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A L L E C T O R

La acogida dispensada por el público al libro "Co­lección Cables Pepa Simanca" editado por la Sección de Propaganda de Daniel Lemaitre & Cía. Ltda. me llevó a buscar entre mis papeles viejos algunos cables más e his- torietilias del terruño, dirigidas a Sinesio, seudónimo de Gabriel Bustos Villarreal, otro enamorado del "Corralito" y su folklore, con quien a menudo sostuve paliques en la Prensa.

Hallados en buen número, pero insuficientes aún para formar un tomo igual en volumen al que arriba me refiero, resolví incluir en capítulos apartes, Cartas de la tía Becú a Francisquito Marimón, Chispazos y Escarceos Literarios dispersos en periódicos, así como las composi­ciones poéticas dejadas de incluir por una u otra causa en el libro "Poesías", editado por la Secretaría de Edu­cación Pública del departamento en 1953, como contribu­ción al homenaje—inmerecido creo yo—con que me abru­mó la simpatía de mis coterráneos.

Y como el presente libro no tiene pretensiones de universalidad ni nacionales siquiera, sino las modestas de quedarse en el "Corralito de Piedra", lo he bautizado con el nombre de "LA ÑAPA", nombre que no acepta la Academia pero, francamente, no me atraía ponerle "La Llapa" como ella desearía, porque no me van a entender en Chambacú. Aquí ¡unto al agua salada, la ñapa es la ñapa.

Daniel Lemaitre

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

MI T I O M I G U E L

Cuando traspaso el zaguán de la casa solariega de mi ma­dre, la misma de todos los Tonos y Maciás, siento como si de­trás de mí se cerraran las puertas de la vida y me hundiera en un lago de recuerdos.

La penumbra verdosa de sus rincones, la paz inalterable de aquel ambiente en donde mezclado con jazmín y albahaca flota siempre uno como relente de paredes y baldosas húme­das; ese aroma de vetustez que el tiempo va alquitarando y los murciélagos fijan con el almizcle de sus abanicos; la inva­riable permanencia de las cosas en su noble apostura, colonial; hasta las mismas viejecitas Ignacio y Rita Crizón, sentadas en la portería desgranando su rosario, todo, todo me saca de la hora presente y como si el tiempo me tomara de una mano y me pusiera la otra en el pecho, con paso ingrávido y sujeto el corazón, comienzo a subir los escalones de la casa del Marqués de Valdehoyos.

En el rellano, ancho ventanal mira sobre el jardín. Un ár­bol de mango tiende chales de sombra sobre la pared. Allí es­tá mamá Pepa, mi abuela, la cabeza blanca inclinada ante un tiesto de geráneo, más allá Luchi, mi más querida tía, cruza ba­jo el sol de Mayo, cortando flores para Santo Domingo, dijérase

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qm oque! $u ondor moñuda se lo dieron los espociosos ómbi- *3* de fa cosono.

Pero yo voy en busco de tío Miguel cuyos dios de solieron, yo mvy moduras, se desJízon allí mismo en un entresuelo con ventanos o lo huerta, y a donde solo llegan a mezclarse con el t - tac del reloj lo sordina del mar o el canto de Iqs cucara* d w o i.

Sé que me va a dor un juguete. Los guardo en un a rcó i de cedro en el cual acumula también pequeños efectos remata­das en la Aduana. Esa es su manía.

Antes de entrar me detengo a atisbor por la ¡untura de lo p«erto, sobre todo para concretar el pretexto de mi visito. La coma, de con i najes, con ganchos de plata y rodapié alm idona­do, nene blancuras reposados y aliño de mano fem enil. Sobre io offombra de estera, asoma un par de pantuflas de.caneva. Allí está tío Miguel en su mecedora colonial leyendo el Correo oe Ultramar, cobe la ventano.

Lo luz llega tamizada por un árbol de grosellas y todo lo ciel entresuelo flota en una claridad de agua m arina.

Tío Miguel! Tío Miguel! le grito e irrumpo en aquella es­tancia lleno de atractivos.

La llave del mirador, privilegio con rareza acordado, es­ta en su clavo. El baúl de los juguetes allí también. En la ven­tano muchos pojaros revoloteando esperan la hora de la p i­tanza . "

Porque tía Miguel o quien el amor jugara alguna trasta­da en sus mocedades repartía ohora todo su afecto entre les pojaras y los sobrinos. En llegando la hora silbaba y de todos los rincones de la huerta acudicn canarios, azulejos, cucara­cheros y hasto morías mulatas. Comían en su mano y se posa­ban en sus hombros y llegó hasta tener preocupaciones por e;los! de su modesto sueldo buena parte se le iba en el alpiste y cquello se le convirtió en un censo. Venían por cientos!

Su bondad corría pareja con escrupulosa honradez en to­dos los actos de su vida así fueran los más nimios. Una vez le preguntó José María Lozano si podía darle la hera justa y tío Miguel de contestarle: Pues hombre, ayer tenía yo un minuto de atraso con el Público, pero como hoy sábado lo arregla el se- ñoz Flórez, no sé si en este momento estoy exacto, a la verdad, no podrío decirte.. .

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• osi posó tío Miguel uno vida de muchos años ajustada c. apreciaciones de moral e higiene, salvándose de catarros con ; aroguas y zapatos de caucho, leyendo y fumando en su re- • a->so de paz o dejando vagar su pensamiento tros las volutas de humo azul.

De aquel amor de su juventud guardaba todavía, quizá > a Hecho cenizo una reliquia en el dije de su leontina. De sus s. jeníes sentimientos paternales sabían muchas cosas el arcón de los juguetes y los pájaros de su ventana.

JOSE MARIA GONZALEZ CONCHA

He oqui un nombre ligado al Corrolito de Piedra, no por raigambres de familia sino por algo que ho de conmoyerlo por muchos años, como es el plano regulador de la ciudad de Car­tagena .

Algunos años vivió entre nosotros Pepe González Concha., ctroyendo coda dio más amigos y admiradores de su alta per­sonalidad, no sólo por la inteligente labor que realizaba, s¡nc por su natural sencillez y sus exquisitas dotes de gran caballero.

La labor de González Concha fue más que un trabajo téc­nico de urbanización, una obra de amor a Cartagena. Era un enamorado de ella y gozaba intensamente escudriñando todos sus detalles arquitectónicos en templos y palacios, asi como en las casas particulares; le placía encontrar los razones climáti­cos de ciertas particularidades en entresuelos, puertos y ven­tanas, ponerlos en valor y aferrarse a ellas para cismar por su continuación, asi fueran sometidas ol moderno sistemo de edificación.

Todo paro él era motivo de prolijos exámenes, no solo de calidad y disposición de los materiales nobles en los edificios coloniales sino en el movimiento de fábrica y técnica de oíbo- ñileria, tan sabiamente ejecutado por los maestros españoles.

Su colección de fotografías del Corrolito es asombrosa por la cantidad y diversidad de detalles allí reunidos. Puede cié cirse que no hoy un solo rincón de mérito olvidado por. é l,

Poro donde verdaderamente se superó Pepe fue en b pla­nificación para el arreglo del Convento de la Popa, minucioso

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q e aquol tu andar menudíto m lo dioron los espaciosos ámbi­to« de to cosooo.

F«o yo voy #n busco do fio Miguel cuyos dios do solterón, yo muy maduros, so desloan allí mismo en un entresuelo con «entonos o la huerto, y a donde solo llegan a mezclarse con el te toe <M reloj la sardina del mar o el canto de lo,? cucara* dnW i

Sé quo mo vo o dar un juguete, los guarda en un arcósi de cedro en el cual acumula también pequeños efectos remata- dos en la Aduana, Esa es su manía.

Antes de entrar me detengo a atisbar por la juntura de la puerto, sobre todo pora concretar el pretexto de mi visita. La como, de cortinajes, con ganchos de plata y rodapié almidona­do. ftene blancura-, reposadas y aliño de mano femenil. Sobre !> i alfombra de estero, osoma un par de pantuflas dq.caneva. Allí está tío Miguel en su mecedora colonial leyendo $1 Correo de Ultramar, cabe la ventana.

Lo luz llega fomizada por un árbol de grosellas y todo lo del entresuelo flota en una claridad de agua marina.

fio Miguel! Tío Miguel! le grito e irrumpo en aquella es­tancia lleno de atractivos.

La llave del mirador, privilegio con rareza acordado, es­ta en su clavo. El baúl de los juguetes allí también. En la ven- tona muchos pájaros revoloteando esperan la hora de la pi­tanza. . É

Porque tío Miguel a quien el amor jugara alguna trasta­da en sus mocedades repartía ahora todo su afecto entre los pájaros y los sobrinos. En llegando la hora silbaba y de todos los rincones de la huerta acudícn canarios, azulejos, cucara­cheros y hasta morías mulatas. Comían en su mano y se posa­ban en sus hombros y llegó hasta tener preocupaciones por ellos! de su modesto sueldo buena parte se le iba en el alpiste y aquello se le convirtió en un censo. Venían por cientos!

Su bondad corría pareja con escrupulosa honradez en to­dos los actos de su vida así fueran los más nimios. Una vez le preguntó José María Lozano si podía darle la hera justa y tío Miguel de contestarle-. Pues hombre, ayer tenía yo un minuto de otraso con el Público, pero como hoy sábado lo arregla el se- ñoz Flórez, no sé si en este momento estoy exacto, a la verdad, no podría decirte...

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o tio Miguel uno vida de muchos años ajustada aciones do moral e higiene, salvándose de catarros con

as ) ¿apotos do caucho, leyendo y fumando en su re- (Xi2 o dejando vagar su pensamiento tras las volutas

uno ozul»De oquel amor do su juventud guardaba todavía, quizá .-cha cenizo, una reliquia en el di|e de su leontina. De sus tes sentimientos paternales sabían muchas cosas el arcón ■, juguetes y los pájaros de su ventana.

JOSE MARIA GONZALEZ CONCHA

He oquí un nombre ligado al Corralito de Piedra, no por raigambres de familia sino por algo que ha de conmoverlo por muchos oños, como es el plano regulador de la ciudad de Car­tagena ,

Algunos años vivió entre nosotros Pepe González Concha, c rrayendo cada día más amigos y admiradores de su alta per­sonalidad, no sólo por la inteligente labor que realizaba, sino por su naturol sencillez y sus exquisitas dotes de gran caballero.

La labor de González Concha fue más que un trabajo téc­nico de urbanización, una obra de amor a Cartagena. Era un enamorado de ella y gozaba intensamente escudriñando todos sus detalles arquitectónicos en templos y palacios, así como en las casas particulares; le placía encontrar las razones climáti­cos de ciertas particularidades en entresuelos, puertas y ven­tanos, ponerlos en valor y aferrarse a ellas para clamar por su continuación, así fueran sometidas al moderno sistema de edificación.

Todo para él era motivo de prolijos exámenes, no sólo de calidad y disposición de los materiales nobles en los edificios coloniales sino en el movimiento de fábrica y técnica de alba- ñilería, tan sabiamente ejecutado por los maestros españoles.

Su colección de fotografías del Corralito es asombrosa por la cantidad y diversidad de detalles allí reunidos. Puede de­cirse que no hoy un solo rincón de mérito olvidado por.él.

Poro donde verdaderamente se superó Pepe fue en la pla­nificación para el arreglo del Convento de la Popa, minuciosa

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O A N l l l l I M A I T I I

» b que vertió todo tu buon gusto y conocimientos iL urbanista Ct dio quo llegue o sor uno roolldod oso obro, lo

d podré ufonarse do postor oigo verdaderamente beilo y do gron M w ti poro ol turista, y si os agradecido, no deberé ofcridor. poto entonces, oigo quo recuerdo olii su nombre.

So ho ido osto querido amigo tras cruot o inmisericordo erv k^modod, sin (legar a ver terminada lo Catedral de Sol, irna- ginodo y comenzada o realizar por él en los zocavones do las Mtaot de Zípaquiró.

Todo noi llego tordo, hosto la muerto, dijo el poeto, pero lo vos no poro ¿I. Lo de González Concha le ho arrebatado

con e! debntoi del artista puesto y contemplando cónjo Iba so* londo de los bloques do sol gemo, fantásticamente iluminado

tfstoftzociones milenarias, una Catedral Gótico no soñada ni por los artistas de la edad medio.

In lo peto musical de Gustavo, mi hijo, de la cuoi hacia parte, tuve ocasión, muchas veces, de gozar su charla exquisita, ilustrada stempre con interesantes apreciaciones de maestro, y tomb«4n de escuchor su bellísima voz de baritono, que su mo­destia no dejobo prodigar.

Su muerte, sinceramente me ha apenodo.

NOMBRES PROPIOS SIGNIFICATIVOS

lo encantadora dama Doña Blanco Becerra de Román, es* f 080 sobrino Henrique luis, daba uno chicharronada en "El Cortijo , su cosa campestre del Bajo de Miranda, en el ca­mino de Turboco.

POrece que o Quique, como le llamamos, se le sublima !a afición taurina orando lo soda de su fábrica sabe a whisky, y cualquier domingo alegre se vuelve "Dominguín". Lo cierto es que ese día le achuchó" una voquilla, aunque sin malas con­secuencias. pues del revolcón salió apenas cojito y sacudién­dose el fondillo.

Pepa Simanca lo supo y le envió un cable en estos términos:

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Del Bajo mo han Informado que uno becerrillo blanco coti co sí q u e te monea puos la toreaste achispado.Cuando estés en ese estado« busca lo negra o barrosa, échale el tufo o otro coso, chopo limón, come tierra, pero... una blanca becerra?No ves que es casi tu esposo?

imo fue a dar a Coll, porque doña Blanco es ca­ntona Doña Auro de Meza, quien por lo visto es «dora, tomó lo defensa del cuñado y me envió la r debojina":

UE OYE CONSEJOS NO LIEGA A VIEJO"(De Henr'tque a Pepa)

Primer pase un natural, segundo de orejo a rabo; y, le han Informado mal, o no dá usted en el clavo, pues no fue cuestión de trago sino un lance original:

Al cogerme, ia becerra, ella fue quien quedó monea, pues me dió su MANO BLANCA no es una suerte que aterra?Yo estaba RODILLA EN TIERRA y no fue becerra blanca, tampoco negra o barrosa sino una Blanca Becerra que, sin el casi, es mi esposa.

Chupe limón, coma tierra mi querido tío Daniel, que en lidiar una becerra nadie me quita el cartel. .

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No hay duda que la Tauromaquia, o mejor dicho la afición a ella, produce muchos cronistas y todos son un vidrio de Vene- cía . No se les puede tocar, ni se puede decir nada de su dies­tro preferido. Contra su "fenómeno" nunca hay razón, y suel­ten más espinas que la pica pica en verano.

Si tendré que arrimarme al Papa Guerrero, a Don Fermín a Nacarillo o a Obispo y Grana para que revuelvan este co­tarro y queden las cosas en su punto. Pero Dios me libre! Sería peor.

C O R R A L t . T O D E P I E D R A

AGENCIA MATRIMONIAL

Entre las cartas de felicitación recibidas con motivo del homenaje que se me ha hecho por la dirección de educación pública, al que ha cooperado gran parte de la ciudadanía, así como las diferentes sociedades del Corralito de P.'edro, y en tal forma que he contraído una deuda impagable con esta ciu­dad, he recibido una muy original del doctor José María Lozano y señora, que dice así:

Querido Daniel:Tus panegiristas han olvidado decir que a

más de poeta, pintor, músico, perfumista, agricul­tor y ganadero, eres un hábil coordinador de matrimonios. De esta actividad tenemos nosotros gratísimos recuerdos.

Recibe nuestro fraternal abrazo.

José Moría, Josefina.

En efecto, he tenido ocasión, varias veces en mi vida, de precipitar, más bien que coordinar, matrimonios, pero en mi actitud al respecto no ha habido morbo, ni ciencia especial al­guna, sino más bien un recóndito placer psicológico, malévolo hasta cierto punto, que nos ocurre a todos cuando tenemos una cuchilla Gillette en las manos y vemos un cordel muy tenso que no acaba de reventarse.

Lozanito estaba completamente enamorado y por timidez para estas cosas, como ocurre siempre a los forenses onte un documento por hacer, le ataba las monos cierto complejo de

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códigos, artículos y parágrafos para escribir una carta tan bo­bo como la que necesitan las mujeres, y no se atrevía a escribir le a Josefina. . .

Una tarde les invité, a él y a ella, a pasear en carro descu­bierto y aquella misma noche pidió a la muchacha.

Lo mismo me pasó con Luis Carlos López, el Tuerto, quien por su natural burlón no se atrevía a "dar el paso" pensando quizá que iba a caer en el ridículo de los adocenados petime­tres del Corralito de Piedra.

Escribe cuatro necedades aunque tengas que hacer un es fuerzo, le dije, y dame el papelito. Un papelito, nada más, no escribas carta.

Lo metí en una novela y se la envié a Aura Marina Cowcr-, mi prima, recomendándosela como muy bonita, sobre todo en el capítulo primero, por donde seguramente se abriría el libro.V santas pascuas del altar. Felicidad inmediata.

Ambos estaban enamorados y ambas también. Sólo fo l­iaba la Gillette.

BASE BALL EN LA UNIVERSIDAD

Había llegado de Bogotá José María Lozano con su gra­do de doctor en Ciencias Políticas, sus 25 años, su talento, sus ganas de trabajar y también su poquito de marrullería barto­lina al servicio de geniales chanzas con que solio y aún suele divertir sus entreactos en las muy graves y ogotadoras ''uncio­nes del foro.

Cuando yo estaba de Alcalde, por ejemplo. Lozsmto, co­mo le llamamos los viejos para distinguirle del homónin-o de su padre, supo de varias intentonas del R. P. Bustos para ' : : : me asistir a un retiro espiritual, internado en la coso de ks Je­suítas, y supo también de mis co roe o! eos y esguinces poro ex­cusarme de tal disciplino ton desacorde con el carácter to de este servidor de ustedes o quien lo consorte dicee o me­nudo: Tú eres "rabo caliente".

Conque tuvo lozanito magnifica base pora ¿ o ,* ss coe­rcí i go uno* cuantos días. Me envió una corta tirmodo d i roock? muy confuso por un tal Pedro AnorzteQut o cceo ato* m Amom m** te concebida en estilo religioso paternal, imbuyéndome «m de-

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licicis espirituales derivadas de aquellos paréntesis de recogi- rriento en Dios. Y además, todo se me facilitaría. Como Alcal­de podría salir en cualquier momento si fuera necesario. Co­mo industrial podría dar una vuelta a mis laboratorios en las horas de recreo. Oponía pues a todas mis excusas, conocidas por él, la manera de obviarlas, y por último,—Oh, amabilidad comprometedora!—para atenderme y ayudarme en "esos pe­queños dramitas matinales" conque los años me iban molestan­do, estaría a mis órdenes un hermano enfermero recién llegado de Barranquilla.

Tres días me tuvo pensativo la contestación negativa a ran fina esquela y a la postre resolví hacer una visita personal a la residencia de los Padres. Pero cuando iba en ese comino me encontré con Lozanito y al notarle cierta sonrisa socarrona fin­giendo no haberme visto, súbito chispazo me iluminó y me a- cerqué para levanatrle la mano como se hace con los boxeado­res en el ring. De que me la hizo me la hizo y muy bien hecha.

Pero como hay tiempos de reír y tiempos de llorar, pocos días después tuvo él una mala mañana.

El éxito venía a su lado. Ya tenía distinguida clientela; a- hora era profesor de derecho civil en la Universidad y se acer­có al doctor Simón Bossa suplicándole el honor de dictar una conferencia en el aula a su cargo para mayor brillo de su pro­fesorado .

Amable, y bonachón como siempre, accedió el ¡lustre fo­rense a su deseo y fijóle fecha y hora. Pero como cosa del dia­blo, en el momento preciso no habían llegado sino muy pocos estudiantes, mientras Lozanito se paseaba un poco nervioso por el claustro. Qué pena!! Sinembargo—para recursos los aboga­dos—se dirigió a unos muchachos que alborotaban el patio en plena práctica de béisbol:

—Muchachos, les dijo, pasa ésto y ésto, pero como también la conferencia va a rozarse con el derecho del Deporte ustedes me van a hacer el favor de entrar a escucharla. No serían más de quince minutos.

Por fin el aula estaba llena. El Dr. Bossa se sentó tranqui­lamente. Pasó la mirada por el auditorio y hubiera comenza­do, de seguro, si no hubiera visto al uno con un bate, al otro con la manilla todavía puesta, un peto de catcher sobre la banca

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y dos bolas encima del pupitre, suficiente equipo para calar le cosa, y dirigiéndose a Lozanito le dijo sonreído:

—Qué te parece; José María, yo me voy para mi casa por­que se me olvidó la pelota.

N I C K Z U B I R I A

Había cortado esta serie de "Corralitos" para arreglar mi maleta de viajero, pero acabo de escuchar por la Radio el ho­menaje rendido a la memoria de Nicolás de Zubiría, y todavía con una lágrima en mis ojos, quiero, antes de partir, dejarla caer en estas cuartillas como recuerdo para el amigo desapa­recido, y para felicitar luego a los promotores de aquel acto, cuya exquisita espiritualidad ha debido sumir muchos corazo­nes en melancólicas añoranzas.

Si el discurso de apertura por Manuel Benito Revoilo fue delicadísima oración plena de poesía y sentimiento, las voces a dúo, de Lucía Tono de Martínez y Josefinita de Gómez Naar parecían esfumar la silueta de Socorro Gómez, la bella y joven viuda de Nick, fiel traductora de su música y de su sentimiento, haciéndole aparecer a él ante el teclado, volteando la cabeza como solía hacerlo para mirar a quienes a su lado gozábamos sus momentos musicales.

Si justas y sentidas fueron las palabras de Fulminante pa­ra recordar las actuaciones del lamentado amigo, como algo de positivo valor y brillantez en nuestro mundo social, deliciosa y agridulce fue la crónica musical retrospectiva de Núñez Bcssio, quien con el apunte de unos cuantos compases nos hizo revivir épocas deliciosas del Corralito de Piedra, cuando antes que to­do, la espiritualidad rebosaba las copas de la juventud y fci genialidad de Nicolás las llenaba con inolvidables melod as.

Porque Nick era el artista de la alegría, siempre dispuesto a llenar con ella los momentos de su vida, de la vida fvgaz, po­ra la que nunca tuvo conceptos desgraciados porque como ge•

; tista mantenía su alma plena de ideales y no podía rozar sus pequeneces.

La Radio ha poblado esta noche los ámbitos de ,G.v fage-

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na. de esa Cartagena tan querida por Nick, con las sentidos canciones que ella le inspirara.

Mi recuerdo, como la araña que se descolgaba hasta el piano cuando tocaba aquel otro Nicolás de Zubirla, su abue­lo, ha bajado también por el hilo de la reminiscencias para oír­le tocar como él sabía hacerlo, y sobre las teclas del piano da cola vagaban aún los últimos acordes cuando, en la puerta del gran salón vado, la voz de Tito de Zubiría comenzó..a recitar pausadamente una elegía, lo más bello que haya salido de su pluma.

Por la magia de sus palabras el desaparecido ha vuelto a sentarse al piano. La gran araña de cristal se ha iluminado. En las amplias butacas del estrado toda la familia escucha en recogido silencio. Las viejas tías llevan sus pañuelos a los ojos. Por la casona señorial, ráfagas de brisa norteña atraviesan tra­yendo aromas de jazmín y haciendo balancear un mecedor vacío.

Mientras tanto, gozo asomado a este cuadro de dulces re­cuerdos y aquella lágrima que sentía rodar por mis mejillas vie­ne por fin a caer y enturbiar las últimas palabras de este mi apunto emocionado.

EL BARRILETE MONSTRUO

Por aquel tiempo en que Miguelito Torralbo aruñaba "Bienmesabe" en la alacena del Padre Gómez, llegaron, como todos los años, las vacaciones de diciembre y con ellas las bri­sas norteñas al Corralito de Piedra.

Nuestro héroe vivía con sus padres en la calle de Don San­cho y vela pasar todas las tardes a Fernando Gómez, Eugenio y Senén González, Elvirito Franco, y toda la muchachada del barrio, con sendos barriletes a la espalda, en dirección al Te­jadillo y a las Bóvedas para elevar "Coroneles", "Estrellas", "María Palitos" y toda clase de cometerla, conque los gamines de entonces alegraban el cielo vespertino cuando empezaban a despeinarse los cocoteros.

Muy fácil hubiera quedado a Miguelito ir a la tienda de lo niña Felicita Altabá y comprar por medio real uno de cinco

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runrunes y brillo rites colorines, poro entrar en el ejército de los "elevadores" y demostrar su pericia en cobrar, echar colados, poner correos y hasta sacar navajas de un fondo de botella ro­ta y amarrarlas en la cola del suyo pora cortarle el hiío de la existencia al de cualquier rival pretencioso.

Pero, para qué tenia él aquella brillante imaginación que* convirtiera la reprimanda del Padre Gómez en un abrazo de felicitación cuando la pilatuna del "bienmesabe"? Pora qué le servían la aritmética de Bruño y los latines aprendidos cuando era monigote del Padre Bersal.

Y lo que su fantasía le sugirió tuvo realización en el potto, pues el corredor de la casa era de proporciones reducidas pa­ta el montaje de un barrilete gigante o "bárbaro" como él de­cía, cuya cola después do atravesar las nubes llegara a conto­nearse elegante y serena en las regiones de la estratosfera.

Y asi lo hacía adivinar el ir y venir de muchachos entran­do y saliendo ds su casa, comentando especificaciones y no­ciendo conjeturas sobre el resultado más o menos feliz de aquel atrevimiento aéreo.

En efecto, las varillas eran de cañabrava hendidas, ios. cu­chillas de sacos vacíos de harina cubiertos con papel de colores, los runrunes del tamaño de medias tortas de casabe, k j coa de cabo de manilla y los tres hilos y el cordel de algodón entorcho- do y grueso.

El día del estreno fue sacado entre varios muchachos, y e-t la muralla hubo temerosa expectativa cuando al o. *o..áé ¡soel- ten! aquella barbaridad de tres metros de altura cc-^encó o, e'evarse majestuosamente. Poro a qué ese miedo? NAkjuetrto se habla enrollado el cordel a la cintura y sonreía ante su tñvn io con la tranquilidad do un técnico.

Sin embargo, pese a su ciencia, como a los tremió metros do altura la brisa pegó en firme en el barrilete y o 'o se tve nuestro hombre suspendido en el aire como un '.".o-o'X- ' l’W* bo gritos de angustia. Menos mal que arrastrado o - ' \e r “o muralla abajo, y faltando así el punto fijo de wan»truo fue perdiendo altura y cayó por las cercan»©* o=? *'ov- tal mientras el muchacho araba la plazoleta de o> Soveoos m la cabeza, con los pies y con los brazos.

Todavía a los sesenta años. Miguehto CMMbtt potoAtco y 9 lo achoca al tremendo revolcón de tor<ks

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El CUADUO 01 IOS HUERFANOS

09 wS

hos tormentosos y ios comq

*{ Jiméfttt M , tuvo lo intftti

noción o codo uno.

ocó o Dono ido Carozo (Ca­nuta) como 1« c.víon sus amigos, un puesto de pagador asi« rmkxjo a Teniente pora los efectos det sueldo, pero a nuestro hombre no le parecía bien !a cosa si no ostentaba un kepis con fot dos galones correspondientes y lo mondó a hacer, muy J !a» irante, con lo cual se sintió un verdodero m ilitar.

Eran d os d í Revolución y Don Luis Felipe Jaspe comanda­ba el Bohjüón Ovtco. con cuyos hombres se hacia el servicio do ;o-'v> todos ’os noches, y en una de éstos dispuso que saliera Carozo como Jefe, ol frente de los soldados reglamentarios.

Co.oío, octemas de no tener muchas ganas de pasar ia noche en tormo distinta a !o acostumbrada con el cuadro de sus amigazos y habiéndosele convertido en sustancia la cuestión de su grado militar, le reclamó a Don Luis la espada correspon­diente.

espoaa ni que espoda—ie d>¡o el Com andante Jas-■ f 3® ? un Tív-’ todos los demos. Ya ellos soben c?ue íO

eres el je*e. Aquí no hay espada.Pero el ' Teniente" Caro 3 's sí.ó en teñe, algo represen*

sy i ooucta. a ¡o SoTrvw» i . . r . _ »., --------- a g a nconocidos, le dije' 5 $° chistosas eran muy

van a decir ^ o r * O b ls íi? ^ ^ 51 * ° me P °n9 ° una M itra me

hcXbros°v?id?¿, ^ importancia Va sentía sobre sus

. i k S S o . pa 2 c ^ T S n u ? ; c m e n o s ¡ ? , e í e r a ü nj _■ cuyas sauaas chistosos «m n muv

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L A S C I G A R R A S

i ■: e 'as canastos de flores con que la amistad n\§ abrumó dio de m oría, recibí uno bellísima de mis queridas amigas

10 M ana, Juanita y Candelita Bossio, señoras respectiva­mente. de Rumié, de Bentley y de tequerica. Mi agradecimien-

será 00 por via'o como ol recuerdo que do tan gentiles do- s •.onsorvo asociado ol Club da "Los C igarras" fundado per . ? pato esparcimiento de un grupo de am igas y alentado en

as solones do esa gran dorna señora doña Julia Watts de Bas- na, o qoien Dios c o n se je por muchos años como prototipo de

güilo de lo vieja sociedad cartagenera.Cuando de domos se habla, es mejor no referirse a fecha

nmguna, pero si podremos decir que estaban ellas en ese mo­rreara en que el capullo de los rosos comienza a entreabrir sus -■-'o'oj y todos es claridad y belleza en el jardín de las ilusio­nes: cuando las cigarras impróvidas cantaban al sol de la ju­ventud, solazándose en delicias reuniones mezcla de costurero, chochara intrascendente, one steps americanos y fados portu­gueses. aires que hacían furor por aquellos d ias.

Como ocurre siempre entre la muchachada, aquel Círculo dispuso el ánimo de otras encantadoras chicas para fundar, también, uno semejante: El Iris" del que derivaban muchos mo­mentos de alegría aderezada con cierta pimientilla de rivali eoci, hija de nuestro temperamento hiperbólico y tropical

Todo iba como miel sobre hojuelas y osi hubiera continuado s- al aproximarse las fiestas de Noviembre, no se hubieran a* cercado a mi algunas Cigarros para pedirme les escribiera un Himno, cuyo estreno, con perdón d e la modestia, fue luego un éxito, por lo cual me colgaron medalla de oro en una fiesta cam­pestre organ izada con tal objeto.

Tcdovía seguían las cosas como miel, pero no yo sobre hojuelas, porque los C igarras estaban ensayando en , el salón d e Doña Julia una comparsa para entrar, d isfrazadas de tale?, a l baile del día once, ba jo los acordes del Himno y naturalmen­te, las muchachas del Club Iris preparaban también el suyo per re entrar en la misma orm a.

Al Iris se le decía por antonomasia la 'inquisición", por ser en aquel palacio en donde se había form ado y ten an lwgar los ensayos ba jo la mirada de aquella otra gran señora toda elkj

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n# gMde boti

iyg era doAo Manuel Aycordi *uventud.

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i, pora dM d¡r lo sociedadcloro, pera muy

es habían hechoi ver oún a Antonio i osé ir íta-

roda desafian#fe ruIhe del baile, pcwo dom ina* la

; rededor de los muchachas, Sfc en

(/írg: r ,rro ce ios Cigarras recordado añora en lo vetada

leí 27 de morco, ’»ego o ver entonce*/ en virtud de aquella ex- ón porf»cter<*o, uno especie de "Convéncete", oque) do*v

akt cuóono q*je eowivocodameíiíe rne a tr íix/yeron y qu£ me t ía c muchos stroobore». Codo *ez que la orquesto iniciaba t .. ooapcves en bo<*es posteriores, o parecía una comisión Irísíq y iupbcobo expenderla o íin de no provocar represo!as de la l . Y no hay que olvidar que Aríyrito, usaba un bov »ór, "u / grífese en d¡as de eíervescencaí política ,

Hio pocos noches en el oaiór de O bra Sena y //«aru/a de león, recordcoa^o» ten ^ c e s ííerr.pas en presentía de Ana

Torre*. hoy señexo de Aroújo, y después de revivir fe agr*- ow>c# canea as oa^s oaile$, en un momento de silencio can c sonraia de «a añoranza vagando aún en v js labios, dijo,Ano trtes con rouena gocc, dándole un escobazo al tiempo: f¡ soy lf s*a consvoáa'}

t os H E R M A N O S J A S P E

se cr Jc*¿ _g *^ e ro efe! presente año, publicorao>dc btog'ofja de codo uno

a% teboUj-waag. 'jeror, ^ y Jaspe, cuyas•-¡oíos, e 'testote^*05 ' - s*i«gu»éndase como po-

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0 A N M A

r »oficef de k» do* HerrrìOnc* rno/or«*O QUÌImw no conoc*6 pcx hober

•OO OnfM (mi CO^>VlÌ'W oJ piremileiw rt® poro lo pw|uh/yj ||)||l'X'kO del C<>

r iw i j ffCMEw oqvi su ¿ecoerdo CC^O cortogenero»wfl Mpifitv de *mpr<-io q >e fiOCÌO 'nOf»Or

i et erto, Aflkxuo, e1 moyor, lyrtflo oc(ui >o prinw o tow vlicore« 'mio* on d deponofr'fento de Boiiyor, I iegorido o

-o*ot»oi y c#ro» 1•core» e" bogo e*"itonce», io-; premerò coli óod .

m seovndo de ìjvwciò pnmesro ^foro» de >»9uridod,, exprop*>do por et monopo'b c />f -«»abieció e■1 gOb* NCdóez. Lo moqyinorio de»'

io f«e o porijr o yno de teii. bòveda» de ib i rrty?o!b» y3i*o Hoce y pscoi, podion ✓erie ejet y r>*5Óo$ dento lo»o$ de exin, como r&l'J&f'io ée ocrvei e^yerzo »ndyflKioi.

ero no eror. poco» b» ori'«'OC del irrtere&Ofrte homixe y.

. o j de pesoodo er b to ti> E n 1 < 5 9 6 t v ve e n t r i i l }'' i O r i O S v r i • p o t è Oebrrvps de p o r g o , adrr ¡r < > 0 > e r r > e r r t e e " ‘ p o o o d o t . C O r 1( © d s O l i P O '

r ^TiÓO d e Oc ^ '' : e x ' r o r . j e f o s . L o ó o r o l y i r i C * O T ió e r i i e»C osfiib de Manzoni So, e n lo b o h b , , p e r o v e o p o r io Ito oe r i o -

♦o pesqysrcs t .ri olente p o r o • j o r o ' * zor io oo'jì'fdo r O OiTO'

ter IO prirro , o bbn p o r okjun de*ectc óe k» / f •'e'ot , C O " O o c £ * V

t ió ó C Otre corr.pof’to e r i o le doro ei ^ o b < e c b o en h ' . C ' O 0 n o Ho5 noe por dor Jocé G ootofioyor C O ' ' ' i o o o e n r t e i o ’ '

e c o > e C "b o •. tàbrico» tuviero'' ove ♦ u & p e n d e r tw o3 poco de co'n s f x z s i i ' .

todo» "«odo» e e s f a e r z o de dor Pib p e , co"<o «odo»: u e d-'j'O o e ìoo y c u r.or'b ' e d e b e rpedor c o ~ » o e*

DRAMAS EH LA PARPOOUtA

T e o b D o r o £ t e ‘ ✓ . n o J i m é n e z d e C o r o

d e i E t t o n c o d e l T o b o c o , c o s o o o j p o d o

; d e b B p e r O ' i Z o d e P o ' 1 A b r**i Ì / Q f | 0 J

C o b r r ó b ' o d e C o r o s r c i o

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C O R R A L I T O D E P i E D R A

Hospedábose allí, a la sazón, una Compañía de Cómicos y entre ellos un ¡oven Quintero, panameño, y otro cubano de apellido Fajardo. Ambos, para ayudarse en sus escasas entra­das, sacaban un periodiqueo en la imprenta Villarreal.

Por alguna diferencia entre ellos. Quintero empezó a ha­blar mal de Fajardo y a indisponerlo con la dueña del hotel. Las cosas se fueron agriando, y una tarde al pasar el primero frente a la barbería Suárez, le dijeron que Fajardo había esta­do allí con un foete buscándolo para castigarlo. Al enterarse, fue al hotel, se armó y buscó a Fajardo hasta encontrarlo en la calle del Colegio.—"Ven para que me dés foete, le dijo, y sa­lió de tros de Fajardo, quien corrió hacia la plaza de La Hierbo, pero le dió alcance frente al husillo de la Alcaldía y le hizo des­plomar con un balazo que se alojó en la columna vertebral.

Esta desgracia hizo mucho ruido en la ciudad. El heridor se entregó a la Policía. Esta tuvo buenos infoi mes de él, como empleado de comercio en Panamá. Nombró abogado defensor al doctor Eugenio Baena.

El día del juicio estaba ya plena la sala cuando se oyó rui­do de gentes que venían, trayendo al inválido acompañado ds su padre, como para hacer más fuerza en el Jurado.

El doctor Baena hizo una defensa conmovedora, y ccusó impresión por ser él liberal, y conservador el defendido. Entre otras cosas dijo: "La bala que hirió a Fajardo no fue lanzado por Quintero sino por la lengua del herido, que había pagodo con calumnias los servicios recibidos de su amigo a quien de­fiendo. Los antecedentes de ese herido están ensangrentados, pues su padre que lo trae aquí, mató en buena ley a otro oerso- na en Panamá".

Quintero fue condenado a prisión por muy bre^e tiempo.

Cuando Don Juan Mainerò y Trucco arregló el teatro de la Calle del Coliseo, Justiniano León abrió un restaurqnte en el patio ,atendido por una negra muy servicial y atenta. ’ Se decía que Fajardo vivía a expensas de ella.

León tenía un hermano enfermo de lepra incipiente o quien, por esta causa, rechazaron una noche en la puerta del Teatro. Esto lo afectó mucho, y como era muy amigo de Fa- fordj .a misma noche en que ocurrió este incidente le dijo:—

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"Hombre, mañana verás una obra mía, pero no te vayas a reír".

Al día siguiente, en los bajos de una casa del portal de los Escribanos apareció ahorcado su cadáver.

D A N I E L L E M A I T R E

BAILES, DULCES Y PUÑALADAS

Era el tiempo en que esta ciudad bailaba en el Salón de Grados de la Universidad, y los lutos, hasta por parientes le­janos se regían con tarifa de años, meses y dios, inquebran­table.

Ya Henrique Román se había dado trazas para aplazar e' baile del 31 de Enero hasta el día de Reyes a fin de que pu­diera asistir Cristina Castillo, encantadora damita quien, hojo el rigor de la tarifa, andaba aún de cabitos negros.

Pepe Mogollón, Ernesto Lemaitre, Jeneroso Jaspe, Rafael del Castillo y otros, hacían, en un entresuelo, la lista de invita­dos, para lo cual tomaban mentalmente por calles y carreras para que no se escapara ninguno. Después hacían cruces para eliminar.

¡Esto parece un cementerio de papel, exclamó Jeneroso Jospe cuando acabaron de tachar.

Entre los nombres crucificados estaba el de un joven Mo­tos, porque al decir de ellos, sus hermanas cerraban la casa y se llevaban hasta el gato para el baile. Lo cual no fue tan mo­lo haberlo dicho como haberlo sabido el ofendido, y ya vere­mos más adelante en qué pararon aquellas misas.

Mientras, se preparaba todo para la fiesta. Fueron nom­brados Pepe Mogollón de bastonero y Ernesto Lemaitre jefe de ambigú. Este último encargó los dulces a doña Gertrudis Pe- ñorredonda, de cuyas manos salian los mejores pudines, flanes y pastelillos, todo de tradición española.

Entre las golosinas había dos palanganas de ' 'slos de Nie­ve" o "Huevos de Nieve", novedad de origen francés í-aida a- qui por la Madama Lecompte y cuyo presencia en los bufets elegantes ha continuado hasta nuestros días.

Pero aquí voy a hacer otra pausa en mi relato pora dec r que doña Gertrudis fue maestra de su ahijada doña T«rwo

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

rres García quien, desde el sitio de Gaitán, vivió en mi casa y pasó a mi madre aquel su caudal de conocimientos repóstenles, de donde vino la fama de los dulces de la niña Matilde Tono" cuando, después de la muerte de mi padre, puso una dulcería para procurarnos el sustento.

Digo de la niña Matilde Tono porque también hubo, ante­rior a la de mi madre, una buena dulcería en la calle de la U- niversidad, la de la niña Matilde Calvo.

Y ahora continuemos con la historia de aquel baile, que estaba de malas.

En efecto, cuando llegaba Domingo Periñán con los "Hue­vos de Nieve", una mala pisada dió con él, con los huevos y los vidrios rotos en mitad de la calle, y mientras algunos de los ca­bezas allí presentes se lamentaban del percance, apareció, ja­deante, Santiago Capurro y exclamó: Estamos de malas, en la Barbería de Suárez hay guachafita y la cuestión es por el baile".

A Matos le había llegado el cuento de las cruces por el correo de las brujas, y acertó a pasar por la barbería cuando Rataelito Castillo se acicalaba para esa noche. Verle y entrar para insultarle fue todo uno, pero se exaltó demasiado, y aga­rrando una de las tijeras del Fígaro, le propinó una puñalada sin mayores consecuencias pero suficiente para formar Uemoli- nc en la tranquilidad del Corralito y desbaratar el proyectado baile.

De todos los jóvenes perjudicados con el acontecimiento quizá fuera la más doña Crista, pues a su desilusión hubo de añadir los días de cabitos negros que le había robado a !a ta­rifa .

EL COLEGIO JIMENEZ

El colegio del maestro Juan Pablo Jiménez era un venero de cosas corraliteras y un avispero ae muchachos tremendos.

Profesaba el viejo el axioma de que la letra con sangre entra, y cuando decía delante de un rapaz: Todo trapo a la calle era para que se bajara los calzones, y detrás iba la muen- da con una penca llamada "Matías Moreno", porque sacaba lo malo y metía lo bueno.

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D A N I E L L E M A 1 T R E

Cuando no podía forcejear con algún muchacho .más que Sangolotino, llamaba a su hijo Olegario, un muchachote alto y muy fornido: Olito, Olito! Y Olito cargaba al reo a caballito de miel para que, inmóvil en sus espaldas, recibiera los perrenca­zos de rigor. Sin embargo, un día notó el viejo Juan Pablo que a cada cuerazo quien gritaba era Olito, porque el ajusticiado era Adolfo Fuentes, muchacho de dientes muy largos y a cada zurriagazo se los clavaba a Olito en el pescuezo.

En tiempos de huevo de iguana los muchachos se venga­ban del maestro colocándole unos cuantos sobre el escritorio.Por una de esas fobicis congénitas les tenía horror y se erizaba ai verlos. Tanto era su pánico que infundía a sus alumnos !a misma repulsión diciéndoles que no comieran esa porquería pues la iguana costaba con !a culebra.

El colegio de don Juan Pablo tuvo dos cosas curiosas. Una ció ellas era un pozo sin agua, donde el maestro tiraba cuanto cachivache quitaba a los alumnos. Por cierto, ¡unto al brocal estaba recostado un escudo de piedra semejante al que está en las Bóvedas. Ese escudo pasó luego al café de La Marina y allí se pierde su recuerdo.

La otra era un coche del tiempo de Mari Castaña que pa­saba su reumatismo crónico en el zaguán. Los muchachos se metían en él y formaban gazaperas insufribles. Cierta vez don Juan Pablo esperó que hubiese adentro cuatro o cinco, para meterse él también y ordenando a su supuesto cochero: ¡Cami­no de París! las propinó una muenda sobre cuatro ruedas no vista hasta entonces en el.colegio.

Y así iba la escuela de don Juan Pablo por aquellos dulces tiempos de Ernesto Lemaitre, Pacho Franco, Pepe Mogollón, A- maranto Jaspe y tantos otros cuyas diabluras ponían a funcio­nar con frecuencia a Matías Moreno, o en momentos de ejem­plar conducta oían interesados los relatos del viejecito, como cuando les hizo abrir los ojos explicándoles "que el bacalao se llamaba así porque el pescador, en su demanda, "va. . .callao'.

Y dejamos para mañana otros apuntes de aquel estableci­miento de enseñanza, cuyas aulas estuvieron en la misma ccsa del Estanco del Tabaco donde han estado sucesivamente el Co­legio de Irisarri, la habitación de don Joaquín Pombo y he\ la Academia Colombiana de Comercio.

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C O R R A L I T O DE P I E D R A

EL COLEGIO JIMENEZ

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En la escuela de don Juan Pablo sucedían cosas y quisi­cosas como suceden en todas las escuelas.

Un día era la campana del colegio tocando ella sola por­que Ernesto Lemaitre le había amarrado al badajo un cordeli- to negro y desde el dormitorio le hacía repicar, lo cual acci­dentó a Olegario, hijo del maestro, cuando se levantó para ver y no viendo a ninguna persona tocar se privó.

Otra vez fueron cinco exploradores, quienes con la plata de "la cosita" habían llegado a reunir la importante suma de un peso, como capital de la compañía, y se huyeron del colegio con rumbo a Bogotá. Esto alborotó a la ciudad y sajjeron co­misiones a buscarlos hasta dar con ellos en Turbaco. Pero des­pués de todo, lo mejor era oír los comentarios del viejo Juan Pablo: Vea usted, decía, quiénes son los héroes? El Manco Po­rras, un hombre postergado, y Vicente Espinosa que se come de una sentada el capital de la compañía!

En esta de las diabluras infantiles, como en todas las es­cuelas, los alumnos llevaban la peor parte porque Matías Mo reno se las cobraba unas veces con razón y otras sin..ella. Sin embargo no hay puerco gordo al que no llegue su San Martín, y un día muy caluroso apareció en el tinajero, la antigua ne­vera del Corralito, una patilla inmensa que el maestro Juan Pa­blo había encargado a Santa Ana para obsequiar al doctor Juan A. Fortiche, de quien era gran amigo, y cuyo onomástico so celebraba ese día.

Hubo conciliábulo por los rincones, y con una finalidad no cierta pero entrevista, los granujas acordaron algo muy bueno para sus intereses:

—Con su permiso, maestro, voy a tomar agua, iban di­ciendo y cada uno enterraba su lápiz en la provocativa panza de la fruta.

Cuando don Juan Pablo se percató de la cosa lanzó un grito: Mi patilla! Mi patilla convertida en Puerco Espín! Pero no hubo más remedio que comérsela, y aconsejado por el calor de­puso su cólera, seccionó el cóncolo para él y entregó el resto del "animal" a los muchachos.

En la escuela de don Juan Pablo la aritmética merecía es-

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D A N I E L L E M A 1 T R E

pedal atención. Allí nadó el célebre sistema, adoptado des­pués por el maestro Zambito en la Veracruz, de dos mucha­chos, uno arriba de la banqueta y otro debajo, para explica­ción práctica del numerador y del denominador.

Un día explicaba que la cantidad, era capaz de aumento o disminución pero no admitía comparación con otra cuando nc era de la misma especie. Y como Manuelito Cásseres se queda­ra en babia ante aquella oración abstracta, le llamó:..Ven acá, granuja, fíjate bien, a mí me está doliendo mucho la muela, y se llevó la mano izquierda a la quijada, mientras con la derecha le pellizcó la empella al muchacho. Te duele? Si, maestro, pero no mucho. Anjá ya verás, y ahora? añadió déndole un pelliz­co feroz.—Ay! mi madre! gritó Manuelito. Bueno, eso es para que tú veas, a mí me duele la muela y a ti te duele la barriga paro no se puede comparar el dolor.

Y satisfecho de sus métodos, feliz en su noble misión de enseñar, al que no sabe, discurría la vida del buen maestro Juan Pablo. Quizá turbaba su plácido bienestar una.cosa so­lamente, y era ver que a su hijo Olegario, ese hombrote tan fornido, no se le ocurría otra cosa más espiritual que poner una mesita con frutas en el zaguán para venderle a los alumnos.

Quizá por esto le dijo un día a cierto amigo: Sí, hombre, los hijos! Ay! los hijos! No ves. Mientras que Pacho allá arriba se emperifolla y dice how do you do, how do you do,, este otro, aquí abajo no pasa de "mitá e platanito y mitá e queso".

EL PADRE MONTES

Al hablar del Padre Montes lo hago con referencia a los apuntes taquigráficos tomados durante mis conversaciones con Don Jeneroso Jaspe, es claro, pues su Ministerio fue por citó <?•' los años de 1870 a 1880 y todavía no había entrado ye pe-' ningún portillo al Corralito de Piedra.

El Padre Montes era de raza negra, pero de my¡cha inte ligencia y sobre todo poseía vasta ilustración en Cánones Con mucha frecuencia altas dignidades de la Iglesia acudían a e> en consulta para resolver los atrancones Esta superioridad ■ dio cierta altivez, y más siendo de cobrcito, por k> cvol no per-

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C O R R A L I T O O í P ' E D R A

donaba quo se ie llamara Padre Montes a secas, y a quien así osaro decirle le respondía: "Señor Doctor Montes me llamo yo", Se llamaba Luis y le decían "Tío Burro". Tenía uno mañero muy particular de hablar y, como un tic, añadía un foyl des­pués de cualquier jaculatoria. Así pues, en la procesión de? Viernes de Dolores oían los fieles en su recogimiento las pala­bras modosas de "Tío Burro" cuando decía: "Aquí cae Josoues... cargado con el peso de la croues ¡ay!". Me parece que te estoy oyendo decía Don Jeneroso.

Por aquellos tiempos las cosas no andaban muy bien de calderillas, y el Padre Montes, para ayudarse, tenía un café en la calle de San Agustín, hoy do El Porvenir, en un local don­de funciona actualmente la Sastrería "El Corte Americano".

Con los huevos pericos, el café con leche y el dulce de caz- piroleto, especialidad del cafetín, amén de las escasas misas de difuntos, porque entonces casi no se moría la gente, y uno que otro ochavo en la bolsita de cuesta dominical, iba ej. virtuoso Podre tirando su carreta por esta v ida .

Menos mal que era muy ocurrente y siempre tenía conter­tulios atraídos por su pintoresca conversación salpicada de chis­tes y una que otro pimienta de olor. Y así, se le deslizaban en­tre abanico y chocolate muchas horas sosas que tenía el rebj del Corralito.

Vivía el buen Padre con varias parientas suyas, y entre ellas había una muchacha muy buena moza, cuyos atradivos traían de cabeza a los socios del terrible club de "Los Floridos", pero especialmente a Justiniano Zubiría, quien estaba ya casi al reventar con tanto café y pericos en el restaurante del Padre.

Como el "Tío Burro" no tenía nada de eso, ya había nota­do la cosa y le amarraba la cara.

Ello dió mala espina a Justiano, y haciéndose el cazurro le tiró a fondo una pregunta capciosa:—Don Luis, le noto medio cambiado conmigo, pasa algo? A Jo cual contestó el Padre Montes:— Nó, nó, nado, ese carácter que tu tienes, te alteras mucho, cualquier dio le sale un chichón a C y soy yo quien ten­dió que sobarle la manteca!

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EL L E M A I T R E

F A N D A N G O S - I

Los fandangos de Cartagena comenzaban después de los festejos del 11 de Noviembre, y continuaban por Pascuas pora terminar en la fiesta de los Santos Reyes. Su mayor aliciente ¿ era el pique entre conservadores y liberales, representados és­ta* por los fandangos de El Pozo, y Gimanl, y los del bando ccntrorio por los de Chambacú,

Se les dió ese nombre aunque en nada correspondía con lo múscia del fandango español, y consistían como todos sabe­mos, en carrozas alegóricas detrás de las cuales iba la música y gran acompañamiento de gentes entusiasmadas al calor de a- guordientes y mistelas, con gran abundancia de mujeres, quie­nes generalmente cantaban los versos y cuchufletas dirigidas al partido contrario, sirviéndoles de tema cualquiera acontecimien­to de actualidad.

Así, se escuchaban aquellos versitos que declan:

Sólita Román y Pedrito Maciá el año que viene se van a casó.

Que quizá oyeron cantar, de niños, Tino Pareja y el doc­tor Coste!, Conchita Micotao y Henriqueta Grice, queridas reli­quias que aún nos quedan de aquellos viejos y buenos tiempos.

Si por ejemplo, un inocente angelillo, hacía cualquier cosa propia de la edad como la hizo el dios del Amor en el carro chambaculero, qué oportunidad! Qué tema tan importante pa­ro una copla en el fandango del barrio, y con cuánta satisfac­ción llegaron a cantarla las mujeres al golpe de la tambora:

Pobre Chabacú con su dios Cupido que en la calle Larga se c . . . 1 el vestido.

A veces, la letrilla de un fandango, sin miramientos para el dolor de un padre, cantaba:

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José Exandón llora a tu hijo tu hijo so t© murió.José Escandón llora o tu hijo tu hijo iba sé doctó.

La música de esta último llegó a ser la más popular en tos anales del Corralito, y evidentemente la melodía era ton alegre y tan pegajosa que llegó hasta lejanas regiones. No ha mucho recibí yo una carta de Bucaramanga, de algún intere­sado en el estudio del folklore nocional, pidiéndome la música y la letra de este célebre fandango.

En aquellos felices tiempos, ante un éxito de Chambacú, el entusiasmo del pueblo contagiaba a todo el mundo y llegaba o subir los balcones de la alta sociedad. Así fue como Misia Mercedes Polanco en compañía de otras amigas bordaron uoo bandera de seda con los tres colores de Cartagena y el escudo de la India Catalina en el centro. La cosa causó gran revuelo en la pacífica ciudad que todo lo sabía antes de suceder, y naturalmente, en algunos estrados democráticos se incoaban yo peligrosas represalias.

El día en que fue izada atrojo numeroso público a la calle de las Carretas. El doctor Vicente García, ¡efe político enton­ces, acudió personalmente a suplicar a doña Mercedes la qui­tara del balcón. Ella se negó, pero como el doctor García in­sistiese, al fin convino y sin dejar de complacer al suplicante la colocó en el mirador de la casa (hoy Hotel Núñez) desde donde podía ser vista por ambos barrios de arrabal, y así atrajo ma­yor número de espectadores todavía.

Pequeñas cosas capaces de estremecer a toda la ciudada­nía. Deliciosa historieta que fuera baladí si no estuviera toca­da por los hongos antañones de la ciudad procera.

C O R R A L I T O 0 E P < E 0 R A

F A N D A N G O—II

No podría decirse que los piques entre Gimaní y Chambacú fueran una cosa tremenda, porque a pesar de toda la acerbía de las letrillas fandangueras nunca hubo derramamiento de san­gre. Todo se reducía a uno que otro chichón en la frente e in­

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D A N I E L I E M A I T R E

cultos dta contendora a contendora, porque eran ellas, los muje­res, ios más exaltadas.

Generalmente las puyas eran del Pozo para Chambacú, iC-:o:.-do a relucir los miserias y defectos de ios pobres pesca dores de lo playo de Los Tortugos.

Chambacú componte mira qué porrazo, en Quitrfn lo Diosa y bandera de raso.

Aquí el Pozo sublimaba el lujo de su Diosa, ocupante del único Quitrín que habia en la ciudad, lo cual era un éxito in­discutible pora el barrio de Gima ni, y un honor quierx.sabe có­mo alcanzado.

El lider chambaculero era Severo Lascano, y de ahí tam­bién que las mujeres de la plazoleta del Pozo cantaran detrás de un carro alegórico:

Severo, Severo, que tiene tres nalgas por eso no pasa por la calle Larga.

Vaya usted a saber el origen de ese terceto de posaderas. A mí me ha sido imposible averiguarlo con certeza, y aunque •o vislumbro, vale más que se quede perdido en la noche de los tiempos.

Ahora, volviendo al Quitrín, no está demás señalar en es­tos apuntes algo relativo a los coches de punto o de plaza, y de uso particular.

