La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de...

26
La muerte sin dolor El suicidio y la eutanasia Maurice Verzele

Transcript of La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de...

Page 1: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

La muerte sin dolorEl suicidio y la eutanasia

Maurice Verzele

La muerte pp_La muerte pp 01/08/11 10:05 Página 5

Page 2: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

Argitaratzea:Editorial Txalaparta s.l.

Navaz y Vides 1-278. Postakutxa31300 Tafalla NAFARROA

Tfnoa. 948 703 934Faxa 948 704 072

[email protected]://www.txalaparta.com

Lehenengo edizioaEPO, Bélgica, 1995

Txalapartaren lehenengo edizioaTafalla, enero del 2000

Copyright© Txalaparta para la presente edición

Fotokonposaketaarte 4c

Fotomekanikaarte 4c

InprimaketaRGM

I.S.B.N.978-84-8136-156-8

Lege gordailuaBI. 2.788-1999

Izenburua: La muerte sin dolor. El suicidio y la eu-tanasiaJatorrizko izenburua: La mort en douceur. Le suicideet l’euthanaiseEgilea: Maurice VerzeleItzultzailea: Amaya Echalecu

Azala: Esteban MontorioIlustración de portada: Roberto Landeta

La muerte pp_La muerte pp 01/08/11 10:05 Página 6

Page 3: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

Verzele, nos brinda con lucidez y a veces incluso conhumor, la información necesaria sobre el modo de ponerfin a la vida.

Actualmente, la respuesta de la sociedad ante el sui-cidio es impedirlo u ocultarlo, aunque éste forme partede la realidad. Creo que es indispensable contar con lainformación pertinente para evitar sufrimientos, muertesinútiles o para no prolongar aquella vida –subjetivamen-te percibida como indigna e indeseable.

«Saber que voy a morir pronto, me da valor» escribíaMarguerite Audoux (1867-1937). «Saber morir es vencer ala muerte» escribía Marina Tsvetaïeva (1892-1941). «Laposibilidad del suicidio sin dolor me da paz y me devuel-ve la alegría de vivir» añade Maurice Verzele (nacido en1923).

El autor no transmite la más mínima incitación al sui-cidio. Al contrario, insiste en «la responsabilidad», «lamuerte sin dolor» y «la libertad de elección»; la elección

7

Prólogo

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 7

Page 4: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

de la propia muerte como el último acto de responsabili-dad y libertad de todos y cada uno de nosotros.

En el contexto jurídico actual es improbable contarcon ayuda médica, así que este libro puede aportar solu-ciones. M. Verzele, profesor emérito de la Universidad deGante (Bélgica) ha trabajado durante más de cuarentaaños en el laboratorio de Química Orgánica, primero co-mo estudiante, después como investigador científico y fi-nalmente como jefe de departamento. Por tanto, está alcorriente de las claves de los productos químicos.

El autor merece nuestra credibilidad, pero nunca seinsistirá lo suficiente en lo irreversible del acto por muyobvio que esto pueda parecer.

«Miremos a la muerte de frente, con los ojos abier-tos» escribía Marguerite Yourcenar. Creo haber encontra-do en este libro un valeroso eco.

Léon Favyts

Presidente de la Asociación RECHT OP WAARDIG STERVEN(Derecho a Morir Dignamente)

8

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 8

Page 5: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

Justificación

¿Tenemos derecho a disponer de nuestra propia vida?¿Es concebible que nos suicidemos o estamos obligadosa aceptar la vida hasta el final, aunque éste sea doloroso,amargo o miserable? ¿La eutanasia es una opción válidao debemos tomar medidas para no acabar en el callejónsin salida de la dependencia total de quienes nos ro -dean? Si decidimos poner fin a nuestra vida por nuestrospropios medios y sin la ayuda de los demás, ¿cómo ha-cerlo? ¿qué posibilidades hay? He aquí algunos de los te-mas que se abordan en este libro.

En él se emplean términos y nociones químicas quizáincomprensibles para un gran número de lectores por loque cuando he creído necesario dar una explicación quí-mica o técnica, he intentado que fuera lo más precisa ysencilla posible. Su lectura permitirá comprender mejorlas cuestiones abordadas, pero no es indispensable paraseguir el desarrollo general del libro.

Cabe preguntarse por qué me he decidido a exponeralgunas reflexiones filosóficas, arriesgándome a pecar de

9

1El derecho al suicidio

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 9

Page 6: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

moralista cuando sé que mi disciplina, las ciencias exac-tas, no me dan derecho a tal audacia. En otras palabras:«¿Qué pinta usted aquí? Esto es coto cerrado».

Creo que todo el mundo tiene derecho a formarse unaopinión sobre las cuestiones esenciales de la vida. Todossomos filósofos. Del criterio del oyente y del lector de-penderá el que las ideas expresadas tengan o no algúnvalor. Además, como científico, yo podría argumentar:¿qué hay de todos aquéllos que sin la formación adecua-da hacen de la ciencia una nueva religión y defienden acapa y espada teorías que comprenden sólo a medias?».

Hoy en día, todo el mundo opina sobre el colesterol,las lipoproteínas HD y LD, el peligro de la dioxina, los es-teroides anabolizantes, los ácidos grasos no saturados,los liposomas, la relación testosterona-epitestosterona,el ADN, los radicales libres (perdonen el rollo), el efectoinvernadero, el problema del ozono, los peligros del clo-ro, etc. La publicidad utiliza hábilmente la pseudo-cien-cia. Frases tales como «el efecto saludable del oxígenopuro sobre la piel» son mentiras desvergonzadas. ¿Cómoosan?

