La filosofía de la Ilustración

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Grabado de la época cuyo tema es la plantación del Árbol de la Libertad, ceremonia que conmemoraba una de las pretendidas conquistas de la Revolución Francesa. Sin embargo, de hecho, al afirmar que la propiedad era un derecho natural, la revolución burguesa hizo que conceptos como Libertad e Igualdad quedaran vacíos para la gran masa de los desposeídos. HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO X. La filosofía de la Ilustración LA FILOSOFÍA DE LA ILUSTRACIÓN 1. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MOVIMIENTO ILUSTRADO La Ilustración es un fenómeno ideológico que aparece en Europa a finales del siglo XVII (Revolución liberal inglesa de 1688) y llega hasta finales del siglo XVIII (pre- romanticismo alemán), caracterizándose por una confianza desmedida – muy propia de la Modernidad – en el poder liberador de la razón humana: ayudado por la razón, y una vez descubiertos los principios que la rigen y fundamentan, la Humanidad podrá escapar airosa de las tinieblas que oscurecen su existencia: la ignorancia, la superstición, la desigualdad, la falta de libertad civil, los abusos de poder… “Ilustración”, como bien la definió Kant, no era otra cosa que “atreverse a pensar por sí mismo”, tener valor para hacer uso de la propia razón (luz natural que guía al ser humano en su vida) y salir de la perenne “minoría de edad” en la que la Humanidad se hallaba sumida por delegar en otras instancias esa tarea ineludible. Este espíritu emancipador impregnará todos los campos de la actividad humana: a) Política. Se produce la ruptura definitiva con el Antiguo Régimen (Inglaterra, 1688: Revolución gloriosa. Francia, 1789: Revolución burguesa) y el triunfo de los principios liberales (libertad, igualdad y fraternidad), junto con la ascensión imparable de la clase social que los defendía: la burguesía. El liberalismo acentuará la primacía del individuo frente al Estado e insistirá en la necesidad de organizar racionalmente la sociedad: el Estado deberá regirse por principios puramente racionales, no teológicos, y tendrá como función principal la educación de los ciudadanos. Por otro lado, ya que son los individuos los que forman la sociedad, se considerará que cualquier Estado es fruto del contrato social. Quiere esto decir que el gobernante no gobierna por la Gracia de Dios sino por el consenso de los ciudadanos. Es la época de los primeros sistemas parlamentarios. Los cambios políticos provocan un gran auge del mundo del Derecho: se dictan las primeras Constituciones nacionales; se plantean las bases del Derecho Internacional y se promulga (1789) la Declaración Universal de los derechos del hombre y del ciudadano, antecesora de la actual Carta de los Derechos humanos. b) Religión. © Francisco Espadas Sotés/Alfonso Ortiz Vida Número de página

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Historia de la filosofía para bachillerato. Alfonso Ortiz / Francisco Espadas

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Grabado de la época cuyo tema es la plantación del Árbol de la Libertad, ceremonia que conmemoraba una de las pretendidas

conquistas de la Revolución Francesa. Sin embargo, de hecho, al afirmar que la propiedad era un derecho natural, la revolución

burguesa hizo que conceptos como Libertad e Igualdad quedaran vacíos para la gran masa de los desposeídos.

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO X. La filosofía de la Ilustración

LA FILOSOFÍA DE LA ILUSTRACIÓN

1. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MOVIMIENTO ILUSTRADO

La Ilustración es un fenómeno ideológico que aparece en Europa a finales del siglo XVII (Revolución liberal inglesa de 1688) y llega hasta finales del siglo XVIII (pre-romanticismo alemán), caracterizándose por una confianza desmedida – muy propia de la Modernidad – en el poder liberador de la razón humana: ayudado por la razón, y una vez descubiertos los principios que la rigen y fundamentan, la Humanidad podrá escapar airosa de las tinieblas que oscurecen su existencia: la ignorancia, la superstición, la desigualdad, la falta de libertad civil, los abusos de poder…

“Ilustración”, como bien la definió Kant, no era otra cosa que “atreverse a pensar por sí mismo”, tener valor para hacer uso de la propia razón (luz natural que guía al ser humano en su vida) y salir de la perenne “minoría de edad” en la que la Humanidad se hallaba sumida por delegar en otras instancias esa tarea ineludible. Este espíritu emancipador impregnará todos los campos de la actividad humana:

a) Política.

