La devoción mariana en la literatura popular

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La devoción mariana en la literatura popular La dulcísima salutación, A.ve Maria Purísima que, de labios del fué ·recogida como . un tierno hallazgo ppr los nuestros, para invocar a toda hora el glorioso nombre de la Madre común; ha quedaao convertida; desde remotos entre los españoles, en . formtililla . jugosa .cuyo encanto :stiavizá las nuestro 1enguaje: Es, efecto, la filigrana plateresca de 'su friso y la hoja de de · su ' or..: namentacíón. Constantemente acude a verter · gota· de almíbar sobre los insípidos machaqueos del diálogo. Parece una llameante amapola que alegra los resecos terrufios cotorreo y una mezclada con las guijas de las frasescorrientes. Brota con nues- tro asombro y con nuestra extrañeza ·cuando hablamos. Florece- a los pies del confesor, antes de rendirle la estreCha cuenta de- nuestras Nos saluda ·sobre alegres azulejos en los zagua- nes. · N os anunCia _ · , cuando vamos a ·entrar·· en las casas aun desprovistas de_timbre o aldabón, seglíri ·costumbre tan tra- dici{}nal y piadosamente practicada queJ sobre muchas puertas, puede leerse todavía el cartel cuya invitación..preg¿na Jesús y qué m.al haría el que en esta casa- entrara y, por olvido, dejara de decir Maríá"; como también quit;n, oída palabra tan ceiestial, no respondiera puntual : "Sin pecado· concebida".

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La devoción mariana en la literatura popular

La dulcísima salutación, A.ve Maria Purísima que, de lo~

labios del A~cángel, fué ·recogida como .un tierno hallazgo ppr los nuestros, para invocar a toda hora el glorioso nombre de la Madre común; ha quedaao convertida; desde remotos ~tiempos, entre los españoles, en . formtililla . jugosa . cuyo encanto :stiavizá las ~eridades herrér~anas d~ nuestro 1enguaje: Es, e~· efecto, la filigrana plateresca de 'su friso y la hoja de ~.Canto de · su ' or..: namentacíón. Constantemente acude a verter · s~ gota· de almíbar sobre los insípidos machaqueos del diálogo. Parece una llameante amapola que alegra los resecos terrufios d~l cotorreo y una perl~ mezclada con las guijas de las frasescorrientes. Brota con nues­tro asombro y con nuestra extrañeza ·cuando hablamos. Florece­a los pies del confesor, antes de rendirle la estreCha cuenta de­nuestras culpa~. Nos saluda ·sobre alegres azulejos en los zagua­nes. ·N os anunCia_ · , cuando vamos a ·entrar·· en las casas ajenas~ aun desprovistas de_ timbre o aldabón, seglíri ·costumbre tan tra­dici{}nal y piadosamente practicada queJ sobre muchas puertas, puede leerse todavía el atr~ctivo cartel cuya invitación.. preg¿na ~

Jesús y qué m.al haría el que en esta casa- entrara y, por olvido, dejara de decir "Av~ Maríá"; como también quit;n, oída palabra tan ceiestial, no respondiera puntual : "Sin pecado· concebida".

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El saludo de_ Dios a la Virgen, transmitido por San Gabriel, .es también, desde los primeros cristianos de nuestra patria, ·el devoto saludo entre los hombres. Tan eocariñado· se halla nuestro pueblo con él, que le hace intérprete de su ternura cuando canta

.con arrobo: María, tú eres el ave,

tú eres el Ave Maria ; entre todas las mujeres ninguna como Maria ;

y cuando completa la ingenua paráfrasis añadiendo:

Bendita seas, María, porque. tú hendiia eres en el cielo y en la 'tierra y entre todas las mujeres.

Por eso, al iniciar la tarea de recoger en una guirnalda todas 1as campanillas silvestres que nacieio~ en el campiéhuelo popular, como delicada ofrenda del corazón a la Madre amorosa que todos tenemos en el cielo, digo tambiéú, antes. que _ninguna otra cosa, a usanza del sencillo lugareño penetrado del añejo vivir:

Principio, pues :

Ave María Purísima.

Principio en nombre de Dios y de la Virgen del Carmen, y les pido que me inspiren las tonadillas que cante.

Y al empezar mi canto, para cuya · composición me dieron sus más inflamadas notas las almas hispanas de más pura senci­llez, pido también, con trasudares de humildad éon ellas:

Madre mía del Carmen dadme salero, qu¡, el cantar quiere gracia; yo no la tengo.

Cada hijo de nuestra querida tierra levanta. un altar en su

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pecho a la Virgen, porque la humana madre lo talló y lo decoró -en canciones de nana, para la Madre divina, durante los días inolvidables de su niñez:

Duerme, mi encanto, que la'. Virgen del Carmen te está velando.

Duerme niño del alma, duerme, mi dueño, que la Virgen del .Carmen ~el;;¡ tu sueño.

Y aquel suave susurro maternal se grabó en la cera de sus ·corazones para siempre, y brota 'después en tiernos capullos del .lenguaje con sus primeras palabras.

Oíd a la gentil rapazuela . de doradas trenzas que corre con ·sus pies descalzos en busca de pueriles diversiones, pero que acu­-de antes a los pies del trono celestial en demanda de beneplácito:

Madre mía querida vuestra esclava soy, con vuestra licenda, a jugar me voy.

Con vuestra mano bendita, Madre de mi corazón, aunque soy · pecadorcita, echadme la bencición.

Oid al mno de revuelta pelambre y ojos entornados por el ·sueño, repetir al dictado maternal, cuando busca el reposo:

Cuatro esquinitas tiene mi cama; cuatro ángeles me la guardan ; la Virgen en medio me dice: duerme y reposa que no te pasará ninguna cosa ;

-oid al que apenas balbucea :

Cuatro esquinitas tiene mi cama; cuatro angelitos que me la .- guardan:

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dos a los pies, dos a la cabecera, y la Virgen María, que es mi compañera;

y oid al otro que recita :

A acostarme voy, Virgen María, con vuestra gracia y no con la mía. Por vuestra Purísima Concepción, no· me dejéis morir sin confesiÓn (1).

