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La distincin aristotlica entre Lgica, Dialctica y Retrica y su lugar en la teora de la Argumentacin
the Aristotelian distinction between Logic, Dialectic
and Rhetoric, and its role within Argumentation theory
Lilian Bermejo LuqueDepartamento de Lgica, Historia y Filosofa de la Ciencia, Universidad Nacional
de Educacin a Distancia, Madrid, Espaa, [email protected]
Received:15-04-2009.Accepted:4-12-2009.
Resumen: Debemos considerar la obra de Aristteles como el origen de la Teora de la Argumentacin o ms bien como un obstculo que, al menos en parte, explicara el desarrollo tardo de sta? En este artculo intento mostrar que hay buenas razones para defender ambas posiciones. Con ello, pretendo ilustrar cierto modo de concebir las relaciones entre Lgica, Dialctica y Retrica. Dicha concepcin resultara ms afn a los objetivos de la propia Teora de la Argumentacin que la visin fragmentaria que, durante siglos, se ha visto no obstante ms respaldada por la labor de quienes, desde una u otra disciplina, se han ocupado del estudio normativo de la argumentacin. En la medida en que esta visin fragmentaria es una herencia de la que an no se ha deshecho del todo la moderna Teora de la Argumentacin, la lectura de los trabajos aristotlicos queaquseproponetratadeaportarelementosdereflexintilesparanuestralaboractual, especialmente, los relacionados con la concepcin de la Lgica como teora normativa de la inferencia y del entimema como silogismo retrico.
Palabras clave: Dialctica, Lgica, Organon aristotlico, Retrica, Teora de la Argumentacin.
Abstract: Should we consider Aristotles work on argumentation as the origins of Argumentation Theory or rather as an obstacle that, at least in part, would explain its late emergence and development? In this article I try to show that, in fact, there are good reasons to defend both views. By doing so, I aim to illustrate a certain way of thinking of the relationships between Logic, Dialectic and Rhetoric. Such conception of the relationships between these disciplines would be more suitable for the goals of Argumentation Theory than the fragmentary view that, for centuries, has been endorsed by most scholars working on each of them. As long as this fragmentary view has been
COGENCYVol.1,N0.2(27-48),Summer2009 ISSN 0718-8285
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inherited up to our days, our proposed reading of Aristotles texts aims to offer some conceptual elements for current developments, mostly regarding the conceptions of Logic as the normative theory of inference and of the enthymeme as the rhetorical syllogism.
Keywords: Aristotles Organon, Argumentation Theory, Dialectics, Logic, Rhetoric.
1. Introduccin
Debemos considerar la obra de Aristteles como el origen de la Teora de
la Argumentacin o ms bien como un obstculo que, al menos en parte, ex-
plicara el desarrollo tardo de sta? Como intentar mostrar en las siguientes
pginas, creo que hay buenas razones para defender ambas posiciones.
Si bien sta puede verse como una cuestin histrica interesante en s
misma, lo cierto es que al considerar el rol de la obra de Aristteles respecto
de la Teora de la Argumentacin, lo que pretendo es ms bien ilustrar cierto
modo de concebir las relaciones entre Lgica, Dialctica y Retrica. Creo
que dicha concepcin resulta ms afn a los objetivos de la propia Teora
de la Argumentacin que la visin fragmentaria que, durante siglos, se ha
visto no obstante ms respaldada por la labor de quienes, desde una u otra
disciplina, se han ocupado del estudio normativo de la argumentacin. Ms
an, en la medida en que esta visin fragmentaria es una herencia de la que
an no se ha deshecho del todo la moderna Teora de la Argumentacin, la
lectura de los trabajos aristotlicos que aqu se propone tratara de aportar
elementosdereflexintilesparanuestralaboractual.Esporelloqueloque
sigue a continuacin pretende ser de inters ms conceptual que historio-
grfico:nosetratadeofrecerunatesissobrelaverdaderainterpretacin
de la obra aristotlica, sino ms bien de considerar un enfoque distinto que
permita plantearnos hasta qu punto la interpretacin tradicional no se halla
sesgada, al menos en parte, por las mismas contingencias histricas que han
postergado el desarrollo de la Teora de la Argumentacin.
Como es sabido, los orgenes de la Teora de la Argumentacin en tanto
que disciplina acadmica son bastante recientes. A mediados de la segunda
mitad del pasado siglo, autores como Cham Perelman y Lucie Olbrecht-
Tyteca(1958), Stephen Toulmin (1958) o Charles Hamblin (1970) hicieron
hincapi en el inters e idiosincrasia del estudio normativo de la argumen-
tacin en lenguaje natural. El desarrollo de la Teora de la Argumentacin
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vino as a aglutinar los esfuerzos de aqullos que, bien desde una perspectiva
lgica, bien dialctica o bien retrica, se haban interesado por las condicio-
nes del buen argumentar.
As, en Acts of Arguing, C. Tindale (1999) recoga las observaciones de J.
Wenzel(1979)yJ.Habermas(1984),alidentificarladistincinaristotlica
entre Lgica, Dialctica y Retrica con tres concepciones diferentes de la
argumentacin como objeto de estudio. Segn Tindale, se tratara, respec-
tivamente, de los argumentos en tanto que producto de la comunicacin
argumentativa, de los procedimientos de intercambio comunicativo que dan
lugar a cierto tipo de prctica argumentativa, y de los procesos en los que
dichas prcticas se implementan.
A la Lgica le conciernen los productos PPC (premisas-conclusin) de la
argumentacin,lostextosydiscursosenlosqueseprofierenafirmaciones
con evidencia que las apoya, los cuales pueden ser juzgados como vlidos
o invlidos, fuertes o dbiles. La Dialctica se interesa por las reglas o los
procedimientos que se requieren para que la argumentacin se efecte
correctamente y logre sus objetivos de resolver disputas y promover las
discusiones crticas. La Retrica se centra en los procesos comunicativos
inherentes a la argumentacin, en los medios que utilizan los hablantes
para lograr laadhesinde losauditoriosa susafirmaciones (Tindale
1999,3-4).
