La mujer del currumbaco / El último amante del baile folclórico margariteño

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SOL DE MARGARITA PORLAMAR, 7 DE MAY0 DE 2006 EDICION ESPECIAL ANIVERSARIO 44 E l baile del currumbaco es algo prácticamente desconocido en Coche y casi toda Margarita, pero en la familia de Magda- lena Marín –y eso es más o menos como hablar de todo el pueblo de Alta- gracia, municipio Gómez- no hay quien no la haya visto zarandearse al son de ese contagioso ritmo que ella y unas amigas inventaron en una tarde de ocio, hace ya bastantes años. “A mí me gust aba mucho bai lar y me ponía con esos muchachos. Hasta agarraban una cabuya, la pasaban y yo me ponía a saltar en el medio. Después vino la burriquita y también la bailaba y luego salió el currumbaco. Un día es- tábamos dos cuñadas y yo y lo inventa- mos, con palmadas y pasos ¡y esa gente se reía!”. Creatividad es lo que menos le falta a esta mujer que, para mantener los 12 hijos que tuvo con su marido, le sacó provecho a lo primero que se en- contró por delante en la playa: las con- chas de mar. “Lo de las conchitas tiene años. Como 40 años hace que mi hijo iba conmigo. Inventamo s el pavorreal, con otras conchitas más bonitas que traían de Coche. Ponía las tres conchas y hacía así: dos pa’lante y una pa’tras. Entonces mis hijos fueron trabajando y ya saben hacer animalitos de todas cla- ses, hasta nacimientos y tortuguitas… a mí me agrada mucho todo esto”, dice, sentada junto a un elaborado altar de la Virgen del Valle. También hacía pantuflas. Empezó a fabricarlas mucho tiempo después de decirle a su mamá que ya no iría más a La Galera, hasta donde caminaban para buscar el pescado que vendían a pie de pueblo en pueblo. “Yo tenía diez años. Buscábamos leña, buscábamos agua. Andábamos por ahí por todos esos montes, pasábamos trabajos negros. Hoy no pasa la gente tanto trabajo”, cuenta. Pero la diversión no le ha faltado nunca. El año pasado la nombraron Miss Simpatía en las fiestas de su pue- blo y no hay carnaval en el que no se disfrace. “Cuando yo era moza yo pa- rrandeaba mucho. Siempre he sido muy alegre... ¡me llaman bolera! ¡Jaja-  ja! Menos mal que mi mamá er a una persona cristiana y no me decía mucho sino que se reía”. A los 21 años se e namoró y su ma- trimonio duró 54 años, hasta la muerte de su esposo. “Convivimos una vida feliz. No tuvimos pleito, sólo amor. Aquí no se peleaba”, dice orgullosa, mientras uno de sus hijos lo confirma: “cuando se ponían a vender pescado, papá lavaba y ella escamaba”. No aguantó dos veces nuestra so- licitud de bailar un poco y, después de reírse a gusto durante un buen rato, remató: “A mí el joropo me encanta para bailarlo, pero lo que me gusta es la música de Margarita. A mí me ponen una música y así como yo esté yo bailo. De las canciones de ahora yo bailo la de la mesa que más aplau- da. Me gané el concurso. ¡Ponme un CD de los Chupi -Chupi pa’ que tú veas!”. Magdalena Marín La mujer del “currumbaco FUE UNA de las primeras que empezó a construir figuras con conchas marinas MAGDALENA Marín no aguanta dos pedidas para empezar a bailar “A mi esposo no le gustaba bailar. El tenía un radio y lo ponía desde bien temprano y yo bailaba toda la mañana. Una vez le bailé en panta- leta. Una hija mía me trajo unas pantaletas con un muñequito que me hacía así y le bailé. Y cuando le pregunté si le había gustado me dijo: ‘no seas tan moderna’ ¡jajaja!. El se reía mucho conmigo”       T      a      n     y      a       M       i       l       l       á      n E n pleno mes de abril, lo primero que llama la atención en la casa de Efraín Agreda es el pesebre que reina en la esquina más no- toria del zaguán. “Ese tiene 22 años ahí”, responde con total naturalidad. “Es que no me gusta desmontarlo”, explica. Nacido en El Tirano, municipio An- tolín del Campo el 17 de mayo de 1933, este bailarín y coreógrafo es uno de los pocos de su generación que cultivó la enseñanza de la danza durante largos años, después de estudiar en la Escuela de Artes Plásticas de La Asunción en la década del 60. “Por tres años caminé desde aquí hasta La Asunción. Hacía escultura, pin- tura y cerámica. Luego arte puro, como un bachillerato. Ahí me gradué en el 66. Además estudié danza folclórica, cuan- do empezó el profesor Jaramillo y vino Carlos Arboleda, primer bailarín del Re- tablo de Maravilla, el grupo de Yolanda Moreno”. Hoy, dedicado a la venta de flores y el diseño de arreglos, habla con nostal- gia de aquellos días en los que daba cla- ses de danza en los liceos. “Pero hace como 10 o 12 años que yo me fui de- cepcionando, porque se molestaban los muchachos si uno los regañaba. Un mu- chacho no te sabe bailar un bolero, pero le pones un reggaeton y bueno… ahora bailan esa música”. Para Efraín Agreda, lo más bonito del mundo es la música folclórica mar- gariteña y sus bailes. La Burriquita, El Pájaro Guarandol, El Carite y El Robalo son sus diversiones favoritas, pero entre las coreografías despiertan su admira- ción dos montajes hechos por sus anti- guos maestros: la Suite Margariteña y la Pelea de Gallos. “Ahí hacíamos llorar a la gente, bai- lar a la gente. Salían ocho en escena y ahí mismo quedaba uno. Y lo monté, lo llevé al cuatricentenario de Caracas”, cuenta. Pero la capital no fue el único lugar de tierra firme hasta donde llegaron estas creaciones dancísticas. Este hom- bre, gran entusiasta del baile desde sus tiempos de muchacho, representó a Margarita en la primera Feria de la Chi- nita, en Maracaibo y en l a V Feria de San Sebastián, en San Cristóbal, con un éxito que todavía hoy le llena de orgu- llo. “Yo decía: ¿qué me ve la gente a mí que soy tan feo?. Porque me aplaudían tanto que yo decía: Ay, mi madre, ¿será que ahí detrás viene Miss Venezuela?”. Efraín Agreda El último amante del baile folclórico margariteño EFRAIN AGREDA es famoso en El Tirano por sus enseñanzas como coreógrafo “El baile más difícil es el tango. Porque está el tango de la Pampa y el tango salón. El primero es con puras figuras, es agresivo. Le ponen mucha pasión al tango, lo viven. Y así  tiene que ser al bailar la música margariteña. Un buen bailarín desde cuando sale a escena tiene que salir bien firme y transmitirle el baile al público”       J       O       S         É       F         É       L       I       X       R       O       D       R         Í       G       U       E       Z

