La narrativa del conocimiento vol. ii no. 28

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La Narrativa del Conocimiento © Boletín de difusión del Pensamiento Publicación virtual quincenal Textos y Fotografías de Fernando de Alarcón Nueva época - Vol. II No. 28 Abril de 2012 El poder y el atractivo misterioso de la verdadera Felicidad Parece que por un momento se ponen a la altura normal de un alma tranquila y fuerte, las estériles vanidades, las satisfacciones brillantes pero provisorias, esas mentiras que hablan alto pero que tiemblan en la sombra. Acontece, más o menos, lo que sucede cuando los niños se divierten con juegos prohibidos, arrancan o aplastan flores, se preparan a robar frutas, o torturan a algún animal inofensivo, y pasan un sacerdo- te o un anciano que no piensan, sin embargo, en regañarlos... Los jue- gos se interrumpen bruscamente; hay un despertar de conciencia asus- tada, y las miradas temerosas se fijan a pesar suyo, en el deber, en la realidad y en la verdad. Pero las personas, por lo común, no se detienen mucho más tiempo que los niños para seguir con la vista al anciano, al sacerdote o a la reflexión que se alejan. No importa: han visto; porque el alma humana, no obstan- te que los ojos se vuelvan o se cierren demasiado voluntariamente, es más noble de lo que, para su tranquilidad, lo desearían la mayor parte de las personas, y entrevé sin trabajo lo que es superior al instante inútil por el que se trata de interesarla. En vano es cuchichear a lo largo del camino del sabio que desaparece: ha trazado, sin saberlo, en los errores y en las vanidades, un surco que no se borrará tan pronto como se cree. Ese surco reverdecerá, sobre todo, a la hora inesperada de las lágrimas. Apenas si nos interrogamos acerca de la felicidad en los días en que nos creemos dichosos; pero venga el instante del sufrimiento, y no tenemos dificultad en recordar el sitio donde se esconde una paz que no depende de un rayo de sol, de un beso rehusado o de una desaprobación real. Si quieres saber en dónde se esconde la felicidad más segura, no pierdas de vista las gestiones de los miserables en busca de consuelo. El dolor se parece a la varita adivinatoria de la que se servían antaño los busca- dores de tesoros o de manantiales de agua; indica al que la lleva la en- trada de la morada en donde se respira la paz más profunda. Debemos discernir la presencia de una felicidad que no nace de la bene- volencia o del brillo de una hora, sino de la aceptación amplificada de la vida.. El alma que llora definitivamente percibe la alegría que se esconde en el retiro o en el silencio más impenetrables. Y en cuanto la conciencia despierta y se pone a vivir en un ser, hay un destino que comienza. Se trata de la conciencia activa que acepta el acontecimiento, sea cual sea, como una reina, que, aunque se la haya arrojado a una cárcel, sabe aceptar una dádiva. Uno de los principales motivos de la desdicha de los mejores es la espe- ra de los demás: esperan siempre, afecto e inteligencia, más de lo que pueden darles los demás. Algunos no dan por avaricia espiritual, o dan menos de lo que podrían dar. La mayor parte son tan pobres que tratan de recibir, pero no pueden dar porque no poseen ni sentimientos, ni inte- ligencia. Quien mucho tiene y mucho da, se imagina fácilmente que los demás están hechos como él, y se engaña porque no advierte, o lo advierte demasiado tarde, que es una excepción. Quien de joven se ilusionó menos, menos desilusionado estará de viejo. http://lanarrativadelconocimiento.blogspot.com Derechos reservados, 2012 De mi Libreta de Apuntes De mi Libreta de Apuntes Si hay sinceridad habrá buena fortuna: liberación del error, firmeza y corrección que pueden mantenerse, y beneficios en cada movimiento que se haga. ¿En qué se podrá emplear esta sinceridad? […] La experiencia de la pérdida puede ser valiosa. I Ching © Banco de Historia Visual Banco de Historia Visual Sutilezas de ti. El entorno de tu voz recrea mis sentidos a la vez. Y la luz de tu mirada me refleja sólo tu alma, que penetra hasta la mía. Es a un tiempo que tu piel se comparsa con la mía, al momento del saludo que quisiera ser abrazo. Y es tu sonrisa tan fresca que transforma mi tristeza y la convierte, vibrante, en emocionante chispa. 1988 Reminiscencias de Manhattan, México - 2003 Fernando de Alarcón / Banco de Historia Visual ©

