La Experiencia de Dios

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LA EXPERIENCIA DE DIOS (Un testimonio reflexionado) 1 LA EXPERIENCIA DE DIOS (Un testimonio reflexionado) Colección P. Rutilio Grande sj. CENTRO DE ESTUDIOS Y ACCIÓN SOCIO-CULTURALES Entrevista al Padre Napoleón Alvarado L.

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DIOS(Un testimonio reflexionado)

ColecciónP. Rutilio Grande sj.

CENTRO DE ESTUDIOS Y ACCIÓNSOCIO-CULTURALES

Entrevista al PadreNapoleón Alvarado L.

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Llegaste, Padre, como caricia

Apareciste con la violencia del trueno

para que tu caricia pudiera envolver mi vida.

violenta y tierna.

pero, solamente para crear lascondiciones

Sí: lo hiciste sin la más mínimanecesidad del tacto.Y en la pura caricia

escuché tu voz.

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Entrevista al Padre Napoleón Alvarado L.

ColecciónP. Rutilio Grande sj.

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A DIOS PADRE,

PORQUE DESDE SIEMPRE NOS AMÓ

Y HASTA SIEMPRE NOS AMARÁ.

Dedicatoria.

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Agradecimientosdel P. Napoleón Alvarado.

A mis padres.

A S.S. Benedicto XVI, Papa emérito y aS.S. el Papa Francisco.

Al Cardenal Leopoldo J. Brenes S.

A la Compañía de Jesús,especialmente a la Provincia Centroamericana.

A mis maestros y amigos, PP. Rutilio Grande sj e Ignacio Ellacuría sjy sus respectivos compañeros de trabajo.

A Jeanette Samour y María Julia Hernández,amigas entrañables ya fallecidas.

A mis amigos vivos y fallecidos

y al Equipo CEAS,compañeros indubitables en dolores y alegrías.

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Presentación.LA EXPERIENCIA DE DIOS.(Un testimonio reflexionado)

osotros, el Centro de Estudios y Acción Socio-culturales (CEAS), ONG de ca-rácter cristiano, nos hemos encontrado con profesionales en diversas disciplinas que nos ha solicitado, de diversas maneras, nuestro aporte para profundizar en el entendimiento de la fe cristiana de una manera adulta. En consecuencia, para ese público profesional, ya formado en distintos saberes, hemos decidido publicar una serie de artículos pertenecientes al área de evangelización. Esta co-lección llevará el nombre del P. Rutilio Grande, sacerdote jesuita, que asumió el martirio en defensa del campesino salvadoreño y latinoamericano. Actualmente se está llevando el proceso para declararlo santo conforme el procedimiento de la Iglesia Católica.

El primero de estos artículos no podía ser otro que el de La experiencia de Dios, punto vital sobre el que deben apoyarse los demás temas. No hemos buscado teorizar sobre el contenido sino retomar un testimonio vivo sobre lo que es esa experiencia y los efectos que conlleva. Es distinta en cada caso, pero ciertamen-te existe un hilo común que las enlaza y universaliza.

En esta dirección, buscando conocer acerca de esa Experiencia de Dios, se desa-rrollará esta entrevista con el Padre Napoleón Alvarado, sacerdote nicaragüen-se. Además de sus estudios sacerdotales de licenciatura en filosofía y teología, es doctor tanto en sociología como en psicología de la religión y consiguió, en ambos casos, el reconocimiento como el estudiante con las más altas califica-ciones de su promoción. Incluso, en el ámbito de ciencias sociales, a cargo de la prestigiosa FLACSO, logró el promedio académico más alto desde que se fundó la carrera de sociología para Centroamérica y El Caribe.

Ha escrito más de 70 artículos sociológicos, la mayoría de ellos traducidos al inglés y difundidos a Centros de Pensamiento norteamericanos por la Universi-dad de Georgetown. Bastantes de ellos también fueron traducidos, por diversos Centros, al alemán, francés, italiano y, en menor medida, a otros idiomas.

Por varios años fue Vice-Presidente de la Junta de Directores de la Universidad Centroamericana de Nicaragua, máximo organismo directivo de esta Institu-ción, en donde también fue profesor en varias áreas y estuvo a cargo de la for-mación intelectual de los estudiantes jesuitas en Nicaragua.

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Dictó cursos de Análisis de Coyuntura Nicaragüense y/o Centroamericana a líderes políticos, religiosos, congresistas, periodistas y estudiosos europeos, afri-canos, latinoamericanos, norteamericanos y soviéticos que visitaban la región, debido al largo período de convulsión que atravesó el istmo (1970-1995), siendo para ello invitado por diversos Centros Cristianos y de Investigación en Centro-américa y México. También dirigió y fue docente del Bianual Programa de la Universidad de Tilburg (Holanda) orientado al “Liderazgo y Desarrollo Agro-pecuario” en Centroamérica y el Caribe.

Pero, sobre todo, a lo largo de toda su vida, incluyendo el período de sus propios estudios para el sacerdocio, ha dicho siempre presente, de diversas maneras, al trabajo que desde muy temprano se robó su pasión: el realizado con obreros agrícolas y campesinos. Es ahí en donde, señalan sus compañeros, ha puesto principalmente “la carne en el asador”. Desde muy joven fue co-creador de la la-bor campesina en Aguilares y El Paisnal, regiones de El Salvador sin las cuales hoy no puede entenderse el proceso salvadoreño, la historia de la Iglesia Católi-ca en ese país y la serie de mártires que pasaron la antorcha a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador.

Posteriormente trabajó en Guatemala impartiendo cursos en el área religiosa y social a obreros agrícolas en el pacífico sur. El P. Alvarado fue también fun-dador, director y docente de Escuelas de Capacitación para obreros agrícolas y campesinos en Nicaragua, alternándolo con otras labores de investigación rural. Fundó y dirigió una institución para lisiados de la guerra nicaragüense toman-do en cuenta a las dos partes en contienda.

Hoy, este sacerdote nicaragüense es Director del Centro de Estudios y Acción Socioculturales (CEAS), ONG centrada en el mejoramiento del nivel de vida campesino en Nicaragua desde una perspectiva cristiana (Paralelamente toma buena parte de su tiempo para atender, de diversas maneras, a sus padres, ya mayores).

Entre los logros del Equipo multidisciplinar del CEAS, en sus últimos 9 años de acción, se encuentran más de 120,000 personas beneficiadas en el agro ni-caragüense con proyectos para la producción y mercadeo, salud, educación e infraestructura (viviendas, pozos, tendido eléctrico, etc.).

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Más de 900 líderes, mujeres y hombres, han sido capacitados mediante cursos sistemáticos trianuales con la pedagogía de Paulo Freire, buscando tanto la de-bida capacitación técnica y poniendo es sus manos la dirección creativa y con-sensuada de dichas comunidades.

Por esa vía se logró que, por cada dólar recibido de Organismos Internaciona-les, las comunidades campesinas produjeran, por su propio esfuerzo, dos dó-lares en obras comunitarias desarrolladas. Paralelamente, más del 80% de las comunidades atendidas, lograron seguir ejecutando proyectos por su propia cuenta.

Sin embargo, más allá de todo ello, lo que al Equipo del CEAS nos ha llamado significativamente la atención es la forma como el Padre Alvarado ha logrado imprimir el carácter cristiano a esta labor. Por solicitud suya había quedado atrás de iure la Compañía de Jesús –aunque no en su mente y corazón- e, igual-mente, mediante Bula Papal, el Santo Padre Benedicto XVI, con el apoyo del entonces Superior General de los jesuitas Peter Hans Kolvenbach, ratificaron su identidad sacerdotal. Por esa vía nos llegó el día en que tomamos especial con-ciencia que en el fondo de él palpitaba una especial vivencia de Dios. No en vano había sido director espiritual de jóvenes jesuitas y examinador de los candidatos a entrar a dicha Orden en nuestra natal Nicaragua.

En uno de los domingos que utilizamos para celebrar los cumpleaños del Equi-po, conversamos muy largamente sobre el tema de Dios. Lo que escuchamos de él nos sorprendió pues nos remitió a ámbitos desacostumbrados. Por esa razón, ante la petición que nos ha sido solicitada por el personal profesional ya seña-lado, comprendiendo la centralidad de la Experiencia de Dios, nos decidimos a preparar y realizarle una entrevista a fondo. Y la hicimos.

Dicho lo anterior, lo que a continuación leerán es la transcripción editada de la entrevista hecha por el Equipo del CEAS al Padre Napoleón Alvarado, rele-vando datos biográficos en tanto nos permitan comprender, de mejor manera, el testimonio y la reflexión sobre el tema seleccionado, La Experiencia de Dios.

Equipo CEAS.

http://www.ceas.zonanic.com

[email protected]

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Primera parte:La pregunta de Dios.

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Primera parte: La pregunta de Dios.

