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La construcción lingüística de un imaginario científico * Juan Pedro Gómez Sánchez Universidad De Murcia Adelina Gómez González-Jover Universidad De Alicante Índice 1 El imaginario científico: un imaginario científico ...... 2 2 De estructuras simétricas y frases sintéticas ......... 5 3 Núcleos, bifurcaciones y entramado léxico-semántico .... 17 4 Del qué (el lenguaje) al porqué (la filosofía) del cómo (la ciencia) y consideraciones finales ............... 21 5 Referencias bibliográficas ................... 23 Resumen A través de una flexible formulación del pensamiento por medio de afo- rismos, el físico Jorge Wagensberg expone su peculiar visión de la reali- dad con una serie de repertorios, conscientes e inconscientes, que gene- ran un auténtico imaginario científico. El autor reconstruye la compleja disposición del mundo exterior con recursos de la tradición lingüística y literaria. Tras una aproximación léxica, sintáctica y semántica, la con- notación y la referencia se revelarán como instrumentos fundamentales que inciden en la auténtica representación de las cosas, permitiendo que éstas adquieran valor trascendental. La palabra original, la referencia * Revista de Investigación Lingüística. Vol. 9 – 2006. Págs. 57-80.

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La construcción lingüísticade un imaginario científico∗

Juan Pedro Gómez SánchezUniversidad De Murcia

Adelina Gómez González-JoverUniversidad De Alicante

Índice1 El imaginario científico: un imaginario científico . . . . . . 22 De estructuras simétricas y frases sintéticas . . . . . . . . . 53 Núcleos, bifurcaciones y entramado léxico-semántico . . . . 174 Del qué (el lenguaje) al porqué (la filosofía) del cómo (la

ciencia) y consideraciones finales . . . . . . . . . . . . . . . 215 Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

ResumenA través de una flexible formulación del pensamiento por medio de afo-rismos, el físico Jorge Wagensberg expone su peculiar visión de la reali-dad con una serie de repertorios, conscientes e inconscientes, que gene-ran un auténtico imaginario científico. El autor reconstruye la complejadisposición del mundo exterior con recursos de la tradición lingüísticay literaria. Tras una aproximación léxica, sintáctica y semántica, la con-notación y la referencia se revelarán como instrumentos fundamentalesque inciden en la auténtica representación de las cosas, permitiendo queéstas adquieran valor trascendental. La palabra original, la referencia

∗Revista de Investigación Lingüística. Vol. 9 – 2006. Págs. 57-80.

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poética y la implicación otorgarán sentido comunicativo y humanísticoal lenguaje restrictivo y especializado.

AbstractIt is by means of a flexible formulation of thoughts through aphorismsthat the physicist Jorge Wagensberg depicts his peculiar view of rea-lity with a series of conscious and unconscious repertoires, hence ge-nerating a scientific imaginary. The author reconstructs the complexlayout of the external world through linguistic and literary resources.Following a lexical, syntactic and semantic approach, connotation andreference prove themselves to be key instruments for the actual repre-sentation of things. This paper shows how the original word, the poe-tic reference and implication give a transcendental value, as well as acommunicative and humanistic meaning to specialized and restrictivelanguage.

1 El imaginario científico: un imaginario científicoAunque resulta frecuente en nuestro quehacer intelectual la lectura y re-lectura de textos científicos que puedan esclarecer la visión de eso quellamamos realidad y por ende, por inclusión y por contraste, poder asíperfilar mucho mejor los ámbitos lingüísticos, humanísticos y artísticosobjetos de la atención del hombre moderno, hay siempre un científicoespañol con apellido extranjero que nos atrae y nos seduce de formamuy especial, tanto por sus luminosas aportaciones como por las opor-tunas referencias a otras personalidades del mundo de la ciencia; se tratadel físico, español y catalán, Jorge Wagensberg.

En ocasiones, bastantes podríamos decir, personajes como Prigo-gine, Margalef, Gödel, Peirce, Popper, Bergson, Schrödinger, Mandel-brot, Hofstadter y algunos otros científicos y pensadores de la ciencianos han reclamado una relectura inmediata de su obra a través de unareseña puntual y muy precisa; una llamada de atención motivada por unguiño referencial, sabio y oportuno, llevado a cabo por la aguda refle-xión de Jorge Wagensberg.

En marzo de 2006 sale a la luz la última obra de Wagensberg, pu-blicada en la espléndida colección que él mismo dirige. Se trata del

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libro A más cómo, menos por qué (747 reflexiones con la intención decomprender lo fundamental, lo natural y lo cultural). No es ésta unaobra al hilo de lo que nos tiene acostumbrados, sino una respuesta cien-tífica a un desafío de formulación sintética. Wagensberg, maestro de lasíntesis, físico-poeta de la ciencia clara y operativa, se enfrenta aquí alaforismo (φoρισµζ: “sentencia breve”), a esa condensación lingüística,casi siempre de carácter doctrinal, que se propone como regla o mo-delo. Desde Hipócrates a Cieri Estrada, pasando por Séneca, Leonardo,Lichtenberg, Schopenhauer, Nietzsche, Montecuccoli y Whitehead, losaforismos han expresado conclusiones morales, filosóficas, religiosas ycientíficas de forma pragmática y con una gran efectividad. Pensami-entos formulados a la manera de máximas, hermanos formales de losapotegmas (πφθεγµα: “dicho feliz”), suelen compartir con ellos el ca-rácter normativo, proverbial, postulador y axiomático.

Y es que un aforismo es el mínimo de algún máximo [Af. 385]; elaforismo es el más científico de los géneros literarios [Af. 389]. Sonéstas dos apreciaciones esclarecedoras sobre el aforismo y en forma deaforismo, que expone el mismo Wagensberg en la obra que nos ocupa.

Leído y releído este libro, nos ha parecido, como sucede siemprecon la obra de este autor, un texto magnífico y sugerente que, además,aporta de forma bastante rotunda y comprensible, una visión de la reali-dad muy amplia, aunada a una cosmovisión personal, teñida por un finosentido del humor.

La percepción de la realidad, su reflejo y comprensión en una menteidéntica a sí misma, su identificación y tipificación llevada a cabo poruna conciencia “avisada de su diferenciación e inclusión en esa mismarealidad”, genera desde el principio una serie de problemas complejosque ni la filosofía estricta ni la semántica estricta pueden solucionar.Sin embargo, dentro de unas exigencias lógicas (física tradicional y fí-sica avanzada), los principios de agrupación y de identidad (Castoriadis,1975) favorecen la delimitación de “lo que es” en el mundo natural y enel social, en el público y en el privado, al margen de las subjetividadesparceladas e implicadas en el presunto “ser así”.