Se produce la ruptura definitiva con el Antiguo Régimen (Inglaterra, 1688: Revolución gloriosa. Francia, 1789: Revolución burguesa) y el triunfo de los principios liberales (libertad, igualdad y fraternidad), junto con la ascensión imparable de la clase social que los defendía: la burguesía.

El liberalismo acentuará la primacía del individuo frente al Estado e insistirá en la necesidad de organizar racionalmente la sociedad: el Estado deberá regirse por principios puramente racionales, no teológicos, y tendrá como función principal la educación de los ciudadanos. Por otro lado, ya que son los individuos los que forman la sociedad, se considerará que cualquier Estado es fruto del contrato social. Quiere esto decir que el gobernante no gobierna por la Gracia de Dios sino por el consenso de los ciudadanos. Es la época de los primeros sistemas parlamentarios.

Los cambios políticos provocan un gran auge del mundo del Derecho: se dictan las primeras Constituciones nacionales; se plantean las bases del Derecho Internacional y se promulga (1789) la Declaración Universal de los derechos del hombre y del ciudadano, antecesora de la actual Carta de los Derechos humanos.

b) Religión.

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Grabado Francés de mediados del siglo XIX que muestra las pesas y medidas correspondientes al sistema métrico decimal, establecido por la Revolución

Francesa como uno de los aspectos prácticos de la idea del progreso.

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El espíritu ilustrado choca frontalmente con el teocentrismo cristiano. La religión aparece para los ilustrados como la antítesis de todos sus ideales, como máximo exponente del viejo orden de cosas que era necesario destruir. La crítica religiosa tendrá un fuerte componente social, ya que la Iglesia (junto con la nobleza) era uno de los pilares del Antiguo Régimen.

Frente al “más allá” predicado por el cristianismo, los ilustrados reivindicarán el “aquí” concreto de la existencia humana. Frente a la insistencia en la maldad del hombre (Pecado Original), se afirmará la bondad natural del individuo (Rousseau). Esta tendencia natural hacia el Bien (moralidad), junto con la razón, será el centro de la nueva religiosidad frente a la antigua religión basada en el culto irracional y supersticioso.

La progresiva reducción de los elementos trascendentes y no estrictamente racionales de la religión a sus elementos morales y racionales, sentará las bases del ateísmo contemporáneo: Dios se convierte en una “vana hipótesis” (La Mettrie) y se afirmará el valor puramente práctico del tema religioso, acicate para la actuación moral del pueblo llano:

“Quiero que mi procurador, mi sastre, mis criados y mi mujer misma, crean en Dios, y me imagino que con eso sería menos robado y menos cornudo” (Voltaire)

“Cuando a nuestro parecer un fenómeno está por encima de las fuerzas del hombre, decimos enseguida: esto es obra de un Dios. Nuestra vanidad no se conforma con menos. ¿No podríamos poner en nuestros razonamientos un poco menos de orgullo y un poco más de filosofía? Si la naturaleza nos ofrece un nudo difícil de desatar, dejémosle por lo que es; y no empleemos para cortarlo la mano de un ser que se convierte en un nudo más insoluble que el primero” (Diderot).

c) Historia.

Con la Ilustración la Historia se convierte en saber científico, dejando de ser pura cronología o conjunto de sucesos heroicos o fantásticos. La Historia es ahora concebida como exposición del curso racional de los acontecimientos. Sólo a partir del siglo XVIII se tomará conciencia de que la Historia es un proceso lineal regido por unas leyes inmanentes y naturales (negación de la Historia como proyecto divino) y naturales. En este proceso lineal, los ilustrados ven una clara tendencia hacia el progreso: la Historia camina, y lo hace hacia mejor.

d) Economía.

Dos teorías emprenden la emancipación de la economía del mercantilismo de Estado (vigente desde el siglo XV, imponía unas férreas normas sobre el comercio y el trasiego de metales preciosos):

El fisiocratisno, que propugna el mínimo de intervención estatal en la vida económica, confiando en su fluido ajuste espontáneo (“dejad hacer, dejad pasar; el mundo marcha solo” – Quesnay y Turgot – ).

El liberalismo económico de Adam Smith: es el mercado y su “mano invisible” el que rige la vida de la sociedad y no el Estado.

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Alimentándose de política. Caricatura del auge que la prensa política tuvo en el siglo XVII. Los ilustrados vieron en la

imprenta un arma para la instrucción del pueblo

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e) Educación.

