La exigencia inherente al acto administrativo: La motivación

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Université d'Orléans From the SelectedWorks of Luiggi V. Santy Cabrera October, 2015 La exigencia inherente al acto administrativo: La motivación Luiggi V. Santy Cabrera, Université d'Orléans Available at: hps://works.bepress.com/luiggiv-santycabrera/232/

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Université d'Orléans

From the SelectedWorks of Luiggi V. Santy Cabrera

October, 2015

La exigencia inherente al acto administrativo: LamotivaciónLuiggi V. Santy Cabrera, Université d'Orléans

Available at: https://works.bepress.com/luiggiv-santycabrera/232/

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Área Derecho y Procedimiento Administrativo

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Actualidad Gubernamental N° 84 - Octubre 2015

Derecho y Procedimiento Administrativo

Área

La exigencia inherente al acto administrativo: la motivación

Info

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1. Sumilla2. Marco normativo3. Introducción4. La motivación de los actos administrativos 5. El defecto o la omisión de alguno de sus

requisitos de validez: la nulidad

Sumario

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Autor : Luiggi V. Santy Cabrera*

Título : La exigencia inherente al acto administra-tivo: la motivación

Fuente : Actualidad Gubernamental, N.º 84 - Octu-bre 2015

Ficha Técnica

* Abogado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) con mención “Summa Cum Laude” mediante sustentación de tesis. Magíster en Derecho y Administración Pública, con especialidad en Derecho, Procesos Contenciosos Públicos y Contratación Pública en la Facultad de Derecho, Economía y Gestión de la Universidad de Orleans, Francia. Estudios de especialización sobre procedimientos administrativos en la Escuela de Derecho de la Universidad de La Sorbona de París (Universidad París 1 Panteón-Sorbona), Francia. Estudios de especialización en contrataciones públicas en la Facultad de Derecho de la Universidad Jean Moulin Lyon III, Francia. Especialista en derecho público y consultor en temas de derecho civil, derecho administrativo y en contrataciones públicas. Se ha desempeñado como asesor legal en la Contraloría General de la República.

por ciertas consideraciones, respetables, defendibles o contestables, pero esta no siempre está acompañada o justificada por las razones adecuadas4. Por tanto, dichos actos tenían la obligación de ser motivados5. La motivación del acto ad-ministrativo es la expresión concreta de la causa o motivo del mismo6, es decir, la manifestación de las razones de hecho y de derecho que lo fundamentan.La motivación es la declaración de las circunstancias de hecho y de derecho que han inducido a la emisión del acto. Está contenida dentro de lo que usualmente se denomina considerandos. La constituyen, por tanto, los presupuestos o razones del acto. Es la fundamentación fáctica y jurídica de él, con que la administración sostiene la legitimidad y oportunidad de su decisión, aclara y facilita la recta inter-pretación de su sentido y alcance7. En ese sentido, observaremos que la motivación de los actos administrativos cumple con tres objetivos: “i) la de operar como mecanismo de control del acto adminis-trativo, pues al consignar en la motivación el fundamento del acto, su destinatario puede oponerse al mismo destruyendo su motivación, esto es, demostrando la ilegalidad o iniquidad de las razones que la Administración declara como sustenta-doras del acto; ii) la de precisar con mayor certeza y exactitud el contenido de la voluntad administrativa, lo que constituye un importante elemento interpretativo del acto. En este sentido, la motivación sirve asimismo al objeto de disuadir al destinatario de impugnaciones inútiles: cuando la motivación sea irrefutable, no se interpondrán recursos infructuosos, que

4 LEBRETON, Gilles. Droit administratif général. Éditions Dalloz, 4.e édition , 2007; AUTIN, Jean-Louis, RIBOT, Catherine. Droit administratif général. Litec, 5.e édition, 2007.

5 Sentencia del Consejo de Estado francés, 27 novombre , Agence maritime Marseille-Frêt.

6 SAYAGUES LASO. Tratado de derecho administrativo. FCU, 6.a edición, Montevideo, 1988, p. 460.

7 CASSAGNE, Juan Carlos. Derecho administrativo. Tomo II, 7.a

edición, ediciones Abeledo Perrot, Buenos Aires, p. 345.

