La Infidelidad de Paula

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Santiago fue el último en enterarse del engaño de Paula.

Se es ciego cuando no se quiere ver, y sordo ,cuando no se escuchan las

palabras disfrazas de virtuosa sinceridad que en las conversaciones de

amigos se dejan caer.

Animó a su mujer, Paula, en los albores de su carrera para que adaptase

los roles que terminarían convirtiéndola en una persona agresiva y

manipuladora.

El mundo laboral está lleno de personas con baja autoestima y

acomplejadas que siempre esperan que los demás resuelvan sus

tontos problemas .Comentaba a menudo, instalado en su cómodo sillónde

cuero negro mientras ojeaba el último número del Financial Times.

Paula, amante del riesgo y de la aventura, al escucharlo enarcaba sus bien

delimitadas cejas sonriendo con ironía ante las reflexiones que su marido, un

robusto abogado mercantilista preocupado por solucionar los problemas de

quienes querían pagar menos impuestos, hacía sobre la vida.

El miedo no formaba parte de su cuidado vocabulario y tampoco tenía cabida

en el mundo de sus sentimientos.

Vanidosa y voluble creía que la vida nunca podría darle una lección.

Pero erró en sus cálculos, y un día perdido en el calendario lo que no

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esperaba ocurrió

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El verano caminaba hacía el otoño y las primeras hojas

muertas salpicaban las concurridas aceras por las que caminaban ejecutivos

con corbata que se diluían en el bullicio de la jungla urbana.

Santiago resopló enojado al ver que varios taxis pasaban frente al portal sin

atender sus requerimientos. Con impaciencia miró el Patek Philip fruto de

una herencia familiar. No le gustaba llegar tarde a sus citas, pero el cliente

al que había atendido en el despacho tenía problemas con una sociedad que

había constituido en Gibraltar y la reunión se había alargado en demasía.

Cuando desesperado se dió la vuelta para entrar en el garaje y coger su

coche, un mercedes modelo antiguo frenó frente a él. Reconoció el coche y

también la voz

-Sube. Supongo que tienes prisa

Sonriendo entró en el vehículo. Olía a tabaco a pesar de que las ventanillas

estaban abiertas

-Gracias. No sé lo que ocurre hoy en Madrid con los taxis, han pasado

varios pero estaban ocupados o iban al lugar pactado, así que me has

salvado el día. Con tanto subir y bajar el brazo empezaba a sentirme como

un guardia urbano en medio de un atasco.

El tráfico que circulaba por Serrano era demasiado denso .En diez minutos

apenas habían avanzado unos metros. Javier, el conductor, decidió

desviarse a la derecha y probar suerte por una paralela que solía estar

menos concurrida a esa hora del mediodía.

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La charla distendida y amena evocó las vacaciones.

-Paula se empeñó en ir A Mauricio, con parada en Londres para aprovechar

las rebajas y acercarse a ver tiendas en Chelsea. No estoy seguro si, la

disculpa fue unas vacaciones en el paraíso para ir de compras o, ya que

buscaba nuevos pareos, vestidos fresquitos y adornos para el pelo, lucirlos

en los inmensos arenales salpicados de rocas volcánicas.

Parecíamos saltamontes con la casa a cuesta brincando por las extensas

terminales del aeropuerto de Heatrhow.- aportó Santiago

Javier sonrío -Ya. Veo que estas moreno, pero como siempre lo estás,

pensé que vendrías de Playa América.

-Eso es lo que quería. No tengo miedo a volar pero marcharse tan lejos para

unas cortas vacaciones no me parecía el mejor plan, aunque ya conoces la

energía contagiosa de Paula cuando quiere conseguir algo.

Javier encogió los hombros y asintió con la cabeza

-Si cuando las mujeres se empeñan no hay nada que hacer ¿Qué tal la isla?

Santiago sin mucho entusiasmo contestó

-Sinceramente tras casi un día encerrado en un avión para aterrizar en un

parque temático de playas, campos de golf , amarres de yates y exótica

vegetación te recomendaría cualquier lugar que quede un poco más cerca.

No está mal, pero eso del dolce far niente bajo una sombrilla o nadando

entre peces de colores no es lo mío. Necesito algo más para evadirme y

disfrutar .En Mauricio salvo vegetación, humildes chabolas, algún que otro

minúsculo templo y playas, no hay nada que ver. Prefiero visitar lugares

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sugestivos como Venecia o rutas que me lleven al pasado. Ni siquiera

percibes la espiritualidad que reina en Bali o en Vietnam. Es verdad, que los

hoteles son magníficos, que la arquitectura colonial y la decoración

representan el lujo sin estridencias pero he vuelto sin ninguna sensación

especial...

En fin... ¡Qué te voy a contar si tú has recorrido medio mundo! Bueno vasta

de charla ¿y vosotros?

Javier se llevó el cigarro a al boca. Dió una calada. Su voz sóno apagada

-Hemos tenido cambios en la agencia. El jefe se marchó, y con el nuevo

mejoramos algo pero es un mal momento para el sector de la publicidad.

Algunos terminaron de patitas en la calle. Si me lo hubiesen dicho sólo hace

unos meses en la época en la que los presupuestos se aceptaban casi sin

negociar pensaría que algún amargado de la competencia quería darme el

día pero las cuentas mollares están desapareciendo y las grandes

corporaciones evalúan cada euro invertido en publicidad.

La amenaza de que pueden producirse más despidos nos tiene a todos

desquiciados así que me tomé sólo unos días libre y me escapé con Susana

a Bretaña. Nos perdimos en el bosque de Broceliandia pero no volvimos

convertidos en Caballeros de la Tabla Redonda, ni siquiera vimos a Merlin, y

el hada Viviana debía estar de vacaciones.

Una sonora carcaja flotó en el interior del vehiculo.

-¡Que imaginación ! Seguro que buscabaís un castillo con almenas,

banderas y lacayos, rodeado de un gran foso lleno de agua

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Javier hizo un gesto con los hombros- Ya sabes los publicistas vendemos

sueños.

A pesar del aire acondicionado el ambiente era sofocante. Las volutas de

humo flotaban entre la tapicería del coche y el olor a nicotina era casi tan

agobiante como el calor que desprendía el asfalto.

Permanecieron unos segundos en silencio hasta que Santiago habló de

nuevo

-Pensé que habías dejado de fumar

-Había. Esa es la palabra, pero volví. Con este panorama fumo como un

poseso. La sensación de seguridad que mi trabajo me aportaba se ha

esfumado y esa certeza de que nada malo puede suceder en nuestras vidas

ha volado como el gas de la Coca- Cola que guardas durante días en la

nevera.

Santiago concentró su mirada en el perfil de Javier

-No tenía ni idea de que el sector estuviese tan mal.

-Mal, es un eufemismo. Peor, es la palabra. A diario llegan noticias de

regulaciones de empleo en tal o cual agencia, así que suerte tenemos si

seguimos abiertos. Los bonus volaron, y ahora, en comparación con los años

dorados cobramos calderilla por mantener los contratos. ¿Vosotros lo

habéis notado?

Avergonzado por amitir que a ellos les iba muy bien ,Sanitago,intentó ser

comedido en la respuesta

-Si bueno hay menos demanda en la constitución de sociedades pero ha

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crecido la petición de disoluciones. No somos inmunes al mercado pero, por

ahora, nos mantenemos anclados .

Santiago observó la cara de Javier. Desde la última vez que habían cenado

juntos, había envejecido. La piel del rostro estaba apagada, seca. El cabello

castaño rizado era ahora grisáceo y en la coronilla se había vuelto ralo. El

traje de lana fría azul marino tenía buen corte, pero en conjunto su aspecto

parecía algo descuidado.

-Javier tenemos que quedar un día y charlamos.- apuntó Santiago mientras

su mirada se perdía entre el campo de setas plantado en una acera.

Los enormes parasoles se extendían formando una extensa fila. Macetones

con caléndulas, peonías y geranios rompían la monotonía cromática del

asfalto. Urbanitas amantes del lujo se repartían entre las mesas mirando las

cartas o degustando el menú.

Un camarero servía ensaladas en un rincón. Las chicas parecían sacadas

del catalogo de una revista de moda. Una rubia vestía un trech en color

beige que resaltaba su piel bronceada. Otra con mechas cobrizas llevaba un

vestido blanco con pequeños ribetes en los costados que estilizaban su

figura. Para que nada faltase, una morena aportaba el toque exótico .Cubría

su cuerpo con una especie de túnica con print de serpiente en tonos tierra

-Esta terraza reúne a los mejores cuerpos de Madrid. Aportó Santiago

melancólico.

-Sí.- suspiró Javier dejando la colilla en el cenicero.-Los años pasan. Alguna

de las que están aquí ni nos miran los zapatos

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-¡Anda ya! Todavía estamos de buen ver. Tú eres de los míos coincidimos en

la escuela de negocios. ¡Que tiempos aquellos!

-Bueno todo tiene su parte positiva ahora estamos de vuelta de algunas

cosas. Por cierto el otro día me pareció ver a Paula al mediodía, aunque le

hice una seña con la mano no me contestó.

Santiago frunció la frente y el bronceado rostro se llenó de arrugas y

misterio.

-No sé a lo mejor no era ella- contestó con ironía.- Es educada,

suele saludar.

La voz de Javier sonó de nuevo

-Seguro, desde el coche todos los gatos son pardos

En la Avenida de América esquina Diego de León el coche aparcó en doble

fila. Tras despedirse, Santiago enfiló por Hermosilla hasta llegar a la puerta

del restaurante. En medio de un revoltijo de gente distinguió el porte atlético

y el pelo blanco del cliente que con un dry martini en la mano esperaba en

una mesa cercana a la ventana.

La barra estaba concurrida. Risas, murmullos, pasos y saludos ambientaban

el local. Casi a codazos se abrió paso entre un grupo bullicioso que taponaba

el paso .Al situarse frente a la mesa se deshizo en disculpas

-Perdona pero pensé que no llegaba. Hoy Madrid está imposible.

-Ningún problema yo tampoco lo tuve fácil.- contestó ofreciéndole asiento.

Santiago se acomodó y tras pedir otro dry Martini abrió los portafolios

intentando disimular la inquietud que había surgido tras la conversación con

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Javier. A Paula no se le perdía nada en el Barrio de Chueca, es más ni

siquiera trabajaba cerca.

Intentó tranquilizarse para transmitir seguridad. Utilizó el tono de voz más

neutro y profesional posible cuando empezaron a negociar el asunto de la

constitución de una sociedad en un país neutral.

-De acuerdo Santiago. Te dejo manos libres para sacar adelante este asunto.

Lo que busco es pagar menos impuestos y si tal y como tú planteas la

constitución de la sociedad es tan simple y además no tengo por que

presentar balances, mejor que mejor. Espero, que las cuentas asociadas

para mover el dinero, no sean un problema. Es más, me imagino que

ninguna de las entidades financieras facilitará información sobre

movimientos. Al fin y al cabo, si en el país no desarrollo ninguna actividad, es

como si el dinero estuviese allí de vacaciones o ¿no?

