La doctrina y la jurisprudencia

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75 LA DOCTRINA Y LA JURISPRUDENCIA. REFLEXIONES ACERCA DE UNA RELACIÓN INDISPENSABLE David CIENFUEGOS SALGADO SUMARIO: I. La doctrina. II. La jurisprudencia. III. La doctrina en la jurisprudencia. El homenajear a un acadØmico tan apreciado como don Jorge FernÆndez Ruiz, maestro y amigo de numerosas generaciones, ofrece un espacio propicio para analizar cómo la academia, que incluye a profesores e in- vestigadores, se hace presente en la elaboración de los sistemas jurídicos y políticos. En particular, hablar sobre la influencia que tiene la doctrina en la jurisprudencia que emiten los órganos federales, y en general la influen- cia que se advierte en las resoluciones judiciales, es un tema de impor- tancia central para entender los mecanismos de integración y creación del derecho mexicano, por mÆs que se quiera soslayar la capacidad creado- ra de los juzgadores en el sistema jurídico nacional. La perspectiva que pretendemos ofrecer tiene por objeto resaltar la la- bor doctrinal que luego es retomada por los encargados de la labor juris- diccional, incorporÆndose los resultados de aquØlla en las argumentacio- nes que dan los juzgadores en cada una de sus decisiones. Para lograr tal objetivo permítaseme, siguiendo aquella divisa de dividir para vencer, frag- mentar estas reflexiones en tres partes, la primera referida a la doctrina, para, a continuación, en una segunda parte, ofrecer un acercamiento a la jurisprudencia mexicana y mostrar, luego, cómo Østa ha ido incorporando los aportes de la doctrina nacional (y tambiØn extranjera). I. LA DOCTRINA La primera idea que nos sirve de referencia, cuando hablamos de doctri- na tiene que ver con su carÆcter de fuente del derecho. Ello nos obliga a

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Derecho constitucional. Reflexiones acerca de una relacion indispensable

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    LA DOCTRINA Y LA JURISPRUDENCIA.REFLEXIONES ACERCA DE UNA RELACIN INDISPENSABLE

    David CIENFUEGOS SALGADO

    SUMARIO: I. La doctrina. II. La jurisprudencia. III. La doctrina en lajurisprudencia.

    El homenajear a un acadmico tan apreciado como don Jorge FernndezRuiz, maestro y amigo de numerosas generaciones, ofrece un espaciopropicio para analizar cmo la academia, que incluye a profesores e in-vestigadores, se hace presente en la elaboracin de los sistemas jurdicos ypolticos. En particular, hablar sobre la influencia que tiene la doctrina enla jurisprudencia que emiten los rganos federales, y en general la influen-cia que se advierte en las resoluciones judiciales, es un tema de impor-tancia central para entender los mecanismos de integracin y creacin delderecho mexicano, por ms que se quiera soslayar la capacidad creado-ra de los juzgadores en el sistema jurdico nacional.

    La perspectiva que pretendemos ofrecer tiene por objeto resaltar la la-bor doctrinal que luego es retomada por los encargados de la labor juris-diccional, incorporndose los resultados de aqulla en las argumentacio-nes que dan los juzgadores en cada una de sus decisiones. Para lograr talobjetivo permtaseme, siguiendo aquella divisa de dividir para vencer, frag-mentar estas reflexiones en tres partes, la primera referida a la doctrina,para, a continuacin, en una segunda parte, ofrecer un acercamiento a lajurisprudencia mexicana y mostrar, luego, cmo sta ha ido incorporandolos aportes de la doctrina nacional (y tambin extranjera).

    I. LA DOCTRINA

    La primera idea que nos sirve de referencia, cuando hablamos de doctri-na tiene que ver con su carcter de fuente del derecho. Ello nos obliga a

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    revisar los conceptos tradicionales de doctrina para entender a qu nosreferimos con este concepto. Adelantamos que hacemos caso omiso de laambigedad del concepto fuente del derecho, ya que en ocasiones dichotrmino se ha interpretado como origen del derecho, en otras como causasque generan el derecho, en otras como fundamento del derecho, y un largoetctera que no conviene traer a colacin.1

    Siguiendo a Lastra Lastra,2 encontramos que la doctrina:

    La constituyen los trabajos de investigacin, sistematizacin e interpreta-cin que llevan a cabo los jurisconsultos en sus obras. Tambin se da estenombre a los estudios de carcter cientfico que los juristas realizan acercadel derecho, ya sea con el propsito puramente terico de sistematizacinde sus preceptos, ya con la finalidad de interpretar sus normas y sealar lasreglas de su aplicacin.

    Julien Bonnecase menciona que es evidente que la doctrina se reduce aun aflujo de opiniones individuales, pero no por ello es menos importante.La define como el estado de las concepciones sobre el derecho y el con-junto de las soluciones positivas en la forma como las reflejan las obras deescritores de asuntos jurdicos.

    Estas concepciones doctrinales pueden transformarse en fuente formaldel derecho en virtud de una disposicin legislativa que le otorgue estecarcter. As, encontramos que gran parte de nuestra legislacin se ha nu-trido con la doctrina, tanto nacional como extranjera, de los grandes juris-tas, misma que puede verse reflejada en el articulado de los cdigos actua-les, en las diversas disciplinas jurdicas.

    En muchas ocasiones el propio juzgador, al interpretar y aplicar la ley,acude a la consulta no slo de los textos legales o de jurisprudencia, sinotambin a la enseanza por parte de los juristas.

    Puede advertirse en la relacin que hace el maestro universitario que efec-tivamente se reconoce la forma en que la doctrina impacta la legislacin y lajurisprudencia, sin que ello requiera de ningn juicio negativo o positivo.

    1 Sobre el tema pueden revisarse las obras de Aguil Regla, Joseph, Teora general delas fuentes del derecho (y del orden jurdico), Barcelona, Ariel, 2000; Otto, Ignacio de,Derecho constitucional. Sistema de fuentes, Barcelona, Ariel, 1987, y Vallet de Goyti-solo, Juan B., Estudios sobre fuentes del derecho y mtodo jurdico, Madrid, Montecorvo,1982.

    2 Lastra Lastra, Jos Manuel, Fundamentos de derecho, Mxico, McGraw-Hill, 1994,pp. 42 y 43.

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    En forma ms concreta se refiere Carlos Muoz a la doctrina al sealarque sta es fuente directa y mediata del derecho. Afirmando que se trata defuentes elaboradas por un intermediario o agente para fines cientficos y enorden al derecho; quedan incluidas en tal concepto, adems de la literaturajurdica en sentido estricto, las obras de tratadistas, comentaristas, sinteti-zadores privados, recopilaciones, repertorios, antologa de fuentes jurdi-cas, etctera.3

    El otro sector en el cual se manifiesta fuertemente la doctrina es el de laelaboracin de proyectos o, al menos, lineamientos para las normas cons-titucionales, legales o reglamentarias. Tratndose de los esfuerzos en ma-teria legislativa, uno puede observar cmo se va permeando la legislacinmexicana con los esfuerzos doctrinales, especialmente a travs de las pro-puestas legislativas o constitucionales. Y eso no es nada novedoso, ahtenemos como ejemplo preconstitucional en nuestro pas los mismos Ele-mentos constitucionales de Rayn, que son preludio de la Constitucin de1814, o el Nuevo Pacto social, propuesto a la Nacin Espaola (Guadala-jara, 1821), despus publicado como Contrato de asociacin para la Rep-blica de los Estados Unidos del Anhuac, por un ciudadano del estado deJalisco (Guadalajara, 1823).

    Pero si nos referimos a fechas ms recientes nadie podr objetar la im-portancia que para la legislacin mexicana civil han tenido, en su momen-to, el Anteproyecto de reformas y adiciones al libro cuarto, primera parte(obligaciones en general) del Cdigo Civil del Distrito Federal, de IgnacioGalindo Garfas, el Anteproyecto del Cdigo Civil para el Estado libre ysoberano de Puebla, de Jos Ma. Cajica, y ms recientemente el Antepro-yecto de Cdigo Procesal Civil Tipo para la Repblica Mexicana, editadopor el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.

    En el mbito familiar no pueden dejar de mencionarse, cortesa obliga,el Proyecto de Cdigo Familiar para el Estado de Sinaloa (1991) y el Pro-yecto de Cdigo Procesal Familiar para el Estado de Sinaloa (1992) deJos Luis Uras Morales, tarea que ha sido emulada ahora a nivel nacionalpor Julin Gitrn Fuentevilla, con dos de sus obras: Proyecto de CdigoFamiliar tipo para los Estados Unidos Mexicanos y el Proyecto de Cdi-go de Procedimientos Familiares tipo para los Estados Unidos Mexicanos,ambos publicados este ao.