Es evidente que los imaginarios sociales, como “repertorios de imá-genes vigentes en la consciencia e inconsciencia colectiva” (Castoria-dis, 1975, 1998) no son representaciones específicas de ningún objeto osujeto. Son más bien las configuraciones de unas series de flujos con-

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tinuos de formas e imágenes que urden el entretejido significativo deuna sociedad a través de sus estructuras simbólicas, sin olvidar que larealidad de una sociedad concreta se constituye por medio de la siner-gia o concurso de lo que es y de lo que pudo ser, incluso de lo falso ylo ficticio. Pero, en el mundo de la ciencia pura o fuerte, los imagina-rios no son más que el resultado inverso de una concepción individual,compartida al alimón o con una posterioridad cuasi inmediata por otrasindividualidades muy concretas, y que compatibiliza realidades, posi-bilidades y probabilidades en función de imaginar lo imaginable en losmismos límites de lo inimaginable: todo un desafío de carácter estéticopara abrazar el cómo y el porqué de las cosas.

Así pues, admitimos como hipótesis de trabajo un mundo hecho dereflexiones científicas, ahormado, vertebrado y justificado por un ansiade comprensión de lo fundamental, lo natural y lo cultural; un mundoanalítico-sintético fruto de la observación, de la experiencia, del aná-lisis, de la sistematización, del reconocimiento de un máximo ordenoculto en un aparente desorden y en el logro de explicaciones simplespara los fenómenos más complejos: ése es el universo de Wagensberg,una realidad “re-construida” por abstracción, un auténtico constructolingüístico, reflejo simbólico de la realidad exterior sometida a com-prensión. Nada que objetar a una determinada visión de la realidad,propia de un individuo y ratificada por una colectividad concreta, yaque esa visión imaginada-imaginaria se puede convertir en imaginariocientífico-social de un grupo mucho más amplio. Imaginación, fantasía,sentido común (de cada época, lugar y cultura), ciencia-ciencia, sensi-bilidad e intuición alteran continuamente la frontera entre lo real y loirreal. La humildad del método científico, dispuesto siempre a cualquiercambio que así lo requiera, es la mejor prueba de la digna provisionali-dad de la ciencia que, de alguna manera, además de su dependencia deuna mente observadora a partir del principio de indeterminación formu-lado por W. Heisenberg (1955) por la que inevitablemente el observadormodificará lo observado, también puede poner en duda su pretendidauniversalidad. Si un imaginario social es en realidad un constructorsocial que permite hacer visible lo invisible de una sociedad (Pintos,1995), un imaginario científico es un constructo-constructor de una fic-ción de la realidad cuya finalidad no es suplantar a esa realidad sinocomprenderla, y, todo ello, normalmente pese a las posibles frustraci-

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ones de universalismo, desde una génesis y configuración de carácterindividual, grupal o tribal.

2 De estructuras simétricas y frases sintéticasLa obra que nos incumbe se dispone en dos grandes bloques capitularesiniciados cada uno de ellos por un Prólogo y un Epílogo. En una páginaen blanco, previa al Prólogo, reza el título La intención es comprender;en una página en blanco, previa al Prólogo del Epílogo, reza el títuloLa intención es conocer. Una macroproposición evidente se desprendede los títulos aplicados al prólogo y al “prólogo del epílogo” que abren,de forma simétrica, una disposición estructural de nueve capítulos aser-tivos, simétricos con otros nueve capítulos ejemplificadores. “La in-tención es comprender, la intención es conocer”. No cabe duda quela yuxtaposición supera la parataxis aseverativa, que por otra parte esel modo elemental o prototípico del decir (Ramón Trives, 2004: 153),para entrar en el ámbito de la sucesión temporal y en la finalidad delproceso.

El científico busca con sus píldoras reflexivas la comprensión de larealidad o, en su caso, una comprensión de la realidad; comprensiónque, de cualquier modo, se verá abocada a un mayor y mejor conoci-miento de esa misma realidad. “Comprender es relacionar una realidadcon algo más compacto que ella misma y, en el límite, con su propiaesencia” (Wagensberg, 2005: 294). La intención perseguida en el pri-mer bloque compuesto por aforismos (la distancia corta) consiste en ellogro de la comprensión; la intención perseguida en el segundo bloqueformado por crónicas o cuentos (la distancia media) consiste en el logrodel conocimiento. “Comprender y conocer*”, “comprender y despuésconocer*”, “comprender para conocer*”. Son estas tres variables vir-tuales unas formulaciones muy relacionadas entre sí que subyacen a lamacroproposición deducida. Comprender y conocer son acciones com-plementarias y sucesivas. El proceso de comprensión se completa conel proceso de conocimiento, siempre abierto a una retroalimentaciónreflexiva y enriquecedora.

Ir desde el comprender al conocer es efectuar un trayecto que su-pone la traslación de la esencia a la trascendencia. Y, por más que lacircularidad esté justificada de forma virtuosa, el trayecto natural es uni-

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direccional, consecutivo y teleológico, lo que justifica en todo caso lacoherencia dispositiva de los bloques textuales.

La intención es comprender La intención es conocer (Epílogo)Prólogo747 reflexiones de unas veinte palabras(o menos) con la intención de compren-der la realidad

Prólogo al EpílogoNueve reflexiones de unas mil palabras(o menos) con la intención de conocer larealidad

1. La verdad: lo posible y lo probable(Una gallina nacida de un huevo puestopor ella misma)

1. Busco una piedra(La verdad: lo posible y lo probable)

2. El gozo: lo bello y lo inteligible(La noche, el eclipse más frecuente)

2. La duda(El gozo: lo bello y lo inteligible)

3. La simetría: leyes y principios(Dios juega con los dados cargados)

3. Hacia la gran ciencia por insatisfac-ción estética(La simetría: leyes y principios)

4. El cambio: selección y evolución(Se muere siempre sorprendentemente)

4. El Myotragus, la cabra que mira defrente(El cambio: selección y evolución)

5. La palabra: ideas y preguntas(Del qué al porqué por encima delcómo)

5. Por tierra, mar y aire(La palabra: ideas y preguntas)

6. El número: lo estimable y lo numera-ble(Diez elevado a diez elevado a nueve)

6. Números de buena familia(El número: lo estimable y lo numera-ble)

7. Lo humano: construcciones y fronte-ras(Si faltan los dientes, se mastica con lasencías)

7. Vuelo IB 6310, asiento 17C(Lo humano: construcciones y fronte-ras)

8. El museo: objetos y fenómenos(Pieza de cerámica con espiral dibujada)

8. Las paredes ya hablan(El museo: objetos y fenómenos)

9. Lo singular: innovación y extinción(Los violines de Cremona)

9. Aproximación a una copa de vinotinto(Lo singular: innovación y extinción)

Figura 1: Disposición de los bloques textuales

La estructura general del primer bloque, correspondiente a la pri-mera parte del libro, sorprende por sus encabezamientos, libres de cu-alquier tipo de acción verbal. Cada apartado se inicia con un sustantivoo elemento sustantivado acompañado por un determinante: la verdad,el gozo, la simetría, el cambio, la palabra, el número, lo humano, el

