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    LA ORGANIZACIN ECLESIASTICA DE LA.NUEVA ESPARADURANTE LOS SIGLOS XVI y XVII

    VIRVE PIHOLa organizacin eclesisticaque se form en la Nueva Espaa,con sus caractersticasespeciales, onflictos y modalidades ocales,se puede comprender solamente por medio de una visin -aun-que sinttica- del desarrollo histrico de la Iglesia en su lugarde origen, en &paa.En la pennsula ibrica los monarcashispanos,con el rey comomxima autoridad no solamente civil sino tambin eclesistica,estaban sujetos, dentro del marco de la Iglesia, al Santo pont-fice como dirigente superior. Este poder se basabaen los antece-dentes histricos por los cuales haba pasado la Iglesia espaoladesdeel siglo XIII. En aquella poca,en Castilla, las Partidas otor-gaban el derecho absoluto a la Iglesia para adquirir toda clasede bienes procedentesde laicos o de eclesisticos, el clero fueeximido de peajes y lezdas. La costumbre del pago de diezmosal monarca por parte de grupos tnicos no espaolesse originen 1228, cuando en el Concilio de Valladolid se decidi aplicarel pago del diezmo real o predial a los moros y judos. Esta me-dida fue sancionadacon carcter general por Alfonso X, quienla extendi como diezmo personal a los ingresos provenientesde la industria ya toda clase de honorarios, a la vez que reservun tercio del importe para el erario regio.l A fines del mismosiglo, Pedro III, hijo de Jaime I de Aragn, declar a los clrigosexentos de albergas y otras obligaciones que anteriormente sedeban al rey.2 .

    Los antecedenteshistricos de abusospor parte del clero em-pezaron a manifestarse en el siglo XIV por lo que su exencintributaria y los principios de inmunidad personal muy pronto1 Vicens Vives, II, p. 166.2 Ibidem, p. 166-180.

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    12 VIRVE PIHOfueron objeto de duros ataques. El enrgico cardenal Cisneros,consejero de los Reyes Catlicos, y quien ocup altos cargos pol-ticos y diplomticos, trat de remediar esta situacin por mediode la reforma q ue tuvo 1ugar en los aos de 1496 y 1497. Sinembargo, no se avanz mucho en el camino de la mor~lizacin.De esta manera se prolong la decadencia y corrupcin del bajoclero hispnico. Despus de la muerte de Fernando el Catlicoen 1516, Cisneros dispuso un nuevo ensayo colonizador en lasIndias que consisti en instaurar imperativos morales y una apa-rente teocraci en Amrica, pero su muy cercana muerte hizofracasar el plan original.3

    Esta posicin del poder eclesistico, de la que gozaban losreyes espafioles, sobre todo desde principios del siglo XVI, sedebi en gran parte al Patronato Real que se inici con el descu-brimiento y la conquista del Nuevo Mundo en beneficio de laCorona espaola. En el ao de 1501 el Pontfice otorg a los Re-yes Catlicos el derecho de incorporarse los diezmos de las iglesiasamericanas como premio por su labor al haber integrado a losindgenas a la evangelizacin." En 1508, por medio de nep;ocia-ciones entre el monarca don Fernando y el papa Julio II, losReyes Catlicos obtuvieron el privilegio de la ereccin y orga-nizacin de todas las iglesias en las Indias. De tal manera el Pa-tronato Real se iba desarrollando de acuerdo con la formacinde la nueva sociedad. En los aos 1510 y 1511 el rey consiguique el diezmo sobre los metales no correspondiera a la Iglesiasino a la Corona, y que del diezmo sobre los frutos del campo sedestinara una tercera parte al rey. Obtuvieron los reyes tambinla facultad de fundar en Amrica desde las catedrales hasta loshospitales de aldeas y decidir sobre los cargos que se repartan.A la vez, la corona contraa la obligacin de proveer a las iglesiasamericanas con campana, cliz y algn ornamento de oficiar.Aparte de su derecho de presentar candidatos para las sedes,tenan la autoridad de discutir y anular las bulas que fueran encontra de su patrimonio, por medio del Consejo de Indias ode las Audiencias, as como de. tasar y de administrar las ren-tas eclesisticas y otros derechos. De tal manera la nica autoridadeclesistica superior al rey fue el Pa~.5 Dentro de este papel debeentenderse la figura del rey en la N ueva Espaa en el transcurso

