La interculturalidad a nuestro modo de ver... Los Chopcca y las lógicas estatales en torno a las...

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS Universidad del Perú, DECANA DE AMÉRICA “LA INTERCULTURALIDAD A NUESTRO MODO DE VER…” Los Chopcca y las lógicas estatales entorno a las identidades colectivas ESTUDIANTE: Michael Arturo Tapia Condori ASIGNATURA: Antropología del Estado PROFESOR: Mg. Pablo Sandoval López SEMESTRE: 2014 – II Ciudad Universitaria, 13 de Diciembre del 2014

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El ensayo intenta ser un estudio más sobre el estado desde la disciplina antropológica. Se abordan a la par el tema de la interculturalidad desde el caso peruano.

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  • UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS Universidad del Per, DECANA DE AMRICA

    LA INTERCULTURALIDAD A NUESTRO MODO DE VER

    Los Chopcca y las lgicas estatales entorno a las identidades colectivas

    ESTUDIANTE: Michael Arturo Tapia Condori

    ASIGNATURA: Antropologa del Estado

    PROFESOR: Mg. Pablo Sandoval Lpez

    SEMESTRE: 2014 II

    Ciudad Universitaria, 13 de Diciembre del 2014

  • LA INTERCULTURALIDAD A NUESTRO MODO DE VER

    Los Chopcca y las lgicas estatales entorno a las identidades colectivas

    Si bien tanto el enfoque de gnero como el intercultural han sido incluidos c omo

    enfoques transversales en distintos planes y herramientas de la administracin

    pblica, su incorporacin debe expresarse tambin en prcticas de gestin concretas.

    Queda pendiente que los distintos sectores desarrollen y operativicen un enfoque que

    aunque tiene una fuerte densidad conceptual, alude bsicamente a la construccin de

    relaciones horizontales y democrticas entre culturas distintas. Esto incluye pensar

    las polticas pblicas en todo su ciclo desde una perspectiva diferencial que tome en

    cuenta la variable o dimensin tnica en planes, proyectos, instrumentos,

    procedimientos y formatos, recogiendo y visibilizando el pensamiento, la cosmovisin

    y las visiones de desarrollo de las propias comunidades. (Durand 2014: 8)

    1. INTRODUCCIN

    El 10 de octubre del presente ao, se emiti una resolucin viceministerial desde el

    despacho del Viceministerio de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales (Ministerio

    de Cultura), que resolva:

    Artculo 1.- Declarar Patrimonio Cultural de la Nacin a la Cultura de la Comunidad

    Campesina Chopcca, de los distritos de Yauli, provincia de Huancavelica, y Paucar,

    provincia de Acobamba, departamento de Huancavelica, por su originalidad y

    representatividad en la regin de la que es parte y porque constituye un corpus cultural

    tradicional y singular que ha logrado mantenerse a lo largo de los aos bajo las

    condiciones ms adversas, reafirmando constantemente el valor de la identidad para

    las generaciones actuales y venideras. (Resolucin Viceministerial N106-2014-

    VMPCIC-MC)

    De manera especfica, la resolucin antes de la pomposa y selladora parte se

    resuelve, manifestaba una serie de razones que justificaban la decisin estatal

    tomada a partir de ese da, para con dicha comunidad. En una parte del documento,

    por ejemplo, se expresaba lo siguiente:

    [] Chopcca es el trmino gentilicio con que se denomina a la poblacin que integra la

    comunidad campesina del mismo nombre, distribuida en los distritos colindantes de

    Yauli, en la provincia de Huancavelica, y Paucar, en la provincia de Acobamba, en el

    departamento de Huancavelica;

    [] Que, la organizacin poltica de la comunidad, en la que estn presentes los

    representantes de todos los centros poblados, superando hasta hoy el problema del

    centralismo en la administracin, haciendo partcipes en la toma de decisiones a las

    diversas instancias de gobierno local, entre autoridades comunales, municipales y

    tradicionales de vara, en un conjunto coherente. La identidad colectiva chopcca es

  • fcilmente identificable desde el exterior por una serie de rasgos culturales claramente

    visibles que marcan una frontera tnica []