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museo y lo singular. Son expresiones que disfrutan de un alto gradode aplicación y por tanto también de ambigüedad. Son términos untanto difusos que hacen referencia a “calidad de”, “cualidad de”, “es-tado de”, “sensación de” y “proceso”; sólo hay un término que indicaespacio y localización de tipo indeterminado y colectivo, y una expre-sión combinatoria muy flexible que va más allá de la unidad lingüísticay de la consideración jerárquica: la palabra. Las propuestas de iniciocapitular, que deben funcionar en principio como marcos de integraciónglobal de sus respectivos textos, resultan en sí mismas poco orientado-ras. Además, las relaciones léxico-semánticas que pueden establecerseentre esos lexemas-sememas resultan bastante improbables y poco ha-bituales. Hasta aquí, se ofrece un panorama un tanto aleatorio, quizáfruto de una determinada contingencia intelectual y, a simple vista, contonos más poéticos que científicos.

Verdad, simetría, cambio, número, humano y singular son a la vezexpresiones muy connotativas, tanto en el ámbito general del lexicóno en el del campo concreto científico, si bien pueden ser múltiples lossubcampos de su aplicación: la física, la matemática, la biología, laantropología, la filosofía, etc. No menos importante resulta gozo, tér-mino que evoca ese sentimiento de complacencia, bien en la posesión,bien en el recuerdo, bien en la esperanza de cosas apetecibles y desea-bles, como la belleza para el artista o el conocimiento para el científico.El término museo, construcción y frontera de lo humano, ya sea en suacepción de institución o de edificio, también relaciona en primer lugarel mundo del arte con el de la ciencia, y, en segunda instancia, hacereferencia a cualquier ámbito cultural coleccionable, público o privado,pero con indudable trascendencia social y pública. Así los términos,pese a su aparente circunstancialidad, nos remiten sin embargo a unaárea muy amplia de aplicación, coherentes con una posible y posteriorgeneralización.

Desde una perspectiva sintáctica, renunciando a la acción oracional,pero necesitadas de una articulación frástica, las expresiones sustanti-vas se abren todas ellas a través de los dos puntos. En el capítulo 1,la verdad, esa adecuación de la realidad con lo que se dice, se siente opiensa de ella, y ese hecho de existir algo realmente, al margen del yopensante, pasa de ser un concepto cerrado y único a un concepto capazde engloblar a otros dos conceptos: lo posible y lo probable. La verdad

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conlleva un proceso continuo de descubrimiento, un proceso con pul-sión hacia un futuro impreciso y actualizado hasta los mismos límitesde lo inimaginable. El subtítulo de este capítulo pasa de la enunciacióntriádica del título a la sugerencia de una oración con proposiciones se-miesbozadas o virtuales: Una gallina nacida de un huevo puesto porella misma. La reformulación oracional de la frase estaría en: “[SER>/es/era/fue/será] una gallina (construcción de participio absoluto confunción endotáctica=) que nace/nació/nacerá de un huevo (construc-ción de participio absoluto con función endotáctica=) que ella mismapone/puso/pondrá”. La apreciación paradójica de una primera lecturapronto deja de ser funcional para convertirse en una auténtica imposibi-lidad lógica, y es precisamente en la no ocurrencia de imposibilidadesen donde radica la posibilidad, realidad y aceptabilidad siempre provisi-onal de la ciencia. Con todo, el paréntesis del subtítulo y los caracteresmás pequeños avisan de una cierta expansión ejemplificadora cuyo sen-tido definitivo habrá de alcanzarse durante y al cierre de la lectura delcapítulo que, de forma más directa, descubrirá las parejas interesadas:“verdad y mentira”, “posible e imposible”, “probable e improbable”,“imaginable e inimaginable”.

En el capitulo 2, la primera parte del enunciado hace referencia algozo. La impresión inmediata de este término conduce etimológica-mente a un sentimiento de alegría o de placer intenso, y con un cruceimpresionista, inmediato y poco riguroso de unidades culturales here-dadas, se puede llegar a tener sensaciones placenteras dotadas, cuandono cargadas, de sentimientos de paz, plenitud, satisfacción y hasta deéxtasis o arrobo. La necesidad de expansión lleva al término a escin-dirse, tras los dos puntos de rigor, en dos nuevos conceptos: lo bello ylo inteligible. “El gozo de lo bello, el gozo de lo inteligible” sería unaadecuada reformulación macroproposicional. Porque es así que en elgozo hay intensidad y participación, actividad y sensación consciente,y esta sensación tiene algo que ver con la producción o con el descu-brimiento de un cierto orden dentro del desorden. Y, claro está que esedescubrimiento está ligado a la constatación de iteraciones espaciales(armonía) y temporales (ritmo), lo que conduce a su vez a un disfrutenatural provocado por esta serie de incidencias, reiteraciones o renova-ciones naturales o culturales: La selección natural favoreció el gozo por

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el ritmo y la armonía, lo que supuso una preselección para anticipar laincertidumbre [Af. 81].

Lo bello y lo inteligible, dos neutros, dos estados, dos sensaciones,dos cualidades, que se caracterizan por el orden entre las partes de untodo, con una repetición interna (la propia del contenido: la inteligi-bilidad, la comprensión), y el orden entre los diferentes todos, con unarepetición externa (la propia de la forma: la belleza, el arte). La inteligi-bilidad o comprensibilidad de las cosas es aprehensión de armonía y deritmo, es puerta abierta a la reducción y al conocimiento. Por ello, la ci-encia está muy próxima a la inteligibilidad aunque ésta no sea suficientepara ella, y la belleza está muy ligada al arte, aunque éste no la necesitepara ser tal. El gozo intelectual ocurre en el mismo instante en el quese anticipa una belleza o una inteligibilidad [Af. 112]. El subtítulode este capítulo es una frase sin acción verbal que implica un supuestoy ecuativo verbo ser (“es”): La noche, el eclipse más frecuente. Laidentificación comparativa e iterativa (matemática y astronómica) pasade la observación cotidiana a ponerse al servicio de la ciencia. Hay unoscurecimiento rítmico diario “de aquí” y hay otros oscurecimientos rít-micos no diarios “de allí” y “de allá”: Existe el eclipse total de Sol, eleclipse total de Luna y el eclipse total de Tierra, o sea: la noche [Af.83]. Pero, desde la ribera del receptor no especializado, la frase ac-túa con una función poética no disimulada y predominante. De algunamanera, las analogías implícitas que se establecen entre la actuaciónlingüística y las ciencias exactas son “metáforas normalizadas”, ficcio-nes analógicas que no contienen la autoridad de la experiencia real.

