LA CRIMINALIDAD LEGAL PUEBLO PROCESOS CSTADC · 2009. 2. 9. · ROUTE, hebdomadaire

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ROUTE, hebdomadaire <U La ($.3.&.£. en (Quince Année VII Prix 1 2 francs 15 JULIO 1951 303 Rédaction et Administration 4, rae Bel/ort, 4 TOULOUSE (Haute-Garonne) §iia¿ a G'ahL» TtenaiQeA C.C- POStal N 132S-79 TOUlOUSe (Hte-Gne) & V óz¡Qcunj¡9> da \a ^a na recanazca iuáta ni bue- na un eátada de Saciedad dande /jai/ una claáe que na trabaja, dande ezÚÁten Áereá Rumanas a^ue, áin haber adquirida el dete- cta ai deácanáa can ei trabaja precedente, éan diépenéadaé de participar en La tabar que in- cumbe a la eápecie Rumana. J. STUART MILL LA CRIMINALIDAD LEGAL PROCESOS E N los países satélites de la U.R-S.S. los procesos políticos se suceden a una cadencia vertiginosa. No pasa semana sin que la Prensa del mundo entero dé cuenta, de una forma o de otra, de la celebración de un proceso monstruo. Y no pasa día sin que la Iglesia certifique sus ya pronunciadas excomu- niones contra los responsables de una parte—sólo de una par- te—del «torquemadismo» moderno. En otras ocasiones ya he- mos dado nuestra opinión al respecto. Ya hemos dicho que los |;rocedimientos criminales del Estado bolchevique evidencian la verdadera función de la magistratura, siempre dependiente del Estado. Y tampoco hemos omitido la expresión de nuestro re- pudio y de nuestra condena para quienes tienen su mejor sím- bolo en esas tétricas salas en donde ocupan el banquillo de los acusados un presunto delincuente y l a mesa del tribunal unos cuantos delincuentes seguros. Actualmente, en Fraga, se está celebrando el proceso de un periodista, William Oatis, acusado por los bolcheviques de es- pionaje. Naturalmente, ese proceso ha levantado una ola de protestas contra los tribunales bolcheviques, y a esa reacción, acaso involuntariamente humana, no tenemos inconveniente en sumarnos, puesto que implica—aunque entre quienes protestan exista un porcentaje elevado que no lo sepa—una condena for- mal de la estructura y de la actuación de uno de, los más fir- mes puntales de la actual Sociedad. Entre las características más terribles de los procesos que en los países bolchevizados se realizan sobresale la pasividad de los acusados, que demuestran excepcional empeño en hacer- se condenar, llevando su actitud hasta el extremo—como ha ocurrido en ciertos casos—de pedir la máxima pena para si mismos. ¿Es esto sorprendente? Quizás lo sea para ciertos ca- balleros de entre los que integran la casta de los mandones, pero no así para los que ya tuvieron forzados «tratos» con los procedimientos del totalitarismo oficial u oficioso. La «desintegración de la personalidad» e s u n a ciencia poli- ciaca, de la que fueron notables maestros los esbirros de Hitler, hasta el extremo de dejar numerosos alumnos incluso en cam- po adverso. Por las razones expuestas—y por otras muchas que no es necesario exponer—, consideramos que William Oatis, piense como quiera o como pueda, es una victima de la brutalidad del autoritarismo, y, en consecuencia, deseamos su libertad tanto como el que más y acaso más que el que más. Pero- Si, hay un «pero»; es necesario que exista, es imprescindi- ble que lo proclamemos, puesto que en España siguen dictán- dose condenas a muerte y a perpetuidad en virtud de la misma «razón» que orienta al bolchevismo: la hegemonía del Estado. Y contra esos procedimientos, contra esa criminalidad legali- zada por la cobardía de los pueblos y l a complicidad de los Es'/idos apenas si nadie esboza un gesto de protesta. ¿Existe alguna razón para establecer distinciones de !a na- turaleza señalada? ¿Lo que es crimen en la U.R.S.S. no lo es en España? ¿El totalitarismo engendrado por Hitler no impli- ca la misma responsabilidad para los hombres que el sostenido por Stalin? La mejor actitud ante nuestras preguntas es dar, a guisa de respuesta, un silencio absoluto. O por lo menos tal piensan los plumíferos, los hombres de leyes, los jefes de gobierno, etc., etc., que ahora claman contra los procedimientos totalitarios de Stalin... sólo contra los de Stalin. Próximamente se celebrará en España un proceso contra hombres de la Resistencia, en el que se pedirán diez penas de muerte. ¿Delito? Haber atacado al régimen. Y nosotros nos preguntamos: «¿Cuántas voces se elevarán para impedir que la furia desencadenada del fascismo cometa esos nuevos críme- nes? ¿Existirá en esta ocasión un sentido humano más elevado que en miles de ocasiones anteriores? Nada nos permite decir que sí. El Papa no dictará ninguna excomunión. La Prensa mundial acaso diga «algo» en ocho o diez lineas. Los hombres de leyes alegarán ignorancia. Y sólo un puñado de trabajadores, de hombres de ideas y il<- corazón, y algunos intelectuales de reconocida valia moral —¡cuánto más importante que la intelectual!—, tratarán de despertar ecos de justicia en la conciencia humana- ¿Lograremos algo? ¿Salvaremos la vida de esos hombres a quienes el fascismo quiere asesinar? Lo ignoramos, y lo igno- ramos porque sabemos cuánta inconsecuencia existe en quienes tratan de salvar a William Oatis, y porque al fascismo lo tra- tan hoy con guante blanco quienes ayer lanzaron a los campos de batalla a millones de hombres para que, en medio de una horrible vorágine de fuego, defendieran sus intereses tratando de desterrar de la Tierra la esfinge brutal del totalitarismo hitleriano. y la muerte térmica del Universo D OS han sido las ideas que más han rabie al funcionamiento de una máqui- cambios sensibles positivo, y así, en su intrigado al hombre desde la an- na, este mecanismo no podría ser una conjunto, va aumentando constante- tigiiedad hasta nuestros días. Dos máquina galileana, del tipo de un reloj mente, ideas que han seducido al espíritu hu- a péndulo, cuyo único hontanar de Entonces, si el principio, el de con- ii) rao de un modo irresistible, por la fuerzas es la energía mecánica. Pues, servaeión, nos expresa una igualdad de profundidad de su significado y por !.i siendo I i mayor parte de la materia loa valores de la energía en estado ini- belleza conque se las ha expresado, sin cósmica, concentrada en las estrellas cial y final, el segundo, por el contra- que ninguna de ellas haya aún logrado y nebulosas gaseosas, una masa incan- r i 0 . establece una desigualdad; pues triunfar definitivamente sobre la otra. deséente a alta temperatura, si el Uni- afirma que en el estado final una cierta Por una parte, la antigua idea greco vers o es una máquina, deberá ser una magnitud, la entropía, es mayor que francesa de un mundo que evoluciona máquina térmica, una máquina de fue- en el estado inicial y que, por consi- en períodos iguales ilimitadamente en 8 a - r>o r 1° <l ue > s i » a v un a ' e v general guíente, de dos transformaciones inver- el tiempo, es decir, la ideas del eterno de lil s máquinas a vapor, ella deberá sas , que nos puedan conducir de un retorno, y, por otra parte, la idea sur- - Sl ' r también la ley suprema del Uni- estado al otro, sólo es posible aquella gida en Inglaterra al calor del descu- verso. q ue corresponde al aumento de entro- brimiento de la máquina de vapor, Tea- Fué el joven técnico francés Sadi pía. Esta desigualdad al asignar a cada lizado por Newcome y Watt, que llevó Camot quien, buscando las condiciones proceso sensible, a cada devenir natu- a lord Kelvin a la conclusión del Uni- de rendimiento máximo de las máqui- ral, una única e irreversible dirección, verso no-cíclico, del Cosmos marchan- ñas térmicas, primero entrevio, aunque rompe la simetría entre el estado ¡ni- do ineluctablemente hacia la muerte, cial y final, imponiendo al transcurrir hacia el aniquilamiento final. fJctci&LG c^UfadCOlcí cf. de los fenómenos una prohibición tras- Para los partidarios de la primera, cendental, determinada por el aumen- esa idea no sólo satisface nuestra sed vagamente, el gran principio que diri- to ¿e j a entropia y por su exigencia del de conocimientos, de alcanzar la ver- í? e ?" , a Naturaleza los intercambios sent¡do irreversible de cada evolución, dad, sino que satisface también el an- energéticos hacia una dirección fatal. consistente en la imposibilidad de la helo más recóndito y sublime de núes- Mas Carnot no pudo lbrarse de ciertos vue ]ta a estados anteriores; es ella la tro ser: el anhelo de inmortalidad. Para prejuicios científicos de su tiempo, y e p roscr ¡ De ]a repetición de los ciclos ellos, la seductora idea de que todos- así. la falsa doctrina de que el calórico evol uti vos, cerrando el camino al eter- los fenómenos de la Naturaleza evolu- era un fluido newtoniano y por ende no re[0rn0 . cionan en ciclos, que las mismas com- indestructible, le escondió ¡a profunda p ero s ¡ e] se gUndo principio estable- binaciones han debido repetirse en el ley de todas las transformaciones ener- ce una desigualdad, ello no implica pasado muchas veces y deberán reite- géticas. Si Carnot hubiera concebido una contradicción con el primero, que rarse en el océano de los tiempos ve- que es el calor el que en su máquina estaD ] ece ] a equivalencia de todas las nideros, todavía en una serie infinita, se transforma en trabajo, le hubiera f orma s de la energía; ya que éste sólo es lo único que le puede dar sentido a fido fácil remontarse de este caso par- nQS expresa su invariabilidad cuantita- la existencia. Todos los estados que el ticular de la equivalencia de dos for- y esto es_ su permanencia y conser- Universo puede alcanzar los ha alean- mas de la energía, al principio de la vac ¡ on a través de todos los acontece- zado y volverá a repetirlos en el futuro conservación de la misma, y el acceso res naturales, mientras que aquél nos innúmeras veces: este inmenso pensa- se la habría abierto a esta otra ley expresa su variación cualitativa, es de- miento abarcando el conjunto del Cos- más oculta, que está coordenada, si no c]r> nos ¿& ¡( j ea ¿e i a variación de la mos. tanto lo enormemente pequeño co- superpuesta, al principio de la conser mo lo enormemente grande, los átomos vació», v que es la ley de la entropia. y las estrellas, las cosas inanimadas y l'ué ai lísico alemán Ciausius a quien los seres vivos, nos promete asi, a to- cupo la gloria de descubrir esta ley dos, el divino privilegio de la eterna trascendental, y fué Lord Kelvin quien j^" (jjsrnjnue¡ón de su capacidad de duración. primero reconoció su inmenso alcance transformación, mide el progreso en di- Una irresistible fuerza persuasiva de filosófico, que le llevó a la conclusión recc ¡ó n a un estado de equilibrio, de este modelo cosmológico, que nos llena de la muerte térmica del Universo. inmovilidad, de donde el sistema por de orgullo y de íntima satisfacción, y Evidentemente, en cada sistema aisla- s ¡ mlsmo n ' unca podrá salir, por tener que ha cautivado a los espíritus más do hay algo que, aun en las transfor- su ¡^g^Q degradada, eminentes. Quizá, entre ellos, sea Fede- maciones físico-químicas más profundas j ^ que disminuye en el sistema, con rico Nietzsche et que le "haya dado su que el sistema pueda sufrir, queda cada opera ción en la Natura, es la can- expresión tal vez más cristalina y poé- siempre constante. Este algo constante, ti( j a( j ¿e ener a utilizable. Por cierto, tica: esta invariante de transformación, que la cant idad total de la energía perma- «Esta vida, tal como la vives actual- permanece indefinidamente en el espa- nece a través de todas las evoluciones, mente, tal como la has vivido, es me- cio-tiempo, corresponde a lo que nos- idéntica; así lo quiere el principio de la nester que la vuelvas a vivir todavía, otros llamamos energía: un poderoso entr0 pj a Cuanto más grande es la trans- una vez e innumerables veces, y no vocablo, con un enorme contenido, con formación realizada por el sistema, me- habrá en ella de nuevo... Volverás a una inabarcable amplitud de significa- nor es i a posibilidad de su transforma- encontrar cada dolor y cada alegría, ca- do. Que es asible y bien definida en cion futura. El creciimento de la en- da amigo y cada enemigo, cada espe- cada caso particular, pero inasible y tropia marca, pues, el pasaje fatal de la ranza y cada error, cada brizna de hier- vaga en su inmensa generalidad. Sien- ener a de un estado donde es utili- ba y cada rayo de sol... Es precinso que do la característica común a todos sus zaD ] e a un estaox) donde dejará de ser. cada pensamiento y cada suspiro ven- aspectos, justamente la eterna perma- ] 0 y sera inutilizable no para el hom- gan de nuevo para tí, y todo esto en nencia, la conservación integral de su Drej eve ntual habitante de este planeta, la misma serie y en el mismo orden, y cantidad a través de los perpetuos cam- sjn ¿ para j a Naturaleza, que no podrá también esta araña y este claro de luna bios de sus múltiples formas. Mas si nunca más transformar, cambiar en tra- entre los árboles... La eterna clepsidra hay algo que queda constante, inva- j, a j 0 esta ener a muerta y degradada, del ser será volcada siempre de nuevo, riante, en medio de toda transforma- ^ en j a e s e n c ¡ a ] diferencia entre el y tú con el polvo del polvo.» ción energética de un sistema aislado, cator ]as demás formas de la energía Desde los griegos, con Pitágoras y hay también, en cada proceso real, en e j jj n j verS0; en donde radica el mis- Aristóteles, hasta los grandes mecani- otro algo que varía siempre en el mis- {erio determina la marcha de la cistas de los siglos XV1I-XVIII, con Ga- mo y único sentido; esta magnitud, des- evo ] uc ¡ó n en un sentido único, elimi- lileo, Newton y Laplace, esta idea ha cubierta por Ciausius, a la que dio el nanc j 0 de ] p i an de la Naturaleza el re- dominado el pensamiento de científicos nombre de «entropia», crece en cada torno ¿e \os estados anteriores. Puesto y filósofos, representando al Universo transformación fisicoquímica de la Na- en cada operac ion fisicoquímica se como una supermáquina, aunque de ex- turaleza; el cociente de su variación por pr0( ] uce siempre una cierta cantidad de trema complejidad en su construcción, el tiempo (ds/dt) quede en todos los pero sencilla en su principio básico, ;uya evolución era una cadena sin fin, calidad de la misma. La desigualdad de la variación de la calidad, que la entropia introduce en un sistema material, se manifiesta por &wxi\itrarawti wv: de ciclos iguales que se sucedían eter- namente en el acontecer de los evos cósmicos. Mientras la simple máquina galilea- na—transformadora de la energía me- cánica en trabajo—era la única máqui- na conocida, nada amenazó la seducto- ra imagen clásica del Universo a movi- mientos reversibles, el Cosmos a ciclos eternos. Pero, cuando surgió en Ingla- terra la nueva máquina, surgió también una nueva idea diametralmente opuesta a la del eterno retorno, que afirma que sí la evolución del Universo es coimpa- i los otros, los cínicos, los desprecia- i dores del hombre, los ineptos. ' ! Son los tiranos, los grandes ti- t i ranos, y los tiranuelos, servilesr DE MI CARNET BLANCO Y NEGRO La lección tras la elección i L hecho situadlo donde os plaz- ca; la fecha tampoco es del ca- so señalarla exactamente. Anunciábalo cierto periódico vesper- tina de lejana procedencia, dedicándole extensos comentarios. En un país del Nuevo Continente, Y ¿os extraña que el hombre Ubre y vísperas de... ¿De qué? ¿Del divino alumbramiento? No seamos impacien- tes. A juzgar por los festejos callejeros, con pomposos desfiles seguidos o pre- i-rdidos de junjarrias ruidosas; a fuzgar por las actitudes marciales de los líde- res en las tribunas dirigiéndose a sus peregrinas huestes, declamando con afectación, jactancia y prosopopeya, propagando con gestos ampulosos ín- clitas panaceas y elíxires famosos; es- tábamos en vísperas de algo trascen- dental. Es decir, de algo de mayores bríos y mejor rango que lo que pare- cían augurar estos regocijos bullangue- ros. Estábame» ante una disyuntiva in- soslayable; lutbía que escoger entre la riila 0 la mvuerte, entre vivir libres o morir esclavos. Ya veis si era de alcan- ce aquella elección. Tratábase, por de- Plácido BRAVO cirio de una vez, de las elecciones presidencúdes. Y no vamos a dilucidar si un presi- dente puede enorgullecerse de poseer tales poderes, ni siquiera a poner en duda la credulidad de aquel pueblo. Mas lo cierto es que hubo abstenciones, ciudadanos que no picaron en el burdo anzuelo. (Jue no fiáronse de los tutores celo- sos de las virtudes ciudadanas, que las más de tas veces suelen ser Bartolos agazapados con aires de benedictino. con el bajo fin de atropellar las virtu- des seculares de la inocente Rosina que es el pueblo. Y que aun sabiendo que el verbo elegir es el suma placer del hombre libre, sabían también que en el inmen- so bazar político, tal ídolo de baratija suele resultar carísimo. Derecho a escoger esta flor con pre- ferencia a aquélla, este camino antes que esotro, esta rubia con preferencia a esa morena, sí. Y sabían que la va- riedad de la naturaleza, de cuanto nos rodea, era demostración palpable, au- dible y visible de que el hombre, su predilecto hijo, había nacido para es- coger aunque ello implicara a menudo ser cogido; base de toda ciencia y cús- (Pasa a la página 2.) LOS BARBAROS! i L OS bárbaros siegan las vidas. ' ahogan las nacientes posibili- ) dades, destruyen las esperan-' zas y envenenan todas las fuentes i de la vida. Son los Que viven de ' pájaro ' atraviesa las re- , y siniestros, que les secundan, de t capataz arriba. ' J ¡Pero grande es el poder de la ( i vida! De sus antros, donde tam- J 1 bien anida l.i inocente paloma, t H surge la flor y trina el . furtivo. El sol ( jas y conduce un mensaje de ¡ eternidad. La vid.i no termina. , Si, sanguinarios canallas de to-£ das las latitudes, farsantes sinies 1 tros y malditos; la vida no ter- ' mina. Vosotros sejáis, para nu- , ¡ triros, pero no podréis agotar nunca esa savia perenne que ace- , 3 lera mi pulso con el amor y con ' el odio. Vosotros segáis en la pazE ¡ y en la guerra, succionáis la vi-1 i da, como pulpos, pero vuestras ¡ " masacres enormes, que os enlo- > i quecen de incontenida soberbia, , ¡ no bastan. Vosotros no podéis ir í más allá del crimen y de la ti-, 4 ranía. > ¿Por qué no acalláis la voz de , la libertad? Matáis al hombre, 4 pero no matáis su espíritu. Con- , vertís toda la tierra en una cár- cel, y dentro de la cárcel tenéis de nuevo a la vida. Os volvéis i i i locos de atar, pero no acabareis > con el espíritu del hombre. i calorías, y éstas nunca pueden conver- tirse integralmente, ni en trabajo me- cánico ni en otras formas de energía, es claro que la cantidad de calor va. con el transcurrir de los fenómenos, continuamente creciendo en la Natu- raleza. (Pasa a la página 2.) PUEBLO CSTADC S OLO cuando se persiguen con mi- ... P l i n O I C DAPIfFD rada atenta las múltiples rami- pUI KUUULr IIUI*I\CI\ fie-aciones de la significativa ^ - '~ m ~~~~^^~~~""""~""~~"^~~~ transformación social en Europe por Pueblos y grupos étnicas han exis- la aparición del Estado nacional, se tido mucho antes de que apareciese adquiere claridad sobre 1.*. verdadera el Estado; subsisten aún y se desarro- esencia de la nación. El viejo aserto Han sin intervención del Estado y no que el desarrollo del Estado nacional se hace más que perturbar su desa- procede de la conciencia nacional ere- i rollo natural cuando un poder exte- ciente de los pueblos, no es más que rior cualquiera se inmiscuye violen- una fantasía, que prestó buenos ser- tamente en su vida y constriñe ésta vicios a los representantes de la idea en formas determinadas que le han nacional del Estado, pero que no por sido esencialmente extrañas hasta eso eg menos falsa. La nación no es allí. Pero la nación no se puede ¡ma- la causa, sino el efecto del Estado, ginar sin el Estado; está soldada a él Es el Estado el que crea la nación, en todo y le debe a él simplemente no la nación al Estado. Desde este la existencia. Por eso la esencia de la punto de vista, entre pueblo y nación nación nos será siempre inaccesible existe la misma diferencia que en- al intentar separarla del Estado y tre sociedad y Estado. atribuirle una vida propia que no ha Toda ligazón social es un organis- tenido nunca, mo natural que se forma de abajo Un pueblo es siempre una comuni- arriba en base a las necesidades co- dad bastante restringida; pero una muñes y al mutuo acuerdo, para pro- nación es, por la general, toda una teger y percibir la conveniencia gene- serie de pueblos y de grupos étnicos ral. Hasta cuando las instituciones distintos, presionados por medios más sociales se petrifican paulatinamente o menos violentos en los cuadros de o cuando se vuelven rudimentarias, se une forma estatal común. En reali- puede reconocer claramente e>n l a dad, apenas hay en toda Europa un mayoría de los casos la finalidad de Estado que no se componga de una su origen. Pero toda organización es- cantidad de los grupos populares más tatal es un mecanismo artificioso, que diversos, en su origen separados en- se impone a los hombres por algu- tre sí par su procedencia y su idioma nos potentados y no persigue nunca y coaligados en una nación, violenta- otro objetivo que el de defender y mente, sólo por los interses dinásti- asegurar los intereses particulares de cos, económicos o políticos, minorías sociales privilegiadas. Incluso allí donde bajo la influen- l'n pueblo es el resultado natural cia de las ideologías democráticas han de las alianzas sociales, una con- sido sostenidas las aspiraciones de fluencia de seres humanos que se unidad nacional por grandes movi- produce por una cierta equivalencia mientos populares, como ocurrió en de las condiciones exteriores de vida, Italia y en Alemania, en el fondo por la comunidad del idioma y por de esas aspiraciones hubo siempre predisposiciones especiales en base a desde el comienzo un germen reacci3- los ambientes climáticos y geográfi- nario que podía conducir a ningún cos en que se desarrolla- De esa mi- buen resultado. La actuación revolu- nera nacen ciertos rasgos comunes cionaria de Mazzini y de sus partída- que viven en todo miembro de la aso- ríos en pro de la instauración del Es- ctación popular y constituyen un ele- tado unitario tuvo que redundar en mentó importante de su existencia so- obstáculo a la liberación social del cial. Ese parentesco interno no pue- pueblo, cuyos verdaderos objetivos de ser suscitado artificialmente, co- fueron velados por la ideología naeio- mo tampoco se le puede destruir de nal. Entre Mazzini, el hombre, y el un modo arbitrario, so pena de ex- que fué dictador de Italia hay todo tirpar violentamente a todos los un abismo, pero el desarrollo del miembros de un grupo popular. pensamiento nacionalista desde la Pero una nación no es más que la «teología política» de Mazzini hasta consecuencia artificiosa de las aspi- el Estado totalitario fascista de Mus- raciones políticas de dominio, como s" 1 ""' si S ue «» a ,ine¡ * recta, el nacionalismo no ha sido nunca Una ojeada a los novísimos Estados otra cosa que la religión política del nacionales que se crearon a conse- Estado moderno. La pertenencia a una cuencia de la guerra mundial, nos da nación no es determinada nunca por un magnífico ejemplo que no puede profundas causas naturales, como lo 8 « r fácilmente mal entendido. Las es la pertenencia al pueblo; tiene mismas nacionalidades que antes de siempre por cimiento las considera- •» guerra no podían sublevarse bas- ciones de la política y los motivos de tante contra la violencia de que eran la razón de Estado, tras los cuales es- víctimas por parte de opresores ex- tan siempre los intereses particulares tranjeros, son, cuando han conse- de las minorías privilegiadas en el seguido sus deseos, las más funestas Estado. Un grupito de diplomáticos, opresoras de las minorías nacionales que no son más que los emisarios co- de sus países y emplean contra ellas merciales de las castas y clases prl- 'os mismos métodos brutales de sub- vilegiadas en la organización estatal, yugación, moral y legal que habían decide a menudo arbitrariamente, so- combatido con razón, acremente, bre la pertenencia nacional de un de- cuando eran ellas aún las oprimidas, terminando grupo de hombrea, los Esto tendría que abrir los ojos hasta cuales han de someterse • sus man- a los más ciegos sobre el hecho que datos, porque no pueden hacer otra guido sus deseos, las más funestas cosa, y eso sin que se les haya pre- blos, en los cuadros del actual siste- guntado en forma alguna por su "a estatal, no es en modo alguno aprobación o su opinión- (Pasa a la página 2.) UNA INICIATIVA de los jóvenes libertarios de Toulouse El sábado día 30 de junio la P. L. de la P.I.J.L. de Toulouse, en cooperación con la Comisión de Cultura, procedió a la inaugu- ración de una sala de recreo en el local del Cours-Dillon. Más de trescientas personas acudieron al simpático acto, ma- nifestando su satisfacción por la feliz iniciativa de los jóvenes li- bertarios. La sala de recreo se compone de varios juegos (ping-pong, te- nis, volante, jokari, volley-ball, etcétera, y de una sala de café, en donde el juego de ajedrez y otros similares tienen gran aco- gida). Los jóvenes libertarios persi- guen, a través de su iniciativa, una labor proselitista, y piensan obtener la asidua concurrencia a la sala inaugurada de otros mu- chos jóvenes que hasta la fecha deambulaban por lugares llama- dos de recreo, pero que en reali- dad distan mucho de merecer tal nombre. Según la opinión generalizada, la sala de recreo responde a una necesidad, y puede considerarse como contraveneno moral, pues- to que el espíritu de competición queda soslayado por completo, dejando paso a sanos ejercicios que nuestra idiosincrasia no con- dena. Por otra parte, los jóvenes li- bertarios de Toulouse tienen el propósito de alternar la actividad recreativa con la cultural, y a tal efecto tienen proyectada una se- rie de charlas, conferencias, lec- turas comentadas y otras mani- festaciones netamente culturales Todas las noches, de nueve a doce, munciona la sala de recreo, y en los dias subsiguientes al 30 de junio hemos podido apreciar la presencia de no pocos compa- ñeros y de un número considera- ble de jóvenes que han acudido a nuestro local a alternar con nuestros jóvenes militantes. No cabe negar que la iniciati- va de los jóvenes libertarios re- presenta un ensayo difícil de con- ducir a buen término; pero tam- poco negaremos que hasta el mo- mento de redactar estas lineas todo se ha desarrollado de la for- ma prevista por la asamblea lo- cal de la F.I.J.L. en donde se to- mó la determinación que ha dado vida a la sala de recreo del Cours- Dillon. Nuestro deseo es que los jóve- nes libertarios de Toulouse ob- tengan el éxito que merece su diligencia y la localidad de sus propósitos. No añadiremos más, pero pro- metemos a nuestros lectores te- nerles al corriente del resultado del ensayo que la P. L. de Tou- louse ha puesto en práctica. J. P.