1. SumillaNuestro presente comentario precisará que la motivación de los actos administrativos no solo tiene por finalidad conocer con mayor certeza y exactitud la voluntad que se manifiesta en dicho acto sino hacer posi-ble su control o fiscalización, estableciendo la necesaria relación de causalidad entre los antecedentes de hecho, el derecho aplicable y la decisión adoptada.

2. Marco normativoLey N.° 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General (10-04-00)

3. IntroducciónEn el presente comentario, observaremos que la fundamentación o motivación del

acto, contenida dentro de sus conside-randos, es una declaración de cuáles son las circunstancias de hecho y de derecho que han llevado a su emanación, o sea sus motivos o presupuestos1; es la expo-sición y argumentación fáctica y jurídica con que la administración debe sostener la legitimidad y oportunidad de la decisión tomada. Por ello es el punto de partida fundamental para el juzgamiento de esa legitimidad2. Debe incluir no una mera enunciación de hechos, sino además una argumentación de ellos; o sea, debe dar las razones por las que se dicta, lo cual puede orientar al intérprete hacia el fin del acto3. Sin embargo, el incumplimiento de dicha motivación traerá como consecuencia la nulidad de los actos manifestados en un determinado procedimiento; pues , dicha nulidad buscar otorgar a las entidades una herramienta lícita para sanear dicho pro-cedimiento de cualquier irregularidad que pudiera dificultar el desarrollo del mismo, de modo que se logre el respeto a todas las garantías previstas. Esto implica que la anulación del acto administrativo puede encontrarse motivada en la propia acción, positiva u omisiva, de la administración o en la de otros participantes del procedimiento, siempre que dicha actuación afecte la de-cisión final tomada por la administración

4. La motivación de los actos administrativos

4.1. Generalidades La motivación de un acto está constituida por las razones, de derecho o de hecho, que respaldan dicho acto. En ese sentido, la expresión del “acto administrativo” proviene de una determinada voluntad, pues, este acto está siempre motivado

1 JUSO, Raffaele. Motivi e motivazione nel provvedimento amministrativo. Milán, Guffrè, 1963, p. 18.

2 BREWER, Carías. Las instituciones fundamentales del derecho administrativo y la jurisprudencia venezolana, Caracas, 1964, p. 125.

3 DE ARAÚJO CINTRA, Antônio Carlos. Motivo e motivação do ato administrativo, Editora Revista dos Tribunais, San Pablo, 1979.

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sin embargo acontecerían de no aparecer en el acto motivación alguna; iii) la de servir como elemento justificativo de la actividad administrativa ante la opinión pública en general (…)”8.En ese sentido, en relación a la motiva-ción de los actos administrativos, Morón Urbina, nos dice lo siguiente: “El contenido de la exigencia estimamos que comprende tanto la fundamentación de los aspectos jurídicos mediante la cita de las fuentes jurídicas pertinente, la síntesis de las ar-gumentaciones jurídicas alegadas y de las seguidas para estimarlas o desestimarlas como a la fundamentación de los hechos relación de supuestos reales apreciados y ve-rificados por el funcionario (…) La cita de los hechos apreciados impone que la Administra-ción resuelva solo sobre circunstancias reales, y tenidos por ciertos que sirven para formular convicción de verdad material en la autoridad que decide el procedimiento. Se concreta en la relación de los hechos probados relevantes del caso específico. No son fundamentación debida los supuestos inexistentes, carentes de confiabilidad, no examinados o generalidades que como pretextos artificiales o sesgados escondan desviaciones en el ejercicio de la función pública(…)9.Por su parte, en relación a la motivación de los actos administrativos, Dromi la ha definido como “(…) la declaración de las circunstancias de hecho y de derecho que han inducido a la emisión del acto. Está contenida dentro de lo que usualmente se denominan considerandos. La constitu-yen, por tanto, los presupuestos o razones del acto. Es la fundamentación fáctica y jurídica de él, con que la Administración sostiene la legitimidad y oportunidad de su decisión. Adicionalmente, el autor argentino ha manifestado que: en prin-cipio, todo acto administrativo debe ser motivado. La falta de motivación implica no solo vicio de forma, sino también, y principalmente, vicio de arbitrariedad. De la motivación solo puede prescindirse en los actos tácitos, pues en ellos no hay siquiera manifestación de voluntad(…)”10.García de Enterría, respecto a la motiva-ción de los actos administrativos, señaló lo siguiente:“(…) y una última precisión es la de los motivos. En la dogmática civil la distinción entre causa y motivos suele hacerse para desvalorizar estos (causa impulsiva frente a la causa finalis, en la terminología escolástica) y subraya la única relevancia de aquella, sin perjui-cio de que la consideración de la “causa concreta” obligue a investigar “los motivos incorporados a la causa” (expresión de la jurisprudencia civil), excluyéndose solo lo que no afectan a la consideración jurídica

