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La desinstitucionalización de la creencia dentro del marco de la fiesta patronal en el barrio de San Francisco de Asís en Zapotlanejo, Jal. Samuel Hernández Vázquez “Retrocedemos a una mundo tan antiguo que la ciencia no llega a él y la que dice que llega no nos convence, pues sus tesis y conjeturas nos parecen tan aleatorias y evanescentes como la fantasía y la ficción”. Mario Vargas Llosa 1 Modernidad y religión Vivimos en una época de transformaciones y cambios, una época donde las discontinuidades se hacen presentes y cobran su realidad. Sin duda que podemos llamar a nuestra época moderna. Puesto que, hubo una corriente de pensamiento que adelantó su fin muy pronto: el postmodernismo; teoría, visión o moda, pocos hacen referencia o uso de él. Giddens argumenta en su obra “Consecuencias de la modernidad” que si hoy nos estamos adentrando en una fase de postmodernidad, esto 1 Mario Vargas Llosa. (2009). El Viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti, Alfaguara, México, p. 11.

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La desinstitucionalización de la creencia dentro del marco

de la fiesta patronal en el barrio de San Francisco de Asís en

Zapotlanejo, Jal.

Samuel Hernández Vázquez

“Retrocedemos a una mundo tan antiguo

que la ciencia no llega a él y la que dice que llega

no nos convence, pues sus tesis y conjeturas

nos parecen tan aleatorias y evanescentes

como la fantasía y la ficción”.

Mario Vargas Llosa1

Modernidad y religión

Vivimos en una época de transformaciones y cambios, una época donde las

discontinuidades se hacen presentes y cobran su realidad. Sin duda que podemos

llamar a nuestra época moderna. Puesto que, hubo una corriente de pensamiento que

adelantó su fin muy pronto: el postmodernismo; teoría, visión o moda, pocos hacen

referencia o uso de él. Giddens argumenta en su obra “Consecuencias de la

modernidad” que si hoy nos estamos adentrando en una fase de postmodernidad, esto

significa que la trayectoria del desarrollo social nos está alejando de las instituciones

de la modernidad y conduciéndonos hacia un nuevo y distinto tipo de organización

social. Postmodernismo, si existe de una manera convincente, puede expresar la

conciencia de tal transición, pero no demuestra su existencia. Más adelante en el

mismo texto continúa: No hemos ido “más allá” de la modernidad, sino que

precisamente, estamos viviendo la fase de su radicalización: […] la expansión,

creciente, de las instituciones modernas en todo el mundo, […] (2008).

1 Mario Vargas Llosa. (2009). El Viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti, Alfaguara, México, p. 11.

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La época moderna es una historia de discontinuidades, donde el proyecto

moderno no a alcanzado sus objetivos. Esto trae consigo una serie de fenómenos que

manifiestan estas discontinuidades; como la religión que nos lleva retornar a

seguridades del pasado. El estudio de la religión nos da cuenta de este proceso

moderno, puesto que al augurar su término y fin, presenciamos nuevas formas y

manifestaciones religiosas. Asistimos en particular en Occidente, a una fragmentación

de nuestras creencias, a una conmoción de nuestros valores, a un cuestionamiento de

la fe tradicional (Delumeau, 1997).

En la modernidad se le da predominio a la ciencia como rectora o como la que

encabeza este momento moderno. Se habla del predominio de una dimensión de la

racionalidad vinculada a la ciencia, la técnica y la producción. Esta racionalidad

funcional ve la realidad desde el punto de vista de lo utilitario, lo pragmático, lo

medible…; de ahí que sólo vea en la realidad la cantidad, el peso, la medida el

número… y sea siega a la dimensión simbólica, que abre la profundidad y una riqueza

inagotables de la realidad (Mardones, 1996). La modernidad es un proyecto que se ha

ido desvaneciendo, no por ello podemos hablar de postmodernidad, de un fin o de un

término, sino de (con palabras de Weber) un desencantamiento no sólo de la religión,

sino de algo más profundo: un desencantamiento de la razón misma.

De estas discontinuidades de la modernidad surgen nuevos elementos que dan

origen a nuevas formas religiosas en nuestras sociedades, como son la diversidad

religiosa y la desinstitucionalización (subjetivación) de la creencia. La modernidad no

sólo erosiona a la religión institucional, […], sino que permite una síntesis de

indiferencia, agnosticismo e incluso ateísmo con una postura receptiva y simpatizante

respecto a la religión2.