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Année V I I Prix 1 2 francs

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Rédact ion et Adminis t ra t ion 4, rae Bel/ort, 4 — TOULOUSE (Haute-Garonne)

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C . C - P O S t a l N 1 3 2 S - 7 9 T O U l O U S e (Hte-Gne)

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^a na recanazca iuáta ni bue­na un eátada de Saciedad dande /jai/ una claáe que na trabaja, dande ezÚÁten Áereá Rumanas a^ue, áin haber adquirida el dete­cta ai deácanáa can ei trabaja precedente, éan diépenéadaé de participar en La tabar que in­cumbe a la eápecie Rumana.

J. STUART MILL

LA CRIMINALIDAD LEGAL

PROCESOS E N los p a í s e s s a t é l i t e s d e l a U.R-S .S . los p r o c e s o s po l í t i cos se

s u c e d e n a u n a c a d e n c i a v e r t i g i n o s a . No p a s a s e m a n a s i n q u e l a P r e n s a de l m u n d o e n t e r o d é c u e n t a , d e u n a f o r m a

o d e o t r a , d e l a c e l e b r a c i ó n d e u n p r o c e s o m o n s t r u o . Y n o p a s a d í a s i n q u e l a I g l e s i a c e r t i f i q u e s u s y a p r o n u n c i a d a s e x c o m u ­n i o n e s c o n t r a los r e s p o n s a b l e s d e u n a p a r t e — s ó l o d e u n a p a r ­t e — d e l « t o r q u e m a d i s m o » m o d e r n o . E n o t r a s o c a s i o n e s y a he ­m o s d a d o n u e s t r a o p i n i ó n a l r e s p e c t o . Y a h e m o s d i c h o q u e los | ; r o c e d i m i e n t o s c r i m i n a l e s d e l E s t a d o b o l c h e v i q u e e v i d e n c i a n l a v e r d a d e r a f u n c i ó n d e l a m a g i s t r a t u r a , s i e m p r e d e p e n d i e n t e d e l E s t a d o . Y t a m p o c o h e m o s o m i t i d o l a e x p r e s i ó n d e n u e s t r o r e ­p u d i o y d e n u e s t r a c o n d e n a p a r a q u i e n e s t i e n e n su m e j o r s í m ­bolo en e s a s t é t r i c a s s a l a s en d o n d e o c u p a n el b a n q u i l l o d e los a c u s a d o s u n p r e s u n t o d e l i n c u e n t e y l a m e s a d e l t r i b u n a l u n o s c u a n t o s d e l i n c u e n t e s s e g u r o s .

A c t u a l m e n t e , e n F r a g a , s e e s t á c e l e b r a n d o el p r o c e s o d e u n p e r i o d i s t a , W i l l i a m O a t i s , a c u s a d o p o r los b o l c h e v i q u e s d e es­p i o n a j e . N a t u r a l m e n t e , e se p r o c e s o h a l e v a n t a d o u n a ola d e p r o t e s t a s c o n t r a los t r i b u n a l e s b o l c h e v i q u e s , y a e s a r e a c c i ó n , a c a s o i n v o l u n t a r i a m e n t e h u m a n a , n o t e n e m o s i n c o n v e n i e n t e e n s u m a r n o s , p u e s t o q u e i m p l i c a — a u n q u e e n t r e q u i e n e s p r o t e s t a n e x i s t a un p o r c e n t a j e e l e v a d o q u e n o lo s e p a — u n a c o n d e n a for­m a l d e l a e s t r u c t u r a y d e la a c t u a c i ó n d e u n o de, los m á s fir­m e s p u n t a l e s d e la a c t u a l S o c i e d a d .

E n t r e l a s c a r a c t e r í s t i c a s m á s t e r r i b l e s d e los p r o c e s o s q u e en los p a í s e s b o l c h e v i z a d o s se r e a l i z a n s o b r e s a l e l a p a s i v i d a d d e los a c u s a d o s , q u e d e m u e s t r a n e x c e p c i o n a l e m p e ñ o e n h a c e r ­se c o n d e n a r , l l e v a n d o su a c t i t u d h a s t a el e x t r e m o — c o m o h a o c u r r i d o e n c i e r t o s c a s o s — d e p e d i r l a m á x i m a p e n a p a r a si m i s m o s . ¿ E s e s t o s o r p r e n d e n t e ? Q u i z á s lo s e a p a r a c i e r t o s ca­b a l l e r o s d e e n t r e los q u e i n t e g r a n l a c a s t a d e los m a n d o n e s , p e r o n o as í p a r a los q u e y a t u v i e r o n f o r z a d o s « t r a t o s » c o n los p r o c e d i m i e n t o s de l t o t a l i t a r i s m o oficial u of icioso.

L a « d e s i n t e g r a c i ó n d e la p e r s o n a l i d a d » es u n a c i e n c i a po l i ­c i aca , d e la q u e f u e r o n n o t a b l e s m a e s t r o s los e s b i r r o s d e H i t l e r , h a s t a el e x t r e m o d e d e j a r n u m e r o s o s a l u m n o s i n c l u s o e n c a m ­po a d v e r s o .

P o r l a s r a z o n e s e x p u e s t a s — y p o r o t r a s m u c h a s q u e n o es n e c e s a r i o e x p o n e r — , c o n s i d e r a m o s q u e W i l l i a m O a t i s , p i e n s e c o m o q u i e r a o c o m o p u e d a , es u n a v i c t i m a d e la b r u t a l i d a d d e l a u t o r i t a r i s m o , y, e n c o n s e c u e n c i a , d e s e a m o s su l i b e r t a d t a n t o c o m o el q u e m á s y a c a s o m á s q u e el q u e m á s . P e r o -

Si, h a y u n « p e r o » ; es n e c e s a r i o q u e e x i s t a , es i m p r e s c i n d i ­ble q u e lo p r o c l a m e m o s , p u e s t o q u e e n E s p a ñ a s i g u e n d i c t á n ­d o s e c o n d e n a s a m u e r t e y a p e r p e t u i d a d e n v i r t u d d e l a m i s m a « r a z ó n » q u e o r i e n t a a l b o l c h e v i s m o : l a h e g e m o n í a d e l E s t a d o . Y c o n t r a e s o s p r o c e d i m i e n t o s , c o n t r a e s a c r i m i n a l i d a d l ega l i ­z a d a p o r l a c o b a r d í a d e los p u e b l o s y l a c o m p l i c i d a d d e los E s ' / i d o s a p e n a s si n a d i e e s b o z a u n g e s t o d e p r o t e s t a .

¿ E x i s t e a l g u n a r a z ó n p a r a e s t a b l e c e r d i s t i n c i o n e s d e !a n a ­t u r a l e z a s e ñ a l a d a ? ¿ L o q u e es c r i m e n e n l a U . R . S . S . n o lo es e n E s p a ñ a ? ¿El t o t a l i t a r i s m o e n g e n d r a d o p o r H i t l e r n o i m p l i ­c a l a m i s m a r e s p o n s a b i l i d a d p a r a los h o m b r e s q u e el s o s t e n i d o p o r S t a l i n ?

L a m e j o r a c t i t u d a n t e n u e s t r a s p r e g u n t a s es d a r , a g u i s a d e r e s p u e s t a , u n s i l e n c i o a b s o l u t o . O po r lo m e n o s t a l p i e n s a n los p l u m í f e r o s , los h o m b r e s d e l eyes , l o s j e f e s d e g o b i e r n o , e tc . , e tc . , q u e a h o r a c l a m a n c o n t r a los p r o c e d i m i e n t o s t o t a l i t a r i o s d e S t a l i n . . . só lo c o n t r a los d e S t a l i n .

P r ó x i m a m e n t e se c e l e b r a r á e n E s p a ñ a u n p r o c e s o c o n t r a h o m b r e s d e l a R e s i s t e n c i a , e n el q u e se p e d i r á n d i e z p e n a s d e m u e r t e . ¿ D e l i t o ? H a b e r a t a c a d o a l r é g i m e n . Y n o s o t r o s n o s p r e g u n t a m o s : «¿Cuán tas voces se e l e v a r á n p a r a i m p e d i r q u e l a f u r i a d e s e n c a d e n a d a d e l f a s c i s m o c o m e t a e sos n u e v o s c r í m e ­n e s ? ¿ E x i s t i r á e n e s t a o c a s i ó n u n s e n t i d o h u m a n o m á s e l e v a d o que en m i l e s d e o c a s i o n e s a n t e r i o r e s ? N a d a n o s p e r m i t e d e c i r q u e s í .