    3 Muoz R., Carlos, Fundamentos para la teora general del derecho, Mxico, Plazay Valds, 1996, pp. 69 y 70.

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    En el mbito penal tenemos el ejercicio acadmico, de amplio vuelo,llevado a cabo por Victoria Adato Green, Sergio Garca Ramrez y OlgaIslas de Gonzlez Mariscal al elaborar el Cdigo Penal y el Cdigo deProcedimientos Penales modelo (2004) de reciente aparicin. As como,por citar un ejemplo a nivel local, la obra veracruzana Lineamientos gene-rales para una legislacin tutelar de menores, de Aureliano HernndezPalacios.

    En el mbito constitucional, donde es posible encontrar ms ejemplos,tenemos el Proyecto de reformas y adiciones a la Constitucin federal de1917, dirigido por Ignacio Burgoa Orihuela en 1974. En fechas recientes(1996), Jaime Crdenas Gracia hizo una importante aportacin a la discu-sin doctrinal con su obra Una constitucin para la democracia. Propues-tas para un nuevo orden constitucional. Por supuesto, ah no se agota todo,ms recientemente, apenas el ao pasado, Rafael Covarrubias Flores y Josde Jess Covarrubias Dueas, hicieron una propuesta interesantsima ensu obra Valores y principios del pueblo mexicano. Constitucin poltica deMxico (propuesta).

    Esto es apenas una muestra pequea, pequesima de cmo la doctrinaimpacta la legislacin mexicana, a travs de la elaboracin de propuestasespecficas para la reforma constitucional y legal.

    Y esto es real, de ello dar cuenta, a futuro, sea a corto, mediano o largoplazo, la propuesta que hace algunos aos realiz Jorge Romero Zazueta,entonces presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Sinaloa,para la creacin de cortes estatales.4 Su aporte doctrinal sonaba, y siguehacindolo en muchos aspectos, a utopa, a sueos de un federalista inco-rregible, o quiz a simple anhelo de un juez local. Pero, dmosle tiempo altiempo, y quiz nos toque ver esa propuesta doctrinal como una realidaddel sistema jurdico mexicano.

    Por supuesto, esto no ocurre slo en el caso del derecho mexicano, sivemos en el mbito internacional encontraremos que se reconoce el pa-pel de la doctrina en la formacin de la jurisprudencia internacional. As,el Tribunal Internacional de Justicia, en el artculo 38 de su ordenamiento,reconoce a la doctrina de los publicistas de mayor competencia de las dis-tintas naciones como medio auxiliar para la determinacin de las reglas del

    4 Romero Zazueta, Jorge, Creacin de cortes estatales, ABZ. Informacin y anlisisjurdicos, Morelia, nm. 127, enero de 2001, pp. 18-21.

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    derecho. De ah que se afirme que es notoria la importancia, as sea comofuente indirecta, de los trabajos y estudios doctrinales tanto individualescomo de los organismos e instituciones dedicados al derecho, mxime quealgunas de las resoluciones o acuerdos elaborados por las Naciones Uni-das han sido consecuencia inmediata de conclusiones adoptadas en con-gresos o reuniones internacionales de carcter no gubernamental o de estu-dios realizados por eminentes juristas.

    En la jurisprudencia tambin encontramos una influencia de las corrien-tes del pensamiento jurdico, pero de ello se dar cuenta ms adelante.

    II. LA JURISPRUDENCIA

    Dentro de esta exposicin, el otro tema que conviene traer a colacin esel de la jurisprudencia, cuya sola mencin a muchos de nosotros evocainmediatamente los discos del IUS 2003 que publica la Suprema Corte deJusticia y que recopila el acervo jurisprudencial desde 1917, y ahora incor-pora informes de labores, anexos estadsticos y semblanzas biogrficas dequienes han ocupado el cargo de ministro de la Corte entre 1917 y 1994.

    El concepto de jurisprudencia es bastante ambiguo, de ello da cuentaAlejandro Nieto al sealar:

    En Alemania y en los pases anglosajones se entiende por jurisprudencia ala ciencia del derecho, de acuerdo con la vieja tradicin romana, que seconserv en todo el continente hasta bien avanzado el siglo XVIII. De estaforma el opsculo de von Kirchmann, bien conocido entre nosotros porhaber sido traducido repetidas veces, titulado La jurisprudencia no es cien-cia debe entenderse como la ciencia del derecho no es ciencia. En Espa-a, sin embargo, ha terminado imponindose una segunda acepcin parasignificar ahora generalmente repertorio de resoluciones judiciales. La ju-risprudencia del Tribunal Supremo o de la Audiencia provincial de Segoviaes la suma o conjunto de las resoluciones dictadas por estos Tribunales; y lajurisprudencia, a secas, sera la suma o conjunto de las resoluciones dicta-das por los rganos del Poder Judicial.5

    5 Nieto, Alejandro, Valor legal y alcance real de la jurisprudencia, Teora y reali-dad constitucional, Madrid, nms. 8-9, 2o. semestre 2001-1er. semestre de 2002, p. 102.

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    Por qu traemos a colacin la referencia al caso espaol? Porque, comoalerta Nieto, en Espaa ha dado en elaborarse una nueva expresin, la dedoctrina jurisprudencial, expresin en la cual se renen los dos conceptossobre los que gira esta exposicin: doctrina y jurisprudencia. AlejandroNieto seala que la doctrina jurisprudencial consiste en una proposicinjurdica afirmada en una o varias sentencias. Nosotros queremos destacarque este giro lingstico no es comn en la literatura mexicana, pero con-viene citarlo para no crear equvocos.

    En el sistema jurdico mexicano, la connotacin que tiene el vocablojurisprudencia es diversa.6 De nuevo siguiendo a Lastra Lastra hemos demencionar que la jurisprudencia:

    Fue entendida en el derecho romano como ciencia del derecho, inclusive estetrmino ha sido utilizado a lo largo del tiempo, todava hasta el siglo pasadoy parte del presente, para identificar a los centros de estudio del derecho, estoes, a las escuelas o facultades, con el nombre de jurisprudencia.

    En la actualidad, el vocablo tiene otra connotacin; se aplica al con-tenido de las decisiones de los tribunales, pronunciadas en igual senti-do, al resolver cuestiones semejantes. Tambin se define como el cri-terio de interpretacin judicial de las normas jurdicas de un Estado,que prevalece en las resoluciones de un tribunal supremo o de variostribunales superiores.

    Por jurisprudencia no debe entenderse cualquier aplicacin del derechoen forma aislada, sino la repetida y constante, uniforme, coherente, de talmodo que revele un criterio o pauta general, de aplicar las normas jurdi-cas. La jurisprudencia se inspira en el propsito de obtener una interpreta-cin uniforme del derecho en los casos que la realidad presenta a los jue-ces. Por tal motivo, pensamos que el rgano que la expida debe ser nico, siqueremos o pretendemos darle el carcter de autntica obligatoriedad y nopermitir la variedad de rganos capaces para producirla como hasta aho-ra se ha hecho en Mxico, pues va en contra del mismo fin que la juris-prudencia se propone, reflejado por el conjunto de soluciones que, en unamateria determinada, se encuentran consagradas por las decisiones de lostribunales. Pues uno de los objetivos de la jurisprudencia consiste en de-signar el conjunto de principios y doctrinas contenidas en las decisionesde los tribunales.

    6 Puede consultarse: Acosta Romero, Miguel y Alfonso Prez Fonseca, Derecho ju-risprudencial mexicano, Mxico, Porra, 1998.

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    En el caso de nuestro pas, la Constitucin establece en el artculo 94que la ley fijar los trminos en que sea obligatoria la jurisprudencia queestablezcan los tribunales del Poder Judicial de la Federacin, sobre inter-pretacin de la Constitucin, leyes y reglamentos federales o locales y tra-tados internacionales celebrados por el Estado mexicano, as como los re-quisitos para su interrupcin o modificacin.

    Para desarrollar el contenido de este artculo constitucional, la Ley deAmparo dedica diversos numerales. As, en el artculo 192 de dicha leyreglamentaria encontramos la indicacin de que la jurisprudencia que esta-blezca la Suprema Corte de Justicia de la Nacin, sea que funcione enPleno o lo haga en Salas, es obligatoria para stas tratndose de la quedecrete el Pleno, y adems para los tribunales unitarios y colegiados decircuito, los juzgados de distrito, los tribunales militares y judiciales delorden comn de los entidades federativas, as como los tribunales adminis-trativos y del trabajo, sean locales o federales.

    Conforme al mismo dispositivo legal, tales resoluciones constituirnjurisprudencia siempre que lo resuelto en ella se sustente en cinco senten-cias ejecutorias no interrumpidas por otra en contrario, y que hayan sidoaprobadas por lo menos por ocho ministros, si se trata de jurisprudenciadel Pleno, o por cuatro ministros, en los casos de jurisprudencia de lasSalas. Tambin constituyen jurisprudencias las resoluciones que dilucidenlas contradicciones de tesis de Salas y de Tribunales Colegiados. Aqu sehacen palpables dos sistemas de creacin de jurisprudencia: por reitera-cin y por contradiccin.