El principal objetivo de este trabajo es ofrecer una lectura de la obra de
Aristteles sobre argumentacin que muestre que el tradicional desencuen-
tro entre los tres saberes que conforman el estudio normativo de sta la
Lgica, la Dialctica y la Retrica- no es una consecuencia natural de dicha
obra, sino ms bien del modo en que fue recibida, habida cuenta del inters
que el propio Aristteles manifest por uno de ellos y el modo en que ste
se desarroll posteriormente.
2. teoras lgicas, dialcticas y retricas de la argumentacin
En la actualidad, la Teora de la Argumentacin contiene propuestas repre-
sentativas de los enfoques lgico, dialctico y retrico. Las concepciones de
la argumentacin de las que parten cada una de estas propuestas tienen el
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objetivo comn de servir de base a una teora normativa para el fenmeno
cotidiano de la argumentacin. De este modo, por ejemplo, el propio Tindale
elabora su modelo a partir de una concepcin de la argumentacin como
proceso pues, en su opinin, ello permite una visin integral que resultara
inasequible desde otros presupuestos. Por ello propone una recuperacin del
trabajo de Perelman, y de lo que podemos denominar el enfoque retrico de
la Teora de la Argumentacin. Por su parte, la propuesta ms representa-
tiva del enfoque lgico dentro de la Teora de la Argumentacin, la llamada
Lgica Informal Canadiense, recoge un conjunto de trabajos desarrollados
a partir de los aos setenta, principalmente por Trudy Govier, J. Anthony
Blair y Ralph H. Johnson, que tratan de proporcionar una Lgica no-Formal
para argumentos en lenguaje natural, pues segn estos autores, un enfoque
retricoresultainsuficientementenormativo.Supuntodepartidahasido
la asuncin de los lmites de la Lgica Formal para habrselas con las fa-
lacias argumentativas y con la dimensin dialctica de la argumentacin.
Finalmente, el enfoque dialctico estara representado principalmente por
la Pragma-dialctica, tambin llamada Escuela de msterdam, cuya obra
fundacional, Speech Acts in Argumentative Discussions(1984),deFrans
H. van Eemeren y Rob Grootendorst, desarrolla una concepcin de la argu-
mentacin como procedimiento de discusin crtica que tiene por objetivo
resolver racionalmente una diferencia de opinin. La concepcin dialgica
de la argumentacin tambin ha supuesto el punto de partida de distintos
sistemas de dialctica formal, tales como Barth y Krabbe (1982), as como
una caracterstica fundamental del trabajo de D. Walton (1989) y de Walton
y Krabbe (1995).
Dados sus distintos focos de inters i.e. los argumentos, los procedi-
mientos de intercambio argumentativo o los procesos de comunicacin
argumentativa- podra parecer que las teoras que componen hoy da la
disciplina no son, en absoluto, propuestas rivales. Pero s lo son: como
proyecto general, la Teora de la Argumentacin es un intento de ofrecer un
modelo normativo adecuado para dar cuenta del fenmeno de la argumen-
tacin cotidiana, y los distintos enfoques no caracterizan modelos paralelos
o complementarios, sino rivales, pues cada teora pretende haber encontrado
el punto de partida ptimo para habrselas con ese fenmeno. Ciertamen-
te,aldefinirlaargumentacindeunmodouotro,estasteorasdefinensu
propio objeto de estudio. Pero la representatividad de este objeto respecto
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del tipo de fenmeno cuyas condiciones normativas se trata de analizar
resulta entonces un criterio esencial para decidir sobre el valor teortico y
prctico de dichas teoras y, con ello, para comparar modelos cuyos objetos,
enprincipio,difierenentres.
3. El lugar de la obra de Aristteles
As pues, si bien en los ltimos tiempos la mera aparicin de la Teora de
la Argumentacin ha logrado integrar en una nica disciplina los distintos
mbitos del estudio normativo de la argumentacin en lenguaje natural, lo
cierto es que subyace en ella la idea de que Lgica, Dialctica y Retrica son,
a lo sumo, enfoques alternativos. Sigue sin articularse una propuesta capaz
de integrar estas tres disciplinas en tanto que perspectivas complementarias
para la elaboracin de un modelo del buen argumentar, por ms que, en
justicia, debamos reconocer los esfuerzos de las distintas teoras por incluir
elementos ajenos a su punto de partida.
Cul es entonces la causa de esta fragmentacin que ni siquiera el im-
portante desarrollo experimentado por la Teora de la Argumentacin en
las ltimas dcadas ha logrado superar an? En mi opinin, para hallar una
respuesta deberamos indagar, en buena medida, en la evolucin histrica
del modo en que tuvo lugar la recepcin de los estudios aristotlicos sobre
argumentacin y el subsiguiente establecimiento de la Lgica, la Dialctica y
la Retrica como disciplinas consolidadas y completamente independientes
entre s. Ahora bien, como intentar mostrar a continuacin, este resultado
no tendra por qu verse como una consecuencia intrnseca a las propuestas
aristotlicas mismas, sino que tambin sera posible considerarlo fruto de
ciertas contingencias histricas; entre ellas, las que determinaron el papel
de Aristteles como padre de lo que, posteriormente, se constituy como
Lgica Formal.
Tal como he argumentado en Bermejo-Luque (2008) y Bermejo-Luque
(2009), la preponderancia de la Lgica Formal ha constituido un verdadero
obstculo para el desarrollo de la Teora de la Argumentacin al promover
la creencia de que un modelo normativo para la argumentacin en lenguaje
natural no era ms que el resultado de aadir a los sistemas lgicos formales
una teora adecuada para la formalizacin de los argumentos reales. Du-
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rante siglos, la normatividad argumentativa ha venido a equipararse con la
normatividad lgica, entendida, ms an, como de naturaleza meramente
formal. Esta visin dejaba al margen los condicionamientos pragmticos
de la argumentacin en tanto que actividad comunicativa. As, por ejemplo,
todo lo relacionado con el estudio de las falacias informales apareca, a lo
sumo, como un captulo pintoresco y asistemtico en algunos manuales
sensibles a la cuestin de la aplicabilidad de la Lgica para la evaluacin de
la argumentacin cotidiana.