El hombre actual va aprendiendo que todo tiene rela-ción con la ciencia, la física, la química y la biología. Es,sin duda, positivo e incluso indispensable para hacernosuna idea más exacta de aquello que nos rodea y nos con-diciona. En consecuencia, todos tenemos derecho a in-formarnos. El problema se presenta cuando grupos depresión entran en liza y envían paquetes- bomba ponien-do en peligro vidas inocentes, para defender puntos devista acerca de los que ni los científicos ni los expertos seponen de acuerdo o incluso tienen opiniones diametral-mente opuestas. Si tanta gente se ocupa sin razón y has-ta el absurdo de la ciencia y sus soluciones, ¿por qué yono puedo filosofar un poco?

Si tuviera que justificarme, diría que he escrito estelibro porque cuando te jubilas, lógicamente comienzas

10

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 10

Page 7: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

a pensar más a menudo en «la última puerta» que tequeda por franquear. Fue así como caí en la cuenta deque pese a ser químico, llegado el caso no sabría exac-tamente cómo poner fin a mis días. Tras estudiar el te-ma, pensé que debía dar a conocer la información reco-gida.

Introducción

A lo largo de la vida, al niño, al adolescente y al adul-to, se le abren sucesivamente muchas puertas llenas denuevas posibilidades y de una diversidad deslumbrante.Rápidamente se van cerrando una tras otra: la edad desubirse a los árboles y pescar cangrejos pasa en un abriry cerrar de ojos, el primer beso, el primer coche, aprendera montar en bicicleta, a nadar... todas esas cosas maravi-llosas no pueden hacerse más que una sola primera vez.Pronto «esto» no es posible porque ya se hizo, luego«aquello» ya no nos atrae, un poco más tarde se tienendemasiados años para tal cosa y finalmente no queda si-no esa última puerta, la puerta hacia el más allá. Empu-jémosla con dignidad y en paz con nosotros mismos. Evi-temos la desesperación y la humillación de una depen-dencia exagerada. Seamos nosotros quienes elijamos elmomento supremo; decidamos serenamente sobre nues-tra muerte sin importunar a alguien para que nos ayude.Esta obra trata el tema del suicidio y explica los métodospara lograrlo «dulcemente».

Muchas personas evitan hablar de la muerte y del sui-cidio. Si llega el caso, se ponen nerviosas y cambian detema. Se asustan ante la palabra «eutanasia», como sipor el solo hecho de nombrarla, se pudiera materializar.En cierto modo, temen que una discusión sobre un actotan irreversible pueda incitarles a llevarlo a cabo. Eviden-temente están en un error. Evitando el problema o ne-gándose a hablar de él no van a lograr que desaparezca.La muerte es demasiado importante como para ignorarla

11

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 11

Page 8: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

y hasta el suicidio debería ser objeto de un debate claroy directo. Uno de los objetivos de este libro es combatirestos tabues.

Es obvio que también hay personas dispuestas a con-versar sobre ello y en esos casos, invariablemente, sor-prende la ignorancia del ciudadano medio sobre los mé-todos prácticos para llevarlo a cabo. Por ejemplo, respec-to a los venenos, abundan las ideas más estrambóticas yfantasiosas. Por otro lado, numerosos médicos, farma-céuticos e incluso químicos conocen los métodos paralograr una muerte sin dolor, o sea, que existe un abismoentre estos iniciados y el resto de los ciudadanos. Me pa-rece una situación intolerable.

Si se aborda el tema de manera explícita y precisa co-mo en este libro, con frecuencia te enfrentas a reaccionesde indignación. «Pero... ¡es horrible, terrorífico! ¡cálle-se!». Con todo, a menudo hay alguien que retoma elasunto preguntando: «¿Cómo ha dicho? ¿Ha escrito algosobre ello?». O te dicen: «No es el tipo de lectura apro-piada para un depresivo como yo, pero aun así me alegrode tener su libro».

Los primeros capítulos abren el debate sobre cuálesson las circunstancias en las que el suicidio está justifi-cado. No es necesario aclarar que las opiniones expues-tas son absolutamente personales. Se han publicado nu-merosos libros y artículos sobre el tema, pero los más an-tiguos no son lo suficientemente explícitos y algunos delos más recientes defienden puntos de vista que no sus-cribo o que no se adaptan al contexto europeo. Además,varias publicaciones han sido superadas por los aconte-cimientos o resultan inaccesibles para el gran público.

Las contribuciones escritas sobre el suicidio y la eu-tanasia son muchas. Hay más de 8.000 libros y numero-sos artículos en revistas o diarios a los que cada año sesuman unos cientos más. Los lectores que quieran pro-fundizar en el tema encontrarán referencias bibliográficas

12

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 12

Page 9: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

al final de esta obra y en cualquier gran biblioteca podránhallar algo sobre la muerte, el suicidio y la eutanasia.

En todos los países del mundo hay asociaciones quese ocupan de estos asuntos. Sus miembros se unen paradefender mejor sus intereses y sus derechos, para obte-ner y dar asistencia y consejo y para defender la «buenacausa». Existe, asimismo, una World Federation of Right-to-Die Societies (Federación Mundial de Asociaciones a favordel Derecho a Morir Dignamente). Al final del libro en-contrará una lista de las principales.