• -Padre, le agradecemos esta entrevista a sabiendas que puede haber preguntas espinosas y personalizadas… nuestra primera pregunta es: ¿por qué se hizo sacerdote? ¿Quiénes le influyeron o… convencieron?

Ante todo, muchas gracias por la invitación y presentación. Gracias también por esta especial reunión del Equipo… En relación a la pregunta he de decir-te que mi vocación estuvo enmarcada en un doble contexto. El primero fue el familiar. Mi familia, especialmente mis padres, han sido católicos practicantes. Sin duda me influyeron mucho por el tipo de fe vivida. Sin embargo, no recuerdo que alguna vez mis progenitores me hubieran sugerido optar por el sacerdocio o cualquier otro camino. Cuando llegó el momento de comunicarles mi decisión lo aceptaron como parte del necesario respeto a la libertad personal. Ahora bien, al mismo tiempo es bastante claro que, en ese niño, se notaban a veces detalles que implicaban ríos subterráneos de profunda religiosidad.

• -¿Algún ejemplo?

Recuerdo que, de niño, oía a mi familia hablar de los sufrimientos de Jesús en la cruz, lo escuchaba una y otra vez. En Semana Santa especialmente. A mí me daba pesar pues el pobre se veía bastante mal con esos clavos atravesándolo. Así me lo decía a mí mismo. Hasta que un día me dije: ¡Hay que acabar con eso! Y puse manos a la obra… Como pude me encaramé en un montón de cajas que yo mismo fui apilando y subiéndome sobre ellas. Con mucha suerte no me vine abajo pues esa altura, para mi edad, no era nada despreciable. Así alcancé el crucifijo grande que estaba en la casa de mi abuelo. Con una tenaza que había conseguido comencé a quitarle los clavos al Cristo, con bastante dificultad por cierto. Hasta que por fin logré mi objetivo…

• -Es decir, desclavar al Cristo…

dejé la cruz allá arriba ycomencé a bajar llevando enmis manos, según yo,a Cristo ya sin dolor

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Sí, para que no siguiera sufriendo. Entonces dejé la cruz allá arriba y comencé a bajar llevando en mis manos, según yo, a Cristo ya sin dolor pues estaba sin clavos. Si alguien hubiera querido conocer el rostro de un niño feliz, su momen-to era tomarme una foto mientras yo bajaba aquellas cajas apresuradamente por lo alegre que venía… Cuando mi familia vio la cruz desbaratada, al prin-cipio me sobrevino un gran regaño pues la imagen era grande y de cierto valor. Yo estaba sorprendido por la reacción. Pero, escuchándome, pronto cayeron en cuenta de cuál era mi intención y, ya sin regaños, me dieron una explicación más a fondo. Pasaron muchos años antes que yo comprendiera verdaderamente qué debe hacerse para intentar desclavar a Jesús en el Calvario de este mundo y más años aún para entender… ¡Cómo quedamos después de intentarlo!

• -¿Y cómo es que se queda?

¡Crucificado! Hay muchas formas… Cuando vas contra la corriente dominante de pecado estructural, hecha por el ser humano y vigente en nuestro mundo, este nomos sabe pasarte la cuenta.

• - Ese es el primer contexto, el familiar, pero dijo que hubo dos. ¿Cuál es el segundo?

El segundo fue el Colegio Centroamérica de Granada. Lo mismo que mis compa-ñeros de estudios, viví esa experiencia que me permitió conocer de cerca a unos seres humanos conocidos como jesuitas, cargados de virtudes y defectos. Los veíamos muy de cerca pues, en un internado, se convive todo el tiempo. Allí a la larga nadie engaña a nadie. Y sí, me impresionaron.

• -¿Qué lo impresionó más?

Paradójicamente la Orden es conocida popularmente como lo más parecido “a una orden militar”, sin embargo lo que yo sentí en ellos fue mucha libertad de pensamiento y acción. Dentro de un marco, es cierto, pero un marco sumamen-te amplio. Esa libertad interna y su hija, la capacidad de tener criterio propio, dirigiendo todo ello hacia un fin noble, es lo que más me gustó. Los caracteres de ellos eran de lo más distintos, no daban muestras de haber sido formados “en serie” y ahí estaban, enriqueciéndonos desde su ser ellos mismos en su gran diversidad…

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• -¿Hubo alguien que presintiendo en usted una vocación tratara de convencerlo?

No, no (se sonríe). De niño quizás pasó por mi mente pero el paso del tiempo hizo su efecto. De adolescente y joven nunca imaginé que tenía vocación. Si al-guien hubiera intentado convencerme le habría dado las gracias educadamente y posiblemente se me hubiera olvidado en cinco minutos.

Yo nunca fui a uno solo de los retiros espirituales voluntarios que organizaban en el colegio. Solía haber poca disciplina en ellos y, con las excepciones que siempre hay, no pocos participaban de bebedera de tragos a escondidas. No me pareció adecuada esa mezcolanza y preferí retirarme de ese ambiente. Cierto: los que por diversas razones nos quedábamos en el Colegio y no íbamos al retiro éramos mal vistos. Recuerdo que una vez el profesor de Historia, que era laico, nos dijo a los 4 o 5 que no íbamos nunca a retiros que “debíamos ser los más malditos”. Nos hizo mucha gracia y le contestamos que su problema estaba en que, al quedarnos, perdía varios días de vacaciones. Y continuábamos gozando del buen ambiente que siempre disfrutamos en el Colegio.

Tampoco estuve en ninguna de las obras sociales o religiosas del colegio. Todo ello estaba fuera de mi radar. Mi vicio era el deporte. Allá por los 12, 13 o 14 años, en vacaciones, jugaba béisbol en la mañana, tenis en la tarde y ping-pong en la noche. Sin metáfora. El deporte me fue una escuela.

• -¿En qué sentido?

Forja el carácter: si vas perdiendo esfuérzate más, no te rajes y trata de alcan-zar a tu rival (no importa si te descalabras el brazo en el beisbol o te lesionas seriamente en el tenis). Si no eres apasionado no eres nada. Pero conjúgalo siem-pre con la frialdad mental. “Corazón ardiente, cabeza fría” dijo alguien por ahí.

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si vas perdiendo esfuérzate más, no te rajes ytrata de alcanzar a tu rival

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Arriésgate siempre que sea necesario, me decía; sin miedo, que no te tiemble el pulso.

Me fue útil para conocerme a mí mismo. El juego que uno desarrolla, ¿Es bá-sicamente ofensivo o defensivo? ¿Qué estrategia y táctica vas a usar? ¿Captas y te readaptas rápidamente a cambios o nuevos momentos que siempre suelen ocurrir en un juego? ¿Cómo te comportas si pierdes o ganas?, etc. Para mí fue una verdadera escuela debido a que tomé el deporte en serio; incluso en mi casa se hablaba, medio en broma y medio en serio, sobre la posibilidad de ir al ex-tranjero y dedicarme al tenis pues había ganado unos campeonatos nacionales juveniles. Conocí el tenis costarricense que en ese tiempo era el mejor del área y hasta derroté, con algo de suerte, a una tenista que había jugado en Wimble-don y pasó por Nicaragua. Bueno… (se ríe), eso era antes, ahora me basta con sudar y si hago algún buen tiro los amigos se ríen y dicen: “sombras de gloria”, jajaja...

• -Dicen que a las personas se les conoce en el juego y en el amor, ¿usted jugaba a la ofensiva o a la defensiva?

A la ofensiva pero a la vez soy introvertido y bastante tranquilo, estable…

• -Humm… peligroso…de las aguas mansas líbrame Dios que de las otras me defiendo yo…

Jajaja

• -¿Llegó a los golpes por conflictos deportivos?

¿En aquellos tiempos? Sí, pero pocas veces…

• -¿El más grave?

Eeeeeee… una vez, en el barrio, el pitcher contrario me hizo un lanzamiento a la cabeza con la visible intención de golpearme, caí al suelo para capearme pero, para sorpresa de todos, cuando me levanté lo hice muy rápido y con el bate en la mano me fui sobre el pitcher. Solté el bate poco antes y, cuando me percaté, lo estaba ahorcando. No sé por qué los compañeros mutuos no lograron hacérmelo

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soltar a la fuerza por más que lo intentaron; lo solté porque escuché a un amigo advertirme: “lo estás ahorcando, en serio, detente”. Lo vi entonces demasiado rojo, me vino la conciencia y lo solté… ¡Hoy lo lamento mucho pero en aquella época juvenil ni siquiera me disculpé porque, para mí, la mala intención me era evidente! Además juzgaba que, en aquél ambiente de barrio, te tenías que dar a respetar…

• -¿Y en cosas de amores?

Uno muy intenso. Se cortó al decidir ingresar al estudio sacerdotal. Yo se lo dije a ella y ha sido una de las cosas más difíciles…

• -Bien, con esta semblanza, vuelve la pregunta: ¿Por qué se hizo sacerdote?

