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INDICE

6Neutralidad forzosa

8La tentación del Eje

10No beligerancia

14El protocolo de Hendaya

16Beligerancia moral

18El lento retorno a la neutralidad

20Repliegue ante los aliados

22La condena del régimen

franquista

24Esperar y aguantar

26El aislamiento internacional

30La rehabilitaciónen la Guerra Fría

31Bibliografía

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La España aislada,1939·1953

Por Enrique MoradiellosHistoriador

Elprimero de abril de 1939, apenascinco meses antes del inicio de la SegundaGuerra Mundial, en España llegó a su tér-mino una cruenta y larga guerra civilde casitres años de duración. El resultado de la mis-ma fue la derrota de una República demo-crática y socialmente reformista, que habíasufrido hondos amagos revolucionarios alprincipio del conflicto, nunca había alcanza-do un alto grado ge unidad política interna,jamás había conseguido el auxilio'de las po-tencias democráticas occidentales y, por úl-timo, había dependido enteramente de laayuda militar de la Unión Soviética.

La victoria en la contienda correspondióa una insurrección militar de naturaleza con-trarreformista, anticomunista y ultranacio-nalista, que había contado con el apoyo defuerzas políticas de idéntico signo: los mo-nárquicos alfonsinos, 'el carlismo, la Falangey el catolicismo político. En el transcurso dela guerra, el bando insurgente había idoconformándose institucionalmente comouna dictadura personal del general Francis-co Franco, el militar de mayor prestigio pro-fesional entre los generales sublevados y re-putado por su cautela y posibilismo político.Franco acabó concentrando en sus manosel poder indiscutido y arbitral sobre los trespilares de lo que habría de ser el régimen

franquista: Jefe del Estado y Generalísimode los Ejércitos por elección de los genera-les insurrectos; Caudillo de la Falange Espa-ñola Tradicionalista y de las JONS, el parti-do único creado por la unificación forzosade los grupos que apoyaban la insurrección;y defensor y protegido de la Iglesia católica,en calidad de cruzado y enviado divino(Horno missu a Deo) para salvar la religióny la patria.

En la consecución de esa victoria fran-quista, la ayuda militar y diplomática pres-tada por la Italia de Mussolini y la Alemaniade Hitler había sido vital y decisiva. Comoresultado de ese apoyo e influencia, la ideo-logía oficial, la estructura institucional y la lí-nea de conducta interna y externa del nue-vo régimen español habían experimentadoun notable proceso de fascistización entre1936 y 1939. En el plano diplomático, losvínculos de la dictadura franquista con laspotencias del Eje eran firmes y constituíanel marco referencial de su política exterior.La España de Franco había suscrito duran-te la guerra tratados secretos de amistad ycolaboración con Italia (28 de noviembre de1936) y Alemania (31 de mario de 1939).Terminada la contienda, también anunciópúblicamente su adhesión al Pacto Anti-Co-mintern italo-germano-nipón (7 de abril de

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1939) Y su abandono de la denostada So-ciedad de Naciones (8 de mayo de 1939).

Así pues, en la tensa atmósfera europeaprevia al inicio de la guerra mundial, la dic-tadura franquista se había alineado diplo-máticamente con el Eje nazi-fascista en opo-sición a Francia y Gran Bretaña, las poten-cias democráticas que velaban el-statu quoterritorial y rechazaban las pretensiones re-visionistas italo-germanas. Reforzando esealineamiento, el repudio del liberalismo y lademocracia se combinaba en el nuevo régi-men español con unas aspiraciones irreden-tistas, una voluntad de Imperio común a to-dos los'grupos políticos del régimen, que ne-cesariamente adoptaba caracteres anti-britá-nicos (a causa de Gibraltar) y anti-franceses(por Marruecos y Tánger).

Sin embargo, la España de Franco esta-ba seriamente li-mitada por su si-tuación internay geoestratégicapara ejecutaruna política ex-terior activa-mente revisio-nista como la desus valedores in-ternacionales.

Ante todo, lapoblación esta-ba diezmada yexhausta trasuna guerra de-vastadora y al

menos la mitad podía clasificarse como hos-til al régimen. Según cálculos fidedignos, laguerra provocó una sangría demográfica de300.000 muertos, otros 300.000 exiliados ymás de 270.000 reclusos políticos en 1940.Por otra parte, las destrucciones provocadaspor el conflicto habían dañado seriamentela infraestructura productiva del país y pro-vocaban graves carencias alimentarias, deservicios y de bienes industriales. No envano se había destruido casi la mitad de laslocomotoras y vagones ferroviarios existen-tes, más del 60 por 100 de los coches y untercio de la flota mercante y de la riqueza ga-nadera, al tiempo que la producción agra-ria e industrial había descendido el 21 por100 y el 31 por 100 sobre los niveles res-pectivos de preguerra.

Además, la situación financiera era deses-perada e insuficiente para promover demodo .autónomo la reconstrucción econó-

Francoy Beigbederadvirtieron a Romay Berlín de lanecesidad españolade paz en vista de .sus dificultadesinteriores yvulnerabilidad

mica posbélica. Ello obligaba a recurrir albien surtido mercado de capitales anglo-francés en solicitud de créditos para efectuarlas imprescindibles importaciones de grano,equipos industriales y carburantes. Final-mente, en el plano geoestratégico, no habíamaterial, recursos ni capacidad militar paraenfrentarse a posibles acciones ofensivasfranco-británicas contra el Marruecos espa-ñol, las costas y posesiones insulares o lasfronteras pirenaica y portuguesa.

En definitiva, por mucho que la ideologíaoficial franquista fuera abiertamente antide-mocrática, francófoba, anglófoba y propug-nase la recuperación de Gibraltar y la ex-pansión imperial en Africa, la dramática rea-lidad imponía como mínimo un período depaz y recuperación interna que no podría fi-nanciarse y ejecutarse sin recurrir a los cré-ditos e inversiones de esas potencias demo-cráticas. Durante la primavera y el veranode 1939, el propio Franco y su ministro deAsuntos Exteriores, el coronel Juan Beigbe-der, advirtieron reiteradamente a Roma yBerlín de la necesidad española de paz envista de sus dificultades interiores y su vul-nerabilidad externa. En junio, el Caudilloanunció públicamente que su política exte-rior se caracterizaría por la hábil prudencia,reconociendo así el pragmatismo y oportu-nismo de su futura conducta diplomática.Por su parte, Beigbeder confesaría al emba-jador italiano: Necesitamos un respiro.

En ese contexto crítico, la invasión alema-na de Polonia el 1 de septiembre de 1939provocó la inmediata declaración de guerrade Francia y Gran Bretaña contra el régi-men nazi. La reacción de Franco ante el ini-cio de la Segunda Guerra Mundial fue laúnica que cabía esperar: el 4 de septiembrede 1939 decretó la más estricta neutralidadde España en el conflicto. Al fin y al cabo,el propio Mussolini había optado por per-manecer al margen de las hostilidades y de-clararse no beligerante. Con esa medidaambigua, el Duce no ocultaba su apoyo di-plomático y soterrado a Alemania y prose-guía el programa de preparación de Italiapara entrar en la contienda en el momentooportuno.

Los gobiernos de Francia y Gran Bretañarecibieron favorablemente la decisión de la

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Arriba, Franco y el general Varela JJegan al desfile de la Victoria (Madrid, 1.4.1942). Abajo, Franco conlos generales Rada, García PaJJasar, GaJJarza, Asensio y Urrutia durante unas maniobras militares (1942)

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España franquista y aceptaron financiar elprograma de reconstrucción posbélica yabastecer al país con el trigo, los productosindustriales y los carburantes de que careCÍay urgentemente necesitaba. No obstante,ambos gobiernos utilizaron su abrumadorpoderío naval para vigilar las costas españo-las y dosificaron convenientemente sus en-víos para evitar la posible reexportación deesos bienes y mercanCÍas hacia Alemania víaItalia.