Esos mismos-niños, llegados a la mocedad, sienten en su alma: l<!s primeras vibr_acione¡;, desper~adas bajo la ·;irradiación de la belleza. El · ser espiritual; idealizado por la fantasía . en la mente­del niño, toma forma humana en las im~genes_ de su devoción,. La Virgen, además de ser su M~dre bendita, es ~n aquella hora,_ pat:a sus ojo_s juveniles, el soñado compendio <!e todas las hermo­suras y de todas las .perfecciones. Sus corazones. se· desbordan. entonces en ditirambos.:

(1) Hay muchas oraciones infantiles análogas:

En esta cama ní'entré, siete ángeles m'encontré, cuatro a la cabecera y tres a ks pies.

En medio la Virgen María me dice:. - Duerme, reposa. Y o le dije: -Blanca rosa, hermoso lirio : a la hora de mi muerte'stoy coptigo.

A'costarme voy sola y sin compaña; la Virgen María 'stá junto a mi cama.

Me· dice de queo : - Mi niña, reposa y no tengas mieo de ninguna cosa.

A'costarme voy Virgen del Rosario. Si me,müriese, tres cosas te encargo : cenfesión, comunión y óleo sant~.

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LA DEVOCWN MARIANA" EN LA LITE~TURA POPULAR 233

El· sol · regalo · a la Virgen el manto de luz que lleva la noche, por- no ser menos, una corona de estrella~,

cantan enardecidos. Y cuando la contemplan. sosteniendo en sus brazos· al Divino Infante, entonan sus requiebros al grupo en­cantador con inspirado estro de poeta :

De una Virgen n;¡.uy hermosa, celos ha tomado el sol, porque hÍl_ visto entte sus brazos otro sol mucho mej()r.

Hasta la ven moverse, como figura viva, para realizar actos sencillos . de la vida ·diaria, que arrancan donosás cuartetas a su vena lírica :

La Virgen se est~ peinando debajo de la alameda; los cabellos son de ' oro, la cinta dé primavera.

La Virgen se está peinando al pie de Sierra Morena ; los · cabellos son de oro :y las manos de azucena.

Pero sin que, por ello, dejen de abismarse con emoción en '1

grandeza de su persona celestial, cuando componen la trova :

Por· cima de la corona del que la Misa decía vi volar una paloma, y -era la virgen María :

y cuando pregonan sus merecimientos divinos:

En lo más -alto del cielo, tiene trono una dóncella que se llama Encamación porque Dios encamó en Ella;

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cuando la imaginan en su trono de la Gloria :

Dios te salve, Emperatriz, Reiná de los Serafines, Inma~ulada Princesa de ángeles y querubines ;

y cuando la contemplan resplandeciente sobre su trono de la tierra :

Madre mía de la Esperanza, ¿ quién es tu Hermano Mayor que te saca tan brillante que reluces más que el sol?;

y cuando se deleitan engastando en su beatífico nombre !a pie­dra preciosa de algún apelativo:

María sé que te llamas, por apellido lucero ; más vale tu sobrenombre que las estrellas del cielo :

y al recorrer con la fantasía pasajes de su historia sacra, en los que deslizan deliciosos anacronismos:

Cuando la Virgen fué a Misa al Templo de Salomón, el vestido que llevaba era de rayos de sol.;

y cuando agraceden fervorosos los favores de su patronazgo pre­potente :

Eres de la mar estrella, del cielo, divina escala, Emperatriz de los cielos, de los hombres abogada.

Pero, volviendo al atractivo tema de su pergeño físico, tan grabada está en el corazón del pueblo la sublime idealidad de su celestial belleza, que los mozos no hallan mejor floreo para sus prometidas sino el de compararlas con la Virgen de su devoción_

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Tienes ojos de paloma, mejillas de leche y sangre, y los cabellitos rubios· como -la Virgen del Carmen.

canta un galán enamorado.

YD comparo a mi morena, a mi morena comparo con la que está en la capilla de la Virgen del Amparo,

proclama otro, aun con mayor osadía, mientras un tercero re- ­frena sus apasionados impulsos, para detenerse a la mitad der -anhelo comparativo:

·re quisiera comparar, pero no, que me condeno, con la Virgen del Pilar :' eres un poquito menos.

Y como la belfe.?a física, reflejo de la moral, no sólo subyuga,. sino inspira segur~ confianza, depositan· ·en Ella sus ardientes .. súplicas amatorias:

Cuándo querrá fa Virgen de los Dolores que en el altar bendigan nuestros amores .

Yo soy de Valenzuela; tengo una novia que se llama lo mismo que la Patt'ona. Virgen María: bendice a tu tocaya y haz que sea mía.

Así, con este candor efusivo, hermanan los zagales sus amores de la tierra con los del cielo, en gozosa "familiaridad que reflejan muchas letrillas :

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Entre mi madre, mi novia y. mi Virgen, · la del Carmeh, tengo yo distribuidos mis tres quereres. más grandes.

Casi se llegan a igua1'ar, sin llegar a la irreverencia, estos que­;reres:

Te quiero más que a mi vida, más qu«o a mi . pa-dre y mr 'madre, y, si no fuera pecado, más que a la Virgen del Carmen.

La _Divina Reina interviene, según su convkción candorosa, en sus compromisos de amor juveniles, hasta en función de testigo:

Anda diciendo tu madre que no te quiero de veras ; pregÚntaselo a -la Virgen de Consolación de Utrera ;

y es Ella también quien resuelve las querellas de 'los desairados, según lo demandan los vengativos deseos :

Dicen que has puesto dos velas a ·Ja Virgen del Pilar para que te busque novio; pero no lo encontrarás.