8 GAMERO CASADO, Eduardo; FERNANDEZ RAMOS, Severiano. Manual Básico de derecho administrativo. 6.a edición. Edi-torial Tecnos. Madrid. 2009. p. 407.

9 MORÓN URBINA, Juan Carlos. Comentarios a la Ley del Procedimiento administrativo General. 10.a edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2014, p. 607.

10 DROMI, Roberto. Derecho administrativo. Edición latinoame-ricana, Buenos Aires, 2006, pp. 376 -377.

del negocio (De Castro). Muy distinto es el tema en el Derecho Administrativo. La Administración no tiene otra actuación ni otra vida psicológica que la estrictamente legal, de modo que no puede haber para ella motivos impulsivos de su acción mar-ginales al Derecho. Por otra parte, y como hemos de ver más adelante, la Ley impone en un número importante de supuestos de obligación de “motivar” sus actos (in-cluidos “los que se dicten en el ejercicio de potestades discrecionales: art. 54 LPC), esto es, de hacer públicos mediante una declaración formal, los motivos de hecho y de derecho en función de los cuales ha determinado sus actos (…)11.El tema de la motivación del acto adminis-trativo es una cuestión clave en el ordena-miento jurídico-administrativo, y es objeto central de control integral por el juez cons-titucional de la actividad administrativa y la consiguiente supresión de los ámbitos de inmunidad jurisdiccional. Constituye una exigencia o condición impuesta para la vigencia efectiva del principio de lega-lidad, presupuesto ineludible de todo Es-tado de derecho12. A ello, se debe añadir la estrecha vinculación que existe entre la actividad administrativa y los derechos de las personas. Es irrefutable que la exigen-cia de motivación suficiente de sus actos es una garantía de razonabilidad y no ar-bitrariedad de la decisión administrativa13. En esa medida, el Tribunal Constitucional enfatizó que la falta de motivación o su insuficiencia constituye una arbitrariedad e ilegalidad, en la medida en que es una condición impuesta por la LGPA. Así, la falta de fundamento racional suficiente de una actuación administrativa es por sí sola contraria a las garantías del debido procedimiento administrativo14.Precisamente, es menester mencionar que el inciso 1.2 del artículo IV del Título Pre-liminar de la LGPA señala que el debido procedimiento administrativo es uno de los principios del procedimiento admi-nistrativo. En atención a este, reconoce que “Los administrados gozan de todos los derechos y garantías inherentes al debido procedimiento administrativo, que compren-de el derecho a exponer sus argumentos, a ofrecer y producir pruebas y a obtener una decisión motivada y fundada en derecho (…)”15. A su vez, el artículo 3.4. de la LGPA, sobre los requisitos de validez de los actos administrativos, precisa que: “El acto administrativo debe estar debidamente motivado en proporción al contenido y conforme al ordenamiento jurídico”; y en el artículo 6, sobre la motivación del acto administrativo, señala: “6.1 La motivación deberá ser expresa, mediante

11 GARCÍA DE ENTERRIA, Eduardo, FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón. Curso de derecho administrativo. Edición Latinoamericana, tomos I y II, Palestra Editores, Lima, 2006, p. 597.

