La historia de la Ingeniería en México

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La historia de la Ingeniería en México. En 1972 se fundó el Real Seminario de Minería en México, el cual es la escuela de ingenieros más antigua del continente americano y la primera con carácter científico en América, sin embargo el escaso avance que ha tenido la ingeniería en nuestro país se debe a las características de nuestro contexto histórico. Poco le ha valido al país fundar una escuela de ingeniería antes que los estadounidenses y contar con una universidad, la Real y Pontificia Universidad de México. Mientras los colonizadores ingleses al llegar hicieron sus propias reglas y leyes, tomando solo lo que les fuera útil de viejo mundo, los colonizadores españoles se mantuvieron unidos a España hasta con el término de Maximiliano en 1867, quien ordenó el cierre de la Universidad de México en 1862. La institución fue reabierta hasta 1919. Esta historia empieza en México con la llegada de los españoles. Antes de ese evento, el imperio Azteca era vasto y poderoso. Bernal Díaz del Castillo, en su obra afirma que los españoles vieron al llegar ala Gran Tenochtitlán fue una gran ciudad y todas las que había dentro del agua. Los conquistadores describieron, de manera sucinta, los caminos y calzadas como admirables. Dos acueductos unían a la ciudad con la tierra firme: el de Chapultepec y el de Coyoacán. Los aztecas tenían grandes ingenieros que habían resuelto los apremiantes problemas de toda gran ciudad, que son los caminos, el agua potable y el tratamiento de los desechos humanos todo dentro de un lago. Incluso construyeron un gran dique al oriente de la ciudad para evitar las inundaciones, ese dique fue demolido por los españoles y nunca más fue reconstruido y su destrucción y su destrucción ha sido la causa de grandes inundaciones de la capital. Su sociedad estaba claramente diferenciada en clases y aunque era una sociedad guerrera y esclavista había logrado un gran florecimiento en ciencia y artes. Un gran problema desde aquél tiempo, y que subsiste hasta nuestros días, fueron los caciques. El cacique es un terrateniente que se apoya en un gobierno central, le interesa el control político y militar de su territorio, veía a los pobladores de sus tierras casi como esclavos. Cacique significa señor de los vasallos o persona que tiene influencia excesiva en un lugar. El término patrón sustituyó al de amo. Ala llegada de los españoles se conformó un sistema educativo que no cambió en nada el antiguo sistema del cacicazgo. Los europeos se dieron cuenta de que el sistema establecido era apropiado para una conquista casi pacífica. Teniendo contento al cacique, dominaban al pueblo. El emperador les daba todo su apoyo para extender

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La historia de la Ingeniería en México.

En 1972 se fundó el Real Seminario de Minería en México, el cual es la escuela de ingenieros

más antigua del continente americano y la primera con carácter científico en América, sin

embargo el escaso avance que ha tenido la ingeniería en nuestro país se debe a las

características de nuestro contexto histórico.

Poco le ha valido al país fundar una escuela de ingeniería antes que los estadounidenses y

contar con una universidad, la Real y Pontificia Universidad de México. Mientras los

colonizadores ingleses al llegar hicieron sus propias reglas y leyes, tomando solo lo que les

fuera útil de viejo mundo, los colonizadores españoles se mantuvieron unidos a España hasta

con el término de Maximiliano en 1867, quien ordenó el cierre de la Universidad de México

en 1862. La institución fue reabierta hasta 1919.

Esta historia empieza en México con la llegada de los españoles. Antes de ese evento, el

imperio Azteca era vasto y poderoso. Bernal Díaz del Castillo, en su obra afirma que los

españoles vieron al llegar ala Gran Tenochtitlán fue una gran ciudad y todas las que había

dentro del agua. Los conquistadores describieron, de manera sucinta, los caminos y calzadas

como admirables. Dos acueductos unían a la ciudad con la tierra firme: el de Chapultepec y el

de Coyoacán.

Los aztecas tenían grandes ingenieros que habían resuelto los apremiantes problemas de toda

gran ciudad, que son los caminos, el agua potable y el tratamiento de los desechos humanos

todo dentro de un lago. Incluso construyeron un gran dique al oriente de la ciudad para evitar

las inundaciones, ese dique fue demolido por los españoles y nunca más fue reconstruido y su

destrucción y su destrucción ha sido la causa de grandes inundaciones de la capital.

Su sociedad estaba claramente diferenciada en clases y aunque era una sociedad guerrera y

esclavista había logrado un gran florecimiento en ciencia y artes.

Un gran problema desde aquél tiempo, y que subsiste hasta nuestros días, fueron los caciques.

El cacique es un terrateniente que se apoya en un gobierno central, le interesa el control

político y militar de su territorio, veía a los pobladores de sus tierras casi como esclavos.

Cacique significa señor de los vasallos o persona que tiene influencia excesiva en un lugar. El

término patrón sustituyó al de amo. Ala llegada de los españoles se conformó un sistema

educativo que no cambió en nada el antiguo sistema del cacicazgo. Los europeos se dieron

cuenta de que el sistema establecido era apropiado para una conquista casi pacífica. Teniendo

contento al cacique, dominaban al pueblo. El emperador les daba todo su apoyo para extender

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su dominio hasta lugares muy distantes. El cacique seguía obedeciendo legalmente al gobierno

central; pero era libre de disponer de las vidas de los dominados.

Los colegios fundados por los españoles tuvieron como principal objetivo comunicarse en

cualquiera de las tres lenguas: castellano, latín o náhuatl, y después catequizar al pueblo. Con

la finalidad de dominarlo, los jóvenes que tenían fácilmente acceso a la educación eran los

hijos de los caciques, en estos estudios que tomaban había una clara tendencia de la enseñanza

del arte de gobernar, y eso no lo podían enseñar en masa.

Todo aquél que asistía a la escuela se convertía en un líder, debido que al tener más

conocimientos que al resto del pueblo, fácilmente podía ayudar a la comunidad. La educación

que se daba era sistematizada, fundada científicamente con inclinación a estimular el

desarrollo del estudiante. Eran templo-escuelas, pues estaban controladas por el clero.

En 1536, fray de Zumárraga solicitó al rey de España la creación de una universidad. El 21 de

septiembre de 1551 se dio la autorización. En 1557 el rey Felipe II ordenó la inspección oficial

de la recién fundada Real y Pontificia Universidad. Las universidades españolas que se

fundaron en el nuevo mundo recogieron lo más representativo de las mejores instituciones

educativas europeas.

En la Real y Pontificia Universidad principalmente se impartían cursos de medicina y

farmacia. Otras disciplinas era arte, música y filosofía. En las demás instituciones educativas

de la época se enseñaba hasta el quadrivium y una serie de oficios artesanales que se

consideraban suficientes para las necesidades del pueblo. Las grandes construcciones eran

obras de ingenieros provenientes de Europa y los Estados Unidos. En México no había

personal capacitado para formar ingenieros.

Los artesanos estaban bien organizados con el apoyo del gobierno. Para ejercer como artesano

se debían presentar dos exámenes: oral y práctico. Todo maestro artesano que quisiera trabajar

en la ciudad de México debería tener licencia de cabildo. El maestro artesano con licencia era

artesano y educador.

En México colonial se operaba el sistema de castas. Y basándose en esto los gremios de

artesanos excluían a los indios, porque los nativos tenían sus propias instituciones y no

necesitaban licencia para ejercer. Las cofradías de una clase generalmente no aceptaban a los

de la otra. Para poder ser maestro había que demostrar que eran cristianos viejos y tenían

limpieza de sangre. Para finales del siglo XVI estaban registrados 156 Gremios, y para finales

del siglo XVIII había casi 200 Gremios del más variado tipo de artesano. Los que se

dedicaban a la construcción había más de 30 especialidades de ahí que muchos edificios

coloniales fueran unas obras de arte.

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Por depender tanto de la Corona Española, en México no se creó una carrera de ingeniería ni

siquiera la ingeniería civil que era indispensable para las construcciones, se importaban

ingenieros de Europa para esa tarea.

En 1780 se empezó a gestar en México la primera escuela con estudios universitarios de

ingeniería. Debido a que en España hubo una serie de cambios a la reforma de enseñanza en

las universidades, dicha reforma pretendía buscar la verdad científica utilizando el método

experimental en las ciencias eliminado el argumento de autoridad. En el Colegio de San

Miguel el Grande, guiado por Juan Benito Díaz de Gamarra se promovieron los conocimientos

de física, lógica, matemáticas y filosofía.

En aquel tiempo y por falta de espacio físico y de reflexión y discusión, las publicaciones

periódicas constituían la única forma de difundir la ciencia. El presbítero José Antonio Álzate,

el médico y matemático José Ignacio Bartolache, Velásquez de León y León y Gama,

formaron un grupo, ellos realizaron la mayoría de las investigaciones y publicaciones fuera de

la estructura educativa formal.

Otra razón por la cual se estableciera una universidad de ingeniería era el hecho de conseguir

materias primas baratas en las colonias; pues el papel moneda no existía y el pago universal

era los metales preciosos y el hierro por el desarrollo industrial que algunas naciones

experimentaban rápidamente. México contaba con una enorme riqueza minera, de ahí que

fuese urgente explotar el potencial minero de nuestro país y para ello requerían ingenieros de

minas calificados, y su importación era costosa.

Estas razones promovieron la creación de cinco instituciones educativas. En ellas se difundió

el pensamiento laico. Las escuelas que se formaron fueron: el Colegio de las Vizcaínas de

Artes y Oficios para mujeres en 1767; la Real Escuela de Cirugía en 1768; la Academia de

San Carlos en 1790, y el Real Seminario de Minería en 1792, que fue la primera institución,

en Latinoamérica, en impartir estudios universitarios sobre el área de minas, que es de la

ingeniería.

Desde 1783, que se aprobó la creación del primer colegio, el director fue nombrado por el rey,

Don Fausto de Elhúyar llegó en 1788 acompañado de 11 mineros alemanes. El 1° de enero de

1792 se inauguró el Colegio. Uno de los Objetivos de su creación fue proponer soluciones a

los problemas administrativos, a los deficientes métodos de trabajo, y a los antiguos métodos

de refinación de metales que ya estaban presentes en la minas. En ese tiempo y basándose en

los problemas observados, también se solicitó al rey de España la fundación de un colegio o

seminario metálico formado por cinco maestros.

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Elhúyar adoptó un plan de estudios similar al del seminario metálico. Con el tiempo a los

alumnos se les empezó a preparar como futuros dirigentes políticos. En un principio los

estatutos sólo declaraban la admisión de españoles o descendientes de españoles mineros y de

los hijos de caciques indígenas. La educación forjó educadores que a su vez fundaron otras

escuelas. También formó empleados públicos de alto nivel y sólo unos poco se enfrentaron al

problema de las minas.

En México los egresados del Real Seminario de Ingeniería fueron insuficientes para atender la

demanda, hubo gran deserción en los estudios, y los pocos que concluían poseían

conocimientos eruditos, pero estaban alejados de la práctica minera; como consecuencia, los

empresarios mostraron poco interés en contratar tales egresados: Este hecho desmotivó la

creación de nuevas escuelas.

Aquí se pueden observar los tempranos errores de la educación superior del país. México aún

estaba controlado por españoles y la educación por decreto fue elitista. Esto provocó el primer

fracaso de la educación mexicana. Los egresados querían tener conocimientos para seguir

gobernando con más control, pero nunca en la industria, manufactura, o en la explotación de

las minas.

El barón Humboldt declaró que la enseñanza de las matemáticas era mejor en el Real

Seminario que en la Universidad. Los últimos adelantos mundiales en el conocimiento del

cálculo diferencial e integral ya se impartían en el Real Seminario, los más recientes

conocimientos científicos de la época eran importados por los españoles. El problema fue que

los mexicanos no lo supieron aprovechar para desarrollar al país, sino en beneficio propio.

La física y la química, materias cuyo conocimiento es indispensable en la práctica de la

minería alcanzaron un bueno nivel en México. El primer laboratorio de química con fines

educativos se instaló en la ciudad de México. A los cursos de química del Real Seminario

acudían médicos y boticarios de la Universidad, quienes veían la enorme importancia de esos

conocimientos en sus profesiones. En 1805 solicitaron al virrey la creación de una cátedra de

esas materias en la Universidad. La respuesta de la autoridad fue que, no había recursos

económicos y la petición era innecesaria para los boticarios.

Al virrey, al rey y a los poseedores de conocimiento no le convenía preparar científicamente al

pueblo. Mantuvieron las antiguas tradiciones llenas de prejuicios raciales y de relaciones

dominador-dominado. A los mineros españoles y alemanes sólo los traían para corregir los

trabajos que los indios hacían tan mal. Con el tiempo todo mexicano egresado de un colegio

de educación superior llegó a sentir el mismo desprecio por la ignorancia de los indios. De las

castas raciales se pasó alas intelectuales.

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Este sentimiento de casta superior debido a la preparación intelectual ha llegado hasta nuestros

días. Cómo al jefe inmediato superior siempre se le dice ingeniero o licenciado. Cuando un

subordinado menciona una frase en público, se da por hecho que los oyentes saben que se está

refiriendo al jefe de todos, como si no existiera otro ingeniero entre los trabajadores. En la

frase está claramente implícito el culto a la personalidad del jefe, es una herencia de aquellos

primeros egresados de educación superior de a finales del siglo XVIII, quienes por su calidad

de conquistadores sometieron a los indígenas hasta en los detalles más sutiles.

Después de la guerra de independencia la mayoría de las escuelas cerró o siguió trabajando;

pero a un nivel mínimo. Desde 1808 hasta 1850, existió una laguna de información en cuanto

a las actividades educativas en México. La guerra de Independencia absorbió toda la atención.

Con la guerra independentista, España por medio de sus representantes, vació las arcas del

gobierno, quien después de absorber él costea de la guerra, quedó en la banca rota total.

Toda la industria mexicana, hasta mediados del siglo XVII fue totalmente artesanal. Los

gremios perdieron sus privilegios; además hubo escaladas de precios, aumento de jornadas de

trabajo y ya no se respetaban las reglas en las relaciones laborales entre maestros, oficiales y

aprendices. El siguiente error del nuevo gobierno monárquico fue suponer que al desaparecer

los privilegios gremiales se desarrollaría la industria y se alcanzaría una competencia

internacional. Los partidos políticos acordaron abrir las aduanas, lo anterior provocó la entrada

al país de mercancías inglesas y norteamericanas. Esta decisión casi acabó con los artesanos

mexicanos. Ya que los productos con los cuales competían procedían de un país muy

avanzado hablando de procesos y adelantos industriales, que como consecuencia hacían que

los productos costaran menos y sean de mejor calidad.

La siguiente noticia educativa ocurrió el 18 de abril de 1856, cuando por decreto de Ignacio

Comonfort, se creó la Escuela de Artes y Oficios, tanto en la capital como en algunos estados

del país. Esta decisión acabó con los gremios.

Lucas Alamán fue el primer gobernante que propuso soluciones a nivel general y no sólo para

beneficio de las castas dominantes. Creo el Banco de Avío para apoyar con préstamos a las

primeras fábricas modernas. Aun así el mundo seguía viendo a México a mediados del siglo

XIX como un botín para las grandes naciones. Entre estos se encontraban los norteamericanos,

los franceses, los ingleses y los españoles, mediante la compra de terrenos para instalar

fábricas y con préstamos al gobierno se apropiaban o se aprovechaban del país.

El país todavía padecía su última monarquía con Maximiliano de Habsburgo, quien gobernó

hasta 1867. El 22 de diciembre de 1865 el emperador expidió la Ley de Instrucción Pública.

Fue el primero que dispuso que la educación elemental fuera obligatoria y gratuita, con

vigilancia directa del Ministerio de Instrucción Pública. Maximiliano suprimió la universidad.

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Además ordeno la reorganización de la educación superior. Adelantándose a Juárez, desplazó

al clero de la educación.

Los liberales suponían erróneamente, que al cancelar toda barrera aduanal, el libre juego de las

fuerzas del mercado sería el mejor motor para impulsar el desarrollo industrial del país. Su

suposición se basaba en el resultado obtenido por Estados Unidos, pero el enorme desarrollo

industrial que había alcanzado se debía a la infraestructura política y educativa, y a la filosofía

gubernamental. Para salir de ese terrible atraso en que nuestro país está sumido se necesita,

ante todo, cambiar el esquema educativo del país.

En México antes de la Reforma, las principales fuentes de acumulación de capital eran el

comercio, el contrabando, el peculado, la especulación y la usura. Las ganancias sé reinvertían

en las mismas actividades. El desarrollo industrial y la ingeniería son nulos, por lo que la

producción era artesanal. Desde entonces los mexicanos aprendieron a trabajar poco en las

actividades productivas y mucho en actividades de dudosa reputación, o aún en el comercio.

