La Escatología en El Ritual de Exequias de Pablo VI

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LA ESCATOLOGÍA EN EL RITUAL DE EXEQUIAS DE PABLO VI PERE FARNÉS PRESENTACIÓN En el contexto en el que se desarrolla el XXII Simposio Internacio- nal sobre Escatología y vida cristiana y más concretamente en la temá- tica de su tercer día consagrado a reflexionar sobre la vida eterna, nos ha parecido especialmente sugestivo fijar nuestra atención en una de las afirmaciones del Vaticano II referente al entonces proyecto de re- forma del Ritual de exequias —quizá sería más exacto decir proyecto de restauración de dicho Ritual— en vistas a devolver a esta celebra- ción su expresividad más radicalmente cristiana. Nos referimos con- cretamente al apartado 81 de la Constitución Sacr. Conc. en el que se determina que el rito de las exequias debe expresar más claramente el ca- rácter pascual de la muerte cristiana. Nuestro propósito fundamental es subrayar la presencia, importan- cia y significado de los salmos 113 y 117 en el rito exequial. Estos dos salmos, que nos atrevemos a calificarlos de mayores en el Ritual de exe- quias tanto por su significado como por su antiguedad, debidamente subrayados, están llamados a dar —o restituir— a la celebración de la muerte cristiana aquella fisonomía pascual que para las exequias desea- ba el Vaticano II en el texto que acabamos de citar. Para lograr mejor nuestro propósito enmarcaremos nuestra exposi- ción en seis breves apartados introductorios: 1) visión de la muerte en la Iglesia antigua; 2) los ritos exequiales cristianos primitivos; 3) los más antiguos rituales latinos de las exequias que han llegado a no- sotros; 4) las exequias a partir de los ss. XII-XIII; 5) el sentido pascual de la muerte en Sacrosanctum Concilium; 6) el sentido pascual de la muerte en el ritual de Pablo VI. 1. VISIÓN DE LA MUERTE EN LA IGLESIA ANTIGUA El hombre casi siempre se ha interrogado sobre el misterio de la muerte (¿serán los hombres de nuestra generación los primeros en des-

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El P. Pedro Farnés reflexiona sobre la importancia de los salmos 113 y 117 en el nuevo ritual de exequias y sobre la insistencia de la Sacrosanctum Concilium en recuperar el carácter pascual de la muerte cristiana.

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  • LA ESCATOLOGA EN EL RITUALDE EXEQUIAS DE PABLO VI

    PERE FARNS

    PRESENTACIN

    En el contexto en el que se desarrolla el XXII Simposio Internacio-nal sobre Escatologa y vida cristiana y ms concretamente en la tem-tica de su tercer da consagrado a reflexionar sobre la vida eterna, nosha parecido especialmente sugestivo fijar nuestra atencin en una delas afirmaciones del Vaticano II referente al entonces proyecto de re-forma del Ritual de exequias quiz sera ms exacto decir proyectode restauracin de dicho Ritual en vistas a devolver a esta celebra-cin su expresividad ms radicalmente cristiana. Nos referimos con-cretamente al apartado 81 de la Constitucin Sacr. Conc. en el que sedetermina que el rito de las exequias debe expresar ms claramente el ca-rcter pascual de la muerte cristiana.

    Nuestro propsito fundamental es subrayar la presencia, importan-cia y significado de los salmos 113 y 117 en el rito exequial. Estos dossalmos, que nos atrevemos a calificarlos de mayores en el Ritual de exe-quias tanto por su significado como por su antiguedad, debidamentesubrayados, estn llamados a dar o restituir a la celebracin de lamuerte cristiana aquella fisonoma pascual que para las exequias desea-ba el Vaticano II en el texto que acabamos de citar.

    Para lograr mejor nuestro propsito enmarcaremos nuestra exposi-cin en seis breves apartados introductorios: 1) visin de la muerte enla Iglesia antigua; 2) los ritos exequiales cristianos primitivos; 3) losms antiguos rituales latinos de las exequias que han llegado a no-sotros; 4) las exequias a partir de los ss. XII-XIII; 5) el sentido pascualde la muerte en Sacrosanctum Concilium; 6) el sentido pascual de lamuerte en el ritual de Pablo VI.