“No obstante, incluso la metáfora ilícita, el término prestadoaunque incomprendido, puede ser parte esencial de un procesode reunificación. Es muy probable que las ciencias provean unaparte creciente de nuestras mitologías y de nuestras referenciasimaginativas. Las vulgarizaciones, las falsas analogías... puedenser parte necesaria de la “traducción” de la ciencia al lenguajecomún de la sensibilidad” (Steiner, 2006: 33).

Cuando el lenguaje falla en su intento de dar cuenta de las realidadescientíficas actuales, un título puede convertirse entonces en una misti-ficación más o menos irónica que no pretende significar sino adornar osugerir. Está claro que el concepto de adorno supera aquí el mero ade-rezo para entrar en el ámbito de la necesidad estética, esa exigencia que,

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por pura insatisfacción, movió a Einstein, tras asombrarse, admirarse ypreguntarse, a expulsar al observador del centro de la física.

Y es que, cuando el lenguaje de las ciencias exactas rompe las ata-duras del lenguaje verbal, éste sólo puede fortalecerse, defenderse yactualizarse a través de la búsqueda de su transposición semántica másrica, a través de una reconversión formal menos denotativa pero mássugerente, incrementando la potencia de su función poética. No cabeduda que el lenguaje natural no podrá nunca competir en igualdad decondiciones y con una misma finalidad de objetividad denotativa con ellenguaje científico actual, que en su escala física y matemática, se per-sonaliza con un grado de autorreferencia muy intenso, lo que le lleva aimpedir cualquier tipo de traducción fiel.

Muy ligado al capítulo anterior está el capítulo 3, un capítulo quese ocupa de la simetría, otorgándole a ésta categoría de encabezami-ento. La intensión de este vocablo hace referencia a la proporción ydistribución de las partes de un conjunto respecto al todo, así como a lacontraposición de partes similares en torno a un eje o plano. En ciencia,es precisamente la realidad simétrica la que permite objetos y sujetos deconocimiento. La deducción de leyes naturales y fundamentales da cu-enta siempre de una situación de cambio, al mismo tiempo que la propialey no cambia. La aplicación de una misma ley en momentos y tiemposdistintos sin sufrir variación la revelará sin ningún género de duda comouna ley simétrica.

El problema que puede surgir sobre si la simetría es propiedad oprincipio, y en este último caso si es una ley experimental, un postu-lado, una regla de inducción o un imperativo estético, queda superadoen la realidad por la validez de su aplicación circunstancial y múltiple,y, en todo caso, es en el ámbito de la física (en el que desde el “principiode Curie”, que reza que la simetría del efecto no puede ser menor quela de la causa, imponiendo restricciones sobre posibles leyes, a los estu-dios geométricos de Einstein, que favorecen establecimientos de princi-pios de física mediante argumentos de simetría y leyes de conservación)donde más y mejor se va a sentar el principio de que la posibilidad dehacer ciencia está basada en un principio de simetría,

“ya que la posibilidad de establecer leyes dinámicas está re-lacionada con la irrelevancia del lugar donde se realice el experi-mento y del momento en que tenga lugar, es decir, admitimos im-

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plícitamente una simetría bajo traslaciones espacio-temporales,por lo que como E. P. Wigner señala, esta simetría debe consi-derarse como la primera ley de invariancia en física” (Cariñena,2001: 22).

La aplicación de principios de simetría se hace patente en la bús-queda de leyes dinámicas, como principio de exploración o inducción,como postura descriptiva (para referenciar propiedades, estructuras, pro-cesos y leyes) y como conjunto de técnicas matemáticas que puedensimplificar cálculos específicos. Ni que decir tiene que la enumeraciónenglobada, leyes y principios, es, por todo lo anteriormente expuesto,absolutamente coherente con el sentido justificativo del concepto sime-tría puesto al servicio del entendimiento de la ciencia.

El subtítulo de este capítulo, Dios juega con los dados cargados,está íntimamente relacionado con una célebre frase de Albert Einstein,“Dios no juega a los dados”, que incide en que la incertidumbre sólo esprovisional y que el determinismo está vigente pero oculto; al mismotiempo, recuerda la reflexión avanzada de John Bell, cuando apunta queDios está limitado por el principio de incertidumbre, y, por último, traea colación otra frase ingeniosa y contraria a la de Einstein, esta vez deStephen Hawking, “Dios juega a los dados y a veces los lanza dondeno podemos verlos” (“God sometimes throws dice where they can’t beseen”, Hawking, 2005). Que “Dios juegue a los dados” y que encima“juegue con los dados cargados” parece, desde un punto de vista esenci-almente comunicativo (coloquialmente comunicativo) algo sorpresivo,por lo menos tanto como lo fue en su día la opuesta y lacónica frasede Einstein. Dios existe como realidad argumentativa, Dios juega a losdados y éstos están cargados, por lo que Dios actúa como un tahúr yun ventajista. Con un mínimo de conocimiento enciclopédico que setenga sobre la línea investigadora de Einstein o de Hawking, se puedesobreentender un tratamiento metafórico del concepto “Dios” aplicadoa la ciencia, por lo que también en este caso debe serlo así. Wagensbergactualiza, de forma poética, la antonomasia-metafórico-referencial y seatreve a entrar de nuevo en el terreno evocativo y connotativo.

El capítulo 4 se centra en el cambio y, como en los anteriores y pos-teriores, adquiere también una forma ahorquillada que, con préstamo delas aplicaciones topológicas de René Thom a la semántica, podríamos

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denominar triformo (Pottier: 1992: 111-112). Así, un esquema visualválido para los nueve capítulos sería el siguiente:

Figura 2: Esquema trifórmico de los capítulos

El cambio se manifiesta como selección y como evolución. Seguirestando, seguir viviendo y seguir creando son cuestiones de superaciónen la mecánica de la selección fundamental, natural y cultural. Fun-ción, complejidad y fluctuación son los elementos fundamentales de laesencia del cambio, se aplique a lo que se aplique.

