nuestro país, que no tendrá más la confianza ni de los argentinos ni del resto del mundo”, mechaba el cántico de Federico Pinedo (Pro). “El anuncio de priorizar el pago de la deuda en lugar de atender las urgencias nacionales es uno de los actos más ignominiosos del Gobierno kirchnerista. Echa mano a 6600 millones de dólares pa-ra pagarles a los bancos y a las instituciones que estafaron a los ar-gentinos en 2001, postergando la reconstrucción de industrias pú-blicas que recuperen la soberanía, generen decenas de miles de puestos de trabajo y ataquen la pobreza”, remataba desde la izquierda del teatro el corifeo Pino Solanas, señalando –paradójicamente– lo que el Gobierno viene realizando y se propone profundizar con esta medida (LN 15/12). Al

mismo tiempo, cuestionaban que la disposición no hubiera sido discutida en el Congreso y que constituía “un serio abuso constitucional”, al decir del mismo Aguad, por lo que amenazaban con revisar allí la medida (LN 16/12), al tiempo que toda la bancada de centroderecha (UCR, Pro, CC y Peronismo Federal) cruzaba una carta al presidente del BCRA Martín Redrado, instándolo a abstenerse de liberar las reservas para el Fondo del Bi-centenario hasta tanto no lo autorice el Congreso. Por su parte, Wall Street mostraba –con algunas reser-

vas– su apoyo. Vladimir Werning, del JP Morgan, seña-laba: “Con esta medida está tratando de brindar señales positivas a los mercados para cubrir su incapacidad en otros asuntos que fue-ron lanzados para complacer al mercado, como la refinanciación de atrasos con el Club de París y las discusiones con el FMI por la revisión del artículo IV”. Desde Merrill Lynch se indicaba que “la creación del fondo es una señal positiva que debería ayu-dar a sostener el precio de los bonos mientras el Gobierno continúa moviéndose hacia la reapertura del intercambio” de bonos en default. Goldman Sachs relativizaba: “Aunque el anuncio es positivo para el crédito a corto plazo, claramente es negativo en términos institucionales ya que debilita al BCRA y le da más cuerda al Gobierno para extender el gasto”. No obstante esto último, Alberto Bernal, del fondo Bulltick, admitía que “reafirmar la capacidad de pago es más importante con un gobierno que no es amigo de los mercados que la pérdida de independencia del Banco Central”. Otro sector que avalaba la medida era la Asociación de Bancos Privados de Capital Nacional (Adeba), que en la voz de su presidente Jorge Brito ase-guraba que “da certidumbre a la Argentina” y abre la posibi-lidad “para que vengan más inversiones”, señalando además que esto podría bajar más la tasa de interés para “que el sistema pueda prestar más plata y más barata” (LN 16/12). Una vez más, quedaba al desnudo el sentido del con-

cepto “independencia” que quiere imponer la oligarquía. Se trata, en este caso, de que el BCRA pueda “libremen-te” desestabilizar al Gobierno y al modelo productivo que intenta construir y someterse “libremente” a los mandatos de los capitales imperialistas más concentra-dos, y a su expresión nacional, para que estos puedan descargar “libremente” su crisis sobre los trabajadores y el conjunto del pueblo.

La calle Pero quien se encarga siempre de dar un cierre concep-tual –es decir, direccionalidad teórico-ideológica– a toda esta serie de hechos no es el personal político que pone el cuerpo por el proyecto sojero-exportador, sino la inte-lectualidad orgánica a dicho proyecto. Se trata de dos funciones específicas dentro de la fuerza social que nece-sitan mantenerse separadas. Oigamos la voz de tres pensadores que elaboraron ar-

gumentos en pos de este proyecto. Comencemos por el inacabable Mariano Grondona, quien sostiene que –a di-ferencia de lo que ocurre en otros países donde se reali-zaron elecciones presidenciales recientemente– “nosotros tendremos que optar en 2010-2011 por algo previo y fundamental: en cual de los dos sistemas políticos que se nos ofrecen querremos vi-vir. Nuestro dilema no consistirá en designar uno u otro candidato presidencial dentro de un régimen político preexistente, sino en deci-

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30 La compulsión destituyente

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dir cuál será, de dos regímenes antagónicos, el que nos va a alber-gar”. (…) ”Uno de ellos, el del ex presidente y su esposa, abreva en fuentes

monárquicas. El otro, sea quienes fueren los que al fin lo encarnen, abreva en fuentes republicanas. Elegir entre una ‘monarquía’ (de monos, ‘uno’, y arké, poder) y una ‘república’: este será nuestro dilema fundamental”. Profundizaba este aspecto teórico el historiador liberal

Natalio Botana, quien en su artículo “Hacia el 10 de di-ciembre”, piensa los caminos que tiene la oposición fren-te a las posibilidades de veto presidencial mencionadas al comienzo: “La reforma de 1994 abre, al respecto, dos caminos diferentes. El primero es la tormentosa ruta del plebiscito”. Y ar-gumenta por qué no sería el camino más conveniente: “Debido a que no habría cooperación entre el Congreso y el Ejecu-tivo, la salida plebiscitaria, el expediente más abrupto, estaría in-mersa en la dialéctica de una elección binaria, por la afirmativa o por la negativa. Imaginemos, en esta atmósfera malsana de violen-cias verbales y confrontaciones callejeras, una escena semejante con todo el aparato de propaganda del Gobierno aplicado al son de gue-rra a una mayoría legislativa que, obviamente, carecería en los hechos de recursos comparados”. Traducido, la oligarquía te-rrateniente tiene plena conciencia de que difícilmente pueda convocar movilizaciones callejeras similares a las del conflicto por la 125. La calle no parece ser entonces el mejor escenario de batalla para la oposición. Siendo que un plebiscito implicará necesariamente ese terreno, hay que buscar otro rumbo. ¿Cuál pues? “Un camino alter-nativo de corte parlamentario. Esta suerte de fusible introduce, en el esquema rígido del régimen presidencial, la norma flexible del vo-to de confianza gracias al cual el Jefe del Gabinete de Ministros puede ser interpelado ‘a los efectos del tratamiento de una moción de censura por el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cualquiera de las Cámaras, y ser removido por el voto de la mayoría absoluta de los miembros de cada una de las cáma-ras’” (LN 3/12). O sea, el camino del “golpe parlamenta-rio”. Pero quien se jugaba más a fondo el último mes del

