La Laicidad Uruguaya y el Desafío del Siglo XXI final

110
La Laicidad Uruguaya Y EL DESAFÍO DEL SIGLO XXI ULISES GASTÓN PIOLI

Transcript of La Laicidad Uruguaya y el Desafío del Siglo XXI final

  • La Laicidad

    Uruguaya

    Y EL DESAFO DEL SIGLO XXI

    ULISES GASTN PIOLI

  • iii

    Contenido

    Prlogo .................................................................................................................... 1

    Presentacin ............................................................................................................ 3

    Captulo 1. Factores que incidieron en la consolidacin de la laicidad ................... 13

    El pensamiento y la accin artiguista ............................................................................................. 13

    El debate constituyente de 1830 ..................................................................................................... 19

    La realidad del pas luego de la independencia ............................................................................. 20

    La influencia garibaldina ............................................................................................................... 28

    Las vertientes religiosas y espirituales de la poca ........................................................................ 29

    El movimiento de los jvenes racionalistas .................................................................................... 34

    El papel fundamental de Jos Pedro Varela .................................................................................. 36

    El aporte modernizador de los inmigrantes ................................................................................... 45

    La impronta batllista ...................................................................................................................... 48

    Los actos legislativos y administrativos que pavimentaron el camino .......................................... 54

    Captulo 2. El modelo uruguayo ............................................................................ 57

    Generalidades ................................................................................................................................. 57

    La laicidad constitucional .............................................................................................................. 58

    Visin comparativa con otras realidades ....................................................................................... 60

    La compatibilidad entre laicismo y laicidad .................................................................................. 63

    El laicismo y la identidad nacional ................................................................................................. 64

    Intentos para reducir la influencia del laicismo ............................................................................. 66

    El laicismo de manifiesto una vez ms ........................................................................................... 68

    Captulo 3. Pilares que la sustentan ....................................................................... 69

    Libertad de conciencia ................................................................................................................... 69

    Libertad de expresin ..................................................................................................................... 74

    La tolerancia, esa sabia y dulce dama ............................................................................................ 75

    Captulo 4. Enemigos que la acechan .................................................................... 79

    Generalidades ................................................................................................................................. 79

    Origen del fundamentalismo .......................................................................................................... 80

    El fundamentalismo islmico ......................................................................................................... 81

    Otras formas del fanatismo fundamentalista ................................................................................. 85

    Captulo 5. El gran desafo: rescatar a la Educacin Pblica ................................. 87

    Conclusiones .......................................................................................................... 99

    Bibliografa consultada ......................................................................................... 103

  • La cuestin est entre la libertad y el despotismo

    Jos Artigas

    Ser libre no es solamente desatarse las propias cadenas

    sino vivir de una forma que respete

    y mejore la libertad de los dems Nelson Mandela

    La civilizacin es una carrera entre la educacin y la catstrofe

    Herbert George Wells

  • 1

    PRLOGO

    Uruguay es un pas laico desde hace casi un siglo, y todos los uruguayos de hoy, ms all de las creencias individuales que cada uno tiene derecho a

    tener o a no tener, hemos crecido al amparo de ese mbito de libertad,

    igualdad y tolerancia que nos han llevado a reverenciar estos valores como

    parte de nuestra identidad nacional.

    Nuestros credos, cualesquiera fueren o la ausencia de ellos, no han sido

    obstculo para que podamos disfrutar de los beneficios de una convivencia

    social sin presiones sobre nuestra conciencia o la de nuestro prjimo.

    En este trabajo nos referiremos a la gnesis y al proceso de consolidacin

    de la laicidad que comenz en 1861 y culmin ms de medio siglo despus,

    en 1918. Escudriaremos sus caractersticas principales y, subrayando la

    importancia que tiene para el modo de ser de los uruguayos, veremos los

    pilares que la sustentan.

    Procuraremos tambin alertar sobre los potenciales enemigos que la

    acechan. Porque, como la vida no es un lecho de rosas, nuestra sociedad y

    la laicidad han sufrido las vicisitudes propias del paso del tiempo y hay

    muchas cosas para hacer si queremos preservar lo conquistado.

    Haremos especial hincapi en el desafo ms importante que tenemos a esta

    altura del siglo XXI: la urgente adecuacin de nuestra Educacin Pblica a

    las necesidades del presente partiendo de la laicidad, que sigue siendo la

    mejor herramienta para asegurar un trato equitativo a todos los ciudadanos.

    Entre la documentacin revisada y otros materiales consultados destacamos

    el clsico libro de Arturo Ardao1 sobre Racionalismo y Liberalismo en el

    Uruguay, editado hace ms de cincuenta aos, con su cuidadoso inventario

    sobre la evolucin del pensamiento en la segunda mitad del siglo XIX.

    Tambin el mucho ms reciente trabajo colectivo de Gerardo Caetano2 y

    otros, titulado El Uruguay Laico, Matrices y Revisiones, de abril de 2013, que procura auscultar hasta donde el laicismo y la laicidad han

    dejado huellas indelebles y cunto puede haber de mito en su valoracin.

    Deseamos tambin mencionar el completo trabajo, que profundiza sobre la

    figura de Jos Pedro Varela y su obra, realizado por el Esc. Jaime

    1 (1912-2003), Filsofo e historiador del pensamiento uruguayo.

    2 (1958-) Historiador y politlogo.

  • 2

    Monestier3 con el ttulo de El Combate Laico que ofrece abundante

    documentacin la cual recomendamos a quien pretenda ahondar sobre la

    obra del gran reformador.

    Todo ello, sin perjuicio del resto de la bibliografa, fundamentalmente

    historiogrfica, que fuimos leyendo a lo largo del tiempo y consultado

    especficamente para este trabajo, como lo consignamos al final del ensayo.

    Nuestro trabajo no pretende aportar originalidades, porque es mucho y de

    muy buena calidad lo publicado hasta ahora sobre la laicidad y su

    influencia en nuestro comportamiento como nacin.

    Pero abrigamos la esperanza de contribuir con este modesto aporte a

    mantener viva la llama de una antorcha que, a pesar de los embates del

    tiempo transcurrido, ha acompaado en el camino hasta nuestros das a

    tantas generaciones de uruguayos.

    3 (1925- ) Escribano y escritor de ficcin, quien obtuviera en 1992 con El Combate Laico el

    Premio Ensayo Histrico del Ministerio de Educacin y Cultura.

  • 3

    PRESENTACIN

    Adems de los ribetes histricos, necesarios para contextualizarlo, este ensayo tendr un enfoque poltico, en el ms alto sentido del trmino,

    porque todo lo relacionado con la libertad, incluyendo la laicidad, es

    bsicamente de raz poltica.

    Si bien no podemos evitar la influencia de nuestras convicciones liberales y

    contrarias a los dogmatismos, procuraremos por todos los medios mantener

    la objetividad en el tratamiento de la temtica.

    Este aporte tendr tambin inevitablemente una cuota de emotividad,

    porque nos referimos a valores que integran nuestra matriz nacional, los

    que pretendemos recordar y mantener vivos.

    Como, en su sentido etimolgico, recordar proviene de re-cordis, que

    significa volver a pasar por el corazn, nuestras opiniones reflejarn no solo nuestro pensamiento sino tambin nuestros sentimientos y emociones.

    La laicidad, al igual que la propia identidad nacional con la que se fue

    forjando en paralelo, estuvo influida por una variedad de factores

    interactuantes pero existi un hilo conductor que las marc a fuego a

    ambas: el amor de los uruguayos por la libertad.

    El mismo que nos legaron los primeros pobladores indgenas de estas

    tierras, y luego los gauchos, interpretado magnficamente desde los

    comienzos de la patria por el pensamiento y la lucha de Jos Artigas4.

    Esa fuerza inicial fue armoniosamente complementada con la apertura del

    pas hacia el exterior, que permiti el ingreso sin restricciones de un fuerte

    flujo migratorio y de nuevas corrientes de pensamiento, provenientes

    fundamentalmente de Europa y de los EE.UU., que ayudaron a modelar ese

    espritu libertario con ideas de avanzada.

    La nacin uruguaya, una comunidad espiritual, como sola definirla con admiracin y cario Wilson Ferreira Aldunate

    5, conjuga, en su

    funcionamiento como tal, tres valores que fueron consolidndose

    paulatinamente con el paso del tiempo, a partir de la gesta artiguista, y hoy

    4 (1764-1850) Militar, estadista y mximo prcer uruguayo. Conductor de la nacin oriental en

    el xodo (1812), recibi en vida el reconocimiento como Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres. 5 (1919-1988) Diputado, Senador, Ministro, candidato a la Presidencia y lder del Partido

    Nacional hasta su fallecimiento en 1988. Trabaj, con su prestigio personal, para garantizarle con su Partido la gobernabilidad al primer gobierno luego de la restauracin democrtica.

  • 4

    se entrelazan y retroalimentan para conformarla, fortalecerla y protegerla:

    la libertad, el republicanismo y la laicidad.

    La contundente y atinada afirmacin de Ferreira se alinea con el

    pensamiento del maestro del Derecho Constitucional uruguayo, Justino

    Jimnez de Archaga6 --para mucho simplemente Justino--, quien en su

    Panorama Institucional del Uruguay a mediados del Siglo XX 7 haba

    incluido una definicin de lo que para l representaba la prctica del

    Derecho Constitucional en el pas y a modo de sntesis expresaba que

    Nuestro pas es una comunidad en la que imperan las ideas de igualdad y libertad en su concepcin ms depurada. Esto es visible en las leyes

    tanto como en la realidad social.

    El Uruguay ha sido efectivamente, desde sus inicios, una comunidad de

    hombres y mujeres donde, desde muy temprano en su historia, fueron

    sembradas las semillas de la libertad, la igualdad y la tolerancia, que

    primero nos fortalecieron puertas adentro y luego hicieron germinar nuestra

    imagen, de pequeo gran pas, hacia el exterior.

    Luego, y en buena medida por influencia de la escuela laica, fuimos

    formados desde nios en la bsqueda de la verdad por medio de la razn,

    sin apartarnos de la tolerancia hacia las ideas y las verdades de los otros

    La verdad que encontremos ser siempre subjetiva, es decir nuestra, contingente y relativa, en tanto puede ser cambiada en el curso del tiempo,

    porque la bsqueda de la Verdad, incluyendo las grandes y permanentes

    interrogantes de los seres humanos, que sin dudas constituye un esfuerzo

    dinmico y cotidiano desde los orgenes de la humanidad, ha sido y ser

    siempre una tarea inconclusa.