    [] Que, se ha visto que el conjunto de las manifestaciones culturales que componen

    su identidad colectiva son el principal recurso por el cual esta comunidad est siendo

    valorada, tanto en su regin como a escala nacional, caso relativamente excepc ional

    en el rea andina, lo que se debe considerar un logro de la poblacin Chopcca, que ha

    hecho validar su presencia sin la asesora de agentes externos o de intermediarios []

    (Resolucin Viceministerial N106-2014-VMPCIC-MC)

    Lo que suceda era que el Estado peruano premiaba a una de sus localidades

    integrantes, con una atribucin y denominacin simblica que los enalteca porque

    haban preservado un conjunto de manifestaciones culturales que reforzaban mucho

    ms su identidad colectiva, pese al transcurrir del tiempo y la historia. Esto en

    definitiva, generaba la reproduccin de un proceso en que desde el aparato estatal se

    reconoca la identidad, otredad y peculiaridad de uno de los grupos subalternos que lo

    componen, para anexarlo a un espacio institucional mucho mayor, el de la vida

    nacional, y reforzar as, el vnculo paternal que extiende el Estado peruano hacia sus

    grupos allegados en el intento de felicitarlos por sus logros identitarios y culturales

    que deben reducirse necesariamente a ser sustentos empricos que fortalezcan la idea

    tan propagada de ser un pas multicultural y diverso.

    Las atribuciones y designaciones oficiales elaboradas desde el Estado para con sus

    poblaciones, en el caso del reconocimiento de la cultura chopcca, no era una

    situacin nueva, aislada y/o reciente en la historia pblica del pas. Era ms bien la

    reproduccin de una vieja prctica estatal, en bien de fortalecer la idea de que el

    Estado para poder parecer legtimamente superior, ordenado, coherente y racional

    frente a su sociedad, deba recurrir a ciertos mecanismos, discursos y prcticas que

    materializaban su relacin efectiva de dominio.

    Por otro lado, lo curioso del contexto de enunciacin de la resolucin viceministerial,

    fue que era parte de stas polticas interculturales gubernamentales, que si bien

    jurisdiccionalmente no le pertenecan a ste viceministerio, sino al de Interculturalidad,

    evidenciaban una vez ms el entendimiento que el Estado hasta ese momento tena (y

    al parecer sigue teniendo an) por el trmino de interculturalidad, y la capacidad

    burocrtica de no poder hacerla concretamente efectiva en acciones estatales

    realmente transformadoras y diseadoras de una nueva sociedad dinamizada por

    buenas prcticas ciudadanas.

    Lo que busco en este ensayo, es poner en discusin ciertos temas sobre las prcticas

    estatales de nuestro pas vinculadas al, tan de moda, enfoque intercultural; rastreando

    conceptos y debatiendo sobre la concepcin de Estado que pueda ser ms efectiva

  • para el anlisis de un contexto espacio-temporal como el nuestro. Por ltimo, lo que

    intento responder y saber es de qu manera se manifiesta el discurso intercultural en

    la construccin y atribucin estatal peruana de indigeneidades e identidades

    colectivas, tomando como caso particular el de los Chopcca?

    2. SOBRE CMO IMAGINAR, IDENTIFICAR Y/O REVALORAR DIVERSIDAD.

    EL ESTADO PERUANO Y SUS LGICAS ENTORNO A LAS IDENTIDADES COLECTIVAS

    Cuando hablamos sobre el Estado, lo que de manera normal se nos viene

    inmediatamente a la mente es la imagen de un aparato burocrtico y racional que

    detenta el poder y la violencia suficientes, como para imponernos un orden y una

    forma de vivir en que ante los muchos problemas que puedan acontecer en la

    sociedad, se deba recurrir a la redencin del mismo acudiendo al Estado. El politlogo

    Joel Migdal menciona al respecto lo siguiente:

    En la prensa y en el discurso cotidiano se ha representado al Estado como si fuera

    un cuerpo coherente, integrado y orientado a ciertos objetivos. De manera

    antropomrfica, los medios noticiosos han subrayado la coherencia del Estado, su

    singular modo de pensar (China neg hoy). Adems, los dirigentes del Estado

    han promovido implacablemente la idea de que el mismo, como entidad

    propositiva y coherente, es una representacin del significado trascendental al que se

    refera Shils en sus ensayos: el Estado es la encarnacin de la nacin o de la gente,

    y sus reglas La Ley- tienen una santidad especial. (Migdal 2011: 29)

    La representacin del Estado como un cuerpo coherente, integrado y orientado a

    ciertos objetivos sucede mediante el proceso de imaginar e identificar tambin, su

    contraparte. La sociedad, en este sentido, no posee las mismas caractersticas

    corporales que le son atribuidas al Estado, porque existe la lgica de que el primero

    debe de actuar a favor del segundo. El segundo por instinto origina y da los

    problemas, mientras que el primero por las cualidades que posee, est en la facultad y

    obligacin de resolverlos. De esta forma, la imagen de la sociedad se dibuja como la

    de un cuerpo amorfo, desordenado en su estructura, deliberado, confundible y

    necesitado para con los efectos que slo el Estado mediante sus mecanismos y

    funciones, le puede llegar a brindar.

    Por otro lado, la concepcin sacralizada y poderosa del Estado frente a una sociedad

    necesitada, pasiva e incoherente, no responde a una lgica nicamente propagada en

    el escenario social y/o periodstico. Sino que durante mucho tiempo, y quiz an hoy

  • en da, se ha justificado a travs de lo que desde la academia se entenda por el

    mismo:

    Muchos de los elementos que se encuentran en el pensamiento popular han

    aparecido tambin en la bibliografa de las ciencias sociales con un giro

    ligeramente distinto. Weber, que tan larga sombra ha proyectado en las

    ciencias sociales del siglo XX, ofreci lo que ahora se ha convertido en una

    definicin clsica de Estado. Esta an goza de gran aceptacin con la manera de

    entender los Estados de hoy. Primero, escribi, el Estado moderno es una

    asociacin obligatoria que organiza la dominacin. Para l, el Estado [] es una

    relacin de dominio de hombres sobre hombres basada en el medio de la

    coaccin legtima (es decir: considerada legtima). En su afirmacin ms citada,

    El Estado es aquella comunidad humana que en el interior de un determinado

    territorio reclama para s (con xito) el monopolio de la coaccin fsica legtima. []

    Para l los Estados son asociaciones propositivas con intenciones diversas pero

    medios similares. (Migdal 2011: 30-31)

    Migdal expone, de manera concisa y crtica, la concepcin tan naturalizada que hasta

    ese momento se tena sobre el Estado, y en ese sentido, recrea el intento de imaginar

    una concepcin mucho ms real, que vaya acorde con lo que socialmente se observa

    y percibe.

    [] Los especialistas rinden tributo al hecho de que Weber sin duda no se estaba

    refiriendo a todos los Estados sino que slo intentaba crear un Estado ideal tipo,

    heurstico. Sin embargo, el uso que hace Weber de un Estado tipo que monopoliza la

    fuerza legtima y gobierna por medio de una ley racional les deja muy pocas formas de

    referirse a los Estados de la vida real que no cumplen este ideal. Los estados reales

    son desviaciones del ideal o versiones corrompidas del mismo. (Migdal 2011: 32)

    Y de esta manera, acota:

    En este sentido, los Estados no difieren de cualquier otra organizacin formal o

    de las agrupaciones sociales informales. Sus leyes y regulaciones deben

    competir con otros tipos muy diferentes de comportamiento sancionado, con

    frecuencia con resultados completamente inesperados para las sociedades que

    los Estados intentan gobernar y para los Estados mismos. (Migdal 2011: 28)

    [] El Estado es un campo de poder marcado por el uso y la amenaza de violencia y

    conformado por 1) la imagen de una organizacin dominante coherente en un

    territorio, que es una representacin de las personas que pertenecen a ese territorio,

    y 2) las prcticas reales de sus mltiples partes.