año era otro reconocido historiador, Luis Alberto Rome-ro, quien en su nota titulada “Volver al camino institu-cional”, analizaba la relación entre lo que ocurría, por un lado, en el Congreso y, por otro, en las calles que rodean al mismo, donde se había congregado una manifestación en apoyo al Gobierno nacional y contra el clima destitu-yente generado desde la oposición. De este modo, apela-ba a la historia comparada “En 1789, los diputados franceses reunidos en la Cancha de Pelota rodeados por los batallones del rey, juraron resistir y no separarse hasta constituir la Asamblea Nacional, que daría a Francia su primera Constitución. Algo de eso ocurrió ayer, cuando la oposición, rodeada por una plaza adver-sa, alcanzó quórum propio para reunirse en la Cámara de Dipu-tados” Primero. Se remacha con la idea de que lo ocurri-do en el Congreso se trató de una instancia fundacional de una nuava legalidad, comparable a la primera Revolu-ción Francesa de fines del siglo XVII. Continúa: “Hubo dos escenarios distintos. En el del recinto se celebraron la república y la representación. El de la barra y la plaza recuerda, por ejem-

plo, a aquel en el que el Parlamento italiano o el Reichstag alemán votaron las atribuciones con las cuales Mussolini y Hitler pudieron asaltar el Estado desde el gobierno”. Segundo. Esa nueva lega-lidad, que no ha vencido aún, se enfrenta a otra legalidad diferente, inscripta en las peores tradiciones dictatoriales, el fascismo y el nazismo, legalidad sustentada en la movi-lización de masas. La fórmula sería: pueblo en las calles = fascismo. Además de denunciar un “autogolpe de Es-tado”, que se gesta desde el Ejecutivo. Prosigue: “El año pasado, el conflicto del campo significó un freno y un giro. No tanto por la cuestión más estrictamente corporativa sino por la convicción generalizada de que los conflictos de intereses debían dirimirse en el ámbito parlamentario”. Tercero. La victoria obtenida por la oligarquía terrateniente en 2008 tiene importancia política, más que corporativa. El hecho es haber logrado colocar en el imaginario social el interés particular del sector cual si fuera el interés de todos. ¿Quién sino “todos” es el due-ño del Parlamento? Por ello: “A la oposición le queda por de-lante un camino largo y complicado, de final incierto. Debe articu-larse y conservar su diversidad, pero afirmarse en la unidad en los momentos críticos, como el de ayer. Debe seguir desarrollando su combate por la opinión. Pero también debe tener presencia en la ca-lle, como a principios del año pasado”. Cuarto. No toda movi-lización callejera es fascista. Si defiende los intereses de la República y la Constitución –o sea los intereses ligados a la propiedad de la tierra en el país, atados por naturaleza a los beneficios de los monopolios imperialistas–, es de-mocrática, además de necesaria para contrarrestar el “pi-quete negro”. Pero cuidado: “La calle no es hoy el escenario pacífico de las manifestaciones. (…) No está claro qué actitud to-marán los responsables del poder público en el caso de que haya choques. De modo que para quienes apoyen al Congreso competir por la calle tiene muchos riesgos”. Quinta cuestión. Avisa la clase dominante que va a provocar violencia callejera pa-ra endilgársela al Gobierno, para seguir construyendo al enemigo –el modelo de país productivo y con mayor dis-tribución de la riqueza– como sinónimo de violencia mussolinesca. Sin embargo, el autor desnuda abiertamen-te que no hay otra opción para su fuerza social, ya que “a los cuerpos representativos suelen no alcanzarles su fuerza moral ni sus derechos legales. Al fin, los juramentados de la Cancha de Pe-lota, que estaban en Versalles, encontraron en 1879 su fuerza en quienes en París habían tomado la Bastilla” (LN 4/12). No queda mucho por agregar. Conocedora como na-

die de la historia de nuestro país –por haberla comanda-do desde sus comienzos–, la Oligarquía Terrateniente sabe que en el fondo, toda disputa por imponer un mo-delo de país sobre otro, en momentos en que la crisis pone en juego la existencia misma de capas enteras de clases, no se dirime en el marco de las instituciones re-publicanas, en defensa de las cuales tanto vocifera, sino en el más oscuro e incierto campo de batalla que son las calles y, en última instancia, en el más problemático es-cenario de la Guerra Civil. Al reclutamiento de volunta-des para la constitución de su ejército se abocará durante este nuevo año que comienza.