La influencia de la falta de apoyo para actividades industriales ha sido decisiva para

mantenernos en el atraso educativo y tecnológico.

El país sólo evolucionó industrialmente. Para 1883, la nación contaba con unas 3000

industrias que utilizaban maquinaria. Una gran parte de esas industrias eran propiedad de

extranjeros. Todos los conocimientos tecnológicos de producción, junto con la maquinaria,

eran importados. Con la instalación de las primeras fábricas, se inició de inmediato la

dependencia tecnológica.

A los extranjeros no les convenía que México desarrollara su propia tecnología, además esto

era sumamente difícil. Los norteamericanos y los ingleses tenían una enorme ventaja sobre el

resto del mundo, ya que ellos eran los protagonistas de la Revolución Industrial. Mientras que

en México no había estructura para la educación en las ramas de la ingeniería.

En 1790 se estudiaban seis años para obtener el título de perito facultativo en el Real

Seminario de Minería. Para 1826, el mismo título se obtenía estudiando siete años en el

Colegio de Minería. En 1843 aparece el primer título de ingeniero en México, estudiando

nueve años en el Colegio de Minería. Este mismo título se otorgó hasta 1867 en la escuela

Nacional de Ingenieros, la cual fue creada por decreto de Benito Juárez. En este mismo año en

la Escuela Nacional de Ingenieros, se crearon las carreras de Ing. Topógrafo, Ing. Civil, Ing.

Hidrógrafo y agrimensor, cursando ocho años. En esa escuela se crearon las dos primeras

carreras relacionadas con la actividad industrial: la de ingeniero mecánico, y la de ingeniero

electricista.

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Para 1883 se fundó la primera carrera de ingeniería industrial en la Escuela Nacional de

Ingenieros, con un plan de estudios de cuatro años. Al terminar el siglo XX, México contaba

con tan sólo tres especialidades de la ingeniería relacionadas con la industria.

La Reforma influyó muy poco en la enseñanza, México tuvo que sufrir dos invasiones, en ese

periodo. La Reforma provocó inestabilidad política y económica. No fue sino hasta 1880 con

Porfirio Díaz en el poder, que México empezó a diversificar en el campo industrial. Desde este

año hasta el fin de siglo se fundaron las grandes fábricas en el país, aunque de baja tecnología,

el Porfiriato fue la única época en que México ha tenido una balanza comercial positiva. Sin

embargo el Porfiriato fue una tragedia para el país.

En ésta época aparecen nuevamente los caciques. El éxito económico de Porfirio Díaz se basó

en la concentración de riqueza en manos de los hacendados y en el empobrecimiento

progresivo del resto de la población. La mayoría de las universidades permanecían cerradas

desde antes de la Reforma. Los pocos centros de educación superior estatales apenas se

sostenían por falta de recursos. Las familias dominantes preferían enviar a sus hijos a estudiar

a Europa y a Estados Unidos, para que a su regreso aplicaran sus conocimientos en sus propias

fábricas. Para Porfirio Díaz esos dos aspectos no eran relevantes, y sólo permitió el desarrollo

de lo que convenía a sus intereses. Durante el Porfiriato, México verdaderamente se repartió

entre cierto número de familias, con lo que el cacicazgo llegó a su esplendor.

Al final del Porfiriato el panorama de la educación cambió. Los pocos científicos

sobrevivientes de las escuelas oficiales, aunados a inquietos hijos de caciques que habían

pasado a ser terrateniente, provenientes de Europa y de Estados Unidos con los conocimientos

más recientes de la ciencia, fundaron sociedades científicas para atenuar el vacío que dejaban

las escuelas superiores.

Don Justo Sierra, reabrió la Universidad en 1910 y siempre consideró que sin hombres bien

preparados se hace imposible el progreso de las naciones. Porfirio Díaz protegió las Bellas

Artes, fundó bibliotecas, creo becas y fomento que la educación pudiera llegar al pueblo y no

sólo a la elite gobernante. También propició una mejor calidad de la enseñanza en todos los

niveles. A finales del siglo XIX los periódicos criticaban el hecho de que el gobierno prefería

la educación superior a las carreras técnicas, cuando aquella se impartí en escuelas

independientes entre sí. En 1892, el gobierno resolvió impartir educación profesional gratuita

para evitar que cayera en manos del clero, que sí cobraba cuotas. Para fines de este siglo la

matrícula nacional de nivel universitario estaba entre los 5000 y 6000 alumnos.

HISTORIA DE LA CARRERA DE INGENIERIA INDUSTRIAL

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La carrera de Ingeniería Industrial es una de las previstas en el plan de estudios aprobado por

el consejo universitario el 10 de febrero de 1939, pero aún no se habían establecido sus

estudios.

Reunido el Consejo Directivo de esta Escuela de Ingeniería Civil para considerar la petición

de los alumnos ha acordado por unanimidad de profesores y alumnos informar al consejo

universitario que realmente se debía procurar iniciar ya los estudios de dicha profesión , pues

se trata de una carrera necesaria para el país, pero haciendo constar al mismo tiempo que, si

bien no habría de necesitarse aumento alguno en el presupuesto para el funcionamiento del

primer curso, en cursos sucesivos será necesario proveer la creación de nuevas cátedras y

sobre todo de nuevos laboratorios y salas de máquinas aparte de lo previsto para Ingeniería

Civil.

DE LA INGENIERÍA INDUSTRIAL:

FREDERICK WINSLOW TAYLOR

(1856 -1915)

Ingeniero y economista Norteamericano, promotor de la organización científica del trabajo. En

1878 efectúo sus primeras observaciones sobre la industria del trabajo en la industria del

acero. A ellas le siguieron, una serie de estudios analíticos sobre tiempos de ejecución y

remuneración del trabajo. Sus principales puntos, fueron determinar científicamente trabajo

estándar, crear una revolución mental y un trabajador funcional a través de diversos conceptos

que se intuyen a partir de un trabajo suyo publicado en 1903 llamado "Shop Management".

La ingeniería industrial se refiere al diseño de los sistemas de producción. El Ingeniero

Industrial analiza y especifica componentes integrados de la gente, de máquinas, y de recursos

para crear sistemas eficientes y eficaces que producen las mercancías y los servicios

beneficiosos a la humanidad.

Los primeros pasos para la formación de la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad

de Costa Rica comenzaron a finales de la década de los 60, bajo la guía del Ing. Rodrigo

Orozco, Director del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Mecánica.

En 1970 se abrió la carrera de Ingeniería Industrial en una nueva sección de ese departamento,

que posteriormente se conformó como la Escuela de Ingeniería Industrial. Los primeros

programas fueron diseñados con base en las necesidades y requerimientos del país y a la

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experiencia adquirida por los ingenieros Róger Collins y Salomón Lechtman, en universidades

de Estados Unidos; dichos profesores fueron los primeros con quienes la Escuela contó.

La llegada de profesores extranjeros como el Ing. Pedro Rey y de los costarricenses Reinaldo

Castillo, Carlos Quesada, Enrique Kellerman, Delbert Clark, Jenaro Chinchilla y Jorge

Maroto, fortaleció el currículum y lograron el prestigio que disfruta hoy en día el Ingeniero

Industrial. Este prestigio se evidencia por la cantidad de colegas en altos puestos ejecutivos,

que aún en las situaciones cambiantes de nuestro medio con su aporte han logrado una mejor

Costa Rica.

En los 26 años que tiene de funcionar, la Escuela ha sufrido constantes modificaciones,

buscando siempre el equilibrio entre las necesidades actuales y futuras del Ingeniero

Industrial, participando también en el desarrollo en sí de la profesión.

Bajo esta perspectiva de motivación y cambio, la Escuela ha venido realizando un análisis

integral de la carrera para definir su perfil profesional, su currículum y determinar sus

necesidades, preparándose para cumplir en los años venideros, con la responsabilidad social

de dotar al país de excelentes Ingenieros Industriales.

Además de lo ya mencionado anteriormente, la Escuela de Ingeniería Industrial concreta en

1993, la iniciativa de organizar un reconocimiento nacional a personas, empresas o

instituciones que en el desempeño de sus actividades ordinarias aporten de manera evidente al

mejoramiento de la calidad de vida de los costarricenses. Esta iniciativa se gesta con la

colaboración de la Defensoría de los Habitantes i otras instituciones. A partir de 1995, la sede

del concurso pasa a manos de la Defensoría de los Habitantes dada la cobertura nacional y

centroamericana que tomó el premio.

LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (1750-1848)

La primera Revolución Industrial, también conocida como Revolución Científico Tecnológica

(RTC), se gestó durante cerca de 300 años, pero su expresión tecnológica se dio en la

revolución industrial y sus efectos se prolongan hasta 1780.

Cuatro fueron las circunstancias económico-sociales asociadas a esta primera RCT: La

descomposición de la sociedad feudal, el desarrollo del capital comercial, el desarrollo de las

relaciones comerciales marítimas y el impulso de la industria pesada (minera y metalúrgica).

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Esta primera RCT se caracterizó por un cambio en los instrumentos de trabajo de tipo

artesanal por la máquina de vapor, movida por la energía del carbón. La máquina exige

individuos más calificados, produce una reducción en el número de personas empleadas,

arrojando de manera incesante masas de obreros de un ramo de la producción a otra,

especialmente del campo a la ciudad.

La Revolución Industrial generó también un ensanchamiento de los mercados extranjeros y

una nueva división internacional del trabajo (DIT). Los nuevos mercados se conquistaron

mediante el abaratamiento de los productos hechos con la máquina, por los nuevos sistemas de

transporte y la apertura de vías de comunicación, así como también, mediante una política

expansionista. Entre 1830 y 1880, las principales guerras fueron de tipo colonialista, en la

India, China, Turquía, Sudán, Persia, Afganistán, Rusia Oriental y México.

Uno de los principios fundamentales de la industria moderna es que nunca considera a los

procesos de producción como definitivos o acabados. Su base técnico-científica es

revolucionaria, generando así, el problema de la obsolescencia tecnológica en períodos cada

vez más breves. Desde esta perspectiva puede afirmarse que todas las formas de producción

anteriores a la industria moderna (artesanía y manufactura) fueron esencialmente

conservadoras. Sin embargo, esta característica de obsolescencia e innovación no se

circunscribe a la ciencia y la tecnología, sino debe ampliarse a toda la estructura económica de

las sociedades modernas. En este contexto la innovación es, por definición, negación,

destrucción, cambio, la transformación es la esencia permanente de la modernidad.

EVENTOS MÁS RELEVANTES DE LA PRIMERA REVOLUCION INDUSTRIAL

AUMENTO DE LA POBLACION

Fue favorable porque:

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-Aumenta la producción al mismo ritmo que la población.

-Surgen nuevas técnicas.

-Hay capital para invertir.

>Cuando no se dan estos factores, el crecimiento de la población es un freno a la economía.

Acrecimiento continúo desde finales del XVIII.

-En Inglaterra se pasó de 6 a 10 millones entre 1800 y 1825.

Causas del crecimiento

a) Descenso de la mortalidad.

b) Sigue la alta natalidad.

c) Mayor consumo de pan y carne.

d) Mejoras en agricultura y ganadería.

e) Mejoras en higiene y medicina.

> Vacuna contra la viruela (1796).

> Ciudades menos sucias.

> La gente empieza a lavarse.

Reacción en cadena:

+ Población > + mano de obra > + producción > + comercio.

Salarios fijos:

Seguridad de las personas > matrimonios más jóvenes > más hijos.

Obstáculos al crecimiento

Page 12: La historia de la Ingeniería en México

1. Mortalidad muy grande hasta finales del XIX e incluso principios del XX.

2. Hambrunas:

1846: malas cosechas en Europa.

Irlanda: enferman las plantas y no hay patatas.

3. Epidemias:

1832: cólera.

4. Guerras.

5. Mala calidad de vida. Desigualdades.

6. Descenso de la natalidad en algunos lugares:

-En Inglaterra necesitaban llevar población a las colonias porque no cabían.

-En Francia la natalidad está más restringida, debido a que los campesinos no querían dividir

sus tierras en muchos hijos para no perder su nivel de vida.

REVOLUCIÓN AGRÍCOLA

Sin la revolución agrícola, no se habría podido llevar a cabo la revolución industrial. • En

Inglaterra, a mediados del XVIII, hay cambios en la agricultura.

PAPEL DE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA

• Se sustituye la artesanía por las máquinas. -Avanza la técnica más que la ciencia. -Hacia el

1770 ya hay máquinas produciendo.

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN LA EUROPA CONTINENTAL

• En 1850 apenas existe la fábrica moderna en Europa. -Sólo en Bélgica hay un proceso de

revolución seguido al de Inglaterra.

SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (1880-1945)

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La segunda RCT se inicia a fines del siglo XIX (1880) y es la continuación del avance

tecnológico, iniciado con la revolución industrial. También, es la expresión del desarrollo del

capitalismo, con sus períodos de auge y crisis, en todo el mundo.

Al finalizar la séptima década del siglo XIX, la primera fase del capitalismo, la fase del libre

comercio, comienza a mostrar signos de debilidad. En 1873, se inicia la segunda gran crisis

del capitalismo, a la que se le denominó "la Gran Depresión" y aunque hubo recuperaciones en

1880 y 1888, estas fueron pasajeras prosiguiendo la crisis hasta mediados de la década de

1890.

Por otra parte, al finalizar el siglo XIX, la población de la región industrializada de Europa

experimentó un extraordinario crecimiento y para su alimentación fue necesario recurrir a la

importación de cantidades cada vez mayores de alimentos y de materias primas de Europa

Oriental, particularmente Rusia, y de los Estados Unidos. Esta extraordinaria demanda de

alimentos produjo: a) una rápida transformación de los métodos agrícolas. b) el desarrollo de

técnicas para la conservación y transporte de alimentos.

Las principales innovaciones tecnológicas de la segunda revolución industrial fueron: La

producción de acero a bajo costo, la incorporación de la electricidad y el petróleo para permitir

la utilización del motor eléctrico y de combustión interna en el sistema económico. La

medicina consiguió conocer las causas de las enfermedades infecciosas y, de esta manera, se

puso de manifiesto el modo de combatirlas y más aún de prevenirlas. Finalmente, el desarrollo

de la química permitió conocer la función del suelo en la nutrición de la planta y sentó las

bases para el desarrollo de los abonos artificiales.

El motor de combustión interna hizo posible las plantas de luz, el aeroplano y en combinación

con el motor eléctrico permitió el desarrollo del automóvil y de la industria automotriz. El

motor eléctrico resultó ser un medio más flexible para satisfacer la necesidad de disponer de

unidades más pequeñas para las industrias menores. Pero la posibilidad de utilizar estas

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unidades dependía, a su vez, de que se contara con una amplia red de abastecimiento de

energía eléctrica. Esto fue posible una vez que comienzan a demandarse servicios domésticos.

Primero se desarrollaron las redes de agua y gas, después se construyeron las redes

telegráficas y telefónicas y finalmente Thomas A. Disón desarrolló un procedimiento que

permitió producir y distribuir la electricidad para generar luz y sentó las bases para el

desarrollo de la industria eléctrica pesada, con un carácter monopolista y científico.

El desarrollo de la congelación y de la técnica de las conservas permitió la transportación de

productos agrícolas a grandes distancias.

El conocimiento de los mecanismos de transmisión de enfermedades infecciosas permitió en

primer lugar la explotación de las regiones tropicales y, en segundo lugar, un mejoramiento de

las medidas sanitarias en las poblaciones ya que la ciencia médica puso de relieve que las

causas primigenias de la enfermedad no se encuentran en los gérmenes, sino en las

condiciones que les permiten subsistir y propagarse.

Por último, el acero y los motores eléctricos y de combustión interna comenzaron a utilizarse

para el desarrollo de maquinaria agrícola, la cual junto con los abonos artificiales y la

selección de semillas y animales sentaron las bases para el surgimiento de la agricultura

científica, iniciándose la industrialización del sector agrícola.

Por su parte Henry Ford introdujo en su propia empresa (Ford Motor Compañía), en 1914 la

racionalización del trabajo a través de la Producción en Masa, el principio de la participación

de todo el personal en los beneficios de la empresa, y el principio de los altos salarios a fin de

crear capacidad de compra.

Después de la crisis económica de 1929-1933, una crisis de sobreproducción, Ford recorre

Norteamérica y convence a los empresarios de que apliquen los principios implantados con

anterioridad en su empresa, asimismo, institucionaliza la lucha económica de clases en la

Page 15: La historia de la Ingeniería en México

negociación colectiva. De esta manera la producción en masa se articula con el mercado de

masas.