En París se llamó Flacre, en Madrid Simón, por haberse llomado así el primer cochero de ellos. Las distintas formas de carruaje recibieron nombres de Cupé, Tilbury, Calesa, Volanta, Tartana y otras, como Quitrín.

La Calesa era coche especial de Sevilla y el Quitrín de nuestra historieta era algo parecido, con las ruedas muy grandes

fe y el cochero montado en el caballo.La Tartana era semejante, pero en p rop orc iones mucho

|. más reducidas, a los primitivos ómnibus que circularon en Cor-

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til o

tofl*’0, *° J ‘ ¡..-ionio de las de España, por don Amaranto ' nuinhn un cochero Itamodo Benito Pinto. Des«

• cortón Gilberto Castillejo, pintado de aman» , . 0 ja CWoJ fus ton popular como lo fue un c >

riocre, donde cabían cómodamente ocho per*. j qcj ¿g don Manuel Joaquín Araújo, y llamado

’ c«« coche ossobo muchísimo y sus dos caballos iMujrodffl cuando lo arrostraban por mas de mea »a no-

.__nemsanáé vo de niño, cuando en la vuelta ío«'za-. . yj_ 5ocra de! Cabrero, la tanza de La Ratonera pene- « f-í aecho del caballo de aquella y lo dejó muerto insfan-

.-Limante Puede decirse que fue ese el primer occidente de nvTo en el Corralito de Piedra.

9 H A l l T O O í P ' E D R A

CUENTOS DE PESCADORES

No hay pescador que ponga el dedo donde debe ser en cuanto ** trato de mostramos con el brazo el tam año de un pez , -- por e1 Generalmente se tocan el candelera . Los caza­dores son menos exonerados, pero sin embargo, ñor Juan An- leporioletino, el héroe de ta escopeta de fósforo, llegó a a íir- nior que cuando haba muchos patos él ponía pólvora poca, rrunioón hasta la boca y tiraba regado como aban ico .

Nuestro Jimeneco, el As del Club de Pesco, nos cuenta de un Mero socado por él, dei cual no pudo trae r a tie rra más que un soo pedazo porque su tamaño era superior a! del b a te . O- tro dio ya de regreso de pesca mordió el anzuelo un Jurel de gran corpulencia y fuerza, tanto como pora econom izarle cn- co millas de gasolina tirando del co rde l. Natura lm ente estas casas sxeden muy raros veces, todo el mundo no tiene ocasión de presenciarlas.

Y asi como ocurren estas, se les ocurren otras para mar­car la propiedad en e( reparto, cuando regresan de pascar en grupo. En cierta excursión al bajo de Salmedina, sólo habían

rasado a la cajo común dos o tres porgas grandes y e l resto , podía decirse, rancho de pesca ditos mangueros. Jim eneco

*e cortó la cola a las pargos de mayor tamaño, y después, co-

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O ID

N I E t l E M A I 7 R E

t o quien no quiere k) coso, manifestó en la Asamblea de Popa• •:es i _/os" se conocían por lo cola cortada. Pero, como ya

- ,<_• d.chc, que caí como les ocurren cosas o ellos, también las ■ ventan, Rafod Fuentes tuvo un pensamiento luminoso y dtv- etcmente lo puso en prócüca. Así, cuando llegó la hora del

reparto, todos los pescados tenían la cola mocha.A mí también como cazador me Han ocurrido cosos paro

r? Je r ir . Alguno vez estuve posando días de vocaciones en "Hon-o .¡'as", lo finco de Emilio Meluk, cerco de M arla laba ja . Por la ' c-janoo ios '.oros vienen de lo ciénaga después de ca­

er so plátano, volando en parejas, cogí mi escopeta y con dos tiros moté fácilmente dos pares. Pero yo referí la cosa aumen­tándolos o doscientos. Venían tantos! La enorme p ila de inocen­tes onmaíes me había asqueado y manifesté que jarrjás volve* río a ca za r. La verdod ero que yo nunca había cazado ni me gustaba ese deporte.

Jsró ' ".o Jirodo, "Caro de Palo" no era ni cazador ni pes­cador pero tuvo uno ocurrencia como la de Jimeneco viniendo de Cereíé en la loncha "C olom bia", en cuya cubierto recogían el moco más de cié'« pavos pertenecientes a distintos pasajeras, pero Jirodo v a ía uno especio! engordado con batata y cabe- : ta de maíz, y para diferenciarlo le había pintado de verde la cabeza con un pote de pintura que por a llí estaba rodando.

Lo molo fus que puso en oulos de su astucia a Luis Carlos »'¡¡la, compañero de viaje, y que a media noche hubiera gran scncocho en compañía del Capitán Víctor Cochez porque cuando arrim aron o l muelle a lo mañano siguiente todos los pa­vos tenían la cabeza verde.

C I E R R A P U E R T A S

Los cierra puertas durante lo guerra del noventa y nueve tenían paro mis quince años un encanto particular, no so­lo por la sensación de seguridad que despertoban onte el pe­

ro incógnito, sino por lo expectativa resultante de silos, y los mentarios de balcón a balcón, suficientes paro llenar con

a lgo cualquiera de aquellas noches aburridas y tr is te , camo de Viernes Sonto.

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

Los mejores cierro-puertas, para mi gusto, fueron los escu­chados en !o Gudad Valerosa, en donde pasé el primer año de la revolución

Todo era oírse, allá por Minguillo, en el barrio de arriba, el primer portazo precautelativo, cuando respondían sucesiva­mente todos los zaguanes y el tableteo recorría la ciudad de Sur a Norte en el espacio de cinco minutos. Por el Colegio Pinoles mi residencia, pasaba la tromba anunciada por golpes lejanos, para luego escandalizar la cuadra y perderse, barrio abajo, en las sombras inquietantes de la noche.

Gracias a Dios, al día siguiente muy temprano, sabíamos por "Cabiío", el aguatero, que el origen del pánico habían si­do unos gritos aguardientosos de Salvador Piñeres, a quien a- podaban "Biscuit", o bien el mulo de Don Cerbeleón Martínez, que se había desbocado. Y como aquello era tan frecuente, los vecinos pasaban el año asustándose por la noche y riéndose por la mañana.

En el Corrolito de Piedra, los cierra puertas eran mucho menos frecuentes, solo me acuerdo de dos: el primero ocurrió cuando un vapor de la Leyland Line llegó tarde, a las 7 de la noche, y al fondear tiró un cañonazo como era costumbre en los vapores de esa compañía. Hubo toques de corneta y con­centración de jefes en el Estado Mayor, jefe de la plaza era el General Ignacio Foliaco.

El segundo fue provocado por un tiro de revólver escapa­do en manos de Leo Grau quien mostraba su mecanismo a Ga- brielito Jiménez o "Copié", como le decimos hasta ahora sus viejos amigos.

Capié, de imaginación muy viva y capaz de inventar lo más difícil y peligroso que pudiera inventar un muchacho, 1e- nía genialidades para el comercio y descubrió, con los filate­listas Henrique Méndez, Leo Grau, Carmelo Cruz y Pepito Gó­mez, que las estampillas "provisionales" emitidas por el Gobier­no tenían inmediata acogida en los Estados Unidos al mismo precio marcado en ellas pero como el cambio estaba entonces al quince mil por ciento, podían acumular divisas en el Exterior. No bien cayó en manos de ellos el primer catálogo de Montgomery Word, muy conocido todavía, para ventas por correo, cuando formó con los otros muchachos una especie de pandilla filatéli­ca para pedir cuanto cachivache se les ocurría. Así llegó a ma-

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nos de Leo el revólver del cierra puerta, mientras enseñaba su funcionamiento a Gabrielito.

Era tal el "pereque" puesto por todos ellos en la oficina postal que Don Juan V. Aycardi, el Administrador de entonces, les llamaba los "Escopeteros".

D A N I E L I E M A 1 T R E

ESTACION DE POLICIA

Corrían tiempos de dorada juventud para oradores, cro- n;stas, poetas y escritores como Redondo Mendoza, Ave, Jorge Artel y el Doctor Quiñones. Este último acababa de escribir por cierto su obra "En el Corazón de la América Virgen", cuando una mañanita pálida y friolenta les sorprendió reunidos, el día de San Blas, en una casita de bahareque allá en las estribacio­nes de la Popa.

El de San Blas ha sido siempre un día de fiesta discutible, entreverado de retobos, y entre las muchas cosas espirituales re­bosantes del ánimo del Cuarteto estaba lo de continuar cele­brando a la virgencita morena y liberal cuya fiesta comenza­ra el día anterior. Pero como las cosas espirituales suelen en veces verse miserablemente constreñidas por las materiales, y en aquellos andurriales no era posible emplear el recurso ético de firmar vales, todo el proyecto dependía de la moneda física lamentablemente agotada.

Qué hacer? Ya todos se habían volteado los bolsUlos al re­vés y solo cayó rodando un nikel de a cinco centavos de! doctor Quiñones. Ave salió por allí a cotejar un vigésimo de la Lotería "que hace ricos a los pobres" y hasta se llevó un susto porque te­nía todos los números del gordo pero al revés.

Cabizbajos estaban bajo un palo de trupí oyendo un tam­borito amanecido cuando la nunca desmentida inspiración de! poeta Artel, secundado por la recia acometividad de..Redordo les sacó de penas y salieron, pues, a "fundar" una Estación de Policía.

La casa de la negra Irene se prestaba a maravilla para él asunto. Sala con pocos muebles y una mesita ni mandada a hacer para el señor Secretario. Reja de gruesas varillas entre la sala y el comedor. Magnífico. Esa era "La Reja" y allí tra¿

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C O t C A I I T O O f f i f o | i

eflo metieron oí Doctor QuMonorf b c « o « j pr«*o. _ Jtb m enfrascó o í lo loctono do un portádk» «oéo Aiol^w^ b monto, «Htógrofo on mona opoqfcp «I éoa^> * 7 frtóbtam oaio. cuondo M ondo, poicfo »domo.

cowpoOno con tu burro corgodo do bofas Imptoi y «| h j J Seoeiorio lo nncioná por contrnutnlt b dipwHto o i «| g w o lld iila rticu b I del Reglamentodo lo Dinotftojfc no. mondo mojoguos do fagundo nono on el e^poquo d ew Hcwiot ofcionWciM.

flUnbón o b expuoHo* d»{o Ave. y por sor b ¡11 n m ^ t M lic o n d in o a pogor solamente de» poaoi d¿ mtÉo

A p o lo » emolumentos sirvieron poro comprar un por d i . d i vidrio» y b expontión espmtuol connnuá a»táo

do tn b i coífigoi o b delincuencia, poro no por mucho *$&&& pum e n ttegondo o I mercado ol hombro do ¡Ol bollos b e düpobibdo por un comportero más sobida y o poco iodo l t cuorteto estaba on chtrono.

Mi no» mol que ol Comondonto General Céspedes, foro» lev él tombMn y hombro comprensivo, so rió do lo calaverada y b devolvió do su bobillo b i dos pesos.

Em acción quizá b comprondb ro perfectamente el m p«éno no asi b frase soltada por Redondo en ese momento porque se quedó con los ojos muy abiertos.

—Míralo, ton pendejo, contigo no voy o jugar nunca más ol fofccbl

D E L C A M E L L O N

Ahora cuando el Camellón de los Mártires ha llegado o su máximun de ornamentación, tonto como de no coberb ni un pe­rendengue más, me parece interesante pasar un corto de su vida por b pantalla del recuerdo.

Fue tol sitio, desde b fundación de Cartagena, un simple camellón de tierra paro unir b ciudad amurallado con el Ba­rrio de Getsemoní, pues entre ambos portes se interponía terre­no anegadizo cubierto de mangles, y así lo fue hasta el oño de 1865, en que comenzó su adorno. El alcalde, don Félix Molo, le puso tres faroles de manteca de carozo en sendos horcones jorobados. Aquello, siquiera, permitía de noche dishngw el

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A N I t l I t M A I T t t

fc - ’ c í¿¿ cvok|u»er atthQAO comino <M uno ol otro bor^o.L >s pn-«í!i «koAqi fueron colocodos rtanpné« do 1870 y

o •• - »- es?r«no » iUmobor» da pociHcoe ducfoctatK» que ibón0 *c** ■- en <* 'oí d fresco da lo farde, Alguno« •ron verdaderos ’ ímám" ¿cu o da «o«iedod*s» o [uigor por lo ogrvpocMn Im nM V O tM Q?í dátSÍOf.

No pocos «^oi chocolateros n tevontobon ol toque de ó* «►«!», pero muchos también otorgobon ton agradable reunión Komío k a 10, cuando manaban en el ton de lo Catedral las 13

- - í de lo quedo y codo mochuelo salía poro su olivo.S»jp-¿a* oquedos reuniones ta falto de periódicos poro so-

b*r y chismes de lo ponoquki. No asistir o ellas eroipcivom w b mejor det dio.

Aíi discurrían tos ptoctdxn ontoftonos hasta uno noche, eí 8 de CEoembre del 76, en que uno horroroso degollina solido de lo « rubro lo ttoó de sangre e hito abrir los o|os y pensar en uno - •? tí ¡Itfitínodá). VMiron entonces toe forole* de petró­leo y como ese progreso fue contemplado en reglo, se hicieron g<~o*"des hoyos para Honorios con tierra vegeto! y arborizar el posea Oesyododomentc ei paso del coroza ol petróleo no fue lo tcjforito pona ver doromentf esos hoyos y uno noche det1 w ícjo octubre socoro« a un borracho ahogado en una de los zan-cs y luego ol doctor Pablo CoAovero. quien con el oguo hcsfa m cuelo pedía auxilio o grito tendido.

loe escaños de omes eran sumamente cómodos por tu ir> cfincdót hacia atrás y yo quisieran los de mármol actuales brin­damos algo siquiera de oqueAo agradable comodidad.

Loe bustos de los mártires de 1816 fueron entonces coloco- dos a ambos lodos del paseo y han venido siendo objeto del homenaje llamado *Lo Coronación" durante tas fiestas novem- brinas.

Paro 1911 fue anchado el Camellón y se colocó en su cen­tro la estatua de "NoÜ me tangere* por iniciativa de aquella gran dama que *ue doña Concepción Jiménez de Araújo.

El alcalde don Raúl Bemett y Córdoba le puso el actual embaldosado y aprovechó lo oportunidod poro destruir un kios­co permitido en su extremidad, y que poco o poco iba crecien­do con anexos servicios de acueducto, pozo séptico, etc. etc.

Parece que el Camellón fue siempre, cuando no había par­ques, el sumun de un bello paseo público, pues todas las poblo

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

dones del departamento quisieron tener uno, comenzando por Barranquilla, y muchas de ellas echaron a perder hermosas plazos atravesándoles una plataforma recta de cemento del gus­to más deplorable.

Hoy día, al empuje del burgomaestre Martínez, el Came­llón ha perdido su característica de tal, ocupada como está b mayor parte de su área por arriates con arbustos y flores y con vistosos candelabros de hierro forjado cuya brillantez en la no­che es sin duda mejor que la del aceite de corozo, perdido ya en las tinieblas del recuerdo.

B O B A D A S

Llamarse Manuela Cari era como para que le dijeran "Ca- rimcñola", y así se llamaba una ingenua amiga de don Jene- noso Jaspe, y así le decía por sobre-nombre don Luis Felipe, su hermano, el más chusco de ellos. ^

Manuelito podría formar un tríptico en mis recuerdos jun­to con Ernestina Pombo y Rosita Vives.

Un día entró la primera al almacén "El Faro" de don Je- neroso, para ver unos cuadros muy bonitos que le habían dicho.

Después de regodearse viendo la Maja Desnuda de Goya, el Nacimiento de Venus de Bougerau, y algunas otras obras fa­mosas con mujeres también coritas, le preguntó a don Jeneroso.

—Dime, ¿esas qué son?—Qué van a ser, Manuela, no las estás viendo? Desnudos

artísticos.—Ay!, y salió corriendo tapándose los ojos con los dedos

de las manos entreabiertos.Ernestina vivía con doña Rita Céspedes en uno de los en­

tresuelos de mi casa. Allí las había alojado mi abuela durante el sitio de Gaitán, y allí se quedaron . Pero Ernestina había pa­sado algunos años de su juventud en Bogotá, ol lado de su ma­drina y eso se le convirtió en sustancia para toda la vida. Se refinaba mucho para hablar. Silbaba las eses. No se comía ninguna letra, y decía, sí, para adentro, como si hubiera naci­do en la Plazoleta de las Nieves.

Un día llegó a casa una negrita sirvienta de no sé quién,

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D A N I E L L E M A I T R E

se coló de sopetón en et corredor, sin dar los buenos días y puso en la mesa un paquete diciendo:

—Aquí, ejta ejto que manda la nía Mercedes para la nía Matídde.

Ernestina cosía por allí cerca y la increpó:—Niña, niña, qué es eso! llegue primero al dintel, toque

la puerta y hágase anunciar.A lo que respondió la palurda-.—Je, ¡e, jab bebbun caol Uté ta loca, niña?Y Rosita Vives, según me decía don Henrique Román, tam­

bién tenía sus cosas.Una noche, en casa de doña Sola Román, en donde pasa­

ba una temporada, estaban de visita varios jóvenes de con­fianza y alguno de ellos la molestaba:

—Rosita y tú por qué no te casas? No te han faltado ena­morados .

—No mijo, a mí no me gustan los hombres porque tosen mucho por la mañana. A además, se casa uno y después?.. .a viví, a viví a v iv í.. .

¿Por qué se le quedarán a uno en la contra recámara de la cabeza estas bobadas?. . . No sé, pero las recuerdo y sonrío.

B A R R I L E T E S

Los barriletes, pese a los juegos modernos y aun con el peligro que entrañan sus colas enredadas en los alambres de la energía eléctrica, no han pasado al olvido. En estos días fi­nales de diciembre ya se escucha su run run por los lejados.

Antaño más que ahora, fueron deporte imprescindible de todo muchacho. Las muralles, desde Santo Domingo hasta Santa Catalina se veían llenas de gente entregando a la beisa multi­colores cometas para luego, ya elevadas, cobrar y echarles la colada, ponerles "correos", y hasta, muchas veces, remontarlas de noche con farolitos de papel, encendidos.

El run run del barrilete junto con las ráfagas de diciembre marca el paso de una estación a otra y es raro quien, ya hom­bre, no sienta al escucharlo melancólica añoranza de las vaca­ciones escolares y de las noches navideñas.

En algunos países, como Puerto Rico, la elevadÓP de ba-

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C O R R A I I T O D E P I E D R A

rríletes es un deporte pora hombres y las ployas se llenan á* individuos que hocen apuestas en dinero, poniéndoles cuchilla* en la cola, y tratando de cortar el hilo a l del contendor cr brando el barrilete para que remonte y pegue la cuchillado nt otro o arriándole hilo para burlar este intento.

Aquí en Cartagena los hermanos Francisco y Mjcolás de Zubiria, ya hombres hechos y derechos, conservaban el gusto por ese juego. Subidos en el mirador de su casa, favorecidos con lo briso del norte, dejaban que sus barriletes quedaran so* bre el mirador de los Pasos, José M aria y Puchucho, calle de los Carretas, quienes remontaban tam bién los suyos y entoncesconrenzoba el duelo de los cuchílias«

Fue tan popular el especió»culo que la gente acudía a iaPlaza del Matadero (hoy de !a Independencía) pora ver el re-SUrtodo de aquellas competenciaas aéreas. Fue ese el primerSí Odium del Corrolito de Piedra.

los barriletes eran la alsgría de los verítorríllos esquinerosen cuonto llegaban los primeros soplos de Pascuas, y la formode barril, de donde les viene el nombre, era la general aunquese hacían "Estrellas" y "M oríapa litos".

La clásica forma triangular de la cometa ha sido siempredesconocída en Cartagena, ta l vez porque las fuertes brisasde la orilla del mar no exigen ese formato especial.

Cuando las barriletes tenía n cinco "ruiirune*" o "zumbo-0■o res" en el arco se les llomaba "coroneles Poseer un0';|p¿SÍos era motivo de orgullo para ios muchachos, y muchas vecss

nbíén causa de tragedias ineinarrables coimo una de la qeieruí protagonista.

Lo brisa soplaba fresca y nmantenía mi soberbio coronel ay .u .1 uiiuru, en mogniTicos COfTToneas, imo me cambiaba por

ate. tro telizl Pero que sobía yo de 1a inestabilidad de*GS cosos de io vído?

Lte pronto 56 acercó un mucbocho, casi iun hombre, pidíén-ck>me uno "cobrada"' y como daspfeciotívomente se la negara.A| ofendido sin decirme una pallabra, cortó el hilo de mí fsSí-Cidod y salió corriendo.

Quedé paralizado. Perdí e1 hobio viendo que mí elegantecoronel perdió ¡nmedíafmaente su orgulloso zumbido y bamba-

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D A N I E L I C M A I T K Cteoodo como un guiñopo miserable se alejaba poro caer quién jobe en qué predio lejano.

Nunca en la vida, ni en mis proyecta», ni en mis empresas, be sentido un derrumbe de ilusiones ton radical como el de aaueilo tarde. Todavía me acuerdo.

VOLATINES EN LOS PATIOS

Dice el historiador Corrales que el convento de San Diego yo figuraba como prisión cuando el incidente que provocó lo detención del Cónsul francés por el Alcalde Atóndete.

Lo cierto es que desde el año treinta fueron desafectados todos los conventos de frailes y sólo quedaron los de las monjas de Sonta Teresa y Santa Clara, y en el de San Diego funcionó lo primera Escuela de Náutica establecido en Cartagena, bajo lo dirección de mí bisabuelo capitón Rafael Tono y el alférez de navio Pedro María Iglesias.

El de Son Francisco fue ocupado por el gobierno pora di­ferentes menesteres u oficinas, y en el patío daban sus funciones ios volatineros que nos visitaban de vez en cuando. Aunque también se efectuaban en el patio de la casa de don Federico Romero, hoy propiedad de don Henríque Lecompte, en la calle del Cuartel. Allí vieron los admiradores concurrentes ol célebre payaso venezolano Ramón González haciendo de Indip PieJrojo y, romper, cabalgando en su coballo, uno serie de botellas con lo certero puntería de su flecho, Y dieron también el primer baile de "Negros Cubanos", número, según parece, obligado en las fun­cionas de circo, porque después lo presentaron sucesivamente el Orco Chupani, el de Nebon y por último, a comienzos de este siglo el Creo Lovande.

Por cierto este último cayó aquí en inmejorables> jcondkío- r<es pora hocer negocio, inmediatamente después de la guerra de las mil dios. Durante tres meses consecutivos díó la mismo función todos los dias con lleno completa. Así ávido de dis­tracciones estaba el público después de aquellas noches lúgu­bres y silenciosas, bajo el imperio del foque de quedo.

Los negritos de Chupani contaban:

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C O H A l I T O D E P I E D R A

Cantan aquí los FijaosY silvan los gavilanesY por «I río persiguen a los Dajaos,Ju ju de plátano asaoEchale yuca a la ¡olla Que si es buena la criolla Pa mí será el bien me sabe.

Y ya que menciono conventos, voy a hilvanar en esta pe. quena relación algunos apuntes muy ligeros que tengo de mis convecciones Corra literas con don Jeneroso Jaspe.

De pequeño alcanzó éste a oír misa en San Francisco y también en lo capilla de la Veracruz (entrada al Teatro Carta­gena) inmediato al templo dedicado a San Antonio y en cuyos paredes interiores corría un zócalo de azulejos representando ia vida del Santo.

los azulejos terminaron su vida empotrados en algunos ventanas de las casas de la ta lle la rga .

Por lo que a mí respecta, recuerdo esa capilla ya desafee- tada al culta, con la escuela del maestro Zambita, a donde mandaban los muchachos irreductibles del tormentado barrio de Gimaní. De allí salían siquiera, con dos de los cuatro regías de la aritmética metidas en la cabeza con la penca ' Matías Moreno" que sacaba lo malo y metía lo bueno. Ahí y también con avanzados conocimientos en el juego de damas, porqwe el maestro 2amb¡to era un As del tablero, y en la puerta de la escuela funcionaba todas las tardes una peña de jugadores. Por cierto las tichas eran hechas con vértebras de sábalo, vieja industria cartagenera sonoras como de porcelana, y era una una gloria ver al maestro Zambiio cuando, con una en mano, saltaba por las casillas vacías para coronarse en Doma, tren como cinco tiros de pistola.

M A Z U R C A S

Como dije en mis apuntes de ayer, después de ios 'Ion* ceros" apareció en nuestros salones la 'M azurca '. En los pres gromos de compromiso figuraba siempre como quinta pieza de baile y así se ve en la siguiente copia de uno de ellos Oíya obtención debo o! distinguido clubman, mi querido amigo don

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D A N I E L I E M A I T R E

Enrique Grau, poseedor de una colección completa de reseñas y programa en medio siglo de vida social;

CLUB CARTAGENA

Baile de etiqueta

Noviembre 10 de 1898

PROGRAMA:

1—Vals2—Danza3—Pasillo4—Polka5—Mazurca6—Vals7—Pasillo8—Polka9—Danza

10—Pasillo11—Mazurca12—Danza

No sé por qué a la "Mazurca" le tenia marcada antipatía el elemento joven de los bailes. Tal vez por ciertas dificuHa- css en el cambio de pasos o por complicado mecanismo de las figuras.

Sin embargo, había algunos aficionados a ella. Para Da­vid Juliao, por ejemplo, era lo más atractivo del baile, y su coda vez que se tocara, amén de otras más o determinada hora, cuando ya se podían mandar tocar como extras".

Después de cada pieza bailada, aparecía en el fondo de' salón una tablilla con tetras grandes anunciando el número de órden y la clase de la siguiente, en correspondencia con el programa.

Este era repartido ol comienzo de la fiesta a damos y caballeros. El momento de comenzar o cualquier cambio ' Extras" quedaba o cargo del "Bastonero*', dueño y ...señor cíe la orquesta, y cuyas actividades de aquí para alió > cte c ic para acó, parecían darte uno importancia de genera! e.~ *e*e

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No ful nunca bailarín, pero ol fin aprendí a bailar b zurea' porque cuando !a tocaban, los muchachos se n ■ T®' poro el Bar huyéndole o tan antipáticas cabriolas. y ento??* Lino león, autor del "Buen Tono", y por supuesto celoso dJw* tronero como debió comportarse todo caballero en soctedarf ponía gran empeño en catequizamos para que fuéramos redimir toles o cuales muchachas en trance de "comer pavo« en el salón.

lo de “comer pavo" fué siempre uno de los peores sudT eos parados bailadoras de antes. Sudaban frío, las pobrert ios. * lo moderno costumbre americana de no asistir a un baile sin patojo oficia!, o sea una especie de novio comanditan» ha terminado con este penoso tronce, pero como todo en ln vida tiene las dos coros de la hoja del caimito, hoy el aova se lo comen en cosita, cuando no pueden conseguir ese acorn* peñante, o cuando el barbion las deja vestidos y esperando c o r t o lo novia de Barranca.

C O R S A U T O D E P 1 E D k A

EN TODO TIEMPO HUBO LOCOS

En todo tiempo hubo locos y en los presentes parece quetodos » estuviéramas. si pensamos <:ómo va el rr.undohcxriendocabriolas en cira¡ios vid¡osos.

Yo no h pestes aso!adoras porque lo Penicilina ponea royo los m¡arcosas peíra en cambk> las poblociones en saludse multiplican y sì no los diezma la guerra tendírán que hacería

■ vital, según lo eseguraba el loco Hitler.En la Mlsica, en la Poesía, en la Arquitectura, en el modo

de vestir y en otros órdenes de la vida, los genios de hoy hu­bieran sido considerados como perfectos chiflados hace ancusrr •o años. Las mujeres se cortan las trenzas y cambian los po­neras por pantalones- Los hombres se afeitan el bigote y susti­tuyen el saco por enteroecedoras chambras con pajaritos > flores.

Pero lo que se llama loco de gritarle los muchachos porlo calle, o la verdad, no ha sido en ellos muy abundante el G m t o I i ío . Los más populares fueron quizó, en los últimos tiem­pos, despues de “Maricomanio“, aquel que cuando asi le grita­ban metía las manos debajo de los faldones de su saco-levo verdoso y las ogitabo como quien dice: ya te ol, "La Mamó

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D A N I E L U M A I T RE

del Mes ios” como ella mismo se proclamaba y la loca “Pichat", esta última era antillana y sirvió de cocó por mucho tiempo a las medres para aquietar a sus Hijos y hacerlos meter debajo de la cama, cuando éstas tenían todavía rodapié almidonado. Su obsesión ero regresar a Curazao. Cuando se encontraba con alguien le decio: "Maldito perro, dóme mi pasaporte pora vclver o mi tierra“ . Andaba siempre con un lío en la cabeza el que iba agregando cuanto deshecho hallaba en Sos zaguaneso tinocos, hasta casi no poder con él. Pero lenta unos ojos ras­gados y grandes acusadores de una bella juventud, a propósito ds lo cuol me dijo uno vez don Jeneroso Jaspe:

—“Ayl mi amigo, pora consuelo de las feas el amor tiene oigo que nivela a las malucas. Nunca olvidaré mi sorpresa, cuando alguna vez que eslabón de paseo en tierra mo­linos nortéame rico nos, via o uno de ellos, gallardo mozo, acer­carse a la loco Picho! con visibles muestras de enamoramiento. Me quedé helado".

Y asi debe ser porque yo también en cierta ocasión me quedé, no diré como un granizo, pero si pasmado de sorpresa aunque fuera comprensiva.

Regresábamos de Europa en e. viejo vapor " N o rm a ndis" en grupo de amigas entre ellos Vicente Velutini y el doctor Peñóte, caraqueños, "La Boba" Posada, el Tuerto Solazar y otros, colombianas.

Nuestros sillones quedaban juntos sobre cubierta y desde nuestra primera charla comentamos la escasez de pasaje feme­nino. Cuatro o seis viejas horrorosas y una sola muchacha pero infumable por flacucha, patona y espejueiuda.

Sin embargo, como decía don Jeneroso, después de una semana de viaje empezamos a encontrarle a la muchacho cierto e inexplicable garabato, suficiente paro que !a Boba Posado la convidara a limonadas y antes de llegar a La G uaira ya. te había hecho un soneto pleno de amoroso gongorisma.

LA LLEGADA DEL OBISPO BIFFI

Para la recepción del llusirisimo señor Obispo Biffi. cuando venia a consograrse en el año de 1882, la ciudod entera se movió a fin de dar a aquel acto todo el esplendor pasible, no sólo por los méritos del ilustre prelado, sino porque el poeb'°

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C O R R A L I T O D E P » E D R A

deseaba demostrar el contento de todos quienes le habían cono­cido de simple Misionero en años anteriores, y ganados por su humildad y mansedumbre, hablan hecho petición a S. S. el Papa para que le nombrase Obispo de esta Diócesis.

Las entidades civiles así como religiosas hacían sus pro­gramas para la mayor pompa del recibimiento.

El padre Gregorio Díaz, quien reemplazaba al Obispe cuando se iba de visita pastoral, efectuó varias reuniones en la casa de las Ventanas de Hierro y fueron nombradas diferen­tes comisiones para agasajar al Pastor.

Vivía en dicha casa don Bartolo Martínez Bossio, y en mo­mentos en que éste iba dando nombres para determinada comi­sión, entre ellos algunos de personas humildes, alguien le inte­rrumpió para inisnuar que debían ser personas más visibles so­cialmente. A esto le replicó don Bartolo, y anoto el detalle porque sé que hará reír a quienes conocieron su pintoresca manera de hablar; "Espérense, señores, que ahora nos vamos a revolver".

Para la parte musical y artística del recibimiento hubo en­sayos en casa de los Jaspe (la de la calle del Estanco del Aguar­diente) sobre todo para el del himno a cuarenta voces com­puesto por don Camilo Delgado "Ya está aquí nuestro ¡lustre Pastor..."

Diego de León (abuelo de doña Maruja de Luna Ospina) se presentó también con un himno pero sin música, y c o jpo nunca folta el chistoso en estos casos, Salustiano Villarreal comenzó a cantarlo haciendo una parodia con la música de Delgado:

"Ya está aquí nuestro ilustre Pastor Con Josías y Diego León. . . "

Entre los tripulantes de la chalupa de recepción iba el po­pular Juan de Dios Carransancio. El padre Biffi le reconoció desde el barco, primero que a todos: Juan de Dios, Juan de Dios! y le abrió los brazos. La alegría del humilde remero no tuvo otra igual ese día.

La entrada a la ciudad fue apoteósica. La ciudadanía en masa estaba allí presente. Las voces de todas las campanas s? confundían con los vítores de la multitud. Hubo tres discur­sos de la puerta de la Aduana a Santo Domingo, al último de los cuales no pudo contestar el padre Biffi por estar muy fatigado.

Al llegar a la plaza de Santo Domingo se detuvo para

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D A N I E L L E M A I T R E

contemplar la iglesia de donde hacia tanto tiempo se había ausentado y en donde estaba la tumba de su compañero de misiones, el Padre Peregrino Robbioni, con quien habla hecho e' cariñoso compromiso de reposar juntos en el seno de la tierra si la suerte los separaba algún día.

L A M B O N E R I A S

La palabra Lambón no existe en el diccionario de la Aca­demia Española, pero yo la pondría porque todo el mundo la conoce. La lambonería es el arte de hacer catamitas (otra pa­labra por el estilo) sobre todo a los que tienen la vara de mando, o solamente por lo que potes contingere.

Prototipo de la palabreja era en tiempos de la Patria Boba un señor Escudero, cuya tienda de ultramarinos estaba situada en la esquina del Portal de los Dulces, y prototipo de la inesta­bilidad lo era el gobierno durante aquellos pininos de la re­pública.

De modo que para ser atento con dulce de cazpi roleta y tarjetas de felicitación en cualquier cambio, y sobre todo para manejar la "Chismosa" con tacto, el señor Escudero desde tem­pranito se informaba cómo andaban las cosas por Palacio.

Que un día había amanecido Piñeres con el bastón en la mano? Escudero al enterarse hacía bocina con las manos y le gritaba a su mujer al entresuelo:

—Niñaaa! Piñeres!Que al otro día estaban las borlas en manos de García

Toledo? Pues ahí del listo Escudero para perifonearle a su consorte:

—Niñaaa! García Toledo!Todo cuanto dejo dicho fueron palabras de don Jeneroso

Jaspe, a quien yo visitaba cada mañana durante una media hora, para anotar viejas ocurrencais de la ciudad y llevarlas luego a mi libro "Corralito de Piedra".

Estaba la oficina de don Jeneroso en la calle del Cuartel, y era más bien un bodegón lleno de cuadros viejos, santos para retocar, accesorios de pintura y algunos anaqueles con mon­tones de revistas y periódicos viejos.

Por cuanto a él respecta, siempre le vi en chaleco, de pié ante una mesa, cortando vidrios planos o bien me recibía la

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C O M A L I T O O ( P I E D R A

visita ooMóndoM delante dol mostrador y soliendo de vez en cuando o ochar un vistazo o la calle.

Y aquí hubieran terminado mis opuntes de ese dia si no (.cierta a pasar por allí un Individuo propietario del último “zeppelin" de bolsillo que vieran pasar las calles dt-¿l "Corra- lito de Piedra",

Hablábamos del antipático mal que habla dado famo a Cartagena, pero gracias a Dios extinguido ya por completo, ontes de la aparición del DC-4. Y como don Jeneroso inter­calaba siempre en sus historietas algún cuento de Antonio Lin- demán, terminó con la receta inventada por éste y aconsejadao Pepe Cohén pora extirpar tal dolencia:

Mira, Pepe, quieres acabar con eso sin que te den cloro­formo?

Encierro tres perros bravos sin darles más que agua. Cu’- dado como vos a echarles ni una prosita. A los tres días te pones en puris naturalibus, te untas salta Perrins con una brocha y fe asomas a la puerta. Listo el pollo.

E L B A I S A N O J A L I L

Comenzaron a llegar los sirios a Cartagena allá por el año de 1891, algunos con respetable capital como el señor Mebarak, otros a probar fortuna, y todos impulsados por la difícil situación política y económica de Palestina, sobre todo para los de religión católica, inmediatos a las Fronteras Turcas, donde hacía de las suyas el terrible Abdul Hamid, responsable de muchas matanzas de cristianos.

Siempre se ditsinguieron los miembros de la colonia turca, como al principio se la llamaba, por su amor al trabajo, por su frugalidad y sus buenas costumbres. Llegaron jóvenes que s? adoptaron muy pronto a nuestro medio, pero llegaron tam­bién loros viejos de esos que ya no aprenden a hablar y aquí se quedaron hasta su muerte diciendo "bandejo" y "baisano" en el pintoresco guirigay de su conversación cuando abordaban el castellano.

Don Esteban de Pombo, muy amigo de chanzas con los cl:entes que llegaban a su oficina, le preguntó alguna vez a

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N I t l l E M A t T R E

03 s ; o pálido se escribía con B de burro. Este colando snt.do de lo pregunto le contestó que si Basmagi se escribía

i & de burro, Pombo debia escribirse con P de perro.Porta l de los Dulces se llenó entonces de pequeño co-

- d<u cacharre ría y su sistema de ventas era pedir precies a luego rebojorlos hasta un punto inverosímil. Tal cas-

•: *: a ! 1 do lo reba jo que la sola enunciación de un ñu­tos traía la idea de ella. Así, una vez Pedrltq..Navarro

.: - j untó la hora a su am igo Jalil y éste le contestó detrás d * su tenderetes

, don B -dio, bero bara usted las cuatro y media,i üe Jolii a quien he mencionado, progresó on el Portal de

. j -y / d i abrió una tienda en el Mercado, en donde iborioi'dod y simpatías personales le procuraron alguna .i---'-! y mayores beneficios, como para ostablecer ya un

almacén en el centro de la ciudad.Asi lo hizo y su hijo, ya crecido, le hizo ver la necesidad

c i u n conrador caiero dado el volumen del negocio.Don Jalíl era un os en eso de llevar los libros en la cabeza,

pero escribirlos en costellono ero un misterio para él. Se opuso pues al sistema, aunque a lo postre convino y contrató los ser­vicios de un jo /en Schotborgh, contabilista por horas en algunas tiendas.

A los sirios, como o los antioqueños, les gusta entre rato tirar de la oreja al burro, y esa noche, precisamente la del día en que se estrenó su contabilista, don Jalil bajó a la tienda y del cajón sacó cuarenta pesos, para una agradable manito de cartas en su casa de habitación.

Al día siguiente, Schotborgh por un simple arqueo notó la falta y preguntó:

—Don Jalil, usted retiró cuarenta pesos del cajón? —Hombre, y usted cómo sabe eso?—le preguntó admirado. —Por medio de la contabilidad todo se sabe, repuso el con­

tador.Don Jalil quedó admirado y más que admirado arisco.

Tan arisco que resolvió suspender al contabilista para un tiempo más propicio luego de haberle oído contestar afirmativamente esta otra pregunta-.

—Es si maniona yo regala diez besos una muchacha bonita bara combrar zabatos buede saberlo ninia Juanita, mi esbosa?

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B U Q U E S D E R I O

El "Higiond Mory" ero un buque fluvial del Míssísíp» qy* vino por sus propios máquinas desde New Orleans, adquirido por lo Compañía del Dique en 1393, y bautizado aquí con ef ncmbre de " I I de Noviembre". Iba a ser este vapor.Ja mayor unidad de la flota. Sus camarotes con comas de colchón y aguamaniles de agua corriente, asi como su alumbrado eléc­trico, eran coso nuevo y aquella pica en Flandes había q-je festejarlo con mucho rumbo.

Lo Compañía organizó un paseo de estreno con darnos y caballeros de lo élite social, pero el buque no había traído piano, único ortefocto capaz por aqusl entonces de asegurar buenas horas de baile, y una noche cayeron en casa los jefes de la Compañía y le propusieron a mi madre la compra de un piano verticol ’ Blurhner" que permanecía callado en la sala desde la muerte de mí podre.

Me d¡6 mucha lástima ver salir escaleras abajo aquel ins­trumento en donde el autor de mis días se sentaba con frecuen- c¡a o tocar los "Nostalgias" de Jungmann y la "Estrella confi­dente", bella romanza de por aquel entonces.

Qué bonitas eran esas cosas de antes! Un camarote con agua comente y bombillo eléctrico. Salón de baile a bordo de uno unidad fluvial! Cómo avasallaba el progreso! Había que ver.

Y si por el lado del "confort" había todo eso, por otro lodo la Componía del Dique y todas las otras compañías eran casi un negocio alegre.

Pitaban los buques desde que venían aún lejos. Pitaba el capitán para la Compañía con el pito grande. Después, el Contador, para su casa. Era una estupenda serie de pitadas con su significado! Y por último, allá en el salón de máquinas, pitaba el Ingeniero, con un pitico muy agudo, saludos para su hogar legitimo y hasta para el que no lo era.

Y cómo no pitar alegremente si entonces no había sindi­catos de seberos, ni prestaciones sociales de ninguna clase? Los buques escoteros no le tenían miedo a la "vuelta de la viga" y todo iba como miel sobre hojuelas.

Para dar una idea de lo agradable que era manejar un negocio de buques sin Intendencias tiránicas, ni inspectores téc-

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D A N I E L l E M A I T R E

ricos, ni mediación del gobierno, ni otra que la del tirr.ón, voy a refrescor una historieta, tocante al médico de a bordo, cuando ',-yi botiquines del barco se componían de aceite de higuereta, algodón y tintura de yodo.

Andaba por aquellos días "en el cemento", como dicen hoy, el futuro capitán fluvial Rafael G. de Piñeres y se acercó a don Pepe Vega, gerente de la Empresa, para que le consi­guiera "algo" en un buque.

Parece que los empleos siempre anduvieron trabajosos de conseguir aún en el buen tiempo de los pitos, y don Pepe se mostró muy apenado porque no había nada, nada!

Sin embargo, la caro larga de Rafael se animó cuando tros el minuto de silencio que se dedican por sí solas las con­testaciones graves, don Pepe se pegó una palmada en !a trente y di jo,

—Hombro, te quieres ir de médico en el vapor "Correo"? Estamos sin doctor.

Con aceite de higuereta, algodón y yodo cualquiera se mete en la medicina, y, claro, nuestro solicitante aceptó ipso íocto. Para qué está Dios siempre por el medio?

Y aquí viene el episodio inaugural de la carrera náutica de Rafael, quien años después llegó a ser capitón y hasta llevó un buque cargado de faroles viejos a Mompós.

Muy orondo iba Rafael haciendo de médico en el "Cara­coli", confiado en la Divina Providencia y en el aceite de reino, cuando al arribar el vapor al puerto de Bodega Central para dejar un saco de correo, llegaron dos hombres afanadí- s rr.es solicitando por el médico de a bordo.

—Por Dios! diez minutos nada más para que vea a una infe­liz parturienta en trance apurado desde hace dos días. El capitán autorizó a Piñeres para una corto visita porque saldrían ense­guida, y le víó salir muy pálido por cierto.

Yo en la casa del trance difícil, hizo salir a todo el personal de espectadoras curiosas y se quedó solo con la madre de la paciente, una vieja cegata.

—Voy a hacerle un examen táctil, le dijo a la anciana, y dicho y hecho metió la mano por debajo de la sábana.

Qué horror! la criatura tenía afuera un bracito que al to­carlo se partió y quedó en la mano de él. Debía ser un caso grave de niño mal presentado! Asustado, distrajo la atención

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C O R R A I I T O O E P » E D R A

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E M A

C A R T A G E N A D E I N D I A S

Hace mucha tiempo, como casa curiosa, me mostró don Rcfaef de Zub«ria un pequeño libra de Historia Universa! escrito en francés, y en él hoité un capitulo dedicada exclusivamente c nuestro vieja dudad?, cor. irteresantes apuntes sobre cosfum-

5' comercio, f~cccs, enfermedades, edificaciones y otros as- cectos orstcs dftt año es 1,775 fecho lo cdicíófi.

Creía eí libro consumido por el íncendfO que destruyó la cana áe o rom. ¡¡a de Zubific donde se quemaron cosí jadas los

con Rafael, cero últimamente me fue obsequiado cor mi c " oa dono . /cric ?a¡,iina de Zubiría de í AcgolIon, precisa-

ese, / c releer sus páginas | :zgo interesante pasarlos c o r c auros comenta'ios por esta sección de "‘El Universal“ en ia sggijr;dcd de que j j nodo nuevo Habrá en días caro rrucíics *• estrados hístcricdcres, siempre serón írferesertes para s i gtu&~ ¿o público y :a Juventud estudiosa,

CARTAGENA—(Historie Universal, par Bcllin—1775)

"Aunque Carfccenc renre Provincia aporta, desencierre de !c audiencia de lo Isío Escarola deberres describirla ceu? porque está 3- ’-cda sccre ¡c costa de Tierno Fírme. Su qc~ C'-rfTjo se extiende por el Este resta ¡a orillo de'* ancho y pro-funda ríe de !a Magdalena. Al Parierte el ría dei Darién le

de f Trite, y deí !cda rorte corr prende todas las costasrr ariti-:rres entre las desembocaduras de arribes rías. Se íe es-li man 53 íeauas. de Este a Oeste y 85 de Norte a Sur. Esteespacito encierra; varíes vaHes 'fértiles que se Harria*i JSabcncs,fjrj ]<&5 como "Zembc", "Zenez", Tale", "Mariposa", "' la 3a rr :r -c a T y que son puebíes de escaroles e ¡r cícs.

a Ccrauista eí ore abundaba en tedasacres Fn aíau nes se encuentrarr todavía trazas de -------oerta que este Tieto! preciosa era ei acarra de su¡í hac« rentesque hacían ccrnerac de éi ccn sus veci re s car b* árdeles ccr íes artículos de c ue carecíar. Hoy escs m iras están „ abarco*- redas cor e sfirrc rlc s ccctcdcs.

,#La dudad de Cartacero es la cacaci de. '"■’cvínoc

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rH5Ä*T<* AsäOS^w 36r tfCJÜrr ' v T S

T s n s s fi e t t t rw ic * t a r s i o : « -« î - r e i r t ^ r j ííse& « t ^r*^y *""7t,«T^ Ä- Hit- Jíí 3SSriS^t " ttS fjfS f'

w a te t m l3 S > s t 3* to r * î m . « rrs - ^ i ? r « î ç a t iw r-ts t: <yg ’" i r 3 f f t t A K 3fc 3MC «M K £ tSSS- St i l l iS B Ä ÍS * !t tS®S3rSa- dî5v

^ u w X SK3Si 3f ~ot fgat i x jaetstss. -soe 3B¡* Tjwnöte* tu p jafceerm: j es r tszis* m yací æmmb: 2» =e Tg*&>. JSf dfe -sessap?. a»e ss&. a l ra iE 3rv«» ä -3 ^ j? $ g £ ä £ z $ jp o a r * a s m * . * ~ U e rt3 x ’; a s o n a ra s , s e ts «^3*?ap3i«tt t ö r t ^ a r rasr ^ :»«&3*r-*s- ^ s ^ f e . r a t t i

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fe m fâ ® & •'ZSW V&? f e iíJSw rír"-Ö- ‘Z ¿ m & *i$ ■&. s fa » i » y * * & « & . -s & w s e n , ~ m ‘H é fîH ü m if

'¡t& *v (. -idm SM S& fe f sto- í* fl« r íís r ts s *« . -v & g fif*? .æ & i *c t 3 *- - * < ' - - - - - fs ' - : -,.--- -.-. .V $r - , ^ r - ~. >" í fe r í j ir t ^ s a ; t&»Ä S i <• £ í Íg r tí- "rf«*S S íí 5 » e -r t- , ít

5 ÄSftfÄ a»*- 3*3&GS**G* BK- «= -* ^ j}JWar i? , jr t» jp"ÖRt Ä %ii£g£(C. <v, ^ c¿ ^ í : djf. -rrí^^Sgéfc -J " - j r r-äS^í s a f ^ ^ t ,3ö»?t «.. -*àï»s«tt; ~tsfefë- sfesr. t»*ö«aeEie««öP -aey f e ;*► « S » Ï» « ti( iiî2 5 rt3 » t< t U i •3aS3JWrîÔ#r' 3 » AK&9*<$ WUWg 3 > "SS>

-Ç & Ü & U ÏS ig . >*rGZ ■&- « î ; Í Í - ' í í r * . *S Z S J'< *>X . » # -S5#»•- SáíSt '* r¿ ^ X . t ^ - t - g q > r y r w - * f e > n u r> v > y - • jW Ig ./ 33ss?íí5rr j a r - î« a r W dC*8ltf«s«sr -x t 9 ê ê C ' -m jm gd?

S R S t ü > fB > a t ^ ‘t3 *s w . f e j g f a c IA O * j jm iTimur.i— r,. / ssr- s£ ? $ $ iisa & - 'a s v ^ j n w a f r f e Ä fa r r -5 -=srse« íl i r i l» * « * . « E d W t Sf$}cK ?!>«*■» * * 4 M M K ’S®- á ® ■-nc’jS tr& s t& t js & h A s a > .tta g y « n » • ■ v . — -■*» e ft* -fis. 36S^ 3È &&****% .;■ 3& jA t flK ■*rxr~~&s£ea -vsmtímí -se. -äGSm. ts»m *r*. J M M 0 M H : £ * * m »m *m

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(Historia Moderna por Rollín 1.775)

*c Gcbemodor" de Cartagena depende en lo militar del Vin w f de b km o Gronodo. y poro los efectos civiles se puede ccete* de eflos a b Awfienbo de Sonto Fé. La jurisdicción

Qtyy n $e extiende ton íejos como la del Gobierna ovil y t *c- y lo del Tribunal de la Inquisición comprende la bte íscc^cc Tierra F'¡—-3 y Santa Fé. Además de estos Td- bunotas be e ' ta dudad «n cjerpo de justicia particu lar. cor> p\j«J© de Ssgidcres er*-e Scs cuajes son elegidos todos fes Aokfes. v se -ere cutdcdo de que estos congos recaigan en persones de b rxryor ditsindón. Lo Cerrara del Tesoro esta í^vre 'jo da de o percepción c ^ bodón de todos las dineros

í.:- ecer-cs ir Auditor V tar que tiene detarrr.inda y ra fcpán.

‘Le bck c de Ccrtagera ccsc por una de Jos mejores de» C~'-'-e--e. T«re des > medio ’egucs de la rg o de Norte a

r.vcrc c^onjPiGxfcc y se' ten troncjuifcs sus cqucs c:~ ' es de re. 'e re s'err/ccrga,,. o su er*rcdc. ci.junas ^ c í - c - c c - craccucc- o los nevos. Le Corte de

CARTAGENA DE INDIAS III

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K N ( M A I T K

Lipona votÑni un Pílalo cuyo único oficio es guiarlos o lo cu ifo d o y 3 «o solido.

vOfc pOC o regulares toman már o mcnc* un d¡a-- '■* y ce cuatro o anco horas en bajar. El moya: conhio -r 'C;c er. tv. altura es de dos y medio pies. Algunas veces

61 *on snjsbíe que solo se percibe can e) movimiento de las »os Es por n o peligroso encallar, pues ol barco que esto

-• uendo e: fondo de borro blondo, no puede salir o 'o te smo el¡geróndelo de carga. Del lado de Bocachica hoy bofa» de orino grueso, algunas con profundidad de solo unoV * • • • pies.

"lo bohío abundo en peces los más comunes son los Só­balo» que no ion de come excelente, pero los tortugos si son T«y buenos, g'andes y abundantes. Hoy muchos tiburones que ¡i*flon hoeo atacar a ios hombres en tos botes. Se ven también co«nones. aunque estes animóles son de aguo dulce. Es o la bohío de Cartagena en donde los galeones van o esperar que lo Hoftllo (W Perú llegue a Panamá. Al primer aviso recibido porten «odas poro Parí obelo. Después de lo ferio retoman a lo bohío poro aprovisionarse y luego se hocen a lo vela poro Erpoño. Durante su ousencio lo bohío quedo totalmente de­sierto Apenas si se ven algunos balandros del país, que de- moren en careno.

Anoté en este capitulo que el sóbalo, según el historiador, no se considerobo de come excelente. He oído decir que en Ceba r r . lo comen. Por qué? Sería interesante a l oa*ticularo r la opinión de nuestro distinguido ictiologista doQ Ernesto Carlos Lemcirre, pues ei pueblo de Cartagena, no sólo lo con­sume ocn ptocer sino que lo ensalza Horrándolo Tomón óe escamo".

Este pescado, por su gran tamaño y consiguiente reac:- r'iertto , era la felicidad de los pescadores de El Cabrero. Cuando arponeaban a dos o tres, ellos los hacían freír en el ran­cho por sus mujeres con lo cual había paro todos las neces- dedes de la caso, y una semana de chinchorro, baraje y San Enanco.

Eso me afirmaba Ncta!Éa Mozo, cocinera de caso per me-

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C O R R A I I T O D £ M E D R A

Además de los productos españoles que mantienen este pe*|ueAo comercio, funciono en Cartagena una oficina para (a vento de Esclavos traídos por los novios y depositarios hasta; rcmtc tlegan de tas Provincias del interior sus cumprado?e¿|

Casi todos los habitantes de la ciudad se ocupan en esto nego^i <*¡o. Los criollos poseen tierras. Hoy quienes descienden d$; foroüics nobles establecidos en la ciudad después de haber;! ejercido empleos. Algunos han conservado la nobleza de sus, ? apellidos no aliándose más que con sus ¡guales o con í^s Ofi­ciales de los Galeones. A otros, la miseria las So ob ligado 5p mezclarse con ios indios, y, cuando el color na les traictof^^ se creen relices de ser contados entre los blancos.

Los blancos establecidos en Cartagena han conservado tfjfl mismos vestidos que usaban los fundadores de lo Colonia Sola* mert® la tela es más ligera. Chaquetas y collonas son o'o tela tino de Bretaña, los Jubones o Justillos son hechos de tafetán liso y su uso es general sin distinción de rangos.

las pelucos eran ton raros yo en 173,5, que no se velo« sino en la cabeza del Gobernador y algunos oficíalos. lugar de corbata algunos se contentan con cerrar el cuello delo comisa con un botón grande de oro,- aun, a menudo se io dejan obierto. Muchos andan con lo cabezo descubierta y los cabellos cortados al cerviguillo, pero la mayor parte usan bonetes de tela blanca. Llevan siempre en la mono, pora re* f tascarse, un o bonico de palmo tejida en formo do medio luna, con un extremo de la misma palma oigo más duro que les sirve de mango".

A este particular de la vestimenta anoto que el botón de oro para cerrar el cuello de lo camisa, fue distintivo hasta hoce poco de los Potrones de Canoas. En cuanto o los cuellos abier­tos, como en cuestión de moda se vo y se vuelve, éstos se estón usando ahora y gracias a Dios, en su apogeo, porque refres­can mucho.

CARTAGENA DE INDIAS VI

(Historia Moderna por Rallín 1.775)

"Los mujeres blancas llevan uno especie de falda llamado "Pollera" de tafetán liso sin forro, sostenida en kt cintura y cúl*

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O A N I í L l E M A l T R t

gante hasta los talones. Un justillo les cubre «I resto del cuerpo, poro no lo llevan sino en la estación que ellos llaman *nv En el estío no llevan más sino un corcelete sobre el pecho. Nun­ca salen sin mantilla. Van a la iglesia desde las tres d» la mo nana pora evitar el calor del día. Los que no son exodafne**e blancas usan por encima de la pollera un jubón de tofetán 4» cualquier color, excepto el negro que les está prohibido £s*e jubón está lleno de pequeños calados poro detar ver lo mwfer que está debajo (Sic)., Se cubren la cabezo can un bonete d* tela blanca que tiene la figuro de una mitra, adornada de e«ca |es siempre muy tiesos a fuerza de almidonados. Jamás se tes ve sin este tocado. Las mujeres de condición no llevan rapólas smo babuchitos en las que no entre más que lo punto del c Er. sus casas no salen de lo hamaco en donde te mecen conh nuamente para refrescarse. Los hombres también encuentran gran placer en ello.

