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Pedro Rivero Torre UNESA (Presidente) 265 CLM.ECONOMÍA, Nº 9, Segundo Semestre de 2006. Págs. 265-279 La industria eléctrica española y la entrada de España en la Unión Europea. * Resumen El ingreso de España en la Unión Europea significó para el sector eléctrico la adopción de un modelo liberalizado con cambios sustanciales en las estructuras y planteamientos empresariales. Los principios contemplados en la Directiva de Normas Comunes del Mercado Interior de Electricidad -apertura de mercados, acceso regulado a las redes, separación de actividades, libertad de instalación- transpuestas a la legislación española en la Ley 54/1997 del Sector Eléctrico, pusieron en marcha ese proceso de vastas consecuencias. La pervivencia de conceptos y estructuras del pasado, son causa de problemas e inconsistencias, tanto en España, -convivencia de tarifas reguladas y mercado- como en la UE -inexistencia de suficientes redes europeas, multiplicidad de modelos de mercado-. La integración ha conducido también a una visión global de los factores que afectan al negocio eléctrico y a la necesidad de políticas energéticas comunes en la UE. Palabras clave: proceso de liberalización, tarifas reguladas, déficit tarifario, gestión de Congestiones, política energética europea. Clasificación JEL: L94 * Agradezco la colaboración prestada para la elaboración de este estudio al Ingeniero de UNESA Antonio López de Sebastián.

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Pedro Rivero TorreUNESA (Presidente)

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La industria eléctrica españolay la entrada de España

en la Unión Europea.*

ResumenEl ingreso de España en la Unión Europea significó para el sector eléctrico la adopción

de un modelo liberalizado con cambios sustanciales en las estructuras y planteamientosempresariales. Los principios contemplados en la Directiva de Normas Comunes delMercado Interior de Electricidad -apertura de mercados, acceso regulado a las redes,separación de actividades, libertad de instalación- transpuestas a la legislación española enla Ley 54/1997 del Sector Eléctrico, pusieron en marcha ese proceso de vastasconsecuencias.

La pervivencia de conceptos y estructuras del pasado, son causa de problemas einconsistencias, tanto en España, -convivencia de tarifas reguladas y mercado- como en laUE -inexistencia de suficientes redes europeas, multiplicidad de modelos de mercado-.

La integración ha conducido también a una visión global de los factores que afectan alnegocio eléctrico y a la necesidad de políticas energéticas comunes en la UE.

Palabras clave: proceso de liberalización, tarifas reguladas, déficit tarifario, gestión deCongestiones, política energética europea.

Clasificación JEL: L94

* Agradezco la colaboración prestada para la elaboración de este estudio al Ingeniero de UNESAAntonio López de Sebastián.

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AbstractFor the electricity industry, the entry of Spain in the European Union meant the

adoption of a liberalized model with substantial changes in business structures andapproaches. The principles covered in the Directive of Common Rules for the InternalElectricity Market -market opening, regulated access to networks, separation of activities,freedom to install- transposed into Spanish legislation through Electricity Sector Law54/1997 set this process in motion, together with its far reaching consequences.

The survival of past concepts and structures are the cause of problems andinconsistencies, both in Spain -coexistence of regulated and market tariffs- as well as in theEU -the inexistence of a sufficient European network, co-existence of different marketmodels-.

Integration has also led to a global view of the factors that affect the electricity industryand the need for common energy policies in the EU.

Key words: liberalization process, regulated tariffs, tariff deficit, management ofcongestion, european energy policy.

JEL Classification: L94

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1.- Introducción.El ingreso de España en la Unión Europea ha supuesto para la

industria eléctrica española, como en la mayoría de los paíseseuropeos, un cambio general de perspectiva cuyas repercusionesen sus campos más diversos no han dejado de crecer.

Pero no es posible hablar de este cambio generalizado, sinreferirnos al proceso de liberalización y apertura de los mercadoseuropeos que promovió -en sintonía con una tendencia casimundial en el mismo sentido iniciada años antes- la entrada envigor de las bases jurídicas que permitirían la implantación de unmercado interior de la electricidad en todo el ámbito de la Unión.

La descripción general de la génesis de ese proceso requierepor tanto, mirar con una perspectiva amplia el origen y desarrollo deesos dos fenómenos de distinta trayectoria pero, en muchosaspectos, confluyentes, que alcanzan su plena realización yaavanzado el último cuarto del pasado siglo.

