La obra

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La Obra: Como quiera que hemos sido citados a ejercer el derecho ciudadano de elegir a nuestros representantes a los cuerpos colegiados y al jefe del gobierno, tome la decisión de releer ANTÍGONA de Sófocles, toda vez que se eleva como la tragedia que representa la máxima expresión de la libertad, la familia y el derecho natural frente al despotismo y a las razones de estado. Es también, guardadas las distancias y la forma de entender la vida, volver a lo griego, como valor fundamental de la civilización occidental. Cada vez que Antígona es representada, o simplemente leída, levantándose altiva , gloriosa y mártir muriendo en escena, ganamos de alguna manera la libertad y la democracia, y Sófocles, como diría José María Pemán, gana nuevamente la batalla de Salamina, y con ella, la civilización europea, al contrario, si se hubiere perdido, seriamos persas u orientales, y nuestro destino ,seria diverso al que vivimos. Pero volvamos a Antígona, a lo que ella representa: El pensamiento claro de la razón de la verdad frente a la razón de la política: Eteocles y Polinices, los hijos de Edipo, mueren peleando, en bandos contrarios, en el cerco y liberación de Tebas. Eteocles, del lado de la ciudad; Polinices, del lado de los sitiadores. Creonte, el déspota gobernante de Tebas, decreta que Eteocles sea enterrado con todos los honores que corresponden a los héroes que mueren por la patria; Polinices, en cambio, que murió del lado de los sitiadores, debe quedar insepulto como carnaza de los buitres y escarmiento de los Tebanos. Conocido el decreto del déspota, ANTÍGONA, hija también de Edipo, se propone desobedecer el mandato y enterrar a su hermano. Antígona es sorprendida en su intento por los soldados y llevada presa ante el tirano, que la increpa por su desobediencia, recordándole que habrá pena de muerte para quien entierre a Polinices. Entre Antígona y Creonte se produce un diálogo que se eleva sobre el simple interrogatorio judicial de lo ocurrido y produce un choque entre la ley natural y la piedad familiar con la voluntad personal y arbitraria del tirano. Creonte sentencia según su poder material y su voluntad omnímoda. Antígona

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La Obra:

Como quiera que hemos sido citados a ejercer el derecho ciudadano de elegir a nuestros representantes a los cuerpos colegiados y al jefe del gobierno, tome la decisión de releer ANTÍGONA de Sófocles, toda vez que se eleva como la tragedia que representa la máxima expresión de la libertad, la familia y el derecho natural frente al despotismo y a las razones de estado. Es también, guardadas las distancias y la forma de entender la vida, volver a lo griego, como valor fundamental de la civilización occidental. Cada vez que Antígona es representada, o simplemente leída, levantándose altiva , gloriosa y mártir muriendo en escena, ganamos de alguna manera la libertad y la democracia, y Sófocles, como diría José María Pemán, gana nuevamente la batalla de Salamina, y con ella, la civilización europea, al contrario, si se hubiere perdido, seriamos persas u orientales, y nuestro destino ,seria diverso al que vivimos.Pero volvamos a Antígona, a lo que ella representa: El pensamiento claro de la razón de la verdad frente a la razón de la política: Eteocles y Polinices, los hijos de Edipo, mueren peleando, en bandos contrarios, en el cerco y liberación de Tebas. Eteocles, del lado de la ciudad; Polinices, del lado de los sitiadores. Creonte, el déspota gobernante de Tebas, decreta que Eteocles sea enterrado con todos los honores que corresponden a los héroes que mueren por la patria; Polinices, en cambio, que murió del lado de los sitiadores, debe quedar insepulto como carnaza de los buitres y escarmiento de los Tebanos.

Conocido el decreto del déspota, ANTÍGONA, hija también de Edipo, se propone desobedecer el mandato y enterrar a su hermano. Antígona es sorprendida en su intento por los soldados y llevada presa ante el tirano, que la increpa por su desobediencia, recordándole que habrá pena de muerte para quien entierre a Polinices. Entre Antígona y Creonte se produce un diálogo que se eleva sobre el simple interrogatorio judicial de lo ocurrido y produce un choque entre la ley natural y la piedad familiar con la voluntad personal y arbitraria del tirano. Creonte sentencia según su poder material y su voluntad omnímoda. Antígona argumenta según la ley natural fijada por los dioses en el espíritu humano. Esta escena representa, sin lugar a dudas, el nacimiento de la libertad, de la dignidad humana, de la conciencia personal frente a cualquier tiranía: Antígona le grita a Creonte que sus decretos no tienen ningún valor en la región del Hades y que ella no nació para compartir el odio sino el amor. Creonte le responde pronunciando su sentencia de muerte y Antígona es enterrada viva en una cueva en la montaña.

Hemon, el hijo de Creonte corre a liberar a Antígona, su amada, y al encontrarla muerta se quita la vida...

La Tragedia de Antígona nos coloca frente a los valores humanos: La libertad, la dignidad, el derecho natural y la familia, en síntesis, la defensa de los derechos personalísimos del ser humano. Pero, y lo más importante, ante la exigencia de ser críticos ante los hechos y circunstancias que rodean nuestras vidas: actuar con recta conciencia. La exigencia del 20 de noviembre nos lo reclama. Son estos días de reflexión en el análisis de los pros y los contras de los programas de los candidatos de los diversos partidos lo que ha de definir nuestro voto sin perder la perspectiva de lo que debemos defender: El futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos, nuestra propia dignidad como seres humanos y la libertad personal por

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encima de cualquier otro principio: Quien pretenda arrebatarnos los derechos adquiridos a lo largo de tantas luchas conseguidos debe ser señalado, por los ciudadanos, con el dedo de la ignominia y condenado a desaparecer de la escena política.

Desde aquí, y bajo estos principios, pido el voto para quien, dentro de sus programas, garantice la igualdad de derechos y obligaciones para todos los ciudadanos: La razón de la verdad de la sociedad en que vivimos frente a la razón de las mezquindades políticas y las injerencias de los poderes facticos en las razones de estado. .

Carlos Herrera Rozo.