El Ingenio y la sagacidad son dos cualidades muy comuweto ambos sexos, pero no se entregan a nlnguon dase de edv- dios. Son muy caritativos, sobre todo con respecto a íes euro­peas que, llegados en pos de hacer fortuno, encuentran lo »•**• seria, la enfermedod y a menudo la muerte

Los extranjeros cuando se ven reducidos o lo útowna maeria recurren a los negros y mulatos, quienes los acogen, les dan todo cuanto necesitan y enhetran a sus expensas a loe que mu*» en Los que recobran la salud se cosan a veces con.jos b **-

li¿choras o con alguna de sus hijos. Otras más acttvce y industriosos, se hocen canoeros o se van ol campo tiende a h - van la tierra y retiran abundantes cosechos pora subwfrir. ftegar» do a veces o adquirir una posición desahogado

El aguardiente, el chocolate, los dulces y lo miel ion buscados por los cartageneros. El taboca poro fumo* ?*ene o muy buen mercado. Todo el mundo fuma, hombre» i*s^e*es y niños sin distinción de sexos ni edades. Las mujere» ó«, o v rango, sin embargo, no lo fuman sino dentro de sus casos- fct man los hojas de tabaco en rallitos muy delgado» Uhc «*u jtr puede tener dentro de sus labios lo extremidad enoendk»-»Y echar humo por largo rato sin que se le apague m le motarte lo cándelo. Para los hombres es una gran prueba #e eK*n*o- ción recibir un taboco previamente encendido po* eftos H husor esto galanterki seria uno de los foós grave» tleneoa'

• II •

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Me parece exagerado lo que apunto el historiador sobre ©.' uso continuo de la hamaca pora refrescarse. El clima, de olió pora cá, es el mismo. Creo mjs bien, que a nuestros tatara­buelos les sobraba tiempo y esclavos para practicar el dulce fomiente, y sobre todo, no conocían el juego de barajos llamado Lo Canasto.

En cuanto a b de fumar las delgados rollas de hojas de tabaco o sean “las calillas', con lo candela por dentro según se desprende de la descripción, !a costumbre perdura en nues­tros lavanderas y en las viejas del servicio, especialmente en los momentos de ir al "cuartito cié".

CARTAGENA DE INDIAS VII

(Historia Moderna por Rollin 1.775)

Danzar es una pasión de los cartageneros de uno y otro sexo. Comienzan siempre los bailes con danzas españolas y terminan con las del país, muy del agrado de los extranjeros, sobre todo por las canciones que las acompañan.

El clima es excesivamente cálida Desde mayo hasta di­ciembre, estación llamada Invierno, las lluvias, los relámpagos y ios truenos son tan frecuentes que las tempestades se suceden las unas a las otras. Las calles de la ciudad se inundan y se ven los campos sumergidos. Es entonces cuando se llenan las catemos que suplen la falta de rías y fuentes paro beber. Hay sin embargo, innumerables pozas, pero de agua salobre em­pleada únicamente para usos domésticos.

Después de diciembre hasta abril, el calor disminuye de­bido a los vientos del Norte. Sin embargo, este tiempo se le liorna "de Verano*. En junio, por San Juan, cesan las lluvias algunas semanas y sople de nuevo la brisa. A este cambio le llaman veraniUo de San Juan. En general los calores son casi continuos, sin diferencia entre el día y lo noche, de donde la ininterrumpida transpiración del cuerpo pone a los habitantes pálidas y lívidos como si salieran de alguna enfermedad. Sus energías se resienten y su voz denuncio pereza por la lentitud ccn que hablan. Los recién llegados de Europa no conservan

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por más de cuatro meses aquella energía con que vinieron y su color va tomándose por grados, igual al de los demás.

El país está sujeto a numerosas enfermedades. La Ha­rpado 'Chapetcutaáe", sin damos la etimología de esta pala­bra. se lleva o menudo uno parte de los tripulantes después de !a llegado de los navios. Se conoce poco su naturaleza. Unos la adquieren por resfriado muy fuerte, otros por indigestión se­guida de vómitos terribles, acompañados de un delirio tan fuerte que es preciso otar a los pacientes para que no se desgorren ellos mismos, y expiran en ese transporte como en una especie de rabio. Lo que más sorprende es que el terrible mol parece respetar o quienes se escapan la primera vez y están ya ad r matados. Se asegura también que son indemnes aquellos que vuelven tras larga ausencia. El mol era desconoodo en el país antes de 1730.

La leptra es común en Cartagena y toda su jurisdicción. Se la llama mal de San Lázaro. Los que la atribuyen a la come de cerdo, principal alimento de la comarca, no se fijan en que esa carne se consume mucho también en otros países de Amé­rica y su causa debe buscarse en las condiciones climatéricas.

Para evitar el contogio se ha fundado un gran Hospital fuero de la dudad, próximo a una colina en dond^ ha skb edificado un castillo que por eso ha tomado también el nom­bre de San Lázaro. En ese hospital son encerradas todas cuan­tos se suponen atacodos por el mol, sin distinción tfc sexo ni rango, y ala fuerzo si es preciso. El mal, sin embarga, no hace sino aumentar, pues se permite el matrimonio entre ellas y se perpetúa con los hijos. Por lo demás, las rentas del hos­pital son muy reducidas y se les deja en libertad para mencfcgar en lo dudad a riesgo de infectar a quienes se les acerquen. De ahí que el número de enfermos sea muy grande y que el recinto de su residencia tenga la extensión de un pequeño poblado Cada uno gaza de una porción de tierra que designa a su ilegodo, construye una cabaña en proporción a su fortuna y allí acaba sus días. Los dolores que acompañan a esa enfer­medad no impiden que los atacados tengan largo vida. Excita mucho las pasiones camales y son ios desórdenes que ésos pue­den causar lo que ha contribuido a permitir el matrimorvo en­tre ellos“.

La "Chopefoutade* de que habla "Rollín debe ser lo "Cho-

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petonodo", aunque esta daba también a quienes viajaban ai interior del Reino. Mas bien debe tratarse de la fiebre ama­rilla o vómito negro que llegó a producirse aquí Hasta fines del ■¿iglo pasado.

En cuanto o los pozos, muchos de ellos situados no lejos de las letrinas y sujetos por tanto a filtraciones contaminada», fueron la causa, indudablemente, del gran número de h id róceles y erisipelas endémicas en la ciudad hasta la llegada del acue­ducto, y no el calor de las murallas, al cual se atirbuían aque­llos males cuando la muralla de las Bóvedas, a fa lta de otro paseo en el Corralito de Piedra, ero muy frecuentada por las tardes.

CARTAGENA DE INDIAS VIII

(Historia Moderna por Rallín 1,775)

"El Gálico y la Roña son todavía contagiosos en Cartagena, a le menos por su malignidad y abundancia. Estos dos mates se hocen incurables si se les descuidan. El específico más eficaz es una tierra del cantón, llamada "maqui maqui" que conserva su virtud en los lugares a donde es llevada.

Una enfermedad todavía más extraña, pero menos común, es la llamada "Culebrilla". Consiste en un tumor que se forma en las membranas de la piel y que va en aumento hasta ocu­par toda la circunferencia de la parte que ha s¡do„alccada. Se presenta principalmente en los brazos, en las piernas y en los muslos. Sus características exteriores son las de inflamar la piel causando muchos dolores. La manera de curar el mal es aplicar supurativos en el punto donde se cree descubrir lo que llaman la cabeza de la culebrilla. Cuando la piel comien­za o abrirse sale una especie de nerviecillo blanco que pasa por ser un animal. Se le saca con una ta rje ta enrrollado, a la cual se le amarra un hilo de seda y todos los dios, poce a poco, se tiene el cuidado de ir enrrollondo con cuidado hasta cuando no queda nada del animal en el tumor, el cual deso pa- .rece entonces. Esta operación demanda mucha paciencia y habilidad. A pesar de la opinión establecida en Cartagena, Dom. Ulloa no parece persuadido de que sea ta l animal. Esta

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i nlermedad can alguna diferonclo, e» conocido en Africo y otro* lugares.

Los producios del país do Cartagena difieren ton poco ■ do otro» parte» de la reglón que los reservaremos poro

<;ri artículo común a todo la provincia.La bohia y el territorio que se llamaba Colamary fueron

descubiertos por Bastidos en 1.602. Do» o ños detpué» los es ■ noi'.s quisieron establecer olll una Colonia, pero la resisten ' ¡o de los noturale» les 11 i ¿o abandonar el proyecto hasta 1627

que I teredlo los sometió y fundó y pobló o C a ro tin a ”. Aquí termina el capítulo dedicado o nuestro ciudad, yo no h® oído hablar nunca de lo enfermedad de lo tu l';

b 'illo . Sería muy interesante que cualquiera de nuestros mé- ■i 'r ,A actuales no» diera alguno noticio sobre el particular, con­tribuyendo osí o aclarar este punto de lo historia. ,A mea©* que se confundiera con una culebrilla la ral/ de los diviesos que antes nos sacábamos con emplastos de Diaquilón a Manus De i. Además, ¿cuál serlo esa tierra llamada "rnaqui maqui^?

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BICHOS Y PLANTAS CURIOSAS

I

Terminado el capítulo especial sobre la ciudad de Caito - geno, que trae la Historia Moderna de Rollín 1.775, merece la pena ojear el capítulo de historia natural de la mismo Provinc ia y detenernos en algunos particulares acerca de animales, plan­tos y 'O íium bres de los indios que tienen algún interés.

"El PERICO LIGERO —Se le designa con este nombre iró­nico por ¡a extremada lentitud de sus movimientos. Lo vista del hombre no le inmuta ni tampoco la de las bestias feroces. Coda movimiento que hace lo acompaña de un grito ¡estímero que no puede oírse sin piedad y horror. No mueve la cabe/u sin ese grito que viene, sin dudo, de la contracción no f y roí de de nervios y músculos. Toda su defensa consiste en ese lúgubre grito. Huye, sin embargo, al ser atacado, pero al huir redobla sus lamentaciones de modo tal que espanta al enemigo y I* hace renunciar la persecución. Vive de frutas. Cuando no las

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encuentra por tie/rcj subo o! ófbol y tiro todos lot cji/o puedo ai tutlo poro evilar de subir muy pronto. Luego h hace una pelota y se dejo caer para evitar ol esfuerzo do ia bajado".

t í CIEN PIES.—E» uno especio do cochinillo da grosor monstruoso. Lo reglón está Infestado por todas portes. Ulloa hoce lo descripción de los que vló en Cartagena, en cuyos casos pululan. Poro matarlos hay que dorles en la cobeza. Son muy ágiles y su picodura suele ser mortal.

"ALACRANES.—Hay varios especies; negros, colorados, bru­nos y amarillos. Con diferencia en su ponzoña, la de los ne> gro* es lo peor, pero si se la atiende prontamente la picadura no es mortal. Las otros clases producen fiebre y adormeci­miento en las manos. La lengua se traba y la vista se turbo, los efectos permanecen en el cuerpo uno o dos días, luego se disipan sin consecuencias. Los habitantes del país están per* suodídos de que el escorpión purifica el agua y no ponen re* paros en tomar aquella de la cual lo sacan. Están ton familia­rizados con estos insectos que no temen cogerlos, cuidando de hocer esto por la última vértebra de la cola porque así nc pue­den picor. Algunos veces le arrancan la ponzoño y juegan con ellos. Dice Ulloa que si se mete un alacrán dentro de un vaso con humo de tabaco, el animal se pone rabioso, hunde la ponzoña en su propia cabezo y se mata. Esta operación repetida varias veces le hizo concluir que el veneno produce en el animal el mismo efecto que en las personas.

"EL CARACOL SOLDADO.—Es un insecto peligroso. De la mitad del cuerpo para atrás tiene el aspecto de un caracol, pero para odelante parece un langostín. No tiene ni concha ni es­cama. A fin de defenderse tiene la industria de buscar las con­chas de caracol y meterse en ellas. A veces camina con ¡o concho, y a veces se sale de ella para buscar alimento. Cuan­do se ve atacado corre a buscar la concha y se mete en ella para atrás. Se defiende con dos patos que usa entonces, como los cangrejos. Su picadura es semejante a la del escorpión. La persona picada no debe beber agua. Waffer dice que la cola de este insecto es un buen alimento, que posee en el cuello una pequeña bolsa con provisión de alimentos y otra, adentro, lleno de arena, pero puede enfermar cuando ha comido manzanillo, como le ha su.cedido a varios ingleses.

"LOS SAPOS.—Son de un tamaño enorme. En tiempo de

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¿ encuentra en tan grande contidad que los caminos i • .t - cubiertos por ellos, formando como, una al-

«.iparcen por las poblaciones y nadie puede salir ¡rio ; con los píes Su picadura os poligrosa por sor en esta clima".

*> pregunto yo, es que los sapos muerden?

BICHOS Y PLANTAS CURIOSAS

Historia Moderna de Rollín 1775

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", . MANZANILLO —Une a la belleza da su color un olor muy agradable. El árbol es ba'p pero de tronco grueso. La r eidera fino y bien graneada se usa en la carpintería, sin em­bargo, no pusde ssr cortada sin peligro, la más pequeña gota c!? su |ugo produce una vejiga sobre el miembro que toca. Waffer cuenta que un viajero francés que se ssntó debajo, des­pués de í gora lluvia, recibió algunas gotas que le formaron pjstulas en la cabeza y en el estómago. Se luchó mucho por salvarle la vida y le quedaron marcas semejantes a !a de la viruela".

A propósito de! M anzanillo, pude darme cuenta de sus clañit os efectos, en Tierra Bomba, donde pasaba yo alguno3 rj es de vacaciones en la finca de mi tío Pedro Maciá. Nos fueron a avisar que por allí cerca había un hombre como muerto deba jo de un árbol de manzanillo. En efecto, era un sirio que había atravesado la isla desde Bocachica hasta el caserío de T ierra Bomba para vender sus baratijas. Estaba hinchado y aletargado. Antes de llegar se había sentado debajo del árbol para tomar un ligero almuerzo de tomates con sal, un pedazo de pan y una papaya, luego se tendió a descansar. Quizá hubiera encontrado la muerte si no se le atiende oportuna­mente.

Hace algunos años, también, en un paseo en lancha por la bahía, mi cuñada Adelaida de Lemaitre con otras amigas vieron flotar junio a la lancha varias frutas y tomándolas por

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—Jesú, ¡ombe, trata la formalidad, decía Sabina.Pero yo continué lentamente y Manolo Pretelt, mi s cre '

torio, iba anotando en un papelito:

Tú siempre has sido bonita.. .

Aquí la risa se desbordó y le puso a temblar las carnes ccmo natilla.

Pero en la actual ocasión con ese tu polizón y tu traje de bolitas eres la estampa mismita

de un trueno con ventarrón.

Manuel Martelo hizo circular el cuento y a la pobre Sa­bina la molestaron un rato sus numerosas amistades. ..

En cuanto a mí, me quedó la experiencia de que ciertos problemas de la Alcaldía hay que resolverlos en verso.

RECUERDOS DE MI ALCALDIA

III

La lancha de la visita oficial atracó en Bocachica, y ya nos esperaban allí el señor Inspector de Policía, su Secretario y numeroso público avisado de la llegada del Alcalde del Distrito.

No bien habíamos pisado tierra mi secretario, Manolo Pre­telt Martínez y yo, cuando nos vimos asediados por un grupo de señoritas "muy bien'" y algunos guardas que aboliendo todo respeto a la autoridad nos intimaron seguirlos al Palacio de Go­bierno allí cercano, donde quedaríamos en calidad de presos mientras no satisficiéramos al tesoro la suma de "una libra de esterlina" por cabeza como derecho de entrada al "Palacio Rea"l

Yo no me acordaba, pero era día de carnaval en el dis­trito, claro está, y de cómo se conservan los usos a través de! tiempo nos dimos cuenta cuando nos encimaron otra libra es­terlina de multa porque, según nos dijeron al bajar de la lan­cha, nosotros éramos "Moscas de Inglaterra".

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Término éste usado para designar a los espías del enemi­go común, Inglaterra, en tiempos pretéritos. Por eso también la multa fue cobrada en libras "de esterlina". Parece mentira que después de 140 años de independencia todavia perduren estas cosas. Visitamos los trabajos de la Iglesia, en cuyo fondo, sobre el altar mayor, existía pintado por el viejo Cordero, de quien ya hemos hablado en "Corrallto de Piedra" un ojo ence­rrado en un triángulo con esta leyenda debajo:

"El ojo de la providencia que todo lo oye".Luego de pasar revista a las oficinas de la Inspección mien­

tras saboreábamos un exquisito refresco de agua de coco con su correspondiente babita, nos disponíamos a visittar el Castillo cuando se nos suplicó una diligencia testamentaria nuncupativa ante siete testigos.

El futuro difunto decía que no le dejaba nada a su sobrina Silveria porque lo había abandonado cuando le dieron unas calenturas malignas, ni tampoco a su nieto Tiberio a quien en­cargó de la venta de un bote y le había entregado las cuentas del gran capitán. Con lo cual se quitaba cierta rasquiña el testador y todo fue firmado por siete testgios ante el Alcalde a los tantos días del mes cual del mil novecientos y tontos, la última firma, decía:

Por el difunto que se va a morir y no sabe firmar, fulano de tal. La rúbrica parecía un cordel de pescar enredado.

RECUERDOS DE MI ALCALDIA

IV

Cuando se siembran cocos en una vía pública es preciso descargarlos continuamente para evitar cocotazos a veces mor­íales.

No pasaba así con un viejo cocotero situado en una calle de Manga junto a la casa del doctor Conde Ribón, y cuyos frutos desprendidos habían abollado por dos veces el automóvil del doctor Abel Antonio Torres, amén de mantener a ej¡¿e ge en tensión de nervios por cualquier ocurrencia similar con sus pequeños hijos, cosa muy posible por lo demás.

Varías cartas apremiantes recibió el despacho pidiendo b tumbada de aquel palo mal situado para la integridad outo-

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moviliario y humana, y un buen día ordené la eliminación de aquella copa aérea cargada de bombas intranquilizadoras.

El polo databa de los tiempos de "El Fiscal", antes de l trozodo de Manga, y allí junto con su vejez siguió prolongando su altura a punto de no permitir a los muchachos encaramarse pora tomar cocos de agua. En eso estaba to d o e l m al.

Pero la reacción del doctor Conde ante el palo abatido fue tremenda con derribón tal y me escribió una filípica de cuatro pi'iegos en los cuales se destacaban con letra mayúscula subra­yada algunas palabras como "ignorancia", "sabiduría", "manu militan", "demoledor", "asesino", "Jorge Eliécer Gaitán" y otras.

—Por qué el señor Alcalde procedió tan breve y sumaria­mente? Yo mandaba descargarle las nueces al comienzo de ¡os veranos. . . Nunca ha hecho daños, me decía el do c to r Conde Ribón.

Pero como otra cosa probaba el carro de l doctor Torres por medio de la coquiloscopia, mandé tumbar el largo, largo, seco, seco, que cargaba los huevos en el pescuezo, conside­rando el derrumbe todo menos una alcaldada,- a lo .sumo un desacoto al último patriota de la siembra hecha por don Fede­rico Romero, dueño de "El Fiscal" a mediados del siglo pasado.

Qué hacer? Si discutía con el doctor Conde Ribón me acoquinaba. Le conocía el carácter desde los tiempos del Co­legio Pinillos. Librárame Dios. Y como al no contestar que­daba mal, resolví hacerlo por el sistema de espinelas, único, según la práctica, para desfacer entuertos amigablemente y le envié la siguiente respuesta:

Mi querido Esaú:

Si enojado estás conmigo y no encuentro en tí clemencia teniendo en paz mi conciencia lo demás me importa un higo, porque, mi querido amigo, cual prudente me señalo y eso de tumbarle un palo a ciudadano de pró como tú, lo estimo yo procedimiento muy malo.

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Pero pasó—como pasa cuando se mete el Demonio- qoe el doctor Abel Antonio, quien de por sí es una brasa y usa por tinta potasa, me escribió en tono muy amargo echándome todo el cargo de un palo muy peligroso del que estaba receloso por su copa y por su largo.

Pero, en verdad, no sabía que, precisamente tú fueres, querido Esaú, dueño del palo que hacía tan pelgirosa la vía.V, además, valga otro pero, ignoraba por entero si el vegetal en cuestión era totumo o mamón guayacán o cocotero.

Mas al tener la certeza de que el coco es aparente para matar a un transeúnte cayéndole en la cabeza ordené lo que hoy me pesa: (que no dejaran ni un trozo de palo tan peligroso) pues ay! tras mi buen intento como el misifuz del cuento caí del tejado al pozo.

Porque llamar asesino al mismo Alcaide Mayor caso es mucho peor que el del cuento del minino. ¡Qué malo que tuve el tino yo que en ninguna ocasión ni por equivocación

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pero ni en tragos, ni loco, le hubiera tocado el cocoo un doctor Conde Ríbón.

RECUERDOS DE MI ALCALDIA

V

El doctor Miranda Fuentes acomodaba su vida a principios regulados por una filosofía personalfsima. Por la calle andaba vestido de paño negro y sombrero coco, como competía a su grado de médico cirujano; pero en su botica del barrio de Charrv bacú se movía detrás del mostrador en mangas de franela y pantalones short, combinando de esta suerte la estirada gra­vedad social con cierto bienestar aligero del algodón y la Intima sedancia de los chanclos viejos.

En estas combinaciones prácticas entraban también sus efectos profesionales. Sí al lado del estetoscopio y la jerin* guilla hipodérmica cabía una bolsa de almendritas, por qué no llevarla allí para la casa? Lo práctico es lo práctico, y por eso una mañana al tomar el bus, dió un traspié, cayó f j maletín y se salió una yuca.

Por otra parte, le subyugaba la literatura, y en las luchas políticas le gustaba echar hojas sueltas con títulos inquietantes como "Saltó el pollo a la arena", "Quién dijo miedo?" y otros por el estilo. Ello no dejaba de interesar al público lector por cuanto le regocijaban las palabras técnicas usadas por él, como vejigatorios, aunque a veces se le apelotonaban los cqjificatívos como cuando dijo, refiriéndose a la gente del Corralito: "El eminentemente cívico cartagenero pueblo". Ese día, lo recuer­do muy bien, el maestro Fernando de la Vega exclamó: "Qué cobardía, un adverbio y dos adjetivos contra un pobre sustan­tivo"!

Una tarde finalizaban las labores de mi despacho sin nada anormal cuando recibí un extenso memorial del doctor,.Miranda escrito en dos pliegos de papel reclamando la intervención de mi autoridad en un chico pleito contra Oscar Corcho por la suma de $ 2,70 que había dado a éste para compraría socos vacíos a comisión.

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—Vaya, pues, ya tenemos para amenizar el rato, le dijeo mi secretario.

En efecto, después de invocar el derecho "que le ccncedia la carta fundamental de la República para presentarse anto la autoridad municipal personificada en personaje de la mía pres­tancia, cual si fuera la "Temis misma" hacía prolijos detalles de lo operación "con el jovencito que atendía al patronímico da Oscar Corcho hijo, domiciliado en la callejuela denominada Ca­llejón Angosto, de uno de los barrios de esta gloriosa ciudad de Cartagena", y para quien "su mano destinada para apla­car los dolores había sido dativa y generosa".

El memorial, según avanzaba, iba coloreándose..con una literatura descriptiva llena de crepúsculos y arreboles. Tanto como para atraer al rededor de mi escritorio a Rafael Pereira, Raúl Porto, Manolo Pretelt, Juan Vélez y otros altos empleados de la oficina.

Para solaz de mis lectores copio la relación de sus infruc­tuosas diligencias en busca de Corcho para que le tapara el hoyo hecho a sus intereses:

"La primera vez fui por la tarde. El crepúsculo se apo­sentaba tras los minaretes del Mercado. Por torcidas calle­juelas me di a la tarea de encontrarle y no pude.1 "La segunda búsqueda me dió idéntico resultado. En­tonces cambié de estrategia. Salí en su busca a las dos de la tarde. El sol era fuerte y hacía rodar la transpiración como agua de claros manantiales sobre los hombros redondos de mo­renas mujeres. Esta vez fui más afortunado. Le hallé en su casa errellanado en un asiento de paja. Le exigí que..me diera los sacos o me devolviera el dinero, pero Corcho, encoraginán- dose, me repil:óc "Usted habla mucho, no me fuña tanto, doc­tor de M erfallal"

Y para terminar, el delicioso doctor Miranda Fuentes decía: "Justicia es lo que pidol Justicia no más, señor Alcalde!

Y esperaré tranquilo y confiado a que el índice de la autoridad señale la eficacia de los poderes constituidos para defender los intereses de los ciudadanos. Justicia, señor Alcalde!"

Nunca hubiera pensado yo en el torrente de literatura y palabras honoríficas que podían intervenir en un negocio de diez sacos vacíos.

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víCUíPDOS DE MI ALCALDÍA

VI

1m cotot andaban, y creo que andan todavía on pocé f f f lh '0 y j f b i puzbtecíío* de la bahía y fierro adentro,

oín gjcuelot eíkteftisz, tía opóétoiado, un asomos de Mm <;'9 y yí/caníes cri el fftói bato nivel de vida, tiznen o o r to¿¡$á

autoridad Orí ifiipiktor' do poli cía, c u /o nornbrom í ento fccaé) <r un y&SÍliti connotado copoz de dictar resolución«», rr¡uy orí- • gettobí a yéfM/ como yetemos más adelante / cíe cu/o lectura! no* vendrían ganos de llorar ;i los de reír no w odalaniorttríé i:

Qwé düt&fid&d documentaría adquieren lo* sustantives, qué’ ¡¡ nb o f a eih'jando académica, tuigénerit, acude a la p lum a aefW teftiif )fíípecÍOr pata sW/ar él estila y realzar la ínipcrtoncíú'M 'Je documento úfkíúll

Qué rtjle""vno% para atenuar lot electos de una y Villar de la multa al compadre o la comadre com prom etidos: i en un cavo de reyeítol

VoOrnoi, si no, lo estupenda resolución de la oficina ds üocochic/j llegada a mi escritorio para su vención y cuya lee* f fufa resultó un bombón después de todo un día de p latos

amafQOiíÜespuét de los considerandos a, b, c, sobro higiene, !*• I

yüíon tifos otros. d, "que desde HACEN muchos anos hanIornado por costumbre lo* HAVITANTFS de esta población tran­sitar por plena calle y en pleno día con el objeto denominado orinal en completa detnude/j

n, Que liando IMPRESINOIBLF tal cumplimento debido al enlodo lamentable en quo se encuentra la población,

SE RESUELVE-.

Articulo l^-Q ue codu dueño de solar, etc. ate.Articulo 2M Desde lo lecha queda terminante prohibido

tlOUtltOf poof l'j'i coito con los ob|etos DENOMINADO ORINAL,C|Uo es fallo de moralidad e hlyiene, que por lal uso do estos orinales por las culto se propagan enfermedades rontaqlosos y i ¡Un tales ob|r:los debifl usarse por p-.fo* lugares en las horas de lo noche,

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Y como el objeto de So resolución ero esconder ?ar. anti­páticos objetos no tuve nada qué objetar y firmé sancionando

De Tierra Bomba me llegó otra, prototipo de honradez de­mocrática, a través de la cual, saltando por encima de ía orío- g'afía se descubría un patricio que sabia trancar.

Decía así: "Soy muy gustoso en comunicarle que después de todo para SERRAR la SECION el señor Andrés J. pidió e gusto del Pueblo y ESPRESO: que cuando LLA HUYERA o HAIGA partidas de dinero en poder del Tesorero para él entregar di­nero por algún proyecto del PREC1DENTE o digamos por la Directiva, Ai que RREUNIR al Pueblo para poner en conocimien­to lo que se va a A SER, y en qué se va a IMBERTIR el dinero.De lo contrario si el Tesorero ENTRIEGA dinero sin VENAR los RREQUICITOS como están reglamentados él será responsable y esto fue aprobado por el mismo Tesorero y todo el personal de. Pueblo ante el suscrito secretario de la comisaría. C. O. Hcy un sello de caucho sobre la firma).

Otra vez, una ejecutiva comodre de La Boquilia di ó un trompón a cierto individuo, quien al caer contra una piedra se hizo una brecha en la frente; y de su comparencia en la comi­saría nos ilustra el señor Inspector en el siguiente párrafo oficio’

"Que la señora Catalina Y tiene un negocio de fritos y a! pasar frente al señor Nicolás Z., éste tomó uno carimoñolc, 5c mordió y poniendo la otra mitad en la tártara, le dijo qve r se la acababa de comer ni pagaba la carimaño’-a, porque sabia al pez denominado cagón y como ella no iba a r : -r r :-'- que le desacreditaran su negocio le puso la mano en la írente'

Qué tal si la buena comadre le pone otra en la boca y o*ra en el pecho,- lo hubiera dejado bien santiguado. Y naturuwneefte se salvó de la multa recaída solamente en el demandante

E L B O D E G O N

No hace mucho me visitó Wiliiani Delvalle, h»$o df ív colenlo amigo Jacobo, para pedirme le escribiera un "Corrotoo* destinado a la revista "El Bodegón" que iba a revivir.

lo complací con mucho gusto y la revista ha wihdk? yo vo. rías veces sin que el solicitante volviera donde mi Qué W vo

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— # 1 —

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cosos por aquellos tiempos, empezaron a dormir el sueño de San Juan en el armario.

Con decir que por allí no apareció en busca de un res­puesta ni la niña Dolores Araújo, cuya tienda se cerraba con siete condados de los de pilón, está dicho todo. El hueso era muy duro.

Sin emborgo, a todo se le puede sacar partido en esta vi­da, y pora demostrarlo estaba allí Gabriel Calvo, a- siduo bodegonero, cuya dinámica imaginación hglló mo- ñera de darles empleo, y aquella noche quedaron con canda­dos por fuera cien ilustres portones de cíen ¡lustres familias en el Corralito de Piedra.

Esto sucedía cuando la planta eléctrica de los Calvo y Cay- cedo Abadía era trifásica como la luna, para dejarnos a media obscuridad o a obscuridad antera, favoreciendo en este último caso al terrible cuadro de "las Tinieblas", capitaneado precisa­mente por Gabriel Calvo.

Y admírense ustedes, Femando de la Vega, cuya fama de joven estudioso ya se había asentado a través de sus gruesas gafas de miope, también era de la pandilla!

Es cierto que el futuro Maestro de la Vega se veía involu­crado en las fechorías de "Las Tinieblas" por culpa de "El Bo­degón", donde solía atardarse en sabrosas pláticas, y es cier­to también aquello de cría fama y acuéstate a dormir, porque la mañanita siguiente a la trágica noche de los candados, a-iien- tras las ilustres damas de los ilustres portones, furibundas, recu­rrían al balde del aljibe para izar el pan y la leche, mi tío Au­gusto Tono y Pachito Vega, su vecino de enfrente, sostenían de balcón a balcón el siguiente diálogo:

—Yo sentí a los badulaquitos esos. Me levanté, y en cuan­to me vieron echaron a correr. No pude conocer más c|ue al de atrás, Fernando de la Vega.

—No, qué val—le contestó mi tío. Estás equivocado, Pachi* tc¡, ese era Pote. El único capaz.

E L B O D E G O N —III

El hecho de actuar en El Bodegón el Tuerto López, el maes­tro Fernando de la Vega, Pachín Royo, el doctor Galofre, el doctor Lozano y todos cuantos presentaban un valor sustantivo

C O R R A L I T O D E P I E D R A

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D A N I E L l E M A 11 S E

< m los l itros, lo política y el loro, dió al Bodegón un .conombre , ionol l io posaba por la Heroica ningún hombro Importan-

r.'. que no fuera o visitarlo y a rendir pleitesía a su Presidente"El Rey Jacobo".

Allí vi condecorar con el botón de la institución a perso­nales corno Eduardo Zamacois, Teresa de la Parra, Laureano Gómez, Joaquín Quijano Mantilla, Eduardo Santos, Aurelio Martínez Mutis, Sofía Ospina de Navarro, Héctor Blanco Fom* bono, J. M. Velasco Ibarra, Mariano Ospina Pérez y muchísi­mos otros que sería largo enumerar, quienes en franca cama­radería con los bodegoneros libaron buenas copas de Ron Vie­jo, porque, ha de saberse, la botella de whisky no asomaba nunca el pico por ah í.

Alguna vez llegó el poeta Alfredo Gómez Jaime y escri­bió este soneto en el álbum de visitantes:

Alcázar del talento y la ironía Tequendama de anécdotas y cachos, templo en donde se humillan los borrachos ante nuestra Señora la Poesía.

Endiablado rincón de la alegría solaz de viejos, Norte de muchachos en donde alternan éticos mortales, políticos y jóvenes del día.

Visito El Bodegón. Yace dormido.Todo calla. No hay ron. Lo han escondido.Una garrafa bajo el suelo está,

pero me dicen que en su anual victoria saldrá el botijo reventando en gloria y el viejo Bodegón despertará.

Este soneto escrito al calor de unos cuantos "guacharaca- zos", despertó el entusiasmo de Luis Carlos Visbal a punto de dedicarle ipsofacto a Gómez Jaime otra composición escrita mientras seguían menudeando las copas. Se titulaba "El Coi­mán" y decía así:

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C O R R A I I T O DE P I E D R A

Cual un rugoso tronco corcomido que va arrastrando lento la corriente lo miro desde el barco, sorprendido que se hunde y reaparece nuevamente.

Y en la ribero, inmóvil y dormido toma el sol otro saurio nuevamente acaso más tranquilo que un bandido que cobra el interés del dulce veinte.

Mas tú, noble caimán del Magdalena comparado en el mundo con el hombre algo útil en tu cuerpo se almacena.

Y al morir la materia de un humano es carroña que vale no la nombre, porque yo creo en Dios y soy cristiano.

Discutido "sotto-vocce" este soneto en una mesita de cun con, el doctor José Ma. Lozano llegó a aceptar lo de la utilidad de la piel pora hacer carteras, pero como ni él ni sus compañe­ros sabían nada de la nobleza del saurio, ni menos encontra­ban por qué los cristianos no debían mencionar la carroña de otro cristiano, al día siguiente comenzaron a aparecer sonetos sobre toda clase de lagartos en el álbum de El Bodegón. Bobi­llos, Salamanquejas, Lagartija y hasta el monstruoso Iguano­donte antidiluviano salieron a la palestra y trataremos de repro­ducirlos aquí en estos apuntes para la historia de El Bodegón.

E L B O D E G O N - I V

El primer soneto que apareció en el álbum de El Bodegón después de "El Caimán" de Luis Carlos Visbal, titulado "La Ba­billa", estaba firmado por Miguel Araújo J. y decía: ..

Pobre babilla que en tu humilde poza ignoras las poéticas corrientes. ..Y otra cauda quisieras y otros dientes para dejar de ser poquita cosa.

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D A N I E L I E M A I 1 R E

No te canta el poeto, cual la rosa, no es de aprecio tu carne entre la gente ni aguijoneó jamás de hombre valiente al bravo arresto esa tu piel rugosa.

Pobre bobillo de vivir precario; poco interés despiertas |n¡ el Bancariol Sin embargo, yo envidio el talismán

que te deja vivir a tu capricho, y es el saber, como lo dice el dicho, que no te ha de tragar ningún caimán.

Y como entre lagartos andaba la cosa, no tardó mucho cu aparecer otra composición con la firma del doctor Luis A. Galof re .

LA SALAMANQUEJA

Fijado en piedra, gobelino o raso, aún prolonga tu signo el cronicón de aquel más que inflamado corazón de Francisco I, que fue un caso.

También pudieras ser emblema acaso de todo goterista borrachón que se suma a la báquica reunión haya o no puerta que le cierre el paso.

porque de pronto, ¡cataplúnl ha hecho lo mismo que haces tú, caer del techo.Mas tu gracia mejor tan solo estriba

en el miedo que metes a las faldas, pues siempre que te ven estás de espaldas aguantando la casa boca-arriba.

El inquieto doctor Galofre no se conformó con aquella su­plantación de firma, y atando cabos llegó a la concusión de que el verdadero autor era Donaldo Bossa Herazo, quien al fin no pudo negar el hecho.

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Lagartija, Teííz íogortíjilío! ^Tu bgcrtíi^fad me moravífle.Per e s o he de cortar, por eso oíobo

ese extraño peder pare rro*erfe, oje strxrje te perte eí gerehe de lo imi ¿er-sre fe 7-edc funcionando e* raboí

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

don Manuel Bermúdez de Castro.Don Julio Toro, hijo de don Fermín, ha encontrado entre

los papeles de éste una nota que dice que los papeles relativos a los adjuntos con Francia y España quedaron depositados en los Cancillerías de París y Madrid. De modo que aquellos do­cumentos deben estar en el Archivo de la Legación de Vene­zuela en Modrid, o la Tesorería del Estado respectiva sí llegaron a ser presentados. Este asunto en el cual probablemente tene­mos parte todos los Panizos porque aquel dinero PROVIENE DEL SEÑORIO DE LAS MINAS DE URE, vale la pena de que se haga algo ya que van a arreglarse las reclamaciones... el general Guzmán Blanco para facilitar el hallazgo y buen arre­glo. Si usted las tiene para que él pueda visitarlo, si no por ser Senador del Reino y Guzmán Plenipotenciario de Venezuela, por ser la señora de Guzmán prima por lo Toro de la de José Antonio y Matos hijo de un primo de mi padre y nieto del Coro­nel español don Manuel Matos, hijo de un primo de mí padre.

Para el caso de que usted haga algo en ese sentido y cree que el Conde y su familia se le ofrecieran a Guzmán y la suya, le adjunto una carta en ese caso necesaria para que Ud. la haga llegar al mismo tiempo a manos de Guzmán. Guzmán debe haber regresado a Madrid en donde permanecerá hasta a prin­cipios de abril, luégo quedará encargado del asunto de las reclamaciones don Manuel Tejera. Haga usted con toda liber­tad y confianza lo que juzgue conveniente. Sí lo que se me ha ocurrido no es hacedero rompa la carta adjunta que ya no tendrá objeto. Esta carta la remití a usted muy segura por medio de la casa Blohm & Cía., la más respetable de Caracas. Nuestro común sobrino don Luis Ustaris, hijo de Luis María y de Dolores, pues Francisco Javier i Ignacíta no tienen hijos. Es la ruina en que se encuentran los Ustaris, por resultados de la guerra, lo que principalmente me mueve a hacer este..esfuerzo. Se pagará en papel sin duda, pero como la suma es gruesa se salvará bastante. Lo importante es hallar la documentación que está en Madrid. Comuníqueme con toda confianza.

(Fdo.) Julio Calcaño"

Muy productivas debían ser, pues, esas minas cuando quie­nes tenían el Señorío de las de Uré, pudieron hacer un prés-

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D A N I E L L E M A I T R E

tomo de tal magnitud, más importante todavía de lo que sería hoy si tenemos en consideración el poder adquisitivo del oro en aquella época.

E L B O D E G O N—VIII

El rey Jacobo, de El Bodegón, por cuanto se refería a la política, representaba el equilibrio universal. Dentro de los 1,'mites de su gobierno desaparecía todo color banderizo. Po­dría decirse que la concordia "in vitro" no se alteraba con ningún reactivo.

Hasta las chanzas más pesadas se resolvían con una son­risa vengadora de parte del agraviado para corresponder con otra del mismo calibre, como cuando apareció en las esquinas de la ciudad un cartelón invitando al sepelio del cronista Fulmi­nante. Los clavos se sacaban con otros clavos y santas pascuas del altar.

En donde sí se juntaban la tiránica dictadura de un Rosas con la ciencia de un Colbert, era en el campo económico. La institución tenía gastos "espirituales" y necesidad de aves en abundancia para el departamento culinario. Y así, cuando

algún súbdito se hacía el Sueco para no pagar el impuesto re­glamentario, el rey Jacobo apretaba el botón de la luz eléc­trica, y con el apagón general, forma de cobro indirecto, tocaba !a conciencia del remiso hasta hacerle poner en paz con el fisco, ante la protesta general.

Como el trabajo era una cosa y otra cosa era otra cosa, nadie pretendía ingerir trago de ninguna especie mientras el rey no terminaba sus últimas o penúltimas labores diarias para decir solemnemente: Niños, a beber, y tocaba una campa­nilla.

La sesión duraba hasta las ocho de la noche, cuando bien preparado el espíritu para las necesidades corporales, el rey dictador ordenaba nuevamente: Niños, a comer! Y en pau­sada caravana salían todos con dirección al Boquetillo, pora donde Amalia, cuyos sancochos de gallina hicieron época en el Corralito.

El rey tenía preferencia por ciertas presas de la patanga- na v. g. una pata de gallina, de modo que esa primacía era

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C O R R A I I T O DE P I E D R A

respetada en el Agape, aunque o veces en noche de política revuelto, cogía dos, una en cada mano, por temor a ciertas di­vergencias . . .

Y había que ver la delectación con que aquel hombre sn* boreaba lo carne tierna y glutinosa del plumífero, cogida así, con lo mono, por el extremo del hueso. Porque indudablemen* fe, de otro manera no sabe lo mismo. Cualquiera hubiera po­dido achocar eso a glotonería, a ordinariez, pero nó, las patas do pollo, como las de los crustáceos, no entregan su exquisita sapidez sino a los dedos, y Jacobo lo sabía muy bien.

Hoce poco, en un restaurant de cierta elegancia, en Nueva York, me acordaba de él viendo cómo los americanos, para auienes la palabra 'chiken" es epicúrea, hacían caso omiso de los cubiertos cuando de pollos se trataba.

Y sin ir muy lejos, aquí mismo en el Corralito de Piedra, \i genial y encantadora Amalita Holguín, cuya gracia no la recoje del suelo, sostenía la misma tesis-, —Me sientQ desgra­nada, decía, cuando voy a un banquete y tengo que disecar con trinche y cuchillo una alita de pollo.

Con los dedos es la cosa.

EL B O D E G O N - i X

El Rey Jacobo, de El Bodegón, era alto y delgado. De su ascendencia israelita, si no tenía los rasgos fisonómicos ca­racterísticos, tenía, por lo menos, su amor al trabajo, y por lo menos, aquella escuela de "centavos amarrados porque, los

pesos se cuidan solos". Olvidaba o parecía olvidar una deuda de cien pesas de cualquiera de sus consocios, pero las pequeñas de cincuenta centavos las cobraba insistentemente.

De paseo andaban un domingo por la "Rosita", la encan­tadora finca de Turbaco, atravesada por el arroyo de Mameycil, él y varios Bodegoneros más. El baño en la alberca había sido de todo regodeo, intercalado con anises de coco, y a la hora del clásico sancocho Jacobo no se había quitado todavía el ropón de baño, bajo el cual tenía, ahora sí, muy acentuado por la vestimenta, todo el aspecto de uno de esos levitas que van a orar al Muro de las Lamentaciones.

Ello dió lugar a una instantánea fotográfica tomada en

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D A N I E L L E M A I T R E

crtuno momento sin que él se apercibiese. Y aquí termino mera parte de este apunte para referir enseguida el des­

arro llo de acontecimientos posteriores originados por aquella fo- •grcíia admirado el martes siguiente por los doctores José j c Lozano y Luis A. Galofre, técnicos del departamento bur­

lesco de El Bodegón.En eiecto, llamaron a Miguelito Araújo; le consultaron la

¡dad de sacar un buen fotograbado, y con la opinión fa­vorable de éste, le involucraron en el lio de sacar un número

ij .:'■ ■ o de El Bodegón con ese retrato del Rey en su carátula.Se rebuscaron sonetos de Julio Flórez, José Santos Cho-

3no, Eduardo Ortega y otros, y los hicieron aparecer con la firm e de Jacobo. La edición la echaron a la calle el viernes,

s decir, el día antes de la salida acostumbrada del periódico legítimo.

Ese día andaba el Rey Jacobo en diligencias por la calle cuando vió de lejos a un vendedor de la revista nombrada, y como el chico debía 30 centavos en la oficina de la Redacción, e llamó para cobrarle y echarle un réspite. Grande fue su sorpresa al ver que estaba vendiendo el periódico antes de la techa de salida y fue mayor cuando al hojear un número se encontró con todas las barrabasadas de su contenido.

Los autores no aparecieron por la tertulia en toda la se­mana, y mientras tanto la prensa de Bogotá, muy ajena a las interioridades del queso, se desataba en epítetos mayúsculos contra el audaz plagiario que osaba tal cinismo.

Su ausencia los vendía, pero gozaban más escuchando por fuero los cuentos del furibundo Jacobo.

Así pasaron hasta el otro sábado, cuando se presentaron a la Peña haciéndose los mosquitas muertas. Sin embargo, el Rey Jacobo, todo magnanimidad y correa, les dijo solamente-.

—Badulaques, ya saben que ese atentado de lesa majestad se paga donde Amalia con el precio íntegro del sancocho de gallina.

EL B O D E G O N - X

Alguna vez recibió Jacobo, rey, una carta procedente de España desde donde el célebre esritor Henrique Gómez Ca­rrillo le enviaba sus agradecimientos por el agasajo que en

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

sesión solemne !e hiciera El Bodegón o su paso por esta ciudacfcAquello *ue Tiotivo de gran contento para nuestro rey, de

cuya pluma había salido oportunamente un artículo laudato­rio para el distinguido hombre de letras, y tal vez por esta causa !'egó a tragarse un paquete confeccionado por el sempiterno promotor de chanzas con mecanismo, doctor José María Lozano, Lczanito, con más propiedad, acompañado esto vez por Dona!- do Bossa Herazc, nuestro actual Ranger, y Gabriel Ca.’v o e¡ as jas ocurrencias geniales, y Miche Araújo.

En una hoja de pergamino, desencerrada por este üítimoJ fue hábilmente redactada por el doctor Lozano una resolución1, de la Real Academia Española, firmada por su secretaria Gó- rrez Carrillo, declarando a Jacobo miembro honorario de aquel instituto que fija, limpia y da esplendor a las letras castellanas.

Estampillas españolas muy bien despegadas de alguno- corta, sirvieron para portear el tubo de cortón portador de! do­cumento, y con una explicación a Liñan, el repartidor de corres-' pondencio en la Agencia Postal, se obtuvo la aqcescencia de éste-; para echarlo en la canasta correspondiente a ios canjes de' El Bodegón.

El rey Jacobo ero más que avispado y hubiera podido co i ger la superchería, de fijarse en algunos detalles, ello..es cierto, pero también lo es que la humamdod flaquea y el humo de las loas y los honores omnubiían .'as entendederas, y cayó en la tiampa como mísero conejo.

—Mire, compodre, mire, compadre! le dijo a Miguelifoj Araújo, esto hay que exhibirlo!

Y en efecto, animado por éste, salieron en dirección ol Almacén Mogollón para conseguir colocarlo en las vitrinas de exhibición.

Por el camino vió venir a Henriquito Román, y como no cabio en su pellejo, comenzó o desplegar el documentos desde lejos y se le acercó entusiasmada. —Mira, Henri, esto es lo único que le faltaba a El Bodegón.. . Miembro de la Real Acá* demia Española!

Y el documento fue exhibido hasta la hora y punjo en que Rafael Pinzón, el "diminuto", quien cogió ol rompe la jugarreta por la orla desplegado de! documento y otros marrullerías in­discutibles, socó a Jacobo de !a Academia haciéndole exclamar con un palmetazo en la frente-.

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D A N I E L I E M A I T I E

—Currujo! Esas son cosos de Lozanito;Aquello tarda, hubo "plaque plaque" en e Instituto, pero

ss ahogó, como siempre, en jugoso caído de galano, a Itó por e' Boquetillo, bajo lo mirado materno! de Amafia siempre d s- puesta o superarse para complacer a los Barones de! Bodegón.

LA CASA DEL MARQUES DE VALDEHOYOS

■ I

Por considerarlo de interés pora los ornantes dei Corrolíto de Piedra, transcribo oquí las palabras de la Exposición de Mo­tivos que presentó mi hijo Eduardo ante e! Senodo de So Repú­blica para conseguir una ley que ordena la compra de esta jcya colonial de Cartagena, paro ía noción a fin de conservaría pora la posteridad.''Honorables Senadores:

A medido que los años posan, y pese o los esfuerzas que en contra de ello se hacen, lo típica fisonomía coíomo1 de la antigua y heroica ciudad de Cartagena tiende a desaparece^ Es materialmente imposible contener el ritmo dei progreso y de la modernización de una ciudod que vive y aspira o reasume*’ en el futuro ei puesto privilegiado que mantuvo en ei conoer^c de las poblaciones colombianas. A menos que se clausuraron definitivamente las octividodes portuarias, comercioies e i-iL *- íría les de Cartagena, coso imposible de conseguir, no será ióci- impedir que la llamada 'piqueta demoledora de progreao*

vaya reemplazando día por día las viejas y hermosos construc­ciones coloniales que todavía existen en Cartagena, pero qt<e son inadecuados poro los necesidades modernos. Muchas hon sido las intentonas que se hon hecho poro con lreftir o los pro­pietarios cartageneros o que se abstengan de demoler educa­ciones antiguas pora reemplazarías por construcciones de con­creto armado. Lo Academia de Historia, b prenso todo, ios autoridades locales y aún e! mismo Gobierno Nocional, hon trotado en lo posible de concitíor los necesidades d i la «ido contemporóneo y el ritmo creciente dei progreso, cor lo gvc-s'c y preservación del tesoro histórico y orqmtec*6moo de C sn^ geno. Es preciso, sin embargo, reconocer que todo ho td e en vono y que a medido que pasan los ortos, &o anegue feo-

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

juventud. Aspiraban a curules en la Asamblea o en el Con­greso y sus actividades eran asombrosas, hoy en el Car­men, mañana en Montería, luego en La Mojana y más tarde en Mompós.

De la Valerosa habían salido a las volandas después de una puñera tremenda, propinada por el elemento hostil, y fue­ron a parar a la región del San Jorge.

A Sucre llegaron todavía medio apolismados y con ccnas de tenderse a la bartola para descansar. Goyo con un taco­nazo en el coxis, Eduardo con un ojo colombiano y Carrasquilla con culebrinas de escalofríos.

Pero la política es exigente. En el puerto les esperaba una comisión de notables que iba o seguir moliéndoles en. múl­tiple engranaje de agasajos. Por pronta maniobra los a'iscur- sos de recepción, tragos con picada y sancochazo de gallina. Luego serían acaparados nada menos que por el general Al- verez, cuya esplendidez y simpatías eran proverbiales.

En efecto, don Manuel se los llevó para su finca y cuando los maltrechos visitantes sólo aspiraban ya a las blanduras as una hamaca o a una friega de aguardiente alcanforado, e! artri- trión les sorprendió con el anuncio de un baile a ellos dedicado. Para allá iba la música a tocar cien piezos como es de uso con­tratar en la comarca.

Las niñas llegaron también, y los pichones de congresistas, haciendo un esfuerzo, empezaron a devanar aquel copo de mazurkas y porros en honor suyo.

Irían ya por la pieza número noventa, y veían ya cercana su liberación, cuando se les acercó el general anfitrión ¡mi ma­dre! que había ordenado tocar otras cien.

Goyo, en estado lastimoso, se retiró discretamente a su pieza pretextando fiebre a!to con dolores generales y dejó a Lemaitre en la sala como campeón de resistencia, pero éste aprovechando oportuno momento fue a dar una vuelta a su compañero enfermo y regresó al salón con el índice sobre los labios.- Shit! Shit!.. .Espinoso está muy mal, fiebre olta, parece que le falla el corazón. Va o necesitar reposo y silencio. Es*o me apena decirlo pero el pobre está mol, muy mol.

Naturalmente la galante hospitalidad del general A iva fez: se rindió ante la estratagema. Lo música fue cancelada en el número 105 y los maltrechos agasojodos pudieron ol fin arrullarle

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D A N I E L £ M A I T 8 E

en la paz del campo bajo la sedante serenata de los sapos.Pero he hablado de Carrasquilla. A todas éstos dónde

estaba Carrasquilla?Hospedado en casa distinta, estuvo muy cerco de..un cólico

miserere. La familia se apresuró o llamar al médico y \dr sorpresas de la vida! resultó ser el mismo individuo contra quie'* él había pronunciado furibundas catilinarias en la tribuna púb - ca. Al reconocerle, cerró los ojos y esperó confiado en k> moral médica, siempre magnánima.

Y así fue, en efecto. Para el galeno ai'í no había ene­migo sino un caso. Pero como el pódente no se había tapodo los oídos, oyó algo sobre cocicmiento de totumo y de la falta que hacía una bolso de coucho. También oyó algo sobre traer entonces el clister de los temeros, es decir el aporato antañón de tipo "agresivo", como decía don Henrique Román, y entre­viendo el futuro cercano, ¿a quién? Se levantó rápidamente, salió al patio por la puertecita de la recámara y haciendo un portillo en la cañabrava de lo cerca, desapareció en la obscuri­dad de la noche.. .

LA CASA DE NUÑEZ

Poseo uno fotografía algo amarillenta de la caso-quinta de ladrillos y techo de azotea, la primero construida en el Ca­brero, de don Manuel Román y Picón.

El lago se ensanchaba entonces hasta muy cerca de la cosa, y desde su orilla hasta la puerta de entrada, se ve en la fotografía un canal de penetración en donde permaneció una loncha de paseo.

La cosa actual es uno ampliación de la primero. llevada c cabo por don Antonio Román, y consistente en un piso de modero paro ser habitado por el presidente a su llegado de Europa yo casado con doña Soledad Román.

Después de lo muerte de Misió Solo la propiedad pase a manos de doña Aura Román de Betancourí y fue. por reveses de fortuno, vendido por ésta ol señor Juan de b C. Torna, en poder de cuyos sucesores fue deteriorándose hasta llegar a de­plorable estado, cuando *ue adquirido por el gobierno nocio­nal, bajo lo presidencia de Ospina Pérez.

Tuve el honor de ser nombrado por el doctor Laureano G6-

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mez como su representante en la ¡unta compuesta por el señor gobernador Lequerica Vélez y el doctor Gabriel Porras Tro- ccnis, para su completa reparación, gastando en ella la suma de $ 30.000,00 hasta dejarla en perfectas condicion.es desde los cimientos hasta el techo, y lista para que el gobierno dé los pasos conducentes a fin de reamoblarla con lo auténtico que aún se puede recoger en Cartagena y formar así la base del Museo de Núñez.

Falta aún que el departamento dé ese paso asignando en e! presupuesto alguna partida para su conservación y el pago de la persona encargada de vivir en ella y servir de. cicerone a los turistas. A este particular he pensado que ninguna otra mejor que doña Emma María Benedetti de Santodomingo podría desempeñar ese cargo ya que vivió cerca de diez años en com­pañía de Misiá Sola, acompañándola, hasta su muerte.

Conservo de esa casa un recuerdo exacto de cómo estaban las cosas. Y por cierto voy a decir algo que no se presta para literatura elegante, pero sí resulta curioso por cuanto marca uno costumbre antañona.

En el cuarto de toilentte, y con las mismas funciones del moderno tazón hidráulico, no conocido en Cartagena hasta des­pués del sitio de Gaitán, había una silla de madera, de fabri­cación francesa, con espaldar muy grueso capaz para encerrar un recipiente movible lleno de arena seca, la cual, por medio de una perilla se podía dejar correr para caer en un recipiente movible, situado en la parte inferior. El resultado era el mismo y se obtenía a perfección, aunque por un sistema diferente, viejo y clásico, que podríamos llamar sistema gato.

C O R R A L I T O D E P I E D R A

EL D O C T O R L E N G U A

Conocí al doctor Miguel A. Lengua cuando, recién gradua­do, puso una botica en la plaza del Tamarindo de la Ciudad Valerosa. Me atraía la simpatía y la manera de hablar de quel joven galeno, así que con alguna frecuencia entraba allí y cambiaba con él algunas palabras, pues siempre me recibía ccn mucha afabilidad. Por aquel tiempo estaba él enamorado de la bellísima Matilde Navas, hoy su esposa, y recuerdo haber salido con él, ambos enharinados por las manos de ella y de

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D A N I E L L E M A I T R E

sus vecinas las señoritas Felizzola, en cuya casa jugábamos Carnavales.

