La formación religiosa en la Universidad3c...CARACTERÍSTICAS DE LA RELIGIOSIDAD DEL INTELECTUAL La...

6
86 REVISTA DE EDUCACIÓN han hallado curvas que llenan un área (como la fa- mosa de Pcano de 1890). El gran matemático holan- dés Brouvver ha sido genial en el hallazgo de extra- ños ejemplos, como el famoso del mapa de los tres estados que tienen una infinidad de puntos de fron- tera común para los tres. ¿Dónde queda así la intuición? A la vista de los curiosos resultados a que llega la ciencia actual, ¿pue- de afirmarse que la intuición sensible inmediata sirve para darnos un último fundamento en que basar nues- tras deducciones? Indudablemente, no. ¿Qué enseñanzas se desprenden de la ciencia re- ciente? Ante todo una: que el uso de la intuición ha de ser siempre comedido y que se necesitan métodos poderosos de verificación y de prueba. Pero no hay que culpar sólo a la intuición de cier- tos desaguisados. Al profundizar en la filosofía de las matemáticas nos encontraremos no solamente con el pensamiento matemático—un pensamiento entre otros muchos—, sino con el Pensamiento. Tal vez esa in- seguridad que descubrimos en el Mundo matemático no se deba sólo a la intuición. Tal vez sea propio de todo pensamiento humano estar propenso a errores y extravíos. Por ello es tan conveniente estar preveni- dos en el enfrentamiento de la mente con la realidad. Todas las precauciones serán siempre pocas. En todo caso—dejando de lado la potencia y la ca- pacidad del humano pensamiento—la situación genui- na de la ciencia moderna nos invita a meditar. Las anteriores reflexiones han señalado algunas consecuen- cias del uso de la intuición. El profesor y el maestro han de estar enterados de su importancia. Conocien- do los alcances y peligros de la intuición, podrán orientar sus métodos didácticos. La formación religiosa en la Universidad ¡OSE TOD OLI DUOUE En una ponencia presentada al Congreso Ibero- americano de Educación de 1952, planteábamos el problema de la formación religiosa en la Universidad. Nuestra exposición originó entonces una amplia dis- cusión, y repetidas veces se nos ha pedido el ori- ginal para publicarlo. Quiere decir que el tema preocupa. No es de extrañar. La fe sencilla y pro- funda del pueblo español no tiene, ni puede tener, las características de la fe intelectual que velis nolis tiene sus exigencias en el orden dogmático y no le seducen las manifestaciones excesivamente espontáneas en el orden práctico. Lejos de nosotros reprobar nin- guno de estos dos campos, ni siquiera de dar pre- ferencia a uno sobre el otro. Por desgracia, en la práctica fácilmente los sencillos llaman laicismo a la religiosidad más personal y menos espontánea de los intelectuales, y éstos califican de fanatismo la sencilla y pura fe de los menos cultivados. En fin, he aquí un problema complejo en cuyo estudio no querernos in- cluir hoy solamente al estudiante, sino al intelectual en general, cuyos problemas religiosos tienen sus ca- racterísticas similares. El esquema sencillo de nuestro trabajo será éste: estudiar primero los problemas religiosos del intelec- tual en general, y luego sus causas. Problemas par- ticulares del estudiante universitario. Problemas de orden teórico y de orden práctico en que se incurre al querer abordar una solución. Apuntes para una po- sible solución. El presente trabajo del padre josi 'robad, O. P., profesor de Etica de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, trae a nuestras páginas la cuestión, ya planteada en estas mismas columnas, de la enseñanza de la Religión en la Universidad. Luego de estudiar la crisis religiosa que sufre la adolescencia, el autor aborda las características de la religiosidad en el inte- lectual (la razón y el sentimiento en el orden reli- gioso); ve el peligro capital en una "supervaloración" racional del universitario, y recomienda contra sus peligros "una profunda comprensión de los misterios divinos, una íntima comunicación con Dios y, en sus manifestaciones extrínsecas, una acendrada vida litúr- gica". Y como solución al problema de la enseñanza: Formación e información religiosas en una Facultad de Teología y en los Colegios Mayores. Véanse sobre el tema los siguientes estudios publicados en la REVIS- TA DE EDUCACIÓN: losé Luis L. Arianguren, "Algunas reflexiones sobre la enseñanza de la Religión" (nú- mero 3, julio-agosto 1952, págs. 253-6); losé M. a Ci- rarda, "La enseñanza de la Religión" (núm. 8, mar- zo 1953, págs. 218-22); fosé M. a de Llanos, "La en- señanza de la Religión en la Universidad" (núm. 19, marzo 1954, págs. 100-2) y "Polémica en torno a la enseñanza de la Religión en Zurich" (núm. 19. mar- zo 1954, "Actualidad educativa", pág. 143). Desde un aspecto diferente del tema, puede consultarse: Raimundo Paniker, "Teología y Universidad" (nú- mero 16, diciembre 1953, págs. 79-82). Véanse tam- bién luan R. Manyá, "En torno a un fracaso recono- cido", y V. E. Hernández-Vista, "La enseñanza de la religión en la Universidad (R. DE E., núm. 21, mayo de 1954).