Todo ello hasta que 1? enfermedad, la desgracia o el desengaño les hacen olvidarse de las falsas deidades terrenas, para _levantar la mirada, con- acertado exclusivismo; a las deidades efectivas. Ella, María, es entonces la que CUr(!, y remedia, y alivia y otorga. Ella es la que puede, y eye y quiere de verdad, mientras, en tod"o lo del mundo, encuentran, a la postre, algo de ficci6n y mucho de pasajero y estéril. La Correde_ntora d}vina es, al llegar pc;os mo­rnéntos, el único consuelo de sus almas :

Quisiera que tus ojos, Virgen María, no pasaran de _largo cuando me miras,

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le dicen acongojados, porque sus amores infinitos no engañan ni se quiebran al correr de las horas. Sólo ellos me~ecen ser hon­damente correspondidos :

Si te dicen que hay otro que más te quiera, Madre del -alma mía, no te lo creas.

Sólo ellos son ya merecedores de sus obsequios :

Tengo una cinta blanca y azul para la Virgen de la Salud.

Y así llega el pueblo a sentir adoración filial e mextinguible a la Virgen María, cuando cónfiesa por boca de cada uno de sus hijos:

Mi madre, con gran ternura, me pregunta que a quién quiero. Yo le digo: -Madre mía, a la·Reina de los Cielos.

Corren, por fin, los años; el mozo se hace adulto; la mente ·gana el pleito al cgrazón y la razón al afecto. La ter.nura del -enamorado cede su puesto, entonces, al rendimiento del devoto, y -el que an:es comparaba las bellezas corporales de su novia con la¡; de la Virgen, contempla únicamente ahora bellezas del espíritu . . El padre de familia que conserva vivas en su pecho las dulces . .

enseñanzas. maternales, es ya un denodado paladín de la esposa -de Jo¡;é cuando proclama .

Si blasfemas de la Virgen, me dijo mi 'madr~ un día, no digas que tienes · madre porque te diré: mentira;

y un eJ¡;tasiado místico, al otrecer:

Jardinero soy, señora, de las faldas del Carmelo,

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traigo· lirios y ·claveles para ti; Reina del cielo ; .

y un agradecido ferviente, al revelar ;

Eres, celestill:! }4aría, con tu santo . coraiór¡, mi consuelo, mi · alegria, mi refugio ·y mi perdón ;

y un poeta contemplativo, al exclamar enajenado:

Bendita la Vir-gen pura que es relicario de amor, porque Iievó' en sus entrafias al ·Soberano·_ Señor.

Bendito. sea el dí¡¡, y quien lo envía, y Ja Virgen María ;

y un fiel esclavo de su excelsitud, al lanzar los gritos- vibrantes:

Viva el coro celestial, viva Dios que lo mantiene, viva la _Virgen María que es Reina de las mujeres;

y un admirador rural, al concebir el ensuéño:

¿Qué es aquello que relm;e por cima de la Custqdia? Será la Virgen María que va por agua a la Gloria :

y un firme conv'encido, por último, de las excelencias de la fe, ar distinguir con visión certera :

Los c¡j{)s del que se muere parece que están diciendo, si es hombre sin fe ¡ hasta nunca! si es ·bombre de fe l hasta Íuego!

Ya: reza, tal vez diariamente, la oración de miel que nos legó·

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San Pedro Mezonz.o, adoptada por Adhemar de Puy, en 10S)6, como himno militar, al partir .para la _primera Cruzada. Y no ~ contenta con rezarla . de un modo mecáni"co; quiere saborear sus frases sueltas; quiere saturarse de su éontenido; quiere verterla en sus sentidas composiciones para rezar también cuando canta:

Dios te salve, Virgen pura; a ti, Madre, suspiramos desterrados hijos de Eva, todos .gimiendo y llorando.

Salve Reina de los Cielos, de misericordia Madre, vida y .dulzura divina y esperanza nuestra, salve,

llegando en sus paráfrasis a tan acabados aciertos como el del romancillo :

Dios te salve, Virgen pura, Reina del Cielo y la ·tierra, Madre de misericordia, vida y esperanza nuestra (1),

o sintetizando toda la emoción de la plegaria en la salutación re­verente:

Salve, Virgen pura, salve, Virgen Madre, salve, Virgen bella, Salve, Virgen, salve.

Y ;}Un insatisfecho con las confidenciales súplicas que le ofre­ce compuestas la Salve, imprecación saturada de un anhelo y de muchas necesidades comunes a todos los hombres, improvisa su

(I) Podrían citarse otras paráfrasis :

Salve, Reina de los Cielos, del Rosario titulada, refugio y amparo nuestro, consuelo del ·que te llama.

Dios te salve, Virgen pura, Hija del Eterno Padre, Madre de misericordia, Sagrada Virgen y :Madre .

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musa inagotable una oración para cada caso y para cada ur­gencia:

María, no eres Maria, que eres ramo de virtud ; a tu puerta hay un· enfermo; dale, PDr Dios, la salud.

Siempre que me voy del pueblo. me despido de mi madre, y a la Virgen del Pilar le digo q_ue me la guarde.

Ella es, pue~. dtnparo de caminantes:

Que la Virgen te acompañe JJor esos mundos de Dios y . que el Angel de 1a Guarda te preste su protección,

y es milagroso escudo de los combatientes:

A la Virgen del Carmen se io he rogadc.. que te libre del plomo, pobre soldado ;

y es Patrona de marineros, no sólo bajo la dulce advocación car· melitana, smo enjoyada con ·cualquiera otro de sus melosos ape­lativos:

A la cabecera tengo una Virgen del Pilar a la que yo te encomiendo cuamlv e~tás en alta mar;

y es abogada intercesora en favor de las viñas:

Virgencica milagrosa, ampárame en los caminos y conserva mis viñicas j).ara que me den buen vino;

y es guardiana insuperable de tedas las producciones campestres:

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La Virgen de la Fuensanta le ha encargado a la del Carmen que cuando llegue la seda que no se le pierda a nadie;

y es, por fin, en todos los pueblos, procuradora de las lluvias:

Agua os pedimos con el corazón, hennosa patrona de Consolación.