La razón de las medidas cautelares alia-das no era otra que la pública identificacióndel régimen franquista con la causa germa-na en la guerra europea. Puesto que la pre-tendida estricta neutralidad era pura necesi-dad y no libre opción, las autoridades espa-ñolas manifestaron unasimpatía y parcialidadevidente hacia Alemaniaen diversos ámbitos a sualcance. Ante todo, lacontrolada prensa espa-ñola, en manos del sec-tor falangista lideradopor Ramón Serrano Su-ñer, ministro de la Go-bernación y cuñado deFranco, se mostró siste-máticamente pro-germa-na y contraria al esfuer-zo bélico anglo-francés.

Por otra parte, la poli-CÍay el Ejército españo-les, que sentían gran admiración por sus ho-mólogos alemanes, posibilitaron la actua-ción de agentes y espías nazis en territorionacional y, particularmente, en torno al es-trecho de Gibraltar, con objeto de vigilar eltráfico mercante y militar aliado e informardel mismo a la flota alemana. Además, sedieron facilidades para el aprovisionamien-to secreto de buques de guerra y submari-nos germanos en los puertos peninsulares einsulares españoles.

armisticio fue firmado el22 de junio con me-diación española) y Gran Bretaña aislada yesperando el inminente asalto alemán, Fran-co se vio seriamente tentado de entrar en laguerra aliado del victorioso Eje, a fin de rea-lizar los sueños imperiales del régimen. Noen vano la situación estratégica había cam-biado sustancialmente respecto a 1939: lallegada de las tropas germanas a Hendayay la frontera pirenaica establecía un contac-to terrestre español con el Eje; la capitula~ción francesa y la formación del régimen co-laboracionista de Vichy por el mariscal Pé-tain eliminaban cualquier peligro para Espa-ña de esa procedencia; y la intervención ita-liana extendía la guerra al Mediterráneo y li-mitaba la capacidad de acción de una flota

británica que ya no po-día servirse de los puer-tos metropolitanos y nor-teafricanos de Francia.

Sin embargo, el pro-blema esencial paraFranco seguía siendo elmismo: España no po-dría soportar un esfuerzobélico prolongado, dadasu enorme debilidadeconómica y militar y elcontrol naval británicode sus suministros ali-menticios y petrolíferos.Un informe del Alto Es-tado Mayor del 8 de

mayo de 1940 había establecido con clari-dad las limitaciones e incapacidades milita-res que vetaban la intervención española:Sin aviación ni unidades mecanizadas (hoyque los ejércitos basan su ofensiva en la ve-locidad), sin artillería antiaérea ni cañonescontracarros (hoy que la ofensiva enemigase desarrollaría con unidades áereas y blin-dadas), sin tenerefectuados los preparativosconcernientes a la movilización de nuestrasfuerzas (hoy que el tiempo ha adquirido unvalor extraordinario), sin materias primassuficientes, sin los hombres que se encuen-tran en el extranjero y sin el entusiasmo delos que se hallan en España, no cabe dudaque la empresa tendría muchísima garantíade fracaso.

Constreñido por esas limitaciones, perotambién animado por la expectativa de unavictoria final del Eje, durante el mes de ju-nio de 1940 el Caudillo español fue desple-gando una cautelosa estrategia diplomáticaque hiciera compatible la realización de los

Con la derrota de Franciay GranBretaña aislada,

Franco se vio seriamentetentado de entrar en la

guerra al lado delvictorioso Eje pararealizar los sueños

imperiales del régimen

La tentación del Eje

La súbita y completa victoria de Alema-nia sobre los Países Bajos y Francia en mayoy junio de 1940, junto con la entrada de ita-lia en la guerra (ellO de junio), cambiaronpor completo el panorama europeo y la po-sición española ante el conflicto.

Con la derrota consumada de Francia (el

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Izquierda, Serrano Suñer con el conde Ciano en Italia (1939). Abajo, el ministro junto a destacados mili-tares del 111Reich y, derecha, conversando con Van Ribbentrop durante su visita a Berlín (16125-9-1940)

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objetivos imperiales del régimen con la si-tuación económica y las fuerzas militaresdisponibles.

Desde luego, los triunfos alemanes y la in-tervención italiana había reforzado la incli-nación pública y la ayuda encubierta del ré-gimen a las potencias del Eje. El mismo 10de junio, Franco había escrito una carta pri-vada a Mussolini en ese sentido: Nuestra so-lidaridad moral os acompañará fervorosa-mente en vuestra campaña, y en cuanto ala económica tened la seguridad que en lamedida de nuestras fuerzas (pues bien co-nocéis nuestra posición) os la prestaremosde buen grado. (...) Os reitero la cordialidadcon que aprovecharemos todas las ocasio-nes para ayudaros en cuanto esté a nuestroalcance.

Sin embargo, el Caudillo era conscientede que ese mero apoyo soterrado no basta-ría para obtener los títulos que garantizasenla realización futura del programa irredentis-ta español. Por consiguiente, Franco aspira-ba a tomar parte en la guerra aliado del Eje,pero sólo cuando hubiera pasado lo peor delcombate y fuera inminente la derrota ingle-sa, con objeto de poder participar como be-ligerante en el reparto del botín imperial sub-secuente a expensas de Francia y Gran Bre-taña. En palabras posteriores de SerranoSuñer, por entonces el principal asesor po-

. lítico de Franco, la intención era entrar enla guerra en el momento de la victoria ale-mana, a la hora de los últimos tiros. En de-finitiva, Franco y su régimen se aprestabana aprovechar la victoria del Eje sobre laalianza franco-británica para conseguir lasaspiraciones territoriales españolas con unprecio y coste bélico mínimo y asumible da-das las condiciones.

De acuerdo con esa estrategia y tentación,el 13 de junio de 1940 España abandonó laestricta neutralidad y se proclamó oficial-mente como no beligerante en el conflictoeuropeo. En el seno del régimen se admitíaque esa medida era una imitación del pre-cedente italiano y representaba, en realidad,un estado preparatorio de la entrada en lalucha. Aldía siguiente, al mismo tiempo quelas tropas alemanas ocupaban París, lasfuerzas militares españolas ocuparon la ciu-dad internacional de Tánger y la anexiona-ron al Marruecos español, bajo el pretextode preservar el orden y la neutralidad en lamisma. Se trataba del primer paso, todavíacauto y reversible, para la realización de unprograma imperial mucho más vasto.

No beligerancia

La gestión definitiva de la diplomaciafranquista tuvo lugar el 16 de junio de 1940en la propia Alemania. Debe subrayarse quela iniciativa fue propiamente española y noobedeció a una sugerencia o petición delEje. Ese día, un emisario especial del Cau-dillo, el general Juan Vigón, Jefe del Alto Es-tado Mayor, se entrevistó con Hitler y su mi-nistro de Asuntos Exteriores, Ribbentrop. Ennombre de Franco, de quien portaba unacarta personal para el Führer, Vigón ofrecióa Hitler la entrada española en la guerra a.cambio de ciertas condiciones específicas.Ante todo, el compromiso de cesión a Espa-ña, tras la victoria, de Gibraltar, el Marrue-cos francés, el Oranesado, y la ampliaciónde las posesiones españolas en el Sahara yGuinea Ecuatorial. Además, el envío previo

Oportunismo y coyunturaComunique a ese Gobierno

que si vencimiento de Franciatiene la natural consecuenciade una justa redistribución deterritorios africanos, Españareivindica la unidad marroquÍbajo su protectorado, la partede territorio argelino por ellacolonizado, vecina a su costa,la ampliación del Sahara conpequeñas rectificaciones yampliación de sus posesiones

en el Golfo de Guinea con po-blados que ofrezcan base debraceros negros de los quehoy carecemos en absoluto. SiInglaterra continúa la lucha(España), estaría dispuesta apasar gradualmente a belige-rante, previa preparación deopinión y auxilio en aprovisio-namientos y el material y ar-mamentos pesados necesariospara el ataque a Gibraltar y

defensa de sus archipiélagos,así como la ayuda naval y aé-rea necesarias.(Telegrama enviado por el

general Beigbeder al embaja-dor español en Roma, toma-do de J. Tusell y G. GarcíaQueipo de Llano, Franco yMussolini. La política españo-la durante la Segunda GuerraMundial. Barcelona. Planeta,1985.)