    1. VISIN DE LA MUERTE EN LA IGLESIA ANTIGUA

    El hombre casi siempre se ha interrogado sobre el misterio de lamuerte (sern los hombres de nuestra generacin los primeros en des-

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  • preocuparse de esta realidad?) Su inquietud se ha expresado a travs deritos y monumentos funerarios, de leyendas y de descripciones poti-cas. Ya en los orgenes de nuestra literatura occidental hallamos dos re-latos, puestos bajo el patrocinio de Homero, que describen el descen-so del hombre al pas de los muertos. Ms adelante nacer la popularleyenda del purgatorio de S. Patricio, luego ser Dante quien desarro-llar su gran genio literario a travs precisamente de esta temtica. Ysemejantemente encontramos en cada uno de los pueblos y etnias va-riedad de documentos que nos atestiguan el inters de las diversas ge-neraciones por los difuntos y por los ritos funerarios.

    Nadie puede ciertamente impedir a los poetas que sueen ni laIglesia ha pretendido imponer silencio a sus imaginaciones. Pero la li-turgia eclesial se ha guardado muy bien de incorporar estos sueos yvisiones entre sus ritos y plegarias. La Revelacin cristiana es otra cosay la liturgia cristiana se mueve en otro contexto. Nada de este tipo secontiene consiguientemente en la plegaria litrgica ni ninguno de es-tos elementos, ajenos a la fe cristiana, han sido asumidos entre los ritoso plegarias cristianas de la muerte.

    Los cristianos frente a la muerte de sus fieles, distinguieron casidesde los orgenes, dos clases de muertos: los mrtires y los difuntoscomunes. Los primeros se miraron como quienes haban concluido sucamino con un glorioso combate, los asemejaron a Cristo por el testi-monio de su sangre; y por ello muy pronto fueron objeto de culto. Alos segundos se los vio siguiendo el camino comn a todos los morta-les y, muy pronto, empez a rogar por ellos, o mejor dicho, continula plegaria que se haba iniciado durante su agona (es significativo aeste respecto de continuidad en la plegaria que cuando ms tarde apa-recen los primeros rituales exequiales, los ritos de las exequias figuransiempre junto y a continuacin de las oraciones por los agonizantes,formando como una nica celebracin)1.

    2. LOS RITOS EXEQUIALES CRISTIANOS PRIMITIVOS

    Poco sabemos de los ritos exequiales cristianos primitivos. El testi-monio ms antiguo de lo que podemos llamar un rito exequial lo en-contramos en el apologeta Arstides ( ca. 140). En su testimonio nose trata an ciertamente de un Ritual de exequias sino slo de una sim-ple una alusin a los ritos exequiales. Esta alusin, con todo, no deja

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    1. Los ritos de los moribundos y del entierro llevan con frecuencia el significativo ttuloQuando quis ingreditur in viam universae carnis (cfr. v. gr. E. MARTNE, De antiquis EcclesiaeRitibus, II, col. 1082, edit. anast. Hildesheim 1967).

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  • de ser interesante: en su brevedad describe un gesto interesante y elsignificado del mismo: los cuerpos de los cristianos difuntos se llevana enterrar en un contexto alegre, y el cuerpo del hermano es llevado asu lugar de reposo en una procesin, ambientada de una alegre espe-ranza. La procesin, la alegra y la esperanza rememoran, cada una a sumanera, el trnsito o pascua del cristiano que pasa de este mundo aDios. He aqu el texto de Arstides:

    Si un justo entre ellos (los cristianos) pasa de este mundo, se alegrany dan gracias a Dios y acompaan el cadver, como si emigrase de un lu-gar a otro (XIV, 2; cfr. RUIZ BUENO, Padres Apologistas Griegos, BAC,Madrid 1954, p. 145).

    3. LOS MS ANTIGUOS RITUALES LATINOS DE EXEQUIASQUE SE CONOCEN

    Como acostumbra acontecer con referencia a casi todas las cele-braciones cristianas los primeros testimonios ms o menos estructura-dos de la celebracin de la muerte cristiana que han llegado hasta no-sotros son nicamente conocidos a partir del siglo VII2.