El P a p a n o d i c t a r á n i n g u n a e x c o m u n i ó n . L a P r e n s a m u n d i a l a c a s o d i g a «a lgo» e n o c h o o d i e z l i n e a s . Los h o m b r e s d e leyes a l e g a r á n i g n o r a n c i a . Y só lo u n p u ñ a d o d e t r a b a j a d o r e s , d e h o m b r e s d e i d e a s y

il<- c o r a z ó n , y a l g u n o s i n t e l e c t u a l e s d e r e c o n o c i d a v a l i a m o r a l — ¡ c u á n t o m á s i m p o r t a n t e q u e l a i n t e l e c t u a l ! — , t r a t a r á n d e d e s p e r t a r ecos de j u s t i c i a en l a c o n c i e n c i a h u m a n a -

¿ L o g r a r e m o s a l g o ? ¿ S a l v a r e m o s l a v i d a d e esos h o m b r e s a q u i e n e s el f a s c i s m o q u i e r e a s e s i n a r ? Lo i g n o r a m o s , y lo i gno ­r a m o s p o r q u e s a b e m o s c u á n t a i n c o n s e c u e n c i a e x i s t e e n q u i e n e s t r a t a n d e s a l v a r a W i l l i a m O a t i s , y p o r q u e a l f a s c i s m o lo t r a ­t a n h o y c o n g u a n t e b l a n c o q u i e n e s a y e r l a n z a r o n a los c a m p o s d e b a t a l l a a m i l l o n e s d e h o m b r e s p a r a q u e , e n m e d i o d e u n a h o r r i b l e v o r á g i n e d e fuego , d e f e n d i e r a n s u s i n t e r e s e s t r a t a n d o de d e s t e r r a r d e l a T i e r r a l a e s f i n g e b r u t a l d e l t o t a l i t a r i s m o h i t l e r i a n o .

y la muerte térmica del Universo DOS han sido las ideas que más han rabie al funcionamiento de una máqui- cambios sensibles positivo, y así, en su

intrigado al hombre desde la an- na, este mecanismo no podría ser una conjunto, va aumentando constante-tigiiedad hasta nuestros días. Dos máquina galileana, del tipo de un reloj mente,

ideas que han seducido al espíritu hu- a péndulo, cuyo único hontanar de Entonces, si el principio, el de con-ii) rao de un modo irresistible, por la fuerzas es la energía mecánica. Pues, servaeión, nos expresa una igualdad de profundidad de su significado y por !.i siendo I i mayor parte de la materia loa valores de la energía en estado ini-belleza conque se las ha expresado, sin cósmica, concentrada en las estrellas cial y final, el segundo, por el contra­que ninguna de ellas haya aún logrado y nebulosas gaseosas, una masa incan- r i 0 . establece una desigualdad; pues triunfar definitivamente sobre la otra. deséente a alta temperatura, si el Uni- afirma que en el estado final una cierta

Por una parte, la antigua idea greco v e r s o es una máquina, deberá ser una magnitud, la entropía, es mayor que francesa de un mundo que evoluciona máquina térmica, una máquina de fue- en el estado inicial y que, por consi­en períodos iguales ilimitadamente en 8a- r > o r 1° <lue> s i » a v u n a ' e v general guíente, de dos transformaciones inver-el tiempo, es decir, la ideas del eterno de l i l s máquinas a vapor, ella deberá s a s , que nos puedan conducir de un retorno, y, por otra parte, la idea sur- -Sl'r también la ley suprema del Uni- estado al otro, sólo es posible aquella gida en Inglaterra al calor del descu- verso. q u e corresponde al aumento de entro-brimiento de la máquina de vapor, Tea- Fué el joven técnico francés Sadi pía. Esta desigualdad al asignar a cada lizado por Newcome y Watt, que llevó Camot quien, buscando las condiciones proceso sensible, a cada devenir natu-a lord Kelvin a la conclusión del Uni- de rendimiento máximo de las máqui- ral, una única e irreversible dirección, verso no-cíclico, del Cosmos marchan- ñas térmicas, primero entrevio, aunque rompe la simetría entre el estado ¡ni­do ineluctablemente hacia la muerte, cial y final, imponiendo al transcurrir hacia el aniquilamiento final. fJctci&LG c^UfadCOlcí cf. de los fenómenos una prohibición tras-

Para los partidarios de la primera, cendental, determinada por el aumen-esa idea no sólo satisface nuestra sed vagamente, el gran principio que diri- t o ¿e j a entropia y por su exigencia del de conocimientos, de alcanzar la ver- í?e ?" , a Naturaleza los intercambios s e n t ¡do irreversible de cada evolución, dad, sino que satisface también el an- energéticos hacia una dirección fatal. c o nsis tente en la imposibilidad de la helo más recóndito y sublime de núes- Mas Carnot no pudo lbrarse de ciertos v u e ] t a a estados anteriores; es ella la tro ser: el anhelo de inmortalidad. Para prejuicios científicos de su tiempo, y e p r o s c r ¡ D e ]a repetición de los ciclos ellos, la seductora idea de que todos- así. la falsa doctrina de que el calórico e v o l u t i v os , cerrando el camino al eter-los fenómenos de la Naturaleza evolu- era un fluido newtoniano y por ende n o r e [ 0 r n 0 . cionan en ciclos, que las mismas com- indestructible, le escondió ¡a profunda p e r o s ¡ e ] s e g U ndo principio estable-binaciones han debido repetirse en el ley de todas las transformaciones ener- c e u n a desigualdad, ello no implica pasado muchas veces y deberán reite- géticas. Si Carnot hubiera concebido u n a contradicción con el primero, que rarse en el océano de los tiempos ve- que es el calor el que en su máquina e s t a D ] e c e ] a equivalencia de todas las nideros, todavía en una serie infinita, se transforma en trabajo, le hubiera f o r m a s de la energía; ya que éste sólo es lo único que le puede dar sentido a fido fácil remontarse de este caso par- n Q S e x p r e s a s u invariabilidad cuantita-la existencia. Todos los estados que el ticular de la equivalencia de dos for- y e s t o es_ s u permanencia y conser-Universo puede alcanzar los ha alean- mas de la energía, al principio de la v a c ¡ o n a través de todos los acontece-zado y volverá a repetirlos en el futuro conservación de la misma, y el acceso r e s naturales, mientras que aquél nos innúmeras veces: este inmenso pensa- se la habría abierto a esta otra ley e x p r e s a s u variación cualitativa, es de­miento abarcando el conjunto del Cos- más oculta, que está coordenada, si no c ] r > n o s ¿& ¡ ( j e a ¿e i a variación de la mos. tanto lo enormemente pequeño co- superpuesta, al principio de la conser mo lo enormemente grande, los átomos vació», v que es la ley de la entropia. y las estrellas, las cosas inanimadas y l'ué ai lísico alemán Ciausius a quien los seres vivos, nos promete asi, a to- cupo la gloria de descubrir esta ley dos, el divino privilegio de la eterna trascendental, y fué Lord Kelvin quien j ^ " (jjsrnjnue¡ón de su capacidad de duración. primero reconoció su inmenso alcance transformación, mide el progreso en di-

Una irresistible fuerza persuasiva de filosófico, que le llevó a la conclusión r e c c ¡ ó n a un estado de equilibrio, de este modelo cosmológico, que nos llena de la muerte térmica del Universo. inmovilidad, de donde el sistema por de orgullo y de íntima satisfacción, y Evidentemente, en cada sistema aisla- s ¡ m l s m o n ' u n c a podrá salir, por tener que ha cautivado a los espíritus más do hay algo que, aun en las transfor- s u ¡^g^Q degradada, eminentes. Quizá, entre ellos, sea Fede- maciones físico-químicas más profundas j ^ q u e disminuye en el sistema, con rico Nietzsche et que le "haya dado su que el sistema pueda sufrir, queda c a d a o p e r a c i ó n en la Natura, es la can-expresión tal vez más cristalina y poé- siempre constante. Este algo constante, t i ( j a ( j ¿e e n e r g í a utilizable. Por cierto, tica: esta invariante de transformación, que l a c a n t i d a d total de la energía perma-

«Esta vida, tal como la vives actual- permanece indefinidamente en el espa- n e c e a t ravés de todas las evoluciones, mente, tal como la has vivido, es me- cio-tiempo, corresponde a lo que nos- idéntica; así lo quiere el principio de la nester que la vuelvas a vivir todavía, otros llamamos energía: un poderoso e n t r 0 p j a Cuanto más grande es la trans-una vez e innumerables veces, y no vocablo, con un enorme contenido, con formación realizada por el sistema, me-habrá en ella de nuevo... Volverás a una inabarcable amplitud de significa- n o r e s i a posibilidad de su transforma-encontrar cada dolor y cada alegría, ca- do. Que es asible y bien definida en c i o n futura. El creciimento de la en-da amigo y cada enemigo, cada espe- cada caso particular, pero inasible y tropia marca, pues, el pasaje fatal de la ranza y cada error, cada brizna de hier- vaga en su inmensa generalidad. Sien- e n e r g ¡ a de un estado donde es utili-ba y cada rayo de sol... Es precinso que do la característica común a todos sus z a D ] e a u n e s t a o x ) donde dejará de ser. cada pensamiento y cada suspiro ven- aspectos, justamente la eterna perma- ] 0 y sera inutilizable no para el hom-gan de nuevo para tí, y todo esto en nencia, la conservación integral de su D r e j e v e n tua l habitante de este planeta, la misma serie y en el mismo orden, y cantidad a través de los perpetuos cam- s j n ¿ p a r a j a Naturaleza, que no podrá también esta araña y este claro de luna bios de sus múltiples formas. Mas si nunca más transformar, cambiar en tra-entre los árboles... La eterna clepsidra hay algo que queda constante, inva- j , a j 0 e s t a e n e r g í a muerta y degradada, del ser será volcada siempre de nuevo, riante, en medio de toda transforma- ^ e n j a e s e n c ¡ a ] diferencia entre el y tú con el polvo del polvo.» ción energética de un sistema aislado, c a t o r ] a s demás formas de la energía

Desde los griegos, con Pitágoras y hay también, en cada proceso real, e n e j j j n j v e r S 0 ; en donde radica el mis-Aristóteles, hasta los grandes mecani- otro algo que varía siempre en el mis- { e r i o determina la marcha de la cistas de los siglos XV1I-XVIII, con Ga- mo y único sentido; esta magnitud, des- e v o ] u c ¡ ó n e n u n sentido único, elimi-lileo, Newton y Laplace, esta idea ha cubierta por Ciausius, a la que dio el n a n c j 0 d e ] p i a n de la Naturaleza el re-dominado el pensamiento de científicos nombre de «entropia», crece en cada t o r n o ¿e \os estados anteriores. Puesto y filósofos, representando al Universo transformación fisicoquímica de la Na- e n c a d a o p e r a c i o n fisicoquímica se como una supermáquina, aunque de ex- turaleza; el cociente de su variación por p r 0 ( ] u c e siempre una cierta cantidad de trema complejidad en su construcción, el tiempo (ds/dt) quede en todos los pero sencilla en su principio básico, ;uya evolución era una cadena sin fin,

calidad de la misma. La desigualdad de la variación de la

calidad, que la entropia introduce en un sistema material, se manifiesta por

& w x i \ i t r a r a w t i w v : de ciclos iguales que se sucedían eter­namente en el acontecer de los evos cósmicos.

Mientras la simple máquina galilea­na—transformadora de la energía me­cánica en trabajo—era la única máqui­na conocida, nada amenazó la seducto­ra imagen clásica del Universo a movi­mientos reversibles, el Cosmos a ciclos eternos. Pero, cuando surgió en Ingla­terra la nueva máquina, surgió también una nueva idea diametralmente opuesta a la del eterno retorno, que afirma que sí la evolución del Universo es coimpa-

i los otros, los cínicos, los desprecia- i dores del hombre, los ineptos. '

! Son los t i ranos, los grandes ti- t

i ranos, y los t iranuelos, servilesr

DE MI CARNET BLANCO Y NEGRO La lección tras la elección

i L hecho situadlo donde os plaz­ca; la fecha tampoco es del ca­so señalarla exactamente.

Anunciábalo cierto periódico vesper­tina de lejana procedencia, dedicándole extensos comentarios.

En un país del Nuevo Continente, Y ¿os extraña que el hombre Ubre y

vísperas de... ¿De qué? ¿Del divino alumbramiento? No seamos impacien­tes.

A juzgar por los festejos callejeros, con pomposos desfiles seguidos o pre-i-rdidos de junjarrias ruidosas; a fuzgar por las actitudes marciales de los líde­res en las tribunas dirigiéndose a sus peregrinas huestes, declamando con afectación, jactancia y prosopopeya, propagando con gestos ampulosos ín­clitas panaceas y elíxires famosos; es­tábamos en vísperas de algo trascen­

dental. Es decir, de algo de mayores bríos y mejor rango que lo que pare­cían augurar estos regocijos bullangue­ros. Estábame» ante una disyuntiva in­soslayable; lutbía que escoger entre la riila 0 la mvuerte, entre vivir libres o morir esclavos. Ya veis si era de alcan­ce aquella elección. Tratábase, por de-

Plácido BRAVO cirio de una vez, de las elecciones presidencúdes.

Y no vamos a dilucidar si un presi­dente puede enorgullecerse de poseer tales poderes, ni siquiera a poner en duda la credulidad de aquel pueblo. Mas lo cierto es que hubo abstenciones, ciudadanos que no picaron en el burdo anzuelo.

(Jue no fiáronse de los tutores celo­sos de las virtudes ciudadanas, que las

más de tas veces suelen ser Bartolos agazapados con aires de benedictino. con el bajo fin de atropellar las virtu­des seculares de la inocente Rosina que es el pueblo.

Y que aun sabiendo que el verbo elegir es el suma placer del hombre libre, sabían también que en el inmen­so bazar político, tal ídolo de baratija suele resultar carísimo.

Derecho a escoger esta flor con pre­ferencia a aquélla, este camino antes que esotro, esta rubia con preferencia a esa morena, sí. Y sabían que la va­riedad de la naturaleza, de cuanto nos rodea, era demostración palpable, au­dible y visible de que el hombre, su predilecto hijo, había nacido para es­coger aunque ello implicara a menudo ser cogido; base de toda ciencia y cús-

(Pasa a la página 2.)

LOS BARBAROS! i

L OS bárbaros siegan las vidas. ' ahogan las nacientes posibili- ) dades, destruyen las esperan- '

zas y envenenan todas las fuentes i de la vida. Son los Que viven de '

pájaro ' a t raviesa las re- ,

y siniestros, que les secundan, de t

capataz arr iba. ' J ¡Pero grande es el poder de la (

i vida! De sus antros , donde tam- J 1 bien anida l.i inocente paloma, t

H surge la flor y t r ina el . furtivo. El sol ( jas y conduce un mensaje de ¡

eternidad. La vid.i no termina . , Si, sanguinar ios canal las de to-£

das las lat i tudes, farsantes sinies 1 tros y malditos; la vida no ter-' mina. Vosotros sejáis, para nu- , ¡ tr iros, pero no podréis agotar

nunca esa savia perenne que ace- , 3 lera mi pulso con el amor y con ' el odio. Vosotros segáis en la pazE ¡ y en la guerra, succionáis la vi-1 i da, como pulpos, pero vuestras ¡ " masacres enormes, que os enlo- > i quecen de incontenida soberbia, , ¡ no bastan. Vosotros no podéis ir í

más allá del crimen y de la t i - , 4 ran ía . >

¿Por qué no acalláis la voz de , la l ibertad? Matáis a l hombre,

4 pero no matá is su espíritu. Con- , vertís toda la t ierra en una cár­cel, y dentro de la cárcel tenéis de nuevo a la vida. Os volvéis i

i

i locos de a ta r , pero no acabareis > con el espíritu del hombre. i

calorías, y éstas nunca pueden conver­tirse integralmente, ni en trabajo me­cánico ni en otras formas de energía, es claro que la cantidad de calor va. con el transcurrir de los fenómenos, continuamente creciendo en la Natu­raleza.

(Pasa a la página 2.)

PUEBLO CSTADC

SOLO cuando se persiguen con mi- . . . P l i n O I C D A P I f F D rada a t e n t a las múltiples rami- p U I K U U U L r I I U I * I \ C I \ fie-aciones de la significativa ^ - ' ~ m ~~~~^^~~~ " " " "~""~~"^~~~

transformación social en Europe por Pueblos y grupos étnicas h a n exis­la aparición del Estado nacional , se tido mucho antes de que apareciese adquiere claridad sobre 1.*. verdadera el Estado; subsisten aún y se desarro-esencia de la nación. El viejo aserto Han sin intervención del Estado y no que el desarrollo del Estado nacional se hace más que per turbar su desa-procede de la conciencia nacional ere- i rollo na tura l cuando un poder exte-ciente de los pueblos, no es más que rior cualquiera se inmiscuye violen-una fantasía, que prestó buenos ser- t amen te en su vida y constriñe ésta vicios a los representantes de la idea en formas determinadas que le han nacional del Estado, pero que no por sido esencialmente ext rañas has ta eso eg menos falsa. La nación no es allí. Pero la nación no se puede ¡ma­la causa, sino el efecto del Estado, g inar sin el Estado; está soldada a él Es el Estado el que crea la nación, en todo y le debe a él simplemente no la nación al Estado. Desde este la existencia. Por eso la esencia de la punto de vista, en t re pueblo y nación nación nos será siempre inaccesible existe la misma diferencia que en- al in ten tar separar la del Estado y t r e sociedad y Estado. atr ibuirle una vida propia que no ha

Toda ligazón social es un organis- tenido nunca, mo na tu ra l que se forma de abajo Un pueblo es siempre una comuni-ar r iba en base a las necesidades co- dad bastante restr ingida; pero una muñes y al mutuo acuerdo, p a r a pro- nación es, por la general , toda una teger y percibir la conveniencia gene- serie de pueblos y de grupos étnicos ra l . Hasta cuando las instituciones distintos, presionados por medios más sociales se petrifican pau la t inamente o menos violentos en los cuadros de o cuando se vuelven rudimentar ias , se une forma estatal común. En reali-puede reconocer c la ramente e>n l a dad, apenas hay en toda Europa un mayoría de los casos la finalidad de Estado que no se componga de una su origen. Pero toda organización es- cant idad de los grupos populares más ta ta l es un mecanismo artificioso, que diversos, en su origen separados en-se impone a los hombres por algu- tre sí par su procedencia y su idioma nos potentados y no persigue nunca y coaligados en una nación, violenta-otro objetivo que el de defender y mente, sólo por los interses dinásti-asegurar los intereses part iculares de cos, económicos o políticos, minorías sociales privilegiadas. Incluso allí donde bajo la influen-

l 'n pueblo es el resul tado n a t u r a l cia de las ideologías democráticas han de las al ianzas sociales, una con- sido sostenidas las aspiraciones de

fluencia de seres humanos que se unidad nacional por grandes movi-produce por una cierta equivalencia mientos populares, como ocurrió en de las condiciones exteriores de vida, I tal ia y en Alemania, en el fondo por la comunidad del idioma y por de esas aspiraciones hubo siempre predisposiciones especiales en base a desde el comienzo un germen reacci3-los ambientes climáticos y geográfi- nar io que podía conducir a n ingún cos en que se desarrolla- De esa m i - buen resultado. La actuación revolu-nera nacen ciertos rasgos comunes cionaria de Mazzini y de sus part ída-que viven en todo miembro de la aso- ríos en pro de la instauración del Es-ctación popular y consti tuyen un ele- tado uni tar io tuvo que redundar en mentó impor tan te de su existencia so- obstáculo a la liberación social del cial. Ese parentesco interno no pue- pueblo, cuyos verdaderos objetivos de ser suscitado artificialmente, co- fueron velados por la ideología naeio-mo tampoco se le puede destruir de na l . Ent re Mazzini, el hombre, y el un modo arbi t rar io , so pena de ex- que fué dictador de I tal ia hay todo t i rpar violentamente a todos los un abismo, pero el desarrollo del miembros de un grupo popular . pensamiento nacional is ta desde la

Pero una nación no es más que la «teología política» de Mazzini has ta consecuencia artificiosa de las aspi- el Estado total i tar io fascista de Mus-raciones políticas de dominio, como s"1""' siSue « » a , i n e ¡ * recta, el nacionalismo no ha sido nunca Una ojeada a los novísimos Estados o t ra cosa que la religión política del nacionales que se crearon a conse-Estado moderno. La pertenencia a una cuencia de la guerra mundial , nos da nación no es determinada nunca por un magnífico ejemplo que no puede profundas causas na tura les , como lo 8«r fácilmente mal entendido. Las es la per tenencia al pueblo; t iene mismas nacionalidades que antes de siempre por cimiento las considera- •» guerra no podían sublevarse bas-ciones de la política y los motivos de tante cont ra la violencia de que eran la razón de Estado, t ras los cuales es- víctimas por pa r t e de opresores ex-tan siempre los intereses part iculares tranjeros, son, cuando h a n conse­de las minorías privilegiadas en el seguido sus deseos, las más funestas Estado. Un grupito de diplomáticos, opresoras de las minorías nacionales que no son más que los emisarios co- de sus países y emplean con t ra ellas merciales de las castas y clases prl- 'os mismos métodos brutales de sub-vilegiadas en la organización es ta ta l , yugación, moral y legal que habían decide a menudo arb i t ra r iamente , so- combatido con razón, acremente, bre la pertenencia nacional de un de- cuando eran ellas aún las oprimidas, te rminando grupo de hombrea, los Esto tendría que abrir los ojos has ta cuales han de someterse • sus man- a los más ciegos sobre el hecho que datos, porque no pueden hacer o t ra guido sus deseos, las más funestas cosa, y eso sin que se les haya pre- blos, en los cuadros del actual siste-guntado en forma alguna por su " a estatal , no es en modo alguno aprobación o su opinión- (Pasa a la página 2.)