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Movimiento obrero: enemigo principal y contradicciones secundarias

Unidos o dominados

Por Claudio Adrianzén BeiPor Claudio Adrianzén BeiPor Claudio Adrianzén BeiPor Claudio Adrianzén Bei “Mientras divididos pelean, juntos son derrotados”

(Tácito)

Como continuación de lo expuesto en esta revista el mes pasado (ver “El doble No-Poder”, Análisis... Nº 114), la discusión por el modelo sindical nacional siguió crecien-do durante diciembre, no sólo por la necesidad de los trabajadores por mejorar sus organizaciones de base de cara a la disputa con los sectores patronales –en el marco de un alza en el número de asalariados en ramas de la producción, el comercio y lo servicios nuevas o con cre-cimiento en los últimos siete años–, sino también, y no en poca medida, por el particular tratamiento que de este tema hacen los principales formadores de opinión loca-les, ya sea a través de los medios audiovisuales como de la prensa escrita. Esto último se fundamenta en el interés que tiene la fuerza social que encabezan los propietarios monopólicos de los sectores agroexportadores y finan-cieros, con la Sociedad Rural a la cabeza, por dirigir los pasos de los trabajadores en el camino de su organiza-ción. Así, durante el mes de diciembre se sucedieron dos

hechos que generaron nuevas manifestaciones en torno de la manera en que los asalariados se organizan y del papel que juegan a nivel político, señal de que, como ve-nimos analizando en esta publicación, cada día más los trabajadores organizados cobran una mayor relevancia en la arena política nacional. El contenido de la discusión se da en el orden de qué se entiende por “libertad sindical”. El momento en que se produce tiene por horizonte la necesidad urgente de la unidad mayoritaria de las organi-zaciones de trabajadores en pos de profundizar y radica-lizar el actual modelo productivo y social que lleva como cabeza política al matrimonio Kirchner desde 2003, máxime luego de la ruptura de la alianza social original, que llevaba como cabeza a la Unión Industrial Argentina (UIA) (ver, en este mismo número, “Los conjurados”), la cual ha ido corriéndose hacia las fauces de la alianza social que impulsa la continuación del tradicional modelo agroexportador, en cuyo seno habría trabajo y bienestar para sólo un 25% de la población argentina actual: 10 millones de personas.

El juego patronal En los primeros días de diciembre, un editorial del diario La Nación se anticipaba al fallo que la Corte Suprema de Justicia lanzaría una semana después y de paso buscaba mostrar al Secretario General de la Confederación Gene-ral del Trabajo (CGT) nacional, Hugo Moyano, como una amenaza para dicho poder estatal: “En los últimos días, el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, y el titular del sindicato de los empleados judiciales, Julio Piumato, desplegaron una preocupante presión política sobre la Corte Suprema bajo la apariencia de defender intereses gremiales. (...) Moyano y Piumato, invocando reclamos netamente gremiales, como supuestos problemas

vinculados con la liquidación salarial y los descuentos que se les aplican a los trabajadores, montaron una estrategia concertada pa-ra desgastar a la Corte con una finalidad exclusivamente política y partidista”. El hecho es así transformado en un supuesto montaje que escondería un ataque desde estos dos gre-mios a los jueces supremos. Sin embargo, líneas después, el verdadero problema queda al descubierto: “Piumato im-pulsa un proyecto de ley para diluir el poder que tiene el máximo tribunal cuando negocia paritarias con el gremio judicial, abogando por incorporar en esa discusión al Consejo de la Magistratura y al Ministerio de Trabajo, cuando si algo necesita la Justicia es mayor respeto de su independencia y menos injerencia política. Asimismo, mediante otra iniciativa legal, pretende que su gremio domine la mitad del directorio de la Obra Social del Poder Judicial, una enti-dad que, a diferencia de las obras sociales sindicales, fue creada por la propia Corte y presta servicios a jueces y empleados con una efi-ciencia y calidad superiores a las de muchas otras entidades presta-tarias de servicios de salud”. Es decir, lo que es de uso co-rriente para cualquier otro trabajador de otra rama de la producción o los servicios es aquí un “atropello” e iría contra la “independencia” del poder judicial: la discusión salarial y la prestación de salud bajo el marco de leyes auditadas por el Ministerio de Trabajo. De esta manera, el diario de la familia Mitre considera que los trabajado-res (“empleados”) del Poder Judicial (no justamente los jueces, cuyos sueldos parten de un piso de 12.000 pesos netos mensuales) no deben tener protección estatal a la hora de discutir paritarias con, justamente, un poder del Estado. El editorial continúa y agrega: “Por su parte, Moyano ten-

dría por finalidad atemorizar a los miembros del máximo tribunal para evitar que dicten nuevos fallos a favor de la libertad sindical, principio que la Corte reconoció en 2008. En estos momentos, este cuerpo estudia dictar sentencia en otras causas donde también está en discusión el pluralismo sindical y Moyano intuye que la posibili-dad de que la Corte profundice aquel principio pone en riesgo la hegemonía del sindicalismo peronista” (LN 2/12). Quedaba instalado así, nuevamente, el tema que genera una divi-sión al interior del movimiento obrero y de sus respecti-vas representaciones mayoritarias: la CGT y la CTA. El día nueve, al tiempo que la Central de Trabajadores

de la Argentina (CTA) se movilizaba al Congreso Nacio-nal en reclamo de un “Blindaje Social” (P12 y C 10/12), llegaba el ya mencionado nuevo fallo de la Corte Supre-ma: se declaraba de hecho la inconstitucionalidad del ar-tículo 52 de la ley de asociaciones sindicales, al conside-rar que “resulta contrario al principio de la libertad sindical sostener que los gremios que no tienen personería gremial no pueden actuar en el ámbito de la personería gremial de otro sindicato” (P12 y LN 10/12). De esta manera, el fallo estipula que los delegados de base podrán tener respaldo ministerial y sindical aunque no se encuentren afiliados al sindicato