El doctor Lengua me dio un empujón en lo de hacer versos, cuando después de la Batalla de Peralonso se me ocurrió escri­bir un acróstico del General Uribe Uribe y se lo llevé para pe­dirle su concepto. El visto bueno fue reproducirlo en innumera­bles copias por medio de hectógrafo y repartirlo en profusión. Algunos meses después el Acróstico andaba en todas las canoas del río Magdalena.

Ahora con motivo del homenaje que me ha hecho la Di­rección de Educación Pública y el pueblo de Cartagena, dema­siado grande por cierto para mis merecimientos, he.recibido varias cartas de felicitación entre ellas una del Dr. Lengua que reproduzco a continuación, no solo por considerarla honrosa, sino también por el cariño que respira para la querida tierra momposina y el ilustre colegio Pinillos de tan gratos recuerdos para mí.

Cartagena, 2 de abril de 1953

Señor don Daniel Lemaitre.—Presente.

Querido Daniel:

He seguido con especial interés y cordial satisfacción los muy merecidos homenajes que acaba de rendirte la ciudadanía en general, en reconocimiento a tus excepcionales méritos de hombre y de artista. No te he acompañado físicamente en tales actos, por los motivos que ya conoces; pero espiritualmente me he sumado a ellos con sincera complacencia, a causa de la pura justicia que los ha inspirado.

Cuando contemplo tu obra en conjunto y trato de pene­trar en las intimidades de tu estilo literario y musical, no puedo menos que evocar a ilustres amigos desaparecidos, devotos como fú del verso, esclavos como tú del ritmo, quienes, también como tú, encontraron buena parte de su inspiración en las emocio­nes de las almas sencillas; que como tú se acercaron..cariñosos al simple corazón de nuestro pueblo, para mostrarnos luego, con gracia y donaire exquisitos, con profundidad psicológica y delicada elevación poética, los movimientos afectivos de la pasión y del amor.

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C O I I A I I T O 0 1 P l f

. Jíffiérty y oim muchos. y <|uo onofor lo »ugttffl1& tolv..'t 4* ^ <Nb». «ome í(h hitron Htyot <n»«l«ctwcftgcfci

* ^ r<m qmy-f- d^ «•'** iír MOmpÓI b OntigUO UnhWffMeMl

iuy n | q m Cobgta d$ Pinittes«Acoso m cv*0b on miedei. p«mao ol observor tolos i¿mf,

Ipimo y §swb o<|uiilo liy bwlójico cjwt hoce dvf oív q*e ü ipww b ptnonotodod, un factor fon impgf»!

ct—*o b Herencia w lo evolución d i b pmjvíIt ^ porfNQl «Aoiiorio. NfO M lo CHKtO 9U f CU(NM

gqp '5e^oshOn* o b angustias d i tu disiipM odo "Moyor^f*, «■ *9 m w o b intworto aquellos nombra qu© yo m lo ■sNfc yo P b mM oo. <M o b o

Miguel A . Lengua

E l P A D R E D I E Z

CI Podre Oíex, de b iglesia de Sonto Toribio, ero un sacer- muy virtuoso y hombre umpóNco en grodo sumo. A pesor

4» m grondn ojos o rv*ft. su origen andaluz se marcaba en b i - oí, en su acento y el gracejo con que decía los cosas. • Mebmgno sm remedio y gron musicólogo, no fue extraño que durane su estada en Cartagena hiciera gran liga de amistad con e> moetfro Adolfo Me^b. con quien solía pasar amenos rota» «engodos en ¡os escalos de b pauto rindiendo culto a Bach o desenredando semicorcheas.

lo música es divino arte, como todos lo sabemos, y quien pone su olmo en e b cosí siempre está libre de pecsdos feo* chas. Oe ohi que uno moñona oyó en confesión al maestro Mejia y b coso duró no más de un par de minutos incluso los latines finóles, la penitencia pro fórmula fue apenas un "Padre Nues­tro" y nodo más.

No bien Había dodo cinco posos el maestro obsuelto cuan­do Pts! Ptsl oye discreto silbido que solía del concesionario, y al voltear b cara vió que era el Padre Diez hociéndole señas para que se ocercora.

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A N t f i I C M A I I R I

t ,.. \Ve,K> que k> penitencio ocoto le habió sido Impuesto *'*3 i.-c . áo;l y lo ttomabo poro encimarle por .lo menos

~ ■ r M or «o. Piro no, arrodillado de nuevo onte su con* tsc* solo -yo uno preQuMo en vot bojitoi

"vAno quedó el concierto anoche?u oca: óft ettobo el Podre Diez yo revestido pora , r ti »omentos de abandonar lo »ocr istia lleno de

*. v con loe mono* ¡untas, y hasta elegante podríamos decir, c ;c‘cc? uno de esos mujeres necios cuco rocho! de Iglesia,

íiamon, y con sonrisa de cachete y diente le preguntó

• Podre, vo o didr Miso?Y el Podre Olez iln voltear lo coro te soltó con puro acento

aei uvodoi^uMriNo esté usted viendo, xehoro? Voy o toreó.

HOMEOPATIA Y EMPLASTOS

Cuondo el edificio de lo farmacopea reposaba sobre cuatro oiumnae inconmovtvblee, quinina, ípeqo, belladona y aceite

c j ricino, loe pobres se enfermaban mós cómodamente porque ; rocero mós coro costaba a peños $ 0,20 en lo botica Román.

Y si bien el seóor Comas y don Monuel Jooquin Vósquez se de* morobon en lo trasbotica medio boro lorgo machacando oque* as viejos recetas en latín, en cambio, poro distrocción de la

clientela, hab a siempre sobre el mostrador varios frascos hoco* "-es en donde podían verse fetos cabezudos sumergidos en al­cohol, escolopendras gigantes, culebras en rol lodos, y especial* mente Habió siempre uno de gron atracción, aquel donde las sanguijuelas hadan fascinantes evoluciones de contracción y

alargamiento.En esos tiempos un porche de corona alcanforado y un

polo de totumo, eran formocopea completa poro todo Ig familia.Por su parte, la homeopatía, ciencia que nos acerco mós

o Dios, al decir del doctor Núñez. no dejobo de tener ¿us adep­tos en el Corroiito, aunque un diez por ciento de ellos lo fueron por convencimiento y el resto por economía.

Don H ennque Román le tumbaba o cualquiera una verrugo peduncuteda en ocho dios. Lo curo homeopática era infalible poro eso.

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Antes de la llegada del doctor Le Franc, único médico gra­duado en esa especialidad y a quien la gente apellida aún "el brujo" por las innumerables curaciones que ha hecho en Car­tagena, con esos polvitos de la madre Perlimpimpin cualquiera podía considerarse médico aquí. Bastaba tener una caja de globulitos Humphries y oír los lamentos de la clientela.

—Que me duele aquí.—Anjá, tómate un glóbulo del número 24.Que me duele acá.--Bueno, entonces te voy a poner también dos del número

48. Uno por la mañana y otro por la noche. No fumes ta­baco ni bebas café.

El doctor Aparicio preparaba botellas homeopáticas y te­nía remedios hasta para un zapato apretado. Ah tiempo! el dulce tiempo de tráfico apacible, cuando las sirvientas pc-dicn cruzar la calle con un vaso de homeopatía en cada mano sin riesgo de derramarlo porque si a lo sumo aparecía el coche de Misiá Manuelito Vega, Batista, el cochero, gritaba desde lejos: ¡alante!

Y así era la cosa. La medicina general iba en dos vasos tapados con papel. Parece que era preciso alternar las cucha­radas y cuidado con equivocársele, pues ahí en donde la ven tan clarita y sin sabor ninguno, la homeopatía es de efectos paradójicos, es decir, mientras menos camomilla contenga la scluáón más potente será la medicina.

Quizá por ello, Zenón Vélez, amigo de sacarle punta a todo, y a veces con mucha gracia, le contestó a don Jeneroso Jaspe lo que le contestó al pasar frente a su tienda con dos de sus pequeños hijos de la mano.

—Adiós, Zenón, tú siempre con tus dos pelaos de la mano.—No, hombre, esto es homeopatía de mi mujer para que

no me hagan mal de opo.

C O R R A L I T O D E P I E D R A

L A S E S C R U P U L O S A S

Si las cucarachas de iglesia son una peste conocida pof el señor Cura de cada Parroquia, no menos terribles son las mujeres cuando llegan al confesionario. La ola de necedades que quieren pasar por la rejilla de colar pecados es algo pavo-

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D A N I E L l E M A I T R E

roso, y muchas veces agotan la paciencia de aquellos sufridos Varones.

En tiempos del Padre Patricio, Cura de Manga, el barr o aristocrático, como lo llama la prensa ramplona, había entre los feligreses una señorita, muy inteligente ella, muy simpatica, muy caritativa y en fin un dechado de virtudes, pero capitana del batallón de las escrupulosas y terror, por tanto, del Padre Patricio. Media hora después de haber confesado fofos peca- dillos ya se le hacía necesario reconciliar. Es decir, como el cojo de las cabullas de Tolú, no soltaba el cabo del confesio­nario sin tener agarrado el del comulgatorio.

Uan mañana de primer Viernes, con clientela de hombres, estaba nuestro Padre oyendo pecados gordos e interesantes cuan­do, por encima de los espejuelos divisó a la de los escrúpulos que se le venía encima. Aterrado le echó una bendición desde lejos y la atajó con un palo de escoba que habia dejado olvi­dado el sacristán.

Y mientras ella abría los ojos desmesuradamente el Padre Patricio con la otra mano, le hacía como los policías de tráfico: Siga! Siga!

Otra historieta, muy reciente ella por cierto, es la de una señora que se acusó de haber hablado mal del carácter ds un Sacerdote.

No, se decía in pectore, la cosa no ha estdo bien dicha. La penitencia es muy suave para el pecado. Y volvió paro reconciliar.

El confesor era un Padre alemán que r.o manejaba bien e! castellano y en veces resultaba brusco por la escasez de fle­xibilidad idiomàtica.

Padre, le dijo la penitente, yo creo que mi pecodo ha sido mayor porque el Sacerdote de quien me expresé mol ero mi párroco.

—Bien. Doto es lo mismo.—Ay!, Padre, recalcó la escrupulosa sin darse cuenta ds

que entraba a terrenos personales. Es que ese sacerdote era usted.

El alemánn ya enfurruñado no pudo menos que ccAtetfcrls algo recio sacudiéndole las dos manos abiertos.

—E a me que mamporta?

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O B Í A I Í T O D E P I E D R A

HOTELES Y HOSPEDAJES

Toda vía en lo mitad del siglo posado Cartagena, como hojta hoce poco los principales poblaciones del Departa mentó! carecía de hoteles. Lo hospitalidad subsanaba ésa necesidad poro los escasos visitantes de la ciudad, y uno se bajaba en

cosa de fulano o sutono como la cosa más natural deI mundo, lo cual si bien resultaba económico en veces se volvía trágico como veremos oI final de estos apuntes.

El primer hotel de Cartagena con aguamaniles de tres patas y el bono allá abajo al fin del patio, lo fundó una familia po- ioco de nombre Jodowynsky, en la esquina Estrella-Cuartel, Edi- f'cio Pombo hoy día. De allí pasó a la casa de la isla absorvida en nuestros días por el Edificio Andion, que sí bien contribuyó of progreso de la ciudad, se llevó en cambio la citada casa una de los más típicos de la Colonia porqua comprendía toda la "cnzana, a b que debió su nombre y fue una de las más bellas en su estilo por su conjunto de balcones entresuelos y portales balonceado con mucha gracia por cuatro super-estructura; del íf ¡odo en sus esquinas.

Poco después del sitio de Goitán en el Portal de los Moros,

p’aza de la Aduana, fue fundado el hotel de la Marina por don Paulino Pérez y cuyos conocimientos culinarios hi­cieron las delicias de mucha gente golosa ante suculentas tcr- t ¡los, gasDochos, huevos a la malagueña y otros platos más

de origen peninsular, omén de muchos frutas de sartén como

los célebres "Tejeringos sevillanos".En el salón de ese hotel funcionaron los primeros títeres

'Teatro Guiñol) que vieron los chicos del Corrolito, entre eüos un servidor de ustedes, cuyo gozo era inenarrable cuando cío los gorgoritos del gendarme pidiendo auxilio dentro del pozo.

Antes sólo hubo una que otra "casa de asistencia" entre• ’las la de fas señoritas Grísolle, calle del Curato frente o Santa Clora. Los niñas Grisoüe, como los llamaban, eran hijas de un francés muy colorado o quien pusieron por apodo "Musiú Camarón".

En lo huerta de la coso había albercas poro baño a cuar- t lio la hora y o veces íbamos hasta 20 rapaces a ponernos " a

Ie/a", dejando e! aguo como un caído adornado con pepas de mango y uvítos de playa.

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D A N I E L L E M A I T R E

( en cuanto a lo trágico da esos hospedajes en caso de

¡a me contaba Lindemon que una noche en Barronquília, hospedado donde un señor De lo Rosa sin conocer aún los veri*

jetos de la casa, tuvo por la madrugada un cólico drástico *eroz. Qué hacer? La única puerta de salida tenía atravesada por delante una coma obstruyendo la salida al salón. Por for- t ;na Dios aprieta pero no ahorca, y lo sacó de apuros un nú- mero de "El Porvenir" que con todo y editorial del docto' Nú- ñez fue a dar, debidamente empacado, al techo de palma de la casa de enfrente.

No está demás decir que a las ó de la moñona la primera aeración de Lir.demán fue asomarse al balcón y al contemplar el cuerpo del delito—¡Ábrete tierra!— pretextando urger.te d ili­gencia a Galapo tomó las de V illa Diego en un cochecito largo.

ESCUADRAS Y MANDILES

En mis charlas con don Jeneroso Jaspe (q. e. p. d.) a veces me resultaba difícil hilar sus historietas porque los recuerdos se atropellaban en su memoria y había no poces dísgresiones en su reloto.

Los apuntes taquigráficos de mí secretaria ad hoc, recién graduada en lo escuela de Delgado Panizo, resultaban por tanto embrollados cuando me los posaba escritos a máquina, y mu­chos de ellos que por tal rozón no fueron aprovechados para rn: libro "Coralito de Piedra", reposan en mí escritorio.

Una lectura muy atenta me ha permitido, sin embargo, poner en claro muchos de éllos y me proponga publicarlos en esta sección de "El Universal" porque siempre serán interesan­tes para los aficionados al género y de todos modos contribu­yen al acervo de la pequeña historia.

Hablando de la Masonería y de lo respetable que es esa asociación en otros países, mi amigo asentía para responder luego con sonrisa mordaz: aquí también tuvo su tiempo de flo­recimiento; lo molo es que el agua salada todo lo echa o perder Miembros eran de la masonería importantes personales de la ciudad y hasta el Padre Sotomayor, uno de nuestros más v i r ­

tuosos curas, perteneció a la logia. Mi padre fue masón grad'j 33. A mí me iniciaron en Sincelejo pero me quedé en la Piedra

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C O i i A L l T O DE P f £ 0 * ABruto pronunciando b pobbro "Boaz". f igúrese si yo estaba a i corriente de iodo b que pasaba en los tenidos de los Vene» rabies fbrmona*.

Por más <jue quisiera dársele a aquellos ocfos mucha $e~ r«edod e importando, lo pobreza del medio social por uno pane, y por otro eí corácetr chacotero de los "hermanos te rrib les" con­vertían cualquier sesión en un sainete.

El dio de mi iniciación, o l acto de ab razar a les berma*

nes, corro yo era bajito y gordfto tuve que encaramarme en • s«lio poro do ríe mi Pox fe cum a M r. M irke l, un alem án de

cV*5 metros de altura y 300 libras de peso.En otra ocasión sonaron ciertas acordes musicales y una

voz dijo: Músico? Quién ¡lega? Y otra voz respondió: El

1 « 2 —

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M U E L S E P U L T U R E R O

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. - oafaom» y ofrcs orrtiguolFos (?.« hotca -flccscbcr o»1* * ” ’ r . !a3 » de Macano.

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y olboicro de Sa panala.. uni» *•* 1 " * • ^ jS s ^ r .^ / e fe-on« e« fas « e n c« / « « i r^^vo i o i» vero» _ u ream es o Io pie

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-od» <*» ^ ftta hnM i s no se pudiera apunio i »•r. — ^cfcinflfQ SBTiG OO * . .__ ia » —’jl - ^ . «ion*) atee bbertod de indwrrio v ..-fsafsscrrrs po

*B*o«e *nv> __ fi-ffro^ios liberóles que noe rrodcai-dbw^ec? sarOS 1

~à* :C, ‘V^Ì_r Pc2 h e c! csmenteric, e! viejo^uon° ° . _ ___ oero Mescono después de

r m . «, Min ie n cv- 1—'“-w —; f i t ìs*efaC ^ L ^rtomente «n encmoraise de urrà de elias do-.J ymoorcs JO acueilo hilera de dientes grande*

ai soberbio perone / _ 3IL ■- rrtfcr ra Y digo rancamene oarque . cwiciefo» que «m o a -ac- — , , 1

~ . .mr i n » r*rrr CfT SU UjnfTO :C tuefZ3 £te«-a- ese mcrnenfo comenzo a - d-- __ , , «— _ ,e -tjejer !c asarrerrfe riacho rros cairn* ^^fTTO^O- y ‘ ‘t*' __ ^ _ *! »leofc se Hcc»c aferrado c Pr® ^, ri3 ^ ssaueicfo de **• 'rrenrera tn^ra -

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J íw e il vfOTCfO CSO HÜOTUBfO {§0 IWJ-

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M orases y c í P o íp s M entes ó»nT*a=nnir3 rTp^n*05 ffrtwf x

c r o e s p re o so s fr-O fnerrcs acarro a p e so r "S crrctó r. 7 b flauta!* aiycs espertadles erar tombén de mefd h*cnca, / c z oot'C'ihecHc pera pfBQunfloil ctcídTf óe Ojrmerr

—(Xgoftsc, x "* v ¡c . fes suyos son espe^uelcs de plato?

~c,;.i€r c pakflbrc re- 38 ccec ^e rcc rc r cnfte ?c señerite V 'c c * C erner ere. -re 3e re rte ó? éO enes porouc le prc^: icfci ur chIocotrio ^sccttcsg- Xr embonas, oiizá per ser- f=. y^t y? corfusGrer c íe s o fr ^ / o o i s e niTTTfló g fufatrror cr y

- rc CC / 35 CrfefÓ í55Fnf r re C 6 rC C !c s DUROS 6T eí cir«, [5cmnoRcs! rSo c o ra ra !

D*e 5c r* c * c r s§ c*us ere. m ésesfc, r e a r o , c .fc 4 íy r rv / ^ c e c , c secscr dfS c conscfcídc r iíc trcolcjí / 05 -rc rrczurcc reer-

e cu7C rerrerg acmfcíabc ^júr c c.‘rc’icc"crc - /ecsr,

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C O R R A I I T O DE P I E D R A

R E C O R D A N D O

Domo Juanita Paz Ferrer m« enseñaba solfeo en e) Instituto Musical de Cartagena allá por el año de 1894, y que Dios la conserve mucho más, pues aún vive en Manga con más o menos completa salud. Es la última superviviente de las maestras, aunque porpiamente no era del cuerpo de profesores sino alum­no de canto de las más adelantadas, bajo la dirección de don Lorenzo Margotini, director del Instituto. Pocas quedan ya de las alumnos graduadas de pianistas si no fallo en mi re­cuerdo, son: Adriana Zubiría de Franco, doña Rosa Vélez de la Espriella, doña Julia Watts de Bossio y doña Elena Vélez de la Espriella.

Gran esfuerzo significaba aquella institución en un medio ton reducido como la Cartagena de entonces, y grande tam- b.én el fruto que se recogió en sus aulas. Puede decirse que cuanto de valor en el arte musical queda aún, después de mu­chos años de cerrada la escuela, de ella procede.

El último en morir de los profesores, fue el maestro Alfonso Bardi, hombre muy querido en Cartgena por sus grandes con­diciones de ciudadano y la afabilidad de su carácter. Era ya cartagenero desde hacía muchos años, aquí se casó y levantó ui.a familia honorabilísima. Ya en las postrimerías de su vida quiso volver a Italia, viaje anhelado por él. Era de Spezia. Al regresar me dijo un día. Mejor no hubiera ido. Qué des­ilusión! Un pariente vivo, los demás, y todos mis amigos, muer­tos!! Aun siendo tan pequeña mi ciudad natal pasé como un desconocido por completo y me regresé enseguida. Aquí ten­go mis afectos, aquí en cuanto salgo a la calle todos me dicen buenos días, maestro, ésta es mi verdadera patria.

En aquellos tiempos la sombra de Núñez amparaba a Car­tagena en su precaria vida y la ayudaba a salir del coma en que se hallaba. Así pues tuvimos una Academia de Bellas Artes dirigida por el insigne pintor Epifanio Garay, en los altos de la casa colindante con el Palacio de la Inquisición, en la calle de este mismo nombre.

De sus alumnos de pintura recuerdo y creo último sobre­viviente, a Manuel Vega A., Mane, como le decimos sus amigos, de grandes disposiciones, pero tocado siempre de profunda

modestia que le hizo mal.

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D A N I E L I E M A I T R E

ordo al profesor de grabado, don Peregrino Rivera, coucano, quien ejecutaba las ilustraciones para "La Misceláneo",

. ¡ jvístu de Lino M. de León. Fue grabador del periódico bo­gotano "Los Hechos" hasta cuando el doctor Núñez Jp ofreció mejor sueldo para qu ese viniera a Cartagena.

A propósito de don Peregrino conocí una historia de Abe­lardo García, rr.agangueleño, estudiante de la Universidad,

n se puso a estudiar grabado única y exclusivamente para oder hacer una caricatura del doctor Manuel Dóvila Flórez,

rector de dicho plantel por aquellos días.

Parece ser que el doctor Dóvila había dado orden al di­rector de la Biblioteca Fernández de Madrid, don Isaac Pereira, oara que no sirviera a los alumnos obras de la escuela natura­lista como Zolá y otros. Lo cierto es que García en poco tiem- vo adquirió habilidad suficiente para sacar en un periodiqueo 'a soñada caricatura de su maestro, y una buena mañana él y •jus amigos condiscípulos se reían viendo al doctor Dávila Flórez repantigado en un sillón y enfrascado en la lectura de Naná

PROPIEDAD LITERARIA Y ARTISTICA

La propiedad artística, musical y literaria, no está aún su­ficientemente protegida en el país, y si lo está por medio de ieyes todavía éstas no han producido los benéficos efectos es­perados por los autores.

Cuando yo compuse "Sebastián Rómpete el Cuero", allá por el año 40, cedí mis derechos a doña Rosita de Azuero, residente en Bogotá. Me los pidió en un baile de Candelaria, en donde fue estrenada, porque la juzgó un éxito y ella tenía en los Estados Unidos buenas conexiones para reproducirlo en aquel país, y suponía que yo no iba a ocuparme de regalías.

No sé. creo que a ella no ha llegado a prodúcele nada. Sin embargo, por los derechos de radio, orquesta y traganíque­les en Estados Unidos, la Southern Music Publishing Company de New York, me estuvo enviando por algún tiempo una suma mensual y su total llegó a más de $ 900,00 oro americano.

Traigo estos apuntes a cuento para referirme a la venida

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

de Jorge Isaacs, después de la publicación do "María" su no­vela inmortal.

Fue tal el éxito de librería obtenido por aquel libro que $5 presentaron editores en todas partes del país y aunque no podría afirmarlo, el motivo principal de su viaje fue la defensa de sus intereses editoriales.

Su primera visita fue al almacén de "El Faro", propiedad de don Jeneroso Jaspe, situado entonces frente a la puerta mayor de la Catedral y consistía en juguetes, libros, artículos de adorno y trabajos de marquetería.

—Es esto una librería?, dijo Isaacs cuando entró.A la respuesta afirmativa de su dueño, preguntó sí se podía

conseguir all un tomo de la novela "María".—Sé que estoy hablando con don Jorge Isaacs, contestó

don Jeneroso, voy a traérselo.

—Este libro no está autorizado por su autor para la venta, dijo Isaacs, después de haberlo ojeado un momento.

Pero Jaspe se defendió diciéndole que en todo caso debía reclamarle a los editores. Cosa que por temor no hizo don Cipriano Vega, otro librero de la ciudad a quien Isaacs se di­rigió en el mismo sentido, y el asunto, junto con la existencia de libros, fue a parar a manos de la autoridad. Esta decidió entregar los libros a la gobernación de donde resultó a la postre que ni Cipriano Vega ni Jorge Isaacs recibieron un cen­tavo del negocio.

DRAMAS EN LA PARROQUIA

Tenía doña Etelvina Jiménez de Conquet un hotel en la calle del Estanco del Tabaco, casa ocupada, después por el Colegio de la Esperanza de don Abel María Irisarri, hoy Aca­demia Colombiana de Comercio.

Hospedábase allí, a la sazón, una Compañía de Cómicos y entre ellos un ¡oven Quintero, panameño, y otro cubano de apelido Fajardo. Ambos, para ayudarse en sus escasas en­tradas, sacaban un periodiquito en la imprenta Villarreal.

Por alguna diferencia entre ellos, Quintero empezó a ha­blar mal de Fajardo y a indisponerlo con la dueña del hotel.

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D A N I E L L E M A I T R E

Los cosas se fueron agriando, y una tarde al pasar el primero íiente a la barbería Suárez, le dijeron que Fajardo habla estado a llí con un foete buscándolo para castigarlo. Al enterarse, fue n! hotel, se armó y buscó a Fajardo hasta encontrarlo en la calle del Colegio. —"Ven para que me des foete, le dijo, y salió detrás de Fajardo, quien corrió hacia la plaza de la Hierba, pero ¿ dió alcance frente al husillo de la Alcaldía y le hizo des­lom ar con un balazo que se alojó en la columna vertebral.

Esta desgracia hizo mucho ruido en la ciudad. El heridor se entregó a la policía. Esta tuvo buenos informes de él,

como empleado de comercio en Panamá. Nombró abogado defensor al doctor Eugenio Baena.

El día de juicio estaba ya plena la sala cuando se oyó ruido de gentes que venían, trayendo al inválido acompañado de su padre, como para hacer más fuerza en el Jurado.

El doctor Baena hizo una defensa conmovedora, y causó impresión por ser él liberal y conservador el defendídjp. Entre oirás cosas, dijo-. "La bala que hirió a Fajardo no fue lan­zada por Quintero sino por la lengua del herido, que había pagado con calumnias los servicios recibidos por su amigo a quien defiendo. Los antecedentes de ese herido están ensan­grentados, pues su padre que lo trae aquí, mató en buena ley a otra persona en Panamá".

Quintero fue condenado a prisión por muy breve tiempo. * * *

Cuando don Juan Mainero y Trucco arregló el teatro de la calle del Coliseo, Justiniano León abrió un restaurante en el patio, atendido por una negra muy servicial y atenta. Se decía que Fajardo vivía a expensas de ella.

León tenía un hermano enfermo de lepra incipiente a quien, por esta causa, rechazaron una noche en la puerta del Teatro. Esto lo afectó mucho, y como era muy amigo_.de Fajar­do, la misma noche en que ocurrió este incidente, le dijo: "Hom­bre, mañana verás una obra mía, pero no te vayas a reír".

Al día siguiente, en los bajos de una casa del portal de los Escribanos apareció ahorcado su cadáver.

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D A N I E L U M A I T I E

K,ro en fu rruñ e^ o parorie los pies en ei desembarque de lo es

™ ^ Noivóez, fulm inándolo condo, pero retroceo e do, se poroto en e l descomo y le

5* ol curo te do lo gano de dor bmosno a cualquiera Antonio la Sacristana *© pone cano una fiera.

~ ~ ~ ~ 3 r*cuerdo imborrable: Ero yo por ese e-c'-.ea empleado de a Rento de ?>;«, óei general Re/es e r la colíe de fes Sontos de P*e0"0, yae so d e lo só d e lo tarde s>- - po nerle mal, mvy mal, con mis 20 oños y m atoróte o gkx-o sancochada que ~e I «gobo de las cascas de la ígteúa. Qué comería eso gente? Me resolví o Hocer uno pesquiso y sorpreod o Antón« ío Soc' r o x q^e desíopaba uro o&s de borro, - se- " y lustran de puro riega, de donde safo oque» rjttllc pertvrbodor.

3*jé trvfo '^ fa r ikac p ^n rna fía ese so*Kodb^o de pob^e?

— ii ■ ■ u i ■■■_! * «»• - -* »» »»i». ++ w-i - w»j ■&J»¡‘-SjS5'

OCTQ-?© efio vt*<3 con anes r ‘:rc;.s áe coer-do Pe^wan} f*> te ooner a c olla cfrra coso qye come scloda de wforrífio. Será eso,..

Entonces, cüé le pesará a esc cc~*e ccfigaác 0g car­de* en los ventorros? Q jé ^asca sotísq, cucoTodbc descrío ers io gorda re oc nel (Anade ínebñatihíO cpjs volaba o es asea vecinas y tx x ij esoon-’o los c<eftos ífe o.

Uno vez probé ©S sdmmftÉto de Antonia, y c :é epe fo

" -Jbá&pc- pasoso por te c cs~ de os ?e?n^ór Hubiera esento

No se ~~<s wyc o dec^ oHcrc q-ue er. ~ eooz èstóne e

•srario. lode* o en e:; Qvrafcto hoy accesorias <*je pertu*»

Den e* ofe*c a «as cr’co de ks *s*de. Es un oroófenc per

^€CGmer¿ jrío o <x>ue&os er^erodos como Vooor^e Doj-11 ? Donotdo Sesso —lerczzx

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C O I t A l I T O D ! P I E D R A

CASONAS VIEJAS Y ENTIERROS

Lo coto blasonado do la callo do la Universidad en donde funcionan hoy los Laboratorios Román luo pertenencia do don Gonzalo do Horrura, marqués do Vlllalta.

Vivió allí haca algunos lustros un amigo mío o quien ptdi a,0 refiriese oigo sobre un difunto que se le aparecía con fre­cuencia, y lo liico con la intención de llevar la historieta a mi libro "CorraIIlo do Piedra", pero, a la verdad fue su relación tan alambicado y carente de patetismo que resolví pasarla por afta.

Continúo no creyendo en historietas de muertos y apa re­tidos, pero quizó debo arriar bandera, porque hay algunos despampanantes como lo voy a demostrar refiriendo una de ha pocos años no más.

La señora de C., esposa del dueño del Alster Café, dijo uno mañana a su marido, don Carlos C.¡ Anoche soné y en el sueño se me aparecieron dos frailes vestidos de blanco quie­nes me suplicaron los acompañara a la calle de la Universidad para mostrarme dónde habla un entierro. Me hicieron entrar a la casa del marqués de Vlllalta y al llegar a determinada habitación se pararon en la puerta y señalándome un punto en el suelo, me dijeron: "¡Aqull" No crees bien decirle esto a don Enrique?

Claro que nol Quién cree en esas cosas?Sin embargo, tal sueño, exactamente igual, se repitió por

varios veces, y como doña C., pasara un día casualmente por frente al Laboratorio, se le ocurrió entrar y comunicar tan extra­ño insistencia de la cosa a don Enrique P. Román, jefe del esta­blecimiento.

Este le pidió acompañarle para mostrarle las diferentes dependencias de la fábrica ya que doña C. le afirmaba tener en la mente exacta composición del lugar.

Muchas habitaciones hablan recorrido, todas con resulta­dos negativos cuando al llegar a una de donde arranca una escalera para el Laboratorio de ampolletas hipodérmicas, excla­mó la visitante: "¡Aquí fue!", pero yo no entré por esta puerta (una nueva abierta por los actuales propietarios) sino por aque­lla otro, y tampoco habla aquí armarios sino una pila de sacos

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t M A 11 tí L

’ ■ 1 'lo í:i-jfro, y mencionó odemás otro* oblatos ton , r imI I -/'■ abrir desmesuradamente los ojos o don Enrique,

; >• 'i-,: vio !{s verdad. Todo aquello habla ildo tocado poro poner en su lugar algunos armarios, o la vez que doña

- • ir, m'cer t eza todavía, adelantaba do* posos y mar- , ando un punto en el pavimento dijo otro vez. "lAquIl"

Dias después, no obstante su escepticismo, don Enrique inrjndó hocer una exploración, y a poco de excavar hallaron

¡. r'.quoletos de hombre perfectamente conservados, í v u n o lo que quiero de esto, no deja de ser todo de-

rnasiada casualidad.Pero debo añadir algo más. Uno mañano el R. P. H ,

ecónomo del Seminario entró a hacer una diligencia a la ofi­cina del Laboratorio y don Enrique quiso referirle el coso. El distinguido Eudisto lo avanzó, riendo, que él como sacesdot'j i o podía o'.'ruchar esar. historias. Sin embargo, tuvo que aguan­társela como amigo y anotar después otra casualidad.

El hábito blanco corresponde a los Frailes Dominicos. E¡ neo morqués de Villolta, según viejos papeles del archivo de Santo Domingo, había hecho uno donación de 15.000 duros a esa Orden para lo construcción de la capillo. El salón donde encontraron los esqueletos, por los arcos que llegan o distin­guirse aún en sus paredes, parece como que estuvo destinadoo capillo particular.

¿No vivirían, allí primero, los podres Dominicos mientras se construía el convento?

LA CAMA DE TORMENTO

Se veía en el ábside de la Catedral, y existe todavía, pero tapada por un local del Arzobispado donde funciona una barbería, una ventana de reja de barrotes muy gruesos que daba luz a la cripta situada debajo del Alfar Mayor. Ero esa cripta el cementerio de la Hermandad de Son Pedro, y o ella se bajaba por dos escalinatas situadas una a cada lado de dicho altar. Para bajarlos hay necesidad de levantar sen­dos tablones ante los cuales existen dos lápidas de mármol que cubren osarios de los Hermanos.

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oderas ’ oncSetos corno; paro expiica'-me y :~-asfâ

er coToidn. como aquelotl.T* tadge de un cen­anota* tambi sara-« ics cuoles e< ‘ Anís de ­

__ -¡-.--s ic simocmco y conocoe Jame ss- Msic Asuncon <-*o -» -_ -«» Aimocsr actuó! ¡ornado wsosunaHH sañotc orooe^1- «*»■ , , ,$*<%oro. oue-.. alo oo. ■ S 'o , —a asituvo ur nermono oo. *_... -j >• .---- - ~ er (OS &OIOS de IO ...OSO — IOS SRt*Í moonfnoo oimacer ae

^ ^ ----- --- srtuaac orecsamsnte er“ e "s anorrias de Ls&r — —_ ^rronn ae b CoeO'O v por íc ero ra o c s. non*»* ooueHC verraTu. ~

c eStOS aOUnteS.Cr_ j-,r iDgjrr, ur nombre s:\con1odor por su o-rooe trafcd

... ¿j^cdón ae maneras v su amme sertjore dsouesto a «ciar- rt 1 n í ? ,'V2> <?f*TITS Vblkí5 ♦J*5yw ^<j>

jes mies aus te tai-ion peras. ~- - - n «r^n, in riT r tTU50'*6,,ÍWC susanorme c o ^w inLw

ae "sstaaf mdaes mer pent setage »4.jaf» q --<- jjo' e estilo, i.¿Meció uno tábrico de ¡ico1 iü tmcB Quetzo" adquirió aran renombre er e! pos

Va er tiempos cíe don F*edro C o ’os o ventano de irodwo ae b cripte hobb ¿ido reemplazada oor otro m,.v ordinal de hierro forjado, cor, ounTos so ¡entes, como d«ei centímetros cada «na, er ios cruces de tos barrotes Lo gente do en deo» qfué «n Teta tioob sido uno como de tormento Ot lo t^qyisio cs¡ ic creen aún muchos persones.

^erue-dc ~m» ¿jto tarde oosó por ’ "ente de lo *ienao de oar Pedro, nuestro hsranodor don jeneraso iaspe y Qd**» ®M preguntó sobre b autenticidad de io ta! como de tamw*o. como decían unes toritos postotes ed*ock» oor oqueí « n*B n a 1^

—Nodo de eso es cierto, contestó dar Jene-oso fie coiocodo oh por e Podre Srrtomovor, curo de ¡o CcteW I| poro reempíozar lo de madero yo podndo. y *ue qu-oda •cm viejo convenio de Sonto Tere» er oonoe se*vio como lod**C>r»o de ios Montos

Por lo demás entiendo que oun puede w u , en~rondO pO»j algunas de tos piezas construidos contro e: obside pus? señor Srioschi no quiso toco-io er visto de tos reclamas bs»c.hc| por lo prenso pare que se conservara esa intereso«** hstórico.

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EL ÌJ C H D s GUERRERO

2 5acnón G uerra»», une ae es vetónos ae ? oe a tri..

■v«o en7re r.osc~,'cs otgunos años ouionte es aaata par 5*. cd~ Qvgble, 3-' ingenito grada» \ eso agi vaiaci mema! canou®

• j f3 3 ; - j ^ * e insanie de ios cocítteas bogadnos * gran- «ec te omisloS de arar numero de amigos que te recordamos

Su rr»ue"*e fus conocido M r te tomografie ds u r grase ae

-— -¡5 Ts-didos en e cementerio ae Soaota s ara é o le o ­

sam ente j- c de ios as i p rim er piano, iderrrHicado co»* Í3d& sa¿

Dte S u d o r se nerfwen mucfcos cuerno* toaas iteres ae sai.

\ como ooro m uestra sosta un boten retan re cor no* e! de?

^ue este s M omio N o «arso a. e p o. muy canoctcfc e^

io 04133a v ausño ae uno de ios ultim as *V icp n 3 ' ssw na

' \ isv.r aue a u r ru#dan po r te caites de- C orro tto .

E ro N a va rro ae ajos azules, caoetio camo lo «nócaíie se

ooodo > bien ao reoaa. Temo un h ijo de tacciane* »aeimcas

o los ae et. c a r qotm se tu rnaba en e- sesean« saore todo e r

«as dos de fiesta cuando e l oameache nema Que omonacer esae

rondo o te puerta de coreográficos y cam inas.

C ie rta tarde de nowembie sonsaco e Buena» o juandte Trueco, hoy ya respetable cabo Berro \ etempter podre ae tomàie establecido en MeaelUn, pora dor vuehos y «s* como tee te

De estación en estación reposaran todo te ciadoei y bO'

fm onctaran en e l Bar Costeño donde q Am ím m m d«gnomeme

en te erooreso que habón o c a re h c b

?e~o como en tas omnubiteoones baouccs soete b 'ó o r di pronto una lucacho de rooón, y mas cuando u* cache de ote»** le r o te oue-o te corte o uno «ri (acri, c me de te 4 d» te m añano sobó e Buchón de l m undo «e 91* «sobe y se 3 K**te

o este cena en donde se pagar. olgiíiíeras et ase?* o te o*w^ d e i Bar,

Diablo! oM. estribo e¡ coche esperando. Hit ee o** oívs- )o habían ten nudo? Dtficì1 ere para e Buchón contestasse esto pregunta En electo era et meeio comioie. «© **ab«o audfc, con eí mame cocHsro p**o éste ?e Vobc •nveec'Oa. Se t-c*c

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C O R R A L I T O OE P I E D R A

los ojos. Nadal Navarro continuaba impertérrito en el pes­

cante con sus arrugas y su medio siglo a cuestas.Y el Buchón, como quien despierta de un largo sueño, con

el pretérito enredado en la cabeza, le dijo a su amigo de farra —Nos fregamos, Juanchol estamos debiendo como 25 años

de cochel

HISTORIETAS DEL BUCHON

El Buchón Guerrero, de grata recordación en el Corralito d¿í Piedra, por su natural simpatía y sus chistosas salidas, daría tema para muchos apuntes. Desgraciadamente su permanencia en Cartagena fue cosa del otro día y muchas historietas de él tienen que ver con nombres propios cuya mención no quedj fácil por razones obvias.

Sin embargo, recuerdo, libres de tal impedimento, dos cuentos, triviales si se quiere, pero ungidos con aquel gracejo sui-géneris que tenía el Buchón para todas sus cosas.

Vivía Guerrero junto con un amigo en un cuarto de hotel er. la calle del Estanco del Tabaco, cuando una noche su com­pañero le vio llegar a eso de las doce, medio calamocano, es decir, conforme a lo reglamentario en su vida bohemia.

Nuestro hombre se desvitió, y luego, bajo la mirada absorta de su amigo se puso en cuatro pies y luego se metió debajo de la cama.

Ante aquella extraña maniobra, pensando acaso en una lamentable equivocación de planos por culpa de lo bebido, el otro quiso ayudarle manifestándole el disparate que hacía, pero el buchón, poniéndose el índice sobre los labios contestó: —Chito, chito... no digas nada, no ves que hago esto para engañar a los moscos? Ellos creen que estoy arriba de la cama.

El Buchón era un trabajador recio en la oficina de gobierno en donde estaba empleado. Cumplía con su deber como el mejor, y en materia de números, los hacía vertiginosamente y bien, tal una máquina de sumar moderna.

Sin embargo, en todas partes nuestros enemigos nos com­baten y persiguen, como dice la Doctrina de Astete.

Esa persecución la sienten de manera insistente todos los

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D A N I E L I E M A I T R E

empleados públicos. Detrás de lo chanfaina de cualquier pues­to, asi sea él insignificante, hay siempre dos o tres solapados aspirantes, listos a anotar la menor falla para ir luego con el "chus chus" directo o indirecto a las orejas del mandatario.

El Buchón, es cierto, luego de cu;mplir sus faenas diarias tenía la costumbre de alegrar sus primas noches en forma más o menos espiritual, y se atardaba en aquello de los aperitivos, tanto asi como para olvidar, a veces por completo, la hora de comer. Y ello dio lugar seguramente tras interesados chus- chus, a que el señor ministro del ramo le pasara un telegrama regañón: "Este ministerio recibe muchas quejas su intemperan­cia que repítese diariamente". A lo cual el Buchón contestó con otro: Permítome observar señor ministro diariamente no. Nochemente.

SUSTOS DE BARTOLITO

Aquella noche, la encantadora y bella Leticia, esposa hoy del Bebé Martelo, era apenas Leti, una pipióla de diez meses. No se sabe cómo se cayó de la cama y rodando rodando se metió por debajo de un escaparate para continuar su sueño de angelito arrinconada contra la pared.

En ese desvelo amoroso para con los hijos, y como quiera que la niña no había posado bien el día anterior, se levantó Amelia, su mamó,'para echarle una mirada. No hallándola, pensó que Bartolito su marido es la había llevado para la cama de él. Pero nada! Barta roncaba deliciosamente con el fres- quecito veranero.'

—Barta! Barta! Dónde está Leti?, dijo removiéndolo. No la encuentro por ninguna parte!

Y Barta, frotándose los ojos, con una pantufla sí y la otra no, brincó de la cama y comenzó a buscar también desespera­damente, repasando los lechos de los demás hijos.

La cosa se ponía seria y se puso peor después de uno hora larga de búsqueda infructuosa. Ya casi con las lágrimas aso­madas pensaba dar el gran escándalo abriendo puertas y lla­mando a todo el vecindario cuando de donde menos hubiérase pensado, de abajo de un escaparate, salió algo así como un hipito

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C O R R A l I T O D E P ' E D R A

Ge muñeca. Creo que ambos, papá y mamá, se tiraron contra el suelo para oguaitar y allá en el fondo divisaron a la monicongo jugando con el piecesito agarrado.

Esta historieta fuera baladí si el día antes no hubiera estado el Padre Patricio donde Bartolito para pedirle qué se yo cuantas toneladas de hierro, cal, arena, pintura y de ñapa un reloj para la torre de la iglesia, empezada a reconstruir. Porque e! Padre Patricio era asi. Cuando iba a pedir pedía de verdad y de­jaba temblando a cualquiera.

Barta, como era natural, al verse en inminente peligro de que le rebajaran toda la loma con bulldozer, aplazó al Padre Patricio para contestarle al d'a siguiente.

Lo malo fue que en aquella visita se habló del cislo, del infierno, de los camellos, del ojo de las agujas y hasta hubo eventos de brujos y Barta, siempre aprehensivo, estuvo esa no­che en colzas prietas.

Al día siguiente muy temprano estaba un camión frente al curato de Manga con una ferretería adentro preguntando por el párroco de parte de don Bartolo Martínez Aycardi, figura principal de nuestra historieta.

Pocas veces vi reír al Padre Patricio como cuando refería el cuento. Se le veían hasta las muelas cordales.

OTRA VEZ LA CAMA DE TORMENTO

Como réplica a mi Corralito del 15 del presente, me envía don Antonio María Pretelt Martínez una carta que publico a continuación porque trata de llevar a toda exactitud algo de nuestra pequeña historia.

Como se ve por ella tanto don Jeneroso Jaspe como el doctor Miguel R. Méndez, de Montería, están de acuerdo en que la ventana del ábside de la Catedral no fue nunca cama de tormento.

Sin embargo, como el caso, por lo que sugiere el amigo Pretelt y por lo arraigado de tal creencia se presta para echar una manilo de parte de los señores de la Academia de la His­toria, me permito suplicar al doctor Porras Troconis, al doctor Amador y Cortés, a don Luis Muñera, a don Pastor Restrepo y otros adictos a estas investigaciones que digan la última palabra.

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D A N I E L L E M A I T R È

Señor don Daniel Lemaltre.—E. S. O.

Muy apreciado don Daniel:

Eu su "Corralito de Piedra" de ayer, trató un asunte de bastante interés para la ciudad por el hecho histórico que pueda s ig n if ic a r: la Cama de Tormento de que habla la gente, que está en el ábside de la Catedral. Anota el Padre Sotomcyor que no hay tal Cama de Tormento sino que se trata de una reja que fue retirada del antiguo convento de Santa Teresa.

Me voy a permitir transcribirle una carta que el suscrito di­rigió a don Antonio del Real Torres, dilecto amigo hoy des­aparecido, y que estuvo en su carácter de director del Museo Histórico, haciendo indagaciones sobre la mencionada Cama de Tormento.

"Cartagena, diciembre 30 de 1943.—Señor don Antonio del Real Torres, Director del Museo Histórico.—Ciudad.—Mi aprecia­do amigo: El doctor Miguel R. Méndez, de Montería, a raíz de la publicación que se ha hecho sobre la reja situada en la Catedral y que se presume fue la Cama de Tormento ha escrito a su hijo en esta ciudad, don Manuel Ramón Méndez Cóbrales, quien me trascribe a mí, lo siguiente:

"Montería, diciembre 22.—1953.—Recibí los recortes que me mandaste sobre el asunto de la reja de hierro que está en la Catedral y también he estado leyendo la carta del señor An­tonio María Pretelt Martínez sobre el particular. "No hay tal cama de tormento. Mi padre (el doctor Manuel Ramón Mén­dez) me dijo, al hablarle yo de esa reja, lo siguiente-. "Esa reja fue puesta por mi padre (doctor Ildefonso Méndez) cuando fue jefe político, por poco tiempo y por ahí por 1831-1832, y la socó de la Inquisición. La puso a llí para evitar que fuera sitio, o mejor dicho, foco de inmundicia, pues lo que protege lo te­nían como estercolero y hasta lugar de escondite de los vaga­bundos".

Y agrega el doctor Miguel R. Méndez, "no hay, pues, tol Cama de Tormento". Hasta allí lo dicho por el apreciado y distinguido caballero monteriano. Como considero que esa in­formación debe tener gran valor para la investigación que ten­go entendido ha ordenado el señor Arzobispo de Cartagenc,

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C O R R A L I T O DE P I E D R A

con todo gusto la paso a usted. El doctor Manuel Ramón Mén­dez es mi bisabuelo y el doctor Ildefonso Méndez mi tatarabuelo,

así que cualquier información que desees encontrar en la biblio­

teca o archivo que de seguro ha de tener el doctor Miguel R.

Méndez en Montería, mi tío abuelo, será para mí muy platen- tero ponerte en comunicación con él. Deseo destacar que te i

reja según lo afirma el doctor Méndez, fue sacada de la Inqui­

sición, de donde puede presumirse por la construcción que

tiene, que si pudo haber sido la famosa "cama de tormento" por tanto se está ante un artefacto que exige una severa inves­

tigación histórica".Recuerdo que en aquel entonces (diciembre 30 de 1943t

e! columnista "Ranger" se ocupó de este asunto.De usted muy respetuosamente,

Antonio M® Pretelt Martínez

Entiendo que en el Boletín Historial de Cartagena figura un articulo deideado al asunto, pero desgraciadamente no me ha sido posible hollarlo para reforzar estos apuntes.

ESPIRITU DE EMPRESA, EL TRANVIA

A veces me he sonre'do ante ciertas afirmaciones tendien­

tes a apocar el espíritu de empresa en el Corralito de Piedra. Esas afirmaciones nunco los he oído ni las he visto escritos como apunte sereno. Son hijas, precisamente y siempre, del mismo desea que tenemos todos de ver progresar nuestra ciu­dad y florecer sus industrias. Pero los pobres suelen deponer del bolsillo de los ricos con una facilidad asombrosa pare hacer y tornar como si estuvieran en sus pellejos, sin tener en cuenta factores decisivos contra los cuales se estrellan, como se estra­lla ron tantos esfuerzos que desmienten tol especie.

Lo falta de buenas vías de comunicación, de energía eléc­trica, y sobre todo de agua pora uso industrial, había estan­cado la vida misma de la ciudod Vegetábamos en precario sliuación, y sin embargo, se fundaron en toles condiciones la fábrica de hielo del señor Wolter, la de cigarrillos de Emiliani y la de Escobar, la fábrica de gaseosas Román, con agua de

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D A N I E L I E M A I T R E

aljibe, en 1891, la gran fábrica de hitados y tejidos de los hermanos Mertano, cuyos calderas bebían agua de pozo paro despertarnos a las seis de la mañana con su inolvidable pito, el "cacho de telar", como le decían, la fábrica de extroO o tó* nicos y la Cervecería Cartagena, atenidas a cuento gotas pora el agua de Matute, la de Calzado de Espriello Hermanos, Va primera en el país; la de pastas alimenticias de don Carias Merlano; la de ¡abones de tocador de Morales & Morrnez. a de conserva de pescado en lata de don José Jaspe, en Manza­nillo, la lavandería a vapor de Martelo & Vélez, la de cerillos también de los Jaspe, la de fósforos de seguridod, compon«}

anónima, la de molduras y muebles a vapor de Armando Zubt- ría, la de sombreros de paja y betunes, del que suscribe, ia de Puntillas de hierro, de Raúl Román, y tantas otros empresas que osaron establecerse en tan difíciles circunstancias.

Con un molino de viento en el patio de lo Inquisidor, da» Henrique Román hizo correr fuentes en el Parque de BotWor y hasta sin pasajeros que transportar ni en el Pie de ia Papo nt en el Cabrero, tuvimos un tranvía.

Sí, señores, un tranvíal Por qué denigrarnos nosotras ma­ntos cuando con lo apuntado apenas podría decirse que nos w imitado la ciudad de Pereiro, en su deseo de progreso*

Sí, señores, ese tranvía con su noble arronque v su parada cómica, porque en la vida siempre tendremos de qu* ¡¡orar < de qué reír, fue un legitimo esfuerzo pora mejorar.

Se formó una compañía por acciones de la cual fue pre­sidente don Amaranto Jaspe, y una vez aportado es cap**»4 se tendieron rieles al Cabrero y al Pie de la Popa. Tres corros para cada linea, dos con techo y uno sin él pora k» cocmcaiv La estación, de modero, quedaba donde bey esM e* feeske del Porque del Centenario. Ocho muirtas completaban * acer­vo de la compañía, y el día del estreno hubo personas series quienes inventaron visitas a cualquiera de aquestos borr«o» poro con ese pretexto, echar una gustada. El resto fue uno chera tremenda peleándose los puestos, lo cosa, o pr Mero

vista, iba o marchar.Sin embargo, )Oy! meses después aquotto “com>ea A *«!*'

sólo servia poro llevar por lo moñona o lo oocwo w de os í*-

cuero y por lo tarde pora t-aer o! wéw Anpo. uno do *a

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

Popa. El del Cabrero se sostenía llevando y trayendo a don Luis Montes Granados, echando ajos, porque ten'a el hábito de echarlos a diez por minuto aunque estuviese solo.

La empresa, pues, periclitó y su material rodante fue a dar al lugar de donde había salido el cementerio de los hieiros viejos, porque en verdad los rieles y las ruedas con sus ejes, provenían de un "decauvil" baratón, comprado después del de­sastre de Panamá, cuando Lesseps.

Tanto así que cierto día un inglés, a quien le decian Mister

Tobay, (supongo que su nombre era Tobías) le dijo al bajarse de un carro a Darío Porto, administrador del negocio-.

—Rarío, e porqué a tranvía no ponerle ruera reronda?Pobre mi Corralito! Y las ganas que ten'a de progresar!

Cómo podrán decir que no tienes espíritu de empresa!

PERIODICOS E IMPRENTAS

Cumple hoy cinco años de vida "El Universal" y quiero, por ello, felicitar a don Domingo López Escauriaza, su Director- Propietario, y a sus compañeros de labor, entre quienes se cuen­tan plumas como la de Clemente Manuel Zabala, Francisco de Bustamante, Antonio J. Olier y otros, no sólo por el éxito que ha tenido esta empresa sino por haber cumplido tesonera e inte­ligente labor en pro de las ideas liberales que sostiene y más cuando la vida de un periódico, que no milita en las filas del gobierno, necesita toda la experiencia, ecuanimidad y buen sen­tido de un Director como lo es el doctor López Escauriaza.

Marcha "El Universal" en la vanguardia de la prensa na­cional y cada día consoilda su fuerza publicitaria con los ade­lantos que exige la imprenta moderna. Sus oficinas se agran­dan, al paso que la teletipia automática de la United Press va poniendo las columnas del periódico al minuto con las noticias Internacionales.

Al ver estos adelantos no puedo menos que recordar las viejas imprentas y periódicos del Corralito, cuando, muy lejos todavía del linotipo, se necesitaba el esfuerzo de muchos cajistas para levantar a mano, un semanario como "El Porvenir", cuyo tiraje en una prensa movida también a mano, se oía deíde

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D A N I E L L E M A I T R E

lejos, a dos cuadras de distancia, con un ruido de ferralla es­pantoso en el silencio de la ciudad dormida.

Recuerdo cuando en 1897, en los bajos del Colegio Pailón, calle de la Iglesia, Juan Elguedo y Nicolás Varela tiraban a "Eco de la Costa", "semanario de los 3 Manueles", Pájaro, Dá- vila Flórez y Posada, en una prensa de palanca, y luégo, los tunes, sacaban al patio las planas para limpiar los tipos con petróleo y cepillo.

Qué esfuerzol Aquello demandaba entre veces un auxilio "espiritual", y Varelita mandaba a comprar una media de ron Regeneración. Eso sí, le decía al mandadero, me la traes "cu­leca". Como yo le preguntase el porqué de ese nombre me contestó —Porque si no está llena, hasta el pico, no hace asi, fíjate, y empinando la botella oí cuando en efecto hacia-, cícc. cloc, cloc.

Y ya que hablamos de imprentas e impresores, es intere­sante recordar aquí que el primer taller tipográfico del Corro- lito fue establecido por don Antonio Espinosa de los Monteros, en la calle de Nuestra Señora de la Esperanza, hoy calle del Tablón, según se desprende del siguiente boletín de empadro­namiento correspondiente al año de 1777.

"Barrio de San Sebastián. (Catedral). Calle de Nuestro Señora de la Esperanza. Manzana IV. Padrón del año de 1777. Casas bajas N° 10 y 11. Antonio Espinosa, IMPRESOR, su hijo Diego doce años, José Antonio, nueve, María del Pita-, siete, y su mujer Prudencia del Pozo, veintinueve años".

Se conoce un "octavario de la Inmaculada Concepción ti- rado en dicha imprenta en el año de 1774, y del cual se repro­dujo un facsímil en el Boletín Historial de Cartagena, en 1916.