    En relacin con la jurisprudencia de los tribunales colegiados, es elartculo 193 de la misma Ley de Amparo, la que establece que la juris-prudencia que establezca cada uno de los tribunales colegiados de circui-to es considerada obligatoria para los tribunales unitarios, los juzgadosde distrito, los tribunales militares y judiciales del fuero comn de lasentidades federativas, y los tribunales administrativos y del trabajo, seanlocales o federales.

    El procedimiento que recoge dicho artculo resulta similar al que secontempla para la Suprema Corte, pues se establece que las resolucionesde los tribunales colegiados de circuito constituirn jurisprudencia siem-pre que lo resuelto en ellas se sustente en cinco sentencias no interrumpi-das por otra en contrario, y que hayan sido aprobadas por unanimidad devotos de los magistrados que integren cada tribunal colegiado. Tenemos

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    as la exigencia de la reiteracin, que se debe completar con la unanimidadde opinin de los juzgadores.

    Por su parte, el artculo 194 establece algunos lineamientos generalesen materia de jurisprudencia. El primer prrafo seala que la jurispruden-cia se interrumpe dejando de tener carcter obligatorio, siempre que sepronuncie ejecutoria en contrario por ocho ministros, si se trata de la sus-tentada por el pleno; por cuatro, si es de una sala, y por unanimidad devotos tratndose de la de un Tribunal Colegiado de Circuito.

    Sin embargo, esta interrupcin se encuentra sujeta al contenido del se-gundo prrafo de este artculo 194, que establece que en la ejecutoria res-pectiva debern expresarse las razones en que se apoye la interrupcin, lascuales se referirn a las que se tuvieron en consideracin para establecer lajurisprudencia relativa. A continuacin, en el tercer prrafo del artcu-lo 194, se menciona que para la modificacin de la jurisprudencia se ob-servarn las mismas reglas establecidas por esta Ley, para su formacin.

    Estas disposiciones dan cuenta de la importancia que tiene la jurispru-dencia en el sistema jurdico mexicano, y en especial la que dicta la Supre-ma Corte de Justicia de la Nacin. La misma Corte contribuy al acervoacadmico al emitir diversas jurisprudencias sobre la jurisprudencia, enlas cuales estableca:

    Jurisprudencia. La jurisprudencia no es una ley, sino la interpretacin deella, judicialmente adoptada.7

    Jurisprudencia, naturaleza. La jurisprudencia, en el fondo, consiste en lainterpretacin correcta y vlida de la ley que necesariamente se tiene quehacer al aplicar sta.8

    Interpretacin y jurisprudencia. Interpretar la ley es desentraar su sentidoy por ello la jurisprudencia es una forma de interpretacin judicial, la demayor importancia, que tiene fuerza obligatoria segn lo determinan losartculos 193 y 193 bis de la Ley de Amparo reformada en vigor, segn setrate de jurisprudencia establecida por la Suprema Corte de Justicia funcio-nando en Pleno o a travs de sus Salas. En sntesis: la jurisprudencia es laobligatoria interpretacin y determinacin del sentido de la ley, debiendo

    7 SJF6, Primera Sala, t. XLIX, Segunda parte, p. 60. Amparo directo 6822/60. JuanVzquez Cohen. 7 de julio de 1961. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Alberto R.Vela.

    8 SJF6, Primera Sala, t. XLIV, Segunda Parte, p. 86. Amparo directo 7971/60. Jos G.Romo. 20 de febrero de 1961. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Manuel Rivera Silva.

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    acatarse, la que se encuentra vigente en el momento de aplicar aquella a loscasos concretos, resulta absurdo pretender que en el periodo de validez deuna cierta jurisprudencia se juzguen algunos casos con interpretaciones yasuperadas y modificadas por ella que es la nica aplicable.9

    Retomando el hilo de la exposicin conviene adelantar que la jurispru-dencia, es decir, las resoluciones de los rganos jurisdiccionales mexica-nos, no ha sido inmune a la influencia de la doctrina, misma que se hareflejado de muchas maneras como veremos a continuacin.

    III. LA DOCTRINA EN LA JURISPRUDENCIA

    La judicatura ha encontrado siempre ocasin propicia de incluir en susdecisiones las voces de las doctrinas nacional y extranjera.

    La revisin de las tesis sostenidas por los rganos del Poder Judicial dela Federacin dan cuenta de ello y hacen evidente el profesionalismo y lasapiencia de quienes han ejercido la funcin judicial, puesto que encontra-mos numerosos ejemplos en los cuales se alude y remite a la doctrina parafundar una interpretacin. Valgan como ejemplos los siguientes:

    1. En la quinta poca de la Suprema Corte encontramos en 1932, esdecir, cuando el pas apenas estaba conociendo las bondades de la pazinterna, una decisin de la Tercera Sala cuyo contenido habla por s solodel tema que nos ocupa:

    SUCESIN DE EXTRANJEROS. La disposicin contenida en el artculo 3286 delCdigo Civil del Distrito Federal, a la que, como a todas las concernientesa extranjeros, le dio el carcter de federal, la Ley de Extranjera de 28 demayo de 1886, dice: Los extranjeros que testen en el Distrito y en la Cali-fornia pueden escoger la ley de su patria o la mexicana, respecto de lassolemnidades extranjeras, debern sujetarse a los preceptos de este cdi-go. La capacidad del testador para otorgar su ltima voluntad, pertenece alas solemnidades internas del acto, por lo que puede elegir entre la ley mexi-cana y la extranjera; pero hay que advertir que no constando que el testadorhaya hecho manifestacin expresa en contra de este punto, basta esto para

    9 SJF6, Primera Sala, t. XLIX, Segunda parte, p. 58. Amparo directo 2349/61. MiguelYapor Faras. 24 de julio de 1961. Unanimidad de cuatro votos. Ponente: Juan JosGonzlez Bustamante.

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    que se aplique la ley mexicana, y por otra parte, por lo que respecta ainmuebles, no le sera permitido al testador elegir su estatuto personal, dadoque el artculo 13 de dicho Cdigo Civil manda que por lo que se refiere abienes inmuebles, rijan las leyes mexicanas, aunque sean posedos por ex-tranjeros. El licenciado Agustn Verdugo, tocante a la aplicacin del esta-tuto real, en materia de sucesiones, se expresa como sigue, en su obra deDerecho civil, t. I, p. 107: Tratndose de la aplicacin del estatuto real,surge la importantsima cuestin, de si la sucesin, sea por testamento, seaab-intestato, debe regirse por el estatuto personal, o por el real. Diver-samente lo han resuelto los autores y la jurisprudencia. Considermoslanosotros bajo el doble punto de vista a que se presta, o se trata de sucesinen bienes inmuebles o en muebles. La regla tradicional que ha inspirado alos legisladores modernos, est por el estatuto real. As, dice Boullenois:En materia de sucesin es necesario seguir la ley de la situacin de losbienes, para determinar quines deben suceder, en qu bienes y por quporciones. (Trait de la personalit et de la legalit des lois, t. II, p. 383).Nuestro Cdigo Civil, lo mismo que el francs, por lo que mira a la suje-cin, al tratar de inmuebles en el artculo 13, no hace distincin ningunaentre nacionales y extranjeros; slo habla de estos bienes, declarando enlos trminos ms absolutos, que en todo lo que a ellos se refiere, rige la leydel lugar donde estn situados. En consecuencia, no es posible siquiera laduda, siendo nuestra legislacin tan positiva sobre este punto respecto alestatuto real. Tratando de justificar la doctrina tradicional, dice Dmolombe:Qu es lo que la ley sobre las sucesiones tiene por objeto? El objetoinmediato y esencial del legislador son los bienes y su transmisin, luego elestatuto es real. La cuestin se ha presentado en Mxico, no slo con mo-tivo de extranjeros, sino tambin de nacionales que han hecho testamentoen otro estado de la Repblica, distinto de aquel en que los inmuebles estnsituados; y en uno y en otro casos, ha sido decidida en favor del estatutoreal o de la regla lex loci rei citos, no obstante la vigencia, en el lugar delotorgamiento del testamento, de leyes particulares que disponan algo con-trario a la ley del lugar de la ubicacin de los inmuebles. La interesanteopinin del licenciado don Jos Algara, que fue ilustre profesor del dere-cho internacional privado, en la escuela de leyes de esta capital y subsecre-tario de relaciones, coincide con la anterior, como es de verse en el Anuariode legislacin, ao de 1893, seccin de estudios de derecho. Y para que sevea con perfecta claridad que el espritu de nuestra legislacin ha sido el deaplicar la ley nacional con preferencia a la extranjera, en casos de dudasuscitados por las doctrinas de los diversos autores que han escrito sobre lamateria, sosteniendo varios de ellos, la aplicabilidad del estatuto personalcuando se trata de sucesiones, lanse lo que disponen los artculos 12, 13,

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    14 y 15 del Cdigo Civil de 1928. Estas disposiciones dan predominio ab-soluto real, aun tratndose de muebles, y casi hacen desaparecer el estatutopersonal para todos los actos.10

    En sntesis, al ocuparse de interpretar el artculo 3286 del Cdigo Civildel Distrito Federal, la entonces existente Tercera Sala de la Suprema Cor-te cita entre otros a Agustn Verdugo (Derecho civil, t. I, p. 107); aBoullenois (Trait de la personalit et de la legalit des lois, t. II, p. 383),a Dmolombe, a Jos Algara (Anuario de Legislacin, 1893, seccin deestudios de derecho). Doctrina por doquier en la decisin mencionada.