Transcript of La formación religiosa en la Universidad3c...CARACTERÍSTICAS DE LA RELIGIOSIDAD DEL INTELECTUAL La...

86

REVISTA DE EDUCACIÓN

han hallado curvas que llenan un área (como la fa-mosa de Pcano de 1890). El gran matemático holan-dés Brouvver ha sido genial en el hallazgo de extra-ños ejemplos, como el famoso del mapa de los tresestados que tienen una infinidad de puntos de fron-tera común para los tres.

¿Dónde queda así la intuición? A la vista de loscuriosos resultados a que llega la ciencia actual, ¿pue-de afirmarse que la intuición sensible inmediata sirvepara darnos un último fundamento en que basar nues-tras deducciones? Indudablemente, no.

¿Qué enseñanzas se desprenden de la ciencia re-ciente? Ante todo una: que el uso de la intuición hade ser siempre comedido y que se necesitan métodospoderosos de verificación y de prueba.

Pero no hay que culpar sólo a la intuición de cier-tos desaguisados. Al profundizar en la filosofía de las

matemáticas nos encontraremos no solamente con elpensamiento matemático—un pensamiento entre otrosmuchos—, sino con el Pensamiento. Tal vez esa in-seguridad que descubrimos en el Mundo matemáticono se deba sólo a la intuición. Tal vez sea propio detodo pensamiento humano estar propenso a errores yextravíos. Por ello es tan conveniente estar preveni-dos en el enfrentamiento de la mente con la realidad.Todas las precauciones serán siempre pocas.

En todo caso—dejando de lado la potencia y la ca-pacidad del humano pensamiento—la situación genui-na de la ciencia moderna nos invita a meditar. Lasanteriores reflexiones han señalado algunas consecuen-cias del uso de la intuición. El profesor y el maestrohan de estar enterados de su importancia. Conocien-do los alcances y peligros de la intuición, podránorientar sus métodos didácticos.

La formación religiosa en la Universidad

¡OSE TOD OLI DUOUE

En una ponencia presentada al Congreso Ibero-americano de Educación de 1952, planteábamos elproblema de la formación religiosa en la Universidad.Nuestra exposición originó entonces una amplia dis-cusión, y repetidas veces se nos ha pedido el ori-ginal para publicarlo. Quiere decir que el temapreocupa. No es de extrañar. La fe sencilla y pro-funda del pueblo español no tiene, ni puede tener,las características de la fe intelectual que velis nolistiene sus exigencias en el orden dogmático y no leseducen las manifestaciones excesivamente espontáneasen el orden práctico. Lejos de nosotros reprobar nin-guno de estos dos campos, ni siquiera de dar pre-ferencia a uno sobre el otro. Por desgracia, en lapráctica fácilmente los sencillos llaman laicismo a la

religiosidad más personal y menos espontánea de losintelectuales, y éstos califican de fanatismo la sencilla ypura fe de los menos cultivados. En fin, he aquí unproblema complejo en cuyo estudio no querernos in-cluir hoy solamente al estudiante, sino al intelectualen general, cuyos problemas religiosos tienen sus ca-racterísticas similares.

El esquema sencillo de nuestro trabajo será éste:estudiar primero los problemas religiosos del intelec-tual en general, y luego sus causas. Problemas par-ticulares del estudiante universitario. Problemas deorden teórico y de orden práctico en que se incurreal querer abordar una solución. Apuntes para una po-sible solución.

El presente trabajo del padre josi 'robad, O. P.,profesor de Etica de la Facultad de Filosofía y Letrasde Madrid, trae a nuestras páginas la cuestión, yaplanteada en estas mismas columnas, de la enseñanzade la Religión en la Universidad. Luego de estudiarla crisis religiosa que sufre la adolescencia, el autoraborda las características de la religiosidad en el inte-lectual (la razón y el sentimiento en el orden reli-gioso); ve el peligro capital en una "supervaloración"racional del universitario, y recomienda contra suspeligros "una profunda comprensión de los misteriosdivinos, una íntima comunicación con Dios y, en susmanifestaciones extrínsecas, una acendrada vida litúr-gica". Y como solución al problema de la enseñanza:Formación e información religiosas en una Facultadde Teología y en los Colegios Mayores. Véanse sobreel tema los siguientes estudios publicados en la REVIS-

TA DE EDUCACIÓN: losé Luis L. Arianguren, "Algunasreflexiones sobre la enseñanza de la Religión" (nú-mero 3, julio-agosto 1952, págs. 253-6); losé M.a Ci-rarda, "La enseñanza de la Religión" (núm. 8, mar-zo 1953, págs. 218-22); fosé M.a de Llanos, "La en-señanza de la Religión en la Universidad" (núm. 19,marzo 1954, págs. 100-2) y "Polémica en torno a laenseñanza de la Religión en Zurich" (núm. 19. mar-zo 1954, "Actualidad educativa", pág. 143). Desdeun aspecto diferente del tema, puede consultarse:Raimundo Paniker, "Teología y Universidad" (nú-mero 16, diciembre 1953, págs. 79-82). Véanse tam-bién luan R. Manyá, "En torno a un fracaso recono-cido", y V. E. Hernández-Vista, "La enseñanza dela religión en la Universidad (R. DE E., núm. 21, mayode 1954).