El taylorismo, el fordismo y las políticas Keynesianas son las grandes innovaciones de

carácter económico que junto con los aportes tecnológicos de la segunda RCT sientan las

bases del capitalismo durante el siglo XX. Pero también, los acuerdos de carácter político

(ONU, OEA), económico (GATT, Acuerdos de Bretton Woods, FMI, BM, BID) y militar

(OTAN) sentaron las bases que regularon las relaciones internacionales, en todos los niveles.

Entre 1945 y 1970 puede considerarse como la "Edad de Oro" de la posguerra de la Economía

Norteamericana, ya que durante los veinticinco años que duró esta trama histórica, el salario y

la productividad aumentaron a ritmos similares.

Empero, a fines de la década de los sesenta y principios de los setenta la "Edad de Oro" del

capitalismo comienza a tambalearse, pero esta vez, no se trata de una crisis de

sobreproducción, como anteriormente había ocurrido; ahora lo que existe es una "crisis de

rentabilidad originada por un descenso del ritmo histórico del aumento de la productividad."

TERCERA REVOLUCION INDUSTRIAL (1945-ACTUALIDAD)

La tercera RCT se origina a mediados de los cuarenta y una segunda oleada de

descubrimientos científicos y tecnológicos se presenta en las décadas de 1970 y 1980.

La tercera RCT emerge como respuesta a la crisis económica que experimenta el capitalismo a

nivel mundial, hace más de veinte años.

Se trata de una verdadera "Revolución de la Inteligencia". En la actualidad, el 85% de todos

los científicos que han vivido a lo largo de toda la historia están vivos y cuentan con

herramientas más avanzadas y mayor creatividad. Ello ha conducido a que la tasa de cambio

Page 16: La historia de la Ingeniería en México

científico y tecnológico sea más rápida que en el pasado, actualmente el conocimiento

científico se duplica cada 13 a 15 años.

Las áreas donde están ocurriendo las innovaciones tecnológicas son: Energía nuclear,

informática, robótica, biotecnología, telecomunicaciones y ciencias del espacio.

Page 17: La historia de la Ingeniería en México

200 años en la historia de la Ingeniería en México

El desarrollo de un país se puede apreciar por su infraestructura

El desarrollo de un país se puede apreciar por su infraestructura. Asimismo, su evolución

histórica puede ponderarse por las obras que le brindan ciertos niveles de bienestar. Ardua y

valiosa ha sido la labor de los ingenieros que en un país como México se han esforzado por

implementar los avances de la ciencia en diferentes contextos. Este ensayo hace un recorrido

histórico a doscientos años del surgimiento del México moderno.

Los seres que nacen en este planeta tienen solamente dos opciones para asegurar su

supervivencia. La primera consiste en aceptar las rudas condiciones impuestas por los caprichos

de la naturaleza: adaptarse o morir. Esta estrategia es la que ha tenido que seguir la vida en su

evolución primitiva y es la que nos ha sido recordada con la celebración, durante todo el año

2009, del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y de los 150 años de la publicación del

Page 18: La historia de la Ingeniería en México

Origen de las especies. Sin embargo, los seres con mayor inteligencia cuentan ahora con una

segunda posibilidad: modificar el medio circundante y ponerlo a su servicio. Tal es la actitud que

han adoptado las civilizaciones modernas, encargando esta tarea principalmente a algunos de sus

miembros mejor preparados: los ingenieros. A ellos les corresponde transformar el mundo para

beneficio de la sociedad. En los últimos decenios esta segunda estrategia ha sido objeto de

severas críticas por parte de los defensores del medio ambiente. Los autores de todo proyecto de

obra nueva de ingeniería importante se encuentran sujetos a averiguaciones inquisitoriales por

parte de algunos apóstoles de la defensa de la naturaleza que consideran que mover una piedra

altera el orden natural. Es entendible y hasta muy loable la actitud idealista de estos censores,

pero ninguno de ellos consideraría seriamente volver a la vida silvestre y renunciar a las cómodas

protecciones modernas contra la intemperie y los depredadores que les ha ofrecido la ingeniería.

La verdad es que el progreso debe consistir en la búsqueda de un equilibrio que concilie la

armonía con la naturaleza y el control eficiente de sus excesos. Para definir la mejor forma en la

que puede lograrse tal objetivo, la sociedad no tiene otra opción que recurrir a… los ingenieros.

Son ingenieros los que dedican su inteligencia y talento a la solución de los problemas inmediatos

o futuros que encuentra el hombre en su relación con la naturaleza. Dentro de esta categoría se

encuentran muchos individuos que no necesariamente tienen una preparación formal de ingeniero

en el sentido estrecho que muchos le dan actualmente. Todos, sin embargo, tienen en común una

característica esencial: la de saber pensar antes de actuar y de saber actuar después de pensar. Ni

la acción impulsiva ni la especulación estéril tienen su lugar en la ingeniería. Es buen ingeniero el

que es capaz de predecir con aproximación suficiente el comportamiento del medio que lo rodea

y las consecuencias de cualquier alteración del mismo. Además, debe saber actuar con decisión a

partir de este conocimiento para lograr los objetivos desea­dos dentro de las restricciones

existentes de tiempo y costo. Tales aptitudes implican tener capacidad para elaborar y utilizar con

rigor unos modelos conceptuales que pueden ir desde los más elementales: reglas del arte basadas

en el empirismo, hasta los más sofisticados: teorías fundamentadas en conceptos avanzados de la

física y las matemáticas. Estos modelos predictivos le han otorgado al hombre un enorme poder

sobre la naturaleza, dándole al mismo tiempo conciencia de su propia mortalidad, un hallazgo

desagradable al que algunos atribuyen el nacimiento de las religiones.1 La capacidad de actuar

correcta y eficientemente después de pensar depende de otras características del individuo como

la responsabilidad, la voluntad, la ambición y la valentía, acompañadas de un sólido sentido

práctico y de un fuerte compromiso con la sociedad.

Debe subrayarse que, llevadas al extremo, algunas de las virtudes del ingeniero pueden

transformarse en sus más graves debilidades. Al ingeniero de alta formación científica le puede

ocurrir, al igual que al poeta, que “sus alas de gigante le impidan caminar”.2 De ahí que, salvo

notables excepciones, las incursiones de los ingenieros en la política, donde el rigor y la verdad

verificable no tienen el mismo lugar preponderante que en la ingeniería, no hayan sido siempre

exitosas. El ingeniero esencialmente práctico que solamente confía en su instinto y su “juicio

Page 19: La historia de la Ingeniería en México

ingenieril” (término que no ha encontrado a la fecha una definición realmente satisfactoria)

tenderá por su lado a actuar en forma ineficiente y hasta peligrosa. Pensar es una de las

actividades humanas más dolorosa y algunos prefieren evitarla a toda costa, aceptando correr

riesgos poco razonables. Buen ingeniero será el que encuentre el equilibrio adecuado entre

análisis teórico y sentido práctico.

No es común encontrar en un solo hombre una combinación armoniosa de tantas virtudes, de ahí

que no abunden los ingenieros de alto nivel. La historia de la ingeniería es la de estos hombres

excepcionales y sus obras pero también la de los que, más modestamente, simplemente trataron

de seguir su ejemplo y aportaron su contribución, grande o pequeña, al bienestar de la

humanidad.

La celebración del bicentenario del Grito de Dolores y de los cien años del inicio de la

Revolución mexicana constituye una excelente oportunidad para que los ingenieros mexicanos,

como el resto de sus conciudadanos, hagan una pausa y volteen hacia su pasado para sacar

lecciones del mismo y preparar mejor el futuro. En México el contacto entre el hombre y la

naturaleza, y por tanto la actividad del ingeniero, siempre se ha dado en condiciones

contrastantes. Los retos del medio geográfico y físico son enormes. Los rasgos de la República

Mexicana pueden calificarse de extremosos si se comparan con los de muchos países,

especialmente europeos: grandes alturas, bruscos cambios de altitud, hidrografía irregularmente

distribuida, vulcanismo, sismicidad y gran variedad de climas. Los paisajes van desde los alpinos

con cumbres nevadas y bosques de coníferos hasta los inhóspitos desiertos arenosos

Page 20: La historia de la Ingeniería en México

Sin embargo, al mismo tiempo debe reconocerse que la naturaleza ha sido generosa con el país,

dotándolo de amplios espacios con clima benigno y recursos naturales abundantes. Puede

pensarse incluso que estas últimas condiciones favorecieron más la adaptación a la naturaleza que

el enfrentamiento con ella y que en ello debe buscarse una de las explicaciones a lo que se ha

descrito como el “secular y escaso desarrollo tecnológico”4 que prevaleció en México por lo

menos hasta el fin de la época colonial. Sería sin embargo un grave error pensar que la ingeniería

de calidad haya estado ausente de esta parte del mundo durante este periodo. Por lo contrario,

abundan los ejemplos de notables obras realizadas por auténticos ingenieros. Por ello, la presente

monografía, enfocada principalmente a la historia del periodo que abarca la Independencia y la

Revolución, es decir, desde el fin del siglo XVIII hasta el principio del siglo XX que vio nacer la

ingeniería moderna, no puede ignorar el legado de los siglos anteriores.

La herencia de la época prehispánica

Los primeros pueblos mesoamericanos levantaron monumentales construcciones sobre terrazas y

plataformas que modificaron radicalmente el relieve natural. En sitios como Teotihuacan, Monte

Albán y en la Gran Tenochtitlan dejaron constancias de sus avanzados conocimientos en

geometría, astronomía, comportamiento de suelos y técnicas para la elevación y desplazamientos

de grandes monolitos.5 Con ello quedó demostrada la capacidad de estos precursores para

Page 21: La historia de la Ingeniería en México

concebir formas y estructuras abstractas de una gran pureza y plasmarlas en la realidad con

talento y habilidad en el manejo de los materiales. Pensaban antes de actuar y supieron actuar

después de pensar.

En esta misma época se edificaron grandes obras hidráulicas en regiones lacustres y pantanosas,

donde se construyeron diques y canales.6 Una de las más notables obras de este tipo fue el

albarradón de Nezahualcóyotl, dique realizado en 1449, durante el reinado de Moctezuma

Ilhuicamina. Desde el cerro de la Estrella (Iztapalapa) hasta el pie de la sierra de Guadalupe

(Atzacoalco), esta estructura se extendía cerca de dieciséis kilómetros a través del lago de

Texcoco, aislando la parte poniente de este cuerpo de agua que fue posteriormente conocida

como laguna de México. La albarrada estaba construida de piedra y barro, defendida por los

flancos con una estacada para evitar la erosión y coronada con un fuerte muro de mampostería.

Esta grandiosa obra de ingeniería tenía compuertas que permitían el paso de las canoas y la

regulación de la salinidad, vertiendo aguas dulces en época de secas hacia el lago de Texcoco. No

se ha podido reconstruir con precisión el trazo del albarradón de Nezahualcóyotl; sin embargo, un

plano en el que se representó este albarradón, elaborado por el ingeniero Tito Rosas en el siglo

XIX, sugiere que su parte central coincidía aproximadamente con la actual avenida Churubusco,

por lo menos en el corto tramo comprendido entre el viaducto de la Piedad y la avenida Fray

Servando Teresa de Mier.7 A través de esta obra el rey poeta Nezahualcóyotl, protector de las

ciencias y las artes, demostró tener todos los talentos que caracterizan a los grandes ingenieros:

entendimiento de los problemas, capacidad para encontrar una solución conceptual satisfactoria y

motivación y energía para lograr que se lleve a cabo.

Muchas de las técnicas desarrolladas en aquella época se perdieron o fueron sustituidas por otras

mejores durante los últimos cinco siglos; pero por su calidad y adaptación a nuestro medio otras

tantas han seguido aplicándose.8 Ejemplos de lo anterior son la creación de terreno cultivable

sobre la superficie de un lago mediante la técnica de chinampas, todavía empleada en la

actualidad, y la cimentación de estructuras sobre suelos blandos mediante rellenos pétreos ligeros

y estacones de madera, que es el precedente de las modernas cimentaciones sobre las llamadas

“inclusiones” empleadas en la ciudad de México y muchas otras partes del mundo.

La actividad minera prehispánica merece también una atención especial. En los pueblos indígenas

la metalurgia no ocupó un lugar importante pero los trabajos lapidarios fueron de primera

importancia y se explotaron algunas minas, como afirma el propio Sahagún cuando dice: “las

turquesas se hallan en minas; hay minas donde las cavan, y sacan unas mejores que otras”. En sus

Cartas de relación al rey de España Hernán Cortés indica además que los indígenas trabajaron

Page 22: La historia de la Ingeniería en México

minas de cobre y estaño.10 Las minas prehispánicas, algunas de considerable antigüedad, se

encontraban sobre todo en la sierra de Querétaro y en diversos lugares del bajo río Balsas.

El legado de la época novohispana

Desde los inicios de la Nueva España las autoridades virreinales debieron enfrentar el reto de

estructurar este nuevo e inmenso territorio. Fue necesario definir una política de realización de

obras públicas que se materializó en caminos, puentes, puertos, obras hidráulicas y proyectos de

urbanización. Numerosos técnicos y científicos participaron en la realización de estas obras. El

concepto de ingeniero (inicialmente civil) se utilizó por primera vez de forma oficial en la

ordenanza de Felipe III del 2 de febrero de 1612.

Aun cuando se ha dicho que, en la Nueva España, el siglo XVI fue un periodo poco productivo,

dedicado principalmente a la conquista de nuevos territorios, y que el XVII fue un siglo de

depresión, ignorancia y estancamiento, en el campo de la ingeniería es fácil encontrar brillantes

excepciones que mitigan este sombrío panorama, empezando con la edificación de la capital del

país, la Ciudad de los Palacios.

Una de las más asombrosas obras de ingeniería y arquitectura de esta época fue, sin lugar a

dudas, el acueducto del padre fray Francisco de Tembleque. Levantada de 1543 a 1560, esta obra

de ingeniería hidráulica fue la más importante construida durante el siglo XVI en el continente

americano. Su arcada más conocida atraviesa la barranca de Tepeyehua, en los límites de los

estados de México e Hidalgo. Comúnmente se le conoce como “Arcos de sitio” o “Acueducto de

Zempoala”. Motivado por la escasez de agua en la región, Tembleque, oriundo de Toledo,

España, realizó esta obra con un grupo de cuatrocientos indígenas al mando del maestro en

cantería Juan Correa. La obra tiene una longitud total de 48 kilómetros. Se origina en los

manantiales de las faldas del volcán de Tecajete y cruza lomas, cerros, tres barrancas, poblados y

haciendas, hasta llegar a su destino final: la ciudad de Otumba, cabecera del municipio

homónimo. Si bien se conoce por su arcada, más de noventa por ciento del acueducto corre bajo

tierra, y sólo tres por ciento pasa por la arquería que está conformada por tres puentes; el

porcentaje restante pasa a nivel del suelo. Los dos primeros tramos que atraviesan las barrancas y

son sostenidos por las arquerías alcanzan una altura de quince metros, conformado uno por 35

arcos y el otro por catorce; pero el más renombrado de todos es el tercer tramo, que cuenta con un

total de 66 arcos y una longitud de 1 020 metros. En su parte más elevada alcanza los 38.75

Page 23: La historia de la Ingeniería en México

metros de altura. Esta obra muestra que la ingeniería eficiente no se contrapone con la estética;

por el contrario, la existencia de la segunda casi siempre es una evidencia de la calidad de la

primera. Esta obra constituye también una evidencia de que, aun cuando la Colonia rescató poco

del conocimiento mesoamericano, sí pudo aprovechar la calidad de la mano de obra local y la

pericia que tenían los indígenas para el uso de materiales autóctonos.

La construcción de vías de comunicación durante el periodo de la Nueva España encontró

grandes dificultades debido a las difíciles condiciones topográficas, climáticas y geológicas del

país. Esta tarea fue comenzada por Cortés en 1522 con el camino de Veracruz a México. Estos

trabajos fueron continuados por Antonio de Mendoza y otros virreyes, interrumpiendo cada uno

la obra del anterior, lo que conllevó, más que un progreso, un deterioro cada vez mayor de los

caminos.13 La infraestructura del país no era todavía una prioridad y la construcción de vías de

comunicación solamente se justificaba en la medida en que facilitaban la explotación de las

riquezas del país.

La minería por su parte jugó un papel fundamental en el desarrollo de la economía colonial,

iniciándose el auge minero con el descubrimiento de las opulentas minas de Zacatecas en 1546.14

Unos años más tarde, en 1557, en la hacienda de la Purísima Concepción de Pachuca, el minero

Bartolomé de Medina desarrolló el método de patio para el beneficio en frío de la plata. Este

sistema, más eficiente que la fundición, consistía en amalgamar los minerales con azogue

(mercurio), sal y pirita cuprífera en lugares abiertos. Este procedimiento revolucionó la

tecnología minera y permitió la enorme producción de las minas hispanoamericanas15 durante

tres siglos y medio, siendo finalmente sustituido en 1907 por la cianuración, introducida en

México por la empresa norteamericana United States Smelting Refining and Mining Company.