    Nuestra laicidad ha constituido un modelo y un ejemplo para la regin en

    que estamos insertos. Porque muy distinto hubiera sido alcanzarla en una

    sociedad sajona que hacerlo, en una enmarcada por una influencia religiosa

    tan enraizada, como lo ha sido y lo sigue siendo hasta nuestros das, al

    menos para nuestros vecinos de comarca, la de la Iglesia Catlica Romana.

    Lo nuestro fue una suerte de milagro laico, si es posible combinar ambos trminos que pareceran contradictorios, y en el trascurso del presente

    ensayo, trataremos de explicar por qu.

    6 (1910-1983) El constitucionalista uruguayo ms reconocido, corredactor de la Declaracin

    Universal de los Derechos Humanos, Presidente de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos y Decano de la Facultad de Humanidades. 7 Publicado en 1949 en la Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administracin, dirigida por el

    procesalista y ex Decano de la Facultad de Derecho Eduardo J. Couture (1904-1956),

  • 5

    El Uruguay tuvo algunos exponentes estelares en el camino de la libertad

    de conciencia hacia la laicidad. Ya desde muy temprano, en los

    campamentos artiguistas del Ayu, donde, fuimos nacin antes de ser un

    Estado, el prcer comenz su lucha por esa libertad civil y religiosa en toda su extensin imaginable que plasm como una de las condiciones para el pacto interprovincial en las clebres Instrucciones del Ao XIII.

    Medio siglo despus aparecera en la incipiente historia nacional la figura

    de Jos Pedro Varela Berro8. Este hijo de dos familias patricias dedic casi

    toda su corta vida, tempranamente malograda, a fortalecer el papel

    imprescindible que la educacin popular debe tener en el proceso de

    defensa y jerarquizacin de la libertad del hombre.

    Junto a l entr en escena una notable generacin, integrada entre otros por

    Prudencio Vzquez y Vega9, Jos Batlle y Ordez

    10 y los jvenes

    firmantes de la Profesin de Fe Racionalista11

    , la mayora de quienes

    tendran importante participacin en la vida intelectual, acadmica y

    poltica de la Repblica.

    Arturo Ardao seala con precisin que La separacin de la Iglesia y el

    Estado la empez a agitar por primera vez en el pas Jos Pedro Varela a

    mediados de la dcada del sesenta (y) su primera importante

    fundamentacin doctrinaria la hizo Carlos Mara Ramrez12

    en 1871, en

    sus conferencias de la ctedra de Derecho Constitucional, defendiendo la

    clsica frmula de Cavour: la Iglesia libre en el Estado libre13.

    En la vereda de enfrente, alineados en las filas del pensamiento

    conservador que defenda los postulados de la Iglesia Catlica y

    particularmente de la corriente ultramontana, se alistaron otros intelectuales

    de fuste quienes, ms all de las diferencias ideolgicas, le dieron brillo a

    los debates. Cabe mencionar, entre los ms destacados, a Juan Zorrilla de

    8 (1845-1979) Intelectual, periodista y poltico de Uruguay, reformador de la Educacin e

    inspirador del laicismo y la laicidad en el pas; personaje central de este trabajo. 9 (1855-1882) Filsofo inspirador del espiritualismo uruguayo y opositor al positivismo.

    10 (1856-1929) Poltico, lder del Partido Colorado y periodista, Presidente de la Repblica por

    dos perodos: 1903 - 1907 y 1911 - 1915. Considerado el inspirador del Uruguay moderno. 11

    Suscrita el 9 de julio y publicada el 14 de julio de 1872 en el Club Universitario con la firma de Justino Jimnez de Archaga, Carlos Mara de Pena, Alberto Nin, Carlos Mara Ramrez, Gregorio Prez,, Tefilo Daz, Jos Mara Perell, Juan Gil, Enrique Lavia, Carlos Gradan, Luis A. Reggio, Pablo De Mara, Anselmo E. Dupont, Luis Gil, Juan Carlos Blanco, Luis Piera, Duvimioso Terra, Antonio Carvalho Lerena, Eduardo Acevedo Daz, Luis Fosse, Daniel J. Donovan, Gonzalo Ramrez, Luis E. Pieiro, Jos Pedro Ramrez y Juan J. Archaga. 12

    (1847-1898) Legislador, periodista, ensayista y narrador nacido en Brasil, co-fundador del Club Universitario, devenido en Ateneo de Montevideo y co-firmante de la Profesin de Fe Racionalista. 13

    Ardao, Arturo. Racionalismo y liberalismo en el Uruguay, UDELAR, 1962.

  • 6

    San Martn14

    , Joaqun Requena15

    , Francisco Bauz16

    o Mariano Soler17

    ,

    quienes tendran a su cargo el enfrentamiento intelectual con los portavoces

    del racionalismo y el liberalismo.

    Ms adelante iran apareciendo en el firmamento nacional otras figuras

    imborrables, en campos tan dismiles como la poltica, las letras, la

    filosofa, las artes plsticas, asociadas en su gran mayora al pensamiento

    liberal: Pedro Figari18

    , Domingo Arena19

    , Jos Enrique Rod20

    , Carlos Vaz

    Ferreira21

    , Luis Alberto de Herrera22

    , Florencio Snchez23

    , Emilio Frugoni24

    Baltasar Brum25

    , y otros de similar vala cuyos nombres integran lo mejor

    de nuestra historia poltica y social con resonancia regional o mundial

    Las ideas de vanguardia promovidas por Jos Batlle y Ordoez y sus

    correligionarios ms cercanos desde principios del siglo XX, apoyados por

    dirigentes liberales del Partido Nacional, como Eduardo Acevedo Daz26

    ,

    Martn C. Martnez27

    o Lorenzo Carnelli28

    , y por otros ciudadanos

    progresistas fuera de los partidos histricos, como el mencionado Frugoni o

    Pedro Daz29

    , permitieron en el campo interno la aprobacin de una

    legislacin que coloc al Uruguay en el primer plano de las reformas

    sociales en Amrica.

    14

    (1855-1931) Escritor de reconocida trayectoria, conocido como el Poeta de la Patria, periodista, docente y diplomtico uruguayo, defendi en la prensa la posicin de la Iglesia en los debates con los racionalistas y liberales en las ltimas tres dcadas del siglo XIX. 15

    (1808-1901) Abogado, escribano, codificador, catedrtico de Procedimientos Judiciales, Ministro de Estado y Rector de la UDELAR. 16

    ( 1849-1899) Docente, poltico y escritor uruguayo 17

    (1864-1908) Sacerdote, primer Arzobispo de Montevideo, intelectual destacado en ciencia y filosofa. 18

    (1861-1938) Pintor, abogado, poltico, escritor y periodista uruguayo. Una de las figuras ms destacadas de la pintura latinoamericana. 19

    (1870-1939) Abogado, periodista y poltico uruguayo de origen italiano, considerado como uno de los personajes fundamentales del Batllismo y del Partido Colorado. 20

    (1871-1917) Uno de los ms grandes pensadores del Uruguay; escritor, profesor, periodista, ensayista, crtico literario, filsofo, poltico. 21

    (1872-1958) El filsofo uruguayo ms importante, fue Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias. 22

    (1873-1959) Poltico, periodista e historiador uruguayo, conductor del Partido Nacional durante ms de 50 aos y una de las principales figuras polticas en el siglo XX. 23

    (1875-1910) Dramaturgo y periodista uruguayo, considerado una de las figuras principales del teatro mundial. 24

    (1880-1969) Poltico socialista, abogado, escritor, poeta, decano de la Facultad de Derecho y parlamentario durante varios perodos (fue el primer diputado socialista en el Uruguay). 25

    (1883-1933) Poltico uruguayo perteneciente al Partido Colorado, abogado, diplomtico y, Presidente de la Repblica entre 1919 y 1923. Sacrific su vida por la libertad para resistir la dictadura de 1933. 26

    (1851-1921) Escritor, periodista y poltico uruguayo perteneciente al Partido Nacional, al que luego abandona radicndose en Buenos Aires hasta su muerte. 27

    (1859-1946) Abogado y poltico uruguayo perteneciente al Partido Nacional. 28

    (1887-1960) abogado y poltico uruguayo perteneciente al Partido Nacional. 29

    (1874-1968) Poltico y abogado, conductor del Partido Liberal y diputado entre 1911 y 1914.

  • 7

    Esa posicin de avanzada se verific tambin en el terreno internacional

    donde el pas se destac a pesar de su mnimo peso demogrfico. Por

    ejemplo, cuando el mundo conoci la llamada doctrina uruguaya en el marco de las negociaciones durante la Primera Guerra Mundial, o cuando

    el mismo Batlle y Ordoez present las ideas de la asociacin de naciones

    y del arbitraje obligatorio como forma de resolucin de conflictos, mucho

    antes de la creacin de la ONU.

    Del mismo modo, son dignos de mencin el trabajo desplegado en la

    Sociedad de las Naciones por Baltasar Brum y por diplomticos de gran

    fuste como Juan Antonio Buero30

    , el apoyo uruguayo a la idea del

    panamericanismo, la solidaridad con la Repblica Espaola contra el

    franquismo durante la Guerra Civil o el esfuerzo diplomtico para

    contribuir a consolidar el Estado de Israel en 194831

    , por citar algunos

    jalones de nuestra poltica exterior.

    No fue obra de la casualidad, pues, que para la primera mitad del siglo

    pasado el Uruguay hubiera alcanzado el reconocimiento internacional por

    su grado de madurez poltica y social como prcticamente ningn otro pas

    de la regin en el Sur de las Amricas.

    Analizando nuestra evolucin histrica, muchas veces nos hemos

    preguntado: Dnde radica el secreto misterio para que la sociedad

    uruguaya haya podido generar, en distintos momentos estelares de su

    temprana historia un nmero impensado, para un pequeo pas con el peso

    demogrfico del nuestro, de protagonistas de tan alto nivel, que llevaron

    adelante las ideas innovadoras provenientes del mundo ms desarrollado?

    Sin pretender tener una respuesta que satisfaga la pregunta en todas sus

    facetas, creemos que la misma debe relacionarse con algunas de las

    caractersticas socio-demogrficas del pas de entonces.