12 Expedientes N.os 04123-2011-PA/TC, E01165-2013-PA/TC, 02638-2010-PA/TC.

13 Expedientes N.os 04546-2013-PA/TC, 00990-2013-PA/TC.14 Expedientes N.os 00632-2013-PA/TC, 03387-2013-PA/TC.15 La cursiva es nuestra.

una relación concreta y directa de los hechos probados relevantes del caso específico, y la exposición de las razones jurídicas y normativas que con referencia directa a los anteriores jus-tifican el acto adoptado; 6.2 Puede motivarse mediante la declaración de conformidad con los fundamentos y conclusiones de anteriores dictámenes, decisiones o informes obrantes en el expediente, a condición de que se le identifique de modo certero, y que por esta situación constituyan parte integrante del respectivo acto”; 6.3 No son admisibles como motivación la exposición de fórmulas generales o vacías de fundamentación para el caso con-creto o aquellas fórmulas que por su oscuridad, vaguedad, contradicción o insuficiencia no resulten específicamente esclarecedoras para la motivación del acto (…)”16.Finalmente, debe señalarse en primer lugar que las entidades tienen la obligación de motivar sus decisiones, por ser un requi-sito de validez de todo acto administrativo, el cual permite al administrado poder tomar conocimiento claro y real de los alcances de sus pronunciamientos; de tal manera que al conocer las razones en las cuales se fundamentó la decisión adoptada, pueda ser cuestionada a través del ejercicio del derecho de defensa. De esa forma, los administrados gozan de todos los derechos y garantías inherentes al debido procedi-miento administrativo, el cual comprende el derecho a exponer sus argumentos, a ofrecer y producir pruebas y a obtener una decisión motivada y fundada en derecho conforme a las normas citadas de la LGPA17. Caso contrario, se incurre en un vicio que causa la nulidad de pleno derecho. En adición a ello, es preciso mencionar que la motivación de las decisiones administrativas constituye un principio constitucional implí-cito en la organización del Estado, lo que supone, entre otras cosas, que la actuación de la administración dé cuenta, tanto de los hechos como de la interpretación de las normas, y del razonamiento realizado por el funcionario o colegiado en cada una de sus decisiones18. Conforme a lo descrito anteriormente, la motivación del acto administrativo debe ser expresa, mediante una relación concreta y directa de los hechos probados relevantes del caso específico, y la exposición de las razones jurídicas y normativas que con referencia directa a los hechos que justifican al acto administrativo, tal como lo establece el artículo 6 de la LPAG citado anteriormente. Así, también, es preciso señalar que la motivación de

16 Resoluciones N.os 1563-2015-TCE-S4, 1560-2015-TCE-S4, 1550-2015-TCE-S3. La cursiva es nuestra.

17 Artículo IV.- Principios del procedimiento administrativo 1. El procedimiento administrativo se sustenta fundamental-

mente en los siguientes principios, sin perjuicio de la vigencia de otros principios generales del Derecho Administrativo: (…)

1.2. Principio del debido procedimiento.- Los administrados gozan de todos los derechos y garantías inherentes al debido procedimiento administrativo, que comprende el derecho a ex-poner sus argumentos, a ofrecer y producir pruebas y a obtener una decisión motivada y fundada en derecho. La institución del debido procedimiento administrativo se rige por los principios del Derecho Administrativo. La regulación propia del Derecho Procesal Civil es aplicable solo en cuanto sea compatible con el régimen administrativo (…).

18 Resolución N.º 1746-2013-TC-S2.

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las decisiones administrativas constituye un principio constitucional implícito en la organización del Estado democrático19, en el cual el poder público está sometido a derecho, lo que supone entre otras cosas que la actuación de la administración da cuenta tanto de los hechos como de la inter-pretación de las normas o el razonamiento realizado por el funcionario o colegiado en cada una de sus decisiones20.