UNA INICIATIVA de los jóvenes libertarios de Toulouse

El sábado día 30 de junio la P. L. de la P.I.J.L. de Toulouse, en cooperación con la Comisión de Cultura, procedió a la inaugu­ración de una sala de recreo en el local del Cours-Dillon.

Más de trescientas personas acudieron al simpático acto, ma­nifestando su satisfacción por la feliz iniciativa de los jóvenes li­bertarios.

La sala de recreo se compone de varios juegos (ping-pong, te­nis, volante, jokari, volley-ball, etcétera, y de una sala de café, en donde el juego de ajedrez y otros similares tienen gran aco­gida).

Los jóvenes libertarios persi­guen, a través de su iniciativa, una labor proselitista, y piensan obtener la asidua concurrencia a la sala inaugurada de otros mu­chos jóvenes que hasta la fecha deambulaban por lugares llama­dos de recreo, pero que en reali­

dad distan mucho de merecer tal nombre.

Según la opinión generalizada, la sala de recreo responde a una necesidad, y puede considerarse como contraveneno moral, pues­to que el espíritu de competición queda soslayado por completo, dejando paso a sanos ejercicios que nuestra idiosincrasia no con­dena.

Por otra parte, los jóvenes li­bertarios de Toulouse tienen el propósito de alternar la actividad recreativa con la cultural, y a tal efecto tienen proyectada una se­rie de charlas, conferencias, lec­turas comentadas y otras mani­festaciones netamente culturales

Todas las noches, de nueve a doce, munciona la sala de recreo, y en los dias subsiguientes al 30 de junio hemos podido apreciar la presencia de no pocos compa­ñeros y de un número considera­ble de jóvenes que han acudido

a nuestro local a alternar con nuestros jóvenes militantes.

No cabe negar que la iniciati­va de los jóvenes libertarios re­presenta un ensayo difícil de con­ducir a buen término; pero tam­poco negaremos que hasta el mo­mento de redactar estas lineas todo se ha desarrollado de la for­ma prevista por la asamblea lo­cal de la F.I.J.L. en donde se to­mó la determinación que ha dado vida a la sala de recreo del Cours-Dillon.

Nuestro deseo es que los jóve­nes libertarios de Toulouse ob­tengan el éxito que merece su diligencia y la localidad de sus propósitos.

No añadiremos más, pero pro­metemos a nuestros lectores te­nerles al corriente del resultado del ensayo que la P. L. de Tou­louse ha puesto en práctica.

J. P.

Page 2: LA CRIMINALIDAD LEGAL PUEBLO PROCESOS CSTADC · 2009. 2. 9. · ROUTE, hebdomadaire

RUTA

¿QUE LADRIDOS SON ESOS?

DESDE la ventana de la habitación en que mi cuerpo esquelético re­posa por obra y gracia de no te­

ner balcón, ni tiestos con flores, oigo todas las mañanas unos ladridos de pe­rros que me ponen los pelos de punta y los nervios como alfileres; pero nunca consigo ver a ninguno, para advertirle, que no abuse tanto de la vecindad, y se atenga a las consecuencias.

Muchos deben de ser y son los que ladran, por el concierto ensordecedor que nos arrean, para daño de nuestros oídos y calma. No hay día que no nos acaricien con semejantes notas perru­nas, y muchas veces, hasta bien en­trada la noche, dura tal camorra de pa­dre y muy señor mío. La vecindad es­tá que trina, y yo he ensayado todo cnanto hay que ensayar para evitar que tal algarabía «canesca» hiera mis «au­ditivos» naturales. Pero que si quieres. Imposible dar con alguno que se adap­te a tales exigencias, eliminando todo ese ejército de parásitos. Y, así van pa­sando los días, pasan entre perros que ladran, pero no muerden, y muerden no l otros perros, sino a las personas que les descubre el jueguecito que es­tán haciendo.

Eso que no es nada nuevo en nues­tros pasos por el arcilloso camino de la vida, me trae a la memoria algunos (.usos de otros tantos perros, puestos al servicio del hombre y no de la otra clase de perros que viven del hombre; pero como el tiempo no está para la­dridos más o menos afinados y de una sonoridad que taladra la soledad como dardo envenenado, dejo para otra oca­sión más propicia semejantes relatos, y que la perrería siga adelante, que tam­bién tiene derecho a la vida, aunque nada más sea por molestar a los pací­ficos y resignados vecinos de los con­tomos.

Hoy me he visto precisado a cerrar la ventana, y la he cerrado cuando ape­nas apuntaba el día, porque no podía aguantar más los ladridos de la jau­ría que, sin duda alguna, alguien lan­zó y azuzó contra los que no tragan pildoras de tal tamaño y fabricación,

DE mi CARflET manco 9 negro

(Viene de la página 1) pide de toda conciencia

Verdad axiomática; todo invita a es-r, mas por favor, no reduzcáis «le

choix» a estas rígidas disyuntivas: pos­trarnos de hinojos o caer de rodillas, sea ante el diablo o ante cristo, es ofender al hombre y negarle sus facul­tades libres, que son múltiples, diver­sas, infinitas.

Tal es la cerradura de sjü mansión libre. Mas la llave que ha de abrirnos sus puertas herméticas es una para ca­da una. Y cada uno ha de forjarla a su exeta medida. Inútil, si nos quedamos fuera, sin hogar ni albergue, espetar al cerrajero político con su ganzúa o su palanca para abrírnosla; esta sacra re­sidencia no permite astucias ni force­jeos. Y sí la fuerzan es para el saqueo de nuestras más íntimas reliquias.

La naturaleza de ciertos cuerpos co-7no la belleza de algunas ideologías sólo se verifican y se descubren encarnán­dolos, realizándolos, experimentándolos. ¡Cuántos imponderables la práctica nos revelará claramente, de los cuales la teoría ru> podía ni siquiera obscuramen­te intuir!

De ahí, de esta ausencia de libertad para obrar, provienen la mayor parte de nuestras desdiclias en el terreno po­lítico-social. Sin menospreciar aquellas libertades que los pueblos tienen de hecho y de las que, debido a su bas­tardía y escaso saber, tampoco saben sacar provecho.

Pueblos que van a las timas, a po­ner sus derechos inviolables, hechos ce­niza, en manos de sus candidatos. Pue­blos que no saben regirse sin la égida de presidentes o personajes providen­ciales, son pueblos incapaces.

Y ¿os extraña que el hombre libre y capacitado, no concurra a esta parodia electoral? El, el que no acepta capata­ces, capaces o incapaces, que le go­biernen, ¿sería un criminal?

Pues sí, aquel vespertino, así califi­caba a los ciudadanos con veleidades ebstenóionistas. Todo ello en nombre de la Libertad.

Plácido BRAVO.

como son las pildoras político-belicis­tas, coreanas y petrolíferas del Irán, y como no irán que van ya directamente a ver quién de los contendientes se apo­dera de la explotación y usufructo del líquido tan querido y ponderado, por esa razón acomete la jauría a la presa de madrugada, intempestivamente, co­giendo, al mismo tiempo, desprevenido a todo el mundo...

Y como el mundo marcha como mar­cha, pero marcha sin detenerse ni es­tancarse en ninguna parte, ni menos dormirse, porque sería señal de que es­taba herido de muerte, y no lo está, por la gran cantidad que hay de perros y lobos, por eso no se paraliza, no sufre ningún ataque letárgico. No se duerme ni descansa: vive sin que cosa alguna acabe con él. Es superior a ti, a mí, a todos los que le habitamos, pero está poblado por machos y hembras de to­das las especies, y éstos, engendran, se reproducen, y todos luchan por vivir, naturalmente, pero los perros no les permiten confortarse con el exilir de la vida, y a cada instante son molestados por lenguaje tan agresivo y penetran­te, agravando mucho más que de oidi-nario el reposo nocturno de los que tie­nen la poca fortuna de morar en se­mejante paraje.

Por si eso no fuera bastante, que no lo es, hay también los inconvenientes, los imponderables, pues pueden rom­perse los vidrios de la ventana e in­troducirse rabiosamente el viento hu­racanado de allende el Asia, y arras­trando fieramente todo cuanto encon­trare en su marcha, llevarlo y deposi­tarlo en un lugar concentracionario, porque el mundo es hoy nada más que chozas indecentes y alambradas pin­chosas, con el aditamento o aplicación a las mismas de la electricidad, para que ningún ser humano se acerque a molestarlas sin el peligro de dejar los huesos y toda la anatomía carcomida: achicharrada por su contacto con la epi­dermis, que es lo único que nos queda ya en esta porquería de existencia.

Pero volvamos a los perros por si hay alguno entre ellos que no se arras­tra ni lame la mano del señor que le atiza estacazos a granel. ¡Qué des­ilusión! No hay ninguno. Todos son de la misma condición. ¡Cuánto dolor! Pe­ro ladran mucho, mucho, sin atraverse a otras cosas de mejores resultados prácticos. ¿Y cómo han de atreverse si no hay en ellos otras condiciones que las ya registradas desde que el hombre puso sus plantas sobre la tierra? Son así de mansos, de dóciles, de nobles y nadie es capaz de hacer con ellos lo que nadie puede hacer.

En fin, como estoy sentenciado a vi­vir en una calle de ruidos extraños y{ misteriosos, que ladre un perro o vein-1 te perros, no altera el orden social ab­solutamente nada, porque de alterarle, otros perros seguidos de gran número de lobos, entrarían en acción y lo arre­glarían todo a raja tabla.

La ventana sigue abierta, no me de­termino a cerrarla, porque así se ven mejor las cosas que diariamente suce­den en el mundo de la política, y siem­pre es bueno estar prevenido que no durmiendo tranquilamente y confiado a las decisiones que otros tomen. Esto me lo enseñó mi abuelo paterno, y des­de que lo aprendí, confrontado con los hechos de todos los momentos, colijo que mi abuelo tenía razón, muchísima razón. Prepararse es adelantar terreno y tiempo. Y, aunque haya algún que otro perro molestoso, se le da ía morcilla y paso libre otra vez.

Cuidado, cuidado que hay canes que muerden y algunos se ponen rabiosos.

No está mal la advertencia, para la preparación. Hay que conocer todos los antecedentes, y así resultará más per­fecta la obra. Pero sin olvidarse de detalle alguno por insignificante que sea, pues, una insignificancia suele aca­rrear consecuencias graves. Mi vecin­dad me lo ha notificado también, por­que también piensa con la cabeza y no se duerme en el lecho de flores y lau­reles. Es listísima mi vecindad. Los años han hecho que conociera de cerca los efectos destructivos que ocasionan las guerras, y por esa causa o razón, toma todas las medidas necesarias, pa­ra salvaguardar sus intereses, sin hacer caso de los ladridos de los perros, ni de los rugidos de otras fieras «civili­zadas».

En fin... ¿Otra vez el fin? Si la ac­ción es buena, puede repetirse cuantas veces sean necesarias, y como yo lo considero imprescindible para el maña­na, repetirlo una vez más es advertirlo a los demás para que se despabilen. ¿Perros? No. ¡Hombres!

MINGO.

(fíewiaá óel&etie&é-Insistiendo sobre el tema «niños»

L LEGA a mis manos una magnifica revista francesa, que h o n r a a su país y a la Huma­nidad t r a t a n d o t emas fundamentales- Y el

tema «Niños» es un tema fundamenta l por exce­lencia.

Cinco grandes páginas ocupa el t rabajo a que me refiero, bajo el epígrafe «La infancia delin­cuente», todas ellas rebosantes de s a n a doc t r ina social y útiles enseñanzas ; pero el destello más luminoso y elocuente es la estadíst ica de trece años regis t rados, de causas juzgadas sobre deli­tos de menores de edad.

Turbulento está el m u n d o ; desor ien tadas las conciencias; doloridos los sen t imien tos ; rotos los cerebros; anhe lan te s las personas de buena vo­luntad , en averiguación, todos, de la causa de tan­t a zozobra. El dedo acusador seña la en todas di­recciones y las d ia t r ibas caen sobre todas las ca­bezas. Pero nadie concreta .

Quien esto escribe es uno de t an to s que anda a la deriva como un corcho sobre el m a r embra­vecido. Pero... La revista en cuestión ha hecho que me lijara en un islote que apenas sobresale de la superficie ag i tada de este m a r simbólico y creye­ra in te resan te su exploración. Ese islote social t iene el nombre del mencionado a r t í cu lo : «La in­fancia delincuente», y su elocuencia se expresa en números .

Copiemos de los trece da tos sobre delincuencia infantil solamente d iez :

Años Casos juzgados

1939 12.165 1940 16937 1941 .. .. . 32.327 1942 34.781 1943 34.781 1944 23.384 1945 17.578 1946 28.568 1947 26.841 1948 27.638

255.000

He aquí 255.000 casos en diez años, que d a n un promedio de 25.500 casos por año. Hay que tener en cuenta que se t r a t a de una de las naciones más cultas del mundo, sobre todo a t e n t a a los problemas de la niñez, lo que nos inci ta a pen­sar : ¿Qué ocurr irá en las o t ras naciones? (Mu­chas de las cuales n i siquiera se h a n en terado de que semejante problema existe.)

No es de este momento t r a t a r con la extensión

que merece este asunto . Prometámos lo pa ra otro día . Y, mejor aún, supliquemos a nues t ros ama­bles lectores su parecer sobre t a n t rascendenta l problema.

Ved en la anter ior columna de números , copia­da de la admirable revista, cómo a u m e n t a la de­l incuencia infant i l d u r a n t e la guer ra y en la post­guerra . Ved aquí el eco trágico del horror , del des­orden, de la ausencia de mora l y la influencia del cr imen colectivo. La sangre, como embor racha a las fieras enloquece a los niños, desgraciada­mente .

Y ahora pensemos una cosa, una cosa que es evidente, que no se puede a l t e ra r ahora ni nunca, una cosa horrible, que anonada , que preocupa, que ena j ena : ¡Que los niños de hoy serán los hombres de m a ñ a n a !

Y m á s terrible todavía es inver t i r la f rase : ¡Los hombres de hoy somos los niños de a y e r !

• * • No nos ha de ex t r aña r , pues, que al leer la His­

toria, que desde la Preh is tor ia cuenta cerca de cien siglos, la veamos toda empapada de sangre.

No nos detendremos tampoco en repasa r sus páginas , conocidas de todos, de generación en ge­neración, de d inas t í a en dinast ía . Consecuencia las unas de las o t r a s ; eco tétrico que repercute un siglo t ras otro siglo, sin descanso ni rectifi­cación.

La mencionada estadís t ica creo que nos d a una clave. Una clave de salvación. Esa clave nos dice que hemos de empeñarnos todos los hombres y todas las mujeres en la consecución del bien, con el heroísmo del sacrificio, educando a la juventud. No hay ot ro remedio, si de verdad queremos la felicidad colectiva. Fijaos bien que decimos «la felicidad colectiva» noble y generosa, universal y definitiva. No la de ahora , genera lmente innoble y egoísta, local y tempora l , estrecha como una cinta y corta como u n a uña.

T e m a de los temas , problema de los problemas, clave de las c laves : el estudio, la educación, la mora l en los n iños . ¿Se h a n dado cuenta todos los hombres de este problema t a n fundamenta l y de resolución t an ap remian te? ¿Podemos esperar una reacción universal en este sentido? |¿Se lle­gará a crear la Ciencia Sociológica Prác t ica y Científica? ¿Se a r r a n c a r á , por fin, el hombre su piel de h iena carnicera, y querrá convert irse en ser superior de veras y no de f ingimiento?

¡Pobres niños, pobres mujeres y pobres hom­bres, pobre Humanidad , si no nos qu i t amos la ca­re ta de f in i t ivamente !

Alberto CARSI.

LA ENTROPÍA

A mi amigo el electricista R E A M E S UflRIAnfES AS manifestaciones psicolvgicá<s del individuo, como ciertas re- acciones de orden temperamen­

tal, son objeto—en el desenvolvimiento de <una determinada colectividad que observa preceptos y normas inaltera­bles—de restricciones, se encuentran sujetas a ciertos límites que, nó tan sólo impiden o imposibilitan al indivi­duo el pleno desarrollo de sus reacciones y manifestaciones, sino que la limita­ción obra constantemente cual arbitro uniformador. De ahí el que, en la ge­neralidad de ios casos, al estudiar las reacciones temperamentales — confun­diéndolas inevitablemente con la con­ducta del individuo—constatemos extra­ordinaria similitud con la de Cualquier otro individuo integrando la misma co­lectividad.

La uniformidad, impuesta por los lí­mites convencionales de inalterables re­glas y preceptos—aun los llamados mo­rales—que determinan el comporta­miento del individuo, absorben, en ma­yor o menor grado, las manifestaciones del individuo como unidad, convirtién­dole en parte adinérente a un cuerpo o conjunto en cuyas conjuntas manifesta­ciones participa, no ya como una uni­dad más, sino como parte producto del conjunto-.

Cuando el desarrollo de las manifes­taciones individuales, en sus múltiples y variados aspectos, se encuentran li­mitadas, cuando ciertas reglas imponen una conducta sin variantes notables, cuando la uniformidad en la conducta y en las manifestaciones no pueden ad­quirir fisonomía de unidad indepen­diente, entonces, la personalidad, el «yo», del individuo, no es más que mero palabrismo, no sirve sino para recor­dar—al que conserva más conciencia de su «yo»—que debe, o romper con la colectividad en la que se desenvuel­ve o sucumbir sin remedio...

