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LA CULTURA VOCACIONAL: “Es Dios quien hace experiencia del hombre” (Doc. Concl. II Cong de Vocaciones, #73) “Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó (Marcos 3, 13-19). El discípulo – misionero, que ha sido forjado desde el bautismo como configuración con Cristo, es a la vez miembro de una comunidad, que le permite vivir sus convicciones y mostrar que realmente le impulsa el amor a su Maestro. No se entiende un verdadero discípulo sin vivir en comunión con Cristo y con la comunidad de discípulos convocada por él. Esa comunidad de discípulos es toda ella vocacional, pues a cada uno se le entrega la responsabilidad de descubrir, con la ayuda de la gracia, el proyecto de Dios para su propia vida. El Misterio de Dios manifestado a los hombres es recibido y conocido por todos aquellos que aman a Cristo. Muchas veces hemos oído decir que el hombre hace
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LA CULTURA VOCACIONAL: “Es Dios quien hace experiencia del hombre”
(Doc. Concl. II Cong de Vocaciones, #73)
“Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó (Marcos 3, 13-19). El discípulo – misionero, que ha sido forjado desde el bautismo como configuración con Cristo, es a la vez miembro de una comunidad, que le permite vivir sus convicciones y mostrar que realmente le impulsa el amor a su Maestro. No se entiende un verdadero discípulo sin vivir en comunión con Cristo y con la comunidad de discípulos convocada por él.
Esa comunidad de discípulos es toda ella vocacional, pues a cada uno se le entrega la responsabilidad de descubrir, con la ayuda de la gracia, el proyecto de Dios para su propia vida. El Misterio de Dios manifestado a los hombres es recibido y conocido por todos aquellos que aman a Cristo. Muchas veces hemos oído decir que el hombre hace
experiencia de Dios, pero la misma revelación nos muestra que es ‘Dios quien hace experiencia del hombre’ (cfr. Documento Conclusivo del II Congreso Latinoamericano de Vocaciones 73). Cada uno entonces, es convocado a realizar en su vida una misión, haciendo vida aquella expresión que dice: ‘la comunión es misionera y la misión es comunión’. De Cristo y en él se toman los compromisos que a cada discípulo le corresponde llevar adelante en su vida. En el interior de la comunidad se debe propiciar el que cada creyente pase por el discernimiento que le favorezca el sentido de su propia vida.
Dentro de la vida en comunión los discípulos descubren una gran diversidad de oportunidades a través de las cuales responder a la invitación del Eterno Llamante. La promoción de toda vocación se convierte en una verdadera urgencia dentro de la Iglesia (cfr. Documento Conclusivo del II Congreso Latinoamericano de Vocaciones 81-96).
La cultura vocacional, según el II Congreso de Vocaciones, tiene tres elementos claves a saber: 1. la mentalidad (teología vocacional): que consiste en principios que dan sentido a la realización de la persona en relación con Dios, 2. la sensibilidad (la espiritualidad vocacional): motivaciones que dan significado e impulso a la realización de la persona en relación con Dios, los hermanos y la creación, y 3. las opciones y los compromisos (pedagogía vocacional): el proceso educativo de la coherencia entre los dos primeros elementos y que son traducidos en gestos consecuentes de la vida diaria. El asumir estos elementos lleva a que en la Iglesia nos sintamos realmente corresponsables de la vocación del otro (cfr. Documento Conclusivo del II Congreso Latinoamericano de Vocaciones 53).