El primero de estos fenómenos, cuyos orígenes son a su vezbastante ajenos a cuestiones energéticas propiamente dichas,puede identificarse aludiendo directamente a sus consecuencias: laprogresiva introducción de mecanismos de concurrenciacompetitiva en las industrias eléctricas de las más diversas regionesdel mundo, acompañada o, más bien, precedida, por un proceso deliberalización que transformó radicalmente el propio modeloindustrial preexistente.

La más trascendental consecuencia –o más bien, el requisitoineludible para la culminación del proceso- fue, por tanto, ladesaparición progresiva en todo el mundo, de las tradicionalesfranquicias de suministro exclusivo sobre porciones determinadasdel territorio, servidas desde las épocas difíciles en las que iniciasu desarrollo y expansión el suministro de electricidad, atendidopor empresas verticalmente integradas; es decir, por empresasque realizaban las actividades de producción, transporte y

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distribución para el suministro eléctrico en todo el territorioasignado con mayor o menor precisión.

La liberalización de la industria eléctrica ha sido por tanto -yesto ya empieza a ser historia- un fenómeno de amplia difusión, queha supuesto un cambio radical de paradigma, ampliamente glosadobajo los más diversos puntos de vista. Sin embargo, los factores quedeterminaron esa mutación generalizada del modelo eléctrico, sonmuy controvertidos y el diagnóstico verdadero probablemente sesitúe en la confluencia de varios de estos factores, actuando en unamisma dirección.

Citemos, para no eludir la complejidad de esta cuestión, causastan diversas como los cambios de actitud social respecto alprogreso tecnológico, que emergen en los países más desarrolladosen la década de los sesenta y que están en el origen de losmovimientos antinucleares, y que conducen a la aceptación socialde las moratorias nucleares adoptadas con sorprendentesimultaneidad a principios de los ochenta.

Evidentemente ese déficit de capacidad de produccióneléctrica que supusieron las moratorias nucleares, unido a la presiónal alza de los precios del petróleo, abría paso a la incorporación denuevas tecnologías y al uso de nuevos combustibles.

En algunos países, como los Estados Unidos y otros países delmundo anglosajón, la entrada en escena de los productoresindependientes se adoptó enseguida, como el instrumento idóneopara propiciar el acceso a los mercados de esos nuevos medios deproducción. Se introdujeron así, cambios en el panoramaregulatorio para facilitar, primero, el consumo de carbonesautóctonos de buena calidad y posteriormente para promover laconstrucción de centrales de ciclo combinado a gas natural.

Esos cambios supusieron, en esos países, el principio del fin delas utilities tradicionales, al romper la integridad del viejo modelo defranquicias exclusivas 1 mediante la creación de mercadosmayoristas intermedios como espacios idóneos de actuación de losnuevos productores independientes. La propia magnitud de las

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1) El antecedente legal más elocuente de tal modelo fue la Public Holding Company Act en los EstadosUnidos, que acompañó a la Ley Federal de la Energía (1935), en plena eclosión del new deal de Roosevelte impregnada por el espíritu de aquella época.

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empresas verticales que aportaban inercia financiera a las grandesinversiones nucleares, era ahora menos necesaria y la prolijaregulación y rigideces retributivas del viejo modelo intervenido, seconvertían en un fuerte inconveniente para hacer frente a la nuevasituación.

Pero ya en 1978, en los Estados Unidos, la Ley Federal PURPA 2

potenciaba la figura de los mercados al por mayor, hábitat naturalde los productores independientes, introduciendo cambiossustanciales en tales mercados y abriéndolos a la presencia de estosagentes. Lo que significa que en esa fecha ya existía una crecientepercepción de las ineficiencias del viejo modelo industrial, entreellas la utilización de la tarifa regulada como instrumento parafomentar determinadas políticas 3, perturbando gravemente conello, la capacidad de los precios como emisores de señaleseconómicas, o la ausencia de los adecuados estímulos en la propiaindustria que incentivasen sus mejoras de eficiencia económica.

Percepción de ineficiencias y rigideces del modelo tradicional,que confluían con esa necesidad de desbrozar la ruta de acceso alos mercados finales de las nuevas tecnologías y combustibles quesustituyesen a la energía nuclear primero y que permitierandespués, cuando la preocupación por los efectos de los gases deefecto invernadero se generalizase, reducir las emisiones de CO2

a la atmósfera de las centrales térmicas convencionales.