  • Los Estados reales estn determinados por dos elementos, imgenes y prcticas.

    stas pueden estar sobrepuestas y reforzarse entre s, o pueden ser contradictorias y

    mutuamente destructivas. (Migdal 2011: 34)

    Lo que propone Migdal es una nueva mirada hacia el Estado, que pasa sobre una

    redefinicin de su concepcin y revaloracin del papel empleado por la sociedad. Es

    una crtica para reevaluar lo fundamentado por Weber, sin originar un desligamiento

    completo de la base conceptual que otorga. Lo que en definitiva reconoce es que el

    Estado posee los atributos de ser una institucin dominante y coherente en un

    territorio, pero que esto no es ms que una imagen o representacin de las personas

    que viven en ese territorio. Del mismo modo, hay una suerte de complicidad mutua

    para con dicha imagen porque ambas partes la perennizan y conservan. El Estado de

    hecho siempre va a intentar hacerlo porque, sino, no tendra sentido sus existencia;

    ello precisamente lo hace mediante el uso de imgenes y prcticas.

    Por otro lado, lo interesante del argumento de Migdal, es que define al Estado como

    un campo de poder. Cuestin que estaba totalmente borrada del mapa en los

    manifiestos de Weber, y que sin duda nos orientan al pensamiento mordaz de Michel

    Foucault. El ltimo, a propsito de una entrevista realizada por M. Fontana en 1977, en

    la que se le reconoce ser el primero en plantear al anlisis del discurso la cuestin del

    poder, deca lo siguiente:

    Puedo decir que ciertamente exista una incapacidad que estaba ligada con toda

    seguridad a la situacin poltica en que nos encontrbamos. No se ve de qu lado a

    derecha o a izquierda habra podido ser planteado este problema del poder. A la

    derecha, no se planteaba ms que en trminos de constitucin, de soberana, etc., por

    lo tanto en trminos jurdicos. Del lado marxista, en trminos de aparato de Estado. La

    manera como el poder se ejerca concretamente y en detalle, con toda su especificidad,

    sus tcnicas y sus tcticas, no se planteaba; uno se contentaba con denunciarlo en el

    otro, en el adversario, de un modo a la vez polmico y global: el poder en el

    socialismo sovitico era llamado por sus adversarios totalitarismo; y en el capitalismo

    occidental era denunciado por los marxistas como dominacin de clase, pero la

    mecnica del poder jams era analizada. Slo se ha podido comenzar a realizar este

    trabajo despus del 68, es decir a partir de luchas cotidianas y realizadas por la base,

    con aquellos que tenan que enfrentarse en los eslabones ms finos de la red del

    poder. Fue ah donde la cara concreta del poder apareci y al mismo tiempo la

    fecundidad verosmil de estos anlisis del poder para darse cuenta de las cosas que

    haban permanecido hasta entonces fuera del campo del anlisis poltico. (Foucault

    1980: 180)

  • Ahora bien, me parece que la nocin de represin es totalmente inadecuada para dar

    cuenta de lo que hay justamente de productor en el poder. Cuando se definen los

    efectos del poder por la represin se da una concepcin puramente jurdica del poder;

    se identifica el poder a una ley que dice no; se privilegiara sobre todo la fuerza de la

    prohibicin. Ahora bien, pienso que esta es una concepcin negativa, estrecha,

    esqueltica del poder que ha sido curiosamente compartida. Si el poder no fuera ms

    que represivo, si no hiciera nunca otra cosa que decir no, pensis realmente que se le

    obedecera? Lo que hace que el poder agarre, que se le acepte, es simplemente que

    no pesa solamente como una fuerza que dice no, sino que de hecho la atraviesa,

    produce cosas, induce placer, forma saber, produce discursos; es preciso considerarlo

    como una red productiva que atraviesa todo el cuerpo social ms que como una

    instancia negativa que tiene como funcin reprimir. (Foucault 1980: 182)

    La incorporacin de la cuestin del poder, tal como lo ve Foucault, en la

    reconceptualizacin del Estado que propone Migdal, as como en el anlisis de dicho

    aparato; concretamente nutre la discusin sobre las imgenes, discursos y prcticas

    que proyecta y genera. Esta situacin misma, por ejemplo, de la emisin y publicacin

    de resoluciones viceministeriales o ministeriales donde se dictaminan y reconocen

    ciertas cuestiones como oficiales, racionales y verdaderas, me hacen pensar en el

    grado de validez y el mecanismo generador de verdad que el Estado imagina y

    constituye para poder seguir perennizando la imagen que se tiene de l, as como para

    seguir legitimndose en el ejercicio de la dominacin.