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Izquierda, el general Beigbeder, ministro de Exteriores (9-8-1939/19-7-1941). Derecha, el general Vigón,emisario ante Hitler en junio de 1940. Abajo, F. Franco con el conde Ciano en San Sebastián (9-7-1939)

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EnBordigheral Francoreconoció sinceramente

las condiciones deverdadera hambre y deabsoluta carencia de

preparación militar quevetaban cualquier

beligerancia española

de sustanciosos suministros alemanes de ali-mentos, petróleo, armas y artillería pesadapara paliar la crítica situación económica ymilitar española. Paralelamente a esta ges-tión personal, el general Beigbeder informa-ba telegráficamente a Roma de la oferta ycondiciones españolas para convertirse enbeligerante alIado del Eje. -

Por fortuna para Franco, aunque Hitlerfelicitó a Vigón por la ocupación de Tángery expresó su deseo de que Gibraltar volvie-ra a ser español, rehusó totalmente cual-quier compromiso sobre las restantes reivin-dicaciones imperiales y materiales. En reali-dad, los dirigentes nazis despreciaban comoinnecesaria la costosa oferta de beligeranciaespañola en el momento de capitulación deFrancia y cuando parecía inminente laderrota británica y el fi-nal de la guerra. Tampo-co Mussolini realizó nin-gún esfuerzo para satis-facer lo que le parecíandesmesuradas peticionesespañolas, que podríangenerar un competidorindeseado para Italia enel Mediterráneo y el nor-te de Africa.

Las negociaciones se-cretas bilaterales sobre laentrada de España en laguerra continuaron du-rante' el verano de 1940,con nula presión alema-na o italiana e insistencia española en suscondiciones. A mediados de septiembre, enplena batalla aérea de Inglaterra y en mediode los preparativos para su invasión, los es-trategas alemanes comenzaron a fijar laatención en Gibraltar, cuya conquista podríadoblegar la resistencia británica y cercenarla actividad de la Royal Navy en el Medi-terráneo.

En ese contexto, desde el 16 al 25 de sep-tiembre de 1940, Serrano Suñer visitó Ale-mania para discutir con Hitler y Ribbentroplas condiciones de la beligerancia española.Durante las conversaciones quedó de mani-fiesto la disparidad de criterios entre ambaspartes. Serrano Suñer insistió en la acepta-ción de las reivindicaciones territoriales y enlos envíos previos de ayuda alimenticia, mi-litar y de carburante, dado el grave deterio-ro que había experimentado la situación in-terna española. Sin embargo, aunque losalemanes estaban dispuestos a admitir la ce-

sión del Marruecos francés, pedían a cam-bio una isla canaria y bases navales en Aga-dir y Mogador, la entrega de Guinea parasu proyectado Imperio centroafricano y no-tables concesiones económicas y financierasen Marruecos y la propia España. Además,reducían considerablemente la cuantía de suayuda militar y aÍimenticia, puesto que con-cebían el ataque a Gibraltar como una ope-ración localizada y, al contrario de los diri-gentes franquistas, no como una defensa in-tegral del vulnerable territorio peninsular, in-sular y colonial de España.

En vista de las hondas divergencias exis-tentes y con el fin de buscar una soluciónmutuamente aceptable, se acordó la realiza-ción de una entrevista personal entre Fran-co y Hitler en Hendaya el 23 de octubre de

1940. No obstante, en elentreacto, la evoluciónde la guerra fue reafir-mando a ambas partesen sus posiciones y redu-ciendo el margen exis-tente para el acuerdo.

En primer lugar, el en-tusiasmo belicista deFranco se fue atenuandoparcialmente debido a lavictoria aérea británicasobre la Luftwaffe, quedescartaba un prontoderrumbe de la resisten-cia inglesa, y al manteni-

. miento por la RoyalNavy de la hegemonía mediterránea frentea Italia. Además, los altos mandos militaresespañoles, en su mayoría monárquicos, seoponían cada vez más enérgicamente' a lapolítica intervencionista que propugnaban laFalange y Serrano Suñer (nombrado minis-tro de Asuntos Exteriores el 18 de octubre)con argumentos contundentes y bien cono-cidos por el Caudillo: la extrema vulnerabi-lidad militar, la hambruna existente en elpaís (el invierno de 1940-1941 fue el másdramático en este sentido) y la enorme de-pendencia de los suministros alimenticios ypetrolíferos angloamericanos. En esas con-diciones, a juicio de Franco, los crecientesriesgos implícitos en la beligerancia españo-la hacían tanto más inexcusable el cumpli-miento exacto de las condiciones previstaspara entrar en la lucha alIado del Eje.

Por su parte, Hitler tenía cada vez más di-ficultades para armonizar su estrategia gene-ral con las reivindicaciones franquistas. Poco

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Tres momentos de la trascendente entrevista de Franco y Hitler en Hendaya (23-10-1940), que confirmólas dificultades de armonizar la estrategia general del Reich con las reivindicaciones imperiales españolas

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después de las entrevistas de Berlín, el Füh-rer confesó al conde Ciano, ministro italia-no de Asuntos Exteriores, su negativa aaceptar la beligerancia española bajo lascondiciones fijadas porque cuesta demasia-do para 10 que pueda producir. El propioCiano opinaba que los españoles pedíanmucho y daban nada. Además, se habíaproducido un dato nuevo y crucial: a finesde septiembre de 1940, el ejército colonialfrancés había rechazado en Dakar un ata-que de las fuerzas del general De Gaulle ylos británicos, permaneciendo fiel al gobier-no de Vichy. Este había garantizado la neu-tralidad de su ejército colonial sólo si Alema-nia respetaba la integridad del Imperio nor-teafricano francés. Bajo el impacto de la ac-ción de Dakar, Hitler y Mussolini se entre-vistaron el 4 de octubre para debatir su res-puesta a la demanda española sobreMarruecos. Allí decidieron que era más be-neficioso que los franceses siguieran enMarruecos y lo defendieran ante británicosy gaullistas, evitando que su cesión a Espa-ña provocara el paso de las tropas colonia-les al campo enemigo y un empeoramientode la situación estratégica en el Mediterrá-neo y norte de Africa.

El protocolo de Hendaya

En esas condiciones, durante la crucialentrevista de Hendaya del 23 de octubre de1940, las posibilidades de acuerdo hispano-alemán se habían reducido notablemente.

Franco rehusó comprometerse a una fechafija para entrar en la guerra, como solicita-ba Hitler, si antes no se aceptaba la totali-dad de las demandas imperiales españolas.En sus propias palabras a su cuñado: Mien-tras no nos den los territorios, no entramosen la guerra. Sin embargo, el Führer ni qui-so ni pudo aceptarlas. Al día siguiente teníaconcertada una entrevista con el mariscalPétain y había concluido que era prioritariomantener a su lado la Francia colaboracio-nista, que garantizaba la neutralidad bené-vola del Imperio africano francés e inclusosu posible beligerancia antibritánica, comohabía demostrado en Dakar. En consecuen-cia, Hitler se negó a ofrecer una desmem-bración del Imperio francés que empujaría asus autoridades en los brazos de De Gaulley Gran Bretaña: no podía arriesgar las ven-tajas que estaba reportando la colaboraciónfrancesa en aras de la costosa y dudosa be-ligerancia de una España hambrienta y se-midestruida.