Todo ello contribuyó a la apertura de nuevos espacios para larealización de libres transacciones comerciales y finalmente a laeliminación de las trabas regulatorias que suponía la pervivencia delviejo modelo intervenido.

Tal vez -y dejando a un lado cualquier especulación-, la causaque realmente impulsó el proceso de liberalización de la industriaeléctrica, no fue otra que la elemental certeza de que la forma máscorrecta de medir la idoneidad y eficiencia de un modelo industrial,era la capacidad de éste para ofrecer a los clientes los precios másbajos posibles, bajo cualesquiera circunstancias y que la mejor

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2) Public Utility Regulatory Policies Act. Regula también la libertad de determinados clientes de teneracceso a más de un suministrador.3) La Ley PURPA, en su faceta más dirigista, incorporaba a productores en régimen especial que junto a lapráctica de la “planificación integrada de recursos”, contribuyeron a la elevación de los precios de laelectricidad.

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forma de alcanzar ese propósito era dejar que la competencia y losmecanismos de mercado funcionasen sin obstáculos, como encualquier otra industria. Al fin y al cabo, los precios del mercado selimitan a hacer compatibles las expectativas de beneficio o utilidad,tanto de los vendedores como de los compradores, que realizantransacciones comerciales en el mismo.

El segundo fenómeno, éste de ámbito regional, que acompañaa ese proceso de liberalización cuyos orígenes hemos tratado dedeterminar, tiene lugar en el seno de la Unión Europea, comoconsecuencia de la larga discusión (años) sobre la inclusión o no dela electricidad como producto “excluido” de la competencia, aldeterminar en inclusión la relación de “productos no excluidos” y,por tanto, sometidos a la Ley de competencia en el mercado comopunto del Mercado Interior Único. Nos referimos a las sucesivasDirectivas que con la finalidad de crear un mercado interior de laelectricidad en su propio ámbito geográfico, trataba de hacerextensivo al sector eléctrico –y al del los hidrocarburos pero conritmos y pautas diferentes- el primitivo impulso que motivó la firma,hace ya cincuenta años, del Tratado de Roma y la creaciónconsiguiente del Mercado Común Europeo. Es decir, la librecirculación de mercancías en el ámbito de los países signatarios delTratado.

Ese objetivo y no otro, es el que finalmente persiguen losrequisitos y principios contenidos en esas Directivas: apertura demercados, concurrencia competitiva que hace posible la separaciónde los negocios de Generación, Transporte, Distribución yComercialización, acceso no discriminatorio de los agentes a lasredes, soporte físico del mercado.

Ese objetivo y esos requisitos no incluyen ninguna preferenciasobre el modelo eléctrico que adopte cada país, ni sobre cuestionescomo la titularidad pública o privada de sus activos. Es decir, elproyecto de implantación del Mercado Interior de la Electricidad seconstruye sobre regulaciones nacionales muy diversas, e incluso, enocasiones profundamente contradictorias, aunque establezca, sinaludirlo realmente, las condiciones para la creación de mercadosnacionales de electricidad como paso previo al mercado único.

El alcance de los propósitos de la Unión debe situarse, por

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tanto, en sus verdaderas proporciones: el proyecto en curso deejecución, la creación de un mercado interior de electricidad, nodefine modelos regulatorios o retributivos comunes a los estadosmiembros ni por supuesto, establece instrumentos que puedanejecutar políticas eléctricas comunes para afrontar problemasespecíficos de abastecimiento o de la financiación de lainfraestructura que requiere la implantación de ese mercado. Lapropia Unión elude reiteradamente la adopción de una políticaenergética común.

Es probable que la forma en que el alcance y los límites de lasreformas regulatorias promovidas por la Unión Europea, fueronpercibidos y adoptados por los distintos Estados Miembros paratrasponer esas Directivas, supusieron el germen de las asimetríasregulatorias que siguen gravitando sobre la industria eléctricaeuropea, difícilmente concebible, hoy en día, como un todoarmonioso.

Tal vez la hora de los cambios y de la ampliación de lasperspectivas esté llegando a la Unión Europea ante la aparición delos graves retos medioambientales y de dependencia energéticaque afectan de un modo conjunto -aunque no estrictamentehomogéneo- a todos los Estados Miembros. Las medidas integradassobre energía y cambio climático que se dispone a poner enpráctica la Unión en el arranque de este año de 2007 parecen ir enesa dirección. La consolidación del Mercado Interior sigue figurandocomo prioridad entre esas medidas. La acompañan la opción porenergías y tecnologías bajas en carbono, que preserven lasostenibilidad medioambiental de nuestro sistema energético y enlínea con un propósito de sostenibilidad general, la adopción depolíticas de eficiencia energética.