4.2. Desarrollo jurisprudencial En lo que refiere a la motivación de los actos administrativos, el Tribunal Constitu-cional, en la Sentencia N.º 2192-2004-AA/TC, ha señalado que “La motivación de las decisiones administrativas no tiene refe-rente constitucional directo. No obstante, se trata de un principio constitucional implícito en la organización del Estado Democrático de derecho, que se define en los artículos 3 y 43 de la Constitución como un tipo de Estado contrario a la idea del poder absoluto o arbitrario. En el Estado constitucional democrático, el poder público está sometido al Derecho, lo que supone, entre otras cosas, que la actuación de la Administración deberá dar cuenta de esta sujeción a fin de despejar cualquier sospecha de arbitrariedad. Para lograr este objetivo, las decisiones de la Administración deben contener una adecuada motivación, tanto de los hechos como de la interpretación de las normas o el razonamiento realizado por el funciona-rio o colegiado, de ser el caso”21.Asimismo, el citado Tribunal Constitucio-nal ha tenido oportunidad de expresar su posición en la Sentencia N.º 00091-2005-PA/TC, fundamento jurídico 9, párrafos 3 y 5 al 8 (criterio reiterado en las Sentencias N.os 294-2005-PA/TC, 5514-2005-PA/TC, entre otras), en los siguientes términos: “El derecho a la motivación de las resoluciones administrativas es de especial relevancia. Consiste en el derecho a la certeza, el cual supone la garantía de todo administrado a que las sentencias estén motivadas, es decir, que exista un razonamiento jurídico explícito entre los hechos y las leyes que se aplican […]. La motivación de la actuación administrativa, es decir, la fundamentación con los razonamientos en que se apoya, es una exigencia ineludible para todo tipo de actos administrativos, imponiéndose las mismas razones para exigirla tanto respecto de actos emanados de una potestad reglada como discrecional”22.Asimismo, en el fundamento 40 de la Sen-tencia N.º 8495-2006-PA/TC, el Tribunal Constitucional ha determinado que “(…) un acto administrativo dictado al amparo de una potestad discrecional legalmente establecida resulta arbitrario cuando solo expresa la apreciación individual de quien ejerce la competencia administrativa, o 19 Resolución N.º 2270-2008-TC-S2.20 Expediente N.° 04580-2012-PA/TC.21 Resoluciones N.os 1563-2015-TCE-S4, 1560-2015-TCE-S4,

1550-2015-TCE-S3.22 Expediente N.º 03020-2012-PA/TC.

cuando el órgano administrativo, al adop-tar la decisión, no motiva o expresa las razones que lo han conducido a adoptar tal decisión. De modo que motivar una decisión no solo significa expresar única-mente bajo qué norma legal se expide el acto administrativo, sino, fundamental-mente, exponer en forma sucinta –pero suficiente– las razones de hecho y el sustento jurídico que justifican la decisión tomada”. Con relación a ello, el Tribunal Constitucional, mediante sentencia del 22 de enero de enero de 2001, publicada el 9 de setiembre de 2001, recaída en el Expediente N.º 319-2000 -AA/TC, ha establecido que “Motivar una decisión, no es expresar únicamente al amparo de qué norma legal se expide el acto administrativo, sino fundamentalmente, expresar las razones de hecho y el sustento jurídico que justifican la decisión tomada”. En este orden de ideas, cualquier actuación u omisión de los ór-ganos estatales dentro de un proceso, sea éste administrativo, o jurisdiccional, debe respetar el debido proceso, derecho de rango constitucional que implica obtener una decisión basada en los principios de razonabilidad, proporcionalidad, interdic-ción de la arbitrariedad y motivación de las resoluciones.Otro caso a mencionar, en el ámbito de la contrataciones del Estado, es el del Tribunal de Contrataciones del Estado a través de la Resolución N.º 1290-2011-TC-S1, el cual nos dice que el otorgamiento de la buena pro es la declaración que una entidad realiza en el marco de las normas de derecho públi-co –la normativa vigente de contrataciones públicas– que va a producir efectos jurídicos sobre determinados administrados– admitir y calificar las propuestas presentadas por postores determinados y otorgar la buena pro a aquella propuesta que haya obtenido la mejor calificación en el desarrollo de un procedimiento administrativo especial denominado “proceso de selección”. Por tanto, de acuerdo a lo previsto en el artí-culo 1 de la LGPA y sus modificatorias23, el otorgamiento de la buena pro se configura como un acto administrativo24. Siendo esto así, el otorgamiento de la buena pro en su calidad de acto administrativo debe cumplir con los requisitos de validez de los actos administrativos, como son: i) ser emitido por el órgano competente, en este caso, el comité especial; ii) tener un objeto o contenido específico, referido a otorgar la opción de contratar a la propuesta que haya obtenido la mejor calificación; iii) adecuarse a una finalidad pública, a saber la contratación de bienes, obras y servicios en las mejores condiciones técnicas al más bajo costo posible; iv) haber sido emitido en el marco de un procedimiento regular, que será el proceso de selección, cuyas reglas 23 “Artículo 1.- Concepto de acto administrativo 1.1. Son actos administrativos, las declaraciones de las entidades