Desde mediados del siglo posado hasta hoy funcionaron las siguientes imprentas establecidas en Cartagena, salvo alguna omisión:

Francisco de Borja Ruiz.— Eussbio Hernández—Feae« ' Núñez.—Manuel Zenón de la Espriella—Antonio Araójo Leór t Porvenir).—J. M. Pasos; Donaldo E. Grou lEI Heraldo' —S¡<vo«> Alandete.—Oswaldo García.—Domingo de lo Espriello —Eco efe; la Costa.—San Pedro Claver "El Hebdomadario" (de Mo«se*v- Biffi).—Justo R. Villarreal.—El Penitente —La Virgen de fe Renacimiento.—La Patria.—El Centenario.—El Anuncwkv Edite

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riot Córteles.—Diario de la Costo.—Imprenta de los Calvo—J u Mogollón.—Moisés E. Pínaud—El Universal y El Fígaro.

Los dos casas bajas números 10 y 11 del citado podrán

1777 fueron adquiridos por don A lejandro Dager o comí«««* de este siglo, y en su lugar se levanta hoy un solo edificio

Alguno vez se acordó poner a llí una lápida conmenwv. rotiva. y hasta fue insinuado por don Jeneroso Jaspe al cambiar

el nombre de la calle del Tablón por el de Gutemberg.

Pero qué difíciles son esos cambios! Todavía en lo edi­c ió n de ayer de este periódico he leído en grandes titulares Los vecinos de la calle de Lozano se que jan .. Y mire us­

ted desde cuando, desde 1935, debe ser la calle Manuel Román

C O R R A L I T O D E P < E O R A

V I E J O S B A R E S

De la tablilla del actual "Alster Café", pasando por ei ' Polo Norte", "Lo Verbena", "El Washington", "E l Puñao de Ro­ses" y el "Castillo de Iff", hasta llegar a l "Café Nueva Gcano-

dc caemos casi en 100 años de profundidad.

Funcionaba el último de los nombrados en la esquine de

los señoritas Leones Sotomayor y era, digamos así, "la sede ds!

Club de los Floridas", tormentoso grupo de jóvenes que poro ahuyentar la tristeza de la ciudad silente y arruinada sacudión

sus vidas como cascabeles.Luis Montes Granados, los Posos, Uruetas Polo neos, y mu­

chos más, elaboraron los rígidos estatutos de aquella "Peñe',

cuyo articulo pimero establecía como requisito sine qua non pora pertenecer a ella que el candidato aspirante se torrara ve«nte tragos de brandy sin caer en coma.

Aunque galantes caballeros y excelentes todos persone -

mente, los elemer*os "Floridos" lo mismo que los concejeros muni- c pales, cuando se reunían era cosa gorda. Las muchachas re-

cn pasar frente o la puerta del "Café Nueva Granado". Si nasía un señor Jiménez, medio contrahecho él, dijo uno vez en *° esquina de la calle del Candilejo-. —Ah! mal haya aunque *-era una carreta de burro para pasar apadrinado.

Ex.steríe fodevía el Café Nueva Granada, lo competencia

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D A N I E L I E M A I T R E

:bñó un establecimiento simtiar uniendo los bajos de dos casas >o la calle de Lozano. Lo fundó el señor Méndez Zapata (abue-o de don Rafael Méndez M.) y le puso por nombre "Sebasto-

La tablilla, en gruesos letras de madera doradas, tenía ccmo seis metros de largo. Cuando terminó el negocio del se­ñor Méndez Zapata quedó allí como enseña del almacén de los ¡ermanos Monuel y Juan Merlano hasta comienzos del pre­sente siglo.

Yo, de muchacho siempre creí que Sebastopol correspon­día al nombre y apellido de una persona, y así, cuando iba a comprar algún librito de Calleja me quedaba dudando si don Sebasto sería don Manuel o su hermano don Juan.

De eso caso hay un recuerdo trágico del Sitio de Carmena.Hallábase en el balcón la esposa de don José María Pasos

Ugarnzo platicando con su vecina de enfrente, una señorito de apellido Eckart, y le dijo de pronto-. —"Me voy porque la niña está llorando y han comenzado a cañonear de la Popa. Lo niña era Pepita Pasos (suegra que llegó a ser de don Ramón del Cas- -■ !o). Se despidió, pues, y al atravesar la solo una bala de cañón lo destrozó.

Este acontecimiento está relatado en una lápida mortuoria ace cubre sus restos en el Compás de la Catedral, y es la pri­mera a mono izquierda entrando e inmediato a la pared del templo. Por cierto ha pocos días fui a ese lugar para con­firmar estos apuntes y observé que más de la mitad de la lozo de mármol está rota en pedazos e ilegible, tal vez por los tra­bajos ejecutados allí cuando la última reforma de esta iglesia.

M R . L E R R O Y

Cuando la ciudad no tenia más de 11.000 habitantes, coro cualquier pueblo de regular tamaño, era muy marcada la pre­sencia de los extranjeros. Así pues estoy seguro de que cual­quier viejo del Corralito de Piedra recuerda ai nombrado como í*tulo de estos apuntes, así como a Mr. Louis, el del sonade cri­men de la calle del Candilejo, a Mr. Langlord, abuelo de nees- tor cronista "Fulminante", ambos franceses, y a mister Eckart, inglés.

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c o t í A U T O 0 E M E D I A

El señor lerroy hob!abo siempre lo mitod en francés y la n tad en espoñoi.'Oh? mercado está mal, decía, va usted a com­prar un loó de jigodó? ti ni o pos no hoy. Lo propio aconte­ció con eJ señor Edkart vestido siempre de botos altas con uno banjo foja en lo porte superior. A su vuelta de un viaje a Jamaca. refería, poro ponderar la rigidez de lo justicia inglesa, que hoba visto o uno persono importante de eso isla breaking siones picando piedra en una corretero with hís owns honds con

sis propias monos, si señor yo lo vf I scw him.Pero vamos o Mr. Lerroy. Este convidaba siempre a sus

amigos o beber c riéndoles: señorrés un poco de toffiá. Haba­to despectivamente de los obreros: "Oh sí, aquí todo el mundo

' ende' y ocobó siendo ejemplo vivo de su axiomo como vo- nas O ver:

la caso Lerroy quedaba en ei Portal de los Escribanos pe*o su *cüer de carruajero o herrería funcionaba en lo rinconada de la inquisición aunque la mayor porte de los trobojos los Hada en pleno plazo. Viv a con su mujer y una hija, Teresita, quien

fleca que ello no era francesa porque había nocido en “Cagó- cas y esta muchacha iba todos ios dios a la botica Román por uno onza de so! de nitro, necesario en los trobojos de soldadura de su podre Una vez tuvo que ir don Román Picón llamado de urgencia o la casa poro salvar lo vida de la Madama Le-

noy, porque Teresita, tal vez por la costumbre, le compró en ¡3 botica das onzas de sa l de nitro en vez de sol de Gícuber poro un purgante.

Mr. Lerroy fue causante involuntariamente de la muerte de don Federico Romero, quien le había encargodo de urgencia ío composición de una carreta para el ocorreo de! aguardiente

de su fábrica. El sábado siguiente, o seo en la fecha prome­t í , Lerroy no pudo entregársete y ello produjo una elevación de sangre en don Federico, a consecuencia de lo cual murió ese mismo día.

Algún *¡empo después, trasladodo su taller a la calle de la Med»a Luna, se le presentó un labriego con uno escopeta pora componer. Y como Mr. Lerroy no de joba escapar nodo que le proel ujero un centavo, recibió el armo sin lo precaución de preg.ntor al labriego si estaba o no cargada y enseguida b

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D A N I E L 1 E M A I 7 U

- ,Q ?raguo, poro recibí pocos moment» después en c e- - abdomen uno cargo de tigre que le destrozó los intestinos.

Corolario :EI quiso también saber de todo.

E N L A M U E R T E D E N U Ñ E Z

Lo prepa roción del cadáver de Núñez, pora exponer ¡o en cámaro ardiente, fue practicada, como dijimos ayer, per el c-rvaor-e de medicina, hoy doctor Miguel A Lengua, en la residencia de lo coso del Cabrero, a mono izquierdo entrando a lo solo, o seo en lo misma alcoba en donde murió el presidente. Se usó una solución de sublimado y arsénico preparada por Juan Cuesto en la Formocio Romón. Por cierto, me refería ei doc- *or Lengua, que a pesor de la frecuencia con que practicaba éi eso operación, o! r o seccionar lo arteria paro inyectar e? ií- autdo preservodor, le sobrecogió una impresión como s oún •-•v ¡e-a vida e! cuerpo del grande hombre.

La muerte de Núñez desató la fantasía de amigos y ene­migos pora llenar de literatura necrológica e! país. No baba de faltar lo de Lino M. de León, espíritu inquieto e iluso, can ánimo paro cualquier empresa, como k> demostró tundondo lo Miscelánea", revista ilustrado con grobados de modera, de h

cual llegaron o salir varios números antes de caer asfixiada po* ei medio ambiente, imposible poro su sostenimiento.

A Lino se ie ocurrió publicar una corta dirigida a Rafael Núñez en ultratumba para relatar en esta formo original todo lo ocurrido inmediato o su muerte Sasta el momento de sepu- tor el cadáver.

De aquella corto publicada en "El Porvenir4*, cuya colec­ción me permitió hojear su dueño, mi estimado amigo Miguel Araúfo J., entresaco a continuación algunas detalles que pueden <nteresor o las amantes de la historia:

"PARA RAFAEL NUÑEZ EN ULTRATUMBA "Quiero", ñas decios en cierta ocasión, “morir o tiempo y

morir entre las mías". Y a tiempo desapareces porque lo reue<*e t* ha sorprendido en el pináculo de tu gloria.

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

Voy a relatártelo todo. No es posible que te acuerdes de otra cosa que no sea pedirle al Eterno por los tuyos y por­que vele por la paz y el bienestar de Colombia.

Desde que te llevamos a tu lecho estabas herido de muerte. El coma profundo te permitía apenas abrir los ojos de cuando en cuando. Con todo hacías un esfuerzo supremo para do­minar el sopor. Tuviste instantes de lucidez como cuando dijiste a tu esposa: "No he hecho mal a nadie, verdad?" Y luego añadiste: "Soy un muerto, Dios mío, he cumplido con mi deber".

No reclinaste la cabeza sobre la almohada sino al cuarto día, antes la hacías permanecer hacia adelante, inclinada hasta tocar el pecho con la barba.

"Cuando exhalabas el último aliento en el cielo se puso una gasa negra. El telégrafo no quiso transmitir la noticia de tu muerte y al peso de esta noticia rompió sus hilos.

Sacaron tu mascarilla en yeso los doctores Manuel A. Ba­llestas y Vicente Villa D."

De aquella carta de Lino seguiré condensando otros apun­tes en mi Corralito de mañana, en gracia a la brevadad que me he impuesto en esta columna para no fastidiar a los lectores.

E N L A M U E R T E D E N U Ñ E Z

II

Continúo mi Corralito de atrás con otros datos sacados de lo "Carta a Ultratumba" de Lino M. de León para el doctor Núñez:

"Tu cadáver fue expuesto, primero, en la Ermita del Ca­brero y allí pasó la noche del 18.

"El 19 por la mañana fue trasladado a capilla ardiente en la Iglesia de San Juan de Dios.

"Tu esposa quiso que el féretro pasara por delante de su casa, y allí, cayendo de rodillas en el balcón, te dijo adiós

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D A N I E L L E M A I T R E

"El orden del desfile era el siguiente: Colegios de varones. Carruajes particulares con flores. Banda militar. Representa ciones de la Nación y de los Departamentos. Don Ambrosio Vélez don Juan Noriega, don José María de la Vega, don Fran­cisco Mejía, don Gerónimo Martínez, don Manuel Joaquín Vás- quez, don Juan A. Calvo, don Carlos Vélez D., don Samuel E. Pereira y don Gabriel Jiménez. Carro mortuorio. El caballo que exige la ordenanza militar. Carruajes particulares. El Go­bernador. Tribunal de Justicia y empleados. Cuerpo Consular. Concejo Municipal y Batallón Valencey, comandado por su jefe el coronel Chaves.

El catafalco de la iglesia de San Juan de Dios (hoy San Pedro Claver), fue hecho por los artistas Joaquín Caballero, Félix González y Osvaldo B. García.

"Antes que el reloj sonara las tres, aparecieron carteles murales del Concejo Municipal anunciando que habían obte­nido permiso para exponer tu cuerpo en los salones del Con­cejo, después de la misa de cuerpo presente celebrada en la Catedral, y la inhumación definitiva fue el mismo día veinte a las cuatro de la tarde.

La oración fúnebre fue pronunciada por el Rvdo. Padre España.

"Hubo dieciseis discursos."Las cintas, de oro, fueron llevadas por el doctor Fran­

cisco C. Escobar (Gobernación); doctor Juan León (Aduana - Juan Antonio Gutiérrez de Piñeres, (Administrador de Hacienda Nacional); Antonio Araújo L. (El Porvenir); Rafael de Zubiría (Cuerpo Consular), doctor Camilo S. Delgado (Concejo Muni­cipal) y Tomás Navarro (Prefecto).

"Entre las innumerables coronas, fueron muy bellas las en­viadas por las familias Román y Lecompte, doña Elicia Abadía tuvo la idea de enviar una muy original formada con tárjete do todas las señoras y señoritas de Cartagena".

La forma como fue concebida esta crónica por el genial Lino, dio pábulo al comento en los corrillos literarios y hasta hubo un malqueriento enemigo de Núñez, o bien, uno de esos que sacrifican una amistad por un chiste, quien lanzó una hoja suelta como contestación, en términos abajados hasta lo cana- llezco, como que al final decía más o menos asi:

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C O R R A I I T O D E P I E D R A

"No seos loco, Lino, cómo me escribes cortos poro inquie­tarme o pesor de los penas que estoy sufriendo en este lugar en donde estoy? No me escribas más; pero si se te ocurre ha­cerlo mándame la carta con tu apreciado papá".

Aquella contestación anónima firmada por "Rafael Núñez en el Infierno", dió lugar a averiguaciones que estuvieron a punto de terminar en un duelo.

E N L A M U E R T E D E N U Ñ E Z

III

Del entierro del doctor Núñez poseo las fotografías de los catafalcos, la del cortejo de la Ermita a San Juan de Dios, y otra del entierro camino del cementerio, frente a la botica Villa- rreol, hoy tienda "La Puerta del Sol". Traté de ver si podía sacar fotograbados de ellas cuando imprimí mi libro "Memo­ras de Soledad R. de Núñez", pero desgraciadamente fue im­posible por estar muy amarillentas.

De aquellos días de conmoción en la ciudad, puedo apuntar a'gún detalle quizá ignorado por muchos contemporáneos míos, y fue que el 18 de septiembre la Policía incursionó en algunos entresuelos, en donde solían vivir estudiantes de Provincia, pues tuvo noticias de ciertas expansiones de alegría, entre otras la ciertamente reprensible o amonestable de quemar fuegos artifi­ciales como carpetas y triquo-traques, en señal de regocijo. Cosa, por lo demás, comprensible dados la juventud y el estado aní­mico del liberalismo contra Núñez en aquel entonces.

Del entierro conservo nítidos recuerdos aunque apenas era yo un niño de diez años. No puedo olvidar el constante re­tumbar del cañón ni el espectáculo del gentío inmenso, o que me parecía a mí. Toda la ciudad parecía volcada en la plaza del Matadero, como le decíamos antes, o sea la actual del Cen­tenario. Cartagena no tenía entonces más de 20 mil habitantes.

A distancias de cincuenta metros se colocaron postes con estandartes de raso blanco en donde al nombre de Rafael Núñez seguían sendos letreros con los cargos por él desempeñados du­rante su vida política.

El cortejo, en vez de detenerse en la iglesia de San Roque, cuyo altozano servía de tribuna a los oradores fúnebres, lo hizo

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D A N I E L L f M A I T R E

o causo del inmenso gentío, en la plaza del Pie del Cerro, en el mismo lugar en donde se levanta hoy la estatua del doctor Joaquín F. Vélez.

Comenzaron los dieciocho discursos de esa tarde, y a poco de subir a la tribuna el doctor José Ulises Oosrio, una piedra tirada con gran fuerza pegó en la tribuna removiéndola y ho- ciendo caer al orador. Hubo la natural confusión y fue sufi­ciente también para que escapara el agresor.

Casi enseguida un grito lanzado desde el Cerro de San Felipe: que viene un torol que viene un toro!, fue escuchado por los más lejanos a la tribuna, rodeada por todos lados, ori­ginó pánico en la muchedumbre, especialmente en mujeres y niños, con resultados, si no funestos, al menos causante de mu­chas contusiones y descalabraduras. Por fortuna, al coronel Cha- \ez, Comandante del Batallón Valencey, se le ocurrió desple­garlo y formar un cuadro de protección, volviendo el orden y la tranquilidad a la ceremonia.

Estas manifestaciones hostiles las consideraron algunas per­sonas como corolario de las habidas en los entresuelos en los días anteriores.

E X H U M A C I O N DE N U Ñ E Z

Dije hace algunos días no tener certeza de la exhumación de los restos del doctor Rafael Núñez durante la revolución del roventa y nueve. Poco después de que hablé de un turista visitante de la Ermita del Cabrero, quien obtuvo datos sobre la veracidad del hecho, y ahora por concatenación recibo de mi estimado amigo don Henrique Méndez Polanco, quien sabe hasta dónde ponen las garzas, una carta cuyos prolijos detalles me­recen publicación para aumentar el acervo de datos en esta in­dagatoria."Mi querido Daniel:

Asiduo lector de 'Corralito de Piedra" leí el otro día al­guna alusión que hiciste a la exhumación del doctor Rafael Núñez, causándome la impresión de que no estás persuadido de que tal hecho hubiese sucedido.

En el año 1900 la situación militar de Cartagena era an-

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C O R R A L I T O 0 6 P I E D R A

gustloso y se vlvfo en completa alarmo; se llegó a temer age los guerrillas liberales pudieran ocupar la ciudad, y se hizo llegar a oídos de Tía Soto lo versión de que uno de los prime- ros actos que realizarían serla destruir el mausoleo del Refor­mador y dispersar sus cenizos. Se dedo que posiblemente no llegaban o penetrar a lo ciudad« pero que si ocuparían al Cabrero.

Alarmada Tía Sola llamó o don Carlos Vélez y este dis­tinguido ciudadano en unión de don Juan A. Calvo dirigió la hbor ardua de mover la tapo del mausoleo, para sacar el fé­retro de Núñez. Esa tarea la realizaron José V. Bielso, el Chino del Real (Rofael) e Isaac Vélez con dos operarios de la Alfarería "El Progreso".

Me haría muy extenso si te detallara lo difícil que fue ese troabjo; pero si te puedo decir que o las 10 de la noche el féretro quedó sobre una banca de la iglesia y que a llí vi yo intacto, perfectamente conservado, el cadáver del doctor Nú* ñez cerca de ó años después de su muerte.

Sólo el mechón izquierdo de la frente tenia un gajo de cabello desprendido y la nariz ligeramente aplanada por ha­berse plegado la piel, que estaba como apergaminada.

Como yo vivió en la casa donde hoy está el Hotel Marisol, con curiosidad de muchacho quise volver en la mañana, pero mi gron desilución fue que cuando a las ó penetré a la iglesia yo a llí no habla nada y nunca pude saber dónde habían escon­dido los restos del doctor Núñez.

Respecto a la muerte del doctor Núñez conservo también el recuerdo intacto de que la preparación del cadáver se hizo bajo la dirección de los doctores Juan S. Gastelbondo, cuñado de Núñez, Manuel Vicente Montenegro y operando en la torea el doctor Lascario Barboza, Vicente V illa como avanzado*estu­diante de Medicina y el señor Comas, boticario de la Farmacia Román.

Lo preparación del cadáver se hizo en la recámara de la derecho de la caso de Núñez, y yo vi desde la ventana que dá para el balcón, cuando me lo permitieron, la amortajada del cadáver, una vez terminada la preparciaón.

Quedo t" muy affmo. amigo,Enrique Méndez P.

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D A N I E L L E M A I T R E

Con perdón de Henrique, diré que todo en su carta es.. xacío, no así la parte tocante a la preparación del cadáver. Henrique tendría unos seis años de edad cuando eso, y si bien- cuerdo haber visto a los médicos apuntados en la sala de

cosa del Cabrero, el preparador fue el doctor Miguel A.■..a, quien para ello se encerró en la recámara mortuoria

ocn Gabriel O'Byrne y Lino M. de León.El doctor Lengua, estudiante de quinto año de la Uni­

versidad tenía el cargo de preparar los cuerpos para diséc­enos en el Anfiteatro, y ganaba diez pesos por cada opera-

de esas. La orden de practicarla en el finado Presidente la recibió del doctor Juan A. Fortich, presidente a la sazón de ¡o Facultad de Medicina.

Reservo para próximos apuntes algunos detalles interesan­tes sobre el mismo tema.

P I N T O R E S

No tengo ni la memoria feliz ni la ilustración de un Ran- ger para hacer el estudio sobre los pintores de Cartagena, y de sus obras. Me parece que son muy pocos los que hayan dejado s j recuerdo en nuestras iglesias.

Después del Maestro Cordero, cuyo mural "El ojo de la Providencia que todo lo oye" quedó en la iglesia de Bocachica pregonando la firmeza del azul de bolita, no ha florecido ningún

otro.De esa época que podríamos llamar Corderiana, para atrás,

sólo sé pocas cosas referentes a artistas cartageneros.Del maestro W. Caña rete, retratista de nuestros días, de

Henríque Delgado conozco varias obras, entre ellas un cuadro existente en la iglesia de Santo Toribio, en reemplazo de otro muy deteriorado cuando fue acometida la restauración de ese Templo por don Lácides Segovia, bajo el curato del Padre Alonso.

De don Santiago Brun (padre del otro Santiago, recordado Jefe de Policía en 1895) quien pintó el Santo Cristo existente en la parte superior del Altar Mayor de la Catedral.

De don Luis Felipe Jaspe, autor del cuadro "El Fusilamiento de los Mártires de 1816 en Cartagena" y de su hermano dor

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C O R R A I I T O D I P I E D R A

J*neroeo, quien manejó Igualmente los pincel** má*. »w deja* ninguno obro de aliento.

De don Marcos Isaac, retratista, y de don Pablo Caballero, »»pecialiíodo este últmlo en la pintura de flores, por lo cuof fue llamado a hacer parte de la célebre expedición botánica del sabio Mutis, y por último de tiempos más remotos fodnvía don An tonto Martínez de la Cuadra, español de los venidos m Nueva Granada y radicado aquí en esta ciudad.

Y yo que toco en estos apuntes la reparación del Templa de Santo Toribio, vale la pena recordar, como artista tallador,o un carpintero de opellldo Salavarrla, muy caballeroso él, buen niústco y comportero de serenatas de Pachucho Pasos; Henríque Bersol, poseedor de bellísima voz, y otros o quienes según me contabo don Jeneroso Jaspe, les pasaba como a los grillos, que apenas sonaba una guitarra iban saliendo no se sabio de

dónde y a los pocos minutos estaba el cuadro completo.El Podre Alonso le hizo mucho bien a la iglesia de Sonto

Toribio. Cuando fue acometida su reparación por el General Segovia, como dejo dicho, llamó a Salavarría pora que tallara rn madera el Altor Mayor, y allí está esa obra admirada por todos como de mucho gusto.

El Podre Alonso era muy combatido, achacándole dema­siado amor ol dinero. Lo cierto es que hacia lo caridad o todo y, personalmente, era un asceta. Dormía sobre una tabla y sus alimentos eran muy frugales. Recuerdo que por la mo­nona, hasta por la tarde, sólo tomaba un pocilio de leche sin azúcar acompañado de un panecillo de los más pequeños.

F O L K L O R E

Cuando el doctor Luis A. Galofre, muy joven aún, actuabo como diputado a la asamblea de Bolívar, solía meterse a sus colegos en el bolsillo con brillantes períodos de oratoria. Su cloro inteligencia no necesitaba de oyuda, es claro, pero como siempre el diablillo de la política es dado a inventar proficuos recursos, algunas veces, luego de soltar relumbrante pensamien­to filosófico, concebido en su hamaca del Corralito, lo rema-

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D A N I E L L E M A I T I E

.; pnternidod de un Gladstone, un Emerson o cual- bob'to de esos, y el efecto era contundente. Chltón todo

mundo.

, ■, »nsamiento habla sido, a la verdad, oportuno y pro- ;■ en por lo domó», Iba a enfrascarse en las obras de

j jeitos estadistas para cotejar la cosa?mo do historietas andamos, sírvame la anterior de preám-

unicumente, para otra relacionada con el arte de deslum­brar al público.

t untadores do décimas populares, ante un auditorio■ fíenos ilustrado, claro, que una asamblea, cuando es-

• <•»,bascados, por ejemplo, en la Química, porque ellos so sogún lo pida el público, por Gramática, Aritmética, Astro- v¡ o cualquier rama del sabor humano, inventan unos áci-I •• .-r, reacciones capaces de poner cabezón a un labo-

-;ío‘ .o como el de Lanman & Komp.

Uno noche de fiesta en la plaza de Turbaco, estaban muy . . iidos Luis Carlos Ríos y Moncho Vélez Mendoza, oyendo

uo piquería de cantadores. Ya habían agotado la Astrono­mía y las Bellas Artes cuando alguien pidió a los contendores ¡ue se fajaran con la Química. Hubo un instante de vacilación «•nt'e ellos, pero de pronto, un negrito liberal, muy Instruido, allí presente, escupió el cabo do tabaco y retó a los decimeros on lo ciencia de Lavoisier. El tema sería el Carbonato de Potasa)

La sola enunciación de este nombre era para dejar turulata a i a reunión, en donde los más sólo sabían que el bicarbonato de soda se vende en paqueticos de a cinco centavos. Y aplau­diendo al negrito le escucharon admirados, cuando se paró "en tueros" y se arrancó con esta décima:

Del sulfúrico crisol Calbonato de orozul.Papel azul tornasol tórnase en papel azul.Se diyere en el alcohol y en nítrico puede hervil.

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C O R R A L I T O DE P I E D R A

Se puede disminuí!

de nítrico sin tordonzo Calbonato de Potonsa

es io que intento decil.

Está por demás decirlo, de ios Ríos y Moncho quedaron e.xantodos con el poeta y le cogieron por cuenta de ellos paro terminar el resto de esa Noche Buena. Tan buena que los co­gió la mañana en "loma Linda", la finca de Ríos, en donde continuaron de fiesta todo e! día y sucedieron cosas dignas de ctro apunte que dejamos para mañana para no hacernos dema­siado extensos.

F O L K L O R E

II

Todo fue saber en Turboco que "Loma Linda" estaba "pren­dida", el día de Pascuas por la mañana, y hacia allá se desga­jaron muchos amigos de Luis Carlos Ríos para gozar, a la som­bro del palo de mamón de los espirituales frutas de este árbol, de las condones de Manuel González y de las "calambures" de Moncho Vélez Mendoza. Porque este Moncho, ahí donde lo ven, es un gran repentista y un virtuoso del epigrama. Lás­tima que a veces usa de una tinta muy colorada para escribir y todo no se puede publicar. Debía sin embargo hacer una recopilación de sus décimas y chispazos e imprimir, aunque fue­ra a hurtadillas, un folleto para leer en la trastienda.

Parece que los bolsillos estaban exhaustos con las dilapi­daciones de la noche anterior. Buñuelos fritos, pasteles, empa­nadas y otros sólidas, sin contar con los líquidos ni con una manito de Boliche, indispensable en las fiestas turbaqueras. Esa atractiva batea de Boliche, especie de lotería de monicongos, con una bolita que uno sopla por la embocadura, esperando de verla detenerse en el Macondo, número den, y hoce la tras­tada de meterse en lo caso santa de Jerusalem donde murió Cristo amén.

A la hora de nona estaba yo completamente agotado e l

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D A N I E L l E .V. A 1 T E E

f arque, y no solo eso sino el crédito también. Yo el copctc-z

c- a finco había hecho varios vksfes a l pueblo con órdenes,

papel'rtcs, vales y todas clases de papeles de crédito, y se con­

templaba un doloroso fin a l de juerga por sustracción de rr=aíer£c.

José G uille rm o López, el irreductible administrador de no­

ciendo, o quien no se le podía sacar ni una mísera quinceno adelantada, prim ero porque su oficina estaba muy lejos / se­

gundo porque no la hubiero adelantado tampoco, estobo aíl' entre los concurrentes gozando pero callado.

í Zoncho lo ve ía como una posibilidad infranqueable, come una ironía de la vida y le disparó esta cuarteta:

im pasible como un Thermo sin sentir frío ni calor está el administrador de hodenda, José Guillermo.

Sin em bargo. Dios aprieta pero no ahorco. Luis Carias

Ríos le insinuó a Moncho recurriera a las musas pora ver si

hacían el m ilag ro salvador. Y como e l ad’rn is í'o d o r de la

fábrica de aguard iente era César Angulo, para allá saltó c

poco el capataz con esta espinela escrita en una hoíc de á&Bc-

raque:

Ave, César!Te saludo.

Se terminó el aguardiente y como no hay remanente, a tu gentileza acudo.Nadie en esta tierra pude ser como tú ton querido.Como estoy amanecido,

te ofrezco, porque es muy juste, hocerte en la plazo un busto si mandos lo que te pido.

Quince minutos después se sofvobo lo Potro con un ga­rrafón de lo añejo. Ave César!

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«V r r '

C O N J Y C O N G

Así como hubo Nietístas y Corocíttos en una «lección poro Presidente del Eitodo en el Corrollto de Piedra, también nube? Geistas y Jotiito* olió por 1880 cuando la G- empezó o reem­plazar lo J. en la Ortografío. Por ejemplo, a don Ger^nirr*, Martínez le pareció más bonito la G., y así te firm aba, o pesor de que ese nombre es con J. En cambio, don Jeneroso Jaspe

optó por la J. cuando ese nombre es con G.Cierta mañana iba por lo calle de la Medio Uno como

concurrente a un entierro el doctor Dionisio Hermenegildo AroO- jo, director del Colegio de ese nombre y sabio profesor de Humanidades. Habían pintado recientemente la tab lilla de kj

"Obra Pío de Cartagena", así con g, y a l posar frente a «lio, pese al silencio y recogimiento observado ante* en esas cere­monias, exclamó con voz estentórea y despectiva; ¡Obro ?'■; ce Cartoyena! y eso que el doctor Araújo tenía lo /ista defec- tjosa. Usaba siempre espejuelos negros de paletos a los lodos Los Araújo fueron siempre de visto defectuosa y don Santiago

el mós miope de todo Cartagena. Me parece que le /eo con

un papel escrito pegado o los ojos poro poder descifrarlo.

Quizá por eso Hermógenes, el hijo de uno esda/c de lo

casa, criado por la familia mencionada y quien se firm aba:

Hermógenes Araújo Tejada, ya anciano, con ía vista casi per-

d da, contestaba cuando le preguntaban cómo le iba de salud

—Hombre, yo aquí fregado con esta ceguera, herencia de los Araújo.

Y ya que tenemos este apellido entre manos te rm íneles

estes reminiscencias con la de don Juan Antonio, oprecable ca­ballero, muy ilustrado, cuyos prendas modeles y severidad o tomona le llevaron por muchos años a a M agistratura dfel

Ir ¡o una! Superior de Justicio. Sin embargo, todos ios dones no

nos los dó Dk» por parejo y don Juan era muy bajo de estatura"

lo que le llevó a usar siempre sombrero de copa o cubilete pero

como era también de hombros caídos y usaba socdevrta d e 7 no crudo visto de espaldas su aspecto ero indudablem ente

b “ ° « corcho puesto, de donde le ,„*> «1 a - d n de Botellfta

Entre JOS rr.í'irrtrv'o« J- _ _ i . ,monton« « popéis vetos cor vsrvcdos p~ don

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D A N I f t < ♦ 1/ b I T 9, »

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C-0 c / x o d 'X * -C^é »'/rjrig^ v i W 'y 'y S , " / t < i le ' J'fitm fc iO» Vi'fiC 0^1 O ji/y*

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rr^ x rve ffto i, < /y 'o io r o e fc ' c a ó c v^ z c ^ -ir-C ' ‘ c ^ o c ■.

^ r/^to >6f *05 t rc o c t c o riz e 'C i" r y try , 'Jas peo*»*«,

ff/X^ e: corica / /»ercr. i t f ,f p y « ^ x / , x<q bombo S»fS>

, :'*<> 0*5 ir^ pO C ÌC * 'tS^ ryy r^ ** . < y* yy *0% #OÌ ^4b* i'jrw~,.

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C O M A U T O 0 1 M I O I A

do*. hundiéndole «o el »«'reno puro quedando afuera lo aspo Mo humeante Viito lo c ual por *1 general Salom, cuando t© d d penioboo qv¡e trotarlo dt oportorw, picó tu cobollo y ha oéndoli parar i m iwo de lo bombo Qrltó Mfnimcldo d i emo>CK\rt, -Batallón) Firm l Vista a l frente l

| iH mandato estobo tío mál, añadió don Joié M aría, por«

«ue nadie lo quitaba lo v*ito o la bomba. Afortunadamente el

cobollo permaneció quieto y e l general Salom, Impávido, se opeó,

tH.hó Herró iK ln o de la etpoleto • impidió con ello que l< ¡

bombo estallara.Aquello fue una temeridad, Indudablemente, pero el qesto

•itabo hecho como demostración de vo lentlo o to i iltlo d o i,

m jtenei velan perfectamente lo m aniobra y lu ipend leron lo*

fuegoe to l v ii paro comentar tan Insólito acontecim iento.

Y a l term inar de re fe rir e l ep liod lo , don José M aría Inte-

m>gá como siempre o Ucrói.

—No m verdad. Juan?

De ve i en cuando asistían o la i te rtu lia ! don D lon iilo y

don Agustín Véle*. grandes aficionados a gallos lo mismo que

fifte re i, y fue por e llo i por quienes llegaron a enterarte Id d*

fe pe/So que el célebre gallo " la Perra", de don Joté Marín,

y del < vial le* hablaba él o menudo, no se llam aba la perro

uno “lo Perla”. Y la culpa lo tenfan los d ien te i de don Joié

María, pues le faltaban casi todas

M U E R T O S E N C O C H E

Sin duda alguna. Id cocheros son gente fell*. La vida al aire libre les fortifica físicamente y las esperas largos a la puer to de un cabaret leí otempera el ánimo paro tomar todas las

cosas con colmoJulio Corcho, uno de Id más tfplcd aurigas del Corralitc

de Piedra, tenia un iu amigo y tocayo en Julio Martínez, exce* ente y activo prentlsto tipográfico cuya habitación estaba enI extremo de lo Caso del Periodista |unto al taller de Migue-

lito Araú|o.Aquello tarde destemplada y húmeda a causa de la lluvia,

lo pr«n$a oslaba resfriado, o al menos así lo pretextó Marti*

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t i l ( M A I t I (

i ' n o tu ‘ wnto, y a llí |unto con tu eotuñadri' R*1

• iixintor *•! diablo (un uno botella de lo bur■ («i) rti.loyraio de tai I ím Iq i da Novlwnbrt

, i oraros »*» hablo tirado ya al coíalo cuantió ••■f < >ü< mijn <»¡ tixayo Corcho, y tomo todo

■ ; < i i u uihi («unión «SfilrHuc.il, I* Ha

; > i ii**l ->| i (i# alcornoque, uno tolo no o *1 1 í. kjíi-, j¡,«rxiue ahí llevo un via|e para

;7¡.) que* liryi.M antwt de que clorron,**» ■ ■ ¡ >ii' tiugo que uno tolo co|ea y pido

,(io jo ra i !■ ; m>i |>t' y til otio |iino ni arranque, loi f •' H^njioari ¡’1 1 1«un|i! i« |niv,iioh una hora larga

i \ ' n(ih- «o attot casos nunca hay arranque

Sin embargo, al Iin talló Corcho corriendo peto volvió 15i ,iMutoi d n p v ii Ya habió carrada lo nochi.

v . i y r>! f.(.<j ui fue?, le preguntó *1 compadra Redondo.

y <<< i« hubi««a > sp-ifodo nada mói que por pegarlo

cuatro potadoi, oAodió M o rtlm ^

Qvt vO, Im contestó il tocayo, pora paciendo ése, No i > ni j 'í rrvinudondo lo Interrumpida francachela con-

i i.uó con sus amigos hotta i ¡mi lo madrugado, cuando él y Ro* dondo resolvieron IfKt,

—EftO si, mono, le dijo Redondo, me vat o llevar o caso

■ n fu «arrambocho porque ettoy muy cantado. Pero qué et lo

que veo! exclamó al acercarte Aguardiente molol |urarla que

ohl tienes un hombre muerto!El compadro Rndondo, no contento con vei quito palpar

t »im cerciorarse y ol sentir Inequívoca frialdad de difunto talló de estampía, mientras Corcho gritaba t

Na se asuste, compa, ese es un muerto que mo antrega ron en el hospital, poro cuando llegue al cementerio yo estaba cerrado. Ahora voy a devolverlo.

LA V IA S A C R A

Por delante del baluarte de Son lucas, frente ol Cobrero, corría un caño de aguo solada que comunicaba la olbufero de

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i t U A

OP T O G R A F I A S U K A L

C-Jonóo ^»snos se p*£rsc seno lo dfcr^ y loóos pscorcs curerò io orrogrcrio, pe^o rcry ps^scros de qviieaes don Jcse

Morcoqtón y don Eduardo Pmenes njbm rcr: rodde *■>

-o r i r e ccr*5 cuokjuiero y pcneric en sus Itrrrx corno apr­ic o De m utoaón os *e^ca pars «mìo* ds €scueb priaariaL

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C O I R A l t T O 0 E P I E D R A

"Mt> do peno pero Bol o serlo exSpllSlto ¡Usted no e$ *,■ podra, yo lo RReconosco, pero en coNblo puede socorrerme.

Mi madre está enfermo y neSeSita Inlledtorse. Yo lucho buscando y no encuentro. Me Bol o lo caSa triste y con Arrtreo ver si ol otro dio Dios me RReBela para lleBar algo de olw mentó.

Le suplico Ber si me coloco de Policio Nacional y que me manden para un pueblo que se llama Clemencia, que allí «i conde yo RResido.

Sea. alLer cuando usted Benia al Palacio estaba Lio en el parque esperando que se me pasara una fatiga. Cuando lo Bl, poreSe que en mi alma abie dentrado como un soplo, a mis ohidos llegaba una voS que deSla, párate y aplaude, esa sera tu soIBacion y la de tu madre, y aplaudí y llore de emoSion. Lo ago por que me naSe. Así es que espero de usted este fovor. LLo Bol por la contestación a su caZa paterna y seguiré Liendo todos los dios asta que encuentre la contestación.

Me despido y le deseo prosperidad en su caNpaña de Go­bernador. Un umilde serbidor suyo,

X. Y. Z."Y después de esto ríase usted con Z aunque la corto da

gonas de llorar con Y.

EL TUNEL DEL REVELLIN

Un turista lector de mi apunte "La Vía Sacra" fue a la ermita del Cabrero a visitar la tumba del doctor Núñez y le pidió algunas informaciones a un amigo mío a llí presente, pero éste le remitió a doña Concepción Micolao de Alandete, quien seguramente podría dárselas mejor por haber vivido mucho tiem­po en el Cabrero y haber sido muy amiga de Misía Soledad Román de Núñez. En efecto, el turista fue a visitarla y ella con toda amabilidad contestó a sus preguntas, enfre otras si era cierto que el cadáver del doctor Núñez había sido sacado del mausoleo cuando la revolución de los mil días.

Eso fue cierto como yo lo decía sin fundamento de segu­ridad. El cuerpo, embalsamado y muy bien conservado hasta ese momento, fue sacado del mausoleo en su ataúd, y como

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0 A N I E I I E M A I 1 R E

don Cork» Vélez deseaba mantener el hecho en la más abso- <- va, n.ngún sitio mejor para esconderlo sin llamar la

■ - c '■ de nadie que el túnel que iba del destruido revellín Sacra hasta el baluarte de Santa Catalina, distante solo

, j scientcs metros de lo capilla de Las Mercedes.u boca del túnel habla sido tapada hace muchos años y

:i i al hacer don Jorge Hernández Posada alguna repara- ¿n .,r. aquel baluarte, por orden de la Sociedad de Mejoras

P úblicos, descubrió la bajada o una cámara, y de ésta al pie de lo murolta ai túnel ya citado.

Esa construcción debió ser una puerta de escape en caso jno r ara los soldados que defendían el fortín avanzado

o seo el Revellín.En el patio de la casa de propiedad de don Francisco de

Bustamante, colindante con lo muralla, puede verse la soñal de ,. serrada, marcada con un reborde de piedra.

Esa casa, como otras más adosadas al bastión, están lia- idas a desaparecer en un futuro más o menos cercano para

dejar en valor ese lienzo de las fortificaciones, el más alto y más interesante de la ciudad.

Una vez eliminadas esas construcciones, el túnel será abier­to y, probablemente, el revellín reedificado. Ello no implica­ría grandes gastos ni estorbaría el tráfico. Quedarla en ol mismo lugar de antes, como que todavía se logran ver por allí ¡03 cimientos de aquella interesante avanzada de la muralla, íántas veces cruzada por el Pensador del Cabrero, y por él bau­tizado con el nombre de "La Vía Sacra de las Ideas".

Sería esto un número de gran interés para el turismo desde luego que su recuerdo se asocia al del gran estadista cuya casa, muy cercana y reparada hoy de un todo, va a convertirse en el Museo de Núñez.

L A P L A Z U E L A

En el reloj de San Agustín habían sonado las siete y en el de la Boca del Puente las siete y media. Este de la Boca del Puente era del tiempo de los españoles, no tenía muestras y fue anterior al que se puso en la torre hecha por don Luis Fe­lipe Jaspe, reemplazado en estos días de la administración

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C O I t A l l T O OC P I E D R A

Martines Moftofo, por otro nuevo que dizque m oyf hotfo lo piedra de Bollvor.

frento al Palacio do la Gobernación y on una espodoto v.'b«’* b puerto Hornada del Gobernador, corea o la del Per- dúo do b Catedral, había también una campano quo daba la* media5 toros focada por un toldado de lo guardia y desapare­cida así como b puerta y la espadaña cuando la reformo de b Catedral

En todo casa quiero llevar a mit lectores a una nochecita de («itividodes novembrinai, y posamos por alto aquellas discor- donaos de tea rebjes sin ninguna significación en los tiempos ontatonel, como tampoco en lo i actuóles, si no digalo el cuarto de hora que le llevo tiempre Son Pedro ol reloj público. tn afecto, qué puede ello significar en el "Corrolito" feliz donde vivió y murió el maestro Verdezco, albañil de los que hicieron paredes etpesat y cuyo apotegma "Media vara no es desplo­mo" posó o ser un refrán axiomático.

El rulada l; ;o para los bailes, arribo en los salones fn -run contradanza} los sucesores de los Blancos de Costilla, y en la galería boja bailará la gente de color.

Pero todavía es temprano, apenas si deambulan disper- 101. pero incansables, elementos de las danzas que bailaron todo el dio por bs callos y cosas particulares, como eren los Oiablitos de Espejo, los Marineros, las Brujos, armadas de es­cobas, mojigangas con vejigas infladas y zambombos, el tigre y el oto sancochándose dentro de la burda tela de fique con que hacían su vestido de disfraz, y algunos muchachos en fila chocando canilbs de res mientras contaban el "Tus, Tus, cala­vera y hueso".

Esto ero en lo plazuela (hoy de la Proclomoción) porque lo otro plozo (parque de Bolívar) era innecesaria por la escasa po­blación de entonces. A lo sumo por ese lado debajo del Por­tal de bs Escribanos se situaban dos o tres mesas de ruleta y algunos bateas de Boliches.

Las mesas de frito se ponían a lo largo del altozano de la Catedral y ofrecíon empanadas con huevos, car imano las y buñuelos de fríjol. Pora refrescar no había otra cosa sino chi­cho de arroz en una olla, sin asomo de hielo y un solo voso paro rodos, los loterías de monicongos sobre bancas puestos

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(tañando da comodret y viejos |uiclo*<n < ‘¡'.iridio o la mono, miontrm un especializo

31 bolos.

imo lo madre de SatománJuaneo y Trinidadfo lo boco do loe rsotoadoiM Quintero forradas de terciopelo yidre que penoMfuMwn donde murió Cristo.

/abo una nochecita de la» festividades novom o/uelo alumbrada con faroles de Kerosene.

D A N J I l I I M A I T R I

J U E G O S Y P A S A T I E M P O S

Antaño, loe niños del Corralito de Piedra encontraban slern- pre con qué divertirte y patio magnífica para sus evoluciones en los tranquilos cotíes, perturbadas sólo de vez en cuando por aígún quitrín desvencijado.

En la Calle torga, por ejemplo, se desplegaban cuadrillas de |ugodom al trompo, a los bolas de palo o a las bolitas de cristo! cuyo temporada comenzobo arriba de La Popa con loa novenas de lo Candelario.

En tiempo de Cuaresma, en cuolquier rinconada o zaguán vuíonse grupos de |ugadores al "Qué me le dice" con semillas de níspero. Otros jugaban a los botones—juego parecido al ' volteado" de hoy—y se pagaba la pérdida con la misma espe­cie,* es decir, no había dinero de por medio. Eso sí, cuando 1c temporada estaba en alto climax las pobres madres estaban er apuros con el catabre de la costura. A mí me daba envidia el híje de la lavandera que podía darse gusto con los líos de ropc sucia en donde hocía magníficas cosechas en especímenes d‘ nácar, de hueso, "de leche" y otras apreciables materias prinm

No había parques infantiles, pero los chicos se habían ade­lantado muchos años al zurradero actual dejándose rodar ei conchas de tortuga por las surtidas de las murallas, deporte ci

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C O I I A I I T O 0 t P I E D R A

tengo en qué apoyarme pora asegurarlo, que duronf# la no de los mil días,, cuando las guerrillas se acercaban por fos

noches o Cartagena, don Corlo# Vólez, acompañado de Btelso, el marmolista jefe de los talleres de lo a lfa re ría de Véle» Don Íes & Cía., en el Espinal, socó sigilosamente los resta# de) grande hombre poro ponerlos a cubierto de cualquier desmán

mientras durobo la revolución. Y aún, se me dijo que el cadá­

ver estobo perfectamente conservado por ios sustancias momí-

?«adoras puestas cuando fue preparado paro permanecer tres días expuesto en los diferentes iglesias de lo dudad,

L A P L A Z A D E L O S C O C H E S

I

Lo Plazo de los Coches se llamó, en su principio. Plazo de Mercaderes.

Cuando don Juan Mainero y Trueco demolió el ruinoo Por­tal que existía en el costado Norte, para edificar el conocido con el nombre de Portal de Hierro de Mainero, todavía se veía frente a la actual "Casa Blanca" un resto de la Picota de los tiempos inquisitoriales, "El Rollo" como le decían. Ero este un pedestal sobre el cual exhibían a los ladrones y malhechores, encodenodos, con letreros infamantes y los brazos amorradas o los espaldas.

Los niveles de desagües bajaban todos hacia el centro de la Plazo y por tanto la alcantarillo a llí situada exigía una tapo cuya altura sobre el pavimento sería más o menos de un metro Esa tapo o plataforma era aprovechada por los campesinos poro colocar mazos de yerba traídos a la venta. Por cierto, los mazos vendidos los iban acostando cuando su dueño no se los llevaba enseguida. Esto le dio el nombre de Plaza de la Yerba por muchos años.

Era grande esa plataforma, como que descansaba en cua­tro tabiques de la boca toma y la succión a llí provocada,.por un aguacero era bastante para ahogar a los perros que no po­dían luchar contro la corriente.

Por contra, debido o la ínfima deficiencia de altura sobre la bohío, en ¿pocas de grandes mareas se inundaba parcial-

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D A N I E L I E M A I T R Ê

mente ia plaza con agua de mar. Este Inconveniente indujo al olcolde Enrique Grau a pensar en una reforma de los der­ogues cuando el Distrito sólo contaba con tripas de cucaracha -ra las obras públicos, y puso la coso en manos de Olimpo >•--ja, "ingeniero de catálogo" como (lomaba don Carlos Vé-

r-z a los aficionados mecánicos. Eso sí, Lozada era inteligente en grado sumo y abriendo una alcantarilla ¡unto a la hoy de-

olida Agencia Postal y otra en el extremo Norte de la Plaza, ¡levó a cabo la obra contra las advertencias de los viejos y con el temor natural de atentar contra una cosa "hecha por los espartóles", obstáculo éste de terrible potencia.

Sin embargo, ya terminados los trabajos, en una madru-- oda de abril bajo tremendo aguacero, se toparon dos enca­potados en el Portal de los Dulces:

—jHofal —¡Hola!Eran el alcalde Grau y el ingeniero Lozada. Ambos acu­

dieron presurosos a contemplar la inundación que les habían vaticinado, pero los temores tornáronse alegría al ver todo en buena forma y la Plaza escurriendo como por encanto.

Y como Rafael Fernández era madrugador y ya había prendido una velita en la trastienda de "El Galio7 le tocaron la puerta y escurrieron ellos también un par de anises de coco que les supieron a gloria.

—jSantél —jSanfé!

L A P L A Z A D E L O S C O C H E S

II

La Plaza de los Coches, con sus portales adosados a lo muralla, quizá me gustaba más. La destrucción de éstos no me pareció de mucha necesidad. El tráfico era y es en direc­ción única, y prácticamente no se ha ganado nada. Lo pin­toresco ha perdido mucho. Las paredes interiores de los mu­rallas no son de piedra labrada sino de calicanto y exigen el blanqueo, con lo cual no pasan de ser un muro vulgar. Nin­gún artista tomaría hoy un apunte de ese sector de la plaza. Lo torcido, lo incongruente, lo laberíntico son en cambio fuente

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cfe aorpraaot y pintorescos puntos de visto pora el turista y pora los o man fes de io bello. Pero el progreso es progreso y, no hablemos más de eso. Mis apuntes deben trajinar tan sob por el camino de los recuerdos y volvamos a la Plaza de los

Coches.Se le dio ese nombre por ser la estación de los 15 o 20

coches de alquiler con que contaba la ciudad cuando la venta de hierba ya habió desaparecido de esos contornos.

Más tarde, en una fiesta de 11 de Noviembre, la bautw jaron oficialmente "Plaza del Ecuador", nombre que sólo figura en los programas de actos oficiales.

El edificio de lo alcaldía recién eliminado, era en sus co­mienzos uno casa de techo de zinc y un escaño pintado de verde en la acero, al cual iban a sentarse todos los borrachos y des­ocupados del Corra lito. La Tesorería del Distrito funcionaba en el local de la esquina. Todavía me parece ver al viejo don Manuel Bonfante en su tertulia mañanera, con las manos enco­jados en el chaleco, hablando con Antonio Lindemán y Miguel Rodríguez 2.

La puerta Enrique Román no existía, En su parte interior era una capilla dedicada a la Virgen de la Soledad con salida al túnel de la puerta del reloj.

Funcionaba por allí cerca un mingitorio cuyos respiros amo­niacales, junto con los del cañito de la Matuna que pasaba bajo el puente levadizo, no eran precisamente los más apro­piados para inciensar la venerable puerta por donde pasaron los patriotas en 1815.

Y vá, como último, un recuerdo bobito que tengo de la Plaza de la Yerba, no sin preguntar antes qué tendrán ciertas cosos insignificantes que se les graban a uno en la memoria para siempre: Arrimadas a la pared de la muralla, cabe la puerta del reloj, colocaban sus mesitas los vendedoras de pan de dulce ofreciendo su golosina a grandes y chicos en formo de escaleras, corazones, caimanes y muñecos. Y cuando don Zenén Benedetti pasaba ya de retorno de su habitual paseo al Camellón, de la mano con su hijo, compraba siempre un pan de éstos y le decía al muchacho:

—Ezequielito, cómete un caimancito.

C O » R A l r T O O I P I E D R A

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D A N I E L I E M A I T R E

b o r d a d o s y t i n a j e r o s

Hasta fines del siglo pasado revistieron un esplendor, inusi- )do hoy, los exámenes de colegios de varones y de niñas.

Ya He hablado en mi libro "Carralito de Piedra" de los fiebres exámenes del Colegio Araújo. A éstos como los de i* ras escuelas asistían los padres de los educandos y muchas *:os personas ataviadas con sus mejores galas.

En Sos escuelas de niñas, eran siempre lugar de mucha fracción la sala de costuras y bordados, entre los cuales no c itab a nunca el "Dechado", el cual, pasados los exámenes, era jestmodo por los orgullosos padres para ser colgado en el fron­

tis del tinajero.En cuanto o los bordados, era costumbre en las casas,

cuando había huéspedes, ponerlos en los fundas de las almoha­das, de donde amanecían éstos con las caros estampadas. Y ya que hemos mencionado el tinajero, no está demás anotar cqu í el aspecto y características de este más inmueble que mue­ble, pues hacia parte de la construcción de toda cosa del Co­rra lito de Piedra. Generalmente se construían para dos ti­

najas y se situaban en el corredor dando a la escalera, con respaldo de balaustres o manera de ventana para aprovechar así la corriente de aire producida en ese cañón de la casa y obtener la mayor frescura posible en el agua.

Descansaban las tinajas en un banco o poyo de materiol, y había un nicho o pequeña bóveda debajo de cada una para colocar un lebrillo de barro en donde caían las gotas de agua

rezumadas de la tinaja.En la parte superior tenfan dos tablas horizontales, la pri­

mera de ellas sin puerta destinada a colocar una hilera de tazas también de barro. La otra tenia puertas de rejilla y en ella se acomodaban en forma artística los mejores botellas, platones de mayólica o vajilla de plata de la familia, sirviendo así de adorno. No faltaban dos perillitas de madera para ten­der un cordel de donde guindaba el paño bordado que hacia de frontón del tinajero.

Está demás decir que a falta de neveras, era at animo de los tinajeros en donde se ponían las frutos, la jarra de chi­cha y a veces otra de agua con ruedas de pan viejo poro las

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C O R R A I I T O D E P I E D R A

enfermedades del estómago, en lo cual no andaban muy dos caminados nuestros abuelos porque el pan viejo produce mucha Penicilina.

Y como las tinajas* se llenaban con agua de aljibe, no había casa en donde no hubiera uno de estos más o menos gran­de, repellado por dentro con un zulaque cuya fórmula también esfá en mi libro "Corarlito de Piedra". El piso venía en declive ha­cia un pocifo o lebrillo que recogía hasta la última gota para po­der ser limpiados cómodamente a la entrada de las aguas. De ahí el viejo dicho cartagenero "estoy en el lebrillo" para expre­sar la carencia absoluta de dinero.

El aljibe en tiempos de verano resultaba una mina para muchas familias que vivían de eso, y el agua se vendía en ba­ñiles tapados con un rollito de fique nada higiénico. Las ca­rretas de los aguadores eran una especie de parrilla de ma­dera en donde colocaban diez o quince barriles. Las últimas circularon por nuestras calles todavía en 1908.

I, OS H E R M A N O S J A S P E

En el boletín historial de febrero del presente año, publica el señor José G. Yances M., una rápida biografía de cada uno de los hermanos Amaranto, Luis Felipe y Jeneroso Jaspe, cuyas vidas fueron ejemplo de laboriosidad, distinguiéndose como po­líglotas, pintores e historiadores.

No habla el señor Yances de los dos hermanos mayores An­tonio y José, a quienes seguramente no conoció por haber pa­sado a mejor vida antes de comenzar el presente siglo. En todo caso creo interesante para la pequeña historia del Corra- íito de Piedra, traer aquí el recuerdo de ellos como cartage­neros de grandes méritos, grandes trabajadores y poseídos de un espíritu de empresa que hacía honor a la tierra que les vio nacer.

En efecto, Antonio, el mayor, fundó aquí la primera fá­brica de licores finos, en el departamento de Bolívar, llegando a producir anisetes, rosolios y otros licores en boga entonces, lodos de primera calidad.