Tras haber finalizado el bachillerato y estando casi decidido a seguir la carrera de ingeniería, tuve lo que yo llamo una experiencia de Dios. Ha sido la única en mi vida de ese calibre. Pero cambió para siempre mi vida. Yo era, soy y seré muy poco crédulo en asuntos de experiencias religiosas en sus distintas facetas. La misma Iglesia es muy cuidadosa en ese campo. Personalmente, por una especie de introversión racionalista soy como Santo Tomás: hasta no ver, no creer…

• ¿Y qué fue lo que sucedió?

Una tarde estaba en mi casa, en mi cuarto, acostado, desprevenido, leyendo un libro. De pronto sentí que alguien se acercaba por el pasillo y desde el primer momento supe que se trataba de Dios, del Padre. Había leído que Dios es un amigo. Así lo imaginaba. Con base en esa concepción, cuando lo sentí llegar, me semi-incorporé, dejé de leer y lo saludé con el pensamiento pues sentí que había llegado ya a la puerta de mi cuarto. Para mi sorpresa un estruendo colosal, que

lo sentí retumbar fuertemente en mi cuarto. Era muy similar al soni-do de un imponente trueno que llenaba violentamente, con su sonido, mi habitación.

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sin ser voz parecía encerrar una voz, lo sentí retumbar fuertemente en mi cuar-to. Era muy similar al sonido de un imponente trueno que llenaba violentamen-te, con su sonido, mi habitación. La especie de voz y mensaje dentro del trueno, me hizo estremecer y entender a fondo, no me pregunten cómo, que estaba ante Dios, lo que verdaderamente se llama Dios, y que me pusiera de rodillas.

Recuerdo que entonces yo mismo, tomando rápida conciencia de ello, salté como catapultado. Me puse de rodillas y los codos de mis brazos se sostuvieron instintivamente sobre la cama que vino a servir como un reclinatorio. Se había entrado a un nivel distinto al ordinario. Posteriormente, leyendo la Biblia, me sentí muy identificado con aquél pasaje en que se le dice a Moisés: Moisés, quí-tate el calzado porque la tierra que estás pisando es una tierra santa.

• -Dispense, dijo usted, “no me pregunten cómo” y que sintió una voz como de trueno pero que no era voz… ¿Qué quiere decir con eso?

Es que la experiencia de Dios está más allá de la dimensión espacio-temporal en que nos movemos. Nuestro lenguaje está hecho solamente para este cosmos espacio-temporal. Por tanto, nuestro lenguaje no puede explicar aquello que lo excede. Se queda demasiado corto. Dios queda inaprensible en las palabras con las que queremos expresarlo.

Quizás el poeta Salomón de la Selva, hablando de otro tema, nos entrega una pequeña parte de esa intuición: dice que la bala que lo mate será bala con alma y, que el alma de esa bala será como la canción de una rosa… si las rosas canta-ran. O el olor de un topacio… si las piedras olieran. O la piel de una música… si nos fuese posible tocar las canciones con las manos.

San Pablo, por su parte, dirá de una de las muchas experiencias de Dios que tuvo, que escuchó “palabras inenarrables” (una contradicción aparente) y que ni siquiera sabe si ésta “fue en el cuerpo o fuera del cuerpo”… San Juan de la Cruz se expresa diciendo que todos sus sentidos quedaban suspendidos pero que sentía un toque delicado que a vida eterna le sabía. Que entró, no supo dónde o cómo, y quedó sin saber nada pero, al mismo tiempo, toda ciencia trascendien-do… Viviendo él mismo, otras veces, una música callada, una soledad sonora, en una especie de cena que recrea y enamora.

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• -Creo que “entendemos” lo que quiso decir, continúe por favor

¡Fue conveniente esa pregunta! Era necesaria para “entendernos” en ese punto pues aparecerá a menudo. Bien… cuando estaba arrodillado y con las manos en la cabeza, ligeramente inclinada, sentí que Dios pasó de la puerta hasta dentro del cuarto. Estaba ya junto a mí. Lo sentí a mi lado. No me era visible pero su presencia era innegable. Desde ese momento lo que sucedió fue sentirme inun-dado por un profundo amor y ternura que nunca había conocido ni he vuelto a experimentar. Ni siquiera cercanamente. Primeramente sentí como que el pe-cho podía estallar de amor…

• -¿Lo asustó eso?

No me asustó para nada. Pasado el momento del “trueno” y puesto de rodillas, ya todo temor había quedado excluido. El amor lo había sustituido. Y después, poco después, se produjo un salto a otra dimensión. No sé de qué manera, pero era llevado por Dios e iba sorprendido de la rapidez y lo desconocido del tra-yecto, pero en paz. Como que al principio iba rapidísimo hacia el centro de mi cerebro –lo digo metafóricamente- y al llegar a dicho centro se abría un mundo objetivo y externo a mí en donde yo me encontré, de pronto, caminando con Dios. Así fui llevado a ese nuevo sitio y allí fue “ver”, pero ver sin imágenes, el mundo futuro. Una especie de punto omega, final, en donde todo era felicidad a borbotones. Y en ese momento podía vivirlo también yo, pero parcialmente, como contagiado por el ambiente. Dios me había llevado…

• -¿Había personas ahí?

Es en las personas donde residía la felicidad. “Vi” una multitud inmensa. Los seres humanos, ahí presentes, tenían una capacidad de amar a millones, a todos los presentes, de una forma personal. Al mismo tiempo y sin dificultad. Y lo hacían en una forma inconmensurablemente superior a la que hayamos sentido

Es como si el momento de mayor amor que jamás hayamos sentido con alguien se potenciara al infinito y se dirigiera no solo a una persona sino a millones de

personas al mismo tiempo y sin ningún tipo de sombra o barrera. Sin límites.

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acá, aun en el momento de mayor amor, paz y felicidad que jamás hayamos tenido. Lo digo así para hacer semi-comprensible lo que quiero decir. Pero en verdad siento que me quedo radicalmente corto. Es como si el momento de ma-yor amor que jamás hayamos sentido con alguien se potenciara al infinito y se dirigiera no solo a una persona sino a millones de personas al mismo tiempo y sin ningún tipo de sombra o barrera. Sin límites.

En ese momento como que hubo conciencia entre la gente que Dios, de alguna manera especial, acababa de llegar y el gozo ya existente aumentó sin paran-gón ante quien estaba y era el centro de todo. Se escuchaba una música que lo envolvía todo, por encima del griterío ensordecedor de las personas, pero era una música sin sonido. Quiero decir, no era el oído el que escuchaba. Aún si la música entrara por cada uno de nuestros poros y la pudiéramos conjugar en un fabuloso stereo, la imagen quedaría corta. Era todo el ser el que “la oía” sin que el griterío estorbara en nada y pudiendo, al mismo tiempo, escuchar los vítores de felicidad con igual claridad.

Al mismo tiempo, viví un silencio gozoso sin que cesara el bullicio de las perso-nas ni el sonido de la música. En ese momento Él me mostró el sentido de la his-toria, su sentido doloroso y, sin entender nada específico, comprendí plenamente su totalidad. El dolor quedaba asumido y trascendido. La revelación había lle-gado a su culmen. Se habían conjugado en solo haz, aunque sin confundirse, la armonía musical, los vibrantes vítores y el silencio profundo en donde el sentido revelado de la historia, se conjugaban con una total claridad mental mantenien-do un ardiente corazón.

Bueno (se ríe), llegado a este punto va a decir que ya estoy listo para ir al ma-nicomio…

• -¿Qué diría usted si oyera contar eso sin haber tenido esa experiencia?

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No lo hubiera creído. Salvo… si viera, como consecuencia de esa experiencia, un cambio radical hacia algo más difícil y contra-corriente; si advirtiera que esa vivencia ha llevado a enfrentar las amenazas de los poderes de este mundo y la muerte… Que en los momentos más oscuros queda encendida como una luz de faro, lejano y envuelto en niebla. Que dicho recuerdo permite soportar el dolor insoportable. Que lleva a ponerse en camino superando el miedo de combatir los infiernos de este mundo… entonces… entonces sí diría: todo indica que aquí sucedió algo importante. Quiero decir: creería que algo serio tuvo que ocurrir al ver todas las consecuencias; al ver que la persona, sin haberlo deseado antes, ni haberlo buscado, se lanza “mar adentro”, hacia el lugar de las tormentas.

• -Supongo que más de uno le habrá dicho: “es producto de tu mente”, “la psicología o parapsicología lo pueden explicar”, o cosas similares. En ese caso ¿Qué responde usted?