    A propsito del caso Chopcca y de los constantes debates que se han generado

    cuando desde el Estado se imaginan, identifican o revaloran identidades colectivas; es

    posible darse cuenta de prcticas estatales dinamizadas por mecanismos de poder,

    donde no slo se dice s o no a algo, y/o se permite o prohbe ciertas cosas; sino que

    tambin se logra hacer que el poder agarre, seduzca y se acepte, fortaleciendo lo que

    Foucault denomina un rgimen de verdad, creado y confabulado por el Estado.

    Para nuestro caso, por ejemplo, esta prctica de imaginar, identificar y/o revalorar

    identidades colectivas, que va ahora ms de la mano con el discurso tan manoseado

    de la diversidad, es un contexto que necesariamente est imbuido por la cuestin del

    poder. Ms concretamente, sobre los procesos de construccin de indigeneidades y

    etnicidades desde los espacios estatales, la lgica de estas prcticas ha sido no

    siempre la misma, aunque quiz s con los mismos mecanismos. La sociloga

    Stephanie Rousseau, al respecto, menciona lo siguiente:

    Los usos de la categora indgena por el Estado y los derechos que este ha conferido

    no han seguido un patrn constante. La categora de comunidades indgenas aparece

  • en la legislacin republicana en la Constitucin de 1920, promovida por un gobierno de

    tipo autoritario paternalista. Posteriormente, varios actores sociales impulsaron un

    proyecto de desindianizacin o desindigeneizacin de la poblacin rural serrana,

    expresado a travs del uso de categoras como campesino o andino. Este llega a

    su institucionalizacin legal con el cambio de nombre de comunidad indgena por el

    de comunidad campesina y comunidad nativa en el marco de la Reforma Agraria

    durante el rgimen populista autoritario de Juan Velasco. Hoy da el Estado, en el

    marco de un rgimen democrtico y multicultural (al menos formalmente) y ante un

    contexto global diferente, vuelve a inscribir el trmino indgena en la legislacin, y

    retoma su tradicin de establecer criterios para definir quines cuentan como tales. En

    estos casos, el atribuir o negar una identidad estatutaria de indgena a una

    poblacin determinada se encuentra fundamentalmente ligado a formar un tipo de

    ciudadana diferencial, desigual o particularista. Varios otros Estados han estado y

    estn lidiando con parecidos rompecabezas a partir del momento que intentaron

    implementar polticas pblicas dirigidas a los pueblos indgenas. (Rousseau 2012: 3)

    Parte de las lgicas del Estado peruano en atribuir y negar identidades colectivas,

    pasan necesariamente por el proceso de establecer criterios para definir quines son

    de tal o cual forma, y cmo es que se pueden recrear las fronteras de diferenciacin

    entre los/as subalternos/as. Esto de por s, incluye contribuir al fortalecimiento de un

    rgimen de verdad que contendr un corpus conceptual oficial que dirima la vida de

    las personas existentes en tal contexto. Con el caso especfico de las indigeneidades,

    es importante tener en cuenta la siguiente cita expuesta desde la antropologa, por

    Marisol de la Cadena y Orin Starn:

    [] Cmo, entonces, podra reconceptualizarse la indigeneidad? Un punto de partida

    vital es reconocer que la indigeneidad surge slo en campos de diferencia y mismidad

    social ms amplios; adquiere su significado positivo no de algunas propiedades

    esenciales que le son propias, sino a travs de su relacin con lo que no es, con lo que

    se excede o le falta. Esto no quiere decir que la condicin indgena sea de algn modo

    derivativa o carente de visiones y direcciones poderosas de s misma. Lo que quiere

    decir es que las prcticas culturales, las instituciones y las polticas indgenas se hacen

    indgenas en articulacin con lo que no se considera indgena en la formacin social

    particular en la que existen. La indigeneidad, en otras palabras, es a la vez

    histricamente contingente e integra lo no indgena y por ello nunca trata sobre una

    realidad intocada-. Colonos y nativos van juntos, como concluye el terico poltico