Virgen de Botoz, corona de espinas, mándanos el agua pura y cristalina.

Los campos se secan, los bichos se mueren; todos perecemos, Virgen,- si no llueve,

imploran unos;

suplican otros;

j Ay ! Virgen de los Remedios, Madre de los afligidos, los campos -se van secando; manda tu santo rocío,

Virgen Soberana, extiende tu manto y dile 'a tu Hijo que riegue los campos,

det11;mdan éstos y aquellGs. Todos acuden a la Madre Divina con la misma entrañable

familiaridad que ponían en sus palabras infantiles al dirigirse a su madrecita de la tierra. Todos la consideran mediadora:

Ruega por nosotros dolorosa Madre para que tu Hijo no nos desampare;

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todos la entregan el pastoreo de sus ganados:

j Oh! dulce Pastora, Madre la má.s tierna, libra a tu rebaño de enemigas fieras;

todos la convierten en depositaria de sus cuidados de toda índole y esperari en Ella, por ser la M adre de Jesús:

Rogad, purísit~a Virgen, a Jesús que nos ampare ; pues murió para salvarno~ que su clemencia nos salve .

Y su devoción, siempre flameante, se manifiepta Jo mismo en el reposo del hogar que durante las andanzas viajeras:

Pasé por Sa11ta Marina. y una Salve le recé a la Patrona Divina,

o en el saludo al nuevo día, cuando asoma el sol en el horizonte:

Yo me levanto, que .ya es de día, con los gozos de la Virgen María. María, María, depárame buena compañía, como se la deparaste al Arcángel San Gabriel, desde la casa de Belén hasta la casa de .T erusalén ;

o en la entrañable invocación de su nombre que, sólo por ser el suyo, hace atractivas a cuantas personas fueron bautizadas con él, según el testimonio del mozo que afirmó:

Si yo tuviera una novia que se llamara María, ni comiera ni bebiera hasta que no fuese núa,

y según el razonamiento ·del que añadió para confirmarlo:

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Aunque _te llames María,. nunca lo tengas a meno_s, porque María se llama la que es Reina de los Cielos.

María es la más alta concepción de virtud y _de belleza que :pudo soñar la mente humana :

N o hay hombre como Manuel ni mujer como María, ni amor como amor de madre ni luz como la del día.

Las setenta etimologias que pretenden explicar el origen de su nombre, quieren que signifique Señora, y Excelsa, y Mirra del Mar y otros deliciosos .adjetivos que más parecen flores que palabras,

Sus ~xcelencias, cantadas ·en los Milagros de Gonzalo de Ber­-ceo, en los Loores y las Cantigas de Alfon&o el Sabio, al impetrar:

Santa María, luz del día, tú me guía;

·en el Libro del Buen Amor, cuando ponderó el inspirado Arci­preste:

Santa María, S>anta Virgen muy gloriosa de las flores tú flor e de las rosas, rosa;

-en el idílico romance del Canciller Pero López de Ayala :

Zagala divina, bella labradora, boca de rubíes, ojos de paloma,

y en las encendidas palabras de Lope :

Que tenéis del cielo, morena graciosa, la puerta en el pecho, la llave en la boca,

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despertaron. siempre, también, la lira del pueblo, no menos armo­niosa que la musa genial :

En lo alto del cielo, . suenan clarines, coronando a María, los serafines.

María y cuanto a María se refiere son temas infiltrados eru el alma de nuestro pueblo. Se grabaron en ella desde que las ima­ginaciones infantiles escucharon y aprendieron los alegres villan­cicos, delante de los Nacimientos, en. la Nochebuena familiar_ Aquellas gozosas cantiñas les. describieron las encantadoras es­cenas de su sobrenatural alumbramiento:

A las doce de la noche, que más feliz no se vió, nació en un A ve María, sin romper el alba, el sol.

A los pastores los quiere mucho la Virgen María, porque ellos la acompañaron en una noche muy fría.

I.os villancicos les reprodujeron sus coloquios maternales com el Divino Infante :

Mirando al Niño, la Virgen le decía enternecida: ¡ cuánto tienes que pasar lucerito de mi vida ! ;

y les hicieron imaginar sus humildes afanes caseros:

La Vir~en lava la ropa y su marido la tiende, y los ángeles del cielo cantan para que se .seque.

y enriquecieron los pañales de Jesús :

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La Virgen lavab~ los ricos ·pañales; San: José los tiende en los romerales ;

y revistierol1 de poesia esta sencilla labor doméstic~:

La Virgen está lavando y tendiendo· en el romero; los angelitos cantando y el romero floreciendo. ·

Después, al llegar la Semana Santa, doloridas saetas ofre-­cieron a su contemplación los afilados aceros que la martirizaron -ante la cruz :

Virgen, Reiria de los Cielos, Madre del Hijo de Dios, Reina y Soberana nuestra, i qué grande fué tu dolor!