Yo he estudiado ese tema psicológicamente. No porque dudase de la experiencia, (ante ella no se duda ni se puede dudar debido a su contundencia), sino por hon-radez intelectual. En los estudios que cumplen verdaderamente con los requisi-tos científicos sobre el tema, hay una serie de criterios que permiten determinar razonablemente lo que es producto de la mente enferma o sobre-condicionada de diversas maneras. Generalmente tratan de personas que buscan experiencias especiales por diversos medios (hierbas, drogas, exceso de privaciones o mortifi-caciones, etc.). En esa misma medida pueden ser y han sido estudiadas.

Pero hay experiencias, como ésta, que al no ser buscadas explícita o implícita-mente por quien las vive, no calzan con esos criterios antes dichos. Son expe-riencias no comparables, radicalmente distintas. Surge entonces la pregunta: ¿Cómo estudiar científicamente lo que no se sabe cuándo, ni dónde, ni a quiénes les va a suceder? Es solo un ejemplo pero tendería a indicar que la psicología y otras ciencias tienen aquí elementos para pensar multidisciplinariamente.

• No obstante hay algunos psicólogos(as) que dan sus juicios negativos con bastante contundencia...

Tienen todo su derecho a opinar. Pero no pueden hablar, en este tipo de casos, en nombre de la ciencia. Sencillamente porque no cumplen los requisitos que la ciencia les demanda para su estudio. Y tienen derecho a descartar dichas ex-

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periencias como ajenas a su ciencia, pero no a descartarlas de la realidad. Pues entonces, ¿Estarían diciendo que si su teoría no calza con la realidad es peor para la realidad?

Cuando proceden así, de nada les sirve: sencillamente la religión les seguirá sa-liendo desde todos los rincones del mundo en múltiples formas. Sin hacer juicio de valor de los hechos acaecidos que voy a enumerar someramente, es una reali-dad que sin la experiencia religiosa no se podría entender nuestra época.

En la guerra fría, los soviéticos, con su ateísmo militante que no excluyó la tor-tura, los asesinatos o las deportaciones, es una de las más recientes muestras. Hubo muchos más muertos que en la Inquisición. Pero hoy, Vladimir Putin, máximo dirigente ruso, asiste a los oficios religiosos de la Iglesia Ortodoxa, la principal iglesia perseguida, haciéndose seguir por las cámaras de televisión.

Por el lado de EE.UU, el Informe Rockefeller fue apenas el inicio explícito de acciones contra la Iglesia Católica que, posteriormente, con el Documento de Santa Fe, fue creciendo y renovándose continuamente en su actuar e incluso ampliándose creativamente a varios continentes. Han juntado una serie de Cen-tros de pensamiento contra las Teologías Progresistas posibilitando incluso una doctrina militar sobre el tema. Esta doctrina fue presentada en una Reunión de las Fuerzas Armadas de todos los países de Las Américas, como único tema a tratar. Todo ello ha implicado gran cantidad de asesinatos a sacerdotes y diri-gentes laicos de la Palabra.

Adicionalmente, el decisivo papel del Papa Wojtyla en la caída del bloque sovié-tico, amalgamando religión y nacionalismo, nadie lo niega. Más recientemente el mundo musulmán y las diversas interpretaciones del Corán son factores influ-yentes en el actual epicentro del conflicto mundial. Simultáneamente el papel del Papa Francisco, en su búsqueda del servicio de los pobres –entre otras di-mensiones-, es seguido con mucho interés mundial. Y pudiéramos seguir el lis-tado recordando el impacto de diversas teologías en amplias regiones del mun-do. En nuestra América Latina, el Arzobispo mártir Oscar Arnulfo Romero, hoy en camino a los altares, es uno de los símbolos de ese influjo.

• Es decir…

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Que mal harían los saberes y las ciencias si no se ocuparan con seriedad y mul-tilateralmente de la experiencia religiosa, que está en la base de estos hechos religiosos de carácter mundial. No es solamente el hecho de entender las lógicas internas de las religiones o de las iglesias. Desde un punto de vista sociológico considero que, con menor o mayor calidad, ello es explicable por las ciencias sociales con relativa facilidad. Pero no así la experiencia religiosa, motor de todo el andamiaje. Ignacio de Loyola, hombre de Iglesia como pocos, afirmó que, aunque las Escrituras no existieran, él no dudaría de la presencia viva del Dios-Amor precisamente con base en sus múltiples e intensas experiencias de ese Dios. En mi experiencia estos diálogos entre ciencia y fe suelen ser fecundos cuando, en un debate entre profesionales de diversas ciencias o saberes, am-bas partes conocen a fondo los dos polos que entran en el debate. Ahora bien, muchas veces el encuentro se da por una vía práctica. El Padre Camilo Torres lo vivió diciendo: A veces no logramos acuerdos al discutir si el ser humano es inmortal pero sí lo logramos cuando estamos de acuerdo en que el hambre sí es mortal. Entonces habrá que juntarse en matar el hambre y en el camino seguir dialogando…

• Ahora bien, ¿Cómo hacen las religiones para juzgar cuándo una experiencia de Dios tiene visos de ser verdadera y cuándo no?

Existen escuelas espirituales como la del mismo Ignacio de Loyola, con siglos experiencia eficaz (tiempo que ha permitido conocer sus aciertos prácticos), que plantean criterios específicos para discernir experiencias que son de Dios y separarlas de las que no lo son. Criterios diversos a los psicológicos, pero sin necesaria contradicción con ellos. Son dos áreas diversas que en principio no se contradicen, sino que se complementan (al menos con aquellas corrientes psicológicas que atienden a la práctica para elaborar la teoría y no al revés en este tipo de casos y en esta época).

• -Si retomamos su propia Experiencia de Dios, que venía usted narrando, me gustaría que hiciéramos un primer resumen a ese respecto…

aunque las Escrituras no existieran, él no dudaría de la presencia viva del Dios-Amor precisamente con base en sus múltiples e intensas experiencias de ese Dios.

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Para resumir un poco lo que llevamos dicho, quisiera leer el trozo de un poema que hice hace años usando letras o intuiciones de varios poetas (la forma pues no siempre es siempre mía, pero el contenido sí). Dice así:

Llegaste, Padre, como caricia violenta y tierna.Apareciste con la violencia del trueno pero,

solamente para crear las condicionespara que tu caricia pudiera envolver mi vida.

Sí: lo hiciste sin la más mínima necesidad del tacto.Y en la pura caricia escuché tu voz.

¿Palabras y vivencias?¡Más distantes que las máximas distancias del universo en expansión!

Y me transportaste a través de un camino desconocidohasta llegar al lugar de la música.

Más hermosa esa música que la música de ondas acústicas(Si fue en el cuerpo o fuera del cuerpo...no lo sé)

Y vi Tu presencia en medio de todosEn la plaza central de la Jerusalén celestial.

Sin sombra de llanto, dolor, angustias o muerte.

Atravesados todos por un amor gratuitoDesbordados todos desde dentro por un amor volcánico y

a la vez apacible.Transfigurados en un amor de plenitud desconocida

con capacidad cada uno de amar a millones y millonesde una forma personal.

Y con el tiempo ardiendo sin consumirse…

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• -Ante esas experiencias que nos desbordan, es difícil no preguntarle hacia dónde llevaba ese sendero que le estaban mostrando…

Como decía, llega un momento en que estoy transportado a ese sitio de alegría contagiosa, de música y de silencio que se viven juntos y, al mismo tiempo, por separado. Incluyendo el sentido del dolor en la historia, atendiendo a su viven-cia plena de sentido. Es decir, como dijo Juan de Cruz, “sin saber nada pero, al mismo tiempo, toda ciencia trascendiendo”. Llegado ese momento sentí que Dios me preguntó: ¿Quieres ayudarme en la construcción de este sitio? Esa fue la pregunta de Dios. En ello desemboca, de momento, este río caudaloso.

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Segunda parte:La respuesta del ser humano.

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Segunda Parte: La respuesta del ser humano.

• -La pregunta fue clara y directa, ¿Qué sintió, qué pensó, qué respondió usted?

Todo se me desencadenó en fracciones de segundo. La pregunta inicialmente me sorprendió. Era obvio que ese nivel de plenitud no podía ser alcanzado por el esfuerzo humano. ¿Qué sentido tendría entonces mi actuar para que se lograra eso? No lo entendía. Pero me dije que si Dios era quien me lo preguntaba, no podía ser una pregunta carente de sentido. Ese pensamiento duró facciones de segundo y yo respondí inmediatamente que sí, que sin duda. Que podía contar conmigo. Lo hice con ánimo muy alegre y pensando que a la vista de ese punto omega, ya vivido por millones, no concebía a alguien que pudiera negarse. El objetivo de mi vida pese a fallos, errores, pecados, desvíos temporales, había quedado trazado de una vez y para siempre. La luz del faro a lo lejos se me había encendido hasta el fin de mis días, independientemente de momentos de neblina y tempestades.