Santiago asintió satisfecho. Le gustaba su trabajo, era hábil negociando y

llevaba varios años como socio en la firma. Estaba a punto de cerrar otra

gran operación que contribuiría a mejorar no solo la reputación del despacho

sino también aportaría una jugosa cantidad a su patrimonio. En su profesión,

había llegado a los más alto y no tenía ninguna intención de bajar los

escalones que con paciencia y tenacidad había escalado.

Una vez cerrados los términos del acuerdo la reunión trascurrió por otros

derroteros .

-La primera vez que fui me pareció una ciudad Mágica. Cuando la noche cae,

el misterio y la fatalidad envuelven los palazzos. La atmósfera decadente

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llena las plazas de fantasmas y las sombras parece que te persiguen hasta

que llegas al hotel. Piensas en Casanova envuelto en su capa, en las orgías

de Byron y en el desenfreno de los bailes de mascaras llenos de rameras

ocultas tras el anonimato del antifaz.

Antes de responder Santiago terminó de saborear una flor de Brick con

helado de chocolate y salsa de menta

-La verdad es que Venecia es una ciudad interesante. Todos los años dicen

que se va al fondo del canal, pero yo creo que Venecia es una sirena

inmortal. Existe cierta empatía entre la ciudad y los viajeros, ocurre en pocos

lugares. Cuando la marea sube inundando los palazzos y anegando San

Marcos caemos en la trampa, pensamos que no va a sobrevivir, preparamos

el duelo pero al rato nos arrepentimos de haber llorado por ella... Sigue allí

reflejando en las aguas turbias del canal su oronda figura.

-Bueno ya veo que te gusta una de mis ciudades fetiche. Para mí es

importante mantener cierta sintonía con quien me asesora en los negocios.

Santiago sonrió

-Por cierto cuando vuelvas a tomar Bellinis, te recomiendo la Cassata

Napolitana con trufas y salsa de coulis o la tartarela de Bartollillo con Helado

de Pistacho. Son combinaciones únicas, ni en Turín encontrarás helados

mejores

La comida se había prolongado algo más de lo esperado. Buscó un estimulo

para no volver al despacho. Llegar temprano a casa le pareció de pronto una

gran idea. Un colega que necesitaba información para un juicio lo había

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llamado para conocer el after work de un hotel enclavado en el centro de

Madrid, pero el capricho de las tapas y el champán podría esperar.

Una extraña sensación de inquietud lo acompañó mientras conducía el BMW

último modelo con sillones de cuero que todavía olían a nuevo. Pensó en las

palabras de su amigo, pero Paula, tenía una agenda que ni el carné de Baile

de Sisí en el Schobrum, lograba superar. Seguro que a esa hora y por esa

calle no era ella.- fue la idea que cruzó por su cabeza.

Los niños saludaron al entrar. Un torbellino de formas, palabras

y sonidos recorrió el pasillo. Bobby movía la cola como el plumero

atrapa polvo que la señora de la limpieza utilizaba en sus

quehaceres diarios esperando estoicamente la caricia de su dueño . Sonó el

móvil, cuando dejaba la cartera sobre la mesa de despacho plagado de

dosieres .Santiago abrió la chaqueta y leyó el mensaje de Paula

-La reunión se prolonga, teléfono out

Encogió los hombros mientras aflojaba el nudo de la corbata, dejando caer

sobre una silla la chaqueta cruzada de alpaca azul. No era habitual que

llegase a casa tan temprano: su intención cuando se perdió entre el tráfico

había sido llegar a casa y salir con Paula para celebrar el acuerdo que

había cerrado esa tarde. Algo contraríado buscó en su cartera unos papeles

para poner al día algunos asuntos que olvidados entre expedientes

requerían su atención de forma inmediata

A las mujeres siempre les exigem más ¡Pobre Paula!- pensó

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Esa tarde al salir del trabajo Paula sintió que uno de los

eslabones de la gran cadena que la mantenía atada a la mesa repleta de

papeles se había roto. Al traspasar las puertas del Organismo en el que

trabajaba sonrió por primera vez en todo el día.

Unas semanas antes al ministro responsable de su departamento había

cesado por motivos personales, aunque todos sabían que la incompetencia

y mediocridad del individuo habían llevado al presidente del Gobierno a darle

boleta.

Desde entonces ,los rumores corrían a la velocidad del sonido por los

amplios pasillos del Ministerio. Esa mañana entre la incredulidad y el cabreo

habían recibido el nombre del sustituto. Los que más se llevaban las manos

a la cabeza, los otros, unos pocos, sonreían pensando que el último en llegar

siempre era peor que el anterior.

-Preparaos es intimo del inútil que dice defender a los trabajadores

-Si es verdad lo que cuentan sus contactos, mejor nos quedamos out para

que no nos salpique la mierda

Paula escuchaba sin perder los nervios. En la relación de puestos de trabajo

su puesto de jefa de planificación del Área de Obras era fijo y desde hacía

muchos años no escuchaba los cantos de sirena, que le ofrecían dirigir

desde un amplio despacho o tener varias secretarias a su alrededor .Se

amoldaba perfectamente a cada situación pero los cambios siempre eran

complicados y tras la toma de posesión del que llegaba el trabajo era

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frenético.

Le vino a la mente la última propuesta laboral el día que acudió al despacho

del subsecretario recién nombrado. Era un tipo alto, guaperas pero tenía una

voz aflautada que no acompañaba a su físico. Al verla en la puerta la invitó a

entrar. Sin demasiados prolegómenos le espetó

-Tengo tú curriculum encima de la mesa. Pienso que pierdes el tiempo en

esa Jefatura de Obras. Sé que eres buena en tú trabajo y por eso te voy a

proponer, si no opinas lo contrarío, para una subdirección general.

Paula encajó con estoicismo la propuesta. No le interesaba el puesto. No

quería formar parte del baile de ceses y nombramientos que a menudo se

producía cuando llegaba un nuevo directivo y sobre todo no estaba dispuesta

a renunciar a la libertad que tenía para hacer su vida sin dar cuentas a nadie.

Sabía que podía aspirar a mucho más aunque el puesto de trabajo que

ocupaba le gustaba y sobre todo había formado un buen equipo que daba la

cara por ella cuando era necesario. Escuchó la propuesta sin decir no.

Aunque unos días después confirmó su negativa.

Meses más tarde cuando cesaron al Subsecretario, por el feo asunto de la

adjudicación de unas obras sin atenerse al proceso legalmente establecido,

pensó en la suerte que había tenido al tomar aquella acertada decisión

La inesperada llamado de Alberto al medio día le había alegrado el trascurso

de la tarde.

Se levantó cerrando el ordenador despidiéndose hasta el día siguiente

-Ciao...

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Cuando estaba apunto de traspasar la puerta escuchó

-Coge el metro. Han cortado la Castellana; Serrano, Velázquez, Príncipe de

Vergara y Conde Peñalver están colapsadas

Paula agradeció la información y con paso firme salió del edificio bajando al

metro. Solía coger un taxi pero si el reciente plan de movilidad que el

ayuntamiento había aprobado colapsaba las calles del centro de Madrid, día

sí día también, mejor no perderse entre los devaneos de los vehículos

atrapados en el atasco.

Parecía que esa tarde todo Madrid había tenido la misma ocurrencia y en los

andenes no cabía un alfiler. La marea humana la arrastró hasta las puertas

del convoy donde una mujer con tipo de guitarra le cortó el paso.

-Por favor tengo que entrar

La mujer no replicó .De mala gana hizo un hueco y Paula permaneció

atrapada como el queso entre las rebanadas del pan de sándwich.

Al salir a la calle respiró como si le faltase el aire. Abrió el bolso. Agarró un

frasco mini de Agua de Rochas y roció el vestido para sacarse de encima el

olor a humanidad que desprendía el subterráneo

Frente a un cristal se arregló el pelo y humedeció los labios.

Esa mañana se había puesto un vestido plisado con cinturón, de color azul

metálico. Aunque solía llevar zapatos planos tenía en el cajón del despacho

unas sandalias en piel de color nude, con varios centímetros de tacón. Las

guardaba para las ocasiones especiales que una vez a la semana se

presentaban.

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La puerta de la cafetería estaba abierta. Observó el suelo repleto de papeles

y restos de cigarros muertos. Pensó que Santiago nunca entraría en un lugar

tan mal decorado y sucio por eso, lo elegía para sus citas.

No había casi nadie. Sus ojos no encontraron obstáculos. Alberto sentado

con un cigarro entre los dedos la saludo con la mano. En ese momento los

ojos se iluminaron y pensó en la suerte que había tenido el día que lo

conoció.

Buscaba información en internet para cambiarse de piso. Hacía diez años

que habían comprado una vivienda en el distrito de Chamartín. El piso era

alto, unos interioristas habían realizado la reforma integral del mismo

buscando maximizar el espacio y ampliar la luminosidad de las habitaciones.

Combinaron blanco y negro en toda la vivienda convirtiendo los escasos

muebles en objetos decorativos. Pero la zona se había vuelto ruidosa y

buscaban un barrio más tranquilo.

Santiago ni siquiera se había molestado en acompañarla. Cuando

consideraba que alguna tarea era una perdida de tiempo delegaba en ella.

Así que acudió a la cita esperando encontrarse con el típico vendedor que

buscaba su comisión

Cuando lo vio en la puerta del edificio, pensó que si formaba parte del

vecindario se cambiaba al día siguiente. Era sexy, muy sexy; pelo negro

rizado, ojos profundos, nariz afilada y mejillas cubiertas por una pelusilla

áspera y bien cuidada .Llevaba una cazadora gastada de cuero, dockers

oscuros y camiseta blanca de marine que se ceñía a su musculado torso.

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Calculó que rondaba los cincuenta y no se equivocó.

Cuando se hicieron las presentaciones pensó que más que diseñador gráfico

y vendedor de pisos era un autentico modelo de Calvin Klein. Su capacidad

para mimetizarse era uno de sus rasgos más destacados. El piso no le había

gustado pero le ofreció otros.

-Si me pudiera bajar del mundo, lo haría. Pero como no puedo, mató el

tiempo mostrando pisos

-Bueno eso suena a nuestra querida Mafalda

-Che, si vos sos Mafalda yo me quedó con Guille.

Había trabajado en Argentina, pasó por Miami y volvió a Madrid en el peor

momento, aunque la frustración no podía con él.

La época de los folletos gratuitos, de las presentaciones de logotipos, de las

promociones a granel se había acabado y su edad era un handicap para

volver a trabajar en el sector de la publicidad

Cuando le quedaba energía y voluntad iba a pedir trabajo en las empresas

del sector. Conservaba algunos contactos que facilitaron algunas

entrevistas. Llevaba la mochila llena de fotocopias que iba dejando por las

mesas.Pero al final del día se sentía como un objeto de segunda o tercera

mano que terminaba olividado en el rincon oscuro de un desván

La relación comenzó despacio: de los pisos pasaron al café; del café a la

copa; de la copa a la cama.