El cuarto pilar sobre el que se asienta el paquete de medidas,alude literalmente a la necesidad de “una política energéticaexterior en la que la Unión Europea se exprese con una sola voz”.

Si esta “voz común”, que no tiene precedentes en Europacuando se habla de energía, va más allá de una simple -aunque encualquier caso, significativa- declaración de intenciones, tal vez seesté abriendo la puerta a ámbitos de confluencia entre los EstadosMiembros, de mayor envergadura e incluso que la creación de

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instrumentos para poner en práctica una verdadera políticaenergética común. Estaríamos empezando a hablar, entonces, unlenguaje muy diferente del actual.

2.- El nuevo modelo regulatorio dela industria eléctrica española.

El ingreso de España en la Unión Europea, el 11 de junio de1985, coincide con la época de gestación de las Directivas antesaludidas, que supondrían la apertura de los mercados eléctricoseuropeos y la creación de condiciones regulatorias necesarias parael funcionamiento de los mecanismos de concurrencia competitiva.

Pero no es hasta 1990, con la publicación de la Directiva relativaal tránsito de electricidad por las grandes redes 4, y sobre todo, hasta1996, con la primera Directiva sobre Normas Comunes del MercadoInterior de la Electricidad 5, cuando realmente se produce unaequiparación en el tratamiento de la electricidad con cualquier otramercancía o servicio y se ponen las bases del proceso deliberalización de la industria eléctrica europea.

La Directiva de tránsitos sobre grandes redes, de 1990,consagraba el principio de acceso y utilización de las redeseléctricas europeas por agentes compradores o vendedores ajenosa la propiedad de éstas, lo que supuso en realidad la introducciónde un concepto fundamental: la consideración de la red detransporte como soporte físico de transacciones comerciales y endefinitiva como soporte físico del mercado.

La Directiva de Normas Comunes de 1996 –sustituida en 2003por otra del mismo título que profundiza en los conceptos deaquella 6- establece los principios que deben hacer posible laimplantación de un genuino Mercado Interior de la Electricidad yque, en sí mismos, constituyen las premisas del proceso deliberalización de la industria eléctrica y la creación de mercadosnacionales competitivos de electricidad en el ámbito europeo.

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4) Directiva 90/547/CEE del Consejo, 29 de octubre de 1990.5) Directiva 96/92/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 19 de diciembre de 1996.6) Directiva 2003/54/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 26 de junio de 2003.

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Esos principios básicos son los siguientes:

• Apertura de mercados, es decir, eliminación progresiva delos vínculos que mantenían “cautivos” a los consumidoresrespecto a las antiguas franquicias territoriales de suministroexclusivo, servidas por empresas verticalmente integradas.Ese proceso de apertura concluye con la apertura total-derecho universal de elegir suministrador-, en el año 2003en España y en 2007 en toda la Unión Europea.

• Separación del negocio de Generación -junto con el deComercialización, el único que no constituye un monopolionatural- respecto a los de Transporte, Distribución y alOperador del Sistema, lo que hace posible que lacompetencia entre generadores no se vea perturbada porla operación ni por la gestión de las redes.

• Establecimiento de procedimientos regulados y nodiscriminatorios de acceso a las redes de Transporte y deDistribución, complemento imprescindible de la separaciónde negocios.

• Libertad de instalación en Generación, como actividad noregulada y sujeta a concurrencia competitiva, lo que implicala plena y exclusiva asunción de riegos por parte de losagentes promotores de tales instalaciones. La libertad deinstalación y esa plena asunción de riesgos, constituyen lacondición imprescindible para que las señales económicas-las expectativas de precio- que emite el mercado, regulenlos sucesivos ciclos inversores.