No obstante la falta de acuerdo, y a fin decontar con títulos para participar en el repar-to del botín posbélico, Franco aceptó firmarun Protocolo secreto en el que se compro-metía a entrar en la guerra en fecha de supropia elección y en el que Hitler garantiza-ba que España recibiría territorios en Africaen la misma medida en que pueda indem-nizarse a Francia. De este modo, la Españade Franco se convertía formalmente en unasociado no-beligerante del Eje .. Mussolinidescribió de forma muy certera el significa-do del Protocolo: representa la adhesión se-creta de España al Pacto Tripartito (que ha-

Francisco Gómez-Jordana y SouzaFrancisco Gómez-Jordana y Souza (1878). Primer conde de Jordana.Hijo del general del mismo nombre. Combatió como oficial en las cam-pañas de Cuba y Marruecos. En 1922 ascendió a general de brigada. Alaño siguiente, participó en el Directorio Militar del general Primo de Ri-vera. Siendo teniente general, en 1928 fue nombrado Alto Comisario enMarruecos. Al proclamarse la República, se retiró del servicio activo yfue desterrado por su papel durante la Dictadura. Miembro de la UniónMilitar Española, tras estallar la guerra civil, ocupó cargos relevantesen el bando sublevado: presidente del Alto Tribunal de Justicia Military de la Junta Técnica del Estado. En febrero de 1938, Franco le nombróvicepresidente de su primer gobierno y ministro de Asuntos Exteriores.Desde su cargo, secundó fielmente la política exterior marcada por Fran-co. Tras cesar en agosto de 1939, ocupó la presidencia del C5lnsejo deEstado. En septiembre de 1942, sustituyó a Serrano Súñer en AsuntosExteriores, favoreciendo una política más neutralista. Murió en agostode 1944.

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Arriba, Serrano Suñer, monseñor Cicognani y Yanguas Messía, firmantes de un acuerdo entre España y laSanta Sede (7-6-1941). Abajo, Franco se entrevista en MontpelJier con el mariscal Pétain, febrero de 1941

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bía sido firmado por Alemania, Italia y Ja-pón el pasado 27 de septiembre de 1940).

El curso posterior de la guerra, con losgraves reveses italianos en Grecia y el nortede Africa, fue demostrando a Franco que seencontraba ante una contienda prolongaday agotad ora. En consecuencia, fue demo-rando sine die la beligerancia española, apesar de las reiteradas demandas alemanaspara que se atuviera al protocolo firmado yfijase el inicio del ataque conjunto a Gibral-tar (la llamada Operación Félix que Berlínhabía previsto para ellO de enero de 1941).Al mismo resultado dilatorio contribuyó elgrave deterioro de la situación económica yalimenticia (que agudizó la dependencia delos suministros exteriores, controlados muyestrechamente por la Royal Navy), así comola exacerbación del conflicto entre militaresy falangistas por el control de la política in-terna y exterior del régimen.

Para forzar la renuncia española, Hitlersolicitó al Duce su intervención mediadora.Tal petición estuvo en el origen de la entre-vista entre Mussolini y Franco en Bordighe-ra (frontera italo-francesa) el 12 de febrerode 1941. En la misma, el Caudillo recono-ció sinceramente las condiciones de verda-dera hambre y de absoluta carencia de pre-paración militar que vetaban cualquier beli-gerancia española. Como esa informaciónhabía sido abrumadoramente confirmadapor las fuentes italianas en España (10 mis-mo que las alemanas), Mussolini se abstuvode presionar a su interlocutor y remitió a Hit-ler un informe que puso fin a toda esperan-za alemana: Le repito mi opinión de que Es-paña, hoy, no está en condiciones de iniciarninguna acción de guerra. Está hambrienta,desarmada, con fuertes corrientes hostiles a

nosotros (burguesía y aristocracia anglófíJas)y, en este momento, afectada incluso por lasinClemencias naturales. .

En lo sucesivo, el régimen franquistamantuvo su firme alineamiento con las po-tencias del Eje sin traspasar, por mera inca-pacidad, el umbral de la guerra. Por consi-guiente, continuaron las furibundas campa-ñas antibritánicas en la prensa española; semantuvo el apoyo oficial encubierto a losservicios secretos germanos e italianos; si-guieron concediéndose facilitades portuariasy aéreas para ambas flotas y aviaciones; yse promovió la exportación de productQs es-pañoles útiles para el esfuerzo de guerra delEje, como el wolframio, el mineral de hierroy las piritas.

Beligerancia moral

El momento cumbre de esa identificaciónespañola con el Eje tuvo lugar después del22 de junio de 1941, tras la súbita invasiónalemana de la Unión Soviética y el despla-zamiento de la guerra mundial hacia el Este.

Con renovado entusiasmo, Franco ySerrano Suñer felicitaron al gobierno nazipor su iniciativa y ofrecieron el envío de vo-luntarios españoles para luchar contra el co-munismo. Serrano Suñer definió pública-mente la posición adoptada por Españacomo la más decidida beligerancia moral allado de nuestros amigos. Inmediatamente,bajo la consigna de que Rusia es culpablede nuestra guerra civil, comenzó la reclutade voluntarios. El 14 de julio de 1941 par-tió hacia el frente ruso el primer contingen-te de la llamada División Azul, formada por

Amigos condicionales1.o Franco cree hoy, como

siempre, en la victoria del Eje.2.o Franco es consciente de

que España debe colaborarcon el Eje en la consecuciónde la victoria.3.0 Franco (...) añade que

no puede dar esta colabora-ción en las condiciones en lasque hoy se encuentra España;son condicionfis de verdaderahambre y de absoluta ca-

rencia de preparación militar.4.0 La intervención españo-

la está $ubordinada a dos con-diciones, a saber: la ayudaeconómica y military una pre-cisión del artículo quinto delprotocolo de Hendaya, en elsentido de que España debe-rá tener, además de Gibraltar,Marruecos, hoy francés.5. o Franco ha declarado

que el ataque a Gibraltardebe

ser realizado por tropas espa-ñolas, aunque sean ayudadaspor tropas alemanas. (Resu-men hecho por Mussolini so-bre la reunión mantenida conFranco en Bordighera, toma-do de J. Tusell y G. GarcíaQueipo de Llano. Franco yMussolini. La política españo-la durante la Segunda Guerr<:lMundial. Barcelona. Planeta,1985.)

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18.694 hombres y dirigida por mandos pro-fesionales encabezados por el general Mu-ñoz Grandes. Hasta su retirada definitiva, untotal de 47.000 españoles combatiría con losejércitos alemanes en Rusia. La intenciona-lidad política del envío de la División Azulera clara: se trataba de la contribución desangre española al Eje que habría de avalarlas reclamaciones territoriales en el futuro.Al decir pO!1teriorde Serrano Suñer: Su sa-crificio nos daba (...) legitimidad para parti-cipar (...) en la soñada victoria y nos excu-saba de los generales y terriblessacrificiosdela guerra.

La beligerancia moral reflejada material-mente por la División Azul fue completadapor un resonante discurso de Franco en elaniversario del inicio de la guerra civil, el 18de julio de 1941. Llevado quizá por su emo-ción, el Caudillo abandonó su proverbialcautela y se mostró más favorable al Eje ydespreciativo hacia los aliados que nunca:La guerra en nuestro continente ha sido yadecidida y claramente (...). Se ha planteadomal la guerra y los aliados la han perdido(...) ni el continente americano puede soñarintervenciones en Europa sin exponerse auna catástrofe (...). En estos momentos enque las armas alemanas dirigen la batallaque Europa y el Cristianismo desde tantotiempo anhelaban y en la que la sangre denuestra juventud va a unirse a Ja de nues-tros camaradas del Eje como expresión vivade solidaridad, renovemos nuestra fe en losdestinos de nuestra patria.

En consonancia con esa posición, el régi-men franquista firmó en agosto de 1941 unacuerdo por el que se comprometía a enviar100.000 trabajadores españoles a Alemania,

para sustituir a los obreros germanos llama-dos al frente por necesidades de guerra. Alfinal, la movilización prevista sólo afectó a15.000 trabajadores. De igual modo, en losúltimos días de noviembre de ese mismoaño, Serrano Suñer se desplazó a Berlín yfirmó la prórroga del Pacto Anti-Cominternpor parte de España.