CARACTERÍSTICAS DE LA RELIGIOSIDAD

DEL INTELECTUAL

La religiosidad del intelectual ha de tener un tinteuniversitario, dice Dondeyne, "tant en ce qui concernel'étude théorique de la foi que la foi vécue; car lareligion est en premier heu une attitude de vie. Par"universitaire" voici ce que nous entendons: l'éduca-tion religieuse de l'intelectuel doit aller vers les pro-fondeurs, l'éssence intime, la racine de la foi". La re-ligiosidad del intelectual se diferencia de la fe delsimple creyente precisamente por esa ma yor penetra-ción y su menor dosis de sentimentalismo y espon-taneidad. Las manifestaciones religiosas no le con-mueven como tales. Su religiosidad es más racionaltnás íntima. El simple fiel no se preocupa mucho delos fundamentos y el valor de sus dogmas. Los ad-mite sencillamente y manifiesta a veces estrepitosa-mente esa fe que satisface su corazón y llena ' susesperanzas.

Quiere esto decir que la formación religiosa delintelectual haya de ser crítica y apologética en todossus momentos? No. En el intelectual se unen esen-cialmente dos cosas: su hábito de razonar y demos-trar sus conocimientos, y su actitud vital. Por la pri-

LA FORMACIÓN RELIGIOSA EN LA UNIVERSIDAD

87

LA CRISIS DE LA RELIGIOSIDAD

EN LA UNIVERSIDAD

Bien conocida es de todos la crisis que en la ado-

lescenci a sufre la vida religiosa. En realidad, es lacrisis de todo el individuo con la aparición de la inti-midad, es decir, con el comienzo de la conciencia y de

la personalidad. La personalidad en su esencia es

conciencia e independencia, es aseidad, valga la pala-bra, no de orden ontológico, sino de orden moral.

Nada de extraño tiene que este despertar de lalibertad se lleve a extremos viciosos en este orden,como ocurre con cualquiera de las facultades delhombre, ya sean físicas, ya intelectuales. Más aún, eslo normal si en ese momento, cuya anchura sería muydifícil precisar—los psicólogos no lo han precisadotodavía—, un fenómeno externo de convivencia so-cial, de autoridad doctrinal, un hecho moral, vienea influir en ese momento. •

La religión es, en su esencia, conciencia y recono-cimiento de una dependencia, es sumisión y entre-ga, adoración. Un sentimiento totalmente opuesto aese que surge con la adolescencia, que suele ser, poreso mismo, esencialmente insumisa.

A este problema se añade otro de carácter intelec-tual. No sólo surge el sentido de independencia enla adolescencia: surge también la conciencia que im-plica el discurso, la razón, la justificación de los actosy de las creencias. Ningún problema más íntimo ydifícil en este sentido que la justificación de las creen-cias religiosas. La evidencia de las verdades metafí-sicas que fundamentan la vida religiosa, existencia deDios, inmortalidad, vida futura, no se nos da inme-diatamente, sino tras largos y a veces difíciles discur-sos. Si se trata de las verdades de carácter sobrena-tural, la evidencia es puramente extrínseca y los mo-tivos de credibilidad de verdadero valor exigen tam-bién conocimientos profundos, mientras que los otrosmotivos, los que sólo tienen un valor relativo, cada díavan haciendo ver más su inconsistencia. De ahí quesi en ese momento del despertar de la personalidade independencia, del surgir de la razón, no se apoyala fe en conocimientos cada vez más profundos de lafilosofía y de los motivos de credibilidad, esa fe aca-bará por desaparecer, o permanecerá como una cos-tumbre, no como un hábito sobrenatural, apoyada enúltima instancia en las exigencias del ambiente, enaquella ley que el vulgo formula con el aforismo"donde estuvieres, haz lo que vieres"; pero que enla vida íntima y auténticamente religiosa tiene el mí-nimo valor. Es lo que pudiéramos llamar "la religióncomo costumbre", que en realidad es la carcoma detoda religión, porque carece de verdadero sentido re-ligioso.

Este aspecto del problema afecta a todo hombre.La diversidad de vidas y de profesiones hace que encada una se presenten problemas particulares. Enninguno son tan hondos y tan frecuentes como enaquellos que se dedican a la ciencia, tomada ésta ensu más amplio sentido.

En primer término, la vida del estudiante hastallegar a la Universidad transcurre, en general, en unambiente de religiosidad. Dios es el centro de la vida,y "la concepción del mundo" tiene como fundamen-to y término a Dios.