Como preludio a la creación de instituciones para la formación de individuos preparados capaces

de abordar los problemas de ingeniería, fue fundamental la organización progresiva de un sistema

de educación estructurado en la Nueva España. El lego franciscano Pedro de Gante había llegado

a México en 1523 y fundó la primera escuela del nuevo mundo en Texcoco. En 1528 fray Martín

de Valencia, superior de los franciscanos, se hizo cargo de la Escuela de San Francisco en San

José de los Naturales, que se mantuvo hasta 1572. Esta escuela llegó a tener hasta mil alumnos

impartiendo educación elemental y técnica que incluía: español, latín, náhuatl, canto y música. A

este tipo de educación tenían derecho los internos plebeyos e hijos de príncipe. El Colegio de la

Santa Cruz de Tlatelolco fue abierto en 1536 para la educación de setenta alumnos. La educación

hispana de nivel superior adquirió un carácter formal con la fundación de la Real y Pontificia

Page 24: La historia de la Ingeniería en México

Universidad de México, que abrió sus puertas el 25 de enero de 1553 siguiendo los estatutos de la

Universidad de Salamanca de tradición medieval y escolástica. Cuando nace la Universidad, ésta

se convierte en la palestra de la sociedad criolla pero la educación media quedará vacante hasta

que los jesuitas establezcan su red educativa partiendo del Colegio Máximo de San Pedro y San

Pablo en la ciudad de México, abierto en 1573.

La necesidad y la urgencia son con frecuencia generadoras de creatividad y desarrollo técnico.

Así sucedió con el grave problema de inundación que se planteó a los habitantes de la ciudad de

México:

La capital de la Nueva España había heredado del problema hidráulico que ya había afectado a la

gran Tenochtitlán, en particular con las inundaciones de 1449. De cuando en cuando, el lago de

Texcoco que era el vaso colector de toda la región lacustre del valle, recobraba su primitiva

extensión en las tierras que Tenochtitlán y México habían conquistado sobre él y la ciudad, a

pesar de sus diques-calzadas y sus canales se veía a punto de desaparecer en un siniestro.

Desde 1541 el Ayuntamiento había pedido al virrey que se hicieran obras para evitar que las

aguas invadieran la ciudad, pero solamente se repararon algunos puentes y calzadas. El 17 de

septiembre de 1555 los aguaceros diluviales inundaron la ciudad y derrumbaron casas,

provocando la migración de muchos habitantes. El virrey Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón

Page 25: La historia de la Ingeniería en México

ordenó la construcción de un albarradón que se iniciaría en el arranque de la calzada de

Guadalupe y terminaría en el arranque de la calzada de San Antonio o Iztapalapa, formando un

semicírculo que abrazaba a la población por el rumbo de San Lázaro, pasando frente a las

atarazanas. Se le llamó albarradón de San Lázaro y quedó terminado en 1556. El 26 de noviembre

de este mismo año Ruy González y Francisco Gudiel presentaron al Cabildo de la ciudad de

México un proyecto para el desagüe general del Valle de México. Gudiel18 consideraba que “la

solución era desviar el caudaloso río Cuauhtitlán y hacerlo desaguar a ciertas quebradas de

Huehuetoca e ir a parar al río de Tepexi, que va al mar”.19 Sugirió además aprovechar las aguas

para los regadíos y la navegación, expresión de una visión muy moderna del problema en la que

se buscaba conciliar soluciones técnicas eficientes con un desarrollo armonioso del entorno. Más

tarde esta propuesta sería retomada por Alejandro de Humboldt. Este proyecto no se llevó a cabo

por la sencilla razón de que durante un largo periodo de años las lluvias fueron menos abundantes

y se perdió el sentimiento de urgencia frente a este problema que seguía latente. Atender los

problemas ingenieriles solamente en el momento en que se vuelven críticos sigue siendo

desgraciadamente una tendencia muy actual.

En 1579 las copiosas lluvias causaron el desbordamiento de las lagunas y a principios de 1580 las

aguas invadieron una vez más la capital. Se pensó otra vez en el desagüe general y el ilustre

arquitecto Claudio de Arciniegas, autor de la primera traza de la Catedral Metropolitana, propuso

nuevamente abrir el desagüe por el pueblo de Huehuetoca y Nochistongo hasta el río Tula. El

virrey don Martín Enríquez de Almansa, tomando en cuenta el dictamen negativo del cosmógrafo

Francisco Domínguez y temeroso de la magnitud y el costo de la obra, se limitó a reponer de

nueva cuenta los diques y calzadas.

En 1592 se creó el Tribunal del Consulado para atender todo lo relativo a los pleitos mercantiles,

así como lo referente a los embarques y desembarques. Este tribunal solía encargarse también de

obras de desagüe, caminos y edificios.

El siglo XVII se inició con varias obras civiles de importancia, como la presa de Acolman,

construida a partir de 1604 para controlar el río San Juan Teotihuacan. El diseño no resultó

acertado puesto que el embalse inundó el pueblo de Acolman y sus alrededores hasta el decenio

de 1820, incluyendo la bella iglesia de San Agustín Acolman, terminada de edificar en 1560, que

quedó en parte sumergida, desapareciendo la parte inferior del templo bajo una capa de

sedimentos de más de dos metros de espesor.

Page 26: La historia de la Ingeniería en México

En ese mismo año de 1604 volvió a inundarse la ciudad de México y el nuevo gobernante, el

virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, pidió se le presentasen proyectos para

hacer el desagüe perpetuo y general. Antonio Pérez de Toledo y Alonso Pérez Rebelto

propusieron hacer una zanja desde “el Molino de Ontiveros a Huehuetoca, para recoger el lago de

Zumpango y el río de Cuauhtitlán”. El proyecto espantó al fiscal Antonio Espinosa de la Plaza y

no se llevó a cabo. El virrey ordenó solamente la reparación del albarradón de San Lázaro y la

reconstrucción de la calzada de Tepeyacac o Guadalupe y la de San Cristóbal que separaba el

lago de Xaltocan del de Texcoco. Esta última obra fue elogiada en 1867 por Manuel Orozco y

Berra:

El dique fue sin disputa una de las obras mas grandiosas del desagüe, formado de piedra con

encortinados de mampostería por ambos lados, corría en dirección N-S por unos 4,200m hasta

San Cristóbal, formando de allí en adelante una línea quebrada por espacio de otros 1,260m; su

anchura es de 11m y su altura variable por la pendiente del terreno, en máximum llega a 3m.

Obra de tal naturaleza debiera haber durado por siglos, si no fuera porque los muros son

verticales presentando apenas talud en algunos ángulos. Las olas levantadas por los vientos en

líquido, viniendo a estrellarse furiosas contra el dique han dislocado la mampostería e

infiltrándose las aguas en el interior lo han debilitado en gran manera.

No fue sino hasta el año de 1607 cuando, por el empeño del virrey Luis de Velasco y Castilla,

que ocupaba esta posición por segunda ocasión, se comenzó la magna obra del desagüe del Valle

de México. En ese año la inundación fue peor que las anteriores, la ciudad se vio cubierta por las

aguas de tal forma que solamente se podía circular en canoa y se padecieron grandes

calamidades. Frente a esta situación, se aprobó el proyecto de desagüe del ingeniero Enrico

Martínez, impresor, astrólogo, cosmógrafo y escritor de nacionalidad alemana para algunos y

francesa para otros,21 que había llegado a la Nueva España en 1590. El virrey aprobó el proyecto

el día 23 de octubre de 1607 e inauguró los trabajos con el visitador don Diego de Landeros y

Velasco el 29 de noviembre de ese año. Se retomaba el concepto propuesto por Francisco Gudiel

en 1555. El proyecto era sencillo y económico: las aguas del lago de México se vaciarían por

medio de una zanja que uniría el lago de Xaltocan con el de Zumpango, y las de éste se sacarían

del valle, junto con el caudal del río Cuauhtitlán, el más caudaloso del valle, mediante la

construcción de un túnel y de una abertura entre los cerros, conocida como tajo de Nochistongo,

en el municipio de Huehuetoca, hacia el río Tula, que las llevaría hacia el Golfo de México.

Enrico Martínez aclara que:

Cuando esta obra se comenzó se encaminó a dos fines: el primero y principal para quitar de la

laguna de México el agua que fuese necesaria para asegurar la ciudad de la inundación que se

teme y el segundo que si por falta de tiempo de fuerzas o por algún otro impedimento que debajo

Page 27: La historia de la Ingeniería en México

de la tierra se ofreciese, no se pudiese luego conseguir el referido primer intento, se acomodase la

obra de suerte que por lo menos pudiese desaguar por ella la laguna de Zumpango

Hacia 1771 aparecieron los primeros indicios de que en la Nueva España, gobernada entonces por

el virrey Antonio María de Bucareli, hacía falta una actividad apoyada en la ciencia que

coadyuvase a resolver los grandes problemas que en muy diversos órdenes se habían suscitado en

la minería novohispana, principal fuente de riqueza del reino y actividad en torno a la cual

giraban todos los negocios del virreinato. Se procuró entonces formar un cuerpo de Ordenanzas

de Minería, conjunto de leyes que permitieran un desarrollo armónico de la industria, apoyado en

la formación de profesionales con sólida base científica que serían los encargados de dirigir

después tan importante actividad.

Las primeras representaciones o solicitudes para la formación de un organismo superior que

regulase todas las funciones de la minería fueron llevadas a España por el visitador don Joseph de

Gálvez. Se tomaron en cuenta las ideas y experiencias de destacados mexicanos, entre ellos don

Juan Lucas de Lassaga, regidor de la ciudad de México y juez contador de mineros y

albaceazgos, y don Joaquín Velázquez Cárdenas y León, abogado de esta Real Audiencia y

catedrático de matemáticas de la Real y Pontificia Universidad Mexicana. Las solicitudes

presentadas a Carlos III por Gálvez señalaban, entre otras razones, la necesidad de unir y formar

la minería en un cuerpo y de crear un tribunal que pudiera gobernarlo. El primero de julio de

1776 el rey de España, Carlos III, expidió en Madrid una real cédula en virtud de la cual se

resolvía que el importante gremio de la minería de la Nueva España se erigiera en forma de

cuerpo, para lo que se daba el consentimiento y los permisos necesarios. En 1783 el mismo

Page 28: La historia de la Ingeniería en México

Carlos III expidió las ordenanzas para la dirección, régimen y gobierno del Cuerpo de la Minería

de la Nueva España y su Real Tribunal General. En éstas se establecían las bases para la

formación del Real Seminario de Minería, el cual estaría integrado por un Banco de Avío, un

Tribunal y un Colegio de Metálica. Se creó el “Real Seminario” para que “nunca falten sujetos

conocidos y educados desde su niñez en buenas costumbres, instruidos en toda la doctrina

necesaria para el más acertado laboratorio de las minas…”.27 Se inició así una fecunda etapa de

la ingeniería mexicana. Por sus valiosos servicios, don Joaquín Velázquez Cárdenas de León y

don Juan Lucas de Lassaga fueron nombrados director general y administrador, respectivamente,

del Real Tribunal de Minería. Desafortunadamente, poco habrían de durar en sus cargos, ya que

murieron casi simultáneamente a principios de 1786. El nombre de Lassaga se halla inscrito en

letras de oro en uno de los arcos del patio del Palacio de Minería.

Se fundaron así dos importantes instituciones científicas y culturales: el Real Seminario de

Minería, dependencia del Real Tribunal General de Minería, y la Academia Real de las Tres

Nobles Artes de San Carlos.

Para instalar el Real Seminario de Minería, en noviembre de 1788, se adquirió en arrendamiento

con opción a compra una casa de vecindad grande, con altos y bajos, de mampostería y con

dotación de agua, de la cual era propietaria la provincia de San Nicolás Tolentino, de la Orden de

los Agustinos Descalzos de las islas Filipinas. La casa estaba marcada con el número 19 de la

calle del Hospicio de San Nicolás, que actualmente corresponde al número 90 de la calle de la

República de Guatemala, y en 1791 se arrendó la propiedad contigua, número 94, para ampliar el

recinto.28 Se tuvieron que hacer costosas reparaciones antes de poder usarla; sin embargo, a fines

de 1791 estaba ya en condiciones de ocuparse y servir de asiento al Real Seminario.

En lo tocante al personal docente, se pensó desde un principio en traerlo de España, haciendo

poca justicia a competentes criollos. Ya había llegado de España el capitán Andrés José

Rodríguez, profesor designado de matemáticas, por lo que esta importante área de estudios

quedaba cubierta. La enseñanza de la lengua francesa recayó en el comerciante Mariano Chanin,

quien la tenía como propia. La Academia de San Carlos, en México, proveyó los profesores de

dibujo en las personas de don Esteban González para la delineación de planos lineales y

geográficos y de don Bernardo Gil para la enseñanza del dibujo de figura. Para la rama de la

física se contaba con don Francisco Antonio Bataller, que era minero en México y antes había

servido como maestro interino en el Colegio de San Isidro de la capital española. Fausto Elhuyar

y de Zubice, importante científico español, fue el primer director del Real Seminario de Minería;

tomó posesión de ese cargo el 13 de septiembre de 1788 y permaneció en él hasta el 22 de

octubre de 1821. El Real Seminario de Minería quedó “erigido, establecido, y fundado”

oficialmente el primero de enero de 1792. El programa de estudios del Seminario, dividido en

cuatro años, incluía matemáticas superiores, física, química, topografía, dinámica, hidráulica,

Page 29: La historia de la Ingeniería en México

laboreo de minas, lenguas y dibujos, así como una práctica activa en algún real de minas, amén

de la presentación de un gran acto público al término de la carrera, antecedente directo del actual

examen profesional. De 1797 a 1813 el escultor y arquitecto valenciano Manuel Tolsá concibió y

construyó el espléndido Palacio de Minería, obra maestra del neoclasicismo en América, para

albergar el Real Seminario de Minería. Las dimensiones monumentales de esta construcción

constituyen por sí solas una clara evidencia de la importancia que se quiso dar en aquella época a

la naciente ingeniería mexicana. Los alumnos empezaron a recibir las clases en el Palacio de

Minería a partir de 1811, cuando todavía faltaban por terminar algunas partes del edificio.

Las nuevas instituciones académicas así fundadas lograron consolidarse gracias a entusiastas

personajes como Miguel de Constansó, ingeniero militar, importante profesor de la Academia de

San Carlos, director de empedrados y obras públicas y autor de uno de los mejores planos de la

ciudad de México; fue el primero en introducir el aprendizaje de la geometría; también fue autor

del primer proyecto para el edificio del Palacio de Minería.

Una huella imborrable dejó también el profesor del Seminario de Minería, Andrés Manuel del

Río, escritor y mineralogista que realizó sus estudios químicos y metalúrgicos en importantes

centros relacionados con esas actividades, como París, Almadén o Freiberg. Fue discípulo del

padre de la química moderna, Antoine Lavoisier. Llegó a la Nueva España en 1794 y abrió el

primer curso de mineralogía que se dio en México el 17 de abril de 1795. En 1802 descubrió un

nuevo elemento en los depósitos de plomo pardo de Zimapán, al que dio el nombre de

erytronium. Este elemento fue descubierto nuevamente en 1830 en Suecia por Nils von Sefstrom,

quien le dio el nombre de vanadium, en homenaje a la diosa nórdica del amor y la belleza

Vanadis. En estos últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX la minería novohispana

enfrentaba graves obstáculos, como la insuficiente provisión de azogue y la carestía del hierro

empleado en la elaboración de herramientas utilizadas en las minas, metal que era traído de

Vizcaya. En 1805, a causa de la guerra entre Inglaterra y España, se suspendieron los envíos de

hierro y azogue y, ante esta grave amenaza que podría ocasionar la paralización completa de los

trabajos mineros, el Real Tribunal de Minería comisionó a Andrés Manuel del Río para establecer

una ferrería en Coalcomán, en la provincia de Michoacán. Con su diligencia característica, el

ilustre profesor madrileño se trasladó, a fines de 1805, a la mencionada población, que en ese

tiempo era un reducido asentamiento, poblado en su mayoría por indígenas nahuas. Desde su

llegada a Coalcomán, Andrés Manuel del Río tuvo que lidiar con la carencia de elementos de

toda clase y hasta con la incomprensión de las autoridades inferiores que ahuyentaban a los

trabajadores con sus absurdos sistemas de tributación y ponían trabas con los sistemas

alcabalatorios. Por otro lado, el profesor Del Río tuvo que vencer diversos problemas de carácter

tecnológico en el momento de levantar las instalaciones de la ferrería y los hornos de fundición,

pero después de vencer esas dificultades, a fines de abril de 1807 produjo con éxito el primer

Page 30: La historia de la Ingeniería en México

fierro que se elaboró en la América hispánica.