Sin embargo, y como había sucedido enanteriores ocasiones, el alineamiento públi-co franquista con el Eje no significó una rup-tura definitiva con el bando aliado. Cons-ciente de su vital dependencia de los sumi-nistros de grano y carburante angloamerica-nos, que fueron restringidos al máximo enaquella coyuntura, la diplomacia franquistadesplegó todos sus esfuerzos para aplacarlos fuertes recelos de Londres y Washington.Frente a las autoridades de esas capitales, elenvío de la División Azul fue defendido conla teoría de las dos guerras. A tenor de ella,España era beligerante en la guerra contrael comunismo en el Este del continente, peroseguía siendo no beligerante en la lucha en-tre el Eje y Gran Bretaña en Europa occi-dental.

La entrada de los Estados Unidos en laguerra- después del ataque japonés a PearlHarbour (7 de diciembre de 1941), juntocon los graves reveses italianos en Libia ylas dificultades de la ofensiva alemana enRusia, fueron socavando la certeza de Fran-co en la victoria total del Eje y demostran-do su error de cálculo el pasado julio. Para

José Félix de LequericaJosé Félix de Lequerica y Erquiza (Bilbao, 1891-1963). Licenciadoen Derecho por la Universidad de Deusto. Miembro de las JuventudesMauristas. Diputado a Cortes por Toledo (1916-1923). Subsecretario dela Presidencia en el gobierno de Maura de 1921. Subsecretario de Eco-nomía Nacional en el gobierno de Berenguer de' 1930. Durante la Repú-blica, como monárquico alfonsino, fue activo enemigo del nacionalismovasco. Participó en el alzamiento del 18 de julio y se afilió a Falange.En 1938 fue nombrado alcalde de Bilbao y, al año siguiente, embajadoren Francia. En agosto de 1944 sustituyó a Gómez-Jordana en la carterade Asuntos Exteriores. Cesó en julio de 1945 y fue enviado a Washing-ton como inspector de embajadas. En esa función, y luego como emba-jador, colaboró en la normalización de las relaciones con Estados Uni-dos. Fue consejero nacional de FET de las JONS, procurador en Cortesy vicepresidente de las mismas.

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Arriba, el general Muñoz Grandes, comandante de la División Azul, intercambia opiniones sobre el frentecon un general alemán. Abajo, enard{?cidos voluntarios de la División Azul al partir de Madrid (14-7-1941)

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asegurarse contra posibles actos hostilesaliados, el Caudillo recurrió a la baza quesiempre había conservado para tales casos:las relaciones con el régimen de Salazar enPortugal, el viejo aliado británico en la Pe-nínsula que le había apoyado durante laguerra civil. Entre ambas dictaduras existíaun tratado de amistad y no agresión firma-do en marzo de 1939 y ratificado por unprotocolo de consulta mutua de julio de1940. A petición española, el 12 de febrerode 1942 tuvo lugar en Sevilla una entrevis-ta entre Franco y Salazar. En la misma, seratificaron los acuerdos previos con el fin desalvarguardar la paz e inviolabilidad delterritorio peninsular. Se configuraba así elllamado Bloque Ibérico, que fue concebidopor Franco, en previsión de lo peor, comouna oferta tácita de neutralidad española

hacia los aliadosy como una ga-rantía de respe-to angla-ameri-cano hacia el ré-gimen español.

En el interiorde España, lacrisis política en-tre militares y fa-langistas llegó aextremos insos-tenibles el 15 deagosto de 1942.Aquel día, ungrupo de falan-gistas radicales

atentó contra el general Varela, ministro delEjército, a su salida de una misa carlista enla basílica de Begoña (Bilbao). La reacciónmilitar fue enérgica y forzó a una -interven-ción arbitral y decisiva de Franco en la lu-cha abierta por el poder. En una operaciónde equilibrio calculado, el 3 de septiembreFranco dio satisfacción a las exigencias mi-litares cesando a Serrano Suñer y nombran-do al general Gómez-Jordana como minis-tro de Asuntos Exteriores. También cesó alpropio Varela, muy significado por su apo-yo a una restauración monárquica inmedia-ta que acabaría con el poder omnímodo delCaudillo. No en vano Franco empezaba aponer en marcha su juego político para per-manecer indefinidamente en la Jefatura delEstado: apoyarse en los sectores más dóci-les y antimonárquicos de Falange comocontrapeso a las demandas militares en fa-vor de la restauración en el trono del pre-

Franco se plegaba atodas lasexigenciasanglo-americanasdecidido asobrevivir al .hundimiento delEje y el fascismo

tendiente, don Juan de Borbón, conde deBarcelona e hijo de Alfonso XIII.

Solucionada así la crisis política, el régi-men franquista tuvo que afrontar un hechodecisivo en el curso de la guerra mundial. El8 de noviembre de 1942 los aliados lleva-ron a cabo por sorpresa la operación Torch(Antorcha): el triunfal desembarco anglo-americano en la zona francesa de Marrue-cos y en Argelia, que supuso la apertura deun segundo frente en el Mediterráneo con-tra el Eje. La presencia de tropas aliadas alotro lado del Estrecho y a lo largo de la fron-tera del Marruecos español sirvió para cor-tar definitivamente las veleidades interven-cionistas de Franco. No en vano, aparte dela incapacidad española para reaccionar mi-litarmente, el presidente Roosevelt se apre-suró a garantizar que la operación no aten-taría contra el pueblo o el territorio español,en la Península o en ultramar.

En esas condiciones, Franco decidió abs-tenerse de cualquier acto que pudiera pre-cipitar la hostilidad aliada contra una Espa-ña inerme y hambrienta. En abril de 1943,en el momento en que la suerte de las ar-mas ya había girado decisivamente en per-juicio del Eje y Mussolini le acuciaba paraentrar en la guerra, el Caudillo reiteraría lacausa de su inactividad: Mi corazón está conustedes y deseo la victoria del Eje. Es algoque va en interés mío y en el de mi país,pero ustedes no pueden olvidar las dificul-tades con que he de enfrentarme tanto enla esfera internacional como en lapolítica in-terna.

Repliegue ante los aliados

No en vano, a partir de las victorias alia-das en Africa del norte, la diplomacia espa-ñola, de la mano del general Gómez-Jorda-na, fue recuperando un tinte más neutralis-ta y moderado. De un modo perceptible yprogresivo, la previa identificación con el Ejey el abuso de las democracias liberales fue-ron cediendo paso a las denuncias genéri-cas anticomunistas y a la vinculación de laEspaña católica con el Vaticano. Como ha-bía recordado Gómez-Jordana a finales denoviembre de 1942: No es propiamente conel Eje con el que estamos sino contra el Co-munismo. Mientras tanto, Franco inaugura-ba su campaña de llamamientos a la paz en-tre el Eje y los países anglosajones para evi-

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Arriba, dos momentos de la actividad, en los campos de la Unión Soviética, de las tropas de la DivisiónAzul. Abajo, el general Moscardó retratado con algunos divisionarios durante una visita al frente oriental

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tar la propagación de la influencia soviéticaen Europa.

La invasión aliada de Siciliay la fulminan-te caída de Mussolini y el fascismo en juliode 1943 precipitaron el lento retorno fran-quista a la neutralidad. Inmediatamente, losaliados comenzaron a presionar con durezapara que cesara todo tipo de ayuda y sim-patía española hacia Alemania. A fines deseptiembre, después de la capitulación deItalia, Franco anunció la disolución de la Di-visión Azul. Su retirada efectiva del frenteruso se produciría a mediados de noviem-bre, aunque un batallón de voluntarios per-manecería como Legión Azul en el ejércitoalemán hasta febrero de 1944. Tambiéncomo resultado de esa presión constante, el1 de octubre de 1943 Franco decretó nue-vamente la estricta neutralidad de Españaen la guerra. Siete días más tarde, hubo deaceptar sin protesta la decisión portuguesade autorizar a los aliados el uso de bases mi-litares en las islas Azores.