    2. Otro ejemplo:

    BIENES CONYUGALES, LEYES DEL DOMICILIO DEL MARIDO. La solucin ms acep-tada en materia de rgimen legal de los bienes de los cnyuges, a falta decapitulaciones matrimoniales, es la de que la ley aplicable es la del domici-lio del marido, abstraccin hecha de la del lugar de la celebracin, J. P.Niboyet, tratadista francs de derecho internacional privado, despus deestablecer que desde el punto de vista internacional, algunas jurispruden-cias (como la francesa, por ejemplo), establecen la consecuencia siguiente:puesto que el rgimen legal es un rgimen convencional tcito, es precisoque conserve, lo mismo que establece para los contratos en general, el mis-mo carcter en el espacio, investigando a qu ley han tenido intencin desometerse, de hecho, ambos cnyuges, critica duramente ese sistema, di-ciendo que no es admisible, pues no se justifica ni terica ni prcticamente,y acaba por reconocer que la mayora de los autores, entre los que se en-cuentran Dumoulin, Bounier, Froland, Boullenois, Burjon, Bacquet ySavigny, admiten la competencia de la ley del domicilio del marido, pararegir la situacin de los bienes de los cnyuges, siendo dicho domicilio elque tuviese el marido al tiempo de contraer el matrimonio. Esta solucin hasido aceptada por la Suprema Corte, como puede verse en la pgina 647 delSuplemento de 1933 al Semanario Judicial de la Federacin, en esta parte:Los principios de derecho internacional ensean que el rgimen matrimo-nial de los esposos, en cuanto concierne a sus bienes, est sujeto a las leyesdel domicilio del marido, en el momento en que se celebr el matrimonio,

    10 Informe 1932, Mxico, Suprema Corte de Justicia de la Nacin, 1932, p. 328. Am-paro directo 2901/29. Morn Teodoro, sucesin de 20 de septiembre de 1932. La publica-cin no menciona el sentido de la votacin, ni el nombre del ponente.

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    y esos principios estn contenidos en los artculos 12, 13 y 14 del CdigoCivil citado, sin que pueda estimarse que el segundo de dichos preceptos,que se refiere a inmuebles, establezca una excepcin a los expresados prin-cipios, en virtud de que el mismo alude a lo que se relaciona con el rgimenjurdico de tales bienes y no a resoluciones de carcter contractual comoson las que conciernen al rgimen econmico del matrimonio.11

    De nueva cuenta la alusin a la doctrina extranjera se constituye enparte central de una tesis que resume la decisin adoptada por la SegundaSala de la Suprema Corte de Justicia en 1942.

    3. Un ejemplo ms:

    DIVORCIO, CAR`CTER LIMITATIVO DE LAS CAUSALES DE. En el derecho mexica-no prevalece el principio del divorcio por causas legalmente determinadas,lo que responde a la tradicin jurdica. Es as que refirindose a la simpleseparacin de cuerpos, situacin que no iguala en gravedad a la que seorigina con la ruptura del vnculo matrimonial, don Agustn Verdugo ad-verta que no cabe pues en esta materia juzgar por analoga ... porquesiendo la regla la indisolubilidad ... resulta ser sta (la separacin de cuer-pos) una excepcin que no debe aplicarse ... a caso alguno que no estexpresamente especificado en la ley. Esta doctrina es conforme a la normaconsignada en el artculo 11 del Cdigo Civil vigente en el Distrito Federal,y es adems la nica compatible con nuestro rgimen constitucional, yaque a menos de extralimitarse en el ejercicio de sus funciones, no puedenlos tribunales estatuir causa alguna de divorcio, por estar esta tarea reserva-da al Legislativo. En consecuencia, debe estimarse que la enumeracin delcaptulo X, ttulo V, libro primario del Cdigo Civil, es rigurosamentelimitativa, y la misma observacin cabe con respecto a las causales de di-vorcio all previstas.12

    11 SJF5, Segunda Sala, t. LXXII, p. 1164. Amparo administrativo en revisin 7163/41. Ramrez viuda de Del Cojo Cristina. 15 de abril de 1942. Unanimidad de cuatro votos.Ausente: Octavio Mendoza Gonzlez. Relator: Gabino Fraga.

    12 SJF5, Tercera Sala, t. LXXXIV, p. 1074. Amparo civil directo 7579/44. Vizcarrade Santoyo Rosario. 25 de abril de 1945. Mayora de tres votos. El ministro VicenteSantos Guajardo no intervino en la votacin de este asunto por las razones que constan enel acta del da. Disidente: Hilario Medina. La publicacin no menciona el nombre delponente.

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    Una vez ms asistimos a la circunstancia de que la doctrina sirve parareforzar el argumento sostenido por la Sala Civil de la Suprema Corte en1945.

    4. La revisin de algunos criterios de la sexta poca de este tribunal nosarroja similares resultados. As, por ejemplo:

    OBLIGACIONES INDIVISIBLES. En un contrato bilateral en que por ende las obli-gaciones son recprocas y en que una de ellas es indivisible por su naturale-za, la otra a cargo del cocontratante debe considerarse tambin indivisible,aunque naturalmente sea divisible. En la especie una de las partes contratlos servicios profesionales de dos abogados para que lo patrocinaran en unjuicio, pero sin que en dicho contrato se expresara qu partes o estadiosdel juicio deban llevar cada uno de stos; es decir, ambos profesionistascontrajeron la obligacin de patrocinar al cliente hasta la conclusin delpleito. La responsable deduce que siendo indivisible la obligacin de losabogados qued tambin indivisible desde el origen la obligacin del pa-trocinado de pagar los honorarios. Por tanto, si como en el caso sucede, elcliente cubri la retribucin pactada a uno de los profesionistas, ese pagoes vlido y lo libera de la obligacin de pagar al otro. El argumento de lasentenciadora est de acuerdo con toda nuestra tradicin jurdica comoa continuacin se ve: as Antonio Gmez en el siglo XVI trat en las variasresoluciones en el captulo X De los Contratos, sus Obligaciones y Efec-tos Indivisibles. Y en el resumen que de la obra hizo el jurisconsulto JosMarcos Gutirrez en el siglo XVIII dijo: para conclusin de este captulose har mencin de algunos actos individuos cuya cualidad deduce el autor(Antonio Gmez) de la doctrina que trae en el citado nmero veinticinco.La obligacin de dar algn dinero para cierto hecho que cuando se prometeo se lega a fin de que se haga alguna obra, es individua del mismo modoque el hecho por cuyo respecto se prometi o leg el dinero, y por tantomuriendo el deudor cualquiera de sus herederos se halla obligado in solidum;bien que aqul que pague podr repetir de los dems las partes correspon-dientes. Aqu el profesor Jos Marcos Gutirrez se est refiriendo a lasiguiente doctrina de Gmez: Tertio infero, quid si promissio vel obligatiopecunia ordinetor ad factum, ut quia promittatur vel legetur pro ali quo velopere faciendo, ipsa obligatio pecuniae circut ipsumet factum pespectu cujuspromissa vel lega fuit (En tercer lugar concluy que si la promesa o laobligacin de dinero se ordenare a un hecho como que se prometiera olegara por razn de algn hecho de alguna obra por ejecutar, dicha obliga-cin pecuniaria ser indivisible de la misma manera que el hecho respecto