Muchas editan textos, a veces reservados a sus so-cios, que explican diferentes maneras de suicidarse. En1981 en Inglaterra, los tribunales de justicia prohibieronla distribución de una de estas publicaciones. Desde en-tonces, ha ganado mucho terreno la tesis de que la euta-nasia debería ser posible y en determinados casos tole-rada. No obstante, se habla menos sobre si se puede to-lerar o incluso propugnar el suicidio. En 1995 la informa-ción, tal y como se presenta en este libro, corre menosriesgo de ser censurada.

En mi país, Bélgica, hay dos asociaciones que defien-den el derecho a morir con dignidad (ver la lista). La RWS(Recht op Waar dig Sterven – Derecho a Morir Dignamente) sedefine como «una asociación pluralista en pro de lamuerte sin dolor y voluntaria; contra el ensañamiento te-rapéutico y a favor del respeto a la voluntad individual».Sus miembros cuentan con una publicación trimestralsobre el tema.

Todas las asociaciones aconsejan redactar un testa-mento exponiendo el deseo de una muerte por eutanasia.El lema es: «Tome las medidas oportunas cuando todavíasea posible». Si no lo ha demandado explícitamente esprobable que cuando sea totalmente dependiente o estédemenciado, el médico no quiera plantear la posibilidadde una eutanasia.

En este libro se sugiere que es preferible no pedir na-

13

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 13

Page 10: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

da a nadie; mejor asumir nuestras propias responsabili-dades. La eutanasia o la respuesta a la llamada de soco-rro del que quiere terminar con su vida, puede crear difi-cultades y suponer, además, una carga demasiado pesa-da para quien presta la ayuda.

Si renunciamos a la ayuda de un tercero o de un mé-dico, está claro que tendremos que organizarnos para ad-quirir las sustancias necesarias para el suicidio. Nos ve-remos obligados a ocultar cosas y a no ser del todo ho-nestos con nuestro farmacéutico, médico o incluso nues-tros allegados. Dado que «la ley» no nos permite comprarabiertamente lo que queremos, hagámoslo clandestina-mente. Que así sea.

14

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 14

Page 11: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

Memento mori –Recuerde, usted debe morir–. Enefecto, nadie es inmortal. No tiene mucho sentido darlevueltas ni hacer un drama.

Todo el mundo sabe que un día la muerte llegará; elniño y el adulto lo saben, pero es para mucho más ade-lante; en la tercera edad lo sabemos, el plazo se acaba yla idea de la muerte nos ronda más a menudo. ¿Cuántotiempo queda? ¿Un año? ¡No, es demasiado poco! ¿Diezaños, veinte? Quizá es demasiado. Pensamos en los ami-gos y familiares que tienen problemas de salud o que hansufrido alguna intervención quirúrgica importante. ¿Es-tán definitivamente fuera de peligro? ¿Les quedan tresaños más? ¿Y a mí? ¿Merece la pena comprar un cochenuevo? ¿Es razonable? ¿Y si dura más que yo? Puedo pa-garlo, puedo incluso darme el gusto de comprar un mo-delo de lujo. Sí, pero los hijos no lo aprobarían; no diríannada, pero no lo comprenderían.

Las estadísticas muestran que la esperanza media de

15

2La muerte

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 15

Page 12: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

vida en los países desarrollados es de 72 años para loshombres y 76 para las mujeres. Las cifras incluyen los fa-llecimientos de gente joven y las muertes provocadas poraccidentes de tráfico. O sea, que si uno alcanza la respe-table edad de los 60-70 años, tiene bastantes posibilida-des de superar ampliamente la esperanza media de vida.

Por otro lado, ¿cómo se explica que las mujeres vivanmás tiempo? ¿Son más sólidas? Quizá sean una especiesuperior, o quizá, simplemente, al realizar la mayoría delas tareas domésticas cotidianas, se mantienen más acti-vas y en consecuencia están en mejores condiciones físi-cas. Si usted es activo y se mueve, ¿vivirá más?

En Japón, la esperanza de vida es un poco más eleva-da que en Occidente. Quizá porque el japonés es, en ge-neral, menos grueso y por tanto goza de mejor salud quenosotros.

Con la edad, la muerte se hace más presente. Muchosamigos de la juventud han partido ya; que mueran perso-nas desconocidas no nos afecta pero, ¿Julio y Denise?¡Muertos! ¿Cómo es posible? ¡Si todavía eran jóvenes! ¿YJuan? Si era incluso más joven que yo. A menudo debo ha-cer esfuerzos para recordar que ha muerto y que ya no leveré más en el supermercado donde coincidíamos hacien-do la compra los viernes por la mañana. Aún me pareceoírle cecear levemente mientras limpia sus gafas, mirán-dome de soslayo con sus ojos de miope. Me sorprendo amí mismo buscándole en la fila, delante de las cajas re-gistradoras hasta que la realidad se me impone: Juan estámuerto.

Vamos andando por el parque, no estamos solos, to-davía hay bastantes paseantes. El tiempo es espléndido,todo está en calma, no pasan coches, sólo algunos ciclis-tas. Aquella silueta, allí, ¿no es Jaime? No. Jaime estámuerto.

La muerte es el fin; después no hay nada, sólo el agu-jero negro. No creo en la vida después de la muerte, en la

16

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 16

Page 13: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

resu rrección, el cielo, el infierno y demás. Sólo son con-suelos absurdos. Ha habido interminables debates sobreel tema y yo podría exponer aquí mi opinión pero, ¿me-rece la pena? No quisiera en absoluto, destruir la dulceilusión de quien cree en el más allá y en la vida eterna. Elhecho de que tantas personas confíen sinceramente enello sin ninguna duda es, para mí, la ilustración perfectade la irracionalidad del hombre común.