No había un día prefijado. Cuando el teléfono sonaba Paula volaba por las

calles de Madrid

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Caminando despacio se acercó a la mesa

-Pareces ausente.-dijo Alberto sin apenar mover los labios

-¿Tu crees?- preguntó con moderada ironía

-No sé es sólo una percepción. Te sienta bien ese vestido, es alegre.

Recuerdo, los que tenía mi madre de tela gorda y colores tan oscuros,

parecían sacos de arpillera.

Ella hizo una mueca. Con el ceño fruncido se mordió el labio inferior.

-Acabo de dejarle un mensaje. No se si estará ya en casa con los

niños…

El suspiró y miró alrededor. Apenas había dos mesas ocupadas; una

anciana sola y ensimismada movía la cucharilla metálica sobre la

espuma del capuchino. En la barra los camareros preparaban cafés. .

-¿Cómo es posible que él no note nada? Llevamos casi un año con esto. Al

fin y al cabo yo no tengo pareja pero en tú caso....

Paula le dirigió una mirada gélida, encogiéndo los hombros contestó.

-Mi experiencia, no es muy amplia. Pero antes que tú hubo otros y nunca

pasó nada.

Santiago me enseñó el sistema de prioridades que rige el mundo. Como

antes que nada está el trabajo, sigo sus consejos, reuniones y más

reuniones que me permiten estar fuera de casa sin levantar

sospechas.

Paula abrió la mano para coger la taza .La llevó a la boca y la devolvió de

nuevo a la mesa

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-Cuando el amor se acaba queda la confianza y él confía en mí.

Alberto movió la cabeza

-Vamos que lo vuestro es de libro. No le quieres hacer daño y

alguna frase más..

Paula esbozó una mueca, intentó una sonrisa, pero sólo fue un

gesto de enfado. Se sentía algo decepcionada por el sarcasmo y el

deje cínico de la voz . Encogiéndose de hombros contestó

-Si tú lo ves así.

Bueno se hace tarde.- comentó Alberto tenso y nervioso- Vamos

Despacio cruzaron la calle mojada por la que circulan

varios taxis con el letrero encendido. Dieron la vuelta a la manzana

para llegar al Hotel . Alberto entró primero .Paula sacudió el agua del

paraguas en una especia de alfombra vieja que estaba en la puerta

Un hombre rechoncho, con el pelo cano saludó como un autómata mientras

recogía los datos personales. Su mirada fiscalizó el aspecto de Paula pero

disimuladamente fingió no haberlo hecho centrándose en el carnet que tenia

delante. Estaba acostumbrado a todo tipo de parejas y esa era una del

montón

Unos folletos sobre restaurantes y bares de copas dejados al descuido,

forman parte de la inexistente decoración.

Tras las formalidades Alberto recogió la llave mientras Paula lo esperaba

disimulando frente a las puertas del ascensor.

-¿De que sabor los quieres hoy? Fresa, menta o chocolate.-

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Preguntó acercando sus labios carnosos a la pequeña oreja bien formada en

la que Paula lucía un brillante, regalo por su última maternidad.

-Lo dejo a tu elección. Pura estrategia ya sabes..., depende de lo

que quieras; ganar la guerra o…, si prefieres la batalla.

El sonrío metiendo unas monedas en la máquina, situada al fondo

del vestíbulo. Algo en su expresión puso a Paula en Alerta

-Churchill ¿No?

-Bueno ya veo. Hoy toca táctica.

Las luces del ascensor parpadeaban señalando los pisos. Alberto comentó

con sorna

-Me temo que hoy nuestro amigo está demasiado ocupado. Puede que algún

marido celoso deambule por los pisos husmeando por las habitaciones

Paula impaciente se ahuecó el cabello que la lluvia había rizado

- No te pongas nerviosa .Hemos llegado

El olor a humedad se extendía por el pasillo. La habitación era interior y la luz

grisácea que entraba por la ventana apenas iluminaba la estancia.

La cama con un feo y áspero edredón de nylon formaba parte del inexistente

decorado.

Todo sucedió como siempre. Alberto la envolvió entre sus brazos. Los dedos

nerviosos recorrieron la espalda de Paula liberándola del vestido. No hubo

palabras, tampoco promesas sólo deseo y jadeos que se perdieron entre las

paredes oscuras . Alejados por unas horas del mundo sus cuerpos

sudorosos, agitados y desnudos flotaron en el espacio intemporal.

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-¿No has escuchado lo que te he dicho?- preguntó Alberto con la

mirada fija en el espejo que reflejaba la espalda llena de lunares que

como pequeñas motas de polvo destacaban sobre la piel de su chica

Paula lo miró entornando los ojos. Se levantó y caminó con desgana hasta el

sillón donde había dejado la ropa

- Esta semana no hay ningún día más. Entonces ¿El lunes no? -

preguntó con voz monocorde, mientras entraba en el baño alicatado en tono

gris con una cenefa blanca que rompía la monotonía de los azulejos.

Alberto asintió sin entusiasmo, aspirando el humo del cigarro que

sostenía entre sus dedos tras tocar todas las terminales

nerviosas del menudo y bien formado cuerpo de Paula

El ruido del agua de la ducha, el secador del pelo, las toallas

ásperas y desgastadas por miles de lavados, prisas por vestirse, prendas por

el suelo, medias que se rompen, un beso en los labios, el bolso y un trench.

Apenas salió el adios de sus labios cerró la puerta y se encamino deprisa

hacia el ascensor. Cuando el espejo fiscalizó su bien proporcionada figura

recompuso un poco el pelo, y ajustó el cinturón del vestido.

En la calle todo estaba en silencio. La lluvia seguía cayendo pero con menos

intensidad que unas horas antes. Mientras esperaba el taxi frente al hotel

abrió el bolso bandolera de cuero negro. Tres llamadas pérdidas y un

mensaje en el móvil

Se volvió con cara de pocos amigos.

Joder es que no me dejan en paz. Parece que no pueden vivir sin

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mí. ¿Qué será esta vez qué el perro no quiere mear?

El taxi se acercó despacio. Al abrir la puerta una mezcla extraña de

desinfectante y ambientador le golpeo la cara. Se puso un pañuelo en la

nariz para no respirar de golpe aquel aire viciado. Dio la dirección. Sus

palabras competían con las coplas de radio olé. Poco a poco el entusiasmo

se fue desvaneciendo y la cordura volvió a su mente.

Las tenues luces de la ciudad pasaban a su lado diluyéndose como

fantasmas en el agujero negro de la noche. Con manos temblorosas cogió

una barrita dietética de chocolate para recuperar el nivel de serotonina.

Al llegar pagó la carrera y se quedo un momento frente al portal.

La calle estaba solitaria, la acera resbaladiza. Algunas luces se colaban por

las ventanas de los edificios de uno de los barrios más caros de Madrid.

Entró despacio para no despertar a los niños. Santiago recostado en el sillón

la esperaba en el salón leyendo un informe económico sobre las oscilaciones

del mercado de valores.

Desde hacía semanas las cotizaciones caían en picado y varios negocios

estaban el aire, esperando financiación. Un cliente le había pedido un plan

“B” para diversificar la inversión intentando recuperar parte de los fondos

invertidos en una empresa de Singapur. Otro quería cerrar su SICAV y

llevarse el dinero a Luxemburgo donde su fortuna escapaba de la lupa del

fisco.

Levantó sus ojos cansados al escuchar a lo lejos los pasos cortos de su

mujer. Paula llevaba los zapatos en la mano para no hacer ruido. Se

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saludaron con un beso en la mejilla y las frases habituales. Al fin y al cabo

esto ocurría una vez a la semana .Charlaron durante media hora sobre el

colegio de los niños, las quejas de la chica de la limpieza, los planes para

navidad...

Paula quería terminar pero no tenía valor para interrumpir la conversación.

Extendió la mano para acariciar el lomo de Bobby que tendido a sus pies

esperaba un mimo

-Perdona, me duele un poco la cabeza, voy a tomarme una

aspirina, y me acuesto ya. Ha sido un día largo.

Santiago sonrió arrugando el ceño con un gesto a medio camino entre

la diversión y la ternura.

-Haces bien, me gusta el plan creo que ya es hora de dormir.

Se habían acostumbrado, cada uno a su forma, a sacarle partido

al tiempo. Creían por diferentes razones en la suerte.

Él con su cartera de clientes. Ella más espiritual pensaba que la rueda del

azar nunca dejaría de girar, aunque a veces daba por descontado que algo

podría salir mal, pero eran pequeños lapsus en forma de remordimientos.

Sorprendentemente todo parecía funcionar de forma autónoma con vida

propia, siguiendo caminos paralelos que parecía nunca, se llegarían a

encontrar.

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El mes de diciembre se presentó sin más. Las calles se llenaron

de luces, adornos y aroma a falsa felicidad . Era el tiempo idóneo para

las escapadas furtivas, cenas, compras, todo el mundo parecía

alegre y dispuesto a pasar por alto las pequeñas ausencias cada vez

más difíciles de justificar.

El alumbrado navideño se había encendido y las tiendas estaban a rebosar.

Hacía frío, decían que podía nevar pero las gotas que caían eran una

especie de aguanieve que se quedaba pegada en las solapas del abrigo.

Había decidido no ir a la cena de navidad: una disculpa sobre

niños enfermos y poco más.

Caminaba con varias bolsas de regalos cuando su amiga

Carolina, con su cuerpo perfecto talla cuarenta apareció como un

espectro, bamboleándose sobre altos tacones.

Tan pelma como siempre le soltó la charla habitual.

-Te veo bien. Tienes un corte monísimo .Ojala pudiese con mis

rizos llevar el pelo así

-Bueno a mi me gusta tu pelo caoba, ya sabes nunca queremos

lo que tenemos

-¿Podemos tomar un café o tienes prisa?

Paula miró el reloj de oro y acero con correa de cocodrilo marrón

-No puedo. Lo siento, tengo que terminar las compras .Acabo de

Page 25: La Infidelidad de Paula

escaparame de la horrible comida de navidad.

-Vaya ¡Por eso estás tan guapa! Me encanta el traje que llevas te

hace parecer…

-Un after eight, verde y chocolate.

-Una risa clara estalló en el aire.

-Si, si.

-No es original es lo que dicen mis hijos .Lo siento, de verdad.

Se despidieron con un beso en la mejilla. Ella siguió caminando y

mirando a su alrededor por si alguna cara conocida se asomaba por

aquella calle cercana al hotel.

Tras cerciorarse de que no había nadie en el horizonte entró

saludando a la chica de recepción.

La voz sonó impersonal: la 501

Se miró en el espejo del ascensor retocándose el brillo de labios,

después se pasó los dedos entre la cuidada melena corta

colocándose el cinturón del abrigo.

Al salir metió la tarjeta en la ranura y abrió la puerta.