Entre los docentes más famosos de este periodo también debe mencionarse a Antonio León y

Gama, criollo distinguido como astrónomo y físico que dio la cátedra de mecánica en el Colegio

de Minería, y a Diego Guadalajara y Tello, nombrado en 1789 director de matemáticas por la

Academia de Nobles Artes de San Carlos.

En el Seminario de Minería se editaron los más avanzados libros técnicos y científicos de la

época; entre otros, el Tratado de química de Lavoisier, presentado por su alumno don Andrés

Manuel del Río; la traducción al castellano de las Tablas mineralógicas de Karsten; la Nueva

teoría y práctica del beneficio de los metales de oro y plata de Eguía; el Tratado de amalgamación

de Sonneschmidt, y los Elementos de orictognosia del propio Andrés Manuel del Río, que

mereciera ser considerado por Humboldt como el libro más valioso de su época. El Seminario de

Minería fue el asiento del primer Instituto de Investigación Científica del continente y sus

egresados con el título de facultativos de minas obtuvieron el privilegio, a partir de 1797, de ser

aceptados en el resto de América, en Filipinas y en toda Europa. México se convirtió entonces en

el principal exportador de conocimientos técnicos y científicos del continente. En aquella época

la Nueva España poseía la vicepresidencia de la Asociación Mundial de Minería.

Durante todo el siglo XVIII el tema del desagüe de la capital de la Nueva España continuó siendo

uno de los temas ingenieriles más importantes. José Antonio Alzate escribió:

Una de las cuestiones más antiguas, más interesantes y más graves que han ocupado la atención

de nuestros gobiernos, de nuestro ingenieros, de nuestros higienistas y en general de todos

nuestros hombres pensadores, es la relativa al desagüe de la ciudad de México y su valle:

cuestión que fue planteada por la naturaleza y que a la ciencia toca resolver de una manera

satisfactoria.

En 1767, año de la expulsión de los jesuitas de la Nueva España, el propio José Antonio Alzate

presentó un proyecto para el desagüe del Valle de México que contenía los siguientes puntos:

primero, hacer un socavón al sur o sureste de la ciudad; segundo: abrir el tajo al noreste o

noroeste de las lagunas; tercero: desagüe por medio de una máquina; cuarto: reconocimiento de

los sumideros que aseguraba que existían. Estas decepcionantes propuestas parecen reflejar la ya

mencionada dificultad que encuentran algunos científicos de alto nivel, por ilustres que sean, para

dar soluciones a problemas prácticos de ingeniería. La primera solución es claramente

antieconómica, debido a la dificultad de perforar un largo túnel en las rocas basálticas de la sierra

Page 31: La historia de la Ingeniería en México

de Chichinautzin (aunque es una alternativa que se vuelve a proponer periódicamente); la

segunda retoma de forma vaga lo propuesto por muchos antecesores; la tercera, aplicada

actualmente en el gran canal en varias estaciones de bombeo, era poco realista en aquella época, y

la cuarta le da crédito a rumores que no tenían apoyo en ningún tipo de evidencia sólida.

Joaquín Velázquez de León fue consultado a su vez por el Tribunal del Consulado acerca de la

posibilidad del desagüe general y se le encargó redactar La historia de la laguna de México y de

las suntuosas obras que se han practicado para libertar y precaver a esta famosa capital de las

inundaciones a que está expuesta. La actitud de Velázquez de León fue más ingenieril; manifestó:

(…) que menos que haciendo por mi mismo las nivelaciones y demás operaciones necesarias,

repitiéndolas y corrigiéndolas hasta su más exacta comprobación; no estaría en estado de

responder asertivamente, ni sobre la posibilidad del desagüe de la última laguna, ni sobre el grado

de seguridad que podía ya haber conseguido México, mediante la obra emprendida y en la mayor

parte verificada por el Real Tribunal del Consulado.

En septiembre y octubre de 1819 el río Guadalupe se desbordó y la ciudad se inundó desde

Tlalnepantla hasta Texcoco.

El Real Cuerpo de Ingenieros Militares pasó a ser regulado por la ordenanza del 4 de julio de

1768 que permitió el pase a América con el ascenso automático a la siguiente categoría; además,

se establecía que los interesados debían permanecer cinco años en América antes de volver a

España. Se destinaron a Nueva España 47 ingenieros entre 1761 y 1780. Se reconstruyó la

fortaleza de San Diego, destruida por un terremoto en 1776, y se levantaron otras construcciones,

como los fuertes de San Carlos en Perote, Veracruz, y los de San Felipe en Bacalar y Sisal,

ambos en la Península de Yucatán. Debe reconocerse que la importancia de las obras que

desarrollaron los ingenieros militares en la Nueva España estriba no sólo en su solidez, que les ha

permitido perdurar hasta tiempos modernos, sino también en su calidad y diversidad.31 En 1803

se dio una nueva ordenanza para el Real Cuerpo de Ingenieros Militares y en 1805, un

reglamento adicional para los ingenieros destinados a América cuyos principales puntos eran los

siguientes: 1) se crea la división de Indias; 2) se establecen cinco direcciones y ocho

comandancias, siendo la de Nueva España la más importante; 3) se limita el tiempo de residencia

a diez años; 4) se mantiene el ascenso a la siguiente categoría. Esta ordenanza tuvo poco impacto

en América debido a los movimientos de emancipación y a la invasión napoleónica a España.

De gran trascendencia para la Nueva España y para el resto del mundo resultó la visita a México

del barón Alejandro de Humboldt. Este distinguido viajero y científico llegó a Acapulco con

Aimé Bonpland el 22 de marzo de 1803 y el 11 de abril a la ciudad de México. Realizó varios

recorridos visitando minas y escalando volcanes, como el Jorullo y el Nevado de Toluca. Del 9 al

Page 32: La historia de la Ingeniería en México

12 de enero de 1804 acompañó al virrey José de Iturrigaray Aréstegui en su visita a las obras del

canal de desagüe, llegando hasta Huehuetoca. Entre los trabajos que publicó a su regreso a

Europa, la obra de mayor trascendencia fue, sin duda, el Ensayo político sobre el reino de la

Nueva España, publicado por la editorial Bouret, París, en 1822. Humboldt obtuvo muchos datos

en la secretaría del virreinato, aprovechando principalmente los censos mandados a efectuar por

el virrey conde de Revillagigedo y los estudios del Real Tribunal de Minería, estos últimos en la

parte que a la explotación minera se refiere. Sin poner en tela de juicio el inmenso valor del

trabajo de Humboldt, parece por tanto que uno de sus méritos principales fue el haber organizado,

sintetizado y difundido información que pudo haber sido publicada por los propios técnicos

mexicanos. Esta situación se ha repetido desgraciadamente desde entonces con cierta frecuencia y

no son raras las ocasiones en las que se ha dejado que datos valiosos reunidos con gran esfuerzo

local y estudios de gran valor sean aprovechados y publicados por visitantes, por la falta de

publicación oportuna por sus verdaderos autores.

Entre las últimas obras civiles de importancia construidas en el periodo de la Nueva España

conviene destacar el llamado Puente del Rey, actualmente Puente Nacional, construido por los

hermanos José y Manuel Rincón como parte del plan de mejoramiento del camino real entre las

ciudades de México y Veracruz que realizó Diego García. Se dice, pero no está confirmado, que

el diseño del puente fue obra del célebre arquitecto español Manuel Tolsá. Su construcción inició

en 1799, concluyendo después de siete años, en 1806. El puente cruza el río Huitzilapan, mejor

conocido como río La Antigua, que desemboca en el Golfo de México. Cuenta con una longitud

de 170 metros y un ancho de más de nueve metros. Se ubica en el municipio de Puente Nacional,

en el estado de Veracruz.

A pocos años de su inauguración se mandó construir una fortificación militar, nombrada atalaya

de la Concepción, cuya función era defender el paso del Puente del Rey. Esta posición

estratégica, ubicada en lo alto de una elevación topográfica contigua al río de La Antigua, fue

construida por órdenes de la Corona española por el brigadier venezolano Miyares y Mancebo,

para garantizar el tránsito por el camino real. Durante la Guerra de Independencia Guadalupe

Victoria tomó posesión del puente y libró varias batallas en este sitio. Este puesto militar

insurgente fue el inicio del poblado que actualmente se ubica a un costado del puente, nombrado

Puente Nacional. Con el fin de la guerra independentista y el forjamiento de la nueva nación el

puente fue renombrado como Puente de la República y, años más tarde, como Puente Nacional.

Durante muchos años constituyó un punto de referencia importante en el camino de Veracruz

hacia la capital y fue descrito con detalle por muchos viajeros y escritores renombrados, como la

marquesa Calderón de la Barca y William Bullock, así como por los cronistas de las distintas

invasiones que sufrió el país durante el siglo XIX. A pesar de que tiene solamente seis arcos, este

puente llamaba la atención por su trazo curvo en planta. Esta obra fue pintada en la primera mitad

Page 33: La historia de la Ingeniería en México

del siglo XIX por artistas de la talla de Johan Moritz Rugendas o el barón de Courcy.

Los ingenieros en la Independencia

Las nuevas instituciones educativas ayudaron a la Nueva España a modernizarse, no sólo en las

cuestiones técnicas y culturales, sino también en las ideológicas. Estas nuevas ideas, que en poco

tiempo se convirtieron en emancipadoras y revolucionarias, se desarrollaron especialmente en la

clase criolla, principal promotora del movimiento independentista. Es así, por ejemplo, que

algunos integrantes del Real Seminario de Minería participaron activamente en la revolución

armada de 1810

.

Varios discípulos de Andrés Manuel del Río se vieron involucrados en la Guerra de

Independencia y algunos pagaron con su propia vida el haber favorecido la causa de la libertad

mediante la fabricación de armas y municiones, especialmente en Guanajuato. Entre ellos

destacan: Vicente Valencia, Casimiro Chovell, Ramón Fabié, José Mariano Jiménez y Rafael

Dávalos.

Son pocos los datos que existen sobre Vicente Valencia. Aparentemente era descendiente de una

familia de mineros de Tlalpujahua, nacido en 1776 del matrimonio formado por Bonifacio

Valencia y María Encarnación Villamar. Ingresó al Colegio de Minería en 1793 y formó parte de

los primeros alumnos del curso de mineralogía que abrió Andrés Manuel del Río el 27 de abril de

1795. Concluyó sus estudios en 1798 y fue enviado a Zacatecas a realizar sus prácticas de campo.

Estando allí elaboró, por orden del Tribunal de Minería, una memoria sobre el mineral de San

José del Yermo, y poco tiempo después recibió del mismo Tribunal el encargo de hacer la

descripción geognóstica del mineral de Zacatecas y levantar los planos de él, tarea en la que fue

ayudado por los alumnos Felipe Rodríguez y Manuel Tejada. Regresó de Zacatecas a fines de

1800 y a los pocos días, el 25 de enero de 1801, presentó su examen profesional, en el que fue

aprobado por unanimidad. Regresó a Zacatecas, donde se le proporcionó un buen empleo en las

minas, cuando fue sorprendido por el estallido de la revolución de independencia. Cuando en

febrero de 1811 llegaron a la ciudad Allende, Hidalgo, Aldama y demás jefes derrotados en

Calderón, Valencia, que ya había sido solicitado por su compañero Jiménez para que siguiese las

banderas de la insurrección, siguió a los caudillos con el carácter de director de ingenieros.

Vicente Valencia fue detenido en Acatita de Baján y trasladado a Chihuahua, donde fue fusilado

el 27 de junio de 1811. Años más tarde el profesor don Andrés del Río dedicó a Valencia una

nueva especie de mineral, formada por el manganato doble de cobre y zinc, y la designó con el

Page 34: La historia de la Ingeniería en México

nombre de valencita.

Otro de los colegiales que secundaron el movimiento libertario encabezado por Hidalgo fue

Casimiro Chovell, que nació en 1775 y murió en 1810. Descendiente de mineros del Real de

Taxco, fue hijo de don Pedro Chovell y Paliares y doña María Ana Josefa Jurado. Comenzó el

estudio de las matemáticas en la Academia de San Carlos y posteriormente ingresó al Colegio de

Minería, el 4 de mayo de 1792. En mayo de 1798 fue enviado a Guanajuato a realizar trabajos

prácticos, donde por sus excepcionales conocimientos fue nombrado administrador de la mina La

Valenciana. Se sabe que además de las prácticas desarrolladas en las minas de Durango y

Guanajuato, por encargo del Tribunal de Minería Chovell escribió una disertación sobre la

negociación de minas de azogue de la sierra de Durango, así como una descripción geognóstica y

un plano geográfico del Real de Minas de Guanajuato. El cura Hidalgo le dio el nombramiento de

coronel del ejército insurgente y le encomendó la fabricación de armas y cañones destinados a la

insurrección con el fierro que había llegado a Guanajuato procedente de la ferrería de Coalcomán.

En la tarde del 28 de noviembre de 1810 Chovell fue aprehendido por el brigadier Félix María

Cal Por su parte, José Mariano Jiménez nació en 1781 en San Luis Potosí, estudió en el Colegio

de Minería de México y se graduó de ingeniero de minas en 1804. Establecido en Guanajuato se

dedicó al ejercicio de su profesión, en donde lo sorprendieron los acontecimientos de la

Independencia y se presentó con Hidalgo después de la toma de la Alhóndiga de Granaditas,

obteniendo el grado de coronel. En la promoción de Acámbaro fue ascendido a teniente general.

Mandó la vanguardia del ejército insurgente, obligando a Trujillo a abandonar Atenco y

posesionarse del Monte de las Cruces. Fue hasta Chapultepec como parlamentario a pedir la

entrega de la capital, que rehusó el virrey Francisco Javier Venegas y Saavedra; participó en las

acciones de armas del Monte de las Cruces, Aculco y en la defensa de Guanajuato, y ascendió a

capitán general. Fue comisionado para extender la revolución a las provincias internas del

oriente, que dominó totalmente después de haber derrotado a Cordero en Aguanueva y a Ochoa

en el puerto del Carnero, y volvió a reunirse con los primeros caudillos en Saltillo. Aprehendido

en Baján, fue conducido a Chihuahua y fusilado junto con Allende, Aldama y Santa María.

De Rafael Dávalos se sabe que provenía de una familia de mineros y que nació hacia 1783.

Ingresó al Colegio de Minería en 1800, terminando sus estudios teóricos en 1805 y enviándosele

poco después a Real del Monte a realizar su práctica; en 1806 marchó a Guanajuato, donde dio

cátedra de matemáticas. Dávalos se encontraba trabajando en la mina La Valenciana cuando

ocurrió la insurrección de 1810, a la que se unió. Se le designó capitán de artillería, dedicándose a

fundir cañones que resultaron ineficaces. Posteriormente a la toma de Guanajuato permaneció en

esa ciudad y ayudó a la instalación de la Casa de Moneda. Al regresar Allende se dedicó a hacer

obras de defensa, las cuales no pudieron impedir la entrada de Calleja a esa ciudad. Se le

aprehendió el 25 de noviembre de 1810 y fue fusilado por la espalda en el patio de la Alhóndiga

de Granaditas al día siguiente.

Page 35: La historia de la Ingeniería en México

A todos ellos se les ha reconocido su patriotismo y heroísmo grabando su nombre en letras de oro

en el lintel del peristilo del patio del Palacio de Minería.

Los ingenieros en el México independiente

Tras la ardua lucha independentista, y con la firma de paz entre los ejércitos insurgente y realista,

la nueva nación pronto se vio afectada por la falta de recursos, consecuencia en gran medida de la

desgastante lucha revolucionaria. Aunado a esto, se desarrolló una nueva lucha, protagonizada

por las facciones centralista y federalista, conservadora y liberal. Además, muchos personajes

sobresalientes de la Nueva España fueron expulsados o simplemente regresaron a España. Todo

esto ocasionó una reducción significativa en la actividad industrial del país, que provocó un

marcado decaimiento en el desarrollo de la ingeniería en el país.

De esta época data sin embargo la creación del cuerpo de ingenieros del ejército, en 1822, cuando

la Regencia nombró director de la “Cuarta Arma” al general Diego García Conde. El 5 de

noviembre de 1827 este acuerdo fue confirmado por el presidente Guadalupe Victoria y así quedó

oficialmente constituida el Arma de Ingenieros dentro del ejército mexicano. Este cuerpo pasó

por varias etapas a lo largo de su existencia y desde su creación el Arma de Ingenieros —llamada

también brigada de zapadores, regimiento de ingenieros y batallón de zapadores— ha

permanecido. Una de sus etapas más difíciles fue la de 1858-1860, cuando el ejército luchaba en

la Guerra de Reforma. Este ejército, constituido a partir de las disímiles unidades que formaron el

célebre Ejército Trigarante, quedó disuelto al concluir la mencionada guerra por disposición del

general Jesús González Ortega. Al mismo tiempo nacía un nuevo ejército, el llamado federal, que

existió hasta 1914. Desde 1822 hasta fines del siglo XIX la instrucción y educación de los

jóvenes aspirantes a oficiales, en todas las armas, fue impartida, dirigida y controlada por el

cuerpo de ingenieros del ejército. Por ley, el Colegio Militar, en su funcionamiento, dependió

directamente de la Dirección General de Ingenieros y más tarde del Departamento de Ingenieros.

