La imagen de la palabra

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juan manuel jurado laimagen de lapalabra

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Poemario con obras inspiradas en las imágenes de los autores participantes en el Abierto de Fotografía de Almansa 2004

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juan manuel jurado

laimagen de lapalabra

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laimagen

de lapalabra

poemas de

juan manuel jurado

sobre fotografías de

ana izquierdo

feliciano lópez

fernanda verón

david jiménez

virginia bernal

julio álvarez yagüe

isabel flores

ramiro coniglieri óscar martínez

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de los textos, Juan Manuel Jurado Romero, 2004

de las imágenes, sus autores Edición de Juan Manuel Jurado Romero Depósito legal AB-308-2004

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“di a la sombra que se torne ojos”

clara janés

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an

a izq

uie

rdo

Geografía paralela

DESDE hace unos días

quizá sean dos o tres o cientos

o todo un borroso calendario de fechas extraviadas

siento los pasos de la luz

recorriendo la orografía de mi cama.

Pliegues, hendiduras, aéreos valles, altos y bajos,

verticales abismos donde el sustento

se convierte en vértigo de atmósfera desterrada.

Luz que se acerca a mis ojos ensombrecidos,

aún vidriosos tras el eclipse del sueño,

errados al creer ver el color donde todo es blanco.

Hace tantos días que la geografía de tu cama es un desierto

que no sé dónde esconder mi mirada

sin encontrarme con la oscura sombra

que se agazapa bajo mis mapas,

sin tropezarme con la deserción de mis pies

huidos entre este desorden de deseos abandonados.

Ya no sé si ahora que se me ha perdido el tiempo

podré bajar hasta este deshabitado aire que me acompaña.

¿Dónde estarás?

La puerta estaba abierta y tu recuerdo se me ha escapado.

¿Dónde estarás?

¿Dónde habré de ir para no encontrarte?

Para no verte, para no abrazarte.

¿Dónde de esta soledad que me inunda los ojos,

que ha llenado mis paredes, que cerró las ventanas y ahuyentó a mi biografía?

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en

bla

nco

¿Dónde?

¡Cuánta quietud se acumula en mis pisadas

y, sin embargo, qué veloz huye mi ambición!

Las líneas paralelas siempre me gustaron.

Me decían que se encontraban en el infinito

después de recorrerlo todo.

Y todo era como si no fuera nada.

Las imaginaba allí, perdidas, hablando de sus cosas,

de lo interminable del camino.

Sé que, probablemente, me lo reproches.

Pero no he podido resistirme

a la llamada de la luz y de la geometría:

he decidido buscarte en el imposible horizonte.

Se me hace difícil explicar cómo mis pies,

lentos y morosos, contagian una borrosa prisa multicolor

a este mínimo territorio que me traslada

hacia una claridad que me deslumbra.

Ante mí un futuro que crece como un deseo cegador,

a mis lados un pasado que me sobresalta

pues el infinito de las líneas paralelas se deshace

y con él un tiempo que no vuelve jamás.

Tu presencia...

¿He de encontrarla en el hueco dejado por las palabras?

¿En la frágil arquitectura que anhela desmoronarse?

Aquí estoy.

Asfaltos. Luces. Surcos como hilos durmientes.

Aquí estoy y no me atrevo a abandonar

las metálicas paredes que me defienden de mi deseo.

Las paralelas continúan. Y tú comienzas.

Esto no debe de ser el infinito.

Pero quizá sea el inicio de su frontera.

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felic

ian

o ló

pe

z

La presencia de la piel

¿ES verdad que necesitamos de la presencia ajena

para conservar nuestro equilibrio?

¿Qué la piel sólo se reconoce a sí misma

en el contagio con otras pieles?

Puede que no nos basten

las imprudentes exploraciones

que transitan codiciosamente por los relieves

en busca de las huellas del tiempo.

Y que tampoco sean suficientes

los empeños por trazar nuevas rutas

en la geología de la carne.

Tenue sustento alimentado por la pertenencia,

esa posesión de lo efímero

que practica la fe en lo eterno,

ignorante de la conversión

de la compañía en profunda soledad,

de la alteración de lo conocido

en un intruso que nos ahuyenta.