    3 Ibidem, p.166-180,48,451,542-544..Diccionario de historia de Espaa.PatronatoReal en Indias.5 lbidem.

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    LA ORGANIZACIN ECLESISTICA DE NUEVA ESPAA 13de la' historia eclesistica. Sin embargo, debido a la lejanil de lapennsu:laibrica respecto del Nuevo Mundo las

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    14 VIRVE PIHOcala con 20000, Tetzcoco con 30000 y Huexotzingo con 20000}0El general de la orden de San Francisco fue, en aquel tiempo"fray Francisco de los Angeles (Quiones)}l En el mismo aotuvo lugar la Primera Junta Eclesistica formda por algunossacerdotes ecuaresy por los franciscanosque en aquel tiempose hallaban en Mxico. Se formularon ciertos postuladoscon refe-rencia a la administracin de los sacramentos,el bautismo y lapenitencia!2Despus de los franciscanos legaron a la Nueva Espaa losdominicos en 1526. En el "Memorial sobre asuntos de buengobierno que un desconocido hizo por orden del Emperador",de 1526-1527, e lee la di,sposici6n: ". ..que no pasen frailes enaquellas partes sino de estas dos rdenes San Francisco, SantoDomingo. .." 13 Los dos aos que los franciscanos levaron dedelantera a los dominicos pudieron extendersecon toda libertad,sin que nadie les disputara el terreno. De esta manera podaninstalarse en la regin del centro;4donde llegaron tambin hastaHuexotzingo y Calpan. Despusde la ocupacin de la parte cen-tral desbordaron sobre Michoacn y la Nueva Galicia para ade-lantarse hacia el norte. Mientras, los agustinos, ltimos de lasrdenes mendicantesen llegar, hasta el ao de 1533, tenan queinstalarse en los huecos que les haban dejado las misiones fran-ciscanasy dominicas!5 En los antiguos lugares de concentracinpoltica y religiosa de la poca prehispnica fueron estableci-dos centros de evangelizacin:en Tlaxcala y Huexotzingo yen elvalle de Mxico, ademsde Mxico Tenochtitlan, en Tetzcocoy Churubusco. En los primeros aos, entre 1525 y 1531, frayJuan de Rivas fund en el rea de Tlaxcala el convento de Te-peaca,y en la regin de Mxico se suceden las fundaciones deCuauhtitln, Tlalmanalco, Coatepec-Chalco Toluca.16La Santa Sede dio a los religiosos las ms amplias facultadespara la administracin de los sacramentospor medio de una bulallamada omnimodaJ con fecha'9 de mayo de 1522. En su forma

    10 Vetancurt, III, p. 9; Mendieta, ", p. 59; Paso y Troncoso, p. 477; Brevenoticia histrica. .., p. 8.11 Cuevas, 1921, I, p. 164, 165.12 Ricard, p. 39.13 Cuevas, 1914, p. 2; Bravo Ugarte, 1965, p. 82.1. Ricard, p. 164.15 Ibidem.16 Vetancurt, III, p. II, 12; Mendieta, ", p. 93. 94.

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    15A ORGANIZACIN ECLESISnCA DE NUEVA ESPANAinicial se les ratific a los religiosos la direccin espiritual de las,regiones que haban convertido y sin ms condicin que la dehaber sido nombrados por su legtmo superior y el consenti-miento de la autoridad seglar, que a su vez era representada porel Real Patronato. Por esta razn las parroquias de indios se lla-maban doctrinas.17 Los indgenas fueron sometidos al pago dediezmos que por un lado tena su origen en la historia eclesis-tica espaola y, por otro, se remontaba en la Nueva Espaa a lapoca prehispnica, cuando exista la costumbre de entregar tri-butos al soberano o tlatoani de Mxco Tenochtitlan. Como lospadres de la Iglesia no podan subsstr sin el derecho real deCastilla, o sea el tributo, continuaba este ramo de renta en laNueva Espaa por rdenes del rey.Con la llegada de un nmero creciente d~ clrigos empez asurgir, desde los tiempos del primer obispo electo, el franciscanofray Juan de Zumrraga (cuyo nombramiento se efectu el 12 dediciembre de 1527) , una diferencia de opinones sobre la juris.diccin eclesistica.18Por motivos de que el mantenimiento delclero y las construcciones de las iglesias estuvieron a cargo de lasCajas Reales, el problema principal para el monarca consstien el cobro de diezmos, de los cuales le perteneca una ciertaparte. Los indgenas pagaban estos diezmos slo en los terrtoriosque se encontraban bajo la administracin del clero secular,mientras que el clero regular, por motivos de su labor apostlicaen la Nueva Espaa, haba obtendo del Papa el derecho de nocobrar diezmos a los indios en los territoros de su administra-cin. De esta manera se origin un choque de intereses entreambos grupos. Empezaron los conflictos y una lucha prolongadaque no ces hasta el siglo XVIII, por el poder espritual y econ-mico en las dstintas reas de la Nueva Espaa.Con el fin de aclarar una serie de problemas que haban surgi-do durante los primeros aos de la Iglesia mexicana, fue celebradaen 1532 la Segunda Junta Eclesistca, en la cual se reuneronpor un lado el obispo Zumrraga y los miembros de la Audienciay por otro lado los delegados de los franciscanos y dominicos!90Un problema princpal que se trat en esta junta constitua elingreso que se deba obtener por medio de los diezmos para