El subtítulo de este capítulo es Se muere siempre sorprendentementey es, quizá, de los nueve el más vago. En principio, la relación entre tí-tulo y subtítulo parece algo sibilina, y si bien el concepto muerte puedeperfectamente iluminar aspectos de cualquier tipo de cambio evolutivo,es el adverbio sorprendentemente el que produce un cierto incomodointerpretativo. El adjetivo sorprendente, del que procede el adverbio, essinónimo de desconcertante y hace referencia a un “asombro que pro-duce confusión y sorpresa en quien lo sufre”. La oración, por tanto,puede querer decir que la muerte produce sorpresa a quien le llega, otambién que la muerte produce sorpresa a quien es testigo de la misma,o que el hecho de morir es en sí mismo sorpresivo e inesperable. Enel interior del capítulo, descubrimos cinco aforismos relacionados conel proceso vital: Se nace siempre improbablemente [Af. 350], Se crecesiempre necesariamente [Af. 351], Se madura siempre relativamente[Af.352], Se envejece siempre humillantemente [Af. 353] y Se mueresiempre sorprendentemente [Af. 354]. Si esencializamos cada una delas impersonalidades a través de atribuciones, podemos reescribir: Esimprobable el nacimiento, Es necesario el crecimiento, Es relativa la

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maduración, Es humillante el envejecimiento, Es sorprendente la mu-erte. La muerte se incluye en la clase de lo sorprendente. Si la muertesorprende es porque la vida ilusiona, fascina y subyuga con todas sussoluciones a los problemas generados por la selección y la evolución.Permanencia y cambio: cambio para permanecer, persistir, proseguir,perpetuarse y perdurar. La muerte es una auténtica catástrofe, una anu-lación del objeto real. La muerte supone la ruptura de un proceso deesencia y existencia y sólo justifica el cambio extremo, el cambio delos cambios: el cambio absoluto y la reconversión energética a travésde la transformación. Y si la muerte se hace sorprendente no es tantopor la catástrofe cuanto por la desaparición de cualquier posibilidad deinterpretación científica desde su propio ámbito. Es una cuestión deperspectiva y de agonía cognitiva.

Esta aclaración subtitular no responde a una aclaración general nia una idea axial, no es más que un ejemplo extremo de un cambio ex-tremo, el cambio último, continuo y final de la evolución personal, dela especie y de las especies.

El triformo del capítulo 5 está dedicado a La palabra: ideas y pre-guntas. Los términos englobados resultan semánticamente asimétricosy el término englobador no parece estar relacionado directamente conellos en el sentido de inclusión, pertenencia, jerarquía o dependencia deprimer grado, salvo en aspectos colaterales o de secundaria relación sé-mica. Desde una perspectiva autorreferencial, la forma del aforismoestá sintácticamente restringida: el aforismo es oración sintética, esfrase y es palabra mínimamente expandida, por lo que la condensaciónde la idea o del pensamiento en una frase escueta es signo de bondady esencialidad. El qué del cómo es el lenguaje de la ciencia [Af. 409]y sólo las buenas preguntas justifican la validez de las respuestas cien-tíficas, dejando a un lado el porqué filosófico y entrando de lleno enel cómo. Algunos aforismos anónimos se hacen eco del sentido de lapregunta como instrumento de conocimiento; así, Make a stupid ques-tion and you will show your stupidity, y su correspondiente Don’t doit and you will keep your stupidity. No cabe duda que la mayor para-doja cognitiva del lenguaje es que “estamos encerrados por lo que nosabre y somos abiertos por lo que nos cierra” (Morin, 1992: 176). Lasideas son ideas y no se pueden identificar con la realidad, aunque tenganvida propia y se agazapen en el núcleo paradigmático del conocimiento

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humano. La noosfera de Chardin o tercer mundo de Popper tiene au-tonomía propia, al mismo tiempo que es fruto de la actividad humana(Popper, 1977: 159; Morin, 1992: 107-132).

Los números tienen su lugar en el capítulo 6, cuyo enunciado prin-cipal es El número: lo estimable y lo numerable. Se trata de una apro-ximación a la frecuencia y trascendencia numérica. Contar, repartir,comparar, medir, calcular, resolver son acciones que llevan a cabo dis-tintos tipos de números. Lo que puede ser numerado y lo que admitecualquier clase de estimación es constituyente numérico, incluso en laspotencialidades extremas y anecdóticas, como diez elevado a ochenta(el número total de partículas del universo), diez elevado a ciento veinte(el número de partidas de ajedrez diferentes) o Diez elevado a diez ele-vado a nueve, expresión que sirve de subtítulo a este capítulo, y quehace referencia al número de seres humanos distintos y posibles. Des-pués, sólo hay cabida al planteamiento de la reencarnación probable ode la eterna circularidad.

La denominación del capítulo 7, Lo humano: construcciones y fron-teras, implica una clara dependencia preposicional: “construcciones delo humano” y “fronteras de lo humano”. Cambio, complejidad, inte-racción, función, construcción, usos, sociabilización, intercambio, pro-greso y principios, son conceptos axiales ligados fundamentalmente alo humano y funcionalmente a su construcción (autoconstrucción: lohumano como proyecto) y a sus construcciones externas, sean éstasobjetuales o intelectuales. Las fronteras entre lo que se puede consi-derar proyecto no-iniciado-de-humano y proyecto-iniciado-de-humanosólo pueden ser determinadas científicamente en negativo: No es posi-ble saber dónde está la frontera nítida que separa un pedazo de materiahumana de un ser humano, pero sí es posible saber dónde no está [Af.651]; lo que no es obstáculo para que constate la realidad de otra fron-tera tan sobresaliente como la de la ética: Una frontera relevante para laética es la que separa un huevo recién fecundado de un ser humano [Af.645]. El enunciado subcapitular nos parece especialmente chocante: Sifaltan los dientes, se mastica con las encías. Y es que esta oración,aunque aislada en el conjunto de aforismos vecinos, sintoniza con otrospresupuestos relacionados con la selección, la evolución y, sobre todo,la adaptación funcional. A través de una selección fundamental se llegaen este caso a la esfericidad, al estado romo y consistente de lo que era

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en otro momento y por necesidad funcional ángulo penetrante o estruc-tura aserrada. La adaptabilidad, por tanto, no significa otra cosa quecapacidad de evolución y ésta, en el ser humano, es una facultad quele permite aspirar a una ampliación de sus fronteras físico-biológicas ypsíquicas.