Nos abordamos con prisa,

con esa inquietante premura de lo fugaz

estampándose en el recuerdo,

aceptándonos como viajeros de

una acelerada travesía por las

aturdidas curvas de la imaginación.

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me

tam

orf

osis

Perseguimos el movimiento

de la otra piel que nos busca,

como si en su agitación se escondiera

aquello que sólo intuimos,

reinventando la forma

que, pletóricamente, desborda al deseo.

Nos acercamos a los miedos de la carne

y al llegar a sus fronteras no sabemos

dónde colocar el siguiente paso.

Somos dados a complicar los caminos,

a evitar la línea recta

o a confundir la orientación del trayecto.

Es entonces cuando nuestro equilibrio peligra,

es entonces cuando la pregunta retorna:

¿Es verdad que necesitamos la otra presencia

para saber de la nuestra?

Y la respuesta

se nos hace evidente.

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fern

an

da

ve

rón

Vocación de náufrago

CUANDO las palabras se me atormentan

no encuentro lugar para el refugio.

Así es la crueldad de los papeles al sumergirse en la tinta.

Nada me salva de los turbios acentos

dejando su énfasis hundido en mi espalda.

Nada puede impedir la presencia

de las palabras que nunca quise decir.

Cuando me crecen las tempestades del pensamiento

cercando los límites de mi quebrantada mirada

me pregunto por las edades que dejé pasar,

por los días en los que debí decir y callé,

por las manos que debí tocar y no rocé.

Nostálgicas demandas con las que intento combatir

mi vocación de náufrago.

Hay ventanas que parecen fronteras,

como perfiles del aire

solicitándonos el pasaporte del ensueño.

Porque al otro lado sólo es posible cerrar los ojos.

Y respirar. Lentamente, respirar

atrapando los invisibles soplos que nos moldean,

inmóviles como plantas de confusa disposición

codiciando una imposible caricia.

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vis

ion

es o

rgá

nic

as

La palabra y el pensamiento me atormentan.

Y no sé si su residencia se encuentra en mi cabeza.

O en mi mano inquieta que desconoce el descanso,

o en esta atmósfera que, como un viento errático,

me rodea con la urgencia de lo irrepetible.

No lo sé. Ni deseo saberlo.

Porque no quiero que mis ojos lo sepan.

Pues aún necesito de mi antigua mirada,

aquella que creía en el asombro

de un tiempo que no avanzaba

y una luz que me obedecía.

Aquellos remotos ojos de mi infancia.

Ahora, ya nada permanece.

De nada me sirve esconder las palabras atormentadas

o prolongar la mirada hacia la oscuridad

porque mi sitio parece dispuesto para la ruptura,

hecho de piezas acopladas a un puzle sin sustento.

Quizá otro lugar, otra luz y otro tiempo

me estén esperando.

Y lo hagan pacientemente,

con la calma de quien sabe adormecer la angustia.

Quizá, después de todo, los espejos me mientan

y esta soledad no sea cierta.

Será entonces, cuando deba aprender a buscarme.

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da

vid

jim

én

ez

Lo que queda

LO que encontramos ojos afuera

es el reflejo de lo que escondemos ojos adentro.

Me lo dijiste hace tiempo. Y te creí.

Después de todo lo sucedido,

aunque ahora sólo me atreva a creer en el recelo

alimentado por la inconstancia de la sombra,

tus palabras continúan ocupando

ese sitio impreciso que en algún momento llenaste,

un lugar de memoria azul

y de quietud inexplicable,

una calma alojada como un parásito tras tu ausencia.

Esto es lo que me queda,

tu palabra silenciosa hiriéndome el recuerdo,

tu perfil preciso ocultándome lo que me espera.

Si es que algo he de encontrar.

Los desastres dejan tras de sí

huellas sin forma, pero sencillas de reconocer.

El vacío sorprendido por el regreso de la costumbre,

un indiferente reclamo que nos atrae con cansancio.

Y el vestigio de un pasado

que pronto se nos convierte

en el apunte de un libro de arqueología.

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lo q

ue

qu

ed

a

Los desastres avanzan sobre los tejados

moldeando sus alturas,

confundiendo la perspectiva

como si el aire fuera un

desordenado encerado matemático

de inconstantes geometrías.

Hasta tornar a lo oscuro envolviéndolo todo.