La vida universitaria cambia esta visión. El estu-diante comienza a ver el mundo desde su especiali-dad. Por una parte, su visión del mundo se amplíaconsiderablemente. Comienza a tener sus lecturaspropias, su ideología. Comienza a pensar más en elmundo. Por otra parte, esa visión suya es muchomás pequeña en la realidad. Comienza a padecereso que se ha venido en llamar "deformación profe-sional". Efectivamente, comienza a predominar en élla preocupación de sus estudios. Su mundo comienzaa ser el de la Medicina, el Derecho, la Arquitecturao la Filosofía. El centro de su vida inconsciente vienea tener una especie de giro copernicano, cuyo centroya no es el centro ontológico Dios, sino el suyo pro-pio, el de su propia existencia y preocupación.

Añádase a esto el espíritu científico con que dentrode la Universidad desarrolla sus estudios especiales,que luego hace extensivos a todos sus conocimientos,sin excluir, claro está, sus conocimientos religiosos.

Todo esto no sería un mal si los conocimientos teo-lógicos de carácter natural y sobrenatural corrieranal mismo paso. De no ser así, hay que temer muchoque la simple preocupación se convierta en posiciónvital y se caiga en un materialismo o en un criticis-mo lamentables.

Esta es la característica fundamental de la culturamoderna. Ese proceso, tan real como sencillo y tandañoso a la vez, lo ha seguido toda la cultura mo-derna, que no ha compensado su laudable espíritu decrítica y ajuste de las ideas y de los hechos, con unafuerte preocupación por los valores trascendentes.Los motivos de esta despreocupación, fuente prima-ria del ateísmo que nos invade, no es posible exami-narlos en estas breves anotaciones: la crisis de la me-tafísica, el resurgimiento de la industria, la crisis re-ligiosa originada por el protestantismo, los problemassociales, etc., son otros tantos factores de esta crisisreligiosa general.

mera parte, se manifiestan en Cl sus aspiraciones deprofundidad y crítica. Por la segunda, puede ser tansentimental como cualquier otro. Y notemos que lareligién es esto en definitiva: actitud moral, de re-conocimiento y amor. Mis experiencias de muchosaños de vida universitaria como estudiante, como pro-fesor y como capellán, me han demostrado cómo eluniversitario distingue inconscientemente esos dos as-pectos de su típica interioridad. En la clase, en la con-ferencia de carácter didáctico, protesta contra la faltade consistencia científica del profesor o del conferen-ciante. En su vida religiosa, prefiere la consideración spiadosa, íntima, que llega al corazón. "El mundo re- tligioso no consiste en el conocimiento, sino más bien den el sentimiento o en la emoción" (1).

El problema de la formación religiosa del univer-sitario no ha de tener, pues, un aspecto puramente 1formativo de lo intelectual. Esto será siempre un as- ppecto importante, pero no el fundamental. fi

Esto pudiera probarse todavía por otra experiencia Eno menos clara. De todas las especialidades, las que edan mayor contingente de ateísmo son la Medicina uy la Filosofía pura. El ateísmo de los médicos se dapor esa deformación profesional del que todos losdías ve al hombre en su ser fisiológico y biológicoy acaba negando todo lo demás. Es ateísmo por ex-traversión. El filósofo, por el contrario, se encuentracon el problema de la crítica del racionalismo. Másaún: las realidades fundamentales que iluminan todoel campo de lo religioso no se lo presentan a élcomo hechos, sino siempre como problemas, aunquesea desde aquella actitud que desde Descartes paraacá ha venido llamándose "duda metódica". Esasrealidades son muy deficientemente conocidas por lafilosofía como tal, y se ha logrado a paucis, postlongum tempus et cum admixtione multorum erro-rum. En el mejor de los casos, ese ser supremo ymisterioso—Dios—, clave de todo el orden religioso,viene a ser el término de una demostración; se dilu-ye en pruebas de su existencia y de algunos atribu-tos que, además, hay que purificarlos y elevarlos parafijarlos en Dios. Se rasga el velo del misterio religio-so; pero no para ver la realidad, sino para ver unaimagen infinitamente lejana de la divinidad.

Pero el objeto de la religión no es ese Dios que nosda la metafísica: es Dios en su ser mismo; es Diosen su santidad, cúmulo de todas las perfecciones; loque ve la metafísica y un mundo infinitamente másamplio constituido por la misma vida divina.

Fácilmente el estudiante de Filosofía es cegado porel escepticismo que la historia de la Filosofía pro-yecta en su espíritu, o por esa desilusión producidapor la desproporción entre lo que era para él tér-mino de su adoración y de su culto, y lo que le da larazón teórica al final de sus investigaciones filosóficas.

El problema aquí no es ni única, ni principalmen-te de inteligencia; es problema de vitalización de lafe, de actuación constante de la vida y del sentimientoreligioso.

Tenemos ; pormentales en lay el sentimiento

Pero aun esto

consiguiente, dos elementos funda-formación del intelectual: la razónen el orden religioso.no sería decir suficiente. La forma-

ción religiosa de carácter racional reviste característi-cas totalmente diversas de unas a otras especialida-des, como acabamos de ver hablando del filósofo ydel médico. Yo diría que, dentro de este campo de lo"racional", la apologética debe predominar en la for-mación del científico y el dogma en la formación delfilósofo.