    Segn estos antiguos testimonios los ritos exequiales propiamentedichos aparecen habitualmente formando como una sola celebracincon la oracin por el moribundo. Lo ms comn es que esta celebra-cin empiece leyendo al moribundo los relatos de la pasin del Seor(sobretodo segn el texto de San Juan, el ms pascual de los evangelis-tas). Con esta lectura se quiere unir la muerte del cristiano a la muerte(a la pascua) de Cristo. Luego figura el Vitico que se da al moribundoen el momento que se juzga ya ms cercano al momento de expirar.Esta comunin aparece en muchsimos de los textos encabezada conuna significativa rbrica: ut viderint eum ad exitum propinquantem,communicandus est de sacrifitio, etiamsi comedisset ipso die, quia commu-nio erit ei defensor et adiutor in resurrectione iustorum. Ipsa enim resuscita-bit eum. Con redactados ms o menos diversos casi siempre aparecentambin dos detalles: que el moribundo debe comulgar aunque no esten ayunas y que la eucarista prepara al moribundo a la futura resurrec-cin. Un claro indicio, por tanto, de como los fieles contemplan lamuerte del cristiano muy estrechamente unida a la pascua de Cristo.

    Tan pronto el moribundo ha expirado, acostumbra aparecer el can-to Subvenite y el salmo pascual 113 a los que ms tarde se aaden enmuchos rituales las invocaciones (que ms tarde pasarn a ser la cle-

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    2. Lo mismo acontece, como es sabido, con los Sacramentarios.

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  • bre Commendatio animae convertida de plegaria por el recin fallecidoen oracin de preparacin inmediata a la muerte). Entre las preces seencuentra la admirable despedida del hermano que deja este mundo,Procifiscere anima de hoc mundo, y la conocida letana Libera, Domine,animam servi tui en la que se van enumerando las grandes salvacionesrealizadas por Dios en la historia santa que son como el prototipo yanuncio de la muerte liberadora de la esclavitud egipcaca que descri-be el salmo que acaba de gustar el recin fallecido. La finalidad detodo este conjunto de preces es pedir a Dios que los ngeles y los san-tos lleven al difunto (posteriormente al moribundo) al paraso y queCristo, rodeado de sus ngeles y santos lo acoja y lo introduzca en sureino, la definitiva tierra de promisin. Es precisamente esta llegada alparaso a lo que se quiere aludir con la imagen de la llegada de Israel ala Canan que se ha recitado en el momento que sigue a la muerte.

    Un texto muy expresivo y que completa el fuerte sentido pascualde la muerte a la que alude la recitacin del primitivo salmo pascual113 es la bellsima oracin Suscipe, Domine, animam famuli tui rever-tentem ad te de Aegipto que aparece en algunos Sacramentarios por lomenos a partir del s. XI y que probablemente fue la conclusin u ora-cin slmica del citado salmo la ms antigua y constante frmula exe-quial que conocemos. Esta oracin, que no ha sido incluida en laedicin tpica latina del Ritual de exequias de Pablo VI, algn tanto mo-dificada y completada con otro expresivo texto tambin medieval, seha aadido felizmente en la segunda edicin espaola del ritual deexequias3. Vale la pena reproducir este texto tanto por su gran expresi-vidad escatolgica-pascual como por cuanto en su primera parte (laque es versin de la plegaria Suscipe, Domine) comenta el sentido pas-cual del salmo 113 al que consagramos esta comunicacin:

    Recibe, Seor, a tu siervoque, salido del Egipto de este mundo, llega ahora a tu presencia;que los santos ngeles salgan a su encuentroy lo introduzcan en la verdadera tierra de promisin;reconcelo, Seor, como criatura tuya, llena de alegra su almay no te acuerdes ms de sus culpas pasadas, pues aunque haya pecado, jams neg ni al Padre, ni al Hijo, ni al Espritu Santo, antes bien fue celoso de su honra y te ador fielmente a ti, Creador del cielo y de la tierra.

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    3. Resulta extrao que esta oracin se halla omitido en las ediciones catalana y gallegaeditadas despus del decreto de aprobacin que la incluye para uso de todas las dicesis de Es-paa (cfr. CD, Prot. 684 / 87).