Y así nació el deseo de ver .con los ojos físicos. Fué_ necesa-· río u~ día hacer gráfica y sensible la visión de aquella \Madre,.. trasoñada desde las horas infantiles entre ángeles y nubes y rayos de sol. Todos quisieron postrarse-an~e su imagen material y cor­pórea, contemplarla con arrobo, grabar su diseño humano en sus retinas; concretar en una bella figura plástica la creación de sus mentes .. Y a satisfacer esta necesidad devota se apres,taron los pinceles y las gubias de los genios, desde tiempos remotos: desde aquellos en que, según opinión tan arraigada como indocta, brindó San Í..ucas Sl.l" · i~ágenes a la Cristiandad : ·

Virgen_ de la Esperanza ¡_qué hermosa eres! que te pintó San Lucas con sus pinceles,

hasta otros más modernos en ·tos que trazó normas para su re- · presentación el Padre Interián de Ayala, según cuyos acertados preceptos la Madre Celestial no puede recordar en lienzo·s ni es-­culturas los paganos atrevimientM de una Juno de Sam<Js, una Helena de Esparta o una Venus de Gnido; desde aquellas tallas,

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hieráticas y rudas anteriores al sig1o XIII, carentes de ornato, de flexibilicfad en el cuerpo, de luz en los ojos y de. unción en la postura, hasta las creaciones mara~illosas -de Murillo, de Salzillo, <le Mena, de la Roldani, de Alonso Cano,~de Hernández, de Mon­tañés y de tantos y tantos geniales maestros, cuyas obras glorio­sas nos asombran y nos deleitan en los museos y en los altares.

Después de las de Cristo, ninguna imagen es tan frecuente ni tan varia en sus manifestaciones conio la <le su Santísima Madre. Bordada en estandartes, cincelada en medállas, repujada en cue­ros, labrada en maderas, esculpida ~ mirmoles,' retratada en telas, grabada en estampas, plasmada en .azuiejos, nos acompaña siempre, no sólo en los templos y dentro de nuestras casas, sino en las calles, donde nos 5ale al paso· sobre 1as faohadas de los edi­ficios y hasta en )as. fuentes monum~ntales, .como aquella tan suntuosa erigida .. p9r la devoción ecijana.· Somos nosotros los que ~ueremos verla siempre; pero parece ser Ell~ quien no nos aban­dona nunca y se nos aparece eñ todas pártes.

Para ofrecer al mundo .estas imágenes, carecen sus autores de una realidad tangible que copiar. Sólo pueden ofrecemos reflejos deJa idea que cada creador siente nacer en su alma. Se nos dijo en el Libro de los Cantá3'es·: ''M,orena soy, pero hermosa'', y nos describió Nicéforo Calixto : -~·su color tiraba al del trigo", "tuvó -el cabello rubio", "era · algún tanto morena"; pero !!Stos datos, aparentemente contradictorios, son insuficientes a todas luces para forjar un . modelo común. Por eso, cada _genio. creó el arquetipo de su predilecciÓn amorosa.

La V-irgen del Sagrario es morenita:; más vale ser morena que no blanquita,

describen unos;

¿ Corno quieres que tenga rubio el cabello, si la Virgen del Carmen lo tiene negro?

preguntan otros;

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Morena es la Magdalena, y la Virgen del Pilar; yo digo que es más morena la Virgen del Olivar,

concluyen los que cifran las excelencias físicas en este color de la tez.

Casi todas las efigies marianas españolas son morenas, al puoto de hacer cántar a los . mozos:

Adoro lo moreno porque me encanta, que morena es la Virgen de la Fuensanta.

Adore. lo moreno des,le que supe que morena e~ la Virgen de Guadalupc .

• v.Iorena es la Virgen de Arcos, morena la del Pilar~

para. morena con gracia la Virgen del Tremedal.

En estas mismas evocaciones dt unas y otras imágenes se traslucen ya las preferencias que cada pueblo siente por la suya. La Virgen es una sola; es la Madre universal de todo el g~nero huniario; pero su representación se singulariza en cada caso, con una subconsciente subjetividad, al calor de propósitos inspirados por el exclusivismo. Cada pueblo qui~re tener su Madre; no la de todos, sino la suya propia ; la que vió al nacer ; . la que oyó sus cuitas desde la infancia; la que socorrió siempre sus desventu­ras. Para ella son singularmente sus prediLecciones amorosas :

Gran amor a · su Pilar tienen en todo ·Arágón, y aquí, por nuestro Sagrario, qiéramos el corazón.

En el corazón, en efecto, tiene cada lugareño a su Patrona:

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Dicen que la Pilarica es la Gloria de Aragón yo llevo a la .Fuensantica metida en el corazón.

Y todos se complacen pregonando su apasionada parcialidad por la mediador:¡ privativa de cada pueblo :

La Virgen del Tremedal es Patrona de Orihuela ; la del Carmen, de Malina; la rle las Nieves, de Rueda.

La Fuencisla está en Segovia ~ en Zaragoza, el Pilar; la del Sagrario, en Toledo; y en Cuéllar, la del Henar.

En Segovia la Fuencisla ; en Cantalejo, el Pinar ; en Sepúlveda, la Peña, y en Cuéllar, la del Henar.

Ninguna tan hermosa como la Patrona querida que un rl.ía­nos miró a sus pies, ofrecidos por la devoción de nuestra madre, al entrar por primera vez en el templo:

Hermosa es la Virgen de Oro, morena la de la Peña; para chiquita y con· gracia. la Virgen de .lá Salceda.

Virgen del Pilar hermosa, ya tienes comparación: Patrona de Valdepeña$, Virgen de Consolación ;

ninguna .:.;:ás milagrosa .

La Soledad de Usanos es nuestro gozo, que sacó tres hermanas vivas de un· pozo;

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:ninguna más segura en su protección :

Virgen de la Fuensanta, no me abandones, que estando tú a mi lado, nadie me tose.

N o hay pesares en el alma ni dolores en la tierra que no los cure la Virgen de Consolacic)n de .Utrera;

ninguna más . acogedora para confiarle petíciones:

A la Virgen del Valle le voy a pedir un corazón de bronce, para no sentir

Virgen de Consolación, Patrona de Valdepeñas, échanos tu bendición y danos la vída eterna.

A la Virgen de la Lastra, como Patrona de Ariguita, le suplican los mocitos que les libre de la quinta.