Un atrevimiento enunciativo lo supone el elegir la palabra museocomo base del triformo en el capítulo 8: El museo: objetos y fenóme-nos; cuestión que lo desplaza en primera instancia de los demás tér-minos sustantivos englobadores. “Propiedad”, “adecuación”, “sentimi-ento”, “modo”, “acción”, “proceso”, “representación” y “cualidad”, soncaracterizaciones semánticas de los términos sustantivos englobadores,mientras que la expresión museo hace referencia a un concreto lingüís-tico que, a su vez, remite a una cosificación, a “un edificio o local dondese exponen, guardan, conservan y estudian objetos de interés cultural”.Un museo recoge, selecciona, clasifica y expone objetos, recoge, selec-ciona, clasifica y expone fenómenos, estudia y explica objetos, estudia yexplica fenómenos, fomentando en todo caso la reflexión, favoreciendola conversación, permitiendo la tertulia y dando cabida a la conferencia.Por contraste unas veces, y por analogía otras, el museo recoloca al serhumano, lo resitúa, proporcionándole un nuevo espacio de relación yperspectiva entre las cosas. El subtítulo de este capítulo reza: Pieza decerámica con espiral dibujada, frase que se corresponde con el final deun aforismo que dice: En la vitrina de un gran museo arqueológico sepuede ver un pedazo de cerámica con una espiral dibujada junto a unaetiqueta que aclara: pieza de cerámica con espiral dibujada [Af. 700].¿Tautológico? ¿Aclaración superflua o inútil? Al margen de la inten-ción o de la carencia de la misma puesta por los etiquetadores, el textode la etiqueta resulta efectivo y nada dudoso al hacer una referencia poridentidad; manifiesta una denotación que, por representación evidentey por experiencia, resulta crudamente obvia (representación lingüísticadel principio de identidad). “No hay en el orbe una Cosa que no seaotra, o contraria o ninguna” (Borges: 1976). Sin embargo, es la identi-dad del objeto consigo mismo lo que le acerca a la originalidad, y es através de la comparación intelectiva como se enriquece e interpreta esarealidad independiente e idéntica a sí misma. Identidad, comparación,comprensión. A fin de cuentas, el museo adquiere sentido en su laborde individuar, clasificar y comprimir. El conocimiento está servido.

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La singularidad es la cualidad de la unicidad. Lo único es “lo solo”y “sin otro de su especie”. Lo singular es único y lo único es extraordi-nario, algo ajeno a lo común, a lo usual, a lo normal, a lo acostumbrado.Lo único renueva, innova y se extingue con su frecuencia. El capítulonúmero 9 está dedicado a lo extraordinario y se denomina: Lo singular:innovación y extinción; el subtítulo: Los violines de Cremona. En lazona final del directorio de aforismos, el enunciado se mantiene en la lí-nea de los triformos científicos anteriores, mientras que el subenunciadoalcanza una mayor entidad metafórica, establecida por una analogía desingularidad que se aprecia tanto por su capacidad de innovación comopor su prematura extinción. Todos los aforismos de este capítulo serefieren a los violines en general y a unos violines en particular, a loextraordinario de su tratamiento musical, a lo inverosímil de su milagroinnovador y a la extinción de aquellos que han sido considerados losmás singulares. Sólo una comparación final ilumina la propia metáforacientífica, haciendo analogía en la analogía: Durante mi infancia exis-tían unos melocotones de agua cuya piel morada se retiraba entera conun simple pellizco, de sabor y aroma indescriptibles, que se comían di-rectamente del árbol y que, quizá, como los violines de Cremona, ya novuelvan [Af. 747]. Es inevitable recordar aquí el concepto de metáforazombie esgrimido por Lizcano (1999) en su artículo “La metáfora comoanalizador social”, metáfora fosilizada que rehúye el conocimiento yel desvelamiento de su origen ante la sospecha de pérdida de rigor ci-entífico. Se presenta el concepto como una auténtica “caja negra” cuyaconstitución interna debe olvidar el científico para poder trabajar con él.La unión de elementos distintos y aparentemente irrelevantes (Gordon,1992: 78) es una característica fundamental, reconocida por la sinéc-tica, de la capacidad del estado creativo, de la personalidad creativa,de la síntesis creativa, del proceso integrativo y de las ideas creativas através de la metaforización. Las analogías reales o fantásticas no sólotienen cabida en el proceso creativo de la comunicación ordinaria, sinoque también son necesarias en la metaforización científica, por más quese imponga la objetividad expresiva al rigor de lo comunicado. Lasconvenciones semióticas de una matemática superior están destinadas(¿condenadas?) a un sistema cerrado dentro de un espacio sectorial ex-tremo, mientras que las traducciones verbales posibilitan el acercami-

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ento de estos segmentos interpretativos de la realidad a la comunicacióncomún y sensitiva.

3 Núcleos, bifurcaciones y entramadoléxico-semántico

Al margen de la validez de los postulados, las leyes y las reglas de laciencia-ciencia, ciencia-fuerte o ciencia-dura, cuestión en la que aquíno entramos por cuestiones metodológicas, la función comunicativa dela misma, su traslación interpersonal o social, así como su proyecciónhistórica, ya sea a través de un soporte escriturario o de la simple tra-dición oral, es un ámbito de asentamiento, un área de confluencia de lacapacidad representativa del lenguaje y del método científico.

Tanto la referencialidad lingüística como la lógica científica persi-guen el conocimiento más aproximado de la realidad. Y si Heideggerya nos recordó que interpretar no es más que un existenciario, la ob-jetividad de la interpretación no es realmente otra cosa que “la ilusiónde que las observaciones pueden hacerse sin observador” (Watzlawicky Krieg: 1994:19). A partir de nuestra mente, y hoy por hoy, nuestrarealidad es real en el único sentido que podemos comprender: a travésde nuestra constatación por la simple experiencia (nivel local, primarioo elemental) o filtrada por el método científico (nivel global), esto es,por objetivación del mundo, por inteligibilidad del mundo y por dialéc-tica entre mente-mente y mente-mundo a través de la formulación deteorías.

Por otra parte, el hecho de que a través del lenguaje se formule-reformule la realidad no quiere decir que esa realidad sea de natura-leza eminentemente lingüística, sino que caben las particularidades quedevienen de las exigencias restringidas a circunstancias del entorno yque configuran “entidades teóricas fundamentales” (García-Carpintero,2002: 188 y ss.). Pero es con la lengua cómo se establece la comu-nicación y se intercambia la información pertinente a las reglas me-todológicas e interpretativas. “Usar el lenguaje no sólo es codificar ydescodificar, sino también hacer inferencias de varios tipos, gracias alas cuales podemos expresar e interpretar mucho más de lo que está enlas palabras” (Reyes, 1990: 53).

A estas alturas, podemos insistir en que no todos los triformos tienen

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la misma función, aunque su correspondencia y paralelismo es isomór-fica en lo que se refiere al concepto actuante de relación o conexión conlos elementos englobados del triformo.