que, en el marco de normas de derecho público, están destinadas a producir efectos jurídicos sobre los intereses, obligaciones o derechos de los administrados dentro de una situación concreta (…)”.

24 Resolución N.º 1290-2011-TC-S1.

han sido previamente establecidas en las bases administrativas y; v) contener una motivación debida.Ahora bien, el Tribunal Constitucional español nos dice que la motivación de los actos administrativos es considerado como la “(…) exteriorización de las razones que sirvieron de justificación, de funda-mento, de la decisión jurídica contenida en el acto, como necesaria para conocer la voluntad de la administración tanto en cuanto la defensa del particular, que por omitirse las razones se verá privado o, al menos restringido en sus medios y argumentos defensivos, como respecto al posible control jurisdiccional si se recurrie-ra contra el acto (…)”25.En el mismo orden de ideas, la Corte Cons-titucional de la República de Colombia precisa que “(…) la motivación de los actos administrativos proviene del cumplimiento de preceptos constitucionales que garanti-zan que los particulares tengan la posibi-lidad de contradecir las decisiones de los entes públicos ante las vías gubernativa y judicial, evitando de esta forma la configu-ración de actos de abuso de poder. De esta forma, le corresponde a la administración motivar sus actos y a los entes judiciales decidir si tal argumentación se ajusta o no al ordenamiento jurídico (…) La necesidad de motivación del acto administrativo no se reduce a un simple requisito formal de introducir cualquier argumentación en el texto de la providencia. Por el contrario, esta Corporación ha acudido al concepto de “razón suficiente” para señalar que la motivación del acto deberá exponer los argumentos puntuales que describan de manera clara, detallada y precisa las razones a las que acude el ente público para retirar del servicio al funcionario. Un proceder distinto violaría el sustento constitucional que da origen a la necesidad de motivar las actuaciones de la adminis-tración y convertiría este requerimiento en un simple requisito inane y formal (…)”26 .También la jurisprudencia del Tribunal de lo Contencioso Administrativo de Uruguay hace mención a la especial trascendencia de la motivación en la actividad discre-cional de la administración. Dicho cuerpo ha expresado al respecto que la discrecio-nalidad no libera a la administración del deber de motivar adecuadamente la o las resoluciones que disponen medidas en uso de tales facultades, siendo un “craso error” confundir la discrecionalidad con la falta de necesidad de motivar el acto discrecional, pues la motivación es “tanto o más necesaria” en tal caso, para que el órgano jurisdiccional de contralor “pueda apreciar si concurren los supuestos que ha-bilitan el ejercicio del poder discrecional”. Expresa, incluso, que “el deber de motivar es más fuerte en el caso del acto discrecio-

25 Sentencia 15/1981, de 7 de mayo de 1981 del Tribunal Cons-titucional de España.

26 Sentencia T-204/12 de la Corte Constitucional de la República de Colombia.

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nal que en la hipótesis del acto “reglado”, porque solo así puede deslindarse la discrecionalidad de la arbitrariedad”27.