Posteriormente fui tomando conciencia que, por una parte, Dios nos tiene pre-parado este inmerecido regalo. Esa felicidad está en una dimensión que los seres humanos jamás alcanzaríamos por nuestro esfuerzo. El Reino de Dios es pues, en parte, un gran regalo prometido por Dios que viene a dar sentido pleno a su creación.

Pero, paralelamente, también busca que, en la medida de nuestras posibilidades, contribuyamos a humanizar fraternalmente este mundo. Él pide nuestra ayu-da. Que pongamos, a fondo, con inteligencia, corazón y valor, nuestro aporte, nuestro granito de arena, para alcanzar un mundo más justo y misericordioso que nos acerque a lo que Él nos tiene preparado. Por eso, muchos años después, diría que mi promesa fue ayudar a construir, desde mi debilidad, el Reino de Dios.

El objetivo de mi vida pese a fallos, errores, pecados, desvíos temporales, había quedado trazado de una vez y para siempre.

“”

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Al actuar así, quizás logremos frutos relevantes, quizás no. Pero en todo caso hay que hacer todo lo que se pueda. Y si eventualmente todo es fracaso, si todo es crucifixión, no podemos olvidar que así sucedió con Jesús de Nazaret quien murió en ese empeño. Contra la lógica dominante en cualquier tipo de sociedad e instituciones actuales, no es el éxito el criterio definitivo en este mundo. Puede ser todo lo contrario, un éxito pisoteando objetiva o subjetivamente a los de-más, nos aleja de Jesús. Perdonen que lo reitere: en contra de cualquier sociedad o institución actual, no es el éxito el criterio definitivo. Y que eso fue lo que en-señó el carpintero de Nazaret quien, en tanto ser humano, finalizó en una cruz mientras Pilato y el Sanedrín brindaban.

• -Pero no vemos que en la experiencia de Dios, Él le haya dicho: “tu camino es ser sacerdote”

Lo definitivo de la experiencia es la invitación a humanizar solidariamente la vida de nuestro prójimo con base en Su amor. Quitar llanto, dolor, sufrimiento. Hacer que la muerte no llegue antes de tiempo (¿Por qué, por ejemplo, el mun-do empobrecido vive aproximadamente 15 a 20 años menos que el promedio del mundo enriquecido?) Acercar un algo de ese mundo futuro. Acercar aquí y ahora el Reino de Dios.

Como dijo Jesús, el camino para ello es amar a Dios con todo el corazón, con todo nuestro entendimiento y toda nuestra voluntad y al prójimo, en donde Él se encuentra, como a nosotros mismos. Así se resume “toda la ley y los profetas” y lo mejor de la tradición cristiana posterior. Lo que vaya en esa dirección estará bien, lo que se aleje –aunque tenga a veces ropaje religioso-, estará mal.

Se trata pues de luchar por quitar, mediante signos visibles, el sufrimiento del mundo en lo posible y sin concesiones engañadoras. Hay que ir creando situa-ciones más humanas. Cada quien desde las posibilidades propias de sus propias circunstancias, pero cada quien desde el máximo que sus circunstancias permi-ten. Pues, “si el amor entregado no duele, por las renuncias que presupone a tra-vés del tiempo, no es amor”. No se estaría amando a Dios sobre todas las cosas.

Éste fue el llamado. Poco después, yo mismo, por mi propio razonamiento y el ambiente socio-cultural en que me había desenvuelto, consideraría el sacerdo-

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cio, como vida de entrega. Era, en mi contexto, mi mejor camino personal -y subrayo lo de personal- para lograr ese fin. Más de cuarenta años después lo sigo pensando y viviendo como válido para mí –y nuevamente subrayo: para mí-. Cada quien tiene un camino diverso. Lo que nos debe unir a todos es el servicio humanizador.

• -Perdone que lo interrumpa pero es un lugar común, reconocido incluso por los últimos Papas, que la Iglesia atraviesa una gran crisis, ¿Cómo es posible que usted diga que es ahí donde hoy ve las mayores posibilidades de seguir su camino?

Creo que bastaría decir que, en este caso, hago mío el viejo proverbio cuando dice: Quiéreme cuando menos lo merezca, porque es cuando más lo necesito. Si prometí apoyar la causa de Dios desde la Iglesia, así lo haré en cualquiera de los modos que me sean posibles: ¿O es que no nos consideramos también pecadores? ¿O es que simplemente somos una simple caña movida al vaivén del viento que hoy está soplando? No me entusiasma en nada el consumismo de descarte, ni en su esfera económica ni en su traspaso al ámbito de los valores, propio del mundo actual. Los compromisos hay que respetarlos hasta donde nos sea humanamen-te posible. Obviamente se imponen reformas muy importantes en la Iglesia, pero cada quien debe reflexionar dónde y cómo su vida será más útil para hacer una humanidad más hermana.

• -Y la experiencia de Dios, ¿Finalizó entonces con la respuesta de un “sí” ante esa invitación?

Esa pregunta y esa respuesta es el centro de todo. Pero hay aspectos posteriores que me parecen muy importantes. Cuando llegó el momento de retirarse de ese Reino de Dios al que había sido llevado, yo me atreví a pedirle: ¿No podemos quedarnos un poco más? Yo esperaba que me dijera que no. (¡Dios me trae hasta acá!, me decía a mí mismo, y yo, ¿encima pidiendo gustos?) Pero, para mi sor-presa, me dijo que sí. Y ahí estuvimos hasta que, dándole yo las gracias para no abusar, nos devolvimos.

Nuevamente me vi en mi cuarto. Esta vez no hubo viaje de retorno o sensación de él. O al menos no lo recuerdo. Él se despidió cariñosamente, así lo sentí, y salió por la puerta. Me quedó una paz profunda que duró varios meses: quizás unos cinco o seis. Pero, en cuanto a la experiencia en sí, no sé cuánto duró…

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¿Tres minutos? ¿Cuatro horas? Sinceramente no puedo contestarlo… Sin em-bargo creo que fue más bien breve basándome en factores externos a mí: recuer-do lejanamente que, cuando lo sentí llegar, la tarde estaba envuelta en un fuerte sol. Y tengo un lejano recuerdo de que, cuando se marchó, seguía presente el mismo sol…

Desde entonces, al leer a Job, con toda la relatividad que sus palabras encierran, viene a mi mente su expresión: Te conocía solo de oídas, ahora te han visto mis ojos.

• -Ahora bien, ¿Cómo conjuga esa experiencia que muestra una creación resucitada, por decirlo así, con el dolor profundo de este mundo?

Es una pregunta que me he hecho muchísimas veces y desde muy temprano en mi vida. Hay excelentes libros sobre el tema pero, desde un punto racional, si bien hay avances importantes, aún no terminan de convencerme. Repitamos el tema de su pregunta usando las palabras de Vallejo:

“Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufridose empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas obscurasen el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán talvez los potros de bárbaros atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte”.

Pues bien, esta experiencia a mí me mostró que, pese a todo, triunfarán final-mente las fuerzas de la justicia y de la misericordia (juntas, aunque esto pueda parecer a algunos una contradicción). Por eso, aunque creo que racionalmente se podría llegar a una discusión casi infinita, mi respuesta es primariamente desde la fe.

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Para decirlo con palabras del Apocalipsis: Vi un cielo abierto y un Caballero Triunfante que es fiel y veraz. Su manto todavía está empapado en sangre pero, vencedor de la muerte, de “la bestia” y de sus bestialidades, ha desterrado de una vez y para siempre el llanto, el sufrimiento, el dolor y la muerte; en efecto, todo eso ha quedado finalizado.

Y una voz proclamará por todo el universo: ¡alégrense todos ustedes, mártires de este mundo, héroes de una vida diaria de entrega, ustedes a quienes Dios, al vencer a la muerte y al mal, les ha hecho justicia! Porque no habrá nunca más hambrientos, desnudos, torturados, engañados y asesinados en el mundo. En-tonces el Caballero Triunfante, el del manto empapado en sangre, sentado en su trono dirá: He aquí que todo lo hago nuevo.

Ante tanta maldad, estructural y dialécticamente vigentes en el mundo, eso me ha ayudado a no desesperar. Pero no se entienda esto de una manera facilista: el dolor del mundo, ¡duele de verdad! Los crímenes sacuden. Estremecen hasta la fibra más íntima. Saber que habrá resurrección no quita el profundo dolor de la cruz.

Como decíamos, aunque el Reino de Dios vendrá como un don o inmerecido re-galo, debemos tratar de ir haciendo signos que muestren que ese Reino ya está presente de alguna manera. Es decir, ir sembrando señales de mayor hermandad sea de una manera estructural, coyuntural o puntual (según las circunstancias que cada quien tenga a su alcance o que pueda construir).

Jesús expresó con mucha claridad la dirección que deben tener esas importantes señales que no pueden ser evadidas: que los hambrientos coman, que haya agua para todos los sedientos, que los mal vestidos se vistan, que los enfermos sean curados, que los emigrantes sean bien recibidos… Porque cada vez que lo hace-mos con ellos -dijo-, a Dios mismo se lo hacemos.