La presión angla-americana en favor desus demandas se intensificó a principios de1944. El 28 de enero, los Estados Unidosimpusieron un embargo completo de petró-leo y gasolinas con destino español hastaque el régimen no cumpliera las peticionesaliadas. Franco, reconociendo que Españano estaba en condiciones de ser intransigen-te, cedió en toda regla. Por el acuerdo fir-mado el 2 de mayo de 1944, el régimenfranquista se comprometió a expulsar de suterritorio peninsular y marroquí a todos losagentes alemanes denunciados por los alia-dos; a impedir todo apoyo logística para elesfuerzo de guerra germano; a reducir drás-ticamente hasta su pronta extinción todas

las exportaciones de wolframio hacia Ale-mania: y a entregar a los aliados los buquesitalianos refugiados en puertos españolesantes de la capitulación.

En definitiva, en las postrimerías de laguerra, Franco se plegaba a todas las exi-gemcias angla-americanas decidido a sobre-vivir al hundimiento del Eje y del fascismoen Europa. Y para ello apelaba insistente-mente al anticomunismo ~1al.~atolicismo desu régimen e iniciaba la operación propa-gandística destinada a mostrar1o como elcentinela de Occidente y el hombre que conhábil prudencia resistió a Hit1ery preservóla neutralidad española. Correlativamente,se iniciaba la conveniente satanización deSerrano Suñer, achacándole la exclusivaresponsabilidad de la identificación de Espa-ña con el Eje durante su etapá ministerial.

La condena del régimenfranquista

De la mano de José Félix de Lequerica, ti-tular de Asuntos Exteriores tras la muerte deGómez-Jordana en agosto de 1944, la di-plomacia franquista concentró sus esfuerzosen congraciarse con el coloso norteamerica-no y alertar sobre el peligro soviético paraEuropa. El 7 de noviembre, en unas decla-raciones a la United Press, Franco definía surégimen por vez primera como una demo-cracia orgánica y católica, añadiendo que lapolítica internacional de los Estados Unidosen absoluto se contradecía con la ideologíade España. Con el mismo fin, el 11 de abrilde 1945 el Caudillo ordenó la ruptura de re-

Alberto Martín ArtajoAlberto Martín Artajo y Alvarez (Madrid, 1905-1979). Educado porlos jesuitas y licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid. Le-trado del Consejo de Estado desde 1930. Durante la República' fue es-trecho colaborador de Angel Herrera Oria, director del diario católico ElDebate. Miembro de la Asociación Católica Nacional de Propagandis-taso Al comenzar la guerra civil, se pasó a la zona insurgente. Asesorócomo jurista a la Junta Técnica y al Ministerio de Trabajo nacionalista.Participó en la elaboración del Fuero de los Españoles. En 1940 fue nom-brado presidente de Acción Católica. En julio de 1945, tras consultarcon el primado, cardenal Pla y Deniel, aceptó la cartera de Asuntos Ex-teriores y abandonó su cargo en Acción Católica. Sus gestiones diplo-máticas lograron romper el aislamiento diplomático del régimen con lafirma del Concordato con la Santa Sede en agosto de 1953 y los acuer-dos hispano-norteamericanos de septiembre del mismo año.

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Arriba, el ministro Serrano Suñer, con el general Orgaz, Alto Comisario en Marruecos, y el almirante Carre-ro Blanco (25-5-1942). Abajo, Franco con Arrese, a bordo del destructor Almirante Valdés (22-8-1942)

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laciones diplomáticas con Japón, el antiguosocio en el Pacto Anti-Comintem, pretextan-do un incidente ocurido tres años antes.

A pesar de todas las operaciones de cos-mética neutralista más o menos descaradasy precipitadas, la derrota final de Alemaniaen mayo de 1945 significóel inicio de un lar-go purgatorio para el régimen franquista enel plano internacional.

Los síntomas habían sido claros desdeprincipios de año. EllO de marzo de 1945,el presidente Roosevelt había instruido a suembajador en Madrid que no hay lugar enlas Naciones Unidas para un gobierno fun-dado en 'los principios fascistas. También leinformaba que, si bien no tenía intención deintervenir en asuntos internos españoles, eraimposible la ayuda política y económicanorteamericana mientras se mantuviera ladictadura de Franco. Pocas semanas des-pués, se inauguró en San Francisco la con-ferencia fundacional de la Organización deNaciones Unidas, a la que el gobierno espa-ñol no fue invitado, pero a la que asistíancomo observadores líderes republicanos enel exilio que estaban formando un gobiernoalternativo. El 19 de junio, la conferenciaaprobó sin oposición una propuesta mexi-cana que vetaba expresamente el ingreso dela España franquista en la ONU.

Lo peor estaba aún por llegar. A fines dejulio, la abrumadora victoria laborista en laselecciones generales británicas hizo crecer laexpectativa de sanciones económicas y di-plomáticas aliadas para forzar la caída delrégimen español. Para entonces, la prensa yla opinión pública democráticas en todo elmundo occidental, especialmente en Fran-

cia y Gran Bretaña, comenzaban a expresarcon dureza su repudio del franquismo y sudeseo de acabar con él. Finalmente, duran-te la conferencia de Potsdam, el 2 de agos-to de 1945, el líder soviético, Stalin, el pre-sidente norteamericano, Truman, y el pri-mer ministro británico, Attlee, emitieron unadeclaración conjunta sobre la cuestión espa-ñola. En la misma, se ratificaba la condenaal ostracismo internacional de la Españafranquista, en razón de sus orígenes, de sucarácter y de su asociación estrecha con lospaíses agresores.

Esa creciente presión exterior sobre la dic-taduraespañola fue paralela a la intensifica-ción de la actividad interna de sectores mo-náquicos y militaresen favor de la retirada de·Franco y la restauración del trono en la per-sona del pretendiente legítimo. Don Juan ha-bía publicado el 19 de marzo el Manifiesto deLausana, en el que solicitaba al Caudillo suretirada en favor de una monarquía que po-sibilitase la reconciliación nacional y la aper-

'tura gradual hacia fórmulas democráticas.Como medida de presión, don Juan habíaordenado poco después la dimisión de losmonárquicos de sus cargos oficiales en el ré-gimen. El desafío tuvo poca eficacia real,dado que la orden provocó confusión en lasfilas monárquicas y la incipiente división en-tre juanistas a ultranza y colaboracionistas.

Elju!cio de los vencedoresEn lo que respecta a la ad~

misión de otros Estados en láOrganización de las NacionesUnidas, los tres Gobiernos de-claran:Que la Organización de las

Naciones Unidas está abiertaa todos los demás Estados pa-cíficos que acepten las obliga-ciones estipuladas en la Cartaactual y que, al parecer de laOrganización, tienen la posibi-lidad y el deseo de cumplir es-tas obligaciones. (.,,)

En lo que a ellos se refiere,los tres Gobiernos apoyaránlas candidaturas de todos lospaíses que han permanecidoneutrales durante la guerra yque cumplen las condicionesmencionadas más arriba.No obstante, se creen obli-

gados a declarar que, por suparte, no apoyarán la candi-datura del Gobierno españolactual, que, establecido con laayuda de las Potencias delEje, no posee, en razón .de sus

orígenes, de su carácter y desu asociación estrecha con lospaíses 'agresores, las caljficíiJ-ciones necesarias para justifi-car su admisión entre las Na-ciones Unidas. (Comunicadoemitido en Potsdam, el 2 deagosto de 1945, tomado de A.Lleonart Ansélem y F. M. a

CastiellaMaíz, España y ONU:(1945-1946). La cuestión es-pañola, Madrid, Consejo Su-perior de Investigaciones..Científicas, 1978.)

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tica de espera enmascarada tras una opera-ción de constitucionalismo cosmético. Teníala convicción (ratificada por su asesor máscercano, el almirante Luis Carrero Blanco)de que pronto habría de desencadenarse enEuropa ,el antagonismo y conflicto entre laUnión Soviética y los Estados Unidos, y queéstos habrían de recurrir a los servicios deEspaña por su inapreciable valor estratégicoy su firmeza anticomunista. Mientras esa si-tuación llegaba, estaba convencido (conacierto) de que las potencias anglosajonasno tomarían contra su régimen ninguna me-dida seria, militar o económica, ante el te-mor de que pudiera facilitar mínimamentela expansión del comunismo o el reinicio dela guerra civil. Por tanto, la política de espe-ra exigía de momento cerrar filas de gradoo por fuerza en torno al régimen y recordarobsesivamente el peligro comunista y laguerra civil (lo que fue propiciado por la re-novada actividad guerrillera del maquis). Enpalabras de Carrero Blanco, se imponía laimpasibilidad ante indicaciones, amenazas eimpertinencias y orden, unidad y aguantar.