    Por un lado, la organizacin de la vida productiva y comercial, que llev a

    tambin a concentrar la actividad intelectual y cultural en la capital --sin

    desconocer las dificultades de funcionamiento que ello le ha acarreado al

    pas--, y la ubicacin estratgica del puerto de Montevideo.

    ste ha sido el autntico portal del pas, valga la redundancia. Por l

    entraba todo. No solamente los bienes del comercio, sino que tambin

    permita un acceso fluido de personas y publicaciones que traan de primera

    mano las novedades provenientes de Europa y tambin de los EE.UU. 30

    (s/d) Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Baltasar Brum (1919 -1923). 31

    Actividad desplegada por el Dr. Enrique Rodriguez Fabregat (1895-1976), quien realiz como Embajador ante la ONU un aporte fundamental para la creacin del Estado de Israel.

  • 8

    Por otro lado, la forma en que se fue consolidando su poblacin ayuda a

    despejar la interrogante planteada. El ncleo inicial, constituido por una

    masa criolla de pequea dimensin, y el aporte de un contingente

    autctono, acostumbrado a vivir en la ms absoluta libertad, formado por

    indgenas de varias etnias amerindias32

    , que luego por la va del mestizaje

    contribuyeron a conformar la figura del gaucho33

    , recibi con los brazos

    abiertos a las corrientes migratorias que, en un nmero muy significativo,

    influyeron notablemente en esa base frtil, jugando un papel decisivo.

    Desde mediados del siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX, los

    inmigrantes dotaron a esta pequea comarca de una renovada, y

    renovadora, fuerza intelectual y moral que, a la par de ayudarla a

    conformar una identidad nacional bien distinta del concierto regional,

    contribuy a hacerla conocida y respetada en los centros del poder mundial,

    mucho ms que lo que se poda esperar si se le juzgaba solamente por su

    tamao territorial o por su volumen poblacional.

    El mencionado Wilson Ferreira, al ser interrogado alguna vez en el exterior

    acerca de dnde descendan los uruguayos, supo responder con la agudeza

    intelectual que lo caracterizaba: de los barcos.

    Carlos Maggi34

    , con ese poderoso sentido de sntesis que adorna su

    polifactica personalidad, viene a nuestro auxilio, para fortalecer el

    mensaje, cuando afirma que: El prodigio cultural de transformar el modo

    de ser de los uruguayos estuvo a cargo de los inmigrantes y de la escuela

    vareliana35.

    Nos permitimos agregar que los uruguayos tuvimos tambin, adems de los

    ilustres ciudadanos arriba mencionados, otro pilar nacido en Italia, pero

    recibido en adopcin espiritual por la mayora de nuestra gente, con la que

    comparti su espritu republicano y liberal.

    Se trata de Jos Garibaldi36

    , quien primero dej una huella imborrable en

    nuestra patria, y luego ayud a terminar con el poder temporal del papado

    en Roma. Esa fue una contribucin fundamental, con repercusin mundial

    32

    Charras, Guenoas, Minuanes, Bohanes, Arachanes, Chan-timbes, Yaros, Guayans y Guaranes, que se distribuyeron agrupados en distintas partes del territorio de la antigua Banda Oriental. 33

    Campesino-jinete de las llanuras y adyacentes de Argentina y Uruguay, tambin presente en Paraguay y el Sur del Brasil y de algn modo en el Sur de Chile y el Chaco boliviano. Se identificaba por su condicin de hbil jinete y por su vnculo con la cra de vacunos en la regin. 34

    (1922-) Abogado, historiador, escritor, dramaturgo y periodista. 35

    Prlogo de El pensamiento de Jos Garibaldi de Francisco Faig, 2008, Arca Editorial. 36

    (1807-1882) Marino militar y poltico italiano, vivi en Uruguay y defendi al gobierno constitucional en la Guerra Grande; pilar de la Unidad de Italia.

  • 9

    que tuvo tambin, a nuestro juicio, gran influencia en nuestra tierra, para la

    concrecin de una laicidad que ha contribuido sobremanera a nuestro

    prestigio fuera de fronteras.

    No pretendemos hacer una apologa chovinista de la laicidad y del laicismo

    sino que modestamente intentamos mostrar el importante papel que han

    jugado para la construccin de un modelo que nos identifica y distingue, y

    al mismo tiempo sealar que tenemos, para con nosotros y para con

    aquellos que nos las legaron con esfuerzo y coraje cvico, la obligacin

    moral de protegerlas y defender su vigencia.

    Por esto ltimo, consideramos de imperiosa necesidad alertar sobre los

    riesgos que corre la sociedad si nos apartamos de la laicidad y nos dejamos

    ganar por los fundamentalismos, los dogmatismos u otras formas de

    fanatismo. O si permitimos que los corporativismos sustituyan a los

    canales democrticos de decisin en aspectos claves de la gestin social y

    educativa del Estado.

    Nuestra laicidad se nutre de la combinacin virtuosa de la razn con la

    tolerancia y ambas, entrelazadas en armona, complementan y fortalecen la

    libertad de conciencia.

    Sin la tolerancia, la razn puede volverse excesivamente absoluta y

    conducirnos a actitudes soberbias, vanidosas, narcisistas, que pierdan el

    sentido del respeto por las ideas y las verdades de los dems, que son las

    que complementan y convalidan cuanto podemos encontrar de verdad en

    nuestros propios pensamientos.

    Hace ms de tres siglos el clebre filsofo ingls John Locke37

    , pionero del

    liberalismo, manifestaba que slo una va es la que lleva a la salvacin,

    pero entre las mil veredas que caminan los hombres es difcil saber cul

    es la verdadera y el gobernante se muestra impotente para saber mejor

    que cualquier hombre particular cul es el camino adecuado38.

    Sin perjuicio de ser devoto de la Iglesia anglicana, Locke sostena la

    necesidad de creer en la libertad de culto. Por ello combati toda su vida

    los intentos por imponerle a los dems determinado dogma por la fuerza.

    Sostena adems que el Estado no deba interferir en lo religioso, materia

    que deba permanecer en el mbito privado de las personas.

    37

    (1632-1704) Pensador ingls considerado el padre del empirismo y del liberalismo moderno. 38

    Locke, John. Carta sobre la Tolerancia, 1689.

  • 10

    Llegaba a esta conclusin despus de mostrar que el Estado es una

    sociedad de hombres que tiene como fin superior el promover los derechos

    fundamentales de la persona humana que son, por ejemplo, la vida, la

    libertad, la propiedad, etc.

    Pero este maestro del pensamiento liberal crea que el Estado tambin tena

    lmites. Y afirmaba que "la jurisdiccin estatal no puede ser extendida

    bajo ningn pretexto a la salvacin de las almas". En contrapartida,

    separando claramente las aguas argumentaba que la Iglesia tampoco

    puede interferir en los asuntos del Estado, ya que su funcin es la salvacin de las almas y no velar por los intereses civiles39.

    Mucho antes, hace ms de dos mil aos, Jess de Nazaret haba expresado

    con sabidura dad al Csar lo que es del Csar y a Dios lo que es de Dios, marcando la distincin entre los temas del espritu y los temas terrenales, que deban ir por carriles separados. Aunque la Iglesia Catlica

    Romana, fundada tres siglos despus de su muerte, no sigui ese camino.

    El liberalismo poltico, a partir de Locke, se vio enriquecido con el paso del

    tiempo por el aporte de numerosas figuras de gran vala.

    Podramos nombrar muchas de gran valor para la humanidad pero optamos

    por resumirlas en alguien que, por su ubicacin en tiempo y espacio, tuvo

    una trascendencia fundamental: Thomas Jefferson40

    , poltico, abogado,

    filsofo y uno de los padres fundadores de los Estados Unidos de Amrica,

    la democracia representativa ms antigua, que no ha sufrido ninguna

    interrupcin desde aquel 4 de julio de 1776, hace casi dos siglos y medio, y

    que sirviera de modelo al pensamiento liberal de Jos Artigas.

    Transcribimos aqu un prrafo fundamental de su discurso pronunciado una

    dcada antes del comienzo de la gesta artiguista, al asumir la Presidencia de

    su pas, el 4 de marzo de 1801:

    En la lucha de opiniones que hemos tenido, la viveza de la discusin y el espritu de partido han presentado a veces un aspecto que ha podido

    engaar a extranjeros poco acostumbrados a pensar libremente, y a

    publicar y escribir lo que piensan; pero hoy que todo est decidido por la

    voz de la Nacin, anunciada por las frmulas de la constitucin, todas las

    voluntades se someten y ceden a la voluntad de la ley, y se renen

    dirigiendo su comn esfuerzo al bien general. Debemos tambin tener

    39

    Locke, John. ob.cit. 40

    (1743-1826) Tercer Presidente de los EE.UU, considerado como uno de los Padres Fundadores de ese pas.

  • 11

    presente este sagrado principio; que aunque la voluntad de la mayora

    deba en todos los casos prevalecer, esta voluntad debe ser racional para

    ser justa; que la minora posee derechos iguales, que iguales leyes deben

    proteger, y que no pueden violarse sin incurrir en el crimen de opresin.

    Unmonos pues, conciudadanos, moral y fsicamente, estrechmonos con

    esos lazos de armona y buen afecto, sin los cuales la libertad y aun la

    misma vida pierden todo su hechizo. Reflexionemos que habiendo

    desterrado de nuestra Patria, esa intolerancia religiosa, que en la serie de

    los siglos ha costado al gnero humano tantas lgrimas y tanta sangre,

    habramos ganado muy poco, si dejramos subsistir entre nosotros esa

    intolerancia poltica tan tirnica como criminal, sola capaz de engendrar

    atroces y sangrientas persecuciones.

    Las palabras de Jefferson son emblemticas del pensamiento liberal,

    democrtico y republicano, en su ms amplia acepcin y tienen en nuestros

    das absoluta vigencia.

    Lamentablemente seguimos viendo en el mundo contemporneo, como

    contracara, que las mayoras suelen actuar despreciando los derechos de las

    minoras, tanto en el campo poltico como en el social o el religioso y

    siguen existiendo pueblos y naciones enteras que se encuentran dominadas

    por los dogmatismos y fundamentalismos de variada ndole.