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  • En una remarcable ponencia de Bernardo Botte en la XXI Semanade Estudios Litrgicos de San Sergio (1974) el sabio benedictino haceun recuento de las palabras con las que se alude en los rituales ms an-tiguos al paso del cristiano de este mundo al reino: estas palabras son:paraso, descanso eterno, lugar de la luz y de la paz, lugar del refrige-rio, Jerusaln celestial. Todo un panorama de como la muerte cristia-na tuvo un rostro muy distinto a la visin negativa de los paganos eincluso de las primeras etapas de la fe de Israel y que luego no se per-di pero ciertamente se debilit con la incorporacin de cantos de sig-nificado bastante menos luminoso y menos pascual. En el trasfondode las exequias ha perseverado el anuncio de Jesucristo yo soy la resu-rreccin y la vida, quien cree en mi no morir para siempre (Jn 11, 25-26) y de la fidelidad a la exhortacin de Pablo: en cuanto a los difuntos,no os entristezcis como los que no tienen esperanza. Los fieles expresansu conviccin de que, al conocimiento imperfecto y oscuro de la fe vi-vido en este mundo, sucede la visin clara, cara a cara (1C 13, 12) deDios, tal como es l (1 Jn 3, 2). Todo un cuadro de la escatologa en elque las lgrimas, la nostalgia e incluso una cierta tristeza no faltan (al-gunos textos se refieren a las vestiduras oscuras de los acompaantespero lo que prima es la paz y la esperanza). Pero esta visin cristiana yesperanzada de la muerte posteriormente queda algn tanto recubier-ta por elementos menos optimistas y menos pascuales que no respon-den tan bien a la naturaleza ntima de la liturgia (Sacr. Conc., 21) delas exequias.

    4. LAS EXEQUIAS A PARTIR DE LOS SS. XII-XIII

    A partir de los siglos XII-XIII4 los ritos litrgicos de las exequiassufren un cambio innegable y no siempre fcil de explicar5. A la visinde paz de los primeros textos se sobrepone cada vez con ms fuerza unavisin llena de temor y centrada en los aspectos ms negativos de lamuerte. No es posible aqu describir este perodo pero si que quisira-mos decir que, por una parte persevera la visin cristiana primitiva de

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    4. Esta es la poca precisamente en la que nace la gran teologa con sus grandes e innega-bles valores de reflexin sobre los datos de la Revelacin pero tambin con la deficiencia deque se apoya ms en la filosofa que en la historia salutis; seguramente el alejamiento de laEscritura leda en s misma (no nicamente para probar verdades con algunas de sus frases)por una parte y la no comprensin del latn por otra influyeron en que se desvalorizara laimagen bblica de la muerte como aparece en los salmos pascuales y se fuera substituyendoel contexto cristiano de paz y de trnsito por los acentos ms comunes de la muerte (dolor,penitencia, temor, etc.) tal como empiezan a aparecer en los rituales posteriores.

    5. Cfr. B. BOTTE, Les plus anciennes formules de prire pour les morts, en La maladie et lamort du chrtien dans la liturgie, Edizioni liturgiche, Roma 1975, pp. 98-99.

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  • la muerte sobre todo en algunos cantos6 pero a ella se sobrepone (sinomitir casi nunca lo anterior) una presentacin de la misma muchoms trgica y negativa. Este cambio est quiz ms en la importancia ysolemnidad que se da a los elementos aadidos que en el nmero delas piezas (sobre todo cantos) nuevos. Por los difuntos se contina can-tando el Subvenite, In paradisum, pero muchas de las antfonas e inclusola seleccin de salmos nuevos se subrayan mucho ms que los anti-guos. Un simple ejemplo del cambio: el responso final Libera me, Do-mine que en el caso de las exequias de un obispo llegan a presentar laimagen dantesca de un juicio del difunto. Cinco obispos tocados conla mitra se sientan alrededor del cadver y presiden cada uno de ellossucesivamente un responso, llamando Absolutio implorando con pala-bras llenas de terror la absolucin y el perdn para el difunto.

    5. EL SENTIDO PASCUAL DE LA MUERTEEN SACROSANCTUM CONCILIUM

    Como hemos dicho al principio el Vaticano II quiso retornar a lasexequias cristianas el carcter pascual (Sacr. Conc., 81) que haba perdi-do en la Baja Edad Media. La muerte no es ciertamente an la victo-ria total (como hemos visto la Iglesia antigua esta victoria lo celebrabanicamente en la muerte de sus mrtires). La muerte de los cristianoscomunes se contempla en la esperanza de la pascua de Cristo, no anen la realizacin plena por parte del difunto. Por ello para los difuntoscomunes la Iglesia usa an vestiduras oscuras (negras o por lo menosmoradas). La Iglesia contempla la muerte como participacin en elmisterio pascual de Jesucristo, pero este misterio tiene tres facetas: lossufrimientos de la cruz, la paz de la sepultura y la victoria de la resu-rreccin. Los ritos litrgicos de las exequias se sitan sobretodo en lasegunda etapa: la paz del sepulcro de Cristo, paz que corona el caminode sufrimientos de la vida, tambin de la vida de los cristianos, y abrela esperanza en la victoria de la resurreccin. Si el Concilio quiso,como hemos visto, que en las exequias cristianas se manifiestara el ca-rcter pascual, no puede reducirse este carcter pascual a la sola resu-rreccin; la pascua incluye tres facetas e incluye la muerte (con sus su-frimientos), la sepultura (con la esperanza de la participacin en eltriunfo del Seor) y la realidad misma de la victoria final. Hacer del