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    del cual fue prometido o legado). Cita Antonio Gmez un rescripto delemperador Marco Aurelio cuyas palabras son: si in opere civitatis faciendoa liquid relictum sit anumquemque haeredem in solidum teneri, divusMarcus et Lucius vero rescripsisserunt (in I. fideicomissa prrafo: si inopere ff. de legatis. 3) (Si se legara algo para ejecutar una obra de la ciudad,cualquiera de los herederos queda obligado in solidum). Debe advertirseque la legislacin francesa y las que la han seguido se inspiraron en lasdoctrinas de Dimoulin que escribi en el siglo XVI al mismo tiempo queAntonio Gmez y ambos se inspiraron en las doctrinas de Bartolo aunquecon ms independencia Gmez que el francs. Esta opinin de Gmez se-gn vimos es aceptada en el siglo XVIII y hoy es aceptada por la doctrinams autorizada. As Planiol habla de la indivisibilidad implcita (Tratadoelemental, t. II, nm. 1904, edicin 1947, citando a Dimoulin): la indivisi-bilidad puede resultar indirectamente de una circunstancia particular no exnatura vel forma ipsius rei sed ad jectione alterius circunstanciaeindividuitatis (Dimoulin, III, 58). La principal de estas circunstancias es elfin que persiguen las partes cuando una cosa divisible se promete para eje-cutar otra que es indivisible. Se pona antiguamente como ejemplo el prs-tamo suscrito por un deudor para liberarse de la accin corporal. La mis-ma solucin ha consagrado la jurisprudencia francesa y la doctrina comopuede verse en el Cdigo Civil francs anotado con doctrina y jurispruden-cia del repertorio Dalloz por De Griolet y Verge, t. III, artculo 1221, nm.71 que presenta ejemplos de cmo, por el fin que se proponan los contra-tantes, la deuda no puede pagarse parcialmente como es la obligacin depagar una suma para construir un hospicio, un mercado, liberacin de laprisin, y cita como doctrina a Pothier, Obligaciones nm. 315, Loronbiere,Demolombe, Planiol, Baudry Lacantinerie. Los italianos a estas indivisibi-lidades las llaman subjetivas y dice Rafael Cicala en su monografa: Con-cetto divisibilita e di indivisibilita dell obligazione, Npoles, 1953, p. 174,nota: Especific tambin que para tenerse la indivisibilidad subjetiva noes necesario una manifestacin expresa de voluntad pues la indivisibilidadpuede resultar tcitamente del fin particular que se quiere alcanzar median-te el cumplimiento de la obligacin y que no sera posible realizar medianteuna prestacin parcial. Refiere como ejemplo la promesa de mutuo de dine-ro necesario para pagar la deuda y evitar el remate; la venta de una zona deterreno objetivamente divisible sobre la cual se deba de construir un edifi-cio. La venta de maderamen para levantar una casa.13

    13 SJF6, Tercera Sala, t. XLVI, Cuarta parte, p. 84. Amparo directo 1956/60. AlfonsoRodrguez Valencia. 21 de abril de 1961. Unanimidad de cuatro votos. Ausente: AlbertoR. Vela. Ponente: Gabriel Garca Rojas.

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    En esta tesis, que ms que interpretacin parece un alarde de erudicincivilista, se hace palpable el conocimiento de la doctrina extranjera porparte de los redactores de la tesis, y, consecuentemente, de la decisin queargument con base en dichas doctrinas.

    5. En materia de derecho constitucional mexicano convendra sealarque existen decisiones en las que el mximo tribunal se ocup de mencio-nar a Emilio Rabasa y su obra sobre el juicio constitucional.14 Una de lastesis, cuya trascripcin se dificulta por su notable extensin, establece enlo conducente:

    tal teora no es contraria al artculo 14 constitucional, en relacin con el16, puesto que cualquier acto administrativo que pueda afectar las propie-dades, persona o derechos de un individuo, no puede dictarse sin orselepreviamente en defensa y sin exacta sujecin a los mandamientos de lasleyes aplicables al caso; pero eso no significa que sea necesaria la tramita-cin de un juicio, ya que esto sera contrario a las nociones ms elementa-les de derecho constitucional (vase el juicio constitucional de don EmilioRabasa);15 pero aun cuando el procedimiento de que se trata, fuese contra-rio a las garantas consignadas en los citados artculos 14 y 16

    6. Lo mismo ocurre con Ignacio Vallarta, quien es citado en numerosastesis de la Suprema Corte, por ejemplo:

    OFENDIDO, ES TERCER PERJUDICADO EN EL AMPARO INTERPUESTO CONTRA LA OR-DEN DE APREHENSIN. Es verdad que la Primera Sala de la Suprema Corte, alinterpretar el artculo 5o., fraccin III, inciso b, de la Ley de Amparo, queestatuye que pueden intervenir como terceros perjudicados, el ofendido olas personas que, conforme a la ley, tengan derecho a la reparacin deldao o a exigir la responsabilidad civil proveniente de la comisin de undelito, en su caso, en los juicios de amparo promovidos contra actos judi-ciales del orden penal, siempre que stos afecten dicha reparacin o res-ponsabilidad civil, ha sustentado tesis jurisprudencial en el sentido de que,legalmente, debe entenderse que el derecho a la reparacin del dao o a

    14 SJF5, Segunda Sala, t. XLII, p. 3216. La tesis en comento, de rubro Nacionaliza-cin de bienes.

    15 Se refieren sin duda a El artculo 14 y el juicio constitucional: origen, teora yextensin.

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    exigir la responsabilidad civil, solamente se afectan cuando el acto recla-mado en el amparo, consiste en alguna resolucin dictada a propsito de lareparacin o responsabilidad civil mencionadas, pero no tratndose del autode formal prisin, que no toca para nada tales materias; pero tambin lo esque ya se ha dicho que esa tesis jurisprudencial debe modificarse y en losucesivo establecerse, que el auto de formal prisin no slo afecta la liber-tad personal del agraviado sino, adems, los intereses patrimoniales delofendido, por lo que ste tiene derecho de ser considerado como terceroperjudicado en el juicio de garantas respectivo. La conclusin que antece-de, encuentra su apoyo y justificacin en la alta autoridad de Vallarta,quien al respecto establece: as es tambin en mi concepto injusto,inicuo, que en el amparo se niegue la audiencia a quien tenga inters legti-mo en contradecirle; al acusador en los negocios criminales, al acreedor otercer interesado en los negocios civiles. El que persigue a un acusado ejer-citando una accin legtima, tiene ese derecho no slo en el juicio criminal,sino en todos aquellos en que se trate de dejar sin efecto esa accin, comosucede en el amparo. (Ignacio L. Vallarta. El juicio de amparo y el Writof Habeas Corpus, pp. 161 y 162). Y el anterior criterio es aplicable tra-tndose de la orden de aprehensin reclamada en amparo, aunque se re-fiere a amparos en que se reclama el auto de formal prisin, pues unaorden de aprehensin, no slo afecta la libertad personal de los agraviados,sino, adems, los intereses patrimoniales de la parte ofendida, y de noreconocrsele su personalidad de tercera perjudicada, se violara el artcu-lo 14 de la Constitucin federal, ya que se le privara del derecho de seroda y vencida en el juicio. Por tanto, el auto del Juez de Distrito que notuvo a la parte ofendida como tercera perjudicada en el juicio de garantas,promovido contra la orden de aprehensin y el auto de formal prisin, no escorrecta.16

    7. Tambin Pallares ha sido citado:

    GARANTAS INDIVIDUALES, ATAQUES A LAS. El derecho constitucional mexica-no se desarroll, al principio, en un cuadro individualista, para proteger lasgarantas individuales, estableciendo medios preventivos, represivos y re-paradores, y por ltimo el juicio de amparo como medio tpico y reparadorpor excelencia; pero no puede sostenerse que las leyes secundarias que, en

    16 SJF5, Primera Sala, t. XCV, p. 987. Queja en amparo penal 625/47. Corona deMarquez Rosaura. 9 de febrero de 1948. Mayora de tres votos. Ausente: Carlos L. `nge-les. Disidente: Jos Rebolledo. La publicacin no menciona el nombre del ponente.

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    cumplimiento de los preceptos constitucionales, reglamenten y fortalezcanslo los derechos del hombre, no pueden dictarse por los estados, pues encaso contrario, no se explicara que las legislaturas locales dictasen cdi-gos penales, civiles y de procedimientos, en ambas materias, todos los cua-les tienen como fundamento los derechos establecidos en la Constitucinfederal. As lo han entendido jurisconsultos tan ilustres como Vallarta yPallares, el primero de los cuales en uno de sus votos, dice: es de la exclu-siva competencia del Congreso de la Unin, expedir las leyes orgnicas detodos los artculos constitucionales, pero como el artculo 117 de la Cons-titucin, reserva a los estados las facultades que en aqullas no estn expre-samente concedidas a los poderes federales, la consecuencia es que el Con-greso de la Unin, puede y debe legislar expidiendo las citadas leyesorgnicas, para el Distrito y Territorios de la Baja California, pero sin queesas leyes sean obligatorias para los estados. El mismo Congreso puede ydebe legislar para toda la Repblica, expidiendo l exclusivamente, las le-yes secundarias de aquellos artculos que versen sobre materia federal, re-servada por texto expreso de la Constitucin, a los funcionarios federales.Los estados, a su vez, pueden legislar sobre toda materia que no sea fede-ral, respetando las leyes del Congreso, en las que lo fueren. La materia decada artculo constitucional es la regla que decide la competencia exclusivao concurrente de la Federacin y los estados, en estos puntos, de lo contra-rio, la consecuencia lgica sera la negacin del sistema federal. Siendo lamayor parte de los delitos ataques a las garantas individuales, de aceptarla exclusividad legisladora del Congreso federal, ningn estado podra ex-pedir ya cdigos penales ni castigar el homicidio, las heridas, el plagio,etctera. Si se negara tal facultad a los estados, para atribuirlo a la Federa-cin, habra que aceptar consecuencias por completo absurdas, puesto queel Congreso Federal sera quien determinara los das y horas de despachoen los tribunales; los requisitos de la fianza carcelera; los que ha de conte-ner el auto de formal prisin; los reglamentos de crceles para que en ellasno se cobre gabela o contribucin alguna, etctera. El licenciado Pallaresdice por su parte: nuestra Constitucin no ha dado al Congreso, sino a losTribunales Federales, la facultad de proteger las garantas individuales, yslo por medio de procedimientos jurdicos, esto es, judiciales, de carcterparticular, sin hacer declaraciones generales, para que sus actos no tuvierenel carcter legislativo sino judicial. De lo anteriormente expuesto, se des-prende que el conocimiento del delito de ataque a las garantas individua-les, no corresponde a los Tribunales Federales, sin que obste que se trata deun delito previsto por el Cdigo del Distrito, que debe considerarse comola ley federal, porque entonces se tendra que aceptar que todos los delitos