Dado este prejuicio, no es de extraar que, hasta el surgimiento de la
Teora de la Argumentacin, se hubiera pensado que la contribucin ms
importante de Aristteles al estudio normativo de la argumentacin consista
en haber sentado las bases de la Lgica como teora formal de la inferencia
vlida. Ciertamente, el propio Aristteles parece considerar la silogstica ana-
ltica de la Analtica Primera como el ncleo de esta empresa, y sus estudios
sobre las categoras, las proposiciones y los juicios constituiran elementos
complementarios en ella; por el contrario, trabajos como la Retrica, e in-
cluso aqullos sobre falacias informales las Refutaciones Sofsticas- seran,
enelmejordeloscasos,reflexionesadicionales,cuandonomeroselementos
extraos al programa de elaborar una ciencia formal para la evaluacin de
los argumentos. Tal concepcin de su obra hara de Aristteles el padre de
la Lgica Formal contempornea; pero en la medida en que esta disciplina
se ha presentado, durante siglos, como el nico modelo propiamente nor-
mativo posible para la argumentacin, Aristteles habra sido ms bien un
obstculo para el desarrollo de la Teora de la Argumentacin, tal como la
conocemos hoy en da.
Ahora bien, es sta la nica lectura posible de la obra aristotlica sobre
argumentacin? En mi opinin, tambin es posible ver la silogstica analtica
tan slo como una parte de un todo ms amplio cuyo ncleo no es la inferen-
cia formal, sino la prctica de la argumentacin en tanto que instrumento
para la Filosofa y el conocimiento. Desde este punto de vista, el conjunto de
trabajos que Andrnico de Rodas habra aglutinado bajo el ttulo Organon,
instrumento, representara la empresa de fundar metodolgicamente el
quehacer terico aristotlico, ms que la de acompaar y complementar la
elaboracin de una ciencia formal sobre el mtodo. Para esta empresa, no
slolasilogsticaanaltica,sinotambinlasreflexionesaristotlicassobre
la Dialctica, los tpicos y las falacias seran piezas fundamentales a las que,
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adems,habraqueaadirlasreflexionesdelaRetrica, e incluso, como ha
sugerido Covarrubias (2006), la misma Potica aristotlica: pues este proyec-
to, como un todo articulado, se ocupara de la comunicacin argumentativa
en general, y no slo de la teora de la prueba y la inferencia formal.
Es cierto que, desde un punto de vista meramente histrico, la primera
de estas interpretaciones de la obra de Aristteles resultara ms exacta.
Seguramente, ello explicara por qu, despus de Aristteles, el estudio de
la argumentacin qued dividido en tres disciplinas que corrieron suertes
muydistintas:porunlado,laLgica,quedesarrolladabajoelinflujodela
silogstica analtica evolucion como un conjunto de teoras formales sobre la
inferencia vlida. Por otra parte, la Retrica que, tras un largo periplo, acab
casi olvidada y parcialmente denostada por su supuesta preferencia por el
ornamento sobre el argumento. Y, por ltimo, el estudio de las falacias in-
formales, una materia que, prcticamente hasta los trabajos sobre Dialctica
de Hamblin (1970), no llegara a recibir tratamiento sistemtico alguno.
Sin embargo, desde la perspectiva de la moderna Teora de la Argu-
mentacin, cabra cuestionar tal devenir. Desde este enfoque se tratara
deponerdemanifiestoquelaconcepcinaristotlicadelaargumentacin
eralosuficientementeampliacomoparatenerencuenta,nosloquelos
argumentossonelmedioporexcelenciadejustificarnuestrasafirmaciones
y creencias, sino tambin que la argumentacin suele usarse para intentar
persuadiraotrosdeaquelloqueafirmamosycreemos.
No pretendo hacer de esta intuicin una tesis sobre la interpretacin
adecuada de la obra de Aristteles sobre argumentacin. Pero quisiera
mostrar, al menos, que tiene sentido leer as a Aristteles y, ms an, que
esta lectura nos permite entender de manera ms fructfera las relaciones
entre Lgica, Dialctica y Retrica.
4. Platn y el estereotipo de la contraposicin
entre dialctica y retrica
Lasprimerasreflexionestericassobrelaargumentacinsupusieron,asu
vez, una primera demarcacin entre la Dialctica y la Retrica. Como es
sabido, el modo de concebir las relaciones entre discurso y verdad articul,
en tiempos de Scrates y Platn, el debate tico-poltico y epistemolgico
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entresofistasyfilsofos,elcualpuedeconsiderarsecomoelorigendeles-
tudio normativo de la argumentacin. Tradicionalmente, la contraposicin
entrelaspropuestassofistasylasdeScratesoPlatnseharepresentado
como la contraposicin entre defensores de la Retrica y defensores de la
Dialctica, concebidas respectivamente como una disciplina con un inters
meramente instrumental en la argumentacin y el discurso, frente a una
disciplina teortica que ve la argumentacin y el discurso como el mtodo
mismo del conocimiento. En todo caso, tales eran las premisas logocntricas
delareflexingriega.
Esunlugarcomnoponerasofistasyfilsofosdiciendoque,enlugar
deuncompromisoconlaverdadyelconocimiento,lossofistastenanun
compromiso con sus clientes, a quienes adiestraban en las artes del discurso
como forma de prosperar en un contexto social y poltico que haba elevado
el arte del discurso a medio de interaccin pblica por excelencia, e incluso
a espectculo en s mismo. Por el contrario, a Scrates, y especialmente a
Platn, esta concepcin del discurso como espectculo les habra bastado
parahacerculpablesalossofistasdelcargogeneraldepreferirlasimple
opinin al verdadero conocimiento. Esta caricaturizacin de las relaciones
entresofistasyfilsofossubyaceraalaulteriorconcepcinpeyorativadela
Retrica como arte de la persuasin: para Platn, la Retrica sera un mero
instrumento -ni siquiera un arte, pues carecera de un objeto propio- para
desarrollarladudosahabilidaddeconfundiralosauditorioseficazmente,
presentando como verdadero lo que slo es opinable. Al menos, sa es la
visin estereotipada de las sospechas de Platn contra la Retrica.