No en vano Pablo de Tarso dijo: unos buscan ciencia, racionalidad sin más, otros desean milagros… Mas nosotros creemos en un Dios crucificado, escánda-lo para unos y locura para otros. Pero esta locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana.

“aunque el Reino de Dios vendrá como un don o inmerecido regalo, debemos tratar de

ir haciendo signos que muestren que ese Reino ya está presente de alguna manera.

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• -Eso tiene una gran incidencia en la actualidad…

Para mejorar sustancialmente la situación del prójimo, en mi opinión personal, son necesarios cambios esenciales en las estructuras actuales. Y que, en dichos cambios de estructura, que la justicia y libertad se hermanen. Sin menoscabo de ninguna. El gusto de los políticos, su engaño esencial, suele ser forzarnos a quedarnos con una y lograr que olvidemos la otra. Pero el arte está en avanzar en ambas: a mayor libertad crítica, mayor posibilidad de avanzar en la justicia. Y viceversa.

Las luchas seguirán bajo nuevas formas buscando renovarse tras encontrar la verdad del error. Tras el fracaso de la forma estatista de socialismo y la forma neoliberal de capitalismo (hoy es una fiera herida dando muy serios zarpazos de muerte), creo que los sistemas del futuro serán aquellos que de mejor manera integren ambos elementos -libertad y justicia-, sea desde el ángulo socialista o desde el capitalista. Y, ambas partes, deberán estructurar, a su manera, un sis-tema de mayores controles sociales e institucionales pues, en la caída de los dos modelos sociales señalados, la corrupción ha jugado un papel imponente.

• -¿Cree que hacia allá nos dirigimos?

Desgraciadamente no. Subsiste y se fortalece otra lógica. Por el momento al menos, pareciera que los políticos de uno y otro lado, generalmente, siguen re-pitiendo los mismos errores cambiando solamente nombres, fachadas o aspectos secundarios. La lección no se ha aprendido. Por ello, no nos extrañe si más ade-lante se abren crisis mayores. En consecuencia, regímenes de muerte (de signo ideológico diverso) y nuevas guerras pueden estar a la vuelta de la esquina. La ecología y tantos problemas acuciantes siguen sin respuesta adecuada. La dis-criminación en sus diversas formas sigue vigente.

De ahí que sea urgente la acción que llame a la creación de nuevos paradigmas en donde, como decíamos, el hambriento coma, el problema del agua para todos se resuelva, el emigrante encuentre el mejor nivel de vida que busca o que sim-plemente no tenga que emigrar, etc. De otra manera, como nos recuerda Jesús, todo lo que no hagamos por el hermano se lo negamos al mismo Dios.

”aunque el Reino de Dios vendrá como un

don o inmerecido regalo, debemos tratar de ir haciendo signos que muestren que ese Reino ya está presente de alguna manera.

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Me había preguntado usted sobre el dolor del mundo. No es problema de Dios, sino de nosotros y nuestras incapacidades de hacerlo mejor. Somos libres, ¿no? ¿Cómo estamos usando esa libertad?

El Padre Ignacio Ellacuría, Rector de la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador, asesinado por el Ejército de ese país, nos invitaba a que pusié-ramos nuestros ojos y corazón en nuestros pueblos que están sufriendo miseria, hambre, y represión. Y después, que ante ese pueblo así crucificado, nos hicié-ramos las siguientes preguntas: ¿Qué he hecho yo para crucificarlo?, ¿Qué hago para que lo descrucifiquen?, ¿Qué debo hacer para que este pueblo resucite?...

• -Nos encantaría seguir el tema, vemos que la experiencia de Dios, aparentemente “lejana” tiene alcances muy prácticos. En verdad por algo la palabra se hizo carne. Pero, volviendo a esta experiencia de Dios, ¿hay algún otro aspecto que desearía resaltar?

Lo que nunca deja de sorprenderme es que en esa experiencia, después de seme-jante alarde de poder por parte de Dios y conociendo mis miserias, tuvo la hu-mildad de in-vi-tar-me, no obligarme, a ayudarle a construir, desde ya, ese final de amor. En miles de reflexiones posteriores nunca ha dejado de sorprenderme que se tratara de una invitación. Sin negar los condicionamientos personales y sociales, siempre está vigente el respeto a la libertad personal. En definitiva es uno mismo el que decide. Él pone ante uno el camino del bien y del mal. Noso-tros decidimos.

En otras ocasiones, pienso en otra dimensión de la experiencia y es esa paz tan profunda que deja Su presencia. Es paz, pero paz ardiente. Yo quería, en ese período de profunda paz, entregar martirialmente la vida. Martirio para dar más vida. Todo en medio de la paz y la alegría. Y no hay contradicción. Su paz no es comparable con la paz que entrega este mundo y menos aún con la de los cementerios. Los cementerios no tienen la última palabra…

Él pone ante uno el camino del bien y delmal. Nosotros decidimos.“ ”

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• -Importante en verdad.

Así es… (Se le traba la voz…)

• -¿No es fácil, verdad?

…No. Son muchos los amigos asesinados cuyos restos están en esos cementerios y… uno mismo vive la vida de prestado.

• -¿Es usted de lágrima fácil?

Soy muy poco para llorar pero sí se me nublan los ojos con relativa facilidad.

• -Y finalizando con las lecciones que saca de esa experiencia de Dios…

Finalizando diría que, de una u otra manera, el haber vivido de algún modo lo absoluto del Reino, al Absoluto, hizo que todas las demás cosas, todas, se me hicieran relativas ante Él.

Y eso se me ha engarzado con un algo de sensibilidad artística que Dios me regaló. Un algo que me colabora en escuchar los colores de la vida y ver sus sonidos... Suelo decir -entre bromas pero con verdad-, que mi principal hobby quiso ser tocar el piano. Por eso siempre he sido un pianista frustrado, un pia-nista que nunca pudo ser. No me quedó tiempo pues los campesinos llamaron a cosas más importantes. Sin embargo, ese algo de capacidad artística, unido a mi racionalidad, ha sido utilizado como imaginación, intuición y sistematización creativa para hacer nuevos proyectos sociales, para crear nuevas instituciones o renovarlas, para mantenerlas en constantes cambios…

Y hacerlo, como dice la vieja canción, “a mi manera”. No puede haber creativi-dad si no es a nuestra manera. Llevo por tanto en mí una “santa irreverencia” (como me la bautizó un día el Padre Rutilio Grande) y, con ella, la serie de pro-blemas que ésta siempre trae ante las distintas formas de orden establecido. Es parte esencial de mi vida incluso potenciada por la experiencia de Dios. No se trata de dejar de lado tantas cosas importantes pero, ante lo Absoluto de Dios, todo es relativo, cuestionable, transformable. Todo, menos el amor a Dios y al

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prójimo crucificado -en donde Dios habita-. Allí está la perfección, dijo Teresa de Jesús.

Claro… hay demasiadas relaciones e instituciones sociales, en las que nos vemos envueltos nosotros mismos, que impiden a Dios ser Dios y al ser humano ser hermano. Pero de lo que se trata es de transformarlas tanto-cuanto sea necesa-rio.

• -Ahora bien, ¿Se ha preguntado alguna vez por qué Dios quiso hacerlo pasar por esta experiencia?

Solo Él lo sabe. Estas experiencias son hechos vividos en la consciencia de cada uno y muestran la cercanía de Dios. Adaptada a las necesidades que cada quien tiene o tendrá. El viento del Espíritu de Dios sopla monte abajo, y no es igual el ruido que hace en los pinares, en las rocas, en los senderos, en la hierba… pero el viento es el mismo. Las multiformes experiencias de Dios son acercamientos de Él al ser humano.

En mi caso concreto, creo que lo hizo así para que no me perdiera en las noches de mi vida. Mi época de desarrollo y estructuración humana coincidió plena-mente con las tres décadas más complejas que quizás ha vivido Centroamérica después de la conquista. Y era fácil extraviarse. Porque, viviendo en diversos países de Centroamérica en momentos críticos, hubo bastantes años, demasia-dos, que pesaron por diez y que dejaron sus muchas cicatrices. Físicas, psíquicas y espirituales.

• -Por ejemplo…

Se atraviesan, por ejemplo, experiencias críticas que se tornan en un Getsemaní personal. Recuerdo cuando, en uno de los momentos más álgidos de la perse-cución contra la Iglesia en El Salvador, el tiempo en que surgió la consigna “Haga patria, mate un cura”, el Padre Rutilio Grande y yo, por motivos largos de explicar, estuvimos solos en la Parroquia de Aguilares, por bastantes días y noches. Esperábamos que el Ejército de ese país nos llegara a capturar, expulsar o matar (acababan de expulsar a cuatro o cinco sacerdotes, habían estallado bombas en casas parroquiales y sabíamos que eso era solo el comienzo).