Estos principios, así como la definición de un nuevo modeloeléctrico español, basado en el principio de concurrenciacompetitiva para las actividades no reguladas y en la creación de unmercado organizado para la Generación, supusieron una radicaltransformación de la industria eléctrica española. La Ley 54/1997 delSector Eléctrico Español, publicada el 27 de noviembre de 1997 yque entró en vigor el 1 de enero de 1998, traspone al marco jurídicoespañol esos principios comunitarios y describe con detalle losaspectos principales de ese modelo. La irrupción del nuevo marcoregulatorio abolía el Marco Legal y Estable y situaba a la industriaeléctrica española plenamente dentro de una perspectiva europea.Para la puesta en marcha efectiva de este nuevo modelo, se

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suscribió por el Ministerio de Industria y las Empresas Eléctricas, en1997, un Protocolo conjunto en el que se contemplaban lasconsecuencias financieras e institucionales del nuevo marco.

Las circunstancias reinantes en el momento de suimplantación presentaban algunos aspectos favorables: mayorliquidez de los mercados financieros, tipos de interés más bajos,menores exigencias inversoras por sobrecapacidad de generación.Circunstancias favorables, en particular si las comparamos con lasdificultades a las que tuvieron que hacer frente las empresaseléctricas con la creación, quince años antes, del marco regulatorioabolido en 1998 y que se caracterizaban por la falta de liquidez enlos mercados financieros, altos tipos de interés, altas tasas deinflación, riesgos de cambio monetario a plazos cortos, bajas tasasde crecimiento de la demanda eléctrica y un fuerte esfuerzoinversor -Plan Acelerado del Carbón, finalización de la ejecución delprograma nuclear- que alcanzaba en algunos de aquellos años cifrasdel orden del total del volumen de negocio del sector. Un esfuerzo,por cierto, asumido por la industria eléctrica española con unoscostes no suficiente valorados para la propia integridad de suestructura y cuyo fin no era otro que aligerar la factura del petróleoque gravitaba muy negativamente sobre la economía nacional ensu conjunto. Se pasó del 27% en 1982 al 6% en 1986 en cuanto aconsumo de fuel-oil en la cobertura de la demanda a través de unamplio plan que incluía la construcción de los 5.000 MW del PlanAcelerado del Carbón.

La relativa bonanza reinante en el momento de implantacióndel nuevo modelo liberalizado en 1998 presentaba, sin embargo,algunas sombras futuras que caracterizan ya el presente de laindustria.

Circunstancias tales como el inicio de un nuevo ciclo inversorsin precedentes en toda Europa, acentuado por la necesidad dereemplazar el equipo generador obsoleto o menos eficiente ydesarrollar el parque para atender una demanda creciente -lo queafecta tanto a las inversiones de generación como de transporte ydistribución- y sobre todo por la incorporación de nuevastecnologías y combustibles -ciclos combinados a gas natural ygeneración con energías renovables- con los que se está haciendofrente a una parte sustancial de los compromisos de reducción de

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emisiones de gases de efecto invernadero, contraidos en la cumbrede Kyoto 7 , por la UE.

Este último factor, junto a la creciente dependencia energéticadel exterior, que en España alcanza ya el 80% del consumo (en la UEpasará del 50% actual, al 65% en 2030), caracterizan la situación enla que opera una industria eléctrica como la española, yaampliamente liberalizada e integrada en el marco regulatorio einstitucional europeo.

3.- Una nueva perspectiva.La etapa que se inició con la entrada en vigor de la Ley 54/1997

exigió una adaptación sin precedentes de las estructuras y de lamentalidad de las empresas eléctricas españolas. Las diferentesáreas de cada empresa, sus distintas unidades de producción y susredes, ya no se limitaron a cumplir los exigentes requisitos decalidad y fiabilidad en su funcionamiento, lo que fue su divisadurante decenios. En poco tiempo, el análisis de la gestión de cadaactividad pasaba a unir a unos estándares de calidad obligados-disponibilidad, fiabilidad-, una consideración rigurosa de los costesincurridos y del producto obtenido, que pasaban a someterse alescrutinio de su propia eficiencia económica.

Paralelamente, las empresas han debido crear nuevas áreaspara la gestión de su participación en los mercados y el desarrollode nuevas estrategias comerciales que no solamente abarcan lapresencia de cada Empresa en el mercado español, sino suparticipación en otros mercados europeos, que abrían nuevasoportunidades de negocio, o en los mercados americanos, conexpectativas nuevas en cuanto al aprovechamiento de las sinergiasentre los recursos financieros y técnicos y los recursos naturalesaportados desde uno y otro lado del Atlántico, con la incorporaciónde nuevas estrategias económicas, financieras y de localización yorganización, que daban lugar a una visión nueva del concepto“grupo empresarial”.

