La Juventud Del Morral y La Cancion Mario Tecglen

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1939/1950 La juventud del morral y la canción

MONTAÑEROS, CAMPAMENTOS, ESCALADAS, PEREGRINACIONES UNIVERSITARIAS

PRÓLOGO DE CÉSAR PÉREZ DE TUDELA

CON DATOS, DIBUJOS Y FOTOGRAFÍAS APORTADOS POR:

CARRERO FLORENTINO DIEZ DE LEÓN EDUARDO FERRER MARIANO FERRER JORGE HERRAIZ ISMAEL

HERREROS ENRIQUE JORDANA JORGE LORENTE JOSÉ M. LLÓRENTE ANTONIO MACEDO ROBERTO

MAMPASO MANUEL MÉNDEZ FÉLIX RIVAS VÍCTOR SOL BALDOMERO UTRERA JOSÉ

Y LAS COLABORACIONES ESPECIALES DE:

JOSÉ MARÍA GARCÍA DE VIEDMA - JESÚS LÓPEZ CANCIO-GONTRÁN POVEDA EMILIO PRADILLO Y VICENTE DE LUCAS LINACEBO

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MONTAÑAS NEVADAS

LA MIRADA CLARA Y LEJOS Y LA FRENTE LEVANTADA VOY POR RUTAS IMPERIALES CAMINANDO HACIA DIOS QUIERO LEVANTAR MI PATRIA UN INMENSO AFÁN ME EMPUJA POESÍA QUE PROMETE EXIGENCIA DE MI HONOR

MONTAÑAS NEVADAS BANDERAS AL VIENTO EL ALMA TRANQUILA YO SABRÉ VENCER AL CIELO SE ALZAN LAS FIRMES PROMESAS, HASTA LAS ESTRELLAS, QUE ENCIENDEN MI FE

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Todos estos relatos, canciones, dibujos y viejas fotografías, sólo pretenden reflejar el espíritu de aquella juventud del morral y la canción.

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A MODO DE PRÓLOGO Por César Pérez de Tudela

Abogado del Ilustre Colegio de Madrid Doctor en Ciencias de la Información Explorador Alpino

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"Yo no sé si la Historia juzga con equidad los acontecimientos que tuvieron lugar en el pasado. Supongo que no. Creo que es sabio desconfiar de la rigurosidad en las investigaciones que han tenido lugar a lo largo de los siglos.

Siempre se ha dicho que es necesario dejar pasar muchos decenios, para que las realidades cobren su verdadera dimensión, libres de prejuicios y temores, dejando tiempo suficiente para que los intereses y las tendencias humanas posen sus pasiones.

Pero no es menos cierto que los investigadores necesitan fuentes en las que constatar hechos y lograr datos. Y en muchos hondos aconteceres, los testimonios resultan absolutamente parciales o manifiestamente escasos, y hasta inexistentes.

Esto parece haber ocurrido tras la última guerra mundial en multitud de hechos de gran trascendencia humana, social y política.

De la inmediata historia pasada no se han escrito, hasta la fecha, juicios serenos que busquen con afán la objetividad de lo vivido.

Casi nadie quiere saber nada de estos años. No resulta cómodo ir en contra de la opinión dominante. Escasos son los que estudian el período histórico de los años cuarenta, cincuenta y sesenta tratando de ser justos, y son muchos los que prefieren olvidarlos, casi negando que formaron parte de la vida de aquellos años.

Se han silenciado datos y verdades. Las verdades pasan a ser solamente palabras que se pueden creer.

Por ello me parece muy oportuna la promoción de mi extraordinario compañero de montañas, Mario Tecglen: Una recopilación de testimonios sobre lo que fue el Frente de Juventudes, en el cual, de una u otra forma, estuvieron activamente presentes un elevado porcentaje de los jóvenes españoles que entonces reclamaban un papel de participación.

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Pero curiosamente, de aquél inmenso número de españoles que llenaron los Campamentos Juveniles, participaron en las alegres marchas por la geografía de España acudiendo en singulares formaciones con la canción siempre en los labios como primera presentación, muy poco se ha escrito —salvo lo que se publicó profusamente en la llamada "Prensa del Movimiento", o se recogió en el "Nodo"; o más especialmente en la revista "Juventud"— para situar con mayor justeza aquellos años difíciles, en los que la ilusión y la voluntad forjaron la resignación y el coraje que compensaban ampliamente la falta de comodidad, los escasos medios materiales y la baja calidad de vida.

Por mi cronología soy de aquellos españoles que pueden ser considerados pertenecientes al epígrafe genérico de "Niños de la Posguerra", pues nací un año después del fin de la Guerra Civil y en los comienzos de la Guerra Mundial.

El Frente de Juventudes llenaba la actividad de España en lo que concernía a los deportes, y a las actividades recreativas y artísticas con mayor o menor calidad. Naturalmente todo bajo el control del Régimen Franquista.

Contra el Frente de Juventudes no se podía estar. O se estaba dentro o fuera.

Legitimado, subvencionado y mantenido por el Estado, sus diversas ramificaciones alcanzaban todos los rincones de España.

Sin duda, existieron algunos miles de españoles jóvenes que pudieron situarse al margen de sus actividades, aunque, de una u otra forma, la mayoría de los españoles tuvieron vinculación con él.

Mi edad, demasiado juvenil entonces, sólo me permitió vivir la peripecia vital emprendiendo la andadura de la España rural, despertando mi conciencia a la solidaridad, al empeño, al compromiso, a la alegría de las canciones; iniciándome en el camino de las montañas que promovían sueños sobre lejanas expediciones —entonces imposibles— a las altas montañas de la Tierra, que muchos años después podría alcanzar.

Debía tener doce o trece años cuando me quedé mirando —casi con admiración— a un muchacho que llevaba un morral del que sobresalía un rollo de

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cuerda; vestía como los montañeros, pero con un cierto toque de milicia: una camisa azul desteñida por el sol.

Me sentí atraído por las formaciones de muchachos desfilando ordenadamente como si fueran soldados, siempre cantando ante la expectación colectiva. Por los domingos de marcha a la naturaleza, recorriendo caminos, comiendo con la frugalidad que la escasez de aquellos años imponía. Y al final de la tarde, en la población más próxima, improvisar un "Fuego de Campamento", haciendo un círculo alrededor de una hoguera, junto a la que se sucedían actuaciones humorísticas, artísticas o folklóricas, con mayor o menor gracia e ingenio; para terminar a la caída del día arriando la bandera y rezando por los caídos, sin que nadie especificara si éstos se referían a uno u otro lado de la dramática guerra.

La enorme organización del Frente de Juventudes estaba inspirada por la Falange, quizás era la misma Falange heredada de aquella asociación política y revolucionaria, creada por un personaje —José Antonio— que el viejo régimen elevó a mito y que fue in singular joven estudioso y brillante, dominado por la fiebre del ideal político. La camisa azul, las cinco flechas, los leones rampantes, el cisne blanco con el ajedrez rojo y negro, los orgullosos guiones de las centurias... Los dibujos elegantes de Tejada...

No pude resistir la tentación. Desoí los consejos de mi padre, que nos hablaba, a mis hermanos y a mí, de los "horrores de la guerra" y de lo inconveniente que podía ser tomar partido.

Yo no tomé partido alguno. Simplemente me decidí a vivir en compañía de aquellos cientos de miles de jóvenes que marchaban contentos, cantando por España, y en donde conocí a gentes de gran dignidad, cuyas ideas, curiosamente, no se identificaban siempre, en lo socio-político, con la marcha evolutiva de la Especial Dictadura Franquista.

Fue una "locura" de la que siempre me felicité. Me pareció que debía formar parte de aquellas formaciones activas e inquietas de escuadristas que reclamaban insistentemente —la mayoría sin saber lo que significaba— la Revolución Nacional-Sindicalista pendiente, gritando Arriba España, llenando el aire de consignas ingenuas que se referían al Imperio —que hoy muy bien pudieran haber-

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se referido al Imperio Espiritual y Cultural de La Hispanidad— Por el Imperio hacia Dios-Nuestro está al aire libre..., Disciplina..., Servicio..., Esfuerzo...

José Antonio estaba siempre presente, en las mismas, en los campamentos, en las canciones, marchando como un dios muerto, sobre un lucero en permanente posición de firmes.

El Frente de Juventudes ayudó a cientos de miles, quizás millones de españoles, a soportar aquellos duros años del Estado Franquista, inundando de múltiples y sanas actividades la viciada y sencilla sociedad española, aislada del resto del mundo, y haciendo que las montañas fueran el telón de fondo de todo aquel escenario,

"Juventud que a las montañas quisiste llegar..."

"Centurias Juveniles portadoras del trabajo y de la paz..."

"Obreros estudiantes de la Nueva España..."

"Al despertar al son de la esperanza..."

En sus cuadros de mandos, entusiastas y comprometidos con la gran obra, todos eran camaradas que acogían sin ningún tipo de reserva a cualquier joven, sin indagar en su procedencia familiar o antecedentes políticos. Fue una organización digna y limpia en una época gris, en la que los únicos colores que se distinguían sobre la mediocridad dominante, eran el rojo y negro de sus gallardetes, y las ciudades blancas de lona que se repartían ordenadas e impecables por la geografía natural de España.

Es injusto que nadie —o muy pocos— así lo hayan reconocido.

No fue un "ejército juvenil" de niños y muchachos que querían ser soldados sin carrera. El Frente de Juventudes fue una institución que encuadró a gentes de las más diversas procedencias sociales, realizando una extraordinaria labor de acercamiento entre las lejanas campiñas españolas y los grandes núcles de población; enseñando oficinas, despertando vocaciones, practicando deportes y, sobre todo, forjando una "psicología de la fortaleza": inasequibles al desaliento... en centros de enseñanza rural, universidades laborales..., aprendices..., campeonatos deportivos...; todo bajo un riguroso monopolio, dentro del cual —curiosamente— se podía discrepar, y en el que, por milagro de la convivencia, se encuadraban posturas —más que ideologías de izquierdas y

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de derechas— entremezcladas con las tendencias conservadoras del tradicionalismo español,

Aprendices, obreros, estudiantes, labradores, militares como Pérez Viñeta y Joaquín Águila; curas con sotana y camisa azul que nos mantenían en el Temor de Dios —entre ellos el padre Llanos, ejemplar comunista— poetas como Juan Van Halen, jóvenes que perseguían la justicia social como Gabriel Cisneros o José Meliá Pericas, etc.

Nadie puede discutir que los emblemas, las canciones, la disciplina, el espíritu de milicia, que vertebraban aquella extensa e inmensa organización, estaban inspirados en los ambientes de moda que aquellos años imponían, aunque las potencias del Eje hubieran sido ya derrotadas y aniquiladas,

El Frente de Juventudes continuó imparable su labor, incluso separándose, a veces lentamente, del Régimen Franquista, llegando a ser en muchos casos abiertamente contestatario, e incluso subversivo, contra la estrecha y lineal legalidad imperante. Banderines, camisas azules, gritos marciales; y siempre un horizonte, tras el cual se distinguían las estrellas a las que aquellos jóvenes, entusiastas de la vida abierta, tendían una y otra vez, por los caminos encrespados de unos años llenos de espinas, pero también de ilusiones y esperanzas.

Una notable ingenuidad se apreciaba en los viejos himnos, aquellas marchas acordes, que resonaban por los paseos las tardes de domingo en todas las ciudades y pueblos de España. Eran los flechas o cadetes que regresaban de acampar, tras varias jornadas repoblando España de pinos, o enseñando a caminar a los ciegos por el Guadarrama, como los del Campamento Santa María del Buen Aire del Escorial. Entusiastas e ingenuos jóvenes que creyeron en la nueva España, por encima de la división geográfica y del enfrentamiento de clases, y que cantaban la lección aprendida.

El Frente de Juventudes que supo ser elegante con las madres —los ramos de flores del Día de la Madre—, que fue siempre respetuoso con la sociedad a la que sirvió, pudo pecar, quizá, de arrogancia cantando con excesiva profusión, aunque sin odio, a la Paz y a la Victoria. Aquellas canciones y aquellas banderas de los desfiles, pudieron haber llevado la provocación

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a esos cientos de miles de españoles que se mantenían vencidos y humillados.

Detrás y entre ellos estaban personajes como Tovar, Laín, Dionisio Ridruejo, Camilo José Cela escribiendo en la revista "Centurias" o Franciso Umbral, y Cándido en "Juventud", y tantos hombres ilustres de variados ambientes de la España actual. De ellos, ninguno, o muy pocos, han mencionado aquella organización que, sin duda, se merecía un lugar destacado en el recuerdo público.

El Frente de Juventudes, las Falanges Juveniles, fueron disueltas y sustituidas por la Organización Juvenil Española —la O.J.E.— un diseño difícil de superar en una asociación juvenil, que planteó cuidadosamente la educación del joven, la idea del servicio a la sociedad y el aire libre, al margen de postura política alguna y sólo inspirada en el reconocimiento de España y en el concepto de patria.

Los millones de españoles que durante tantos años —unos sucediéndose a otros por imperativos de la cronología— fueron escuadristas, pobladores de los flamantes campamentos, protagonistas de peregrinaciones a Santiago o a Roma, y de centenares de Campamentos Volantes; autores de repoblaciones forestales; ejecutores de solidaridad social; programadores de miles de trofeos deportivos..., se disolvieron silenciosos, sin constancia pública de su presencia social.

Las "Montañas Nevadas" de España se vieron durante algunos años despobladas de colectivos juveniles.

"El alma tranquila yo sabré vencer..."

Es posible que esos mismos camaradas juveniles, integrados o no en los partidos políticos, pudieran haber reaparecido, quince, veinte o treinta años después, cuando las circunstancias de la vida política española reclamaron de nuevo el servicio a la patria; ahora con la Transición Política a la democracia y a la normalidad, conducida valientemente por Adolfo Suárez, con la gallardía y nobleza que el Frente de Juventudes inculcó a España.

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1939-1940

LA POSGUERRA INMEDIATA LOS FLECHAS

ALPINOS

SU FUNDACIÓN

SUS MAESTROS

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1939

ESPAÑA, 5 de febrero Tras la caída de Barcelona, el Presidente de la República, Manuel Azaña huye a París y se instala en la Embajada de España. EUROPA, 27 de febrero Francia y Gran Bretaña reconocen al gobierno de Burgos del general Franco. En las embajadas españolas de París y Londres se izan las banderas bicolores en sustitución de las republi canas. MADRID, 28 de marzo Las tropas nacionales entran en la capital de España. BURGOS, 1 de abril Concluye la Guerra Civil. AEROD. DE GRIÑÓN, 4 abril Muere en accidente de aviación el as de la aviación nacional Comandante García Mo-rato. MADRID, 4 de septiembre España se declara neutral ante la explosión de la Segunda Guerra Mundial. MADRID, 28 de octubre Se publica el Reglamento de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos) , fundada en Burgos en 1938. Comienza la venta de cupones, que proporcionará a los invidentes una ocupación y un salario dignos. ALICANTE, 20 de noviembre Se trasladan a hombros hasta El Escorial los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera.

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DESTAPANDO LA CIBELES

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EL FINAL DE LA GUERRA EN MADRID

Eran dos amigos: Emilio y Rafael, que vivían en la calle de Leganitos de Madrid (muy cerca de la Plaza de España). Se conocieron en 1931, y a partir de entonces presenciaron los quemas de conventos y las continuas manifestaciones, carrereas y algarabías que acabaron, como todos sabemos, a tiro limpio en Julio del 36. La guerra en Madrid, terrible: todo o casi todo se desarrollaba cerca de sus casas: el Cuartel de Conde Duque, los conventos de Princesa, el Cuartel de la Montaña, la Cárcel Modelo, etc., y allí sufrieron, hambre, miedo, obuses, bombas y un largo etc., hasta el 27 de marzo de 1939, víspera de la liberación de Madrid, que nuestros amigos con 12 ó 13 años lo vivieron así:

Segismundo Casado, viejo coronel republicano, se ha sublevado contra el gobierno rojo de Negrín. Las guarniciones comunistas de los fortines de la Plaza de España, han sido aniquiladas por las tropas de Casado; los cadáveres quedan tendidos en la calle; es un horrible espectáculo del que son testigos. Los soldados desertan de sus posiciones y vienen de Carabanchel con cara de derrota; para nuestros amigos es la evidencia de la liberación tanto tiempo esperada. Por la calle de Bailen, por la Cuesta de la Vega, por la Cuesta de San Vicente, el mismo panorama de derrota total; se acerca el fin de la pesadilla, Las calles están salpicadas de armas abandonadas.

El día 28, un poco antes de amanecer, salen hacía la Plaza de España; en la lanza de Don Quijote hay prendido un trapo blanco: es la señal de la rendición. Nadie junto al cañón. Suben por Ferraz: todo son cascotes y ruinas; bajan por Marqués de Urquijo y llegan a Rosales; casi tres años que no habían podido llegar tan lejos: el Kiosco de la Música está en ruinas; toda la ladera de Rosales hacia las ermitas de San Antonio es un entramado de trincheras y alambradas. NO HAY NADIE..., corren, saltan entre granadas y bombas, no son conscientes del peligro que corren.

Llegan a la "Bombilla"; de repente un miedo tremendo les paraliza: es el silencio; la sensación de estar en tierra de nadie. No se oye el menor ruido: no saben qué hacer; están entre ruinas, trincheras y alambradas. Intuyen que LOS NACIONALES tienen que estar cerca; caminan despacio para que les vean; van paso

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a paso..., casi no se pueden mover; es la emoción y un miedo tremendo..., paralizante: Silencio..., silencio de muerte.

De pronto algo se mueve; de las ruinas de unas naves salen sigilosos y apuntándoles con pistola y fusil, un alférez y un soldado de "regulares"; les hacen señas de que se acerquen y van despacio hacia ellos... De repente salen corriendo y ambos abrazan al oficial. ¡Es la liberación, han alcanzado la zona Nacional! ¿Lloran, ríen?..., cualquiera sabe. —¿Qué hacéis aquí, muchachos? ¿Cómo habéis llegado? ¿Os dais cuenta del peligro que habéis corrido? NO HAY NADIE, contestan —han huido..., han huido; ¡Podéis entrar en Madrid! Lloran, ríen...

—"Venid con nosotros, dice el oficial, seguir nuestras pisadas que hay minas; tened cuidado. Siguen en silencio al oficial, protegidos por el soldado y se acercan a las ruinas del Puente de los Franceses; bajo sus arcadas hay una posición de sacos terreros y por su tronera aparece la boca de una ametralladora que les apunta; les retiran un trozo de alambrada y por un paso estrecho enfilan una senda marcada con pequeñas estaquillas que marcan el límite de un campo de minas. Sigue el silencio, nadie habla. Ya casi es día completo, no ven el sol pero se presiente. Emocionados y temblando llegan a las tapias de la Casa de Campo, están prácticamente derruidas, pero hacia el lado interior está todo lleno de refugios, cuevas y chabolas pegadas al terreno. El oficial retira unas arpilleras que cubren la entrada a un pequeño refugio; pide permiso y les hace entrar. Estamos en un puesto de mando donde están un jefe y varios oficiales; observamos con júbilo las estrellas de seis y ocho puntas, las que lucieron "durante siglos en los uniformes españoles.

Les preguntan sus nombres; por dónde y cómo han podido cruzar las líneas rojas. Contestan emocionados y repiten que no hay nadie; que las posiciones rojas han sido abandonadas; que hay bandera blanca en la Plaza de España; que no quieren ir hacia la retaguardia, sino que quieren entrar en Madrid con ELLOS. Se sonríen, les dan unas onzas de chocolate y unos plátanos; hacía años que no los comían. YA ES DE DÍA, LUCE EL SOL. Por donde vinieron llegan gentes procedentes de Madrid, han debido recorrer su propio camino; algunos traen banderas nacionales, otros la roja y negra de la falange; se ven camisas azules y boinas rojas. Abrazos, emoción, gestos descompuestos señalando hacia Madrid. Se olvidan de nuestros amigos y ellos se mezclan con los que van llegando; algunos vienen armados. La afluencia empieza a ser masiva; los soldados no se mueven de sus posiciones y continúan silenciosos con las armas dis-

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puestas para hacer fuego. Sigue llegando gente: ¡A Madrid! ¡A Madrid! todos dicen y gritan lo mismo ¡Viva España! ¡Arriba España!

Va transcurriendo la mañana; los soldados de los primeros puestos continúan impasibles; sólo atrás empiezan a reunirse unidades. Están tranquilos, serenos, la gente les rodea.

De pronto: órdenes de marcha, debe ya ser mediodía; es difícil progresar hacia Madrid; las unidades formadas y al paso de maniobra, van rodeadas de paisanos alegres, gritones, exaltados; se oye el "Cara al Sol" que todos coreamos brazo en alto. Entran en Madrid por el Parque del Oeste; el Paseo de Moret es toda una trinchera cubierta de hormigón. Calle de la Princesa; llegamos a la Plaza de España pasando por delante de nuestras casas; el espectáculo es emocionante; de ventanas y balcones y entre los boquetes de los impactos de artillería, flamean las banderas nacionales. Repican las campanas en señal de alegría. Alguien arranca de la esquina de la Gran Vía el cartel vergonzante de "Avda. de Rusia". "Somos libres."

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LA DURA POSGUERRA La O.J. y mi primer Campamento

El verano de 1939 se nos echó encima; los acontecimientos continuos, propios del final de la contienda, hacían que pasara el tiempo como un soplo.

Junto a mi familia, viajamos a Madrid, desde Valencia, en uno de los trenes de mercancías que el gobierno dispuso para el reasentamiento de la gran masa de población que había sido evacuada a Levante desde las zonas de guerra. Los vagones se ocupaban, hasta colmatarlos, por familias enteras que se trasladaban con todas sus pertenencias. En el que nos tocó a nosotros, viajaban entremezclados personas, colchones y muebles; y hasta una señora enferma metida en su cama.

Dos largos días de calor y sed pasamos en aquel sórdido habitáculo hasta llegar a Madrid. Mi destartalada casa de la Plaza Mayor, que durante la guerra había idealizado, me pareció una auténtica cochambre: los anteriores ocupantes, gente del campo, habían tenido animales dentro de la casa y hasta la última silla ostentaba con insistencia su orgánica presencia. Sobre un cuadro del Sagrado Corazón que tenía mi madre, lucía un retrato del líder anarquista Buenaventura Durruti.

Los pasillos kilométricos de la casa, y los techos de cuatro metros de altura me resultaban ilógicos e improcedentes. Sólo brillaban sus siete balcones corridos a la Plaza Mayor. El panorama sobre el rincón de la calle de Ciudad Rodrigo era, y pienso que sigue siendo, un constante festejo: Desde ellos se escuchaba a los ciegos cantar sus romances y sus tangos tremendos acompañados por su acordeón; y se podían seguir los relatos terribles de la vieja enlutada que, con voz potente y hombruna, explicaba con un puntero, sobre unas ingenuas viñetas, el Crimen de Cuenca.

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Aunque quizá lo más dramático y espectacular fueran las batallas diarias para conseguir tomar aquellos tranvías, con sus largas colas, más o menos reguladas por un guardia de la porra que tenía que impedir a porrazos que se colaran los listos; lo que conseguía sólo a medias, pues éstos se colocaban frente a los laterales, y los tomaban al asalto cuando empezaba a rodar, colgándose de las ventanillas o subidos de pie sore los topes... No había más que asomarse al balcón: el espectáculo estaba asegurado.

Al poco de llegar, me presenté en el cuartel de la O.J., que estaba en la calle Mayor, justo en lo que había sido la sede de Izquierda Republicana; el partido que lideraba Manuel Azaña. Allí conocí a Pepe Maciá, mi primer Jefe de Centuria —hoy fallecido—, que después sería uno de los amigos más entrañables que he tenido en mi vida.

Algún tiempo después de estar machacando instrucción militar, se nos ofreció salir de campamento; con el hambre que pasaba, la cosa no ofrecía duda, y me alisté. Había que proveerse de un pequeño equipo con mudas y cosas de aseo; una manta, pantalón corto negro, camisa azul y boina roja —el pique con los requetés era tremendo y a la boina roja, que era su símbolo, se le llamaba invariablemente "el tomate", y se capaba; o sea a todas ellas, sin excepción, se les cortaba el rabito—.

Salí pues de esa forma hacia la Costa Brava, dejando a mi familia comiendo de Auxilio Social y con mi padre enfermo y desesperado; los que entraron dominando el cotarro de la Sociedad de Autores, no le reponían en su alto cargo porque se lo habían dado a un gallego más joven, a pesar de su devoción por Franco.

Hoy daría cualquier cosa por ver el aspecto de aquel pobre pelirrojo (yo lo era, y con rabia) vestido de flecha, con su macuto, su manta en bandolera y su importante bagaje de hambre acumulada.

Llegamos a Estartit —en el Golfo de Rosas, al pie del Pirineo, con montañas hasta la misma playa— y nos aposentaron en un chalet, frente a las Islas Medas. A mí, en el reparto, me tocó dormir en una gran terraza al aire libre. De aquellas noches esperando el sueño, tendido bajo la luna, me queda grabada en la memoria la sombra, casi fantasmal, de las montañas pirenaicas, la infinita gran-

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deza del cielo estrellado con su silencio vibrante, y el resplandor intermitente y sistemático del vecino faro giratorio de las Islas Medas, que cada poco nos iluminaba.

Desorganización, poca disciplina, y comida mala y escasa, eran las notas predominantes de aquel Campamento, al que además había que añadir el riesgo que entrañaban las incursiones de los emboscados de las montañas, que de vez en cuando bajaban a nuestro cuartel y nos quitaban alguna manta, además de pintar sobre las paredes letreros subversivos.

Es justo reconocer que, aunque pudieron hacernos daño, sólo hubo que anotar, además de los tremendos sustos, las tres o cuatro mantas que se llevaron, y la travesura de los rótulos de U.H.P. (Unión de Hermanos Proletarios) y Viva Rusia que dejaron con pintura verde sobre la fachada.

Quizá por aquella falta de seguridad, nos trasladaron al poco tiempo a la playa de Sagaró, y nos acomodaron (por decir algo) en un hotel turístico que había sido de lujo; la comida era suficiente y cuartelera —casi todos los días empedrado, o sea: judías con arroz— y, eso sí, durmiendo, como siempre, en el santo suelo.

Había más disciplina, y todo él denotaba cierta organización. Compartíamos el Campamento con cadetes de la OJ. de Barcelona, y sus centurias eran un ejemplo de comportamiento, lo mismo en las formaciones que en las canciones o en la playa.

Aún recuerdo, y puede que sigan vivos, el nombre de sus líderes: uno de ellos era un tipo muy alto, rubiajo y algo encorvado que se llamaba Catari-neu; su centuria era un ejemplo constante de firmeza, disciplina y talante militar. Otro, quizá menos relevante, se llamaba Camomala, y era en su aspecto justo locontrario: muy moreno, gordo y grande. Esas dos centurias catalanas, creo que constituyen el único recuerdo grato que conservo de aquella convivencia.

Por otro lado, el lugar era, y creo que seguirá siendo, un perfecto paraíso natural: playa espléndida y larga entre mecizos rocosos; pequeñas calas próximas de verdadero ensueño —aunque hubiera que estar muy atento para no pisar

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los erizos—, y unos chalets de la gente gorda de Barcelona, que daba gloria verlos. La verdad es que yo nunca había contemplado hasta entonces nada tan hermoso.

Aunque la disciplina funcionaba mejor, el capellán nos sermoneaba, puede que demasiado y, en una de sus pláticas diarias, le lanzaron desde las filas una perra gorda de aquellas sonoras de cobre, para que se callara. Aunque se armó un buen revuelo, nunca se encontró al lanzador. Este triste incidente era impensable en cualquier Campamento posterior del F. de J., en los que el respeto, sobre todo a la religión y al pater, era total.

Todavía no sé por qué, pero sí tengo clarísimo en la memoria que, aunque en mi casa me esperaban de nuevo el hambre y las dificultades, estaba deseando volver; así que una invitación postrera a pasar unos días en Villanueva y Geltrú me cayeron como un tiro. Debieron ser sólo cuatro o cinco días en un cha-letón grandote y antiguo pegado a la costa, que casi no recuerdo, y desde allí nos volvimos todos a Madrid, después de veintiséis días fuera de casa.

Es curioso que no recuerde los nombres de mis compañeros. No acierto a saber por qué ninguno de ellos era de Madrid; todos de la provincia. Recuerdo a uno, rubio y gordito, de Getafe y a otro delgaducho de Villarejo de Sálvanos.

Fue mi primer campamento. ¡Nada que ver! en estilo, en comportamiento, en ambiente y en alimentos con los del Frente de Juventudes que le sucedieron y de los que fui asiduo.

De este Primer Campamento sólo guardo de él un mal recuerdo, y un sentimiento de tristeza; quizá, en buena medida, achacable a la extrema dureza de aquellos días de la posguerra.

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FLECHAS ALPINOS, MONTAÑEROS Y CENTURIAS

Un los días inmediatos al final de la contienda civil, la totalidad de los muchachos que nos considerábamos "liberados", más una gran proporción de esa gran masa que se "apunta a todo", acudimos a afiliarnos a la Organizaciones Juveniles (O.J.) que contemplaba a todos los muchachos comprendidos entre los 9 y los 18 años, diferenciándoles según la edad en Pelayos, Flechas y Cadetes.

Con la enorme influencia de la guerra reciente, las actividades diarias se reducían al aprendizaje y perfeccionamiento de la instrucción militar, con sus desfiles y concentraciones.

A mediados del año 1940, los encuadrados en los diez distritos de Madrid empezamos a manifestar claros síntomas de cansancio. Los desfiles urbanos, con las escuadras de gastadores y los fusiles de madera, ya no resultaban lo suficientemente atractivos como para mantener motivada a toda una juventud y se comenzaron a anotar las bajas,

Se hacía necesario un cambio radical de rumbo y no se hizo esperar demasiado: empezaron por crearse los Flechas Navales, y casi al mismo tiempo, los Flechas Alpinos. Estos últimos tuvieron una magnífica acogida en los distritos de Madrid y ya en el invierno 39/40 hubo salidas al Puerto de Pajares; y en el verano de 1940, se celebró en el Valle de Ordesa el 1,° Campamento Nacional de Alta Montaña con los que habían de ser los pioneros de los Montañeros Juveniles.

El giro radical llegó en los últimos días de 1940, cuando la estancada O.J. dio paso al pujante Frente de Juventudes, que nació abarcando a toda la juventud española, a la que dividía en: Aprendices, Escolares y Universitarios (S.E.U.); contemplando a los que nos sentíamos atraídos por su estilo sugerente, mediante la formación de las Falanges de Voluntarios, que en poco tiempo pasaron a llamarse Falanges Juveniles de Franco. Al amparo de este nuevo estilo, se formaron en toda España cientos de Centurias Juveniles que escogían libremente sus actividades, dentro de las múltiples opciones que ofrecía la Organización, siendo las salidas a la montaña y las marchas su común denominador.

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MADRID, 26 de enero Se crea Ley de Coloni zación para protección del agro a través del Instituto Nacional de Colonización. MADRID, 1 de abril Se inician en Cuelga- muros (cerca de El Escorial) las obras del Valle de los Caí dos, con la finalidad de dar sepultura a los restos de los caídos de ambos bandos en la Guerra Civil. Está constituido por una cripta subterránea coronada por una gigantesca cruz y un monasterio. EUROPA, 14 de junio El ejército alemán en tra en París. HENDAYA, 23 de octubre Franco se entrevista en la frontera hispanofrancesa de Hendaya con Adolfo Hitler. El comunicado final demuestra por su vaguedad que no llegaron a acuerdos concretos. MADRID, 6 de diciembre Se promulga la Ley de Ordenación Sindical. MADRID, 6 de diciembre Se instituye el Frente de Juventudes para la formación de la juventud española. BARCELONA, diciembre Se estrena «El Concierto de Aranjuez», escri-to para guitarra y orquesta por el maestro Joaquín Rodrigo.

ENTREVISTA FRANCO-HITLER EN HENDAYA El tren de Franco llegó a las tres y media con algún retraso sobre la hora prevista. La primera entrevista se celebró en el tren de Hitler y duró hasta las seis y cinco de la tarde. A las siete, después de hablar con Serrano Suñer y Ribbentrop, se reunieron todos a cenar en el coche-salón de Hitler para la segunda entrevista, que se pro-longón hasta las dos de la mañana. Hitler busca un compromiso formal para la entrada de España en la guerra en fecha próxima y fija. Franco procura por todos los medios no caer en el compromiso; lo demás es accesorio aunque apasionante. Que Hitler no consiguió nada en Hendaya y Franco sí, queda plenamente justificado por la evidencia histórica de los exabruptos de Hitler y Ribbentrop, recogidos repetidamente en documentos absolutamente fiables, según los cuales Hitler afirmó que se dejaría arrancar los dientes uno a uno antes de someterse a otra entrevista con el Caudillo español.