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que cuenta con la personería gremial. En este sentido, los principales analistas de los matutinos escritos de alcance nacional buscaban interpretar la resolución suprema co-mo un ataque a la postura sostenida por la CGT, en rela-ción a la necesidad de sindicatos únicos por rama de la producción de cara a la disputa principal, esencial, con las patronales. Así, el centenario diario de la familia Mitre interpretaba la resolución en el sentido de que “el fallo que dictó la Corte confirma el criterio de libertad sindical que inauguró el tribunal en noviembre de 2008, en el caso ATE. La sentencia llega en una época en la cual las estructuras sindicales peronistas están amenazadas por el florecimiento de comisiones internas y por delegados de asociaciones con simple inscripción que desafían el monopolio sindical. (...) Los líderes más influyentes de la Con-federación General del Trabajo (CGT) admitían ayer que estaban ‘preocupados’” (LN 10/12). Al mismo tiempo, desde el multimedia, Clarín el analista Ismael Bermúdez afirmaba que “[El fallo] significa que el sindicato con personería gremial se mantiene como el único que puede, por ejemplo, firmar el convenio colectivo de trabajo. Pero se deroga el ‘monopolio’ sindical que tenían hasta ahora esos sindicatos con personería gremial en rela-ción a los representantes sindicales. (...) De aquí se infiere que los trabajadores de cada establecimiento podrían elegir tanto delegados de sindicatos con personería como a delegados simplemente inscrip-tos. Y en ambos casos tendrían estabilidad en el empleo y represen-tación en el lugar de trabajo. ”Por eso se acrecentó la preocupación en la CGT y en el mundo

empresario. A la cúpula cegetista le preocupa que muchas agrupa-ciones opositoras o nuevos agrupamientos (...) se lancen a pedir la ‘simple’ inscripción gremial (...). Y que los reclamos podrían incen-tivarse por la mayor ‘competencia’ que se introduce en la vida sindical” (C 10/12). Vemos cómo el eje de la discusión es ubicado por los

grandes multimedios en la supuesta disputa principal que tendrían algunas comisiones internas hoy: una lucha por la personería contra los sindicatos ya constituidos, orga-nizados la mayoría de ellos (principalmente los del ámbi-to privado de la producción y distribución de mercancias y bienes, amplia mayoría de los trabajadores sindicaliza-dos del país) en la CGT. De esta manera, el primer mo-vimiento discursivo e ideológico que realizan en sintonía ambos diarios es correr del centro de la escena al actor principal que es, en su sentido histórico y en su sentido lógico, la razón por la cual los trabajadores se unen y or-ganizan para pelear por mejores condiciones en la venta de su fuerza de trabajo: las patronales. Así construida la escena, el drama se libra no entre trabajadores y patrona-les sino entre distintos sectores de los primeros, permi-tiendo de esta manera que el periodista de Clarín califi-que las diferencias en la estrategia y táctica que se dan a sí mismos los asalariados con un término proveniente de la esfera del comercio de mercancías: competencia. En igual sentido, y como ya hemos señalado reiteradas

veces en esta publicación, ambos diarios califican la or-ganización en estructuras únicas por rama o sector eco-nómico –que se fueron dando los trabajadores argenti-nos a lo largo de más de un siglo de luchas, debates y represión por parte de las patronales– como “monopo-

lio”, homologándola a la pervesa forma que toma en el avanzado sistema capitalista la producción, distribución y venta de mercancías por parte de una patronal dominan-te a nivel mundial, regional y local. Monopolio que es a nivel mundial, desde fines del siglo XIX, la base sobre la cual inmensas capas de la sociedad, incluso medianos y pequeños empresarios, se ven pauperizadas y expulsadas de toda posibilidad de bienestar social y laboral. Con esta base ideológica construida, se suman al coro

de “analistas” los que buscan construir una imagen pú-blica de los trabajadores como violentos, mafiosos, trai-dores y casi causantes de todos los males de la Nación. Así, en esta oportunidad, y aprovechando su fugaz paso por el estrado de las celebridades públicas, el ahora ex ministro de Educación porteño y columnista habitual del diario La Nación, Abel Posse, expresaba en Clarín que “[los sindicatos docentes] cuando negocian con los chicos en el medio es como si les pusieran un revólver en la cabeza” (C 10/12). Con este escenario tenazmente construido, llegaban las

voces que, desde los sectores sindicales, interpretaban en uno u otro sentido el fallo supremo: “Es un fallo que pro-fundiza el del año pasado. Se dio un paso irreversible y todo indica que empezó una cuenta regresiva para que nos den la personería. Este es un Gobierno maniatado por su alianza con Hugo Moya-no, pero los fallos de la Corte, las advertencias de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) están cerrándoles el camino y van a tener que actuar” (C 10/12), señalaba el secretario general de la CTA, Hugo Yasky. “Esto termina por aniquilar el uni-cato sindical y facilita las nuevas organizaciones que surjan desde la participación democrática de los trabajadores” (C 10/12). “Todavía queda una larga lucha, pero el elefante tiene un tiro en la cabeza” (LN 10/12), manifestaba el abogado de la CTA, Horacio Manguira. Ambos representantes de la CTA op-taban así por identificar la problemática en concordancia con las líneas generales trazadas por los multimedios: el problema es entre organizaciones de trabajadores y no entre todos estos y las patronales. Una vez más, se ante-ponía la reinvindicación corporativa a la necesidad de la mayoría. Por su parte, desde otro costado observaba el diputa-

do y abogado cegetista Héctor Recalde: “A mí me parece perfecto que se extienda la tutela sindical, pero el fallo tendría que haber avanzado más, sólo les da tutela a los delegados de los sindi-catos simplemente inscriptos, pero deja afuera a los activistas, lo que da cierta atomización” (P12 10/12), al tiempo que seña-laba el núcleo del dilema de los trabajadores argentinos actualmente: “Nuestra crítica es por una defensa más efectiva de los intereses gremiales. Es preferible que sindicatos lleguen a acuer-dos entre sí en vez de que sea la justicia la que termine fallando en este tema” (C 10/12). Un poco más crítico y en el mismo sentido se expresaba el líder cegetista y judicial Julio Piumato: “Imagínese un establecimiento con 12 cuerpos de dele-gados. Se va a hacer muy difícil mantener la producción y defender los derechos de los trabajadores”. Al tiempo que apoyaba lo señalado por Recalde: “Estoy de acuerdo con la ampliación de la tutela sindical [y pido que] se reivindique el fondo de la cuestión antes que las formalidades técnicas” (LN 10/12). Así, desde la