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Nuestra lectura por las noches, sin quitarnos nunca la ropa y el calzado, era el discurso de Jesús en la última cena según lo narra San Juan: No me eligieron ustedes a Mí, sino que yo los elegí a ustedes… En este mundo tendrán persecu-ciones porque, aunque viven en el mundo no son de este mundo… Esta vez no ruego por el mundo sino por los que en verdad creerán en mí con sincero cora-zón. No te pido que los saques del mundo sino que los fortalezcas ante el mal…

• -¿Y qué sucedió?

Poco después, el Padre César Jerez (nuestro superior religioso) llevó a tres sacer-dotes para acompañar a Rutilio. Se les restituía así en el puesto que tenían. A mí, que había vivido buena parte de la experiencia pero que estaba provisional-mente en ese momento, me retiraron pese a que pedí quedarme. En ese tiempo yo aún era estudiante para el sacerdocio y faltaban 2 o 3 días para que se reini-ciaran los estudios fuera de El Salvador. Tuve que salir pues mi petición ya se había debatido en la “Consulta de Provincia” y ya no había dónde más recurrir. Según me dijo el P. Jerez, la votación había sido 3 x 2 favorable a continuar es-tudios. A los pocos días de ser retirado, asesinaron a Rutilio en una emboscada.

Probablemente yo hubiera ido con él manejándole el pequeño Volkswagen en donde lo mataron pues, aunque él sabía manejar, siempre que podía me solici-taba que lo hiciera yo. Eso le daba más oportunidad de ir saludando a la gente lo cual era muy propio de su forma de ser. Por las especiales circunstancias de inseguridad de ese momento, y las misas que a esa misma hora tenían los otros sacerdotes, seguramente lo hubiera acompañado el día de su asesinato mane-jando el vehículo. ¡Cuánto lamento que me hubieran retirado del sitio faltando tan poco! Lo lamenté, lo lloré. Lloré a Rutilio y me lloré a mí mismo.

• -¿Por qué a sí mismo?

Llevaba y llevo incrustado en el corazón que el verdadero éxito en esta vida, el eslabón más alto al que puede aspirar un cristiano, es el martirio por la causa de Jesús. Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. La vida de una entrega diaria es sin ninguna duda un camino similar pero, por las dramá-ticas circunstancias que se vivían en Centroamérica y quizás mi edad, al menos en mi caso personal, la forma de sostener mejor esa exigencia de la vida diaria era con el horizonte del martirio.

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Desde ese trasfondo se ocurrían acciones nuevas y se tomaban los riesgos nece-sarios en la medida que el contexto lo requería. Desde luego que no se trataba de buscar el martirio de una manera suicida. La mejor prueba es que estoy contando el cuento. Pero en este calvario de dolor que es el mundo, uno se ha encontrado en Centroamérica, especialmente en las décadas anteriores, situa-ciones donde el la muerte por el prójimo, como seguimiento de Jesús, ha sido una realidad vigente.

• -En verdad son experiencias críticas…

Pese a todo lo antes dicho, las crisis extremas si bien dan dolor, también dan fuerza y esperanza. Lo duro es cuando peleas con Dios por tus fallas o pecados. Cuando, quizás tras diversas experiencias positivas plasmadas en proyectos so-ciales o institucionales, quieres ir por un camino y Él, en ocasiones, dice: esta vez tus caminos no son mis caminos.

Se racionaliza, se quiere imponer los propios criterios. Pero no son los de Dios. Uno repite la historia de Jacob en Penuel y lucha, argumenta, entra en la re-yerta. Hasta el punto que después puede decir: he luchado con Dios. Y claro, al igual que Jacob, se sale cojeando por el golpe recibido al luchar contra Él. Pero creyendo más en Él.

O, también, enfrentas otros aspectos de la vida que pocas personas logran evi-tar cuando se viven suficientes años: experimentar traiciones, medias verdades presentadas como verdades absolutas (la peor de las calumnias), soportar des-información, ver la alevosía en acción, etc. Pero aprender entonces a perdonar, a veces, sin que el perdón sea solicitado. Y desearles de todo corazón: ¡Que Dios los bendiga y abundantemente!

• -No es fácil culminar esas experiencias con el perdón…

Pero revive fuertemente la presencia de Dios en lo interno de uno. Llena la vida de paz y felicidad. Ahora bien, continuando con su pregunta, en otras ocasiones, corresponde encontrarse cara a cara con lo demasiado humano de uno mismo…

“ ”aprender entonces a perdonar, a veces,

sin que el perdón sea solicitado.

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A veces el desconocido subconsciente plantea en el consciente el mal como bien, como ángel de luz. Hasta que, tras un prolongado y difícil esfuerzo, se logra auto-descubrirlo. Y entonces corresponde decir con corazón quebrantado: Des-de lo profundo clamo a Ti Señor; en ese claro-oscuro de un subconsciente ahora redimido, con límites muy difíciles de precisar al ver hacia atrás, lava Señor todo lo que haya habido de culpas… Porque un corazón quebrantado y humillado, Tú nunca lo dejas herido de muerte a la orilla del camino…

E intuir tras ello, en profunda paz, que lo más profundo de Dios es el amor en forma de misericordia. Y por eso no puedo dejar de clamar alegremente con toda la Iglesia: ¡Oh feliz culpa que mereció tal Redentor! Porque aun cuando alcanzáramos lo máximo de nuestras propias posibilidades, o incluso en un es-fuerzo supremo las sobrepasáramos, el acceso a las moradas del Padre es un re-galo inmerecido. Por eso, tomando como modelo un famoso epigrama del poeta Cardenal, hice un pequeño escrito que titulé “Confesiones” y dice:

Señor, si nos separamos vos y yoVos y yo perderíamos mucho.Vos porque sentirías con dolor

que toda tu inversión en mí-tus sueños, anhelos y desvelos-

se vendrían para abajo.Yo, porque mi vida entera se tornaría

un permanente eclipse de sol y de luna.

Pero de los dosYo perdería más que vos

Porque vos podrás encontrar a millonesque te amen más que yo.

Pero yo...nunca podré encontrar a nadie que me ame como vos.

• -Entonces…

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Creo que, si Dios no me hubiera regalado esa experiencia de Él y su Reino, y conociéndome como me conozco, probablemente la oscuridad de la noche me hubiera envuelto. No hubiera podido ver ni esperar, con fe, un fulgurante ama-necer mientras construimos entre la niebla.

En mi opinión pues, la experiencia de Dios fue un regalo debido a que Él con-sideró demasiada grande mi debilidad. Y, en su bondad, consideró necesario hacerlo de esa manera.

Y no es una falsa modestia. Con estas cosas no se juega. Esa es mi opinión, pero en definitiva sólo Él lo sabe. Muchos somos tan débiles, que la arrogancia debería estar totalmente excluida. Por eso solo cabe gloriarse de las propias de-bilidades. Otros son más fuertes y Dios no juzga necesario regalarles estas expe-riencias: Dichosos los que sin ver creyeron, les sabe decir de una u otra manera. Por los caminos que Dios lleve a cada quien, lo definitivo es comprometerse en el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo, especialmente al más necesitado, como a uno mismo

• -Confidencialmente, ¿Por qué hasta ahora cuenta públicamente esta experiencia de Dios?

Es que es algo muy íntimo. Salvo a mi director espiritual no lo conté a nadie por más de 30 años. Hasta que él me invitó a contarla porque, me dijo, podía hacer algún bien a alguna persona. Y es desde esa misma lógica, por si a alguien pudiera hacerle algún bien, que accedí a contarla y a que ahora se publicara.

Adicionalmente, esa experiencia obviamente sucedió en un determinado mo-mento y en esa medida los datos de la vivencia no cambian. Sin embargo, con-forme he ido avanzando en la vida, dicha experiencia va mostrando nuevas vir-tualidades o potencialidades apropiadas para iluminar nuevos momentos clave. La experiencia original, sin cambiar, tiene capacidad de irse desplegando, dan-

Déjate amar por Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas…“ ”

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do más de sí. No solo sucedió en el ayer, está presente hoy y lanza al futuro con nuevas esperanzas.

Al mismo tiempo uno mismo evoluciona y comprende mejor diversos aspectos. Es una fuente permanente de agua viva. Eso me detenía a hablar. No es sencillo contar algo que no finaliza y que me deja planteados nuevos retos e interrogan-tes.

• -¿Cómo hacer entonces un balance en medio de tantas luces y oscuridades que ha traído la vida?

Digamos lo que ha sucedido acompañados con Benedetti: Te ilumina la luz, soportas los golpes, se rompen los candados, se abren las puertas, se abando-nan las amadas murallas que te protegieron, te inunda la sonrisa, despliegas las alas, celebras la vida y retomas el cielo, porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque sobra fuego en tu alma y vida en tus sueños…Y, añadiría que Dios me recuerda que entre Él y yo, existe el vino y el amor, y puedo escucharlo cuando, como solo Él lo sabe hacer, me dice: Yo-Te-Quiero.