El estaba desnudo sobre la cama, fumando un cigarro, mientras

escuchaba los suspiros de una rubia que se lo montaba con el actor

porno en la pantalla plana del televisor. Tenía el pelo mojado, como

si hubiese salido de la ducha.

Paula miró de reojo las tórridas escenas que aparecían como en un zoom.

Una extraña melodía compuesta por suspiros, susurros y jadeos sonaba

Page 26: La Infidelidad de Paula

martilleando los oídos.

En la habitación había una mezcla de olores, tabaco, loción

de afeitar, colonia, humedad que le recordaba los buenos momentos

que pasaba con él.

Sobre la silla reposaban doblados los pantalones y en la percha

colgaba la chaqueta gris del traje y la corbata.

Tenía buen tipo, se cuidaba en el gimnasio y jugaba al squash.

Así recostado sobre la cama parecía un dios griego, un poco

fondón, pero un dios griego en todo caso, perdido entre los

mortales. Su expresión ausente, sus ojos melancólicos como los de

Bobby cuando se quedaba sin salir a pasear, era su principal

atractivo.

Sobre las sabanas destacaba el color café con leche del

torso y las piernas, contrastando con la palidez de donde nunca le

daba el sol.

-Llegas tarde.- dijo escupiendo las palabras con cierto enfado.

Un poco asombrada por el tono áspero de su voz Paula, intentó

disculparse mientras dejaba su abrigo sobre el sillón.

-No es para tanto. Mira voy a poner cara de niña buena.

El parecía de hielo, se tomó su tiempo para responder

-El traje es...

-After eight- pero no se puede comer.

Estaba dispuesto a no reírle las gracias. No le gustaba que ella

Page 27: La Infidelidad de Paula

no fuese puntual. Faltaban cinco minutos para las nueve y habían

quedado a las ocho.

La miró mientras Paula despació deslizaba el vestido sobre las caderas , los

muslos, hasta que cayó al suelo y se quedó en ropa interior. Siguió el

ceremonial; los tirantes del sujetador de encaje, la pierna sobre la cama. Las

manos empezaron a bajar las medias de seda

Alberto se cansó de mirar. Se la comía con los ojos . Apagó el cigarro . Se

incorporó frunciendo el ceño. La agarró del brazo echándola sobre el colchón

-Me doy por vencido .No me hagas esperar más

-Todavía tengo una media. No puedo salir sin ella con el frío que hace

El, rígido y tenso, le quitó la ropa interior que Paula

especialmente se ponía para la ocasión . Recorrió con sus dedos la piel

brillante y suave del cuerpo que se arqueba buscando el suyo. En unos

minutos volaron sobre los tejados dormidos de la ciudad.

Escucharon unas campanadas en el aire. El reloj marcaba las

doce.-Me siento como Cenicienta corriendo y corriendo para que el

encanto no se rompa, dijo mientras se arreglaba el pelo.

El contestó ahogando su enfado

-Puedes venir o no. Haz lo que quieras, es cosa tuya.

Las palabras sonaron como una bofetada.

-Me parece un poco gratuito, después de tantos meses, escuchar esas

palabras. Los dos sabemos de qué va esta relación…

El la interrumpió encogiéndose de hombros.

Page 28: La Infidelidad de Paula

Habla sólo por ti. Me lo monto bien así -Yo no me quejo, eres tú la que

parece lamentar la situación.

Paula no quería enfrentarse a él. Plegó velas

-Siento tener que marcharme siempre corriendo. No lo tomes como una

crítica. Es impotencia

Alberto no recogió el guante

-Puede que la rutina y las medias verdades te estén desquiciando un

poco.

La dureza de su voz le hizo daño, no era eso lo que deseaba

escuchar, al fin contestó.

-No entiendes nada. Veo que hoy no tienes un buen día. A lo mejor

no te gusta la navidad- dijo con ironía.

-Puede.

Ella respiró despacio. Se sentó en la cama intentó acercar su mano a la

mejilla pero Alberto retiró la cara

-Tengo que irme

Se levantó de nuevo y recogió el bolso del butacón que estaba en el rincón

frente a la ventana

-Tu misma

Salió despacio sin mirar hacia atrás. Sabía el tipo de relación que ambos

buscaban, pero se sentía confundida y deprimida. No quería enfadarse con

él .Con la llegada de las vacaciones no podían quedar ni para comer, así

que lamentaba que la despedida hubiese sido tan brusca. Le hubiese

Page 29: La Infidelidad de Paula

gustado decir adiós como siempre con un beso y nos vemos.

Cuando llegó a la puerta del hotel llamó a un taxi, comunicaba. Lo intentó de

nuevo, volvía a comunicar. Parecía que toda la ciudad estaba

en la calle celebrando las fiestas. Se oían risas, música. Varios tipos

con muchas copas encima pasaron a su lado, mirándola de reojo.

Olían tanto a alcohol que parecía que se habían bebido las

destilerías de Whisky del río Spey. El largo habano que uno llevaba

en las manos dejó una estela que le revolvió el estomago. Miró

hacía el vestíbulo del hotel, donde dormitaba un tipo de gafas en la

recepción. Volvió a llamar. Hacía frío, el cielo estaba raso y miles de

estrellas le hacían guiños. Mientras marcaba y volvía a marcar el

numero de radio –taxi. ¡Por fin!

-En dos minutos lo tiene ahí .Lamentó que llegase tan pronto. Estaba

pensando en subir de nuevo a la habitación para quitarse el mal sabor de

boca de las palabras de Alberto. Intuía que estaba enfadado y quería saber

la razón. Disfrutaba del sexo y también de una relación furtiva que estaba

durando más que las anteriores. Dos, tres veces a lo sumo era lo que hasta

entonces había buscado. No quería que nadie pudiese interferir en su vida

personal o familiar y hasta la fecha lo había conseguido. Disfrutaba con la

dualidad que abarcaba su vida; como amante de un hombre desconocido y

como esposa de un conocido abogado

Los pies se habían convertido en bloques de hielo que se negaban a subir al

vehículo

Page 30: La Infidelidad de Paula

Las luces del alumbrado navideño le parecieron patéticas.

Todas esas sonrisas, falsos cumplidos, alegría desbordante de la

Navidad la sacaba de quicio.

Pagó la carrera con un billete grande.

-Lo siento, señora no puedo darle cambio. Es que este es el

último servicio que hago de camino a casa y por las noches no

llevamos mucho dinero encima.-expresó el taxista a modo de

disculpa

-De acuerdo, de acuerdo- Déjelo ¿No es navidad?- preguntó mordaz

Gracias señora- escuchó mientras cerraba la puerta cruzando hacia

el portal.

Todo estaba en silencio. Colocó su ropa en el cesto de lavar y se

dejó caer sobre el colchón resbalando hacia el lugar que ocupa su

marido que entre sueños le dijo – ¿Qué tal?

-Bien- .

Sintió las manos de Santiago agarrando su cintura.

¡Dios! Ahora no, pensó.

Se revolvió entre los brazos de su marido como si de repente le hubiese

entrado un hormigueo en el cuerpo, pero Santiago ni se dio cuenta, respiraba

de forma pausada. Dormía profundamente

Notó los labios de Santiago en su frente y escuchó entre murmullos adiós.

Los niños estaban de vacaciones y Paula había pedido unos días libres. Se

despertó de repente cuando sintió los lametones de Bobby en la cara

Page 31: La Infidelidad de Paula

-Joder es que no puedo ni dormir.

Los niños entraron corriendo . Querían ir a una pista de hielo que habían

montado . También apuntaron que iban a hacer galletas con azucar glas y

ver a Bob Esponja. Sin acabar de despertarse sopeso la idea del patinaje y le

pareció un horror, pero era todavía peor tener la cocina llena de harina y

claras de huevo. Se levantó, sacó sus armas de persuasión covenciendo a

Lucía la chica que ayudaba en casa para que se los llevase, mientras ella a

cambío ponía lavadoras y recogía la cocina. Cuando los vio salir a todos por

la puerta , respiró tranquila.

A las diez Santiago había llamado para recordar que no olvidase pasar por la

vinoteca y encargar la caja de tinto reserva del 86

Paula había dicho: no te preocupes, me acerco al mediodia

No le apetecía demasiado esa cena, pero todos los años se celebraba unos

días antes de terminar el año .Repasó mentalmente la lista de invitados,

unas cuantas parejas conocidas y alguien más; inofensiva la reunión.

Se pasó la tarde domando su indómita melena, fijador, rulos, tenacillas todo

para conseguir el efecto Ondas Glam que realzaba las facciones de su

rostro.

Decidió que el top de seda azul pavo real y uno pantalones negros de talle

alto era lo idóneo para la reunión. No le gustaban los maquillajes sofisticados

estilo geisha .Eligió un tono natural combinando sombras beige y un toque de

brillo en los labios

Santiago como siempre no era puntual. Llegó pidiendo disculpas mientras se

Page 32: La Infidelidad de Paula

metía en la ducha. Al salir recogió las prendas que estaban sobre la cama

Paula lo esperaba leyendo en el salón

-Estas muy guapa. Me gusta el brillo de tus ojos y aunque te maquillas

parece que llevas la cara lavada.

-Muchas gracias...Intento quedar bien

La cena era en un loft, situado en un barrio de casas antiguas que se había

rehabilitado en el centro y sin saber muy bien porqué se había puesto de

moda. Paula había estado mirando casas pero la oferta era escasa y lo que

quedaba no merecía la pena.

El Hall era amplio y luminoso .De la pared colgaban grandes cuadros y

fotografías que los dueños, un abogado penalista y su mujer una anestesista,

habían echo en sus viajes alrededor del mundo. Destacaba una imagen con

niños de ojos grandes y piernas largas que corrían estirando los

brazos delgados y huesudos, tras un camión de ayuda humanitaria.

El salón era amplio, moderno y minimalista; sofás blancos, mesa

de cristal, mullida alfombra y poco más.

Sobre la mesa un gran centro de frutas, varias bandejas de sushi y otros

delicatesen.

Todos los invitados habían llegado. Música de jazz flotaba entre palabras,

risas y saludos

De la cocina llegaba el olor a vinagre balsámico que desprendía

el marinado que estaban preparando.

Paula charlaba con una amiga a la que hacía años que no veía

Page 33: La Infidelidad de Paula

poniéndose al día de los cotilleos de conocidas comunes que de

alguna u otra manera habían dejado de frecuentar.

-La vi el verano pasado. Esta echada a perder.

-¡No me lo puedo creer! -exclamó Paula.

-Estábamos en la playa y de verdad dudaba que pudiese ser

ella. Tenía el pelo estropajoso, la cara llena de manchas y cuatro

tallas más de lo que debería aguantar su esqueleto. Por no hablar

del traje de baño negro con el que intentaba ocultar el flotador que

se formaba en el abdomen- dijo sin morderse la lengua.