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conducción de la CGT se manifestaba la necesidad de profundizar la ampliación de la protección de los traba-jadores que se organizan para luchar. Lucha que se ha dado y se da no contra otros trabajadores organizados, sino contra los empresarios y patronales que, como en el aún latente conflicto de la alimenticia yanqui Kraft Foods, buscan descargar la crisis sobre las espaldas de los asalariados. El núcleo de la cuestión se sitúa, de esta manera, en la

necesidad que tienen los trabajadores de produndizar la organización y su poder de lucha contra la necesidad de los empresarios de explotarlos cada vez más y de evitar, consiguientemente, que los primeros se organicen. Ahora bien. Uno de los primordiales escollos que tiene

que superar el movimiento obrero nacional es la escasa sindicalización de los trabajadores argentinos. Según da-tos aportados por el periodista de Página 12 Alfredo Zaiat en 2008, “casi la mitad de los trabajadores asalariados no se encuentran registrados por sus empleadores, lo que se conoce como empleo en negro. (...) De acuerdo con los últimos datos publicados oficialmente, correspondientes a la Encuesta de Indicadores Labo-rales y a la Encuesta de Trabajadores en Empresas, la tasa de sindicalización alcanza al 37 por ciento. Pero un documento del Observatorio del Derecho Social de la CTA señala que ese dato orienta ‘a un análisis sesgado de la tasa de afiliación sindical, ya que se excluyó a los trabajadores no registrados’. Por lo tanto, el re-cálculo de esa tasa presentada en el informe del Observatorio titu-lado Dilemas y conflictos en torno a la representación directa en el lugar de trabajo, considerando el total de los asalariados –registrados y no registrados–, ubica el nivel de afiliación en el 20,4 por ciento. (...) En el documento del Observatorio se destaca que ‘la debilidad de los niveles de afiliación se complementa con una muy reducida presencia sindical en los lugares de trabajo. En el 85 por ciento de las empresas no existe ninguna instancia de representación directa de los trabajadores’” (P12 8/3/2008). Así, la discusión por la “libertad sindical” puede en-

tenderse desde dos perspectivas diferentes. Se la puede leer como quieren los grandes multimedios que respon-den mayoritariamente a la Alianza Social agrofinanciera, en el sentido de fragmentar cada vez más la representa-ción sindical de los trabajadores, debilitándolos y convir-tiendo sus diferencias en relación con la estrategia y tác-tica a tomar a la hora de organizarse en profundos e irremontables antagonismos, logrando que peleen unos contra otros mientras los empresarios intensifican su dominación. Otra forma de entender el problema es a partir de la necesidad de extender la sindicalización y la discusión colectiva de las condiciones de trabajo como base mínima para poder pelear y disputar, a esos mismos sectores patronales concentrados, los rumbos y el mode-lo de país. El corset del corporativismo, presente y domi-nante aún hoy mayoritariamente en el conjunto de los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados argenti-nos, impide por ahora una expresión de unidad que mire al enemigo principal que tienen enfrente de sí, relegando como secundarias las diferencias internas.

Un paso más al frente Promediando el mes, en su tercera semana, desde los sindicatos que conformaron la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP) el pasado septiembre en la ciudad de Mar del Plata (ver Análisis... Nº 112), se rea-lizó una serie de demostraciones y declaraciones públicas que tienen por núcleo el inicio de un nuevo escenario pa-ra los trabajadores organizados argentinos: la discusión, opinión y acción en el terreno político. Así, en el breve lapso de cuatro días se sucedieron un masivo acto del sindicato de camioneros, la primera declaración pública de la Juventud de la CNSP, la adhesión a la CNSP de los sindicatos Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) y la conforma-ción, desde este nucleamiento político, de la Regional Capital de las históricas 62 Organizaciones Peronistas, hoy todavía en manos, a nivel nacional, del dirigente de peones rurales Gerónimo “Momo” Venegas, enfrentado a la conducción de la CGT y al Gobierno kirchnerista, y posicionado además públicamente con Hugo Luis Biol-catti de la Sociedad Rural y con el ex presidente interino Eduardo Duhalde. El día quince, desde el sindicato de camioneros, con la

celebración de su día nacional como excusa, se organiza-ba una demostración de fuerza en el estadio de Vélez, que tenía por principal orador a su actual líder y Secreta-rio General de la CGT, Hugo Moyano. El acto contó con una masiva participación gremial y con la presencia de la presidenta Cristina Fernández, el diputado y ex pre-sidente Néstor Kirchner y buena parte de los ministros de Gobierno, al igual que con la presencia del líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, así como con la ad-hesión del dirigente social Luis D’Elía (LN 16/12). En palabras de Moyano, “si llegan a contar como en el acto del campo en el Rosedal deberían escribir que hay 2.000.000 de per-sonas, pero sólo hay 70.000 personas acá adentro. Y 10.000 afue-ra” (LN 16/12). En dicho escenario, el líder cegetista re-novó públicamente su apoyo al Gobierno nacional “[Sra. Presidenta] millones de trabajadores la van a apoyar permanen-temente”; “Sepa que cuenta con el apoyo de todos nosotros para de-fender las instituciones democráticas”, al tiempo que descargó críticas contra los sectores destituyentes: “Aunque algún lenguaraz con actitudes de gaucho pendenciero crea que nos va a co-rrer con la parada, usted sabe, Presidenta, que no es así. A un go-bierno peronista no se lo arrea con un pañuelo” (C y LN 16/12). En ese sentido, Cristina Fernández devolvió gentilezas