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    6. Podran citarse sobre todo In paradisum, Chorus angelorum y, aunque no sea propia-mente exequial (no figura en los antiguos Ordines de exequias ni nada en este canto aluda ala muerte como pascua o trnsito) sino simplemente del comn de la liturgia funeraria, tam-bin merece citarse el bello introito Rquiem aeternam.

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  • rito exequial una especie de copia de la alegra del domingo de la resu-rreccin, adems de ser incompleto (la resurreccin no es el misteriopascual sino nicamente la ltima de las tres etapas). Por otra parte se-ria casi inhumano hacer de las exequias una explosin de alegra y vic-toria ante quienes, humanamente tristes y llorosos por la separacin,quieren alimentar su esperanza con los ritos exequiales. La Iglesia, pues,no puede acompaarlos con expresiones excesivamente alegres. Debeexhortarles a la manera como lo hacia el apstol: No queremos queestis tristes, como los que no tienen esperanza. Tristes s, pues la muerteos ha arrancado de vuestro lado al que amabais; tristes sin esperanza,no, porque el difunto est llamado a la resurreccin futura. El Conci-lio quiso que sus fieles en las exequias vivieran el trnsito completo, lapascua con sus tres facetas que llevan de la tristeza a la esperanza.

    6. EL SENTIDO PASCUAL DE LA MUERTE EN EL RITUAL DE PABLO VI

    El Ritual de exequias que brot del mandato del Vaticano II a tra-vs de la reforma litrgica ha querido ser fiel al mandato que le propu-sieron los Padres conciliares. Este Ritual empieza con este precioso yexpresivo texto que vale la pena subrayar y que contiene todo un pro-grama celebrativo del cmo se deben presentar y organizar las exequiasdel cristiano:

    La Iglesia, en las exequias de sus hijos, celebra el misterio pascual,para que quienes por el bautismo fueron incorporados a Cristo, muertoy resucitado, pasen tambin con l a la vida eterna, primero con el alma,que tendr que purificarse para entrar en el cielo con los santos y elegidos,despus con el cuerpo, que deber aguardar la bienaventurada esperanzadel advenimiento de Cristo y la resurreccin de los muertos.

    Por tanto, la Iglesia ofrece por los difuntos el sacrificio eucarstico dela Pascua de Cristo, y reza y celebra sufragios por ellos, de modo que, co-municndose entre s todos los miembros de Cristo, stos impetran paralos difuntos el auxilio espiritual y, para los dems, el consuelo de la espe-ranza.

    En el interior del mismo Ritual los textos y detalles que subrayanel sentido pascual de la celebracin y con su presencia dan al rito unnuevo rostro son numerosos. Ms arriba hemos citado ya la reincorpo-racin (en la edicin espaola) de la antigua y expresiva colecta Susci-pe, Domine; en este mismo sentido podramos citar la presencia y lailuminacin del cirio pascual junto al fretro con su bella frmula.Pero ir siguiendo todos y cada uno de los elementos que realizan elvoto del Concilio de que las exequias expresaran con mayor claridad el

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  • carcter pascual de la muerte cristiana superara el espacio de una sim-ple Comunicacin. Nos vamos a limitar, pues, a un nico aspecto, queno es ciertamente el de menor importancia: la recuperacin de los dossalmos exequiales ms antiguos y seguramente ms expresivos del ritoexequial: el 113 y el 117, recuperacin realizada en la letra del nuevoRitual, pero quiz no an suficientemente recibida por los responsa-bles de las comunidades cristianas.

    7. PRESENCIA DE LOS SALMOS 113 Y 117 EN LA CELEBRACINDE LAS EXEQUIAS CRISTIANAS

    En la breve pero substanciosa presentacin de la segunda edicindel Ritual de exequias para las dicesis de Espaa el entonces presiden-te de la Conferencia Episcopal de Liturgia, Cardenal Marcelo Gonz-lez, dice:

    En la nueva edicin del Ritual se ha revalorizado especialmente lapresencia en las exequias de los salmos 113 y 117 que son, sin duda, lostextos slmicos mayores de la celebracin de la muerte cristiana y los quedan a esta celebracin su ms claro sentido pascual.