La verdad y su relación con lo posibleLa verdad y su relación con lo probableEl gozo y su relación con lo belloEl gozo y su relación con lo inteligibleLa simetría y su relación con las leyesLa simetría y su relación con los principiosEl cambio y su relación con la selecciónEl cambio y su relación con la evoluciónLa palabra y su relación con las ideasLa palabra y su relación con las preguntasEl número y su relación con lo estimableEl número y su relación con lo numerableLo humano y su relación con sus construcciones (de lo humano)Lo humano y su relación con sus fronteras (de lo humano)El museo y su relación con los objetosEl museo y su relación con los fenómenosLo singular y su relación con la innovaciónLo singular y su relación con la extinción

Figura 3: Triformos y relaciones

Los núcleos de cada uno de los triformos son los pilares del mundocientífico de Wagensberg que, más allá o más acá de las exigencias me-todológicas de la biología, de las matemáticas, de la química o de lafísica, son desde una perspectiva semiótica los conceptos esenciales dereferencia. “Est “ego” qui dit “ego”” (Benveniste, 1966:260): el yode Wagensberg se proyecta primero en la elección de lo que le importa,de lo que le convence, de lo que le parece fundamental, tanto por loque su propio intelecto le revela como por el “efecto polifónico del dis-curso” (Ducrot, 1984), que, de alguna forma (de múltiples formas), sesuperpone como si de un complejo palimpsesto se tratara. Las refe-rencias textuales-científicas anteriores y las expresiones condensatoriasmás o menos estereotipadas y de fácil reconocimiento cultural (de ma-nera muy patente en los subtítulos de los aforismos) se aglutinan paradar consistencia al imaginario personal. No cabe duda que para “com-prender” hay que “relacionar”, y esa acción relacionante va más allá de

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la atomización de cada triformo, para, como en un juego de Lego, o enuna red hipertextual, multiplicarse y generar una nueva superestructurade significados y sentidos, lo cual se evidencia de forma desnuda en lasreflexiones expuestas en el interior de cada capítulo.

En el imaginario de Wagensberg, los conceptos se buscan los unosa los otros, unas veces sucediéndose, otras veces imbricándose mutua-mente, en algunos casos por combinaciones de opuestos o disyuntivascomplementarias y, en otros, como la continuidad más evidente y na-tural. Porque “conocer es reducir” [Af. 103], la reducción se dibujacomo un proceso necesario y sustancial para la comprensión de la rea-lidad. Y es por medio de las palabras que designan significados que elautor-científico-filósofo reduce lo comprensible al lenguaje de lo cono-cido; así, a través de los qués de la realidad, “ladrillos del lenguaje”, sepretende destilar lo común de la diversidad, para llegar a aprehender elcómo, y a imaginar, si acaso, el porqué.

Como si de títeres se tratara, las palabras juguetean y retozan mo-vidas por los hilos, a veces sistemáticos y a veces caprichosos del len-guaje. A fin de comprender mejor el universo lingüístico del universocientífico de Wagensberg, podemos ver los núcleos y las bifurcacionesque conforman el entramado léxico-semántico más representativo de supensamiento, y que se agrupan en torno a nueve grandes caracterizado-res de significación:

a) Procesos: “comprender” y “conocer”; “asombrar”, “admirar”,“preguntar” y “cambiar”; “estar” y “vivir”; “copiar”, “plagiar”, “clonar”y “crear”.

b) Estructuras: “armonía” y “ritmo”; “ley” y “principio”.c) Leyes: “teoría”; “obligación” y “prohibición”d) Sentimientos: “gozo” e “insatisfacción”.e) Modos: “lo posible”, “lo probable”, “lo improbable”, y “lo ima-

ginable”; “lo predecible” y “lo imprevisible”; “lo estimable” y “lo nu-merable”; “lo común” y “lo diverso”.

f) Acciones: “comprensión”, “conocimiento”, “pensamiento” y “re-flexión”, “observación”; “experiencia”; “existencia”; “selección”, “evo-lución” y “conservación”; “selección fundamental”, “selección natu-ral”, “selección cultural” y “selección colectiva”; “dependencia” y “so-metimiento”; “comparación”; “movimiento”.

g) Representaciones: “arte y ciencia”; “lo observado” y “la ilusión”;

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“espacio” y “tiempo”; “adjetivo” y “sustantivo”; “objeto” y “suceso”;“trayectoria” y “movimiento”; “palabra” y “concepto”; “Yo” y “Dios”;“construcción” y “frontera”; “objeto” y “fenómeno”; “arquitectura”;“estructura” y “forma”.

h) Cualidades y propiedades: “inteligibilidad”; “simétrico” y “asi-métrico”; “verdad” y “mentira”; “homogeneidad” y “uniformidad”; “sim-plicidad” y “fractal”; “estabilidad” y “adaptabilidad”; “identidad”.

i) Estado: “belleza” y “trascendencia”; “intuición” e “incertidum-bre”;

Estas caracterizaciones semánticas no son únicas ni excluyentes,pero contagian y a la vez se contagian de las demás. Así, se entremez-clan representaciones, acciones y cualidades (“lo observado” y “la ilu-sión”, “observación”, “objetividad”), leyes y acciones (“teoría” y “expe-riencia”), acciones y cualidades (“comparación” e “identidad”), estadosy representaciones (“belleza” y “trascendencia”, “inteligibilidad”), es-tructuras y representaciones (la “armonía” en el “espacio” y el “ritmo”en el “tiempo”), cualidades y representaciones (la “homogeneidad” enel “espacio” y la “uniformidad” en el “tiempo”), representaciones en-tre sí (“objeto” creador de “espacio” y “suceso” creador de “tiempo”), oestructuras y leyes (“principio” como “prohibición” y “ley” como “obli-gación”), tornándose cada vez más complejas las relaciones.

En el caso de las captaciones o aprehensiones y de las diferencia-ciones, las bifurcaciones se establecen en torno a conceptos nucleares,como sucede con el concepto “comprender” que bifurca estructuras ar-mónicas y rítmicas (captación) y bifurca estructuras esenciales y ma-tizadoras (diferenciación), abriéndose a partir de aquí a otras muchasposibilidades de correspondencia, analogía y dependencia,.

El segundo bloque textual de la obra, La intención es conocer, nodifiere mucho del primero, si tenemos en cuenta que ambos aspiran a lareflexión y comparten una misma visión del imaginario científico, consus apegos y desavenencias, filiaciones y adopciones, connivencias ydivergencias. Su disposición estructural es, sin embargo, bien distinta,pues la idea compacta, empaquetada o en conserva se disocia para darforma a textos de más peso, menos universales aunque de mayor tras-cendencia. Con ello, cada una de las nueve familias de aforismos deuna frase se corresponde directamente con su texto homólogo e, indi-rectamente, con todos los demás.