Durante la lucha armada el batallón de zapadores se encargaba de arreglar las comunicaciones de

las otras armas, muy especialmente las de infantería, así como de los trabajos de fortificación del

campo de batalla y de las instalaciones en los campamentos y vivaques. Contaba con

herramientas de terracería como palas, picos, hachas, machetes, etc. y con un parque general que

comprendía la instalación de algunos talleres de herrería, carpintería, etc., así como un incipiente

servicio de señales. En tiempo de paz el cuerpo de ingenieros se dedicaba a la construcción y

reparación de edificios militares.

Page 36: La historia de la Ingeniería en México

Las instituciones científicas se vieron olvidadas en los primeros años de la joven nación; no fue

sino hasta 1833 cuando Valentín Gómez Farías y José María Luis Mora realizaron una serie de

reformas modernizadoras, tanto en la enseñanza como en los programas de estudios de ingeniería.

Un decreto del 3 de octubre de 1843 fijó la organización del Seminario de Minería como Colegio

de Minería y se instituyó la categoría de ingeniero de minas en el plan de estudios. Éste

comprendió las especialidades de minería y topografía, mientras que en la Academia de San

Carlos, desde 1857, se impartía la carrera de ingeniero civil.

De 1843 a 1853 el Colegio de Minería fue dirigido por José María Tornel y Mendívil, personaje

clave del largo periodo correspondiente a las once presidencias de Antonio López de Santa Anna,

de quien fue secretario. De Tornel se ha dicho que fue “más santanista que Santa-Anna”.

Conocido por sus múltiples intrigas y posturas políticas, Tornel, también famoso por su oratoria

(Carlos María de Bustamante lo nombraba el hombre del “bello decir”), tuvo verdaderas

preocupaciones pedagógicas, siendo uno de los fundadores en México de las Escuelas

Lancasterianas que conocieron cierto auge en el México decimonónico. leja junto con otros ex

alumnos del Colegio de Minería que trabajaban en Guanajuato y fue ahorcado en el patíbulo

levantado a la puerta de la Alhóndiga de Granaditas. Más adelante su profesor Andrés Manuel del

Río dedicó a Chovell un nuevo mineral descubierto en la mina La Valenciana: un silicato de

alúmina y cal al que llamó chovelia, “especie nueva dedicada al benemérito de la patria y de la

mineralogía, Casimiro Chovell”.

Ramón Fabié era nativo de Manila, Filipinas. Vino a la Nueva España en 1801, entró al Colegio

de Minería en enero de 1802 y al año siguiente se fue a practicar a Guanajuato. A la llegada de

Hidalgo a esa plaza se alistó en sus tropas. Fue nombrado coronel del regimiento levantado por su

compañero Casimiro Chovell. Aprehendido por orden especial de Calleja al tomar éste

Guanajuato, fue ahorcado con Chovell frente a la puerta de la Alhóndiga.

En 1857 se construyó en la ex hacienda de Santo Tomas la Escuela Nacional de Artes y Oficios,

antecesora del actual Instituto Politécnico Nacional, pero fue consumida al año siguiente por un

incendio. Se buscaba contar con una escuela tecnológica de alto nivel a la imagen de la Escuela

Central de Artes y Manufacturas de París, fundada en 1829.

La urgencia de atender los riesgos de inundación de la ciudad de México siguió estando muy

presente en el inicio del siglo XIX. José María Luis Mora, Lucas Alamán y Lorenzo de Zavala se

Page 37: La historia de la Ingeniería en México

preocuparon por el desagüe. En particular, el primero realizó en 1823 una vista de inspección a

las obras de desagüe y elaboró un informe que destaca por su acuciosidad.34 En 1848 el teniente

del ejército norteamericano M.L. Smith expuso a las autoridades nuevos planes para el desagüe

del valle por Tequixquiac. Más tarde, en 1856, frente a los problemas de salud que ocasionaban

las inundaciones, la secretaría de Fomento convocó a un concurso para realizar un proyecto que

resolviera el problema. Francisco de Garay, antiguo alumno de las Escuelas Nacionales de

Puentes y Calzadas y de Minas de París, resultó ganador del gran premio de doce mil pesos. Su

propuesta consistía en la apertura de un canal que empezaría en la ciudad de México, en San

Lázaro, y se conectaría a un túnel con gasto de 33 metros cúbicos por segundo, desembocando en

el arroyo de Ametlac, confluente del Tequixquiac, al norte de Zumpango. Las obras no fueron

iniciadas sino hasta 1858 y se vieron constantemente interrumpidas por la falta de recursos

económicos y por los conflictos políticos que se presentaban en el país.

El Instituto Nacional de Geografía y Estadística fue creado el 18 de abril de 1833, siendo su

primer presidente el conde José Gómez de la Cortina. Contaba entre sus miembros a

personalidades de la talla de Lucas Alamán, François Arago, Juan Nepomuceno Almonte, Joseph

Marius Aubin, Andrés Quintana Roo, Andrés Manuel del Río, Alejandro de Humboldt y Johan

Moritz Rugendas. Posteriormente, el 13 de octubre de 1839, se transformó en Comisión de

Estadística Militar presidida por Juan N. Almonte. Y por último, esta comisión cambió a

Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística el 5 de marzo de 1850, presidida por el mismo

Almonte. En el boletín de esta sociedad, iniciado en 1850, los ingenieros tuvieron una

participación intensa entre los años cincuenta y sesenta. Con gran convicción, los ingenieros

participaron en grupos interdisciplinarios en aras de realizar estudios integrales en los que se

consideraban la historia, geografía, geología, zoología, botánica y cartas geográficas, geodésicas

y topográficas.

Uno de los grupos que reunió a los hombres más talentosos fue el que tenía como encomienda el

análisis del Valle de México, integrado por José Fernando Ramírez, Leopoldo Río de la Loza,

Julio Laverriere, los ingenieros Manuel Orozco y Berra, Francisco Díaz Covarrubias, Manuel

Antonio de la Peña y Mariano Santamaría. El trabajo realizado por ellos se conoció poco a poco,

pues las interrupciones por los conflictos derivados del periodo de la Reforma obligaron a que

cada quien por su parte diera a conocer sus resultados. Este grupo contribuyó a definir los marcos

geográfico y físico en los que pudieron desarrollarse los proyectos de ingeniería urbana

posteriores.

El ingeniero y humanista Antonio García Cubas publicó en 1856 su Atlas histórico de la

República Mexicana. García Cubas, escritor y geógrafo nacido el 24 de julio de 1832 en la ciudad

de México, había iniciado sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Carlos y los

terminó en el Colegio de Minería. Fue director de la Escuela Nacional de Comercio y catedrático

Page 38: La historia de la Ingeniería en México

en establecimientos de instrucción del gobierno. Realizó estudios geográficos, geodésicos y de

triangulación que le otorgaron justo renombre. Puede considerarse el fundador de la geografía

mexicana como ciencia.

Otro trabajo sorprendente para la época fue Apuntes para la historia de la geografía en México de

Manuel Orozco y Berra.35 Este famoso ingeniero, nacido en la ciudad de México, empezó sus

estudios en el Colegio de Minería en 1820 y pasó a Puebla, donde por algunos años estudió en el

Seminario Palafoxiano. Fue secretario de gobierno en esa entidad de 1847 a 1848 y dos veces

oficial mayor encargado del Ministerio de Fomento, en el gabinete del presidente Ignacio

Comonfort.

Entre los trabajos de este periodo que resultan de mayor relevancia para los ingenieros del

presente se encuentran los de Francisco Díaz Covarrubias. Nacido el 23 de enero de 1833, en

Jalapa, Veracruz, entró en 1849 al Colegio de Minería, donde destacó como estudiante, por lo que

se le nombró sustituto de profesores del Colegio en 1853. En 1855 obtuvo el título de ingeniero

topógrafo y al año siguiente el de ingeniero geógrafo. Fue profesor de topografía, geodesia y

astronomía en la misma institución. En 1855 se le encargó levantar la Carta geográfica del Valle

de México, donde pudo precisar la posición de la capital del país, y en 1862 fue nombrado

director del Observatorio Astronómico Nacional de Chapultepec. La relevancia actual de los

trabajos de Díaz Covarrubias resulta obvia si se considera, por ejemplo, que fue autor principal de

un plano hidrográfico y topográfico del Valle de México36 que constituye actualmente una

referencia inicial extraordinariamente valiosa para el cálculo de la magnitud de la subsidencia que

ha sufrido la zona lacustre del valle desde fines del siglo XIX hasta el presente por efecto del

bombeo de agua potable en los acuíferos del subsuelo de la capital.

Otro maestro notable de este periodo fue Javier Cavallari, nacido en Palermo, Italia. Cuando

ocupaba el cargo de director de la Academia de Milán, Cavallari fue invitado a hacerse cargo de

la enseñanza de la arquitectura en México, a donde llegó en 1856, y fue director de la Academia

de Bellas Artes de San Carlos. Cavallari tenía amplios conocimientos y al mismo tiempo que

daba la cátedra de órdenes clásicos, en otra enseñaba la técnica de caminos de hierro. Propuso la

fusión del estudio de la arquitectura y la ingeniería civil como una práctica integral. Escribió una

Historia de las artes y una Historia de la arquitectura que se reimprimió en México, traducida por

Joaquín Velázquez de León, en 1860 con el título de Apuntamientos sobre la historia de la

arquitectura. Se considera que fue el autor de las primeras nivelaciones topográficas de precisión

de la ciudad de México. Lleva su nombre el sistema de cimentación Cavallari que se usó

ampliamente a fines del siglo XIX, consistente en muros de concreto ciclópeo o piedra braza y

mortero que trabajan como muros de fricción y apoyo en la base. Fueron discípulos suyos:

Lorenzo de la Hidalga, Manuel F. Álvarez, Antonio Torres Torija, Antonio M. Anza y otros,

todos distinguidos. Cavallari se retiró en 1864, dejando profunda y benéfica influencia y el

Page 39: La historia de la Ingeniería en México

recuerdo de un maestro muy querido.

Durante las intervenciones extranjeras del siglo XIX el papel de los ingenieros, principalmente

militares, en la defensa del país fue muy relevante. Particularmente ejemplar fue el desempeño de

Joaquín Colombres, un ingeniero militar que supo, gracias a su inteligencia y voluntad, incidir en

los resultados de varios eventos militares de gran importancia. Nacido en la ciudad de Puebla,

ingresó al Colegio Militar en 1838 y al cuerpo de ingenieros en 1843 con grado de teniente.

Durante la invasión de 1847 se le envió a Monterrey, a las órdenes del coronel Zuloaga, para

defender esta ciudad contra los norteamericanos. Organizó la defensa del fuerte de La Tenería

entre el 19 y el 24 de septiembre. Caído el fortín quedó prisionero, pero pronto fue canjeado.

También combatió a los invasores en las plazas de Saltillo y San Luis Potosí. En febrero de 1847

luchó en la batalla de La Angostura. Volvió a México para participar en las fortificaciones de

Azcapotzalco. Intervino en la batalla del Molino del Rey, donde quedó nuevamente prisionero. Al

liberarse marchó a su hacienda de la Manzanilla, en Puebla. Volvió al servicio en 1848. Su credo

liberal le llevó a luchar en favor del Plan de Ayutla y durante la Guerra de los Tres Años estuvo

con los defensores de la Constitución de 1857. Participó en la batalla de Calpulalpan, al lado de

González Ortega. Durante la Intervención francesa asistió a la acción de Cumbres de Acultzingo

y después dirigió la fortificación de la ciudad de Puebla. Planeó la defensa de los fuertes de

Loreto y Guadalupe como comandante de ingenieros. Algunos lo consideran el verdadero héroe

de la batalla del 5 de mayo de 1862. Participó nuevamente en la defensa de esa ciudad, en 1863,

causando la sorpresa y admiración de los invasores con sus sistemas ingeniosos y eficientes de

fortificación y defensa. Restaurada la república, siguió al lado de los liberales. Obtuvo el grado de

general en 1890.

Con el advenimiento del segundo imperio, en 1864, los ingenieros y científicos mexicanos

deseosos de continuar con sus trabajos y seguir siendo útiles para su país se encontraron en una

situación políticamente delicada. Se planteó una vez más el problema recurrente de las difíciles

relaciones entre técnicos y políticos.

Algunos optaron por apoyar sin reserva el régimen promovido por los conservadores. Éste fue el

caso de Joaquín Velázquez de León, uno de los primeros y más notables alumnos del Colegio de

Minería, ministro de Fomento en 1853, director del Colegio de Minería y presidente honorario de

la Sociedad Universal para el Desarrollo de las Ciencias creada en Londres en 1851. Este

partidario incondicional de la intervención y del imperio fue miembro de la junta de notables y de

la comisión que fue a Miramar para invitar a Maximiliano de Habsburgo, y como tal escribió los

primeros decretos del imperio. Más tarde, sin embargo, se enfrentó a Maximiliano, cuando éste

pretendió cambiar el nombre del Colegio de Minería por el de Escuela Politécnica, y renunció el

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25 de noviembre de 1864. Le sucedieron en el puesto durante el resto del imperio Patricio

Murphy y el general Luis Tola.

Entre los partidarios del imperio se encontró también el ingeniero topógrafo y geógrafo José

Salazar Ilarregui. Estudiante del Colegio de Minería, presentó en 1844 su examen en mineralogía

y en 1846 obtuvo el título de ingeniero agrimensor. Impartió las cátedras de geodesia, topografía

y astronomía. En 1848 se le comisionó para establecer los límites entre México y Estados Unidos

de acuerdo con el Tratado de Guadalupe-Hidalgo y de su modificación con el Tratado de la

Mesilla. En 1850 su levantamiento topográfico de la frontera fue publicado bajo el título Datos de

los trabajos astronómicos y topográficos dispuestos en forma de diario, practicado durante el año

de 1849 y principios de 1850 por la Comisión de Límites en la línea que divide esta República de

los Estados Unidos. En 1856 obtuvo el título de ingeniero geógrafo y en 1860 dirigió la

construcción del plano topográfico y perfil de los acueductos que surten de aguas a la ciudad de

México. En 1863 representó al estado de Chihuahua en la asamblea de notables que debía escoger

el futuro gobierno de México. Durante este mismo año ocupó los puestos de director interino del

Colegio de Minería y de subsecretario de Fomento. En 1864 se le nombró presidente honorario de

la Comisión Científica Literaria y Artística de México. El 31 de julio de 1864 recibió el

nombramiento de comisario imperial para la Península de Yucatán y el 3 de marzo de 1866, el de

ministro de Gobernación. Permaneció en México hasta octubre de 1866 pero fue enviado de

vuelta a Yucatán, donde tomó su puesto el 10 de noviembre de 1866. Conservó esta

responsabilidad hasta la capitulación del ejército conservador ante los republicanos el 17 de junio

de 1867. Salió en exilio a Nueva York pero recibió amnistía del gobierno mexicano en 1869 y

ocupó un puesto de profesor hasta su muerte en 1892.

El Porfiriato

Bajo la presidencia de Porfirio Díaz tuvo gran influencia una ideología basada en el positivismo

del filósofo Auguste Comte que le daba un lugar importante a la ciencia y buscaba el “orden y

progreso”, pero con acepciones de estas palabras que desafortunadamente favorecían

principalmente a la élite del país. Este ambiente, en el que algunos de los principales hombres

políticos recibieron el apodo de “científicos”, era obviamente favorable a la ciencia y a la

ingeniería, y en este periodo creció la demanda de ingenieros para el nuevo desarrollo industrial

emprendido por el presidente Porfirio Díaz durante su largo mandato.