    Y, para justificar este subrayado que aparece en la segunda edicinespaola7, aade la siguiente nota histrica:

    Estos dos salmos constituyeron, ya desde los orgenes, el ncleo de lacelebracin exequial pero dejaron de usarse, en casi todas partes, en losss. XIII-XIV; aunque en Espaa se conservaron, como los cantos tpicosdel entierro, por lo menos hasta el s. XVI.

    En efecto, el salmo 113 figura tanto en los Ordines exequiales comoen los Sacramentarios ms antiguos que han llegado hasta nosotros.D. Sicard en su documentada obra La liturgie de la mort dans lgliselatine des origines la rforme carolingienne (Mnster 1978), connotala presencia de este salmo en cinco por lo menos de los ocho ms anti-guos rituales de exequias8. Adems este salmo aparece casi siempre

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    7. En todos y cada uno de los esquemas celebrativos de la nueva edicin, figuran siem-pre, a la manera de Ordinario del rito exequial, el salmo 113 al inicio y el 117 al final de lacelebracin. La edicin catalana ha omitido el importante y primitivo salmo 113 al iniciode la celebracin que precisamente en algunas dicesis catalanas se conserv hasta mitadesdel s. XX.

    8. Decimos cinco por lo menos porque en algunos ms. se alude a que, despus de expirarse recita un salmo sin especificar cul sea ste; por analoga con los rituales que conocemos esmuy probable que este salmo sea el tradicional 113.

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  • como el primero de los textos a recitar inmediatamente despus de lamuerte, por lo que en cierta manera aparece como el salmo ms tpicoen la celebracin de la muerte cristiana. Los cinco rituales que citaSICCARD son (los citamos con las siglas de dicho autor): Ph Sacramen-tario de Berln (Berol ms. lat 105) s. VIII; O (Ottobonianus latinus312) s. XI; S (Subiaco 163) s. X; K (Catedral de Colonia, ms. 123)s. X; L (Oxford Bodl. ms. 579 (s. X).

    El sentido exequial de este salmo queda an ms subraydo y evi-denciado si se aade que en algunos rituales, como hemos visto, al sal-mo se le aade (quiz algo ms tarde) la oracin slmica Suscipe, Do-mine, animam famuli tui revertentem ad te de Aegipto que lee la salidapascual de Israel de la esclavitud de Egipto y su entrada en la tierra depromisin como figura y profeca de la muerte cristiana.

    El salmo 117 lo encontramos tambin en 4 de los ms antiguos ri-tuales citados por SICCARD (O, Lo, K, y Rh) y en el Ordo Romanus 49 9.Posteriormente la presencia de este salmo en las exequias se hace muyfrecuente10, aunque con una ubicacin no uniforme: en algunos Ri-tuales aparece al final de la misa en la procesin al cementerio, enotros durante la procesin de la casa a la iglesia o al entrar el cuerpo enla iglesia. Casi siempre se subraya; como antfona, el versculo Aperitemihi portas iustitiae 11 y en algunos ms. la ant. Non moriar sed vivamveces. El uso quiz que arraiga ms en los rituales posteriores es el decantarlo mientras se da tierra al cadver.

    8. SIGNIFICADO PASCUAL-EXEQUIAL DEL SALMO 113

    Literalmente el salmo 113 se refiere y describe la pascua de Israel:Egipto, el mar Rojo (el mar, smbolo de la muerte) queda vencido yPascua aparece como paso de la esclavitud a la libertad. En razn de susignificado pascual los judos usan este salmo como parte del GranHalell en la noche pascual.

    Litrgicamente para el pueblo cristiano el salmo 113 es uno de lossalmos dominicales y pascuales: la Iglesia ve en este texto el paso de lamuerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijosde Dios.

    Muchos son las expresiones del salmo que, aplicadas a la pascua otrnsito definitivo del cristiano en su muerte, realizan muy sugestiva-

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    9. Cfr. M. ANDRIEU, Les Ordines Romani du Haut Moyen ge, IV, p. 530.10. P. SICCARD da fe de haber encontrado este salmo en el Ritual de exequias de unos 80

    ms. (o.c., p. 225).11. Alusin al gesto de entrar, sea a la iglesia, sea al cementerio como figura en ambos ca-

    sos del reino de Dios.