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7) Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 en el seno de la United Nations Framework Convention on ClimateChange (UNFCCC). Entró en vigor con carácter vinculante para los países signatarios, el 16 de febrero de2005.

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Pero es finalmente la noción de riesgo económico y suasunción por parte de las empresas, el aspecto que destaca con másevidencia como factor diferencial entre dos épocas. La adopción dedecisiones de inversión adquiere, en la nueva etapa, toda sudimensión empresarial, frente a otros tiempos en los que laexistencia de directrices gubernamentales, más o menos estrictas,sobre la planificación de las nuevas inversiones, limitaba laautonomía de esas decisiones.

Las empresas eléctricas asumen hoy, ya plenamenteintegradas en las corrientes de la liberalización económica vigentesen la Unión Europea, las libres decisiones que determinan laadecuación de sus propias trayectorias a un entorno cambiante ysujeto a circunstancias de cuya correcta valoración sólo ellas sonresponsables.

Sí navegar lejos de orillas protectoras, pero abiertos a nuevoshorizontes y expectativas, implica hacer frente a unos riesgosindividuales que cada agente debe asumir, el cambio radical deescenario ha supuesto también la aparición de problemas decarácter general con orígenes bien conocidos.

En primer lugar, problemas de desfase y desajustes entre laantigua regulación intervencionista y el nuevo marco de librecompetencia y mercado. En España y en otros países, esos desfasesconducen a situaciones en las que prevalecen viejas pautasadministrativas e incluso políticas, en el seno de planteamientosliberalizadores, que dan lugar a contradicciones entre los principiosde una y otra época o bien conducen a una convivencia difícil quetiende a pervertir la necesaria coherencia regulatoria.

No de otro carácter es el origen de la existencia en nuestro paísde un sistema retributivo, en el que conviven las tarifas reguladas decarácter integral, con un mercado organizado de generación de díaantes, del que resultan los precios horarios de la electricidad. Estacontradicción es el origen de los déficits tarifarios resultantes de unacrónica tendencia a la insuficiente dotación tarifaria que sueleacompañar a su fijación administrativa.

También se encuentra dicha contradictoria convivencia, en elorigen de la falta de participación directa de los clientes cualificados-es decir, con derecho a elegir suministrador- en el mercado

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mayorista español, dadas las peculiaridades de nuestra estructurade tarifas, que hace que, para determinados clientes, los preciosdirectamente resultantes del mercado no puedan competir con losde la tarifa.

Se están dando, no obstante, en la actualidad, pasosregulatorios importantes para eliminar o atenuar esas gravesconsecuencias. Entre ellos, la obligatoriedad -por otra parte,sumamente discutible desde el punto de vista de los principios dela liberalización- de contratación trimestral de energía, por medio desubastas, por parte de los distribuidores que suministrenelectricidad a tarifa, a partir de cuyos costes se revisará ésta. Tambiénse pretende potenciar el mercado a plazo ya constituido y el papelde los comercializadores, así como la adopción de solucionesfinancieras para saldar los déficit pasados o futuros (titulización).

A éste y otros problemas de menor transcendencia, quederivan también del desajuste de la regulación nacional con losprincipios del marco liberalizado, se unen determinadasinsuficiencias y obstáculos a los que se enfrenta la propiaimplantación del Mercado Interior de la Electricidad. Insuficienciasque también tienen su origen en un pasado difícil de compatibilizaren muchos aspectos con los requisitos de este mercado único.

Citemos, en primer lugar, un problema que con los años seha ido revelando como trascendental impedimento para lahomogénea participación de los agentes en el mercado interior,cualquiera que sea su situación geográfica. Nos referimos a lacuestión de las congestiones en las redes de transporte, cuellos debotella en determinadas líneas eléctricas en las que el aumento detransacciones internacionales esta determinando que la demandade uso sea superior a su capacidad de transporte 8. Cuellos debotella situados preferentemente en las interconexionestransfronterizas, eslabones débiles de una red europea, formada enmuchas zonas por la mera agregación de redes nacionales,concebidas para unir generación y consumo dentro en sistemaseléctricos nacionales semiaislados. Sin duda aparece aquí, una vez

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8) La importancia de la gestión de congestiones en las redes de transporte europeas ha dado lugar a lapromulgación por el Parlamento Europeo y el Consejo del Reglamento (CE) Nº 1228/2003, de 26 de juniode 2003 relativo a condiciones de acceso en la red para comercio transfronterizo de electricidad. ElReglamento aborda, tanto la tarifa transfronteriza por uso de las redes como la gestión de congestiones.