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XV. EL ESFUERZO HUMANO

LOS TRABAJOS

Toda construcción de envergadura es, normalmente, fruto y resultado de un gran esfuerzo. Esfuerzo que descansa en la doble vertiente del trabajo humano y de la inversión económica.

En ambos aspectos, el esfuerzo exigido en el Valle de los Caídos, con la realidad y precisión de los datos, queda por debajo de suposiciones desmesuradas y aún legendarias.

El trabajo —sobre el que a lo largo del libro se ha dado cumplida noticia— fue, en ocasiones, duro y arriesgado. Afortunadamente fueron mínimas las bajas sufridas. Tengo la satisfacción de que no se produjera accidente grave alguno en la construcción de la Cruz monumental.

A lo largo de quince años, dos mil hombres aportaron su esfuerzo diario hasta dar cima a la obra. De ellos solamente cuarenta y seis eran personas que redimían, por el trabajo, anteriores sanciones, para ellas, cuando me hice cargo de la dirección definitiva de la obra, solicité de S.E. el Jefe del Estado el indulto y la libertad, a los que por su buen comportamiento se hicieron acreedores. La maledicencia ha cargado las tintas a la hora de valorar el papel que en la realización de las obras desempeñó dicho personal. Lo rigurosamente cierto es que este pequeño grupo de obreros fue atendido, aunque con las naturales limitaciones derivadas de su situación, en pie de igualdad con el resto de los trabajadores libres. Su especial psicología impulsó a algunos de ellos a asumir voluntariamente las misiones más peligrosas, aquéllas en la que, para vencer a la naturaleza, había de esgrimirse las armas del coraje y la dinamita. Sobre alguno de estos hombres, mas no sólo sobre ellos, recayó la ciclópea tarea de horadar el Risco de la Nava, para hacer sitio a la prodigiosa Basílica que hoy alberga. Ya como personal libre, la casi totalidad continuó su tarea en el Valle hasta el final de las obras, contratados por las diferentes empresas. Hubo, incluso, algunos que pasaron después a trabajar en la Fundación.

Es de destacar la eficaz colaboración material que durante toda la obra obtuve de don Fidel Alzú, encargado general de la Empresa Huarte y Cía., S.L., y de su ayudante, don Santos Mutiloa, que estuvieron siempre y en todo momento presentes en las partes esenciales de la obra, con mucha inteligencia y con tal entusiasmo que supieron comunicárselo al personal que trabajó a sus órdenes, en todos los oficios, hasta la terminación.

LA página fotocopiada más arriba, corresponde al Capítulo XV "LOS TRABAJOS", del libro redactado por el arquitecto Diego Méndez, autor del proyecto y director de las obras de la totalidad del conjunto de la Cruz de los Caídos.

En él, el arquitecto cuantifica y valora la verdadera aportación del esfuerzo humano en la magna construcción, y también la ridicula proporción del pequeño grupo de presos que redimían penas con su trabajo.

LA CRUZ DE LOS CAÍDOS

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LA DURA POSGUERRA La vida diaria Mi alistamiento en los Montañeros

Alejado por cansancio de la O.J., mi vida continuó en la vieja casa, grande y destartalada, de la Plaza Mayor de Madrid, la de los siete balcones.

Como aconseja nuestro Julián Marías, voy a seguir relatando aquellos tiempos con un gran respeto a la verdad "caiga quien caiga", y ere oque, en términos generales, mi historia podría ser la de muchos "niños de la guerra", que siendo, por la familia y costumbres, visceralmente antimarxistas, la posguerra nos trató con una dureza inesperada,

Como todo el mundo sabe, al finalizar la contienda nos encontramos una España destruida en la que casi todo estaba por hacer. En Madrid, después de las primeras semanas de exaltación y hasta encontrar un poco de equilibrio, se pasó mal. La gran solución de las familias sin fortuna y sin trabajo, como la mía, fue Auxilio social, donde cada día nos suministraban generosas raciones de un caldo, en el que nadaban dos o tres patatas y alguna hoja de laurel. Las depuraciones en los centros de trabajo creo que, fueron poco generosas. Los vencedores, con las heridas todavía abiertas, olvidaban mal. El dinero de la zona republicana no valía, salvo unos billetes de 1928 que nadie tenía, y un alto porcentaje de madrileños vivía como podía: con techos compartidos, sin ropa, con frío, pero sobre todo, con hambre, un hambre de chillar.

En mi casa, como ya dije, mi padre, que ocupaba un alto cargo en la Sociedad de Autores, se encontró en la calle. Su puesto había sido asignado a un gallego más joven, nombrado en la zona nacional ¡...I Mi pobre padre, que tanto esperaba de los suyos, murió a los pocos meses decepcionado y desesperado, coincidiendo con las primeras fiestas navideñas. Mis dos hermanas y yo, que era el pequeño, junto con mi madre, vivíamos miserablemente de una pequeña pensión que nos daba para un poco más que el alquiler de la vieja casa (165 ptas. al mes). Por eso, recuerdo con todo detalle el perolo de unos dos litros de aquel caldo que retirábamos diariamente de una cocina de Auxilio Social que había en la Calle Mayor.

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Sin embargo, igual que aquél: "Cuentan de un sabio que un día" de Calderón, era tal el panorama, que los que teníamos un poco resultábamos potentados al lado de los que no tenían NADA. Es necesario hacer un esfuerzo de imaginación para tomar hoy la verdadera medida que existe entre tener POCO y no tener NADA. Así que mi madre, dentro de aquella inmensa SOLIDARIDAD que estaba en el ambiente, acogió a un matrimonio valenciano, ya mayor, que había estado muy vinculado a una hermana de mi padre fallecida; y a una vieja gallega que en tiempos había servido en casa. Con ellos compartimos techo y comida a cambio de nada, y quiero dejar testimonio de que lo que hizo mi madre era bastante corriente, pues recuerdo varios casos similares en la propia vecindad.

Yo conseguí matrícula gratuita en el Instituto de San Isidro, a la vez que mis hermanas consiguieron, las dos, un puesto de mecanógrafas (entonces no se llamaban secretarias), así que empezamos a equilibrarnos un poco, hasta que se casó la mayor y volvimos otra vez a las escaseces.

Mucha hambre me quité de encima gracias a las algarrobas: esas vainas largas y moradas que, un poco añejas —y con algún que otro gusano a controlar—, están dulces y ricas. Pesan muy poco, y por sesenta y cinco céntimos, en la Cava Baja, donde compraban los arrieros, me daban 100 gramos largos, que se materializaban en un volumen importante que me duraba toda la mañana,

Recuerdo que en mi aula de segundo curso éramos ciento cincuenta alumnos, por lo que era muy improbable que le sacaran a uno a la pizarra. Mi madre, por otro lado, había decidido que debía peinarma para atrás, y me hizo cortar el pelo a cepillo para irle acostumbrando. Lo que pasó es que me creció el pelo bastante, y cuando se secaba el agua que le ponía para peinarme, aquellos gruesos cabellos del color de las zanahorias recobraban su estado natural, y creo que hasta sonaban cuando, al hacerlo, se ponían tiesos como púas.

Una feliz mañana de algarrobas, estaba sentado en las últimas filas cuando se oyó la fuerte voz del catedrático que decía: "A ver aquel erizo pelirrojo que no ha dejado de comer en toda la mañana, si sabe decirme qué son las aguas selenitosas". A codazos me sacaron mis compañeros del dulce letargo en que me hallaba, y bajé aquellas escaleras hacia la pizarra como si fuera al patíbulo. De otra cosa puede que no supiera, pero es que de las aguas selenitosas no tenía ni la menor idea, así que me "enroscó". Menos mal que pude recuperar y

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saqué todo el curso en mayo, requisito indispensable para conservar la matrícula gratuita.

Separado, como dije, de las Organizaciones Juveniles —O.J.— mi vida transcurría entre mis amigotes de la Plaza Mayor, que por cierto eran bastante golfos, cuando mi primo Luis Torres, a quien tanto debo, me animó para ingresar en la Centuria de Montañeros. Me habló de un Albergue de Invierno con tres comidas calientes, montaña y nieve. Debo confesar que en aquellos momentos, aunque la montaña y la nieve seducen a cualquier muchacho, me sentía más motivado por la comida que por cualquier otra cosa.

Ingresé en la Centuria; inmediatamente después se creó para todos los muchachos españoles el Frente de Juventudes con otro talante y otras metas que las de la vieja O.J. y he de confesar que mi vida cambió de forma radical; pero tanto, tanto, que fue como si me volvieran como un calcetín. ¡Había descubierto un mundo nuevo que me llenaba desde la cabeza a los pies! A mis viejos amigotes de la Plaza Mayor, con los que yo hubiera continuado, les encontraba distantes, aferrados al tabaco, y al billar, y comentando bajezas de la Morena y de su hermana, que eran dos archiconocidas pajilleras de la Cuesta de la Vega.

De aquellos "Montañeros Juveniles" recibí una profunda formación religiosa y moral, como hombre y como montañero, que han marcado mi forma de ser a lo largo de toda mi vida.

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MORRAL Y CANCIÓN, CON LIBRO DE MISA

Pronto hará cincuenta y ocho años que se fundó el Frente de Juventudes en un ambiente de posguerra y escasez. La mayoría de los que, por su corta edad, no combatieron en la guerra civil, asistió a sus campamentos, y lució su cisne blanco sobre la camisa azul mahón.

Es verdad que vivimos tiempos muy duros, pero llenos de esperanza, y con toda la ilusión puesta en el futuro; deseosos, por tanto, de reconstruir para todos los españoles una España Nueva. Podemos insistir con orgullo que en nuestras filas, siempre acogimos con los brazos abiertos a cualquier muchacho que se acercara a nosotros con buena voluntad, sin mirar clases ni colores.

Fuimos la juventud de los campamentos, de las marchas y las ascensiones; de los fuegos de campamento y la misa diaria; la que cantaba y rezaba al aire libre deseando para todos, simplemente, una España mejor.

Siempre rechazamos el señoritismo, y cualquier tipo de derecha capitalista, aferrada a privilegios tradicionales, pero tampoco nos gustaba la izquierda marxista; y no porque fuésemos contrarios a sus reivindicaciones sociales, porque en eso coincidíamos, sino porque creíamos que cualquier socialismo aceptable había de ser cristiano, sin odios ni rencores, considerando que todos los hombres nacemos iguales ante Dios, y somos portadores de valores eternos. Como consecuencia, nunca pudimos ser nazis, ni fascistas, ni racistas; aunque sí abiertamente católicos; o sea: beatos de misa diaria. En las viejas fotografías se nos puede ver en peregrinaciones con nuestras cruces, y nuestras vieiras colgadas; o confesando con el pater en el campamento; o asistiendo a misas solemnes de campaña o en las más altas cumbres hispanas; siempre con nuestros capellanes, y éstos, a menudo, acompañados por una corte de seminaristas.

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ROBERTO CUÑAT Y JOAQUÍN VILLEGAS

A^ los españoles formados en las Centurias Juveniles del Frente de Juventudes se nos nota. Como dice una canción reciente que conmemora el medio siglo, podríamos ser realmente "hermanos de una misma familia"; pues es indudable que, con pequeñas diferencias, nos comportamos ante la vida muy parecidamente.

A grandes rasgos se puede afirmar que todos somos: Temerosos de Dios; defensores de la Unidad de España; amantes de la montaña; cumplidores rigurosos de nuestros compromisos; enemigos viscerales de lo chabacano y, quizá hoy lo más importante, eternamente juveniles.

Nada ha cambiado esta general forma de ser que nos dejaron reiteradamente perfilada nuestros grandes maestros Roberto Cuñat y Joaquín Villegas.

Cuñat, con su elevado nivel intelectual y su gran preparación montañera, marcó elegantes estilos de conducta y técnicas de montaña, y Villegas, más cerca del escuadrista, actuaba, organizaba y enseñaba como un padre de familia.

Cuñat fue el "Alma Mater" de la Alta Montaña y de la nieve; y Villegas, lo fue de los Campamentos Volantes, que constituyeron una de las páginas más brillantes del Frente de Juventudes.

Vaya pues, nuestro agradecimiento postumo a estos dos grandes hombres que tanto nos legaron.

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NUESTROS MAESTROS ENTRAÑABLES

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LOS MAESTROS PEÑALAROS

Roberto Cuñat, alpinista consumado y creador del montañismo juvenil en el seno del Frente de Juventudes, se planteó celebrar un Campamento Nacional de Alta Montaña en la Sierra de Gredos. La montaña, como es sabido, conlleva de forma inherente un alto riesgo, que puede reducirse a la práctica inexistencia si se conocen bien sus técnicas. Necesitaba Cuñat por tanto, la colaboración de montañeros expertos que le ayudaran en la formación de los primeros Montañeros Juveniles.

Como buen "peñalaro", echó mano de tres expertos montañeros de su mismo grupo, que además eran tres grandes hombres: Galilea, Herreros y Mérito; o sea, José María Galilea, Enrique Herreros y Baldomero Sol.

Transcribo a continuación las sentidas frases escritas al respecto por Mérito sol, montañero, médico, estomatólogo y sophrólogo.

"Uno de los atractivos que la sophrología ha aportado al saber médico, es la profundización en la esencia del hombre. Podemos decir que esencia es opuesto a accidente, apariencia, circunstancia, que son precisamente los atributos que corrientemente catalogan a las personas; particularmente las que tienen actividades que popularizan. En los "Deportes-Espectáculo" se clasifica a sus intérpretes por el acierto que muestran en el terreno del juego, pero nunca se considera la calidad de su esencia, es decir, la realidad profunda de su ser.

En montañismo, o sea en escalada, la cuestión es distinta: cuando conocemos profundamente a un montañero, valoramos su esencia. Recuerdo en este momento a Enrique Herreros, José M.a Galilea, Pepín Folliot, Roberto Cuñat, etc. En la imagen grabada en mi memoria, no resaltan si descendían por la cuerda con gran maestreía o si remontaban los pasos fuera de plomada con mucha habilidad; lo que está grabado en mi corazón, es su esencia, la forma de ser de su consciente y, quizá aún más, de su subconsciente. Podría narrar durante horas y horas ejemplos de ellos. Pepín Folliot vertía lágrimas, en un atardecer junto al Lago de Gaube, por la pena que sentía de no

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ser capaz de pintar en un lienzo la belleza cromática que en aquel momento nos envolvía. "Este espectáculo que nos envuelve lo tengo dentro de mí, y sin embargo, no puedo comunicarlo a los demás." Sus lágrimas raramente son comprendidas. Por eso él las ocultaba; no quería que se supiese que no era capaz de trasmitirlo; prefería que, quienes le rodeaban, creyesen que era indiferente al arte de la pintura. No cito más ejemplos; únicamente he nombrado a Pepín, porque tenía tanta humildad, que procuró comunicar a los demás una imagen muy modesta de sí mismo. Su encanto radicaba en su esencia. Su verdadera realidad se escondía tras su aspecto silencioso, alejado del protagonismo que casi todo el mundo busca.

Mis primeros contactos con los Montañeros del Frente de Juventudes, me apasionaron. Constituían un grupo juvenil, alegre; cometiendo muchos errores propios de su edad; demostrando placer y hasta diversión en el cumplimiento de las órdenes que se les daba. A pesar de haber vivido desde niño en ambientes colegiales, jamás había gozado de un "habitat" tan encantador.

Uno de los comportamientos que más me sorprendía, era la obediencia que tenían ante sus propios mandos. El jefe de centuria daba órdenes a sus jefes de Falange, que éstos transmitían a los escuadristas, sin escuchar jamás una queja. Más aún, sin que nadie manifestase desagrado en el cumplimiento de la orden. Ahora que el tiempo ha pasado y que las vivencias que narro han dejado de existir, aseguro que mi corazón gozaba tanto observando aquella armonía tan unicista, que vuelvo a gozar de aquella felicidad, como si el sol se hubiera detenido en aquel inolvidado entonces.

Me propuse no citar nombres en estos recuerdos. En primer lugar, porque tengo mala memoria y no sería correcto nombrar a unos y silenciar a otros. Tampoco me gustaría contar sucedidos que no gustasen a los interesados o a sus familiares; pero excepcionalmente voy a hablar de dos pilares básicos en la formación de los Montañeros Juveniles: José M.a Galilea y Enrique Herreros (Gali y Enrique). Cuando ellos vivían, yo creía que no me sería posible vivir sin ellos; todos los días nos veíamos. Ahora que ya no están aquí, tengo la sensación de que todavía los tengo cerca de mí.

Su incorporación al montañismo juvenil, fue original: una vez, en el Refugio de la Pedriza, les pregunté si querían colaborar como instructores de montaña del Frente de Juventudes. Uno me contestó que a él no le gustaba la política, y que

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aquello pertenecía a una entidad política que no coincidía con su ideología; reconoció, no obstante, que le gustaba mucho la forma de ser de aquellos chicos, pero que lo consideraba imposible. El otro me dijo que él se sentía muy independiente, poco disciplinado, incapaz de someterse a órdenes procedentes de jerarquías oficiales. Sin embargo, coincidiendo con el primero, expresó con entusiasmo la conducta deportiva de los chicos del Frente de Juventudes.

Después de haberles escuchado, les dije que la semana siguiente teníamos un Campamento Nacional de Alta Montaña en Gredos, y que nuestro gran amigo y gran montañero Roberto Cuñat nos había pedido ir como instructores. Me preguntaron cuándo se les iba a nombrar como tales, y yo les respondí que ya habían sido nombrados. Efectivamente, a la semana siguiente fuimos a Gredos, y gozamos hasta la médula de un Campamento inolvidable, rebosando encanto de montañismo, camaradería y paz profunda.

Los años han desfilado en cantidad, pero todos aquellos montañeros juveniles tienen la grandeza de conservar sus corazones tan blancos y puros como cuando eran niños, y para ellos: Gali, Enrique con Roberto Cuñat, Pepin Folliot y algunos más seguimos siendo "sus eternos maestros".

Galilea Herreros Mérito

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El primer contacto del Padre Jaime Candela con el Montañismo Juvenil, fue con

motivo de la celebración del Centenario de la Primera Ascensión al Aneto en julio de 1942, lo que se relata más adelante. Para solemnizar la conmemoración, Roberto Cuñat promovió un Campamento Nacional de Alta Montaña con la ascensión de 25 montañeros juveniles de varias provincias, y la celebración de una misa solemne en la cumbre.

Para su realización, contó con la colaboración de Mérito Sol, que asumió la jefatura de la expedición, el cual, rememorando aquellos actos, nos cuenta así cómo conoció al Padre Candela:

"Estando yo tumbado sobre la yerba, se oyeron los pasos de una caravana que se aproximaba. Una foz fuerte y chillona me gritó —¿quién manda aquí?— a lo que respondí —yo soy el jefe— y yo el cura que tiene que cantar misa en la cumbre del Aneto —pues ya sabes a quién tienes que obedecer—, respondí de nuevo —yo soy el cura y a mí no me puedes mandar, así que yo haré sólo lo que está convenido. Me levanté rápidamente, y antes de que el cura pudiera hacer un movimiento, le atrapé con una llave de lucha, y le derribé sobre la yerba al tiempo que le decía "¿Me vas a obedecer? —"¡Sí, sí!", me dijo con voz de susto.

"Asumida la broma, al día siguiente se coronó el Aneto, pero el Padre Candela, sin preparación montañera, hubo de consumar la dura prueba con la estricta observación del ayuno total desde la media noche anterior. Testigos directos afirman cómo estando al borde del desvanecimiento y con lapsus continuos, sólo gracias a su formidable entereza pudo terminar de oficiar la misa.

Mérito Sol continúa diciendo: "Es interesante anotar que después de aquel singular encuentro, el Padre Candela se convirtió en uno de los amigos más entrañables que he tenido en mi vida, así que una noche en mi casa, me dijo que tenía que irse a una misión al Brasil, porque en una fiesta supersticiosa, los "feligreses nativos" habían devorado al infeliz misionero que la dirigía. No intenté disuadirle, porque el Padre Candela era así, y se despidió rogándome que le despidiera de la Centuria de Montañeros, a la que tanto quería.

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Algún tiempo después me envió una postal; en la fotografía aparecía con ocho o diez aborígenes de pocas ropas. Uno de ellos tenía escrita debajo la palabra "Pepe", en la postal me decía: Pepe es el que se comió al misionero anterior; y luego explicaba como aquellas pobres gentes habían cometido una grave falta bajo el concepto occidental de la vida, pero que para ellos se trataba sólo de un tradicional pasaje religioso. Me aseguraba que había convertido a toda la tribu, para que amase al prójimo, de acuerdo con los preceptos del cristianismo, y que estaba seguro de que a él no se lo comerían.

El Padre Candela murió en olor de santidad, y el gobierno brasileño llegó a conocer y a valorar su magnífica obra entre los indios amazónicos con manifestaciones expresas que se hicieron públicas y notorias.

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SONETO A LOS VIEJOS MONTAÑEROS JUVENILES Mario Tecglen

Entrañables maestros consagrados

nos legaron: tan ardiente formación

que aún sentimos idéntica, ilusión

después del largo tiempo que ha pasado.

Y es que el mensaje de amor de aquel legado,

más la montaña, que es nuestra gran pasión,

hacen que estemos, en alma y corazón,

prendidos a la magia del pasado.

Por eso: descender una ladera,

culminar una larga travesía,

cantar juntos delante de una hoguera,

o compartir la gloria de -una, hazaña

son ecos de esa, larga sinfonía,

que dejamos escrita en las montañas.

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1941-1950

ALBERGUES DE INVIERNO

CAMPAMENTOS

ESCALADAS

JUEGOS OLÍMPICOS

CAMPAMENTOS VOLANTES

PEREGRINACIONES

CON SU ENTORNO HISTÓRICO

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MADRID, 18 de enero El difícil momento alimenticio obliga a repartir- el pan aumentando la cantidad destinada a los más necesitados. ESPAÑA, 24 de febrero Se crea la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (RENFE), donde se integran las antiguas compañías privadas de capital francés. SANTANDER, 15 de febrero Se declara un inmenso incendio que destruye la tercera parte de la ciudad. ROMA, 28 de febrero Fallece Alfonso XIII. Franco decreta tres días de luto nacional. MADRID, mayo Aparece "La Codorniz", revista de humor fundada por Mihu-ra, Tono, de la Iglesia Edgar Nevílle y Enrique Herreros. ESPAÑA, 5 de julio Comienza a salir hacia el frente ruso, la División Azul. MADRID, 25 de septiembre Se crea el INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA ( I . N . I . ) como motor de industrialización del país creando con dinero público las grandes empresas, necesarias para el desarrollo, que no promueve el capítal privado.

ULTIMO MENSAJE DE ALFONSO XIII A LOS ESPAÑOLES CON MOTIVO DE LA ABDICACIÓN DE LA CORONA A FAVOR DE SU HIJO: DON JUAN DE BORBÓN "Español es:

El 14 de abril de 1941 me dirigí al pueblo español manifestando mi decisión de apartarme de España, suspendiendo deliberadamente el ejercicio del Poder, sin renunciar por ello a ninguno de los derechos sagrados de los que la Historia me había hecho guardián y depositario. Cumplí en aquella ocasión un deber de patriotismo, y gracias a ello ninguno podrá afirmar hoy que se vertiera sangre española para defender intereses de un régimen o de una dinastía, sino que la magnífica epopeya de la liberación de España, el heroísmo de su Ejército y de la juventud española, viene marcado con el sello inconfundible del sacrificio por la Patria, que abre paso a la solidaridad de todos, para crear su unidad, su libertad y su grandeza. Asegurada ya la victoria definitiva, sentí con ella el impulso de anticipar esta declaración; contuvo, sin embargo, mi ánimo el deseo de madurarla hasta hoy que, robustecido de consejos leales e informes autorizados, me juzgo en la obligación de dirigirme de nuevo, por última vez, a los españoles. Al reorganizarse políticamente el país es preciso que quede expedito y franco el camino, para que, en el momento que se juzgue oportuno, pueda reanudarse la tradición histórica, consustan-cialmente unida a la institución monárquica, que durante siglos ha asegurado la unidad y permanencia de España."

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LA DIVISIÓN AZUL

He aceptado a los Montañeros del Frente de Juventudes de Madrid, el encargo de escribir, en pocas líneas, un extracto de lo que fue la División Azul, y al intentar hacerlo me doy cuenta de que no es posible sin aludir a valores tan trascendentes como el honor, la dignidad, la ilusión y lo que considero primordial: la Fe en Dios y en España. Para todo ello confieso mi escasa preparación y sólo me decido a contarlo pidiendo perdón por la osadía, pero con el orgullo de haber sido uno de aquellos jóvenes voluntarios.

La División Azul se forma a finales de junio de 1941 como una manifestación del sentimiento anticomunista que impera en España después de finalizar la guerra civil (1936-39); así que es rigurosamente cierto que el único vínculo que unió a los divisionarios fue el "anticomunismo". Todos ellos coincidían en haber sido testigos vivos de los procedimientos del sistema comunista introducidos en España por especialistas llegados de Rusia: asesinatos sin causa ni motivo, torturas, saqueos de iglesias y catedrales..., y tantas otras cosas que podían resumirse en un sentimiento de odio a Dios y a España, hasta el punto de que el grito de "Muera España" fue uno de sus predilectos y más utilizados.

Por todo esto puede decirse, que si combatimos al comunismo al lado del ejército alemán, lo hubiéramos hecho igual al lado de cualquier otro ejército que nos hubiera brindado la ocasión de hacerlo.

Se inicia el alistamiento con gran afluencia de voluntarios, y tanto es así, que muchos de ellos hubieron de recurrir, bien a la trampa para ocultar su poca edad o bien al favor de una mano amiga para conseguir su admisión.

Concluida la fase de alistamiento, el día 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, una buena parte de la División, uniformados con traje caqui de soldado, camisa azul y boina roja, partió en tren con destino a Alemania a recibir instrucción militar.

Salimos de España por Irún, y aún recuerdo con emoción el momento en que pasamos el puente internacional, cantando un "adiós a España" inolvidable, y haciendo un gran esfuerzo para contener las lágrimas.

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En Hendaya después de una ducha y un desayuno, cambiamos de tren y continuamos el viaje a través de Francia, ante la hostilidad de sus gentes que, por supuesto y equivocadamente, nos creían fuerzas de ocupación.

Así llegamos a Alemania, donde la población civil nos acogió con muestras de cariño y fuimos objeto de un sencillo pero afectuoso recibimiento oficial.

Por fin terminamos el viaje en el enorme y estupendo campamento de Grafenwöhr, donde permanecimos recibiendo instrucción, y a finales del mes de agosto siguiente, partimos con dirección al frente ruso, haciéndolo unas veces en tren, otras en camiones o carros y aquellos más de mil kilómetros inolvidables que se hicieron a pie.

Alguien dijo que como los alemanes no nos facilitaban medio de transporte, nuestro general afirmó que nosotros no lo necesitábamos y... nos fuimos caminando aquellos mil kilómetros largos.

Pasamos por tierras de Alemania, Polonia, Lituania, Letonia y Rusia, y por todos estos lugares fuimos dejando buen recuerdo de España con nuestra habitual simpatía y nuestras inolvidables canciones. No puedo olvidar la sorpresa de aquellas gentes cuando se enteraban de nuestra condición de españoles que íbamos a combatir al comunismo; todo cambiaba y la hostilidad con que nos recibían, pasaba a ser un trato amable y amistoso. En Polonia, ¡qué conmovedoras resultaban aquellas misas de campaña acompañados por la población civil!; ¡qué altamente interesantes resultan hoy aquellos altercados con los alemanes, por el trato amistoso que dispensábamos a la población judía! ¡qué mal les sentaba esto!

Por fin a mediados del mes de octubre siguiente, en días cercanos al de la Virgen del Pilar, se inició el relevo de la zona que nos fue asignada, consistente en unos cincuenta kilómetros del margen izquierdo del río Volkhov, al norte de la ciudad de Novgorod. Allí quedamos solos, como un trozo de España frente al comunismo ateo, que ocupaba la orilla opuesta, para luego ampliar nuestra posición hasta los arrabales de Leningrado.

Alguien, en el ejército alemán, y también entre nuestros jefes españoles, nos había adjudicado la etiqueta de informales y poco disciplinados, más propicios a la juerga que a cumplir con la misión que nos había llevado a aquellas tierras; sin embar-

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go, para esos que tan poca confianza demostraban, debió parecerles cosa de milagro nuestra intervención como combatientes, pues las fuerzas comunistas, que en un principio nos hicieron frente, quedaron sorprendidas de nuestro comportamiento y desde el año 1941 hasta 1943 en que fue relevada la División Azul, fuimos ostentosamente respetados como personas y temidos como soldados. Hay que resaltar el hecho de que aquellos, que un día nos regatearon su confianza, no tardaron en rectificar su opinión y elogiar nuestro comportamiento. Sin embargo, hay que lamentar que fueron varios miles los divisionarios que allí encontraron la muerte, y muchísimos los heridos y mutilados. También fueron numerosas las acciones con eco internacional, que dieron origen a la concesión de múltiples condecoraciones.

Pero el triunfo de la División Azul no sólo fue en el combate: es importante resaltar el trato que dispensamos a los numerosos prisioneros, tan humano como agradecido por ellos mismos, como lo demuestra el hecho de que en aquellas ocasiones en que se les invitó a marcharse con los suyos, en gran parte prefirieron quedarse y ayudarnos en nuestras faenas y en el cuidado de nuestros heridos.

También cabe anotar como triunfo, la relación con la población civil rusa que encontramos a nuestro paso, la cual supo de nuestro buen trato; y no son pocos los buenos amigos que allí dejamos y los amables recuerdos que de allí trajimos.

Hoy se puede comprobar todavía, como por esos lugares aún se cantan las canciones que siempre nos acompañaron.

Como resumen extracto se puede decir:

La División Azul fue la manifestación de un sentimiento anticomunista, que se adelantó medio siglo al gran fracaso del sistema, lo que subraya su acierto.

La División Azul, llevó con ilusión, alegría y sentimiento cristiano el nombre de Dios y de España a la fría Europa de aquella época.

La División Azul, al combatir al comunismo en el frente ruso, es casi seguro que evitó que Hitler invadiera la Península Ibérica y nos involucrara en la II Guerra Mundial.

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Hasta aquí el brillante extracto de Mariano Ferrer Carvajal divisionario, mutilado que, a su veinte años, allí se dejó una parte importante de sus manos congeladas por el frío.

Los que vivimos aquellos días de partida, la recogida de donativos para aquellas primeras Navidades de 1941 y el apoteósico recibimiento que ofrecimos a los 1.300 primeros voluntarios que volvieron licenciados, estamos convencidos de que nunca en la Historia de España se ha dado un gesto más desinteresado, más locamente juvenil, y en su mejor sentido quijotesco, que el de aquellos jóvenes voluntarios que marcharon a luchar contra el comunismo soviético y anticatólico.

El Frente de Juventudes, formado en su totalidad por "niños de la guerra", que en 1941 la mayoría rondaba los 17 años, tuvo en la División Azul una nutrida representación, sobre todo del S.E.U. que eran los mayores, y fueron muchos los que no volvieron; y también muy numerosos los que volvieron heridos o mutilados.

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LOS ALBERGUES DE INVIERNO EN RUIZ SENÉN

Se rumoreaba que íbamos a disfrutar de un Albergue de Navidad con diez días de permanencia en la montaña. La popular "radio macuto" nos informó que sería en el Valle de Fuenfría, en un antiguo sanatorio antituberculoso que se llamaba Ruiz Senén, que se encontraba un poco antes de llegar a Las Dehesas. Muchos de nosotros, al menos el autor de estas líneas, llevábamos, en lo más profundo, el deseo supremo de comer; dejar en Madrid aparcada durante diez días el hambre que padecíamos la gran mayoría de los madrileños aquellos durísimos años de la posguerra.

El rumor se confirmó, pues salimos la tarde de un 26 de diciembre de la Estación del Norte y llegamos a Cercedilla coincidiendo con la puesta de sol, en que se recortan las grises siluetas de La Peñota, Peña Águila y Montón de Trigo, y que volviendo la vista a la derecha, puedes contemplar todavía los últimos rayos de sol acariciando las recortadas cumbres de los Siete Picos.

Por delante, el camino por andar hasta que, arrullados por los perros guardianes, alguien nos informó que aquella era la anhelada silueta de nuestro refugio.

El Albergue de Ruiz Senén era un edificio de dos plantas: arriba el dormitorio corrido de una sola pieza, con unas carenta literas y el techo acristalado, y abajo la estancia, el comedor y la cocina; delante, al norte, un patio con el mástil, la Cruz de los Caídos y espacio suficiente para formar; y detrás, al sur, una terraza amplia donde nos reuníamos, cuando el tiempo lo permitía, a recibir clases teóricas de nuestros maestros.