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  • mente el voto del Vaticano II de que las exequias expresaran con mayorclaridad el sentido pascual de la muerte cristiana (cfr. Sacr. Conc. 81).

    Cuando Israel sali de Egipto: la vida del hombre tiene sus bienes y de-licias en este mundo visible (las cebollas del rico Egipto) y con frecuencialos fieles ante la muerte aoran estos bienes; pero con todo son bienes queesclavizan al hombre... La muerte ha sido, a pesar de su negrura y a pesarde que haya privado al hermano de no pocos bienes, una verdadera libera-cin. La muerte ha sido, como glosa la antigua oracin Suscipe, Domine,una verdadera salida del Egipto esclavizador de este mundo y una llegadapascual a la presencia de Dios, a la verdadera tierra de promisin.

    Jud fue su santuario: mirada retrospectiva a la Iglesia terrena que yaha abandonado el difunto. El primer mundo ya ha pasado para l. Du-rante la vida terrena tuvo en la Iglesia peregrina (convocacin del pueblocristiano) su nico y verdadero templo; ahora, llegado al templo defini-tivo, al reino de Dios, a la nueva Jerusaln, a la asamblea gloriosa de lossantos iluminados por la presencia visible del Cordero.

    El mar al verlos, huy... qu te pasa, mar que huyes...: el mar, que en-gulle incluso las grandes y aparentemente invencibles naves, smbolo delas fuerzas del mal que lucharon contra el hermano que ha dejado estemundo, ha huido definitivamente para l. De mar, dice el vidente dePatmos, en la Jerusaln de arriba en la que ha penetrado el difunto, no vininguno (Ap 21, 1).

    El Seor trasforma las peas en estanque, el pedernal en manantiales deagua viva: si hubieron penas y sufrimientos durante la peregrinacin, sipara seguir el camino cristiano fue necesario tomar la cruz, el primermundo, el de los sufrimientos y tentaciones, ha desaparecido ya (Ap 21, 1)y ahora en el reino donde esperamos halla entrado, todo es regado porun ro de agua viva, luciente como el cristal (Ap 22, 1).

    Con los acentos pascuales de este salmo se iniciaba y de nuevose inicia segn la nueva edicin del Ritual la despedida del herma-no cristiano en el rito de sus exequias.

    9. SIGNIFICADO PASCUAL-EXEQUIAL DEL SALMO 117

    Como el salmo 113 del inicio de las exequias, as el salmo 117 esen Israel un salmo pascual que forma parte del Gran Halell recitado alfinal de la cena pascual. Originariamente fue el canto de accin de gra-cias de un individuo importante probablemente un rey que des-pus de una difcil y peligrosa batalla me rodeaban cerrando el cerco,ardiendo como fuego en las zarzas, empujaban y empujaban para derri-barme venci al enemigo hay cantos de victoria, el Seor me ayudy acude al templo para dar gracias a su Dios.

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  • En el Nuevo Testamento este salmo se aplica a Jesucristo y ms con-cretamente a su triunfo pascual (Mt 21, 42; Hch 4, 11). En la liturgiacristiana es un canto dominical y pascual. Todos los domingos12, enefecto y con mucha frecuencia en las misas dominciales y feriales de lacincuentena pascual se recurre a este texto como salmo responsorial.Cristo aparece como cabeza de la humanidad renovada y, en su nom-bre, da gracias al Padre por el triunfo sobre sus enemigos, la muerte yel pecado. Precisamente en razn de esta victoria sobre la muerte elsalmo 117 es especialmente apto para expresar el sentido pascual de lasexequias cristianas. Por ello, aunque seguramente algo ms tarde queel salmo 113, pronto se incorpora a la celebracin de la muerte cristia-na en no pocos rituales aunque, a diferencia del salmo 113 que siem-pre aparece inmediatamente despus de la muerte, el 117 ocupa en elritual diversos lugares como hemos visto (procesin de la casa a la igle-sia, ingreso en la iglesia, procesin de la iglesia al cementerio, momen-to del sepelio del cadver).

    Veamos cmo algunas de las expresiones de este salmo se prestanmagnficamente para que la celebracin de la muerte del cristiano lo-gre expresar aquel sentido pascual que el Vaticano II deseaba para lasexequias (cfr. Sacr. Conc., 81).