Lo de fuera es el espejismo de lo de dentro.

No se me olvida.

Por eso las paredes pierden su severa rectitud

y sobre mí se esbozan las líneas

de un deseo que te busca

como codiciosos surcos volátiles,

como pretenciosas brújulas que señalan tu presencia,

haciéndome creer que tú estás

donde se encuentran los vientos.

Lo que queda es lo que no pudo escapar.

de aquel desconcierto,

del abismo que se apoderó del paso de los días,

confusos al perder nuestro calendario.

Lo que queda, lo sabes, es nada.

Las palabras sólo sirven para ponerlas en los oídos.

Lugar de memoria azul y quietud inexplicable,

él y yo somos lo que queda.

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virgin

ia b

ern

al

Estilo de vida

“ME uniré a tu viento.

Sólo he de subir hasta la primera ráfaga blanca.

Luego, él sabrá dónde he de ir.”

Estas fueron sus palabras la última vez

que hizo bajar al cielo para ser escuchado.

Él era constructor de verdades y sabía hacerlo.

Días después recordé que, ya antes,

había intentado decírnoslo,

cuando todavía la certeza era sólo una.

Dejó rastros de sus intenciones aéreas,

Pero, dado su propósito,

sólo pudo hacerlo fuera del camino.

Y por eso no lo vimos.

Porque nuestros pasos avanzaban

domados por los límites del sendero,

porque los ojos se nos quedaban en lo cercano

y los gestos, hace ya demasiado tiempo,

se nos acomodaron a una realidad chiquitita.

Pequeña, pero que imaginamos grande,

pues la hemos invadido con materias que abarrotan

nuestras miradas y colman nuestros horizontes.

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estilo

de

vid

a

da

vid

jim

én

ez

Tenemos los aires llenos de saturados silencios,

las voluntades avasalladas,

las alegrías falsificadas

y los sueños empobrecidos.

Todo un estilo de vida.

Lo visité poco antes de su partida.

No me dijo nada, pero supe

que su certidumbre sobre lo real se tambaleaba,

que todo le invitaba a hacerse las preguntas

desde una nueva perspectiva.

El aviador se fue

como lo hacen los vientos del norte,

triunfante, rápido y silencioso.

Dejando atrás la duda sobre la apariencia

de nuestro estilo de vida.

Convertimos a los extraños en héroes

o en locos alimentados por la imprudencia.

Aunque, bien pensado, viene a ser lo mismo

si les admiramos desde la distancia de lo cotidiano.

Ahora, cuando la fe en lo que toco se me desvanece

y los mundos que podrían ser

rasgan la última capa de mi realidad,

la nitidez de lo auténtico palidece y lo difuso me atrae como un hálito invisible

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julio

álv

are

z y

agüe

Lo oculto

AQUELLO que se nos oculta

camuflado entre miradas abreviadas,

guardado tras las persianas del desconocimiento

esas paredes inmóviles negadoras de luz ,

a veces logra escurrirse por las inoportunas grietas

en las que se esconde la noche

huyendo de la severidad de la línea recta,

mientras en su indeciso rastro salpica

la oscuridad con las respuestas

a las preguntas que nos arrojaron desde el engaño.

Lo que se nos oculta contiene

las verdades que no pertenecen al azar,

guarda esa sombra que nos duele,

calcula la aritmética de los cambios que nos arrastran.

Y aunque creamos reconocerlo

en el trazo grueso de lo cotidiano

poniendo nombres a las formas

que creíamos perfiladas en el recuerdo,

la memoria nos miente.

Otro mundo de verdades hambrientas

se abre paso impacientemente,

como el aceite en el asedio a las gotas de agua,

como la sustancia química desnudándose

ante la furtiva mirada de las lentes.

Mundo de voluntades dispersas

ignorantes de su frontera común,

ambulantes entre los campos de ceniza negando la ley fatal de la muerte irremediable

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alie

ns

fern

an

da

ve

rón

Nos miramos en los demás

para intentar comprender por qué

el tiempo abre los ojos y cierra los labios,

por qué en el jeroglífico mapa del alma

la alquimia de la nostalgia

deja huellas como cráteres ardientes.

Hasta nosotros mismos

nos hacemos esquivos ante el espejo

con gestos alargados por el desengaño,

como tentáculos propulsando nuestra huída.