Paula asintió llevando la copa a los labios

-Me acuerdo del primer novio que tuvo, aquel chico larguirucho,

con el pelo tan lacio que parecía que lo tenía lleno de aceite.

-La verdad es que siempre me pareció un poco corta pero ahora

después de verla en la playa me da un poco de pena-comentó sin

ningún tipo de remordimiento -Aunque cambiando de tema. Tengo una

información de última hora .

Lo mejor es que ya sabes quién…, se ha separado de su precioso

marido; el de los rizos rubios de angelote – aclaró con satisfacción.

-¡No!

-Si-suspiró.-No lo sabía con certeza pero me lo comentaron ayer y mi fuente

es de lo más fiable

-Vaya, vaya quién lo iba a decir. Tan perfectos y exquisitos.

-Al menos, creo, todo ha sido de forma civilizada. Él le dejó la casa a cambio

Page 34: La Infidelidad de Paula

de un buen régimen de visitas para los niños y cuando todo esté arreglado lo

harán público. No quieren que esto salté a la prensa y se les vaya de las

manos. No les apetece que los socios de la empresa piensen que cuando

empiece el papeleo los problemas puedan influir en el día a día de la cadena.

Carolina se incorporó a la charla con una sonrisa de oreja a oreja. Sus labios

rojos eran como un anuncio de barra de labios.Tenía un aspecto magnifico

con una sencilla blusa de color coral y unos pantalones pitillo, que le

alargaban sus ya estilizadas piernas

-No hablareis en serio. El no podía vivir sin su chica, eran aburridos hasta

morir.

-Sabéis- comentó Paula-, alguna vez he pensado que la vida se debería vivir

al revés. Empezar con el dolor, la soledad, la vejez, las caras de pergamino,

los cuerpos fondones y luego retroceder hacía ese mundo feliz de cariño,

mimos, paisajes risueños, disfrutando de esos momentos en donde todo el

futuro está por llegar cuando los cuerpos son hermosos y no necesitan ni

Gimnasio, ni disfraz.

Marisa, la mujer de un conocido promotor inmobiliario que alardeaba de

haber convertido la mierda en oro, embutida en un traje de print animal se

incorporó a la reunión

-¡Que cosas tienes!

La voz de Paula mostró el desagrado que le producía volver a encontrarse

con ella. Clavó sus ojos en el rostro de Marisa cargado de maquillaje.

Parecía que se había untado con paté. Tenía tantas capas de rímel en las

Page 35: La Infidelidad de Paula

pestañas que cada vez que sus miradas se cruzaban se preguntaba como

podía pestañear . La tela estaba apunto de reventar en las caderas y varias

cadenas doradas destacaban en el pronunciado escote en “V”. Parecía que

en vez de acudir al cirujano plástico más reputado del momento iba a un

taxidermista que había hecho que su rostro se mimetizase con el de un gato

montés. De mala gana contestó

-Es sólo una opinión.

Amalia conocedora de la inquina que ambas solían mostrar cuando

coincidían intentó que la reunión no fracasase antes de empezar.

-Me parece bien lo que opina Paula. La vida es movimiento y la dualidad

preside todo lo que hacemos. Recuerdo los últimos días de mi madre cuando

quería que el tiempo no pasase tan deprisa, en el fondo se agarraba a lo

único que tenía intentando vencer el medio por lo que se le venía encima

Si empezásemos conociendo el final a lo mejor evitábamos cometer algunos

errores que a veces tuercen nuestro camino ¿no creéis que seria mejor?

Al escuchar estas palabras Paula se puso en guardia. Calibró leyendo

entrelíneas si le estaban lanzando un mensaje, pero era imposible que

Amalia o Marisa conociesen su relación con Alberto.

Carolina cambió radicalmente el rumbo de la conversación

Chicas nos estamos poniendo trascendentales. Olvidaros del eros y el

Thánatos, es la cena de Navidad. Por cierto, Marisa ¿Qué tal por Río?

La cara regordeta y estirada se iluminó de nuevo al volver a ser el centro de

la Reunión. Separó los labios carnosos llenos de colágeno.

Page 36: La Infidelidad de Paula

-Bestial. Cuando salimos de Madrid nevaba y al llegar nos sobraba hasta el

Bikini . Antonio acaba de comprar una pequeña empresa que tiene la

contrata del reciclado de basuras de algunos barrios. Aquí las cosas están

tan mal que hemos empezado a diversificar los negocios, además con lo de

los Mundiales Brasil se va a poner al día.

Paula pensó en lo borde que era. Nadie le había preguntado por los negocios

de su marido. Todos sabían que se habían lucrado untando a todo aquel que

podía recalificar un plan urbanístico y cobrando en negro por pisos tasados

muy por encima de su valor real. Ahora como las cosas estaban chungas se

iban con la música a otra parte para seguir especulando y de paso evitar

pagar impuestos. Recordó una cena en la casa que tenían en una de las

uranizaciones más exclusivas de Marbella. Recibían a la gente en el jardín

vestidos de blanco y cargados de oro. En el jardín había creado una

moderna zona lounge entre jazmines. La piscinas rodeada de velas era como

un apendice del mediterraneo; camas balinesas , mullidos sillones y altos

taburetes rodeaban la barra del bar. El buffet servido por camareras de cofia

y delantal había sido una autentica pasada. El champán era francés y se

ofrecía en pequeñas botellas para sorberlo con pajita. Habían contratado a

un conocido cantante para amenizar la velada pero en el fondo no dejaban

de ser los nuevos ricos forrados con el ladrillo y eso era una marca que no

se podía borrar. La ostentación y su amor por el lujo desmedido eran su

tarjeta de presentación

Paula volvió a coger el hilo de la conversación que sin aportar mucho

Page 37: La Infidelidad de Paula

desarrollaba las rutas turísticas que el feliz matrimonio de ladrilleros había

seguido en Río de Janeiro

-Pasamos del Corcovado y del Pan de Azúcar. Cogimos un bondinho, no sé

si lo pronuncio bien, un tranvía, para subir a Santa Teresa. Es un barrio tan

decadente que me quedaría a vivir en alguna de sus impresionantes

mansiones coloniales. Puede que compremos una casas ahora que vamos

a ir con frecuencia a Brasil.

Encantada de ser la abeja reina rodeada de zanganos, se llevó la copa a

los labios para de inmediato continuar

- Para comer rodizios nada como en la zona de Flamengo y por supuesto las

Caipirinhas en Ipanema.

Quiso hacerse la graciosa

- Aunque tiene su peligro, las garotas que caminan por el arenal.

Acompañó las palabras dibujando con sus dedos una silueta en el aire

-¡Que cuerpos!

Berta, la aburrida, intervino por primera vez en la charla

-Dímelo a mí que cuando me casé pasé la luna de miel allí. Creí que sin

empezar nuestro matrimonio se iba a acabar de golpe y...

Marisa intentó de nuevo ser el centro de atención. Siempre tenía que decir la

última palabra

-Por cierto. Río ha cambiado mucho. Si vais la milla de oro es la Avenida

Vieira Souto, los mejores hoteles, las tiendas más in y cuerpazos por

doquier- cambio el registro de su voz y entre susurros continuó.

Page 38: La Infidelidad de Paula

-Ellos miran pero nosotros refrescamos la lívido. Nunca he visto tantos tíos

con cuerpos diez. Vamos que hay que ser ciego para no apreciar las

esculturas talladas con cincel.

- Que exagerada eres

-No, de verdad. Claudio odia la playa. En Marbella no consigo que esté ni

media hora quieto en la tumbona, pero allí era el primero en llegar y el último

en salir así que yo también me consolaba es...

Un hombre calvo y regordete de mejillas sonrosas y barriga picuda

interrumpió la charla cuando la anfitriona anunció la cena.

Marisa hizo pucheritos lamentando no poder seguir relatanto su experiencia

-Tenemos que quedar un día para charlar

Al llegar frente a la mesa cubierta por un mantel de hilo buscaron la tarjeta

impresa con el nombre de cada invitado.

Paula estaba en una esquina al lado de Víctor el anfitrión.

La conversación, cómo un péndulo oscilaba entre vacaciones: el

Azul del Cerdeña es único; Inversiones, no te recomiendo

tecnológicas; Crisis en los mercados de valores , esto es un noria de feria ni

los gurús saben que puede pasar, es como si los alumnos aventajados de

Soros estuviesen bailando una danza macabra... hasta que en un momento

se quedó fija en la infidelidad.

Una extraña sensación de inquietud recorrió el cuerpo de

Paula. Se sintió incomoda intentando no participar demasiado en la

tertulia.

Page 39: La Infidelidad de Paula

Las frases sonaron como látigos cortando el aire

-No hay que ser hipócritas. La infidelidad es un hecho.

-Si pero tampoco hay que trivializar los cuernos no se inventaron

ayer, si no os lo creéis solo tenéis que preguntar a los cazadores.

Risas jocosas sonaron en la sala ante el doble sentido de las

palabras.

Paula se puso nerviosa escuchando como su marido daba un

enfoque nuevo, vital y optimista a la conversación.

-Yo creo que no hay que dramatizar, nosotros llevamos diez

años casados y por ahora no me he aburrido de mí querida señora.

A lo mejor es cuestión de hábito. ¿No lo veis así?

Todas las miradas se clavaron en la esquina de la mesa donde Paula muda

intentaba pasar desapercibida. Por un instante pareció encontrarse entre

niebla cómo un naufrago buscando una tabla para flotar.

De nuevo Santi emitió un suspiro

-Las personas pueden atraerse, incluso pensar que están

Enamoradas, pero en el mundo de las relaciones o, es todo o, nada. Así

que lo mejor es evitar... hizo un gesto cambiando la entonación-, cómo lo

resumiría… Bueno, verse en medio de desafortunados encuentros ya sabéis

polvos a deshora y copas de más.

La cara de Paula se transformó en una máscara de cera. Incapaz de seguir

escuchando perdió varias veces el hilo de la conversación. Imágenes

borrosas se agolpan en su cerebro, demonios con rabo, brujas desgreñadas,

Page 40: La Infidelidad de Paula

peces en el cielo...

-¡Menudo cínico!

-¿Yo?

-¡Que patético!

Escuchaba frases sueltas sin saber muy bien de qué estaban hablando. Sus

oídos chirriaban; palabras vacías, jadeos y susurros.

Los remordimientos entraban y salían de su cerebro con la velocidad que

se mueven los cometas por el cielo

¿Qué pensaría Santi si lo supiese? Alguno de los presentes se habrá

enterado. La bruja de Marisa me habrá visto.…

Sin darse cuenta como un reloj programado con chip empezó a ordenar

conceptos:

Probable

Cuestión de tiempo

Ojala todo siga igual

Son chorradas

Si no lo hubiese conocido nunca

La mala suerte

El día inadecuado

Sola

Estoy fatal

¿Cómo empezó ese lío?

No sé. No lo recuerdo o no quiero recordarlo

Page 41: La Infidelidad de Paula

¿De qué tengo miedo?