¿Tengo miedo a la muerte? Sí, claro, un poco. Pero,¿por qué? ¿Porque me es desconocida? ¿Por miedo al do-lor? No, no es eso. Es porque es el último velo detrás delcual no hay nada, porque allí nada es posible salvo elsueño eterno. Acabada la vida, terminadas las activida-des que todavía seguían interesándome, finalizado lo po-co que me quedaba, las cosas de la vida cotidiana queaún me proporcionaban placer. El gran inconveniente dela muerte es que hay que abandonarlo todo aunque, enrealidad, la vida es un abandono constante. Muchos pla-ceres sólo se disfrutan un número limitado de veces.¿Cuántas veces podríamos hacer el amor, salir de viaje ocomprar un coche nuevo sin que resultara absurdo? Larepetición extrema no tiene sentido y es falso pensar quela vida eterna sería un paraíso.

Pensemos en los 72 años de vida o en sus correspon-dientes 26.286 días con su diario despertarse, acostarse,cenar, tomar el aperitivo; con sus rituales cotidianos queson los que a la larga se convierten en la fuente de losmayores placeres. Así que, en el fondo, ¿qué más da aña-dir días y días o incluso años? ¿Significa esto que pode-mos tomar ahora mismo el Rohipnol o la sustancia elegi-da? ¡Por supuesto que no! Está fuera de lugar hasta elmomento en el que la desgracia y el dolor nos hagan lavida insoportable. A la sazón, la pregunta fundamentales: «¿Cuál es el punto de no retorno?, ¿dónde está el lí-mite o la frontera?, ¿qué es lo insoportable?». La res-puesta difiere para cada uno de nosotros. Yo, ahora estoyconvencido de que no soportaré la humillación de la de-

17

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 17

Page 14: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

pendencia: no poder andar, ni siquiera levantarme, seralimentado a cucharaditas por un tercero más o menospaciente, necesitar ayuda incluso para lavarme, para ir alservicio, verme obligado a llevar pañales por la inconti-nencia... ¡No y no! Pero, ¿seré capaz de tomar la decisiónque se impone o esperaré, como tantos otros, hasta queya no tenga la fuerza suficiente para hacer lo que debo?Lo que me preocupa es el miedo a no atreverme, ser co-barde, esperar demasiado y más adelante no ser capaz fí-sicamente de suicidarme y convertirme, entonces, en al-guien totalmente dependiente, extremo que tanto he te-mido. ¿Son razones suficientes para un suicidio anticipa-do? He aquí el quid de la cuestión. ¿Ya veremos? ¿O ten-dré que pedir ayuda y apelar a la eutanasia? ¿Será posi-ble todavía?

Desde mi punto de vista, no se debe contar con elprójimo. Es inadmisible. Además, ¿quién podría ayudar-me en una empresa tan delicada? Es criminal y cobardepedir ayuda para un suicidio; opino que ni siquiera tene-mos derecho a pedir tal cosa a un médico, aparte de queno creo que haya muchos dispuestos a aplicar la eutana-sia.

¿Qué decir del suicidio a causa de una edad muyavanzada? Creo que debería ser posible. ¿Existe el dere-cho a la muerte? En el caso de los ancianos la respuestaes rotundamente sí. La enfermedad, el dolor o la adversi-dad pueden provocar que los jóvenes se suiciden, perocreo que para ellos en general, y más si tienen salud, noexiste el derecho al suicidio. Tienen deberes frente a lasociedad, frente a su familia y sus padres. La opinión deque cualquiera tiene derecho a disponer de su vida eserrónea.

¿Se puede concebir el suicidio como una reacción na-tural e instintiva, presente en cualquier especie bajo cier-tas condiciones? Existe el fenómeno de los lémures ti-rándose en masa al vacío, contra las rocas, al mar pro-fundo, que ha sido presentado como un ejemplo de sui-

18

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 18

Page 15: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

cidio colectivo. Recientemente, esta hipótesis de deseode muerte se ha cuestionado, sustituyéndola por la de unaccidente provocado por el comportamiento gregario delrebaño que sigue a ciegas al animal que, en cabeza, reba-sa el borde del precipicio.

De vez en cuando, los diarios publican al unísono lanoticia de un grupo de ballenas muriendo asfixiadas enlas playas. ¿Nos encontramos frente a otro suicidio co-lectivo? Se da, además, la circunstancia de que auque seles conduzca a alta mar, se obstinan en volver hacia laplaya mortal. A falta de otras hipótesis, su comporta-miento suele explicarse como un suicidio provocado porla superpoblación, como el de los lémures, pero pareceun poco extraño que se dé en las ballenas, especie en pe-ligro de extinción. ¿Se trata quizá de una superpoblaciónen el seno del grupo?

El suicidio es más frecuente en los países densamen-te poblados y más desarrollados. Se da en las clases so-ciales más ricas e instruidas. ¿Será un reflejo o un instin-to de conservación de la especie en peligro de superpo-blación?, ¿algo así como la manera de eliminar algunosejemplares cuando hay demasiados?

Sin la muerte no existe la vida. La muerte no es suenemiga sino su compañera, su vigía. En las cadenas tró-ficas, las especies mayores se alimentan de las más pe-queñas y al final de la cadena, las primeras son consumi-das por los microorganismos y así el ciclo puede reco-menzar. La investigación científica ha demostrado recien-temente que cada célula viva posee un gen que puede or-denar su propia muerte. Cuando las células están en gru-po pueden resistir el impulso de morir, pero si quedanaisladas, todas, sin excepción, mueren. El fenómeno dela muerte programada en el código genético de la célulase denomina apoptosis. En la actualidad se está estu-diando intensamente y parece prometer curaciones pro-digiosas de diversas enfermedades, hoy por hoy, incura-bles. El código genético de la vida prevé, pues, claramen-

19

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 19

Page 16: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

te, la posibilidad del suicidio de cada célula viva; la muer-te y la vida son todo uno.