5. El defecto o la omisión de alguno de sus requisitos de validez: la nulidad

5.1. ¿Qué entendemos por la “nuli-dad” en el derecho administra-tivo?

Antes de iniciar el desarrollo de la nulidad del acto administrativo, de manera inicial, debe indicarse que la figura del acto administrativo, en términos de Cassagne, constituye un típico producto de la función administrativa, en sentido material, viene a constituir algo así como el eje a cuyo al-rededor giran las principales instituciones del derecho administrativo28. Por su parte, Aurelio Guaita considera que el acto admi-nistrativo es, sin duda, el concepto capital del régimen jurídico de la administración, es decir, del derecho administrativo. Todas las potestades administrativas, todas las prerrogativas de la administración, vienen a coincidir y condenarse en esta: poder dictar actos jurídicos regulados por el de-recho público (administrativo) y dotados de un vigor especial29.Ahora bien, la nulidad es la consecuencia jurídica que se impone ante la trans-gresión al orden jurídico. Las nulidades actúan como solución de la juridicidad, para el saneamiento del antiderecho. Son un resultado obligado del antecedente: los “vicios jurídicos”30. Conforme al artículo 8 de la Ley de Procedimiento Adminis-trativo General N.° 27444 (en adelante, LGPA), un acto administrativo no es válido cuando es dictado en forma contraria al ordenamiento jurídico, como por ejem-plo, efectuar una errónea interpretación o aplicar normas derogadas o cuando es contrario a las leyes que interesan el orden público o a las buenas costumbres.Esta nulidad puede ser declarada de oficio por la autoridad administrativa conforme a la potestad que le confiere el artículo 202 del dispositivo legal invocado o también puede ser declarada a pedido de parte, impugnación que tiene un tratamiento distinto a un recurso admi-nistrativo, en el sentido de que no está sujeto a los requisitos, reglas de plazo y trámite de los recursos, correspondiéndole a la autoridad administrativa evaluar el pedido de nulidad a fin de determinar si cumple con los requisitos para decidir o no la potestad de declarar de oficio la nulidad de un acto administrativo, ello dentro del plazo de un año que le confiere la ley.

27 Sentencia Tribunal Contencioso Administrativo de Montevideo N.º 484 de 13-08-01 en ADA T. X, caso N.º 132, p. 274,

28 CASSAGNE, Ob. cit., p. 42.29 GUAITA, Aurelio. “El concepto de acto administrativo”. En:

Revista de Administración Pública , Núm. 7, 1975.30 DROMI, Roberto. Derecho administrativo. 10.a edición,

Editorial Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2004. p. 400.

5.2. ¿Cómooperalanulidaddeofi-cio?

La nulidad de oficio es la potestad que se le confiere a la administración para que de oficio declare la nulidad de un acto ad-ministrativo cuando concurran las causales de nulidad que prevé el artículo 10 de la LGPA, y aun cuando los mismos hayan quedado firmes a través de la aplicación del artículo 11, inciso 11.1 de la ley, como por ejemplo, cuando estos agravien el interés público, cuando indebidamente se ha reconocido un derecho al administrado o cuando las normas legales prohíben o restringen su concesión. Por tanto, la declaración de oficio de la nulidad de un acto administrativo es una potestad por la cual la administración, a iniciativa propia, deja sin efecto un acto administrativo que está produciendo efectos sobre los derechos, obligaciones o intereses de un particular en una situación jurídica concre-ta31, debido a la constatación de un vicio de validez. Si bien con el ejercicio de esta potestad se podría perjudicar al particular beneficiado con el acto administrativo, es deber de la autoridad ejercer esta potestad cuando dicho acto vulnera el interés pú-blico. La idea de otorgar la posibilidad de dejar sin efecto las consecuencias estable-cidas por un acto que adolece de un vicio grave es defender –de manera oportuna y con las garantías que el procedimiento administrativo brinda– el interés público.De acuerdo a lo dispuesto por el artículo 202.2 de la referida LGPA, esta nulidad de oficio indefectiblemente solo puede ser declarada por el funcionario jerár-quico superior al que expidió el acto que se invalida. Si se tratara de un acto emitido por una autoridad que no está sometida a subordinación jerárquica, la nulidad será declarada también por resolución del mismo funcionario, es decir, por el mismo autor; pues, como ejemplo de lo anteriormente citado, el Tribunal Constitucional a través del Expediente N.° 2836-2004-AA/TC, fun-damentos jurídicos 3 y 4, señala: “(…) La propia Ley N.º 27444 establece, en su artículo 202, la posibilidad de que en sede administrativa se revisen los actos emitidos por cualquier órgano de la Administración, siempre que ello lo realice el superior jerár-quico del órgano que emitió la resolución materia de revisión; y que, en caso de que dicho acto haya sido emitido por una autori-dad no sometida a subordinación jerárquica, esta última es la facultada para declarar la nulidad (…)32”.Ahora bien, la posibilidad de que la ad-ministración pueda declarar la nulidad de oficio de sus propios actos administrativos cuando padezcan de vicios de nulidad y agravien el interés público constituye