El siglo XVIII es el siglo del enciclopedismo: la recopilación, sistematización y popularización de todos los saberes humanos.

Editada por Diderot y D´Alembert (el primer tomo apareció en 1751), La Enciclopedia resultó ser la mayor tribuna política, filosófica, artística y científica de la época. En ella colaboraron las más afamadas mentes ilustradas: Voltaire, Rousseau, Montesquieu, D´Holbach, Quesnay, Turgot, Daubenton…todos ellos movidos por una idea común: el saber no puede ser privilegio de unos pocos sino que debe trascender al pueblo para formar la nueva mentalidad del hombre del futuro. Los siguientes pueden ser considerados los ejes de dicha mentalidad: optimismo frente al futuro de la humanidad. Confianza en el poder de la razón libre. Oposición a todo autoritarismo. Importancia de las técnicas y oficios. Entusiasmo por el saber.

No es de extrañar que la Enciclopedia fuera prohibida en Francia en 1759, ni que fuese uno de los factores que más decisivamente contribuyeron a crear la ideología que sustentó la Revolución Francesa.

El exponente máximo de las nuevas teorías pedagógicas es Rousseau (1712-1778). En su obra “Emilio”, el filósofo francés procede a la construcción de un modelo educativo ideal en el que los niños aprenden a pensar por sí mismos en contacto con las cosas y con la naturaleza. Para Rousseau la educación tradicional es opresiva y destructiva: los humanos nacemos libres y buenos pero la educación va destruyendo progresivamente tanto nuestros buenos sentimientos como nuestra libertad. Puesto que la moralidad y la convivencia se fundamentan en los buenos sentimientos (el amor propio, el amor a los demás), la educación deberá potenciarlos, tratando de conseguir así auténticos ciudadanos

f) El Arte

El arte ilustrado es la expresión del orden racional del mundo. En él domina la claridad, la forma acabada, la disolución de lo particular en lo universal. Es el estilo neoclásico: proporción, regularidad, mesura y orden.

El arte del siglo XVIII también se empeña por imitar a la naturaleza: es la época del rococó, de los grandes palacios europeos. Un ambiente lleno de estuco y rocalla, de grandes salones, de pelucas blancas y rostros empolvados; un refrito decorativo que coexistió con la racionalidad neoclásica de la que hablábamos antes.

Geografía de la ilustración

Geográficamente la Ilustración se desarrolla principalmente en tres países: Inglaterra, Francia y Alemania. En cada uno de ellos adopta formas diferentes. No obstante, puede considerarse que la Ilustración (con mayúsculas) es un producto netamente francés:

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Primera página de la obra magna del siglo XVIII: la Enciclopedia, que lleva el revelador subtítulo de

Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios

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a) Inglaterra: La Enlightement (segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII).

Insiste en la libertad política y en la tolerancia religiosa. Se constituye en un movimiento moderado de carácter liberal. Son sus personajes más representativos:

En filosofía: David Hume (Edimburgo 1711- † 1776). John Locke (Wrigton, 1632. † Essex, 1704). George Berkeley (Irlanda, 1685 - † 1753). Jeremy Bentham (1784 - † 1832).

En ciencia: Isaac Newton (Woclsthorpe ,1642. † Londres, 1727).

En economía: Adam Smith (1723 - † 1790)

Hecho histórico más relevante: la Revolución liberal de 1688. Instauración del parlamento tras la dictadura de Oliverio Cronwell. Revolución industrial.

b) Francia: Les Lumières (siglo XVIII).

Adoptan un tono más crítico y radical. La crítica religiosa y política se convierten en ocasiones en satírica y mordaz. Del empirismo inglés toman el desdén por la especulación teórica y por la metafísica, pero son también herederos del rigor racionalista de Descartes. Son sus personajes más representativos:

En filosofía: Pierre Bayle (1647 - † 1706). Fontanelle (1657 - † 1757). Montesquieu (1689 - † 1755) Helvétius (1715 -† 1771). Condillac (1715 - † 1780). La Mettrie (1709 - † 1751). Voltaire (1649 -

† 1778) Diderot (1713 - † 1783) y Rousseau (1712 - † 1778)

Hecho histórico más relevante: La Revolución burguesa de 1789.

c) Alemania: La Aufklärung (finales del siglo XVIII)