José, el segundo de ellos, estableció primero una fábrica

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D A N I E L L E M A I T R E

de fósforos de seguridad, expropiada por el monopolio cuando lo estableció el gobierno del doctor Núñez. La maquinarla desarmada fue a parar a una de las bóvedas de las murallas y allí, hsta hace muy poco, podían verse ejes y ruedas denta­das tomadas de orín, como recuerdo de aquel esfuerzo industrial.

Pero no pocos eran los arrestos del interesante hombre y, sobre la brecha, emprendió después la fabricación de conser­vas de pescado en latas, En 1896 tuve en mis manos un pote de lomos de pargo, admirablemente empacados, con toda la apariencia de los similares extranjeros. La fábrica funcionó en el Castillo de Manzanilo, en la bahía, pero sea por falta de flota pesquera suficiente, para garantizar la abundancia de materia prima, o bien por algún defecto en los viveros, como acon­teció a otra compañía enlatadora establecida en Manga, no ha muchos años por don José G. Sotomayor como gerente, v otros,lo cierto es que ambas fábícas tuvieron que suspender sus acti­vidades a poco de comenzar.

De todos modos el esfuerzo de don Pepe, como todos le decían, fue digno de loa y su nombre debe quedar como el de pionero de la industria cartagenera.

C R U J I D E R A S

Aunque me llega sin firma responsable, publico con mucho gusto la siguiente carta por cuanto en ella se habla de las "crujideras" en los zapatos. Yo recuerdo las que ponía Yoyito e! portero-zapatero de Santo Domingo en los boticones de todos los RR. PP. Eudístas. Cuando había dos o tres de ellos trom­pando por la iglesia la oquedad del templo aumentaba los chirridos y aquello parecía un concierto de ranas.

El Maestro Lucio Acosta también fue un especialista en cru­jideras. Los zapatos del señor Gandolphie, en el silencio de las noches de la guerra del 95, los oía yo en mi balcón de la calle del Estanco del Tabaco, desde el momento en que saiía él de su juego de Escoba en la cantina "El Washington", calle de la Cochera, hasta llegar al Hotel Americano.

Arjona, abril 5 de 1953 Señor don Daniel Lemaitre.— Cartagena.

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

Distinguido señor:

He esperado Hasta hoy el envío de la presente, esperando que usted o alguno de los colaboradores de "El Universal" haría la aclaración que haré más adelante, por los involuntarios cam­bios de nombre que aparecieron en los apuntes de su simpática sección YEI Corralito de Piedra" del viernes 29, dedicados al ilustre presbítero doctor Montes, fallecido hace ya muchos años.

Sírvase excusar esta intromisión y el estilo inelegante en que va escrita.

Conocí muy bien al Padre Montes. Aún me parece verío bajar o subir majestuosamente las escalinatas de la iglesia do la Trinidad, en el barrio de Gstsemaní, que él administraba.

Aunque yo era todavía un adolescente cuando él murió, frisando tal vez en los 60 años, conservo claramente el recuerdo de sus faciones firmes y de su porte señorial que parecían en­contrarse en la plenitud de su vigor. Y recuerdo así mismo las brillantes hebillas de plata y las ruidosas "crujideras" que solían llevar con más o menos frecuencia los medios-zapatos o zapa­tillas que habitualmente usaba.

Debo advertir a los lectores de las nuevas generaciones que las "crujideras" en los zapatos eran de uso corriente por aquellos tiempos en el Corralito de Piedra. El doctor José pli­ses Osorio, por ejemplo, notable abogado oriundo de San Juan Nepomuceno, también las llevaba bien resonantes recién venido de Bogotá. Pero las que usaba el Presbítero Montes eran extre­madamente ruidosas, al punto que al pasar él frente a cual- queir casa del barrio, decía uno, sin verlo, ahí va el Padre Montes.

Pero el Presbítero señor doctor Montes, como él exigía que se le dijera, no se llamaba Luis, como erradamente aparece en la crónica aludida. Su nombre completo era Ambrosio Benito Montes. Así decía—o dice si no ha desaparecido— la lápida que cubrió los restos del ¡lustre prelado en la iglesia de la Tri­nidad. Y así aparece, o debe aparecer, en los libros parro­quiales del tiempo en que él estuvo encargado de su adminis­tración.

Mas he aquí, señor Lemaitre, que en Cartagena sí vivió y murió un caballero llamado Luis Montes. Fue él don Luis

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D A N I E L L E M A I T R E

Montes Granados, casado con una dama linajuda de la ciudad, de apellido Polanco. (Si no me triaciona la memoria, el nom­bre de la dama era Dolores).

Ese matrimnio tuvo un hijo inteligentísimo, amante fervo­roso de las letras y poeta de estro delicado, cuya prematura muerte causó honda consternación en la sociedad cartagenera, y muy especialmente entre los estudiantes de su época. Ero él Fernando Montes Polanco. Y su padre, don Luis, confundido inexplicablemente con el Presbítero, tenía un temperamento es­cabroso. El sí era un cascarrabia o un vinagre, como se dice en lenguaje familiar.

Servidor de usted,Cartagenero

S E R E S D E S G R A C I A D O S

Aquí, como en todas partes, al pasar de los años, va uno viendo por caprichos de la naturaleza al par que bellísimas cria­turas, otras extremadamente horribles o desgraciadas.

Entre los fenómenos repugnantes, pasó por esta vida en ei Corralito de Piedra, un negro llamado Catalino, feísimo, con una nube en el ojo, la cabeza enorme, como enterrada en el busto, brazos muy largos y manos descomunales de las que se servía cuando caminaba como si fueran remos, pues caminaba a rastras por tener las piernas anquilosadas, parecía, en fin, un animal. Sin embargo, este hombre repulsivo a primera vista simpatizaba con todo el mundo. Era el primer espectador en todas las funciones de teatro y no solo era eso sino que—oh, cosas del tiempo viejo!— se sentaba en el escenario entre las candilejas. La entrada no se la cobraban como tampoco le cobraban pasaje para donde quisiera ir, y así, viajaba a Colón u otras partes. Sabía el oficio de sastre y trabajaba como ofi­cial en la sastrería de un maestro en el arte llamadc ' El Cu­bano", establecido en la calle de las Carretas.

Hubo aquí también, otro hombre contrahecho por el estilo

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C O I t A 1 I T O D E P I E O I A

que lleva en ef corazón, como el más preciado don que dó la naturaleza

Y como improvisador, no se puede negar que se [ucíó eí ccronelifo.

" L A PEÑA DEL CAFE T IN T O "

II

Cuando uno persona se vuelve "D ileftanfi" del café, aque­jo se le convierte en una enfermedad y más veces fruncirá b boca paro desaprobar el brebaje, que hará chasquear lo len­gua contra el paladar en trance de suprema delectación.

Este grado de excelencia se obtiene pocas veces, y eso a costo de complicadas reglas de torrefacción, calidad de grano ciase de colador, y temperatura de agua.

Los Sabaneros, aseguran que una olla negrita hace café con bicho tostcdo lo mismo que una pipa curada convierte en buen tabaco cualquier ¡amiche. No hay más que hervir y po­sar por una media que no tenga hoyos.

Pastor Restrepo, habituado de la Peña, como buen anrio- queño, sabía de la cosa y conocía métodos muy sencillos para obtener excelente café. Pero Henriquito Román era de ios com- Oi'icadcs.Cafaba el buchecito rotando la lengua por detrás de los labios, con los ojos en blanco, y sólo cuando la excelencia de la colada merecía su entero aprobación se relamía diciendo: E*te sí es legítimo maragojipeí

Porque han de saber ustedes que a llí en la tienda tenía­le s excelente grano, regalo cosi siempre de agradecidos agen­tes viajeros, quienes por haber participado ocasionalmente de nuestras tenidas y oído las sabías disquisiciones de Henriquito sobre el "Moka" y el "Excelso", nos enviaban luego de Antioquia o deí Quindío, algún regalo de selección. Con tal materia prí- mo y los indicaciones de Román para su tejemaneje, el tinto de '■3 Pena resultaba amenador, el número de socios iba aumen­tando paulatinamente. Tuve que mondar a hacer cinco tabu-

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D A N I E L l E M A I T R E

-efes ol Maestro Licsro y dejar de vender a algunos Crien- res llegados en momentos inoportunos. Hobríose vísía?

sgar cuando Fernando de la Vego estaba engolfada en una deliciosa charla I

Por cierto, si esto sucedía el maestro miraba al intruso, / le decía a mí hermana Elena, por lo bajo: "Elenito hostilice, hostilice".

No hay duda, yo era entonces más feliz en mí pequeña Senda con mis dos empleadas y el negrito de barrer la puerta, que hoy al frente de una gran industria. Ante un rato de espi­ritualidad podía dejar de vender sin remordimientos de bolsillo v vivía la vida feliz del corralito.

Era amañador, como decía, aquel café oloroso, y por eso r.o era de extrañar que el Reverendo Padre Blivet dejase síem- rre algún paquete olvidado con deliberado propósito de no acordarse de él sino al día siguiente, y venir a buscarte, qué casualidad!, a las tres de la tarde cuando humeaba el tinto en los pocilios.

Uno de las últimos socios recibidos en la Peña fue Eicam Lagonterie, actual gerente de la oficina del Coble. Yo, inge­nuamente atribuía la conquista y podría decir la conversión, de ten opreciable súbdito inglés, a la superioridad de nuestro gre- no, sobre el clarucho té de los británicos, usado aquí apenas en as descomposiciones del estómago. Pero a poco me di ojenta

de que su principal interés era enseñar a Conchita Esprieiía, mi contabilista, la misteriosa clave del alfabeto Morse rníerrírcs la clientela del mostrador pedía 'Manos Cogidas", un perfu- rruto muy en boga entonces.

A lo encantadora alumna se le hizo muy difícil aquel tíqui tcque, pero al fin como que lo aprendió bien, y así, también 'Je manos cogidas, la vi después ante el señor cura cuando ce­lebraba su matrimonio con el inglesito.

La Peña terminó con el traslado de mi oficina a un lejano barrio. Ahora hago más negocio, pero en cambio mi tinto nc es lo mismo, no es lo misma! Me te traen respetuosamente a mi escritorio, me lo tomo en silencio, y hasta tengo ¡ay? que en­dulzarte con Sacarina.

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C O R R A L ! T O D E P ' E O R A

S A B I N A

Va yo si hay mujeres buenas y serviciales en el CorraliM Sabina Llorona es una de ellas y bien lo saben sus amistades y los personas descompuestas, porque para componer doscom- posiciones no Hay como su mano y su unto compuesto para los descomposturas. En sobando y sobijando, a poco se oye | tras! cuando cae el tendón en su puesto. La manteca de caimán seró buena pero si no se le sabe cojer el bajo a la torcedura, Juml. . Quién si no ella pudo arreglarle las bisagras al Tito .'ubiría después de su tremenda calda? Si los médicos de Bal- f more, al verle después, le preguntaron quién habla sobado eso ton bienl

La moda del polizón se extinguió en 1891 pero Sabina parece llevarla todavía y, asi, con otras coqueterías, per semper fumino, asiste a procesiones y a misas de difuntos pese a tantos Brisfóles como ha colgado en su pared.

En esas misas, después del Deo Gratia, viene siempre mu­cha galleta de soda con mantequilla y mesa larga. Tocárale una vez cuando la difunta Bartola quedar en un extremo y en el otro Chano Alcalá, quien repartía los yantares,- pero fuese prudencia o escasez de huevos fritos, los más cuajados Chano iba partiéndolos en dos.

Discreta era la maniobra y la hubiera tal vez damnificado, pero ello, algo prevenida, porque "quien a mano ajena espera molyanta y mal cena", detectivó la cosa con sus ojos de radar y le gritó: Cha ni to! Chano Alcalál lo que es mi huevo me lo das entero.

Así se colorean deliciosamente estos actos sociales allá por h calle de Tripita y Media y así son las cosas de Sabina.

En la vida—como a ella le pasa—en la suvidad del sobo y la bondad de la sonrisa está el secreto para tener mucho par­irlo y comer huevos enteros.

CO N CEPCION J. DE A R A U JO

Ninguna Dama con más exquisita aureola de feminidad he conocido en el Corralito de Piedra.

El gusto decorativo de Víctor Araújo, su nieto, digno de

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D A N I F . L L E M A I T R E

admiración en cualquier parte del mundo, no es más quo un ¡•.■stollo de aquel temperamento a través del cual las cosas más

tnviales de la vida solían engalanarse con toques artísticos de espiritualidad.

Me parece que la veo sentada en su rincón preferido, un ••¿tremo de la antesala cabe una puerta hada la terraza, des-

e la cual se vela un rosal y un pedazo de cielo.

A llí su mesita de trabajo colmada de revistas y periódi­cos, la novela entre manos, recado de escribir, una taza de plata con agua fresca y un vaso artístico con flores. Ahí tam bién su costurero porque a una dama Intelectual tampoco le í .lta nunca un calcetín que remendar.

La tertulia ordinaria se formaba a su alrededor y a ella acudían con frecuencia Gabriel E, O'Byrne, Camilo Del­gado, el célebre "Dr. Arcos", Lino M. de León y otros de la redacción de "El Porvenir" hallando siempre la misma afabilidad de Misiá Concha, a cuyo claro talento pedían no pocas veces t i fallo en discusiones de carácter sentimental.

Entusiasta por el teatro, era la primera en todo abono al viejo Coliseo "Mainero" y consabido era de los empresarios que el palco número 12 era para ella. No se hubieran atrevido a venderlo a otra persona.

Como amigo íntimo de su malogrado hijo Antonio, tu/e ocasión de visitar con frecuencia su elegante casa y gozar de su maístad y cariño, especialmente después de la muerte de aquel compañero de mi juventud.

De la obra literaria de Mary Faith, su seudónimo recor­dada en estos días de su centenario notal por la prenso nada puede decirse que no sea otra ofrenda de admiración para aque­lla insigne literata a quien yo decía "Doña Emilia de Colombia' por aquella otra Emilia, la Pardo Bazán españolo.

Si en el campo literario merecía tal nombre, en el de les sentimientos patrióticos bien se la hubiera podido llamar "La Leona de Castilla". Su voz temblaba, se incendiaba al recue do de los portentosos hechos de nuestro historia. Sentí© como nin­guna el orgullo de ser colombiana.

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D t f A O O E P I E D R A

Fue osi como en el nefasto 3 de noviembre de 1903, cuan­do ¡a noticia galvanizaba de estupefacción o los habitantes de Cartagena, ella, la primera dama en reaccionar, se asomó a ío parte centro! de lo casa llamando a gritos a todo el personal de lo imprenta. Todos los operarios y sus jefes O 'B ym e y Lino león acudieron y uno vez en su presencia la vieron con el sem­blante demudado y escucharon estas lacónicas palabras:

—Acabo de saber lo noticia Ustedes qué van a hacer? Tomen, añadió, y les tiró una bandera colombiana que poco después tremolaba o la cabeza de imponente manifestación.

Ero uno ola que iba a estrellarse contro la roca de lo im­posible pero de todos modos era el grito después de la herida, era la inconformidad manifiesta de la ciudad dispuesta a todo sacrificio y ese grito partió de ella.

En cuanto a su afición por las bellas artes, su casa era terr- plo en donde se rendía culto a la música, la pintura y la es­cultura. Había muchos cuadros de mérito en el salón y ella misma pintó algunos que reposan en poder de sus hijos, en día.

Y pues de lo sublime a lo ridículo no hay más que un pasd, referiré como final una historieta que le hizo a ella mucha a ra ­da y a mí no se me olvida: Tenía misiá Concha en e! salón principal un bellísimo grupo en mármol de "Las tres Gracias".Y un día, tomándome de la mano, me dijo:

— Ven acó, Danielilo, como siempre me llam aba, te espe­raba para mostrarte una novedad que tengo en la sala, es un grupo escultórico que se llama "Los tres capuchones" y al acer­camos a él soltó una carcajada misericordiosa ante el adefesio c (a vista.

En efecto, había tenido ese día la visita "d e polisón", como decían a las de día entero, de una su am iga de nombre i’.iaría de Jesús Echegoyen, vieja rezandera, quien escandali­zada de la escultura, aprovechó algún momento pora confec- c onar con papel crespón sendos vestidos para las Tres Gracias, amarino azul y rojo.

— Concha, cómo teparece la idea, le había dicho. A y , hija, porque asi tan encuerecitas. . .

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.D A N I E L L E M A I T R E

J O R G E P O M B O

I

Es increíble cómo uno décimo o uno simple cuarteta, cuan­do noce con gracia e ingenio, se conserva a través de gene­raciones. Sin embargo, lo gente nueva, menos inclinada a las osos del espíritu, tal vez a causa de la vertiginosa vida moder­

na, llena de mquinarias, automóviles y películas, tiende a olvi­darse de muchos de aquellos brotes de ingenio literario, que ha pocos décadas ningún muchacho de veinte añas ignoraba.

Revisando mi archivo me encuentro con uno de ios prime­ros números de "La Prensa", de Barranquilla, de veinticinco añas afras, con un retrato del célebre Jorge Pombo, y la reproduc­ción de algunas de sus décimas más conocidas y repetidas no f-o'o en los círculos elegantes sino hasta en las chozas humildes, y quiero copiar aquí algunas de ellas juzgando interesante re­frescarlas para los jóvenes que aman estas cosas.

Quién, de mi época juvenil, desconoce por ejemplo aquella le d ica d a a Manuel Benavides Z., (alias el Pollo Negro) ird ivi- f lu o muy moreno cuya cabeza empezaba a blanquear?:

Cuando tu pelo cuzcú se tome de negro en cano, prez y honra serás tú de este pueblo colombiano.A l más venerable anciano

verán los hombres en tí,serás distinguido, y __pasarás desde ese día de la gran categoría de marimonda a tití.

Jo rge Pombo era empleado del Banco Americano de 5a- rranquilla, fue un raro especimen en aquello de aunar tos mate­máticas y la poesía. Componía una décimo con tanta faálidcd como sacaba un balance de caja, cosas generalmente antagó­nicas.

He aquí otra dedicada a doña Manuela de ta Torre de

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

Jiménez, esposa de don Carlos Jiménez, Gerente del Banco Ame­ricano, en donde Pombo era tenedor de libros:

Raros son los corazones como el de doña Manuela, cuya bondad se revela en sus más simples acciones.Entre los preciosos dones que Dios le dio, tiene un don que vale más de un millón

y constituye su encanto.Ese don que vale tantoes don Carlos, mi patrón. *

Y ésta otra para doña Soledad Román de Núñez:

El Magistrado modelo que Dios te dio por esposo es el Sol esplendoroso que ilumina nuestro suelo,- que, como el azul del cielo el firmamento arrebola,

y en la reluciente aureola de esa espléndida lumbrera, por ser tú la compañera de ese Sol te llaman SOLA.

Jorge Pombo unió su vida a la de doña Rosa Molinares, formando un hogar feliz y lleno de virtudes que aún adornan a sus descendientes.

J O R G E P O M B O

II

Continúa refrescando algunas de las décimas del poeta Jor­ge C. Pombo. En dos de las que siguen a continuación se sale de su elegancia y delicadeza habituales para caer en el empleo de algunas palabras vulgares, pero quizá por eso mismo son de una gracia especial:

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D A N I E L L E M A I T ü E

ANTE JOAQUIN PABLO POSADA

Légame, Joaquín, tu herencia mas no me dejes dinero-, ni lo tienes, ni lo quiero; légame tu inteligencia, tu vastísimo talento, más grande que el firmamento, légame, por fin, tu obra que con ello basta y sobra z para dejarme contento.

Abril 2 de 1880.

A RICARDO GAITAN OBESO

Qué mal pudiera yo hacerte a t(, Gaitán, feroz hiena, a tí, por quien Cartagena en cenizas se convierte?No deseo que la muerte halles en ningún encuentro con las fuerzas de aquel centro,- mi ambición no es esa, es otra, es que te salga una potra más grande que las de adentro!

A MAGDALENA ISLA

(Muerta prematuramente

No tiene la gran sirena tu armonioso y dulce acento, ni huele como tu aliento, la más fragante azucena.A tu lado, Magdalena, la rosa misma es vulgar y, al ver y considerar,

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C O I R A I I T O OC M i O I Aque hoy en lo noturolezo, tolo de tonto M in o quistara volverme mor.

A RITA

(Ignorada)

A lo encantadora Rita, yo con efusión lo amo, y con fuerza la proclamo del mundo lo más bonito.Por ella mi olma palpito,Desde un tiempo bien remoto, ningún defecto le noto, es de virtudes modelo.Parece un ángel del cielo, la vaina es que tiene Goto!

En el número de "La Prensa" a que me he referido ante* r*ormente figura como compilador de estas décimas un tal Ovi- d*o Oviedo, cuyo nombre parece más bien un pseudónimo, y quien las envió al citado periódico diciendo: Ahora nos com­place ceder este material inédito, por decir así, para su publi­cación y regalo de sus lectores.

C A M I S A S D E L I S T A D O

En los tiempos viejos, los mujeres del bajo pueblo de Car­tagena y los esclavos vestían amplias faldas o polleras de t na telo liomoda "Pancho Azul" y sobre la camisa una mantilla o pañoleta odomoda con flecos blancos, todo de la misma tela de algodón, pero también las habla de seda.

Después de la manumisión vino la costumbre de la camisa de "Listado", tela inglesa a cuodrrtos muy pequeños, rojos o azules, pero siempre de lino, y por lo tonto muy fresco. El uso de lo comisa de "Listado" se limitaba a las mujeres de la clase

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D A N I E L L E M A I T U

Lo ¡o y a la» campesinas, sin embargo, la gente rica la empleaba poro hacer sacos de almohada.

Los importadores mayoristas del "listado" eran los Gómez, tía toe! del Castillo y don Bartolo Martínez, hasta fine* del siglo ; osado, y lo última tienda en dejar de venderlo fue la de San- r«gü ito Araújo. Aquella tela resultarlo hoy demasiado cora hasta pora la clase media•

Recuerdo haber visto una pieza de "Listado" cuya etiqueta reía: "Garantifo foto lito". Esto, de muchacho, me ponía la

cabeza loco al tratar de traducirlo, pero quería decir garan­tizado todo lino.

Y ti eso de manejar un idioma extranjero era cosa sería pora la importante caso fabricante del "Listado ', que no tenia perdón de Dios, tratándose de una etiqueta para el mer­cado latinoamericano, qué podio esperarse de un modesto ha­bitante del "Corralito", que sintiéndose de pronto en el come­dor de un buque inglés, tratase de capitalizar sus escasos cono­cimiento* y la fuerza de mímica pora pedir cualquier coso en el idioma de Shakespeare?

Pocho Jiménez hacia un circulo con el pulgar y el índice y le decía al sirvientes

— Nigrol Nigrol Con lo cual no quedaba muy explícito, pero indudablemente estaba pidiendo ciruelas pasas.

Ricardo Román, ya con algunos elementos del idioma en el cacumen, embutidos por el profesor doctor Dionisio Hermene­gildo Araújo, sabía algo, pero no tanto como para que el coma rero le trajese mantequilla cuando te decía-, "Give me butter- fly".

Y Vicente Villa desesperado por unos huevos pasados por agua, ante la cara idiota del mesero, incapaz de comprenderlo, se agachá y le dijo: "queo, queo, queo". |Y lo fácil que hablan hasto los niños de por allá esos lenguas tan endemoniadas! Tal vez por eso aquellos versitos:

Admirado un portugués al ver que en su tierna infancia todos los niños de Francia supiesen hablar francés,

-1 S 1 -

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C O f V A l J f O 0 1 r i C O I A

id dp I h SdaM M O ím h Iw Candilejo y toso no) y lo m m en Ib goterb bo|o del Palocio <k Gobierno, frente o lo Pu«r. hj ci»i P*rdón y oro llomodo el Atoar de los Artesano* por agr »fo t quienes procuraban Al adorno.

gra costumbre poner toldas sobre las altares, por pro» caución en caso de lluvia, y las calles se alfombraban con Haigg verdes y floras rojas de acacia muy abundantes en esas días do primavera.

Alguna ves el Obispo Medina previno al público que si ponían ei ofcor de las Artesanos en la galería bajo del Palacio, ia procestón pasaría por olio eso estación y entraría directamente o b Catedral, pues era prohibido por los Cánones exponer lo Mojestad bajo ningún piso de caso habitada.

Como quiera que este altor correspondía a la gente hu­milde y te juzgara aquella prevención como una bravato despee- fivo. conocido el carácter del señor Obispo, se decidieron a le­vantarlo como de costumbre, o pesor de haber sido hecho aque­lla advertencia por segundo vez la víspera de la fiesta, sin pensar tal vez que iban a provocar un conflicto.

En efecto, ol llegar la proceión y entrar directamente o la •gbwo sin hacer lo estación correspondiente, el público comenzó o vociferar lanzando gritos de protesta contra el señor Obispo en medio de un tumulto de grandes proporciones que amenazaba penetrar al templo.

Algunas señalaron, aviesamente, como cabecilla del des­orden a Eugenio Maza, zapatero, conservador, muy religioso y amigo del Obispo Medina. Tan así lo era que Su Señoría, con rrucho frecuencia, se detenía ante la puerta de su taller, cuando pasaba o tomor los alimentos en casa de Misia Manuelita Gordón ■hoy fábrica de vinos de don Angel Núñez).

El tablón que había entre la esquina de la hoy Biblioteca de Fernández de Madrid y la calle de San Agustín fue puesto por Mozo para facilitarle el paso a Monseñor, pues cuando üovia ero muy difícil atravesar por allj.

Maza quiso, más tarde, no atenerse a la ganancia de su zapatería y emprendió el negocio de sal yéndo personalmente a buscarla a Galera Zamba, pero desde su primer viaje no se supo más de él ni de su caballo. Sólo que había desaparecido en el caserío de Corra lito. Más tarde se sospechó de un ir.di-

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E l I E M A I T X E

3pato y si general Pedro Martínez P. i "Pes­ie Maza, se interesó en descu,-brir a' asesina, er las actividades del general Martínez se ompodre suyo, juez por cierto, quien a lo n poco sus escrúpulos, tuvo que entregarlo, nocente Maza la había considerado el vulgo s por el tumulto del día de Corpus.

DEBAJO DE UNA MALA CAPA

a t 9T. por los lodos de lo muralla del Reducto, mientras detenía mi automóvil paro contemplar algo en la bahía, se

c ccercó un humilde hijo del pueblo y me tendió uno corto,o lo vez que me dirigía efusivos saludos.

—Aquí no, vaya a la oficina, le dije pensando fuera acaso uno de tontos admiradores, con signos de peso ol final, como se le vienen a uno encimo.

Con gesto de arrogancia contestó el desconocido, un hom* c-e de color yo casi anciano: — N o, don Daniel, no se trata de eso. es simplemente un saludo y una felicitación que tenia en el bolsillo desde hoce muchos días.

Luego de leer la corta, no he resistido lo tentación de pu­blicarlo aunque toda ella sea una loa poro mí, porque franco- mente no me esperaba debajo de tan mala capo hallar ton buen bebedor, y dice mucho de este Corralifo de Piedra que a veces suele darnos sorpresas como esta:

Cartagena, marzo 27 de 1953

Señor don Daniel Lemaitre.—La Ciudad.

Estimodo don Daniel:

La presente le lleva las congratulaciones, tal vez del más humilde de sus amigos, pero el más ferviente admirador de sus méritos.

Según los anatómicos frenólogos, y toda la serie de sabios qj!° laboran por conocer lo razón de ser del organismo humano, la masa encefálica a pesar de su aspecto compacto, encierra

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C O R R A I I T O D E P I E D R A

senos y sinuosidades cada una de ellas dedicada, unos a la memoria, a las pasiones, etc. Por esta razón esa archivadorc se halla sometida a tremenda actividad cuando el propietario, eso jal usted, hombre de múltiples acciones.

Ninguna loa merece aquel quien, cual una frase usual de los yankes de GRASHOOPPER, salta de aquí a allá sin correla­ción. Es en usted lo meritorio, y a lo cual sus amigos y admi­radores rendimos tributo, el que cuanto hace lo hace bien, sus escritos de un sabor original han servido de urna para conservar las reliquias de esta nuestra Cartagena del pasado centenio que se nos vá arrollada por la indiferencia y el progreso a quien nada detiene.

Sus versos, especialmente los que hablan del mar, lo hacen presumir y soñar a aquellos a quienes el Creador no ha dado la dicha de contemplar nuestros panoramas, nuestro sol, ni nues­tra música candente como las arenas de las playas bajo la ac­ción de ese sol. La palmera que ondula al compás del viento, la moreno de rítmico y provocativo andar, la gaita quejum­brosa y el tambor, vestigio del Africa lejana, todo se enmarca en sus versos, y esa música de la cual es usted intérprete, toma al salir de sus manos forma y esencia de puerto, de mar y amoríos.

Y aún hay espacio y tiempo para llevar en forma polícro­ma al nativo, al visitante y al ausente, la realidad de las be­llezas de nuestros atardeceres, de las reliquias del dominio es­pañol y el período precolonial repreentado en monumentos, fortalezas y mansiones en las cuales aún campean los escudos señoriales de condes y marqueses, quienes por prez y oro vi­nieron a estas tierras. Y como industrial y amante del agro, nada que decir.

Son mis deseos que perdure su existencia y su labor para bien de esta pobre tierra que tántos hijos como usted necesita.

Su atento S. S. y amigo,Odilón T. Castaño R.

Playón del Blanco, calle del Tendal, casa "Dardanelos", N° 15

Quién sabe cuántos Odilones se esconden en su modestia,

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D A N I E L L E M A I T R E

por ahí en los barrios bajos, que pudieran dar quince y raya a cualquier maromero de la prensa. Corralito fecundo!

DE LOS OBISPOS M EDINA Y CERON

Conoció don Jeneroso en su larga vida a muchos de los jefes de esta Diócesis de Cartagena y con respecto a ellos me decía que los más caracterizados habían sido el Obispo Medina y Monseñor Brioschi, y de ellos me refrió algunas historietas.

Monseñor Medina solía hacer visitas a las casas particu­lares vistiendo el hábito morado y siempre en compañía del Padre Robione. Alguna vez estando en su casa, de visita a su madre y sus hermanas, el Padre Robione se aventuró a tocar el costurero de una de ellas y éste se vino al suelo, motivo suficiente para que el Obispo le diera un réspice delante de todos en el estrado.

Un domingo en la Misa mayor sentado en un sillón como lo hacía siempre, explicaba el Evangelio cuando de pronto hizo una pausa y d i|0 con voz grave: "Cuando una persona se di­rige a otra, sus palabras deben ser escuchadas y así lo hace toda persona culta. Faltar a ello es mala educación y reviste caracteres graves cuando el locutor es un Prelado. Y luego gol­peando en los brazos del sillón, añadió: ¡eso es una mala crianza, una grosería!

Los asistentes nos mirábamos a las caras unos a otros. Se trataría de algunos lechuginos que estaban sentados en las gradas del Coro bajo? Pero de pronto suspendiendo la repri­menda y con voz serena y reposada pidió perdón a los fieles allí presentes.

El también haoía incurrido en falta grava dejándose llevar por aquel brote de su carácter, y después de decir esto cor* los ojos arrasados en lágrimas siguió al altar para continuar le Misa.

Aquel final produjo sentimiento de admiración en 'a con­currencia por la manera como el Prelado con un acto de hu­mildad había podido sofocar el ímpetu de su carácter. Nunca, que yo recuerde, fue oída una misa con mayor devoción.

Muerto el Obispo Medina la ciudadanía firmó una plancha

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C O R R A I I T O D E P f E D R A

pidiendo al Padre Santo nombrase Obispo de C artagena a l Reve­rendo Podre Bíffi, pero éste se negó a aceptar poniendo como excusa su calidad de Misionero, y por tanto fue nom brado el Obispo Cerón, quien llegó aquí con su fam ilia y con ello se o'ojó en la cosa en que nació el doctor Núñez, calle del Coliseo, absorbida hoy por el Almacén Mogollón. Allí a poco murie­ron todos de fiebre amarilla. Cuando notaron que el O bispo rambién había s.do inoculado se k> llevaron a Turbaco pero era yo muy tarde y también el señor O bispo murió de la te­rrible enfermedad.

La fiebre amarilla no atacaba a los naturales d e C a rta ­gena ni a ningún extranjero que a ella llegase p ar lo v ía del mor, sino a los que procedían del "Reino" com o se le decía ai interior del país.

La Pastoral del Obispo Cerón después d e su visita apos­tó lea o Provincias, fue una cosa tremenda. Ni un lib era l de aquellos tiempos la hubiera escrito más tuerte, me d ijo don Jeneroso. Y no podía ser menas al encontrar un clero rela­jado como fenómeno natural de aquellos tiempos dejados de ia mano de Dios, cuando no había siquiera un Sem inario donde encausar las vocaciones.

A la muerte deí Obispo Cerón toda la sacied ad de Cor- *agena voívió a firmar una petición al P apa pid iendo como sucesor al Podre Biffí a ía sazón en Birmania. Esta vez fue complacida la ciudad y g 'an d e fue el 'úbiio en el recibimiento de aquel Santo Varón cuya paternal dulzura y angé lica bon­dad perdura en el recuerdo de quienes tuvimos la dicha de conocerle.

Y tocante a ¡a Masonería, añ ad o hoy, con perdón d e us­tedes, la zurrapa de mi "CorralHo*“ de a y e r que se q uedó pe- cccio si cq c*ro o^l colisto

banquetes de la m asonería h ab ían d e g s - s tente en píes" exclam ó una noche don

: "Sombre, y a estas fiestas se están voS- 33 ratón. Aquí no dan más q ue p an con

ando yoen pequde Zufai

v:endo recepciónc^eso!

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N o sé de donde vengo b palabra "Tártara" que nues­tro pj2b«3 empleo p ara designar el azafate o bandeja de ma-

usado para colocar los bollitos o dulces secos y venderlos por c ca iie . Dejo a G abriel Bustos V ilb rre a l, amante del Foí- .. -re / aficionado o investigaciones de esta índole, encontrar ei o rigen de la pa lab ra , porque yo lo más parecido que he en- : ,-t 'c to d o es "T o rte ra ", cazo pora hacer las tortos. Si el ocertto ¿3 tá rta ra fuera grave, diríamos uno corruptela, pero siendo esdrújulo la cosa va ría .

Vam os, pues, con uno tortora de dulces en la memoria o Hccer el recuento de las ricas goles,rvas en ells contenidas, es tueren de la dulcería de la "N ía M atilde Tona", como decía Caro­zo, una vie ja y popular vendedora de dulces, o de la "Ñ ía M atlde '-O’v o " ó de las Poloncos, los tres mejoras dulcerías que fu r- c<or>atan en el Corralíto o fines del siglo posodo.

Eran éstas: Carísecos, A lfa jores, Bocaditos de lo Reina, '-o b e iiito s de A n ge l, Gustos de Noche tocino del cielo como

¡man en España), Cucuruchos de cocada en polvo, encanto de Cs " '-chochos no solo por correrlos, sino para soplar luego e .— 7~C".q vacío contra a la u ra persona, Yemitas íye r-a de Sor Leandro en S e v illa ;, Torticcs de vino, Hechas con todos ios du-- C£s de Harina sobrados del d.a anterior, incorporándoles feevo

D A N I E L L E M A I T R E

D U L C E S E N T A R T A R A S

js n e ra s o . r*/'nnn< nae Ajon 'pJí, Coches de pon *as?od:- rodo, Trom podos, Cojetícos de harina tostadas y rellenas J-ilce de m am ey o de guoyeba. Panochas de queso y az¿- M oría Luisas, Bombos, Pon de Yucc y otras mil goiov' os.

c’--.:c to s de grandes y chicos

- ' ' ' 5 (o íi dulces rras coros estoocn ¿os -rorvoocs , raras^zcocho rellenos con crem a. Y a propósito, alguien mey "ta c o s:i fVA ero 1uno iirreverencia poner ei nombre del r-acc1 ces de tó rta ra . Pero no, 0 mi ~e parecía muy bien, per

a m o rfo de! bizcocho y b bbnco de la c e rro ,Jc a rT a lg o c s ii com o b bandera de k* Eslodai ta tfA d O k

‘ ch o ro ya son las dos de la farde y o lió va "Coroao", b :sra tuerta , po r fos silentes y saleadas co les dpi C o rrig e

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C O I t A l f T O D i P r f O f? A

L!*vo la fárfara en lo cabezo y debo jo del brazo el platón de fas cornacas. El otro brazo, colgondfe, lo bolonceo al compás de sus chancletas, y su grifo agudo perfora con pequeños intervalos lo pesadez de lo siesta: Loe Duuuccef. . , Los DuuuceeL „, 1

L L E G O L A M A L A R E A L

Después del sirio de Gartán cuando todavía el vapor de la Mofa Real no entrobo a lo bohío, un cañonazo anunciaba cuondo tomaba fondo afuera de Santo Domingo.

Aquello era como un aldabazo dado en (a puerta de la ciudad dormido. Y mientras el estampido ululaba por calle*, y callejuelas, los apacibles tenderos dejaban de jugar con lo vara de medir y salían a la puerta pora decir con cierta ale­gría al primero que pesara: (Llegó la Malo! ¡Llegó lo Moto? El momento era de emociones. Don Tomós Stevenson, V ic e ­cónsul inglés lagrimeaba constantemente por oclusión del con­ducto lagrimal, pero aquel día le faltaban pañuelos pora en­jugar todas los extros que el cañonazo le hacía derramar de alegría. Y cómo no? Si ahí venía "La Estrella de Panamá" con cables de noticias fresquearas de 8 días! A Com ilrtc Del­gado le llegaba el Correo de Ultramar, revista iiustreda de Espa­ña de cuyos folletos estaba pendiente la cita sociedad del Corra- lito. Poro don Bartolo Martínez llegaba tela de listado para comisas, artículo de gran consumo en el bajo pueblo. Don Pe­dro NJavarro renovaba sus existencias de ca lzado Poliok para señoras. Lo tienda de Pepe Arrózola guindaba nuevos ¡amo­nes de York y adornaba sus anaqueles con galletas "A lbert" y frutos cristalizadas, confites de Opera, jamón del diab lo y mu­chas otros golosinas especialidades de J. T. Morton, London. Eso sí, todo en cantidades parsimoniosas, porque el Corralfto era chico y don Pepe recibía sus pedidos con nombre propio. Lo lata de Faisón truíado la compraría Agustíncíto Vélez Leclerc, las potes de Caracoles a la Bordelesa eran pora Neme Gómez y el Faisón Trufods pora Pedro Vélez Rocero. Del "Pattis poís cu jamban" recibía una cajo entero, porque esa sí tenia con­sumo en las mesas de cumpleaños. Con este sistema y el "Bar-

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D A M ! E l LEMA I T R I- z de Trapo", como t í decía, conservaba su tienda limpia y pro­vocativa para los gotosos,

'>. ■ on hojeado mochos almanaques de Brístol dicen <-"pre o; jo ei tiempo potado fue mejor. Yo no asaría soste­

ner evo tesis cuando escribo esta añoranza en mí cuarto de re acondicionado y escucho voceor "El Tiempo"', de Bogotá,

su mísero fecha de salida. Pero los golosos, los exquisitos,. r,tar muchas cosas que te fueron con el cañonazo

de la Molo Real.Quien conseguiría hoy para bañarse uno bola de jabóft

Pears, deliciosísimo, perfumado con rosa de Bulgaria y Ai- niísque del Tanquín?

Qutén pudiera aderezar una ensalada con aceite de O li- ,as Extra Virgen" de Maree) Allofh?

Por dónde andarán las olmendrrtas garapiñadas?Decididamente, muchas cosas se fueron con ei último ca­

ñonazo de la Mala Real,

C A R P I N T E R O S

Los talleres de carpintería de antaño, habían resuelto en el Corralito el problema de la basura, dejando acumular en e! piso del "Establecimiento", como llamaba al suyo el maestro Blum, cuanta viruta y aserrín salía de garlopas y serruchos. Y así, con todo y su dignificante apelativo, el "Establecimiento'’ se iba sepultando en una capo acolchonada que acercaba, cada día mós, las vigas del entresuelo y escondía fas patos de fas bancos.

El sistema parecería peligroso en caso de fósforo encen­dido. Pero no, el maestro Roa, poro ablandar la cofa, man­tenía una chácara de candela en el pretil de lo puerta y allí prendía su tabaco. Sistema viejo que hubiera patrocinado cual­quier compañía de seguros. Además, aquél colchón conserva­ba en sus estratos cierta humedad proveniente de fas emisiones libres en la trastienda y no se incendiaba fácilmente. Esto por sí solo, hubiera dado sorpresivos relentes de amonto oi taller, pero en combinación con k> tónico del cedro y el balsámico ase­rrín de los trompos, mantenía en el Establecimiento un ambiente

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C O R R A I I T O D E P I E D R A

sedante y propio para sobar ta lija con entusiasmo y jugar q| Trique en momentos de ocio.

Como fndice de las inocentes aficiones de aquel tiempo cada maestro coleccionaba en la pared, según su gusto, bien almanaques de Bristol, cajetas de fósforos vacías, programas da teatro y volatines, números de "El Porvenir" u hojitas sueitas con insultos para el gobierno o cualquier político importante. Recuerdo haber leído en la Carpintería del maestro Marín, una de estos últimas, titulada "Los músicos con su música a otra parte" en la cual se atacaba al Instituto Musical, obra del go­bierno de don Enrique Román. A la verdad, la política nunca ha entendido de compás.

Detrás de la puerta, guindado en un clavo cabezón estaba1 el terrible perrero, porque el maestro no solo enseñaba las mar­

tingalas del berbiquí, sino que su extensión cultural le permitía aplicar una serie de perrencazos a cualquier aprendiz granuja aue se apartara de las de la Ley. Y así, más de una vez, vi a Manuel Dau, mi amigo íntimo en excursiones al Boquetilio y baños de alberca, atravesado en el banco con las nalgas azules:

— Ya! Ya! Maestro, pob vía suyita! pob vía suyita!Menos mal, los sábados era día de maula y los oficiales

aprendices podían dedicarse por su cuenta a fabricar peque­ños objetos que vendían luego por unos cuantos centavos, sufi­cientes para gastar un cuartillo de aquel tiempo en un bollo de casabe, un bollo de queso y "mitá" de plátano guisado.

Todas las carpinterías tenían un catálogo de muebles ame­ricanos de la casa B. Souto & Co. que manoseaban mucho los candidatos a consortes, pero la cosa terminaba siempre en mesa, cama, escaparate, tinajero y 4 mecedoras de caoba, todo criollo, duradero y baratón.

Las fábricas al vapor han acabado con muchos de aque­llas Carpinterías y hoy a los muebles no se les puede meter la escoba por debajo.

Por fortuna todavía no se ha muerto el maestro Licero, entre cuyo colchón de aserrín debe estar todavía el de 2 mece­doras coloniales que me hizo y que se pelean todos en mi casa. Se llaman "Roncador" y "Llama Sueño".

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D A N I E L L E M A I T R E

D O N D E E S T A E L C I E L O 0

El viejo don Tranquilino, consecuente con su nombre, go­zaba de cierta placidez confortadora, y en esa tónica contem­pló siempre los problemas de la vida presente y de la futura también.

Había adquirido suficientes nociones de Astronomía en el Colegio de Juan Pablo Jiménez. Cómo no? El sabía perfec­tamente que la tierra tenía la forma de una naranja, que con un telescopio se podían ver las montañas de la luna y que en el reguero de estrellas que vemos todas las noches, están las siete cabritas y las tres Marías.

El cielo, a donde él pensaba ir, pues nunca le había hecho mal a nadie, lo suponía arriba de todo eso y debía ser tierra firme, porque en alguna parte había de sentar los talo­nes cuando resucitara en carne y hueso el día del gran trom­petazo.

Pero vamos que cierta vez se le metió en la cabeza asis­tir a una conferencia en el Paraninfo de la Universidad y oyó cuando el Profesor decía-, "Las distancias celestes son enormes. Los Astrónomos las miden en años de luz. Es decir, sabiendo que la luz recorre sesenta mil leguas por segundo, un minuto equivale a tres millones seiscientas mil leguas, una hora serán doscientos dieciseis millones y un día vendrá a representar cin­co mil ciento ochenta y cuatro millones de leguas. En esta pro­porción, una estrella que está a un año de luz de nuestra fierro, se hallaba exactamente a un billón ochocientos noventa y un mi­llones de leguas. Esto lo puede comprobar cualquiera de vos­otros sacando el lápiz y haciendo las multiplicaciones del caso".

Aquí le entró en la cabeza a don Tranquilino una indi­gestión de cifras tremenda. Eso era inconcebible pora el cami­nado de un burro, por ejemplo! Sin embargo, socó su lápiz y se llenó de ceros una hoja de papel haciendo las multiplica­ciones conforme le habían enseñado en la escuela del maestro Juan Pablo.

Pero no había acabado todavía de acuñar ceros en fa planilla de papel, cuando agregó el profesor: "Estas dolen­cias son muy grandes, señores, pero el ojo de b ciendo o seo el telescopio del Observatorio de Palomar, en Californio ccaba

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

de revelar cuerpos celestes que están a seiscientos billones de- anos de luz".

Y así como una esponja saturada de agua no admite uno sola gota más, el cerebro del viejo lleno ya con los ceros de un año de luz, rechazó toda concepción de espacio y tiempo

Seiscientos billones de años de luz! se dijo entre dientes, y tomando su sombrero salió medio aturdido del Paraninfo con dirección a su casa en donde le esperaba su arroz con coco, de más fácil digestión que aquellas runflas de ceros del sabio profesor.

Vea ustedI se decía ya sentado en la mesa mientras el re­lente del ti-to -té le acaricibia las narices:

Seiscientos billones de años corriendo a sesenta mil legues por segundo! Cómo va a ser eso?

De manera pues que el cielo está todavía más arribo? Cómo voy yo a creer ahora que a esa distancia pueda Son Antonio darse por entendido cada vez que se le pierden los es­pejuelos a mi mujer?

Indudablemente, don Tranquilino necesitaba el cielo más bajito para que se acomodara a sus convicciones religiosas y decretó "in-pectore7* que los sabios eran unos burros. Todo eso que había dicho el profesor estaba equivocado.

Sin embargo, desde ese día cuando iba al Camellón por la noche y miraba las estrellas musitaba, con la vista fija en las tres Marías: Seiscientos billones de años de luz a sesenta mil leguas por segundo. C a ra a a .. .jo , qué barbaridad!

Decididamente, al pobre don Tranquilino se le había aca­bado su tranquilidad.

EL PERFUME DE LAS C O SA S VIEJAS

Actualmente Cartagena sufre transformaciones sustancia­les, y necio sería no dar paso al impetuoso carro del progreso que dará bienestar material aunque bajo sus ruedas quede apa­bullado el romanticismo de los viejos amaños. La fuerza espi­ritual de éstos es enorme e interfiere en la vida de los hombres por modo de un conservatismo sentimental a veces ridículo, pero siempre noble y respetable.

Don Enrique Román, aquel cartagenero ciento por ciento,

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D A N I E L L E M A I T R f

cuyo nombre estuvo ligado a todas las obras de progreso de su ciudad natal, tuvo allá por 1895, y tal vez por sacudir aquel complejo de estancamiento que unos y otros le crearon al cerco de las murallas, el arrojo de cegar el revellín de la Medio L'jna y echar abajo el baluarte para hacer el Paseo de Heredia. La ciudad respiró. Esto fue el prodromo de sus avenidas. Se habían ensanchado sus pulmones, y recuerdo cómo en las no­ches de luna iban hasta allá, de paseo, innumerables damas y caballeros.

Sin embargo, don Enrique tenia sus flaquezas románticas y nunca pudo convenir en que desapareciera del patio de su Botica, una prensa de ajonjolí colocada allí por su padre do:i Manuel Román y Picón y en desuso hacía ya muchos años.

Aquella prenso, le traía mil recuerdos de su niñez y del viejo Benito Olivo, su operador, a quien veía junto con sos re­cuerdos de niño. Era en fin, una de esas pequeñas cosas que en el rosario de la vida la van acompañando a uno dulcemente hasta la muerte. Con decir que una vez rehusó un proyecto de ensanche, propuesto por sus hijos cuando comenzaron a des­arrollar los "Laboratorios Román"!

Hace pocos días, vi honrada mi oficina con la visita del Rvdo. Padre Pedro María Revollo, cartagenero de corazón, y hablando de estas cosas de La Matuna y las avenidas de ce­mento, me dijo:

— Hombre, sí, acabo de pasar por allí. Qué lástima! Qué se han hecho los corralitos de las tortugas?

En efecto, la Ciénaga del Cabrero comenzaba por frente al Tusculano (hoy Fábrica de Maweca Vegetal) y a poca dis­tancia había varios corralitos dentro del agua, donde el viejo Macú y otros pescadores de tortugas, conservaban estos ani­males en vivero. Siempre había en la playa para la venta,2 o 3 puestas boca arriba a fin de inmovilizarlas y aquellos s»¿s ojos inyectados y el pataleo en seco, eran motivo para agrupar a su alrededor la curiosidad de los muchachos.

Pequeña cosa, pero que en el alma del Padre Revollo, te­nía un puesto sentimental y lamentaba su desaparición. Ero

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L A S \ : E J A S P E Ñ A S

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1 1 1 1 “ A I T I J

2 V* Qfr<<al <* <ró hasto su muerte w• '-'*5*9*0 ©ìegonte fa fa - qJZ X

:■ nombre de “ F l r w - j » - • » 0 0 0^ CI ^¡avel «0*0 . F n . . . t . . . , .

' ' » -■*•' - - . i H n m _____ 1 C n W OOCT ShQ^ JWSr° poro entonar. Y «L ____vsœ*obta anaono facfor Sebastián R G k S *°!

Ü L ° f 2 ^ ; ! ^ ' ? a j a r l e te «dad. pe« 4'',a y *odav\o r»g«s*ro el piano ma-

p e to c b |q f üi#v4p% * c i » - ■O-—i« n • <*«qu* cono*ro lugar f a s f a b d e s a p a ric ió n

w®Ao de oquefte. aún celebro *” b °!° » presidencia del dscono don Victor

ef° 7 B *x *ot fmes>o i^ffloítre y el doctor Boaterro «I gusto por tes néctares de te ‘ Reo*-

X W C O M O «Q y o d r o o lo s f r o r v * » ->rm í ì m __- i - -> » ,' v0* v%®t05* cxjonendotes deve,, “v rp|~ i'*~y~ i~jr'|i 4MK » 0

« v \p u u í w vi iC iw > IQ I^O nO ( j£ g ju y y ^ j^ « IN rw L »

x u t o y S . m ó a SU e s p e s e , t o m a n u n o t ie n d o e n te e s q u in a

Sargento **cvor, > por muchos oñas. desde tes 5 de te tor-*” ** CT ® í0COr* ¡bo" C “ * "* »* P o rri» y o írw ami- o fugar Darnos y comer suspítas de coco con queso fresca M&to de S«*norvto tenio fama en todo el bai

----- ---- - M I ■ I

kjnS iSSVt1 firY V Y v tf> P u i'í*. • c i g ___- « , _■ ^ ® H8no o® t f Escano w e l Parque (Mtotsc. p ic o te muerte y los achoques seniles, Kon hecho □ ^wC^os doces y opeóos sì io frecuentan con rBQukKv rtxjro Franco, Sensorio D q .^ S rrxw o io Véiez. Miguel A .

.eo G w y otros viejos n?6s de cocHuchc y bosícr, te ts fá iíevondo lo M onjnal

L A F R U T a P R O H I B I D A

ca U rm w sidod de¿ V c o c c e re y cié*' ef Co*eç.o efe!io, y io Universidad de Sc¿ vo r hasío Sanearse UrHvsfskkxf c ""acierra. qve todos íuenort un co*eÿo, con dslin -o m b re r ccse>ó e' cenfnD dei p e to un frondosa árbol o n g o pora d?ScQ de varias je re fodooes de e s K 'C ^ ìs

" ocercàrdose c S e ren a Sarete sus cc;o$ x^rdes ercn■?;' ^ t r e o d o v C S r ' c h o c ^ o s C O r^ e ^ -T o b C -^ O 1 K Î2 0 r

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

piones para apoderarse de la mayor cantidad de fruta po­sible. t i árbol ora propiedad mancomún et in solidum, p»ro como el comunismo no ha demostrado ser un distribuidor perfecto, se suscitaban a menudo riñas y chichoneras con gritos y gran escándalo para los profesores que, en el aula cercana, nece­sitaban calma para extraer una raíz o ponerle musiquita al bonus bona bonum.

Y si esto hubiera sido solo de día! pero a media noche, y al filo de la madrugada también había incursiones do pi­ratas al frondoso ramaje, y a la hora de distribuir el botín s í formaban peleas y discusiones como para que, cierta vez, dos pertara el Pasante al ruido del zipizape.

Y esto llegó a oídos de don Luis Patrón, rector de !a Uni­versidad, quien aburrido de aquel foco de escaramuzas y dis­cordias, resolvió poner fin de modo drástico y ejemplar a tal estado de cosas, y así, fijó en la portería una resolución pro­hibiendo tocar ni un solo mango, so pena de expulsión a quien ta l hiciera.

Sin embargo, siendo las leyes regulación de las costurr- bies, nada más, nunca por el hecho de serlo podría una ley impedir que los muchachos se coman los mangos, el decreto salió viciado de inoperancia y el primer mango maduro que cayó del palo, encontró dueño inmediatamente. La cosa llegó a conocimiento de don Luis por conducto del portero y del pa­sante, y el decreto de expulsión fue redactado inmediatamente.

El revuelo fue grande en los claustros de la Universidad y de allí pasó a las esferas gubernamentales, porque el alumno contraventor era hijo de un personaje influyente en la política.

El gobernador, don Henrique Román, llegó a tener una con­ferencia con el Rector y buscaba la manera de revocar tan drástica resolución, pero don Luis, que todavía usaba patillas, s:-- las atusaba con ánimos de no ceder y pensando acoso en In respuesta que iba a darle a don Henrique, como se la dio, si llegaba a tocarle cierto punto.

— Pero hombre, Luis, cómo va a s e r eso de expulsar a un alumno por un mango. Te has fijado, Luis? Por un mango!

Y el viejo don Luis, cuyas salidas a veces eran verdadera-

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D A N I E L I E M A I T R E

mente graciosas o geniales, le devolvió el tiro con la misma clase de arma.

— Dime, Henrique, y Adán y Eva no fueron expulsados del Paraíso por una manzana?

S A S T R E R I A S

Las viejas sastrerías del 900 temblaron cuando Pedro León estableció "La Moda de París", montada con gran lujo y esplén­dido surtido de casimires ingleses.

Al frente del taller de corte puso al maestro Jhon Francis Gómez, curazaleño, cuyo prestigio a la larga se "Corraliteó", volviendo el respiro a los sastres del 76 para arriba.

Entre éstos se encontraba el maestro Miguel Moreno al frente de un modesto taller suficiente para la elegancia de San Diego y Gimaní y hasta para el barrio de la Catedral. Se componía el mobiliario de un mesón de corte, percha para los trajes terminados, máquina de coser y en la pared, como ador­nos, avisos en colores de la Curarina de Juan Salas Nieto y de la Emulsión de Scott. Sobre el mesón varios periódicos de moda de antigua data con elegantes modelos de Oíd Bond Street, como para escoger, aunque después de hechos les sa­liera el maestro Moreno por todas las costuras, y completaban el ajuar, 4 taburetes propicios a la cháchara de amicales visi­tantes.

El maestro Moreno, alto, flaco y encorvado, tenía el palito para confeccionar sacos de alpaca negra y pantalones de an­gola, tela blanca esta última, muy suave, que no necesitaba plancha; combinación indumentárica de la cual eran permanen­tes mantenedores don Enrique Román, Generoso Jaspe, el doc­tor Aníbal Osorio, Ricardito Benedetti, el doctor Pájaro y otros prohombres de la ciudad.