No sé si de algo sirve tanto arcano, tanto disfraz.

Seguramente, verdades y secretos

terminan auscultándose los afectos

en el lugar de encuentro donde terminamos varando

cuando los extravíos los propios, los extraños

abandonan sus mundos paralelos

y en la noche se desvisten tropezando en el único lecho universal.

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isa

be

l flo

res

Desde la cubierta

SÉ que mi sitio era otro,

pues aún recuerdo el paso de las horas

junto a los aledaños sólidos de mi codicia,

dibujando una proa solitaria

a la que nunca alcanzaban los vientos,

eternos rastreadores de mi ímpetu.

Lo que ya no sé es si este rumbo,

caído sobre los mapas con el cinismo de lo ilusorio,

me llevará hasta el territorio que alguna vez imaginé

en los viajes trazados con líneas invisibles,

cuando abarcar lo inalcanzable

era aún una tarea alojada en el sueño.

Un día el estruendo del mundo lo redujo todo,

dejé de estar a salvo

y mis palabras se hicieron lluvia sin forma.

Ahora viajo sin conocer los signos que se me revelan,

sin saber del sustento de estas aguas

o la forma de la tierra que permanece a la espera.

Pero reconoceré su contorno cuando aparezca,

porque navega conmigo como un verbo mudo que me hablará con voz exaltada al encontrarnos.

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las a

ventu

ras d

e a

rthur

pie

rre

-ledru

felic

ian

o ló

pe

z

las a

ve

ntu

ras d

e a

rthur

pie

rre

-ledru

Mientras tanto, mientras espero la llegada

de un tiempo de ojos exultantes,

acompaño al mar en su inmensa deriva,

revisando desde esta cubierta convertida en orbe

la pequeñez de mi ánimo, presenciando aturdido

la magnitud de mis secretos fantasmas.

No volveré. Continuaré buscando la línea rota

encajada en el límite del horizonte

mientras el océano se desvanece en el pequeño espacio de mi vista ensanchada.

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isa

be

l flo

res

Falsa calma

CREEMOS conocer los límites,

la dirección de cada camino iniciado,

el significado de las palabras dichas

más aún de las calladas ,

el orden de las materias que nos rodean.

Nos creemos capaces de abrazar el universo.

Pero muy pronto se nos empiezan a escapar

las certezas que manteníamos incrustadas

bajo nuestra piel de crédulos inexpertos.

Y entonces los límites crecen

sin que podamos reconstruir

las barreras que antes nos protegían.

Los senderos olvidan su firmeza

de arena y piedras inmutables

equivocando su destino.

Las palabras se pierden

en una soledad de gritos inaudibles

porque los oídos, simplemente, ensordecieron.

La perspectiva, reclamada por nuevos ojos,

se nos derrumba como un viejo edificio y nos aloja en la periferia del olvido.

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Page 23: La imagen de la palabra

las c

art

as a

tlánticas

En este viaje de ida y vuelta,

en este tránsito esférico siempre inconcluso,

se me ha perdido la estela

que tras mis pasos dejaban mis certidumbres

como axiomas de lo que ha de ser.

Si lo venidero es un desconocido

que intuyo atento a mis descuidos,

si no logro adivinar desde la distancia

el atajo disimulado entre lo errático,

cuando regrese al inicio me encontraré con la sombra dejada por lo que fui.

Esta perversa geometría de lo aparente

nos engaña poniendo el mundo en nuestras manos,

adormece nuestra inquietud ante el vértigo

y obsequia a las palabras buscadoras de promesas

con la fe de los crédulos.

Inexacta matemática que acaba inundándonos con un mar de falsificada calma.

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Argumentos del adiós

SIN dudarlo, dejé colgada mi voluntad

en tus obsesivas contradicciones.

Pero sólo logré perder la cabeza.

Sigilosamente se me agachó el horizonte,

le di la espalda a mis pretéritos,

enturbié mis ojos ya extraviados

y el gesto se me encogió

como secado por un aire incandescente.

Adelgazó mi alma y también lo quiso

hacer mi cuerpo desplomado en la ausencia.

Los días se nos colaron

por las rendijas de la monotonía,

diluidos en una especie de poética de supermercado.