Sin embargo, lo anterior no tiene mucho que ver conmi problema. No tengo, por el momento, ningún deseode suicidarme. He dejado muy atrás la frontera de la mi-tad de la vida. Mi vitalidad ha disminuido sensiblemente.Me muevo de un modo que sé que es propio de los an-cianos. Mido, como poco, cinco centímetros menos delos 183 de antaño. Voy encorvado. He perdido gran partede mi sentido del equilibrio. A veces me caigo incluso demi bicicleta. Pero me siento bien. Sé que mi degenera-ción llegará todavía más lejos. Me basta con mirar a mialrededor. He padecido graves problemas oculares. Mehubiera quedado ciego si los cirujanos no me llegan asalvar de ese horror. Parece demostrado que uno puedeadaptarse a la ceguera, pero, ¿también después de los70? Creo que si me quedara ciego, no desearía seguir vi-viendo. Mientras tanto, aún estoy aquí y la vida es bella.Sí, la vida es bella. La vida empieza en este instante. Enrealidad, todo lo que pertenece al pasado no cuenta. Dis-fruto, gozo de los detalles más nimios: del sol, de losmúltiples tonos verdes de la naturaleza, de la lluvia, losgorriones en el alféizar de la ventana, en fin, de todocuanto aparece ante mí; la inquietud, el deseo, la ambi-ción, la rabia y la duda se han vuelto tibios y moderados...simpático jubilado.

¿Me atraen mis 20 años? ¿Me gustaría, siquiera unasola vez, revivir el ardiente fuego, la gloria y el triunfo dela experiencia sexual juvenil, correr kilómetros por la pla-ya cantando a voz en grito? ¿Una vez más...? No, no, ya hetenido mi parte. Sé lo que es. Sin embargo, todavía no co-nozco lo que queda por venir. La vida comienza a los 70años, o mejor dicho, la vida comienza ahora. Todo lo quehaya ocurrido antes es pasado, sólo cuenta el futuro. So-mos nosotros quienes debemos lograr que la «TerceraEdad» merezca la pena ser vivida.

Creo que estoy preparado para despedirme de mi mu-

20

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 20

Page 17: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

jer, de mis hijos, de mis amigos, de la vida. Sólo me ape-na pensar que no sabré qué será de ellos ni de la huma-nidad. Deseo que me incineren y esparzan mis cenizas.«Polvo eres y en polvo te convertirás» como se dice en lasceremonias religiosas. Nada de tumbas que otros debancuidar, nada de recuerdos en algún lugar, en un columba-rio o en un cementerio. No quiero que en víen recordato-rios de mi muerte. Mientras la gente no lo sepa, seguirévivo en su memoria. La única forma de vida tras la muer-te está en el pensamiento de quienes nos recuerdan.

¿Suicidio o asesinato?

«Suicidio» es una palabra típicamente francesa o in-glesa. En neerlandés, el equivalente es Zelfmoord y en ale-mán Selbstmord o «asesinato de sí mismo». El término«asesinato» con su significado abyecto y peyorativo, tie-ne tantas connotaciones que no consigue expresar ade-cuadamente el fenómeno del suicidio. El asesinato se co-mete contra la voluntad de la víctima y a menudo es vio-lento. Un asesinato siempre es un crimen. Por el contra-rio, el suicidio no se comete contra la voluntad de la «víc-tima» y además es deseado, o sea que no puede llamar-se crimen. Sin embargo, durante mucho tiempo, la ley loconsideró como tal. Inglaterra fue uno de los últimos pa-íses en retirarlo del ámbito del Derecho Penal y ello en1961.

Resulta cuanto menos sorprendente, querer castigar aalguien que ha cometido un suicidio; ya no se le puedeatrapar. La ley penalizaba también las tentativas de suici-dio o sea, que cabía la posibilidad de añadir una conde-na penal a la desesperación del suicida.

El suicidio se lleva a cabo desde la desesperanza, noprecisamente con entusiasmo y, evidentemente, sin vio-lentar la voluntad de la «víctima». El suicidio no es unasesinato, ni tan siquiera es un asesinato de sí mismo.

21

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 21

Page 18: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

La vida

¿De dónde viene la vida? ¿Es el resultado de la inter-vención divina o de la generación espontánea, tal y comopretendían algunos en el pasado? No hace tanto, la tesisde la «generación espontánea» según la cual la vida ha-bría surgido ella sola de un día para otro, resultaba total-mente defendible. Y es que, en efecto, era evidente que lavida surgía por sí sola de los alimentos podridos; todoslos días se veía salir moho y gusanos de la masa en fer-mentación, y hasta se creía que las ratas podían surgir delpolvo, el barro y la suciedad de los graneros, sótanos ydesvanes, por lo que todas las formas de vida, incluyen-do la humana, debían tener un origen similar.

La tesis de la generación espontánea quedó desmen-tida hace cien años de manera categórica y elegante porlos experimentos de Louis Pasteur. Si la generación es-pontánea no era posible, ¿cuál fue entonces el origen dela vida? La ausencia de otra alternativa válida favoreciósin duda la hipótesis de la crea ción divina.