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El baile del currumbaco es algoprácticamente desconocido en

Coche y casi toda Margarita,pero en la familia de Magda-

a Marín –y eso es más o menosmo hablar de todo el pueblo de Alta-

cia, municipio Gómez- no hayen no la haya visto zarandearse alde ese contagioso ritmo que ella y

s amigas inventaron en una tarde deo, hace ya bastantes años.“A mí me gustaba mucho bailar yponía con esos muchachos. Hastarraban una cabuya, la pasaban y yoponía a saltar en el medio. Despuéso la burriquita y también la bailabauego salió el currumbaco. Un día es-amos dos cuñadas y yo y lo inventa-s, con palmadas y pasos ¡y esa

te se reía!”.Creatividad es lo que menos lea a esta mujer que, para mantener12 hijos que tuvo con su marido, leó provecho a lo primero que se en-tró por delante en la playa: las con-s de mar.“Lo de las conchitas tiene años.

mo 40 años hace que mi hijo ibamigo. Inventamos el pavorreal, con

as conchitas más bonitas que traíanCoche. Ponía las tres conchas yía así: dos pa’lante y una pa’tras.onces mis hijos fueron trabajando ysaben hacer animalitos de todas cla-hasta nacimientos y tortuguitas… ame agrada mucho todo esto”, dice,tada junto a un elaborado altar de la

gen del Valle.También hacía pantuflas. Empezó

abricarlas mucho tiempo después deirle a su mamá que ya no iría más a

La Galera, hasta donde caminaban para

buscar el pescado que vendían a pie depueblo en pueblo. “Yo tenía diez años.Buscábamos leña, buscábamos agua.Andábamos por ahí por todos esos

montes, pasábamos trabajos negros.

Hoy no pasa la gente tanto trabajo”,cuenta.

Pero la diversión no le ha faltadonunca. El año pasado la nombraron

Miss Simpatía en las fiestas de su pue-blo y no hay carnaval en el que no sedisfrace. “Cuando yo era moza yo pa-rrandeaba mucho. Siempre he sidomuy alegre... ¡me llaman bolera! ¡Jaja- ja! Menos mal que mi mamá er a unapersona cristiana y no me decía muchosino que se reía”.