Ciertamente,PlatnoponalafiabilidaddelaDialcticaalamaleabilidad
de la Retrica, destacando la diferencia entre la adquisicin de conocimien-
to y la mera promocin de creencias ms o menos populares y acertadas.
De hecho, ste es uno de los principales temas en dilogos como Gorgias
o Fedro. Pero de cara a inferir de ello una preferencia por parte de Platn,
deberamos presuponer que ambas disciplinas seran comparables en sus
logros, al perseguir los mismos objetivos. Sin embargo, tal hiptesis parece
contradecirotrodelosestereotipossobrelafilosofaplatnica,asaber,la
idea de que la Dialctica era el mtodo por excelencia para alcanzar el co-
nocimiento, mientras que la Retrica sera slo un conjunto desarticulado
detcnicascuyofineraeladiestramientoenhabilidadespersuasivas:una
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disciplina de tan corto alcance no podra suponer tal amenaza para el cono-
cimiento, al menos, por s misma.
Porsuparte,autorescomoJ.Benjamin(1997)oC.Griswold(2004)han
argumentado que Platn habra reconocido explcitamente la naturaleza
retrica de toda comunicacin, distinguiendo entre buenas y malas prcticas
del arte de presentar los discursos. As, a la luz de textos como el libro III
de La Repblica, donde Platn parece no ocuparse tanto de lo que debe ser
dicho sino del modo en que debe ser dicho, encontramos cierta concesin:
una importante funcin para la buena Retrica dentro de su gran proyecto
poltico, el cual estaba basado en la promocin de una educacin (paideia)
adecuada para cada grupo social. De este modo, si bien Platn habra tratado
de prevenirnos contra la perversin del arte del discurso que practicaban
lossofistas,noestarasimplementeoponiendolaRetricaalaDialctica,
pues incluso los grupos destinados a recibir verdadero conocimiento habran
de avanzar en su educacin, entre otras cosas, gracias a las habilidades
discursivas de sus maestros. Ms an, en el Gorgias, Platn incluso llega a
hablar de una verdadera Retrica cuyo objetivo no sera producir el mayor
placer del auditorio, sino producir lo que es el mximo bien por su verdad
(Gorgias 451d-452d-e).
5. Lgica y dialctica desde la perspectiva de
la Retrica de Aristteles
Lejos de la cautelosa valoracin de la Retrica que hayamos en Platn,
Aristteles, como es sabido, incluso le dedic un tratado. Es cierto que
conellopudoafianzarsucarcterdedisciplinaautnoma,cosaquePlatn
habra tratado de evitar. Pero tambin es cierto que en las primeras lneas
de la Retrica insiste en que, a pesar de considerarla un arte, sta sera co-
rrelativa de la Dialctica, con la que compartira el carecer de un contenido
especfico,el ser independientede losprincipiosde las ciencias, el estar
abocada a la consideracin de lo probable, de la opinin, de lo posible, y el
remitir siempre a las dos caras de todo asunto. Para Aristteles, ms que
ciencias, Dialctica y Retrica seran tcnicas que pueden ser aplicadas a
cualquier saber, lo cual resultara coherente con la idea de que su inters
por la argumentacin remite a inquietudes metodolgicas ms que al deseo
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de elaborar una ciencia en el sentido de un saber demostrativo semejante
a la Lgica Formal contempornea.
Segn la lectura tradicional, ms que oponer entre s la Dialctica y la
Retrica, Aristteles opondra ambas disciplinas a la Lgica en tanto que
ciencia de la demostracin, al mantener que mientras la demostracin se re-
mite a la verdad, Dialctica y Retrica versan sobre lo plausible. Sin embargo,
tambinsubyaceensusreflexionessobrelaargumentacincomoprcticala
idea de que, en general, valorar cualquier argumento es proceder mediante el
mismo tipo de facultad, a saber, la facultad de juzgar que algo debe o debera
ser el caso, dadas ciertas condiciones. Desde esta perspectiva, a la Lgica le
competera determinar la correccin de estos juicios en tanto que inferencias,
mientras que la Retrica se ocupara de estudiar el modo en que podemos
inducir tales juicios en los dems, de manera que stos resulten persuadidos.
Por su parte, la Dialctica tendra por objeto determinar la aceptabilidad de los
principios y evidencias de los que partimos a la hora de elaborar tales juicios,
pues como instrumento para el conocimiento, su funcin es la de ver cules
de nuestras opiniones (endoxa) son capaces de resistir el escrutinio.
Ahora bien, existira, a juicio de Aristteles, una anttesis entre los ob-
jetivospersuasivosquemotivanlaRetricaylospropsitoscientficosde
la Dialctica y la Lgica como instrumentos para la demostracin? Lo cierto
es que, en el captulo I de la Retrica, Aristteles comienza criticando a
aqullos que, estudiando el arte del buen decir, slo se ocupan, sin embargo,
de lo ms accesorio de los discursos, en lugar de ocuparse del argumento,
que sera su ncleo. A continuacin seala que existen argumentos dialc-
ticos y retricos, y que la principal diferencia entre stos y los argumentos
demostrativos es que slo logran deducciones probables, y no necesarias. A
la luz de estas observaciones, se dira que, ms bien, lo que Aristteles hace
esponerdemanifiestoqueLgica(entendidacomoteoradelainferencia),
Dialctica y Retrica estn igualmente concernidas con las condiciones
normativas de la argumentacin. La complementariedad de estas disciplinas
seraunreflejodelacompatibilidadqueAristtelesveentrepersuasiny
justificacin.Yseraprecisamenteladuplicidaddelargumentocomoins-
trumentoparajustificaryparapersuadirloqueharadesteunelemento
clavetantoalahoradefijarytransmitirelconocimientoenelmbitodela
ciencia, como a la hora de conducirnos racionalmente en el mbito de las
decisiones tico-polticas.