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    son de la competencia de los Tribunales Federales, puesto que siempre en-gendran violaciones a las garantas constitucionales.17

    8. Sigue la mata dando, pues la Suprema Corte ha ido ms all al sealarla autoridad de otros tratadistas, aunque sin mencionarlos en la tesis, porejemplo:

    AUTORIDAD, CAR`CTER DE, PARA LOS EFECTOS DEL AMPARO. En derecho pbli-co, se entiende por autoridad, a un rgano del Estado, investido legalmentede la facultad de decisin y del poder de mando necesario para imponer alos particulares sus propias determinaciones, o las que emanen de algnotro rgano del mismo Estado; pero tratndose del juicio de amparo, nodebe examinarse este concepto con el criterio antes expresado, en cuantodeba exigirse la atribucin legal de las facultades correspondientes comoindispensables para que un funcionario, agente o empleado, pueda ser con-siderado como autoridad, ya que de tenerse como necesaria esta circuns-tancia, se llegara a la conclusin absurda de que el amparo no procedecuando un rgano del Estado obra fuera de su competencia legal, en perjui-cio de los particulares, siendo, estos casos, indudablemente, los que requie-ren ms frecuentemente, y con ms imperiosa necesidad, la intervencin dela justicia federal. As lo ha entendido la Suprema Corte en la ejecutoriadictada en el amparo del seor Marcolfo F. Torres, en la que textualmentese dice: En efecto, al decir la Constitucin General de la Repblica, que elamparo procede por leyes o actos de autoridades que violen las garantasindividuales, no significa, en manera alguna, que por autoridades deba en-tenderse, para los efectos del amparo, nica y exclusivamente aqullas queestn establecidas con arreglo a las leyes, y que, en el caso especial de quese trate, hayan obrado dentro de la esfera legal de sus atribuciones, al ejecu-tar los actos que se reputan violatorios de garantas individuales. Lejos deeso, el seor Vallarta y otros tratadistas mexicanos de derecho constitucio-nal, sostienen que el trmino autoridad, para los efectos del amparo, com-prende a todas aquellas personas que disponen de la fuerza pblica, envirtud de circunstancias, ya legales, ya de hecho, y que, por lo mismo, estnen posibilidad material de obrar, no como simples particulares, sino comoindividuos que ejercen actos pblicos, por el hecho mismo de ser pblica lafuerza de que disponen Encontrndose que el criterio que debe servirde norma para definir en qu casos se est en presencia de un acto de auto-

    17 SJF5, Pleno, t. LXXVII, p. 2002.

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    ridad, debe referirse a la naturaleza misma de esos actos, los que puedenser, segn la doctrina antes expresada, una resolucin que afecte a los par-ticulares o actos de ejecucin, con esa misma caracterstica, provenientes,unos y otros, de rganos del Estado, dentro o fuera de las rbitas de susatribuciones legales, debe concluirse que, independientemente de que, entrminos generales, determinada oficina o dependencia del Ejecutivo, ten-ga, o no, el carcter de autoridad, en los trminos de las leyes que regulenesa dependencia oficial, debe atenderse, en el caso de que se trate, a preci-sar si el acto se considera una decisin y la amenaza de la ejecucin corres-pondiente, y si as fuere, debe considerarse que tiene el carcter de acto deautoridad, para los efectos del amparo, por ejemplo, la declaracin admi-nistrativa de la caducidad de un contrato, es un acto tpico de autoridad, ytambin lo es el requerimiento que se hace sobre la entrega del local dadoen arrendamiento.18

    9. Y finalmente, en la sptima poca de la corte suprema mexicana en-contramos una decisin de la Sala Auxiliar que ilustra de igual maneraacerca de la influencia que tiene la doctrina a la hora de realizar interpreta-ciones de rango constitucional:

    LEYES PRIVATIVAS, CONCEPTO CONSTITUCIONAL DE. El artculo 13 de la actualConstitucin General de la Repblica establece que nadie puede ser juz-gado por leyes privativas ni por tribunales especiales. Este artculo 13 esidntico al del mismo nmero de la Constitucin de 1857 que prohibi, eniguales trminos ser juzgado por leyes privativas y por tribunales especia-les. La gnesis de esta disposicin constitucional mexicana puede encon-trarse en el artculo 3o. de la Declaracin Francesa de los Derechos delHombre y del Ciudadano del 26 de agosto de 1789, que instituy, por vezprimera, como garanta de la persona humana, que la ley debe ser la mis-ma para todos. Est fuera de toda discusin que la Constitucin de losEstados Unidos de Amrica, del 17 de septiembre de 1787, no incluy,entre sus clusulas ms importantes, el captulo relativo a los derechos delhombre. No es sino hasta las Enmiendas que sufre posteriormente, cuandose establece como derecho individual pblico, la igualdad ante la ley, lle-gando a consignar en su Enmienda 14, que ningn Estado podr negar, a

    18 SJF5, Segunda Sala, t. XLV, p. 5033. Amparo administrativo en revisin 3996/34. Campos Otero Julia. 13 de septiembre de 1935. Mayora de tres votos. Disidentes:Jos M. Truchuelo y Alonso Aznar Mendoza. La publicacin no menciona el nombredel ponente.

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    persona alguna bajo su jurisdiccin, la igual proteccin de las leyes. LaConstitucin de Apatzingn del 22 de octubre del ao de 1814, recoge es-tos principios de las Constituciones de Francia y de los Estados Unidos deAmrica, y lo dispuso, as, en su artculo 19, que la ley debe ser igual paratodos, principios respetados y conservados, despus, tanto en el primer pro-yecto de Constitucin Poltica de la Repblica Mexicana, del 25 de agostode 1842, como en el voto particular de la minora de la Comisin Constitu-yente y en el segundo proyecto de Constitucin, del 2 de noviembre deaquel ao de 1842, al travs de las prescripciones contenidas, respectiva-mente, en sus artculos 7o., fraccin II, 5o., fraccin XV y 13, fracciones Iy III, que mantienen el derecho fundamental del individuo a la proteccinconcretada en la generalidad de la ley. Sembrada la idea de que todos de-ben ser iguales ante la ley, o bien, proscrita la aplicacin de las leyes priva-tivas, su aceptacin en documentos internacionales se impona. Por ello, laDeclaracin Universal de los Derechos del Hombre, del 10 de diciembre de1948, con obligatoriedad para todos los pases que han suscrito, determinen su artculo 7o. que todos son iguales ante la ley y tienen derecho, sindistincin, a igual proteccin de la ley. La coincidencia no slo concep-tual, sino tambin terminolgica de los artculos 13 de las Constitucionesmexicanas de 1857 y 1917, justifica conocer la interpretacin, sentido yalcances que se dio a la expresin ley privativa en la primera de esas leyesfundamentales, para despus orientar la nocin de la ley privativa en ladoctrina y en la Constitucin mencionada en segundo lugar. Vallarta, ensus Votos, t. III, pp. 67 a 72, fij con toda nitidez el concepto de la leyprivativa en estos trminos: no puede tenerse como privativas aquellasleyes que se refieren slo a determinada clase de personas, en razn de lascircunstancias especiales en que se encuentran, y por esto nadie califica deprivativas a las leyes sobre los menores, los incapacitados, los comercian-tes, los quebrados, los militares, etctera, y todas las razones que no nece-sito exponer, que se oponen a que se haga esta calificacin de tales leyes,existen para que tampoco se llame privativo al impuesto sobre fabricantes,propietarios, agricultores mineros, exportadores, etctera. Despus de esasejecutorias no es ya lcito venir ante los tribunales a negar la constituciona-lidad de un impuesto, nicamente porque l no pesa sobre todos los contri-buyentes, sino slo sobre determinada industria, giro, propiedad, etctera;por la sola razn de que no siendo general la ley que lo establece, es priva-tiva y en consecuencia contraria al artculo 13 de la Constitucin. La doc-trina de Vallarta es tan convincente, que basta para ello fijar la atencin enque expresamente consider que no puede llamarse ley privativa a las quedecretan sobre fabricantes, propietarios, agricultores, mineros, como tam-poco tienen ese carcter las leyes impositivas que estatuyen impuestos, no