    En la actualidad estamos expuestos con ms intensidad que nunca a esas

    corrientes que van a contramano de la historia, dado que la globalizacin y

    la apertura comunicacional del ltimo cuarto de siglo hace que todo llegue

    ms rpido, no solo lo positivo, hasta estas, otrora lejanas, costas del Sur.

    Pero los dogmatismos, fanatismos, totalitarismos y toda forma moderna de

    fundamentalismo, en la medida que intentan propagarse por el mundo,

    chocan contra un muro difcil de franquear: la libertad de pensamiento, o

    libertad de conciencia.

    La laicidad juega un rol fundamental como garante de esta libertad bsica.

    Los uruguayos nos hemos formado en un ambiente laico, que no significa

    de ningn modo que sea contrario a la religin. Ese es el quid de la

    cuestin.

    Las religiones, todas ellas, y cualquier expresin de espiritualidad que

    manifiesten los ciudadanos, deben ser escrupulosamente respetadas en el

    Uruguay, por mandato constitucional, y son consideradas del dominio

    privado de las personas, ajenas a la intervencin del Estado, que en la

  • 12

    materia, segn se desprende del texto constitucional, es abstencionista,

    como veremos con mayor detalle en el captulo respectivo.

    Por tanto, si tuviramos que resumir en pocas palabras el valor de nuestra

    grifa de pas en el mundo, diramos que la laicidad constituye ese valor

    diferencial que, integrado a la identidad nacional, ha contribuido a

    amalgamar y fortalecer nuestra comunidad espiritual.

  • 13

    CAPTULO 1. FACTORES QUE INCIDIERON EN LA

    CONSOLIDACIN DE LA LAICIDAD

    Cuando la reforma constitucional de 1918 introdujo la laicidad en el Estado, separndolo de la Iglesia Catlica, no hizo sino consagrar en el

    texto de nuestra Carta Magna lo que se haba ido gestando durante ms de

    medio siglo, por una sucesin de leyes, decretos y actos administrativos

    que pavimentaron paulatinamente el camino.

    La consolidacin de la laicidad fue influida por diversos factores, que

    coadyuvaron para que el Uruguay alcanzara un grado de libertad religiosa

    que ha sido ejemplo para la regin y el mundo.

    EL PENSAMIENTO Y LA ACCIN ARTIGUISTA

    Artigas tuvo, desde la poca de la Patria Vieja, una incidencia decisiva en el pensamiento poltico nacional. El prcer impregn el espritu y la

    conciencia de nuestro pueblo con ideas de

    avanzada, desde los episodios que culminaron

    con el xodo, que constituy la primera

    manifestacin nacional, an antes de la existencia

    del Estado.

    Hasta hoy permanecen grabados a fuego en el

    espritu de los uruguayos aquellos cortos

    enunciados que ilustran sobre la esencia liberal,

    democrtica y republicana del pensamiento

    artiguista. Son mandatos morales, que hoy siguen

    emocionando desde el fondo de la historia y que a

    la vez motivan y promueven la necesidad de

    honrarlos y cumplirlos, como, por ejemplo: la

    cuestin est entre la libertad y el despotismo, mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana o sean los

    orientales tan ilustrados como valientes.

    Cada vez que repasamos su vida y su obra acentuamos nuestra conviccin

    de que, si su actuacin hubiera tenido lugar en algn otro de los pases de

    las Amricas, con mayor territorio, poblacin y visibilidad internacional, la

    repercusin mundial de su nombre hubiera sido muchsimo mayor.

    Eduardo Acevedo41, en su famoso Alegato Histrico, deca que para

    41

    (1857-1948) Abogado, periodista y docente universitario, a la vez que un notable historiador, especializado en la obra de Artigas. Fue rector de la UDELAR y ocup varios cargos de gobierno en tres dcadas de actuacin pblica.

  • 14

    calibrar verdaderamente la figura de Artigas no llevaremos nuestra

    pasin hasta colocarlo en la lnea de los Bonaparte ni Washington; pero

    no es posible dejar de reconocer en l al primer jefe que tuvo nuestra

    magnfica revolucin de 1811 y al que ech en esta tierra los cimientos de

    la libertad 42. Con su florida prosa, lo que quiso significar fue que, en una comparacin con prohombres panamericanos, para superarlo haba que

    elevar la mira, por ejemplo, hasta estadistas de la talla de George

    Washington, padre de la Independencia y primer Presidente de los Estados

    Unidos.

    El recordado historiador debe haber sido probablemente quien con ms

    sentido de justicia ha estudiado a Artigas y al artiguismo y lo reivindic

    frente a la leyenda negra que le haban tejido desde el otro lado del Plata. A

    pesar de que la obra de este autor tiene ms de un siglo, sigue siendo un

    mojn insustituible de nuestra historiografa. Su estudio fue tan profundo y

    abarcativo que se preocup por la veracidad y la tica pero tambin por el

    cuidado esttico de los contenidos, aunque ello significar contradecir a la

    corriente mayoritaria en el estudio de la disciplina.

    A modo de ejemplo recordamos uno de sus alegatos de la obra citada que

    se titula Ni General ni Gervasio, donde explica por qu no debe usarse el segundo nombre al referirse al prcer aunque figure en su fe de bautismo

    puesto que Artigas prcticamente nunca lo utiliz: Millares de oficios y

    cartas publicados en ambas mrgenes del Plata o que permanecen

    inditos en los archivos pblicos y particulares, suscritos por Artigas o

    relativos a l, prueban irrecusablemente que se trata de una agregacin

    pstuma, que slo tiene el mrito de afear el nombre del personaje43. Y aclara Acevedo que tampoco nunca recibi el grado militar de General,

    agregando un concepto que lo distingue: la obra de Artigas es ante todo

    de ciudadano. Fue militar porque era necesario que alguien mandara los

    ejrcitos, pero su tarea es fundamentalmente cvica, de propaganda de

    ideales, de elaboracin de caracteres y de formacin de pueblos44.

    Artigas se destac ntidamente al sostener ideas de vanguardia como la de

    la confederacin --y no del federalismo45

    como se ha dicho muchas veces, a

    42

    Acevedo, Eduardo. Jos Artigas, Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres. Su obra cvica Alegato Histrico El Siglo Ilustrado, 1909 43

    Acevedo, Eduardo Ob. Cit. 44

    Acevedo, Eduardo Ob. Cit. 45

    La confederacin se diferencia de la federacin en que en la primera los miembros mantienen altos niveles de autonoma y el poder central es limitado a determinadas reas, mientras que en la segunda los federados renuncian a una parte de sus competencias y el poder central es notoriamente ms fuerte. Ejemplo de ambas formas, respectivamente, son la

  • 15

    nuestro juicio con error--, respetando la soberana individual de las

    provincias del Ro de la Plata pero manteniendo el espritu de unin

    mediante un pacto.

    El pensamiento artiguista se manifest con difana claridad en el Congreso

    de Abril, o de Tres Cruces46

    , con el Discurso del 5 de abril de 1813 para

    inaugurar dicho Congreso, --conocido como Oracin Inaugural u Oracin

    de Abril--, las Bases para el Reconocimiento de la Asamblea General

    Constituyente, aprobadas al da siguiente y las clebres Instrucciones de

    1813 para los delegados47

    de la Provincia Oriental, aprobadas el 13 de abril.

    Estas piezas fueron complementadas ms adelante, desde la sede de

    Purificacin, con el Reglamento Provisorio para Fomento de la Campaa y

    Seguridad de sus Hacendados promulgado el 10 de setiembre de 1815, que

    resultara revolucionario para la poca.

    Al reverenciar a las Instrucciones como se ha hecho en recuerdo de su

    Bicentenario en el presente ao, no debemos olvidar la importancia que

    tuvieron esas instancias previas, que convierten al Congreso de Abril en

    uno de los episodios claves de la gesta independentista iberoamericana.

    Pero, a los efectos de este ensayo, resaltamos las Instrucciones porque las

    mismas en su Art. 3 sentaron las bases o el punto de partida, de lo que, desaparecida Confederacin Helvtica, que hoy mantiene de esa idea solo el nombre, o los Estados Unidos de Amrica. 46

    Convocado por Artigas en 1813 para consultar a los orientales sobre la posicin a adoptar en la Asamblea General Constituyente, que se realizara ese ao en Buenos Aires. 47

    Fueron designados Mateo Vidal y Dmaso Larraaga por Montevideo; Dmaso Gmez Fonseca por Maldonado; Felipe Cardozo por Canelones; Marcos Salcedo por San Juan Bautista y San Jos, y Francisco Bruno de Rivarola por Santo Domingo de Soriano.

  • 16

    ms de un siglo despus, sera la consolidacin de la laicidad en el Estado,

    un modelo para la Amrica Hispana, aunque quizs esa no haya sido la

    intencin de sus redactores, como comentaremos ms adelante.

    Como bien dice Carlos Maggi, no son instrucciones de rutina, son un

    texto maestro muy por encima de la prosa notarial; fijaron de modo

    preciso, las ideas de Artigas. A juzgar por Barreiro48

    quien, agregamos nosotros, que parece haber sido el redactor de la mayor parte de los textos y

    compilador de la versin final--, la crema cultural de esta ciudad, gozaba

    de una actualidad envidiable; el joven secretario estaba al da. En el texto

    de su documento se amasaron los principios sustanciales para encuadrar

    una repblica naciente; fueron coordinados con naturalidad, los

    paradigmas ms admirables del pensamiento de occidente: el siglo de la

    Ilustracin, la Enciclopedia, las experiencias polticas probadas en la

    prctica para erradicar la monarqua aristocrtica. Todo un

    aggiornamento intensificado a lo largo de dos siglos, haba consolidado

    esa filosofa nueva, una pasin humanista cuya entrada estuvo vedada a

    la Amrica hispana: no era fcil aqu y en 1813, pensar y sentir de

    verdad que todas las personas tienen derecho al goce de su libertad y son

    iguales ante la ley49.

    Las ideas fuerza del pensamiento artiguista fueron de un indiscutible cuo

    liberal y republicano y un profundo sentimiento de justicia social, porque el

    Jefe de los Orientales no solo se interes en los temas polticos sino que

    tambin se preocup por lo social y por la incipiente educacin del pueblo.

