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  • La democracia musulmana

    TRIBUNA: JOSEP M. COLOMER

    La democracia musulmana

    Josep M. Colomer es profesor de Investigacin en Ciencia Poltica en el CSIC y autor de Cmo votamos (Editorial Gedisa).EL PAS | Opinin - 14-07-2004

    El futuro de la liberalizacin y la estabilidad de Afganistn e Irak es dudoso. Pero los actuales procesos polticos de Indonesia y Turqua muestran que no hay nada esencial que haga incompatibles la democracia y el islam. La tentacin de declarar tal incompatibilidad es, ciertamente, muy fuerte. No slo la mayor parte de los pases con una mayora de ciudadanos de religin musulmana viven bajo regmenes autoritarios, sino que algo ms de la mitad de los pases no-democrticos son de mayora musulmana. La llamada tercera ola de democratizacin en el mundo, iniciada hace treinta aos en Portugal y que dio lugar a la creacin del mayor nmero de regmenes democrticos existentes hasta hoy, parece que casi se detuvo hace siete u ocho aos. Tras la Europa occidental, Amrica del Norte y Japn en la primera y segunda ola siguieron, como es bien sabido, la Europa meridional y central, Amrica Latina y Asia oriental, junto con algunos pases en el sur de frica. Pero el rea musulmana, que abarca una cuarta parte de los pases y de la poblacin mundial, es -junto con China- la gran asignatura pendiente de la democratizacin.

    Entre los aproximadamente cincuenta pases con una mayora de la poblacin musulmana (el nmero exacto vara segn las fuentes), situados sobre todo en el norte de frica, el Prximo Oriente, Asia y la antigua Unin Sovitica, slo Albania, Benin, Malasia y Mal pueden considerarse democracias desde hace algn tiempo. El panorama no mejora si se distingue dentro del grupo de regmenes no-democrticos: hay muy pocos pases musulmanes entre los que son habitualmente clasificados como parcialmente libres o entre las llamadas democracias electorales, como Bangladesh o Marruecos, pero hay bastantes entre lo peor de lo peor en cuanto a totalitarismo, como Arabia Saudita, Libia, Siria, Sudn y Turkmenistn (slo comparables a Corea del Norte y Cuba en su psimo marcador).

    Sin embargo, el postulado de incompatibilidad entre la poltica democrtica y la religin musulmana no es ms slido que el que negaba la capacidad democrtica de los pases mayoritariamente catlicos hasta no hace muchas dcadas. Los sucesivos fracasos de los intentos democrticos en los pases de la Europa y la Amrica Latina durante la mayor parte del siglo XX, incluida Espaa, parecan una evidencia de la imposibilidad de que una religin monotesta y redentora como el catolicismo pudiera

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    aceptar como legtimos gobiernos que no siguieran su doctrina antimoderna. No deja de ser significativo que los terroristas y fanticos islmicos de hoy todava se refieran a los catlicos como los cruzados, en simetra con su propio designio de guerra santa contra el infiel. De hecho, la Iglesia prohibi la participacin de los catlicos en las elecciones y los partidos polticos hasta 1931. Algunas experiencias locales de creacin de partidos de inspiracin catlica que participaban en poltica bajo las reglas de una democracia liberal, como en Francia e Italia, slo se difundieron en otros pases en fecha tan reciente como el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero no slo la democracia cristiana se convirti desde entonces en un componente muy importante de la poltica democrtica en numerosos pases, sino que la propia Iglesia catlica acab siendo un factor favorable a la democratizacin en otros, incluida la Espaa antifranquista, Amrica central o Polonia.

    La pretensin del Gobierno de Bush de que tambin el Prximo Oriente y el Norte de frica pueden democratizarse mediante la intervencin exterior y la derrota militar de las dictaduras se inspira, desde luego, en el xito de la democratizacin, tras la Segunda Guerra Mundial, de pases con arraigadsimas culturas antidemocrticas, como Alemania y Japn. Por ahora, los xitos en el mundo musulmn son mucho ms limitados, pero, en trminos comparativos, es an muy pronto para hacer el saldo. De hecho, los regmenes ms brutales del mundo musulmn no son gobiernos religiosos -con la sola excepcin de Irn y los derrotados talibanes de Afganistn-, sino dictaduras militares, monarquas totalitarias o caudillismos personalistas que ocasionalmente usan la doctrina del islam en algunas de sus polticas, pero en general de un modo ms bien oportunista. En este momento, Afganistn e Irak tienen por delante calendarios que incluyen elecciones en el plazo de unos meses; mientras las vctimas del conflicto entre palestinos e israeles han disminuido notablemente en los ltimos tiempos, la autoridad palestina se enfrenta cada vez ms inevitablemente al desafo de gobernar con modos democrticos; las dictaduras de Arabia Saudita y Pakistn han empezado a perseguir a los grupos terroristas islamistas en sus propios territorios; la dictadura de Libia ha declarado unilateralmente la paz y la reconciliacin con Occidente.

    En los pases en proceso ms abierto de liberalizacin o democratizacin se estn desarrollado partidos demcrata-musulmanes, comparables a los demcrata-cristianos de los ltimos sesenta aos, que compiten regularmente en las elecciones y, al parecer, tienden recientemente a respetar sus resultados. En Turqua, un Gobierno de inspiracin musulmana est haciendo los mayores esfuerzos por cumplir las condiciones de democracia y respeto al Estado de derecho requeridas por la Unin Europea para su integracin. En Indonesia, la existencia de varias candidaturas musulmanas ha permitido consumar el proceso de reforma poltica y eleccin de nuevos gobernantes iniciado hace cinco aos con la quiebra de la longeva dictadura anterior. Si junto a estos dos grandes pases contamos las minoras musulmanas que habitan en la India y otros pases, quiz un tercio de los 1.500 millones de musulmanes del mundo viven ya bajo gobiernos elegidos democrticamente. Cabe incluso pensar que el islam puede tener alguna ventaja comparativa con respecto al catolicismo para adaptarse a formas de organizacin poltica en las que la confesin religiosa sea un asunto privado y la fuente de una opinin ms en el debate social y la contienda poltica. Aparte de las siempre controvertidas interpretaciones de los textos doctrinales, la organizacin del clero musulmn es ms descentralizada que la

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    catlica, sin que exista un papa con poder supremo de dogma y de designacin y control de los jefes religiosos, lo cual podra facilitar el florecimiento de experiencias locales de adaptacin y participacin democrtica.

    Ha habido ltimamente bastante confusin con respecto al

    choque de civilizaciones supuestamente inevitable. Algunos han querido ver la intervencin de los americanos y sus aliados en Afganistn e Irak como la encarnacin viva del choque o incluso -desde la extrema derecha- como la bsqueda del mismo. Pero la perspectiva de una extensin de la democracia a los pases con mayora musulmana se basa precisamente en lo contrario: el supuesto de que ninguna religin es menos apta que otra para que los ciudadanos que la practican puedan vivir en paz y elegir a sus gobernantes por medio del voto. Son los que han argumentado -ms bien desde la izquierda- que los pases democrticos deberan desentenderse de la democratizacin del mundo musulmn los que ms comparten, de hecho, la teora etnicista y antiliberal del choque inevitable entre civilizaciones. A veces parece que, en el fondo, estaran de acuerdo con lo que me deca un judo americano opuesto a la guerra: "Mejor dejmoslos que se sigan matando entre ellos", quiz hasta la solucin final.

    El Pas S.L. | Prisacom S.A.

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