El primer mandamiento se me ha vuelto inmenso cuando lo leo así: Déjate amar por Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas… En esa me-dida, con mis aciertos y amados errores, mi vida no la cambiaría por nada. Todo ha confluido para acercarme a Su amor. Así, tras haber conocido las puertas del cielo y de los infiernos, es hermoso saberse plenamente ubicado en el tiempo y lugar que debo estar: Por voluntad de Dios, con la autorización de Su Vicario, con toda la disponibilidad que las amadas cicatrices permiten. Y siempre abier-to a nuevas etapas.

• -En verdad, no hay duda que esa inicial Experiencia de Dios lo ha acompañado a través de la vida…

Es por eso que suelen venir a mi mente las palabras del apóstol Pablo cuando se pregunta: ¿Qué va a apartarnos del amor de Dios? Nada. Ni las tribulaciones, las angustias, la persecución, las traiciones, las envidias, las muertes, la desin-formación, el peligro, las calumnias, la espada… En todas estas circunstancias, pese a los dolores que conllevan, terminamos venciéndonos a nosotros mismos gracias a que Él nos amó primero.

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A veces nos han querido matar físicamente o asesinar moralmente, diciendo creer que hacen un servicio a Dios. Pero cuando ellos creían poner punto final, Dios lo convertía en punto y seguido o en punto y aparte. Siento que, en mi caso, a su manera, Dios abrió de par en par las aguas del mar para que su Vica-rio en la tierra ratificara este llamado al sacerdocio.

Hoy puedo decir esto, únicamente por esta experiencia de Dios que he referido. Por su amorosa iniciativa. Porque Él se presenta a veces como Aquél con quien hay que prender fuego a la lluvia. Pero también, en las montañas o en el mar, mediante el susurro de una dulce brisa.

• -Tras ese largo trayecto, enriqueciéndose con las experiencias de Dios y de la realidad que deja el tiempo, veo que ratifica su opción inicial…

Resuenan en mí las palabras que narra Jeremías: Antes de formarte en el vien-tre te escogí, antes de salir del vientre materno te consagré. ¿Decías que no po-días hablar? Cíñete, ya ves que ahora, con mi presencia, no tienes miedo. Ahora que te he amamantado y forjado, has nacido siendo joven y renacido siendo ya viejo. Yo pongo mis palabras en tu boca. Pues de tu debilidad es que brota Mi fuerza y Yo te convierto “en columna de hierro, en muralla de bronce”.

Ante ello, solo me atrevo humildemente a decir: En verdad que, desde aque-lla tarde que siendo muy joven llegaste a mi vida, me sedujiste Señor y me dejé seducir. Pasan y pasan los años pero esa vivencia es, cada vez más, fuego ardiente que se ahonda y mueve mi vida. Muchos no lo comprenden. Pero en uno resuenan las palabras del apóstol Pablo: unos buscan ciencia, racionalidad sin más, otros desean milagros… Mas nosotros creemos en un Dios crucificado, escándalo para unos y locura para otros. Pero esta locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana.

• -Y se nos fue el tiempo en esta entrevista. Quizás pudiéramos finalizar con la última parte del verso que estaba leyendo…

Gracias. En ella se resume la parte final de la vivencia. Dice así:

Sin usar palabras propiamenteme invitaste a ayudarte a ir construyendo desde ya ese final de amor

Lo hiciste con rostro cariñosoaunque mis ojos no pudieran verte.

Y te contesté: ¡Sí! ¡Sin duda!

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LA EXPERIENCIADE DIOS

(Un testimonio reflexionado)

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De alguna manera dijiste que era hora de retirarnosNo te pedí, como Pedro, que hiciéramos tres tiendas

Te pedí tan solo quedarnos, textualmente, “un ratito más”Y vos, alcahuete, accediste a que nos quedáramos ese “ratito” más

(como amante amoroso tras hacer el amor).

“Es que, el que inventó el placer amoroso y sexualÉse mismo nada menos... ¿cómo es que no sabría hacer el amor?”

Le di gracias por la espera. Se las sigo dando

(¡Cuánto cuentan los detalles en el amor!)

Llegó el momento… y se fue como llegó.Y una paz profunda que duró meses invadió mi corazón.

Si me preguntan cuánto duró esta experiencia…No sé: ¿entre tres minutos y cuatro horas…?

Años después me pregunté por qué me escogiste así.No para mártir me dije, no para grandes cosas

y asentiste con una sonrisa.Y en tu sonrisa amorosa sospeché tu respuesta:

Fue la manera de acompañarte siempre…¡Aun en los momentos más oscuros de tu vida!

No lo olvides, me dijo, y diles a tus amigos cuál es mi nombre,pues Yo Soy…

el que encuentra la manera de estar siempre con ustedes.

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17 de julio.

En memoria de la Ordenación

al Diaconado del P. Alvarado.

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Intentaron enterrarnos... sin saber que eramos Semillas

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LA EXPERIENCIADE DIOS

(Un testimonio reflexionado)

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Equipo CEAS. http://[email protected]

ÍNDICE

Presentación …………………………...............................………… 8Primera parte: La pregunta de Dios …….............................……….. 11Segunda Parte: La respuesta del ser humano .............................…... 25

LA EXPERIENCIADE

DIOS(Un testimonio reflexionado)

Page 44: La Experiencia de Dios

No lo olvides, me dijo,

pues YO SOY...y diles a tus amigos cuál es mi nombre,

el que encuentra la manerade estar siempre

con ustedes.

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Diseño y Diagramación: Manuel Matus (manumatus photograpy)

[email protected]

Page 46: La Experiencia de Dios

Karl Rahner, generalmente considerado el mejor teólogo del siglo XX, vaticinó que en el siglo XXI un cristiano debería tener una fuerte experiencia de Dios en su vida o difícilmente sería cristiano. Las características propias del siglo XXI en su ansia desmedida de riquezas, poder y vanidades de diverso tipo le están dando la razón. ¿Es posible que resistamos esas fuertes correntadas de anti-va-lores sin estar bien anclados en Dios? Más aún: ¿Tenemos la fuerza para luchar contra esas tendencias mundiales negativas y hacer en lo posible un mundo más fraterno?

Siendo la experiencia de Dios tan importante para un cristiano, presentamos una experiencia de Dios para profundizar sobre este tema vital en forma de entrevista. Lo haremos así para hacer el tema más comprensible pues, si bien es el relato de una experiencia, paralelamente la estaremos reflexionando para que el lector atento pueda universalizarla. Pues son multiformes las formas en que Dios se presenta en la vida de cada persona, pero todas ellas tienen un fondo común que se enlazan cuando es Él quien toma la iniciativa. Aparecen así esas características comunes que permiten al lector acceder a su propia experiencia y reflexionar sobre ella como ante un espejo, encontrando y reviviendo, en ese fondo común sus particularidades y, de esa manera, iniciar, continuar o renovar el hermoso camino propuesto por Dios a cada uno de nosotros.

Es decir, sin experiencias personales de encuentro con Dios es sumamente difícil para un creyente soportar y luchar por contrarrestar los intensos contravalores y situaciones que el siglo XXI nos presenta. Ese encuentro personal nos impulsa a no tener miedo a ser signo de contradicción en este mundo y es esencial para evitar nuestra fe se diluya casi insensiblemente o sea sustituida por una frágil actitud mágica.

Advertiremos, mediante el testimonio aquí presentado, que dicha Experiencia de Dios no nos quita las dificultades de esta vida. Al revés, suele aumentarlas pues vivenciamos una mayor exigencia enlazada a un sentido intenso en nues-tra vida. Sin embargo, advertiremos que en todos los obstáculos Él está con nosotros, no supliendo nuestro duro trabajo, sino dándonos fuerza, desde nues-tro interior, para realizarlos. Sucumbiremos a veces, pues como dice San Juan, quien dice que no ha vivido el proceso de pecado es un mentiroso. Pero también sentiremos, a su hora, la mano fuerte de Dios que nos sabe levantar para con-tinuar así el camino de profundo amor a Él y al prójimo (preferencialmente al más necesitado). Y así, transitando por este siglo XXI y luchando para hacerlo más humano, Dios nos encaminará a sus moradas en donde ya no habrá llanto, ni dolor, ni sufrimiento, ni muerte… ¡Pues todo será totalmente nuevo!

Tres veces pedí al Señor que apartara de mis debilidades pero no lo hizo. Tirado en el suelo es cuando logro comprender que al saberme débil es cuando me vuelvo fuerte, pues esa fuerza

arrebatadora viene de mi Dios.

“”

En la Ordenación del P. Alvarado