Por sus características especiales (dispersión territorial, retraso en la industrialización, fuerte estructura social de tipo feudal…) el fenómeno ilustrado llega tarde a Alemania y se constituye en un claro anticipo del Romanticismo. Se caracteriza por una sensibilidad especial para los temas estéticos, así como por un mayor respeto por la tradición religiosa. Son sus personajes más representativos:

En filosofía: Cristian Wolff (1679 - † 1751). Alexander Baumgarten (1714 - † 1762). Lessing (1729 - †1781). Winckelmann (1717 - † 1788). Enmanuel Kant (1724 - † 1804)

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Lámina de la Enciclopedia dedicada a la extracción de mineral. Esta gran obra destaca por la atención

prestada a la ilustración (¡¡11 volúmenes de láminas!!) y a los oficios y “artes mecánicas”: se dedica más espacio a las ciencias humanas que a

las divinas, a la técnica y a la artesanía que a la teología

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2. LOS GRANDES TEMAS DE LA ILUSTRACIÓN

Aunque más arriba ya los hemos mencionado de algún modo, he aquí un resumen con las señas de identidad del movimiento ilustrado.

a) Confianza en el poder de la razón

La razón es suficiente en sí y por sí misma para resolver cualquier problema humano, ya sea del ámbito científico como filosófico, religioso, social o político. Los ilustrados exigen confianza en ella y, en consecuencia, la decisión de servirse de ella con independencia, sin otra limitación que la que imponga su propia naturaleza. La razón tiene que emanciparse de:

Los prejuicios que la ciegan y la paralizan.

La tradición que la maniata.

Toda autoridad externa, es decir, de toda autoridad no reconocida por ella.

La superstición, la idolatría, es decir, de la aceptación acrítica de dogmas y reglas que son contrarias a ella.

b) Fe en el progreso.

La razón capacita a la Humanidad para el conocimiento de las leyes de la naturaleza, así como para intervenir en ella en beneficio propio. Desde esta perspectiva, la ciencia posibilitará el avance constante del género humano hacia metas cada vez más ambiciosas. Los ilustrados son profundamente optimistas, creen en la bondad natural del ser humana y en su infinita capacidad de perfeccionamiento.

c) Necesidad de educación

La educación se presenta como el instrumento clave para progreso de la Humanidad. La educación conduce al ser humano desde la ignorancia hacia la plena ignorancia hasta su completa realización personal y social. Los ilustrados creen en una educación que garantiza la autonomía de los individuos, que los ayuda a pensar por sí mismos. En este sentido, rechazan todo tipo de enseñanza tradicional basada en ela repetición y el dogmatismo.

d) Crítica del poder político

Los seres humanos no pueden vivir bajo la opresión de un régimen político absolutista. El poder no es un derecho hereditario, sino que emana de la sociedad.

e) Deísmo

La mayoría de los ilustrados creen necesario despojar a la religión de toda su carga de supersticiones, ritos y dogmas. La razón indica la necesidad de una causa explicativa del mundo, de una Inteligencia creadora u ordenadora del Universo, pero esta no tiene por qué identificarse con un Dios trascendente y providente. El Dios de los ilustrados no se ocupa del mundo una vez creado, ni interviene en el curso de la cosas o en la vida de los seres humanos.

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«Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus novus. Se ve en él un ángel, al parecer, en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desencajados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su cara está vuelta hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero una tormenta desciende desde el paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas. Esta tempestad lo arrastra inevitablemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas sube ante él al cielo. Tal tempestad es lo que llamamos progreso».

WALTER BENJAMIN

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3. HISTORIA Y PROGRESO EN EL PENSAMIENTO ILUSTRADO

Una nueva visión de la historia

De acuerdo con el lema ilustrado de la mayoría de edad, a lo que se opone la Ilustración es a la tradición, esto es, al conjunto de costumbres, valores e ideas recibidas del pasado que, sin pasar por el tribunal de la razón, han sido aceptadas por el mero hecho de ser un legado de épocas pretéritas. Eso no significa que la Ilustración se oponga a la Historia, como ha llegado a creerse en determinados momentos. Antes bien, la Historia y la idea de progreso, íntimamente unida a ella, van a recibir del pensamiento ilustrado un tratamiento novedoso y grandes consecuencias para la concepción moderna del mundo y para la constitución de una ciencia histórica.