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4 Del qué (el lenguaje) al porqué (la filosofía) delcómo (la ciencia) y consideraciones finales

Si para la ciencia es importante la visión de un imaginario con valor detrascendencia y universalidad, también es importante para la lingüísticala determinación estructural de ese imaginario científico, poniendo aldescubierto sus entramados léxicos, sintácticos, semánticos y pragmá-ticos; y todo ello de forma conjunta, sin atomizaciones inútiles, sinocomo una auténtica red de Indra que permita su captación global y otor-gue sentido al todo diseñado. El conocimiento adecuado y extensivo delqué comunicado podrá iluminar el cómo se ha configurado para llegar,más tarde, al porqué de esa construcción.

Y, es el qué precisamente lo que hace especial esa “reconstrucción”de la realidad, desde su convergencia más interna, la estructura, hastasu convergencia más externa, la forma. La idea queda formulada en unaexpresión mínima, la oración, que no es en sí ni verdadera ni falsa, adiferencia de las declaraciones (Levinson, 1983), manifestaciones de laintención, de lo que se duda o ignora. De ahí que la veracidad o falsedadde los aforismos científicos pueda residir en aspectos contextuales tansimples como los determinados por una cultura concreta, un espacio yun tiempo concretos, muy a pesar del apriorismo universalista.

Oracionalmente, los textos científicos privilegian las relaciones cau-sales, consecutivas y condicionales, pero los aforismos científicos quenos ocupan, por la propia exigencia sintáctico-semántica de los pro-cesos y de la opción metodológica,se traducen en un gran número deoraciones simples enunciativas con una serie de construcciones genera-lizadas con “ser” de identidad y de atribución. Por otra parte y de formainmediata, en una escala ideal y moderada de 150, las construccionesfinales, las construcciones paratácticas adversativas, las endotácticas,las causales, las diatácticas condicionales y las paratácticas concesivas(Ramón Trives, 1982: 29), se suceden en una proporción de 43, 40,31, 15, 11 y 10 respectivamente.Todo el texto está plagado de estra-tegias sintáctico-semánticas, en las que la estructura modal del cómodeja paso a las estructuras de identidad, a la prospectiva motivante definalidad y a la antimotivante de adversidad, y es precisamente su na-turaleza pragmático-cognitiva lo que hace interpretable su significadocontextual. Así, las sutilezas poéticas (ejs.: Afs. 19, 33, 38...), las hu-

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morísticas (ejs.: Afs. 653, 656, 657, 658, 670, 683, 707...), las irónicas(ejs.: Afs. 115, 116, 355, 356, 358, 626...) y las de ingenio (ejs.: Afs.185, 238...), se llevan a cabo para proporcionar una cierta comodidad almensaje, para dulcificar el discurso científico que, en el imaginario so-cial de Occidente, tiene un carácter esotérico, rígido y extremadamenteserio, distanciándose de esta manera de los textos científicos más purosy entrando en el espacio divulgativo de Isaac Asimov, Carl Sagan, AllanPaulos, Martin Gardner o del mismo Stephen Hawking.

Al pasar de la oración a la esfera supraoracional del discurso, enuna primera instancia, la intertextualidad determina una cierta circu-laridad entre cuatro obras del autor especialmente relacionadas: Ideassobre la complejidad del mundo (1984), Si la naturaleza es las respu-esta, ¿cuál era la pregunta? (2002), La rebelión de las formas (2004)y A más cómo, menos por qué (2006). En una segunda instancia, lapolifonía textual determina la textura del hojaldrado semántico, dandocabida a suposiciones, aceptaciones, complicidades, evocaciones, con-notaciones, usos irónicos y usos literaturizados.

Si aceptamos que “el hombre es un símbolo” (Peirce, 1982), y unsímbolo no es otra cosa que un acoplamiento de dos constituyentes queadquieren identidad y una nueva autonomía semántica al presentarseperfectamente ensamblados, las reflexiones reunidas, las más íntimas ycomplejas, inscritas en el mundo, sobre el mundo y escindidas al mismotiempo del mundo, generan la semiosis ilimitada de la cadena polisé-mica. Así sucede también en la exposición científica, siempre que éstase revele a través de una lengua natural y por más que ésta se ajuste aun aséptico rigor, ya que la inteligibilidad de las acciones se hace pa-tente en virtud de la relación con otras con las que estamos o estuvimosimplicados (McNamee, 1997).

Qué duda cabe que la reflexión científica se ve beneficiada por laconnotación y la referencia: La piedra que rechazaron los albañileses ahora la piedra angular. Y si, parafraseando a Aristóteles, la poe-sía hace más referencia a lo general, la construcción connotativa no esajena a la presentación de verdades universales, aunque sea en los cam-pos selectivos de los imaginarios. A nadie extraña hoy que los aspectosartísticos, poéticos o literarios de un texto no funcionen como una meraactividad lúdico-formal, sino que funcionan como una auténtica repre-

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sentación del mundo que adquiere relieve trascendental (García Berrio,1994: 483).

Y es en esencia la visión poética y estética de la realidad lo quepermite penetrar en su comprensión y conocimiento más hondo. Steiner(2006: 50), comentando a J. Robert Oppenheimer, dice de éste que:

“ha observado que la ruptura de las comunicaciones dentrode las ciencias es tan grave como la que hay entre las ciencias ylas humanidades. El físico y el matemático avanzan por caminosde mutua incomprensión (...) Nuestra consciencia de la compli-cación de la realidad es tal que esas unificaciones o síntesis delentendimiento que hicieron posible un lenguaje común han per-dido su eficacia. O funcionan solamente al nivel rudimentariode la necesidad cotidiana. Oppenheimer va más allá: señala queel intento mismo de tender puentes entre los códigos es falaz.Es inútil tratar de explicarle al profano los conceptos de la reali-dad matemática o de la física moderna. Es imposible hacerlo demanera honrada, sincera. Hacerlo por medio de metáforas apro-ximativas es diseminar la falsedad y propiciar un entendimientoilusorio”.

Esta opinión respecto a la ciencia, que resulta tremendamente real“sombría e inobjetable” para Steiner, parece diluirse, sin embargo, cu-ando se retoma el tratamiento poético del concepto; cuando, ante laconciencia de un repertorio restringido y especializado por ansias de ob-jetividad, el científico niega la mayor y con una cierta humildad retomala palabra original. Sin reparos, se recupera aquel “román paladino” deBerceo con el que cada cual hablaba a su vecino. Y, aunque la “ver-dad desnuda” sea algo que pueda escapársele a la palabra, es la palabracon toda su capacidad simbólica inmersa en el “espesor imaginario deltexto” (García Berrio, 1994: 482), por muy pequeña o superficial quesea la inmersión y por poco que sea el espesor, la que puede reconciliarla tradición humanística con las ciencias y con la efectividad comunica-tiva.

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