LA INFLUENCIA DE LA TV EN LOS NIÑOS

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LA INFLUENCIA DE LA TV EN LOS NIÑOS La televisión es uno de los medios de comunicación con mayor presencia en nuestra sociedad, lo que ha llevado a considerarla como uno de los medios básicos de comunicación social. El poder de ésta radica en su capacidad de impacto, penetración social y poder hipnótico, debido a los estímulos audiovisuales que presenta. Aunque intentemos de evitarlo, todo lo que ocurre en nuestro entorno influye en nuestro comportamiento diario. La televisión es parte de nuestro entorno, es un elemento importante que no cabe duda que influya en nuestra conducta, sobre todo por la calidad y contenidos que nos presenta. El ver la televisión es uno de los pasatiempos más importantes y de mayor influencia en la vida de los niños, es el medio más accesible, puesto que se encuentra presente en la mayoría de los hogares y no requiere grandes habilidades para recibir la información que ofrece, solamente oír y mirar, ni siquiera escuchar y observar. Debido a los estímulos audiovisuales que presenta, la televisión se introduce en la vida diaria de los niños hasta el punto que llegan a verla mientras comen o cenan, mientras leen un libro o hacen sus deberes, esto puede ocasionar un problema, en el sentido que el tiempo que pasan frente al televisor es tiempo que se le resta a actividades importantes, tales como la lectura, el trabajo escolar, el juego, la interacción con la familia y el desarrollo social. La televisión como agente socializador al igual que la familia, la escuela o los grupos de amigos, interviene en la formación de la conducta del niño y de su socialización, de forma que puede ser para su desarrollo un obstáculo o un promotor de su creatividad. Ante esta situación y con el fin de fomentar una actitud crítica y activa frente a esta influencia social, deberíamos plantearnos si la televisión educa o deseduca. Sobre esta disyuntiva, existen diferentes opiniones sobre la influencia de este medio de comunicación en los niños. Tradicionalmente, algunos autores, como Murray (1.972), Liebert (1.973), Postman (1.985) y Rico (1.992) han considerado que los contenidos de la televisión tienen un efecto directo y negativo sobre los niños, piensan que la televisión genera confusión entre ficción y realidad hasta el punto en el que el niño no es capaz de distinguir entre las situaciones que se le presentaron en la televisión y su realidad diaria, así como también provoca una pasividad, falta de imaginación y de interacción social y un desinterés por las actividades escolares, que conlleva a un efecto negativo directo sobre los procesos cognitivos y sociales del niño. Lo cierto es, que el atractivo de la televisión, la forma en que las generaciones más jóvenes crecen con ella, y el tipo de imágenes que aparecen regularmente en la pequeña pantalla son razones suficientes para alarmarse y llegar a la conclusión de que la exposición de los niños a la televisión puede tener una influencia negativa. En este sentido, el psicólogo Albert Bandura en el año 1.961 demostró con su teoría del aprendizaje social que los niños, especialmente entre los tres

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LA INFLUENCIA DE LA TV EN LOS NIÑOS

La televisión es uno de los medios de comunicación con mayor presencia en nuestra sociedad, lo que ha llevado a considerarla como uno de los medios básicos de comunicación social. El poder de ésta radica en su capacidad de impacto, penetración social y poder hipnótico, debido a los estímulos audiovisuales que presenta.

Aunque intentemos de evitarlo, todo lo que ocurre en nuestro entorno influye en nuestro comportamiento diario. La televisión es parte de nuestro entorno, es un elemento importante que no cabe duda que influya en nuestra conducta, sobre todo por la calidad y contenidos que nos presenta.

El ver la televisión es uno de los pasatiempos más importantes y de mayor influencia en la vida de los niños, es el medio más accesible, puesto que se encuentra presente en la mayoría de los hogares y no requiere grandes habilidades para recibir la información que ofrece, solamente oír y mirar, ni siquiera escuchar y observar.

Debido a los estímulos audiovisuales que presenta, la televisión se introduce en la vida diaria de los niños hasta el punto que llegan a verla mientras comen o cenan, mientras leen un libro o hacen sus deberes, esto puede ocasionar un problema, en el sentido que el tiempo que pasan frente al televisor es tiempo que se le resta a actividades importantes, tales como la lectura, el trabajo escolar, el juego, la interacción con la familia y el desarrollo social.

La televisión como agente socializador al igual que la familia, la escuela o los grupos de amigos, interviene en la formación de la conducta del niño y de su socialización, de forma que puede ser para su desarrollo un obstáculo o un promotor de su creatividad. Ante esta situación y con el fin de fomentar una actitud crítica y activa frente a esta influencia social, deberíamos plantearnos si la televisión educa o deseduca.

Sobre esta disyuntiva, existen diferentes opiniones sobre la influencia de este medio de comunicación en los niños. Tradicionalmente, algunos autores, como Murray (1.972), Liebert (1.973), Postman (1.985) y Rico (1.992) han considerado que los contenidos de la televisión tienen un efecto directo y negativo sobre los niños, piensan que la televisión genera confusión entre ficción y realidad hasta el punto en el que el niño no es capaz de distinguir entre las situaciones que se le presentaron en la televisión y su realidad diaria, así como también provoca una pasividad, falta de imaginación y de interacción social y un desinterés por las actividades escolares, que conlleva a un efecto negativo directo sobre los procesos cognitivos y sociales del niño. Lo cierto es, que el atractivo de la televisión, la forma en que las generaciones más jóvenes crecen con ella, y el tipo de imágenes que aparecen regularmente en la pequeña pantalla son razones suficientes para alarmarse y llegar a la conclusión de que la exposición de los niños a la televisión puede tener una influencia negativa.