Con la cinta métrica colgada del pescuezo, salía el maes­tro Miguel de vez en cuando a la puerta del taller y entablaba palique con cualquier señorón su amigo, cuyos pasos había re­conocido antes de que pasara por el frente, pues en el silencio del Corra lito el taconeo de ciertas personas, era como decir el pito de un automóvil hoy, y hablaba de cualquier cosa para

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hoblor; de la última hazaña de Pedrito el Toro, de lo largo que iba haciéndose el verano, de la bulla que habían tenido k» plátanos esa mañana en el mercado y agotada la crónica vol­vía a empuñar su tijera con el ojo forrado de laño para no maltratrase el dedo gordo.

Había que verlo tomando medidos con los espertuchc; en la punta de la nariz.

Jel tenemos 10 centímetros más de cintura que lo último vez! Procura comer menos panela y no hagas la siesta ton largo, porque si sigues así, no te van a venir ni los calzoncillo» del doctor Montenegro.

Era muy juguetón y chancero, pero eso sí, a la hora de medir el tiro del pantalón no entraba en inconveniencias de varón a varón. Cogía el extremo de la cinta con la punta de la tijera, montaba al cliente a caballito y se la ajustaba como quien aprieta una cucaracha contra la pared. Luego, bajabo la mano derecha hasta el talón, cantaba la medida, libre de toda manipulación indiscreta y la anotaba en una libreta gordo por el manoseo. Mientras esto sucedía, un mozalbete apren­d iz seguía en la máquina sacándole compás al aburrimiento so­lazado a todo lo largo del Portal de los Escribanos.

Para el centenario de Fernández Madrid estuvo Miguel Moreno muy ocupado con los pantalones de angola. Los ami­gos y allegados del doctor Núñez supieron que éste pronuncio- ría el discurso de inauguración vestido con pantalón blanco {asi puede distinguírsele en el fotograbado de aquel momento, pu­blicado en el primer tomo del Corralíto de Piedra) y no queríon desentonar. Pero como lo que Núñez llevó fue un pantalón de lanilla blanca con franja de seda muy fino, que había traído de Londres, se sintieron montunitos.

Y ahora que hablo de esto, contaré una historieta de aque­llos instantes: Ricardo Vives Luna, mozo muy inteligente y buen escritor, era también muy audaz. Ninguno hubiera hecho uso de la tribuna después de hablar el doctor Núñez; era de com­prenderse, sin embargo, Vives Luna lo hizo, pero no contó con el beneplácito del público que comenzó a hacer cotorra y o

C O R R A I I T O D E P I E D R A

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d a n , e l L e m A , t R e retirarse; apercibido de lo cual « I w lanzó un grito: * en orador,

— Señores, ninguno es profeta en » ,¡Brro!

Y . . . tabíeau!

CARTAS DE LA TIA BECU

energúmeno,

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D A N I E L L E M A I T ü E

Nuevo York, junio de 1953

Mi querido Francisquito:

Como querrás saber oigo tocante a las comidas y a su precio corriente, te daré más adelante algunas indicaciones.

Los mejores cocineros de todos los países se encuentran aquí, y hay restaurantes magníficos para todos los paladares, desde el simple Chopsuey hasta las mejores especialidades fran­cesas, españolas, rusas, griegas, italianas, mejicanas, y pare Ud. de contar, porque conozco una casa en donde se pueden comer pasteles de masa, sancochito de uña, empanadas con huevos y otras especialidades del Corralito de Piedra. Se trata de Fran­cisca, la propietaria, una señora del Concolón, radicada aquí. No tiene tablilla, pero podrás dar con ella si le preguntas a Emilio Núñez, quien como conocedor del patio, sabe hasta en dónde ponen las garzas.

Un desayuno con frutas, huevos y choricitos campesinos montados a caballo sobre deliciosos pankakes, con miel de arce, te cuesta un peso con cincuenta centavos. De ahí puedes ir ba­jando el precio hasta los veinte centavos si te conformas con un perro caliente y una tasa de café.

Los Estados Unidos han enseñado al mundo entero a des­ayunarse bien y deliciosamente. Jugos de todas las frutas cono­cidas, cereales tostados, para escojer entre mil clases dife­rentes, listos para recibir un chorro de crema. Qué variedad, Francisquito! Cada día los fabricantes lanzan alguna novedad en esta clase de alimento.

Antes, los ingleses no salían de su masacote de avena y mermelada de naranja, los franceses de su café con pan y man­tequilla. Hoy en todos los hoteles del viejo mundo tratan de copiar el desayuno americano. Y eso que todavía a los grin­gos no se les ha ocurrido meter en la danza el buñuelo de frijol. Porque mira tú que esa fruta de sartén con su adecuado punto d3 sal es digna de una melopea!

'203 —

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C O f t f t A t M O 0 t M t 6 * A

Yv' h* vklfc' MH4 VMM itabet M tW tyutvat*« »<* |q|r.Khfc* UkkK* y WM«**» « « K ir » »« qWMe te mejw de fe wtks, »Vnv *w V *W|" » I «Imswtx' *« Ctìitatfww-. Qwé fcîlkte-ifè ^ Htnèwta* Mn estupendo I*»****'* 5< iwp<em* qv* oK».,,t »"v*»o Mh'\ ptwwwl© w i vmi mvM\vlvM\u" v\m\ Qfeaperfot y

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pvihl' t i IvJfólíKV' \ í vslnvx iv AiVvK'V \4MK\vIv' W\ tlí* te v ll , Kj TOÍV\ fe ti-»Vxl\>vi w» P h t w ^ y VMW V\M\ é l btH'WO vW IK l^ N \V é l tv rn v» vVeS lül I'-M i»' f^lv\Vrt\\Ulé5 \ l\v>^M xvik^^v t íé vV v K w Vé^lV\1V\ i'plvv* \ w lé íV I ' Im w vV K nK ' ,,W vV ^ '-K) vh »< w li'tw h 4 n\> vi »>'N> K s i\ K> \ \ ^ v ik v s ' v'té|MU©S v V d lQ tw feíé

IV él wN> $ téiviM >w\í WvW v Ks v\ >V\1 I^M\v\V^v>Uvlyv |S M V yl ^ \ v \ t 'K ^ H N k éü\ é l K»*x\v vV K** ^ vJv*4» \ v'> *\s\v v'* vWtMtvWV* %| O M A H ^ s K n

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C O ? i A L I T O 0 E M E O U

eoa m penód*co» y o rà o t an hefcrea E! b o n i» de los » . ras asfó Ite ro de cor- K» a » m ono con tnedt o . oortnfta^ con i. 903 y 'CCQ v^enor poro io w r io . Después. 0: bardo dhwo '(¿ago * « cs rftofionos^ E « este los co ib s estabon ^»o cs conio b Hocen «n Chom boai paro, Pbscuas, y paaobo er « c s wcwww«C8 uno procesión con :c ù-rogen de b Vanga* coso n ò o r o r d an pieno N uevo York , fon ofcsonndo por ^ ^ c c c s i S poreoo qve d e m » de ics ondos bo b asÉsca

de Sepie Y ìe r& civ Sosto o tro r-o rie n to , Froncàsqc><0. Te o fc rx io

T vTorraso Bfccé

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3 A N i E l I t M A I l l E

r c c ae» cc~ p c~ c.' c neces-c «er c. sc ce œ*. poro despertar o les \ « o n o i

• ~ crcr e»~ eso Gv->nfo A *er.oa. Fr^rdsq-.r*C- Parade ■rs.c qvie pesa y pesa ejerne-' To o re-

'c e c wna procès, c r , y a i * ecoo que ne pessebe -a pnnn -,e evondo cm en m iS d a .

.e*wC ce -C vis*Q a Son P c frc o seguí ccnbranoc a p e ^ eso inm ensa a «e r.d o e ra de oiraocenes scrft¿cscs co r

re s -.-'c s e re s ce luces bd a r rs ir ’es. y ccses H nás- ^ y - j - “■ c ^n. - - . oar^simos. Te a g e q te , if^ntr*cp*erre, yoc

j ; e r e :xS so y apr era s^s ch *;~os am erxcres para , e -c se e va yan com ercio deí sisfcx Sweno, y q^e sccc

-> a o r* ‘O en * drie ra? C o n w è cocnc ^e^rre eue-, e c -- con wn cq c ' cy. r?oco rxjsrc c escs-irc 2e c, p 42 re -^ ic "■ -C e r c~e ~ccc ' ene des coíores, co re c heic

m *c. M i ca ied*c de C3 C c rretas es îrredio ccrtc ♦ a r- -c s rc rc c^ ro s.e rrp re re re a igw r B crcf1 c pera 'e rreoerse um> y $cc*e todo, es a m ero . Y o r^ rc a peso per a l-' s r echcr

^ f s c c c c s c c r V , - D e . £ ye 2 r * .ç c es c c rc - -o fc . Mwy c e a c c e s r.d ia r eî ? e ík cre , ccroce c «’c e 3=.. ■ cesr'C EcseoC : es jcq s dei o cc A rtu ro y Se rrece "irrerwe^^s*■ qs coraccres d e Rochc, y ~*e a - :e rte e rre r ce ÇLe e r a ia f- - - r - de es ces e§Q~ ""es om tco o coo —c r ic .V c r^ re z c cor

e ■ y eche*e ,s?sq crô cicc sin que “roesre^ es celles. Ah e tre ccsc eder^âs de ¡es ce lles, es s^srcs q ,e «ne cc^c

3 ccdc rrc r* e rto con ~c. — c bor~cc de "re e re ïe y *erfcs cr~ o-“ e rc o s c c rd c c "C y p c rc '.Iz a rd c ? ^“ànsitc. . -^eee cecrse q^e en v>. « c YoHc se esfô c^e r^e rd c c íg o en ^odes es w er -re r?cs ce* c c c de c neche. -c r • cr^ rc ^nc ege c cccs • .ite ra rse . C ,c ~ ,c c ~ 'cs, d 'o c di.srrc d e - c r. * e re e» M crfekx

e cc*"czc * qTqqsqsq Secú

G c rc e rs . ,^ c oe " ?S3

■, Q u e r ' c c ^ c r o s e >. ^to*

En un c e ro p ic rx î o e tre p e y coñes de cc ircv. c»9 iî s*5 c r ei es^ c cfel b o n i e îe en qce se elevó c c næ rsa VfcçaO'1 ' o r-c 'b c , ~ c e > c p n m em asoem ién sccp » d 09

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C O R R A L I T O D E P I E D R /

Piedra. No tuve el honor de ser la primera mujer colombiana que anduviera por las nubes, porque Tulita Martínez, con esa labia que Dios le ha dado, engatusó al aviador, y fue ella quien saludó de arriba para abajo a los viejos miradores de la Heroica, colmados de gente, el día del vuelo de demostración. Recuerdo mucho ese día. Todo Cartagena estaba sobre los te­jados. Allá viene! Allá viene! Se oyó un clamor general. Los gallinazos como que lo habían divisado primero, porque vo­taban muy bajito con un miedo atroz. Maximiliano Vélez no encontró sitio en el mirador del Club Cartagena, en donde estoba yo, y acampó en pleno tejado, de donde a causa de un resbalón, iba cayendo al pozo, como el gato del cuento.

En dios posteriores, Miguelito Araújo subió también al mis­mo aparato y a causa de un descenso en picada, quedó muerto el aviador, y a él hubo que numerarle los huesos para recons­truirle el esqueleto. No sé cómo pudo vivir otra vez ese mu* chacho.

Pocos años después— estaba yo muy jovencita aún— me ha­llaba en París y asistía a una representación teatral en compa­ñía de Arturo Franco, cuando de pronto, hizo irrupción en le escena un individuo y gritó con voz estentórea: Señores, me permito interrumpir la función, pues tengo que informaros de un acontecimiento que hará época en la historia de la humanidad. El aviador Lindbergh acabo de aterrizar en el aeropuerto de Le Bourguet después de atravesar el Océano Atlántico! La ova­ción que siguió fue una cosa imponente y le dije a mi amigo: Esto, indudablemente, es el principio de una era y nada de extraño tendrá que dentro de pocos años podamos, también nosotros, venir de América a Francia en cómodos barcos aéreos.

Por qué traigo estos recuerdos a colación? Pues, nada menos, porque estoy realizando ese viaje soñado entonces, y aquí me tienes, Francisquito, metida en un avión de la TWA. Salimos de Nueva York a las 5 de la tarde y bajamos en Boston a las ó, para seguir a las 7 y llegar a las 11 a Ganders. Ahora a las doce en punto, hora en que te escribo, estamos saliendo de este lugar, y si Nuestro Señor no dispone del itinerario, bajaremos en la ciudad de París dentro de diez horas de vuelo directo.

Voy sentada muy cómodamente y te escribo con el papel en las piernas porque para algo han de servirme estos muslos tan

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D A N I E L L E M A U S E

gordos que tengo. No tengo miedo, no, pero sí miro con des­confianza una corona de fuego que lleva el motor a su alrede­dor proveniente de los gases inflamados que se escapan. Esfo no es peligroso, según reza un folletito que reparten a los po­so je ros, en el cual está indicada la manera de ponerse el salvo- vidas y otras lindezas para caso de accidente. Mire usted* como si uno en tales momentos supiera ni cuál es su mono derecha.

Vamos remontados como a diez mil pies de altura, y ésto me lo dice una linda muchacha quien, hecha la burro, tiene el empleo de camarera. Pero yo, a la verdad, otra burra que no entiendo ni de pies ni de chelines ingleses, pienso que si los pies son como los de Fucho, estaremos a unas diez Popas de altura, y si son como los de Ramón, pues.. . estaremos a veinte. Veinte Popas, Francisquito, te das cuenta? De todas mañeros voy muy remontada. La luna está brillando y miro las nubes allá abajo. Abajo, mijo, abajo! Esto es un atrevimiento. Si de pronto llega a partirse cualquier tomillo, tu tía va a perder el Té, o, to de su nombre.

Por fortuna, hasta ahora, vamos bien y puedo mondarte un abrazo con mi patronímico entero.

Tu tía,Tomasa Becw

Brujas, 1953

Mi querido Francisquito:

Calles estrechas, irregulares, me van llevando por el cora­zón de lo c iu d a d hasta el Logo del Amor y el puente del Begu- naje. A la tranquilidad provincial se aúna el aspecto añoso d* sus cosas flamencas, con remate de espadaña, a fe puerto de las cuales se sientan las tejedoras de encafes y aguardan Q que pase el turista, mientras sobre la almohadilla de labor se Mue­ven sus dedos en una danza de prest id»gftoción vertigínoso..

He visto una viejecita encorvada sobre el feobaja» y la qwe « más de admirar, sin espejuelos a petar de m is nóvenla erittfc. Quise tomarle una fotografía, paro siempre tü*e par aft» a*

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t 9 A i \ i O D I M I ft I A

UlQQ 0 WO pOf COMOIkIMÍ f |t4

¡ J * t i lo>0yo*o mirt»s • smo propino ilt«»t»bhi Toda «* & m a»*!» «míq v lo QHQnchtnd to lo o v o c ü M id i u k i

”, ,4 ig .4j ... . Jtn tfn b o ryo , (K io to o p o ta r un cqfPQiifjgfó u o i > ,h hvi v to V lA M n t r o i | l W v c h o c h o 10 a p o r t o p o r o cféjrfe

e^rewoiho poro (Npom mi Koddi. v , )0t „ mi lind a tonh monto) por evocockffNI í nile|u#i$#

mmi dowobocoi. é$ pranto onto e) logo M Amor Aqmlfe \ .. .;l ío. yne plan poro no t i tino el entanche d§f conoi, bordeodQ por mwrt* MQ'vKOi K b l los cútiles so a tomón a«

hondo» romo)« o tnirorto on loa dormido* etpote» i,.,; Vj,.v. for entro nlloi m ven tochot do opactblet monstont*

Üm eompcmorto prolongo \u ogujo m las profundidades de Ib teto quMiQ. m*oníco* en o! contro do) luyo, sobró el reflejo de le* mv ". no*ot di lomo vordo porocon sellar lo inmovilidad do) poooto.

MO» hocio •) fondo, dondo to ottrocho o) escenario eruto e¿ puenie qwo ene el Protbwerlo do! Roguinaje con o! mundo, fo r deboio d i Vot orcot. como uno ovocaoón do los blancos hó-

d i b i Beyuinav to von niveos cisnes tejiendo lo doruto igrOv+do d i M evohicionet.

Atravesé i) puente, h«ce tortor el aldabón y salió o rect-i • ,-i>n uno Pode*a con cora do con cancerbero. Sin embargo, crveo yo llevaba papeles en reglo do altas autoridades oclesiós ♦ eos. pude entrevistarme con Pepa Simancas a través do tos giuetot barrotes do) locutorio.

Muchacha le dt)0. qué has bocho? Y esa ven tolero, así, é* pronto Nunca to habió oído hablar do vocación religiosa, n. * mdicobas nado capaz do hacérmela suponer Una niño Ouw w> tobto cuando era dio do pescado ni cuándo do carnei Uno ntAo que siempre Negaba a misa después da Orate Frote? U ro nitSa que no soltaba los blue (eansl No, no. no. a ti te ha pasado algo grave, cuéntame, cuéntame.

Pifo, Fronatquito. lo muchacho impertérrita no me dedo más que

—Nodo, te tara Tomasa, verdad que nada, señora Tomasa, Sin embargo, en el fondo, croo que ello está bajo el peto

de alguno pono amoroso, porque, yo al fino! de lo entrevisto co o escapa algunas cositas, como por ejemplo: —Mire, te-

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A N U I I I M A I T R C

pKViró mui«fc> no M COSOChOft más C\UQ ■m iv) (¡deUdod no es talo. Cre* una

, to^lodtfo y tumqulk* cuándo de pronto está■ , •, ( -i v-d<* . i f í 'í m ñadí«; Veo no más, a

’ > yo »0 pudo conteitotli más que — l:$a

T ornato Bocú

luforna, julio do 1953

1 lucerno, rnceiroda en ei hotel o cauto do la;-.*> tr»« un ce»or y me oculto loi cumbres carcañal bajo o gr«s De ve j on cuando oíqo pitar los vaporcltos dol

no i<h veo. Todo desaparece bajo la nleblo. Este .ble y frío no H poro mí, nacida en la Ploya de

, !<yi\jgos Me Hoce (alta mi cielo azul y mi 10 I Concolo■ *,.« rr*»t* por cualquier rendija y ochlcharta todo’

- molo en lo asile de Son Andrés. Ahora mismo estoy metida en u*t bo'án y «nroecodo como un gongoronchlno. No sé ni . Orno ogorrv él iápir poro escribirte, pues tengo los dedos como m arm ota».

Ayer hizo buen tiempo y o proveehé para hocer una corre» r>o por los compoe vecinos. Bajo el sol, aquello era otra cosa. Qué bellos son estos compos de Suizo coa el verdor de lo pri-i moverá I No hoy uno pulgada de terreno sin cultivo, los pra­dos se suceden como si fueron tapices verdes. A la yerba pa­rece que le hubieron posado lo mecánico doble cero. Los cha­lets, como cositas de muñecos, tachonan con pintorescos techos puntiagudos y rojos aquello terso alfombro de verdura. Y todo tan acicalado, ton perfecto, que yo mismo llegué a sentirme como metido en uno cajo de juguetes y que de pronto me Ibón

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a poner la tapal Y es que tú no ves por ninguna parte ni una cerca de cañas bravas, ni una mata de pata de vaco, ni un sucito de escobilla babosa, nada, nada que parezca monte. Pero qué te parece, sobrino; a mí las cosas así tan perfectas no me resultan. Hasta nosotras las mujeres necesitamos algún lunarcito junto a la boca para que nos digan cielito lindo.

lucerna sólo cuenta con unos ochenta mil habitantes pero hay que ver los hotelazos que tiene, y sus olmacenes, y su tró­fico urbano. Todo, gracias al turismo que es el nervio vital de esta ciudad suiza.

Naturalmente, los monitos que hablan inglés son quienes mandan la parada y por ellos todos los almacenes principales abren sus puertas desde las 9 menos cuarto hasta las diez de lo noche, para aprovechar los paseos de digestión que hace la mayor parte de los turistas después de comida.

Para que vayas apuntando, te informo que aquí la co­mida o el almuerzo "a la table d'hote", es decir, que no sea a la carta, no te costará más de $ 1,50 oro americano o su equi- vclente en la moneda del país. A la carta, y con un buen v¡- nito suizo, que entre paréntesis se va a la cabeza más pronto que el francés, la cosa te saldrá por dos dollares y pico de guasalé.

Quise conocer la población de Gruyere, por aquello del q jeso tan sabroso a que ha dado su nombre. La excursión es pintoresca, y a llá encaramado en un cerro, al pie de anti­quísimo castillo estaba el pueblito pero por ninguna parte vi al famoso queso de los ojos abiertos. La que tenía los suyos e/playados era yo y no vi sino turistas comprando tarjetas pos­tales. Yo creo que eso es una descrestad era, Francisquito, pero como no estaba en el queso con queso me cogieron. . .

Mañana me voy para Italia por la vía del túnel San Go- tardo, ese hoyo larguísimo que atraviesa la montaña y del cual te habló Pepa Simanca en el Teatro Padilla. Tengo cierto mie- decillo. Figúrate si se produce un derrumbe cuando yo vaya por la mitad. R. I. P., sobrino.

Te abraza tu tía,

Tomasa Becú

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D A N I E L L E M A I T R E

Lucerna, ¡ulio de 1953

Mi querido Francísquito:

Por estar contándote cosas sentimentales había olvidado nformarte del costo de la vida en los países recorridos. Ya el

t empo de la baratura para quienes llevan dólares en los bol­sillos ha pasado a la historia. El turismo se recargó en ellos, precisamente por eso, y el reajuste se ha ido haciendo poco a .■joco ante la demanda. La ropa me parece más cara que en N u e v a York, y en cuanto a hoteles y restaurantes, aunque hoy alguna diferencia con los de Norte América a favor del viajero, ios precios no son como para sentirse uno millonario si los tra­ducimos a papel colombiano.

Para que tengas una idea del costo de un almuerzo para dos personas, tú y tu mujer, suponiendo que vendrás casado, en un retaurante de lujo como el de Prunnier, especializado en mariscos, te diré que un amigo y yo hemos pagado diez dólares,o sean unos tres mil novecientos francos por el siguiente menú:

Bisque d'homard (sopa crema de langosta)Grenouilles a l'ail (Patas de rana a la Provenzal)Vino Sancerre Sevignon (delicioso)Helado, Crema de Isigny, Demi tasse (dulces y café).En restaurantes buenos, sin ser de lujo, el costo medio de

un almuerzo inclusive vino y propina, es de 1.180 francos equi­valentes a tres dollars por persona. Eso sí, personas que no sean del calibre de Ranger.

En el Hotel Continental, de lujo, pagué por una comida con seis invitados, total siete personas, dieciocho mil francos o sean más o menos cuarenta y siete dólares. Seis dólares y pico por cada uno.

En Bélgica rigen, más o menos, los mismos precios. Con esto ya tienes un norte para cuando te resuelvas a cambiar tus patacones tapa pecho por un Sol a La Marguery o unas chu­letas de cerdo a la Charcutiere. Aunque no te apures mucho. Si los precios te parecen muy caros, ten paciencia. Allá tam­bién tenemos cosas estupendas en materia de comidas, y sin tcnta salsa. Ya quisieran estos franchutes poner en un menú oigo así como un "Sabalé frit a la Bocachiqué". Se lamerían los dados. Mientras tanto, en el Restaurante de Madame Doguef

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puedes probor, como si los comieras en París, un Cotk au vfno uno Choucroute gornlo. Díle o Moncho Véiez que te traduzco «ito» nombres.

Ante* do partir paro Holanda estuve en Gante y en Wa i< rloo. En la primera me mostroron en la Catedral el cele bórlrmo cuadro del Cordero divino derramando su sangre para redimir la Humanidad, pintado por los hermanos. . qué sé yo, citot nombres fio meneos se me enredan en la oaboza, Tiene oca pintura tanto mérito que a sus autores les elevaron una es­tatua en la plaza. Pero o decirte la verdad, sobrino, yo poco entiendo de brocha fina, y estos cuadros de pintura primitiva me hacen poca gracia. Gozo más con lo« paisajes de Monjío y Caña reto.

En Waterloo estuve a visitar el Panorama que representa la célebre batalla del mismo nombre. A llí la cosa es otra cosa. Es un edificio circular con techo de vidrio, y situado uno en el centro es como si estuviera presenciando la lucha empeñada entre Napoleón y los aliados. Qué maravilla, francísquito! El cua­dro, naturalmente, es circular. Trescientos metros cuadrados de maravillosa pintura, llena de movimiento, con vista para los cuatro puntos cardinales. A llí Napoleón y su estado mayor. Del lado opuesto Wellngton. Se ven cargas de caballería de un realismo sorprendente. Cuadros de Infantería francesa ata­cados se oponen a los furiosas embestidas. Muertos, heridos, incendios. Toda lo batalla, Francísquito, todol Dudo que hoya ninguna otro pintura más emocionante en el mundo.

Te abroza tu tío,Tomasa Becú >

Julio 1953

Mi querido Francísquito:

Ando ahora por tierra holandesa. Ayer hice una excur­sión a la Aldea de Monikendam y a lo Isla de Morken, locali­dades que guardan el más puro sabor nacional y viven del turismo y de la pesca. Sus habitantes usan el clásico y pinto­resco vestido holandés de pantalones bombachos, gorro y zue­cos que dejan en lo puerta al entrar en la cosa. Como toy

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j,iM tyco»ochara me niel! un uno casita a hice que lo du*3«>'j rrt<* mostrara todo, co*a por coto. Qué llmpíe/o, FroncitqwHo* lodo lavo dito; cepillado, reluciente Dicen que lo limpieza *ale de Holanda, del norte/ oH Bélgico le cae un prlnyuito, en f ron1 la le sale /arpa y yo y ti I »patio hoy qtje mandarla o lavo» fjg/i tal *¡ »iguiera ba|ando hasta la Playo del Arsenal! Lo v ñora de la cosa irm mostró el arcón de lo ropa. §ópe*4 una da aquellos pantalones bombachos y le sentí como d*e/ libro; de peso. Qué barbaridad! te aseguro que los percador«?!» de la Boquilla son rnári felices con su pedo/o da pantolón o medio pierna y su cotón da molebú.

Qué se han hacho lo* molinos de viento? A penas pude ver unoi tres o cuatro en todo el trayecto. I s una lástima, por que tienen un encanto especial, Yo creo que la maquinaria americana está acabando con iodo eso corno ha acabado con los piedras de moler un <jI Slnú, Yo deseaba mucho ver estos de Holanda con su* cuatro aspas da nervadura da modero fo1 codo en lona y su baso en formo de casita con puertas y ventanas. figúrate , no conocía sino dos que hubo en «I Co rralito, el uno en la hortaliza de lo* Grisolle y el otro en corralón de 5an I rancifco, ambos de paletas en formo de ruado, zanconas y llorondo día y noche la falta de aceite

La grsnte de Holanda me parece feliz. Uno cosa dentar* talado no se vá por ninguno parte. No faltan en ninguna v<r¡- tana un par de cortinillas muy blancas y una maceta de gera nioí en el centro. Aquí según parece no hoy gente desvalido, ni barrio Fsponjo ni Concolón,

De cada 1 ros holandeses hoy uno propietario de b*ciciafo Por las calles do Amsterdarn, en la* parada* regulares de! Irán silo se amontonan como doscientas. Lo* choferes da automóviles d< bou montener uno táctico especial pora no hacer tortilla

Amsterdarn me ha parecido uno ciudad bellísimo la cru 7an setenta canales con arbolado en lo* orillos y sin aislar lo* casas, pues o ambo* lodo* del canal corren colla* da oechuro regular. Lo naturaleza blondo del terreno no permite confltfWC’ ciones de rná* de cuatro pi*o* y olio le do ol conjuntó un os poeto apacible.

Lo que tí me lleva reventando es este idioma hoiandé* de todos lo» diablo*, f rancí»quíto. No p u a d o m mochóse* m$éa palabra. Vivo como atorado. A vaca* m# do« go«os de f

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o la mitad de lo callo y soltar un a jo de gran calib re poro ver si vuela. El otro día iba viajando en el tren y v i a un señrr en el pasillo ante un mapa de la región. Me aventuré a pre­guntarle, en inglés, si estábamos llegando y el interfecto, en otro inglés más chapurreado que el mío, empezó a gaguearme cualquier cosa, pero a mí, por el color del pelo o por los dis­paratónos, se me ocurrió preguntarle en punto idioma de María Sontísima si era español. Y, mira, Francísquito; al hombre se le iluminaron los ojos y casi que me da un abrazo diciéndome a la vez-, — Voya, que sí, señoral Y hábleme en castellano, en español, en calé, en lo que quiera usted, señoral Por Dios, mire que tengo quince días de no decir ni jíl A y , qué sabrosa es la lengua de unol Y comenzamos un palique que duró hasta la estación en donde él debía bajarse. Era nada menos que el doctor Juan Ladeveze Pestaño, de Santa Cruz de Tenerife, en camino pora un Congreso Médico.

Pórtate bien y estudia lenguas extranjeras. Esp es muy importante en la vida del hombre. Fíjate cómo el Mestro Mejía, él solito, ya domina el Sánscrito y el Euzcadi.

Te abrasa tu tía,Tomasa Becú

Amsterdam, julio de 1953

Mi querido Francísquito:

Quien dice Holanda dice queso de bola y no habría de foltarme la curiosidad de conocer el proceso de su manufac­tura, y me fui a una granja en donde hacían esas pelotas colo­radas que son la delicia del mundo entero, pero no vi nada extraordinario en su fabricación. El mismo cuajo, la misma bati­dora, los mismos moldes y prensas de todas partes. La cali­dad es debida a las vacas y a lo que comen las vacas. Porque, eso sí, para bien cuidadas y alimentadas las vacas holandesas. El establo era como decir un hotelito de las Portillo, con sus cuarticos en fila, colchoncito de heno y hasta su caño de toilette. Aunque, supongo, lo pintura colorada tiene mucho que ver en el asunto. Yo conocí un loco en Mompós que amasaba el queso

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criollo, lo hacía pelota», las frotaba con anilina y la gente decíc que hasta tenían un saborcito a extranjero. Lequeríca ton- bién vende unos quesitos colorados por fuera muy sabrosos, y rjr. Bogotá recibe Barbur unas bolas de queso que, sí no los riñeran de rojo, no sabrían tanto a Holanda.

Acabo de regresar de un paseo en Chiva acuática por ¡os canales de Amsterdam. Son unos lonchos de cincuenta pa­sajeros con sillas de cuero y brazos niquelados como sí aca­baran de salir de la fábrica. Después de cada vuelta ahí está el hombre con el cepillo y el trapo, frota que frota. Anduvi­mos por el centro de la ciudad y luego fuimos hasta los muelles marítimos en donde vimos atracados vapores de todas partes del mundo. Esta zona tiene como cinco kilómetros de largo en activo movimiento. A l terminar la vuelta, entorné los pár­pados y volé con la imaginación al Corralito querido. Me sen- fío con doña Reneta Micolao al lado, comentando las bellezas de una vuelta semejante, cuando todas las orillas de nuestros ¡agos, libres ya de Chambacules grandes y Chambaculrtos, pre­sentaran orillas bien urbanizados mirándose en esos espejes tan bellos que la Naturaleza nos ha dado.

Muchas cosas interesantes tiene la ciudad de Amsterdam, entre ellas la casa en donde se tallan los diamantes, muy visi­tada por los turistas. Las piedras en bruto, de todos los países productores, afluyen a esos talleres y a los de Amberes, de donde salen con esas facetas rutilantes que hacen perder lo cabeza a las mujeres, pero no voy a perder mi tiempo expli­cándote cómo se hace operación tan complicada porque tú no tienes sesera para entender eso. Y creo que a lo mejor n¡ yo misma le cogí bien el bajo a la cosa. Lo que sí puedo de­cirte es que el brillante en bruto no es más bonito que un grano de sal. Tú, por ejemplo, el día en que te pulas por medio de? estudio, y te dén tu grado en la Universidad, y no cornos con la cabeza metida dentro del plato serás un brille -¡te porque tembién hay brillantes negros.

Quisiera escribirte con más frecuencia sobre tontas belle­zas como miro y admiro en este mi viaje, pero el turismo es una cosa, Francísquito, aepaz de apolismar a cualquiera. Trabajan las piernas, los ojos, el cuello, la cabeza y todo el sistemo ner­vioso, en forma de impresiones, de donde proviene un cansan­cio que nos pone maduros. Y como la mayor porte de ks

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turistas son viejos, porque la plata para el pasaje siempre llega tarde, a veces cuando llego al hotel, aún de día, me encuentro con una pila de gente dormida en los sillones.

Por qué digo viejos? Si hasta los jóvenes, hombre. En Nueva York me encontró un día con Senencito González Guerra. Venía rengueando y con una muesca en el zapato para que no le molestara el juanete. Qué le pasa a don Senén, le dije. Está cansado? Deje éso para los viejos. Y me contestó con una languidez, como quien viene de la Popa:

— Viejos? Estoy hecho un saco de papas!

Hasta otro momento, te abraza tu tía,Tomasa Becú

Ginebra, julio de 1935

Mi querido Francísquito:

He llegado a la ciudad de Ginebra, es decir, a Suiza, por su parte occidental, en donde menos se manifiesta el sistema montañoso que caracteriza a la República Modelo.

La ciudad se tiende muellemente a orillas del lago Leman, y en esta semana primaveral está bajo el sortilegio de las flores. Ahora festejan la semana de las rosas. Es una gloria entrar al parque donde se verifica esta fiesta, regalo insuperable para los ojos. Centenares de miles de rosas abiertas en sus propias matas, en grupos de diferentes colores, nos arrancan un himno de admiración al buen Dios que hizo cosas tan bellas. Me acor­dé de Ramón León y su amor por las flores. Yo creo que si lo hubieran dejado más tiempo cuidando el Parque del Centenario nos hubiera dado, proporciones guardadas, una fiestecita por el estilo, porque mira tú que ese muchacho ya viejón es terco cuando se propone una cosa. Conseguir rosas en el Parque del Centenario! Si yo en mi casa estaba loca con una pila de viejas y muchachos que mañaneaban los patios y se las lleva­ban con mata y todo! Con las frutas es lo mismo. Allá en los terrenos tiesos de Ceballos, en donde está su quinta, produce naranjas como las de Valencia. Yo le oí decir a la señora de don Daniel que nunca había tomado una naranjada tan sa-

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brosa como la que le ofrecieron el dio del agasajo a su marido.Enfrente del Hotel donde me alojo, y saliendo del mismo

fugo, brota una pluma de agua que sube hasta los ciento vein­ticinco metros de altura, es decir, como para apagarle la can­dela al vigía de La Popa desde la casa de las Revollitos. Te das cuenta, muchacho, de lo que es eso? Cuando el viento despeina en su parte superior aquella pluma de agua de seis pulgadas de grueso, es un espectáculo magnífico. Dicen que es un monumento a la gloria del Ródano, el río cuyas aguas en descenso desde las cimas alpestres produce la mayor canti­dad de fuerza hidráulica en el mundo. Y yo, al mirar aquel portento de fuerza y abundancia me acordé de la niña Ernes tina, una viejita de casa, quien afirmba que en el libro de arit­mética de papá Dios no estaba la operación de dividir. Tanta agua aquí para botar, vea usted, y Sincelejo que se conformaría con chorrito como el del Manekempis de Bruselas!

Frente al hotel hay un muelle de donde salen vapores de ruedas a los costados y recorren todo el lago, hasta La usa na, en tres horas de viaje. El puente superior, descubierto, está arreglado con sillas como un salón de teatro y el interior es un gran restaurante. Ayer, domingo, hice el recorrido que resultó rr'uy pintoresco. El vaporcito iba lleno de turistas y gentes del lugar, en son de paseo. Algunos fueron con una orquesta y se quedaron en la ciudad de Evian, que está también a la ori­lla del Leman.

Te hablaría de la modalidad suiza en política y otros órdenes de la vida pero tú estás todavía muy cerrero y no vas a entenderme. Confórmate con saber que ésta es la República Modelo. Una parte de ella habla francés, otra alemán y otro italiano. No hay revoluciones, ni chocorazos, ni golpes de es- todo. Pero no te imagines que ésto es por ser los suizos más santos que los colombianos,- es porque, con tantos cerros, cual­quier retozo democrático, a poco, quedaría cogido como rata en trampa. Te hablaré, sí, de unas palomas muy bonitas que ví en la iglesia de San Francisco. Viven en las torres de !a iglesia y bajan por centenares a la plaza y comen hasta en las manos de las personas que les echan migas. Son muy man­sas y todas, absolutamente todas, son blancas con las atas de color rapé o negro. Qué raza es esa, Francisquito? Yo nunca he sido muy palomerita. Pregúntale a Raúl López, el gran

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criador y conocedor del Corra lito. Un d«a me dijo que íQ -u» Arco ero eolito abierto.

Te abraza tu tía,Tomasa Becú

Lausana, j[ulío de 1953

M i querido Francísquito:

En et tren viene junto conmigo un brasileño, compañero casual, a quien le gusta mucho haber comparaciones entre esto naturaleza europea y la brasileña. A cada momento me ha­bió también de G etulio para arriba y Getulio para abajo. Nc feralm ente, no se necesita a Vargas para averiguar quién es ese mismo G etulio, presidente del Brasil. Sólo los hombres que han hecho mucho en cualquier orden de la vida suelen ser Hornadas así, fam iliarm ente, sin el apelido: Joselito, Laureano, Napoleón, Vicentico.

Asi como hago yo contigo, que te saco fe Popa a codo rato, el brasileño me saca "E l Pon de Azúcar" de Río de Janeiro. Pobres cerritos junto a estos montañones cipotudos como dicen en Barronqu¡lla! Sin em bargo, paro a lgo sirven, aunque sea paro com parar.

En Lausana me he demorado dos dias. Es una bella ciu­dad edificada en anfiteatro sobre las orillas del Leman. La vtda se desliza aquí suavemente entre frondosos parques y bellas residencias. A l pasar por una de estas últimas vi o lo viuda de don Alfonso,- hablóte de la Reina Ena y el difunto Rey de España. Estaba en bata, como cualquiera hija de ve­cina, asomada a una de las ventanas sobre el jardín. Sic tran- sit gloria mundi! Y como tú vas o la escuela nocturna de San Pedro, díle al Padre Pérez que traduzca la fracesita, porque en español no resulta escribirla.

Los niños son objeto en Suiza de un culto especial. En todos los lugares públicos se les procura entretenimiento. Como aquí están lejos del mar, en los parques les ponen plataformas de madera llenas de arena húmeda en las cuales ellos se dis­traen haciendo las mismas cazimbas y hornitqs /jue hacen Eos

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Miquillos del C o rra lito en la arena de Boca Grande. Vea usíed; V e n me >ba a d ecir a mí que era un juego tan importante .1*10 para subir la a ren a en burro a esas alturas.

Esta es la tie rra de los relojes, Francisquito. A cada paso . encuentras tú con una vidriera repleta de Cymas, Omeguitas.

tonginitos y todos esos relojitos de pulsera modernos, amén de ce rril iones o relojitos de música, y la mar de variado-

sobre el mimo tem a, pero si te fijas en los precios marco- dos, son los mismos de Joselito Cesáreo en Cartagena. El mis* n o evento de los bo llos de mazorca en Arjona.

Y as» como p ara los relojes, los suizos tienen el palito para •abricor toda clase de maquinaria pequeña y fina. Las tien­das de juguetes m ecánicos dan gusto. Locomotoras, automó- viles imitación de todas las marcas, palas de vapor, bull dozers, cuanta cosa hay en el m undo mecánico, todo diminuto y una m aravilla de perfeción.

Por supuesto, que estos son juguetes para los papas, quie­nes se enamoran de e llos prim ero que sus hijos. Los niños no necesitan nada de eso. Tienen en la cabeza una fábrica de primer orden de la cual salen los juguetes más perfectos. Rafael Dionisio Torres tenia en Turbaco un caballito lindísimo. Anduvo en él hasta los cinco años y ne se apeaba jamás. Le peinaba la crin le sobaba el anca y no era más que un palo de escobo.

Mañana me voy para Italia, mi querido sobrino. Salgo en el tren de las 2 y 17 minutos,- ni un segundo más, ni un segundo menos. Aqu í con esto de la relojería hay una preci­sión terrible. A l que se demora medio minuto le dan un em­pujón. Y a propóstito, ya entró en cara el de la Boca del Puente?

Contéstame a Venecia, porque lo que es allí me arrancho con mi góndola para arriba y para abajo. Necesito locomo­ción suave. Tengo un juanete requintado. Esto del turismo matador y me duele hasta la suela de los zapatos. Saludes para todos.

Te abraza tu tía,

Tom asa Becú

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bu#no nnto y con un vio je o Parlé fndldo tn i l magín, poní cuyo r io f l itK ^ sólo I# faltaba ctcjqulfIr una cosita fiioí y do var asi aquella renta a los cinco mil pesos mensual«» Alió en ki bella Francia pensaba aucdurM muchot aAos. Gozaría m la Oran Opero, admirarla lai Exposiciones de Arfe, te deleito i ki en buenos restaurantes. Ahí ese po n francés que tanto lt guttabal y disfrutarla de los cuatro estaciones, cuyos cambio» ion tan buenos pora el hlyodo, Si, hombre, ya bastaba di; arroz con coco. Comprarlo un pequeAo chalet por los lcid<>\ de Pasy, y o vivir blondlto se dl|o< Pero, el pobre, no pudo coronar tus aspiraciones porque, con todas esos cosas en lo i obeia, una tardecita lo metieron en el chalet de una tola putu m que tenemos todos en Mongo,

Otro amiga, con el mismo proyecto en la tetera, mu vial tobo a menudo y me hacío muchat pregunta! tocantet al pro 1 10 de uno coñuda en el retfciuranfe, du una hora de taxi, el« una butaca en el teatro, y tobre mil cotos mát de la vida parí vente. SI, qué carocho, por qué no hacia él ese viaje? Lo aleo le perseguía tenazmente, y como ya estaba ve|ancón y lo ciaba por hablar solo, muchat veces, por la nochecita cuando posaba por frente de mi casa, raspoba con el bastón las ta Lletas de la cerca, como si firmara un contrato imaginarlo y> unidlo. Si, qué caracho (con jota), yo lo hago, yo lo hago Pero ahí tienes tú, tampoco lo hizo porque se le atravesó uncí erisiprela brava. De modo que, en cuanto puedas, vente aun que seo de segundo.

Y pora ti, como para cualquier otro con el proyecto d<’ v.aje enqulstado voy a escribir algunas cartas bobas, sumo rente bobas para corralitoros via|ados como Arturo Gómez, Pope Mogollón, Arturo Franco y otrot que echan cuentos hasto de las Pirámides, mas no asi para otros cuya curiosidad enme- i hilado podró enteraría de cualquier particular decisivo paro ellot; y ahi ettó el detalle, como dice Cantlnflas.

Ahora no voyas a creer que los Pirámides son algunos cocotal célebres de París, como aquel petulante a quien le

preguntaron si las conocía y contestái SI, hombre, vagamun­dísimas!

Como tu sabes, me embarqué en «1 "Santa Paula", do la Groce Line Ay, Francisqultol qué diferencia da cuando yo ful o Tolú en 'La Vanguardia" de don Julián Patrón, q. e. p d

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. (j la» ¡arda» ni posturas difíciles delII* i it>|¡i ulofo", como le deciti una señora cuan

rubo iu casita nueva a Pepa Simancas, allá en el i ovj do ru»peto. Jala por aquí, |ala por allá,

, Casi muu ,,<3 asusta uno con tantas maniguetas,( ¡. ,, , ,|„ com ida (ti traen un programa de fritos y

. . otó» lorgo que el del 11 de Noviembre. Por fortuna, j , ,1 ¡,•.t j’i : y por el otro on espaAo.l No hay

, , j,, ¡,<i|j||n‘¡ di, diente creyendo que son sopa» , nolo da estos menús tan variados y sus por- . m:,í. iw lo dirò en mi próxima, pues no qule-

del mínimum en el porte ció roo y además mis car- . n0 d«ben aburrirte por largas.

Tomata Bocú

D A N I E L I C M A I T R E

En el mar, mayo de 1953

Señor don francisqulto M arim ón.— Cartagena,

Mi querido sobrino:

Acostumbrado uno ci sopo, arroz, carne, huevos y tajadas, r lo cual lloman en M éjico "Plato Cubano", se pasan sus días entes de saber pedir un almuerzo al camarero. Aquí, con un plato de sopa», nada mó», quedarlas tú sentado. Las costi­lla» de cerdo son pantagruélicas. Un plato de arroz es como el que se lleva la cocinera para su casa. Calcula cuáles serian los apuros de cierto ¡oven del Corrallto a quien, con el hambre ¿I) lo» 20 años, so le antojaba todo el menú, y encerrándolo en un circulo con el dedo, le dijo al sirvientes "Tráigim e "home runMi

El doctor Arturo Franco viene en este mismo barco. En las comida» le toca un puesto a mi lado, Hoy pidió setas on salsa y le pusieron en el plato un montón tan grande como todas las bolas de una lotería de monicongos. Ya lo sabes, pues, tienes que ser muy comedido en las órdenes de piscolabis.

Y, ahora que te hablo de bolas de lotería, aquí a bordo

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M |uOQO uno, 'io CUOtrO 0 cinto fifi lo tOfÒ#, llomodo "Htn&y" *,« , (iv i un p tio y io «xhoda m cuonftOM D f# lo gonot, u .. •«tot Q/iflQOi no lionon yrado poro contorlo, Mí Son ni lo i dot pc iikoc, ni lo i MpctutlM do Mohomo talen o ni acto Vo ho podido tooot lot dkn. Tono noto de étto ,

no juoyue*, froncitquifo, ( I lutgo no conduco a nodo. |{ co Inoonlt M do piti piti gallo,

CI buque va ondando entro d ltc ln u tvt y v t in li miliot horo A lot doto meridiano pegan nn uno pi/arra vnq to'|. io con al nùmero d t millat w o rrld o i en lot 24 horot, y e > ».io lt toco partido un empleado de o bordo poro gonorte uno comiwòn, m adianto uno rito o dot petot al nùmoro, co» l ■raiiito da vtln tt o quien ociarte opuntorte #n i l nùmero fer m inai No vet? Todo te vuelvo juego en lo vido, Y d tt l uét m oxtrartan do quo tot muchochof juo'juon "toptfo" po> Icii callni do Gimanl. Por fortuno tú no eret d t etot, verdorf' No juoyu* *., hombro, no jueguot.

También viano m in lo« poto {ero* de Colom bio el doctor Joté Mario lozano, con quien poto agradable* rerfot de chorlo o bordo, tobri (odo cuondo le foco « I punto de lot chon/oi vibtcrrónao*,, «n lot cuates et él un etpocialkfo. r>og6n ma dfjo, trae en lo moleta de lot enfermedades ozùcor, un por dt

«ofarufot, un hlgodo resabiado y unot nervlot templado* como cuerdo* do guitarro. Lot nervio* ton moKtlmot. A yer ¡horno. por a! puanto de cubiorto y corno lo tolpicoro uno olo, te ho rrorizó y fuo o mofarte do cabe/a on ol camarote. Le porte io quo m lo ibo o »rogar « I mor de lot torgazot, Poro fieno uno lo profundo en lo Virgen dal Cormen y an ol doctor Cotfro ViOfO, do fol modo quo yo fonomct pio neo da uno francachela poro ol dio quo lo pongan lot espejuelo# gruetot.

En lo moñona me meten por debojo de la puorto del co- moroto ol poriòdico do o bordo, tirodo en hectógrafo. Yo opa noi l ' o lo tomporofura do New Yorfc por quo todo lo demót toa nofiCKjt do Coreo. Quo tí, que no, que no, que tí, y yo me lot •Ai do momorto Etfoy dotoondo lo atòmico.

Etto noche, último de la frovosío, hoy un baile do disfraces. Ya contigui pilo y motroco, mañana fo contaré

Tu fio,Tom o«» Bocú

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A N I t i I f M A I t * *

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POtriofcM «n ol C orro lito . Tonio f/o'io'rt'H 'io fi/tr,//n/t à*> kbO, 'A 'Í '; u y> u'v ì'i'A , h'/fi'.j'A y mucho# otr'*

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' - j” ì/ '. 'i v ;/ om iyo Vtmdjii, jota 'J# fOîtOn'OfrtO '^r! ' .a,-, \n ( ours i 'f/it-'t /*d(fút¡i*)ffjd'Jf do! O u b CtiM! ■tf'o ' '¡'y /n¡o llo'/or o <jor* Doniol y o l ÓOCtOf (Mpyj/Jo,

■ ■ --.rr 'i por*!ffi H») goffi?,la t , ó o d a ¡ "A llò /fan/j v.o fio r «4 - Doto!" H oc* o v r. cuontot on oboco, y c/sno O onMz / -1 Poto do lo Vogo, no roion 'J<; o v ì or»ffg<y<lh wto t'iffji* |i;* o tumor uno pilo /j# cfoquof, codo / V J• > monoro, / OJOf ¡'ÌO ol rhifK/ tOf ffi»r/y ìO 'i 'i r/t Uà t j - •bon r¡i f^ r irj mitcxi. A mi rr»o g-n to m .xiio o ír dwrK/*

U» /';/ mo puso o a c e rv i or con fc o r^ , A l cofco <J# k p o n p r x i ia ó ^ if . "In go to tuí T6 nr, V íW^n«f«M otto/ C>uó to poroso, ni o lo*, rjw >/n /f/ iü íñ fíZ , fWíno

Para a jando hogot tu vk if«, to ttAoftr*') <ii V iu s it tto , V: lo 'ion dio/ ¿óteffe /]/. .lo mvdtocho quo u r /o lo movo, AJ ú x -Á Í(J X

' ki* /ovn lo 'Jo-i 'io i pfrtoft w kïrn^nîo / \ ’ \M 'A w a * no /oyat o poíor ^ /» |P ^ ^

En m» anterior ofrocía cor>tort« okvj -> >5< , »rocoi o<ot)ixnUo'Jo o bordo, f *.t* " , ^ v ,¡ " ***' ' '''"'jrmrrUM** ^ ____^ r a i t r in f i^

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b rilla n te z especio!, pues tos ¡rafes sen improvisados con ta­banas y toa llas deí cam arote, amén de "shorts" pitamos y misas de dorm ir. Hoy siempre algunos jóvenes que p ie rd ­en íg cosa antes de em barcarse y vienen preparados con eínr vestido de carnaval poro lucirse. El traíe de afr'n ’" 'p :r e ra ei uniform e a rayas de la cárcel de Sing Sing y un CQ[ en la espalda. "Prisioneros por toda lo vida". Ay au* rn ‘ '

i » é r . . r fte n tie rna : se daban besitos y se ganaron e! premie!

Ese b a ile se dá en el salón del Bar. Nosotras las mm res form ábam os un g ru p ifo rinconera. Durante ia cornide rL esta ta rd e nos habían llevado a la meso gorros y pitos de godon y A rtu ro Franco conservaba un casco plateado de bom­bero, Lozanito una de: M ercurio con aletas muy cucas y yo ,jno cor en i ta de duquesa con dos sorongos muy simpáticos Per­qué hab/am os de quitárnoslos? Sí hasta los /íe[os conser/cbcr esos perendengues. H acía una señora cacatúa que sonaba su p tic a y parecía decir-, "esta noche estoy contenta porque «toy a le g re ". Pero, pásmate, Frandsquito, de pronto irrumpió Ir, eí solón erro señora con una bongoña tremenda debcíc efe a ba ta y un le tre ro en fa espalda V I arn not pregront, ¡t ;«

frc fr * e o f toa much on the Santo Paula" Habráse visto? f to co eí m undo cuó cuá c u ó *^ * l

Así son las cosos. A i pebre Cardona, "El Diablo" delte r ra l ¡te, e l í ! de N oviem bre ío metieron en la policía, per-Qce se puso una totum a lo mismo, y llevabc un petate cebeio set brazo.

Ay, rrarrcisqwífc, nc fe d¡gc?

* e o f o r o z o Txj Ttg

Tomasa Becú

En el mar, m aye de 19S3

A Franosquito #>tcrimén

*K*en«áo FfonosquitC:

un d ie ra Verde" se quiere ir deí pcís se /ó. De I! ^ y - ¿Cómc? Yo rtc sé. Sirr en ho rco, si se•4 til !■ I I L j_ i®

un rrcmtere honesto e im pertonte, como, por ejemplo,

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O A N 1 £ l l ( M A K T I |

|och«to Sebó, no se ’vó si no encarga a Rafaeiítc Ccrrosc^iBo u . ^ ®atjfl5mC/ c®*tit*codo de paz y salvo con

05 con ?a poticio, con b higiene, con la vacuna, conV :’c“2 r'*' 1 -,e» os, con los bancos y, per ú¡ftmo, un permiso domando Miwor. Esto último se b exigen basta a las mu-

-erque, ce prorrfo, pueaen volverse Poiícarpos. En fin, •j *5 documentos, de les ojales sólo sirven @1 pasaporta

■/ -• certificado de vacuna. A Mogollón fe conviene la coso. n! me han dicho que el negocio de papelería es muy bueno.

- escribo desde el escritorio de rm camarote porque sí mar es una bolsa de aceite. "El cielo está sereno, tranquilo está Iq m or^. . - como cantaba el tenor de "Marina", la inmer­ja zor z?j€íc. Los zarzuelas del Teatro Mcínero que, para todno vtdo, dejaron enfermo el espíritu de Leo Grau con la dulce *rrrerr^edad de las r^rninisoíncas. Muchas fardes al posar per vrente de su casa, cuando ya éi ha comido / se sienta en la rerraza con (as manos sobre e¡ abdomen, le oigo Tararear cono bcco cerrada el a ire c to aquél de la Habanera, "Y oliendo a br«9Q 5g balancea . . . se btarreea.. . "

■Naturalmente, los tiempos han cambiado y ya las embar­caciones no huelen a brea. Los cables son de ocero. Este üarco apesta a Elízabeth Jarden. Con los distracciones de a horco pasa lo mismo. Arrtes, cuando yo /iaiaba a Europa cen ~epta Símonca, muy joven él ¡a, en los /aperes de la Mola SecJ,

organizaban juegos deportivos, con su capitán / todo. Se deban /eiados teatrales con lo que cada cual sabio hecer, porque ahí donde r,j lo /es, cualquier hombre serio, cuando /i a so, saca alguna gracia de la maleta. Samán del Castillo, don Ra­món, siempre con una es ¡a levantada cuando trajinaba per as calles ce- Corraiíto—preocupaciones de los rregeaos—cuando /iCiaba era el tipo más ameno que re puedes figurar A den Juan M cínero le pesaba lo mismo. Y don Berta, hombre, don Berta, el pepá de Bcrtoiifo! En una velada de a Me la íeci comp uso unas décimas muy buenas y ya las reo té coma míos.

H oy ya no se estilan esos pasatiempos, tan sdo se juegan caballitos por la farde, y por la noche ef comedor m corroer* en salón de ó n e donde se ruedan películas basto ¡es I I .

Por el ventan illo de mi camarote dwiso íes fcsscQoeios ce Mue/a York . El chino ha puesto a codo una de mis matates ;no etiqueto con lo letra iníaaí de mí opeílide. y m k » he

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C 0 R R A I I 1 0 D I F I ( D I A

llevado paro acumularlas en cubierta, A l atracar, será bojodr» o| equipo|« por •! personal de a bordo y distribuido en la bo <lego del muelle en grupos de la misma letra, con lo cual quedo muy fácil a los posa|erot ver si toda lo suyo está allí completo y esperar al oficial de Aduana para lo del registro. Para llanot los requisitos de la misma, el Contador entrega a cada pasa joro un esquolofo (formularlo de popo!, Francisquito) en donde se declara el contenido de los baúles. Yo puso en el mío "EI*k tos personales“ poro, a la verdad, tenga cierto tornar por ui> f*aquete grande que contiene cosas del Corrallto, cuya nombra ro He encontrado en el Diccionario Inglés, Resultaré contra Hondo, Dios mío?