Cualquier restricción, ya sea en el or­den de necesidades fisiológicas, ya en el de orden intelectual—abarcando has­

ta los de puro carácter psicológico— producen, en el individuo que conserva la precisa conciencia de su yo, la sufi­ciente capacidad independiente en tan­to que unidad, un «almacenamiento»— valga la frase—un cúmulo de energías y apetitos que, al sustraerse de las re-

Juan CAZORLA glas que le imponen la restricción pue­den exteriorizarse en forma violenta o, por el contrario, en forma metódica. En el primero de los casos, en el que la manifestación adquiere caracteres vio­lentos, conduce y contribuye a crear en el individuo una psicosis de super-valía que le forja la pretensión de efec­tuar radical reforma en la colectividad en la que se desarrolló, a imagen de su concepción espontánea, empleando, para ello, cuantos recursos—inevitable­mente recurre a recursos que niegan su concepción nueva—tse encuentran a su alcance.

En el segundo de los casos, cuando

PUEBLO Y ESTADO (Viene de la pág. 1)

posible. Pero aquellos pueblos que sa­cudieron el yugo de una odiada do­minación extranjera en nombre de la independencia nacional , no han ga­nado nada con ello; en la mayoría de los casos sólo adoptaron un nue­vo yugo que, con frecuencia, es mu­cho más opresivo que el viejo, Polo­nia, Hungría . Yugoeslavia y los Es­tados fronterizos en t re Alemania y Rusia fueron y son ejemplos clasicos.

La transformación de agrupaciones humanas en naciones, es decir, en estructuraciones estatales , no ha abierto al desenvolvimiento social ge­neral de Europa n inguna nueva pers­pectiva, más bien se ha convertido en uno de los baluartes más firmes de la reacción internacional y est hoy uno de los impedimentos más peligrosos pa ra la liberación social. La sociedad europea fué desmenuzada por ese pro­ceso en grupos hostiles que están

frente a frente siempre con descon­fianza y a menudo llenos de odio; y el nacional ismo en cada país vela con ojos de Argos por la persistencia de esa situación morbosa. Donde se suscita una aproximación mutua de los pueblos, allí a m o n t o n a n los culto­res del nacionalismo nuevas sustan­cias explosivas p a r a ensanchar las di­vergencias nacionales. Pues el Esta­do nacional vive de esas divergencias y tendr ía que desparecer en el mo­mento en que <no consiguiera man te ­ner en pie es?, separación artificial.

El concepto de la nación se basa por t an to en un principio p u r a m e n t e negativo, t ras e! cual, s in embargo , se ocultan finalidades bien posi t ivas. Pues detrás de todo lo «nacional» está siempre la voluntad de poder de pequeñas minor ías y el interés par t i ­cular de castas y clases privi legiadas del Estado. Estas de te rminan e n rea­lidad «la voluntad de la naveión»; pues idos Estados como tales»—«según

observó jus tamente Menger—no tie­nen n ingún objetivo, sino sófo sus ti­moneros». Pero pa ra que la voluntad de los pocos se convierta en la volun­tad de todos—sólo así puede desarro­llar su plena eficacia—deben conser­varse todos las medios de adiestra­miento espiritual y moral pa ra hc-cerla a r ra igar en la conciencia reli­giosa de las masas y convertir la en una cosa de fe. La verdadera forta­leza de toda creencia consiste en que sus sacerdotes elaboran lo más per­fectamente posible las lineas de sepa­ración de las communidades de otra fe. Sin la maldad de Sa tanás habr ía sido difícil sostener la grandeza de Dios.

Los Estados nacionales son orga­nismos políticos eclesiásticos. La lla­mada conciencia nacional , que no es nada en el hombre, sino susci tada en él, es una representación religiosa: se es francés, a lemán o i ta l iano corno se es católico, pro tes tante o Judío.

Concentración internacional

Nuestro fraternal colega «Le Li-bertaire» liv publicado el comuni­cado que transcribimos, por con­siderarlo de interés para los jóve­nes libertarios:

1." Concentración internacional «Tercer Frente» : El Secretariado de Educación proyecta p a r a este verano, desde el 1." de julio al 15 de septiembre, una concentración-camping p a r a los jóvenes simpati­zantes y mil i tantes . Para toda in­formación dirigirse a Georges Ver-donck, ((Villa du Mamelón Vert», route de Carsonne, NARBONNE (Secretariado Nacional).

2." Pa ra lo s niños : Desde el 1." de agosto has ta el 15 de septiem­bre tendrá lugar en Ingla te r ra del Sur (isla de Wigt) una concentra­ción infanti l y juvenil, dest inada a los hijos de los mil i tantes li­bertarios y de los s impatizantes . Educadores libertarios ingleses se ocuparán de la organización de los juegos. Contribución ?. los gastos, 3 libras 30 por semana . Una es­tancia previa en Londres, en t r e ] familias ácra tas , está prevista. Para toda información escribir a Tony Gibson, Burgess Hill School, 11, oak Hill Park N.W. 3 Hamps-tead 2019, Londres (Secretariado Internacional del Campo).

F. L. D E C A E N La F . L. de Caen tiene e! pro­

yecto de formar una biblioteca para cooperar a la formación cul­tural de sus jóvenes afiliados. En virtud de ello, solicita de todos los compañeros que posean libros, y puedan desprenderse de alguno de ellos, hagan donativo remitiéndo­los a la siguiente dirección: J . Fernández, chez M. Calleja, Ca­serna du Cháteau, CAEN (Cal­vados).

lu reacción es metódica, producto por consiguiente de la victoria del «yo» en la lucha con el «nosotros» incondicio­nal, la manifestación conduce al indi­viduo al rompimiento total con los lí­mites que determinadas reglas le im­pusieron. La sucesión de manifestacio­nes menores que, producto del logro de la independencia que en tanto que unidad habrá conseguido, se reflejaran en una serie de actividades tendentes a sustraer al mayor número posible de individuos de los límites que, absor­biendo su yo les convierte en parte de un conjunto que logró disciplinar hasta sus reacciones las más humanas.

Existe, independientemente de las significadas reacciones, una contrareac­ción—llamémosla así—que atrofia pau­latinamente toda reacción individual llegando a disciplinar al individuo en el uso de la palabra, convirtiéndole en títere amaestrado.

En las entidades y colectividades cu­yo básico principio no tiende al cultivo y respeto de la unidad del individuo, toda manifestación se halla sujeta a reglamentación invariable—el individuo desaparece absorbido en el mar disci­plinado de la colectividad—y por con­siguiente, permanecer en ella implica voluntaria aceptación de la atrofia de sentimientos y reacciones.

El principio de libertad, encontrándo­se incondicionalmente ligado al ejerci­cio pleno de las manifestaciones del in­dividuo, no puede concebirse en nin­gún grupo o colectividad humana don­de la existencia—en su forma—del gru­po o la colectividad imponga una res­tricción que, geométricamente compa­rada, equivalga a la negación de la existencia de líneas horizontales para­lelas...

(Viene de la página 1)

Una vez llegado el tiempo en que to­das las reservas de energía se metarfo-seen en calor, la tendencia de los cuer­pos más calientes de pasar—por radia­ción o conductibilidad—su calor a los cuerpos fríos, establecerá el último equi­librio de temperatura en el espacio cós­mico, excluyendo desde aquel momen­to toda posibilidad de cambio e inmo­vilizando para siempre el Universo. Así, es la entropía la que traduce la ten­dencia de la energía a alta frecuencia a transformarse en energía a baja fre­cuencia: en calor. Y es la irreductibili-dad de esta última en otras formas de energía, la que conduce fatalmente ha­cia el último equilibrio, hacia la muer­te térmica del Universo. El aumento continuo de la entropía en el tiempo, el valor siempre positivo del cociente ds/dt, su marcha apuntando siempre hacia el porvenir, es en los fe­nómenos naturales la única etiqueta fí­sica indicadora del camino del tiempo. Las demás leyes de la Naturaleza, per­manecen indiferentes en cuanto a la dirección del tiempo; en el sentido de estas leyes, el pasado y el porvenir se­rían intercambiables, de la misma ma­nera que lo son la izquierda y la dere­cha. Podríamos retrovertir el curso del tiempo y tal vez aún, cual el famoso viajero de la novela de H. G. Wells, partir de este momento presente hacia las eternidades del pasado, sin que por ello, aquellas perdieran su validez. Pe­ro hay una ley, sólo una, que prohibe esta aventura: es la ley de la entropía; sólo ella reconoce en física un distingo más profundo entre pasado y futuro que la diferencia entre más o menos, izquierda o derecha, imponiendo al transcurrir de los fenómenos un inexo­rable e irrevertible curso hacia el fu­turo.

Existe, pues, en el mundo físico una flecha objetiva, real, que permite des­cubrir la dirección del curso del tiem­po, haciendo un distingó entre el an^ tes y el después. En dos instantes, siem­pre el de mayor entropía será poste­rior al otro. Aunque el espíritu humano no existiera para percibirlo, los acon­tecimientos se sucederían., representan­do cada estado siguiente un nivel de energía menor en el proceso general de degradación.

Pero esta ley no sólo señala a la na­turaleza un único camino a seguir, ve­tándole cualquier retroceso, orientando siempre a los fenómenos hacia el por­venir, sino que contiene aún un senti­do más profundo, más más trágico qui­zá, que es fácilmente asequible al in­terpretar el enigma fundamental de su mecanismo interno. Es gloria perma--nente del físico austríaco Ludovico Boltzmann, el haber penetrado el ínti-. mu mecanismo de la degradación ener­gética, el haber srtbido mostrar el por qué del misterioso aumento de la en­tropía, el verdugo del Universo que nos cierra las puertas de la eternidad.

Boltzmann se dio cuenta, y esa fué la base de su triunfo, que esta solución debía buscarse en el carácter particular distinto a las demás formas energéti­cas—de] calor. Lo que nosotros senti­mos como calor en nuestra escala mi­croscópica, no es más que el incesante movimiento molecular en la escala mi­croscópica. El fenómeno térmico, tal como nos enseña la teoría cinética, se revela como el efecto estadístico global de un inextricable conjunto de movi­mientos elementales y microscópicos. Así cada interpretación del calórico de­be terminar en una estadística. Ahora bien, el cálculo estadístico nos permite asignar al estado global de un sistema, caracterizado por ciertas posiciones y velocidades de sus partículas, una cier­ta y bien definida probabilidad.

Este pensamiento fué el que condujo a Boltzmann a la conclusión, sorpren­dente en el primer momento, de que la entropía en un sistema aislado debía ser igua] "1 logaritmo de la probabili­dad más una cierta constante. Bajo la luz de este descubrimiento, el aumen­to de la entropía, su crecimiento fatal con el tiempo, pierde todo carácter misterioso. Pues siendo la entropía pro­porcional a la probabilidad, su tenden­cia a crecer, pone de manifiesto que su progreso no es más que el pasaje del mundo de un estado menos probable a un estado más probable. Esto sginifica que una o algunas moléculas individua­les pueden estar libres de la entropía; ya ella sólo actúa sobre el pavoroso conjunto de moléculas que juegan su papel en los fenómenos a nuestra es­cala, y aun más a la escala cósmica.

Es decir, la entropía es una propiedad del conjunto, de los sistemas materia­les, no de los individuos aislados. Que­da, por lo tanto, una pequeña proba' bilidad, pequeñísima a decir verdad, de que ocurra alguna vez lo improba­ble, o sea, que el Universo, después de haber alcanzado en algunas de sus re­giones despertar de su reposo y evo­lucionar, gracias a las fluctuaciones, hacía estados menos probables, a partir de los cuales él volverá a pasar hacia estados de más en más probables, sin comienzo ni fin en el tiempo. Por cier­to, esto no es imposible, sólo altamen­te improbable.

Esta imposibilidad se vuelve aún ma­yor si la calculamos para el inmenso conjunto de las moléculas que forman e] Cosmos, pues, por ser la entropía una ley estadística, se verifica aún me­jor para grandes conjuntos que para pe­queños. Según Boltzman, que calculó esta improbabilidad, el período que se­ría menester esperar para que la con­figuración inicial de las moléculas se restablezca, sería tal, que el número de años sobrepasaría la cifra 10-10-10 (la unidad seguida de diez mil millones de ceros). Una duración inconcebible que, como ha dicho Abel-Rey, la sim­ple concretación de una tal probabili­dad equivale a la imposibilidad no so­lamente para el hombre y la humani­dad entera, sino también para un sis­tema tan duradero como la Vía Láctea. Aunque, si bien es cierto que en física la frecuencia de tal acontecimiento equivale a comprobar que no se pro­ducirá nunca, no lo es, en cambio, pa­ra la escala del tiempo de la filosofía.

Así, pues, cuando todas las diferen­cias energéticas estén ya niveladas y todas las disimetrías generadoras de fuerzas y de fenómenos hayan desapa­recido del Universo, la entropía habrá alcanzado su máximo, La izotropía se volverá completa y el caos molecular absoluto. La temperatura será unifor­me en el Cosmos entero, un perfecto equilibrio dominará; el cociente fatal ds/dt habrá descendido a cero, mani­festando que la entropía no podrá cre­cer más. Ni es espacio, ni el tiempo tendrán sentido. Ningún punto del es­pacio podrá ser distinguido del otro, puesto que todos poseerán las mismas propiedades. Al desaparecer la entro­pía, desaparecerá también la placa in­dicadora del tiempo y ningún segundo se discernirá del segundo anterior. Pe­ro, para cuando esto suceda ya hará eternidades que el otro espejo de la flecha temporal, la conciencia humana, habrá desaparecido. Antes de que todo sea calor en el mundo, mucho, mucho antes, el nombre habrá rendido su úl­timo tributo a la madre natura.

Para muchos, esta idea, la disolución final del Universo, les resulta tan des­agradable como la de su propia perso­nalidad. A las pretensiones humanas de inmortalidad individual, corresponden; en la escala del macrocosmos, las as­piraciones más artificiales de un Uni­verso imperecedero, eterno. Mas en es­te aspecto nosotros optamos, tanto en el orden científico como en el moral, por la doctrina de la muerte térmica, pues no sentimos ningún temor al de­cir, junto con Eddington, que: «Billo­nes de años nos separan de aquel tér­mino fatal, los granos de arena en la clepsidra caen lenta e inexorablemente. No siento ninguna adversión por esta conclusión. La hipótesis de un Cosmos siempre en marcha y siempre renovan­do sus estados anteriores, repitiendo, aunque sea a largo plazo, los mismos hechos y las mismas situaciones, nos parece, aun moralmente, un retroceso. ¿Debe Sisifo siempre empujar la roca hacia ]a cima para que vuelva a desli­zarse? No sería esto el cuadro del in­fierno.»

Es más, creemos que no es en la es­cala del Universo en donde debemos buscar la tan, anhelada inmortalidad, sino más bien en la escala humana, en la de la Humanidad; pues, aunque al final la muerte" térmica sea un hecho, lo que importa es que, mientras el hombre no dé su último suspiro, tenga en su mente un recuerdo perenne de nosotros y de todos los que nos ante­cedieron. Por esto, y para finalizar, de­cimos junto con el investigador fran-1

cés Gustabo Le Bon: «Sombras de los tiempos pasados que

parecéis desvanecidas para siempre en la bruma de los evos cósmicos y que la varilla mágica de la ciencia evoca a su agrado, no esperéis el reposo: sois inmortales.»

OCTAVIO ALBEROLA .

El sol, fuente de vida ni

U NAS fábricas potentes h a n sido construidas junto a las catara­tas del Niágara . Quinientos mil

metros cúbicos de agua por minu to caen con un ruido a t ronador , produ­ciendo una fuerza de 17 millones de caballos-vapor. Si el Sol desaparecie­ra , esas ca ta ra tas dejarían de exis­t i r . ¿Quién a t r ae el agua hacia las a l turas , de donde vuelve a caer con estrépito? El Sol. Su calor absorbe el agua de los mares, de los lagos, de los ríos y de los arroyos. Ese agua se eleva bajo forma de vapor, la ve­mos después agrupada en nubes; y cae de nuevo convertida en lluvia o en nieve; de las a l turas desciende has ta los valles, y forma, cuando la configuración del terreno así lo de­termina, los l lamados saltos de agua, que son utilizados por el trabajo hu­mano . Como el agua no puede re­monta r las pendientes, hay que su­birla has ta las a l turas : el Sol es la bomba gigante que se encarga de esa faena.

Indirectamente el Sol acciona, pues, las potentes turbinas de los saltos de agua, como accionó en tiempos las ruedas de los molinos.

El mismo viento, que estuvo al ser­vicio del molinero y de la navega­ción a vela y se utiliza aún hoy dia en los planeadores, es sencillamente energía solar t ransformada. El vien­to y las violentas corrientes de aire son debidos al calentamiento variado de las capas atmosféricas bajo la acción de los rayos solares. Si el Sol no existiera, las capas de aire se ex-

Qazcia Oftlitatida

tenderían de una manera uniforme alrededor de la Tierra y el viento desaparecería. Que viajemos en un barco de vapor cuyas estibas estén llenas de carbón, en una autonave cuyos depósitos estén repletos de ma­mut , o en un velero empujado por el viento, es la fuerza solar la que nos conduce.

Es muy posible que en un porvenir próximo sea utilizada directamente la fuerza solar. A fines del siglo XVIII se consiguió ya concentrar el calor solar sobre unos grandes espejos, y en el focc de ellos se llegó a fundir vidrio, lignito y ha s t a algunos peque­

ños d iamantes . En nuestros días se construyen unos motores eléctricos en el foco de los cuales se encuentra un generador de vapor calentado por el Sol. En California y en Egipto, algu­nas granjas agrícolas poseen dichas instalaciones desde hace años.

Si se calienta la soldadura de dos metales diferentes, se produce una corriente eléctrica que se. puede re­coger en un acumulador. En algunos países se han instalado en los teja­dos esas parejas termoeléctricas y utilizado el sol como fuente de calor.

Es posible que los ingenieros del porvenir vayan a cap ta r la energía solar por encima de las nubes p a r a ponerla a nuestro servicio.

((Sólo de 13 luz nace el esfuerzo útil; la luz es el movimiento; sólo la luz es vida.» Así dice un poeta. Y todos sabemos que esa afirmación tiene mucho de verdad, incluso en lo mismo que exagera.

A los rayos que nos envía el globo incandescente la Tierra debe casi todo lo que es. El clima, el t iempo, las cosechas, la salud, los fundamen­tos de la vida social: todo depende del Sol.