Virgen de la Fuensanta, divina aurora, dame una clavellina de -tu .corona:

Y: a me la has. dado; Virgen de la Fuensanta, guárdame un lado;

ninguna más presente .en su memoria :

A la entrada de . Granada lo primero que se ve la Virgen de las Angustias y el molino de papeL

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Virgen de la Caridad, la Virgen cartagenera, noy te canto esta canción que es la canción de mi tierra.

En torno a ella, inventan mil donosos decires anecdóticos, con o sin antecedentes de realidad:

En Hontoba hay una Virgen que está viviendo en un cerro y, por no querer estar, andando se fué hasta el pueblG;

y mil manifestaciones de rivalidad entre pueblos limítrofes:

La Virgen de la Salceda mt dió palabra una noche que no sube a Peñah·er aunque la lleven en co\he;

y mil bocetos descriptivos:

Virgen de la Cabeza .a morenita, , en el cerro más alto ti enes la ermita;

,- mil cantigas tiernas:

Virgen de Consolación que estáis en ese castillo, ¡ oh ! Qllién tuviera mi alma donde Vos tenéis el !liño !

.'\ la jota, jota ie las alcarreñas

que aman a Marí,a, \ 'i r gen de la Peña.

Pero en el fonJ o de tales ternezas, dedicadas a la Patrona dd pueblo que les vió nacer, palpita el amor a la Patrona del mundo, y a ella, 'en. la imagen que-los azares de la vida oirecen a su plega-

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_ría circunstancial, encomiendan las quejas de su dolor o las an­gustias de sus apuros:

Virgen del Portal de Ceuta; amparo de presidiarios~ ampárame a mí que voy a presidio por diez años.

Del mismo modo que los Patronazgos loca~e-s, las diversas ad­vocaciones de la Reina del Cielo hieren, unas más que. otras, sub­jetivamente, los corazones de ios fieles. Para unos, la .Virg~n -de­la Esperanza es el dechado de todas las bellezas:

Madre mía de la Esperanza, dile a tu hijo Jesús que no hay en el mundo Virgen tañ bonita como tú.

Viva la gracia viva la Virgen pura de la Esperanza,

Para_ otros, la de las Angustias es la mediadora del perdón :

. i Oh! Virgen de las Angustias, consoladora de tristes, concédenos tu perdón por el Hijo qne ·perdiste.

P~ra éstos,- la Milagrosa es el amparo en todos los peligros :

La medalla milagrosa la llevo colgada al pecho pa~a refugiarme en ella­~ eá el peligro me veo.

A la Virgen Milagrosa entrego mi corazón, y su bendita medalla me, dará· la salvación ;

Aquéllos-rinden su éxtasis ante la Inmaculada :

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25 2 Jl()i.ET~ DE U REAL . ACADEMIA E$PAÑOLA.

Con voces <lel alma canta él corazón la limpia pureza de la Concepción.

Hermosa como ninguna Purísima Ccmcepción. a los pies tienes la .. luna, sobre la cabeza- el sol.

Algunos entonan endechas a.la -Dolorosa:

Morenita, ponte . maja, que mañana es Viernes Santo, y sale la Dolor.osa y quiere verte rezando.

VirgeJ! de los Dolores. Dolorosa . mía: en lo más jondo de mi corasonsito te tengo metía.

Mucho quiero- a la ·Virgen de los Dolores, consuelo de los tristes y· de los pobres,

y cuantos así sienten, quieren, en su exclusivismo, que todos sien­tan con ellos:

La Virgen de los Dolores siempre -la traigo conmigo; aquel que no .la trajiere no me tenga pór amigo.

Para muchos, la Virgen del Rosario es la privada de su co­razón:

La Virgen del Rosario tiene una huerta toda llena de flores hasta la puerta.

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Pajarita de las Nieves que vas al Monte Calva¡;io, Ilévale ese ramillete a la Virgen del Rosario.

La Virgen del Rosario dice a las mozas: cuando llegue mi fiesta, ponerse h~rmosas .

Casi todos, por último, simultanean cualquier otro culto de privilegio con 'el que dedican a la del Carmen:

Los ángeles te veneran, los arcángeles te alaban y te llaman tus devotos la Virgen Carmelitana.

¿Dónde vas, Virgen del Carmen tan hermosa y peregrina? ycy al bautizo de u~ ángel que m~ ha nombrado madrina.

Su musa es verdaderamente inag-otable:

Aunque me veas ir sola, no vayas a acompañarme, que llevo de compañía a nuestra Virgen del Carmen.

Acudid a la Virgen Carmelitana, porque es ella la madre de la esperanza.

Y así continúan cantando, hasta para implorar novios süs hijos de uno y otro sexo:

A la Virgen del Carmen tres cosas pido : salvación y dinero y un buen marido .

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A la Virgen del Carmen pido tres cosas: salvación y dinero y buena esposa.

Su santo escapulario es, para cuantos militan en el seno de .... .,str<J Iglesia, un escudo invulnerable de salvación:

Besaba el escapulario, cuando moría, mi madre; llévala contigo al Cielo, Sagrada Virgen del Carmen.

Tiene la Virgen del Carmen un bonito escapulario con un retrato que dice: yo socorro al desgraciado.

Le socorre sobre la faz d~ la tierra y en las penalidades de! purgatorio:

Las almas que vuelan pronto del purgatorio hasta el cielo, son las que fueron amantes de la Virgen del Carmelo.

A la Virgen del Carmen quiero y adoro, porque saca las almas del purgatorio. Saca la 'mía que la tengo penando de noche y día .

Título de tan altos consuelos, es correspondido con ofreci­mientos de .la más graciosa ingenuidad:

Hermosa Virgen del Carn1en, vente conmigo a vivir mientras que los albañiles componen tu camarín.

y con las más efusivas oraciones:

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E ,.oiyas me jinqué y a la Virgen del . Carmelo una salve la ,.esé.