    Mahmood Mamdani, y no puede haber colono sin nativo, y viceversa. (De la Cadena y

    Starn 2009: 196)

    El rgimen de verdad existente en nuestro Estado por medio de la prctica de

    imaginar, identificar y revalorar diversidad; es aquel que acoge slo determinados

  • discursos que van acorde con la concepcin particular que se tiene sobre

    interculturalidad; y que creo yo, se restringe a cuestiones legales y oficiales de

    reconocimiento de las diferencias, sin mayor inters en generar una ciudadana

    verdaderamente intercultural que de una vez por todas pierda el temor a la generacin

    de un discurso quiz anti-nacional para muchos y muchas.

    3. LA INTERCULTURALIDAD A NUESTRO MODO DE VER

    PRCTICAS ESTATALES Y VACOS DE UN DISCURSO AN INCOMPLETO

    Cuando se habla de interculturalidad, sugiere Catherine Walsh, sta no puede ser

    pensada sin considerar las estrategias polticas contextualizadas, como tampoco sin

    asociarlo a las polticas culturales de identidad y subjetividad de un contexto dado,

    porque tanto las polticas culturales como las polticas del lugar se hallan entretejidas

    (Walsh 2002: 117-118). El panorama peruano demuestra no ir tan acorde con lo

    mencionado, porque por un lado a duras penas se reconoce la diferencia y lo

    particularmente cultural de alguna comunidad; y por el otro, claramente se observa

    que ciertas prcticas estatales estn ligadas a directrices polticas o intereses

    corporativos nacionales que priman sobre el derecho de muchas poblaciones. Al

    parecer, el problema reside, parcialmente, en entender cmo la diferencia y lo cultural

    se constituyen y construyen interculturalmente, y en cmo estos significados estn

    ligados a supuestos ideolgicos y polticos. Por lo que en definitiva, tambin tiene que

    ver mucho con el lugar desde donde se concibe y gestiona la interculturalidad. (Walsh

    2002: 123).

    Habra que mencionar y cuestionar, entonces, si realmente el caso del reconocimiento

    de la cultura chopcca como patrimonio cultural de la nacin vendra a ser una prctica

    intercultural generada desde el Estado, o mejor dicho, si es un ejemplo insigne de lo

    que el Estado peruano sigue entendiendo por interculturalidad. Walsh en su texto (De)

    Construir la interculturalidad, analizando el caso de Ecuador en perspectiva

    comparada, detalla dos maneras de cmo se ha estado asumiendo el discurso

    intercultural sin mayores frutos como concretamente el enfoque demanda:

    Una posicin que podemos llamar tradicional parte del reconocimiento de la

    existencia de grupos tnicos, cada uno con sus valores y creencias culturales distintas.

    Otra posicin similar tiene su enfoque en ciertas caracterst icas, estructuras, a veces

    dentro del mismo grupo (por ejemplo, la alta cultura vs. la cultura popular, la

    subjetividad moderna vs. la no-moderna). En la primera, la interculturalidad se

    presenta como relacin, encuentro o dilogo entre grupos. Su enfoque es la diversidad

    en la unidad, es decir, el reconocimiento de los diversos grupos tnicos dentro de lo

  • nacional; al parecer, una forma contempornea de diferenciacin (hegeliana) entre

    pueblo, nacin y cultura. En la segunda, la interculturalidad toma el sentido de

    mezcla o mestizaje y de hibridacin. As, se argumenta que la interculturalidad siempre

    ha existido en Latinoamrica. Ello es visible en el arte, la arquitectura, la msica, la

    medicina y en numerosas prcticas de la vida cotidiana. En estos dos casos, la

    interculturalidad se construye a travs de procesos que se inician desde arriba hacia

    abajo. (Walsh 2002: 123)