En esta época de auge y desarrollo el gobierno porfirista impulsó el otorgamiento de becas a

estudiantes de ingeniería para estudios en el extranjero, principalmente en Francia y Estados

Page 41: La historia de la Ingeniería en México

Unidos. Para 1883 la Escuela Especial de Ingenieros tomó el carácter de Escuela Nacional de

Ingenieros, apoyándose en la creación de escuelas especializadas en distintos estados del país. En

1889, a propuesta de Mariano Villamil, se creó la carrera de ingeniero electricista, sustituyendo a

la de telegrafista. En 1893 la compañía hidroeléctrica e irrigadora de Chapala instaló la primera

planta de generación en el salto de Juanacatlán. En 1898 se creó, a instancia de Roberto Gayol, la

cátedra de ingeniería sanitaria. El 15 de septiembre de 1897 se dictó la Ley de Enseñanza

Profesional para la Escuela Nacional de Ingenieros, que establecía las siguientes profesiones:

ingeniero civil, ingeniero en minas, ingeniero industrial, metalurgista, electricista, geógrafo,

topógrafo e hidrógrafo y ensayador y apartador de metales. En 1898 se creó, a instancia de

Antonio Anza, profesor de dibujo arquitectónico y de máquinas en la Escuela Nacional de

Ingenieros, la cátedra de procedimientos de construcción.

En 1878 la secretaría de Fomento nombró como director interino de las obras de desagüe al

ingeniero Luis Espinosa, quien al siguiente año presentó el proyecto completo y definitivo del

desagüe del valle, que fue aprobado por el presidente de la República. El proyecto se componía

de tres partes: un canal, un túnel y un tajo de salida. El canal comenzaba al oriente de la ciudad,

en la garita de San Lázaro, pasaba por los lagos de Texcoco, San Cristóbal, Xaltocan y

Zumpango y concluía en la entrada del túnel en las cercanías del pueblo de Zumpango; su

longitud total era de 47. 527 kilómetros. El túnel contaba con una longitud de 10.21 kilómetros y

24 lumbreras de dos metros de ancho; su sección transversal era de forma oval y fue calculado

para recibir un gasto de dieciséis metros cúbicos por segundo, sensiblemente menos de lo que

había recomendado Francisco de Garay, lo que fue motivo de mucha controversia. A la salida del

túnel se encontraba el tajo de desemboque de 2 500 metros de longitud que se une con el río

Tequixquiac. Las obras comenzaron en 1885. La construcción del gran canal, diseñado para un

gasto de 5m3/s en los primeros veinte kilómetros y 17.5m3/s en los restantes, se encargó primero

a la compañía Bucyrus y posteriormente al contratista inglés S. Pearson & Son.39 Espinosa fue

nombrado titular de la Junta Directiva del Desagüe.

Hacia inicios del siglo XIX don Manuel Marroquín y Rivera se encargó de construir las obras de

aprovisionamiento de agua potable para la ciudad de México; el ingeniero Roberto Gayol

proyectó el sistema de alcantarillado de la capital. Mientras tanto, prosiguieron las explotaciones

mineras, nació la industria petrolera y se inició la electrificación del país, se organizaron los

primeros distritos de riego y lentamente se incrementó la industrialización del país.

En 1904 se creó la Asociación de la Escuela Nacional de Ingenieros, por iniciativa de Andrés

Castelló, primera sociedad de alumnos de ingeniería, y hacia 1908 se fundó la Sociedad de

Alumnos de la Escuela Nacional de Ingeniería.

Page 42: La historia de la Ingeniería en México

Muchos son los ingenieros del Porfiriato que deberían ser mencionados en la presente

monografía. Entre ellos fue particularmente ejemplar el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo por

sus notables realizaciones y por su actividad “ecologista”, mucho tiempo antes de que esta

palabra existiera. Nació en Guadalajara, Jalisco, en 1862. Realizó estudios de ingeniería,

recibiendo el diploma de bachiller en ciencias por la Universidad de Burdeos, Francia, y el de

ingeniero civil, con especialización en ingeniería hidráulica, en 1887, por la Escuela Politécnica

de París. Como ingeniero construyó varios edificios en el centro de la ciudad de México,

incluyendo el Banco de Londres y México, y fue pionero en la utilización del agua para producir

energía eléctrica, llamada hidroeléctrica. Además, fue un investigador que dedicó gran parte de su

vida al estudio y cuidado de la flora. Obtuvo su primer éxito en este campo al utilizar una gran

cantidad de plantas casuarinas para detener la formación de médanos en las playas de Veracruz.

Fundó la Escuela y la Sociedad Forestal Mexicana, los Viveros de Coyoacán en la ciudad de

México y promovió la creación de bosques pequeños junto a las estaciones de ferrocarril a lo

largo del país. Es a veces llamado “El Apóstol del Árbol”.

También resulta ejemplar la carrera del ingeniero Alberto J. Pani, nacido en la ciudad de

Aguascalientes. Ingresó en la capital de la República a la Escuela Nacional de Medicina, pero

cambió los estudios médicos por los de ingeniero civil, sustentando su examen profesional en

1902. Miembro de la comisión encargada de construir el Palacio Legislativo Federal, pasó a la

Comisión Técnica de las Obras de Provisión de Aguas Potables para la ciudad de México,

proyectó el edificio para la planta de bombas de Nativitas y construyó la de la Condesa, entonces

en la villa de Tacubaya. Fue profesor en la Escuela Nacional de Ingenieros de la clase de vías

fluviales y obras hidráulicas.

Los ingenieros geotecnistas del país tienen por su parte un particular respeto por un notable

ingeniero y arquitecto de esta época: Adrián Téllez Pizarro. Fue autor de lo que puede

considerarse como el primer libro de mecánica de suelos escrito por un mexicano.41 Esta obra

trata aspectos importantes del diseño de cimentaciones en los difíciles suelos de la ciudad de

México. Tienen todavía amplia validez algunos de los principios que Téllez Pizarro enuncia: el

asentamiento diferencial, más que el total, es la causa de los mayores daños en las

construcciones; la carga debe ser lo más uniforme posible en todos los puntos del cimiento, etc.

Téllez Pizarro subrayó que en la zona lacustre la resistencia del suelo decrece con la profundidad,

una observación acertada si solamente se consideran los primeros metros del perfil estratigráfico

y se reconoce la existencia de una costra superficial constituida por suelo desecado y rellenos

superficiales más resistentes y menos compresibles que las arcillas subyacentes. Como corolario,

considera que los pilotes cortos empleados en la ciudad no pueden tener un comportamiento

satisfactorio puesto que transmiten cargas a estratos menos resistentes. Recomienda por tanto la

Page 43: La historia de la Ingeniería en México

redistribución de carga con emparrillados de madera o de fierro como los que fueron empleados

en la cimentación de los edificios del Palacio de Hierro o de la Casa Boker. Atribuye por otra

parte grandes méritos al uso de cimientos de piedra dura, pedacería de ladrillo y mezcla terciada

(cal, arena y barro), materiales que se colocan en cepas y se apisonan fuertemente. Este tipo de

cimentación era probablemente suficiente para construcciones ligeras, pero sorprende que se haya

podido aplicar también con relativo éxito a construcciones grandes como el Frontón Fiesta Alegre

(Jai Alai).

Otro ingeniero de este periodo cuyos méritos han sido ampliamente reconocidos por sus

realizaciones en el campo de la geotecnia, la irrigación y la ingeniería sanitaria es Roberto Gayol

y Soto. Nacido en Tulancingo, Hgo., estudió en el Colegio de Minería, donde obtuvo su título de

ingeniero civil en 1881. Ocupó altos cargos en el ferrocarril mexicano, siendo director de las

obras del ferrocarril Jalapa-Veracruz (1882-1885). Formó parte de la Dirección de Obras Públicas

de la ciudad de México. Fue un destacado profesor de la Escuela de Ingeniería y diputado por el

estado de Hidalgo en 1894. En 1888 llovió torrencialmente, se incrementó el nivel del agua en el

vaso de Texcoco y se inundó la ciudad de México. Al ingeniero Gayol le fue encargado el

proyecto de drenaje definitivo para la ciudad de México. Gayol sostuvo que esas obras serían

infructuosas mientras no se resolviera el problema del desagüe general del Valle de México; así

se dieron los primeros pasos al respecto. Gayol sugirió la instalación de una planta de bombeo en

San Lázaro, que se inauguró en 1889. Durante la construcción de esta obra detectó uno de los

problemas más graves que afectarían a la ciudad de México en el siglo XX: la subsidencia

progresiva de la zona lacustre.

Durante el Porfiriato se inició una serie de obras ambiciosas en la ciudad de México, con el

propósito de hacer de esta metrópoli una capital moderna y preparar al mismo tiempo las

ceremonias del centenario de la independencia del país. Varias de estas construcciones se vieron

afectadas por serios problemas técnicos en su realización, asociados al difícil suelo de la ciudad

de México, y en su proyecto y conclusión por la evolución de la situación política. Ejemplo de lo

último fue el caso del proyecto del Palacio Legislativo Federal. Fue en 1897 cuando el general

Porfirio Díaz decretó que, por medio de la Secretaría de Obras Públicas, se emitiera una

convocatoria para el concurso de construcción de un nuevo recinto que albergara este palacio. El

fallecimiento del ganador, el arquitecto italiano Pietro Paolo Quaglia, en 1898 obligó a organizar

un segundo concurso en 1903, que se tuvo que declarar desierto, y finalmente a comisionar en

1904 al arquitecto francés Emile Bénard para que elaborara un proyecto, el cual fue presentado

ese mismo año. Se realizó un estudio de mecánica de suelos muy avanzado en sus conceptos para

la época.42 La primera piedra del palacio fue colocada el 23 de septiembre de 1910 y la

estructura metálica se empezó a elevar. Sin embargo, la renuncia forzada del presidente Díaz, el

24 de mayo de 1911, condujo a un largo letargo de las obras y, a pesar de los esfuerzos del

presidente Madero por dar un nuevo giro e impulso a la construcción, la obra tuvo que ser

abandonada en forma definitiva en 1912. Se sabe que fue el arquitecto Carlos Obregón Santacilia

Page 44: La historia de la Ingeniería en México

quien en 1933 salvó de la demolición una parte de la estructura para convertirla en el Monumento

a la Revolución que conocemos actualmente. Una situación semejante se dio con el proyecto del

nuevo Teatro Nacional. Al demolerse en 1901 el antiguo Teatro Nacional para prolongar la calle

5 de Mayo se optó por construir un nuevo edificio en el sitio comprendido entre las calles del

Mirador de Santa Isabel o de la Alameda (Ángela Peralta) al poniente, la calle de Santa Isabel

(Eje Central) al oriente, la calle de la Mariscala (avenida Hidalgo) al norte y la calle del Puente de

San Francisco (avenida Juárez) al sur. El proyecto fue encargado al arquitecto italiano Adamo

Boari. Los cimientos de esta obra se iniciaron en 1904 pero la construcción fue suspendida en

febrero de 1913 y solamente se pudo reanudar en julio de 1932. En este lapso el edificio presentó

asentamientos no uniformes de una magnitud tal que se volvió famoso en el campo de la

mecánica de suelos a nivel mundial, pero sin sufrir daños estructurales críticos. Se inauguró el 29

de septiembre de 1934, bajo el nombre de Palacio de Bellas Artes. Interesante resulta también el

caso de la columna de la Independencia. En 1900 se acepta el proyecto formulado por el

arquitecto Antonio Rivas Mercado para erigir un monumento conmemorando la Independencia

de México. Consiste en una columna coronada por la victoria alada en cuya base figuran las

efigies de los héroes más destacados en la lucha de emancipación, así como grupos escultóricos

alusivos. Se ignoraba entonces que, sin detrimento de su valor simbólico y estético, este

monumento se iba a volver el testigo más evidente, conocido mundialmente, del grave problema

de subsidencia que padece la ciudad de México. Como es notorio, posteriormente a la

construcción se empezó a observar una fuerte emersión aparente del monumento respecto al

terreno circundante, consecuencia de la compresibilidad del suelo y de la subsidencia de la

ciudad, que alcanzó 1.5 metros en 1958 y rebasa actualmente los dos metros. Las vicisitudes que

sufrieron esas obras que, a pesar de todo, le siguen dando su carácter a la ciudad por su gran valor

arquitectónico fueron ricas en enseñanzas técnicas y no están ajenas al nacimiento en México de

una escuela de primer plano de ingeniería geotécnica.

Ingenieros durante la Revolución

Page 45: La historia de la Ingeniería en México

El gran crecimiento industrial durante el Porfiriato tuvo un alto costo social que derivó en el

inicio de la Revolución en 1910. El país se vio envuelto en una larga lucha armada que se

prolongó hasta el año de 1925. Durante este periodo el trabajo de los ingenieros se redujo,

llegando incluso a detenerse en ciertos periodos, en que la situación nacional era crítica. Como

sucedió en la Guerra de Independencia, muchos ingenieros se involucraron en el movimiento

social de la Revolución, tomando partido en la transformación nacional.

Entre los precursores de la Revolución debe mencionarse al ingeniero Camilo Arriaga. Nacido en

San Luis Potosí, inició su carrera política, tras graduarse de ingeniero, como diputado a la

legislatura de su estado en 1887 y a la federal de 1890 a 1898. Su celo por las Leyes de Reforma

y la Constitución de 1857 le enfrentó al régimen porfirista. Lanzó varios manifiestos y organizó

grupos liberales. Tras una agresión de la que fueron víctimas por parte de los porfiristas, Arriaga

y sus partidarios fueron aprehendidos y remitidos a México, acusados de sedición. Huyendo de

las persecuciones, se refugió en Estados Unidos. Regresó a México y se le aprisionó en 1908. Se

unió a la lucha maderista en 1910.

En el corto periodo gubernamental de Francisco I. Madero, a pesar de las circunstancias, se

registró gran actividad en el ramo de obras públicas. Se puso empeño en la ampliación,

reconstrucción y conservación de varias de las calzadas y vías importantes de la ciudad de

México, así como en el drenaje del valle; se continuó regularmente con el servicio de

pavimentación y atarjeas en las principales ciudades de la República y también se siguió adelante

con las obras portuarias. En esta época se proyectó la desaparición de los pantanos del lago de

Texcoco y se inició la desecación y la conservación de terrenos aptos para la agricultura. La red

ferroviaria creció, aunque no al ritmo de la etapa anterior; en 1912 el aumento de las vías férreas

fue de más de doscientos kilómetros. Las carreteras empezaban a ser importantes para el futuro

desarrollo del país, por lo que se creó la oficina de Inspección de Caminos, Carreteras y Puentes,

cuya función era la verificación del estado de éstos y la realización de algunos nuevos, de

acuerdo con las necesidades inmediatas.

Personalidad sobresaliente de esta época fue el ingeniero geógrafo Valentín Gama y Cruz. Nació

en San Luis Potosí en 1868, estudió en el Instituto Científico y Literario y más tarde pasó a la

ciudad de México para estudiar la carrera de ingeniero geógrafo. Fue símbolo y producto de la

Escuela Nacional de Ingenieros; su profesión lo llevó a recibir los más altos honores, como el

título de doctor ex oficio que le otorgó el presidente Porfirio Díaz. Impartió cátedra en la Escuela

Nacional de Ingenieros. Posteriormente desempeñó el cargo de director de la misma; realizó

cambios y reformó planes de estudio. En 1912 formó parte de la Subcomisión de Publicidad del

Partido Liberal que estaba encargada de la propaganda del Partido y de la publicación de su

Page 46: La historia de la Ingeniería en México

órgano oficial. En el periodo presidencial de don Venustiano Carranza, el ingeniero Gama fungió

como rector de la Universidad Nacional de México en dos ocasiones, de septiembre a diciembre

de 1914 y de abril a junio de 1915. Fue director de la Escuela Nacional de Ingenieros de 1923 a

1925 y de 1933 a 1934

Entre los ingenieros que se involucraron directamente en la Revolución destaca Vito Alessio

Robles. Nacido en Saltillo, Coahuila, obtuvo el título de ingeniero por el Colegio Militar. Fue

inspector general de policía, subdirector de Obras Públicas y agregado militar en Italia durante la

administración de Francisco Madero. Al regresar de Italia estuvo preso en Santiago Tlatelolco, en

la penitenciaría y en San Juan de Ulúa por órdenes del general Huerta. Se alistó en las filas del

constitucionalismo; operó en San Luis Potosí a las órdenes del general Carrera Torres y después

en el norte en las filas del general Francisco Villa. Combatió a Plutarco Elías Calles y Álvaro

Obregón cuando el último quiso reelegirse como presidente del Partido Antirreeleccionista.

El ingeniero Félix F. Palavicini apoyó el cambio político maderista. Ingeniero topógrafo del

Instituto Juárez de Villa Hermosa, Tabasco, fue a la vez periodista, ingeniero y escritor. Nacido

en Teapa, Tabasco, después de terminar sus estudios preparatorios en la capital de su estado natal

pasó a la ciudad de México, donde se graduó de ingeniero. Fue diputado del grupo renovador.

Estuvo preso al disolverse las cámaras en 1913. Participó en el Congreso Constituyente de 1917,

en Querétaro, como diputado. Venustiano Carranza le encomendó la cartera de Educación

Pública. Fundó el periódico El Universal en octubre de 1916.

Un papel político importante desempeñó en el periodo de la Revolución el ingeniero Alberto J.