Giddens arguye que “la modernidad altera de manera radical la naturaleza de la

vida social cotidiana y afecta los aspectos más personales de nuestra experiencia” 2 Juan A. Estrada, De la muerte de dios al retorno de la religión, disponible [en línea] en: http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/De%20la%20muerte%20de%20Dios%20al%20retorno%20de%20la%20religion.pdf. Vi: 15 de mayo de 2011

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(Giddens, 1998). La afectación de la modernidad, como habla Giddens, en las prácticas

y en la experiencia de los hombres, decanta en un desvanecimiento de lo religioso. Así

pues, la religión de tener el centro, el orden y configuración social; de ser la dadora de

sentido en este mundo, del universo, pasa su discurso del centro a la periferia

(Blancarte, 2001; Mardones, 1999; De la Torre, 2006). La pérdida de lo religioso afecta

a toda religión así como a nuestras sociedades, fenómeno más sobresaliente en la

cultura de occidente. Pero no es una perdida de la religión, como dice Mardones: “hay

que añadir que la religiosidad no desaparece, sino que empieza a manifestarse en

formas menos libres que recorren incluso los vericuetos de lo oculto y misterioso,

pero también de la ciencia, la sanidad…, por no hablar de cierto reencantamiento del

cuerpo, la naturaleza, la política, el deporte o la música” (Mardones, 1996, p. 21).

Muchos autores sostienen que la religión es el lazo que liga al hombre con Dios.

Coincido con esta idea. Así pues, la palabra religión viene de "religare", cuyo

significado es unir (Tamayo, 2005). Es decir, que la religión sería entendida como el

lazo de unión con respecto a ciertas prácticas, ya sea entre el hombre o entre el

hombre y lo Trascendente. La religión, entendida sociológicamente, es la combinación

de creencias y prácticas que tratan de dar coherencia a la totalidad de la experiencia

humana. Lo religioso lo define Hervieu Léger como una dimensión del fenómeno

humano, que atraviesa, de manera activa o latente, explicita o implícita, todo el

espesor de la realidad social, cultural y psicológica según modalidades propias de cada

una de las civilizaciones, en el seno de las cuales se esfuerza por identificar su

presencia (2004: 17-18). El hombre de hoy no a perdido esta dimensión de

trascendencia de su realidad a través de los sagrado y es esta actitud religiosa la que

da cuenta que el hombre de hoy no ha perdido el vínculo, esto manifestado en sus

múltiples expresiones religiosas.

La secularización es la consecuencia de la modernidad, vista desde las

categorías de Durkheim: Sagrado/profano. Pero la sociología de las religiones ha sido

conducida a reconsiderar de manera más amplia su visión de la relación de la

modernidad con la religión (Hervieu-Léger, 2004), pues no sólo debe de dar cuenta de

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la perdida de la religión o lo religioso en nuestra sociedades laicas, sino inclusive, debe

de dar cuenta de la recomposición y nuevas manifestaciones de lo religioso en nuestra

sociedad actual.

La secularización muestra “la perdida de relevancia social y cultural de los

signos, símbolos, roles, personas… religiosos” (Mardones, 1996, p. 22) en otras

palabras la perdida de lo sagrado en los signos, símbolos, roles y personas. El proceso

de secularización en nuestro país explica desde las consecuencias de la modernidad el

desarrollo de lo religioso en nuestra sociedad. Es “un proceso que incluye la

subjetivización de lo religioso, la desinstitucionalización de la creencia, la

transformación de grupos religiosos para adaptarse y responder a la modernidad, la

emergencia de una diversidad de opciones religiosas que debilitan al exmonopolio

religioso y la relocalización de lo sagrado en la sociedad, pero no la desaparición de lo

religioso” (Fortuny, 1999, 22). La secularización es un concepto que une la actual

recomposición de lo sagrado con la modernidad. Secularización y modernidad son

sinónimos para nuestro estudio.

Alain Touraine habla de desinstitucionalización en general y la entiende como

“el debilitamiento o la desaparición de las normas codificadas y protegidas por

mecanismo legales, y más simplemente la desaparición de los juicios de normalidad

que se aplicaban a las conductas regidas por instituciones” (2001). Así pues, la

desinstitucionalización de la religión es “una reconfiguración de la religión en la

modernidad que se caracteriza por los siguientes rasgos: a) La perdida del monopolio

religioso por parte de las instituciones o iglesias […] b) La fluidificación de la religión

[…] Estaríamos asistiendo a una especie de reblandecimiento institucional que deja

libres los símbolos religiosos. Éstos podrían ser libremente recogidos,

reinterpretados, manipulados, para formar nuevas configuraciones o sensibilidades

religiosas” (Mardones, 1996, p. 23-24). De este modo uno se detiene en la singularidad

de las construcciones creyentes individuales, en su carácter maleable, fluido y

disperso, al mismo tiempo que en la lógica de los préstamos y nuevas formas de

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aplicarlos de las que son objeto las grandes religiones históricas (Hervieu-Léger,

2004).