Hoy en día, se dan fundamentalmente dos corrientesinterpretativas enfrentadas. La primera es la teoría de laevolución basada en los resultados científicos provenien-tes de la Cosmología, la Geología, la Biología y la Quími-ca. Todas estas ciencias concluyen, cada una a su mane-ra, que la vida tiene su origen en un proceso espontáneoy lógico cuando las condiciones imperantes le son propi-cias. La evolución es el resultado de mutaciones y proce-sos selectivos que causan la supervivencia del más adaptado,en palabras de Charles Darwin con lo que la vida se hacemás y más compleja de manera natural. De este modo, lageneración espontánea, antaño condenada por LouisPasteur, no resulta tan imposible como parecieron probarsus experimentos. Simplemente, han sido necesarios mi-les de millones de años para llegar por mutación y evolu-ción al estado actual de las especies.

22

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 22

Page 19: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

La vida nos ha sido dada por el cosmos, por el tiem-po y debemos aceptarla tal cual, pero es algo muy natu-ral y en absoluto tan sagrado como a algunos les gusta-ría hacernos creer. Desde este punto de vista, la vida escompletamente normal y tenemos todo el derecho a dis-poner de ella, tenemos derecho al suicidio. Esta visión,propiciada por la hipótesis evolucionista, es suficiente-mente conocida.

El extremo opuesto lo constituye la corriente inter-pretativa «creacionista»: Dios creó la vida hace 5.000 o20.000 años. A veces, sus defensores aceptan los argu-mentos que demuestran que la vida existía mucho antescomo las plantas o animales. Sin embargo, para ellos, elhombre es, en cualquier caso, una creación divina bas-tante reciente. Algunas fuentes fijan el momento de lacreación humana o de Adán y Eva en hace menos de5.000 años y aunque la ciencia ya ha demostrado categó-ricamente que el hombre habitaba nuestro planeta mu-cho tiempo atrás, a los creacionistas les resulta imposi-ble aceptar esta evidencia. No quieren ni oír hablar deella; el hombre es una creación reciente del Señor Dios ypor tanto, hay una diferencia fundamental entre él y elresto de las especies vivas.

Los argumentos se basan a menudo en las peculiari-dades humanas. El hombre piensa, se plantea preguntas,es curioso, alberga sentimientos y disfruta del espíritu di-vino y de la inteligencia lo que le sitúa bastante por enci-ma de los animales. Todas las características típicamentehumanas: amor, alegría, paciencia, lealtad, son, como mí-nimo, mucho más que simples reacciones químicas yeléctricas de nuestro cerebro. En estas discusiones sesuelen citar menos la rabia, el miedo, la envidia, la cóle-ra o la crueldad. Se alude siempre al sentido del humordel hombre ausente en los animales. Se alega como es-pecíficamente humana la capacidad para concebir ideascreativas y para razonar, así como el desarrollo del len-guaje. También se cita a menudo el sentido del bien y del

23

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 23

Page 20: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

mal y la conciencia, de nuevo ausentes en animales yplantas.

La especificidad humana es, pues, el argumento prin-cipal para defender al Dios creador que ha concebido alhombre a su imagen así como para concluir que la vidahumana es sagrada, es decir, que no tenemos derecho alsuicidio.

Si Dios ha creado al hombre a su imagen, es lógicopensar que haya poblado todos los planetas del universoy que en ellos vivan miles de millones de hombres pare-cidos a nosotros. ¡Vaya sorpresa si fuera así! ¿Habráquién lo crea? La respuesta produce estupor: «Claro, mu-cha gente».

Los creacionistas aducen, asimismo, un argumentomás tangible basado en que no se ha podido probar laexistencia de todos los estadios de la evolución a travésde sus correspondientes fósiles. Los famosos «eslabonesperdidos» hacen inverosímil la teoría de la evolución. Lavida nos ha sido dada por Dios, y nosotros, criaturas deDios, no tenemos derecho a rechazarla o a disponer deella. La vida, Don de Dios, es sagrada.

Evidentemente, las visiones creacionistas también sediscuten en otros planos más elevados. El Dios a seme-janza humana queda reemplazado por una fuerza desco-nocida que nos ha creado conscientemente y que tam-bién puede denominarse Dios.

Hace poco, incluso científicos no creyentes, defendie-ron que la vida, tal como la conocemos, no puede ser elresultado de mutaciones espontáneas debidas al azar.Afirmaron que la vida es demasiado compleja y, que portanto, la probabilidad de que el hombre sea consecuen-cia de mutaciones espontá neas es comparable a la de ob-tener un avión B-747 o un edificio de 30 pisos tirando al-gunos trozos de metal y plástico juntos. Espontáneamen-te, la entropía o el desorden deben acrecentarse. Por otrolado, la Paleontología demuestra de manera irrefutable

24

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 24

Page 21: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

para quien quiera verlo, que durante millones de años, lavida, siguiendo la ley de la entropía, tiende siempre a ha-cerse más compleja. Así, las especies más evolucionadasy recientes son las más complejas. La química humana esmás complicada que la de los tiburones, que no ha cam-biado desde hace millones de años. La límula, especie decangrejo que todavía se da entre nosotros, presenta unaforma de vida muy primitiva que existe desde hace unos150 millones de años y cuya química es de las más arcai-cas. Sin embargo, dispone ya del milagro del ADN con to-das las posibilidades de síntesis que ello implica. ¿Es po-sible que la evolución estuviera tan avanzada hace 150millones de años?