Pani, antirreeleccionista que participó en la campaña electoral y al triunfo de Madero y fue

nombrado subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, el 21 de noviembre de 1911.

Director general de Obras Públicas del Distrito Federal en 1912, renunció en febrero de 1913. D.

Venustiano Carranza le envió a Washington para cooperar en las labores de la Agencia

Confidencial de la Revolución.

Uno de los más destacados ideólogos del agrarismo fue el ingeniero Pastor Rouaix. Nacido en

Tehuacán, Puebla, estudió en México y obtuvo el grado de ingeniero topógrafo en 1896. En 1898

se trasladó a Durango en el ejercicio de su profesión. Al triunfo de la Revolución de 1910 se le

nombró jefe político del partido de la capital del estado y fue diputado local en 1912. Expidió la

primera ley agraria del país, el 3 de octubre de 1913, y fundó el primer pueblo libre el 20 de

Page 47: La historia de la Ingeniería en México

noviembre del propio año, llamándolo Villa Madero. Decretó la expropiación de bienes de la

Iglesia. Estuvo en los combates de Gómez Palacio, Lerdo y en la toma de Torreón en 1914.

Secretario de Fomento, Colonización e Industria en agosto de 1914, no aceptó la cartera de

Fomento que le ofreció la Convención, marchando a Veracruz con don Venustiano Carranza.

Promulgó la ley agraria del 6 de enero de 1916 y fundó la Comisión Nacional Agraria, que creó

los primeros ejidos. Diputado al Congreso Constituyente de 1916 por el distrito de Tehuacán, fue

uno de los iniciadores de los artículos 123 y 27 constitucionales. Acompañó a Venustiano

Carranza en 1920. Fue diputado al Congreso de la Unión en 1924, cargo que ocupó nuevamente

en 1926. Destacó también su importante labor como historiador y geógrafo del estado de

Durango.

Hacia la ingeniería mexicana moderna

Con el fin del movimiento revolucionario y la elección como presidente del general Plutarco

Elías Calles el país entró en una nueva etapa en la cual se inició un nuevo proceso de modernidad

y desarrollo nacional, partiendo de los ideales revolucionarios, con una concepción totalmente

distinta a la prevaleciente durante el Porfiriato. Puede decirse que después de los largos conflictos

bélicos del periodo revolucionario se devolvió el país a la sociedad civil y a sus ingenieros.

El presidente Calles estableció en 1925 la Comisión Nacional de Caminos. Además, a partir de

las postrimerías de la Revolución, el desarrollo de la infraestructura hidráulica nacional recibió un

fuerte impulso del gobierno de México; para entonces ya habían sido construidas varias obras

hidráulicas de importancia, como la presa Necaxa en el estado de Puebla, terminada en 1909, para

suministro de electricidad a la ciudad de México, y la presa La Boquilla sobre el río Conchos en

Chihuahua, que empezó a operar en 1916 para generación de electricidad y riego. En el año de

1926 se consideró necesario crear un organismo encargado de desarrollar el aprovechamiento de

los recursos hidráulicos disponibles. Este organismo recibió el nombre de Comisión Nacional de

Irrigación (CNI), que más tarde se convertiría en una secretaría de Estado: la Secretaría de

Recursos Hidráulicos (SRH). En ese mismo año se inició la construcción de la presa de arco

Presidente Calles en Aguascalientes, terminada cinco años más tarde, y de la Venustiano

Carranza (Don Martín) en Coahuila. Dos años más tarde, en 1928, se inició la presa Abelardo L.

Rodríguez, inmediata a Tijuana, Baja California, cuya construcción fue realizada superando

dificultades geológicas importantes, que la hicieron famosa fuera del país.

Personalidad sobresaliente de esta época fue el ingeniero geógrafo Valentín Gama y Cruz. Nació

en San Luis Potosí en 1868, estudió en el Instituto Científico y Literario y más tarde pasó a la

ciudad de México para estudiar la carrera de ingeniero geógrafo. Fue símbolo y producto de la

Escuela Nacional de Ingenieros; su profesión lo llevó a recibir los más altos honores, como el

Page 48: La historia de la Ingeniería en México

título de doctor ex oficio que le otorgó el presidente Porfirio Díaz. Impartió cátedra en la Escuela

Nacional de Ingenieros. Posteriormente desempeñó el cargo de director de la misma; realizó

cambios y reformó planes de estudio. En 1912 formó parte de la Subcomisión de Publicidad del

Partido Liberal que estaba encargada de la propaganda del Partido y de la publicación de su

órgano oficial. En el periodo presidencial de don Venustiano Carranza, el ingeniero Gama fungió

como rector de la Universidad Nacional de México en dos ocasiones, de septiembre a diciembre

de 1914 y de abril a junio de 1915. Fue director de la Escuela Nacional de Ingenieros de 1923 a

1925 y de 1933 a 1934.

Entre los ingenieros que se involucraron directamente en la Revolución destaca Vito Alessio

Robles. Nacido en Saltillo, Coahuila, obtuvo el título de ingeniero por el Colegio Militar. Fue

inspector general de policía, subdirector de Obras Públicas y agregado militar en Italia durante la

administración de Francisco Madero. Al regresar de Italia estuvo preso en Santiago Tlatelolco, en

la penitenciaría y en San Juan de Ulúa por órdenes del general Huerta. Se alistó en las filas del

constitucionalismo; operó en San Luis Potosí a las órdenes del general Carrera Torres y después

en el norte en las filas del general Francisco Villa. Combatió a Plutarco Elías Calles y Álvaro

Obregón cuando el último quiso reelegirse como presidente del Partido Antirreeleccionista.

El ingeniero Félix F. Palavicini apoyó el cambio político maderista. Ingeniero topógrafo del

Instituto Juárez de Villa Hermosa, Tabasco, fue a la vez periodista, ingeniero y escritor. Nacido

en Teapa, Tabasco, después de terminar sus estudios preparatorios en la capital de su estado natal

pasó a la ciudad de México, donde se graduó de ingeniero. Fue diputado del grupo renovador.

Estuvo preso al disolverse las cámaras en 1913. Participó en el Congreso Constituyente de 1917,

en Querétaro, como diputado. Venustiano Carranza le encomendó la cartera de Educación

Pública. Fundó el periódico El Universal en octubre de 1916.

Un papel político importante desempeñó en el periodo de la Revolución el ingeniero Alberto J.

Pani, antirreeleccionista que participó en la campaña electoral y al triunfo de Madero y fue

nombrado subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, el 21 de noviembre de 1911.

Director general de Obras Públicas del Distrito Federal en 1912, renunció en febrero de 1913. D.

Venustiano Carranza le envió a Washington para cooperar en las labores de la Agencia

Confidencial de la Revolución.

Uno de los más destacados ideólogos del agrarismo fue el ingeniero Pastor Rouaix. Nacido en

Tehuacán, Puebla, estudió en México y obtuvo el grado de ingeniero topógrafo en 1896. En 1898

Page 49: La historia de la Ingeniería en México

se trasladó a Durango en el ejercicio de su profesión. Al triunfo de la Revolución de 1910 se le

nombró jefe político del partido de la capital del estado y fue diputado local en 1912. Expidió la

primera ley agraria del país, el 3 de octubre de 1913, y fundó el primer pueblo libre el 20 de

noviembre del propio año, llamándolo Villa Madero. Decretó la expropiación de bienes de la

Iglesia. Estuvo en los combates de Gómez Palacio, Lerdo y en la toma de Torreón en 1914.

Secretario de Fomento, Colonización e Industria en agosto de 1914, no aceptó la cartera de

Fomento que le ofreció la Convención, marchando a Veracruz con don Venustiano Carranza.

Promulgó la ley agraria del 6 de enero de 1916 y fundó la Comisión Nacional Agraria, que creó

los primeros ejidos. Diputado al Congreso Constituyente de 1916 por el distrito de Tehuacán, fue

uno de los iniciadores de los artículos 123 y 27 constitucionales. Acompañó a Venustiano

Carranza en 1920. Fue diputado al Congreso de la Unión en 1924, cargo que ocupó nuevamente

en 1926. Destacó también su importante labor como historiador y geógrafo del estado de

Durango.

Hacia la ingeniería mexicana moderna

Con el fin del movimiento revolucionario y la elección como presidente del general Plutarco

Elías Calles el país entró en una nueva etapa en la cual se inició un nuevo proceso de modernidad

y desarrollo nacional, partiendo de los ideales revolucionarios, con una concepción totalmente

distinta a la prevaleciente durante el Porfiriato. Puede decirse que después de los largos conflictos

bélicos del periodo revolucionario se devolvió el país a la sociedad civil y a sus ingenieros.

El presidente Calles estableció en 1925 la Comisión Nacional de Caminos. Además, a partir de

las postrimerías de la Revolución, el desarrollo de la infraestructura hidráulica nacional recibió un

fuerte impulso del gobierno de México; para entonces ya habían sido construidas varias obras

hidráulicas de importancia, como la presa Necaxa en el estado de Puebla, terminada en 1909, para

suministro de electricidad a la ciudad de México, y la presa La Boquilla sobre el río Conchos en

Chihuahua, que empezó a operar en 1916 para generación de electricidad y riego. En el año de

1926 se consideró necesario crear un organismo encargado de desarrollar el aprovechamiento de

los recursos hidráulicos disponibles. Este organismo recibió el nombre de Comisión Nacional de

Irrigación (CNI), que más tarde se convertiría en una secretaría de Estado: la Secretaría de

Recursos Hidráulicos (SRH). En ese mismo año se inició la construcción de la presa de arco

Page 50: La historia de la Ingeniería en México

Presidente Calles en Aguascalientes, terminada cinco años más tarde, y de la Venustiano

Carranza (Don Martín) en Coahuila. Dos años más tarde, en 1928, se inició la presa Abelardo L.

Rodríguez, inmediata a Tijuana, Baja California, cuya construcción fue realizada superando

dificultades geológicas importantes, que la hicieron famosa fuera del país.

Al empezar la tercera década de siglo XX llegó a la presidencia de la República el primero y

único ingeniero que haya ocupado esta posición (de 1930 a 1932): Pascual Ortiz Rubio. Nacido

en Morelia, Michoacán, estudió en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo y en México en la

Escuela Nacional de Ingenieros, donde se tituló de ingeniero topógrafo en 1902. Ejerció su

profesión en Michoacán e intervino en la política local. Fue diputado a la XXVI Legislatura

maderista y fue uno de los diputados presos en octubre de 1913, al disolver Victoriano Huerta el

Congreso. Afiliado después al constitucionalismo. Gobernador del estado de Michoacán de 1917

a 1920, se adhirió ese año al Plan de Agua Prieta. Secretario de Estado en el gabinete de Adolfo

de la Huerta y en el de Álvaro Obregón, también fue ministro de México en Alemania y Brasil.

Dejó ese puesto para presentarse como candidato a la presidencia de la República. Electo

presidente, tomó posesión el 5 de febrero de 1930, pero tuvo que renunciar al cargo el 2 de

septiembre de 1932.

Con la fundación de la Universidad Nacional en 1910, la Escuela Nacional de Ingenieros pasó a

depender de ella. Esta escuela se incorporó sin modificaciones sustanciales en sus planes y

Page 51: La historia de la Ingeniería en México

programas de estudio, salvo que en 1913, y en forma transitoria, se agregó la instrucción militar.

Desde 1917 se apreció la necesidad de abrir una carrera que contemplara la obtención y el

aprovechamiento de petróleo; pero sólo en 1929 se fundó la de ingeniero petrolero, por iniciativa

del entonces director José A. Cuevas. Derivada del movimiento universitario de 1929, la

Universidad Nacional obtuvo su total autonomía en 1933 y las autoridades universitarias se

abocaron a la reorganización de la máxima casa de estudios y crearon cuatro facultades además

de la Escuela Nacional Preparatoria. Una de ellas fue la de Ciencias Físico-Matemáticas,

integrada por la Escuela Nacional de Ingenieros, la Escuela Nacional de Ciencias Químicas y el

Departamento de Ciencias Físicas y Matemáticas. Como era de esperarse, la sede de la Facultad

fue el Palacio de Minería. El primer director fue el distinguido ingeniero geógrafo Valentín Ga-

ma, director también de la Escuela Nacional de Ingenieros, que inmediatamente después cambió

de nombre por el de Escuela Nacional de Ingeniería. El Departamento de Ciencias Físico-

Matemáticas se estableció en algunos salones compartidos con la Escuela y a partir de ese año el

Palacio de Minería cobijó la investigación científica organizada, a cargo de ameritados maestros

que habían sido discípulos de don Sotero Prieto. Brillantes jóvenes como Alfonso Nápoles

Gándara, Manuel Sandoval Vallarta y Mariano Hernández iniciaron la investigación matemática

y Carlos Graef, Alberto Barajas y Nabor Carrillo destacaron en la física. Al momento del traslado

a Ciudad Universitaria se podían estudiar las carreras de ingeniero topógrafo, geodesta, civil, de

minas y metalurgista, mecánico electricista, petrolero y geólogo, y a partir de 1957 se impartieron

maestrías y cursos especializados, para lo cual se creó la División de Estudios Superiores que en

1959 dio a la Escuela el carácter de Facultad de Ingeniería.

A partir de 1930 el acelerado crecimiento de la población de la capital, que llegaba a un millón de

habitantes, la extracción acelerada de agua de los mantos freáticos y el consecuente asentamiento

del terreno ocasionaron que la ciudad de México volviera a padecer constantes inundaciones que

se hacían cada vez más frecuentes y más desastrosas. Todo el sistema de drenaje tuvo que ser

reestructurado y se buscaron diversas soluciones. Una de ellas consistió en aliviar el gasto que

soportaba el túnel de Tequixquiac mediante la construcción de un segundo túnel, que comenzó en

1937. Este nuevo túnel de Tequixquiac desemboca en la barranca de Acatlán, tal como lo había

sugerido Francisco de Garay en 1856; tiene una longitud de 11.2 kilómetros, es de sección

circular y permite un gasto máximo de sesenta metros cúbicos por segundo; se dotó con diez

lumbreras y con pozos de ventilación a cada doscientos metros. Su construcción encontró

innumerables contratiempos, desde la falta de presupuesto, la selección de materiales

inadecuados, el cambio de instituciones encargadas de su construcción hasta las prisas por

entregar las obras; por lo que no fue sino hasta 1954 cuando se concluyó y lo inauguró el

presidente Adolfo Ruiz Cortines. Desde 1930 se emprendió la prolongación sur del gran canal,

conocido como canal de Miramontes. También se llevaron a cabo trabajos para desazolvarlo,

ampliarlo y obras de refuerzo y elevación de sus bordos. Se repararon y diseñaron nuevas redes

de atarjeas del servicio de alcantarillado y se construyeron colectores para desaguar diversas

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colonias, así como cárcamos y plantas de bombeo para descargar todos los colectores hacia el

canal, con una capacidad de sesenta metros cúbicos por segundo. Con todo esto se logró que el

gran canal tuviera capacidad para un gasto de 175 metros cúbicos por segundo, lo que representa

un enorme caudal. Sin embargo, la tarea del desagüe de la ciudad de México estaba muy lejos de

haber llegado a su fin. Ya en 1925 el ingeniero Roberto Gayol, siendo director de las obras de

drenaje, había informado oficialmente a la comunidad técnica del país que la ciudad de México se

hundía respecto al lago de Texcoco. Era previsible entonces que tal hundimiento afectara a las

pendientes del gran canal y de los distintos interceptores, comprometiendo el funcionamiento del

drenaje. Se presentaba así un nuevo reto para los ingenieros, al que han tenido que enfrentarse

hasta nuestros días.

Símbolo de los avances que se iban logrando en la ingeniería mexicana, la construcción de la

cimentación del edificio de la Lotería Nacional representó un hito en el desarrollo de la mecánica

de suelos en México. En efecto, para este edificio el ingeniero José Antonio Cuevas, pionero de

la mecánica de suelos científica, diseñó una cimentación constituida por un cajón de concreto que

permite aprovechar el efecto de compensación de cargas, en donde el peso de la estructura

compensa el del material excavado.44 El ingeniero José A. Cuevas, nacido en la ciudad de

México, había realizado sus estudios profesionales en la Escuela Nacional de Ingeniería,

graduándose en 1912. Fue profesor de matemáticas en escuelas secundarias, de geometría

descriptiva en la Escuela Nacional Preparatoria (1912-1931), de estática y estabilidad en las

facultades de Arquitectura e Ingeniería (l916-1927) y de mecánica de suelos en el Colegio Militar

(1930-1933). Fungió como director de la Escuela Nacional de Ingeniería (1924-1929); fue uno de

los fundadores de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (1932); jefe de proyectos de la

ciudad de México (1924-1926), y jefe de proyectos de la Comisión Nacional de Caminos (1925-

1928).

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