¿Qué puede pasar?

La chillona voz de Carlota se escuchó entre risas

-Paula ¿sigues con nosotros o has desconectado?

-Perdón dijo dando un respingo, me perdí.

-Claro con lo que ha dicho tu marido de ti seguro que estás

flotando- apuntó una voz sardónica.

Carlota insistió -¿Te preguntaba que tal tú cena de navidad?

Santi animoso respondió por ella

-Un coñazo como todos los años, con los niños, el perro, los

suegros, vamos como la vuestra.

-Ya esa historia la conozco, es que me encontré a Paula

guapísima el día que iba a la cena de navidad de la empresa.

Santi se quedó de una pieza. Sus ojos estáticos fijos en un punto

indefinido del salón se llenaron de niebla . Al observar que Paula abría la

boca para responder tragó aire .

Un torbellino de palabras se formó en la cabeza de Paula, se

retocó la cintura del pantalón escondiendo las manos húmedas y

temblorosas bajo la mesa .Con una media sonrisa respondió.

-El día que nos encontramos te dije que no me apetecía tener una comida

en navidad.Estaba terminando las compras de los niños y posiblemente

entendieses que tenía prisa porque ese día teníamos la cena de navidad

¿Te acuerdas?

Page 42: La Infidelidad de Paula

Carlota hizo un gesto de sorpresa formando una “O” con sus

labios.

-¡Pues es verdad! Ahora que lo dices.

En ese fatídico momento la cena concluyó para Paula. Intentaba no

exteriorizar su desazón agarrándose a la tonta idea de que sólo era un

comentario sin mayores consecuencias, pero evitaba mirar a Santiago

La fatalidad y la impotencia competían por materializarse en su cerebro

¿Cómo había podido ocurrir?

Esas insulsas cenas la aburrían pero eran parte de su vida. Eran el test de la

felicidad. Allí todos sonreían, se alegraban de verse aunque en el fondo cada

uno tenía mucho que ocultar. Fantasías, apariencias, ilusiones en un mundo

donde se hacia de lo vulgar algo excepcional.

El tiempo corría demasiado lento. No probó el postre a pesar de ser una

tulipa con helado de Mango que le encantaba. No veía la hora de levantarse

y dejar atrás la reunión. Permaneció sentada casi sin moverse. A pesar de

necesitar ir al baño aguantó hasta el final

Se despidieron dando las gracias y fijando otra reunión sin fecha definida

.Durante el trayecto a casa Santiago estuvo ausente. Sus manos crispadas

como las garras de un águila sobre su presa agarraban el volante de piel. El

coche se desplazaba en silencio por las calles desiertas, algunos sin papeles

dormían sobre cartones en los bancos de madera o en algún portal

abierto.

Entraron en el garaje sin hablar y así llegaron a la habitación.

Page 43: La Infidelidad de Paula

El se desnudó dándole la espalda cosa poco habitual. Apartó el

edredón de plumas enterrando su cara en la almohada. Paula se

acostó y entre susurros dijo- Buenas Noches

Le costaba quedarse dormida .Su mirada se perdió entre las paredes color

vainilla de la habitación. Cuando sintió la respiración pausada de Santi se fijó

en sus oscuras cejas, en la sombra del afeitado en sus mejillas, en el

hoyuelo de su barbilla. Se levantó de la cama caminando de puntillas hasta

el salón. Intentaba borrar de su mente la cara de póker de Santiago cuando

ella daba esa ridícula explicación sobre la cena de navidad. Cogió un

libro pero leía la misma página cinco, diez puede que quince veces,

hasta que lo dejó. Bobby dormía plácidamente a sus pies.

Trataba de dominar su ansiedad, las manos temblaban y los ojos estaban

llenos de lágrimas. La vida había sido para ella un reto. El mundo feliz que

durante años había construido era un espejismo pero a su vez había mutado

en una extensión de aquello que quiso conseguir. Las palabras que Santiago

pronunció antes de casarse asaltaron su mente:

Todo lo que hagas en la vida tienes que contabilizarlo. Nada se puede dejar

al azar, sólo así comprenderás que la balanza se inclina hacía un lado o

hacía el otro; ya sabes pérdidas o ganancias. Los sentimientos a veces

distorsionan la realidad y es ahí dónde hay que saber parar. Sentirse

culpables por algo que has echo si sale mal no tiene sentido, obsesionarte

por algo que no has conseguido tampoco. Hay que poner en valor aquello

que perseguimos y entonces actúar para no equivocarnos

Page 44: La Infidelidad de Paula

La noche pasó buscando respuestas que no encontró . Vio como la luz poco

a poco se hacía más intensa colandose entre los visillos. Oyó el despertador

y el ruido de la ducha, la cola del perro se empezó a mover, Santiago entró

con la correa de Bobby. Acercó los labios a su mejilla.

-Tienes mala cara

Paula intentó disimular

- No me acabo de levantar pero me duele un poco el estomago

-Bajo al perro. Te veo esta noche-. Salió sin más ignorando el vacío

creado

Paula arregló a los niños, se ducho .Se vistió y desvistió varias

veces; pantalón, falda, vestido, traje chaqueta…

Siempre combinaba la ropa con esmero, su estilo era una

mezcla de clasicismo e informalidad donde predominaban los tonos

claros y neutros que la hacían parecer natural, pero esa mañana no

se encontraba bien con nada, demasiado arreglada, un poco hippie,

demasiado mayor. Incapaz de identificar mentalmente lo que buscaba pensó

que había perdido la empatía que tenía con su inmenso vestidor.

Hizo la lista de la compra varias veces, cuando terminó había más

rayas cruzadas que palabras escritas.

No tenía ni idea de cómo afrontar la situación. En el despacho no se

concentraba, estaba más enfadada que de costumbre: dio malas

contestaciones, cerró la puerta airada, le colgó el teléfono a un

colega. No bajo a comer. Pidió que le subiesen un sándwich de

Page 45: La Infidelidad de Paula

pollo que sabía a plástico. El café resbaló por su mano salteando la falda de

pequeñas e irregulares notas marrones que emulaban un print animal de

todo a cien .

Volvió a casa un poco antes de lo habitual. Los niños se animaron al verla,

les prometió que el sábado harían algo especial.

Santiago llegó demasiado tarde. Ella estaba en la cama haciendo que

dormía.

El mismo ritual, apartó el edredón y sin mirarla se acostó.

Así pasó la semana, se dieron una tregua sin explicaciones ni

palabras. Paula pensó que todo seguía igual aunque no era tanta su

ingenuidad para creer que Santiago frío y distante iba a dejar pasar el

pequeño incidente sin más. Con el tiempo había llegado a conocerlo de

verdad. Sabía que cuando algo no estaba a su gusto, se tomaba su tiempo

para abordarlo. Cómo buen abogado ataba todos los cabos y cuando el

barco estaba amarrado en el puerto lo soltaba

El jueves se había quedado por la tarde para revisar una serie de

formularios legales que debía aportar en la reunión que el viernes tendría

lugar en el despacho de su jefe

El teléfono sonó, lo cogió sin más. Pensaba que era algún colega que

también preparaba la voluminosa documentación que se aportaba al Comité

de Inversiones. Había varias empresas fuertes pujando por hacerse con una

contrata de obra civil. Se sobresaltó al escuchar su voz, intuía que iba a

llamar pero no en ese momento no quería que fuese él.

Page 46: La Infidelidad de Paula

-Paula siento no haberte llamado pero…

Ella cortó en seco.

-No importa, pero la verdad es que ahora tengo gente en el

despacho. Hablamos más tarde- colgó.

Mientras caminaba por el pasillo hacia el lugar de la reunión, su

cabeza daba vueltas tratando de convencer de manera obsesiva a

su maltrecha conciencia.

Todo va a salir bien, repetía una y otra vez.

Se había metido en esa historia sin saber quién era él. Salvo que enseñaba

pisos, poco más sabía de Alberto.

Las normas desde el principio estuvieron claras: nada de preguntas, tampoco

respuestas. La llamada de teléfono impersonal y la cama de un hotel.

Ninguno quería ataduras sólo disfrutar del momento hasta que él o ella dijese

no nos vamos a volver a ver.

La relación había pasado por varias fases tras la euforia inicial. Paula intuía

que en breve empezarían las disculpas para despedirse cualquier día sin

mirar hacia atrás, pero a diferencia de lo que había ocurrido en otras

ocasiones sentía algo de apego y tenía miedo de aquello terminase mal.

Al entrar de nuevo en su despacho su secretaria le entregó una

nota: su amiga Begoña la esperaba al día siguiente para almorzar.

Pensó en una disculpa. De todas sus conocidas Begoña era con

la que menos le gustaba quedar para comer. Estaba continuamente

a régimen, la conversación giraba invariablemente sobre la dieta

Page 47: La Infidelidad de Paula

anti almidón, La Atkins, las nuevas pastillas quita hambre, era una

extraña competición para ver quien comía menos trozos de lechuga

y adelgazaba más.

Tras la reunión que había sido larga y tediosa debido a que los arquitectos

habían realizado los informes sin aclarar algunas especificaciones técnicas

que acompañaban el pliego de clausulas administrativas, descolgó el

teléfono para cancelar la comida. Paula dudaba si realmente con la que

había caído esa mañana, podía divertirse, y pasar el rato pero finalmente

dejó el aparato en su sitio y salió a la calle

El lugar donde habían quedado estaba relativamente cerca .Decidió caminar

para despejar su cabeza. El viento movía los árboles desnudos y la

sensación de frío la obligó a ponerse los guantes que guardaba en el bolsillo

del abrigo.

La cafetería estaba a rebosar. Había gente esperando el turno

de comedor. Paula ojeó entre las mesas. Begoña le hizo un gesto

con la mano. Estaba sentada frente a una botella de agua. Llevaba el pelo

más corto que otra veces. Las puntas se ocultaban tras las orejas y apenas

iba maquillada. La camiseta negra de pico le quedaba como un guante. A

pesar de alimentarse de lechuga y otras zarandajas tenía buen aspecto.

-Hace mucho que esperas

-No, acabo de llegar.- respondió mientras miraba la carta de

ensaladas

La charla como siempre aburrida y monotemática. Una chica con

Page 48: La Infidelidad de Paula

una minifalda de lycra se contoneaba entre las mesas camino del servicio

-¡Pobre! Si yo tuviese esos árboles por piernas la tela me cubriría

hasta los zapatos.

-Si, es que tú eres perfecta.- remató Paula aburrida

Begoña encajó la ironía.

-No te pases. Te veo cansada .Tienes ojeras.

Paula respondió con un tono inexpresivo

-Un mal día

Begoña insistió

-Te veo decaída

-No de verdad no es nada. El imbécil del arquitecto presentó un mal informe

y la mesa técnica no se vuelve a reunir hasta dentro de diez días. Luego

dirán que los plazos no se cumplen, pero algunos parece que lo hacen

adrede. ¿Qué tal tu dieta?