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más, la huella de los viejos sistemas territoriales servidos porempresas verticales, que en una buena parte de Europa y hasta muyentrado el último cuarto del pasado siglo, fueron, además, detitularidad estatal y siguen siéndolo en algunos.

De nuevo el pasado gravitando sobre el más ambiciosoproyecto eléctrico europeo, aquel que postula el libre tránsito de laelectricidad en toda la Unión, enfrentado a la fragmentación queimponen las fronteras nacionales, limitación cuya total superación-refuerzo de las interconexiones- implica un coste económico queno se contempla insuficientemente en las Directivas y declaracionesde la Unión Europea 9.

Esa pervivencia del pasado, se refleja también en la convivenciade un amplio repertorio de modelos regulatorios en los distintosEstados Miembros, que forman un variado mosaico en el que tienecabida todo tipo de enfoques para la organización de los mercados,compatibles, eso sí, con los principios promulgados en lasDirectivas. Desde el modelo británico, en el que hasta los mercadosorganizados o bolsas de electricidad compiten entre sí, hasta elfrancés, con una empresa estatal predominante o el escandinavoque integra armoniosamente los mercados nacionales, a expensas,eso sí, del indudable atractivo económico del sistema hidroeléctricomás poderoso de Europa.

Y no parece haber, en el momento presente y contando coneste abigarrado panorama, más “hoja de ruta” verosímil para laimplantación de un verdadero mercado interior de electricidad queel paso intermedio por la creación y consolidación de mercadosregionales -de los que el Mercado Ibérico es un ejemplo positivo-,lejanos ya de aquellas ensoñaciones de un mercado único “deLisboa a Vladivostock”, de tan atractivo enunciado como pocoriguroso conceptualmente y ejemplo palpable de una época,seguramente inevitable e incluso necesaria, pero ya superada, en laque el papel parecía soportarlo todo.

Esa ensoñación ha tenido, no obstante, una virtud obviamenteajena a su pretensión de propuesta. Ha sido la de hacer intuir unpanorama, ciertamente ominoso, en el que el proceso de

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9) La UE aborda las actuaciones de refuerzo de las interconexiones eléctricas, definiendo -dentro delprograma TEN- a algunas de ellas como “proyectos de interés europeo” y aportando financiación a losestudios previos a su ejecución.

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concentración empresarial, emprendido hace años, hacíavislumbrar la aparición de gigantes de tal magnitud que sesobrepasarían ampliamente los niveles de coexistencia pacífica ycooperación que, en principio, implica el establecimiento demercado y de relaciones comerciales.

No nos extenderemos en esta faceta de indudable relevanciade cara al futuro. Hablábamos antes de un mercado europeofragmentado por los cuellos de botella en las redes de transporte, locual acota el ámbito de acción directa de los gigantes emergentesde la generación eléctrica. Pero no está acotada la capacidad depredominio y hegemonía de estos gigantes, si se consideran lasposibilidades que ofrece la toma de control accionarial de lasempresas que operan en mercados menos accesibles físicamente, aexpensas del legítimo principio de la libre circulación de capitalespor el espacio europeo. Circulación, ésta sí, ajena a restriccionestécnicas, fragmentación de mercados de fronteras o cuellos debotella de ningún tipo.

No es difícil imaginar, al hilo de ese posible proceso deconcentración y control de mercados, que los fines iniciales quemotivaron la creación del Mercado Interior de Electricidad -lareducción de precios que procura la competencia- quedaríangravemente comprometidos.

El establecimiento de medidas de armonización que evitenasimetrías regulatorias en este campo y que hagan imposiblecomportamientos y prácticas legales con resultados discri-minatorios para los agentes de los diferentes Estados, constituyeuno de los campos que requieren una atención más cuidadosaen los próximos años, tanto en la aplicación de cautelas, como enla implementación de mecanismos de control por parte de lasautoridades europeas, porque seguramente eso constituirá elacelerador más potente para la integración que permita laexistencia real del Mercado Unico Europeo.

L A I N D U S T R I A E L É C T R I C A E S PA Ñ O L A Y L A E N T R A D A D E E S PA Ñ A E N L A U N I Ó N E U R O P E A

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