    Sin perjuicio de que puede haber sido influido por los franciscanos, que

    eran los ms liberales dentro de la Iglesia de entonces y de quienes recibi

    su formacin bsica, su pensamiento se nutri fundamentalmente de los

    ideales del liberalismo revolucionario de los Estados Unidos y de la

    ilustracin francesa que se convirtieron en semillas de fcil siembra en el

    espritu frtil de los orientales para luego germinar y florecer sobre el final

    del siglo XIX y en los albores del siglo pasado, mucho antes de que el

    marxismo echara races en la intelectualidad verncula.

    En materia religiosa y espiritual Artigas tuvo algunas intervenciones

    puntuales, que se complementan con el formidable enunciado del Artculo

    3 de las Instrucciones, al que nos referiremos ms adelante. Desde el

    comienzo de su gestin, se preocup por fomentar un verdadero clero

    48

    Miguel Barreiro (1789-1848), patriota y poltico, colaborador de Artigas, integr la Asamblea Constituyente y ocup diversos cargos en el novel Estado Oriental. 49

    Artculo con su firma en la pgina editorial del diario El Pas el 7 de abril de 2013.

  • 17

    nacional y la Iglesia local comenz a actuar con mayor autonoma,

    provocando cambios notorios en la relacin con el clero de Buenos Aires.

    Por su solicitud se le concedieron facultades extraordinarias a Dmaso

    Antonio Larraaga50

    , a la sazn Cura de la Matriz, quien las conserv hasta

    que en 1825 fue nombrado Vicario de Montevideo y en 1830 ratificado

    como Vicario Apostlico de todo el pas.

    Si bien la fe catlica de Artigas, propia de la poca en que le toc vivir, es

    indiscutible, la mencionada influencia franciscana y las nuevas ideas

    provenientes del hemisferio norte lo llevaron a actuar, tambin en esta

    materia, con un inconfundible criterio liberal. Pero su actitud en materia

    religiosa merece algunas precisiones para comprender el alcance de sus

    verdaderas motivaciones a efectos de evitar caer en algunas

    interpretaciones excedidas de idealismo.

    Cuando en el mencionado artculo 3 de las Instrucciones declara que se

    promover la libertad civil y religiosa en toda su extensin imaginable est sealando un rumbo en lo espiritual que no es precisamente el de la

    Iglesia ultramontana51

    del siglo XIX. Sin embargo entendemos que esta

    clusula debe ser interpretada con mesura puesto que no creemos que tuvo

    el mismo significado que puede drsele en nuestros das.

    Artigas, a nuestro modesto juicio, no busc en esa instancia promover la

    separacin de la Iglesia y el Estado y ni siquiera podemos afirmar con total

    certeza que se refera a la libertad de culto como la concebimos hoy.

    Pensamos que su propsito era fundamentalmente asegurar la

    independencia de Montevideo en la administracin religiosa con respecto al

    centralismo de Buenos Aires, que se manifestaba tambin en esa materia.

    Hubo otra intervencin de Artigas sobre temas religiosos, que tambin

    merece ser citada y analizada. En el marco de un conflicto con las

    autoridades eclesisticas de Buenos Aires que se extendi desde fines de

    1815 a 1816, el Jefe de los Orientales se dirigi, por carta fechada el 25 de

    noviembre de 1815, al Cabildo de Montevideo para obtener el retiro

    inmediato de los curas enviados por Buenos Aires, solicitndole que

    proponga algunos sacerdotes patricios, si los hay, para llenar esos ministerios y si no los hay, esperaremos que vengan, y si no vienen, acaso

    con ello seremos doblemente felices. Si bien estas expresiones parecen

    50

    (1771-1848) Poltico, naturalista, botnico y religioso uruguayo, uno de responsables de la fundacin de la Biblioteca Nacional y colabor en la creacin de la Universidad. 51

    Denominacin utilizada para designar al sector ms conservador de la institucin catlica romana, partidario y defensor del ms lato poder y amplias facultades del Papa.

  • 18

    tambin tener un sentido anticlerical, insistimos en desestimar que el

    rupturismo haya sido la intencin principal del caudillo.

    A nuestro criterio fueron manifestaciones al calor del enfrentamiento con

    Buenos Aires, dirigida contra maniobras polticas que buscaban vulnerar el

    derecho de las provincias a la provisin de sus curatos y a la disponibilidad

    de las rentas eclesisticas que deban percibir estos pueblos, con notable detrimento de ellos mismos, segn expresiones del propio Jefe de los Orientales.

    Carlos Maggi, quien ha hecho, con sus estudios sobre Artigas, valiosas

    contribuciones a la historia nacional y con cuyas opiniones hemos

    aprendido mucho y en general coincidido, sostiene que detrs del

    pensamiento del prcer volcado en las clebres Instrucciones estn los

    postulados del anglo estadounidense Thomas Paine52

    y que concretamente

    el Art. 3 persigue un objetivo de libertad de culto y de laicidad.

    Estamos de acuerdo con este prestigioso autor en cuanto a que dicho

    artculo constituy la gnesis de lo que vendra despus pero, por lo

    argumentado previamente, no adherimos en totalidad a su interpretacin.

    Nos inclinamos a pensar que ste era un enfrentamiento derivado de la

    rivalidad con Buenos Aires, y con los porteos y no un enfrentamiento con la Iglesia como institucin.

    Porque creemos que, si bien Paine y los liberales de la Revolucin

    Americana tuvieron gran influencia en Artigas y en su crculo ntimo, si la

    intencin hubiera sido de una separacin formal con la tradicin catlica de

    la poca, ello no hubiera sido expresado solamente en esa clusula de las

    Instrucciones o en las lneas de la carta citada sino que hubiera existido una

    fundamentacin ms clara, ms definitoria, con otras expresiones que no

    hemos encontrado.

    Tambin es lgico pensar que, si Artigas hubiera continuado al frente del

    gobierno de la Banda Oriental, quizs hubiera profundizado sobre este tema

    y definido mejor su posicin. Pero lamentablemente ello no ocurri y, sin

    perjuicio del texto del Art. 3 y de la carta mencionada, no encontramos

    otras -explicaciones contundentes que den pie a la teora que expone Maggi

    con su convincente prosa.

    52

    (1737-1809) Poltico, escritor y revolucionario estadounidense de origen ingls. Promotor del liberalismo y de la democracia, considerado uno de los Padres Fundadores de los EE.UU. y autor de La Independencia de la Costa Firme justificada por Thomas Paine treinta aos ha.

  • 19

    Aunque, ms all de cual haya sido la verdadera intencionalidad del prcer

    al formular este pensamiento que qued inmortalizado en la historia,

    creemos que la enunciacin del mismo gener una idea cuya fuerza, con el

    correr del tiempo y a la luz de nuevas realidades, como ha sucedido con

    otros episodios de la historia, trascendi los propsitos de su formulacin

    inicial, y contribuy a ambientar el clima para sucesivas reformas de

    avanzada en materia religiosa que tuvieron lugar en el Uruguay

    independiente.

    EL DEBATE CONSTITUYENTE DE 1830

    La aprobacin de la primera Constitucin del Estado Oriental en 1830 fue precedida de un fermental perodo de deliberaciones que sin duda dejaron

    su impronta en la historia de la repblica. Mencin especial merecen las

    discusiones que condujeron a la aprobacin de la disposicin que regul la

    materia religiosa.

    Ms all de que el Art 5 estableci finalmente que La Religin del Estado es la Catlica Apostlica Romana, la historia de su aprobacin nos muestra que aunque no se pudo lograr una frmula ms amplia y tolerante,

    como la que propona Jos Longinos Ellauri53

    , que estableca que La Religin del Estado es la Religin santa y pura de Jesucristo, se evit en cambio aprobar la de Alejandro Chucarro

    54, que tenda a conferirle a la

    Iglesia protecciones especiales que implicaban un detrimento hacia otras

    religiones establecidas o a establecerse en el pas u otras frmulas que

    comprometan la libertad de culto.

    Esa gnesis de la Carta Magna fue el comienzo de lo que se ira gestando

    con el paso de los aos, ms all de que en esa primera instancia

    constitucional se mantuviera a la religin catlica como la oficial del

    Estado. 53

    (1789-1867), poltico y jurista uruguayo, integrante de la Asamblea Constituyente de 1830 y padre de quien, con el mismo primer nombre, fuera Presidente de la Repblica. 54

    (1790-1884) integrante de la Cruzada Libertadora, constituyente en 1930 y poltico uruguayo de destacada actuacin en los primeros aos de vida independiente.

  • 20

    Pero el texto incorporado a la Constitucin, teniendo ms en cuenta el

    espritu con que fue adoptado que su anlisis literal, no habra de constituir

    un obstculo para la aprobacin futura de medidas de gobierno con

    soluciones de verdadera tolerancia religiosa que permitieron ir preparando

    el terreno para una mejor convivencia de todos los grupos sociales que

    conforman la nacin.

    LA REALIDAD DEL PAS LUEGO DE LA INDEPENDENCIA

    La independencia uruguaya se obtuvo con todas las peculiaridades que varios autores han sealado en cuanto a que ese no era el rumbo que se

    haba sostenido hasta entonces, particularmente por Artigas y por aquellos

    que lo haban acompaado y haban contribuido al pensamiento artiguista.

    El ideario del prcer haba tenido, como vimos oportunamente, tres puntos

    muy altos que lo caracterizaron y distinguieron: el ideal confederacionista,

    la iniciativa del reparto de tierras y el pensamiento liberal. Si bien el

    liberalismo estuvo presente en el proceso independentista y de ratificacin

    constitucional, los otros dos grandes pilares fueron dejados de lado, como

    lo fue la propia figura de Artigas.

    La concepcin de un Estado nico e independiente aplicada a la Provincia

    Oriental de entonces estaba lejos del pensamiento artiguista. Su programa

    segn surge de las clebres Instrucciones era independentista frente a

    Europa pero confederacionista en lo regional, por lo cual cada provincia se

    reservara el derecho de tener su propio gobierno, su propia Constitucin,

    con base en los principios republicanos, y hasta su propia fuerza armada.

    Su ideario no encajaba con la concepcin de esa suerte de ciudad

    hansetica, a la manera de los viejos enclaves de las ciudades-puerto de la

    Hansa teutnica que funcionaban a modo de Estado tapn, para mayor

    beneficio comercial de las grandes potencias, que es lo que de algn modo

    fue planteado en la Convencin Preliminar de Paz.