Escaseaban los aseos; recuerdo que sobre los pocos retretes, había un cartel que decía "Montañero, apunta bien".

Nada más llegar, ocupabas la litera que previamente habías discutido, pues si te tocaba abajo, tenías como vista el triste enrejado del somier superior, mientras que si era la de arriba, disfrutabas, a través del techo acristalado, de un cielo estrellado recercado de montañas nevadas, que te invitaba a conciliar el sueño.

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LOS ALBERGUES DE INVIERNO EN RUIZ SEÑEN

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Cada mañana nos aseábamos en el río Guadarrama, que pasa a unos metros del edificio. Todos sentíamos escalofríos al recordar a Ricardo Campos cómo cada mañana se enjabonaba y se bañaba entero.

Después de izar bandera, desayunábamos, pasábamos revista y por fin, con olor a esencia húmeda y los esquís al hombro, emprendíamos la marcha, en la que atravesando Las Dehesas y hollando la Calzada Romana, desembocábamos en el camino Schmid, hasta el siempre nevado Collado Ventoso. En él, los pinos por la mañana aparecían cubiertos de nieve, de los que se desprendían pequeños cristales, que lo eran de mil colores cuando se cruzaban con los rayos del sol, en un ambiente de Intenso frío.

En medio de aquel decorado, ansiosos de Interpretar nuestro papel, nos ajustábamos los primitivos esquís y daba comienzo el ensayo. Contábamos con tres camaradas, hermanos, pero distintos entre sí: los Armiñán, que al ser su madre alemana, se habían educado en una estación alpina. De ellos he de decir, que aunque José Luis y Fernando ya nos han dejado para siempre, su recuerdo permanece Imborrable en nuestras mentes.

El mayor de ellos, José Luis, era nuestro paciente primer profesor. Fuerte en su estatura, su cara estaba rematada por una achatada barbilla que denotaba su firme tenacidad. Era comedido en sus actos, y siempre estaba dispuesto a darlo todo por los demás.

Se sucedían las clases elementales entre caídas más o menos aparatosas en función del arrojo del montañero. Entremedias, íbamos reponiendo fuerzas con los frutos secos que llevábamos en los bolsillos, y así continuábamos hasta que comenzaba a caer la tarde.

Acabada la jornada de nieve, retornábamos a desandar el camino mañanero que nos acercaba al albergue, donde llegábamos cuando el sol se ponía. Era un acto de gran emoción cuando cada atardecer se arriaban las banderas arropadas por las notas de un "Cara al Sol" que se iba perdiendo por entre las delgadas agujas de los pinos. Después, en medio de un impresionante silencio, repetíamos las palabras de una oración; ésta no quedaba prendida entre los pinos, sino que se elevaba; hacia el azul del cielo, teñido ya por el lucero de la tarde: "Señor y Dios nuestro...".

Después de cenar, nos reuníamos a cantar alrededor de una gran chimenea de serrín; recuerdo que nos salía bastante bien una canción lentorra y algo cursi

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que decía: "Tú que brillas en el cielo, oh luna clara y hermosa...". Rara era la noche en que no hacíamos contar tirolés a Luis Herrera, que lo hacía como si hubiera nacido en Insbruck. Fue quizá la última actividad montañera de su hermano Carlos, nuestro primer ausente, que murió a los 16 años. Era fuerte, alegre y locuaz. Fue dura la noticia y duro el duelo; recuerdo con toda claridad a su padre inconsolable.

Se me vienen a la mente los rostros juveniles de un montón de aquellos montañeros: Feito, Botella, Valencia, Viedma, Giganto, Gontrán, Ángel Aybar (Medina), Lecea, Ricardo, Luis Torres (Matsuoka), Emilio García, Panadero, Germán, Carlos y Alberto del Pino, Jorge Ferrer, lllana, Jiménez (todavía no era el Chapete), Cerezo, Blanco, Salvadores, Víctor Rivas (Atahualpa), Santamarta, Jordana, Campos, Heredero, Bardají, Carrero, Maciá, Jurado, Martos, Julio Ramos (el Mono), Bernardo, Pradillo, Botija, Emilio (el Mudo), Luis y Carlos Herrera, Ramón y Paco Andrada, Mampaso, Sánchez Torres, Luciano, Hernández (Don Opas), Pallares, Tapia, Portóles, Mariano (el Brocha), los Armiñan, Arenillas, Arturo Mateos (la Coneja), Manuel Delgado (Cotet), Castellón, Echevarría, Guillermo (Tricuny), Enrique Ronda (el Pescadito), Emilio Ronda, Callizo, Antonio Llórente (el Soso), Vicente de Lucas (el Moro), Rivera (el Grillo), Paco Santos, Gago, Domingo Espinosa, Yuste, Vega... De muchos no sabemos nada y otros han fallecido, pero la mayoría seguimos juntos.

El mismo Día de Reyes volvíamos curtidos por el sol y con mucho que contar, pero también, todo hay que decirlo, a reencontrarnos con la terrible escasez de alimentos que padecíamos.

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Enrase un montañero bastante especial, al que llamábamos todos invariablemente "La Coneja"; era y creo que seguirá siendo, un notable personaje: enamoradizo, soñador, aventurero, eternamente optimista y siempre dispuesto a emprender algo atípico. Como buen "Conejo" se llevaba muy bien con otro montañero, el "Zanahoria", y entre los dos montaron un negocio de manzanas, que aunque alejado de la montaña, creo que por su insólito final merece la pena ser contado.

Yendo por la calle "La Coneja" y "El Zanahoria", al pasar por delante de una frutería dijo la Coneja: "Mira Zana (era el apócope de Zanahoria por el que se le conocía y aún se le conoce) ¿Ves esas manzanas a 4 ptas./Kg.?, pues yo tengo las que quieras, puestas en Madrid, a 1 pta./Kg. El Zana respondió: "Pues el gran negocio; traes 1.000 kg„ las vendes a 3 ptas. y te ganas 2.000 ptas.". Asegura el Zanahoria que no se volvió a tocar el tema; sin embargo, pasado algún tiempo, se presentó en su casa y le dijo: "Ya están aquí las manzanas". El Zana dice que no sabía si creerle o pensar que se había vuelto loco, pero lo cierto es que la cosa un hecho y que al día siguiente, con un carro de mano alquilado a 40 céntimos la hora y en más de veinte viajes, transportaron hasta la Plaza Mayor, que es donde vivía el Zana, el enorme volumen que supone nada menos que una Tm. de gordas y coloradas manzanas, enviadas desde Vitoria por unos tíos conejiles que allí tenía.

Con dos carteras de colegial llenas con los más hermosos ejemplares, recorrieron docenas de fruterías durante dos largas jornadas y ninguna de ellas quiso nada. Venían a granel, y aunque las ofrecían a buen precio, sus ofertas eran automáticamente rechazadas.

Al final de la tercera jornada, tomaron conciencia del enorme fracaso y de la difícil situación en que se hallaban. Ya no sabían dónde ir ni a quién acudir, y completamente desesperados decidieron como último recurso, ir a pedir ayuda al Niño del Remedio.

La capilla del Niño del Remedio era y es una pequeña iglesia donde se venera una imagen del Niño Jesús muy milagrosa. Está situada en la Plaza de los Donados, cerca de la calle del Arenal de Madrid.

Allí postrados los dos, la Coneja y el Zanahoria, rezaban y suplicaban que al borde del milagro, ocurriera algo que les sacara de aquel agobiante atolladero.

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Lo que pasó después, que responde con todo rigor a la verdad escueta, es que, terminada las súplicas y a la misma puerta de la Capilla, se dieron de narices con Enrique Blanco (El Pingüino), un viejo montañero de un elevado nivel social e intelectual, que se fue hacia ellos y les preguntó cómo es que salían de la iglesia un día laborable y a aquellas horas de la tarde. En poco tiempo, y enseñándole las muestras que traían consigo, le pusieron al corriente de sus tribulaciones. El Pingüino, tronchado de risa, pero al mismo tiempo preocupado, les prometió ayuda y lo cumplió, pues movió amigos e influencias, y entre casas particulares, pensiones y dos conventos de monjas, repartieron y vendieron la carga en su totalidad; pagaron a los tíos de Vitoria, y todavía se repartieron 230 ptas. cada uno; además de las manzanas que se comieron ellos y sus familias en todas sus numerosas formas conocidas.

Hoy la Coneja vive en Venezuela y dicen que añora tanto su Centuria juvenil y los Campamentos que en el recibimiento de su casa ha instalado un mástil con las tres banderas izadas permanentemente.

ANECDOTARIO.

LA CONEJA Y LAS MANZANAS

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CATALUÑA, 25 de enero Franco emprende uno de sus viajes políticos más importantes a Cataluña. MADRID, 9 de junio El embajador de EE.UU. en España Mr. Hay es, recoge y propaga la excelente impresión que le produjo Franco en fuerte contraste con la siniestra imagen difundida en EE.UU. por la propaganda antiespañola.

MADRID, 17 de julio La jefatura del Estado crea

las Cortes Españolas. BARCELONA, 1 de agosto Se publica "Rosa Mística",

primer libro en lengua catalana tras la Guerra Civil.

BARCELONA, octubre Estrena con rotundo éxito

"Los Vieneses" su primera revista musical.

Arthur Kaps y Franz Joham llevaron a los españoles espectáculos llenos de alegría y buen gusto.

MADRID, diciembre Aparece en todas las

pantallas españolas el documental NODO.

El viaje de Franco a Cataluña Acompañados solamente por José Luis Arrese, Franco pronuncia 4 discursos en 24 horas. El primero en Montserrat ante los obispos catalanes dice: "Comprendo que no pueden ser estos momentos de grandes alegrías cuando los estómagos están vacíos y vivimos días de sufrimiento". En Tarrasa, ante los trabajadores, condena los sistemas políticos resumidos en el concepto de "liberalismo" y defiende en cambio, la creación de un núcleo positivo centrado en una idea de unidad total, ientificada con la doctrina católica. El día 28 ante la alta burguesía del Principado les dice "Al fundar un sistema, al crear un régimen, que haga la revolución de España, no hemos pretendido sentar un régimen dictatorial que no se base en la misma entraña del pueblo". Las Cortes españolas Franco decide la creación de las Cortes "El contraste de pareceres, dentro de la unidad del régimen, la audiencia de aspiraciones, la crítica fundamental y solvente, deben contribuir a la vitalidad, justicia y perfeccionamiento del Derecho Positivo de la Revolución y de la nueva economía del pueblo español".

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LA CODORNIZ

"La revista más audaz para el lector más inteligente".

CJon este eslogan fueron apareciendo cada semana, desde 1941, estos deliciosos ejemplares repletos de humor, de acertadas y divertidas críticas, y de dibujos únicos e irrepetibles. Cada ejemplar resultaba realmente irrepetible porque únicos e irrepetibles fueron sus fundadores: Enrique Herreros, Miguel Mihura, Tono, Alvaro de la Iglesia, Edgar Neville..., y sus creaciones "Don Venerando", "El Pundonoroso Niño Juanito", "La Cárcel de Papel", "El Damero maldito", los chistes de Herreros...

No se ha vuelto a conseguir aquella originalísima forma de crear un humor de carcajada sin tocar ni de lejos el sexo, ni la religión, ni la política; sólo utilizando el gran abanico de matices; el constante caudal de situaciones que ofrece la vida cotidiana, al ser observada por aquellas mentes profundamente sensibles y permanentemente abiertas a la difícil chispa del humor.

Me atrevo a afirmar que habrán de pasar muchos años para que pueda darse una revista de humor que pueda compararse.

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EL CAMPAMENTO DE LA PEÑOTA

I^ue el año 1942 un año importante para el Frente de Juventudes, y en particular para las Centurias Juveniles. Se celebraron por primera vez Campamentos de Alta Montaña provinciales, y se estrenaron: pantalón corto gris, jersey azul marino con cuello de pico rebordeado en blanco, botas de montaña y morral.

Con los estudiantes que habían aprobado en junio, y alguno que otro, comenzamos en la Sierra de Guadarrama la tarea de montar los campamentos y después, cuando llegaban los acampados, la mayoría nos quedábamos a cubrir las funciones propias de la organización de la ciudad de lona.

En los Campamentos se seguía un horario de actividades muy riguroso, transmitiéndose las órdenes a toque de corneta; así que nos habituamos a interpretar los toques militares de "formación", "diana", "fagina", "oración", etc.

El orden, la disciplina y la limpieza del campamento eran perfectos, dentro de la alegre camaradería, propia de la edad de todos los acampados; el paradigma de aquellos campamentos de la sierra era el de La Peñota, y también su jefe: Ramón Andrada, fue paradigmático como jefe ideal en todas sus facetas; rigor, alegría, educación, religiosidad...

La mayor parte de la jornada se dedicaba a la educación física y los juegos libres, y el resto se repartía en el aseo, la limpieza, las comidas y las formaciones culturales, patrióticas y religiosas.

Creo interesante resaltar, para salir al paso de tanta leyenda negra que se ha formado alrededor de Frente de Juventudes, que la Función Religiosa ocupaba un lugar preeminente. En el campamento podía faltar cualquier cosa menos la Cruz; algo retirada del recinto, con un rústico altar donde se celebraba a diario la Santa Misa y, muy cerca, la tienda del "Pater", que era el único que dormía solo. Los seminaristas, no muchos, pero gente estupenda, se entremezclaban con los acampados y desarrollaban, en su lenguaje juvenil, una magnífica labor de apostolado. Las confesiones se hacían paseando con el pater, como camaradas, en una charla distendida; al final te decía: "arrodíllate hijo, que te voy a dar la absolución". Casi siempre coinci-

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día con el atardecer: montañas, fe y el sereno escalofrío de estar en Gracia de Dios.

El asesor de formación política nos enseñaba, siempre con amor, las consignas de José Antonio: "Nuestro puesto está al aire libre", "Amamos a España porque no nos gusta", "España es una unidad de destino en lo universal".

Con la mayor seriedad debo expresar que solamente la fe, la poesía y el amor a España podrían considerarse factor común de aquellas charlas. Con toda la fuerza de mis pulmones debo levantar la voz para expresar fuerte y claro que ni odios ni rencores tuvieron cabida en aquellas limpias convivencias.

En los campamentos provinciales de Guadarrama, los montañeros juveniles habían de transmitir a los acampados su afán por la montaña; por ello, las marchas con ascensiones eran sistemáticas y de cierta dureza, con etapas de calor y frío, muchas veces con sed o con hambre, y en todos los casos con la fatiga y el cansancio que compensa y redime ante la incomparable satisfacción de alcanzar la cumbre, y allí abrazar emocionadamente a tus camaradas.

Con tanta gente joven reunida, también hubo que anotar alguna gamberrada. Recuerdo en La Peñota que dos atléticos montañeros presumían de caminar descalzos; está claro que habían curtido sus pies y podían hacerlo; pero unos acampados de diez o doce años, que eran los que había entocnes, envolvieron la bola de hierro, que se emplea en atletismo para lanzar el peso, con la funda de tela de una pelota volandera de colorines de parecido tamaño, que había estado rellena de serrín. Los montañeros descalzos, al ver aquella ingrávida pelota sobre la pradera, corrieron a ver a quién de ellos le daba antes la patata, y al pobre que llegó primero le costó el desgraciado "chut" una lesión de cierta importancia. Jamás se supo quién dejó la sugestiva pelota sobre la verde pradera.

Aquel año empezó fuertemente la afición al "UKELELE". Este pequeño instrumento de nombre hawaiano, pero de origen portugués, similar al charango andino, al timple canario y al "cuatro" venezolano, interpretó un importante papel como acompañamiento de nuestras canciones, y se hizo muy popular. Sin duda influyó mucho su pequeño tamaño, pues cabía perfectamente en el morral, e incluso en el bolsillo de una gabardina. A través del ukelele, muchos de nosotros aprendimos las primeras nociones de armonía: había que coger el

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tono; cambiar de tono, etc. y era corriente escuchar comentarios que incluían "tonos menores", "acordes dominantes", "disminuidos", etc. En La Peñota coincidió que su Jefe, Ramón Andrada, era, por su excepcional oído, uno de los más importantes ukelelistas y sonó muchas veces en los tiempos de ocio y en los fuegos de campamento. Además de Andrada, los grandes ukelelistas de la época eran: Paganini, Santamarta, Lito, Mampaso, Yuste, Garralón y el Zana.

En general, la música y las canciones han sido siempre una faceta muy importante en el Frente de Juventudes. Hoy después de medio siglo seguimos deseando cantar juntos, y así lo hacemos en cuanto se nos presenta la ocasión.

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UCarta del P. Zabala

Uun capellán recuerda...

Santiago de Chile, 9 de julio

Querido camarada Jefe del Campamento de "La Peñota":

Con miles de kilómetros de distancia y casi con un cuarto de siglo de lejanía corporal, todavía pesa en mi recuerdo aquellos felices días de acampado como fundador del Campamento "Cristo Rey". Como marianista y misionero, quiero revivir nostalgias y quiero que estas líneas lleguen a ser santuario de juventud y de hispanidad.

Querido Jefe de Turno, quiero que esta carta le ahorre una arenga. Se llame Vd. Capdepón, Molins, José Luis, D. Diego, De Orte, o sea Vd. un joven orgullo de España, reciba mi más afectuoso abrazo. El estilo que recibí en los Campamentos veraniegos, me ha sido muy valioso a lo largo de mi vida. Aquellos actos tan militantes, tan religiosos, tan fraternales, dieron a mi vida un estilo, una razón más para vivir la vida.

Hoy más que nunca, cuando los disturbios estudiantiles de Chile cancelan las escuelas en el país, mi mente vuela a los Campamentos del Frente de Juventudes; campamentos que llevados con la mejor recidumbre falangista, son viersos de recias virtudes hispanas. Hoy el mundo en crisis vuelve sus ojos a españa, somos la gran reserva espiritual del mundo. Hoy trabajamos en Sudamérica una legión de misioneros españoles y muchos estamos comprometidos en el apostolado del testimonio. Yo, personalmente, trabajo en una escuela de suburbio, vivo junto a otros 16 marianistas en el barrio más comunista de Chile.

A nuestra comuna de San Miguel se le llama la comuna brava, aquí estamos tratando de demostrar que el cristianismo es la gran oportunidad para la paz y la convivencia perfecta.

Sólo llevo en este país seis meses (y he perdido diez kilos, antes viví en el Japón, después en España, en el Trópico, y vine al Tercer Mundo para hacer algo en favor de estos países subdesarrollados. España está cien veces mejor que estos países que fueron fundados por nuestros conquistadores.

Queridos acampados: España tiene que ser una auténtica Madre Patria para estos Hispanoamericanos. Sois vosotros, son los Campamentos, son los valores cristianos la gran fuerza de España.

Nunca me he sentido tan orgulloso de ser español como al pasearme por estas veredas que un día abrieron nuestros antepasados. Sudamérica reta a la juventud española. Sudamérica necesita jóvenes que piensen en cristiano. Necesita jóvenes a lo Loyola y Javier..., jóvenes que sepan sacrificar unas horas semanales en favor de nuestros hermanos en el suburbio..., jóvenes que con talfe en Dios, sepan vivir para otros.

Vosotros que con valentía os levantáis a lo legionario; vosotros que militarmente os cuadráis al izar la Bandera; vosotros que saludáis a la Cruz de los Caídos y que en el fuego de campamento reís con alma joven, vosotros, sois el orgullo de España. Sois la salvación del mundo de la droga, de los borrachos, de los cansancios, de los derrotados...

Al caer rendidos de cansancio bajo vuestros techos de lona debéis interrogaros, ¿qué he arriesgo yo por mi España, por su imperio espiritual?, ¿no seré yo un español cualquiera? Cuando como tú, querido acampado, me cuadraba ante la bandera de España, las palabras de arenga de nuestros jefes, llegaban a enquistarse en mi responsabilidad, en mi vida; no fueron palabras que el viento se lleva, fueron auténtico alimento forjador de voluntad y carácter.

Cuando tantos jóvenes se ablandan en nuestras playas veraniegas, nosotros nos curtimos bajo el sol radiante de la sierra, yb ajo el frío de las estrellas. Los Campamentos y mi vida religiosa me curtieron para mi trabajo apostólico, en el lejano Oriente, en el Trópico del Caribe, y ahora, en el Tercer Mundo de Sudamérica, he dejado una estela de españolismo y de servicio. Mi vida valiente, mi vida de campamento, mi vida de deportista, me ganó dos placas "al mérito deportivo"; Japón y Puerto Rico al darme sus gracias rindieron su admiración a España.

Queridos jefes y acampados: que su vida espartana vivida con alegría, sirva para aumentar el acerbo espiritual hispánico. El mundo de las drogas, el sexo, el cansancio, la violencia, necesita a la legión juvenil española. "Ya no soy yo, es la España inmortal que vive en mí." "Cristo y España son programa de vida."

Cierro mi arenga improvisada. Por el Imperio espiritual hacia Dios. "Arriba españa."

P. Enrique ZABALA (Misionero Marianista)

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Enorme ilusión en las dos escuadras de montañeros, escogidas para asistir al Valle de Aosta invitados por los Alpinos Italianos. Salimos de España con el sentimiento de que íbamos a visitar a los Grandes Vencedores de la II Guerra Mundial. El pueblo español lo estaba pasando muy mal: se carecía prácticamente de todo; comida, ropa, transportes... El "estraperto", estaba a la orden del día. Todo era escaso y difícil, y el sentir general se inclinaba a pensar que en cualquier momento podíamos convertirnos en beligrantes. Nuestras escaseces podrían ser resueltas por los potentes ejércitos victoriosos de Italia y Alemania, que frente a una Francia invadida y una Inglaterra medio encerrada en sus islas, se aprestaban a la conquista de Stalingrado en el frente del Este. La tentación de unirse al carro de los vencedores tuvo que ser importante. Sin embargo Franco, prudente: vigila y estudia.

Salimos en tren hasta Barcelona, donde dormimos a bordo de la réplica de la carabela Santa María, y allí, también en tren, junto con otras cuatro escuadras de montañeros, una falange de flechas navales, y otras más representando a la aviación, viajamos hasta el punto fronterizo de Ventimiglia; allí conocimos al oficial italiano que habría de ser nuestro guía durante toda la estancia en Italia. Desde aquel punto, en tren y en autobús llegamos a nuestro campamento, situado a orillas del río, en Brenda (Cervinia).

El campamento lo compartíamos con una unidad de prealpinos de edad muy similar a la nuestra. Nos llamó la atención que los oficiales que nos dirigían usaran redes en el pelo para no descomponer su peinado; de ellos, sin embargo, recibimos clases técnicas de escalada muy interesantes, como el uso de la doble cuerda en la escalada artificial, y sobre todo una revolución técnica de descender con doble cuerda o rapel, que luego llamaríamos rapel italiano y que simplificaría formidablemente nuestras viejas técnicas, evitando roces y quemaduras indeseables.

Observamos que la comida era escasa y también que estaban muy mal calzados: muchos de ellos, aunque parezca hoy mentira, carecían de calcetines, así que de forma espontánea, a nuestros camaradas de las tiendas cercanas, que nos habían enseñado canciones bellísimas, les regalamos medias de lana y calcetines. Su agradecimiento fue sincero y emotivo, pues corrieron a sus morrales para traernos gorros alpinos, cuerdas de escalar y todo lo que pudieron.

Concluida nuestra estancia, nos llevaron a un nuevo campamento, el de Forli, que era totalmente diferente. Tiendas canadienses, cómodas literas, buena

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San Pedro

LA EXPEDICIÓN AL VALLE DE AOSTA

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comida y buen ambiente. Los acampados eran jóvenes que pertenecían a las Juventudes Fascistas. Con ellos realizamos una marcha hasta Predopio, donde visitamos la casa donde nació Benito Mussolini; era una casa de pueblo con los aperos agrícolas de la época, humilde y sencilla.

Después, como broche final, queda lo más notorio y trascendente de aquel viaje: la visita a su Santidad el Papa Pío XII La recepción se iba a realizar en privado; banderines flamantes y una magnífica bandera española adornada con flecos dorados, que estaba más bonita que nunca. Marchamos por patios y logias marcando el paso con orgullo, sobre todo cuando la guardia suiza, con sus vistosos uniformes y sus alabardas, marcaba a golpes de pica nuestro ritmo saludando con todo respeto a nuestra bandera,

Nos introdujeron en una sala, no muy grande, que era la biblioteca privada del Papa y esperamos formados, dando la espalda a una pared cubierta de libros, en armonía con tapices y cuadros. Ante la inminente entrada del Papa, nos pusimos todos con ambas rodillas en tierra y, casi inmediatamente, se abrió la gran doble puerta y apareció la esbelta y elegante figura de Pío XII. Estábamos impresionados; notarnos como nos observaba atentamente con una mirada penetrante. Por fin nos dirigió la palabra en un castellano perfecto y claro. Nos habló de la gran devoción mariana de los españoles, confirmada por los muchos rosarios que cuelgan de nuestras manos para ser bendecidos por él. Nos habla del Cristianismo Apostólico de España; de nuestros misioneros... y nos bendice, a la vez que pasa lentamente por delante de cada uno de nosotros, se detiene unos segundos, y pasa suavemente su mano sobre nuestras cabezas erizadas por la emoción, entregándonos personalmente, uno a uno, una medalla con su efigie. Nos bendice de nuevo a todos nosotros y a nuestras familias, y nos despide con un marcado deseo de paz para España. Salimos en silencio fuertemente impresionados: algo trascendente había tocado nuestras almas...

Volvimos a España llenos de vivencias, y con importantes técnicas de escalada que enseguida enseñamos al resto de nuestros camaradas montañeros del Frente de Juventudes.

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EE CENTENARIO DE LA 1.a ASCENSIÓN AL ANETO POR MONTAÑEROS DEL F. DE J.

^Ya desde 1787, se conocen intentos infructuosos de alcanzar la cumbre del Aneto, la más alta de los Pirineos con 3.404 m. de altitud. Por esas fechas, Rai-mond de Carbonieres, conquistador de su vecina Maladeta, relató un intento frustrado afirmando que, desde la cumbre conquistada, el Aneto, con su gran glaciar, le había parecido inaccesible.

Sin embargo, el 20 de julio de 1842, el Conde Albert de Franqueville, acompañado del oficial del ejército ruso: Platón de Tchihatcheff, consiguen coronarlo por primera vez, y lo hacen atravesando su extenso glaciar; sin embargo, cuando se encuentran en su vértice superior, creyéndose ya en la cima, quedan perplejos al encontrarse separados de ella por una corta pero peligrosa arista, única vía de acceso posible para conseguirla. Esta arista, conocida popularmente como "Puente de Mahoma", la reseñan asilos primeros escaladores en el relato de su hazaña, por alusión a la leyenda mahometana, que cita, como prueba para alcanzar la gloria, el paso a través de un puente tan estrecho como el filo de una cimitarra.

Exactamente cien años después, un grupo de 25 montañeros del Frente de Juventudes de varias provincias, que formaban el III Campamento Nacional de Alta Montaña; dirigido por Baldomero Sol, del Grupo de Alta Montaña de Peñalara, y maestro entrañable de las unidades juveniles, ascendió sin incidentes junto al Rvdo. Padre Jaime Candela; sublimando la conmemoración con una misa inolvidable en la cumbre.

En la primera parte de este compendio de recuerdos, se glosa la figura del Padre Candela, con alusión expresa de esta ascensión y de su primer encuentro con Mérito Sol.

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Dos años más tarde, un grupo de corredores de la Centuria de Montañeros de Madrid, realizó la total ascensión en pleno invierno, y descendió esquiando desde la propia cumbre hasta el Valle de Benasque. Desde entonces, los montañeros juveniles de toda España han culminado esta mítica cumbre en múltiples ocasiones,

Es justo y necesario, que cuando se habla del Aneto, se dedique una mención especial al Rvdo. Padre Oliveras, que realizó más de treinta ascensiones; la última de ellas en 1949 a sus setenta y tres años.

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EUROPA, 3 de febrero Con la rendición de Von Paulus cae Sta- lingrado. RUSIA, 12 de febrero La División Azul riñe su más dura batalla en Krasni Bor. MADRID, 10 de abril Se promulga la Ley implantando en España el Seguro Obligatorio de Enfermedad. Con ello se da cumplimiento a lo dispuesto en la declaración décima del Fuero del Trabajo. EUROPA, 10 de julio El Octavo Ejército británico y el Séptimo americano desembarcan en Sicilia, con una flota de 3.000 navios. ITALIA, 12 de septiembre Otto Skorzeny libera a Mussolini, prisionero en las montañas del Gran Sasso. Skorzeny logró aterrizar su avioneta en pleno monte y liberarle en uno de los golpes más audaces de la historia militar del mundo. URSS, 17 de noviembre El general Esteban Infantes, jefe de la División Azul, dicta una orden, por lo que se disuelve la gran unidad.

LA LEY DEL SEGURO OBLIGATORIO DE ENFERMEDAD Esta importantísima Ley, consta de nueve capítulos y en ellos se especifican los fines de la misma, consistentes en asistencia médica completa, asistencia sanitaria, medicinas, etc. Con ella se ponía en marcha uno de los mayores anhelos de los trabajadores españoles, hasta entonces desamparados en el importantísimo problema de la asistencia médica y sanitaria en la enfermedad. Ni la Monarquía ni la República, habían movido un dedo para poner en marcha algo que hoy se considera vital para el mundo del trabajo.

LA BATALLA DE KRASNI BOR

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POSSELOK Y KRASNY-BOR

Estas líneas sólo pretenden dedicar un recuerdo de máximo respeto y consideración a aquellos pobres voluntarios de la División Azul que perdieron sus vidas jóvenes en las citadas batallas (806 en Posselok y 3.200 en Krasny-Bor), y que bien merecen un sencillo cenotafio que perpetúe su recuerdo cuando ya el Comunismo Leninista y la U.R.S.S. son solamente una mala pesadilla.

Los últimos días de 1942, coincidiendo con el relevo del general Muñoz Grandes por el también general Esteban Infantes, el rumbo de la guerra mundial tomaba otras derrotas y la División Azul, después de sus éxitos militares en el río Volchov y el Lago limen, y ante un enemigo formidablemente superior en hombres y en máquinas, iniciaba sus horas bajas.

Sin dejar el frente de Leningrado, ciudad parcialmente asediada, le habían asignado un frente de unos treinta kilómetros que se extendía desde el oeste de Krasni-Bor al lago Ladoga, todo ello al sureste de Leningrado (hoy San Peters-burgo). en las landas de Posselok, entre el 16 y el 30 de enero de 1943, en una maniobra de apoyo a la 61 división de infantería alemana, desapareció prácticamente aniquilado el 2.° batallón del regimiento 269 que mandaba el capitán Patino Montes. De 835 hombres entre oficiales, suboficiales y soldados, sólo volvieron un oficial, siete suboficiales y veinte soldados.

Algo después, el 10 de febrero, y en la defensa de Krasny-Bor, después de un bombardeo ruso con más de mil cañones de todas clases, cientos de tanques y un ejército de cuarenta mil hombres, al que la División se oponía con una artillería insignificante y apenas cinco mil hombres, quedaron sobre la nieve tres mil doscientos españoles y entre once mil y trece mil soldados rojos. Allí cayeron prisioneros, entre otros muchos, el célebre capitán Palacios, que volvió repatriado al cabo de once años con otros 285 españoles, gracias, primeramente a la muerte de Stalin, y también a la feliz intervención de la Cruz Roja Internacional.

Palacios escribió "Embajador en el Infierno", un linbro muy celebrado y posteriormente semejante al del Premio Nobel ruso Alexandr Solzhenitsyn "El Archipiélago Gulag". Ambos tejidos sobre el mismo cañamazo del inhumano Gulag Soviético.

Descansen en paz aquellos más de 4.000 españoles que encontraron la muerte en medio de la amargura de la derrota.

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LAS CENTURIAS JUVENILES MADRILEÑAS

A. partir de 1942 se consolidaron formidablemente las Centuras Juveniles de Madrid, y lo fueron de tal forma que miles de muchachos vivían diariamente por y para su centuria. Las viejas sedes cuarteleras de la antigua O.J., se habían convertido en hogares juveniles, y en ellos se arraigaba la camaradería proyectando actividades y escuchando alguna que otra charla cultural, política o religiosa; y se planteaba al escuadrista la obligatoriedad de hablar en público, explicando temas generales que le hacían perder el miedo a la palabra. Todos hemos aplicado estas enseñanzas en nuestra edad adulta cuando en alguna ocasión nos hemos tenido que enfrentar a un auditorio,

Los camaradas integrados en cada centuria provenían de todas las clases sociales, que huyendo de los billares y de los bailongos, encontraban su equilibrio, su plena dedicación y su felicidad, en el seno de su centuria, rodeados de otros jóvenes con los que compartían el entusiasmo y las dificultades de aquella época.