De este modo tan emotivo, cada uno ame su Virgen predi­l~cta y cada pueblo ante su privilegiada Patrona, toda España vive postrada, réverente y filial a los ·pies de María, pero _siempre pronta a ponerse en pie cuando la impied;:td o ·el desacato salpi­can, con su légamo. viscoso, el agraciado revuelo de su manto divino:

Siempre España peleó por la Virgen del Pilar, por la Virgen del Sagrario, Guadalupe y Monserrat.

Peleó y pelearía recordando que fué la im encihle capitana de la gesta de Pela yo:

La Virgen de Covadonga es un poco morenita; como vino de la guerra tiene la color marchita.

Peleó y pelearía por ella quien se llame éspañol y piense que. un día, visitó en carne mortal el suelo nobilísimo de nuestra pa­tria. Esta extraordinaria prueba de amor es la más legítima ufa­nía sentida· por el pueblo de F'ernando el Católico:

Tienen los aragoneses un orgullo singular, porque tienen por Patrona­a la Virgen del :Pilar. ·

Ella es, en efecto, a-sus. propios ojos, un título de primacía:

Roma es Roma por el · Papa y no lo puede negar ; Zaragoza . es ·'Zaragoza por la Virgen del Pilar.

No hay patria como mi patria ni tierra como Aragón,_ ni Virgen como la mía, ni otro sol como este sol.

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Cada mozo baturro tiene su musa para pregonarlo así··de mil modos diferentes:

En Madrid está la Corte, en Barcelona está el Il_lar, y. en Zaragoza tenemos a la Virgen del Pilar.

Málaga tiene un castillo,. Granada tiene su Alhambra, y _Zaragoza el Pilar, y el Pilar la Virgen Santa.

Y todos coinciden en afirmar, con encendido entusiasmo:

En AraS"ón, lo primero es la Virgen del Pilar; . lo segundo, ·también El!a; lo tercero y -cuarto, jiDJal.

Para Ella son sus má!! perfumados ramilletes de flores :

Zaragoza es· un ·rosal, dicen_ los zaragozanos, r_ .la Virgen . del Pilar el capullo más tempratto.

Zaragoza es un rosal que. ha nacido en Aragón, y la . Virgen del Pilar es el capullo mejor.

Para ella es él encandilamiento enamorado 'de sus ojos:

Como brilla el arco iris después ·de la tempestad, así brilla · en. Zaragoza nuestra Virgen del Pilar.

Justo es que sientan en la preclara ciudad de los Sitios tan candente arrebato amoroso. Si España fué la preferida por la Virgen entre las p.~ciones, Zaragoza la fué también por Ella, en­tre todos los pueb1os de nuestra patria, al honrarla coñ su ce­lestial visita.

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Antes de morir la Virgen, no fué a ver tierra . ninguna, que sólo fué a Zaragoza, donde plantó su columná.

En el centro de una nube, bajastes a Zaragoza; parastes c~rca del Ebro, Virgen del Pilar hermosa.

Y allí sueñan que se ha quedado para siempre:

En las orillas del Ebro se canta la mejor jota; allí la escuchó la Virgen y se quedó en Zaragoza.

Al otro lado del Ebro vive una zaragozana; si quieres saber su nombre, Virgen del Pilar se llama.

Pero Zaragoza es España, territorial y afectivamente, y a ésta cabe participar también de la gloria que, por tan altos títulos, enardece a la capita'I aragonesa:

Es la Virgen del Pilar ia perla zaragozana, ~~ encanto de Aragón y gloria de nuestra España .

En todas las regiones de nuestro suelo querido se siente y se suplica con uncion:

A l~ Virgen del Pilar le pido yo muy de veras que, cuando vaya a morir, se ponga a mi cabecera.

A su templo van peregrinos de toda la nación, para postrárse a los pies de su sagrada columna, desgastada ya pcir el amor de cien generaciones. Y quien no puede viajar corporalmente, manda sus besos a la Virgen desde lejos, según reza la copla:

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Quiso en Reinosa un devoto a la Virgen salu~ar, y puso un beso en el Ebro que lo llevó hasta el Pilar.

España y Zaragoza viven confiadas y felices en el regazo de la Madre amantísima; corresponden a su visita corporal con la visita perenne de su corazón; se sienten envueltas en su manto:

Mientras todo el mWldo llora. solamente España canta, porque España tiene puesta en el Pilar su esperanza.

Una esperanza que, aún recientemente, confirmó la consola­dora verdad de la rima profética:

Al otro lado del Ebro, tiran bombas y granada~, y la Virgen del Pilar con su manto nos ampara.

Es España la nación mariana por excelencia. Lo asegura la tonadilla que brotó de un corazón entregado a la Virgen y a la patria;

Allá en el río Jordán bautizaron a una dama, y por nombre la pusieron Mana, la flor de España .

La flor de España : Ella es, en verdad, la más preciada flor para Jos españoles, a quienes todas las flores parecen pocas para Ella:

Venid y vamos todos con Rores a _porfía, con flores a M;~ría que Madre nuestra es.

Y no contentos con las que cosechan en l-os jardines, llevan también las más lozanas y primorosas-del espíritu. Un ramo de flores espirituales es .la devoción del Rosario. -Su letanía es una cascada· de rosas: "Madre de Cristo, Madre de divina gracia,

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María purísima, castísima, inviolada, incontaminada, inmaculada, amable y admirable; Virgen prudentísima, digna de veneración y de alabanzas, poderosa, clemente y fiel." Los perfumados bro­tes no dejan de caer sobre su nombre bendito: "espejo de justi­.cia, sede de la sabiduría, causa de nuestro júbilo, vaso espiritual y honorable que incubó la vida de Jesús, rosa mística, torre ~e marfil, casa de oro, puerta del cielo, estrella de la mañana, con­.suelo de los tristes, reina de todos". ¡ Cuánto amor 1 ¡ Cuáp.to liris­mo, cuánta confianza, .cuánta inspiración en el manantial inaca­bable de requiebros 1 Es un hilo de· perlas que acaricia con las palabras, implora ·con los mimos y subyuga con las ternuras. Tó­dos nos volvemos niños porfiados, niños irresistibles, al rezar la letanía : "Suma de todas_ las perfecciones, ruega por nosotros; cmnpendio de todas las bellezas, ruega por nosotros; colmena de todos los amores, ruega por nosotros". La lluvia de capullos y el martilleo de súplicas conmueve y conquista el corazón maternal, mientras caldea e inflama los corazones filiales de todos sus de­votos. Por eso, éstos cantan enardecidos:

Primero que yo té olvide, Virgencita del Rosario; han de echar las olivitas limones dulces y amargos,

y añaden con íntimo convencimiento

Los que van al rosario no tienen frío, que la Virgen María les da su abrigo.