Efectivamente, el científico corre siempre el peligrode perderse en el objeto, en la materia; es una extra-versión producida por su misma vida profesional. Elcientífico tiene el peligro de olvidarse de sí mismo, deu intimidad, de su espíritu pensante, de la inquietudrascendente de su inteligencia hacia la verdad pura,e su voluntad hacia el bien total, de sus mismos ins-intos hacia un descanso que las cosas no dan. Ce-rado en el mundo de las cosas, no ve los límites deas mismas, de su existencia contingente y finita, yierde de vista las perspectivas de su origen, de sunalidad, de su falta de razón de ser en sí mismas.1 conocimiento del espíritu y de las cosas desde elspíritu es el mejor medio de salvar al científico dena crisis religiosa.En cambio, el filósofo, ordinariamente no pierde

el sentido de los valores del espíritu, pero fácilmentese queda en ellos: en la ciencia, en el arte, etc., porlos mötivos que hace un momento indicábamos. Unaprofundización en una sana filosofía sería un buenelemento, pero no suficiente ni el más eficaz, ya quela razón, en última instancia, no nos da el términopuro de la religión, como decíamos. Urge, pues, daral filósofo el dogma, las verdades en la fe, con ló-gica, con profundidad, haciendo ver todo el intrín-seco valor de su estructura, pero sin disquisicionesde carácter histórico, que no afectan a la esenciamisma del dogma y que aducirían fácilmente al peligro de un escepticismo semejante al filosófico, asi-milando la doctrina de la fe a una ciencia humana.Lo que interesa aquí, dice también Dondeyne, es "elcontenido religioso del dogma".

Pero el orden afectivo tiene quizá una importanciamayor. La religión es una virtud de la voluntad. Elorden moral tendrá siempre un quehacer inmediatoen la vida religiosa del intelectual.

Hay, en primer lugar, una cosa que salvar en elhombre que se adentra en la vida intelectual: es lasupervaloración de la razón, que fácilmente pasa aser su ídolo al unirse a aquel espíritu de independen-cia característico de la adolescencia. Ese es el germenmás activo del ateísmo. La filosofía moderna, esen-cialmente antirracionalista en su aspecto externo, tieneen su fondo un profundo sentido racionalista, ya quela desesperación y angustia por la captación de laverdad y la rectitud de la actividad libre nacen sólode una consideración de la razón como único valorpara iluminar la vida del hombre.

Aparte de este problema educativo fundamental,correspondiente al momento crítico de la adolescencia,existe el problema de la enseñanza misma de la mo-ral. Con frecuencia se explica la moral más como unconjunto de preceptos limitador de la actividad hu-mana que como una luz que ilumina la libertad delhombre en marcha hacia su plenitud; más como unacoacción que como una creación. Esta forma de en-señanza (a veces se hace por los diez mandamientos)choca frecuentemente a la vez con el espíritu de crí-

(1) Card. NEWMAN: Naturaleza y fin de la educación uni-versitaria. Trad. por J. Mediavilla. Madrid, 1946, pg. 74.

88 REVISTA DE EDUCACI6N

LA FORMACIÓN RELIGIOSA EN LA UNIVERSIDAD

89

tica v de independencia del hombre actual. Una ex-posición de la moral como aspiración a la plenituddel hombre en todas sus facultades hasta la posesiónde su objeto pleno: Dios como Verdad, Bondad, San-tidad, etc., ha tenido una aceptación muchísimo ma-yor en mis alumnos y ha engendrado en ellos ver-dadero entusiasmo por la disciplina.

Pero ni la moral ni el dogma son aún la religióncomo tal. El dogma es verdad escueta. La moral esactitud y tiene su aspecto religioso, pero de orden na-tural. Su religión es una religión humana y dentrode lo humano.

Cuando entra la religión no científica, sino vital,es cuando el hombre ofrece a Dios su adoración y suculto concreto. La vida litúrgica es la expresión de lareligión vital, y la vida es la que se proyecta en elculto, de la misma manera que el culto influye ypenetra en la vida.

Lo que sostiene al cristianismo contra los asaltosde la crítica y contra los excesos de su independen-cia es la vida del culto, la religiosidad en acto.

Ahora bien: esta religiosidad en acto, esta mani-festación del espíritu hacia el Ser Trascendente, hemosvisto que es muy diferente en el hombre sencillo yen el intelectual. En el hombre sencillo es esencial-mente espontánea, más exterior, menos profunda. Deahí que en la primera predomine lo social, las ma-nifestaciones populares, e incluya una gran dosis deWeltanschauung, de ambiente de costumbrismo, mien-tras la segunda se caracteriza esencialmente por lopersonal. La religiosidad del intelectual, por ir a loesencial, es refractaria a todo costumbrismo y a lopopular.

l'A, esencial de la religión se nos da en el Evange-liG corno verdad y en la vida de Cristo como modelo.Los misterios de Cristo y sus relaciones con la divi-nidad y, por tanto, de nosotros como miembros deCristo, se nos da en su realidad viviente a la vidalitúrgica. De ahí que a nuestro modo de ver la vidareligiosa del intelectual debía orientarse hacia unaprofunda comprensión de los misterios divinos, ha-cia una íntima comunicación con Dios y, en sus ma-nifestaciones extrínsecas, hacia una acendrada vidalitúrgica.