Creo que lo único que prueba esta controversia esnuestra dificultad para hacernos una idea correcta delsignificado de un millón de años y mucho más si habla-mos de miles de millones de años. Ilustra, asimismo, lairracionalidad del hombre y la facilidad con la que cree enlas mayores bobadas. Esto es especialmente manifiestoen los jóvenes. Demasiado pronto, la mayoría se haceideas muy precisas sobre muchas cosas y las defiendeenérgicamente. Rara vez piden información a los adultoso se molestan en estudiar los problemas seriamente an-tes de formarse una opinión. ¡Saben tantas cosas desdepequeñitos! Las ideas más extrañas, a menudo suma-mente peligrosas, se instalan en ellos con una facilidaddesconcertante. Para constatarlo basta recordar los cre-dos de las sectas y grupos repartidos por todo el mundo.Y sin embargo, el hombre se considera a sí mismo un serracional. ¿Lo es? Algunos pensadores tienen a veces ideas racionales pero la vida de la mayoría de la gente es-tá gobernada por las emociones y los instintos de quie-nes gobiernan. Lo ideal es pensar que la educación po-dría remediarlo, pero creo que, por desgracia, se sobres-tima su influencia.

El parecido entre hombres y animales lo prueba la

25

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 25

Page 22: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

analogía de sus instintos: el instinto maternal, la cons-trucción de nidos, casas o refugios, el subir a los árboles,el instinto de migración, de exploración, la añoranza dellugar de origen, etc. No es cierto que hombres y animalessean fundamentalmente distintos. Las manifestacionesde vida terrestre se diferencian mucho exteriormente, pe-ro bajo la piel o la corteza, la similitud de la bioquímica yel funcionamiento químico prueba que el origen de cual-quier tipo de vida está en los mismos ancestros evoluti-vos.

Otro argumento se basa en la distinción entre la vidapropagada por división celular y la que proviene de la fu-sión de dos células sexuadas. En el primer caso, la célulaes inmortal puesto que cada división produce dos nuevascélulas idénticas. La muerte natural es desconocida. Elhombre pertenece al segundo grupo y su forma de vida síque conoce la muerte. Para el tema que nos ocupa, estadistinción no tiene importancia porque toda célula esmortal en circunstancias desfavorables. A este respecto,la apoptosis (ver anteriormente) es una nueva referencia.

La vida tiene la capacidad de multiplicarse, el poderde la duplicación, al igual que el hombre, los animales olas plantas. También se multiplican: los organismos uni-celulares, los microorganismos y los virus. La forma de vi-da más simple es el virus, una molécula de ADN1 rodea-da de una capa protectora y funcional de proteínas. Quie-nes niegan el estatuto de vida al virus afirman que «el vi-rus necesita un huésped para multiplicarse. Sin embargo,

26

1. El ADN o Ácido Desoxirribonucleico es una macromolécula compues-ta de millones de nucleótidos. Un nucleótido es en sí mismo complejo y con-tiene un azúcar, ácido fosfórico y una base heterocíclica. La secuencia de losnucleótidos alberga toda la información genética del individuo y la especie.Todo está fijado en nuestro ADN: lo que somos, hombres y mujeres, con talcolor de ojos, con esta forma particular de nariz, estas características genera-les y específicas. Algunas personas no lo admiten fácilmente. Sin embargo, lohan demostrado irrefutablemente los científicos con mayor credibilidad, losgenetistas y lo han corroborado, a su vez, el resto de las ciencias.

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 26

Page 23: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

nosotros también tenemos necesidad de otras vidas paranutrirnos, sobrevivir y multiplicarnos.

Si todo tipo de vida es sagrado y debe disponer de lascondiciones para desarrollarse sin limitaciones, debería-mos respetar cualquier ADN y no consumirlo. Nos estaríavedado cualquier alimento, tanto animal como vegetal yhabría que dejar en paz a bacterias y virus como el del SI-DA. ¡Vaya conclusiones más absurdas! Recuerdan a las delos Testigos de Jehová que se niegan a combatir las en-fermedades con los medios científicos actuales y rehúsanlas transfusiones sanguíneas, sin dejar por ello de ali-mentarse o de destruir la vida, pretendidamente sagra-da...

El derecho a la vida

Una persona integrada en una comunidad que le aco-ge tiene el deber de colaborar con ella. Los humanos te-nemos derecho a vivir en sociedad, pero si transgredimossus reglas y costumbres este derecho se puede poner enduda. Parece lógico y racional, aunque en la práctica nolo sea tanto. En Francia, a finales de 1991, a un condena-do por delitos sexuales graves que reincidía en cadapuesta en libertad –y así hasta en doce ocasiones– no sele privó nunca de su derecho a vivir en sociedad. Ésta esla realidad, por más que a muchos de nosotros nos re-sulte inconcebible. El derecho a vivir es sagrado y antecada ejecución de un condenado a muerte en los paísesque todavía aplican esta pena, se producen intensas re-acciones, sea cual sea el fundamento de la sentencia.

«El derecho a la vida» es un hecho, pero ¿qué decirdel «derecho a la muerte»? Una cosa está clara: todos so-mos mortales al cien por cien. Que el momento fatídicollegue un poco antes o un poco después no cambia mu-cho las cosas. Decirlo es fácil. Sin embargo, el deseooculto de muchos ancianos, incluso centenarios, es vivirmás años y si alguien les pidiera que pusieran fin a sus

27

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 27

Page 24: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

días, se negarían rotundamente. ¡Y con razón! No obs-tante, también se dan casos muy diferentes y yo he escri-to este libro pensando en ellos.