En este sentido, el psicólogo Albert Bandura en el año 1.961 demostró con su teoría del aprendizaje social que los niños, especialmente entre los tres

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y cinco años de edad, muestran gran cantidad de aprendizajes sobre la base de la observación directa de la conducta de un modelo adulto, y también se enfatizan dos procesos en la explicación del por qué la violencia en películas y en televisión frecuentemente producen un incremento en las respuestas agresivas de los niños que ven la televisión. Estos procesos son aprendizaje por observación e imitación y efectos inhibitorios y desinhibitorios. Es decir que a través de la observación de acciones de terceros el niño puede adquirir nuevas respuestas que previamente no tenía incluidas en su repertorio de conductas, o inhibir otras conductas. Después de la aplicación de diversos experimentos se llegó a la conclusión de que la observación de violencia fortalece las tendencias agresivas de los niños; que los modelos televisivos son importantes fuentes de conducta social y que no pueden continuar siendo ignorados ya que pueden ser una influencia en el desarrollo de la personalidad.

Sin embargo, estudios más recientes (Albero 2.003) no ven a los niños como individuos pasivos sino como mentes que entienden, seleccionan y utilizan aquellos contenidos televisivos que los motivan y que por consiguiente los pueden relacionar con su mundo real. Negocian sus significados de acuerdo a su edad, habilidad e influencias socializadoras.

En mi opinión, intentar dar una respuesta a las preguntas que aquí se plantean no es posible sin una percepción de la televisión como un agente socializador interrelacionado directamente con el resto de agentes como la familia, escuela, grupo de amigos y procesos cognitivos individuales. La televisión será educativa o no en función de la coordinación que exista entre los diferente agentes socializadores (familia, escuela, grupo de amigos), ya que si los programas que se escogen para el niño en la escuela son apropiados para su nivel de desarrollo cognitivo y los que éste puede ver en casa no, puede provocar una oposición frente a las finalidades perseguidas por el docente en el aula debido a la falta de control por parte de la familia.

En el mismo sentido, sería muy beneficioso que, además del trabajo que los maestros pueden realizar con los niños en la escuela, los padres aprendieran a seleccionar los programas en base al proceso cognitivo individualizado de sus hijos, y dispusieran de tiempo para acompañarlos en la visión de éstos. De lo contrario, puede ocurrir que el niño no entienda lo que ve y no pueda desarrollar una adecuada interpretación y capacidad crítica frente a lo que se le ofrece, adoptando una actitud pasiva y de falta de imaginación. Una buena coordinación entre familia y escuela puede evitar problemas que ocasiona el exceso de visionado de televisión por parte de los niños, como sacar malas notas, perder el interés por la lectura, no hacer ejercicio o incluso coger sobrepeso. La televisión bien manejada, promueve la creatividad, proporciona una base común de experiencia a todos los que la observan al mismo tiempo, aproxima al niño a otras personas, lugares y acontecimientos que de otro modo serían imposibles de observar, presenta a los alumnos los objetivos educativos de una forma más atractiva, e incluso contribuye en la formación de valores del niño y en su desarrollo integral.

Para finalizar, pienso que, teniendo en cuenta el gran interés que suscita la televisión en edades muy tempranas, es conveniente advertir a los padres

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del peligro que puede conllevar el no controlar lo que sus hijos pueden ver en la televisión (programas de violencia, sexo, estereotipos de raza y género o el abuso de drogas y alcohol). La televisión tiene unos riesgos que son necesarios conocer debido a que los niños se encuentran expuestos a circunstancias que pueden ser peligrosas para su desarrollo, sobre todo teniendo en cuenta que la televisión dispone de técnicas para motivar, y que las imágenes e ideas sembradas en el campo mental, producirán efectos que deben ser evaluados. Algunos efectos negativos de la televisión en los niños pueden ser sobrecarga sensorial excesiva. El ritmo de la televisión es tan rápido que al niño le da tiempo nada más que a similar unas pocas imágenes. El sistema nervioso está sobreexcitado y sobreestimulado y así la mayoría de las imágenes pasan directamente al subconsciente sin ser procesadas. Otro de los peligros de la televisión sin control es la exposición prematura del niño al mundo adulto, lo constituye una violación de la inocencia de la infancia. El niño debe ir descubriendo el mundo adulto paulatinamente a medida que su desarrollo cognitivo se lo permita. La exposición indiscriminada de problemas de la vida adulta, como la corrupción, la violencia, el sexo o las drogas, altera su construcción de valores, ya que no debería observar aquello de lo que no tiene la suficiente capacidad crítica para juzgar.

Es fundamental concienciar y asesorar a los padres para que puedan ayudar a sus hijos a valorar y utilizar la televisión como un medio educativo, para ello, los padres deben aprender a seleccionar el programa televisivo adecuado para su hijo, poner límites a la cantidad de tiempo que pasan frente al televisor, apagar la televisión durante las horas de las comidas y en el tiempo de estudios, incluso ver y debatir conjuntamente los programas adecuados para él. Solamente con un adecuado control de lo que los niños ven en la televisión se puede afirmar que la televisión puede educar, pero cuando no exista esa vigilancia seguramente esa televisión no será todo lo educativa que desearíamos que fuera para el niño.

CRISTÓBAL JAVIER MARÍN DÍAZ