-Bien dejé la de hidratos de carbono y también la de las proteínas. Ahora

como de todo, bueno de casi, pero en platos de postre y me mantengo en el

peso ideal .Dio un giro a la conversación

-¡Ah casi me olvidaba! ¡Sabes que me multaron la semana pasada!

-¿De verdad?

Hurgó en su bolso esgrimiendo una notificación arrugada

-Si, una pasada... Creo que, o estaban aburridos y buscaban un subidón de

adrenalina o, necesitaban cumplir objetivos. Nunca voy a toda pastilla, eso

ya lo sabes siempre me decís que si fuese el coyote nunca pillaría a

Page 49: La Infidelidad de Paula

correcomaminos

Paula sonrió. Begoña continuó dramatizando

.-Había una de estas señales como de pega que ponen a 90. No sé, no me di

cuenta, hasta que una moto se colocó a unos metros de mí, y el guardia me

señaló que parase en el arcén. Me puso tan nerviosa que por poco me lo

llevo por delante, en vez de meter la tercera metí la quinta y tuve que dar un

volantazo para no atropellarlo

La cara de Paula era de incredulidad

-Cuando estaba inmovilizada en el arcén, empezó casi un tercer grado. Sus

ojos me acusaron de todo, hasta de la muerte de Manolete; el carnet de

conducir, luego el DNI, después el seguro, también el impuesto municipal de

vehículos. Creo que le jodío que llevase todo en orden y me hizo soplar.

Entre grandes aspavientos continuó

-¡A mí que sólo bebo agua! Por supuesto no había rastro de alcohol así que

llegó la traca final. Me preguntó a que velocidad iba

Me encogí de hombros antes de responder a esa parida de pregunta.

Todos sabemos que el limite en la autovía es de 120 .Cabreada contesté

como mucho a ciento diez.

Al merluzo se le iluminó la cara con aire de suficiencia y me contestó que el

radar captó que iba a ciento cinco en un tramo de carretera que señala

noventa.

La risa de Paula explotó en el aire. Los de las mesas cercanas se volvieron

intentando captar el chiste

Page 50: La Infidelidad de Paula

-¡Mon dieu! ¡No me lo puedo creer! Begoña eres única

Begoña continúo. Bajó un poco el tono de voz

-Pues se me ocurrió contestar. Vale admito que fue de mala forma quizás fui

impertinente argumenté que no había visto esa señal y pasaba todos los días

por allí

Begoña intentó imitar los gestos del guardia civil.

El tipo se empezó a cabrear y comentó que no siguiese por ese camino.

Le contesté todavía más borde alegando que era el camino a casa.

Se cabreó de verdad y me entregó un papelito en el que me ponía un

recargo por no haber reconocido el error. Vamos los doscientos eurillos del

tratamiento antiox que iba a comenzar. Recogí la multa lo observé por el

rabillo del ojo y me fui sin decir ni mu

La risa de Paula fue sincera. No se arrepentía de haber quedado para comer

-No está mal la batallita. Cuando seas abuela lo conta...

Se detuve de repente. Vaciló antes de continuar

-Lo siento, no quería...

Los ojos de Begoña se llenaron de lágrimas

-No importa .Estoy bien. Es dificil aceptarlo pero lo peor ha pasado. No me

hagas caso soy algo sentimental y en este momento no estoy de humor para

pensar en ser abuela. De pequeña me imaginaba en una casa con chimenea

rodeada de niños, perros y gatos preparando la cena de Navidad . Pero ya

vés ni casa, ni perros y ahora ni tan siquiera marido

Paula respiró hondo. No quería tocar el tema del divorcio de Begoña. Sabía

Page 51: La Infidelidad de Paula

que lo estaba pasando mal . Había sido un proceso largo y complicado

-El otro día en la cena te echamos de menos.

Begoña levantó los ojos apenas podía hablar

-Si yo también lamento no acudir a esas cenas, pero ya sabes .Tú y Santiago

siempre me habéis apoyado, pero otros han preferido mantener la amistad

con Mauricio- Esbozó una sonrisa antes de continuar- Ocurre en todos los

divorcios.

Paula intentó cambiar el rumbo de la conversación

-Te queda bien este corte de pelo, pero el recuerdo que tengo del día que te

conocí, es el de aquel cabello castaño que te llegaba casi hasta la cintura

-Que exajerada ni que fuese un anuncio de champú. Nunca tuve el pelo tan

largo a lo mejor te confundes con otra..- Tras dudar unos segundos retomò

el tema del divorcio

-Nunca te lo he contado. Es más no se lo he dicho a nadie pero al poco

tiempo de separarme Carlos el marido de Marisa me llamó.

Paula dio un respingo

¿Carlos?

-Sí .Pensé que como todos intentaba animarme. En verano solíamos tomar

una copa en un chill-out de Marbella con toques orientales bastante hortera.

Nunca me parecieron intesantes pero a Mauricio le gustaba quedar con ellos

y sinceramente a mí me daba igual

Así que debió de pensar que la tontita de Begoña necesitaba consuelo.

Recuerdo que tenía bastante lío tanto, en el trabajo como con la abogada

Page 52: La Infidelidad de Paula

que llevaba el caso. Di una larga cambiada y pensé que se olvidaría, pero

insistió de nuevo. La situación me pareció un poco violenta y quedamos para

comer.

Todavía me arrepiendo de haber aceptado aquella invitación

Paula apenas pestañeaba mientras escuchaba la historia. Si alguien le

hubiese pedido que citase a dos personajes antagonicos, sin dudarlo hubiese

dicho Mauricio y Begoña. Ella era discreta, culta, refinada. Él un botarate,

podrido de dinero, con un lexico pobre y escaso sentido del humor.

-La comida fue una pesadilla. Habíamos quedado en L, hardy para tomar un

caldito y yo pensaba que poco más. Insistió, insistió e insistió hasta que

logró arrastrarme a uno de los mejores restaurantes de cocina experimental.

Había estado allí con Carlos y me molestaba volver con él. Es el típico lugar

para dejarse ver y ser vistos, y darse un homenaje ante los demás.

Al entrar aparte del rendez vous del maitre, miles de ojos nos siguieron Me

condujo a través de las mesas saludando a todo bicho viviente intentando

hacerse notar.

La voz de Begoña se apagó. Cerró los ojos y levantó la mirada.

-El almuerzo transcurrió entre empalagosas palabras de doble sentido,

miraditas y caricías que yo no había pedido. Me sentía tan incomoda que

apenas probé los rídiculos platos que nos ofrecieron . Ya sabes Puturrú de

foie...

Cuando nos levantamos respiré tranquila y al salir a la calle pensé que había

sido una pesadilla y lo peor había pasado. Me iba a despedir cuando el

Page 53: La Infidelidad de Paula

portero le entregó las llaves del jaguar. Como si fuese algo de su posesión

agarró mi brazo y me señaló el coche. Bastante cabreada me solté y le di las

gracias , pero observé como le hacía un guiño al portero y este abría la

puerta...

Bebió agua antes de continuar

No quería montar un escándalo entré. Dentro del coche le afee su conducta.

Contestó con linsojas de viejo verde, ya sabes de caballero andante. Pero a

medida que nos acercabamos a mi casa se empezó a poner pesado.

Imaginate las frases

-Te puedo ayudar

-Siempre me has gustado

Tienes belleza y cerebro.

Enfin un montón de topicos que me revolvieron el estomago. Cuando intentó

meterme mano abrí la puerta y me bajé del coche.

Paula sorprendida apuntó

-¡No me lo puedo creer! Es un adoquín con gafas pero nunca pensé que

intentase algo así con una persona conocida. Es engreído y bastante

fantasmón pero...

Begoña no pudo disimular su asco

-Es el tipico que piensa que todo se puede comprar . Así que aparte de que

las cenas de parejas ya no son para mí, intentó no pasar a su lado. Un día lo

ví bajar por Nuñez de Balboa y salí corriendo hacía Principe de Vergara.

Paula frunció el ceño. Intentó decir algo amable pero no encontró ninguna

Page 54: La Infidelidad de Paula

palabra. Los ojos llorosos de Begoña se cruzaron con los suyos.

-¿Por qué no me lo contaste? Somos amigas desde hace años. Creeme no

lo entiendo.

Begoña se quedo en silencio antes de responder

¿Por qué suceden estas cosas? Es algo más que la tipica rivalidad entre

hombres. Si uno tiene algo bueno el otro también lo quiere. Si la mujer es

guapa, el otro piensa que puede probarla. Si uno cambia de coche, el otro

se compra un barco. Creí que estas actitudes eran típicas de la adolescencia

pero me he dado cuenta de que persisten con la edad. Pero ¿quieres saber

una cosa? - Encogío los hombros y se retiró el pelo hacía atrás

-Me ha costado romper con todo. Con el tiempo nos volvemos cómodos y es

dificil volver a empezar pero para salir adelante hay que ser valiente, vencer

al miedo que paraliza tu vida cuando alguien te dice se acabó.

No estamos preparados para sufrir, tampoco para decir adiós, pero el tiempo

transforma los fracasos cambiando la percepción que tenemos de las cosas.

Cuando algo se acaba es mejor no mirar atrás. No merece la pena

arrepentirse o buscar culpables. Las dudas no te dejan vivir y la sospechas

asaltan los sueños El rencor sólo incrementa la frustración. Así que me ha

costado pero lo he conseguido he decidió olvidar.

Mi matrimonio sólo fue un parentesis en mi vida. - respiró antes de preguntar

Si Santiago un buen día se fuese con otra ¿tú que harías?

Paula se encogió de hombros. No contestó

Page 55: La Infidelidad de Paula

La semana laboral terminó y el sábado como había

prometido a los niños salieron a comer hamburguesas y pizza.

Todo parecía normal, reían, charlaban, se sentaron con amigos,

pasearon a Bobby… En público eran el retrado de una familia feliz, pero en la

soledad de la habitación el silencio se había instalado entre los dos; escasos

monosilabos, sonrisas compasivas, falta de empatía... La complicidad que

durante años había presidido la relación se había esfumado.

La tarde del domingo Santiago se encerró en el despacho. Paula había

pensado que su actitud hostil terminaría ablandandose, pero se quedó con

las ganas.

El lunes en la oficina Alberto volvió a llamar.

-No puedo a las seis. Tengo problemas. Si quieres al mediodía.

-No seas ridícula, a ti no te gusta al mediodía- contestó enfadado

Ella tardó en contestar.

-No es que no quiera, es que si te parece, de ahora en adelante

quedamos al mediodía, para mí es más fácil, no suelo comer en

casa y Santiago tampoco. No hay otra opción ,por ahora.

-¿Algo va mal? Perdona la indiscreción- apuntó de forma irónica.

Paula no tenía ganas de discutir y menos de escuchar frases con

doble sentido o juegos de palabras.

Page 56: La Infidelidad de Paula

-No, en absoluto.

-Nos va a salir un poco caro el polvo. Sabes que la habitación por

horas es más cara que por noche.