La montaña, los otros deportes y, en menor proporción, las actividades culturales llenaban por completo las agendas, y así, todos recordamos cómo la Juan de Austria era la líder en Marcha Atlética y Balón Mano, en donde salle-ron jugadores internacionales como Domingo Barcenas y Pepe Ferrer; que la de Montañeros destacó, además de hacerlo en Esquí y en Escalada, en Boxeo y en Tiro; que la Pizarro fue líder en Remo; la Zaragoza en Campo a Través, etc.

Pero también había que competir en Actividades Culturales con grupos de Teatro, de coros y de Instrumentos Menores, en todos los cuales sobresalió la de Montañeros: en Teatro contaba con grandes actores en estado embrionario, como Manolo Calvo, Alberto Santamarta, Justo Alonso... En Coros, representando a Madrid, vencieron en Guadalajara a todas las masas corales del resto de España; y en Instrumentos Menores, con un grupo de armónicas, ukeleles y acordeones, ganaron el primer premio de todo el sector, que abarcaba las dos Castillas.

Pero ¿qué pasó con estas centurias y la montaña?, pues quizá pudiera resumirse afirmando que fue su principal actividad; el "factor común" de todas ellas; hasta tal punto que había centurias como la Alcázar de Toledo que se dedica-

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ban específicamente a las actividades montañeras, con escaladores que resultaron brillantes como Sergio Díaz. En la Juan de Austria, la Pizarro, la Lepanto y la Hernán Cortés se realizaban actividades de montaña altamente meritorias y en general, como ya se ha dicho, cada camarada juvenil de aquellas centurias era, en potencia, un montañero preparado.

Nominación especial merece, sin embargo, la Centuria de Montañeros Juveniles Santa María de la Cabeza, fundada en 1942 por un montañero destacado: Gontrán Poveda, excombatiente que luchó desde los trece años en la 1 .a Bandera de F.E. de Castilla, el cual, arrastrando con él a otros guías notables, como Ángel Pallares, Mariano Requero y Ricardo Campos, llegó a formar un grupo de montañeros muy destacado por su depurado estilo y su alta preparación. Estos magníficos camaradas compitieron en esquí de fondo y en escalada, mereciendo especial mención la que realizaron, por vía directísima, al pico Curavacas en los Picos de Europa; una pared casi vertical de más de 500 m„ en la que destacaron, además de Poveda, Guillermo García Velasco (hoy fallecido) y Ángel Pallares.

Aquellas Centurias Juveniles de la primera década, jugaron un papel importante en las Marchas por Etapas o Campamentos Volantes, que empezaron a ser actividad cotidiana a partir del Campamento Sancho el Fuerte en 1943, y del que más adelante doy cumplida referencia.

He relacionado en hoja aparte los nombres de las centurias juveniles madrileñas que recuerdo, a lo que me han ayudado dos notables jefes de centuria de aquella época: Vicente de Lucas Linacero y Gontrán Poveda, a los que públicamente deseo expresar mi agradecimiento.

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NOMBRES DE CENTURIAS MADRILEÑAS

*Alcázar de Toledo *Alejandro Farnesio *Alvaro de Bazán *Bailén *Batalla de Brúñete *Capitán Haya *Cardenal Cisneros *Carlos I *Crucero Baleares *Covadonga *Cuartel de la Montaña *Ciudad Universitaria *Churruca *Dos de Mayo *Felipe II *García Morato *Gibraltar *Gran Capitán *Guzmán el Bueno *Hernán Cortés *Juan de Austria *José Miguel Guitarte *Jaime I *Juan Sebastián El Cano

*Legazpi *Leones de Castilla *López de Haro *Magallanes *Matías Montero *Montañeros *Monteleón *Navas de Tolosa *Numancia *Pizarro *Pedro de Valdivia *Ramiro Ledesma *Reyes Católicos *Roncesvalles *Ruiz de Alda *Sagunto *San Fernando *San Quintín *Santiago *Santa María de la Cabeza *Somosierra *Trafalgar *Viriato *Zaragoza

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LOS CAMPAMENTOS VOLANTES

LOs campamentos fueron indiscutiblemente los que dieron nombre y prestigio al Frente de Juventudes durante toda su existencia. Los hubo de playa de montaña, más grandes y más pequeños; y con objetivos muy variados: Alta montaña, Espeleología, Actividades náuticas... Se celebraron también de seminaristas y hasta de ciegos. Desde Europa y América se interesaron por nuestros campamentos y nuestras marchas, y era corriente informar con detalle o recibir visitas interesadas que Roberto Cuñat y su equipo atendían con diligencia y presteza.

Los dos grandes elementos que organizaron y crearon, con ilusión y empuje, campamentos y marchas fueron Cuñat y Villegas. Resulta difícil hablar del Frente de Juventudes sin que salgan a relucir estos grandes personajes.

De ambas actividades, campamentos y marchas, en perfecta simbiosis, nacieron los Campamentos Volantes, también llamados Marchas por Etapas. El inventor literal creo que fue Joaquín Villegas, andarín empedernido, y se puede presumir que en la parte técnica y organizativa tuvo que intervenir con fuerza Roberto Cuñat, gran montañero y magnífico ingeniero; de cualquier forma, para llevarlo a la práctica, había que proveer a los acampados de equipos ligeros y eficaces que les permitiera desplazarse, como los caracoles, con la casa a cuestas. Así que ambos responsables: Villegas y Cuñat, crearon los dos elementos básicos que habrían de solucionar los objetivos fundamentales: el "poncho" y el "celta". El poncho consistía en una pieza cuadrada de loneta gris verdosda con una abertura en el centro que permitía sacar la cabeza, convirtiéndole, en caso necesario, en un capote impermeable (ver dibujo). Llevaba además unos botones y automáticos ingeniosamente dispuestos que permitía ser unido a otros cinco, y entre los seis, con el complemento de unos bastones de madera y unos piquetes, formar una tienda de campaña de escuadra.

El morral celta era una variante de los llamados "bergam", con una armadura interior que permitía el paso del aire entre él y la espalda del caminante, y un cinturón incorporado para repartir la carga entre los hombros y las caderas.

El primer campamento volante que se celebró, y en el que Elola y su equipo se jugaron su prestigio, fue el de "Sancho el Fuerte" en 1943, que por su relevancia

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merece un relato específico. Todo él incluido el binomio "poncho-celta" fue un éxito rotundo de gran trascendencia, lo que dio lugar a que se organizaran cientos de ellos en todo el territorio nacional durante más de veinte años.

En las páginas siguientes, además del "Sancho el Fuerte", se incluyen relatos de otros varios muy interesantes; sin embargo, por falta de datos precisos, no se han incluido otros como la "Marcha a Javier", en la que intervinieron 2.960 centuriones juveniles de 36 provincias partiendo, por distintas rutas, desde Madrid, Valencia, Teruel, Zaragoza, Vitoria, Soria y Pamplona, para concentrarse en el Castillo de Javier; la marcha del Ebro que terminó en Gandesa coincidiendo con el XV Aniversario de la Batalla del Ebro; la de la Virgen de África, quizás el más duro, que recorrió todo el Protectorado de Marruecos a través de Dar-Riffien, Rincón del Medix, Tetuán, Larache, Alcazarquivir, Llano Amarillo, Xauen y otra vez Tetuán, para terminar en Ceuta. Una embajada juvenil conviviendo con los legionarios que permitió conocer la cultura marroquí a nuestros caminantes.

En todas estas marchas agotadoras, el "pater" era un elemento importante, que le tocaba desempeñar su rol como cualquier otro caminante. Era frecuente, y así puede comprobarse en las fotografías, que marchara a la cabeza de la marcha marcando el ritmo y, aunque a veces daban lástima, es justo afirmar que nunca se rindieron. El padre Rasilla, el revolucionario Padre Llanos, el cura Alcántara, el padre Indalecio y un largo etcétera, que no puedo recordar, marcaron ejemplos de conducta de gran trascendencia para todos.

De forma general se puede afirmar que los Campamentos Volantes o Marchas por Etapas fueron lo mejor de nuestro Frente de Juventudes.

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Horas y horas pasábamos los escasos madrileños aficionados a la montaña metidos en los trenes; el primer tramo terminaba en Villalba, lugar en el que había que esperar el cruce con un exprés que pasaba a todo trapo cuando le daba la gana; a veces tardaba hasta una hora. Allí aprovechábamos para salir a la cantina a beber agua (los tiempos no daban para más), o simplemente para sacarnos sin traqueteos la puñetera carbonilla de los ojos. El segundo destino era Cercedilla, donde abandonábamos el tren convencional y transbordábamos al "eléctrico" que nos subía al Puerto de Navacerrada. Este era un trenecillo peculiar que se llenaba hasta los topes, y que de pronto descarrillaba. Cuando esto ocurría se necesitaba la colaboración de esquiadores voluntarios para ayudar a preparar unos gatos formidables y otras labores necesarias para devolver el monstruo a su camino de hierro.

Durante las horas del trayecto, había quien aprovechaba para estudiar, otros charlaban de todo lo divino y humano, y una importante proporción cantaba; cantaba incansablemente horas enteras. Se puso muy de moda el ukelele y las canciones quedaban así mucho mejor. Yo, prefería este ambiente y aprendí a tocar el ukelele, así que cantaba todo lo cantable,

De aquellas largas horas compartidas se cuentan muchas anécdotas, pero quizá sea la que voy a contaros una de las que mejor reflejan aquel especialísi-mo ambiente.

Para rellenar el tiempo muerto, era costumbre generalizada comer en el tren. A la ida se comía un poco; después se esquiaba sin descanso y sin ningún tipo de remonte mecánico, montaña arriba, montaña abajo, y a la vuelta, cansados y ya de noche, se agotaba la merienda en el tren de vuelta. Toda la "gran familia serrana", fueran o no del Frente de Juventudes, nos llevábamos muy bien y había intercambios alimentarios: un trozo de filete por medio chorizo, o por un trozo de tortilla; sin embargo había algunos, no muchos pero archiconocidos, que no llevaban nada; quizá porque no podían, pero el caso es que gorroneaban cada domingo robando y pellizcando a unos y a otros.

Ocurrió que uno de los esquiadores que no fallaba ningún domingo, era un corredor de la Deportiva Excursionista conocido por un apoado sonoro que no recuerdo. Este amigo era de familia pudiente, y llevaba siempre una gran tartera cromada con cosas estupendas que le preparaban en casa. Resultaba por tanto fácil pensar que en cada vuelta de la sierra, cuando destapaba su ele-

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gante tartera, siempre había algún gorrón que, medio en broma, le robaba la comida; a veces poco y a veces mucho, pero acababan comiéndose algo.

Harto el pobre esquiador de aquellos abusos constantes, se planteó la necesidad de un escarmiento y preparó en su casa, pacientemente, pan rayado y huevos batidos, con los que confeccionó, con todo primor, unas croquetas rellenas de mierda. Sé que escribir esta guarrada puede no gustar y hasta repugnar, pero me decido a contarlo en honor a la exacta realidad.

Lo que pasó a la vuelta de la sierra aquella tarde no hace falta relatarlo, pero sí que desde aquel día, se respetaron formidablemente las meriendas de cada uno.

ANECDOTARIO

LOS TRENES DE LA SIERRA

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MADRID, 10 de enero Se crea la Escuela Oficial de Periodismo. BARCELONA, enero La novelista Carmen Laforet obtiene el PRIMER NADAL por su obra NADA. MADRID, 23 de marzo Se inaugura la nueva línea de metro GOYA-ARGÜELLES. MADRID, 25 de marzo Se estrena la comedia de Tono y Mihura NI POBRE NI RICO, SINO TODO LO CONTRARIO. MADRID, 13 de agosto Se inaugura el MUSEO DE AMÉRICA. SANTANDER, 31 de agosto Se inaugura el nuevo edificio, sede de la UNIVERSIDAD MENÉNDEZ PELAYO. MADRID, 6 de septiembre Se publica un intento de invasión en el Valle de Aran por parte de unos 4.000 comunistas exiliados, procedentes de Francia, que es repelido por tropas del ejército y Guardia Civil. MADRID, diciembre Se despide el embajador J. H. Hay es, gran amigo de España, precursor de los acuerdos hispano-norteamericanos.

La Ley de Contrato de trabajo Inspirada en el Fuero del Trabajo de 1938, esta disposición presenta principios programáticos en lo que atañe a las relaciones Trabajo-Capital y su regulación dentro de los Sindicatos Verticales. El Contrato de Trabajo es indisoluble al menos que exista, en lo que se refiera al despido, una causa justa para que pueda tacharse de procedente a través del nuevo sistema de trabajo, donde no es necesaria la presencia de abogado, si ambas partes lo establecen así. El empleo se considera fijo y estable.

Elecciones sindicales en toda España Los trabajadores van a elegir libremente a aquellos que van a representarles en las Cortes Parlamentarias . El Ministro Arrese afirma: "Nos sentimos orgullosos de ser la primera nación que ha sabido encontrar la solución exacta a la angustia presente, y aunque sabemos que el mundo tardará en comprendernos, porque siempre tarda en comprender lo que es nuevo y revolucionario, día llegará en que se copiará nuestras doctrinas con el mismo fervor que en el siglo XIX se copiaban cada una de las fórmulas surgidas de la Revolución Francesa."

EL INTENTO DE INVASIÓN COMUNISTA POR LOS PIRINEOS

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Primero por los Valles Altos de Navarra y más tarde por el Pirineo Catalán, los comunistas españoles exiliados en Francia, alentados por la derrota alemana y por el sentimiento antiespañol de Europa, se organizaron y realizaron un primer intento de invasión por los Valles Altos de Navarra, que duró menos de una semana y, después de fracasar, decidieron asestar un golpe definitivo, iniciando una invasión en toda regla por el Valle de Aran. Se cifra en cinco mil hombres los que participaron en esta operación.

El 18 de octubre de 1944, tras arrollar las primeras guarniciones, ocupan varios pueblos, pero fracasan en el intento de conquistar la capital del valle: Viella, que resiste heroicamente hasta la llegada de los refuerzos.

El motivo fundamental del fracaso consistió en la creencia que sustentaban los invasores de que arrastrarían con ellos al pueblo y se encontraron con una población civil, al principio atónita, pero después declaradamente hostil, sobre todo ante el asesinato de varios curas, lo que les identificaba claramente con los comunistas de la guerra civil.

El historiador británico G. Hilles afirma: "En la historia moderna no existe ninguna otra ocasión en la que 1.500 guerrilleros bien armados hayan sido tan fácilmente derrotados".

El 30 de octubre siguiente, el general Moscarda, héroe del Alcázar de Toledo y por entonces Capitán General de Cataluña, se hace cargo de la contraofensiva y pública una parte que dice: "El Valle de Aran ha quedado limpio de rojos"; llegando al mismo tiempo, y no antes, la condena de los gobiernos europeos al intento de invasión, así que las brigadas de partisanos, protagonistas del fracasado intento, fueron enviadas por el General de Gaulle a combatir contra los bastiones alemanes que aún quedaban en el Atlántico.

La prensa británica decía "La estabilidad de España está considerada como un factor esencial en el actual estado de inseguridad de Europa". En efecto, el miedo, fundado y extendido, a la penetración comunista en la Europa Occidental, protegió a España; y el comunismo español organizado en Francia, rindió sin desearlo un señalado servicio al régimen de Franco, al quedar rotundamente demostrado el total rechazo popular que se produjo hacia las fuerzas invasoras. Ésta puede que sea la consecuencia política más relevante del famoso Intento de invasión de octubre de 1944.

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EL, CAMPAMENTO VOLANTE

"SANCHO EL FUERTE"

En el verano de 1943 se pone en práctica por primera vez "el invento de Villegas": un Campamento Volante. Había mucho en juego; muchas provincias implicadas. Se hacía necesario meditarlo y organizarlo muy bien; ir a por todas y acertar.

El Campamento Volante se llamó "Sancho el Fuerte", y fue un acierto total. Se puede afirmar que durante aquellas jornadas, nuestro Frente de Juventudes vivió, quizás, sus momentos más gloriosos.

Instalado en Burlada, a cuatro kilómetros de Pamplona, desde su base se efectuaron: una primera marcha a Javier y Roncesvalles a través de Sangüesa, Aoiz y Beruete, con vuelta por Erro y Urdániz; y otra desde Pamplona a Burgos, para asistir allí a la celebración del Milenario de Castilla, en cuya ciudad se clausuró el campamento.

En la primera marcha, las trece centurias de caminantes cubrieron 130 kilómetros en siete etapas. El avituallamiento y los elementos para acampar estaban individualizados, de forma que cada escuadra (seis individuos) adquiría plena independencia. Se realizaron visitas: en Estella a la casa de Julio Ruiz Alda, glorioso as de la aviación hispana; después al Castillo de Javier, cuna de San Francisco Javier; luego a la tumba de Sancho el Fuerte de Navarra y, por último, a la Colegiata de Roncesvalles, al pie del Pirineo Navarro.

Tras la jornada diaria, se acampaba en el paraje elegido, utilizando los "ponchos" de cada uno (seis ponchos formaban la tienda de la escuadra), y a la mañana siguiente se continuaba, después de oír la Misa de Campaña.

La segunda marcha partió del Campamento Base hacia Burgos, donde llegaron después de recorrer a pie 220 kilómetros en once jornadas, a través de Estella, Logroño, Nájera, Santo Domingo de la Calzada, Miranda de Ebro, Briviesca y otras poblaciones.

Los caminantes, en ambas marchas, despertaron vítores de entusiasmo a su paso por pueblos y aldeas, con sus cantos de juventud. Su paso fue el mejor

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mensaje de una España plagada de dificultades, pero en trance de resurgimiento.

En este campamento se desarrollo además el primer Curso Nacional de Mandos, y de allí salieron los primeros jefes de centuria con título nacional, cuyo distintivo (tres flechas sobre el cisne blanco) era el orgullo de sus titulares.

Aunque el propio Villegas fue uno de los participantes activos, el jefe de campamento fue Alberto Fernández Galar. La dirección espiritual recayó en el Padre Rasilla; Nazario de la Rasilla, alto, delgado y andarín empedernido, con un equipo de trece seminaristas extraordinarios que, mezclados entre los acampados, realizaron una magnífica labor de apostolado. El jefe de estudios fue José María García Cer-nuda, y el resto del cuadro de mandos del campamento era realmente notable, pues allí estaban el maestro Tellería, autor de la música del Cara al Sol (la letra la crearon entre el poeta Agustín de Foxá y José Antonio), Rafael García Serrano, poeta, periodista y escritor; autor de "La fiel Infantería", Premio Nacional de Literatura en 1944, y Premio Espejo de España en 1982. El doctor Agustín Payno, mucho más conocido en el Frente de Juventudes como músico que como cirujano, pues compuso muchas y muy conocidas marchas que todos recordamos.

Precisamente en "Sancho el Fuerte", Payno compuso la música del himno del campamento (la letra la escribió García Cernuda), en la que se presume alguna intervención del maestro Tellería, y cuya partitura se transcribe más adelante.

El Campamento resultó ejemplar en todos sus aspectos. La mayor parte de los mejores jefes de Centuria de toda España salieron de aquel paradigma de todos los campamentos volantes y marchas por etapas, que se celebraron después por todo el territorio nacional durante largo tiempo.

A continuación transcribo literalmente la reseña periodística de la efeméride publicada en un periódico local burgalés con motivo de la presencia de las acampadas del "Sancho el Fuerte" en los actos de celebración del Milenario de Castilla.

"Burgos recibió a las Falanges Juveniles de Franco en la fecha conmemorativa del Milenario de Castilla. Los futuros Jefes de Centuria llegaron a la ciudad histórica y guerrera, después de realizar la mayor y más perfecta marcha que hayan verificado hasta el momento presente las juventudes de todos los países.

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PAMPLONA 1943

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CUBRE TU PECHO DE AZUL ESPAÑOL QUE HAY UN HUECO EN MI ESCUADRA. PON CINCO FLECHAS EN TU CORAZÓN, LLÁMAME CAMARADA.

TE ENSEÑARÉ UNA SOBERBIA CANCIÓN DE AMOR Y DE LUCEROS. Y MARCHARÉ JUNTO A TI EN FORMACIÓN POR EL CAMPAMENTO.

VEN A MI LADO, QUE ALLÁ EN TU TIERRA, CIEN CAMARADAS NUESTROS TE ESPERAN, PARA SABER POR TI, COMO SABRÁN POR MÍ, LO QUE TÚ Y YO APRENDAMOS AQUÍ

CUBRE TU PECHO DE AZUL ESPAÑOL QUE HAY UN HUECO EN MI ESCUADRA. PON CINCO FLECHAS EN TU CORAZÓN QUE TE LLAMA LA PATRIA.

CUBRE TU PECHO DE AZUL ESPAÑOL

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Cerca de dos mil camaradas procedentes del Campamento "Sancho el Fuerte", partieron de Pamplona para recorrer la ruta emocional que, tras once largas etapas de marcha a pie, les llevara a la capital castellana.

Estrella, Santo Domingo de la Calzada, Miranda de Ebro, Briviesta y otras poblaciones vieron desfilar a los futuros Jefes de Centuria en marcha hacia la ciudad burgalesa.

Las trece centurias del "Sancho el Fuerte" llegaron a Burgos después de recorrer 220 kilómetros para desfilar ante la población de Burgos, que demostró su entusiasmo en rendido homenaje al paso de las escuadras.

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José Rivera Sanz; especialísimo camarada, fallecido en plena madurez, fue el promotor y único responsable de aquellas robustas botas de diseño austríaco, que fueron introducidas en España por nuestro entrañable Walter Fóger, al que debemos la gran transformación del esquí hispano.

Pepe Rivera, al que llamábamos cariñosamente "Pepe Grillo", por su enorme parecido con la conciencia de Pinocho, era una mente inquieta. Siempre estaba dispuesto a emprender cualquier cosa y mejor si estaba relacionado con la montaña. A su temprana edad, ya había puesto en el mercado entre otras cosas: cera para los esquís; grasa de caballo para las botas, y un líquido que Impermeabilizaba los frágiles anoraks de aquel tiempo.

En esta ocasión, aprovechándose de que su padre era el propietario de una zapatería en la Avenida de José Antonio, y por tanto, tenía relaciones con los fabricantes de calzado, nadie sabe cómo pudo conseguir que se decidieran a aceptar, como vía de ensayo, el encargo de un número reducido de pares, que justo coincidía con el número de corredores de la Centuria de Montañeros.

Celosos los de Elda de lo que tenían que fabricar, y persuadidos de que su destino era la nieve y el hielo, escogieron los materiales más gruesos y fuertes, y bajo ese criterio se llevaron a cabo aquellas robustas botas que, por otro lado, con su doble cierre y sus cromados herrajes, ofrecían una excelente imagen.

Cuando fueron entregadas a los corredores centuriones, las recibieron con cierto temor ante su rígido aspecto, que fue confirmado cuando resignadamente se las calzaron, pues, sin siquiera salir al exterior, a los más callados se les llenaron los ojos de lágrimas; otros exclamaban que nada malo habían hecho para merecer aquel castigo, y los más brutos, por un reflejo simpático, se pusieron groseros y enriquecieron el castellano con nuevos exabruptos que hubieran enrojecido a los más veteranos carreteros.

A pesar de todo salieron a esquiar, y el regreso de la prueba fue digno de ser inmortalizado, del mismo modo que lo fue la retirada de los ejércitos napoleónicos a través de los nevados campos de Rusia, Abrazados y apoyados unos contra otros, pisando delicadamente entre muecas de dolor, se acercaron lentamente al albergue, donde algunos pedían heroicamente que les cortaran mejor los pies que intentar quitarse aquellas horribles botas.

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A medio siglo de distancia, la crítica de aquel calzado deportivo es bien distinta; es obligado considerar que todavía no se había instalado ningún tipo de remonte mecánico, por lo que el calzado debía permitir desplazarse y caminar con los esquís al hombro y no solamente descender. Creo que si con cualquier bota de hoy, pretendiéramos salir a esquiar en las condiciones de entonces, volveríamos a parodiar a los ejércitos napoleónicos. Posiblemente, el defecto que cabría anotar, en comparación con las sofisticadas botas actuales, es el duro acabado interior, que en las botas de hoy es suave y acolchado.

El final de aquellos aproximadamente veinte pares de "botas malayas", duras como boniatos, es que, ya domadas, pasaron de mano en mano, y pienso que todos los montañeros con mayor o menor nivel de esquí, y ya con remontes mecánicos, las usamos hasta consumirlas.

ANECDOTARIO LA BOTA MALAYA

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ROMA, 19 de marzo D. Juan de Borbón piensa que la inminente caída del Eje proporcionará la caída de Franco e insiste en que éste abandone el poder y restaure la monarquía tradicional. MADRID, 12 de abril El gobierno español ante el asalto japonés al consulado de Manila, rompe sus relaciones diplomáticas con Japón. WASHINGTON, 13 de abril Muere el presidente de los EE.UU. Fran-klin D. Roosvelt, dejando la presidencia a Harry Truman. BERLÍN, 30 de abril Tras el suicidio de Adolfo Hitler, termina la guerra en Europa. HIROSHIMA, 5 de agosto EE.UU: arroja la primera bomba atómica que marca el fin de la II Guerra Mundial. MADRID, 9 de octubre Se publica un Decreto que concede el indulto a todos los prisioneros por delitos de guerra, medida que les reintegra a la convivencia con el resto de los españoles. Esta medida propugna el regreso de los exiliados.

SE ABANDONA EN ESPAÑA EL SALUDO BRAZO EN ALTO Circunstancias derivadas de la gran contienda, han hecho que lo que es signo de amistad y cordialidad venga siendo interpretado torcidamente, asignándole un valor y un carácter completamente distintos al saludo de rancio abolengo ibérico, espontáneamente adoptado en pueblos y lugares, y que desde los albores de nuestra Historia Patria se ha constituido en símbolo de paz y de amistad entre sus hombres.

LOS ACUERDOS DE LOS TRES GRANDES EN YALTA Roosvelt, claramente enfermo y Churchill ya en sus últimos años de actividad política, accedieron a considerar a Stalin y a la Unión Soviética como principales vencedores de Alemania. De Yalta salió el salvaje e inútil bombardeo anglosajón a la ciudad de Dresde, prácticamente indefensa, donde se concentraban caravanas de alemanes huyendo de las divisiones soviéticas. Los aliados occidentales pretendieron impresionar a Stalin con esta demostración, que produjo en dos días y dos noches DOSCIENTOS CINCUENTA MIL MUERTOS.

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El día 5 de agosto de 1945, quedaría inscrito en la historia negra de la humanidad:

un avión norteamericano, a cielo abierto, dejaba caer suavemente, sobre la ciudad japonesa de Hiroshima la primera bomba atómica.

Tres días más tarde, otra vez los Estados Unidos aniquilaban la ciudad de Nagasaki, prácticamente la única ciudad católica del Imperio del Sol Naciente, con una segunda bomba.

La primera bomba causó en Hiroshima, además de la destrucción total de la ciudad, cientos de miles de muertos y heridos, más una grave herencia de malformaciones y enfermedades producidas por la radiación que, por su carácter hereditario, se prolongará durante generaciones.

Ante tal colosal poder de destrucción y muerte, de ninguna forma puede justificarse la primera bomba, pero el Presiente Truman se escudó afirmando cómo de esa forma se había conseguido parar la guerra, que de otra manera se hubiera prolongado algún tiempo más, aunque con toda seguridad con menos muertes.

PERO: ¿y la segunda? Ya el Japón se había considerado vencido ante el desastre de Hiroshima. ¿Por qué insistir en el terrible genocidio y repetirlo en Nagasaki?

Harry Truman, enemigo declarado de España, habrá tenido que dar cuentas Allí Arriba de esta terrible decisión, que parece encerrar solamente un vergonzoso y oscuro deseo de venganza.

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EL ALBERGUE JUVENIL DEL PTO. DE NAVACERRADA

Concebido y realizado por Roberto Cuñat, se construyó en el Puerto de Navacerrada un magnífico edifico que había de ser Albergue Juvenil Nacional, para que de él salieran, iniciados en el esquí, todos los jóvenes de cualquier lugar de España que, encuadrados en sus centurias juveniles o en los Grupos Universitarios de Montaña del S.E.U., lo desearan.

Comenzó llamándose Diego de Ordaz en honor a ese gran zamorano, lugarteniente de Hernán Cortés, que en 1521 ascendió hasta la cumbre del Popocatepelt de 5.452 m. de altitud, lo que constituyó el récord de altura alcanzada por el hombre durante más de 300 años, y destruyendo con ello la creencia que había entre los incas mejicanos de considerarlo una divinidad.

Al frente del albergue puso Roberto a un hombre de su confianza: Aurelio García, que resultó un total acierto. Gran organizador, sabía exigir con sonrisas y enfrentarse a tanta gente joven, dentro de un rigor, que estaba en el ambiente, y de un gran respeto mutuo.

Aurelio vivía con su familia en el propio albergue y fue el padre de una saga de esquiadores de primerísima línea.

Lo que este Albergue Juvenil significó para la juventud española, y lo que supuso al conseguir descender a nivel popular un deporte de élite, sólo lo sabe Dios; pero a nuestro nivel, sí que podemos afirmar que en él convivieron en profunda hermandad hombres de toda España, sin distinción de clases ni colores.

Algún tiempo después pasó a llamarse Albergue Juvenil Franco, decisión que hoy, sin que ello signifique merma a la memoria del Caudillo, estimo poco afortunado, pues el homenaje a aquel casi desconocido montañero D. Diego de Ordaz creo que fue en su momento una magnífica idea.

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SAN FRANCISCO, 9 de febrero La ONU condena al régimen español y le prohibe su ingr PARÍS, 28 de febrero El gobierno de París ordena unilateralmente el cierre de sus fronteras con España. MADRID, 12 de abril Se crea el Patronato de Apuestas Mutuas, o sea las quinielas futbolísticas. MADRID, 20 de agosto Se crea el Instituto de Cultura Hispánica. NÜREMBERG, 1 de octubre Se publica la sentencia del histórico juicio contra los jefes de la Alemania derrotada. MADRID, 3 de noviembre Se firma el Tratado Comercial que permitirá el envío de 700.000 toneladas de trigo argentino. CÓRDOBA (Argéntina) , noviembre Muere el ilustre compositor español Manuel de Falla. MADRID, 9 de diciembre Más de 500.000 españoles de todas las clases e ideologías se manifiestan en la Plaza de Oriente en apoyo de Franco y en contra de la ONU.

LA RETIRADA DE LOS EMBAJADORES Y LA REPÚBLICA ARGENTINA Las Naciones Unidas aprueban por treinta y cuatro votos a favor y seis en contra, más catorce abstenciones, la retirada de los embajadores de Madrid. Esta retirada de embajadores precede a un bloqueo económico, prácticamente total. En una actitud independiente, la Argentina del General Perón decide enviar a su representante a España. La prensa dedica lo mejor de su espacio a ese gesto amistoso que se materializará, más tarde, en el envío de trigo.

LA MANIFESTACIÓN DE LA PLAZA DE ORIENTE

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LA MANIFESTACIÓN DE LA PLAZA DE ORIENTE

di Delegado de la Unión Soviética en la O.N.U. Andrei Gromyko, afirmaba el 4 de diciembre de aquel año de 1946: "El mayor problema de las Naciones Unidas es extirpar los últimos vestigios del fascismo. Hay que acabar con la situación existente en España". Es divertidamente pintoresco leer hoy estas afirmaciones, hechas por los representantes de una ideología que esclavizó a doce naciones libres de Europa y a múltiples países del mundo durante más de medio siglo.

Pero entonces gozaba la Rusia comunista del mayor predicamento ante las democracias occidentales. Y por ello cedieron a sus presiones, prometiendo "aconsejar la retirada de embajadores de España", "el cierre de fronteras y el boicot comercial", así como "la exclusión del gobierno español de todos los organismos relacionados con la O.N.U.". Esos fueron los acuerdos de la comisión política de las Naciones Unidas, aprobados con la abstención de USA y de Holanda, actitud beligerante y de injerencia hacia España, que sólo encontró tímidas protestas en algunos grupos intelectuales de Argentina, Portugal e Inglaterra. Quedaba claro que la España, enormemente empobrecida, que empezaba a reconstruirse, iba a tener que hacer frente, literalmente en solitario, al mundo entero.

Fue entonces cuando ocurrió lo que en elemental lógica no era previsible para aquel mundo hostil. El Gobierno de España no iba a arrodillarse. Y la ofensiva extranjera iba a servir para estimular el clamoroso apoyo de la gran mayoría del pueblo español a su independencia y a su soberanía.