    Y tampoco quera romper los lazos con las Provincias del Sur, dado que

    senta que stas, actuando cada una con la necesaria autonoma pero

    mancomunadas, podan tener mayor fuerza de negociacin en el mundo.

    Su preocupacin haba sido la de potenciar, dentro de la Confederacin con

    la que soaba, el papel de la Provincia Oriental y el puerto de Montevideo

    y a la vez contener los avances desmedidos del centralismo porteo que,

    contina hasta hoy siendo un gran obstculo para el desarrollo con equidad

    y justicia social de las provincias que conforman la actual Repblica

  • 21

    Argentina y para el dilogo y el relacionamiento con las naciones vecinas

    ms pequeas como la nuestra.

    Artigas busc mantener unidas a las Provincias del Ro de la Plata pero

    quera que eso se concretara mediante un pacto que asegurara un mayor

    grado de autonoma como salvaguarda frente a la voracidad de los

    porteos.

    El texto del juramento que se requiri de los integrantes del Consejo

    elegido en Tres Cruces, base de lo luego se conoci como el Gobierno

    Econmico de Canelones, ayuda a disipar cualquier duda sobre la

    intencionalidad de Artigas:

    Juris que esta provincia, por derecho, debe ser un Estado libre, soberano e independiente, y que debe ser reprobada toda adhesin

    sujecin y obediencia al rey, reina, prncipe, emperador y gobierno

    espaol y a todo otro poder extranjero, cualquiera que sea, y que ningn

    prncipe extranjero, persona, prelado, Estado, potentado, tienen ni

    debern tener jurisdiccin alguna, superioridad, preeminencia, autoridad

    ni otro poder en cualquier materia civil o eclesistica dentro de esta

    Provincia, excepto la autoridad y poder que es o puede ser conferida por

    el Congreso General de las Provincias Unidas?.

    En la medida que los historiadores continan investigando, cobra fuerza, al

    menos desde nuestro punto de vista, la tesis de que el prcer, ms all que

    el paso de los aos lo puede haber desgastado o que pudo haber optado por

    permanecer en Paraguay por otros motivos personales no suficientemente

    esclarecidos, se neg a regresar de su exilio en parte porque se senta

    frustrado y no representado por la solucin adoptada luego de la

    Convencin Preliminar de Paz que haba derivado en la creacin de un

    Estado aparte de aquella Confederacin con la que el viejo caudillo haba

    soado y por la que haba luchado.

    La idea del reparto de tierras fue tambin postergada en el nuevo Estado

    hasta que, de alguna manera, recin fue rescatada a mediados del siglo XX

    con la creacin del Instituto Nacional de Colonizacin55

    , aunque tampoco

    el mecanismo auspiciado por este organismo represent fielmente lo que

    haba esbozado el caudillo desde Purificacin.

    Ello condicion sin dudas los primeros aos de vida independiente puesto

    que quienes condujeron inicialmente los destinos de la nacin eran

    55

    Creado por la Ley 11.029 del 12 de enero de 1948 bajo la presidencia de Luis Batlle Berres.

  • 22

    probablemente conscientes que esa salida independentista haba sido un

    poco contra natura y a impulsos de los intereses de terceros.

    Siguen habiendo voces que cuestionan la Convencin y la posterior

    Declaratoria de Independencia as como su validez como fecha histrica

    para el punto de partida del Estado Oriental del Uruguay, con muy slidos

    argumentos que no es del caso trasladar aqu, aunque personalmente

    entendemos que sera ms lgico ubicar, desde un punto de vista jurdico,

    la fecha de comienzo del Estado independiente el 18 de julio de 1830,

    fecha en la que se aprob la Constitucin.

    Dicho lo anterior, es preciso tambin dejar dos cosas bien en claro. En

    primer lugar, que Artigas y los orientales estaban dispuestos a integrarse a

    las Provincias Unidas, pero las condiciones que pusieron mediante las

    clebres Instrucciones jams se cumplieron y los delegados fueron

    rechazados. En segundo lugar, que la historia sigui su curso con el

    Uruguay independiente, que fue de algn modo el nico resultado posible,

    a partir de las circunstancias que se sucedieron, incluyendo sin dudas la

    presin y los intereses de terceros que influyeron, o pudieron haberlo

    hecho, en la determinacin final.

    Como corolario, y ms all de las circunstancias anotadas, hoy podemos

    afirmar que en la independencia, a pesar de todas las vicisitudes apuntadas,

    en la concepcin republicana y en la laicidad se conjug el espritu

    libertario de la gente de esta patria. A nadie se le ocurrira volver atrs, ni

    los uruguayos permitiramos que alguien pretenda imponrnoslo, so

    pretexto de una reivindicacin histrica.

    Si bien la controversia mencionada escapa del tema central de este ensayo,

    no podamos soslayarlo por las alteraciones polticas resultantes de esos

    primeros aos de inestabilidad, y las muchas consecuencias negativas que

    tuvieron para el incipiente Estado y para su gente.

    Pero la inestabilidad poltica gener, como ensea Ardao, un espacio

    mayor para discutir otros temas que fueron pavimentando el camino para el

    afianzamiento del liberalismo y el pensamiento laico. Como sucede en

    muchos aspectos de la vida, hay ocasiones en que la debilidad se torna en

    fortaleza y en nuestro pas sucedi algo de eso en la segunda mitad del

    siglo XIX, por lo menos en el camino de la evolucin cultural y tambin en

    la consolidacin de la laicidad. Al cerrarse los caminos polticos se

    abrieron otros que permitieron el desarrollo de una muy agitada actividad

    intelectual con las nuevas ideas provenientes de ultramar que constituyeron

    el caldo de cultivo para lo que vendra despus.

  • 23

    El novel Estado Oriental del Uruguay, cojitranco sin la presencia de

    Artigas, auto exiliado en el Paraguay, quien haba sido el motor de la

    resistencia a ambiciones porteas y luso-brasileas, se fue gestando a los

    tropezones, gracias al espritu y a la fortaleza de Fructuoso Rivera56

    en el

    inicio, con el posterior aporte de Manuel Oribe57

    , valiossimo este ltimo

    en cuanto a la organizacin institucional, con quien se alineara

    polticamente Juan Antonio Lavalleja58

    , conductor de la cruzada de los 33.

    Los tres haban comenzado su actividad pblica, a las rdenes del gran

    caudillo exiliado. Pero el choque de personalidades e intereses entre ellos

    hizo que el pas se partiera en dos grandes divisas, lo que con el correr del

    tiempo llevara a su enfrentamiento, primero en los campos de batalla y

    luego en las urnas.

    Muchos de los males de entonces han sido adjudicados por destacados

    autores, con buena parte de razn, a la dicotoma entre caudillos rurales y

    doctores, estos ltimos integrantes de una elite urbana concentrada en la

    capital que funcionaba mirndose en el espejo de la alta burguesa europea,

    dicho esto sin desconocer las enormes distancias y diferencias entre una y

    otra realidad.

    La interaccin y el casi lgico enfrentamiento resultante entre estos dos

    grupos fueron generalmente perniciosos para el grueso de la sociedad con

    consecuencias que llevaron al pas a la crisis y al borde de la ruina

    econmica. La ignorancia, en la que estaba sumida la mayora del pueblo,

    sin que se hiciera demasiado por combatirla, resultaba funcional a la

    conveniencia de ambos sectores antagnicos porque les permita ejercer su

    influencia, cada cual en su medio y a su modo, sin oposicin firme de los

    sectores mayoritarios de las poblaciones rural y urbana.

    Todo ello aunado a la impotencia gubernamental, por falta de recursos

    logsticos y herramientas polticas, para poder ejercer su influencia en todo

    el territorio nacional, particularmente al norte del Ro Negro.

    Por otra parte las divisas colorada y blanca, surgidas de los liderazgos de

    Rivera y Oribe, representaron desde el comienzo, en lneas generales, el

    control y la defensa de los intereses del mundo agropecuario, por el lado de

    los blancos, y los de la capital, circunscriptos al comercio, a la muy

    56

    (1784-1854) Militar y poltico uruguayo, luchador por la Independencia, primer presidente constitucional y fundador del Partido Colorado. 57

    (1792-1857) Militar y poltico uruguayo, luchador por la Independencia, presidente constitucional y fundador del Partido Nacional. 58

    (1784-1853) Militar y poltico uruguayo. Jefe de los Treinta y Tres Orientales y Presidente en el Triunvirato de Gobierno de 1853.

  • 24

    incipiente industria, y a la administracin del puerto de Montevideo, el

    mayor recurso estratgico del pas, por parte de los colorados. Si bien en

    ambos sectores de inters haba tambin gente de la corriente poltica

    opuesta, las mayoras estaban alineadas como aqu lo planteamos.

    Este conflicto tuvo una contrapartida a gran escala del otro lado del Ro de

    la Plata, representada por los unitarios y los federales. Ello fue

    pavimentando el terreno para la gran confrontacin, con participacin

    internacional, que termin por partir al pas en dos: la Guerra Grande.

    El Uruguay qued sumido en un estado de honda crisis cuando este

    enfrentamiento armado se instal de forma poco misericordiosa en nuestro

    territorio. Fue una desavenencia de ambas divisas tradicionales,

    enfrentadas por temas domsticos, que deriv en un conflicto internacional

    que trajo la muerte y la desolacin.

    Si se analizan en profundidad los tratados de paz de 1851 con los que se

    puso fin al conflicto se puede llegar incluso a cuestionar la vigencia de la

    soberana nacional. Y si a ello se le agrega la crisis econmica, propia de

    una posguerra, la sensacin emergente era que se estaba desvaneciendo no

    solo la independencia sino, por ende, el propio Estado, de corta existencia

    como tal.

    Con la paz del 8 de Octubre, acordada por las partes contendientes,

    comenz un lento proceso de reconstruccin que, luego de grandes

    dificultades y una fuerte y prolongada inestabilidad poltica, desemboc en

    un proceso de modernizacin del pas, iniciado fundamentalmente en el

    gobierno del coronel Lorenzo Latorre59, a horcajadas de una interrupcin

    constitucional que permiti realizar, quizs con mayor rapidez, los cambios

    que eran necesarios a corto plazo.

    La reestructura y reconversin del pas eran imprescindibles luego de que

    ste fuera casi devastado por la guerra y la inestabilidad poltica.