DE CARA A LA SOLUCIÓN

He ah, a nuestro modo de ver, los problemas quepresenta la religiosidad del intelectual, algunas desus causas, sus características y exigencias. El proble-ma sería ahora ver qué métodos se han de seguir parallegar a esta formación, dadas estas características.

Este problema es extraordinariamente difícil, no sóloen su aspecto pedagógico, por los motivos indicados,sino desde el punto de vista de su encuadramientodentro de los cuadros universitarios. Efectivamente,por una parte, se hace absolutamente necesario man-tener en medio de los estudios científicos y técnicos,que son para el hombre, aquella ciencia que afectadirectamente al hombre como tal: a su ser y a sudestino. Por otra parte, un conocimiento profundode esta ciencia lleva consigo un tiempo que la difi-cultad de las carreras universitarias no permite confacilidad. Unas clases supletorias diseminadas por las

diversas Facultades no son solución verdadera, y laexperiencia ha comprobado sobradamente que no esésta la solución del problema. Abandonar esta forma-ción al Bachillerato no tiene sentido, ya que, apartede ser insuficiente esa formación, no tiene el mis-mo sentido, ni debe tenerlo, la enseñanza religiosa delBachillerato y de la Universidad. En el Bachillera-to ese método ha de ser esencialmente dogmático.No nos parece en modo alguno razonable la ense-ñanza de la Religión, aun en el Bachillerato, de unmodo crítico y apologético; no conduce más que ala duda y a la crisis. Todo lo contrario de lo queocurre en la Universidad.

Entonces, ¿qué camino se vislumbra como solu-ción?

FORMACIÓN E INFORMACIÓN

RELIGIOSA EN LA UNIVERSIDAD

La primera cuestión que se plantea aquí es sabersi, efectivamente, la Universidad como tal debe plan-tearse el problema de la formación religiosa de susadscritos. No se trata propiamente de saber si la Uni-versidad ha de tener o no ha de tener una Facultaddedicada a las ciencias típicamente religiosas: Teolo-gía y Sagrada Escritura. Esto, visto en su aspectoobjetivo, no parece encerrar dificultad alguna. Lasciencias humanas, incluida la Filosofía, son hoy in-suficientes para explicar la realidad de la vida y delmundo. Un mundo se abre a la conciencia del hom-bre: el mundo de lo trascendente y de lo sobrena-tural, que no es posible orillar en ninguna parte, ymucho menos donde se viva de las esencias cristia-nas, como ocurre en toda la cultura occidental. LaFacultad de Ciencias Teológicas es, a mi entender,una necesidad objetiva de una Universidad que quie-ra abarcar las ciencias en su totalidad.

Pero el problema aquí es otro. Es saber si la Uni-versidad como tal ha de preocuparse de la forma-ción religiosa de sus individuos.

La respuesta práctica a esta cuestión está dada enEspaña desde el momento en que a todos los estudian-tes de todas las Facultades se exige una preparacióncontrolada por un examen y una calificación.

Pero esta práctica parece estar perfectamente jus-tificada por la razón. La Universidad no debe limi-tarse en modo alguno a formar abogados, médicos,arquitectos o filósofos. La Universidad intenta formar"hombres", y uno de los mayores males en que pu-diera incurrir la Universidad sería confundir la for-mación del hombre con su formación jurídica, filosó-fica o literaria. "¡Ay del siglo—escribe Lacordaire—,(me ha confundido la enseñanza con la educación,creyendo que el bien brota de la ciencia y de la lite-ratura, cualesquiera que sean!"

Entonces el problema se centra en saber cuál hade ser la organización y el método para llegar aese fin.

Hablando del problema pedagógico, que afecta atodas las ciencias, se intenta en los momentos actua-les que todos los dedicados a estudios universitariostengan también unos conocimientos pedagógicos su-ficientes para el desempeño de la docencia de cual-quier disciplina universitaria. Los conocimientos rel-

90

REVISTA DE EDUCACIÓN

giosos no afectan a tal o cual disciplina, a tal o cualfacultad humana; afectan al hombre en cuanto tal.Una formación del hombre, del ciudadano, máximedel intelectual, que prescinda de este elemento, serásiempre insuficiente.

Que la formación religiosa se haga dentro de lamisma Universidad, aparte el inconveniente ya seña-lado del tiempo y de su encuadramiento en el campode las enseñanzas de las más diversas Facultades—in-convenientes que se han dejado sentir también en lasotras disciplinas generales, como la política y la gim-nasia—, encierra otro que para muchos es de extra-ordinaria gravedad. La Universidad es, por defini-ción, universitas, anchura para todos, sin distinciónde naciones, de razas, de lenguas o de religiones. Es-tablecer como obligatoria la enseñanza de una deter-minada religión, en nuestro caso la cristiana y cató-lica, parece, a la vez, disminuir esa amplitud de vidaintelectual en que se mueve la Universidad y violen-tar, más o menos, las conciencias de aquellos que, noparticipando de las mismas creencias, se ven obliga-dos a hacer estudios profundos de una ciencia quede alguna manera les es opuesta.