Así pues, resultó que el pueblo se puso en pie atendiendo a una sencilla nota que firmaban los Delegados Nacionales de Excombatientes y de Excautivos, que apareció en los periódicos del domingo 8 de diciembre: "Convocando a manifestar la indignación por la injerencia extranjera en la soberanía española", y la respuesta fue que el pueblo español, sin distinción de clases ni de colores, protagonizó una de las jornadas más históricas de nuestro tiempo.

Aunque, con un frío intensísimo, rondando los cero grados, un sol espléndido había barrido felizmente las negras nubes que el día anterior amenazaban lluvia,

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y desde las primeras horas, riadas enormes de genets exultantes de contagiosa vitalidad, cruzaban Madrid hacia el Paseo de la Castellana, Colón y Cibeles. Se congregaban familias enteras, niños, jóvenes, maduros y ancianos. De todos los barrios y de todas las condiciones sociales, se concentraron centenares de miles de personas en algo que resultó ser —para quien no fuese voluntariamente ciego—, un asombroso plebiscito de entusiasmo sincero, en apoyo de España y de la persona que tenía a su frente contra cualquier tipo de injerencia extranjera.

Por el Paseo de Recoletos, Alcalá, Puerta del Sol, Arenal y Mayor, hacia la Plaza de Oriente, discurrió aquella mañana la mayor muchedumbre que nunca jamás por allí había circulado. Entre canciones y flamear de banderas se podían observar notas de humor en gritos y pancartas: "Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos DOS". La gracia madrileña y las chanzas estuvieron presentes de mil maneras, dedicadas a los que querían asustarnos con el miedo del bloqueo y el boicot.

Al frente de la impresionante manifestación del "Todo Madrid", estaban junto a otras muchas autoridades, el Gobernador civil, Carlos Ruiz, y el alcalde Moreno Torres. Y entre la muchedumbre, numerosos rostros conocidos de personajes de la vida nacional, en todas las manifestaciones de la cultura, el arte, el espectáculo y el deporte. Fue imposible citar a todos los populares que allí estuvieron, codo con codo, entremezclados con el más sencillo y auténtico pueblo de Madrid, aunque es verdad que las crónicas de los periódicos resaltaron la presencia de don Jacinto Benavente, don Gregorio Marañan, don José María Pemán, don Antonio Goicoechea, etc.

Quede por tanto claro que aquello, que no fue un desfile uniformado de masas encuadradas a la voz de mando, sino la respuesta masiva de un pueblo, que acudió sin espectadores a mandar literalmente a la mierda a los señores de la ONU y a vitorear a España y a Franco.

Así fue, así ocurrió, y ahí están las hemerotecas, las fotografías y las películas de los corresponsales extranjeros, para quien quiera comprobar cuál fue en 1946 el sentir de España como réplica a quienes querían ofenderla.

La histórica jornada produjo estupor en todo el mundo occidental, y después reacciones de apoyo oficial a España, especialmente destacadas en los gobiernos de El Salvador, Ecuador y Argentina.

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PLAZA DE ORIENTE

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MISA SOBRE EL NARANJO DE BULNES Relatado por su ÁNGEL CUSTODIO.

"Vega de Urriello, al pie del Naranjo de Buhes, 9 de agosto de 1946.

Empezaba a clarear, cuando 19 montañeros juveniles, el cura argentino Sabas Gallardo y el que suscribe en espíritu, nos disponíamos a escalar la emblemática montaña y celebrar sobre ella la Santa Misa.

Comenzamos a ascender hacia la cumbre por la empinada Canal de la Celada, íbamos silenciosos y preocupados; quizá influía la imponente presencia de su cara Oeste, lisa y vertical, con más de 600 mts. de altura.

Lo que nos proponíamos hacer resultaba al mismo tiempo temerario y hermoso... Escalada y Misa... Conquista y Fe (otra vez iban a ir de la mano la Conquista y la Fe, como en el Alba de América).

Dando rienda suelta a mi espiritual imaginación, y ya dentro de la fantasía, permitirme relataros cómo aquella noche, hasta las vecinas montañas asturianas, cántabras y leonesas, estaban a un tiempo alborotadas y atentas: ¡Un cura argentino se proponía celebrar misa en la cumbre del Naranjo! ¡Tendrá que vencer primero sus largas y verticales paredes!

De todo aquel reto se desprendía que aquel puñado de muchachos españoles y el cura americano, venían a reforzar así la vieja unión entre España y América; ese inmenso vínculo cada vez más vivo, en cada ocasión más confirmado: Fe, Lenguaje, Música, Poesía... Se ve que alguien, con la emoción de las Tierras Nuevas, se olvidó de cortar el "cordón umbilical".

La escalada, sin guías, se realizó Gracias a Dios (y un poco a mí que no levanté cabeza), sin incidentes. El temible "Paso Horizontal" fue superado por todos y también por el Padre Gallardo, que lo hizo con los pies llenos de llagas, sus cien kilos de peso y sus dos metros de estatura. Puedo afirmar que sólo gracias a su inmensa fe, aquel gigante patagón, físicamente molido y sin preparación montañera, pudo consumar la vertiginosa ascensión sin perder el humor ni la gallardía (hacía honor a su apellido).

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NARANJO DE BULNES

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La Misa, solemne y en profundo silencio, se celebró hacia las cuatro de la tarde. El Padre Gallardo ofreció sus frutos por los montañeros que en aquellas paredes encontraron la muerte en su afán de conquistar la cumbre.

Los pocos que comulgaron, incluidos el oficiante y su acólito José Antonio Jarnés, hubieron de soportar además un ayuno, entonces preceptivo, de más de veinte horas,

El peligroso descenso se llevó a cabo con total regularidad, y aquella noche todos, incluidas las montañas vecinas y el que suscribe, dormimos felices.

A la mañana siguiente, por la estrecha Canal de Camburero, llegamos al especialísimo pueblecito de Bulnes, hoy todavía inaccesible por carretera, y en la taberna nos agasajamos con queso de Cóbrales, pan tierno y un vasito de tinto, para continuar inmediatamente a Puente Poncebos, punto final de la "Divina Garganta del río Cares", que era hasta donde llegaba la carretera.

En este bello paraje, fuimos a parar a una nave donde se almacenaba una nutrida cosecha de tila, así que, reposando sobre aquel mullido y relajante lecho, tuvimos ocasión de charlar, recordar, comentar... Las once horas de travesía desde Collado Jermoso a la Vega de Urriello, por la Collada de los Horcados Rojos, el Jou sin Terra y el Jou de los Boches; cargados con la comida, las tiendas de campaña y el pesado material de escalada, fue sin duda el capítulo más duro. Por aquellos parajes solitarios, durante tantas horas, sólo montañas de caliza gris amarillenta era lo que teníamos a nuestro alrededor en todo lo que abarcaba la vista.

El impresionante espectáculo de aquel Macizo Central de los Picos de Europa parece pertenecer a otro planeta. La abundante lluvia desaparece a través de los "jous" (hoyos), que no son otra cosa que gigantescos embudos naturales, que dan lugar a la formación de ríos interiores que, con caudales importantes, brotan formidables en medio de una deslumbradora explosión de verde y de vida que contrasta formidablemente con el dominante trasfondo de aquellas altas montañas de color blanco manchado.

A la mañana siguiente salimos la mayoría hacia Gijón, donde terminó la experiencia, y aún tuvimos tiempo de ir a la playa. La magnífica figura del Padre Gallardo, con sus 26 años y su blanca sonrisa, polarizaba el cien por cien de las miradas femeninas, lo que provocaba cierta pelusa simpática entre los demás.

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Hoy, después de medio siglo, todos los que aún vivimos, recordamos aquellas horas de esfuerzo, compensado sólo por la satisfacción de pisar la cumbre del Naranjo; en esta ocasión sublimada por aquella misa inolvidable.

A los pocos años, en 1951, uno de los 19 montañeros visitó los Andes Patagónicos. La casualidad quiso que, sobre el cielo de Andes, las nubes formaran el mapa de España. Fue un hecho fortuito que el montañero retrató, pero ¿por qué no dejar volar otra vez la imaginación y soñar que aquellas cumbres andinas lo habían preparado para obsequiarle? ¿Por qué no pensar en este sutil homenaje? Está escrito que: "Ni la hoja del árbol se mueve sin la voluntad de Dios".

El cielo de los Andes fue retratado por la cámara de nuestro montañero y también, a su poética manera, y en cualquier otro momento, por la sensible y españolísima pluma de un poeta andaluz.

Ambos retratos, unidos, están aquí reflejados en una original simbiosis.

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MADRID, 28 de abril El sacerdote Ángel Herrera Oria es nombrado Obispo de Málaga. MADRID, 7 de junio Llega a Madrid procedente de Buenos Aires, Doña Eva Duar-te de Perón, esposa del Presidente argentino, en visita oficial. ESPAÑA, 6 de julio Se celebra en toda España un referéndum sobre la Ley de Sucesión. Si votas Si, deseas que Franco continúe en régimen de monarquía, si votas No, ayudas a los que desean que se marche. LINARES, 28 de agosto Manolete sufre una gravísima cogida que acabará con su vida al día siguiente. El toro era un miura, de nombre Isleño. NUEVA YORK, 17 de noviembre La actitud de la ONU contra el gobierno español empieza a ceder y facilita la vuelta de embajadores a Madrid.

D. ÁNGEL HERRERA ORIA Nacido en Santander en 1895, era abogado del estado a los 21 años; fundó en 1921 "El Debate", diario madrileño, y más tarde la "Editorial Católica", el diario YA y el "Instituto Social León XIII". En 1940 se ordenó sacerdote; en 1947 Obispo de Málaga y en 1956 Cardenal de la Iglesia. Murió en Madrid en 1968 y en 1996 el Vaticano anuncia el comienzo del proceso de su beatificación.

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LA GRAN AYUDA DE PERÓN A ESPAÑA

Juan Domingo Perón, Presidente de la República Argentina, expresamente en desacuerdo con el bloqueo internacional decretado por la O.N.U. a España, y consecuente con el plebiscito popular que el pueblo de Madrid ofreció al mundo los últimos días de 1946 en la Plaza de Oriente, decidió, sin dudas ni vacilaciones, prestarnos el apoyo moral y material que tanto necesitábamos.

El apoyo moral lo consumó enviándonos como embajadora especial a su esposa Eva Duarte, símbolo del "justicialismo".

La recepción oficial que se dispensó a la excepcional embajadora, se celebró en la Plaza Mayor de Madrid, preparada con gran boato, donde millares de madrileños quedaron entusiasmados de su cordial sinceridad. El pueblo español estaba conmovido hasta las entrañas por la conducta de Juan Domingo Perón hacia España y hacia los españoles, cuando más falta nos hacía, dejando bien patente su entrega total; y la ilustre visitante percibió con todo su dramatismo el agradecimiento sincero del pueblo en masa.

La ayuda material se consumó mediante el Convenio Comercial Hispano-Argentino, a través del cual, se concedió a España un importantísimo crédito para comprar trigo, maíz, carne congelada, lentejas, huevos, etc., en su bien nutrido mercado.

El convenio comercial hispano-argentino representó un suspiro de alivio en aquella España injustamente bloqueada.

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LA ESCALADA DEL ROQUE NUBLO

Este emblemático monolito situado en el corazón de Gran Canaria, próximo a la Cruz de Tejeda, había sido escalado en dos ocasiones por alpinistas alemanes (17/06/32 y 05/02/33) y habían dejado, izada en su cumbre, una bandera alemana sobre un mástil metálico de 5 mts. de altura.

La presencia de aquella bandera extranjera, durante catorce años, provocó la reacción del Delegado Provincial del Frente de Juventudes de Las Palmas y se puso al habla con Roberto Cuñat, experto montañero y "Alma Mater" de la Centuria de Montañeros de Madrid que, entusiasmado con la idea, organizó la expedición, seleccionando seis camaradas, de los cuales cinco eran escaladores con historial y el sexto, a pesar de su juventud, un experimentado periodista.

Se planteaba, por tanto, una hazaña deportiva, con la doble finalidad de realizar la primera escalada española del Roque Nublo y, además, arriar aquella bandera extranjera, presente durante tantos años.

Dejamos la Península Ibérica un 23 de diciembre con nieve hasta cerca del mar y un frío intenso, y nos embarcamos en el "Ciudad de Sevilla", un barco de la Transmediterránea que nos pareció expléndido. Coincidimos en-la travesía con una compañía lírica y todos pasamos a bordo la Nochebuena añorando casas y familias. La travesía, de tres días y dos noches, fue larga y con mala mar, así que todos, menos el flaco Aróstegui, hicimos la travesía mareados y de muy mala manera.

El impacto que nos produjo la llegada al Puerto de la Luz de Las Palmas: con un día primaveral; aquellos cochazos americanos descapotados; la gente predominantemente vestida de blanco; aquellas morenas guapísimas... fue colosal, así que estuvimos un buen rato hablando sólo lo imprescindible para no perdernos nada de aquel mundo que nos rodeaba tan diferente del que habíamos dejado atrás.

Nos esperaban los camaradas del F. de J. de Las Palmas, a los que nunca hemos terminado de agradecer su excepcional comportamiento con nosotros,

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y todos juntos nos fuimos a visitar a su jefe: Juan del Río, hombre de recia formación intelectual, pero al mismo tiempo bondadoso y algo infantil, que nos recibió con gran cordialidad; sin embargo, por sus preguntas, advertimos cierta desconfianza respecto a nuestra capacidad de conseguir la cumbre.

Preparamos la acampada, y el día 29 salimos hacia Tejeda, al pie del Nublo, en uno de los autobuses de línea, amarillos y descapotables, conocidos por "coches de hora".

Precisamente en aquel viaje, viajaba con nosotros un joven músico que acababa de componer una canción melódica llamada "Sombra del Nublo", dedicada precisamente a nuestro monolito; le pedimos que nos la enseñara y antes de llegar casi nos la sabíamos. La letra era algo así:

Sombra del Nublo, altar de mi tierra amada Hay nieve y sol en tu cumbre cumbre de mi Gran Canaria, cumbre de mi Gran Canaria. Roque Nublo, Roque Nublo. Típica piedra lunar. Si a tu sombra yo he nacido, quiero vivir a tu sombra ¡Qué más puedo desear...! El agua por el barranco y mi amor en el telar.

Desde la Cruz de Tejeda, ascendimos hasta el pie del monolito y acampamos en una cueva natural profunda y vividera, que limpiamos y adecuamos en un santiamén. A cincuenta metros de la cueva, y ya entre dos luces, contemplamos la gigantesca silueta, majestuosa y extraplomada, del Roque Nublo. Su altura total era comparable a un edificio de 36 pisos, y su base era menor que su cumbre; algo así como un tronco de pirámide invertido. Se nos presentaba, pues, un reto difícil y un serio compromiso, así que estábamos serios y muy preocupados.

Supimos que en Tejeda se habían enterado de lo que nos proponíamos y se habían cruzado apuestas. También supimos que la mayoría apostaba que no seríamos capaces. Quizá nos veían demasiado jóvenes; la verdad es que éramos unos niñatos.

Al día siguiente con el alba, pudimos apreciar que la vía elegida por los alemanes, determinada por algunas clavijas que dejaron, era la más acertada; sin

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embargo, técnicamente, la operación planteaba serias dificultades, ya que la naturaleza de la roca presentaba muy pocas fisuras, y las que se apreciaban eran muy superficiales, de forma que cuando se intentaba fijar una clavija, se desmoronaba todo el trozo de su entorno; además, la lisura de las paredes se agravaba con la dificultad de continuos extraplomos.

Empleamos más de dos horas infructuosas probando lugares donde poder clavar por toda una zona inferior a una clara repisa (punto A del dibujo), a la que había que llegar para poder iniciar la vía elegida. La repisa se consiguió después de recurrir a una estratagema sin precedentes que, por su originalidad, voy a tratar de explicar con auxilio del dibujo. Buscamos alrededor una grieta aceptable, a la vez que una roca más sana, y encontramos algo con posibilidades a unos 15 m. a la izquierda (grieta B); ello había de permitir que nos situáramos en un nivel superior al de la citada repisa. Conseguido este nivel superior, había que disponer desde allí una cuerda que, tensada desde la base y abrazando la roca, permitiera descender progresivamente hasta llegar a la repisa (A). Comenzó Mario —o sea el cronista que suscribe— a clavar con éxito sobre la grieta (B), y casi arriba le sustituyó Heredero, el cual, una vez colocada la cuerda en las condiciones expuestas, se descolgó en una extraña tirolina descendente, hasta conseguir la anhelada repisa. Allí mismo se realizó otro relevo y siguió Emilio Feito emprendiendo la vía elegida.

La verticalidad, a veces extraplomada, y la poca confianza que ofrecían las clavijas aprovechables, propiciaron desvíos, numerosas clavijas y un avance lento, pues la pared se presentaba tan lisa y tan desprovista de salientes que no permitía una pequeña reunión desde donde poder asegurar a un segundo escalador. Emilio Feito pues, se vio obligado a continuar con gran esfuero hasta encontrarlo, lo que sucedió, por fin, pasadas las cinco de la tarde, en que comenzó a subir Santiago Heredero.

En poco tiempo Heredero consiguió reunirse con Feito en el pequeño saliente donde casi no cabían los dos, y una vez allí, dispuso una cuerda para que, empleando la técnica de los anillos de "prusslk", Mario comenzará a ascender con el trabajo poco grato de recuperar clavijas, anillos y mosquetones.

Feito entretanto, consiguió llegar a una cornisa suficiente, pero ya eran las siete y media de la tarde, y la noche se les echaba encima, así que decidió que Heredero subiera con él y que Mario, aunque estaba muy cerca, rapelara hasta la base.

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Cómo ganamos la primera repisa

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Se acomodaron y aseguraron como pudieron en la pequeña cornisa y desde abajo, con una cestita y una driza fina, les enviamos los sacos de dormir, café caliente y algo de comida. Desde allí contemplaron las luces de la ciudad de Las Palmas en la noche víspera de la Noche Vieja; y desde allí, con emoción, contemplaron la salida del sol del día de San Silvestre.

Quedaban todavía tres pasos difíciles, el último de ellos de gran dificultad que precisaba de una dura dominación de brazos. Una vez vencidos, permitieron que Heredero, nuestro gran Santiago Heredero, hoy fallecido, fuera el primer español que pisó la cumbre del Roque Nublo a las once y media de la mañana del último día de 1946.

Subimos después los otros tres, y encontramos en seguida el buzón de cumbre, consistente en una especie de petaca de cinc que contenía un cuaderno de notas con las dos primeras páginas casi ilegibles. Aun así conseguimos traducir la forma en que realizaron los pasos que les permitieron llegar a la cumbre, que consiguieron después de dos días de trabajos difíciles y costosos. A continuación estaban, la fecha: 17 de junio de 1932, y los nombres de los escaladores. Después aparecía relatada la segunda ascensión, llevada a cabo con largos preparativos, y empleando en ella sólo los domingos, por lo que entendimos se prolongó durante varios meses, hasta culminar el 5 de julio de 1933. Dejamos nuestra presencia en el cuaderno, donde firmamos todos; volvimos a izar el mismo mástil, pero con la bandera de España pintada al fuego sobre chapa de latón; cantamos como españoles, rezamos como cristianos y nos dispusimos a bajar, después de quemar unos ramojos que encontramos en la cumbre, lo que, advertido por los vecinos de Tejeda, hizo que subiera casi todo el pueblo en masa hasta la base del monolito, salvando en poco tiempo un desnivel de más de 500 m„ y allí nos esperaron para abrazarnos sin tregua cuando llegamos abajo.

El descenso también presentó dificultades: sobre la vía minuciosamente escogido, tuvimos que montar tres rápeles, de los que en dos de ellos había que cambiar de cuerda en plena verticalidad; así que lo mismo el primero en descender, para montarlo; que el último, para recuperar la cuerda, hubieran de hacerlo virtualmente colgados y contando con unos solapes de cuerda bien precisados. Para colmo con el último rapel no se llegaba al suelo porque se acababa la cuerda, y había que terminar el descenso sobre los hombros de un compañero subido, sobre otro. Mario que fue el último en bajar, se vio obligado a realizar un alarde de equilibrio para recuperar la última cuerda.

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Una hazaña de los montañeros del Frente de Juventudes

El Frente de Juventudes ha conseguido un resonante éxito deportivo, de enorme trascendencia en la historia del montañismo español. Cinco miembros de una escuadra de la Centuria de "Guías Montañeros" de Madrid son los primeros españoles que han eralizado la escalada del "Roque Nublo", gigantesco monolito situado en el centro de la isla de Gran Canaria.

Aprovechando las vacaciones de las pasadas fiestas navideñas, esta destacada escuadra, compuesta por los seis siguientes camaradas: Emilio Feito, Santiago Heredero, Mario Tecglen, Carlos Panadero, Agustín Bardaji y Manuel Gómez, marchó a Las Palmas, en donde los cinco primeros lograron el pasado día 31 llevar a cabo tan admirable proeza montañera.

A su regreso a nuestra capital hemos tenido ocasión de charlar con algunos de los jóvenes que componen esta escuadra, ya que componen esta escuadra. Su satisfacción es extraordinaria, ya que han sido los primeros españoles que han escalado este risco canario, que puede considerarse igual o más difícil de escalar que cualquiera de las más renombradas cumbres de Grecia o Picos de Europa. "Nosotros —dice uno de estos valientes muchachos— hemos escalado el Torreón de los Galayos, el Naranjo de Bulnes y otros picos más de la Península, y creemos que esto es bastante más duro y difícil." "Nos gustaría —añade otro— que algunos de los mejores escaladores españoles fuesen allá, pues estoy seguro que reafirmarían nuestra impresión.»

Este monolito, que según el Museo canario tiene sesenta y cinco metros de latura y es el mayor del mundo, fue escalado antes de ahora solamente por dos expediciones de alpinistas alemanes. La primera ascensión fue realizada el 17 de junio de 1932, y el 5 de febrero de 1933 la segunda. Según datos que constan en el libro, que en la cumbre dejaron los primeros escaladores, la altura marcada por su altímetro es de ochenta y un metros, por lo que estos camaradas,

según manifiestan, no se atreven a señalar medida exacta de su altura, pero sí dicen que lo mismo da que sea una cantidad que otra, pues ello no quita ni pone nada para que la dificultad de subir sea extraordinaria.

—Aprovechando una mejoría del tiempo —continúa el que inició el relato—, a las diez de la mañana del día 30 iniciamos la escalada, utilizando los procedimientos normales de cuerdas y clavijas, pues según nos habían dicho, y como más tarde sobre el terreno pudimos comprobar, los anteriores escaladores habían utilizado escoplo y alguna perforadora para taladrar la roca, con objeto de tener donde colocar las clavijas, que aseguraban después con cemento rápido, por lo que algunas se conservan todavía colocadas. Nuestro trabajo —añade— fue muy duro, pues la roca, por su naturaleza volcánica, se desmoronaba y no se sujetaban las clavijas. Después de nueve horas de trabajos, es decir, a las siete de la tarde, el primero de nosotros solamente se encontraba a unos veinticinco o treinta metros del suelo. Allí, en unión de otro que subió después, tuvieron que pasar la noche, recibiendo cimientos, café, cigarrillos y ropa de los que nos encontrábamos abajo. Al día siguiente, el 31, es decir el últimod e 1946, se continuó la ascensión, llegando el primero a la cumbre aproximadamente a las once y media de la mañana. Allí colocamos una pequeña bandera española, en el mismo mástil donde durante muchos años estuvo colocada otra extranjera. Después de cantar el "Cara al Sol" y de dar gracias a Dios iniciamos el descenso, que finalizamos a las cuatro y media de la tarde, cuando

hacía treinta horas que habíamos comenzado la ascensión.

—¿Estáis contentos de vuestra hazaña! —les preguntamos.

—Imagínate —contesta uno de ellos—; eso son cosas que no se pueden hacer todos los días. Además traemos un grato recuerdo de Las Palmas, en donde nos han tratado muy bien. Fuimos recibidos en el Cabildo Insular de Gran Canaria, cuyo presidente nos regaló una preciosa arqueta tallada al estilo canario, con una dedicatoria en una placa de plata.

—Desde luego —dice otro— hemos tenido mucha suerte, pues además de no pasarnos nada durante la escalada hizo un tiempo bueno, cosa rara, pues generalmente, por el lugar en donde está situado el "Roque Nublo", a mil novecientos metros sobre el nivel del mar, el tiempo no suele ser bueno. Sopla un viento muy fuerte y frío y siempre hay niebla. Nosotros suponemos que quizá el nombre de "Nublo" se deba a eso. Puede que sin la ayuda del tiempo no hubiésemos conseguido nuestro empeño sin tener que lamentar ninguna desgracia. Pero, gracias a Dios —añade—, aquí estamos de nuevo sanos y salvos en nuestro Madrid.

Con estas expresiones de satisfacción y contento dejamos a estos muchachos, que no dan la importancia que tiene a su empresa, quizá porque su alegría no les deje pensar en la trascendencia que tiene el que una cumbre situada en tierra española y sólo pisada por plantas extranjeras tenga ahora ecientes en sus rocas las huellas de cinco muchachos del Frente de Juventudes y una bandera española en la cumbre.

Manuel G. AROSTEGUI

Por primera vez un grupo de españoles escala el "Roque Nublo" de Gran Canaria

Se trata del monolito mayor del mundo

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En Las Palmas, como en Tejeda, debieron pensar que no seríamos capaces de subir, y cuando les llego la noticia no sabían cómo agasajarnos. Nos enviaron dos coches, nos alojaron en un magnífico hotel y nos prepararon una fiestecilla social, en la que el Presdiente del Cabildo Insular: Matías Vega Guerra, nos hizo entrega de una arqueta canaria tallada, con una placa de plata que reseñaba la efeméride mediante un texto cordial muy elaborado.

Conseguir la primera escalada nacional del Roque Nublo, monolito emblemático y representativo, ya forma parte de la historia del alpinismo, y ello fue considerado como la conquista más importante realizada hasta entonces por los Montañeros Juveniles del F. de J.; pero, además, la sustitución de banderas en la cumbre, hizo que transcendiera lo deportivo y adquiriera cierto carácter reivindicativo, lo que recogió la prensa de toda España con todo lujo de parafernalia, publicándolo con grandes titulares y fotografías.

Sin embargo, con la óptica de los cincuenta años transcurridos, se echa de menos un reconocimiento de la Federación Española de Montañismo, que por muchísimo menos había otorgado sus medallas al Mérito Deportivo; y quizá también, en comparación con otros éxitos deportivos de entonces, como los conseguidos en hípica, fútbol o vuelo sin motor, merecíamos haber sido invitados a visitar El Pardo para recibir directamente el saludo del Caudillo.

Hemos de anotar, no obstante, que además del cálido homenaje ofrecido por el Cabildo Insular de Las Palmas, nos llamó a su presencia José Antonio Elola, Delegado Nacional del F. de J., del que recibimos una cálida felicitación.

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ROQUE NUBLO

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BARCELONA, 6 de enero Miguel Delibes gana el Premio Nadal con su novela "La sombra del ciprés es alargada". MADRID, febrero Fallece en su domicilio el mundialmente conocido escultor Mariano Benlliure. MADRID, 19 de marzo En el Palacio de El Pardo, Franco entrega los premios a la natalidad. BUENOS AIRES, 5 de abril Se firma el protocolo Franco-Perón, por el que se amplía el Acuerdo Comercial a la colaboración indus trial, astilleros, frigoríficos, etc. MADRID, 24 de mayo Se inaugura el primer edificio en Vallecas de la Ciudad de los Muchachos con el pre cedente de los EE. UU. ; se pretende recoger a jóvenes delincuentes en régimen de interna do con puertas abiertas, para su rehabilitación. MADRID, junio El Ministerio de Trabajo anuncia que no se registran parados en todo el territorio nacional.

Miguel Delibes

LOS REGALOS DE ESPAÑA AL GENERAL PERÓN D. José María de Areilza, Embajador de España en Argentina, hizo entrega al Presidente argentino General Perón de dos obsequios: la espada de Alonso de Ercilla, el héroe español, y una bellísima espada de un capitán español de los Tercios de Flandes, obsequio personal de Franco, que el General Perón, experto en esgrima, agradeció muy sinceramente.

LA CULTURA EKT LA POSGUERRA ESPAÑOLA

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LA CULTURA ESPAÑOLA EN LA POSGUERRA

En libros y revistas, mensajes radiofónicos o televisivos, muchos de ellos de reconocido equilibrio crítico, se pueden leer hoy párrafos de este estilo "Los años inmediatamente posteriores a la guerra civil fueron para la cultura española tan sombríos como los propios años de la contienda"; o "La situación cultural de España en el período inmediato a la guerra civil fue la de un auténtico páramo intelectual".

Como en tantas otras cosas podemos decir y demostrar lo falsas que son estas afirmaciones.

Sólo en septiembre de 1941 se publicaron en España 283 títulos, de los que 64 son novelas y 41 obras pedagógicas, con la reincorporación activa de autores de la talla intelectual de Pemán, Baroja, Jardiel Poncela, Azorín, Menéndez Pidal, etc., y la incorporación de Camilo J. Cela, Vicente Aleixandre (ambos premios nobel); Miguel Mihura, Agustín de Foxá, Ignacio Agustí, Torrente Ballester, Bueno Vallejo, Alfonso Paso, García Serrano, García Nieto, Gerardo Diego, Laín Entralgo, Julio Casares y un muy largo etc.

En filosofía, las cuatro grandes figuras anteriores a la guerra civil: Ortega, Zubiri, García Morente y Zaragüeta, continuaron enseñando en la posguerra, si bien Ortega lo hizo a partir de su regreso clamoroso en 1945. A estas grandes figuras se incorporaron otras, no menos grandes, como Eugenio D'Ors y Julián Marías.

La obra realizada por el recién creado Consejo Superior de Investigaciones Científicas, según declaraba D. Gregorio Marañan, era uno de los grandes acontecimientos de la vida cultural de España, con figuras relevantes como el físico Julio Palacios; el óptico Otero Navascués; los químicos Antonio Rius, Emilio Jimeno y Lora Tamayo (que fue Ministro de Educación); los ingenieros Eduardo Torroja y Alfonso Peña Boeuf (que fue Ministro de Obras Públicas), etc., etc.

En pintura triunfaban: Solana, Vázquez Díaz, Zuloaga, Benjamín Palencia, Pancho Cossío..., y en escultura: Juan de Ávalos, José Ciará, Juan Cristóbal...

Respecto del teatro, el crítico Nicolás González Ruiz escribía: "¿Qué está pasando?, los dieciocho teatros que funcionan tarde y noche en Madrid están conociendo la suprema aspiración de colgar casi a diario el cartel de "No hay bille-

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tes", y el gusto del público ha ido mejorando porque se le sirve buen teatro con excelentes montajes,

Realmente en aquellos días, se podía escoger entre obras de Shakespeare, Dostoiewski o Lope de Vega, como "El sueño de una noche de verano", "Los enamorados", o "Fuente Ovejuna", alternando con comedias de Jardiel Poncela, revistas musicales de los vieneses Kaps y Joham, o espectáculo folklórico como el de Juanito Valderrama en el Price, al que se entraba por la módica cantidad de 4 pesetas.

¿Se le puede llamar a todo esto PÁRAMO INTELECTUAL?

La juventud del morral

y la canción

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En “El Español”, fundada por Juan Aparicio, se dieron a conocer muchos escritores hoy famosos, en la ultima época de la revista (1957) fue permanente colaborador Francisco Umbral

El primer numero de la revista

-Escorial» apareció en noviembre

de 1940, dirigida por Dionisio

Ridrue¡o, con Pedro Lain Entralgo como

subdirector y Luis Rosales

y Antonio Marichalar como secretarios

de redacción.

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LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE INVIERNO DE 1948

Durante el otoño de 1947 nos comunicaron desde la Federación Española de Esquí quiénes éramos los veinte preseleccionados para representar a España en los Juegos Olímpicos de invierno de 1948, que habían de celebrarse en Saint Moritz (Suiza). Poco tiempo después nos concentraron a todos en Nuria al mando del entrenador austríaco Herber Lezúo, donde, después de unos entrenamientos agotadores, se nos anunció quiénes eran los que iban a formar el equipo. Director: Baldomero Sol; Administrador: José María Galilea; Corredores: Tomás Mora-witz, Juan Poli Puig y José Vila de la Federación Catalana y José Arias, Fernando Armiñán y Ramón Blanco de la Castellana. Un claro reconocimiento a las Unidades Juveniles de Montaña del F.F. de J.J., pues Pepe Arias estaba encuadrado en el F. de J. de Cercedilla, y Fernando Armiñán y Ramón Blanco en la Centuria de Montañeros de Madrid, aunque es justo puntualizar que Arias pertenecía al Club 7 Picos de Cercedilla, y Blanco y Armiñán a la R.S.E.A. Peñalara.