Terminaron por ahogarse

las palabras despobladas,

un humo antiguo se llevó

los últimos hechizos de tu aliento

y tras nosotros fuimos dejando

un rastro de abandono.

¡Qué difícil es respirar

cuando el aire se hace ermitaño!

¡Cuánta complicación para distinguir la línea

entre el absoluto vacío y el brillante triunfo!

Es tan fácil el tropiezo,

tan frágil el cristal

con el que se fabrica la nostalgia

que, sin el repuesto del olvido,

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ram

iro

co

nig

lieri

Page 25: La imagen de la palabra

bo

de

go

ne

s

pronto vagaría sobre una

alfombra de vidrios rotos.

Todo llega a parecerme tan pequeño y lejano,

asomándose tan inútil

en los amaneceres prolongados

abrumadoramente en la insistencia de lo oscuro,

que seguir durmiendo o seguir muriendo

vienen a ser una misma cosa.

Sabes que ya no distingo

entre tu piel y la cobertura de la devastación,

entre tu olor y el que depositan las tormentas

no sé esconderme y me ha podido la evidencia ,

y ahora que se me agotaron las fuerzas

consumidas en mil trabajos de súplica

sólo me resta esperar el inicio

de tus prácticas en un tiempo sin orillas,

aguardando una última llamarada, azul y fría,

o el goteo del agrio zumo de tu boca.

Pasaron los días de vino y ya nada

debe volver a ser lo que fue.

De tarde en tarde te añoraré

procurando olvidar este presente

reducido a un triste acopio de residuos.

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“di a la sombra que se torne ojos”

clara janés

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óscar

mart

ínez

Las formas del mar

Al mirar atrás busqué la orilla de un mar

que acababa de apoderarse de mis ojos.

Mientras escrutaba el espacio crecido a mi espalda

huía de los que señalaban un horizonte de tierra adentro,

de los metálicos perseguidores

apretándose en estridentes muchedumbres,

de los muros opacos amantes de la sombra perenne,

de las aguas domesticadas, de la luz obediente

erguida como un vigilante de mis pasos.

Una huída esquiva,

transgresora con la horizontalidad de las calles

y sus monótonos pronósticos,

disfrazada de celeridad en mis zapatos

que buscaban aturdidos su trayectoria costera

reclamando un espacio en el cobijo de lo anónimo.

Conozco las formas que pueblan

esta esquina de las aguas

y sé que no son mías,

que llegaron arrastradas por la marea

nacida en otra frontera,

esa corriente apretada de sueños,

esperanzas y manos constructoras,

con los dedos preñados del eterno anhelo

por hacernos universales.

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series y

secuencia

s

Fronteras de discontinuos contornos

que los dioses moldean

mientras los hombres destruyen.

Mar que creíamos cambiante,

huidizo de la piel en las playas

o hambriento de hirientes intrusos

cuando se une a las aguas celestes,

Mar, en realidad, invariable.

Inmutable viéndonos venir.

Ahora que vuelvo a huir,

la memoria torna a aquel oriente remansado

que secuestró mis ojos, del que me alejé

mientras un deseo de pasos morosos

varados en un sur de nuevas orillas

me llamaba como una invitación,

acercándome a las mismas puertas

que creí dejar en otras ciudades,

anunciándome la persistencia

de la misma agitación marítima

que en el este, el sur y el oeste

me persigue como un viento perpetuo.

Huyo mientras confieso mi feliz cautiverio

en esta arquitectura repetida

que me acoge con la fortaleza de lo imborrable,

iluminándome con la claridad de mi propia historia,

lugar donde el pasado permanece presente

y los futuros se espuman con la

ansiosa urgencia de las miradas libres.

Contornos mediterráneos de azul inolvidable

donde amontono las vidas que me han tocado vivir.

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ABIERTO FOTOGRAFÍA

ABIERTO DE FOTOGRAFÍA DE ALMANSA

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ana izquierdo enblanco

feliciano lópez metamorfosis

fernanda verón visiones orgánicas

david jiménez lo que queda

virginia bernal estilo de vida

julio álvarez yagüe aliens

isabel flores las aventuras de arthur-pierre ledru

las cartas atlánticas

ramiro coniglieri bodegones

óscar martínez series y secuencias