Paula se ruborizó, sintió vergüenza por la forma en que estaban tratando el

asunto, pensó en colgar,en terminar la historia, valoró no volverlo a ver, pero

obedeciendo a un impulso accedió. Aunque parecía rículo con él se sentía

viva, segura. Adoraba sus caricias y flipaba cuando veía el brillo de sus ojos

tras hacer el amor. Unas horas con Alberto equivalían a todo un mes con

Santiago.

Le gustaba el riesgo y jugaba exhibiendo su contradicoria personalidad.

Necesitaba aunque fuese esporadicamante romper , con el rol de madre

abnegada que lleva a los niños al campamento, el de mujer perfecta que

sonreía sin ganas en las aburridas reuniones de amigos para transformarse

durante unas horas en la mujer frívola que sólo buscaba sexo sin pedir, ni

esperar nada más.

-¿Sigues ahí?

-Vale a las tres.

Nada más colgar una llamada sonó en su móvil. El colegio y la

tutora, no se acordaba. Llamó a Santiago

El descolgó, mientras con la otra mano dirigía el ratón del

ordenador. El despacho estaba en silencio y por la ventana entraba

la luz del sol.

-Se me había pasado comentártelo. Esta tarde a las seis tenemos

Page 57: La Infidelidad de Paula

que ir al colegio. El tutor del niño nos quiere ver. ¿Puedes?

-No me viene bien pero, sí iré. ¿Te recojo en el despacho?

-No. No te preocupes quedé con Begoña a las tres para comer y

después, no me voy a pasar por aquí, cojo un taxi.

-Bien nos vemos allí

Cuando colgó, Santi llamó a su secretaria. Entró como siempre

sin que sus pasos se escuchasen. Se quedó al otro lado de la mesa

esperando las instrucciones.

-Cancela todas las citas previstas para esta tarde. Un

pequeño problema que tengo que resolver, cítalos en el primer

hueco libre o si se ponen muy pesados a última hora de cualquier

día si les parece bien.

Dándose la vuelta salió del despacho

Santí cogió el periódico que estaba en una esquina lo abrió por

la pagina de contactos. Pactó un servicio y dio la dirección del

hotel, la calle en la que varios amigos habían visto a Paula a la hora

de comer.

Pidió un taxi. El tráfico era caótico. Su cabeza bullía de ideas, su

mente estaba confusa, parecía que tenía telarañas en el cerebro.

Estaba hundido y agotado. Desde el día de la cena nada había sido

igual aunque hubiesen aparentado que aquellas palabras nunca se

habían pronunciado, pero entre ellos se habría abierto una zanja y

él no estaba dispuesto a cerrarla. Pensaba que todos los sabían y él

Page 58: La Infidelidad de Paula

tonto y confiado no se había dado cuenta de las reuniones a

deshora o las salidas a comer.

Se sentía como si hubiese vivido toda una vida con alguien

desconocido. Se preguntaba si aparte de éste, había otros más.

Ideas sobre la paternidad de sus hijos se cruzaban por el cerebro.

Le resultaba imposible creer que eso le estuviese pasando a él.

Siempre la había querido, es verdad que no era como al principio,

pero nunca había necesitado más.

Se estiró la chaqueta. Pagó al taxista y subió las escaleras del hotel.La

primera impresión fue de asombro. En el enmoquetado en azul estaba la

recepción. Tras un mostrador metálico una chica con el pelo achicharrado

pidió sus datos . Esbozó una sonrisa

-¿Es la primera vez que nos visita?

Incomodo contestó

-Si, por supuesto que sí.

La chica de recepción lo miró con sorna

-302. Bienvenido.

Carraspeó.

-Estoy esperando a una amiga, veo que la cafetería esta abierta, por

favor cuando llegue, dígale que la espero allí.

-Sin problemas

La cafetería era como un largo pasillo en el que había una

barra y sólo dos mesas. Estaba vacía, el camarero le sonrió con complicidad.

Page 59: La Infidelidad de Paula

A Santiago le molestó ese gesto.

Se sentó en la mesa más cercana a la puerta desde la que veía la

entrada, pidió una cerveza de abadía y la acompañaron, con uno de

las cosas que más odiaba, los panchitos salados.

Pasaban dos minutos de la hora acordada cuando una chica bastante joven

con el pelo rizado y piel mate, se acercó a la mesa. Una voz suave lo

sobresaltó ¿Santiago?

-Sí soy yo

El se levantó y apretó con cuidado la mano de uñas largas y esculpidas .

-Por favor

Ella se sentó erguida en la incomoda silla metálica - Verónica de la agencia.

Santiago asintió observándola en silencio. Era espectacular. No muy alta

pero con buen tipo. Tenía los ojos almendrados y la boca bien perfilada.

Unos vaqueros gastados y una camiseta blanca de algodón insinuaba y

sugería las formas bien proporcionadas que se escondían bajo la tela.

-¿Quieres tomar algo?

-En esto no tengo opinión si tú quieres sí o, si te apetece subimos a

la habitación.

El se quedó pensando

-Verás realmente sólo quiero charlar.

Ella abrió los ojos incrédula. Algo aturdida contestó

-Oye a mi me da igual charlar pero conoces la tarifa de la agencia.

Santiago sonrió a modo de disculpa. Se puso en su lugar y respondió

Page 60: La Infidelidad de Paula

intentado ser cortés

-Si no te preocupes, yo te pago ahora si quieres en efectivo, no hay

problema

Verónica sonrió

-No sacarás los billetes y te pondrás a contarlos encima de la mesa

como si esto fuese la frutería ¿verdad?

La franqueza de la respuesta le hizo sonreír

-Perdona, no quería ofenderte, es que sólo quiero hablar ¿Cuántos

años tienes? Pareces joven.

Cruzó las piernas y echo su melena hacía atrás, con descaro ¿Y tú?

Experimentó una extraña sensación. Era un abogado brillante, tenía

facilidad de palabra, buena sintaxis, locuacidad, pero en ese

momento las palabras no le salían, sentía una sensación de vacío,

de estar haciendo el ridículo.

-Perdona no quería ofenderte y por supuesto estás en tu derecho a

no querer decir tu edad, es por romper el hielo.

-No eres cliente de este tipo de servicios ¿Verdad?

El asintió frunciendo las cejas. Sus ojos recorrieron el cuerpo de la chica, se

fijó en sus labios carnosos pintados de color coral.

-Tienes razón, eres una buena psicóloga. Es la primera vez y sólo

quiero darle en las narices a mi mujer

Charlaron de banalidades bordeando los temas personales.

En el hotel entraban y salían parejas por separado, se veía

Page 61: La Infidelidad de Paula

movimiento nunca hubiese pensado que al mediodía este tipo de

establecimientos se llenasen de gente.

Cuando estaban perdidos en una charla sobre películas, Paula con

unas gafas de sol enormes apareció en recepción.

El se levantó de inmediato.

-Perdona Verónica, es sólo un momento.

-Sin problemas, es tú tiempo- confirmó encogiéndose de hombros

Se deslizó por el vestíbulo deprisa para llegar a su lado .La abordó cuando

entraba en el ascensor. Le clavó los ojos en su cara. La interrogó con la

mirada. Ella se quedó como si un bloque de granito le hubiese caído encima.

Trago saliva.

-Qué…qué...qué

El pulsó el botón del ascensor mientras ella se pegaba a la pared

fría y metálica manoseando su bolso.

-No me gustan los dramones. Es muy fácil .Tenemos la 302, podemos estar

tú y yo o, también tú pareja y la mía, ella me espera abajo ¿El?

El tono acido de su voz y la fina ironía dejaron a Paula sin poder

moverse.

Las puertas del ascensor se abrieron, él salió, Paula se quedó con

los pies clavados en el suelo. El miedo se había convertido en pánico y sus

piernas no respondían. La situación la había superado y era incapaz de

coordinar su cuerpo.

La voz de Santiago sonó impersonal, distante, acusadora. Su enfado le hizo

Page 62: La Infidelidad de Paula

perder la compostura agarrándola con fuerza del brazo.

-¿No te vas a mover?

Los ojos de Paula estaban llenos de lágrimas. Su voz quebrada,

Apenas emitía sonidos. Miles de disculpas se amontonaban en la garganta

Un error

Una metedura de pata

Sólo era de vez en cuando

La voz fría de Santiago cortó el aire. Se acercó y con calma preguntó

-¿Que significado tiene sólo a veces? ¿Qué crees que has hecho?

Paula balbuceaba

-No, ne-ce-si-to un ser-món. Ahora

Santiago la soltó. Metió las manos en los bolsillos. Sus ojos fríos y brillantes

se clavaron en las pupilas de Paula

-No te entiendo. No eres una persona normal. Miles de mujeres darían el

mundo por tener la mitad de lo que tienes y tú...tú vas y lo tiras por la borda

como si nuestro matrimonio o los niños formasen parte de un objeto con

fecha de caducidad...

Santiago se pasó los dedos por los labios antes de continuar.

-Éramos un buen equipo o, al menos hasta este momento era lo que

pensaba. Yo también tuve oportunidades pero tú siempre estuviste primero.

Nunca corrí ese riesgo. Ni siquiera las miraba cuando se ofrecían .Siempre

valoré lo que habíamos construido juntos. Creía que era suficiente para ti.

Pero tú has encendido la mecha de dinamita y todo ha volado por los aires.

Page 63: La Infidelidad de Paula

¿Es tan bueno en la cama?

Santiago alargo la mano y levantó la barbilla de Paula

- Mírame. Quiero ver tus ojos.

El quería toda la información, Paula temblaba.

De manera obsesiva él preguntaba, Paula callaba.

La miraba fijamente a los ojos cómo si no la conociese, cómo si no

hubiesen compartido noches intensas y también monótonas, cómo

si ella no fuese la madre de sus hijos sino la mujer que esperaba en

la cafetería para ofrecerle un servicio

Alguien llamó al ascensor, las puertas se cerraron.

Se quedaron en medio del pasillo mirándose agotados. Con

un gesto nervioso él soltó el delgado brazo de Paula, como si le

quemase.

-Te he dado todo. Compartimos diez años, días mejores otros

peores. Te ayudé con los niños, te apoyé en tu carrera y al final

mientras mi trabajo me desbordaba, tú buscabas inversiones

rentables a corto plazo.

Ella lívida, no tenía ganas de juegos de palabras, su mente estaba

en blanco y no podía seguir el ritmo de la conversación. Levantó la

vista del suelo, haciendo un esfuerzo

El muro que había entre ellos se rompió.

-Vamos. Estamos montando un escándalo en el pasillo y a nadie le interesa

lo que tenemos que decirme

Page 64: La Infidelidad de Paula

Paula desconsolada no paraba de llorar

-Lo lamento. No quería que esto ocurriese así. De hecho…

El la miró con rabia , de arriba abajo, esbozando

una sonrisa forzada

-¡Qué idiota fui! Cómo en las malas películas he sido el último en enterarme

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