31 DANÓS ORDOÑEZ, Jorge. “Régimen de la nulidad de los actos administrativos en la nueva Ley N.º 27444 del Procedimiento Administrativo General”. En: Revista de Derecho Adminis-trativo: Procedimiento Administrativo, Círculo de Derecho Administrativo, Lima, 2010. p.225.

32 La cursiva es nuestra.

una de las atribuciones más importantes conferidas a la administración en nuestro ordenamiento jurídico y es objeto de frecuentes controversias en su aplicación. Esta nulidad de oficio solo procede funda-da en estrictas razones jurídicas de lega-lidad33 respecto de actos administrativos que padecen los vicios contemplados en el artículo 10 de la LGPA.En resumen, las nulidades de los actos ad-ministrativos pueden solicitarse a pedido de parte o de oficio. A instancia de parte solo puede plantearse por medio de los recursos administrativos, y es conocida y resuelta por el superior jerárquico quien emitió el acto administrativo impugnado y si el acto fue emitido por una autoridad que no está sometida a subordinación jerárquica, la nulidad será declarada por resolución de la misma autoridad. En el caso de la nulidad de oficio, esta puede ser declarada por el superior jerárquico de quien emitió el acto administrativo que se invalida y si el acto fue emitido por una autoridad que no está sometida a subordinación jerárquica, la nulidad será declarada por resolución del mismo funcionario34. Además, es importante no confundir este último supuesto con el de nulidad de oficio de las resoluciones emitidas por tribunales o consejos regidos por leyes especiales35. En este caso, las resoluciones de los tribunales administra-tivos agotan la vía administrativa, no pro-cediendo ni reconsideración, ni apelación, ni revisión; por lo que, si contra dichas resoluciones no procede recurso adminis-trativo alguno, tampoco podrá solicitarse su nulidad a pedido de parte, quedando como alternativa su impugnación en un proceso contencioso administrativo; ello, sin soslayar la facultad del propio Tribunal Administrativo de declarar de oficio la nulidad de la resolución, en ejercicio de la facultad conferida en el numeral 202.5 del artículo 202 de la LGPA.

ConclusionesEn este estudio, constataremos que la declaración de oficio de la nulidad de un acto administrativo es una potestad por la cual la administración, a iniciativa propia, deja sin efecto un acto administrativo que está produciendo efectos sobre los derechos, obligaciones o intereses de un particular en una situación jurídica concre-ta, debido a la constatación de un vicio de validez; asimismo, el derecho a la moti-vación de las resoluciones administrativas es de especial relevancia, pues consiste en el derecho a la certeza, el cual supone la garantía de todo administrado a que las sentencias estén motivadas, es decir, que exista un razonamiento jurídico explícito entre los hechos y las leyes que se aplican.

33 Resolución N.º 508-2010-TC-S2.34 Resolución N.º 1157-2012-TC-S2.35 Resolución N.º 1157-2012-TC-S2.