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As, al contrario que Platn, Aristteles no slo no encontrara oposicin
algunaentrepersuadiryjustificar,sinoqueasumiraquelapersuasinse
logra dando a juzgar a los dems que las cosas son de tal o cual modo. En
esta tarea, la credibilidad del hablante y las emociones del auditorio cierta-
mente juegan un papel fundamental; pero tambin lo juega la fuerza de los
argumentos empleados. El ethos del hablante, el pathos del auditorio y el
logos del discurso mismo resultan igualmente constitutivos del acto argu-
mentativo y todos ellos determinaran, por tanto, las condiciones del buen
decir,nosloenloqueserefiereasucapacidaddepersuadiraotros,sino
tambinensucapacidaddejustificar,demostrarqueciertasafirmaciones
son correctas.
Idealmente, en un proceso comunicativo se trata de persuadir de
aquelloqueesverdad.Peroamenudonuestrasafirmacionesslopueden
proponerse como plausibles o razonables. Para Aristteles, tal es, de hecho,
nuestra situacin en gran parte de asuntos importantes. Y, sin embargo,
la racionalidad tambin debe ser accesible en estos casos: las decisiones
correctas sobre qu creer y qu hacer se llevan a cabo a la luz de los buenos
argumentos. La Retrica, como mbito de estudio del discurso en tanto que
mecanismo persuasivo, incluye el estudio de aquellos argumentos que se
emplean para persuadirnos unos a otros sobre asuntos en los que la prueba
y la demostracin resultan esquivas y la bsqueda de la verdad ha de dejar
paso a la bsqueda de la verosimilitud. Pero esta constatacin carece de las
connotacionesnegativasconquelafilosofaplatnicaimpregnalaideade
opinin: en el uso de la razn descartamos lo falso y la verdad se nos plantea
como horizonte, pues para Aristteles las cosas verdaderas y las mejores son,
por naturaleza, de mejor inferencia y ms persuasivas.
De este modo, aunque el objetivo de la Retrica no es el conocimiento sino
la persuasin, Aristteles asume al igual que Platn en diversos pasajes- que
decir la verdad es intil si carecemos de modos efectivos de persuadir a los
demsdeella.Nohabrapuesconflictosinocorrespondenciaentreconoci-
miento y Retrica, al igual que la habra entre la ciencia de un mdico y los
consejos que ste puede dar a su paciente, como vendra a sealar el propio
Platn. Sin embargo, en Aristteles encontramos razones ms importantes
para defender la legitimidad de la Retrica. En primer lugar, su visin de
nuestra capacidad para preservar la racionalidad incluso en mbitos donde
la demostracin no es posible: a menudo, conocimiento y verdad quedan
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fuera de nuestro alcance, pero an podemos aspirar a formarnos creencias
correctas conduciendo nuestras opiniones de manera adecuada. Pero, ms
significativamente,enAristtelesencontramostambinlaideadequejus-
tificareshacerevidentesalosotroslaverdaddeloqueafirmamos,ypara
lograr este objetivo, la dimensin retrica de la argumentacin habra de
aportar elementos normativos que debemos tener en cuenta.
Aspues,nuestratesisesqueenlasreflexionesdeAristtelessobrela
argumentacin como prctica encontramos la idea de que, en tanto que
mecanismo justificatorioypersuasivo,sta incluyecondicionesnormati-
vaslgicas,dialcticasyretricas.Segnestaperspectiva,msquedefinir
disciplinas, la obra aristotlica sobre argumentacin estara tratando el
fenmeno de la comunicacin argumentativa en sus tres dimensiones fun-
damentales.
En lo que sigue, intentar ilustrar dicha perspectiva apoyndome en una
lectura un tanto heterodoxa de algunos de sus textos clsicos, y ms concre-
tamente, en una concepcin general del silogismo como mero argumento, y
no como una forma particular de ste.
6. Lgica formal vs. silogstica aristotlica
En los Primeros Analticos, Aristteles caracteriza el silogismo como un
discurso en el que, al hacerse determinadas asunciones, se sigue necesa-
riamente,delhechodehaberseverificadodetalmaneradeterminadalas
asunciones, una cosa distinta de la que se haba tomado (Analtica Primera.
I.2,24b18-20.Trad.Samaranch,1977:276).Enestaobra,Aristtelesestara
desarrollando el estudio de los principios que rigen el silogismo, esto es,
su silogstica analtica, como una teora formal de la inferencia, al analizar
el tipo de relaciones de consecuencia que se dan entre algunas clases de
proposiciones.
Tradicionalmente, el silogismo se ha entendido como cierto tipo de
razonamiento formalmente vlido. En particular, como un conjunto de
proposiciones en las cuales, de una premisa menor (una proposicin que
contiene como sujeto el trmino que es a su vez el sujeto de la conclusin)
y una premisa mayor (una proposicin que contiene como predicado el
trmino que es a su vez el predicado en la conclusin), se sigue, necesaria-
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mente, cierta conclusin. Sin embargo, como vamos a ver, esta concepcin
tradicional del silogismo se enfrentara al hecho de que Aristteles tambin
defineelentimemacomounsilogismo,enestecaso,retrico,ynocomoun
silogismo incompleto, tal como habran convenido, desde una concepcin
netamente deductivista, la mayora de intrpretes posteriores. Adems,
este deductivismo formal chocara con la importancia que Aristteles le
concede a la condicin de que las premisas sean relevantes para la conclu-
sin. Nuestra propuesta va a ser, por el contrario, concebir el silogismo como
sinnimo de argumento o proceso inferencial, en general, y no como un tipo
particular de ste.
Segn Aristteles, el silogismo procede a travs de proposiciones uni-
versales (Analtica PrimeraI.2743b11-14).Bajolaconcepcindeductivista
tradicional, estasproposicionesuniversales sehan identificadocomo las
premisas del silogismo. Sin embargo, tal como M. Frede (1987: 117) ha ar-
gumentado, eso supondra descartar como silogismos ejemplos aristotlicos
tpicosen formaDarii (premisauniversal afirmativa,premisaparticular
afirmativa,conclusinparticularafirmativa).Quizentoncescabrapensar
que tales proposiciones universales mediante las que procede el silogismo
son en realidad los principios de inferencia que, en su aplicabilidad general,
confierenjustificacinatodaproposicindeducidaapartirdeellos.Deeste
modo, podra decirse que una de las causas de que un razonamiento no fuese
un verdadero silogismo, sino slo un silogismo aparente, sera que no exis-
tiese un principio que garantice que de las premisas se sigue efectivamente
la conclusin.