y reafirmó su alianza y apoyo a la organización y fortale-za de los trabajadores: “Siempre voy a estar junto a los traba-jadores porque creo en ellos”, al tiempo que criticó a quienes “por necedad o por miopía histórica no comprenden que no hay países grandes sin una gran masa de trabajadores” (LN 16/12); “los trabajadores necesitan dirigentes sindicales fuertes” (C 16/12), señalaba sin obviar, seguramente, las discusiones acerca del “modelo sindical” que analizamos previamen-te. Al día siguiente, hacía su presentación la Juventud de

la Corriente (CNSP), mediante la difusión pública de un documento titulado “A los jóvenes de nuestra Patria”.

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Transcribimos un extracto del mismo, en el cual se seña-la que: “Somos jóvenes militantes de diferentes organizaciones pe-ronistas que, desde el orgullo de sabernos parte de la clase trabaja-dora, venimos a reforzar el mandato que el movimiento obrero organizado expresó en la histórica jornada del 30 de abril, sobre la 9 de Julio. En esa inolvidable jornada, más de trescientos mil com-pañeros ratificaron a la actual conducción de la Confederación Ge-neral del Trabajo. ”Nos convoca la coherencia

y la lucha de esos dirigentes, quienes en la oscura década de los noventa resistieron contra el embate neoliberal y no clau-dicaron en sus principios. ”Hoy, los trabajadores ar-

gentinos debemos tener la ma-durez necesaria para ser, no sólo la columna vertebral sobre la cual se erigieron los días más felices del pueblo argenti-no, sino la cabeza que enca-mine el destino de la patria hacia la Justicia Social, la In-dependencia Económica, la Soberanía Política y la Uni-dad Latinoamericana. ”Ponemos en nuestras es-

paldas la ardua tarea de con-vocar y organizar a todos los jóvenes, contamos para esta responsabilidad con una sólida verdad: la única fuerza argen-tina que representa el anhelo de un país para todos es la clase trabajadora. ”(...) Convocamos a todos

los sectores juveniles, no a fal-sos mítines, ni a espacios revo-lucionarios con la verdad reve-lada, mucho menos a brindis elegantes de falso compañeris-mo. Los convocamos a la lu-cha contra todos los intereses sectarios y conservadores que intentan subyugar a nuestro pueblo. A pelear contra el hambre, la miseria, la explo-tación, y a favor de la salud, la educación y el trabajo para todos”. Vemos cómo se pone de manifiesto la opción por una

propuesta política desde los trabajadores, reclamando pa-ra sí la conducción (“ser la cabeza”) de un proceso que recupera los puntos programáticos de mayor avanzada en la historia del movimiento obrero organizado nacio-nal. Al día siguiente, se constituía en la Ciudad de Buenos

Aires la delegación Capital de las 62 Organizaciones Pe-

ronistas, de la mano de la actual conducción de la CGT y también de la CNSP, buscando con ello comenzar a dis-putar el histórico espacio político de los trabajadores pe-ronistas a Gerónimo “Momo” Venegas. Por último, el viernes 18 se realizaba el 3º plenario de

la CNSP en el auditorio porteño del sindicato de los me-cánicos (SMATA), desde donde su titular, Mario Manri-

que, denunciaba que “en el país se está gestando el debilita-miento de las instituciones, se está gestando un golpe institucional” (C y P12 19/12). En dicho encuentro se producía el his-tórico acercamiento de la UOM a la CNSP y al trabajo conjunto con el SMATA, sindicato con quien los prime-ros llevan disidencias públicas desde hace muchos años. Así lo expresaba el titular de la UOM, Antonio Caló: “Entre la UOM y SMATA hay más cosas que nos unen que las que nos separan, y lo que más nos une es la defensa de los intereses

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de los trabajadores” (C 19/12). En igual sentido, se produjo el acercamiento de UPCN a la CNSP. En el acto se des-tacaron también algunas declaraciones de Hugo Moyano, quien afirmó que “es lamentable ver cómo en el Congreso los compañeros del supuesto peronismo disidente aplauden a quienes fueron enemigos tradicionales del partido”; “Esa era la hipocresía de la oposición entre comillas, de esta nueva Unión Democrática que se creó en el Congreso”; “[el sindicalismo] va a dar batalla en el campo que sea necesario (...). Estos golpistas no nos van a co-rrer con un pañuelo. (...) Deben ser responsables en su accionar porque no vamos a permitir que el país regrese al neoliberalismo” (LN 19/12). Al mismo tiempo, anunció que esperaba que “algún día en la Casa Rosada haya un hombre de extracción laboral, que haya un hombre del movimiento obrero” (P12 19/12). En este encuentro, la CNSP lanzó una nueva declara-

ción (que se anexa en su totalidad al final de este artícu-lo), de la cual extractamos algunos de los principales nú-cleos para su análisis. La misma se titula “Un parlamento para fortalecer la democracia, un empresariado al servicio del país”, y consta de un primer apartado que va dirigido “A la Oposición”: “Queda claro que la violenta embestida co-ntra el Gobierno Nacional es un intento por torcer el rumbo de la Argentina. No son cuestiones de forma, sino de fondo. ”Pero aquellos que buscan crear un horizonte de conflictos deben

saber que los trabajadores estamos claros y firmes, siempre atentos a defender los plazos constitucionales y los espacios políticos gana-dos por nuestros sindicatos. ”Nos parece oportuno recordar y recordarle a esto sectores que

los argentinos hemos elegido en el 2007 un gobierno con mandato popular por cuatro años, razón por la cual no admitiremos ninguna aventura que nos regrese al tiempo de los ajustes, del congelamiento salarial y el recorte presupuestario”. En segundo término, se dirige “A los empresarios”:

“Desconociendo estos logros y adoptando una postura beligerante, los sectores empresariales más concentrados, los mismos que fueron beneficiados con altos índices de rentabilidad durante los últimos seis años, hoy buscan poner en tela de juicio el camino recorrido. Y ello no porque les vaya mal, sino porque la codicia o sus intereses extranjerizantes los vuelven refractarios a un Proyecto de Nación con justicia social plena, aún cuando ello los perjudique económica-mente. ”Y en la misma dirección se suman las bochornosas declaracio-

nes del enviado de EE.UU. Arturo Valenzuela que más allá de constituir una violación de la soberanía política de nuestra Nación, pregona el retorno a las ‘relaciones carnales’ abonando el discurso de la ‘inseguridad jurídica’ y la reinvindicación del neoliberalismo de los años ’90, nefasto para nuestro Pueblo y nuestra Patria. ”(...) Es el balance general el que buscan ocultar, por eso

quieren clausurar el debate para mejorar la distribución de la riqu-eza, no les interesa garantizar haberes jubilatorios dignos, ni tam-poco discutir el control de los monopolios y ni hablar de la reforma del sistema financiero. Ese empresariado necesita asumir que su destino está ligado al éxito del país”. Finalmente, el último apartado titulado “Democracia y

Justicia Social” denunciaba que “al mismo tiempo, no pode-mos dejar de señalar que las amenazas recientes de que fuera vícti-ma la Presidenta de la Nación, Cra. Cristina Fernández de

Kirchner, expresan la impotencia y locura de quienes, cercados por la realidad, pretenden hacernos retornar a ese pasado negro. Los trabajadores sentimos esa amenaza como una amenaza propia, al trabajo digno, a nuestras familias, a nuestros hijos y a nuestros sueños de alcanzar la Justicia Social plena en una Argentina económicamente libre, políticamente soberana y unida como nos en-seño Perón. ”Por lo tanto, ratificamos que la Corriente Nacional del Sindi-

calismo Peronista es, y será, un artífice fundamental en el sosteni-miento de este Modelo, que es necesario ahondar, con menos show mediático y más política; con menos divisionismo y más protago-nismo de los Trabajadores, con menos especulación y contribución más patriótica del Empresariado Nacional”. Vemos así cómo los ejes del documento pueden resu-

mirse en tres puntos: la denuncia del plan desestabiliza-dor (que llegó hasta las amenazas personales a la Presi-denta); la voluntad de mantener y la necesidad de profundizar el actual rumbo económico-social (el “mo-delo”); el llamado a la unidad de los trabajadores y su de-cisión de ser la cabeza de un proyecto político de su pro-pio interés.

Para cierre basta un patrón El mes terminaba con dos hechos que ejemplificaban

lo analizado en el primer apartado de este artículo: el problema principal que acucia hoy a los trabajadores ar-gentinos en relación a su “libertad” sindical radica en la posibilidad de afiliarse a un sindicato desde el cual pelear con mayor fuerza las condiones de la venta de su fuerza de trabajo; máxime cuando los empresarios contra los que luchan hoy son grandes multinacionales monopóli-cas. El día veinte, “la Sala II de la Cámara Nacional del Tra-bajo ordenó reincorporar a varios trabajadores despedidos de FA-TE y pagarles los salarios caídos desde que fueron cesanteados. El argumento que esgrimieron los jueces en su fallo fue que esos traba-jadores fueron despedidos por sus actividades gremiales, lo que cons-tituye ‘un acto de discriminación’. (...) Al insistir la empresa en las cesantías, esos trabajadores fueron a la Justicia alegando que el despido tenía una causa gremial, ya que habían participado e inter-venido en asambleas, habían mantenido reuniones con sus compa-ñeros de trabajo sobre demandas gremiales y en muchos casos eran ‘de hecho’ delegados del personal” (C 21/12). Al mismo tiempo, desde el sindicato de Camioneros,

conducido por Pablo Moyano, se llevaba adelante un pa-ro y piquete simultáneo en las plantas refineras de la pe-trolera Esso en San Lorenzo, Campana, Bahía Blanca y Caleta Paula (Sta. Cruz). El motivo del mismo era el re-pentino despido de trabajadores camioneros y la contra-tación de nuevos en situación irregular, “en negro”: “Hay 40 despedidos en Bahía Blanca y siguen llegando telegramas en el resto de las plantas. Se creen que van a hacer lo que quieren, pero van a tener que cumplir con el contrato de trabajo”, señalaba Pa-blo Moyano, al tiempo que José Lobrutto, secretario de la rama del combustible del sindicato, afirmaba que “si no hay una solución, se irá al paro general (para el traslado) de com-bustible a nivel nacional”, mientras justificaba la medida porque Esso “dispuso la contratación de choferes en negro y por la mitad del sueldo correspondiente como marca la ley” (C

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22/12). Tras esta medida, llegaba nuevamente el apoyo de la Presidenta Cristina Fernández, quien manifestaba, durante del programa de exploración de YPF (Ver, en este mismo número, “Los conjurados”): “La conflictividad es parte de la democracia, cuando solamente hay silencio es cuando no hay democracia. Prefiero el conflicto y el ruido de la democracia, al silencio de otros períodos trágicos que ha vivido el país” (C 23/12). De esta manera, el movimiento obrero organizado se

encuentra dentro de un debate nada sencillo. Se trata de dónde colocar el eje de la histórica consigna de “libertad sindical”: si en la libertad de sindicalizarse en tanto traba-jador frente a la patronal, o en la libertad de escoger in-

dividualmente en un mercado diverso de organizaciones sindicales. Mientras tanto, la realidad del impacto político, eco-

nómico y social de la crisis global en nuestro país y la forma que toma la lucha en el mismo entre dos fuerzas sociales cada vez más delimitadas y polarizadas, le plan-tea a los trabajadores la necesidad de la unidad frente al enemigo principal, imprimiéndole a las contradicciones secundarias una resolución en torno a la primera. Es de-cir, quien despliegue una estrategia de confrontación más certera frente al enemigo principal, tendrá certezas mayo-res con respecto a las cuestiones de segundo orden.