Este argumento tiene su valor, y es inútil quererdisimularlo. Pero tiene un valor limitado y no ab-soluto, como quiere dársele tantas veces.

En primer lugar, se ha de tener en cuenta lo queacabamos de decir: la Universidad no tiene comoúnica misión la información de sus alumnos, sinotambién su formación. Ninguna de las dos cosas essuficiente. Ni ciencia sin virtud, ni ésta sin la ciencia.Es natural que en la universitas studentium hayaalgunos que no participan en la vida religiosa de unareligión determinada, de la religión católica. Queda-rán siempre los valores humanos, culturales, infor-mativos, que a ningún intelectual le es lícito ignorara estas alturas. El cristianismo constituye un hechohistórico de tal volumen en la historia del mundo,y particularmente en la cultura occidental, que no esposible ignorarlo ni tener de él unos conocimientossuperficiales. Puede, pues, exigirse a todos la asisten-cia por vía de información.

Podría también aducirse una razón de mayor pro-fundidad, pero cuyo valor no todos alcanzarán a com-prender. La religiosidad del intelectual, decíamos, noes pura espontaneidad. Es una religiosidad aquilata-da por los esfuerzos de la razón. Ante este hecho his-tórico de la religión católica, que se manifiesta contales dotes de verdad y sobrenaturalidad y con taleficacia civilizadora, no hay ningún intelectual queracionalmente no deba prestar atención. Es un primerpaso, una inquietud racional, a la cual no debe sus-traerse ningún intelectual de las creencias que sea,que no deba prestar atención.

Pero, en fin, la solución práctica que se ha venidodando a este problema, muy de acuerdo con estostiempos, en que más que por la verdad tene-mos que guiarnos por las urgencias diplomáticas,es la solución de la dispensa y la inhibición. Es na-tural que porque en una Universidad católica, no portitulo, sino por ser expresión del sentir y pensar deun pueblo genuinamente católico, existan múltiplesadscritos—no vamos a examinar cuántos, generalmen-te extranjeros—, no se haya de privar a todos de laformación religiosa que constituye el nervio mismo,

la consistencia—que diría Zubiri—de la existenciahumana. La Universidad debe seguir su curso y sustrayectorias. Si entre sus adscritos hay quienes noparticipan de su ideología religiosa, y no son capa-ces de comprender los valores humanos y civiliza-dores: en el arte, en la ciencia, en la filosofía, en lamoral, etc., del catolicismo, quedará siempre el re-curso a la dispensa de esta disciplina, solución, comodecíamos, más de carácter práctico y acomodaticioque de carácter científico y cultural.

Vistos todos estos prenotandos, de todo punto ne-cesarios para conocer bien el problema, veamos ahoracuáles pudieran ser vías de solución.

Desde luego, no nos parece oportuno el sistemaactual de enseñar la religión como una asignaturaintrusa y que tímidamente aprovecha alrededor deveinte clases anuales para exponer, a gusto del pro-fesor, temas a veces totalmente ajenos al nervio mismodel dogma o de la moral.

FACULTAD DE TEOLOGÍA

Una solución más viable y más universitaria pa.rece ser la Facultad de Teología, en la cual pudierahaber dos tipos de enseñanza: la propia de los ins-critos en dicha Facultad con ánimo de adquirir gra-dos en esta disciplina, y la de aquellos que, pertene-ciendo a otras Facultades, buscan adquirir allí unaformación suficiente. Estas ideas se encontrarán másdesarrolladas en el capítulo I de la obra ya citadadel cardenal Newman Naturaleza y fin de la educa-ción universitaria.

La oportunidad de la Facultad de Teología no seoculta a nadie, y es extraño que en España carezca-mos de dicha Facultad. Las razones que apoyan estaoportunidad las hemos indicado brevemente másarriba.

De la misma manera parece ser oportuna la divi-sión de enseñanzas en ella. Para tener una forma-ción religiosa "universitaria" no es necesario ser licen-ciado o doctor en Teología. Las asignaturas a seguiren estos cursos deberían ser pocas, ajustadas a unprograma de acuerdo con las exigencias del intelec-tual, según lo hemos indicado más arriba, atendien-do más a la esencia de los problemas fundamentalesque a la farra gosa exhibición de dificultades y deopiniones que han oscurecido, a lo largo del tiempo,los dogmas cristianos. Los Evangelios, San Pablo, SanAgustín y Santo Tomás serían los maestros de estaformación del común de los universitarios.

Todo universitario debería presentar su certificadode haber asistido a un número determinado de clases

de haber dado pruebas de suficiencia en un examena! efecto.

Esta es una primera solución, no carente de difi-cultades.