En la Analtica Posterior, Aristteles mantiene que los principios de
una demostracin han de ser verdaderos, primarios, mejor conocidos en
s mismos, anteriores a la conclusin y la causa de la conclusin. Pero si
reparamos en que para Aristteles existen cuatro tipos de causas material,
formal,eficienteyfinalhabramosdecolegirqueexistirancuatrotiposde
principios del silogismo segn el tipo de causa que se establecera entre lo
expresado en las premisas y aquello que se dice en la conclusin. As, mante-
ner que la validez del silogismo depende de la existencia de un principio que
garantice la inferencia desde las premisas a la conclusin conllevara admitir
que la normatividad silogstica no sera exclusivamente de carcter formal,
sinoquetambinpodrasermaterial(relacionesdepertinencia),eficiente
(relacionescausales)ofinal(razonamientosprcticos).Comovamosaver,
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siguiendo esta interpretacin, podramos dar sentido a la idea de que los
entimemas son silogismos cuyos principios de inferencia no seran formales,
sino materiales, teleolgicos o causales, en nuestro moderno sentido de
causa.Asimismo,podramosdefinir lanocinaristotlicadesilogismo
perfecto como aqul cuyo principio de inferencia es un principio formal.
Tanto en el caso de los silogismos perfectos como en el de los imperfectos,
los principios slo garantizaran la validez del silogismo, no la verdad de la
conclusin: si se aplican a premisas falsas, pueden servir para deducir con-
clusionesfalsas.Comoessabido,Aristtelesconcibeladeduccincientfica
como un silogismo con premisas necesarias, las cuales seran los primeros
principios de su ciencia (Analtica Primera,I.124a29).
Ahora bien, de algn modo, su propia teora de la inferencia podra a su
vez considerarse una ciencia cuyos principios primeros son todos aqullos
que Aristteles resume en el captulo 25 de los Primeros Analticos. As,
proposiciones como que toda demostracin se realizar por medio de tres
trminos y no ms, o que todo silogismo procede de dos premisas y no ms, o
que la adicin de un trmino incrementa el nmero de conclusiones posibles
en un nmero menos que el nmero original de los trminos, seran algunos
de estos primeros principios de la silogstica, pues tales principios no slo
garantizaran, en ltima instancia, las inferencias silogsticas en general,
sino que seran las premisas necesarias del propio razonamiento sobre el
silogismo, una vez caracterizados los conceptos de trmino, premisa, con-
clusin, etc. (Analtica Primera,I.425b26-27).Deestemodo,lasilogstica
aristotlica se presentara como una ciencia sobre el razonamiento en gene-
ral, mientras que la silogstica analtica, en particular, vendra a estudiar las
relaciones formales que se dan entre cierto tipo de proposiciones.
La silogstica se ocupara entonces de los argumentos en general, de su
capacidad para mostrar que ciertas proposiciones se siguen de otras. Pero,
entendidadeestemodo,noseraidentificableconlaLgicaFormal,taly
como la conocemos hoy en da: ciertamente, habra principios formales que
relacionaran unas proposiciones con otras; pero tambin habra principios
que relacionaran material, causal o teleolgicamente una premisa con su
conclusin. Los principios formales seran necesariamente verdaderos, pero
la necesidad misma no sera una condicin necesaria para la validez del silo-
gismo: un buen argumento sera un argumento que se atiene a un principio,
tanto si ste es una verdad necesaria, como si no. El hecho de que, para
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buena parte de cuestiones importantes carezcamos de principios formales,
o tan siquiera necesarios, el que no tengamos demostraciones para ellas no
debera llevarnos a pensar que la manera de dirimirlas no puede ser ofrecer
buenos argumentos. Tal intuicin estara en la base del inters de Aristteles
en la argumentacin en general como respuesta a la demanda de encontrar
garantas para nuestros juicios sobre lo que no admite demostracin.
7. El entimema como silogismo retrico
Segn Aristteles, los entimemas son silogismos retricos y los silogismos
son el cuerpo del argumento (Retrica,I.11354a,15.Trad.Samaranch,
1977:116).Tradicionalmente,ladefinicindelosentimemascomosilogismos
retricoshasidofuentededificultades,principalmente,porquenoparece
evidente que exista una traduccin a forma silogstica, tradicionalmente
concebida esto es, como un argumento compuesto de premisa mayor,
premisa menor y conclusin de los ejemplos de entimema que Aristteles
ofrece. Por eso se ha sugerido que los entimemas son silogismos incomple-
tos. Tal concepcin estara avalada por dos razones: por un lado, Aristte-
les explcitamente dice que los entimemas tienen menos premisas que las
demostracionescientficas.Perolociertoesquenoestanevidentequesta
fuese para Aristteles una condicin necesaria de los entimemas (vase, por
ejemplo, Braet, 1999: 107). Podra ser que el hecho de que los entimemas
sean silogismos retricos, esto es, argumentos usados para persuadir a un
auditorio, conlleve que no deban ser demasiado complejos, si es que han de
ser entendidos y suscitar aceptacin.