En este proceso de desinstitucionalización o como lo llama Hervieu-Léger

desregulación de lo institucional pasan dos cosas muy interesantes y las señala Patricia

Fortuny: “La mayoría de las formas religiosas pueden tomar dos caminos distintos

para responder a la modernidad: a) a través de un relativismo religioso […] y b)

encerrándose en las mismas tradiciones religiosas […]” (Fortuny, 1999, 21). Esta es

una consecuencia lógica de este proceso de la modernidad, por un lado una diversidad

de interpretaciones, de creencias y prácticas, y por otro lado: un movimiento

reintegrista, la defensa de la auténtica fe, el cierre a nuevas formas religiosas, sobre

todo, el ensimismamiento de las grandes religiones históricas.

La fiesta patronal

El diccionario de sociología de Salvador Giner y colaboradores definen a la

fiesta como “una práctica colectiva consistente en un conjunto de actos, que se

desarrollan en un espacio/tiempo especifico, mediante los cuales se celebra algo”. Por

celebración se entiende la expresión y simbolización gratificante del valor, sacralidad

o trascendencia que el sujeto celebrante otorga a lo celebrado (Giner, 2006). En toda

fiesta vemos mezcladas a la tradición y la espontaneidad y esto podría ser una

paradoja, pero tiene una lógica muy especifica:

“la fiesta se define en relación dialéctica con la vida cotidiana, rompe con el

tiempo de trabajo, y sumerge a los participantes en un ambiente que propicia e

intensifica interacciones emotivas; cultiva la paradoja al mesclar la síntesis, no exenta

de tensión, el rito y el juego, la ceremonia y la diversión, el respeto a la tradición y a la

espontaneidad, lo espiritual y lo corporal lo íntimo y lo público” (Giner, 2006).

Gilberto Giménez argumenta que la fiesta representa un equilibrio precario

entre el orden y el desorden, lo profano y lo sagrado, lo imaginario y lo real (1999). En

toda fiesta esta interviniendo un papel importante el rito y el alborozo, la solemnidad

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y la alegría. La fiesta patronal integra tanto elementos de culto religioso como lúdicos,

integra a cada persona y a la comunidad. La fiesta patronal es una manifestación

religiosa, donde la comunidad está implicada por la espacialidad que representa.

La fiesta en honor a San Francisco de Asís es uno de los eventos que reúne a

toda la comunidad del barrio, ya que genera sin duda unidad, identidad y fraternidad.

La fiesta patronal es una devoción popular; Uno de los aspectos centrales de la

celebración es propiamente la renovación del patrocinio del santo a quien se ha

encomendado el cuidado del barrio. Morán Quiroz explica que: “La protección divina,

que los misioneros y la Iglesia católica han delegado en santos específicos, suele

requerir de alguna índole de festejo propiciatorio y compensatorio en honor del santo

protector por parte de sus protegidos” (2009). La fiesta anual conmemora un pacto

con la divinidad, un espacio que sale de la cotidianeidad para dedicarlo por completo

al protector del barrio y encomendarle el nuevo año. La fiesta patronal es un tiempo

especial, puesto que, se tiene un acercamiento especial al santo protector mediante

ritos y ceremonias donde se renueva su protección y patrocinio.

El Barrio de San Francisco de Asís en Zapotlanejo, Jal.

El barrio de San Francisco es una colonia de la localidad del pueblo que

pertenece al municipio de Zapotlanejo, Jalisco. Se ubica al norte y a las afueras de la

población. El barrio lo conforman unas cuantas calles que son Independencia

(después del puente), Proyecto (antes del arrollo) San francisco, Guillermo prieto, La

Paz y camino real al bajío. El barrio está muy ligado a las actividades del pueblo, las

personas del barrio en su mayoría son comerciantes, campesinos, ganaderos y

trabajadores en la producción del vestido. Estamos hablando de una colonia

eminentemente de clase trabajadora, con un alto porcentaje de emigración a los

Estados Unidos.

La religión católica tiene preeminencia en todas las áreas del pueblo; sus

festividades y costumbres reflejan esta influencia. Aún en nuestros días, en numerosas

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poblaciones de esta región, sin dejar fuera a Zapotlanejo, las fiestas religiosas regulan

los ciclos de la vida de los individuos. Las tradiciones que ha dejado el catolicismo ha

impregnado la vida social de las personas con un alto grado de influencia en las zonas

rurales. Así pues la hegemonía cultural del catolicismo ha estado presente en las

tradiciones y fiestas populares, en donde se recrean constantemente los usos

populares de la religión católica (De la Torre, 2001).

La investigación trata de hacer tangible el debilitamiento de los vínculos

institucionales en la fiesta patronal del barrio de San Francisco de Asís, en

Zapotlanejo, Jal. Para medir este cambio, si es que lo hay, se utilizará la metodología de

corte cualitativo como la observación directa y la encuesta a profundidad a las

personas del barrio. Y así poder hacer una relación de la fiesta patronal con respecto

de la modernidad y el desapego a lo institucional.

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