Con una ilusión que supera todo lo imaginable preparamos el viaje, y por fin, llegamos todos a Ginebra a bordo de un DC3 de Iberia, nerviosos por la responsabilidad de las pruebas deportivas que nos esperaban, y también por estar en tierra extranjera y alpina en una época en que no era frecuente salir de España.

Al día siguiente de nuestra llegada era la ceremonia de apertura de los juegos, Por supuesto más sencillas que las que hoy día se montan. No había espectáculo, ni danzas, ni juegos florales. Todo era sobrio y modesto; no en vano acabábamos de salir de una guerra mundial. El estadio estaba abarrotado de gente y en él quedaba bien patente la profusión de banderas americanas, que para eso habían ganado la guerra.

Nuestro equipo pequeñito, con sus seis corredores, iba precedido por Morawitz que llevaba el cartel de "Spain", y Pepe Arias que alzaba con orgullo patrio la bandera de España. Por primera vez ondeó nuestra enseña con su águila imperial ante el mundo deportivo. Una vez dentro del estadio desfilamos formalmente, y gracias a Dios oímos varias veces ¡Viva España! con los aplausos de la gente, a los que respondíamos con saludos cordiales.

Terminado el acto, salimos disparados hacia la estación del funicular, en donde habíamos dejado las anoraks y los esquís para poder ver, tan siquiera una vez, la pista del descenso que se había de correr al día siguiente, y que excepcio-

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nalmente, la organización había autorizado a ello, puesto que los españoles habían llegado tarde (¡...!), y no sabían ni dónde estaba. No sé quién hizo esta gestión, pero quizá hubiera sido mejor no haberla hecho y vais a comprender porqué.

Funicular, telesilla y telesquí nos llevaron a la salida. Allá en todo lo alto las inmensas montañas nos rodeaban por todas partes; lucía el sol, y quedaba ante nosotros la pista jalonada que en sus aproximadamente primeros dos kilómetros discurría descampada, para en los dos últimos serpentear a través de un pinar.

El que hacía de capitán del equipo al ver el panorama, dijo que aquello era una locura, y que no debíamos presentarnos a la prueba de descenso; sin embargo, tras una breve discusión con Mérito Sol, éste le convenció argumentándole que allí estábamos para correr los que nos echaran; mientras tanto Armiñán y Blanco estaban situados en sus puestos, y sólo esperaban la orden para salir arreando.

Blanco, sal y no pares hasta la entrada del pinar, que es lo que debemos estudiar a fondo. —¡Para qué dirían esto! Salió disparado en línea recta en un descenso directo. A los pocos instantes salió Fernando Armiñán a todo trapo. Salvados los primeros quinientos metros, y después de una dura curva tras la que parecía que aquello se pondría más suave, se les vio cómo salían por los aires en un salto que no mediría menos de treinta metros. La pista había desaparecido bajo sus pies, y al tomar nuevamente contacto con la nieve, comenzaron a pegar botes tangenciales como una piedra plana lanzada sobre la superficie del agua.

Dos kilómeros más o menos llevaban recorridos, y seguían a toda bayeta aproximándose al pinar, que ya tenían al alcance de la mano, cuando se vio salir a Ramón Blanco por los aires, dando volteretas en una serie de saltos mortales, para ir a estrellarse contra la nieve a unos quince metros de la pista. La nieve se iba tiñendo de rojo alrededor de su cabeza. Debió ser que en aquellas volteretas un esquí le había golpeado fuertemente en la frente. De inmediato un equipo de camilleros llegó a su lado, y un médico le limpió y restañó la herida, al tiempo que le daba un repaso al resto del cuerpo por si existía alguna otra lesión y le suministraba unas pastillas, que no evitaron que durante el resto de la olimpiada anduviera como Lázaro. Rechazó ser bajado en camilla y, poco a poco, por sus propios medios, fue bajando al encuentro de sus compañeros que le esperaban en la meta.

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Todos se asustaron al ver su aspecto y, sobre todo su frente, que presentaba un enorme chichón sangrante. Hablaba además incoherentemente y su estado mental de alguna forma, acusaba el golpe recibido.

Terminada la Olimpiada, volvimos todos a casa con una mala clasificación. Era la primera vez que España competía en esquí alpino masculino. En la Olimpiada de 1936, en Garmisch Partenkirchen, las míticas esquiadoras castellanas Mar-got Moles y Ernestina Baeza habían quedado, quizá algo mejor, en la prueba de slalom.

Cada cuatro años España ha continuado enviando sus equipos olímpicos, cada vez con mejores resultados, hasta culminar en la medalla de oro de Poquito Fernández Ochoa en la Olimpiada Blanca de Sapporo de 1972.

Nacido en Cercedilla (como nuestro Pepe Arias), es de justicia afirmar, sin restar un ápice de su mérito, que una parte del éxito conseguido se debió al esfuerzo de hombres del F.F. de J.J. como Manolo Martos, que trabajaron de firme y en silencio para conseguirlo.

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EL EQUIPO OLÍMPICO ESPAÑOL-l948 CON EL CAMPEÓN FRANCÉS EMILLE ALLAIS

1 .—FERNANDO ARMIÑÁN

2.—RAMÓN BLANCO

3.—JOSÉ ARIAS

4.—EMILLE ALLAIS

5.—TOMÁS MORAWITZ

6.—JOSÉ VILA

7.—JUAN POLL PUIG

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LA PEREGRINACIÓN JACOBEA DE UNA CENTURIA DEL S.E.U.

El Sindicato Español Universitario, rama intelectual del Frente de Juventudes, se planteó un Campamento Volante, pero esta vez elevado al sublime carácter de Peregrinación. Se trataba de recorrer a pie la Ruta Jacobea, impregnada de tradición, fe y cristiandad. Volver sobre la huella que dejaron los miles y miles de peregrinos que durante siglos ganaron el jubileo entrando por Roncesvalles y terminando en la Tumba Compostelana del Apóstol Santiago.

El Campamento Peregrino se formó por estudiantes procedentes de las doce universidades existentes entonces en España, más una escuadra de estudiantes hispano-americanos, lo que hacía un total de 108 universitarios que, más los mandos, el capellán, el médico y un cronista de excepción del Diario Arriba de Madrid, hacían un total de 120 peregrinos.

Desde la misma convocatoria hasta su clausura, el Campamento tuvo un sentido fundamentalmente religioso, y durante los 34 días que duró, constituyó en sí mismo una ilgesia itinerante, aunque con proyecciones culturales ante todo el arte a contemplar, e indiscutiblemente deportivas, a tenor del gran esfuerzo físico que conllevaba. Todo ello haciendo, como siempre, bandera de la camaradería y del estilo, propios de la gente formada en el Frente de Juventudes.

El mando del Campamento recayó en el entonces Jefe del Distrito Universitario de Oviedo: Jesús López Cando; el capellán fue el jesuita José María Llanos —archiconocido posteriormente por sus tendencias marxistas—, y el periodista invitado, en cuyas magníficas crónicas está basado este trabajo, fue el entonces director del Diario Arriba de Madrid: Ismael Herráiz. Todos ellos recorrieron la totalidad de los km. de la peregrinación, con su vieira colgada del cuello, y todos ganaron el jubileo.

I.-RONCESVALLES.—La Centuria Romera se concentró en Roncesvalles el 21 de junio de 1948. El Campamento se levantó frente al atrio de La Colegiata, a la

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sombra fantasmal de las montañas pirenaicas. Las conchas jacobeas, el bordón con que se distingue tradicionalmente al máximo responsable de los peregrinos, y los guiones, pasaron la noche al pie de Virgen de Roncesvalles. Fuera, una noche de luna llena, anunciaba el viento frío reinante, y los romeros pasaron así su primera noche de acampada, bajo la silueta, débilmente iluminada, del viejo campanario.

A la mañana siguiente, el Obispo de Pamplona ofició una misa de comunión general, a la que asistió el Ministro de Justicia: Raimundo Fernández Cuesta, y después de una sencilla plática y de recibir el voto formal de los peregrinos se inició la "gran caminata".

II.—LA CENTURIA EN NAVARRA.—Brillaba una mañana de junio, en la que se perfilaban fuertemente sobre el limpio cielo: montañas, campanarios y caseríos. A su paso por los pueblos, las escuadras entraban cantando y las gentes se acercaban demostrando una cordial curiosidad.

El siguiente Campamento se levantó en Meiqueriz; y en la siguiente jornada las escuadras llegaron a Larrasoaga, después de culminar el puerto de Erro. Allí las tiendas se montaron en la ribera del río Arga, todavía pirenaico, que acogió a los romeros en uno de sus verdes prados.

Al alba del siguiente día, la misa diaria se celebró en la vieja Iglesia Parroquial que quiso albergar entre sus recios muros a la Centuria Romera. Ciertamente, en medio de tantas cosas y costumbres que se pierden, la presencia de estos campanarios, como parados en el tiempo, reflejan la sensación de una paz inextinguible de vida eterna.

Siguiendo el curso del Arga, bajaron los peregrinos cantando hasta Pamplona y así, directamente, entraron en la Catedral, donde, todavía con el resuello del esfuerzo reciente, entonaron una Salve a la Virgen.

Todo el día siguiente, observando un comportamiento ejemplar, la Centuria descansó en Pamplona, para continuar hasta Puente la Reina. El verano se presentó bruscamente, y el Arga es ahora más Importante, más remansado, menos montañero; menos fresco y saltarín. Todo hace presentir la proximidad de La Rioja. Puente la Reina es ruta clásica de peregrinos, y en ella se alzan Iglesias, palacios y hospitales. Allí vigilaban los Caballeros Templarlos, encargados de garantizar a los peregrinos su tránsito pacífico. Hoy son estos nuevos Templarios

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los que peregrinan por las calzadas de la Cristiandad, renovando los viejos caminos, hasta la lejana tumba de aquel apóstol que quiso ser español.

Ya camino de Estella, el calor golpea sin piedad a los romeros; el mediodía abrasa sus gargantas resecas; los morrales parecen más pesados y, sin embargo, las escuadras entran en Estella cantando y con las filas intactas.

Al alba parten hacia Los Arcos, que es el último pueblo navarro; el Jefe Nacional de Campamentos y gran montañero; Roberto Cuñat se une a la peregrinación y levanta el ánimo de los universitarios tocando marchas en su pequeña, pero sonora, acordeón "Hohner"; las escuadras le siguen cantando de firme y así, entran en la vieja parroquia de Los Arcos.

III.—EN LA DULCE RIOJA.—Madrugó todo el pueblo para despedir a los romeros. La misa, a las cinco de la mañana, gozó de una solemnidad y una concurrencia desconocidas hasta el momento.

En marcha de nuevo, desde la Viana amurallada, emerge La Rioja con todo su esplendor. Al sol, un meandro manso del Ebro, brilla como un espejo entre los trigos y las vides. Ya en Logroño, con el Campamento levantado en la ribera, el pueblo desciende para ver a los universitarios. Se aprecia en ellos asombro y admiración ante esta Ciudad Caminante, y se acercan y preguntan; con esa curiosidad afectuosa, que ya resulta familiar, más una transparente admiración. Los romeros, cansados y sucios de polvo y sudor, se zambulleron en el Ebro, y después se refugiaron a descansar en el interior de las tiendas; sin embargo, a las dos horas, se encontraban perfectamente uniformados, con sus botas limpias y sus conchas colgadas, desfilando y recibiendo ovaciones en la solemne procesión de la fiesta de San Pedro y San Pablo.

La diana sonó aquel día a las cuatro de la mañana. El Ebro emana un denso vapor que se mete en los huesos y empuja a comenzar la caminata, por supuesto, después de la misa.

Se hace obligado interrumpir el puro relato, para cantar la especial hermosura de las misas del alba en estas viejas iglesias góticas del norte de España. Su precaria iluminación proporciona a los peregrinos un aspecto difuso, casi fantasmal, y sitúa la imagen en la realidad de una mítica estampa medieval. Esta ingeniosísima arquitectura gótica, casi mágica, de bóvedas nevadas altas y

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sombrías, que conducen a través de sus nervios las pesadas cargas de la piedra a las gruesas columnas, y los exhiben adosados a su fuste, resulta hoy de mayor trascendencia y belleza que la del prepotente Renacimiento, cientos de años más actual.

La marcha hasta Nájera, de 26 km., con sólo cinco horas de sueño, y 150 km. a la espalda, resulta pesada. La Centuria descansó y enfiló seguidamente la carretera de Santo Domingo de la Calzada. La mañana se mostró fría y todo el recorrido se cubrió con una temperatura ideal. Aquella clara mañana el campo sonreía entre las vides, los trigales, las huertas y los bosquecillos, como elementos simbólicos de la dulce Rioja.

IV.—ANCHA ES CASTILLA.—Amaneció en el espléndido campamento de Santo Domingo una mañana fría. Bajo el denso bosque de chopos, la bruma del río se hizo notar más de lo deseado, haciendo tiritar a los universitarios. Después de la misa, celebrada en la iglesia gótica de Santa María la Real, las escuadras acometieron con buen paso el camino de Belorado.

Vamos a entrar en la Castilla clásica. El paisaje cambia de pronto con asombrosa brusquedad; escasean las huertas, se pierden los tonos verdes y el horizonte se cubre hasta perderse con los campos de trigo.

En Belorado entramos bajo la polvareda, el sol y los cohetes, al paso marcado por la Banda Municipal. El recibimiento no podía ser más cordial. El Campamento se montó en el patio de un grupo escolar, y los peregrinos disfrutaron, por primera vez, de comedores limpios y aseos completos; además de recibir las más cálidas y generosas atenciones de la gente.

El Gobernador Civil de Burgos: Alejandro Rodríguez de Valcárcel, acompañó a los peregrinos en la misa parroquial y visitó el Campamento junto al rector de la Universidad de Valladolid. Burgos, "Cabeza de Castilla" entra de lleno en el estilo de la peregrinación. Así, sobre esta tierra ancha, sin relieve en los perfiles del paisaje, Castilla da la versión más firme y armoniosa de esta singular peregrinación formada por hombres de toda España; y es España entera la que vive, con idioma alterno, pero con anhelos de unidad, la vida de esta Iglesia Itinerante.

En menos de 24 horas, se han cubierto los 46 kms. que separan Belorado de Burgos, con un campamento intermedio en la ermita de Valdefuentes. Allí, en su

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hermosa ermita gótica en plena ruina, se celebró la misa más sencilla y emocionante de todas las oficiadas hasta entonces, Cuando a la salida del sol el cornetín anunció al Campamento la Santa Misa, se arrodilló ante el pequeño altar, cuyas velas se divertía en apagar el viento, un pastorcillo de doce años. El muchacho vio el Campamento y el altar adornado con hierbas matinales y pidió para acercarse al comulgatorio. Todo ofrecía aquella mañana una transparente diafanidad; un juego tan puro de luces que el alma quedaba como inmersa en una dulce alegría.

V.—LOS PEREGRINOS EN TIERRAS LEONESAS.—Hemos dejado atrás Castilla; la misa en la joya románica de la iglesia de Fromista, tuvo un auténtico sabor medieval. Sus altas naves, con sus bóvedas sencillas sostenidas por la gigantesca musculatura de sus columnas aún conservaban las sombras de la noche. El sacristán, flotando todavía por la inercia del sueño, no ha encendido más que una o dos lámparas, y las figuras celestiales de los retablos retiemblan en un juego misterioso a la luz oscilante de los cirios litúrgicos.

La Centuria, cada vez más cerca de su destino, ha entrado en el Reino de León: Bembibre, Astorga, la Maragatería... Vuelve a cambiar bruscamente el paisaje; vuelven los perdidos verdes, los bosquecillos y los prados.

Hoy entramos en Ponferrada: gris de hulla y de neblinas. Los ingenieros de la gran central termoeléctrica de Compostilla invitaron a los peregrinos a contemplar las obras importantísimas que se están realizando, y los romeros, entre polvo y ruido, recorren las Instalaciones comprometiendo a los ingenieros con mil preguntas, y chismorreando con los obreros. La vieja España subsiste, y armoniza con una nueva patria de alternadores, turbinas y calderas.

Nos vamos acercano al Puerto de Piedrafita, límite entre León y Galicia; atravesamos Cacabelos, para acampar en Villafranca del Bierzo; zona de vino fresco y liviano que se deja beber. Seguidamente los peregrinos continúan su larga caminata y montan el Campamento en Vega de Valcárcel, donde reposan bajo el sol mientras el vecindario se acerca a contemplarles desde unas vallas cercanas. El párroco del pueblo les hace llegar un mensaje que dice: "Universitarios, aprender a fijaros en los hombres del campo; aprender a ser humildes aceptando, cuando sea necesario, un servicio anónimo en vuestra profesión, como hacen estos hombres del campo con su duro trabajo sencillo y anónimo."

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Se presenta a continuación la etapa más dura de todas las cubiertas. El estudio inicial de la peregrinación fija la distancia a cubrir en 29 km., pero nadie lo acepta, ante la realidad concreta de sus botas y de las horas empleadas. La diana sonó a las tres y media de la madrugada, en medio de una niebla fría que inundaba con sus tinieblas las alturas de Piedrafita; y a las cuatro y cuarto se iniciaba la marcha a través de atajos, vericuetos y caminos de cabras. El tiempo empleado: once horas; si bien hay que descontar las horas dedicadas a la misa diaria y a las comidas. En aquellas estribaciones de la Sierra de Aneares, con la excepción de Cebreros, las aldeas se borran prácticamente del paisaje y, casi sin gente, los romeros consiguen llegar, al borde del agotamiento, al pueblo gallego de Tricastela.

VI.—EN TIERRAS GALLEGAS.—Después del merecido descanso en Tricastela, se prsentaron en Sarria, a una media horaria de ó kms. por hora. La gente ha recibido a los peregrinos con una encantadora cordialidad; es un pueblo señorial con una antigua experiencia en la hospitalidad y grata acogida de las peregrinaciones. De paso, las escuadras visitaron el Monasterio de Samos, la hermosa fachada gris, amorosamente apretada por los verdes montes que la encajonan.

Durante todo el día —la Virgen del Carmen— los peregrinos descansan en Sarria y en la siguiente jornada alcanzan la ribera del Miño; uno de los grandes ríos españoles que nace y muere en Galicia. En Sarria se incorporaron a la peregrinación tres jóvenes oficiales de artillería, y hubieron de compartir con las escuadras la fatiga de la caminata, y también el fregoteo de las perolas. Se acampó en Puerto Marín, y al día siguiente en Palas del Rey, que ya pertenece a la provincia de La Coruña. En este Campamento, el componente de la escuadra hispano-americana Luis Medina, de nacionalidad mejicana, dirigió unas palabras a los romeros sobre Méjico que mantuvo la atención de todos.

La siguiente acampada fue en Mellid, y después en Arzúa, donde la lluvia, intensa y pertinaz, ha puesto a prueba el espíritu de los romeros. Sobre sus espaldas, embutidos en el morral, viajan: la ropa, el saco de dormir y hasta el pan nuestro de cada día. El agua, además de haber puesto en remojo todos los elementos citados, ha convertido en un inmenso charco el espacio destinado a montar el Campamento. Oportunamente el Ayuntamiento de Arzúa, puso a disposición de los universitarios el edificio de las escuelas, y así, entre los bancos y bajo los mapas de colorines, pudieron pasar los romeros tranquilamente la noche.

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¡Marchar, marchar; marchar, marchar, sembrando paz y amor...! cantaba la Centuria Romera a su paso por los pueblos gallegos; y las gentes saludaban sonrientes a aquellos muchachos firmes, quemados por el sol y por el viento que, con sus pesados morrales a la espalda, cantaban felices y seguros de sí mismos.

Desde un alto cercano a Labacolla, se empezaron a divisar las torres de la Basílica Compostelana. No hay palabras que puedan expresar la emoción de los romeros al sentir al alcance de la mano, lo que anhelaban conseguir después de treinta días de largas caminatas. La Peregrinación Jacobea de una Centuria del S.E.U., está tocando a su fin.

VII—EN SANTIAGO DE COMPOSTELA.—La marcha sobre Santiago se emprendió sobre las 5 de la tarde, y se marchó sin un solo descanso. Con la frente sudorosa y los brazos doblados tirando de las correas del morral, las Escuadras Universitarias y peregrinas, caminaron metódicamente con paso elástico, bien trabajado ya por tantos días de marcha.

En el pequeño río de Labacolla, cumpliendo un viejo rito de los peregrinos, lavaron simbólicamente sus ropas, y después compitieron en la tradicional carrera del Monte del Gazo, celebrada desde tiempos inmemorables, al fin de la cual, el vencedor, queda nombrado "Rey de la Peregrinación". Venció el montañero granadino Enrique Ibáñez y, ya a la vista de Santiago, quedó proclamado Rey de la Peregrinación.

La gente de Santiago esperaba la peregrinación a las afueras de la ciudad, y con ellos llegó a sus legendarios soportales de piedra. Las viejas losas resonaban bajo las botas claveteadas y bajo los signos cristianos de la Centuria Peregrina. En la Puerta del Perdón, el señor obispo les recibió. Concluida la bienvenida, las Escuadras formaron ante el altar mayor. El banderín, por deseo de todos, lo ostentó a lo largo de toda la entrada el carismático mejicano Luis Medina. Ante el altar, la perfección de aquel ambiente sublime, la encontraron los peregrinos en el silencio, y calladamente; uno a uno, los universitarios fueron abrazando la estatua del Apóstol. El gran objetivo se había cumplido; la Centuria Peregrina había ganado el Jubileo.

Al día siguiente, 25 de julio, llegó a Galicia el Caudillo para hacer la ofrenda al Apóstol. Fue larga la espera, larguísima la ceremonia y sofocante el calor. Los universitarios, con las escuadras intactas, se mantuvieron firmes y sin alteraciones durante la larga espera, más las tres horas largas de la misa y de la ofrenda.

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Después, el Jefe del Estado recibió a los peregrinos en el Ayuntamiento, y el Jefe del Campamento: Jesús López Cancio le hizo entrega de una vieira con la Cruz de-Santiago, idéntica a la de los romeros. Franco, acto seguido, les dedicó una sencilla plática sin vagabundeos retóricos, buscando consignas concretas y aleccionadoras, que llegaron al corazón de los estudiantes. Después les fue saludando uno a uno, con cierta pausa, y dio por terminado el acto.

La noche estaba destinada a cerrar con broche de oro la Fe Jacobea, y se celebró una vigilia en la Basílica Compostelana. Cerrada para el público, se abrió a media noche exclusivamente para los universitarios, y en la cripta, pequeño y singular reflejo de la fe de Europa, los jóvenes peregrinos hicieron sus turnos de vela, mientras desde la ciudad se oían apagadamente las notas de una gaita. Por la mañana, se celebró una Misa de Comunión General, y después de un día de actos y promesas, volvieron cada uno a sus pueblos y ciudades; a sus casas y familias, llenos de recuerdos que, con toda seguridad, les ayudarán a renovar la Fe, o al menos a revivirlos con orgullo, a lo largo de toda su vida,

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ESPAÑA, febrero El dramaturgo Antonio Buero Vallejo obtiene el premio Lope de Vega de teatro por "Historia de una escalera". ROMA, 2 de mayo El Papa Pío XII excomulga a todos los comunistas del mundo y sus simpatizantes. S. FRANCISCO, 15 de abril Se realiza con éxito la prueba del tren español TALGO. MADRID, 3 de julio El Barcelona gana la Copa Latina de fútbol al vencer por 2-1 al Sporting de Lisboa. BARCELONA, 15 de julio El cantante Antonio Machín triunfa en el teatro Romea con "Melodías de color". LISBOA, 22 de octubre Franco se traslada a la capital lusitana para manifestar la cordialidad y la solidez entre los dos pueblos. Es la primera vez que Franco sale al extranjero.

EL TALGO EN ESTADOS UNIDOS En abril se lleva a efecto la prueba oficial del tren articulado que causa sensación. La revista LIFE dedica tres páginas al acontecimiento, afirmando que constituye un avance formidable para el transporte ferroviario de viajeros. Después de explicar con toda claridad que el nombre responde a Tren Articulado Ligero Goico-chea-Oriol, explica la modestia del ingeniero militar autor del invento: ALejandro Goicochea; y Oriol el que financió el invento.

EL PAPA PÍO XII EXCOMULGA A LOS COMUNISTAS El Papa Pío XII, sucesor de Pío XI en 1939, después de realizar importantes esfuerzos para alcanzar la paz y de paliar la suerte de los millares de víctimas de la crisis política y militar que afecta a toda Europa, justo a los diez años de acceder a la silla de San Pedro, firma de su puño y letra la excomunión de todos los comunistas del mundo y de sus simpatizantes.

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LOS AÑOS DIFÍCILES

Con un esfuerzo admirable, y una actitud de trabajo ejemplar, superando enormes dificultades y sacrificios, el pueblo español iba restañando las tremendas heridas ocasionadas por la guerra civil. España había quedado literalmente en ruinas. Su economía, que era modestísima cuando la guerra empezó, había pasado a ser casi tercermundista, y el hambre y la miseria de los primeros tiempos llegó a la gran mayoría de los españoles.

En el año 1946, era noticia de primera plana el Acuerdo del Consejo de Ministros "... de mejorar la calidad del pan y de elevar a 350 gramos la ración diaria"; ... y, en los periódicos de Madrid del 4 de diciembre, podía leerse: "Para la próxima semana, los titulares de las cartillas de racionamiento recibirán el siguiente suministro por persona: 100 gramos de alubias a 0,60 ptas.; 125 gramos de arroz a 0,35 ptas.; 1/4 de litro de aceite a 1,25 ptas.; 200 gramos de azúcar a 1 pta. y 1 kilo de patatas a 1,10 ptas.".

Se hace necesario reflexionar sobre estas informaciones para poder llegar a comprender el grado de dificultades y de pobreza que residía en aquel ambiente. Aquellos hombres y mujeres, saliendo de la ruina y sin ayuda de nadie, más aún, con la enemistad del mundo, se entregaron con tal fe y tal ilusión a su trabajo diario que consiguieron, sólo gracias a ese esfuerzo común, una España Fuerte y Unida.

Éramos realmente muy pobres, pero estábamos llenos de ilusiones y de esperanzas, y al mismo tiempo que se reconstruían las zonas devastadas y se iban apagando rencores (tarea en la que destacó nuestro Frente de Juventudes), se creaba lo que hoy tanto se nombra: el Estado Social; organizando instituciones con planes ambiciosos de Justicia Social, Industrialización, Obras Hidráulicas, Investigaciones Científicas, Colonización, Enseñanza, Vivienda, etc., etc.

España, como el "Ave Fénix", renació de sus cenizas con la generalizada enemistad del mundo, a excepción de la República Argentina, que de forma providencial, nos brindó una generosa ayuda que resultó tan eficaz como oportuna.

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EL TORREÓN DE LOS GALAYOS NUESTRA CUMBRE

Desde que en 1916 fuera descubierto por los montañeros el esbelto y desafiante Torreón de los Galayos en la Sierra de Gredos, fue durante décadas para ellos un objetivo primordial. De él se dijo, en relación con el sin fin de riscos elevadísimos y agujas de piedra que le rodean, que destacaba por su majestuosidad y por la singular belleza de sus formas.

Entre los escaladores de la época reinaba la certeza de su inaccesibilidad, y no era para menos, pues sus lisas y verticales paredes, en formas ortoédricas (de ahí su nombre de "torreón") no dejaban lugar a muchas dudas. Para mayor abundamiento se debe considerar lo incipiente de la técnica de la escalada (fue precisamente en el Torreón donde se colocó por primera vez una clavija por escaladores hispanos); sin embargo, el desafío de su conquista era cada vez más fuerte entre los montañeros, y así el 11 de mayo de 1933, es vencido por los peñalaros Teógenes Díaz y Ricardo Rubio el que habría de ser el último de los grandes riscos que aún quedaban vírgenes en la Sierra de Gredos.

La noticia de su conquista constituyó un desafío entre el reducido grupo de montañeros de entonces, y fueron numerosos los intentos por aquellos que se consideraban suficientemente preparados, de forma que, en el corto espacio de tres años, fueron doce las ascensiones realizadas, cifra muy respetable si, como se ha dicho, se considera el escaso número de escaladores existente antes de nuestra Guerra Civil, lo cual, como para el resto de los demás deportes, imprimió un forzado paréntesis en la actividad montañera, siendo necesarios cuatro años, después de terminada la contienda, para que el Torreón fuese de nuevo ascendido.

Este largo tiempo, junto al épico relato de la primera ascensión y de la nueva vía abierta, publicados ambos por la revista "Peñalara", hicieron del Torreón una cumbre emblemática; algo así como el máximo exponente de dificultad de la escalada en roca, al menos en Castilla, convirtiéndose en leyenda los escaladores que lo habían conquistado.

Obviamente, los montañeros del Frente de Juventudes, que ya habían dejado de ser aprendices, no podían permanecer al margen de este reto, así que en el

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mismo año de su "reapertura", una cordada de la Centuria de Montañeros de Madrid, formada por José Luis y Carlos Armiñán y Emilio Pradillo alcanzan la cumbre el 10 de octubre de 1943; después poco a poco lo van consiguiendo nuevas cordadas de la misma centuria, a medida en que iban encontrándose suficientemente preparados para realizar la aventura.

Estas cordadas lo acordaban y preparaban en secreto y lo anunciaban cuando volvían victoriosos. Hay que anotar que ninguna de ellas volvió derrotada, y que entre 1943 y 1950, fueron 14 las realizadas por montañeros del Frente de Juventudes, frente a un total de 36, lo que representa el 36% de las mismas.

Hasta 1956 en que se disolvió el Frente de Juventudes, fueron numerosas las cordadas que consiguieron llegar a la cumbre y se puede afirmar que ninguno de ellos habrá olvidado la emoción que sintieron al enfrentarse con aquellos negros farallones y trepar por sus listas paredes, dejando un vertiginoso vacío bajo sus pies; ni la enorme satisfacción de abrazar a sus camaradas al pisar su exigua cumbre.

Se han omitido nombres propios, en la imposibilidad de citar a todos los montañeros juveniles de muy distintas provincias y centurias que lo han conseguido.

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ESPAÑA, febrero Se publica la novela de Miguel Delibes EL CAMINO. Nacido en Valladolid en 1920 fue Catedrático de Derecho Mercantil. Ingresó en la Real Academia y obtuvo el Premio Nadal en 1948, y el Premio Miguel de Cervantes de 1955. VALLADOLID, 7 de marzo El Jefe del Estado inaugura oficialmente el tren TALGO que presenta características de rapidez, seguridad y comodidades, obra del inventor Alejandro Goicoe-chea-Omar. BARCELONA, 10 de mayo Se constituye la Sociedad Española de Automóviles de Turismo, S.E.A.T. RÍO DE JANEIRO, 4 de julio España vence a Inglaterra en el estadio de Maracaná con el célebre gol de Zarra, en el campeonato del mundo de fútbol. ESPAÑA, 20 de octubre Se descubren en el Sahara importantes yacimientos de fosfatos.

LA ASAMBLEA DE LA ONU DA MARCHA ATRÁS Con 38 países a favor, 10 en contra y 12 abstenciones, la Asamblea General de la ONU derogó la resolución de 1946, que aconsejaba la retirada de embajadores de Madrid. En la misma asamblea se aprobó también la posibilidad de que España fuera admitida en los organismos internacionales.

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LA DECADA DE LOS 50. FIN DE LA POSGUERRA

Como es sabido, España no disfrutó del Plan Marshall; no había combatido, por lo tanto: no se le debe nada; sin embargo, el Caudillo consigue una cierta amistad con los americanos y como consecuencia, la Asamblea General de la ONU deroga la amarga resolución de 1946 que aconsejaba la retirada de los embajadores de Madrid.

Era la España de Gilda, Antonio Machín, Jorge Negrete, Juan Ramón Jiménez, La Codorniz, el gol de Zarra, los primeros SEAT, el final de la cartilla de racionamiento, etc.

A mediados de la década, el OPUS DEL con sus tecnócratas, europeiza España, desplazando lo que quedaba de la Falange y la autarquía, y comienza con Ullastres, López Rodó, López Bravo, etc., un desarrollo imparable que nos alejará en poco tiempo del subdesarrollo, y en algunos más, colocarnos como una de las grandes potencias industriales del mundo. Era lo que se llamó el milagro español.

La visita del Presidente Eisenhower en 1959 rubrica la amistad con los americanos, y entre ellos y los tecnócratas, consiguen que todos nos olvidemos de la guerra y entremos de lleno en la España del Desarrollo que llega hasta nosotros.

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LA PEREGRINACIÓN DE ASÍS A ROMA POR UNA CENTURIA DEL S.E.U.

