Ambito de Formacion en La Fe en La Escuela Catolica y Estatal
La Homosexualidad y La Fe Catolica
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LA HOMOSEXUALIDAD Y LA FE CATOLICA
En la actualidad, uno de los principales detractores al desarrollo de la homosexualidad de las
personas y a los “derechos” que le corresponden es la Iglesia Católica. Bajo ese tenor, y al representar ésta
población católica un considerable 63% de la población americana y el 17.7% de la población mundial 1,
resulta indispensable -a fin de cumplir a cabalidad los objetivos trazados en el presente trabajo- señalar la
postura de esta considerable población.
A pesar de que no es muy conocido por el ciudadano de a pie, la Iglesia Católica se ha pronunciado
oficialmente sobre la homosexualidad incluso desde el año 19862 señalando así lineamientos de una pastoral
para homosexuales, hasta instrucciones de discernimiento en caso de que alguno desee incorporarse a un
seminario o vida religiosa. No obstante, es en su Catecismo3 donde se expresa específicamente a la
homosexualidad:
“Castidad y Homosexualidad
2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que
experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo
sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen
psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura
que los presenta como depravaciones graves (Cf. Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1
Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son
intrínsecamente desordenados” (CDF, decl. "Persona humana" 8). Son contrarios a la
ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera
complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún
caso.
2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias
homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para
la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto,
compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación
injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y,
si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden
encontrar a causa de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante
virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el
1 https://www.aciprensa.com/noticias/estos-son-los-numeros-de-los-catolicos-en-el-mundo-segun-anuario-pontificio-2015-40519/2 http://www.es.catholic.net/op/articulos/20301/cat/325/algunos-datos-de-derecho-canonico-sobre-la-homosexualidad.html3 http://www.vicariadepastoral.org.mx/1_catecismo_iglesia_catolica/catecismo_iglesia_catolica.pdf
apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y
deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.”
Al respecto, podemos señalar que para la Iglesia Católica las personas homosexuales tienen
desórdenes psíquicos inexplicables, son contrarios a la Ley Natural, impiden la propagación de la vida y no
pueden recibir aprobación bajo ningún concepto; no obstante, entiende que hay algunos casos que existen sin
voluntad propia o libre elección y que éstos deben ser acogidos con respeto y delicadeza por los demás
cristianos. En cualquiera de los casos, incita a la castidad de las personas homosexuales.
Por otro lado, en cuanto a la unión matrimonial y su relación con los homosexuales, el canon 1096 §
1 del Código de Derecho Canónico, denota la finalidad de la unión matrimonial:
“Para que pueda haber consentimiento matrimonial, es necesario que los contrayentes
no ignoren al menos que el matrimonio es un consorcio permanente entre un varón y una
mujer, ordenado a la procreación de la prole mediante una cierta cooperación sexual”.
No obstante en el canon anterior se señala que:
“1095. Son incapaces de contraer matrimonio: (…) 3. quienes no pueden asumir las
obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza psíquica.”
En otras palabras, e interpretando de manera sistemática, la Iglesia católica considera a los
homosexuales como personas con naturaleza psíquica diferente a la del varón y la mujer. Este análisis tiene
más asidero aún si se tiene en consideración que el Canon 1098 señala:
“1098. Quien contrae el matrimonio engañado por dolo, provocado para obtener su
consentimiento, acerca de una cualidad del otro contrayente, que por su naturaleza
puede perturbar gravemente el consorcio de vida conyugal, contrae inválidamente.”
Bajo ese tenor, los homosexuales señalan que se les estaría discriminando de manera injusta un
derecho natural como es la unión matrimonial con otra persona. Al respecto, existe un artículo interesante de
Pedro María Reyes que analiza este punto4. Este autor señala que:
“La Iglesia rechaza el pecado, no al pecador. La doctrina de la Iglesia es la de acoger
y comprender al pecador, porque todos somos pecadores y estamos llamado a luchar
para superar nuestros pecados. Nadie es responsable de sus tendencias. Todos estamos
llamados a la mayor amistad con Dios, a pesar de que todos tenemos tendencia a pecar
de un modo u otro. La Iglesia acoge a las personas con tendencias homosexuales
igual que a los demás. Únicamente les pide -a ellos y a todos- que luchen por
superar las tendencias que les llevan a cometer pecados. (…)
4 http://www.iuscanonicum.org/index.php/derecho-matrimonial/naturaleza-del-matrimonio-canonico/377-homosexualidad-y-matrimonio-ila-iglesia-discrimina-injustamente.html
En definitiva, la Iglesia no condena la tendencia a la homosexualidad, lo que
condena son los actos homosexuales. Y ello con la limitación de que nadie, salvo Dios,
es capaz de juzgar la conciencia de otra persona. Por eso la Iglesia condena el hecho
objetivo inmoral (en este caso el acto homosexual) dejando fuera de su juicio la
responsabilidad moral de quien ha cometido ese hecho.”
De lo acotado por el autor se puede determinar que en sí misma, la Iglesia Católica no rechaza a las
personas homosexuales, sino que rechaza los actos que ellas llevan a cabo; entendidos como pecados que
interfieren en la vida cristiana ideal. Incluso en este punto el autor hace un símil de rechazo a una persona, se
entiende heterosexual, que es pecadora: no se le rechaza a ella misma, sino al acto que lleva a cabo.
Por otro lado resulta conveniente analizar nuevas perspectivas que se vienen generando al interior
de la Iglesia Católica. Tal es el caso de lo desarrollado por algunos obispos católicos en la Undécima
Congregación General “Relatio post disceptationem” o Sínodo extraordinario de Familia5 donde señalan que:
“Acoger a las personas homosexuales
50. Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la
comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles
un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una
Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de
serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica
sobre la familia y el matrimonio?
51. La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo
elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y
evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta como un
importante desafío educativo. La Iglesia, por otra parte, afirma que las uniones entre
personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y
una mujer. Tampoco es aceptable que se quieran ejercitar presiones sobre la actitud de
los pastores o que organismos internacionales condicionen ayudas financieras a la
introducción de normas inspiradas a la ideología gender.
52. Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales,
se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio,
constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene
atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando
que en primer lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los
pequeños.”
5 http://s0.uvnimg.com/files/2014/10/25288/synod14-undcimacongregacingeneral_relatiopostdisceptationemdelrelatorgeneralcardenalptererd.pdf
Por estas razones, se puede concluir de este capítulo que si bien es cierto la Iglesia Católica se niega
rotundamente a la unión matrimonial entre homosexuales, tal y como lo hemos visto en el Código Canónico y
en el Catecismo cristiano, esto no implica necesariamente que se les rechace y discrimine, sino que condenan
los actos que llevan a cabo y los califican de pecaminosos. No obstante, esto no implica necesariamente que
no puedan llevar una vida acorde a los preceptos de la Fe Católica puesto que incluso se les acepta, se
generan lineamientos que permitan su inserción en la comunidad católica y hasta, actualmente existen
miembros activos de la misma que señalan a las personas homosexuales como personas con dones y
cualidades que pueden poner en servicio de la sociedad.