Si adoptamos la concepcin tradicional del silogismo, ciertamente re-
sulta difcil reescribir en forma silogstica los entimemas que Aristteles
ofrece como ejemplo. Sin embargo, todo argumento puede convertirse en un
argumento formalmente vlido si le aadimos un condicional redundante
cuyo antecedente es la premisa o conjunto de premisas y cuyo consecuente
es la conclusin. Eventualmente, este condicional puede traducirse como
unaafirmacinuniversal,demaneraque,efectivamente,pareceraposible
entender el entimema como un silogismo incompleto que carece de la pre-
misa mayor. As, un entimema como Ella ha dado a luz, ya que tiene leche
en los pechos debera interpretarse como:
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Premisa mayor: Todas las mujeres que tienen leche en los pechos han dado a luz
Premisa menor: Esta mujer tiene leche en los pechos
Conclusin: Esta mujer ha dado a luz
Pero lo cierto es que el principio que hace vlido un silogismo como ste
es el principio segn el cual, si una propiedad Q se aplica a todos los sujetos a
los que se aplica una propiedad P, entonces un sujeto que tiene la propiedad
P, tiene la propiedad Q. ste es un principio formal, aplicable a todo sujeto y
propiedades P y Q, y como tal, es necesario y a priori. Sin embargo, el princi-
pioquejustificaraelentimemaoriginalseraalgoascomolasmujeresque
tienen leche en los pechos han dado a luz. ste no es un principio formal,
ni necesario, ni a priori, sino una generalizacin emprica. Por esa razn,
la deduccin que garantiza el primer principio tendr propiedades distintas
que la que garantiza el segundo: en realidad, cuando intentamos adecuar
unentimemaalaformasilogsticaestndarloquehacemosesmodificarsu
verdadero sentido. Ms an, en este caso, al intentar conferir una estructura
formalmente vlida a nuestro entimema original, lo que hemos hecho ha sido
convertirunargumentosuficientementeslidoenunmalargumento,pues
una de sus premisas (la premisa mayor) resulta ser simplemente falsa: no
todas las mujeres que tienen leche en los pechos han dado a luz.
Como mencionbamos en la seccin anterior, sta es una de las razones
para pensar que el concepto de silogismo excede el de deduccin formal, y
que, por tanto, los silogismos no deberan caracterizarse como conjuntos
de premisa mayor, premisa menor y conclusin. Al menos, sta no parece
serlaestructuraprofundadelentimema,quesesencambiodefinidopor
Aristteles como un silogismo retrico.
QuquerradecirentoncesAristtelesconestadefinicin?Sipensamos
que la Lgica es el mbito de la decisin sobre la validez de los argumentos,
tanto formales como materiales, teleolgicos o causales, podramos igual-
mente concebir que la Retrica es el mbito de la induccin de creencias,
bien mediante argumentos, bien mediante otros mecanismos persuasivos.
El entimema sera la forma del argumento cuando no se concibe como
un medio para determinar la correccin de una conclusin, sino como un
medio para inducir creencias. En este sentido, mientras que la funcin del
principiodeinferenciaenlajustificacindeunaconclusinesgarantizar
la deduccin de sta, su funcin en la induccin de creencias sera motivar
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nuestros juicios. Como tal motivacin, no sera parte explcita del argumento
por medio del cual trataramos de inducir la creencia en la conclusin. De
ah la apariencia de incompletos de los entimemas, respecto del modelo
silogstico tradicional en tanto que representacin del argumento.
El error de considerar la forma silogstica estndar como la estructura
profunda del entimema se basa, a mi juicio, en la creencia de que mostrar
queunaafirmacinsesiguedeciertaspremisasaceptadasessuficientepara
producir la persuasin de nuestro auditorio. Pero esta creencia es errnea:
persuadiraalguiendeunaafirmacineshacerlejuzgarquetalafirmacin
es correcta. Al inducir creencias mediante argumentos intentamos producir
juicios indirectos, juicios que pivotan sobre juicios previos respecto de cierta
evidencia que nos ha sido presentada. Estos juicios previos nos aportan
razones para inferir, siempre y cuando nuestro proceder est motivado por
un principio de inferencia que, en caso de ser correcto, avalar las conclu-
siones a las que llegamos a partir de ellos. Sin esta motivacin inferencial, el
mero hecho de juzgar que p tras juzgar que q no contara como un proceso
de razonamiento, sino, a lo sumo, como un caso de asociacin de ideas.
8. Conclusin
En las ltimas secciones he intentado hacer plausible la idea de que la Lgica
aristotlica, entendida como el estudio normativo del silogismo en general,
no debe asimilarse sin ms a la Lgica Formal, tal como la conocemos hoy
da, pues, adems de incluir condicionamientos, como la pertinencia, que
son ajenos al concepto de validez de sta, aqulla contemplara la posibilidad
de admitir como vlidos silogismos, como los entimemas, cuyos principios
de inferencia no son formales.
Como es sabido, la caracterizacin aristotlica de la Dialctica hace de
sta ms un mtodo de investigacin que un modelo de prueba: en la in-
vestigacin dialctica, examinamos ciertas proposiciones para establecer su
coherencia respecto de otras proposiciones. Es un procedimiento de crtica;
de hecho, Aristteles mantiene que el principio que subyace a su prctica es
el de no-contradiccin. Sin embargo, en tanto en cuanto lo ms que puede
haceresmostrarcontradicciones,suhabilidadparaestablecerafirmaciones
es limitada: nos puede servir para desestimar opiniones problemticas, pero
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no para demostrar las contrarias. La Dialctica sera un complemento de la
demostracin al permitir la evaluacin de los primeros principios de toda
ciencia (Tpicos101a2728,101a34).Enestesentido,podrahablarsede
una complementariedad entre Lgica y Dialctica como disciplinas concer-
nidas por las condiciones de la argumentacin en tanto que medio para la
justificacin.Sinembargo,estetndempareceradejarfueraalaRetrica,
yaquesuintersporlaargumentacinnoremitiraalajustificacinsino
a la persuasin.
No obstante, tambin he intentado ofrecer una lectura que desvinculase
el inters aristotlico por la Retrica del mbito de la deliberacin tico-
poltica, insistiendo en su complementariedad respecto de los mtodos
dejustificacinydepruebaenlamedidaenque,porunlado,esposible
determinar la racionalidad del discurso incluso en los mbitos donde la
demostracincientficaresultaesquiva,ymsimportantean,entantoen
cuantolajustificacinrequieredemtodosparamostrar,parapersuadir,
para hacer evidente aquello que se intenta establecer.
As pues, no slo la legitimidad de la persuasin sino la mera habilidad
de justificar,hablaran en favordeuna integracinde lasdimensiones
lgica, dialctica y retrica del discurso. Del lado de la persuasin porque,
efectivamente, aunque su dimensin retrica manifestara la capacidad de
la comunicacin de inducir creencias y, sin duda, ste es un logro que puede
obtenerse no slo mediante buenas, sino tambin mediante malas razones,
lo cierto es que, para determinar la racionalidad del discurso y de nuestras
reacciones frente a l esto es, si nuestra aquiescencia a las palabras del
hablante cuenta o no como un caso de persuasin racional deben valorarse
los condicionamientos retricos, dialcticos y lgicos de la comunicacin.