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R U T A P á g . 3

L A C U L T U R A ! De «Regeneración» de Méjico fuerza mofriz del progreso

EL gesto suicida del aragonés del opresores, avanza o perece, como a fal-cuento, intentando marchar en di- ta de oxígeno la vida se extingue, a rección inversa a la de un tren falta de libertad la humanidad perece,

en plena marcha, es equiparable al in- ya que ésta es el oxígeno de aquélla, tenta regresivo de los sistemas dictato- Bastará un día, un minuto, en que ríales, obcecados para su conservación la humanidad diga: Hágase la luz, pa-en obtener con medidas drásticas, la ra que ésta sea hecha, con lo que se marcha arrolladura de la máquina evo- producirá el estrepitoso derrumbamien-lutiva del progreso. to del arcaico edificio de la sociedad

La ley fija e inmutable de la natu- actual, desapareciendo con el mismo, raleza es la evolución. Toda medida, Estado, capitalismo y dictaduras, fuer-todo dique que se oponga a su avance zas regresivas, fundamentadoras del es arrollada por la fuerza incontenible privilegio que impiden el normal des­de su impulsión. El sistema más empe- envolvimiento de la humanidad, inca-ñado en la contención del progreso, ha paz de hallarse a sí misma. sido durante XIX siglos, la religión ca­tólica, que por medio del horror que llegó a sembrar en los corazones con su célebre infierno y sus excomunio­nes, consiguió apoderarse de todas las riendas del poder de la vida civil, e incluso de la educación, a la que im­primió durante este período, una tó­nica consecuente con sus intereses, ex­terminando a todos aquellos que se opusieron a sus designios, o intentaron dar a conocer a la humanidad del fraude de que estaba siendo objeto. Só­lo en España y durante tres siglos, la Iglesia liquidó, bien en la hoguera, por tormentos o en lóbregos calabozos, por medios más o menos explícitos, 322.799 personas, cuyos bienes pasaron a engro­sar sus ya bien repletas arcas.

Sin embargo, y a pesar de todas las medidas coercitivas empleadas, la hu­manidad, prosiguiendo su ruta ascen­dente, concordante con las leyes pro­gresivas de la naturaleza, consiguió fi­nalmente desembarazarse del terror que la atenazaba y a la voz d e la cultura, la luz fué hecha en su cerebro y llegó a la comprensión del engaño a que se le sometía, y arrojando de sí el mito que la embargaba, junto a los prejui­cios que compulsaban su libre discer­nimiento, pudo lanzarse por la senda científica hacia el dominio de la natu­raleza y la consecución de la frater­nidad y de la mutua cooperación.

Basada en la ignorancia, la religión fué omnipotente, en tanto las brumas obscurecieron la inteligencia humana, bastó un soplo para que todo su arti­ficioso tinglado se derrumbara. Por la cultura, la razón y la verdad, vino a ocupar la plaza de la metafísica, basa­mento del catolicismo.

Durante diecinueve siglos de cultura fué ignorada, prohibida, vejada y es­carnecida; bastó un día para que el hombre, abriendo el libro de la natu­raleza, en su intento de comprenderla, guiado, estimuladc- por su afán de in­vestigación y de saber, llegara a la di­lucidación de la verdad. Al igual que contra la religión, la cultura será el ve­hículo que arrolle las fuerzas regresivas de la opresión que nos tiranizan.

Equiparables a la religión, adoptan­do sus métodos fascismo y comunismo estatal, intentan amordazar y retrotraer a la humanidad hacia las épocas ca­vernarias. Vano empeño: la humanidad oprimida, aherrojada, pese a todos sus

francisco OLAYA.

Barcelona, antorcha de la Libertad L OS sucesos de Barcelona, acaecidos interesados en dar torcida interpreta- privada y llegar a la ¿ociedad sin cia-

a principios de marzo último y ción a los acontecimientos. Los paros, ses; que al interés común, no se ante-que culminaron con los hechos del las manifestaciones de brazos caídos y pongan los intereses creados y en lugar

lunes 12 del mismo, entrañan para el los actos solidarios de la población con del comunismo dictatorial se implante el movimiento social, un verdadero acón- los trabajadores, no son ni pueden ser comunismo libertario, la socialización tecimiento de gran significación. Sabido de origen comunista; mucho ínenos de de los medios de producción. Es el rao-es que ese movimiento tiene raigambre elementos que reciben y obedecen ciega- mentó en que todos los gobiernos se profundo en el pueblo español; ese pue- mente las consignas de Moscú. Inten- unen en estrecho lazo, movidos por un

cionalmente se ha querido negar el ca- instinto de conservación, se agrupan en rácter, la esencia misma de las luchas tomo al capitalismo mundial.

La población de Cataluña, con Bar

Mari] de obra, maga

blo que lucha en estos momentos por su libertad, contra la dictadura, como lo sintetizara plenamente en 1936.

No se trata, como se ha querido de­cir y propagar por elementos extraños;

NA de las paverías, que por su sinrazón más a fondo revolu­cionan el paquete intestinal en­

térico, es la presunción que tienen los occidentales de civilizar al Oriente le­jano o próximo.

Las civilizaciones no las califican los chas y los pachas, ensombrerados o mi­trados, sino las técnicas de producción, que son lo vital de la Historia y de lo poco qune en ella no respira muerte.

Los métodos de trabajo orientales, que embellecen la vida, priman sobre Corán.

Ej cristal tirio iluminado e irisado, el de Antioquía, et de Alepo, muy su­perior al mirrino romano y al de los vitrales góticos, lo elaboraban rabinos de sinagoga alquimística.

Los motivos del decorado en ánforas y jarras, son la ciencia misma de la variedad y la fantasía, en que pululan pájaros exóticos, dragones de la más descocotante figura, nubes rizadas, aire hilado, hongos chinos con cara de man­darín, frases de kasida, versículos del

A. El C. N . d e S. I . A. r e c u e r d a a t o d a s a q u e l l a s S e c c i o n e s e n

c u y a s l o c a l i d a d e s s e c e l e b r e n f e s t i v a l e s , o n o i m p o r t a q u é ca l i ­d a d d e a c t o s p ú b l i c o s , q u e p u e d e n y d e b e n a p r o v e c h a r l o s p a r a r e c a b a r f o n d o s d e s t i n a d o s a i n c r e m e n t a r l a o b r a s o l i d a r i a d e n u e s t r o o r g a n i s m o .

E l n ú m e r o d e n e c e s i t a d o s , l e jos d e d i s m i n u i r , v a a c r e c e n t á n ­d o s e p r o p o r c i o n a l m e n t e a l t i e m p o , lo q u e h a c e q u e e n n u e s t r a o b r a — a p e s a r d e l e s f u e r z o t i t á n i c o q u e n o s h e m o s i m p u e s t o — l a s n e c e s i d a d e s s o b r e p a s e n a l a s p o s i b i l i d a d e s .

S O L I D A R I D A D I N T E R N A C I O N A L A N T I F A S C I S T A , h a c i e n ­d o h o n o r a s u s p o s t u l a d o s , n o p u e d e n i d e b e s e r i n d i f e r e n t e , n i s o s l a y a r l a a n g u s t i o s a l l a m a d a d e l o s q u e s u f r e n ; y l a b r e ­c h a e n t r e los m e d i o s a s u a l c a n c e y l a s n e c e s i d a d e s a c u b r i r só lo p u e d e s e r c o l m a d a c o n b u e n a v o l u n t a d y m a y o r e s fue rzo p o r p a r t e d e t o d o s .

A t a l fin, y p a r a p r o p a g a r el b u e n n o m b r e d e S.I.A., el C N . d i s p o n e d e « c o c a r d e s » c o n el t í p i c o s í m b o l o , r e s e r v a d a s p a r a l a s S e c c i o n e s q u e t e n g a n o c a s i ó n d e e x p e n d e r l a s — P o r e l C. N . d e S . I .A. : E L S E C R E T A R I A D O .

C O N F E D E R A C I Ó N N A C I O N A L D E L T R A B A J O

D E E S P A Ñ A E N E L E X I L I O

o r g a n i z a d o p o r l a C o m i s i ó n d e R e l a c i o n e s d e l a C.N.T. d e Es ­

p a ñ a e n el Ex i l io d e l A L T O G A R O N A , e n c o n m e m o r a c i ó n d e l

XV ANIVERSARIO DEL 19 DE JULIO d e c i m o q u i n t o a n i v e r s a r i o de l 19 D E J U L I O , y q u e s e c e l e b r a r á el d í a 22 d e j u l i o , a l a s d i e z de l a m a ñ a n a , e n el d o m i c i l i o so ­c ia l d e l a C.N.T. f r a n c e s a d e T O U L O U S E (Cour s -Di l l on ) , c o n l a p a r t i c i p a c i ó n d e

J U A N S A N S S I C A R T , e n r e p r e s e n t a c i ó n d e l a F . I . J . L .

R O Q U E S A N T A M A R Í A , p o r el S. I . de la C.N.T. d e L s p a -ñ a e n el Ex i l i o .

P A U L L A P E Y R E , p o r l a C.N.T. f r a n c e s a .

C o m p a ñ e r o s : ¡ A c u d i d t o d o s a l m i t i n !

de protesta, las huelgas efectuadas por los trabajadores, juntamente con el pue- celona como centro, es ahora como an-blo de Barcelona, contra los reajustes tes, el epifoco del movimiento reivin-de salarios; el alza en el coste de los dicador del proletariado español y, como artículos de primera necesidad y la ac- baluarte que fué, de la revolución de titud servilísta de un gobierno que, im- julio, vuelve a ser el lugar de las ges-potente para sostener indefinidamente el tas gloriosas, que ese mismo pueblo es­poder, busca la alianza con otros go- cribiera en las páginas de su historia, biernos igualmente serviles, ofreciendo- España no está en al concupiscencia les a cambio de su apoyo, el conringen- de las planeadores de la tercera gue-te de la juventud española como carne rra mundial, ni otorga su reconocimien-de cañón. to a las maniobras imperialistas de los

Sabemos que, el bajo nivel de vida, magnates de Wall Street; ni a cualquiera ¡a explotación en forma ascendente que otra organización de igual índole y dis-se hace del trabajador español, empeo- tinta denominación. Y cuando algún ran, bajo todo el punto de vista,, su sector gubernamental se abroga la re-situación económica-social y la de la presentación del pueblo para mezclarlo mayoría de la población, sin la espe- en los tratados de guerra y convenios ranza de una mejora más o menos pro- fraudulentos, se viola la liberta y el de-xima. Sabemos también que la organi- coro de ese mismo pueblo. España no zación obrera está sola en la lucha poi está en el caso de transigir, ni de ren-su emancipación social; porque no ha dir pleitesía a sus propios verdugos; por podido recibir la ayuda de sus compa- lo mismo, patentiza su decisión inque-ñeros de otros países y que esa situación brantable a combatir hasta donde es ca­es cada vez más apremiante. paz, todo lo que significa el despotismo

En el momento actual, en que la hu- absurdo y caduco de la Falange; la inanidad soporta la más dura prueba de villanía y el gobierno más soez que ha su historia, en la lucha por la con.ecu- tenido la Península Ibérica, ción de una sociedad nueva, más justa Exhortamos en esta ocasión a todos y mejor organizada; hoy, que la ts- los proletarios del mundo, a fin de que, tructura social reinante corroe sus pro- en la medida de sus posibilidades y píos cimientos y va paso a paso, pero con la decisión que el caso requiere, inevitablemente hacia la destrucción de impartan su ayuda moral y material a _u mismo sistema; el franquismo, en su nuestros camaradas de España; segura-loca y desenfrenada ambición sobre la mente que la efectividad de esa ayuda voluntad de una nación, de todo un no será tarde. Así mismo pedimos una pueblo; pretende ahogar en sangre esas acción solidaria de conjunto, de las justas- aspiraciones. centrales revolucionarias en sus respec-

Hoy que el capitalismo en todo el tivos países, contra las dictaduras, imi-mundo llega a su curva logística y en- tando a los compañeros de la C.N.T.; narca el punto máximo de su decaden- con el exclusivo objeto de patentizar su cía: que se hace necesaria la renovación enérgica protesta contra los atropellos social en todos los órdenes de la vida cometidos en la persona de centenares humana,, para sustituir el mecanismo de trabajadores españoles, en la ciudad arcaico de la sociedad actual. En. que de Barcelona, es llegada la hora de la transformación total de lo que existe artificiosamente, pai a establecer la igualdad económica, liase primordial del progreso y la cul­tura De hacer de una vez por todas, la realización objetiva del derecho natu­ral, con la eliminación de la propiedad

los occidentales, que la envilecen, star-dandizando el producto y explotando al productor y al consumidor.

Aun no ha descubierto Europa el se­creto de la finura, la lactescencia y la exquisita traza de las porcelanas Ming, hechas con piedra y arena molidas de lecho fluvial.

Y los vidrios artísticos de que se en­orgullecen Bohemia, Venecia y Mura-no, no pasan de ser pura pacotilla de

Algunas arañas o lámparas de vidrio de las mezquitas, llevan, con mencio­nes elogiosas, el nombre de sus donan­tes, Inegado en espumaradas de liris­mo y poesía. Así, en una dedicatoria hiperbólica, al sultán Malik Nazir We-din, se le llama «pilar inconmovible de la religión y sostén roquero de las columnas del mundo».

Lo único que, en medio de este des­lumbramiento de fogarada y flamazo

bazar para la exportación, comparados imaginativos, suele quedar en la som con las obras de los grandes vidrieros o r a m^ o s c u r a , es el recuerdo del de Persia, la Mesopotamia y el Islam. p e y r ó que trajo las gallinas de este re-

Los talladores de cristal de roca egip- finamiento artístico; y no hay que de­cios han creado una religión de su pe- c i r q u e e\ ¿e\ manobre, que moldeó ricia, no menos misteriosa que la de c o n s o p ] 0 verdaderamente de Espíritu Isis y la de Osiris. Bajo lo s fatimitas y Santo la ardiente pasta silícea, que no los Tolemeos se labraban en el Cairo había de empañar una burbuja, dejando •ubiletes, tazas y redomas de una mo- a v e c e s e n e\ e m p e ñ o coágulos de san-licie y un gusto inauditos. g r e y pedazos de pulmón. Fatiga, de

Las fábricas sirias, persas e islámicas q u e s e cobraban las copas, que luego daban a sus esmaltes un lustre oxidado cantaban Ornar Kayam y con las que se y dorado, con el que sólo compiten emborrachaban hasta romperlas, estre-Marruecos y los talleres y hornos de Hándoselas a sus huríes en la nariz, ca-Almería. lifas, visires, protopapas, imanes y otros

cerdos de turbante, corona o casulla. Las líneas más estilizadas de la de­

coración insinuábanse con plumas de ruiseñor levísimas, de cuyo cañón pa­recía surgir un melodioso canto, que sus barbas fijaban a fuego. Los apun­tes de más dimensión los bordaba el pincel.

Los esmaltes opacados obteníanse con plomo, que se casaba con óxidos de otros metales. El verde lo daba a la mezcla eo óxido de cobre; el rojo, el óxido de hierro; el amarillo, el ácido de antimonio; el blanco, la blenda, y el azul, el polvo de lapislázuli.

Ángel SAMBLANCAL

TOMAR NOTA La F . L. de la F. I . J .L. de Ba-

gnéres de Bigorre comunica que habiéndose extraviado el sello que la F . L. utilizaba, ha sido confec­cionado un nuevo sello de distin­to formato.

La C.N.T. de España, organización libertaria de viejo historial, se enfrenta en la actualidad a la lucha más encar­nizada de los últimos tiempos; lucha que podrá determinar tácitamente, la caída estrepitosa del actual régimen.

(De «Regeneración»).

EL PUEBLO

< V W W W V W W V W W W W ^ W ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ I ^ V ^ * ^ * * ^ A A < > ^ ^ ^ A

EN CAEN L a F . L. d e l a s J u v e n t u d e s L i b e r t a r i a s d e C a e n , e n c o l a b o ­

r a c i ó n c o n l a C. d e R. d e l a I n t e r d e p a r t a m e n t a l d e l a C.N.T. d e N o r m a n d í a , h a o r g a n i z a d o u n a j i r a p a r a el p r ó x i m o d í a 14 d e J u l i o . A d i c h a j i r a q u e d a n i n v i t a d o s t o d o s los c o m p a ñ e r o s y s i m p a t i z a n t e s .

E l i t i n e r a r i o q u e se s e g u i r á es el s i g u i e n t e : V i s i t a a l M o n t S a i n t - M i c h e l , a m e n i z a d a c o n u n a c o n f e r e n c i a s o b r e s u s o r í g e ­n e s h i s t ó r i c o s ; v i s i t a y c o n c e n t r a c i ó n e n S a i n t - M a l o , e n d o n d e se o r g a n i z a r á u n a c o n f e r e n c i a , e n c o l a b o r a c i ó n c o n la I n t e r d e ­p a r t a m e n t a l d e B r e t a ñ a y l a F . L. d e a q u e l l a l o c a l i d a d ; v i s i t a a D i n a r d , y r e g r e s o a l a l o c a l i d a d d e o r i g e n .

¡ C o n t a m o s c o n l a p r e s e n c i a d e t o d o s l o s c o m p a ñ e r o s !

Journal imprimé sur les presses de la SOCIETE GENÉRALE D'IMPRESSION (Coopérative Ouvriére de Production) Siége social : 26, rué Buffon, Toulouse Ateliers : 61, rué des Amidonniers

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En la Colección «EL MUNDO AL DÍA», número correspondiente al mes de junio, se publica la primera parte del libro de Anselmo Lorenzo, «EL PUEBLO», agotado hace mu­chos años y considerado una de las páginas maestras de la literatura li­bertaria universal.

La obra contiene el prefacio que para su edición original, hecha poi las Ediciones de La Escuela Moder­na, de Ferrer Guardia, escribiera Pedro Kropotkine.

Se trata de un volumen de excep­cional interés y de actualidad per­manente, ya que a través del mismo

Fiesta Teatral pro S. I. A. en Perpignan > <

__\ C o n t i n u a n d o su o b r a d e s o l i d a r i d a d , e l G r u p o A r t í s t i c o ^ j ^ T A L I A a c t u a r á el s á b a d o 14 d e J u l i o ( f i es ta n a c i o n a l ) , a l a s<P ^ t r e s d e l a t a r d e y e n el t e a t r o d e c o s t u m b r e , p r e s e n t a n d o e lSP v d r a m a e n c u a t r o a c t o s , o r i g i n a l d e l a u t o r J o s é V i d a l , b a j o l a \ f

i o <>

^ d i r e c c i ó n de l d i r e c t o r , F r a n c i s c o M a c i á , t i t u l a d o

I LA TRAGEDIA DE ESPAÑA d\ L a a c c i ó n e n B a r c e l o n a , a ñ o 1940.