    Al respecto cabe mencionar las innovaciones ms importantes: creacin del

    Registro de Estado Civil; el Cdigo de Procedimiento Civil; el Cdigo de

    Instruccin Criminal; el Cdigo Rural; la instauracin del Obispado de

    Montevideo, que signific la independencia de la Iglesia uruguaya con

    respecto a Buenos Aires, por la que tanto haba luchado el propio Artigas y

    que estaba todava pendiente; la concesin de los ferrocarriles a capitales

    59

    (1844-1916) Militar y poltico uruguayo, gobernador de facto entre 1876 y 1879, y presidente constitucional entre 1879 y 1880.

  • 25

    ingleses y extensin de las vas frreas; la creacin de los juzgados letrados

    departamentales; la creacin de la Administracin Nacional de Correos; la

    creacin de la Facultad de Medicina; la reforma del programa de estudios

    en la Facultad de Derecho; y la creacin de la Escuela de Artes y Oficios.

    A todo esto se agregan modificaciones importantes en el funcionamiento de

    la ciudad de Montevideo, que contribuyeron a transformarla, como la

    implantacin del tranva tirado por caballos, la apertura de una va de

    circunvalacin, que llevara luego el nombre de Bulevar Artigas, la

    demolicin del antiguo Mercado de la Ciudadela y la ampliacin de la

    Plaza Independencia, la demolicin del Fuerte y la apertura de la Plaza

    Zavala, la construccin del Palacio Estvez, que pocos aos despus, en

    1880, sera adquirido por el gobierno para albergar la sede del Poder

    Ejecutivo, la consolidacin de la industria frigorfica, la construccin del

    Hospital Vilardeb y la creacin de los mercados del Puerto y Modelo.

    Latorre sum adems a su favor el haber respaldado el proyecto y la obra

    de Varela, lo que le ocasionara al reformador la animadversin de

    importantes figuras de su generacin, como veremos ms adelante.

    Pero la crisis que estaba viviendo el pas y de la cual se comienza a salir

    con este conjunto de reformas, no era slo econmica sino, quizs por

    reflejo de sta, tambin social y cultural. En esa coyuntura, y teniendo en

    cuenta que los espacios polticos estaban clausurados por el autoritarismo

    gobernante, la intelectualidad nacional, representada fundamentalmente por

    los jvenes que comenzaban a irrumpir en la escena pblica, canaliz su

    energa, como explica Ardao, hacia otros campos de discusin.

    Cobraron pues fuerza los grandes enfrentamientos ideolgicos, que se

    desarrollaron bsicamente en la capital, porque all estaban los primeros

    centros de estudio, los incipientes rganos de prensa y los ms altos

    exponentes de la intelectualidad verncula.

    Estos debates constituyeron la caja de resonancia de los movimientos

    filosficos y sociales que se estaban desarrollando en Europa y Estados

    Unidos, como el que condujo al llamado proceso de secularizacin, que

    preferimos denominar como consolidacin de la laicidad en el Estado o a la

    abolicin de la pena de muerte y el desplazamiento del racionalismo y el

    espiritualismo por el positivismo, que se concret sobre el final del siglo

    diecinueve.

    Todo ello fue de la mano de procesos de modernizacin y cambio, como

    los que enumeramos lneas arriba, que dieron origen a nuevas tecnologas

  • 26

    aplicadas al transporte pblico, como el ferrocarril o el tranva, o a las

    telecomunicaciones, mediante el telgrafo, que acortaron las distancias

    entre Montevideo y el interior del pas, a la vez que una racionalizacin de

    los recursos que incidi en el mayor desarrollo econmico, acentuado por

    el fortalecimiento de la propiedad privada.

    El Estado fue desarrollando un ejrcito profesionalizado y tecnificado con

    armamento moderno que aumentaba su eficacia para prevenir los desbordes

    tan frecuentes hasta entonces. De ese modo, comienza a centralizarse el

    poder poltico-militar en Montevideo especialmente por la importancia

    comercial del puerto y es en la capital donde se organizan y centralizan

    tambin los aparatos jurdicos y administrativos del Estado.

    La historiografa nacional ha sido en general muy crtica del gobierno

    latorrista, asimilndolo como uno ms del perodo denominado

    militarismo, salvo algunos historiadores, como Guillermo Vzquez Franco

    60, quien, con un peculiar estilo y desde una posicin ideolgica que

    por cierto no puede ser catalogada como conservadora o proclive al

    autoritarismo militar, ha reconocido los logros de ese gobierno en

    particular:

    Latorre fue un regulador y ordenador de la vida civilizada; su obra es fundamentalmente una obra civil (Cdigo civil, Registro civil. etc.);

    organiz el estado moderno que comenz a cobrar el monopolio de la

    violencia y vio en el fusil Rmington que empezaba a exportarse desde

    EEUU (excedentes de la guerra de secesin), el arma capaz de darle al

    ejrcito del Estado, una insuperable ventaja sobre las lanzas y las

    boleadoras montoneras.61

    En el perodo se producen varios cambios en la sociedad y se produce una

    incorporacin de las costumbres europeas debido a la nueva forma de vida,

    producto de una nueva cultura que ofreca avances tecnolgicos los que

    a la vez derivaban en cambios en materia econmica con repercusin en

    el seno de la sociedad, a la cual contribuiran a modificar en su estructura.

    Podemos decir que all se sentaron las bases para una incipiente cultura

    nacional aunque sin desconocer que, culminada la Guerra Grande, se

    produjo inicialmente un debilitamiento en ese rubro debido al retorno a su

    60

    (1924 -)Historiador y polmico investigador uruguayo especializado en lo que l denomina los mitos fundacionales con lo que promueve una suerte de revisionismo de la historiografa nacional. 61

    Vzquez, Franco Guillermo: Latorre, clave del pas moderno, Revista Hoy es Historia, Montevideo, 1986.

  • 27

    tierra de la mayora de los exiliados argentinos que le haban dado impulso

    ideolgico a las condiciones polticas, econmicas y culturales de la Banda

    Oriental, con una fuerte influencia proveniente de Francia.

    Los cambios en la estructura del Estado que fueron orientando el desarrollo

    del pas productivo, aunque con desigualdades sociales importantes, fueron

    acompaados de cambios radicales en la organizacin social. Al terminar

    la Guerra Grande los habitantes eran 400 mil y en 15 aos haban ingresado

    ms de 230 mil inmigrantes, con lo cual comenzaba a generarse ese crisol

    de culturas, idiomas o dialectos y oficios que comenzaron a sentar las bases

    singulares de lo que sera nuestra Repblica Oriental del Uruguay.

    Este panorama fue complementado por la irrupcin de nuevas figuras o

    agrupamientos sociolgicos como el del nio trabajador, en tareas

    marginales como las de lustrabotas o canillita, tan bien descritas por

    Florencio Snchez, ese extraordinario autor cuyas obras contribuyeron a

    ilustrar magnficamente la realidad social nacional.

    Estos cambios sacudieron las estructuras coloniales y motivaron la

    necesidad de luchar contra la pobreza y el analfabetismo. Paulatinamente, y

    como consecuencia de los cambios operados en el entramado social, va

    desapareciendo la figura del gaucho, que es sustituida por la del paisano o

    pen, a raz del alambrado de los campos que pas a delimitar la propiedad

    privada.

    Asimismo la escuela rural permiti ir transformando al gaucho, desde su

    infancia, en ciudadano con lo cual vemos que esta figura emblemtica de la

    patria vieja se va, lenta pero inexorablemente, extinguiendo.

    Al mismo tiempo, con la incipiente estabilidad institucional y al amparo de

    persistentes desigualdades, se van amasando pequeas fortunas, acorde con

    las dimensiones del pas, dando lugar a la aparicin de la figura del

    banquero, como antesala de un incipiente capitalismo.

    Mientras tanto se va gestando la lucha de la Iglesia por mantener la

    hegemona en la educacin que era la principal herramienta para

    evangelizar, es decir propagar la fe Cristiana, que comenzaba a sufrir el

    proceso de creciente descreimiento por parte de amplios sectores de la

    poblacin, particularmente los ms instruidos, como consecuencia de la

    irrupcin de las nuevas ideologas promovidas por los sectores liberales

    bajo el estmulo por las nuevas ideas que llegaban del hemisferio norte.

  • 28

    LA INFLUENCIA GARIBALDINA

    Al encarar el tema del Uruguay laico y la consolidacin de la laicidad en el pas, como garanta para la libertad de conciencia, no podemos obviar la

    mencin, a la figura de Jos Garibaldi, conocido

    como el Hroe de Dos Mundos, por sus luchas y triunfos en Europa y en Amrica.

    Este formidable y romntico combatiente

    apodado tambin Len de Caprera, en testimonio a su valor en el campo de batalla,

    trajo en el siglo XIX su espada de libertad y de

    justicia para ponerla al servicio de los

    americanos del Sur, que compartan sus mismos

    sueos, sus mismos desvelos y sus mismas esperanzas.

    Su ejemplo y su accin, fueron factores determinantes no slo para que

    Italia, su tierra natal, se unificara y liberara sino adems para que los

    hombres libres de entonces, para s mismos, para los de ahora y para los

    que vendrn, pudieran dar un paso importante en la afirmacin de la

    libertad de pensamiento.

    Recordamos al guerrero indomable, pero tambin al caballero del espritu

    quien, desde la profundidad de sus ojos azules, proyectaba la pureza de sus

    intenciones y la sinceridad de sus pensamientos de honda raigambre liberal

    y republicana. Garibaldi viaj por el mundo, en una suerte de cruzada

    personal al servicio de sus ideales, e hizo de su vida una cancin de

    libertad para contribuir a lograr un mejor destino para sta, su patria

    adoptiva, para su amada Italia, y para toda la humanidad.

    La presencia de este ilustre ciudadano del mundo en el Uruguay, fue

    adems un faro de referencia para tantos liberales del viejo continente que

    eligieron, motivados por su ejemplo, esta tierra como su lugar de lucha

    personal, pero tambin de refugio donde recalar en tiempos de tormenta,

    para criar a sus hijos y construir un porvenir.

    Cuando Garibaldi parti de retorno a Europa, su espritu permaneci entre

    nosotros para inspirar un futuro de libertad, de repblica y de laicidad. Por

    ello sentimos el deber de mencionarlo y reconocer su influencia en la

    conformacin social de un Uruguay amplio y pluralista.