En mi próxima te Inforrnaró

Te o b ra ra tu tía,Tomasa Bscú

En camino o Bruselas, junio de I?.0'J

Mi querido ErandsquIfOi

Tras una tirada de diez horas do vuelo Ilogué al confínenlo europeo a lgo fatigada por el enjolonamlento oso, Con lo cual queda dicho que, a veces, no hay cómo sentarse uno poro

cansarse.De Parir» no te diré nada pues estuve allí poquísimo tiempo

N a quise demorarme. Coonzco muy bien la ciudad desde hoco mucho tiempo, y los encantos de su vida nocturna no son yo inductores para quienes, como yo, han entrado en la edad "p ln lona". La llamo asi porque, a la verdad no me siento madura. Bolívar hubiera sido la única persona capaz de son virarm e por unos días. Dígote Bolívar Franco, sobrino, porque ya éste se había Ido de regreso para el Corrallto. Además, oslaba muy urgida para ver a Pepa Simancas, quien, como tú sobos, está Internada on o! Bogulnato de Brujas. Y ahora no vayas o imaginarte nada relacionado con las escobas ni los polvos de calavera, Brujas es una ciudad del reino de Bél rjirrj y g| finguinato os un edificio en donde pasan el noviciado los muchacha*, oplranfos a Monjas y como a ella se le ha metido

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■ '-'i lo Cttbozo, pues ohl lo fiónos con W volito blonco, cof.- t'jr.fjo orí ires notos do la paula.

Duronto ini rsjrfa estancia on Pori» fui o visitor al dOSfOf1 </#ebio Guorroro K , o quíefl ofteOrtfré completamente cíogt> Qué dolor me rjío ver o un hombro de tonta importancia, ||«iy; 'lo vigor oóri, como poro vivir mucho# o ríos rn/»», retirado 0 h íuorza do lo sondo por donde tordo bien hado o sus vemejon- *'»•, con lo4 pupila# Inmóvil*»*, fijos en el arrtra terrible de lo» ';mbro#l Monoi mal que SU fliofol me por y . o fm/y levantado

/ w > fnronta o lo dotgrocio con uno trariquílídod admirable.Don I íonriquo Looompte me decía siempre qyg lo (alta de

y¡sta oro preferible o lo del oído. Los clegot, afirmaba, tienen '»no vido Interior Intenta, #9 tienten rná# eiplrMualmente con los suyo*, pueden escuchar lo músico y están mé* cerco do Dio#

También aprovoché mi poto por lo Villa Lumléra poro Ir ol Rettaurarrte Prunior a comerme un o# patita# do rana* frito#0 la provenzal. N o te rio#. La# ranal se comen y ton muy sobrotot. Lo# críon on estanque* Qspsdfljés y los alimentan con migas do pan. Son mós sabroso5 que un pollito tierno, Lo que sucede con estos piotot o/ótico# os que o muchos persono# s* leí vo la cobe/o por otro lado cuando se lo; ofrecen. Por eso, un dio, en Parí*, se encontraban en un restaurante /^angelito Cóseres, I Jlooló# Emilloní, Pofoei Zubiría y don Bartolo Marti no?, y cuando pidieron patos de ranal, dijo éste: A quién, a mí? I lo, señor, la rano et lo mujer del topo, yo no como 950! Pero otro día pidieron "palomita* de agua" y don Barto so los comió con mucho gusto. En Sobona* no comen molongoi? En01 Sinú no comen Iguana*? Y en el Corrallto, no comemos arroz con pastelera*?

Corno te d igo , on esto de ios comida# juego mucho lo ca­bezo y no hay razón ninguna para rechazar cierto» ploto* que hacen la delicio de los gastrónomo# on otra» parte#. Yo, hasta ahora, a l único que le perdono *u antipatía por la sopo de ***o# es al doctor Napoleón Franco Pareja, cirujano.

Te escribo on el tren, camino de Brutelai. Dentro de do# y fres días oslaré on Bruja* y o#pero tenor detpué* alguna» presiones que contarte. Mientra» tonto te abrazo tu tío,

Tomata tecé

D A N I E L l E M A I T K t

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C Q R R A L I T Q O E P I E D R A

A Francisquito Marimón

Nueva York, ¡unió de 1953

Mi querido Francisquito:

Indudablemente, FrancisquitO, la gente siempre aprecia m ás lo extranjero que lo criollo. Los hombres elegantes de Pa­rís van a Londres a vestirse y los de Londres van a París. Qué le vamos a hacerl

En Nueva York hay muchas dulcerías en donde se consi­guen las más exquisitas golosinas, y sin embargo, Emilio Núñez dice que no hacen nada comparable a los alfajores ni a los sus­piraos de coco. Y eso precisamente era el contenido de la en­comienda de Cartagena para él. La abrí delante del guarda de aduanas y le di a probar. A pesar de que los alfajores estaban tiesecitos con el frío, el hombre, mientras mascaba y decía que sí, guturaba: "U n h .. . Nice". Desde ese momento se me salió el susto.

Pues sí, FrancisquitO, aunque le concedo razón a Emilio, porque en el Corralito se hacen cosas estupendas, la gente siem­pre está por lo extranjero. Y dónde me dejas los cucuruchos de cocada en polvo? Esas cocaditas? Hombre, si cuando yo las como, así, entradeja en años como estoy, me siento don Fulgencio por que no perdono la delicia de soplar el cucurucho.

En apoyo de mi tesis te diré que ayer estuve a visitar a Musa Dau y a su hermana Emilie. No conoces a los Dau? Son una familia muy unida que le hace honor a Cartagena y a la industria colombiana. Emilie es de lo más simpática y tiene cultura literaria extensa. Están por aquí en viaje de salud. Y los traigo a cuento porque Emilie tiene puesta una blusa de punto, de las fabricadas por ellos, con dibujos de su invención, y en algunos almacenes de ropa, en donde estuvo, llamaba la creación de las vendedoras, quienes le preguntaban la proce­dencia. A lo mejor, cualquier día van a importar aquí blusitas de Cartagena. Cuando te digo que la humanidad es Soriana, Francisquito!

Yo entiendo por soriano algo así como bobalicón, pero r>o estoy muy segura. Pregúntale a Ranger el origen de la pa­labreja. Por lo menos en nuestra familia ha venido rodando

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D A N I E L I E M A I T R E

desde nuestros abuelos españoles. Recuerdo que don Augusto Tono, cuando yo hacía alguna tontería me decía-. Pedazo de sorianal

Cuando vengas a Nueva York y veas un humito saliendo por entre los ladrillos de una calle, no te asustes; no es ninguna bomba, eso proviene de alguna cocino subterránea o de alguna caldera de vapor que trabaja en las riñonadas de esta urbe monstruosa e interminable. Porque así es, Francisquito, inter­minable! Tiene como diez leguas de largo y más allá es cuan­do comienza su Tesca y su Caimán. Cada veinte cuadras se repiten las mismas tiendas que dejas atrás, la de zapatos Regal, la de cigarros Shultz, la de bates y manillas "Davega", la de camisas Arrow, el mismo almacén de Five and Ten, la misma Droguería, el judío de las corbatas y la misma Grocerie. Mira tú que llamarse Groserías las tiendas de potes y jaleas!

Te manifiesto, mijito, que eso no tiene gracia. A mí me gusta una ciudad razonable, que tenga su hospital, su Botica Román, su chiva de Popa y su chiva de Manga, su doctor Cara- bailo, su Carlota billetera y hasta su loco Arturo, pero que se acabe en la Piedra de Bolívar. Figúrate que Broadway es como si tú estiraras la calle Larga hasta Gambote y desde el Mercado hasta allá vieras cincuenta veces el "Polito", de Andrés López, la "Farmacia O. K." y la casa de Jesús Caballero. Qué gracia tendría eso?

Te abraza tu tía,Tomasa Becú

Nueva York, junio de 1953

Mi querido Francisquito:

Cuando te vengas para esta ciudad, procura averiguar con Arturo Gómez, Antoñito Lequerica o cualquier otro viajero du­cho, cuál hotel convendría a tus posibilidades, pues si de bue­nas a primeras te metes en uno de lujo puedes salir labrado con diez o quince dólares diarios por el cuarto sencillo. En cambio, viniendo ya con el soplido, puedes acomodarte por dos o t*es pesos al día.

Hay aquí más de mil hoteles. He conocido uno que tiene

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C O R R A L I T O D E P I E D R A

t:es mil cuortos. Aquello parece una ciudad. Tiene módicos, ortopedistas, capellán, salón de belleza, telegrafía, botica, res­taurante, cine, notario, profesores de baile, fotógrafo, dentisto, salón de ventas, y, en fin, de todo como para no tener que salir del hotel para nada. Me llevaron a ver la lavandería del mismo y quedó pasmada. Figúrate, además de las pren­das de vestir, se lavan allí diariamente seis mil sábanas, tres mil fundas de almohada y ocho mil paños de mano. Vaya una barbaridad. Hasta pensando estoy darle el norte a Pepa Si- manca a ver si pasa por aquí y agarra un pedido de Jabón Mano Blanca.

Conque procura venir informado sobre hospedaje. Tú vas a Tolú y ya sabes que te bajarás en el hotel de la niña Narciso, primero porque es bueno y segundo porque no hay otro. 0 bien si tienes amigos de confianza guindarás tu hamaca donde Eneas Herazo, por ejemplo. Qué felicidad! Pero estas ciuda­des tan grandes tienen sus pereques.

Con respecto a la movilización, la cosa es fácil y el precio módico cuando se conocen los buses y su recorrido, pero, mien­tras tanto, la cosa está en latín. Más tarde, ya podrás ir de un punto cualquiera a otro de la ciudad con diez centavos. Al principio sólo lo saca a uno de apuros el taxi. El precio medio de las carreras dentro de la ciudad es de cincuenta centavos, a un peso con veinte centavos, mas la propina de quince a veinte centavos para el chaufer. Cuando la distancia es muy grande, lo mejor es tomar el "subway" o ferrocarril subterráneo si hay prisa en llegar. Este también necesita algún aprendizaje, pero todo está tan bien ordenado que desde el momento en que tú has bajado la escalera, los letreros te van llevando como de !a mano: "Por aquí el expreso", "Por aquí el local", "Por aquí se sale a la calle". No hay cobradores repelentes. Tú al en­trar pasas por un torniquete que no gira si no echas una mo­reda de diez centavos en la ranura traga níkel. Este sistema es nuevo. Antes había un empleado sentado delante de una urna en la que se echaba el tiquete comprado a la entrada, pero como en todas partes se cuecen habas, había trampas, como en los tiquetes de Popa y Manga. Un portorriqueño in­ventó el sistema del cauchito. Entraba con el cartoncito cogido con la punta de los dedos, a la vista del vigilante, metía la

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D A N I E L L E M A I T R E

mano en lo urna y cuando la sacaba ya el tiquete había re­gresado a la manga.

Te digo, Francisquito, que la malditidad anda por todas partes.

Hasta otra ocasión. Te abraza tu tía,

Tomasa Becú

Nueva York, ¡unió de 1953

Mi querido Francisquito:

La inventiva y el espíritu de negocio de los americanos, y sobre todo en esta ciudad, es una cosa increíble. Cualquier cosa de cinco centavos se vuelve un negocio grande. Conocí una heladería cien veces más grande que el "Polito" de Andrés López. Tenía pisos de mármol y sillas de terciopelo, y sabes tú cómo comenzó su dueño el negocio? Pues con otro negocio pequeñito y original. Se sentaba en el parque de Brooklyn delante de una mesita con varios frascos bocones llenos de bi- chitos vivos y un cartel que decía: "Por cinco centavos me trago una mosca, por diez centavos, me trago una hormiga cabezona, cor veinte un caballito del diablo y por cincuenta una ranita blanca".

Como comprenderás, el menú era muy atractivo para los desocupados mirones, y el muchacho, porque era todavía un muchacho el dueño de la heladería, regresaba a su casa con el estómago hecho una olla de grillos, pero con buenos dólares para comenzar comprando una maquinita de helados movida a mano y luego llegar a donde ha llegado, con edificio propio.

Allá en el Corralito también hay muchas ideas pero los negocios no prosperan con la misma velocidad por falta de gente. El mismo Andrés descubrió que una heladería sin asien­tos vendía más y lo ha comprobado en el "Polito”. Figúrate, si por allí, por donde pasan tantas muchachas bonitas para el cine pusiera él unas cuantas sillas cómodas se empoltronaba "El Escaño".

Como aquella heladería de Brooklyn han comenzado mu­chos grandes almacenes aquí. El de Macey, por ejemplo, es hoy un edificio de siete pisos que abarca una cuadra entero.

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C O R R A L ! Í O Ü E P U D R A

Al comienzo no tenía más de cuatro maritates, pero vendiendo barato y con los siete millones de habitantes de Nueva York, hay cada especialidad necesita un espacio más grande que el almacén Fodul. Comienza en el sótano con toda clase de artí­culos para comedor y cocina. Siguen después, en la planto principal, las prendas, los perfumes, mercería, papelería, óptico y cigarrería. En los pisos sucesivos, ropa, baúles y maletas, droguería, confites, juguetes y mil cosas más pora cuya lista necesitaría uno resma de papel de oficio. Cuando te digo que hay de todo, Francisquito, hasta una sala de emergencias. Si t*> dá de repente una moridera, se apoderan de tí las "Nurses", te llevan allá, te soban y te dejan parapetado.

Ahora, no vayas a suponerte cosas de otro mundo. Las necesidades son las mismas en todas partes y, de acuerdo con ellas, resulta más o menos bueno todo cuanto nos las satis­face. Si tú tienes una sed muy grande y tomas chicha de arroz en ''la Tienda del Pueblo", te sabe tan sabrosa como un ¡ce cream and soda de la heladería Macey. Cuántos pisos no le hubiera echado la niña Petronita Ochoa a su tienda si en el Corralito hubiera habido más población? Porque, proporcione» guardadas y relatividad patente, en ella también se conseguía palotes y molinillos, prendecitas momposinas, agua de Florida, hilo de pelota, trompos y boleros, babuchas de Sabanalarga, conservitas de tamarindo y páre usted de contar. Amén de que si se te torcía un píe al entrar, no faltaba nunca por allí alguna carreta de burro que te llevara donde Sabina Llerena.

No te desesperes, pues, por venir. A llá también hay co­sas buenas.

Cuánto darían los gringos por tener cocos de agua?

Te abraza tu tía,Tomasa Becú

A Francisquito Marimón

Nueva York, junio de 1953

Mi querido Francisquito:

En lo tocante al precio del hospedaje en Nueva York puedo informarte que en el Hotel Stanforth, donde hay muchos colom-

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D A N I E L L E M A I T R E

b onos según pude ver, se consigue un cuarto con servicios sani­tarios por la suma de ciento veinte dólares al mes. Estos cuar­tos tiene una salita y además una estufa, o lo que llaman "ki- ( hineta" con armario y nevera. Lo mismo puedes conseguir en .:| Robert Fulton o el Ralleigh, muy frecuentado también por paisanos. Como estos hay muchos otros. Además, puedes hospedarte en el Waldorf Astoria si te sacas la extraordinaria de Bolívar.

A llí el mínimun es de ocho pesos diarios hasta cien. Claro que cuando te digo pesos son dólares.

Y dejándote con este norte, voy ahora a darte una ligera idea de cómo es este Waldorf: Suponte que el edificio Ganem llegara hasta la esquina de la Universidad y tuviera la altura de la Popa. A eso pónle tú un zaguán enorme con muchas columnas de mármol, alfombras con grueso de pellón, gran cantidad de sirvientes uniformados con casacones y botones do­rados y muchos místeres arrellenados en sillones de esos en donde úno se hunde y le cuesta trabajo pararse.

Tiene sala de baile en donde caben hasta mil parejas. Tiene teatro, sola de fiestas y comedor especial para grandes banquetes. Cuando dan alguno de mil quinientos invitados, cómo te imaginas tú que sirven el helado? Uno a uno? Qué esperanza! Llenan las copas desde el día antes y las meten en una nevera enorme, más grande que cualquier sala de Gi- maní, y llegado el momento de servir los postres, aprietan un botón y, como quien saca la lengua, van asomando las chazas para caer en manos de los sirvientes, quienes se van acercando en formación militar.

Hay más de dos mil teléfonos en el hotel, y la oficina te­lefónica es más grande que la de Cartagena. Porque has de saber, Francisquito, que allí todo se hace a punta de "bejuco conversón", como le decía la vieja Babá al teléfono de los Fran­co. No hay timbres. Si necesitas algo en tu cuarto, una coca­cola, digamos, descuelgas la bocina y dices: "Ron servís". Y no temas, no te sirven ron, sino se presenta un chombo a ver lo que deseas. Curioso el idioma inglés, verdad Francisquito? Mira, si tú quieres que alguno te preste la candela le dices "Gato Macho" y ya está. Yo por eso me bajé en el Hotel Estrella, de unos españoles, en donde no se habla sino cristiano. De

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c o I M I I T O D E P I E D R A

«■ i * guirigay do lo i gringos no »»S decir má* que boíl >u| y ¿•nqulu.

Paro vciiiKi1, ol W ul<loi l A iforlci. I ict cocino, I reiik Ififjuítol t i oigo como uno palfculo do gigantas. Qué barbnridadi Se ve allí una botarlo do palios iikVi guindos que lu ‘> do cocinar « I Mono Blanco. Codo uno (lona tu Totroroi "I l/gudo", "S o iO t'V "Rirtones", "Itnguos", "Coido do po llo ", ole,, ole,, y iodo esta en motilo da un elirclto do cocineros con dolonfal blanco y cucurucho on lo cobazo, mono|ondo uno» sartones onorrne», 1 ¡un o mi 10 ma anfo|aban ol gongo 1 Id bolo/o on fot películas 00 Rank,

Quó liofol, m ljilol Sin ombcirgo, a mi no me gusta el lujo,111 afloro uno do oíos hotalltos hogareños y acogedores en donde lodo el mundo jo conoce y puedo uno moferse en la cocino y decir la a la cocinera en qué temple le gustan la* ta ja d a i fritas,

No to vengas para el W {H',h ’f porque, con la» propino» nado más, te secas.

Te abrazo tu tía

Tomasa Bocú

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T R A V E S U R A S P A T R O N I M I C A S

Por RUIZ RASH

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D A N I E L L E M A I T R f c

Nombres tom ados del Directorio Telefónico

A la sombra de un macondo pude ver a Juan, Cuadrado, dar un pescozón bien dado y caer Julio Redondo.

2Navegando en un champán, por una equivocación le dijeron a Elias Juan y a don Dámaso Patrón.

3

Como el tiempo estaba frío y casi se estaba ahogando sacaron estornudando a Constantino del Río.

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Cuando a motilar empieza el barbero Luis Montalvo sólo se quedan a salvo un tal Tomasín Cabeza y Simón Bena, Calvo.

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C O I I A U T O D I p i £ o R A

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Poro que el piso no raspe locetos pone Ana Rosa y para la misma coso pone Luis Felipe Jaspe.

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Tan loco es Pepa Piñeres que al rotularme envelopes si el Lunes me pone Pérez me pone el Domingo López.

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Preguntaba Pocaterra»—Qué hace falta hoy en lo tierra pora no fregamos más?—Y dijo Macario, PazlY Senén González, Guerral

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Nunca se tapo Maqueda los hoyos de lo nariz salvo si le huele a anís o si don Crispín Cepeda.

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La que menos era vieja en un baile en Calamar mas con ganas de bailar siempre halló Pablo Pareja.

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Ni para hacerle un regalo se puede encontrar el modo pues, generalmente, todo se lo toma Jorge A Malo.

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D A N I E L L E M A I î R £

En previsión de camorras para tiempos de elecciones algunos usan bastones y otros, como Daniel, Porras.

12

Siempre que ofrece una rosa de su patio o de un bouquet por más amable que esté la da Gregorio Espinosa

13

Como son aficionados a frutas y no a repollos se pone a hacer Ramón Hoyos y planta Mincho Granados.

14

Dicen que allá en ios Penda les se ven cosas superiores, siembra Ricardo Rosales y dan de Amaranto Flores.

15

Como tenor, no hay con quién. . . Clfmaco canta muy mal, pero imitando a un turpial Clímaco Silva muy bien.

Si cualquiera se demora cuando le va a hacer visita algo tiene la casita en donde Luis L. Mora.

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C O R R A L l T O D E P I E D R A

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S¡ atascado un carro queda con barro hasta la capota no ha de ser el de Luis J. porque el de Luis J. Rueda.

18

Ninguno a la Popa iría si a punto de mediodía lo llaman para un anís, mas yo apuesto, y no es desliz, a que Ramón Zubiría.

19

Hirióse José María y hasta le cayó gusano pero Macario decía:Yo a José María Lozano.

20

Como suegro, en negro afán a Benedetti y su pan cuando la guerra pusieron, pues al Cónsul le dijeron que era Gustavo Alemán.

21Con tratamiento adecuado desto, de aquesto o de aquello, llegó a estar don Jorge Bello y el doctor Luis C. Delgado.

22Muchas veces pude oír que Cervantes era manco y era Turco el gran Vizir,

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mas nunca he oído decir que fuera Bolívar Franco.

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Al derrumbarse el concreto de un caserón mamotreto en la calle del Estanco se quedó Héctor M. Blanco y se puso Carlos Prieto.

24

Qué raras cosas se dan por estos villorrios quietos ios hijos del Capitán todos le resultan Nietos.

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Si al Club va a beber Jacobo va vestido de paquete, mas si en "El Gallo" se mete no bebe sino con Covo.

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Juan Caviedes emplearía para tragarse un cliente no digo diez años ¡veinte! pero Belisario, Díaz.

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Si el sancocho es paloteado y cuatro tragos se empaca, es seguro que en la hamaca se queda Julio Tirado.

B A N I E L L E M A I T R E

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C O R R A L I T O DE P I E D R A

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Por lo que ef nombre ei sonoro hon »ido Alejo e Inés, él, Amador y Cortés y ello, Recuero de Toro.

29

Descolgóte a un socavón Arlstldes Paz, en son d*» científica pesqulzo; y ya fuese espanto o fiera lo que Arlstldes Paz Viera, que dio un grltoi Jorge Issal

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Como el potlo estaba escueto y le robaban satrapía pora que hubiera rospeto le puso Carlina Taola.

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Veterinarios de un díaWllfrldo a Jorge decfai—Si en la ciencia no te empapassólo serás medicastro,por que yo, Wllfrldo Castro,mientras que tú, Jorge Koppas.

32

La cabeza se me embota pues de saber tengo ganas cómo entre dos copas sana pueda escoger Luis Lorrota.

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p A M I U t í M A I T H

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Como lo loncha esfá malo y m muy fuerte la mareta, ni pesco el doctor Zabala ni pompeyo Zaboleta.

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En un terreno arenoso pero con grandes espacios hizo al fin Ernesto Posso y Tiberio Trespolocíos,

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Por no ver a una vecino, muy pródigo en sus mercedes levantó Lito Paredes y puso Esquivio Cortina.

36

Pestilencias horrorosos llegaban de un basurero y para aliviar las cosas quemó Mamerto Romero y oliscaba Gabriel Rosas.

37Por el teléfono ayer, dijo la voz de una dama;— Si no te quiero querer, pora qué, Pompeyo, Llamas?

38Julio y José, enamorados, pero Inés, que pienso o fondo aceptó a Julio Redondo porque era José Cuadrado.

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C O R R A I I T O D E M ( D | a

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Haciéndolo escabechada en revoltillo o bien frito como como Mojarrito le resulto a Alberto Ahumada.

40Cuando arregla la maleta, por mOs que arreglarlo sobe, nunca meto Juan Mi ruña k> que o Norberto lo cobo y es porque Norberto Acuña.

41El Diario matutino en ‘‘Notos de Sociedad*4, dice que Pacho Sebos y Alfredo del Campo vino.

42

Por alguna luxación manteca froto Sabina de caimán a su sobrina> a Maruja de león.

43

Tener quiso Antonio Fuentes de información a Vicente y le metió el escandallo pero no cantó Vicente ni con ser Vicente Galla.

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Como no soy de ojo bueno tuve una equivocación en los dos gatos que guardo,

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D A N I E L L E M A I T R E

porque es el de Pedro, Pardo y el de N icasio, M oreno.

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Paro el ba ile de la fiesta solé barato la sola si Núñez Plato regola , pues si la da Juan, Cuesta.

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Por meterse a trepador asido Pedro del Risco le decía a Luis De Vo z, lleno de una angustia atroz:— Cójem e, que me hago cisco!

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E S P A D I N E S

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D A N i * 1E M A I T R E

E l a l m a - d i c e Bonfante

e s ' ° e T j s e C e c h a S; * r à S (

resulta un "echao pa alante..

(Decoro propio)

Un propio al salir de Coro se robó cien pesos oro y nadie pudo negar que fue robo singular hecho por propio de. .. Coro.

I I I

(Mal haya sea!)

Para el chico de Gervasio trajo Andrés de la Malasia un magnífico buen ayo, y a Gervasio le hace gracia que sea buen ayo un mal. .. ayo.

I V

(Licorera)Por lo que a Porto pasó cualquiera dice que Porto siempre lo pasó "¡alao"

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C O R R A l l T O D E P I E D R A

Vivió en Jerez y en Oporto, en Ginebra se enfermó y se murió en Curacao.

V

(Ici-cóolPedro, que es hombre de andanzas, contábales a unos legos que sólo en Cuba se alcanza a estar seguro en. . . Matanzas y a hacer helado en. . . Cienfuegos.

VI

(Para que par. . . que?

Al Parque del Centenario da tan poco de su erario la Municipalidad dijo, al pasar, un sujeto:Vaya si esto es parque.. . dad!

VII

Un cepillo Andrés Canencia en la iglesia se robóY tan tranquilo quedó?Claro! porque su conciencia —ojo de la Providencía­le daba como un martillo:Andrés! ce-pillo, ce-pillo!

VIII

Es Pepe tan "conservador" que aunque le agobia su mal se resiste a que el Doctor acabe con su dolor si la cura es "radical".

- 2 5 4 -

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IX

Es curioso el Castellano, observaba Friquichf:— Es usted de Cuba, sí? pues entonces es Cuba-no.

X

Es de h ierro.. . es varonil y se esmera tanto Gil que Pepe le dice: — Hombre, tu esmero es casi esmeril!

XI

(Clase de gramática)

—A ver, Juanito Navarro, los casos de esta oración:"El gato rompió el cacharro".Y respondió el muy bribón:— Sería un caso de barro!

XII

Constancia no era muy honrada.. . y por robar el cajón firmó una carta el patrón dándola por retirada.Esto nos viene a probarque aún en casos de importanciaa veces hay que firmar"pa que no quede constancia".

XIII

Tiene Arturo Peña dos primas, bellas y educadas.La una, rica, asegurada, y la otra, que es pobre, no.

D A N I E L L E M A I T R E

- 2 5 5 -

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C O t l A t f f O 0 1 ? t f D S A

Quién predke to futuro?N ra de coiorte Arturo?A qvàén ()Mifrò por nv|ir?A «ne primo de u gurol

XIV

Molutoi n M òn pontendn lo» ofann do Perico.Mòi grond i lo von viniendo mìenfroc lo r im i) mós chicos>..J

XV

Juon Correrai en io èro con luto cogld o tu mujer y lo P096 uno palerà.V no lo no vyelto a cogor?Porque io pogo corrermi

XVIm porro cualquiero azuzo >* e* quo el porro va con uno, ìoro stempro Tizque-zuzo. f no Heva porro alguno!

xvnZMt afición lo de Oiegario, nóesico do sentimienfo!3ue monco y ocfogenorio ve hizo nombrar Noiario *ogistrodor do instrum en k».. .

xvmGelo tourino)

Poro "Gallo"oon Pedro que se fastidia, y es de los afidonados,

— 256 —

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M A I T * £

¡tos deocupodot xftco o Sonto lyd ío

V Son rprnoflo se asocio, y do o su a fic ión alivio con Son Juan do Copo... docks atondo o Sonto Toó... bk>.

XIX

El cíek) gastronómico)

Son Pedro comió jamón y no tenía desengroso, poro ai fin solio del poso porque mordió o un Son, . . turrón.

XX

íEJ cíelo enguoyobodo/

Son Pedro estaba muy inquieto por el tufo que sentía, y al fin vio que lo que olio pues. . . era Son Aniceto.

XXI

íEn las tablillas de la época)

Bah, dijo un tipo achispado.Yo deseando anisado sin poderme emborrachar y en Rusia el pueblo está alzado porque no se quiere a l . . . Zar!

- 2 5 7 -

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S a i c t » a a o w d e i o ¿ h i - c

“ « eoe ■aro *-m u ó e -****-■__paeds dfe n e ^ ¿ ¿ ¿ O k S O !

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3 4. v. £ , l l M A l I i t

S Jm d i a» ìanjuo <kw*o• Msw qoa a m u n baio.* do sor d b «■ porroso,

es?o m cas un W TACASO !

Mot mondo m nawes qua*e corno Cortèi papd fin n , y ao puado uriapartir—. a i f lw r o t f im a » e i b n x ic .

«sio a casi va BATArCAZOI

Ohe* «E g u a n ti de Gallino qm ao e» propo a lo m jer, ei jéagro femewiwa.Y al pragursorìe por qué r 3 r c , v o ro ifs e » ‘^ a s e v W

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a n s i a s d e f e

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Gm . D a « f e • »^ ^ ggsAim» il dolor y t a im «I ■ »i» «âoblo b w w que el em m e m im « M » « a w p o t e r i e » p »

M M Mar. pafedl qwt «or deenudo

PlM flcm w o Tl b «ndo

pofeor M M f â H y d a p r w

I I O r i T O O i A G U A C L A R A

\ h m ~ ' " - 9 Mario VéIk f-nfllori

M cnnoi por wà «minet

ni i l pâra.^ b pono t» b o n cawo «I pofatfto « i b ( M e !ü w p * o c ® o o C D * * M M I W

S I f l W Q f Q C O n Q O f Q S ,

como » 8t*o les Hojas q u e s k 6 e ï »w o o r d ie n ie !

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C O R K A L I T O D { P I E D R /

Agüita £]u<d vos cantando la canción primaveral, espejlto de cristal que ol posar te vas quebrando) si tu linfa va copiando el aire, el cielo y la flor, si a todos les dos frescor mientras alegre te alejas, por qué también no reflejas un poco de mi dolor? ,

Agüita que no se altera ni se mancha con el barro, qué charla con el guijarro tu lengüita portafera?Ahí si yo lo comprendiera, y tú, que siempre has hablado con el caracol rosado y con el guijarro amigo quisieras hablar conmigo, que tánto tengo collado!

Fuente clara y distraída que te vas camino abajo, qué te importa que el atoja tus aguas puros divida; si el milagro de la vido que de ti suele surgir ha de volverlos a unir lo mismo que estaban antes. lArroyito de diamantes si me pudieras fundi r!

Agüita clara, agua buena que posos como un contor, y no vuelves a mirarol reptil que ta envenena.|Si se lavara lo pena como el pañuelo en lo fuente! Arroyllto transparente:

- 2 6 4 -

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D A N t t l I C M A I T I I

•i te llevo roí mi duelo como el pedazo de cielo que M llevo tu corriente!

Junio, 1940.

E L B E S O D E L A F U E N T E

De luden* Goubord león {del francés)

lo Uro de mis brazos el cántaro totttene y ol agua de lo tarde con él voy a buscoto uno fuente muy cloro que parloteando viene con pétalos caldos y aromas de axohor

Camino en el sendero con poso muy discreto mi jorra está vacia, mas llevo el corazón yo cotí ol desbordarse guardando mi secreto y quiero que se otorgue mi plácida emoción

MI amado no to sobe. Se Irá tal vez maftana sin coronar mi frente, sin que escuche su vox?Voy o darle de mi ánfora cual lo Samo risa no y a romper su silencio antes que digo adiós.

los húmedos heléchos Irisan el comino; el valle es uno copo de diáfano cristal, la sombra es flor sensible par el cielo ambón no y el viento tus canciones retardo en el juncal

Contempla del arrayo *o linio fugitivo, cristalino milagro de la fecundidad, sangra que dá lo tierra y que lo atraca «fea mi coraxón abierto para lo Humanidad

Presienta que de mi alma desde al fonda cafado a pesor da los penas que me puede trae» va o soltar desbordante ó los p¡e¡s de mi orneé» esta fuente oprimida de mi ama* ée *mqet

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o I ■ a l i t o 0 1 p i e d r a

En to pozo dorada donde agoniza el día delo urTbeso muy largo que me hace estremecer, fo ^p to entre mis manos y ol ánfora vacía va junto con ol agua la esencia de mi ser.

Después a paso lento, porque temo verterlo, me voy bajo la tarde ciñendo contra mí El vaso en que mi amado beberá sin saberlolo más puro de mi alma jal beso que está allí!

h i m n o d e l a a r m a d a

CORO

Viva Colombia! Soy marinero.Por mi bandera, por mi heredad vivo en las olas celoso y fiero.Soy caballero del ancho mar!

1Bajo la gloria de un sol de fuego, bebiendo brisas, gustando sal, todo lo grande, todo lo bello me va enseñando la inmensidad.

IIDe oros brillantes, de azul de cielo, de ocasos rojos toma al singlar el gallardete de mi crucero sus tres colores de libertad.

IIIBesos fugaces me dan los puertos,- locos vaivenes el vendaval, mas la que adora mi pensamiento como una estrella rumbos me da.

IVPor eso canto cuando navego.Poco me importa la tempestad.Siempre me alumbran mis dos luceros, el de mi patria y el de mi hogar.

- 2 6 6 -

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A M O R O S A

D A N I E L I t M A l T I E

Paro C.

lav en tus oios negros infinitos ternuras oro todos mis tristezas y mis desventuras.

Y en el alma depiertan tus sonrisos triunfóles Sentimientos que son coputlos de madrigales.

Jrincesita adorable como una flor de ensueño, íe adoro, princesito de perfil aguileno.

Yo vivo intensamente cuando prometedora Fijos en mi tus ojos que son como una aurora.

Y como ave nocturna que sorprende el dio se va huyendo. .. se va huyendo mi melancolía.

Por eso, cuando me dices que el olvido existe me das un miedo horrible y me voy poniendo triste.

Princesita amorosa que me tienes cautivo vierte en m¡ la piedad de tu mirar compasivo

Y perdona que mis versos por ti recitados, acaricien con su ritmo tus labios rosados.

Estos que te mando, son un capullo ligero, poro que los deshojen tus manos primorosas

O para que agonicen, como las mariposas, con un alfiler prendidos/en tu costurero.

Emilio Rivero

Año de 1906.

- 2 6 7 -

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|M * t A I A N I C OO i A tM é i Zwtwto

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___ MM pt Andete» d**iK°ncicwen*o* àê ptohfw .

NI * «**> •* •* " * » " • ’ Ò k v do v in * n y MMdoi • * « < d » to vt,,lWftî‘; ïfo «orondo te conciò* a»«m » * * «»«> qwo » *o P* •*comino'

Ooi ontlio 04w4 en te &#tt»n$tèn vocto. >t*«o» n on vibrimi tejonto

tn^o to w de olgùn COM»l cte oro,

y kofdo 00* to — podo del verano It Mt M ««ere en •) confin (tel Iteno ,offçrt«M«o y lotoorto. como un loro

T O D O P A S A

-Y Im »nwrrodore» recofljwe» I u r tando lo t

Ram dt VU*

Quo hortmot, oh mt viojo Correlilo!Sí I» vot trensformonda en estos artosY nos borro lus plácidos amaños ( I bottOn del Alcalde del Distrito.

è

Bien ié quo te moderno es muy bonito.Y que hobrOn de admirarte los extraños,

vo yo sin te mìei de tus ontoftose sentiré de ri como proscrito.

— 268 —

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¡Qué lo vomoi o hocori A Dk» k> ptcJo O « orna» de qua por siempre «mo dormido rsío vuoto o pratoAOfM otro Motuno.

Y o tì, por qua d min mi corito,M i . c-.ri de lo mono, como un nlto,Poro poiondo por lo Medio luna,

D A N I f l l 1 M A I T t l

O C A S O

[ ||Q ataftdo MfWCtud qua ovo ruóY nu$ bravos orrestot aminoro, , , t d u d o monol quo o v k m lloro < uondo o mlror im pongo on lontananze», , ,

QyiOn pgdKKO, Sator, m tu eiparanxo, no xmftf tot puniodo» da lo hora , «>n piona nocht pratontir lo ouroro porque *u w lo roigo lo Confianza,

«*o Gonftnio quo dottaci ol dromo qua o lo lotoi porooa qua noi liorna cuondo torga an (oí tombrot da uno Idao;

lo dal borco poitrado an uno orilla qua ol oirá miro impávido tu quilla porque o lo torda viene lo morao, , ,

A P O S T O L I C A V I L L A G O N Z A G A

Dsdlcodo a lo Apostólico Villa Comoga y o Rodrigo Mojfa Soldorriogo,

Almas qua un soplo dai Señor ha ungido y an temprano eioctón da tonto anholo podéis mirar como o través da un vaiolo luz dai Paraíso prometido.

— 269 —

Page 266: La Ñapa_1

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-Q u é tienes, hijo mío? No sientes mucha brisa?Y el péndulo prosigue tic tac, tic tac, ttc tac.

Estos versos inéditos de Daniel Lemaífre fueron escritos para el álbum de. C ar Iota Werther.

i d i o m a s

Silencio, flores que charláis en mi huerto;Silencio, flores, que una ilusión ha muerto.

Dijo así un pájaro azul cuando saliste y tendió las alas y se fue muy triste.

El sol estaba hermoso y clara la fuente que copió los azahares de tu frente.

Y hablaban de tí lo que nadie adivina ¡que indiscretas las rosas) las rosas de China

Por eso en el parterre de la casita murió de pesares una margarita;

Por eso llorraon tan amorgas penas entre las hojas verdes las azucenas,

Y mientras que tus ojos llenos de gracias se fijaban en las flores y en la fuente, eran como rubores las acaciasy como murmuraciones la corriente.

Marzo 8 de 1906.

C O R Í A U I O D E P I E D R A

M U R A L L A D E L A S B O V E D A S

Soplo marino que cantáis al paso una canción añoranza en los palmares.Vieja ciudad a cuyos alminares brinda su fiesta lánguida el ocaso.

- 2 7 2 -

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Verdosos muros que afelpara acaso el hálito de glorias seculares, rincón de colma, piedras familiares que a mi recuerdo rebosáis el voso.

En vuestra soledad evocadora hay algo que conmigo sueña y llora y pues vuestro reclamo me convida dejadme aquí soñar y no despierte que solo, solo así pude la vida rescatar sus amores de la muerte.

D A N I E L L E M A I T R E

N U P C I A L

(A Eugenia de la Esprielb)

Q ue la carroza de la quimera donde hoy has puesto tu leve pie con bien te lleve, linda viajera, y que los soplos de primavera la crin despeinen de su corcel.

Que el albo peplo que airoso ostentas tus ojos vele y tu corazón, por cuando lleguen las horas cruentas así las mires y así las sientas menos dañinas de lo aue son.

Pero no temas, que en tu destino ninguna sombra podrá empañar ni ese tu cielo tan cristalino ni la blancura de tu camino que es la blancura del casto azahar.

Sólo un consejo, sí, voy a darte por cuando tejas tu sueño azul y es que lo tejas en una parte donde las flores puedan mirarte mas no se acerquen donde estás tú.

--273 —

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PofQuo los llo res y mós los rosos qye en ser coquetos von hasta e l fin , de tus mejillas siem pre envidiosos 'obor pudieran los pudorosos tonalidades de su carm ín.

| rn pensamientos, flo res austeras, o ios ga lantes como e l jazm ín pretenderían que les d ije ras qué tin to guardas en tus o jeras, que da a tus dientes ese m or**'.

O bien, qu en q u ita , que impertinente csaro un lir io poder toca r ic tersa nieve que da o tu tre r.te p<p deste llo de ío m ocer-te que ya é l qu is ie ra p o ro su a ju a r.

Conque /a sabes, por ‘«a moñona cuando e! sol dore tu camarín " ¡re tas í eres tras lo persiana, no se te ocurra a b rir lo ventano <— ^ * o c sarta todo e! "crd r .

C O M A l l T O D E P I E D R A

R E V E S D U S O I R

— 27¿ —

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De quiera oeco espsrcr, sí me separo, de rr/s esístseñes £>kír<ccs nor<ia sssís?De quién sino de tí, á -«no Scrs,- e! *^opicol :ncer*d»o ote te otw*a?

yen ay\, qve ansioso é cccczsr te tn ^ - f o! mostrarme ei secreto de tif enco^c.. por uno f for alegre, attaqüe se »yerc , en el roudaí c rx jrg o de r - casis!

Ca'+ogenc, ~*oyc de 1902*

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1 N D I c e

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R*<u*KÍai de m* Alcaldía IV ............* * * * * * * * **M ****** ............. ................. 73Itc v r^o d t mi Alcaldía V . . . % * * »****• * * * *••»•• . . . , , , 7 ^Recuerdo* de mi Alcaldía V I . ............* . . . . . . . . ............. •••••• ............ 78

I I Bodegtn I . . . . . . . ******** ****** ****** ***»*• ****** •***•» 79H M « 9 0a I I . . » .%..»♦ *** *** ****** ***• ****** **** ................... ........ 11« Bodegón I I I ..............- .................. ............ * * " * .................................. ..................... . 82

( I Bodegón IV . *% *. . » »* .......................... * *•* %%* ****** **••»♦ 84N Bodegón V . . » « . . . . . . . *........... * * '•**** ****** ****** **» * * * ............. 86( I Bodegón V I . . . **** ***** ****** * * * * •*•*•• ***• ***•*• . . . 88

B BocUgón V I I .............................................................................*................................................. 89B Bodegón V I I I , .* . . . . * . . ................... *......................................................................... 91£1 Bodegón IX,** . , .............................. *..................................................................................... 92El Bodegón X . , . . . . . . . . . . . ****** ****** . . . . . . .......... .. 93lo Coso del Morques do Voldehoyos I . . . . . . . . . . . . . . . . . .............................. _95lo Coso del Marqués de Valdehoyos I I . . . .................................... ........................... , , 9 7

lo Casa del Marqués de Valdehoyos I I I . . . . . . ............ . . . . . . . . . ................. 99

lo Coso de) Marqués de Valdehoyos IV ............................................... .. ...................... .. J OQ

Historíelos de Políticos........................ .............. •*> *** *............................* ........... 101lo Coso do Núñez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

El Doctor Lengua............................................. . . . ............................................... . 104

El Podro D ie i................ ................ .... ........................................... .. . . . . . . ............ 106Homeopatía y Emplastos... . . . . . . . . . . . .................................. ..............................107

los Escrupulosos........................ ................ .. . . . . . . . . . . . . . . . « . . . . • . . . . . . 108Hoteles y Hospedajes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110Escuadras y Mandiles.......................... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

Mut's, El Sepulturero.......................... .. ............................. .................. ...............................113Espejuelos y Flautas. . . . . . . . . . . . . .............................................. ............................... * 114Recordando........................ .................... .. . . . ....................... .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116Propiedod literaria y A rt ís t ic a ... ......................... ............... . . . . . . . ...................... 1 1 7 ^El SancocHIto de A n to n ia .. . . . . . . . ........................................... . . . . . . . . . .......... 120

Casonas Viejos y Entierros.. . .......................... . . . .............................................. .. 122la Cama de Tormento.......................... ............................. .. .......... . . . . . . ................. 123El Buchón Guerrero............................................... ...........................................................................125Historietas del Buchón............................ .......................................... .. ............. . . . . 126Sustos de B a rto lito ................. .................... .. ...................................................................... .. 127

O tro Vez lo Cama de Tormento ............................... . . . . . . . . ............. ................. 12SNEspíritu de Empresa» El Tranvía ................................................... . . . . . . . . . . . . . . . 130N Periódicos e Imprentas.................................................................. .................................... .. 132 ^

Viejos Bares................................................ ..................... .. ......................................... .. ............ 134

M r. le r r o y . . . ....................................................................................................................................135

En la Muerte de Núñez I ........................................ ...................................................................137

En la Muerte de Núñez I I . . « . . . ............................................................. .. .......................138

En la Muerte de Núñez I I I ............................................................................. .. . . . ............. 140

Page 274: La Ñapa_1

Exhumación de Núñex , . , , , ,P.ntOfll* • • . . . « . . . . . . . , , , " " " ' I I i . . , , . I 4IFolklore I . , , , , . , , , M I M , H t n * » » ( , , , Mt 143

Folklore I I . . . . . . . . , . ****** *” * •* .............. ....Con i y C o n G . . . ............ v<4óOon José M . Guliério/ d t Pifie íes, . ..................................... 148Muerto> #n Coche. . . . * ••». . » 149La Vi a Sa c r a . . . » « « « « , , , , , , f t l i t ' ....................150Or tograf í a Rur a l . . . . , , ♦, , , . " " " ................ 151El Túnel del Revel l í n, , , , , , ............t .................. iÍj|

La P laxue lo . . . . . . . . . . . . , , , , , , , , , ,v Juegos y Pasatiempos, . . . , , , , , , , , • * * * • * • i •. 1 • n i . , . .............. ..... 15

La Ermita del C abrero.............. .. , , . . . * * • • * * •«• * * 1, j , , , , , ,, f > t ^La Plaza de lo i Cocho» I . , . , . , , . . ............................................................. ...La Plaza do lot Coche» I I . . . . . . . . . ., ............................................................ ...

v Bordados y Tinajeros. , . , , , , ,............... .................... ' . «1 I I t M ■ 163

C ru jid eras ...................................... .................. . . . .j * * *• 1 * *••••»• •»1 . 100Seres Desgraciados................................................................. t| ..................... « . jSeres Desgraciados I I • • • .............. ..................... .......................... .... ' ............ ^La Peña del Café Tinto I . . . . . . ......... , , , , , , . , ‘í . - # 17 QLa Peña del Café Tinto I I . . . ........... .. ........... , , , , i l l ( 172

Sab in a ........................... . . . . ........... . . . . . . . . , , , 174

Concepción J . de A ra ú jo .............................................................. ................ .............. 175Jorge Pombo I . . . . . . .............. .. . . . . . . . . . . . , . . . . . . ........... . . . . . . .......... 177Jorge Pombo I I ...................................... . . . . . . . . . . . . *..................... .. .............. 178Camisas de L is ta d o ... . . . . . . . « . . . ■ ■ • ■ * > • • . . . . • « .................» . .............110Don Federico y las Brujas................ . . . . . ............................................... .......... 182Procesión Acc’dentada..................... *«••*» ■■»,*.* * * * >»» 183Debajo de una mala C ap a ...........................« * • * • ...•••• 185De los Obispos Medina y Cerón............................................................................... v* '•*Dulces en Tártaras....................................................... .....................................................Llegó la Mala Real.............................. .. . »•»•»*••.............

* 191\ Carp in teros............................... .. • ♦ * • • \* * * V I " * ■

193Dónde Está el C i e l o . . . . . • • * • •♦••• ■ * * * * • * ** . . . , . . . . . . . .. . . . 194

El Perfume de las cosas .............................................................................................* , • . . . . . . . . » i w

Las viejas Peñas.............. .. • *........... .*• • • * * .....................La Fruta P roh ib id a .. . . . ......... .. •• • •••• ••*••* •••••* •

\ Sastrerías................. . . . . . . ' ♦ * * * * * * * '■ BSI f t

CARTAS DE LA TIA BECU

•** «••• mDe New Y o r k . . . . . . ••• .................. . . . . * * ^

De New Y o rk ................... .. * ?De New Y o r k . . . . . . • • • •%De G anders. . . . . . . . . • ♦*

De Brujas. . . . . . » * • ****** .!De Lucerna................. * * * •* jí’•4 •

»» .*»» ****** " " t uDe lu ce rn a ................. .. ***'*''De H o lan d a ...................... * * *

Page 275: La Ñapa_1

C i r t t y M ^ 1* •* V I I . « « n »*n “ * 1 ‘ % * * * * **•»»»** ..............de Inda* V II I .»■***♦ ****•• »■%«.* ****** ’ '*•*• “ » m i , , 44

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tecuetdoa de mi A ko ld ío I I I . . * ........... ............ M M * , I , M “ M ••• * * *», 7 jJítcverdoi de m* A ke ld ie IV ............* »*’ » • " **M **.*»» ............. ................. 73Recuerdo de mi Alcaldía V . . . % * % «*•**• M " * * * »••»*• . . . , , , 74

Beceerdes de mi Alcaldía V I . ............* . * * . . . . . ............. *•***. ............ **. *, , 78

I I B odega I . . . **«. ******** ****** ****** ****** ***••• *•***« 79

El Bodegón I I . . . ........... *** *•* ***’ *’ * ‘ * * *»'**• * * * * *..................« . . . 81W Bodegón I I I ..............- .................. ............ *****.................................. ....................*. 82El Bodegón I V . , * ****** ******.............* %*% ****** •••• *••*»* *•* 84H Bodegón V * * * * .. * *****............* * ****** ****** ****** * * , . . , .............. 86

( I Bodegón VI.** ***** **** ***** ****** **** ****** **** ***.*. . . * 8 8

£1 Bodegón VII.** *....................................* ........................ ............................................* * * 89El Bodegón V III** , **.*% *• **** **** **•*•* *•* **.*«« **•«•* 91

£1 Bodegón IX,** ...................................*..................................................................................... 92

R Bodegón X . . . ***** ***** *** ****** ****** ****** ***•*, ................. 93lo Coso del Marques de Voldehoyos I * * * * * * * * * * * ****** .............................. _95lo Casa del Marqués de Valdehoyos II *. . * * * * *........................ *......................... , , 9 7

lo Casa del Marqués de Valdehoyos I I I * * * * * * . . . . . . * * * * . . . . * 99

la Coso del Marqués de Valdehoyos IV ............................................... .. * *.................. .. J OQHistorieta* de Políticos........................ , . , . *•• . . . **. *............................* ........... 101lo Casa de Núñez. . . . . . . . ****** . . . .**•« . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103El Doctor lengua...........................................**. .*.* . . . ...................................................... 104

El Podre D ie i................ ................ * * * ............................................... * . . . . . . ............. 106Homeopatía y Emplastos... . . . . . . . . . . . .................................. ..............................107los Escrupulosas........................ ................*.** . . . . . •*• *.............. . . . . . . . . . . . . 108Hoteles y Hospedajes. . . . . . . . . . . . . *.*•• *••*• . . . . . . *. .*** *.•*•.••. 110Escuadras y Mandiles........................**•» . . . . *** *** *** *** •*. *••• . . . . 111

Mut's, El Sepulturero.......................... .. ............................. .................. ...............................113Espejuelo* y Flautas. . . . . . . . . . . . . .............................................. ............................... .. 114Recordando........................ .................... .. . . . ....................... .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116Propiedod literaria y A rt ís t ic a ... ......................... ............... . . . . . .......................... 117'El Soncochito de A n to n ia .. . . . . . . . ........................................... . . . . . . . . . .......... 120

Casonas Viejos y Entierros.. . .......................... . . . .............................................. .. 122

la Cama de Tormento.......................... ............................. .. .......... . . . * •♦ ................. 123El Buchón G uerrero............................................... ...........................................................................125

Historietas del Buchón............................ .......................................... .. ............. . . . . 126

Sustos de Bartolíto........................................... ...................................................................... .. 127

O tra Vez lo Cama de Tormento ......... ..................... . . . . . . . . ............. ................. 12SNEspíritu de Empresa» El Tranvía................................................ .. . . . . . . . . . . . . . . . 130N Periódicos e Imprentas.......................... ........................................ .................................... .. 132 ^

Viejos Bares................................................ ..................... .. ......................................... .. ............. 134

M r. le rro y . . . . . . . ...................................... .. . . . . . . . . . . . . ................................. 135En la Muerte de Núñez I ........................................ ...................................................................137

En la Muerte de Núñez I I . . « . . . ............................................................. .. .......................138

En la Muerte de Núñez I I I ............................................................................. .. . . . ............. 140

Page 276: La Ñapa_1

Exhumación de Núñex.............P.ntores. . . . . . . . . . . , , , ,M *•««•» i , ,Folklore I . , , . , . , , , , , , , ' * " M ' ' ♦* I 43

Folklore I I . . . . . . . , , . , 4 , , '***** ' Kr ............. ...Con J y C o n G . . . «».* •»* * , , , , '* ' '•••••». . ............Don José M. Gutiérrez. d» P iA tre i... , ................................... 148M u«i toa en C och e .. , ............ . . . . * ••••... 149la V ía Sacra. . . . . » - « * » , , , fM t i i > *............ . *'*' ......... ISOOrtografía Rural . . . , , , ♦, , , , ••«•*. , 151

I I Túnel del Revell ín, , . ................................... ...............................La P la iue la . . . , , , , , , , | , , , (Juegos y Pasatiempos........................ ,, ,La Ermita del Cabrero. . , . . . . ........... • • * ♦ •«• ........ • t #,, , , , t j¡, t JJSS.La Plaxa de lo i Coches I , . , . . , , . . ............................................................. ...La Plaza do los Coches I I . . . , , , . . . .......................................................... .....

\ Bordados y Tinajeros. , . , , , , ' * ...... . ' " .......... ........... 163Crujideras................................ .... ................... u ,j * ■1* *• * * * • • , 100Seres Desgraciados.............................................................. f f ....................Seres Desgraciados I I • • • .................................. .......................... '............ ^La Peña del Café Tinto I . . . ............. .. ............ , , , , , , -##t t , , , , , ....... 170La Peña del Café Tinto I I ................... .......................... , , , , 172Sabina.......................... . . . . ........... . . . . . . . . , , , 174Concepción J . de Araújo........................................................... , .............. ............ . 175Jorge Pombo I . . . . *................. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......... . . . . . . .......... 177Jorge Pombo I I ................................... . . . . . . . . . . . . ...................... . ............. 178Camisas de Listado.. . . . . . . . . « . . . . . . . • > • • . . . . *« ................................ 110Don Federico y las Brujas................ . . . . . ............................................. . . . . . . 182Procesión Acc’dentada.................... . . . . . . . . . . ••• *,*. .*. . . . 183Debajo de una mala Capa.......................... . ................................ . . . . . . . . . . . . WDe los Obispos Medina y Cerón........................................................................... ... '•*Dulces en Tártaras. . . .................. •••• •»..*• •••• ....................Llegó la Mala Real............................. .. ................................. ....„ . ................................................................m\ Carpinteros............................. .. * • • «■

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Las viejas Peñas................ ............... •* •••• ....................La Fruta Prohibida................ . . . . . ............ *.............. . ‘ * * * * * *

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Page 277: La Ñapa_1

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Aooy fo el# Agua C lo ra .............. ......................................... ...........................................ÁQ4ti Beso do la f uonto. . . . . . . . . *«« . . . . . . . . . . * . * • *.................................... 265Himno d# la Armada««« . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . *.......................................* 260Amorata•«« . . . . » » • * * • * *»« . . . . . . . . .#•• •» . . . . ♦♦. • • • • • • • •ín ol Abanico do Alma Zubirfa... « . . . . . . . . . . . • - .............. •••..768Todo Pata. . . . < < . » » . . « . •. ..••». . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261Qcato ( , 9 ff<f , , , . . . . . . .......... . ............... ............................. .................. J*fPantalla,«<<« «<. «««.•* « . « . « . •*.«•• . . . . . . « . . . • . 270Idiomai.« i . « . « ««« »««**. .<« « . . . * . . . . . . . ........................... . ................ 2 7 2 * *M uralla do lat Bovédai..« . . . . . . . . . . . . ....................... .......................272Nupcial.«* « t i « « « ««««i •.«. « . . . ••« . . . « « . . . .............. ........... 273 * Rovo Pu Soí r . i ««« « .« i • « 1 1 • « » « . . . . . . . . . . . « • • . . . . . . . , . . . ................ 274

216 , , , , , 2 l t

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225 227

0 . 0 * . 229 0 0 . . 230 . . . . 232

. . . . . 233

.........235

......... 236241 o 249 253 m 259

NOTAS}'- Lo* "Corralitot" titulado* " lo t Hormanoi Jaspe’ y "Dramai do la Parro­quia" cjuo aparocon on lo» folio* 16 y 17, por orror do la Editorial, apa con ropotidot on lot folíoi 164 y 110