    De esta manera, es que pueden llegarse a identificar las prcticas interculturales del

    Estado peruano con el primer modelo que empricamente sostiene Walsh. El caso del

    reconocimiento de la cultura chopcca, no pasa de ser un proceso de identificacin y

    valoracin de la singularidad cultural de un grupo entre los muchos existentes en un

    pas tan emprica y marketeadamente diverso como el nuestro. Desde hace aos que

    en el Per, la idea de la diversidad en la unidad es usada como un clich para

    identificarse como un generador de buenas prcticas y respetuoso de las diferencias

    culturales que nos definen en cada momento y cada lugar.

    Por otro lado, cabe resaltar que ste es un proceso que se inicia desde arriba hacia

    abajo, desde el aparato estatal hacia la poblacin nacional. Primero porque no se

    desecha por ningn motivo la idea tan defendida de la existencia de una nacin,

    apelndose al discurso de la unidad, y anexando, por ejemplo, lo culturalmente

    chopcca a un mbito mucho ms amplio y general (patrimonio de la nacin). Y

    segundo, porque es el Estado quien reconoce y sostiene este orden de identidades,

    generando un rgimen de verdad, donde quien oficializa y hace verdaderas las

    situaciones contextualizadas en la sociedad es l mismo, con su magia y prctica

    gubernamental.

    Lo interesante de Walsh es que propone una tercera definicin de interculturalidad,

    que posee diferencias sustanciales con las dos anteriores y que encaja perfectamente

    con el enfoque de Estado desde la sociedad, propuesto por Migdal:

    Una posicin distinta, que denominamos crtica, y desde la cual partimos aqu, enfoca

    los procesos que se inician desde abajo hacia arriba, desde la accin local, que buscan

    producir transformaciones sociales y para cuyos logros se requiere ir en mltiples

    direcciones. Es decir, procesos de interculturalizacin de va mltiple. Adems,

    argumenta que las diferencias, en la prctica concreta, no parten de la etnicidad en s,

    sino de una subjetividad y un locus de enunciacin definidos por y construidos en la

    experiencia de subalternizacin social, poltica y cultural de grupos, pero tambin de

    conocimientos. El significado de la interculturalidad construido a partir de esta posicin

    necesariamente implica procesos de desubalternizacin y decolonizacin. Procesos

    que, en la prctica, estn dirigidos a fortalecer lo propio como respuesta y estrategia

  • frente a la violencia simblica y estructural, a ampliar el espacio de lucha y de relacin

    con los dems sectores en condiciones de simetra, y a impulsar cambios estructurales

    y sistmicos. (p. 123-124)

    La tercera propuesta es una que se construira desde abajo hacia arriba; y en ese

    sentido, corrompe y destruye parte de las responsabilidades que le toca al Estado.

    Lo que prcticamente da a entender Walsh, es que la interculturalidad con la presencia

    del Estado siempre tendr un vaco, siempre se manifestar como un discurso

    incompleto, y por tanto no generar prcticas ciudadanas que ansiosamente se

    esperan. De esta forma, el uso del discurso intercultural que se sostiene desde el

    Estado peruano no parece ser un hecho aislado, sino compartido por otros ms

    estados que se sitan por los mismos caminos.

    En todo caso, una alternativa interesante sera apelar a la interculturalidad y dejar por

    completo la idea de una nacin, un Estado. La experiencia de Bolivia y Ecuador, que

    parecen ser los ms correctos en el sentido poltico, prcticamente con lo

    argumentado por Walsh demuestran ser insuficientes. Podr acaso el Estado

    peruano desvincularse de su discurso de peruanidad para argumentar la unidad en el

    reconocimiento de muchas ms naciones o identidades colectivas del pas? Es

    compatible lo concretamente intercultural con una serie de polticas que nicamente

    tratan de realizarse desde el aparato estatal y sin el accionar de la sociedad? Ser

    correcto an hablar de polticas interculturales bajo la existencia de un Estado? Las

    preguntas siguen estando abiertas y en proceso de discusin.

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