En cualquier caso, parq mejorar la ima-gen del régimen y satisfacer mínimamente la

sensibilidad democrática exterior, Franco in-trodujo cambios notorios sin reducir un ápi-ce su poder. Se trataba, según su propio tes-timonio, de una política de depuración delmimetismo respecto al Eje sin llegar a uncir-nos en el carro democrático. En consonan-cia, el 13 de julio de 1945 promulgaba elFuero de los Españoles, sucedáneo de unaverdadera carta de derechos y libertades in-dividuales. Cuatro días después, en una cla-ra invitación a los monárquicos colaboracio-nistas, anunciaba que España se constituiríaen reino tras un período de adaptación y sinrenuncia allegado de la victoria en .laguerracivil.

EI20 de julio nombraba un nuevo gobier-no en el que los falangistas quedaban rele-gados en favor de los políticos católicos: Al-berto Martín Artajo, presidente de AcciónCatólica y nuevo ministro de Asuntos Exte-riores, quedó encargado de movilizar al Va-ticano y la opinión católica internacional endefensa del régimen. El 11 de septiembre sederogó la oficialidad del saludo fascista. Sie-te días más tarde se retiraron las tropas es-pañolas de Tánger. Finalmente, el22 de oc-tubre se aprobó una Ley de Referéndum

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para abrir un mecanismo de participaciónpolítica de los españoles.

En definitiva, se había abierto la vía paradesfascistizar el régimen y definirlo oficial-mente como una democracia orgánica y ca-tólica. De cara al exterior, esas medidas per-mitieron a la diplomacia franquista recabary obtener el apoyo de los círculos-católicosy anticomunistas, especialmente en los paí-ses latinoamericanos, relajando así el cre-ciente aislamiento internacional. Al mismofin contribuyó la oportuna política deaproximación a los países árabes, cuyo ejeprincipal fue la negativa a reconocer el nue-vo Estado de Israel y la venta de armas asus contrincantes en el Oriente Medio.

Por otra parte, la presión monárquica ymilitar en la que confiaban las potencias de-mocráticas fue desactivándose gracias a supropia desunión, a la hábil explotación deltemor al regreso vengativo de los republica-nos y mediante la política de concesionesaparentes. Con su resistencia a dejar el po-der, Franco enfrentó a los generales monár-quicos ante el dilema de echarle por la fuer-za, arriesgándose a una nueva guerra civilyal retorno de los republicanos, o bien acep-tar su permanencia por tiempo indefinido.Ya en diciembre de 1945, el Caudillo habíaadvertido al general Varela que, en la cues-tión monárquica, actuaría con mucho tacto,pero sin prisas. También le había prevenidocontra las demandas que implicaran divisio-nes internas: Si lograran derribar al portero,iríamos cayendo todos uno a uno: si nos en-cuentran unidos no llevarán los ataques alúltimo extremo.

Con esa estrategia política, en el marco dela condena internacional, Franco superó eldesafío monárquico y militar a su perma-

nencia. La Ley de Sucesión aprobada enabril de 1947 configuraba a España comoun Reino católico, social y representativo enel que Franco era Jefe de Estado vitaliciocon derecho a escoger sucesor a título derey. Sometida a referéndum el6 de julio, fueaprobada por una mayoría tan aplastante(92 por 100 de los votantes) como dudosa.En cualquier caso, ese conjunto de medidasredujo sustancialmente el margen de manio-bra monárquico, al acentuar la división en-tre la mayoría colaboracionista y la minoríajuanista. En paralelo, el fracaso de las nego-ciaciones de Londres entre socialistas (Prie-to) y monárquicos opositores (Gil Robles),en octubre de 1947, también reveló la im-posibilidad de formar un frente unido y dig~no de crédito internacional como alternati-va a Franco. Reconociendo ambos hechos,el 28 de agosto de 1948 don Juan se entre-vistó con el Caudillo y cedió a su demandapara que su hijo Juan Carlos se educara enEspaña, aceptando implícitamente la posibi-lidad de que fuera elegido heredero en:la Je-fatura del Estado.

A pesar de la rapidez con que se llevó acabo la operación cosmética del régimen,fue insuficiente para detener la cascada decondenas internacionales por su pecado ori-ginal (la ayuda italo-germana en la guerracivil), su naturaleza dictatorial y su conduc-ta durante el-conflicto mundial.

El ostracismQ.-.diplomáticose inició el 28de febrero de 1946, cuando el gobiernofrancés cerró su frontera con España. El 4

Orden, unidad y aguantar... al dispararse el último tiro

en el Pacífico, na comenzadola guerra diplomática entre losanglosajones y Rusia (...). Poresta fundamental causa de fríointerés, los anglpsajones nosolamente no apoyarán, sinoque se opondrán a todo lo quepudiera determinar una situa-ción de hegemonía soviéticaen fa Península Ibérica. Les in-teresa en ésta orden y antico-

munismo, pero preferirían lo-grar esto con un régimen dis-tinto del actual. (...)Las presiones de los anglo-

sajones por un cambio en lapolítica española que rompa elnormal desarrollo del régimenactual, serán tanto menorescuanto más palpable seanuestro orden, nuestra unidady nuestra impasibilidad anteindicaciones, amenazas ...

La única fórmula para 'no-sotros no puede ser otra que:orden, unidad y aguantar.(Nota de información interior,elaborada por el almiranteCarreroBlanco, el29 de agos-to de 1945 sobre las circúns-tancias que rodean el final dela guerra, tomado de F. Porte- .ro, Franco aislado, la cuestiónespañola [-1945-1950]. Ma-drid. Aguilar, 1989.)

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Arriba, don Juan de Borbón y Franco conversan a bordo del yate Azor, fondeado en San Sebastián(25-8-1948). Abajo, Franco y su esposa reciben en Madrid, con todos los honores, a Eva Perón, en 1947

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de marzo, una declaración conjunta anglo-franco-americana expresaba su repudio delfranquismo y su confianza en que españo-les patriotas y de espíritu liberal encontraránpronto los medios para conseguir una pací-fica retirada de Franco y el retorno a la de-mocracia. A mediados de abril, por iniciati-va del representante polaco, el C-onsejo deSeguridad de la ONU comenzó a estudiar lacuestión española. Tras largas deliberacio-nes (en las cuales las potencias occidentalesse opusieron a toda sanción militar o eco-nómica), el Consejo terminó recomendandola adopción de medidas diplomáticas paraforzar la caída del régimen franquista. Comoresultado, en su sesión del 12 de diciembrede 1946, la Asamblea General decidió pormayoría absoluta: 1.0 ex-cluir a España de todoslos organismos técnicosestablecidos por la ONU;2.0 encomendar al Con-sejo de Seguridad queexaminase las medidasnecesarias para implan-tar en España un gobier-no que reciba su autori-dad del consentimientode los gobernados; 3.0recomendar la inmedia-ta retirada de embajado-res de Madrid.

Esa última medida fueaplicada por la gran ma-yoría de países acreditados en España, conla excepción notoria del Vaticano, Portugal,Irlanda y la Argentina peronista. El apoyodiplomático y alimenticio argentino enaquella crítica coyuntura (formalizado en elprotocolo de 30 de octubre de 1946) fue unauténtico balón de oxígeno para Franco,que no escatimó honores y elogiosa Eva Pe-rón durante su visita a España en junio de1947.