El interés de la Ilustración por la Historia se dirige no tanto a la mera historiografía (acumulación de “hechos” históricos), cuanto al intento de comprensión de su “naturaleza” y de su sentido. Cuestiones tales como qué es propiamente la Historia; si la historia obedece en su transcurso a leyes o si, por el contrario, rige en ella el puro azar; si la historia es realmente obra de los seres humanos o, más bien, está prefigurada por una providencia divina. Y, en fin, si en la Historia se da un progreso, y de qué clase, o bien no hay tal progreso. He aquí el elenco de cuestiones que van a guiar la ocupación ilustrada y moderna con la Historia. La Historia se convierte con la Ilustración en verdadera “filosofía de la historia”

La idea de progreso

La idea de progreso es la idea dominante, o la característica de la civilización europea desde el siglo XVIII al siglo XX. Es una creencia, una especie de fe no religiosa, en que las condiciones de la vida humana mejoran con el paso del tiempo; en que, por lo general, cada generación es mejor que sus antecesoras y contribuirá con su labor a una vida todavía mejor para las generaciones futuras. E incluso, a largo plazo, la Humanidad entera participará del mismo avance. Frente a unos factores de desarrollo histórico, suficientemente irracionales, como la superstición, la intolerancia, las guerras, etc. el progreso se presenta, para el hombre ilustrado, como un proceso de racionalización constante.

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Paul Klee. Ángelus Novus

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La idea de progreso va unida e implica un optimismo que determina el sentido de la historia y que hace ver que todo trabajo individual contribuye al bien de la humanidad.. Es cierto que la humanidad ha pasado por épocas tenebrosas (una de ellas es la Edad Media), pero, a pesar de todo, ha seguido un proceso de perfeccionamiento que, con la llegada del Siglo de las Luces, se va acelerando gracias al imperio de la razón.

Hay dos autores representativos de este entusiasmo por el progreso: Turgot, con su obra Discurso sobre los progresos sucesivos del espíritu humano (1750), y Condorcet, con su obra Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (1749). De esta última extraemos un fragmento donde el autor expresa su inquebrantable confianza en la capacidad de perfeccionamiento del ser humano y su seguridad en que la lucha entre la razón y la ignorancia se saldará con el triunfo indiscutible de la primera:

“Llegará el momento en que el Sol no alumbre sobre las tierras más que a hombres libres, los cuales no conocerán

más señora y maestra que la Razón, y en el que los tiranos y esclavos no existirán más que en la historia y en los teatros”

A pesar de las innegables coincidencias entre muchos filósofos ilustrados, la idea de progreso no gozó de una unánime aceptación. Por un lado estaban aquellos ilustrados que afirmaban la evidencia de un progreso constante en la historia; éstos daban como prueba de su convicción los avances

científicos y tecnológicos que habían mejorado las condiciones de vida de los humanos, así como la educación y su poder de perfeccionamiento de las personas. Ahora bien, por otro lado había filósofos (Rousseau) que exponían la cara negativa del progreso: la técnica, lejos de perfeccionarnos, ha degradado moralmente a la Humanidad y la está apartando paulatinamente de su felicidad.

4. El contrato social

El proceso de emancipación racional iniciado por la Ilustración, también alcanza a la organización de la sociedad y de la vida política. Para los ilustrados la sociedad es concebida como un artificio ideado por la Humanidad para solventar los problemas planteados por la vida en un hipotético “estado de naturaleza”, a saber, los que se desprenderían de una convivencia no mediatizada por el cumplimiento de más leyes y normas que las dictadas por la propia naturaleza humana. Se rechaza, pues, la tradicional concepción teocrática del poder político según la cual éste emana de Dios y se manifiesta en su representante terrenal: el Rey

Como afirmaría Rousseau, uno de los máximos exponentes de las teorías filosóficas del contrato social, el estado de naturaleza “es un estado que no existe, y que acaso no haya existido nunca y probablemente no existirá jamás, y del que, sin embargo, es necesario tener conceptos adecuados para juzgar con justeza nuestro presente”.

El pensamiento ilustrado nos legó dos importantes modelos teóricos sobre el origen contractual de la sociedad:

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Arriba, la plaza principal de Pompeya. El siglo XVIII conoció el despertar de la

arqueología (se descubrieron las ciudades romanas de Herculano y Pompeya, se

identificaron las ruinas de Persépolis, se descubrió la Piedra del Sol en México y la

Piedra de Roseta en Egipto...), lo cual contribuyó decisivamente al auge de la

mentalidad histórica. A la derecha, retrato del marqués de Condorcet, uno de los

principales exponentes de la nueva visión de la historia.