La Pastoral Vocacional “es la acción constante y coordinada en la comunidad eclesial a fin de que cada uno de sus miembros reconozca la llamada que Dios le hace y a la que ha de responder con generosidad. Busca que cada persona ‘pueda descubrir el camino para la realización de un proyecto de vida según lo quiere Dios y lo necesita el mundo de hoy. Al responder, cada uno reconocerá el servicio o ministerio que va a prestar en la comunidad” (cfr. Documento Conclusivo del II Congreso Latinoamericano de Vocaciones 79). Por lo anterior, encontramos en la Iglesia diversidad de llamados e invitaciones de parte de Dios que ama y llama, entre ellos mencionamos:
Es la configuración con Cristo Buen Pastor, que se entrega y ama la humanidad hasta el extremo. Es la auto-donación de la vida personal a los demás por amor. Es el discípulo –misionero– contemplativo de Jesús que acepta su atracción especial hacia los bienes sobrenaturales. Todo sacerdote es contemplativo, pues su mirada sólo debe estar puesta en Él, de Él obtiene su propia vida. El sacerdote se hace en la cruz.
Es seguir más de cerca a Cristo, servidor de toda la humanidad. Es la dedicación exclusiva a Cristo en un carisma concreto, que lleva a la entrega martirial de la vida personal a favor de los más necesitados. Es la muestra clara al mundo de que la radicalidad en la respuesta a la invitación a la santidad es actual en nuestro mundo.
LLAMADO A VIVIR Y SERVIR
EN LA VIDA SACERDOTAL
EN LA VIDA CONSAGRADA
LLAMADO A VIVIR Y SERVIR
“QUE CRISTO, EL BUEN PASTOR, NOS AYUDE A COLABORAR EN LA PROMOCIÓN DE UNA VERDADERA CULTURA VOCACIONAL”
EN LA VIDA MATRIMONIAL
LLAMADO A VIVIR Y SERVIR
Es el hacerse uno con su pareja (entendida como hombre y mujer), para transparentar ante el mundo el misterio de Cristo con la Iglesia. Es forjar familias que enriquezcan la vida eclesial con nuevos miembros y así transmitir la fe en el Llamante Eterno, que nos convoca a la verdadera y única felicidad.
LLAMADO A VIVIR Y SERVIR
La vida del discípulo-misionero se hace compromiso con los demás. No se entiende la vida si no es muriendo a nosotros mismos para dar paso a una nueva forma de vivir, pues quien se ha dejado encontrar por Cristo, no seguirá siendo el mismo, Él cambia la orientación de nuestra vida y nos lleva a optar por el anuncio y la predicación del Reino.
EN LA VIDA LAICAL
Preguntas para reflexionar: 1. ¿Qué podemos comprender por cultura vocacional? 2. ¿Por qué es necesario promover una cultura vocacional en la vida de
la Iglesia? 3. ¿Quién es el punto de encuentro entre las diversas vocaciones
específicas y por qué?
DIRECTORIO DE LA COMISIÓN NACIONAL DE PASTORAL VOCACIONAL
Mons. Oswaldo Brenes Álvarez Obispo Presidente Tel.: 2460-5811 [email protected]
Hna. Paula Rosales Escalante Secretaria Ejecutiva Tel.: 2222 - 0715 [email protected]
P. Víctor Ml. Jiménez Gómez Promotor Arquidiocesano Tel.: 2253 - 7879 [email protected]
P. Luis Arturo Chávez Promotor Alajuela Tel.: 2433 - 2132 [email protected]
P. Omar Solís Villalobos Promotor Ciudad Quesada Tel.: 8677 - 6093 [email protected]
P. José Fabio Jiménez Aparicio Promotor Tilarán Tel.: 2695 - 5010 [email protected]
P. Johnny Mora Promotor San Isidro del General Tel.: 2771 - 7067 [email protected]
P. Luis Alberto Aguilar Promotor Limón Tel.: 2710 - 5562 [email protected]
P. Alexander Alfaro Chavarría Promotor Puntarenas Tel.: 8381 - 3555 [email protected]
P. Cristian Rivera Sánchez Promotor Cartago Tel.: 2574 - 6656 [email protected]
P. Alexis Rodríguez Vargas Delegado Seminario Nacional Tel.: 2286 - 2786 [email protected]
Hna. Marisol González Pacheco Promotora Vida Religiosa Tel.: 2229 – 1362 [email protected]
Srta. Marielos Caravaca Flores Oficina Nacional Tel.: 2222 – 4123 ext 114 [email protected]