Por eso no vacilan en levantarse al amanecer para rezaTlo bajo las doradas .luces de la' aurora, como avecitias que festejan la. salida del soJ .. Por eso saluda·n, en nombre de Dios, a la Prenda Divina con ·él martelo de Jos dieces :

Los dieces del rosario son escaleras

_ para subir al cielo las almas buenas . .

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Por eso lo -esperan to.do de Ella cuando condensan en su, madrigal la plegaria :

Tendrás por norte· a María . de tu eterna salvación, si rezas con devoción el rosario cada día.

Por es.o, para ent-onar el místico retornelo a los pies de la glo-· riosa Madre de los hombres, se reunen éstos en. los templos o en las ermitas, como romeros, al .llegar los días de sus féstividades. Y así se celebran· con los caracteres peculiares de cada :t:egión las diversas conmemóraciones marianas en todo el suelo patrio: unas,. severas, ásperas, penitentes, pudiéramos decir ·que adustas, como la que rinde culto en Navarra a la Virgen de Ujué, donde los ro­meros de los 'pueblos comarcanos, vestidos con- túnicas negras, ceñidos con cíngulos de esparto, cubiertos con los capillas, lle­van su cruz al hombro cada uno y, después de reunirse a los. pies. de la Cruz deL Saludo, se dirigen en procesión al Santuario para cai:üar .}a Salve con las cruces en alto y los corazones más en a~to todavía. Las inmóviles sit?etas oscuras de los devotos, recortadas. sobre las tonalidades amarillas. de los campos, recuerdan las ge­niales concepciones que legaron al mundo los pinceles dé Sert, y componen_ ~1 cuadro simbólico de una raza vigorosa, . fuerte e in-: conmovible como la peñas incesantemente batidas por los oleajes de la costa. Otras, risúeñas, jubilosas, polícromas, como la que­avanza camino de Almonte, en tierras andaluzas, sobre carretas engalanadas y caballos enjaezados, derrochando_ d~naire y alegría con el fervor cálido y la expansión alborozada típicos en la patria. del sol, para rendir ante la Virgen del Rocío amores, esparcÍ-· mientos, jovialidades, regocijos y entusiasmos de un pueblo eter­namel}te joven. La orgía de la luz, h irisdiscencia de los colores,. la expresión de los rostros, la galanura de los ·trajes, la J5allardía de las parejas y la vitalidad del conjunto, componen allí, sobre­la feracidad de la campiña, el idílico boceto de un lienzo de G<lya. Algunas, como la llani'ada El Misterio de E lohe, 'pierden ~1 ca­rácter de romeda popular para vestir los atributos de Talía, en la representación de un drama dialogado, que tiene por. escenario­la IgleBia, y" reproduce a lo vivo, con alardes d~ tramoya y acom-

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pañamientos de música, órgano, volteo de campanas y estridencia ,de vítores, la Gloriosa Aséensión de Nuestra Señora. Y, al lado de las citadas, mil manifesta~iones de piedad pregonan la fe in­. quebrantable y el amor dulcísimo de nuestros compatriotas a la Virgen. Desde los penitentes que cantan la Salve con ascetismo en Ujué, hasta los peregrinos de Almonte, cuyas coplas suspiran:

La Virgen del Rocío, paloma blanca, ¡ quién tuviera en su nido guardada el alma !,

cuantos creyentes pueblan la hispana tierra de María Sanüsima, sienten por ella, en lo más hondo de su pecho, las jugosas emocio­nes del amor filiaL-No son sólo Navarra y Andalucía; Asturias y Cataluña, Valencia con su Virgen de los Desamparados, Vascon­gadas con las de Aránpzu y Begoña, Ar~gón, Extremadura, las Castillas, son también, en todos los pueblos y en todas las ciu­dades de España, ante- sus célebres santuarios e innumerables ermitas, ejemplares y bulliciosas pregoneras de un sentimiento unánime, que rezan con ,desbordadas alegrías, que .cumplen vo­tos, que forman procesiones, que piden de rodillas favores. mila­grosos o agradecen los recibidos y que, al fin, satisfechos los an­helos de las almas, vuelven en santa paz interior, camino de sus hogares, con los clásicos perdones romeriegos de nueces y rosqui­llas para los parientes y amigos.

Pero es . hora de terminar. Lo pide la extensión excesiva de este trabajo.

Hablábamos hace un momel)to de las romerías. Al anochecer,... la romería se extingue con la luz:

Ya se va la Virgen, madre, el ~abildo se la lleva ·; los que venden en la plaza se van despidiendo -de ella.

Y pudiéramos decir qt1e anochece también para estas lineas, . a las que llega la vez de despedirse, con no menor nostalgia que" la encerrada en la rima· precedente.

Y decimos, como sus cantores a la Reina celestial:

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La despedida te doy con rositas y claveles y una ramit¡¡ de albahaca para que de mí te acuerdes .

La despedida te doy, la despedida y no puedo, que despedirme de ti es despedirme del cielo.

Adiós Reina del Cielo, Madre del Salvador, adiós, Madre adorada, adiós, adiós ... adiós.

LUIS MARTÍ:t-.TEZ KLEISER.