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La Narrativa del Conocimiento © Boletín de difusión del Pensamiento

Publicación virtual quincenal Textos y Fotografías de Fernando de Alarcón

Nueva época - Vol. II No. 28 Abril de 2012

El poder y el atractivo misterioso de la verdadera Felicidad

Parece que por un momento se ponen a la altura normal de un alma tranquila y fuerte, las estériles vanidades, las satisfacciones brillantes pero provisorias, esas mentiras que hablan alto pero que tiemblan en la sombra. Acontece, más o menos, lo que sucede cuando los niños se divierten con juegos prohibidos, arrancan o aplastan flores, se preparan a robar frutas, o torturan a algún animal inofensivo, y pasan un sacerdo-te o un anciano que no piensan, sin embargo, en regañarlos... Los jue-gos se interrumpen bruscamente; hay un despertar de conciencia asus-tada, y las miradas temerosas se fijan a pesar suyo, en el deber, en la realidad y en la verdad.

Pero las personas, por lo común, no se detienen mucho más tiempo que los niños para seguir con la vista al anciano, al sacerdote o a la reflexión que se alejan. No importa: han visto; porque el alma humana, no obstan-te que los ojos se vuelvan o se cierren demasiado voluntariamente, es más noble de lo que, para su tranquilidad, lo desearían la mayor parte de las personas, y entrevé sin trabajo lo que es superior al instante inútil por el que se trata de interesarla. En vano es cuchichear a lo largo del camino del sabio que desaparece: ha trazado, sin saberlo, en los errores y en las vanidades, un surco que no se borrará tan pronto como se cree. Ese surco reverdecerá, sobre todo, a la hora inesperada de las lágrimas.

Apenas si nos interrogamos acerca de la felicidad en los días en que nos creemos dichosos; pero venga el instante del sufrimiento, y no tenemos dificultad en recordar el sitio donde se esconde una paz que no depende de un rayo de sol, de un beso rehusado o de una desaprobación real. Si quieres saber en dónde se esconde la felicidad más segura, no pierdas de vista las gestiones de los miserables en busca de consuelo. El dolor se parece a la varita adivinatoria de la que se servían antaño los busca-dores de tesoros o de manantiales de agua; indica al que la lleva la en-trada de la morada en donde se respira la paz más profunda.

Debemos discernir la presencia de una felicidad que no nace de la bene-volencia o del brillo de una hora, sino de la aceptación amplificada de la vida.. El alma que llora definitivamente percibe la alegría que se esconde en el retiro o en el silencio más impenetrables. Y en cuanto la conciencia despierta y se pone a vivir en un ser, hay un destino que comienza. Se trata de la conciencia activa que acepta el acontecimiento, sea cual sea, como una reina, que, aunque se la haya arrojado a una cárcel, sabe aceptar una dádiva.

Uno de los principales motivos de la desdicha de los mejores es la espe-ra de los demás: esperan siempre, afecto e inteligencia, más de lo que pueden darles los demás. Algunos no dan por avaricia espiritual, o dan menos de lo que podrían dar. La mayor parte son tan pobres que tratan de recibir, pero no pueden dar porque no poseen ni sentimientos, ni inte-ligencia.

Quien mucho tiene y mucho da, se imagina fácilmente que los demás están hechos como él, y se engaña porque no advierte, o lo advierte demasiado tarde, que es una excepción.

Quien de joven se ilusionó menos, menos desilusionado estará de viejo.

http://lanarrativadelconocimiento.blogspot.com Derechos reservados, 2012

De miLibreta de Apuntes

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“Si hay sinceridad habrá buena fortuna: liberación del error, firmeza y corrección que pueden mantenerse, y beneficios en cada movimiento que se haga. ¿En qué se podrá emplear esta sinceridad? […] La experiencia de la pérdida puede ser valiosa.”

I Ching

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Sutilezas de ti.

El entorno de tu voz

recrea mis sentidos

a la vez.

Y la luz de tu mirada

me refleja sólo tu alma,

que penetra hasta la mía.

Es a un tiempo que tu piel

se comparsa con la mía,

al momento del saludo

que quisiera ser abrazo.

Y es tu sonrisa tan fresca

que transforma mi tristeza

y la convierte, vibrante,

en emocionante chispa.

1988

Reminiscencias de Manhattan, México - 2003

Fernando de Alarcón / Banco de Historia Visual ©