    Todos los pueblos me rodeaban cerrando el cerco y empujaban para de-rribarme: el hermano que ha dejado este mundo durante su peregrina-cin cristiana tuvo tentaciones, luchas, y un camino difcil; tom su cruzcomo Jesucristo. Empujaron y empujaron para derribarlo. Pero al final sa-li victorioso, el Seor lo ayud.

    Abridme las puertas del triunfo... todo el final del salmo es como unavisin llena de luz de la vida eterna que llega despus de la oscuridad dela muerte.

    10. CONCLUSIN

    La muerte cristiana tiene ciertamente otras facetas o realidadesadems de la visin pascual o trnsito de este mundo al reino de Dios.La celebracin de la muerte no es ciertamente la canonizacin del cris-tiano. Para los santos la Iglesia se reviste con colores de triunfo (blan-co, rojo) para el hermano difunto el contexto es mucho ms sobrio(vestiduras negras o moradas, sin flores en el altar...).

    Los salmos 113 y 117 (junto con algunos cantos y oraciones) ex-presan el carcter pascual de la muerte; otros elementos incidirn en

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    12. Alternativamente, una semana en Laudes, la siguiente semana en la Hora menor.

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  • otros matices: las splicas de intercesin pidiendo el perdn de las di-ferencias de la vida del cristiano, el dolor de quienes lloran la desapari-cin de su presencia visible, la splica por la plena manifestacin de lavida (resurreccin).

    En otros tiempos el conjunto de la celebracin se haba ido dete-riorando y la muerte del cristiano se distingua bien poco de la deotros hombres. Primaba lo negro, lo oscuro, lo negativo. Por ello elVaticano II, insisti en que la celebracin manifestara mejor el matizpascual de la muerte. Los salmos 113 y 117 son quiz los elementosms destacados del carcter pascual de esta celebracin. Como dice elritual de las exequias este carcter se ha de subrayar pero sin olvidar losotros matices como seala muy bien los praenotanda del ritual del Pa-blo VI:

    La Iglesia, en las exequias de sus hijos, celebra el misterio pascual,para que quienes por el bautismo fueron incorporados a Cristo, muertoy resucitado, pasen tambin con l a la vida eterna13. Pero hay otros ma-tices (sufragio, consuelo y esperanza para los participantes). Por ello laIglesia ofrece por los difuntos el sacrificio eucarstico de la pascua deCristo y reza y celebra sufragios por ellos de modo que... impetren paralos difuntos el auxilio espiritual y para los dems el consuelo y la espe-ranza.

    La importancia que reviste la celebracin de las exequias es portanto remarcable y hay que reconocer que incluso despus de la pro-mulgacin del ritual de Pablo Vi no todo discurre bien: entre las ma-yores deficiencias hay que numerar el poco subrayado que se da anhoy a los dos salmos mayores 113 y 117.

    Quisiramos terminar esta Comunicacin con una cita de la pre-sentacin que hizo el Cardenal D. Marcelo Gonzlez, antiguo Presi-dente de la Comisin Episcopal de Liturgia a la 2. edicin del ritualde exequias para las dicesis de Espaa:

    Los salmos 113 y 117, que son, sin duda, los textos slmicos mayo-res de la celebracin de la muerte cristiana y los que dan a esta celebra-cin su ms claro sentido pascual. Estos dos salmos constituyeron, yadesde los orgenes, el ncleo de la celebracin exequial pero dejaron deusarse, en casi todas partes, en los siglos XIII y XIV; aunque en Espaase conservaron, como los cantos tpicos del entierro, por lo menos hastael siglo XVI. Ahora, pues, con el relieve que el Ritual restituye a estosdos salmos, por una parte, se cumplir la recomendacin de los Praeno-tanda del Ritual, que exhorta a los pastores a que procuren que sus co-

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    13. Este matiz se significa especialmente con los salmos 113 y 117.

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  • munidades comprendan los salmos que se proponen para la liturgia exe-quial, por lo menos algunos de ellos, y, por otra el Ritual se sita en l-nea de continuidad con una de las ms expresivas tradiciones de nuestraIglesia particular, ms fiel en este detalle que muchas otras que perdie-ron, antes que nosotros, esta importante expresin del sentido pascual dela muerte. Como, por otra parte, estos dos salmos, en la mayora de losentierros, no resultar posible cantarlos, han sido como parafraseados enuna letana, para que no falte su contenido ni en las celebraciones mssimples.

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