Asimismo,delladodelajustificacin,lameracorreccindenuestrosar-
gumentosnoserasuficienteparaproducirconocimientosistosnoson
conducidos de manera adecuada y, con ello, sirven para revelar dicho cono-
cimiento, i.e., para hacrselo evidente a nuestros semejantes.
A nuestra tesis de la complementariedad entre Retrica, Dialctica y
Lgica en Aristteles se opondran autores como C. Kock (2009), quien ha
defendido la existencia de un tipo de argumentacin esencialmente retrica,
cuya principal caracterstica sera el tipo de temas de los que trata esto es,
la deliberacin sobre decisiones prcticas, principalmente, de naturaleza
poltica. Kock se apoya en el hecho de que Aristteles pareciera restringir
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el mbito de la Retrica al debate sobre asuntos pblicos, que son aqullos
en los que las decisiones sobre qu creer o qu hacer admiten ms de dos
opciones.Deesamanera,cabrapensarquelodefinitoriodecadaunade
estas disciplinas es su mbito de competencia: mientras que la Retrica
parecera remitir al espacio de la razn prctica, Lgica y Dialctica seran
losmtodospropiosdelademostracincientficaydelainvestigacinfilo-
sfica,respectivamente.
Por mi parte, considero que las caracterizaciones aristotlicas de estas
disciplinas no avalan una diferenciacin temtica sino metodolgica y de
foco. Cada una de ellas cumplira funciones esenciales tanto en el mbito de
la razn prctica, como en el de la razn terica. Ahora bien, como he ma-
nifestado anteriormente, mi propsito no ha sido ofrecer una tesis sobre el
modo adecuado de interpretar a Aristteles, sino ms bien una lectura de su
obra que pudiera sealar el camino hacia una mayor integracin de la Lgica,
la Dialctica y la Retrica dentro de la Teora de la Argumentacin.
Desde la perspectiva que hemos propuesto, la Retrica se ocupara de
estudiar el modo en que el discurso se torna un medio para la decisin razo-
nable. Por esa razn resultara especialmente adecuada en la esfera prctica,
donde prevalece la necesidad de actuar racionalmente a pesar de que la ver-
dad y el conocimiento resulten esquivos. Lo que la Retrica posibilitara en
la esfera prctica sera el estudio de los discursos como medios de persuadir
a seres racionales, la posibilidad de articular esta esfera como mbito de lo
razonable.Segnestalectura,Aristtelesdesestimaralaideadeunconflicto
entre la Retrica como arte de la persuasin, la Dialctica como mtodo de
investigacin, e incluso la Lgica como mtodo de prueba.
La idea de que Lgica, Dialctica y Retrica son disciplinas complemen-
tarias inspira hoy en da el trabajo de muchos tericos de la argumentacin:
desde el inters de la Lgica Informal Canadiense sobre el componente dia-
lctico de los argumentos al estudio de los condicionantes retricos de los
procedimientos argumentativos de la Pragma-dialctica. Pero lo cierto es que
esta visin integradora es apenas reciente. Los trabajos de Perelman, Toulmin
y Hamblin, que hoy en da se consideran como el origen de la Teora de la
Argumentacin, pueden verse, respectivamente, como un cuestionamiento
de la concepcin meramente instrumental de la Retrica como arte de la
persuasin, de la concepcin de la Lgica como mera Lgica Formal o teora
de la inferencia formalmente vlida y de la asuncin de la imposibilidad de
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desarrollar un tratamiento sistemtico de los intercambios dialcticos, y con
ello,delasfalaciasargumentativas.Estosautorespusierondemanifiestoel
inters de la argumentacin, la necesidad de dedicar esfuerzos a su estudio y
la escasez y debilidad de los tratamientos anteriores. Sus propuestas fueron
claves para el ulterior desarrollo de la Teora de la Argumentacin, y todava
resultan fructferas en muchos aspectos. No obstante, en la medida en que
cada uno de ellos representa los orgenes del enfoque retrico, lgico y dia-
lctico, respectivamente, de algn modo, abundaran en la visin disociada
del estudio normativo de la argumentacin.
Como he intentado mostrar, la idea de considerar a la Lgica, la Dia-
lctica y la Retrica no como tres enfoques, sino como tres dimensiones
constituyentes de la argumentacin es algo que, de un modo u otro, poda
haberse encontrado ya en la obra Aristotlica, si la preeminencia de la Lgica
Formalnohubieradificultadoeldesarrollodeunateoranormativadela
argumentacin en lenguaje natural. Avanzar por esta senda supone asumir
que el desarrollo de una teora normativa adecuada requiere considerar la
prctica de la argumentacin como un compuesto de propiedades lgicas,
dialcticas y retricas. En mi opinin, sta sera la lectura ms provechosa
que podramos extraer de los trabajos aristotlicos sobre argumentacin
respecto de la Teora de la Argumentacin: no un conjunto de obras inco-
nexas, sino un proyecto epistmico y cognitivo cuyo ncleo lo constituira
el fenmeno cotidiano y ubicuo de la argumentacin.
Agradecimientos
Present algunas ideas de este trabajo en el Research Colloquium del Depar-
tamento de Speech Communication, Argumentation Theory and Rhetoric
de la Universidad de msterdam, al que fui invitada por el profesor Frans
van Eemeren. Agradezco a sus miembros los interesantes comentarios y
sugerencias que me brindaron. Adems, una primera versin de este artculo
sehabeneficiadoenormementedelasvaliosascrticasycomentariosdelos
profesores Javier Rodrguez Alczar y Luis Vega Ren. Este trabajo ha sido
financiadoporelMinisteriodeEducacinyCienciadelGobiernodeEspaa,
a travs del programa JAE-doc del CSIC de contratacin de investigadores y
delafinanciacindelproyectodeinvestigacinFFI2008-00085.
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