A c t u a r á n l a s c o m p a ñ e r a s E m i l i a R o c a , A m e l i n a S a h a g ú n . A se ve de qué n s teóricos deí 4> M o n t s e r r a t C h a r e l l i , M e r c e d e s A r q u é , J o s e f a Gi l , F e l i s a G ó m e z , ^ anarquismo previeron los acontecí- 4> M a r i - S o l S á n c h e z , y los c o m p a ñ e r o s J o s é V i d a l , F r a n c i s c o Ma-<) , mientos que se han ido sucediendo y emitieron juicios que las realida­des a venir han ido confirmando. 50 páginas. — 55 francos.

Pedidos: Ediciones UNIVERSO, 29, rué Couteliers, Tcmlduse (H.-G.) y en el servicio de Librería del M. L., 24, rué Ste-Marthe, París (X').

>ciá, I s i d r o C a s á i s , E s t e b a n O r t i z , L i b e r t o C e d o , E u l a l i o E s t e b a n , < > R a m ó n T o r r e n t s , A n t o n i o C l u a , J o s é C e r v e l l ó , J o r g e M o n t a l v o , < > R e n a c e r S o l e r , J o s é M o r a l e s y J o s é V a l l s .

M U R G A : E u l a l i o E s t e b a n , R a m ó n M a t e o y su h i j o Luis< M a t e o . < •

P O E S Í A S : R a m o n c i t o C a p d e v i l a y J o s é C e r v e l l ó . ^ r

EL SÁBADO 2 2 \ EE DOMINGO 2 J DE JULIO El Grupo Artístico «Iberia», pondrá en escena

por primera vez en Europa LOS ARBOLES WliEREM DE PIE «de Casona ,,<VVVV\»VVVVVVVVVV**/W*V*VVVV^^^'VV*SN

(Continuación)

SONNENBURG

El 6 de abril de 1933 fué enviado Erich junto con otros presos desde la prisión de la Lehrterstrasse, en Berlín, al célebre campamento de Sonnenburg. Zenls había recibido permiso para visitarle ese día en la pri­sión, pero cuando llegó se le dijo que su esposo había sido transportado en la madrugada a Sonnenburg. No presintiendo nada bueno, la pobre se dirigió inmedia­tamente al Polizeipraesiidum de Berlín para recibir del fiscal supremo Mittelbach un nuevo permiso de visita. El doctor Mittelbach le entregó ese permiso para el 8 de abril. Zens describe después de la muerte de su es­poso esa primera visita a Sonnenburg en su folleto Der Leidesweg Erich Mühsams, editado en enero de 1936 en el MOPR-Verlag, Zurich, y del que tomamos el siguiente pasaje:

«Aproximadamente a las once de la mañana llegué a Sonnenburg. En el viejo presidio, abandonado a causa del estado de su construcción, habían sido alojados los presos políticos. La guardia estaba a cargo de las S. A., pero la dirección la tenía aún un director civil de pri­siones. Tuve que esperar aproximadamente una hora. Al mismo tiempo otras mujeres que, en su angustia mor­tal, habían concurrido por propia iniciativa a Sonnen­burg querían visitar a sus esposos.

«Mühsam estaba en una condición espantosa. Me fué difícil ocultarle mi horror. Estaba sentado en una silla, no tenia sus lentes — se los habían roto —, se le ha­bían hecho saltar los dientes, y su barba había sido tan maltratada por los salvajes que el tipo judío había que­dado transformado en una caricatura. Cuando me vio, dijo: ¿Por qué has venido a este infierno? No te dejarán salir viva de aquí, pues has visto cómo se nos ha mal­tratado terriblemente.» Le dije que había otras tres mu­jeres allí. Se deslizó entonces una sonrisa alegre por su rostro, y me rogó que no volviese nunca sola a Sonnen­burg. La visita duró solamente diez minutos y tuvo lu­gar a la vista de un jefe de las S.A. Al despedirse me dijo Erich: «Ten en cuenta una cosa, Zensl: no seré nunca un cobarde.»

Ocho días después de aquella primera visita, el 15 de abril de 1933, escribió Zensl a mi mujer:

«Mi querida Milly: Hace dos días llegó el dinero. Lo he cobrado el mismo día. Os agradezco, Milly y Rudy. Pude enviar al primo algunos paquetes (se refiere a Erich, a quien llamaba también algunas veces Onki) y pagar la electricidad y el gas. Te agradezco. ¡Oh, estoy tan cansada, tan espantosamente cansada! ¡Pero tengo que vivir por Onki! El novio es amable conmigo (se refiere a mi cuñado Ernst Simmerling, que hizo por

El camino de pasión de Zensl Müsham Zensl hasta su fuga de Alemania todo lo que pudo y conservó fielmente también los papeles de Erich), y ahora necesito mucho cariño. No puedo escribiros más hoy; quisiera, pero no vienen las palabras... Queridos, no me abandonéis y quedad fiel al primo, al que no le va bien.»

El 15 de mayo llegó otra carta a Milly:

«... Te agradezco a ti y a tía Emma (se refiere a Em-ma Goldmann) por el recuerdo en mi aniversario. El 3 de mayo visité al primo en el sanatorio; no está todavía bien. Si sigue así no volverá a estar ya sano. Es espan­toso, y no conozco ningún otro médico que pueda ayu­darle. El corazón no quiere más. De un oído está sor­do y el otro está inflamado. También los ojos están hin­chados. Pero es valiente y no tiene miedo. He tomado su ropa interior. Está llena de sangre. Me sentí mal cuando abrí en casa el paquete. Tenía ulceraciones en todo el cuerpo, que se abrían todos los días... Se me nubla la vista, pero no puedo llorar. Tengo miedo de enfermar. No puedo enfermar. Tengo que seguir ayu­dando al primo en tanto que pueda, No puedo más, perdonadme...»

De una carta del 22 de junio a Milly y a mí: ; i

«Queridos, el dinero llegó en buen momento. ¡Qué haría yo sin vosotros! Estoy sola y no puedo ayudarme a mí misma. Pero tengo que resistir, por causa de Onki; no hay más remedio, y resistiré... No veo a casi nadie ya. La mayoría de los que venían antes a vernos fueron dispersados por el miedo. Incluso mi propio hijo no en­cuentra ya el camino hacia mi (se refiere a] hijo de su primer matrimonio). Onki no debe saber nada de esto, pues su salud no está en orden... Sólo la pequeña Grete, Fritz, Hedwig y el novio me han quedado fieles. Y naturalmente tambiéh Mary y Nicky, que viven todavía (se refiere al perro y al gato). Pienso en vosotros con cariño y fidelidad.»

Las ocho semanas que Erich tuvo que pasar en el infierno de Sonnenburg, fueron para él un período de apaleamientos inhumanos, que resisten a toda descrip­ción. Ya en el camino hacia el campamento los presos fueron golpeados de manera bestial, pero ante todo Erich, por los miembros de las S.A., con vergas de goma. El día después de la llegada a Sonnenburg se ordenó a Erich y a otros tres de sus compañeros de

sufrimiento, cavar en el patio de la prisión las propias fosas, pues se les iba a fusilar. Cuando las fosas fueron finalmente abiertas, se puso a los cuatro presos contra los muros de la prisión y se les ordenó cantar el Horts-Wessel-Lied, mientras los S.A. cargaban sus fusiles. Pero las cuatro voces entonaron la Internacional y se prepararon para la muerte. Cada uno de los asesinos pardos apuntó a su blanco, pero cuando fué dada la orden de fuego, bajaron los fusiles y rieron locamente del espanto que creyeron producir con sus sádicas bro­mas en las indefensas víctimas. Ese suceso horroroso es justamente un símbolo de la vileza sin ejemplo de la canalla cobarde que fué llevada a la superficie desde los bajos fondos en el tercer Reich, y no hay que maravi­llarse si después tuvo que convertirse en fatalidad para

RUDOLF ROCKER todo el mundo la brutal barbarie de ese trágico retro­ceso.

Las indecibles torturas del alma que tuvo que sopor­tar Zenls Mühsam a través de todos esos largos y es­pantosos meses, se puede presumir, pero no hay pluma capaz de describirlas. Por compañeros de prisión de Erich, que fueron liberados después, recibió poco a poco conocimiento de todos los tormentos morales y corporales que tuvo que sufrir su esposo casi a diario. Hay que imaginar en qué estado tenían que poner a la desrichada mujer esos informes llenos de horror. En to­das las cartas que nos escribía, resuena el eco del dolor interior que consumía su corazón y que trataba en vano de resumir en palabras.

Zensl era una mujer valerosa que no se dejó intimidar por nada. En su impulso desesperado por socorrer al esposo, escribió constantement a todas las autoridades, para conseguir un alivio en el destino cruel de Erich. Al comienzo pudo obtener modestos éxitos, pero cuando después se consolidó cada vez más el régimen de los verdugos pardos, no quedó para la mujer duramente probada más que el escarnio y la burla.

Cuando Zensl visitó por segunda vez a Erich en Sonnenburg el 3 de mayo de 1933, se produjo un inci­dente ingrato. Había llevado a Erich una pequeña caja de cigarros, pero cuando éste intentó decir al respecto un par de palabras a su mujer, le ordenó el S.A. de guardia: «¡Muühsam, si no cierras de inmediato el pico,

te echaré fuera!» Erich, que se rebeló contar esa bru­talidad en presencia de su mujer, no puedo dominarse y dio rienda suelta a su indignación, gritando abierta­mente sobre la crueldad inhumana con que era escar­necido y maltratado casi todos los días por sus ver­dugos.

Algunas semanas después de aquel suceso recibió Zensl de Sonnenburg el paquete ordinario con la ropa interior de su esposo. La ropa estaba totalmente em­papada en sangre. En su desesperación, corrió con ella al fiscal supremo Mittelbach y pidió a éste el traslado inmediato de su esposo a otro campamento. El doctor Mittelbach, que daba la impresión, según la propia opi­nión de Zensl, de que no estaba de acuerdo con los malos tratos a los presos, fué él mismo el 31 de mayo a Sonnenburg e hizo llevar a Berlín a Mühsam y al abogado Litten, que eran los más maltratados de todos los presos. Pero los funcionarios capaces todavía de ges­tos humanos, no encontraban piedad en los hombres del tercer Reich, y unos meses después el doctor Mittel-balch fué exonerado de su cargo.

EL INFIERNO DE BRANDEBOURG

Erich fué trasladado del campamento de Sonnenburg a la prisión de Ploetzensee. Quedó allí tres meses en el más estricto aislamiento, pero no volvió a ser maltra­tado. Fué el periodo más tranquilo de su prisión. Cier­tamente, para un hombre tan socialmente predispuesto como Erich, era bastante duro no tener a su alrededor a nadie con quien poder cambiar una palabra, pero Zensl podaí visitarle dos veces por semana y llevarle paquetes. También pudo dejarse crecer nuevamente la barba; incluso se le permitió un diario. Para hacerle más soportable la soledad, se esforzó Zensl por conse­guirle permiso para que se entretuviera escribiendo. El que lo haya logrado, lo debió probablemente al fiscal Mittelbach.

Erich había comenzado entonces una novela satírica, que debía llevar el título de Un hombre del pueblo. Como no fué perturbado por nada en la soledad de su celda, el trabajo se desarrolló fácilmente, y como esta­ba habituado al trabajo intelectual, eso tuvo que pro­curarle sin duda un gran alivio.

Zensl, que nos contó todo esto, estaba entonces muy esperanzada, y confiaba incluso levemente en la pronta liberación de su esposo. Tal vez el triunfo logrado con el traslado de Erich a Ploetzensee, le había inspirado esa esperanza; pero es también posible que al fiscal

Mittelbach se le haya escapado quizás, para consolarla, alguna expresión en ese sentido.

Pero todas esas esperanzas, que seguramente eran ma­yores en Zensl que en Erich terminaron repentinamente cuando Goering dictó en agosto de 1933 un nuevo de­creto por el que empeoró de manera inaudita la situa­ción ya más que cruel de los presos políticos. El 24 de agosto fué revisada detenidamente la celda de Erich en Ploetzensee por funcionarios y se le quitó el diario que llevaba, el manuscrito de su novela y todos los útiles de escribir.

El 8 de septiembr fué trasladado Mühsam a lcampo de concentración de Brandeburg. Desde entonces co­menzó el período más horroroso de su prisión, que ape­nas volvió a ser atemperado por un instante. El breve idilio de Ploetzensee había terminado; la esperanza de que podría pasar allí quizás el resto de su encarcela­miento, fué destruida de golpe. Lo que siguió, no fué más que una cadena de apaleamientos bestiales y de tormentos inauditos, que tan solo terminó con el ase­sinato infame de este hombre verdaderamente grande, que supo llevar indomablemente su cruel destino hasta el fin, como todo un hombre.

Tan sólo el 8 de octubre pudo visitar Zensl a Müh­sam en Bradenburg. Presentaba mal aspecto, y le dijo que estaba otra vez «enfermo del corazón», una indica­ción de que le habían vuelto a pegar. Se puede com­prender cuál habrá sido el estado de ánimo de la po­bre mujer, qeu se vio de nuevo repentinamente frus­trada en todas sus esperanzas y tuvo que reconocer con espanto qeu su esposo, que ya había soportado tanto, debía servir allí otra vez a los sadistas pardos de blan­co de sus caprichos bestiales. Zensl no era una natura­leza predispuesta al sentimentalismo. No perdía fácil­mente su dominio, y el dolor monstruoso que había soportado en todos aquellos meses de dominio del te-ror, no había hecho más que fortalecer su voluntad de resistencia. No se dejó anonadar tampoc oentonces y acudió a todas las autoridades para proteger a Erich contra ulteriores torturas. Pero esta vez todos los es­fuerzos fueron estériles.

En lugar del fiscal Mittelbach se había nombrado al doctor Conradi, de la Policía secreta del Estado (Ges­tapo), como encargado de todos los campamentos, un burócrata brutal y despiadado, para el cual era ente­ramente extraño todo sentimiento humano. Conradi dejó fundamentalmente de lado todas las quejas que se le llevaban por parte de los familiares de sus víctimas. Un a solicitud de Zensl para lograr una entrevista, le fué rotundamente rechazada; una queja por escrito, que le hizo llegar después, quedó sin respuesta. Zensl no dejó de recurir a todos los medios para socorrer a su esposo y se expuso por ello con frecuencia a grandes peligros personales; sin embargo, todos sus esfuerzos fueron infructuosos. (Continuará).

Page 4: LA CRIMINALIDAD LEGAL PUEBLO PROCESOS CSTADC · 2009. 2. 9. · ROUTE, hebdomadaire

tt M AI borde de un preci-^ ^ L picio le dijo a Monín su

J w papá: c*^> - Si resbaláramos esta­

ríamos perdidos. - jNoí La prueba es que a todos los que han caldo los han en­contrado abajo.

Un nene le decía ale­gremente al elefantito Ki-ko. - Tu compras un paquete

de caramelos y yo compro otro. * De acuerdo. Yo acepto la se­gunda proposición.

la casse i W'

EL jueves preguntó el padrino como todos los días:

—¿Qué queréis que os pin­te hoy?

—¡Una bocina! — respondieron Botón Rompetacones y Azulita.

Entonces cogió un papel y un lápiz, y mientras la iba pintan-

—¡Si hasta dan ganar de pedir un bocadillo y cerveza!—decía Al­fonso, que tenía buen humor casi siempre.

Entre las piezas que quedaron flotando por el agua, ia bocina era una de ellas, que se movía como una serpiente marina. En-

EAS AVENTURAS DE NCNC • « n o • •

do iba dándoles de este modo la tonces Alfonso tuvo una idea sal-explicación: vadora- La llamó haciendo «bs-

—Una bocina de automóvil se bs-bs-bs», como a los gatos; acu-pinta asi: primero la boca ensan- dio ella, porque ya hemos dicho chada, que es una boca como la antes que era muy amable; la de un trabuco, sino que ésta sólo desprendió cuidadosamente de su dispara tiros de ruido y no de negra pera de goma, y pegando muerte. Luego la larga serpiente el chico su boca a la boca de la que dibujaré retorcida para que goma, dejó en ella estas pala-M vea que es flexible y que pue­de colocarse de cien maneras. Y al otro lado la pera negra, blan­da, que es de la que salen los sus­tos que se disparan por la boca del otro extremo. Bueno, y para completar la pintura, podemos poner unas rayas disparadas y

bras como en un teléfono: «Que vayan a salvar a la familia de María del Pilar, que se han caí­do todos al agua.» Inmediata­mente volví ó a poner la pera en

su sitio y la soltó. La serpiente, con aquellas pa­

labras dentro, comprendió lo que asi se ve que hacen ruido. ¿Com- querían de ella y siguió nadando, prendéis? ¿Si? Pues adelante. nadando, siempre por la orillita.

¡Benditas s e a n las bocinas!, Y cuando llegó a las rocas sobre ¿verdad? ¡Benditas sean, ya que las que estaba la finca de los se­nos libran mil veces de los atro- ñores amigos, trepó como pudo pellos!... por ellas, se coló por entre las

Y claro, como que tienen esa rejas del jardín y empezó a pa-misión tan caritativa, son ama- searse por delante de los tres ni-bles del todo, y esta que yo os ños que había en la familia-he dibujado hizo una vez una L e s c h o c 6 m u e h o e i c a s o y a ]

cosa que bien merece la pena de p r i n c i p i o s e a s u s t a r o n . Pero Pa-que os la cuente. q u i t o > m á s V a i i e n t e que nadie,

Esta bocina perteneció al auto- p i s o l a n e g r a p e r a D a r a a p r i s i o . móvil de unos señores que tenían n a r l a > y a , a p r e t a r i e n v e z d e u n

dos hijos llamados Alfonso y Ma- bocinazo, lo que salió fué la fra­se que la bocina llevaba dentro:

«Que vayan a salvar a la fami­lia de María del Pilar, que se han caído todos al agua.»

Rápidamente fueron a la co­chera, sacaron su auto, cogieron cuerdas, y buscando desde la ca­rretera con prismáticos encontra­ron a los cuatro náufragos, aga­rrados aún a las cuatro ruedas.

Las cuerdas gordotas empeza­ron a descender, y al poco rato subían uno por uno los cuatro, agarrados a las cuerdas y pisan-

ria. Todas las tardes estos señores,

con sus hijos y su bocina, se iban en el auto a la finca de otros se­ñores que tenían tres niños: Ama­lia, Paquito y María del Carmen.

Para ir a la finca de sus ami­gos tenían que recorrer una ca­rretera que estaba sobre el mar, o mejor dicho, sobre unos altísi­mos acantilados que easi caían a pico sobre el mar, y en cuyas ro­cas pegaban las olas de manera que la espuma blanquísima pare­cía luchar contra las piedras- Y lo gracioso es que los muchachos d o D O r l a s r o c a s verticales, llevaban por el aire una cometa, ¡Cuántos abrazos y cuanta ale-para que de lejos los distinguie- 8 n a !

ran divinamente. Una de aquellas tardes, el auto

corría por la carretera a bastan­te velocidad, y cuando un burro cargado de tiestos con flores, o una carreta de bueyes llena de leña, o unos muchachos deporti­vos y amigos de caminar apare­cían delante, la bocina les llama­ba la atención para que se qui­taran de en me/íio: «¡Pu! ¡Pu! ¡Pu! ¡Pu!»