En primer lugar, el problema de concentrar dos otres años a determinadas horas a la mitad o a la ter-cera parte de los alumnos de la Universidad, ence-rraría unas dificultades tan grandes como las queorigina el actual sistema. Diseminar los profesores deta Facultad de Teología por diversos Centros a loscuales, en determinadas horas del día, acudieran los

OBJETIVOS Y MiTODOS DE LA EDUCACI6N FUNDAMENTAL

91

alumnos, es una solución, pero se diferencia poco dela enseñanza actual en cada una de las Facultades y,por lo mismo, encierra los mismos problemas.

COLEGIO S MAYORES

Es que existe alguna otra solución viable? Nos-otros creemos que sí, y que esa solución está en losColegios Mayores.

En primer lugar, los Colegios Mayores formanparte integrante de la Universidad. Por consiguiente,nuestra solución para nada se aparta de los confinesjurídicos universitarios.

Por otra parte, los Colegios Mayores han nacidocomo un complemento necesario de la Universidad.Quizá históricamente debiera decirse que las Facul-tades han surgido como un complemento o como undesarrollo normal de los Colegios Mayores, al com-pás del desarrollo de la ciencia. Porque las Univer-sidades antes fueron Centros de formación que deinformación, y sólo la especialización progresiva delas ciencias hizo que éstas se fueran dividiendo ysubdividiendo hasta formar esto que hoy llamamosFacultades Universitarias, en las cuales de día en díase distancian más alumnos y catedráticos.

De todos modos, la misión de los Colegios Ma yo-res en el momento de crearse aquí y en Inglaterra,en los mejores tiempos de nuestra Universidad, fuéla "formación" de los alumnos. Nadie negará, porotra parte, que esta función sea necesaria en la Uni-versidad, una vez que hemos visto, por un lado,que la Universidad debe llevar a cabo esta labor for-mativa de sus adscritos y, por otro, que las Facul-tades, en la forma que las tenemos hoy, no tienendirectamente esta misión, sino la misión de enseñar,de informar a los alumnos en sus correspondientesmaterias. No niego con esto que el catedrático pue-da, e incluso deba a veces, dar normas formativasal margen de su disciplina. Pero lo que afirmo esque el catedrático, como tal, tiene la obligación in-

mediata de exponer su asignatura con la mayor pro-fundidad y claridad que le sea posible y exigirla asus alumnos, y que con eso su función ha sido cum-plida en la Facultad. Y esto es lo que se le puedey debe exigir.

La labor formativa directa está encomendada, comohemos dicho, desde su origen a ese otro sector uni-versitario que son los Colegios Mayores. Muchas co-sas se ganarán con ello. En primer lugar, evitar esecomplejo de extraño, de exótico, que tienen estasdisciplinas: Educación Física, Política, Religión, enlas más diversas Facultades.

Además, se conseguirá con ello volver a su misióna los Colegios Mayores, que, a pesar de todos los me-jores esfuerzos que se han realizado y se realizanconstantemente, no han podido dejar de ser "Residen-cias de estudiantes". Los Colegios recobrarían enton-ces su misión formativa universitaria.

Por otra parte, los Colegios Mayores podrían orga-nizar la enseñanza de estas disciplinas con mayoranchura y adaptación y no como quien pide de pres-tado unas horas a otras disciplinas.

La adscripción de todos los estudiantes a un Cole-gio Mayor tendría desde entonces un verdadero sen-tido. Los Colegios dejarían de ser "Residencias deestudiantes" para ser "los Centros de formación delos mismos", que al mismo tiempo llevarían a losalumnos aquellas enseñanzas que se dirigen al hom-bre como tal, y los Centros donde éstos tendrían suhogar universitario y exhibirían de mil maneras lasmanifestaciones artísticas, culturales, deportivas, reli-giosas, etc., de esta formación integral.

Pudiera hacerse la experiencia en determinados Co-legios Mayores, que han alcanzado mayor madurez,como el Ximénez de Cisneros, el Nebrija, el ColegioSan Pablo o la Residencia de la Moncloa, por no citarmás que algunos de Madrid. Esta prueba, por untiempo dado, permitiría disponer, en esta cuestión,del dato inmejorable, que es la experiencia. Históri-camente sabemos que este método ha sido ciertamen-te eficaz.

Objetivos y métodos de la educación fundamental

ADOLFO Ad AILLO

Entre los objetivos de la Unesco, uno de los másdestacados es el impulso de las actividades de "edu-cación de base", que los países de lengua española

-han traducido por "educación fundamental".

En el transcurso de pocos años han ido creándoseen diversos puntos de todos los continentes centrosdestinados a impulsar este tipo de educación. El pri-mero se estableció en Marbial (Haití), el año 1947,

con el carácter de experiencia local. En 1951 se fun-dó el Centro Regional de Pátzcuaro (Méjico), norma-tivo para Hispanoamérica, y en 1953 se abrió otro deanáloga índole para el mundo árabe en Sirs-el-Layan,cerca de El Cairo. De ámbito nacional funcionan va-rios en Jamaica, Rodesia, India, etc. Se trata, pues,de un movimiento universal, que la Unesco patroci-na, proporcionando a los diversos países expertos yayuda económica.