Uno de los últimos días del mes de septiembre de 1950, se concentró en Barcelona una Centuria Universitaria del Frente de Juventudes, para asistir a la celebración del Año Santo en Roma. Los estudiantes procedían de la práctica totalida de las universidades españolas. La unidad formada y uniformada, con bandera española al frente, debía recorrer a pie desde Asís a Roma al modo y maneras de los Campamentos Volantes del F. de J. que se venían celebrando en España. La expedición se había estudiado cuidadosamente y, conforme al programa, habían de hacerlo en ocho etapas recorriendo los pueblos y ciudades que aparecen señalados en el dibujo esquemático del itinerario que se incluye más adelante.

Después de ser bendecida la Centuria por el Arzobispo Dr. Modrego, salió con destino a Italia por ferrocarril. Ciertamente resultaba poco prudente recorrer una buena parte de Italia en las condiciones señaladas, a los cinco años de la derrota militar del fascismo y del asesinato de Mussolini. Los que vivimos aquellos años, con una Europa hostil, nos hacemos cruces pensando en el grave riesgo que conllevaba aquel aterrizaje hispano irrumpiendo con uniforme y bandera; o sea, con bombo y platillo, en aquel ambiente presumiblemente adverso.

Se encargó el mando de la Centuria al Jefe del Distrito Universitario de Oviedo: Jesús López Cancio, con experiencia reciente en marchas por etapas, al haber organizado y dirigido dos años antes, con éxito notable, la peregrinación de Roncesvalles a Compostela; el cual lo recibió con cierta preocupación como refleja su propia expresión: "Acepto el encargo por simple pundonor, respondiendo a lo que a todas luces considero imprudente y desatinado".

A partir de este punto voy a limitarme a transcribir el relato impecable de López Cancio, intercalando algunos comentarios de mi propia cosecha.

Y con este antecedente, comienza el relato diciendo: "Hoy sólo diré que, a pesar de mi inicial discrepancia, para ninguno de los romeros fue vana la romería. La cohesión de la Centuria, las pruebas y emociones superadas y vividas por ella, y el mensaje urbano y popular de las ciudades de Francisco y de Pedro,

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son incompatibles con el olvido; antes bien, nos animan, como elevada referencia, a la constante rectificación personal.

I.—EN ASÍS DE SAN FRANCISCO.—Llegamos a Asís con el crepúsculo. Llovía a cántaros en toda la región de la Umbría, que recibió la lluvia con gozo justificado tras una larga y dura sequía. Acampamos en lugar reservado a los peregrinos y nos reconfortamos con una cena frugal. La noche, con los aguaceros, nos trajo una densa oscuridad y un horizonte de alaridos, mixtura de dicterios contra Franco y de vítores a La Pasionaria, La anónima hostilidad nos impuso la precaución de montar una guardia, por si los vociferantes daban la cara.

Al fin todos los romeros pudimos dormir arrullados, eso sí, por los Improperios cada vez más flojos y espaciados.

Dadas mis pesimistas previsiones, el oscuro recibimiento me pareció un suave incidente, salvo que fuese presagio de otros más severos, lo que no descartaba teniendo en cuenta que la marcha estudiantil española coincidía con la semana festiva de L'Unitá, órgano del partido Comunista Italiano.

Al día siguiente, con el alba, se manifestó ante nosotros el alzado poderío y encanto medieval de la ciudad de Francisco, y todo recobró el sentido del cristianismo primitivo, aún latente por la alegre renunciación y entrega —a las personas, animales y cosas— del Santo más identificado con el "Coráis lesu". En Asís, a San Francisco, también llamado el Poverello, lo presentimos, no sólo ante el sepulcro en la Basílica, o leyendo en San Damián el cántico del hermano sol, o visitando la Porciúncula, sino en todos los rincones de la ciudad; como si al doblar una esquina pudiéramos toparnos con él.

Ocupada la mañana en deberes piadosos, regresamos al campamento y, tras el almuerzo, nos sorprendió la llegada clamorosa de casi un centenar de clérigos que, ya desde lejos —sotanas y grandes boinas negras— nos saludaban alborozadamente con gestos y vítores a España. Al principio pensamos que serían españoles, pero no; aquella grata multitud nos traía un mensaje de impresionante emotividad. Eran sacerdotes franceses, en gran número dedicados, en el sur de Francia, a la asistencia religiosa de españoles exiliados. Con ellos habían aprendido rezos y canciones, refranes y consejos de nuestra patria, y se les había encendido en el corazón un amor nuevo que querían, aquel día, compartir con nosotros. Para ello nos incitaron a "tomar Asís", improvisando un fuego de campamento sin fogata, a la luz del sol y en la Plaza; y allá marchamos, con

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ellos y con otros grupos de alemanes, austríacos, italianos y más franceses que se nos unieron. Se cantó de firme y en todos los idiomas, y aquel inolvidable fuego de campamento fue como el vivo ejemplo de una hermosa posibilidad: EUROPA UNA, DIVERSA Y EN PAZ.

II.—ASÍS —DERUTA.—A la mañana siguiente, al despuntar el día, salimos de Asís camino de Deruta. Nuestros primeros pasos, acompasados a la canción juvenil, fueron cautelosos, pero no percibimos ni rastro de oposición al tránsito de la Centuria. Atrás quedaba Asís, trepadora de piedra sobre la ladera de las Rocas Maggiore y Minore, y culminada con las ruinas de una imponente fortaleza. Allí quedaba todo él, transido de luz, que la memoria de Francisco hacía sobrenatural; allí, los templos y las pinturas de Giotto; y las cantadas preces de las Clarisas; y más abajo, la rebelde fidelidad de los barbados capuchinos. Nos alejábamos de aquella maravillosa armonía de espíritu, arte e historia; pero nos sentíamos impulsados por sus fuertes vivencias que, al menos en mí, aún perduran.

A la orilla de la carretera un viejo nos pregunta si somos "tedeschi"; lo hace por justificada curiosidad, pero con reserva. Cuando respondemos que somos "spagnoli", la reserva se convierte en sonrisa y ésta en palabras de franqueza y estímulo, Más tarde, al pasar por delante de una antigua casilla de caminero, la familia que la habita nos ruega que nos detengamos, cortan unas flores de su jardín y las "ragazzas" se las entregan a Onís, el abanderado de aquella jornada. Reanudamos la marcha y me pregunté: qué profunda amistad, qué antigua nostalgia remueve estas espontáneas muestras de afecto que, a nuestra vez, tan íntima y naturalmente agradecemos.

Los pueblos de la zona del itinerario, por remotos motivos bélicos, se hallan casi todos encumbrados, razón por la cual, en el último tramo de la caminata, el paso ha de anteponerse con mayor esfuerzo a la pendiente de acceso. Así nos aproximamos a Deruta, reclinada en lo alto de un otero, a la que se llega por el serpenteante camino que la une a la Vía Tiberina.

El "Piore" de Deruta, P. Verecondo Zuccacci, que ya tenía prevista la acampada en el "Parco della Rimembranza", nos había preparado un recibimiento popular impresionante: desfile entre aplausos; santo Rosario con Exposición del Santísimo y presencia expresa del obispo de Perugia, Monseñor Vianello, que nos bendice y elogia con el templo repleto de feligreses. A la salida, el señor obispo se despide de nosotros, con muestras de paternal afecto y modestia y entra en su pequeño "lancia", que es alzado en volandas por diez peregrinos,

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en tanto que el resto, no sabiendo qué cantarle, entonó el "Adiós con el corazón" que, aparte lo inadecuado de su "pájaro pinto", resultó sorprendentemente oportuno.

Tras la ausencia del Prelado, hubimos de escuchar en la calle el selecto y largo repertorio de buena música que nos dedicó una banda local de treinta y cinco "amateurs", muy aplaudidos por sus convecinos.

En pleno concierto, alguien se acercó al Piore y le musitó unas palabras al oído. Terminada la confidencia, D. Verecondo me suplica que advierta a mi gente para que se hagan los distraídos en tanto que los comunistas concluyan las pegadas de carteles de protesta por el recibimiento que se nos ofrece. Los pegan en las paredes al lado de los previamente fijados por la Democracia Cristiana con frases de bienvenida. Inquiero si se meten con nosotros, y me aclara que es una cuestión interna entre los dos partidos locales. Le aseguro la paz, y curso, por vía jerárquica, las correspondientes instrucciones. Todo terminó con general beneplácito.

Cuando por la mañana, ya desayunados, me hallaba disponiendo con los intendentes asuntos de trastienda, me visitó el párroco con algunos acólitos en un patinejo en el que habíamos instalado la cocina. Quería despedirse de nosotros, y yo le agradecí, en nombre de la Centuria, la generosidad de su acogida y el ánimo romero que nos habían infundido en ella. En esto estábamos platicando cordialísimamente, cuando irrumpieron en el lugar, saludando airadamente con el puño en alto, un grupo insolente que me hizo prever una inevitable confrontación violenta en legítima defensa. Se produjo el consiguiente guirigay entre las encontradas comisiones, hasta el punto en el que el Piore, a voz en cuello, dirigiéndose al "capo", le increpó por su obstinada reincidencia. —"Ayer con los carteles y ahora con esta indelicadeza". Y con la misma, abarcó con su brazo derecho la espalda del bronco y lo arrastró, con su gente, al exterior del local. Pasados no más de tres minutos volvieron todos ellos acompasados y, a indicación de con Verecondo, nos desearon unánimes todo género de venturas en nuestra peregrinación a Roma. Por aquellas fechas aún no conocíamos la célebre novela D. Camilo —de Giovanni Guareschi— y sus personajes. Más adelante comprendí que a D. Camilo y a Pepone los había conocido, en Deruta, en carne mortal.

III.—DERUTA-TODI.—Antes de narraros lo ocurrido en esta ciudad, quiero manifestar mi contento por tener la oportunidad de exaltar, en todo un rosario gozo-

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so de anécdotas, las cualidades buenas de Italia, pueblo muy próximo y querido de los españoles. Pero al mismo tiempo, siento la necesidad de decir que cuando España se vio inmersa en doloroso guerra civil por la supervivencia, la tragedia se contó, con elogios y vituperios, por un mundo en cuya entraña germinaba ya la negra semilla de su propia conflagración. De nuestra sangrienta discordia, todos conocieron lo épico y lo abyecto, lo brillante y lo tenebroso, aunque los testigos describieron más lo que quisieron ver que la patente realidad que tuvieron a la vista, adjudicando así, caprichosamente, "alcázares" y "paracuellos", según sus prejuicios. Pero lo triste del caso es que, pese a que inmediatamente a la terminación de nuestra contienda, se inició una guerra universal de más de seis años de duración que ocasionó, fría y cruelmente exterminados, millones de muertos no combatientes, pareció que en el mundo no hubiera más victimario que el español, ni más crueldades que las nuestras por fratricidas. Pues bien, es oportuno decir aquí y ahora, que en Europa, por aquellas calendas, hubo, no sólo ocultas guerras civiles, sino degradantes y sangrientas represalias de las que fueron autores o cómplices quienes luego exhibieron laureles y palomas. Es necesario decir esto a los lectores jóvenes para que no vivan como españoles culpables, en un mundo de presuntos ¡nocentes.

Regresemos a las filas de la Centuria Romera que sale de Deruta caminando hacia Todi, alternando canciones, rezos, cuchufletas y silencios marciales subrayados por el ritmo de las pisadas. Durante mi interludio, asumió el mando el subjefe, Carlos García-Mauriño, y los rezos, por grupos, fueron dirigidos, como siempre, por el capellán P. Gómez Acebo, y por los seminaristas José Manuel Estepa y Jorge Mencías.

Cruzamos con el llano: Casalina, Ripablanca, Collepepe y Estación-Todi, y enseguida se nos presentó el tramo empinado hasta la ciudad, que vive sobre un pasado etrusco, visible aún en sus murallas, y símbolo de un pretérito belicoso e inquieto, hasta un inmisericorde castigo que les Infligió César Borgia, vencedor desde una contraria parcialidad a la de Todi.

Ya estamos a las puertas de la población. Una patrulla de "scouts" nos orienta por las calles y nos guía hasta la Catedral. Pasamos por delante de la sede del Partido Comunista de Italia: su bandera roja pendía del mástil sobre nuestras cabezas, pero no se hallaba izada en honor del Año Santo, sino proclamando su propia fiesta.

Penetramos reverentes en el "Duomo" con el propósito de cantar la Salve ante la imagen de la Patrono local. Nuestros pasos —a tacón levantado— resuenan

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contra nuestra voluntad bajo la amplia oquedad de las bóvedas. Llegamos ante las grades del altar mayor. La iglesia, que creíamos solitaria, se inunda con las notas vibrantes del órgano interpretando el himno nacional español. Nos embargó un estremecimiento con aquella inesperada y maravillosa ofrenda musical que escuchamos más petrificados que respetuosos. En el presbiterio se alzó la figura del Prelado —cuya presencia no habíamos advertido— quien, tras hacerse el silencio, leyó en castellano unas expresivas frases de bienvenida, a las que añadió el ofrecimiento del Seminario como albergue durante nuestra estancia. Cantada la Salve, el Obispo nos bendijo, y luego abrazó a cuantos besamos su anillo.

Ya en charla informal, se desveló el secreto: El "milagro" se debía a cuatro monjas —tres españolas y una sarda de ancestros hispano-catalanes—. Cuatro ángeles buenos que se confabularon para brindarnos aquel recibimiento en español, y resguardarnos de la persistente lluvia, tan venturosa para las ubérrimas tierras de la Umbría, pero una pesadilla de nuestra intemperie. Se sentían felices con una presencia que les traía el hálito de un hogar común, que tres de ellas añoraban, y cuyo extrañamiento ofrecían al Señor como sacrificio. Les regocijaba pensar en la ingenua picardía con que habían complicado a Monseñor J. M. Santís en aquella hermosa acogida.

Al día siguiente descansamos en Todi, e invitamos al Señor Obispo y a las monjitas a compartir con nosotros el almuerzo, consistente en una paella valenciana. Nuestra invitación fue aceptada por el prelado y sus colaboradoras, que fueron autorizadas a compartir la mesa con los estudiantes y a dejarse servir por ellos. Tuvimos mucha fortuna: el arroz no salió apelmazado, sino en su punto, con el grano suelto y jugoso. Tanto gustó nuestro plato regional que Monseñor pidió la receta para sus seminaristas y recriminó con humor a las hermanas no haberle hecho degustar antes un arroz tan exquisito.

Terminada la Ingestión, leí unas cuartillas con unas expresiones vertidas al italiano, de ofrecimiento gratitud y simpatía hacia nuestros invitados. Le gustaron mucho al señor Obispo, y siempre supuse que, más que por su contenido e inspiración, fue por el asombro que le causó haberlas entendido, fruto de mis previos ensayos fonéticos. Visiblemente emocionado se levantó y, abrazándome, me propinó un par de ósculos que sorprendieron a mis celtibéricos subordinados no habituados a la costumbre italiana. Las fulminantes miradas de los más cosmopolitas contuvieron en el resto la convulsión hilarante. Lo digo en fino para que se imagine la situación.

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Por la tarde, nos dispersamos durante unas horas, siguiendo cada uno sus particulares intereses y preferencias. Destaco para la ocasión, una que tenía entonces muy caliente relación con la historia contemporánea de España. Algunos peregrinos habían descubierto una lápida mural en honor de los combatientes de la ciudad caídos en nuestra reciente guerra civil. Una voluntad ahistórica o retrógrada, había intentado borrar los nombres allí escritos. ¿Por qué? La nómina aquella era una mínima parte del millonario sacrificio, en vidas, de Italia. ¿Deben olvidarse todas porque no les sonrió la victoria? ¿Han de avergonzarse también, de ellos, sus madres? El cambio ideológico del Estado de ninguna forma justifica el desentendimiento oficial de ese luctuoso censo.

IV.—TODI-ACQUASPARTA.—Después del día de descanso en Todi, al salir renovados hacia Acquasparta decidimos cumplir un acto de desagravio sencillo y cristiano: Al pasar por delante de la lápida nos detuvimos, depositamos ante ella un manojo de flores y rezamos un responso. Pensamos también en los españoles que perdieron sus vidas en tierras italianas, y luego partimos en silencio.

Ahora, al revisar estos recuerdos personales, afirmo que, siendo legítima la subjetividad en la interpretación de los datos y acontecimientos históricos, es ruin empeño acomodar el pasado —con silencios, tergiversaciones o falsedades— a los intereses parciales del presente; lo que resulta a fin de cuentas ocultar o falsear nuestro verdadero pasado y convertirnos en bastardos.

La marcha, algo más corta, discurrió sin contratiempos por la Vía Tiberina atravesando la estación de Massa-Montana hasta el pueblo de Acquasparta, donde el Padre Cherubino, rector de los Padres Franciscanos, puso a nuestra disposición el campo de deportes de la fundación para montar el campamento.

V—ACQUASPARTA-NARNI.—Continuamos la caminata hacia Narni. Después de atravesar el pueblo de Sangemini, de dejar a nuestra derecha el pueblo de Terni, y de vencer dos kilómetros de fuerte subida, cruzamos este núcleo industrioso en el momento en que las sirenas fabriles anunciaban, con su vocerío mecánico, el cambio de turno laboral. Los obreros se detenían a nuestro paso, expectantes desde las aceras, viéndonos transitar por la calzada en dos largas filas, penitentes y marciales. Las miradas de sus rostros inmediatos estaban apagados..., de lejanía. En segundo plano, algunos con la faz crispada, alzaban su puño sectario. El color de nuestras canciones discurrió sobre el hilo de aquel

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silencio hostil. Me acordé entonces, de mis convivencias campamentales: Riaño, Pola de Gordón..., con los aprendices de la siderurgia y la minería asturiana, en la que cuestionábamos la lucha de clases como arma adecuada en la unánime aspiración de justicia social; apuntábamos la unidad nacional y la virtud patriótica como superadoras de parcialidades y localismos provincianos; y volvíamos a la reflexión de los valores religiosos y morales del cristianismo en el compartido empeño de restaurar el respeto a la dignidad personal del hombre y fomentar la solidaridad. Inolvidable aquel chaval —líder natural donde los haya— que, tras veinte días de campamento en fraterna convivencia, se despidió de mí, cordial, concluyente y jactancioso, con estas palabras: "Bueno, cuando vengan los míos, ya sabes dónde tienes un amigo de los de verdad". Pude tomar el gesto como evidencia de nuestro fracaso, pero al estimar la frontal actitud polémica que había mantenido previamente, sin merma de su simpática campechanía, lo acepté, con un abrazo, como prenda de comprensión y tolerancia; como síntoma esperanzador de aproximación de las dos medias Españas que entrambos habíamos heredado. Nuestro "pacto" fue aplaudido con sinceridad y divertida jarana por los cerca de mil jóvenes obreros asistentes al Campamento. Hablo, por supuesto, de un tiempo lejano, limpio e inolvidable.

En Narni, aquella jornada nos dejó un poso de amargura y malos augurios. Cuarenta y cuatro años después de tal día, fracasadas las revoluciones marxis-tas —no derrotadas— y desvanecida su mística en el corazón y la mente de tanta gente; decaído el fervor religioso en tantas almas, y en plena marea de liberación de egoísmos, me pregunto si seremos capaces de coincidir ahora, en la formulación de proyectos sugestivos de vida en común; de dirimir sin discordias los conflictos sociales, y de participar en los resultados con equitativos criterios de justicia. El don de paz no se alcanzará si la disposición de satisfacer las ajenas necesidades, no se colma y, sobre todo, la necesidad de amor. Mis temores se basan en la consideración de quienes no viven en la historia, y son absorbidos por un presente voraz y excluyente; y también porque veo a las minorías dirigentes más atentas a la agresividad de sus dardos que a la clara muestra de sus posibles dianas.

VI.—NARNI-MAGLIANO SABINO.—Continuamos la marcha romera hacia Magliano Sabino atravesando los pueblos de Vigne y Frangeline, donde llegamos, como siempre, después de una fuerte subida. Allí pude confirmar la proyección hispánica de esta pequeña geografía nuestra tan rica en historia y potencialidades. Os contaré por qué: al iniciar la ascensión de la empinada

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carretera que une a Magliano con la Vía Flaminla, divisamos allá arriba, en la cornisa urbana sobre el valle, a un grupo situado tras la balaustrada de una terraza que, enarbolando una bandera, nos hacía señales de saludo. Pronto identificamos la enseña nacional mejicana, y la contestamos emocionada-mente tremolando nuestra bicolor, sin pararnos a considerar el alejamiento diplomático de ambos estados, y respondiendo sólo a los Impulsos sintónicos populares de ambas naciones.

Al coronar la dura pendiente, negros como tizones y sudorosos, nos salió al paso el grupo, efectivamente mejicano; se trataba de una treintena de sacerdotes y seminaristas de la joven congregación de Misioneros del Espíritu Santo, que descansaban en una residencia suya, allí situada. El rector: Carlos Duarte, nos rogó que instalásemos nuestro Campamento en la zona de recreo de su finca; invitación que aceptamos con sumo grado, para después de la visita a Magliano.

En el pueblo, una multitud de vecinos nos acompañó, con palmoteos y expresiones orales de contento, hasta el templo parroquial, a cuya puerta nos recibió el Priore Don Guido Trombetta. Allí cantamos la Salve en homenaje a Nuestra Señora, y regresamos —seguidos por los vecinos— hasta el lugar en que montamos las carpas. Luego nos dispersamos por la ciudad, en la que todos recibimos una acogida cordialísima. Quienes entraron en bares y cafeterías, lo hicieron sin atender a la bandería política de sus propietarios y clientelas. Recibidos en unos establecimientos con grandes manifestaciones de bienvenida, lo fueron en otros con sorpresa, pronto transformada en afectuosa hospitalidad. Con las "ragazas" no hubo distingos ni dificultad de trato; y con los jóvenes se jugó un jaleado partido de baloncesto, cuyo resultado interesó menos que el hecho de haberse celebrado.

A la hora de retreta, nos reunimos con los Misioneros para rezar juntos las oraciones vespertinas, pero antes, acompañados de acordeón y guitarra, hicimos un exhaustivo recorrido por el folklore común de ambas orillas, en un ambiente de alegre reencuentro entre hermanos de la gran familia hispánica.

Por la noche, en Magliano, ya Iniciado el sueño, oímos el cántico furtivo del Cara al Sol, suave como un suspiro fantasmal, y lleno de emocionantes yerros literales. Atribuimos el anónimo homenaje a antiguos combatientes de nuestra Guerra. Nos impresionó entonces, y aún hoy, con su recuerdo, me llega un retorno de dulce melancolía.

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VII—MAGLIANO-SABINO-PIAN PARADISO.—Seguimos andando; esta vez Vía Flaminia adelante, camino de Pian Paradiso. Desde Frangellini dejamos en seguida la Umbría y entramos en el Lazio. Volvemos a encontrarnos con el Tiber, y todo presagia nuestro acercamiento a la Ciudad Eterna. Después de atravesar Borgheto y la aldea de Prataroni llegamos a Pian Paradiso, y en este lugar, a una institución, de la que hablaremos más adelante, donde acampamos.

El cristianismo es un acontecimiento histórico de manifiesta trascendencia social; pero, sobre todo, es una revelación religiosa personal que nos instala en la fe de Cristo; fe que se enriquece con la reflexión racional, la oración y la caridad, y que por la gracia, nos transforma.

Hombre de fe por excelencia, Don Giulio Penitenti era el fundador de una congregación a la que imbuía un nuevo estilo y motivación apostólica: misionar en países cristianos y promotor de la unidad de los seguidores de Cristo. Lo conocimos dirigiendo su propio seminario en una finca cercana a Pian Paradiso que para tal fin le habían donado. En el parque que circundaba la casa —con profusión de esculturas paganas— hicimos nuestra acampada. Don Giulio nos acogió bondadosamente y nos habló de sus propósitos en un italiano fluido, comprensible para nosotros gracias a sus ademanes y visajes, y a su transparente y luminosa mirada, mensajera de amistad y de un gran entusiasmo sereno exento de fanatismo. Parecía, por su alegre sencillez, reencarnación de San Francisco y, por su capacidad comunicadora, beneficiario de un singular Pentecostés. Su afecto nos transmitió una impagable sensación de paz.

Para Don Giulio no existía el misterio y conocía muy bien la dificultad, pero estaba dispuesto a afrontarla adecuada y alegremente. No se arredraba, porque con seguridad había leído la promesa jacobea: "El que endereza a un pecador del error de su camino salvará su alma de la muerte, y cubrirá multitud de pecados".

El mundo occidental pasa hoy por una aguda y extensa crisis de certezas que puede confundir la positiva actitud de diálogo y tolerancia desvirtuándola hacia una demoledora transigencia ante el crimen, la corrupción y el error objetivo. Harán falta muchos émulos de Penitenti para conservar nuestra identidad moral y cultural. Ojalá contemos con ellos.

VIII.—PIAN PARADISO-MORLUPO.—Cubrimos esta etapa sin eventos, después de visitar en Rignano las catacumbas de Santa Teodora, que se remontan al

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siglo IV, y llegamos al pueblo de Morlupo, donde acampamos en el jardín de un convento de clérigos teatinos de fundación española. El lugar de acampada era algo accidentado, y hubimos de padecer escasez de agua. El rector del convento Padre Linares fue el que nos atendió, y allí levantamos el campamento antes de la última etapa.

IX.—MORLUPO-ROMA.—Volvemos a marchar sobre la Vía Flaminia hacia Roma. Es la última etapa; la marcha peregrina transcurre sin incidentes a través de todos los pueblos señalados en el itinerario gráfico. La distancia a recorrer es de las más largas, pero nos compensó que en vez de montar el campamento en el lugar para peregrinos del Campo de San Marco, nos instalamos en el convento de los extintos Capellanes del Rey, adjunto a la romana iglesia de Montserrat, en la Vía Giulia.

Estoy de acuerdo con quienes opinan que esta vía romana es el más vivo exponente del "instante renacentista" de la ciudad, entre la Roma romántica medieval y la barroca.

El convento era a la sazón residencia de sacerdotes españoles dedicados ocasionalmente a estudios especializados superiores. La dirigía Maximino Romero, años más tarde Obispo de Ávila y, de regreso a Roma, responsable de un Dicas-terio vaticano. Con él, Federico Sopeña, Cosío y varios futuros prelados de la Iglesia nueva de España, fueron los principales promotores del cambio postconciliar en nuestra patria. La frecuentaban el poeta y filósofo José María Valverde, caballero en "vespa", y otros notables cuyos nombres lamento haber olvidado.

Pues bien, allí nos alojamos por disposición del embajador Ruiz Jiménez y al cuidado del cónsul Ponce de León, administrador de la Obra Pía de España, propietaria del edificio; allí convivimos en grata compañía de los curas y con la prórroga penitencial de dormir sobre el santo suelo. La casa tenía un patio interior porticado que, con la anuencia de nuestros anfitriones, convertimos en "Plaza de Armas" y Pieza de Intendencia. En ella comíamos y celebrábamos los rituales de izar y arriar la bandera nacional, seguidos por la curiosidad del vecindario de los pisos superiores, entre los que se contaba un distinguido edil del PCI. Desde aquel centro español se irradiaban nuestras salidas romanas, individuales y corporativas, iniciamos éstas para cumplir los requisitos y obtener los beneficios del Año Jubilar. Visitamos con tal objeto San Pedro y las otras tres basílicas y, por particular devoción hispana, las iglesias de Jesús y Santa María de la Victoria, vinculadas a la memoria de íñigo de Loyola y Teresa de Ávila, respectivamente.

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Nuestra actividad política se limitó a la asistencia de la Centuria, especialmente invitada, a la Embajada de España ante el Vaticano con ocasión de la recepción del 12 de octubre; una amigdalitis me impidió asistir y hubo de presidir la representación el Subjefe de la Centuria, Carlos García-Mauriño.

Cuando no salía la Centuria en Unidad, lo hacían libremente sus peregrinos, dispersándose a estímulos de su propio interés, personal o de grupo; pero, sin proponérselo, se concentraban por doquier, de suerte que, dada su movilidad y caracterización jacobea, parecían llegados a Roma en multitud.

Recuerdo la conversación que oí, sin escuchar, a dos universitarios hispalenses que, por azar, descendían tras de mí por la rampa helicoidal del Museo Vaticano. Era un momento pletórico de un gentío variopinto, con gran variedad de hábitos religiosos y trajes regionales, y un guirigay de idiomas ininteligibles del que se destacó este breve y magnífico diálogo: "¡Qué gente más rara hay aquí!" —Contestación—: ¿Rara? ¿Pero tú te has fijado, hijo de mi arma, la pinta que llevamos los dos, dentro de esta barahúnda, en calzón corto, "añora", y con esta almeha corgá der cuello?"

Al confluir la diáspora romera hacia Vía Giulia, algunos peregrinos recalaban en una "trattoría" próxima a Montserrat —que hasta los monjes tienen sus horas de parleta y refectorio— y en ella, animados por moderadas libaciones, pujaban entre sí entonando el repertorio profano del cancionero regional español, Solía animar el cotarro un virtuoso acordeonista de la representación canaria de la Centuria. Las reuniones discurrían con general alborozo y fugaces nostalgias turnantes.

En Castelgandolfo se produjo el encuentro final ante el papa, junto a un grupo importante de obreros procedentes de Játiva. Una sucesión ininterrumpida de gritos y aplausos conmovió visiblemente al Santo Padre, que permanecía sonriente y casi perplejo. La Centuria Universitaria gritaba: ¡España por el Papa!; y el grupo de obreros a su vez: ¡Obreros españoles por el Papa! Qué hermosa coincidencia resulta al cabo de los años y qué auténticos los sentimientos expresados ante él por aquella cohorte de obreros y universitarios españoles, pues en la juventud primaba todavía el valor del servicio y en la empresa laboral la invocación al entendimiento de sus elementos esenciales, con repudio de la lucha de clases y también del paternalismo, hurtador hipócrita de la debida justicia social.

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Roma fue un sueño reiterativo de mi adolescencia. Se hizo realidad al aceptar la

encomienda de la Centuria Universitaria. Volví luego tres veces a la Ciudad Eterna; pero fue aquella primera vez cuando descubrí las múltiples Romas que se funden, sin desaparecer, en la Roma-madre, semilla de Occidente. La que salvó para nosotros —con sus legiones, lengua y derecho— la cultura helénica y, más tarde, propició la expansión del cristianismo.

Gracias —o pese— al emperador Constantino y al Papa Julio, percibí allí la catolicidad de la Iglesia, como antes en Asís había percibido la huella de su santidad. Advertí que el monumentalismo y el asombro ante las artes cimeras, no ensombrecen la memoria de los pobres judíos Pedro y Pablo, martirizados por su fe en el Hombre de Transparencias Divinas, que los ganó por amistad, y revelación; a uno y a otro, respectivamente.

Dije al comienzo de este anecdotario que la Centuria con la que peregriné el Camino de Santiago, era como una pequeña Iglesia itinerante; otro tanto podría decir de la que caminó a Roma en romería y, de entrambas, predicar que fueron éstas micro-Españas andariegas, los exponentes de la intrínseca variedad regional y lanzada unidad de nuestra patria, fraguada en los siglos creativos de su historia. Conflictiva en los tiempos de desorientación y desaliento, y de nuevo fuerte en las horas de máximo dolor y riesgo. Pero, en todo caso: Amenazada siempre. El pulso de España latía en aquellas Escuadras y en cada uno de sus militantes. Todos vibraban, con un sentimiento original e instruido, ante los problemas de su pueblo y ante el problema de la Patria misma; sentimiento que se resolvía con voluntad unánime de aprendizaje y servicio, para que el ideal fuese motor de ideas bien fundamentadas, sin perderse en delirios utópicos. Pero amaban la poesía, que es "Don, encuentro y hallazgo por gracia", sin que ello supusiera marginar el estudio —ejercicio del pensamiento—, ni la filosofía, que "es busca; requerimiento guiado por un método". Y así se constituyeron en hombres cabales y enteros, ejercitándose en el verso y en el teorema, mientras caminaban juntos. Fueron un grupo minoritario, pero digno representante de la anónima y excelsa generación que, con su trabajo y confianza en el futuro, creó la textura social que generó en España la confianza en nosotros mismos, símbolo de la paz profunda que aún perdura.