Pero esta vez iba guiando Pi-larcita, y <anto pensaba en lo que iba a jugar al tenis y a bailar al son del gramófono en casa de sus amigos, que distrajo un momen­to la dirección, y por no coger a un conejillo que cruzaba la ca­rretera, rodó el coche por las ro­cas agudas, hasta caer a! agua dividido ea doscientas piezas... ¡Oh, qué horror! •

Afortunadamente, las cuatro ruedas quedaron sueltas y a cada una de ellas se agarraron María del Pilar, Alfonso, el padre y la madre como a cuatro volantes de auto; de modo que se sostenían en el mar divinamente y cada uno parecía que estaba delante de un velador d ela terraza de un café; porque ya sabéis que también suelen ser redondos.

UN PASEO EN MONADIA (Continuación) nes amamantaban, y comprendiendo que — Flagrante mendicidad. Seguidme / XVI los niños eran hijos de los personajes a casa del preboste y de allá a la car-

De lejos la ciudad le pareció magní- que se paseaban en lo» carruajes, y las cel. fica; ya en su interior, a derecha e iz- mujeres, sus criadas y nodrizas; algunas Y a pesar de sus gritos — de sus quierda veía calles estrechas, tenebro- de ellas tenían en sus facciones ulgunos balidos podría decirse, porque a Nono s'as; con casuchas que amenazaban rui- rasgos de vago parecido con Blanquita, te parecía que semejanza con los barre­na, destilando miseria y suciedad y que la caca de Mab, pero de aspecto más f°* que había visto en el matadero —, contrastaban con la de la calle princi- rudo que aquel animal. le llevó casi arrastrando, pal que seguía, que era anchu, hermosa En kioskos situados en los bosqueci- Nono continuó su camino, y plantada de árboles. uo» de los jardines se vendían juguetes Llegó a una plaza en cuyo centro se

Avanzando por aquellas callejuelas y golosinas de toda clase, cuya vista elevaba un monumento cuyo objeto no miserables se llegaba a otras más an- despertó el hambre de Nono, distraída pudo comprender: tampoco era posible cluis, más aireadas y con casas decen- hasta entonces a la vista de aquellas enterarse ni cerlo mejor por impedirlo tes, hasta llegar a otra vía más ancha novedades; pero harto sabía que en Ar- un recinto de límites unidos entre sí por aún que la primera, que se alargaba girocracia se necesitaba dinero para ob- cadenas. hasta perderse de vista, plantada de ár- tener algo y él no lo tenía. . Al extremo de esta plaza se, veía un boles a cada lado. Interrumpían las U- Se acordó de su acordeón y fué a castillo almenado, con una alta torre en neas de aquella vía plazas circulares situarse cerca de un grupo de niños, la que flotaba el estandarte real de Ar-situadas a distancias proporcionales, en donde tocó lo mejor de su repertorio; girocracia. Nono comprendió que aquel cuyos centros se elevaban fuentes mu- pero ninguno hizo caso de la música, edificio era el palacio real. Estaba lleno mimentales con grandes surtidores, ro- viéndose obligado a guardar el instru- de soldados de cara de tigre pero me­diados de círculos floridos a modo de mentó y a contentarse con recoger un jor vestidos y más formidablemente ar-canastillos, llenos de flores hermosas y bollo abandonado y mordido por uno mados que los que guardaban la ciu-variadas. de aquellos niños. fad.

Circulaban magníficos carruajes con Continuando su marcha vio algunos Estaba rigurosamente prohibido acer. bellas damas y elegantes caballeros, otros niños que querían mezclarse a los carse a aquel palacio-fortaleza, comple-conducidos por cocheros y lacayos de juegos de los bien vestidos, pero como tando más positivamente la prohibición libreas brillantes y galoneadas y tirados aquellos los tenían algo deteriorados, un ancho foso lleno de agua y guarne-por soberbios caballos que piafaban y fueron desdeñosamente rechazados, cido de empalizadas y los centinelas que movían orgullosamente la cabeza. mientras que las criadas gritaban escan- hacían circular a los paseantes y cu-

Si Nono no acabara de atravesar el daltzadas al ver la desvergüenza con riosos. país viendo tanta miseria, hubiera creí- qne aquellos estropeados se atrevían a Sobre la puerta se ostentada un es-do en la realización de las promesas de mezclarse con los del debaño puesto cudo esculpido en piedra con las armas aquel señor gordo; pero ya sabia por bajo su vigilancia, lo que dio lugar a de Monadia con esta divisa: El dinero experiencia lo que tras tan bello espec- Que "» soldado que se paseaba por allí, es superior al derecho», lóculo se ocultaba. vestido de negro con bordados rojos, con Nono se inclinó a la izquierda y se

Los ricos trajes de los señores, los en- espada al cinto, se acercase a aquellos encontró en una calle que iba estre-cajes y las sedas de las damas, los jae- granujas, o tenidos por tales por ser chándose. No tardó en entrar en un ha­ces de los caballos y los atelajes de los pobres, amenazándoles con llevarles a la rrio de calles estrechas, de casas enne-coches recordaban la visión rápida de cárcel si no se apartaban pronto. grecidas y decrépitas, habitadas por una los gemelos; pero algo de que él no sa- Mós lejos yió Nono una mujer hará- población miserable.' bía darse cuenta le hacía comparar a pienta, seguida de dos pequeñuelos y aquella gente a los cerdos destinados a llevando en brazos otro que aún no an-engordar que había en los establos de daba; parecía implorar la caridad de su nodriza. aquellas damas y caballeros que pasa-

Continuó Nono uno de aquellos pa- han «"mirarla ni prestar atención u Z7l¡os, como si fuera posible encá­seos, admirando óuanto veía Sentadas ™ * * * « * " • _ . trar en ellos algún mendrugo de pan en sillas bajo los arboles vio mujeres No obstante, una señora joven se de- trasnochado, tocó el brote de oro que gruesas y mofletudas, cuyos vestidos te- tuvo para ponerle algo en la mano; le dio Monadio para decidirle a seguirle n\an algo de campesino y de lacayuno, pero uno de los soldados del uniforme y que ten^(í 0\vidad0 que cuidaban de niños ricamente ata- negro con cara de hombre, de lebrel y viados que jugaban a su alrededor con de garduña se acercó, y tomando bru-juguetes lujosos; otras mujeres llevaban talmente la desgraciada por el brazo, le en brazos niños más pequeños a quie- dijo:

í L faudrait quand méme s'en- voir ce que va diré ton pére », a tendré ! Pourquoi, lorsqu'une protesté maman! Or, papa, pen-grande personne en voit une dant ce temps-lá, emboutissait un

petite se livrer a ses múltiples autobús avec sa Citroen : celui-ci oceupations habituelles, déclare-t- dans un supréme effort pour évi-elle immédiatement : « C'est un ter la colusión inevitable, tam-« brise-tout ». Est-ce que vous ponnait une voiture de laitier, eroyez par hasard que ees Mes- cassait 187 bouteilles et tuait le sieurs et Dames ne démolissent cheval. Par ailleurs, la pauvre bé-jamais ríen ? Quand, aprés un di- te en s'écroulant brisait la jambe ner d'apparat, les invites passent d'un inoffensif promeneur que Po-au salón, combien de fois le gros lice-Secours, l'instant d'aprés, de-financier trop pressé marche-t-il vait emmener á l'hópital. sur la traíne de la duchesse qui E h h¡ , ., ___,Ki

j x o n » . „,i e n • " m e semble sans par-minaude en avant ? On n entend > presque rien, mais ca fait quand méme un rude accroc! La preu-vc que ce n'est pas de la faute des enfants, c'est qu'on les envoie coucher deux heures avant, ees jours-lá !

Le lendemain, d'un coup de plu meau rageur, Eugénie l'appartement. Conséquence . potiche de Chine dégringole avec ™ " e ¿ g l r . P « í « * « n e n t ñor-

- - - er> le franc etant en

tialité nue ¡e résultat obtenu par papa-grande personne est infini-ment plus considerable que celuí auquel Jacques est parvenú!

II y a plus grave encoré! A for­cé de tout casser, de tout déchi-rer, de tout démolir, les adultes

nettoie ° n t f i n i p a r S e d é f o r m e r l'esprit . i„ a u P ° i n t «lu'i>s estiment cette ma-

La fatiga y el hambre le obligaron a sentarse en un guarda cantón.

Allá, como entregándose a su deses­peración y palpando maquinalmente sus

Le sacó y examinó, mas, contra la promesa de Monadio, el brote no ha-

(Continuará.)

iracas sur le plancher. Madame y accourt, regarde Eugénie d'un oeil J * " S ^ . d a n s

1 , m o n Porte-monnaie, . , , . _ , _*_ J a i obtenu l'autorisation d'alW autorisation d'aller

au cinema. On projetait un tres beau film : il y avait une foule enorme de grandes personnes qui s'écrasaient et jouaient k s'arra-

consterné et balance entre sa jus­te colére, l'indignation de Mon-sieur a son retour du bureau, et la crainte de voir sa bonne plan-ter la balai, plumeau et tablier. Or. savez-vous ce que dit Eugé- C n e r I e u r s b o u t o n s de pardessus nie ? « Madame, si les enfants ne C n p a f s a n t t r o i s ensemble par la lavaient pas poussée tout prés du p o r t e ! ? "»«*<"* P a ^ - J'arrive bord de la cheminée- „ Et pro- d e ™ n * , a p e t ! * e b o , t e m o b i l e « u i

tes tañtde cette maniere, elle pen- f r t d (; , *»•«*<*• J'ai J ^ t e le se simplement : « Helas! c'est des t e m p s d a c h e t e r un ticket avant brise-tout! » Mais enfiin, oui ou q u e l e s f u t u r s spectateurs n'entre-non, sont-ils en classe á ce mo- P r e n n e n t d e briser la guérite de ment-lá * ' a c a i s s e a forcé de se ruer des-

._ , . . „ . . . sus. Passons encoré!... Je tends J »ra. meme plus lo.n et j'aff.r- m o n U o k e t n e u f a u c Q n t r o , e .

™ l q U t ! ! ! . 5 J . a " L?e/S°nnlSJT: Vían! le préposé en déchire un bout! Quest-ce que je disais ? ent beaucoup plus « grande

ment » que les petites. Exemple : Hier soir, mon frére Jacques, a la suite de la course des bolides au-tomobiles du bois de Boulogne, a fabrique~un dispositif savant de direction á distance pour sa peti­te auto mécanique. Aprés quoi, il a lancé celle-ci sur la table de la salle a manger au milieu des as-siettes et des plats. II voulait voir si « elle passerait les chicanes »-

J'arrive dans la salle : l'ouvreuse se precipite sur mon pauvre bil-let. Elle me place... et le déchire encoré. Et pour bien prouver que non seulement c'est une habitude invétérée, mais qu'elle n'en a au-cun remords, elle tend la main et me demande : « Pour le service, s'il vous plaít-

Des exemples semblables, j'en Pratiquement, elle a cassé trois trouverais á foison! Regardez verres et félé la carafe. « Tu vas

m ÍCtüJIP DE IA CHINE N€UWEUE (Conclusión.) tropole commereiale de la pro-

Les villes importantes occu- vince, d'avril a décembre, les pro-pent le confluent du fleuve et de duits qu'échangent les soixante-

la ville, la foule est aussi dense : cohue affairée dans laquelle s'en- fréquemment le deuxiéme étage les riches magasins de bijoux, ioncent sans précaution les lourds des maisons, sous les toits. de soieries, de drogues voisinent bambous des porteurs de chaises. piUs nue partout ailleurs, des

ses affiuents : de lourdes murail- dix millions d'habitants de la avec les echoppes oü des aveugles Ne cherchez pas un seul véhicule quartiers entiers ou'une forte les crénelées, une éboulante cas- province avec le reste du monde, tournent la meule qui réduit le cade de constructions hétérocli- transitent dans ses ports. Le long safran en poudre, oü des ma^ tes fait passer de la pierre des des escaliers qui aboutissent a ncruvres juches sur d'énormes sommets, aux bois des jonques ses portes, c'est la bousculade des pierres en croissant de lune, ca-pressées contre la rive. piétons, des chaises á porteurs, lamistrent les cotonnades d'un

Vers le cinquiéme jour de na- des cavaliers qui vont prendre le mouvement alternatif. Les rúes, bac pour passer, chevaux com- pavee* de lourdes dalles quand le pris, sur la rive opposée. Dans roe ne suffit pas, grouillent d'une

vigation, depuis Itchang, appa-raít l'énorme agglomération qu'entoure l'enceinte de Tohong-king, la plus caractéristique de ees villes, á l'ancre entre deux puissants cours d'eau qui la bat-tent violemment pendant les deux f'ers de l'année : suspendue au-dessus des flots, ballottée sans cesse entre des factions rivales, elle pourrait, á bon droit, faire sien, le « Fluctuat nec mergitur » de notre París.

Sa silhouette est sans élégan-ce : quelques créneaux, des toits européens, une pagode, une cathé-drale, des máts de pavillon aux couleurs étrangéres ; c'est la mé-

a roue - pas meme une brouet-te — aucun ne peut circuler au milieu d'une telle succession de montagnes russes ; seuls, avec les chaises, les petits chevaux du pays les parcourent au galop ; ils ont une telle pratique des es­caliers que leur écurie oceupe

(Conclusión.) dor de su cuarto; de esta manera, mo si cada para fuera una plu-El caso es que después del al- mientras se hacía un jersey de milla, y asi se posó en el papel,

muerzo y de la cena, la niño co­gía un poco de azúcar molida del azucarero que ponían con el café de su papa y lo echaba so­bre el cristal que cubría la mesa de noche de la colegiala. Y allí iba a comer y a cenar la mosca,

moda, la mosca podía ponerse so- sobre el cual anduvo un rato pa­ra dejar bien señaladas las hue­llas de sus pasos. De ese modo quisó dejar a su amiga un re­cuerdo, como si fuera un retrato.

Después de hacerlo, huyó para

bre el regazo de la niña, como un gato, y dormirse un ratito con la espalda bien al solecillo.

La chica llegó a hacer mucho más que quitar la tristeza al bi­cho, y fué dibujar en una tapa morir con el frío de la noche

que era casi tan golosa como la de cartón el juego de «las tres en donde no la viera nadie y nadie niña. raya»; la muchacha ponía tres sufriera por ella: en un tejado

Otra nota que merece contarse fichas de madera, y la mosca, con cualquiera, es que desde las doce menos otras dos moscas que también Volvió Tinita del «cine», buscó Miarlo por la mañana, y desde andaban ya sin fuerzas, eran el la mosca, se asustó al no verla las seis menos cuarto por la tar- equipo contrario. De modo que el por ninguna parte— y cuando vio de, la mosquita se asomaba a los bichito pasaba las tardes dur- aquellas huellas lo comprendió cristales del balcón, como habréis miendo o jugando al sol, que era todo y se puso a llorar.. visto que hacen muchas moscas; lo mejor que podía hacer el po- Luego de un pequeño llanto, se pero ella lo hacia para ver cuan- brecito.

Una tarde, estando ya muy torpe de movimientos el peque­ño animal, la niña tuvo inten­ción de escribir a una amiga, y

el otoño. Ya sabéis todos que es naco de su escritorio un papel la época en que se acerca el frío y la tinta. Pero luego ¡a llama-y les va llegando poco a poco su ron porque iba al «cine» con su fin a las moscas. mamá, y dejó praparada la car- dejó con sus patitas en el papel

Entonces Tinita, comprendien- ta para después. de la carta. Y ha escrito debajo: do que su diminuta amiga empe- Cuando la masca se quedó sola «Mi querida mosca: No se si vi­raba a estar tristona, se ponía a y lo vio, hizo Jo siguiente: mojó ves o no; pero no te olvidará nun-coser al sol en un soleado mira- todas sus patitas en la tinta co- ca tu amiga, TINITA.»

crue arrache sans efforts en une nuit, s'accrochent aux flanes des murailles ; á la prochaine baisse des eaux, ils auront repoussés. Du pied des remparts, une ahon­dante cascade aux eaux troubles s'éparpille dans le vent au-dessus des toits : c'est le principal égout du versant oriental. Et si quel-que étranger, nouveau venu rem-pli de préjugés, presse les autori-tés de prendre quelque mesure contre le cholera e! la peste qui sévissent réguliérement aux pre­mieres chaleurs, le gouvernement de la ville, riche de son expérien-ce, repondrá : « Que me parlez-vous de mortalité ! Nous sommes déjá trop, comment voulez-vous que nous nous nourrissions, si vous prétendez nous empécher de mourir ? ».

Armand KERÍJANT.

un billet de metro : les grandes personnes placees prés des portil-lons y font tant de trous qu'aprés le leur avoir confié deux fois, vous le jetez comme n'ayant plus d'intérét. Vous avez mal aux dents á cause d'une toute petite cavité ? Que fait le dentiste ? II se preci­pite sur son instrument a roulet-te et de cet orífice, il fait avec joie une caverne. Entre nous : et vous, a ce moment-lá, est-ce que vous étes dans la joie ?

II est dans les vieilles familles un adage auquel on demeure fi-déle : « Quand les parents cas-sent quelque chose, les enfants sont enchantés! » II y a du vrai, n'est-ce pas ? Non pas que nous aimions moins notre pére et no­tre mere et que nous n'ayons nul-la tristesse de voir la jolie bon-bonniére tomber en écrasant ses chocolats, mais réellement parce que ca rétablit l'équilibre entre grands et petits.

Au fond, comme dit Eugénie : <( On s'entend mieux quand c'est qu'on turbine tous au méme bou-lot ! »

SUQUET.

w-

do llegaba Tinita, que salía del colegio a las doce y a las seis.

Pasaron aquellos días felicísi­mos de la pareja amiga, y llegó

consoló pensando que había he­cho feliz toda la vida a un ser vivo; y cuando llegó a olvidar la pena — porque todas las penas se olvidan — volvió a ser la chi­quilla alegre de toda la vida.

Claro que guarda y guardará siempre el recuerdo que la mosca

..los asnos Quien me apalea más, más se d iv ier te ;

Y menos como, cuando más trabajo. No es posible encontrar sobre la tierra

Infeliz como yo. — Tal se juzgaba. Cuando al Caballo ve cómo pasaba Con su jinete y armas a la guerra.

Entonces conoció su desatino ;

Rióse de corvetas y regalos, Y dijo : Que trabaje, y lluevan palos. No me saquen los dioses de Pollino.

SAMANIEGO.