«El derecho a la muerte» cambia con la edad. Cuandoalguien muere en plena juventud, la noticia se vive dra-máticamente, aunque se trate de un suicidio. Sin embar-go, la reacción ante el fallecimiento de un anciano es muydistinta y así lo revelan las diferentes expresiones queello provoca.

Alguien muere entre los 20 y los 40 años. ¡Es terrible!

¿A los 60? ¡Qué pena!

¿A los 70? Es una lástima, pero en fin, ya no era tanjoven.

¿A los 80? Bueno, vivió su vida

¿A los 90? ¡Cuánto ha durado!

¿A los 100? ¡Qué mayor! Sí, sí, todos somos mortales.

Queda claro que el derecho a la muerte varía con laedad. La pena y el desconsuelo que provocan la muertede un joven son razones suficientes para negarle el dere-cho a la muerte.

El deber de vivir

A menudo se oye decir: «Como es mi vida, hago conella lo que quiero». Dicho de otro modo: «Si quiero, ten-go derecho a suicidarme». ¡Falso! Formamos parte deuna comunidad que ha invertido en cada uno de nosotrosy que, en consecuencia, tiene algunos derechos.

Los datos que mejor conozco son los referentes a Bél-gica. La educación escolar, por ejemplo, cuesta al Estadoun mínimo de 1 a 2 millones de francos por persona.2 La

28

2. Un franco belga equivale a unas 4 pesetas (febrero 1999). (N. del T.)

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 28

Page 25: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

mayoría de los belgas estudian desde los 3 años hasta los18-23, o sea, una media de quince a veinte años. El pre-supuesto del Ministerio de Educación es de unos 200.000millones de francos para 2 millones de alumnos, es decir,100.000 francos por alumno y año. Otro pequeño cálculorevelador de cómo el Estado invierte mucho en la juven-tud, es el de la Universidad de Gante, mi ciudad, que gas-ta 7.000 millones de francos en 14.000 estudiantes, o sea,500.000 francos por persona y año.

Sólo analizando la enseñanza, queda claro que tene-mos una deuda con el Estado y que, por lo tanto, debe-mos contribuir a su funcionamiento. Las personas capa-ces no tienen derecho al suicidio, están obligadas a se-guir viviendo para ayudar a las generaciones venideras.

También se suele oír: «Es mi cuerpo y no quiero quedespués de mi muerte utilicen mis órganos para tras-plantes, ni los míos ni los de mis allegados». Teniendo encuenta nuestros deberes para con la sociedad, éste es unpunto de vista inadmisible. Nuestro cuerpo pertenecetanto a la comunidad como a la familia y ésta sólo debe-ría disponer del cuerpo del difunto tras la decisión de lasinstancias cualificadas sobre la viabilidad de un trasplan-te. Es intolerable que haya tantos enfermos en lista deespera, anhelando órganos, simplemente porque faltandonantes. Si todos los cadáveres estuvieran disponiblespara posibles trasplantes, se evitaría esta situación. Alparecer, existen razones de tipo religioso, sentimental,pseudo-ético o simplemente egoísta que proscriben ladonación de órganos. Es inaceptable.

Quizá mis puntos de vista parezcan duros o exagera-dos, pero sé que no lo son porque yo mismo viví durantelargos meses la espera ansiosa de unos órganos de tras-plante y conozco muy bien este lado terrible del proble-ma.

29

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 29

Page 26: La muerte pp - img.txalaparta.eus muerte sin dolor.pdf · Azala:Esteban Montorio Ilustración de portada:Roberto Landeta La m er e pp_La m er e pp 01/08/11 10:05 P gina 6. V erzele,

Mamá, ¿nosotros, por qué vivimos?

Esta pregunta tan típica está mal formulada. El térmi-no «mamá» introduce una connotación patética, el pro-nombre «nosotros» da a entender que cualquier otra vidarealmente no tiene valor, refiriéndose el «nosotros» evi-dentemente sólo al hombre y además tampoco tiene mu-cho sentido la palabra «vivimos». En el fondo, la cuestiónes simplemente: «¿Por qué?». ¿Por qué nosotros, la tie-rra, el sistema solar, el cosmos? Hace unos 20.000 millo-nes de años la luz y la materia surgieron de golpe. Desdeentonces, el reloj cósmico gira y todavía girará algunosmiles de millones de años más antes de pararse. Puedeque en ese momento tengamos la respuesta al «¿porqué?». Pero, ¿seremos entonces capaces de comprender-la? No lo creo.

El semanario Humo planteó la pregunta: «Mamá, ¿no-sotros, por qué vivimos?» a varios escritores contempo-ráneos. Las respuestas fueron desde «para vivir», «paramorir», «para jugar», «para disfrutar», «para ser feliz»hasta «porque sí». Para mí, de entre todas las respuestasla mejor fue la de Walter van der Broeck: «Para transmitirla vida». En otras palabras, no somos más que un mediopara la supervivencia de nuestro material genético, elADN. He aquí la vida permanente, inmortal, que evolu-ciona sin cesar en una dirección que no podemos contro-lar. El hombre no es sino un soporte para el ADN, un sub-producto, un accesorio de la vida real: la del ADN que síes inmortal. Por tanto, es lógico que el hombre sea mor-tal, cabría incluso considerar como un pecado contra natu-ra que siguiera con vida tras haber cumplido la función detransmitirla.

El hombre no tiene razones para ser presuntuoso. Tie-ne conciencia, etc., pero su existencia, nuestra existenciaindividual, no es, en absoluto, importante ni sagrada.

El suicidio y las religiones

30

La muerte_La muerte 01/08/11 10:06 Página 30