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    sobre todos los contribuyentes, sino slo sobre determinada industria, giro,propiedad. De otra parte Coronado, en su obra Derecho constitucionalmexicano, p. 31, 1887, tambin hace una interpretacin doctrinaria del ar-tculo 13 de la Constitucin de 1857, sosteniendo que La ley, pues, tienecarcter de generalidad; y aun cuando se refiera a persona determinada,como las que habitan de edad a un menor o declaran electo a un funciona-rio, no hacen ms que reconocer una condicin que se relaciona con elorden social pero entraan un precepto comn, obligatorio para todos. Astambin, las leyes que otorgan ciertos beneficios a las mujeres, a los meno-res, etctera, por razones de clara justicia no quitan a la solemne declara-cin legislativa su sello de generalidad. Doce aos antes de la promulga-cin de la Constitucin de 1917, esto es, en 1905, Gonzalo Espinosa publicsus Principios de derecho constitucional, t. I, pp. 299 y 302, y sus comen-tarios al artculo 13 fueron de esta ndole: de este texto tan claro de laDeclaracin, se pretende concluir que sta proclama la igualdad material oeconmica o aun intelectual de los hombres, y as, sujetarlos a una especiede nivelacin general establecida por la fuerza, que sera la negacin mis-ma de todos los derechos. Para que se comprenda nuestra idea, haremospresente que las condiciones de todos los seres en la sociedad no son lasmismas bastando para comprobar este hecho que no todos estn dotadosigualmente de inteligencia y voluntad, ni tampoco su desarrollo moral es elmismo; de esto resulta que, para obtener, en lo posible, la igualdad ante laley, el derecho haya introducido distintas reglas, que sera largo enumerar,ya en lo relativo a la capacidad de las personas para obligarse, ya supliendoel discernimiento, la inexperiencia, la debilidad del sexo o la edad; con laintervencin de terceras personas que de algn modo hagan el que se ob-tenga la igualdad ante la ley. Espinosa, tambin, da un sentido de ley pri-vativa que se aleja del concepto de lo universal, acercndose a las desigual-dades materiales y econmicas que exigen tratamientos distintos en lasnormaciones jurdicas o legales. En la compilacin jurisprudencial anterior(1917 a 1954), reproducida por la actual (1917-1965), la Suprema Corte deJusticia de la Nacin expuso su criterio sobre lo que debe entenderse porley privativa, consignndose en la tesis nmero 643, visible a pginas 1147y 1148, lo siguiente: Es carcter constante de las leyes, que sean de aplica-cin general y abstracta (es decir, que deben contener una disposicin queno desaparezca despus de aplicarse a un caso previsto y determinado deantemano, sino que sobreviva a esta aplicacin y se apliquen sin considera-cin de especie o de persona, a todos los casos idnticos al que previenen,en tanto que no sean abrogadas). Una ley que carece de esos caracteres,va en contra del principio de igualdad garantizado por el artculo 13 cons-titucional, y aun deja de ser una disposicin legislativa, en el sentido mate-

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    rial, puesto que le falta algo que pertenece a su esencia. Las leyes puedenconsiderarse como privativas, tanto las dictadas en el orden civil comoen cualquier otro orden, pues el carcter de generalidad se refiere a lasleyes de todas las especies, y contra la aplicacin de las leyes privativas,protege el ya expresado artculo 13 constitucional. Y la misma SupremaCorte es precedente a tesis jurisprudencial que aparece en la pgina 897 delt. XXXVI del Semanario Judicial de la Federacin, ha estimado que: Lacircunstancia de que un decreto comprenda a un determinado nmero deindividuos, no implica que se le considere privativo, pues para ello se requie-re que la disposicin se dicte para una o varias personas a las que se men-cione individualmente, pues para las leyes relativas a cierta clase de perso-nas, como los mineros, los fabricantes, los salteadores, los propietarios dealguna clase de bienes, etctera, no son disposiciones privativas, porquecomprenden a todos los individuos que se encuentra o lleguen a encontrar-se en la clasificacin establecida. El anlisis doctrinario de la jurispruden-cia de la Suprema Corte de Justicia de la Nacin conduce necesariamente aestas conclusiones: a) La ley es privativa, si la materia de que se trata des-aparece despus de aplicarse a un caso previsto y determinado de antema-no; b) La ley es tambin privativa cuando menciona individualmente (no-minalmente) a las personas a las que se va aplicar; c) La ley no es privativacuando se aplica sin consideracin de especie o de personas a todos loscasos que previene; d) La ley no es privativa cuando comprende a un deter-minado nmero de individuos; y e) Las leyes relativas a cierta clase depersonas como los mineros, los fabricantes, los salteadores, los propieta-rios de alguna clase de bienes no son disposiciones privativas, porque com-prenden a todos los individuos que se encuentran o lleguen a encontrarseen la clasificacin establecida.19

    Podramos seguir enumerando muchas tesis jurisprudenciales en las quese hace evidente que la doctrina se convierte en auxiliar trascendente de laargumentacin de los jueces, pero creemos que eso no es necesario. Nosadelantamos, eso s, un poco a las objeciones que puede tener la presenteexposicin de tesis: que las magistraturas estaban ocupadas por acadmi-cos de prestigio. Exactamente lo que ahora sucede. Porque a nadie resulta-r extrao que hoy da las estanteras de las grandes libreras contienen los

    19 Sptima poca, Sala Auxiliar, Informe 1969, Mxico, Suprema Corte de Justicia dela Nacin, 1969, p. 58. Amparo en revisin 2526/56. Bienes Inmuebles Riozaba, S. A. 27de octubre de 19969. Cinco votos. Ponente: Luis Felipe Canudas Orezza. Secretario: Ig-nacio Magaa Crdenas.

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    ttulos de quienes son ministros de la Suprema Corte y magistrados de lostribunales federales. Ah sigue la produccin acadmica, que no se agotacon la explotacin de las canteras de investigadores y profesores que tie-nen las universidades pblicas y privadas.

    El tema en todo caso es apasionante y amerita esfuerzos de investiga-cin que profundicen en la labor de los tribunales y la forma en la cual losjuzgadores incorporan la doctrina en la interpretacin del derecho y en laargumentacin de sus decisiones. Podra empezarse revisando la forma-cin acadmica de los jueces, por ejemplo.

    IV. A PROPSITO DE LA RELACIN INDISPENSABLE

    A dnde debe llevarnos esta superficial revisin de la doctrina y lajurisprudencia en nuestro pas? Tiene alguna relevancia que no sea mera-mente anecdtica el hablar de que la doctrina y la jurisprudencia tienenuna relacin que he calificado aqu de indispensable? Creo que s, y vale lapena dedicar algunas opiniones ms sobre dicho tpico.

    Zagrebelsky escriba a principios de la dcada de 1990, en referencia a losjueces europeos y a la preocupacin de que stos no estuvieran cumpliendocon las responsabilidades que las nuevas circunstancias les exigan:

    En los pases de la Europa continental, sin excluir ninguno, la pasividadante las exigencias de transformacin que se imponen con fuerza en lamagistratura produce un sentimiento generalizado de insatisfaccin que,por otro lado, no consigue encontrar salidas constructivas. Los jueces con-tinan cultivando una idea anacrnica de s mismos, como depositarios deconocimientos eminentemente tcnico-jurdicos vlidos en cuanto tales,alejndose as de las expectativas que la sociedad pone en ellos sin recibirrespuesta. Los polticos aprovechan la crisis de legitimidad de la jurisdic-cin para intentar operaciones involutivas que supondran el abandono noslo de las exigencias del Estado constitucional, sino incluso del Estado dederecho.20

    Sin mayores comentarios aplquese al caso mexicano, y ello sin necesi-dad de remisin a la labor de la judicatura. Los datos que se han difundido

    20 Zagrebelsky, Gustavo, El derecho dctil. Ley, derechos, justicia, Madrid, Trotta,1995, p. 150. La versin italiana original data de 1992.

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    a ltimas fechas, por ejemplo, en materia de cultura de la Constitucin ennuestro pas dan cuenta de una realidad que est superando con creces lasformas institucionales de entender, por ejemplo, la democracia. Notas ais-ladas, podr tratar de argumentarse, dan cuenta tambin de que un sectorimportante de la poblacin considera como opcin viable un rgimen decarcter autoritario siempre y cuando ste venga a satisfacer sus proble-mas econmicos.

    Este es el escenario en el cual discutimos las influencias que tienen lasresoluciones que dictan, no slo la Suprema Corte, sino todos los tribuna-les del pas. No nos debemos quedar simplemente con la idea de que lascorrientes del pensamiento jurdico son la nica influencia que tienenlas decisiones judiciales. Y es que, lejos de la idea de que las circunstan-cias presentes no tienen un impacto jurdico relevante, nosotros, simplesespectadores o actores de primer nivel, segn se sienta cada uno compro-metido, puede encontrar motivo real de preocupacin simplemente escu-chando una descripcin que pinta el panorama poltico que vive el pas:

    Pareciera existir una especie de consenso previo en las acciones de mlti-ples actores polticos respecto de la creencia de que el pas puede resistiruna continua y sistemtica confrontacin poltica sin que ocurra ni pasenada en el tejido social; pareciera creerse que la legitimidad y fortaleza delas instituciones es suficiente como para soportar escndalo tras escndaloy error tras error.