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MEDIO SIGLO CUMPLE MI CENTURIA

ACAMPADOS AL PIE DE LAS MONTAÑAS COMPARTIMOS LA POÉTICA UTOPÍA DE DEVOLVER A NUESTRA VIEJA ESPAÑA (BIS) LA GLORIA Y LA GRANDEZA DE OTROS DÍAS

TAN SÓLO INALCANZABLES OBJETIVOS ENGENDRAN LOS GRANDES IDEALES Y ES POR LO QUE MIENTRAS ESTEMOS VIVOS UNIDOS SEGUIREMOS COMO ANTES (BIS)

MEDIO SIGLO CUMPLE MI CENTURIA SU PRESENCIA HA MARCADO MI VIDA SON MIS CIEN CAMARADAS CIEN HERMANOS Y ENTRE TODOS FORMAMOS UNA FAMILIA UNIDA

MEDIO SIGLO CUMPLE MI CENTURIA ¡CELEBREMOS ESTE ACONTECIMIENTO! ENTONANDO NUESTRAS VIEJAS CANCIONES OTRA VEZ LAS QUE APRENDIMOS EN EL CAMPAMENTO.

Letra y música: Mario Tecglen

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EPÍLOGO En 1950 se culminó el gran relevo generacional: Los "niños de la guerra" formados

en las Centurias Juveniles, se habían enfrentado con profesiones, trabajos, amores... y todo lo que conlleva la mayoría de edad y su inmersión en la "Gran Noria" de la vida.

¿Qué ha sido de nosotros? Bueno, pues de forma general, creo que podemos presentar un balance positivo; aquellas unidades juveniles han aportado a nuestra sociedad: sacerdotes, misioneros, militares (desde suboficiales a generales), marinos, médicos, ingenieros, arquitectos, hombres de leyes, veterinarios, pintores, directores de teatro, aparejadores, radiotelegrafistas, practicantes, empleados de banca, escayolistas, torneros, etc., y creo que es el momento de declarar, como hecho histórico que, con este cartel de grandes profesionales, nunca fuimos requeridos para ocupar cargos en la Administración. De los miles de nombramientos de altos cargos, o sea: ministros, subsecretarios y directores generales, que se produjeron durante el mandato de Franco, no llegan a diez los que militaron en las Centurias Juveniles; y es sabido que lo consiguieron por méritos propios.

Ciertamente, no fuimos nunca monárquicos, pero tampoco republicanos. Ante nuestros anhelos de conseguir una España Nueva, Fuerte y Unida, la verdad es que la forma de gobierno era sólo una cuestión adjetiva. Nuestro Jorge Jorda-na, en una reciente conferencia, hace una impecable exposición sobre este trascendental asunto, que por su interés histórico transcribo literalmente: "En 1953, en una audiencia que tuve con el Jefe del Estado, Franco me preguntó por qué los universitarios falangistas no éramos monárquicos. Le dije que lo mismo se nos podía preguntar que por qué no éramos republicanos. Expuse mis criterios sobre una y otra forma de gobierno, desde el punto de vista del Derecho Político, y dije, entre otras cosas, que la Monarquía era una tradición y, como toda tradición, una costumbre. Que el pueblo debía aceptar la Monarquía como se acepta el paisaje, la autoridad del padre o la obediencia a la autoridad legítima, pero que, en España, al haberse roto la tradición monárquica en 1931, y haber adoptado los partidarios del Conde de Barcelona una actitud contraria a los fundamentos del régimen, la Restauración Monárquica podría encontrar muchas dificultades. Y, sobre todo, insistí, hay que meditar cuál va a ser la forma de gobierno de España el día que el propio Franco faltara. Me dijo el Generalísimo —y tenía toda la razón— que él, como consecuencia de los acontecimientos internado-

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nales y de las nuevas exigencias sociales y económicas de España, había tenido que cambiar de opinión en muchas cosas no esenciales. Pero siempre había sido constante en afirmar que la culminación del Estado nacido del Alzamiento sería la Monarquía. Se tratará siempre de una instauración legitimada en persona de la familia que tradicionalmente reinó en España, para lo que habrá de encontrarse la justificación jurídica en las leyes del propio Estado Nacional".

Felizmente así ha sido, y como sigue diciendo Jordana: "Muchos que no eran monárquicos se hicieron juancaristas primero, y después monárquicos sinceros por considerar que la Monarquía asegura la unidad de España y su futuro, mejor que cualquier otra forma de Estado", Y termina: "Entre estos reconvertidos me encuentro yo". Y también entre estos reconvertidos, me atrevo a afirmar, que estamos la mayoría de los que a lo largo y ancho de nuestra Patria formamos aquella gran familia soñadora que fue el Frente de Juventudes.

No podemos olvidar que aprendimos a amar a España como una Unidad de Destino en lo Universal, frase de ajustada belleza que resulta cada día más actual; aunque hoy, al cabo de los años, puede que fuera más adecuado —y pido perdón por la osadía— decir: "La Hispanidad es una Unidad de Destino en lo Universal", pues es ella realmente la que marca pautas de conducta y estilo acordes con nuestros conceptos de: fe, familia, costumbres, lenguaje, música..., que nos son notoriamente comunes, y nos convierten en La Gran Familia Hispana que somos.

Sobre aquel importante movimiento social de nuestra juventud se ha escrito poco, y es constatable que vamos muriendo, o envejeciendo demasiado. La intención, por tanto, de dejar un modesto testimonio de aquellas Centurias Juveniles, Campamentos Volantes, Escaladas y Peregrinaciones es lo que me ha impulsado a recopilar todos estos relatos, dibujos, canciones y viejas fotografías, lo que ha sido posible gracias a las colaboraciones reseñadas, y a las aportaciones de muchos viejos camaradas, de los que sólo las más destacadas figuras en la contraportada de este modesto trabajo. Si entre todos lo hemos conseguido: "Bendito sea Dios".

A continuación, y como anejo a estas crónicas, me ha parecido que podría resultar un buen complemento incluir una canción muy celebrada dedicada a la conmemoración del "medio siglo" de nuestras centurias, más tres relatos intrínsecamente deportivos de los montañeros juveniles de la primera generación, para lo cual he seleccionado: una escalada, una travesía y una ascensión, que me han parecido los más interesantes.

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CAMPAMENTO DE RIAÑO

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El Piz Badile está situado en los Alpes de la Engadina, Val de Bondesca (Suiza); y su pared norte, con sus novecientos metros de verticalidad, terriblemente provocativos, constituyen un baluarte granítico formado por una gigantesca sucesión de placas y lisuras que fue considerado como inaccesible por las más destacadas figuras del alpinismo mundial, hasta que el gran Ricardo Cassini rompe el mito y consigue la cumbre, después de realizar tres vivacs de subida y uno de bajada, En el quinto día, sus compañeros de cordada Moltoni y Valsechi mueren de agotamiento.

Diez años transcurren, con intentos frustrados y vidas perdidas, hasta que en 1948 otro gran alpinista, Gastón Rebuffat, consigue la cumbre en tres días con dos vivacs de subida.

Más tarde, es otro gran alpinista, Walter Bonnati, el que en su libro "Mis montañas" narra con prosa brillante las grandes dificultades de la pared, sus extraordinarias lisuras y sus largos tramos sin retirada posible, ratificando los relatos de Rebuffat, en los que afirma que en ningún momento la dificultad de la escalada baja del 5.° grado.

En el verano de 1966 los Guías de Alta Montaña del Frente de Juventudes y miembros del Grupo Nacional de Alta Montaña: Miguel Ángel Herrero y César Pérez de Tudela emprendieron su primer viaje con la ilusión de conquistar para el alpinismo español esta importante cumbre; sin embargo, una sucesión de tempestades y ante el riesgo de morir congelados, les hizo desistir y hubieron de tomar camino de vuelta sin atacar su codiciada pared, para lo que habían viajado miles de kilómetros.

El espíritu de persistencia de esta cordada vuelve a situarles de nuevo ante la imponente pared, y un día del mes de julio de 1967, ante las favorables condiciones climatológicas que se presentan, cambian impresiones y deciden dormir sólo una hora para comenzar el ataque hacia la cumbre.

Son las dos de la madrugada del día 16 de julio, hora prevista como idónea para cruzar el glaciar con el hielo en las mejores condiciones. Tardan dos horas en superarlo y nuestra cordada contacta con la mole granítica que, con las sombras de la noche y sus 900 m. de verticalidad, se alza imponente, como una fantasía inconquistable.

Nuestras montañeros juveniles se miran en silencio y sin más preámbulo comienzan el ataque relevándose cada cien metros para no caer en el agotamiento. La

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LA CARA NORTE DEL PIZ BADILE (ALPES SUIZOS)

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pared se presenta monótona: subir y subir; subir sin descanso, trecho tras trecho; placa tras placa, sintiendo el vacío; llegando al límite del desequilibrio. César avanza sin encontrar una simple cornisa para detenerse a descansar. ¿Habrá extraviado la ruta? ¿Estará perdido y sin posibilidad de retorno? Todo se presenta absolutamente liso, salvo una pequeña fisura que le parece una ruta suicida. Había que tomar decisiones rápidas y así lo hace aferrándose al pequeño labio de piedra, y separándose metro a metro del "Maestro", que le grita: ¡César no te separes tanto!, Imperativamente sigue avanzando con la imposibilidad de clavar una clavija entre ambos y con el convencimiento de que una caída de 30 m„ que le separan de su compañero, supondría un tirón difícil de soportar. A los pocos metros, llenos de alegría, llegan a la ansiada cornisa del vivac. Son las siete de la tarde y se encuentran a tres mil metros de altura, con 600 m. de pared de conquistados y dispuestos a dormir literalmente cosidos a la roca, precisamente en el mismo lugar en que el legendario Ricardo Cassini realizó su tercer vivac.

Amanece radiante el 17 de julio cuando, a las 7 de la mañana, nuestros cama-radas continúan el ataque hacia la cumbre; la emoción va en aumento: placas lisas y extraplomos se suceden. El esfuerzo se administra con auténtica tacañería para llegar fuertes hasta el final. Por fin, a las doce del día, la cumbre del Piz Badile era conquistada por una cordada de españoles formados en el Frente de Juventudes. La emoción es enorme y después de abrazarse y rezar dando gracias a Dios, inician el descenso por la vertiente italiana hacia el refugio Ganetti.

No terminan aquí las emociones de nuestros camaradas, ya que en el refugio, enterados por los observadores de que la cordada española estaba coronando con éxito la extenuante cara norte, se reunieron y esperaron a Miguel Ángel y César con botellas de vino y champán para abrazarles y celebrar con ellos el éxito obtenido.

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1.a TRAVESÍA INVERNAL DE LOS PICOS DE EUROPA.

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LOS Picos de Europa, como es bien sabido, son montañas diferentes a cualquier otro macizo español. Sus picos son claros, arrogantes, verticales, luminosos..., ofreciendo un formidable contraste con el cinturón, verde agresivo, que les rodea y del que parecen emerger. Su vista, desde cualquier punto de su entorno, es siempre impresionante.

Era y es muy fácil, por tanto, enamorarse de ellos: soñarlos cubiertos de nieve, aire puro y cielo azul, entre cumbres de color gris con grandes manchas anaranjadas. Así, los hermanos Artemio R. y Ángel Macedo con Félix Méndez, montañeros juveniles, se propusieron la hazaña, sin precedente, de atravesarlos por su Macizo Central en pleno invierno.

Ilusionados con la idea, los hermanos Macedo llevaban largo tiempo tomando datos y buscando información, pero como nadie les podía informar sobre lo desconocido, los inviernos anteriores, o sea los años 1952 y 1953, se adentraron en el macizo desde Áliva y obtuvieron datos y observaciones directas, además de realizar dos primeras invernales al pico Tesorero y a la Torre de los Horcados Rojos.

Por fin, en febrero de 1954, acompañados por Félix Méndez, acometieron la travesía del macizo, con la intención de subir además al Naranjo de Bulnes.

Salieron hacia Áliva desde Espinama la mañana del 28 de febrero para dormir en el refugio de la Dirección General de Turismo, al que llegaron después de encontrar mucha nieve por el camino.

Al día siguiente, muy de mañana, partieron desde Áliva, con buen tiempo, hacia la Horcadilla de Covarrobres; ya en la divisoria de los Hoyos Engrós, les empezó a llover, transformándose en nieve antes de llegar a la Collada de los Horcados Rojos, en la que se les echó encima la niebla; así que nevando y con intenso frío, iniciaron el descenso hacia el Jou de los Boches. La visibilidad era muy escasa, lo que les obligó a atravesar la Cornisa de los Urrieles con mucho cuidado y los esquís al hombro hasta salvarla; después se los calzaron, y ello les permitió deslizarse, por el Jou de los Boches y el Jou sin Terra, hasta la Garganta. Allí, prudentemente, sustituyeron los esquís por los crampones, para salvar una peligrosa pared de hielo y, una vez superada, consiguieron llegar a la Vega de Urriello, que se encuentra justo debajo del Naranjo de Bulnes. Eran las ocho de la noche y no fueron capaces de encontrar el refugio, así que decidieron montar la tienda y pasar allí la noche.

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El "primus" ronroneaba como un gato mientras prepararon una cena frugal; después sólo nieve y más nieve cayendo sobre la tienda durante toda la noche, lo que les obligó a permanecer pendientes, golpeando los faldones, para evitar que el peso acumulado de la nieve la derrumbara.

Al fin les amaneció, y después de tomar un poco de leche caliente salieron a la caza y captura del refugio, que encontraron en seguida, así que se instalaron en él y esperaron a que se deslizara, monótono y triste, aquel día 2 de marzo, rodeados por un temporal de nieve con fuerte ventisca. Al día siguiente amaneció Igual, sin embargo salieron hacia la Canal de la Celada para echar un vistazo a la cara sur del Naranjo. Las paredes, cubiertas de hielo y escarcha, lo hacían Impracticable. Defraudados ante la imposibilidad de acometer la escalada, regresaron al refugio con un tiempo cada vez peor.

El siguiente día, el 4 de marzo, amaneció completamente cerrado, aún así salieron hacia Bulnes orientándose a punta de brújula, haciendo y rehaciendo el peligroso camino. De esta forma y con bastante riesgo, consiguieron llegar a la Canal de Camburero, muy difícil de reconocer, pues la nieve acumulada había llegado a cubrir las ruinas del antiguo refugio de Camburero. Al enfilar la Canal, Félix Méndez pisó sobre una grieta y se hundió hasta el cuello; Ángel Macedo, que acudió en su ayuda, se hundió también muy cerca de él, y Roberto, que es el que quedaba, logró sacarlos con reflexión, trabajo y la ayuda del piolet.

A la mitad de la canal, advirtieron la amenaza de una inminente avalancha que les hizo reflexionar, pero deciden continuar aceptando el riesgo; la aventura, inherente a la difícil travesía, está con ellos.

Descienden desencordados y con bastante separación, la nieve se acumula alrededor de los crapones formando unos zuecos de más de diez centímetros de espesor, lo que dificulta la marcha. La temida avalancha se produce, pero la suerte hace que se detenga en los restos de otra anterior. Por fin, después de cuarenta minutos, alcanzan el Jou Bajo. En él ya se respira, así que se reúnen y continúan hasta Bulnes por la Canal de Balcosín. En esta última etapa abrir huellas es penosísimo; las piernas se hunden hasta la rodilla y, de vez en cuando, hasta la cadera. Avanzan en zlg zag para salvar las dificultades que se presentan a cada paso, y cuando al final de la Canal los crapones se hunen en la tierra húmeda, sienten la dulce sensación de haber llegado.

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En Bulnes los nativos les miran atónitos. No existía precedente de que nadie llegara hasta ellos en pleno invierno bajando por Camburero. Encontraron hospedaje en un pajar con goteras propiedad de Don Rafael un robusto anciano alegre y locuaz que les cedió su casa para calentarse y secarla ropa en la chimenea.

A la mañana siguiente amanece como siempre: nieve húmeda, niebla y frío. Se despiden de los amables vecinos de Bulnes y parten hacia Puente Poncebos.

Por el ancho sendero, tres montañeros juveniles caminan entre la niebla. Sus siluetas se van difuminando hasta desaparecer. Han conseguido realizar su sueño de atravesar en invierno el Macizo Central de los Picos de Europa desde Espinama, en Cantabria, a Puente Poncebos en Asturias. El mito de inaccesibilidad invernal ya es solamente una leyenda.

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En el oriente africano, entre el lago Victoria y el océano índico, se encuentran las tres montañas más altas del continente: Ruwenzori, Kenia y Kilimanjaro. El Kilimanjaro, mundialmente famoso a través del libro de Ernest Hemingway, surge de entre las selvas tropicales y las sabanas con sus 6.000 m. de altura y su cumbre amplia y achatada. El alemán Hans Meyer en 1889 fue el primero en coronarlo cuando Tanganika, hoy Tanzania, era una colonia alemana. Cerca de la cumbre, se encuentra, muy visiblemente, una placa dorada citando la efeméride.

Hoy, para un viejo montañero como yo, representaba un reto importante y ya, cerca de los 70 años, no podía dejar pasar más tiempo sin intentar su conquista. ¿Por qué este reto? No lo sé. La montaña ya es sabido que es como una cárcel, que al que entra le resulta muy difícil salir, así que lo que empezó en simple deseo, fue tomando cuerpo dentro de mi mente hasta convertirse en obsesión. Conseguí contagiar en el empeño a dos grandes amigos, 25 años más jóvenes que yo, fuertes y grandes deportistas, aunque sin historial de montaña, con los que llenos de ilusión proyectamos y pusimos en práctica la aventura.

Recién llegados al aeropuerto Kilimanjaro en Arusha (Tanzania), nos sorprendió la pérdida total del equipaje con todo el material, lo que nos obligó a dedicar un día entero a recorrer y observar el país, percibiendo su enorme pobreza, su vida increíblemente primitiva, sus pésimas carreteras sin apenas automóviles, pero llenas de gente que va y viene por los arcenes, siempre cargados con grandes bultos en la cabeza o colgados de los brazos. Ni un solo animal de carga o de tiro; ni un solo carro; sólo ellos kilómetros y kilómetros con la carga sobre su cuerpo. Era domingo y con atuendos festivos se mostraban a nuestros ojos, jóvenes (no se ven viejos), y guapos, dejando bien patente que aceptan su forma primitiva de vida con dignidad y alegría, sin que advirtiéramos el menor asomo de envidia o resentimiento hacia los afortunados blancos que de vez en cuando les visitamos. "¡Yambo papa!" era la forma respetuosa con que me daban cada mañana los buenos días.

Recuperado a tiempo el equipaje, comenzamos la ascensión el lunes 26 de septiembre, día de San Cosme y San Damián. Llevábamos un guía, jefe de la expedición, más otro guía, varios porteadores y un cocinero. El guía-jefe era Harold, un hombre noble y bueno del que he recibido tanta consideración y atenciones que nunca podré olvidar; y mi porteador era Philip, un negro alto y delgado de ojos enormes. Comenzamos a ascender en Marango, a la entrada del Parque Natural, por un camino amplio a través de un bosque frondoso lleno

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LA ASCENSIÓN AL KILIMANJARO DE UN VIEJO MONTAÑERO. MARIO TECGLEN

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de monos y pájaros, que chillaban y piaban continuamente. El día era precioso y contra lo que pudiera imaginarse, no se veían ni moscas ni mosquitos ni insectos, así que el camino, aunque cuesta arriba, resultaba muy gratificante.

Yo ascendía con mi morralito en el que llevaba sólo agua, frutos secos, una linterna y un forro polar por si hiciera frío. Mi porteador Philip llevaba mi gran morral con todo el equipo y además, colgando de los brazos, otro gran morral con comida. No me sentía bien con un pequeño morral, oyendo a mi lado jadear a Philip con una incómoda carga, así que, aún considerando la diferencia de edad, me sentí solidariamente obligado a ayudarle, e hice que me cediera un gran repollo que pude encajar en mi morralito. Aprecié en su cara el agradecimiento y después, en su expresiva mirada, un sentimiento de amistad que me compensó del esfuerzo.

Hacia las cinco de la tarde, después de cinco horas de ascensión, llegamos al refugio Mandara, que se asienta sobre una meseta entre grandes árboles a 2.700 m. de altura. Está formado por varias edificaciones de madera en forma de cabana, para alojar un gran comedor, cocina y servicios; más diez o doce cabañitas, también de madera y de alzado triangular que alberga cada una cuatro camas. El pequeño poblado resulta de buen gusto y muy integrado en el paisaje circundante.

Nuestro guía Harold nos sirvió una cena, extraña a nuestro paladar, pero suficiente, y nos retiramos a nuestras cabañas a cantar un ratito con mi ukelele, que rejuvenece, relaja e invita al sueño.

Comenzó la segunda jornada el martes 27 a las ocho de la mañana por caminos muy claros, y cruzándonos con otras caravanas de montañeros y turistas de distintas nacionalidades. Hacia las dos de la tarde llegamos al Refugio Horom-bo situado a unos 3.700 m. de altura. Los grandes árboles habían cedido, y el paisaje se tornaba más alpino. Las edificaciones de madera, en clase y número, eran y son muy semejantes a las del Mandara, pero ya a primera hora de la tarde el termómetro andaba cerca de los cero grados.

Cenamos muy tempranito e hicimos una especie de "fuego de campamento" con nuestro propio equipo local. Dos de ellos sabían algo de música y nos enseñaron dos canciones tanzanas, una de ellas dedicada al Kilimanjaro que aprendimos y coreamos todos juntos, consiguiendo cierta calidad musical.

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Este acercamiento cultural, en medio de docenas de jóvenes de múltiples nacionalidades, resultó al menos atípico; y nunca llegaremos a saber si aquellos jóvenes consideraron más civilizados a nuestros negros o más primitivos a nosotros los españoles; lo que sí apreciamos en nuestros ayudantes negros fue un claro sentimiento de especial simpatía hacia nosotros, que se prolongó durante toda nuestra estancia.

A la mañana siguiente partimos temprano hacia el refugio Kibo, que no era como los otros; un destartalado barracón militar albergaba varias docenas de literas, y a su alrededor se encontraban además unos pequeños barracones para cocina, albergue de porteadores y servicios.

El conjunto está situado a 4.800 m. de altura, bajo la amplia cima del Kilimanjaro, justamente debajo de la punta GILMANS, una de las dos cumbres del emblemático monte. Ya es corriente en él, que una parte de los candidatos sientan el mal de altura, el cual se concreta en un fuerte dolor de cabeza con vómitos y taquicardia.

Ya se había hablado largo y tendido de la necesidad de acometer la ascensión con una marcha muy lenta, y en ello estábamos, por lo que la conocida fábula de "La Liebre y la Tortuga" representaba nuestra particular filosofía para conseguir la cumbre. La marcha lenta, por tanto, era un imperativo aceptado por todos desde el mismo planteamiento de la expedición.

Nos acostamos muy temprano después de una cena ligera, para levantarnos a las 12 1/2 h. de la noche y comenzar la ascensión a la una en punto. Durante la noche se le había presentado a uno de mis compañeros el mal de altura con la totalidad de los síntomas expuestos; le aconsejamos que en aquellas condiciones no debía comenzar, pero parecía que había cedido y nos afirmó su deseo de intentarlo. Salimos pues, los tres, con dos guías: linternas en la cabeza, fila india y marcha lenta, más aún teniendo en cuenta la precaria situación de uno de los compañeros. Los alpinistas le llamamos a esta marcha lenta "paso de los 5.000".

Había transcurrido quizá la primera hora, cuando precisamente el que había manifestado síntomas de mal de altura, se quejó de la lentitud con que ascendíamos. Yo le recordé nuestros planteamientos, las limitaciones cordiales que por mi edad tenía que asumir, y también mi firme intención de "hacer cumbre" sin preocuparme el tiempo, pero a la vez les afirmé que no quería entorpecer una

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marcha más rápida y más acorde con su edad y posibilidades; asi que mis dos compañeros, o sea, las dos liebres, partieron más deprisa con uno de los guias y yo, la vieja tortuga, continué al mismo ritmo con el otro guía.

Prosiguió la lucha hacia la cima, yo me sentía contento y con fuerza. Es allí cuando el montañero, confiado en sí mismo, vive y experimenta la grandiosa sensación de lucha que compensa y redime; y ambos, mi guía Harold y yo, continuamos así, alzándonos sobre la altura, mientras las luces del amanecer comenzaban a perfilar nuestras sombras peregrinas.

Todavía con las linternas encendidas se acercaron descendiendo hacia nosotros mis dos compañeros con su guía: han decidido desistir; encuentran la ascensión peligrosamente agotadora —una nueva versión de la liebre y la tortuga—, y además les han informado de que al final hay que superar una pirámide rocosa, casi vertical, que entraña una pequeña escalada con unos riesgos inherentes que no desean asumir. Acepto con pena y con rabia el desenlace, nos despedimos y continuamos.

Ya en pleno día, la pendiente aumenta, la altura dificulta cada vez más la respiración, y la fatiga llega a hacerse insoportable. La confianza en mis propias fuerzas sufre un duro golpe y necesito echar mano de toda mi voluntad para seguir avanzando. Los pasos son cada vez más cortos, puede que no lleguen ni a 20 cm.; por si fuera poco, se hace necesario incrementar el esfuerzo cuando al atravesar las pedreras hay que acelerar la marcha para atenuar los inevitables desplazamientos hacia abajo junto a las piedras. Voy sintiendo en todo mi organismo la llegada, paradójicamente dulce, del agotamiento; disminuyo aún más la marcha, pero sigo... sigo más y más.

En estas condiciones nos vamos acercando lentamente a la cumbre. El último trozo resulta para mí, pobre viejo alpinista, especialmente dramático: de pronto me invade un agotamiento total, y le confieso a mi buen negro Harold mi necesidad de descanso "I can't more" (no puedo más); mi guía amigo me anima, a la vez que me prepara un lecho entre piedras pequeñas y me ayuda a tenderme. Siento cómo antes de caer ya estoy soñando cosas dulces, y pierdo totalmente la noción del tiempo. La temperatura está muy por debajo de los cero grados, porque el agua del morral está hecha un bloque, así que supongo que Harold sólo me ha permitido soñar unos minutos, cuando me despierta para continuar. Me incorporo levemente restablecido, y ello me confiere renovados ánimos para conseguir la cumbre, así que sigo, casi como un autómata,

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con la obsesión respiratoria: tres aspiraciones y tres expiraciones. Buscaba letras y ritmos que no recuerdo y subo, subo... subo horas y horas. Al fin llegamos a la nieve, a la que parecía que no íbamos a llegar nunca, y después, al poco tiempo, se plantea ante nosotros la pirámide rocosa. Ello me anima; había que escalar con agarres claros y con los pies bien colocados. La roca está en perfectas condiciones y los pasos son fáciles, aunque quizá llegara alguno al tercer grado de dificultad. No me preocupan: lo he hecho muchas veces. Una vez superados unos 40 m. de escalada sencilla, alcanzamos la cumbre. Habíamos conseguido la punta Gilmans. Sin embargo, el punto más alto de la montaña es el otro, el Uhuru Peak, unos cuantos metros más alto, pero bastante alejado, aunque sin grandes desniveles. Debería ser la una de la tarde y ni había tiempo ni había posibilidades físicas para continuar.

La cumbre nos ofrece un enorme cráter. Abajo, al sur, una enorme extensión, aparentemente llana: la sabana, donde se ubican las grandes reservas de animales. Al oeste, continúa la cumbre hasta el Urhu Peak (la otra cumbre). Al este y norte, brilla con fuerza un enorme y reluciente glaciar, detrás de un gran nevero, que se pierde en el horizonte. Con todo este panorama, más la tremenda emoción de haber llegado, me arrodillé, y con lágrimas en los ojos le di gracias a Dios.

Bastaron unos momentos de reflexión, y después de firmar en el libro, de hacernos las fotografías de rigor y de tomar el poco de té caliente que nos quedaba, comenzamos el descenso.

Aprovechando las pedreras descendimos en poco tiempo, aunque ello me costó sangrar por las uñas de los dedos gordos, y llegamos al refugio Kibo, hacia las cuatro de la tarde. Un negro grandote se acercó a felicitarme diciendo: "The oldest and the strongest" —El más viejo y el más fuerte—, a la vez que nos informaba que los dos compañeros, hacia las once de la mañana, habían proseguido hacia el refugio Horombo. No tuve más remedio que pensar que hubiera sido de mide haberles necesitado; sin embargo, después de tomar un zumo de naranja y más té caliente, seguimos hacia el Horombo, al que llegamos alrededor de las once de la noche, después de veintidós horas de esfuerzo continuo.

El descenso hasta abajo lo hube de conllevar con el dolor que me causaba la lesión de mis dedos gordos, que continuaban sangrando, más mi gran cansancio acumulado. Mis compañeros, en buena forma física, siempre fueron por delante a cierta distancia; parecían no acabar de comprender mis

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PUNTA GILMANS DEL KILIMANJAKO

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limitaciones, y además dejaban traslucir cierto despecho por un triunfo que no esperaban. La vuelta, sin contratiempos, pero sin que pudieran disimular el disgusto de su fracaso, la efectuamos felizmente, y todos volvimos a casa en buenas condiciones físicas.

Es cierto que los que padecemos esta especie de pasión por la montaña, parece que nos gusta sentir asfixia, sufrir el esfuerzo hasta el límite del agotamiento..., como si fuéramos víctimas de un extraño masoquismo misterioso que sólo nos compensa, como en este caso, la íntima y poco comprendida satisfacción de haber podido pisar las legendarias nieves del Kilimanjaro.

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EL KILIMANJARO DESDE LA SABANA

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ÍNDICE:

Partitura de Montañas Nevadas ........................................................................... 3 Prólogo ................................................................................................................. 7 Entorno histórico de 1939 ..................................................................................... 16

El final de la guerra en Madrid .......................................................................... 18 La dura posguerra. La O.J................................................................................. 22

Flechas alpinos, Montañeros y Centurias ............................................................. 28 Entorno histórico de 1940 ..................................................................................... 30

La dura posguerra. La vida diaria. Mi alistamiento en los Montañeros........................................................................................................ 32

Morral y Canción, con libro de misa ...................................................................... 36 Roberto Cuñat y Joaquín Villegas ........................................................................ 38 Los maestros Peñalaros........................................................................................ 40 El Padre Candela .................................................................................................. 44 Soneto a los viejos Montañeros Juveniles ............................................................ 46 Entorno histórico de 1941 .................................................................................... 50

La División Azul.................................................................................................. 52 Los Albergues de Invierno en RuizSenén ............................................................ 58 Anecdotario: La Coneja y las manzanas ............................................................... 64 Entorno histórico de 1942 ..................................................................................... 66

"La Codorniz" .................................................................................................... 67 El Campamento de la Peñota ............................................................................... 68 Carta del P. Zabala ............................................................................................... 72 La expedición al Valle de Aosta ........................................................................... 74 El Centenerio de la Ia ascensión al Aneto por montañeros del F. deJ..................................................................................................................... 78 Entorno histórico de 1943 ..................................................................................... 80

Posselok y Krasny-Bor ....................................................................................... 81 Las Centurias Juveniles madrileñas...................................................................... 82 Los Campamentos Volantes ................................................................................. 88 Anecdotario: Los trenes de la sierra ..................................................................... 92 Entorno histórico de 1944 ..................................................................................... 94

El intento de invasión comunista por los Pirineos ............................................ 95 El Campamento Volante "Sancho el Fuerte"......................................................... 96 Partitura "Cubre tu pecho" ..................................................................................... 99 Anecdotario: La bota malaya .................................................................................102

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Entorno histórico de 1945 .....................................................................................104 El final de la II Guerra Mundial ..........................................................................105

El Albergue Juvenil del Puerto de Navacerrada ...................................................106 Entorno histórico de 1946 .....................................................................................110

La manifestación de la Plaza de Oriente ..........................................................111 Misa sobre el Naranjo de Buhes ..........................................................................114 Entorno histórico de 1947 .....................................................................................120

La gran ayuda de Perón a España....................................................................121 La escalada del Roque Nublo ...............................................................................122 Entorno histórico de 1948 .....................................................................................132

La Cultura Española en la posguerra ...............................................................133 Los Juegos Olímpicos de Invierno de 1948 .........................................................136 La Peregrinación Jacobea de una centuria del S.E.U...........................................142 Entorno histórico de 1949 .....................................................................................158

Los años difíciles ...............................................................................................159 El Torreón de los Galayos .....................................................................................160 Entorno histórico de 1950 .....................................................................................164

La década de los 50. Fin de la posguerra ........................................................165 La Peregrinación de ASÍS a Roma por una centuria del S.E.U ............................166 Partitura. Medio siglo cumple mi centuria .............................................................192 Epílogo......................................................................., ..........................................193 La cara norte del Piz Badile (Alpes Suizos) ..........................................................196 Ia Travesía Invernal de los Picos de Europa ........................................................199 La ascensión al Kilimanjaro de un viejo montañero. Mario Tecglen .......................................................................................................204

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Mario Tecglen, 1999 Agedime, S, L. - Editorial Mediterráneo, 1999 Diego

de León, 39 (28006 Madrid)

1999

Preimpresión: Safekat, S, L. Papel: Torraspapel, S. A. Impresión: Artes Gráficas Gaez, S. A. Encuademación: Abedul, S. A.

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