A los 21 años se enamoró y su ma-trimonio duró 54 años, hasta la muertede su esposo. “Convivimos una vidafeliz. No tuvimos pleito, sólo amor.Aquí no se peleaba”, dice orgullosa,mientras uno de sus hijos lo confirma:

“cuando se ponían a vender pescadopapá lavaba y ella escamaba”.

No aguantó dos veces nuestra solicitud de bailar un poco y, después dreírse a gusto durante un buen ratoremató: “A mí el joropo me encantpara bailarlo, pero lo que me gusta ela música de Margarita. A mí mponen una música y así como yo estyo bailo. De las canciones de ahoryo bailo la de la mesa que más aplauda. Me gané el concurso. ¡Ponme uCD de los Chupi-Chupi pa’ que tveas!”.

Magdalena Marín

La mujerdel “currumbaco”

FUE UNA de las primeras que empezó a construir figuras con conchas marinasMAGDALENA Marín no aguanta dos

pedidas para empezar a bailar

“A mi esposo no le gustaba bailar. El tenía un radio y lo ponía desde

bien temprano y yo bailaba toda la mañana. Una vez le bailé en panta-

leta. Una hija mía me trajo unas pantaletas con un muñequito que mehacía así y le bailé. Y cuando le pregunté si le había gustado me dijo:

‘no seas tan moderna’ ¡jajaja!. El se reía mucho conmigo”

      T     a     n    y     a      M      i      l      l      á     n

En pleno mes de abril, lo primeroque llama la atención en la casade Efraín Agreda es el pesebreque reina en la esquina más no-

a del zaguán. “Ese tiene 22 años ahí”,ponde con total naturalidad. “Es queme gusta desmontarlo”, explica.Nacido en El Tirano, municipio An-

n del Campo el 17 de mayo de 1933,

e bailarín y coreógrafo es uno de losos de su generación que cultivó laeñanza de la danza durante largoss, después de estudiar en la EscuelaArtes Plásticas de La Asunción en laada del 60.“Por tres años caminé desde aquí 

ta La Asunción. Hacía escultura, pin-a y cerámica. Luego arte puro, comobachillerato. Ahí me gradué en el 66.emás estudié danza folclórica, cuan-empezó el profesor Jaramillo y vinolos Arboleda, primer bailarín del Re-o de Maravilla, el grupo de Yolandareno”.Hoy, dedicado a la venta de flores y

diseño de arreglos, habla con nostal-

de aquellos días en los que daba cla-de danza en los liceos. “Pero hacemo 10 o 12 años que yo me fui de-cionando, porque se molestaban los

muchachos si uno los regañaba. Un muchacho no te sabe bailar un bolero, perle pones un reggaeton y bueno… ahorbailan esa música”.

Para Efraín Agreda, lo más bonitdel mundo es la música folclórica margariteña y sus bailes. La Burriquita, EPájaro Guarandol, El Carite y El Robalson sus diversiones favoritas, pero entr

las coreografías despiertan su admiración dos montajes hechos por sus antguos maestros: la Suite Margariteña y lPelea de Gallos.

“Ahí hacíamos llorar a la gente, balar a la gente. Salían ocho en escena ahí mismo quedaba uno. Y lo monté, lllevé al cuatricentenario de Caracascuenta.

Pero la capital no fue el único lugade tierra firme hasta donde llegaroestas creaciones dancísticas. Este hombre, gran entusiasta del baile desde sutiempos de muchacho, representó Margarita en la primera Feria de la Chnita, en Maracaibo y en la V Feria dSan Sebastián, en San Cristóbal, con uéxito que todavía hoy le llena de orgullo. “Yo decía: ¿qué me ve la gente a mque soy tan feo?. Porque me aplaudíatanto que yo decía: Ay, mi madre, ¿serque ahí detrás viene Miss Venezuela?”.

Efraín Agreda

El último amante del bailefolclórico margariteño

EFRAIN AGREDA es famoso en El Tirano por sus enseñanzas como coreógrafo

“El baile más difícil es el tango.

Porque está el tango de la

Pampa y el tango salón. El

primero es con puras figuras, es

agresivo. Le ponen mucha

pasión al tango, lo viven. Y así 

tiene que ser al bailar la música

margariteña. Un buen bailarín

desde cuando sale a escena

tiene que salir bien firme y

transmitirle el baile al público”

      J      O      S        É      F        É      L      I      X      R      O      D      R        Í      G      U      E      Z