    Empero, el problema de fondo es que la legitimidad no se renueva con elhecho de que los ciudadanos voten cuando votan. El problema es quelos daos a la democracia comienzan a ser estructurales y ello se manifiestaen el nivel de desconfianza que tienen los ciudadanos respecto de los parti-dos, en la inconformidad, e incluso en la percepcin que existe en diferen-tes sectores sociales en que se est dispuesto a renunciar a ciertas libertadesa cambio de seguridad, orden poltico y estabilidad econmica: no se olvi-de que estas percepciones histricamente han estado ligadas a dos regme-nes polticos: el populismo y el autoritarismo.

    As como se oye. Es precisamente esta ltima advertencia la que obligaa la reflexin. El autoritarismo parece estar convirtindose en una opcinviable, frente a los vicios y errores que presenta la poltica (y la clase pol-tica) en Mxico. Reitero, la advertencia es vlida y necesaria, sobre todo siconsideramos que hay encuestas, en las cuales la aceptacin de un rgimenautoritario o dictatorial ha aumentado perceptiblemente, bajo la premisa

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    de que este rgimen sea capaz de solucionar los problemas econmicosque agobian a la mayor parte de la poblacin mexicana.

    Estas percepciones deben permear tambin las reflexiones sobre las in-fluencias que se advierten en las decisiones judiciales. Y es que, con talesdatos, se obliga a que quede lejano el mito aquel que nos ofreca una pers-pectiva del juzgador como un sujeto alejado de la realidad, inmerso en unacpsula de cristal y tiempo, y por tanto ajeno a la contaminacin que podadeparar la terrena realidad. Son otros tiempos. El mito ha sido superado yhoy da se asume con normalidad la presencia de diversos factores enla compleja tarea de dictar las resoluciones de los conflictos sometidos a lajurisdiccin estatal.

    El estudio de tales fenmenos es incipiente. Se trata, eso s, de una laborque apenas empieza a incrustarse en las agendas de investigacin social.

    En fechas ms recientes la UNAM ha dado excelentes frutos acadmi-cos, a travs de sus noveles doctorados, sobre la labor de interpretacin yargumentacin de los tribunales del Poder Judicial de la Federacin. Nopuede evitarse el citar los excelentes trabajos doctorales de Santiago NietoCastillo21 sobre interpretacin y argumentacin electorales, que luego se-ra libro,22 y el de Juan Manuel Vega Gmez23 que esperamos sea publica-do pronto.

    Por otra parte, tampoco podemos omitir la labor que en materia de difu-sin acadmica ha tenido, desde el interior del Poder Judicial de la Federa-cin, el Instituto de la Judicatura Federal (Escuela Judicial). Los egresadosde las mltiples especialidades de Secretarios de Estudio y Cuenta, ascomo los de las de Administracin de Justicia en Juzgados de Distrito yTribunales de Circuito, pueden dar cuenta del nfasis que se puso para laincorporacin en la currcula y cursos normales de la doctrina ms recientesobre los temas de la interpretacin y argumentacin, y en general en lasmodernas concepciones doctrinarias de mltiples ramas del derecho.

    Esa labor no quedaba ah, cualquiera puede advertir que la produccinde materiales doctrinales desde el Instituto de la Judicatura Federal, notiene parangn en la historia de las escuelas judiciales del pas, a lo cual

    21 La tesis es: Interpretacin y argumentacin de los rganos electorales en Mxico.Una propuesta antiformalista, UNAM, 2003.

    22 Interpretacin y argumentacin jurdicas en materia electoral. Una propuestagarantista, Mxico, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurdicas, 2003.

    23 La tesis es: Seguridad jurdica e interpretacin constitucional, UNAM, 2000.

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    debe agregarse la organizacin de conferencias y cursos que se sujetaban atal tenor.24

    En relacin con estos ltimos trabajos, quienes han estado en contactocon la labor del Instituto de la Judicatura Federal podrn dar fe de la im-portancia que tuvo, porque creo que son otros tiempos los que corren enaquella institucin, la difusin de las corrientes del pensamiento jurdico,en especial en las reas de la interpretacin y de la argumentacin. Laantologa en mencin inclua textos de relevantes autores.25

    La visin que privaba en esta labor desarrollada en el Instituto de la Judi-catura era evidente. Y por ello mismo deja claro que lejos est la idea de unajudicatura separada del conocimiento doctrinario del momento, y que, por elcontrario, la tendencia es precisamente a incorporar los resultados que ofre-ce la academia a la hora de ofrecer al justiciable una solucin al conflictoplanteado. La jurisdiccin ordinaria y la extraordinaria federales se han be-neficiado de esta relacin indisoluble, que deja a salvo, en la mayora de lasocasiones, los cuestionamientos jurdicos que pudieran hacerse.

    Por supuesto, los cuestionamientos polticos y ticos que pueden hacer-se sobre la labor de quienes integran la judicatura son cosa aparte. Actual-

    24 Ejemplos de publicaciones del Instituto de la Judicatura Federal: Taruffo, Michele,Esbozo de una teora de la decisin justa; Bovero, Michelangelo, El papel de la Magis-tratura en el Estado democrtico; Prez Royo, Javier, Justicia constitucional espaola:las relaciones entre el Poder Judicial y la justicia constitucional; Gonzlez Poveda, Pe-dro y Marn Castn, Francisco, La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil de Espaa; AllierCampuzano, Jaime y Tafoya Hernndez, Jos Guadalupe, Apuntes sobre derecho indgena.Antologa de textos sobre retrica. Antologa sobre argumentacin e interpretacin jurdi-ca (2 vols.) y Cuaderno de ejercicios sobre argumentacin e interpretacin jurdica.

    25 Para dar una somera idea de la variedad de autores y nivel de discusin propuesta,sealaremos que se incluan los siguientes textos: Zagrebelsky, Gustavo, Los jueces y elderecho; Ferrajoli, Luigi, El Estado constitucional de derecho hoy: el modelo y su diver-gencia de la realidad [y] Congnoscitivismo o decisionismo; Alexy, Robert, Teora de laargumentacin jurdica; Gadamer, H. G., Hermenutica clsica y hermenutica filosfi-ca; Raz, Joseph, Por qu interpretar? Viehweg, Theodor, Anlisis de la tpica; Kelsen,Hans, La interpretacin; Atienza, Manuel, Argumentacin jurdica [y] Derecho y argu-mentacin; Wrblewski, Jerzy, Constitucin y teora general de la interpretacin jurdi-ca [y] Sentido y hecho en el derecho; Habermas, Jrgen, Reconstruccin interna del dere-cho: los principios del Estado de derecho; Larenz, Karl, La interpretacin de las leyes;Hart, Herbert, Formalismo y escepticismo ante las reglas; Dworkin, Ronald, Qu es elderecho? Aarnio, Aulis, La tesis de la nica respuesta correcta y el principio regulativodel razonamiento jurdico; Gianformaggio, Leticia, Lgica y argumentacin en la inter-pretacin jurdica o tomar a los juristas intrpretes en serio; Weston, Anthony, Las cla-ves de la argumentacin.

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    mente asistimos al reproche que una parte de la comunidad poltica (ytambin jurdica) hace al presidente de la Suprema Corte, por una presuntavulneracin a los modelos ticos que exige una judicatura independiente.Podr uno opinar al respecto, pero se trata finalmente de juicios apriorsticos.

    Resulta ms importante ir contribuyendo a que el acercamiento entre ladoctrina y la jurisprudencia sea la normalidad dentro del sistema judicial,y, de manera corresponsable, lograr que la academia elabore un corpusdoctrinal accesible que haga nfasis en la bsqueda de soluciones viables alos problemas que aquejan a la sociedad mexicana. El compromiso delacadmico debe llevar ese rumbo. Con tal perspectiva, presente tambinen los juzgadores mexicanos, estamos seguros que se fortalecer nuestrosistema jurdico y ello redundar socialmente. A cada autor le correspondeinterpretar de la mejor manera posible el papel que le toc en la obra.

    En suma, tal y como desde el ttulo lo adverta, espero haber podidoconvencerlos sobre esa relacin que hoy da se da, que tiene el carcter deindispensable, entre la academia y la jurisprudencia mexicana. Siguiendoa Alberto V. Fernndez en su tesis doctoral Funcin creadora del Juez,26

    no podemos menos que decir que la fundamentacin, en la cual se plasmala labor interpretativa y argumentativa, es un producto de la larga y slidapreparacin que ha tenido el juzgador. Tal preparacin, a la que hay queendilgarle el adjetivo acadmica, se nutre, en principio de las doctrinas yconcepciones que profesores y autores proporcionan en las aulas y en laliteratura jurdica, lo que termina por cerrar el crculo de esta relacin in-dispensable.

    26 Fernndez, Alberto Vicente, Funcin creadora del juez (tesis doctoral), BuenosAires, Abeledo Perrot, 1980, p. 117.