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a) Thomas Hobbes: el contrato de sumisión

El filósofo inglés (1588-1679) sostuvo que el hombre en estado natural hace girar todo en torno a sí mismo. Su derecho sobre todo es ilimitado. Sus pasiones le impulsan a quererlo todo, a desearlo todo. En tal estado, y debido al derecho a todo de todos y a la igualdad natural, la tensión constante (“estado de guerra de todos contra todos”, lo llamará Hobbes) convertirá al hombre en un “lobo para el hombre” (homo homini lupus) y a la vida en “asquerosa, brutal y corta”. La razón le hace llegar a una conclusión: comprende que debe ceder parte de sus derechos naturales a cambio de alcanzar más seguridad y una vida más agradable. Desde aquí, la Humanidad se verá obligada a llevar a cabo la construcción de la sociedad.

El pacto inicial, libremente asumido, transfiere todos los derechos naturales (incluida la utilización de la violencia) a una “persona artificial” , el soberano, cuya voluntad se convierte a partir de entonces en ley de obligado cumplimiento para todos los firmantes del pacto. Sólo si el gobernante deja de proporcionar a los ciudadanos la protección para la que fue designado, los ciudadanos pueden declarar nulo el pacto. Un estado basado en este contrato es como un gigante compuesto de hombres corrientes, como un Dios terrenal todopoderoso, un Leviatán (así lo denomina el propio Hobbes en alusión al monstruo bíblico descrito en el Libro de Job).

b) J.J. Rousseau: la voluntad general

Rousseau parte de una concepción optimista de la naturaleza humana: el ser humano es bueno y libre por naturaleza; la vida en sociedad lo ha corrompido moralmente y ha minado su libertad. A pesar de esta visión negativa de la vida en sociedad, Roussea manifiesta que es inútil soñar con una vuelta al estado de naturaleza, aunque es posible la regeneración moral del ser humano si se procede a una “refundación” de la sociedad a través de un pacto.

Para Rousseau el verdadero contrato social ha de ser un contrato de libertad. Pero ello no significa, en modo alguno, que en el orden social y político establecido por el contrato social no haya y tenga que haber sumisión y obligatoriedad de la ley. El carácter genuino del problema está, al contrario, precisamente en el sentido de la sumisión a la ley y en el sentido de la libertad. En efecto, “el problema fundamental del cual el contrato social da la solución” – escribe Rousseau -, es “encontrar una forma de asociación…por la que cada uno, uniéndose a todos, no obedezca, sin embargo, más que a él mismo, y permanezca tan libre como antes” (El contrato social, libro I, cap. VI).

En el contrato social, por el que se da el paso de la libertad “natural” a la “libertad civil y política”, se da una querida y libre alienación, una desposesión de lo que pertenece al “hombre natural”; pero no en favor de un individuo, sino en favor de toda la comunidad, viniendo así a crear una unión social perfecta, cuya

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Arriba, retrato de Thomas Hobbes. A la derecha, retrato de Rousseau. Ambos filósofos representan concepciones contrapuestas tanto de la naturaleza

humana como del contrato social

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expresión y principio rector es lo que llama Rousseau la “voluntad general”. Los hombres no se someten sino a la ley que ellos mismos se han dado: “Al darse cada uno a todos los demás - escribe Rousseau -, no se da a ninguno en particular y, como no existe ningún miembro de la comunidad sobre el que no se gane el mismo derecho que al que a él se le permite sobre uno mismo, así cada uno recobra lo que entrega en la misma medida, y recibe, al mismo tiempo, una fuerza mayor para afirmarse a sí mismo y mantenerse en lo que es y en lo que tiene” (ídem).

Rousseau indica que la “voluntad general” no puede confundirse con la “voluntad de la mayoría”, ni siqueiera con la “voluntad de todos”. Para que la última se convirtiese en la primera, haría falta que los ciudadanos estuviesen debidamente informados a la hora de emitir su voto y que se suprimieran las sociedades parciales dentro del Estado (partidos políticos). Sin estos dos requisitos, la voluntad de la mayoría respondería siempre a los intereses de un grupo, por muy numeroso que éste fuese, y así no se garantizaría la independencia de voto. Para Rousseau, la voluntad general es la de los ciudadanos reunidos en asamblea: una democracia directa, no una democracia representativa o delegada como es la nuestra.

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