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Apéndice documental Reproducción del Documento de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista del día 18 de diciembre de 2009 (http://www.capital.sadop.net/) Un parlamento para fortalecer la democracia, un empresariado al servicio del país Plenario de la Corriente Nacional

“Todos debemos ser artífices del destino común, pero ninguno debe ser instrumento de la ambición de nadie”

Juan D. Perón

A la oposición El pasado 10 de Diciembre un recambio parlamentario en el Congreso de la Nación modificó la composición de la Cámara de Diputados. Nuevas fuerzas se incorporaron al debate político; lo que debería presagiar una mejor calidad institucional en torno a los temas pendientes del país.

Sin embargo, notamos con preocupación cómo rápidamente algunos legisladores pretenden convertirse en los promotores de un campo de tensiones. Legisladores que escondidos bajo el “Bien de las Instituciones” y “La defensa de La República” baten, al unísono, tambores de guerra.

Queda claro que, la violenta embestida contra el Gobierno Nacional es un intento por torcer el rumbo de la Argentina. No son cuestiones de forma, sino de fondo.

Detrás del marketing político y las críticas despiadadas, intentan retomar el camino de la primarización de la economía y de las relaciones con los organismos financieros internacionales, verdaderos artífices de la desocupación y la precarización laboral que azotó a nuestro pueblo.

Para su obra maestra, montan la teatralización de la situación a través de los grandes oligopolios mediáticos, actores principales a la hora de mirar con la nuca los intereses del Pueblo.

Pero aquellos que buscan crear un horizonte de conflictos deben saber que los trabajadores estamos claros y firmes, siempre atentos a defender los plazos constitucionales y los espacios políticos ganados por nuestros sindicatos.

Nos parece oportuno recordar y recordarle a esto sectores que los argentinos hemos elegido en el 2007 un gobierno con mandato popular por cuatro años, razón por la cual no admitiremos ninguna aventura que nos regrese al tiempo de los ajustes, del congelamiento salarial y el recorte presupuestario.

A los empresarios Según los analistas de todas las tendencias, la Argentina está superando la crisis internacional evitando caer en un esquema de contracción económica. Esta superación es posible gracias a una política proactiva y coherente del Gobierno Nacional, en defensa del Trabajo y del consumo popular, únicos motores genuinos de una economía en crecimiento.

Desconociendo estos logros y adoptando una postura beligerante, los sectores empresariales más concentrados, los mismos que fueron beneficiados con altos índices de rentabilidad durante los últimos seis años, hoy buscan poner en tela de juicio el camino recorrido. Y ello no porque les vaya mal, sino porque la codicia o sus intereses extranjerizantes los vuelven refractarios a un Proyecto de Nación con justicia social plena, aún cuando ello los perjudique económicamente.

Y en la misma dirección se suman las bochornosas declaraciones del enviado de EE.UU. Arturo Valenzuela que más allá de constituir una violación de la soberanía política de nuestra Nación, pregona el retorno a las “relaciones carnales” abonando el discurso de la “inseguridad jurídica” y la reinvindicación del neoliberalismo de los años ’90, nefasto para nuestro Pueblo y nuestra Patria.

No es difícil advertir que mediante la política del “todo está mal y va para peor” se quiere distorsionar la realidad de nuestro país y de las perspectivas de recuperación del próximo año.

Estos falaces argumentos, sólo intentan impedir la vigencia de la discusión salarial; instrumento central para garantizar la equidad y el crecimiento económico.

Es el balance general el que buscan ocultar, por eso quieren clausurar el debate para mejorar la distribución de la riqueza, no les interesa garantizar haberes jubilatorios dignos, ni tampoco discutir el control de los monopolios y ni hablar de la reforma del sistema financiero. Ese empresariado, necesita asumir que su destino está ligado al éxito del país.

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Democracia y Justicia Social Estos actores con responsabilidades en la vida nacional, no pueden desconocer que la consolidación de la Democracia no sólo implica el compromiso franco y sincero sobre el debate de los temas nacionales, también implica el respeto a la institucionalidad, la instrumentación de acciones políticas que conlleven a lograr mayores niveles de Justicia y de Inclusión Social.

Al mismo tiempo, no podemos dejar de señalar que las amenazas recientes de que fuera victima la Presidenta de la Nación, Cra. Cristina Fernández de Kirchner, expresan la impotencia y locura de quienes, cercados por la realidad, pretenden hacernos retornar a ese pasado negro. Los trabajadores sentimos esa amenaza como una amenaza propia, al trabajo digno, a nuestras familias, a nuestros hijos y a nuestros sueños de alcanzar la Justicia Social plena en una Argentina económicamente libre, políticamente soberana y unida como nos enseño Perón. Por lo tanto, ratificamos que la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista es, y será, un artífice fundamental en el sostenimiento de este Modelo, que es necesario ahondar, con menos show mediático y más política; con menos divisionismo y más protagonismo de los Trabajadores, con menos especulación y contribución más patriótica del Empresariado Nacional.

LA CORRIENTE

Diciembre de 2009.-