    Tenemos tambin el ntimo convencimiento que, sin la gesta garibaldina de

    1870, hubiera sido muy difcil conquistar la laicidad en tantas naciones,

  • 29

    incluyendo la nuestra. Si bien no se puede hacer un anlisis histrico de lo

    que no ocurri, es muy difcil imaginar la separacin del Estado y la Iglesia

    sin aquella que puso fin al poder temporal de los papas sobre Roma,

    generando una crisis que debilit la influencia de la Iglesia en el mundo.

    Se nos podra argir que esa es una fecha propia de los italianos y que no la

    debemos vincular con un anlisis dedicado a nuestra realidad. Pero, por las

    razones que esgrimimos ms arriba, esa derrota del poder poltico del

    Papado constituy un acicate importante para el movimiento laicista y, por

    ello, aquel 20 de setiembre ha sido recordado universalmente desde

    entonces como el Da de la Libertad de Pensamiento.

    Como en tantas otras ocasiones en las que los hechos histricos han

    cobrado con el paso del tiempo una fuerza propia que superaron las

    expectativas de quienes los promovieron, el gran significado de esa fecha y

    el papel fundamental de Garibaldi en el proceso, trascienden lo material y

    lo poltico y se adentran francamente en lo espiritual y filosfico.

    LAS VERTIENTES RELIGIOSAS Y ESPIRITUALES DE LA POCA

    Recin en la segunda mitad del siglo XIX la cuestin religiosa comenz a experimentar un vuelco fundamental que contribuy a pavimentar el

    camino para los cambios que llevaran inexorablemente a la laicidad en la

    Educacin Pblica y en el Estado.

    En los aos 60s del siglo XIX, cobraron fuerza en el Uruguay y en

    Amrica, las ideas del racionalismo. Primero, hasta los 80s, en su versin

    desta y metafsica, y luego, hacia el final del siglo y comienzos del

    presente, con el denominado liberalismo, ltima expresin histrica del

    racionalismo religioso en el pas, que en esta etapa ya conviva en los

    crculos intelectuales y acadmicos con el incipiente positivismo.

    Creemos necesario registrar tambin, a propsito de la consolidacin del

    laicismo en el pas, un elemento que hizo la diferencia con casi todo el

    resto del continente americano.

    Se trata de la situacin interna de la propia Iglesia Catlica uruguaya.

    Desde las primeras reducciones religiosas, que comenzaron con la

    fundacin de Santo Domingo de Soriano en 1624, seguida luego por la de

    Vboras y del Espinillo, comenz a apreciarse la anteriormente mencionada

    influencia de los frailes franciscanos.

    Con la fundacin de Montevideo en 1726 se consolida el predominio de los

    religiosos de esta Orden, quienes como capellanes de la guarnicin tuvieron

  • 30

    a su cargo la direccin de la incipiente Iglesia local. Esta situacin

    permaneci incambiada, an durante las dos dcadas de actuacin de los

    jesuitas, desde 1746 hasta su expulsin de los dominios espaoles en 1767.

    Luego de la expulsin de los jesuitas, los franciscanos continuaron con las

    actividades de enseanza que haban comenzado aquellos y el Convento de

    San Francisco se constituy en el verdadero centro religioso e intelectual de

    Montevideo hasta los tiempos de la Revolucin.

    Aunque es importante reconocer que, si bien la presencia franciscana le dio

    caractersticas propias a la iglesia colonial uruguaya, exista desde el punto

    de vista administrativo una relacin de dependencia con la dicesis de

    Buenos Aires, que comenzara recin a cambiar a comienzos del siglo XIX

    con la revolucin artiguista, merced a la decisiva intervencin del prcer.

    Los franciscanos, alejados de las concepciones ultramontanas y con

    marcadas tendencias espirituales ms liberales, dicho esto ltimo con la

    prudencia y el sentido de relatividad que corresponde a las circunstancias

    histricas de la poca, contribuyeron a generar un clima propicio al anlisis

    y a la crtica que, quizs sin proponrselo directamente, fue fertilizando el

    campo para permitir el advenimiento de las nuevas ideas provenientes de

    los pases ms progresistas de Europa y de la incipiente democracia

    estadounidense.

    Hasta 1859 se mantuvo el predominio de las tendencias liberales dentro del

    clero uruguayo, en contraposicin a la notoria influencia jesuita presente en

    las organizaciones eclesisticas de otras sociedades americanas. Y esto fue

    a nuestro juicio un elemento crucial para abrir el camino hacia la laicidad.

    Hemos ledo, en ms de una oportunidad, crticas provenientes de sectores

    conservadores de la institucin eclesistica hacia la actitud de muchos

    sacerdotes franciscanos de la poca que permitieron el avance de las

    corrientes liberales en el seno de la sociedad.

    Recin con el advenimiento de Jacinto Vera62

    a la jefatura de la Iglesia

    comenzara a revertirse esta situacin hacia una hegemona jesuita que, en

    oposicin a la Congregacin Franciscana, era la corriente conservadora.

    Pero, para los intereses de la iglesia ultramontana, ya era tarde y en dos

    aos se producira el primer choque con el Estado en la batalla por la

    laicidad.

    62

    (1813-1881) Nacido en el barco donde viajaba su familia de Canarias a Brasil, bautizado en Santa Catarina, fue el primer obispo catlico de Montevideo.

  • 31

    Recapitulando, insistimos en que, si bien la Iglesia Catlica tuvo innegable

    influencia en la sociedad uruguaya del coloniaje, como en toda la Amrica

    Hispana, las circunstancias propias de la Iglesia local de entonces sumadas

    a la actitud de los principales actores de la nacin, desde sus albores, le

    imprimieron a esa influencia una fisonoma particular, bastante diferente a

    la de la ejercida por la misma religin en otros pases de la regin.

    A partir de la segunda mitad del siglo XIX, en el seno de la sociedad

    uruguaya, fundamentalmente en los sectores acadmicos, comenzaron a

    predominar las ideas antidogmticas, operndose, en poco ms de tres

    lustros, una revolucionaria transformacin de conciencia, influida por el

    racionalismo, el liberalismo y el positivismo y promovida tambin por la

    Masonera, con la participacin de las principales corrientes cristianas

    protestantes que se fueron estableciendo en el pas alejadas de las

    posiciones cargadas de dogmatismos de la Iglesia Catlica.

    No se debe soslayar que entre los fundadores de la Francmasonera en

    Inglaterra, en 1717, figuraban destacados pastores protestantes de la iglesia

    anglicana, que seguramente le imprimieron su impronta a la fraternidad

    masnica, por lo que debe haber sido inevitable que dicha influencia

    llegara a estas tierras de la mano de las logias.

    En esta poca se verific una etapa de crecimiento y auge de esta

    institucin liberal, que jug un papel muy importante en el proceso de

    consolidacin de la laicidad, como promotora de la libertad de

    pensamiento, coadyuvando su accin con otros sectores que compartan sus

    inquietudes, como veremos ms adelante.

    La masonera, segn Ardao, no es anti-religiosa, aunque tampoco

    pretendera ser una religin sino constituir un mbito de armnica

    convivencia, para los creyentes de las distintas religiones existentes,

    fundado bajo la creencia en un Ser Supremo, al que denominan Gran

    Arquitecto del Universo.

    Esta postura, ecumnica, difiere en mucho de los postulados de la Iglesia

    Catlica, al menos en su vertiente ultramontana, y se acerca a la filosofa de

    la doctrina del laicismo que propugna la separacin de la Iglesia y el Estado

    pero garantizndole a todos los que quieran creer en una religin,

    cualquiera que ella sea, la libertad de hacerlo, as como idntica libertad

    para los que quieren no creer.

    Debemos mencionar, a esta altura de nuestro anlisis, dos procesos que,

    aunque independientes, se interrelacionaron y retroalimentaron.

  • 32

    Por un lado la lucha ideolgica, dentro de la iglesia catlica uruguaya, que

    enfrent al grupo liberal y masn con el sector ultramontano.

    Y por otro, segn relata Ardao, la propia evolucin filosfica de la

    incipiente Masonera uruguaya, desde el tesmo al racionalismo desta de la

    religin natural, primero, al liberalismo luego y, sobre el final del siglo con

    posiciones, al menos en algunos de sus integrantes, teidas de agnosticismo

    o incluso de atesmo, ms all de que las bases histricas de la institucin

    pareceran no admitir estas posturas entre sus adeptos.

    El mencionado triunfo dentro de la iglesia de los conservadores vinculados

    a la Compaa de Jess provoc tambin el trnsito paulatino de los

    catlicos masones hacia el racionalismo o el protestantismo, generando una

    polarizacin de fuerzas que llevara al franco enfrentamiento.

    La Iglesia, entretanto, inici en los aos 70s un proceso de reorganizacin

    interna, conducida por el Obispo de Megara, Jacinto Vera, y se fue

    preparando para la lucha ideolgica con Juan Zorrilla de San Martn, como

    el vocero ms notorio, quien desde el Club Catlico contribuy a

    jerarquizar las polmicas pblicas que tuvieron lugar en esos aos.

    En la otra trinchera se alinearon el racionalismo y la Masonera, que

    contaron con el respaldo de los cultos protestantes de avanzada.

    No podemos entonces pasar por alto, aunque la historiografa tradicional

    quizs no lo ha destacado como merece, el importante papel para la

    consolidacin de la laicidad en la Educacin y en el Estado que jug el

    protestantismo por medio de la Iglesia metodista y algunos de sus ms

    destacados dirigentes, como los pastores Juan Thompson63

    y Thomas

    Wood64

    y de la Iglesia Evanglica Valdense, que tuvo notable influencia

    en la zona Oeste del pas, bajo la gida del Pastor Daniel Armand Ugon.

    Wood y Armand Ugon fundaron el primer liceo laico del interior en

    Colonia Valdense y que hoy es el Liceo Pblico Daniel Armand Ugon.

    El telogo argentino Norman Amestoy65

    , aporta datos sobre la asimilacin

    del protestantismo a la cultura religiosa uruguaya indicando que el

    ingreso del metodismo al Uruguay no ha sido bien explicado por la

    historiografa religiosa que, preocupada ms por exaltar el accionar de

    sus dirigentes, no ha sabido desta