De todos modos, la retirada de embaja~dores fue la sanción más radical a la que es-taban dispuestos los gobiernos norteameri-canos, británico e incluso francés. La resis-tencia franquista a esa fórmula máxima depresión significó la quiebra de toda la polí-tica occidental para expulsarle por mediospacíficos y sin arriesgarse a una nuevaguerra civil o a la expansión del comunis-mo. Un alto funcionario británico había con-signado privadamente los límites de esa pre-sión: Odioso como es su régimen, elhechosigue siendo que Franco no representa una

amenaza para nadie fuera de España. Sinembargo, una guerra civil en España gene-raría problemas en todas las democraciasoccidentales, que es 10 que desean el gobier-no soviético y sus satélites.

Superada la prueba de diciembre de1946, Franco esperó pacientemente que laintensificación del Gonflicto latente entre laUnión Soviética y sus antiguos aliados leofreciese una oportunidad para salir del os-tracismo. Tras las tensiones habidas entre laURSS y los Estados Unidos durante 1946por la cuestión alemana y la iraní, el horizon-te comenzó a abrirse para el franquismo enmarzo de 1947. El día 12 de ese mes y año,el presidente Truman anunció públicamen-te el propósito norteamericano de ayudar a

Grecia y Turquía en sulucha contra la guerrillacomunista y la presiónsoviética, y formuló ladoctrina de contenciónde la expansión del co-munismo en todo elmundo.

La precipitada evolu-ción de lo que ya se lla-maba Guerra Fría relajócorrelativamente el cercosobre la España fran-quista. En mayo de-1947, los estrategas nor-teamericanos comenta-ron a presionar a su go-

bierno para que normalizase las relacionescon España, a fin de poder integrar la Pe-nínsula Ibérica en los planes de defensa deEuropa ante un eventual ataque soviético.

En octubre del mismo año, el Departa-mento de Estado asumió la necesidad· demodificar su política de aislamiento de Es-paña en función de' esa necesidad estratégi-ca y del fracaso de las presiones para derri-bar pacíficamente a Franco. En consecuen-cia, en la sesión de la Asamblea General dela ONU del 17 de noviembre de 1947, el re-presentante estadounidense se opuso conéxito a la reafirmación de la condena al ré-gimen español del año anterior y a la impo-sición de nuevas sanciones.

Por su parte, en unas declaraciones a laprensa en julio de 1947, Franco había in-tentado acelerar el giro norteamericano me-diante el ofrecimiento de facilidades logísti-cas y bases militares en el territorio español.

Así pues, en el contexto favorable origina-do por la Guerra Fría, había comenzado la

Franco esperópacientemente que la

intensificación delconflicto latente entre la

UniónSoviética y susantiguos aliados le

ofreciese una oportunidadde salir del ostracismo

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Arriba, Joaquín Ruiz-Giménez, embajador ante la Santa Sede, felicita a Pío XII en su onomástica (7·6-1951).Abajo, Martín Artajo y Castiella durante la firma deL Concordato entre España y el Vaticano, el 27·8·1953

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progresiva rehabilitación occidental de ladictadura de Franco. Síntoma evidente fueel hecho de que el gabinete francés dispu-siera la reapertura de su frontera con Espa-ña ellO de febrero de 1948. Tres meses mástarde, ese mismo gobierno, hasta hacía pocoel más declaradamente antifranquista, fir-maba un acuerdo comercial y financiero his-pano-francés.

La rehabilitación en laGuerra Fría

En junio del mismo año, Gran Bretañaconcertaba con España un acuerdo comer-cial similar, que sería completado en diciem-bre con un convenio de pagos bilaterales.También los Estados Unidos secundaron esapolítica de establecimiento de relaciones es-trechas con Franco. En septiembre de 1948,el senador Gurney, presidente de la comi-sión senatorial de fuerzas armadas, visitóMadrid y debatió con Franco la situación eu-ropea y las necesidades militares españolas.A principios de 1949, el régimen franquista

. recibía del Chase National Bank el primercrédito concedido por una entidad nortea-mericana.

El proceso de rehabilitación sólo se com-pletaría durante 1950, después de que en ju-nio de dicho año la tensión soviético-ameri-cana hubiera desencadenado una verdade-ra guerra caliente en Carea. Bajo el impac-to de la misma, el 4 de noviembre de 1950la Asamblea General de la ONU decidió re-vocar por amplia mayoría (con la absten-ción francesa y británica) la resolución con-denatoria hacia España de 1946. Así quedóabierta la vía para que en los meses sucesi-vos regresaran a Madrid los embajadoresoccidentales y se aprobara la entrada de Es-paña en los organismos internacionales es-pecializados (FAO, UNESCO, etc.). El ingre-so definitivo de España en la ONU tendríaque esperar hasta la Asamblea General dediciembre de 1955.

Sin embargo, la rehabilitación del régi-men franquista sería parcial, limitada y con-llevaría un tremendo coste económico y po-lítico para España. No en vano la supervi-vencia del franquismo como régimen dicta-torial y asociado al Eje vetó la participación

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española en el crucial programa de ayudaeconómica norteamericana para la recons-trucción europea (el llamado Plan Marshallpuesto en marcha en junio de 1947). Tam-bién implicó la exclusión de España de lasconversaciones sobre la defensa occidentaliniciadas en marzo de 1948 y que darían ori-gen al Tratado del Atlántico Norte y a laOTAN en abril de 1949. Como reconocía in-ternamente el Departamento de Estadoamericano: la aceptación pública de Espa-ña en estos programas es políticamente ina-ceptable en estos momentos. Mientras nues-tra política se base en el concepto positivode fortalecimiento y salvaguardia de la de-mocracia occidental, y no meramente enuna reacción negativa al comunismo, es di-fícil imaginarse a España como un socio.

En esas condiciones, el régimen franquis-ta sólo pudo aspirar a una relación bilateral(económica y militar) subordinada y depen-diente con los Estados Unidos. Las conver-saciones secretas comenzaron en julio de1951, con la visita del almirante Sherman aMadrid, y concluyeron con la firma, el26 deseptiembre de 1953, de tres acuerdos hispa-no-norteamericanos: el convenio defensivo,el convenio de ayuda para la mutua defen-sa y el convenio sobre ayuda económica. Enesencia, a cambio de una limitada ayudaeconómica y material bélico para moderni-zar su Ejército, España concedía a los Esta-dos Unidos el derecho a establecer y utilizarinstalaciones y facilidades militares en suterritorio: las bases aéreas de Torrejón (Ma-drid), El Copero y Marón de la Frontera (Se-villa), Sanjurjo (Zaragoza) y Reus (Tarrago-na), y la base aeronaval de Rota (Cádiz).

En términos políticos y diplomáticos, losacuerdos con los Estados Unidos representa-ron un enorme triunfo público y oficialdel go-bierno franquista, reforzando el éxito previoque había supuesto la firma del Concordatocon el Vaticano el 27 de agosto de 1953. Enun plano más privado, corroboraban la situa-ción de mera dependencia española respectoa su interesado valedor. La ayuda económi-ca prestada (calculada en 1.523 millones dedólares), aunque esencial para que el régimensuperara su grave crisisfinanciera, fue bastan-te menor de la que recibieron paralelamenteTurquía, Grecia o Brasil. El material bélicoentregado fue calificado por el propio Carre-ro Blanco como material de desguace. Y aun-que nominalmente el uso de las bases seríadeterminado de mutuo acuerdo, una cláusu-la secreta autorizaba al gobierno norteameri-cano a disponer de ellas en caso de evidenteagresión comunista que amenace la seguri-dad de Occidente sin necesidad de consultaprevia con las autoridades españolas, a quie-nes sólo informarían de sus propósitos con lamáxima urgencia.

En cualquier caso, y pese a esas servi-dumbres sustanciales, los acuerdos ratifica-ban la aceptación de la España franquistaen el ámbito occidental, si bien con un es-tatuto especial de socio menor y desprecia-do por su estructura política y pasado re-ciente. De ese modo, el régimen rompió suaislamiento y pudo sobrevivir a su pecadooriginal, aunque fuera a costa de pagar elalto precio político y económico que impli-caba la exclusión española del Consejo deEuropa, la Alianza Atlántica o el incipienteMercado Común.

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