    17 Ricard, p. 227, 228.18 Fanseca, I, p. 144, 145; Ricard, p. 36, 37.19 Ricard, p. 40.

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    LA ORGANIZACIN ECLESISnCA DE NUEVA ESPAATuvo por custodias a Michoacn, Jalisco, Zaca,tecasy, fuera delos ljmites de nuestro actual pas, Guatemala, Per, Florida yNicaragua. La Provincia del Santo Evangelio, o de Mxico, llega su mayor apogeo a fines del siglo XVIl.22Las tres rdenes principales -los franciscanos, dominicos yagustinos-, administraban durante los primeros decenios la doc-trina y los sacramentos con una independencia casi absoluta.23Debe considerarse que la trayectoria del desarrollo histrico lle-vaba a las rdenes religiosas en el Nuevo Mundo a tanto poder,potencia econmica y libertad de accin, como jams hubieranllegado en la pennsula ibrica en aquella poca. Sobre todo, enel obispado de Mxico y Puebla, las custodias se constituyeronen misiones fijas. Cuando se encontraba en ellas un nmero con-siderable de frailes, se llamaban guardianas. Tenan un superiorque fue el guardin. Adems, haba en la Nueva Espaa casasmenores de dos o cuatro frailes que se llamaban doctrinas y quedependan directamente del custodio o del provincial. Al supe-rior de estas doctrinas se le llamaba dentro de la orden presi-dente y en el lenguaje vulgar "doctrinero"; de esta manera eranmencionados en algunos documentos oficiales. Todos estos supe-riores dependan de un comisario que gozaba de autoridad sobrelos mismos provinciales. ste era enviado por el general de laorden, por derecho, pero en realidad los elega el rey de Espaa.Por medio de este proceso se independizaban las rdenes religio-sas de sus generales residentes en Roma. Aparte del comisariopara la Nueva Espaa haba un comisario general para todas lasIndias. Las llamadas visitas consistan en casasa cargo de las guar-dianas, como las doctrinas, y se encontraban en pueblos comar-canos. Podan ser tambin ermitas con algunas celdas adjuntas.Varias veces, durante dos o tres das al ao, moraba ah elcorrespondiente doctrinero.2.Con el fin de encontrar una salida del conflicto entre ambosgrupos del clero, el regular y el secular, y obtener un controlmayor del rey como autoridad eclesistica superior, surgi la ideade que los frailes deban recluirse en los conventos y dejar lasparroquias a los seculares, porque los ltimos decan que elloseran los pastores natos para las almas.25De esta manera se solu-

    22 Cuevas, 1921, II, p. 60, 6123 Ibidem, p. 152, 153.24 Ibidem, p. 160.25 Ibidem, 1}. 153.

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    18 VIRVE PIHOcioharla a la vez el problema econmico de la Iglesia. Los exte-sivos gastos originados por las construcciones de los conventosfueron otro punto de crtica en contra de los religiosos. Esto seexpresa .en una real cdula expedida en la villa de Talavera,fechada con 14 de marzo de 1541 y dirigida al virrey de la NuevaEspaa con 1a disposicin de que l provea que no se haga nin-g~ monasterio sin su licencia y solamente en lugares dond~convenga segn su parecer y orden especfica.2BAdems, todoslos bienes prov~nientes de los tributos y otras fuentes destinadosal provecho de la Corona deban ehtregarse en una arca real quese haba fundado en el mismo ao de 1544 y que se extinguia cuatro diversas 1laves.21La segunda mitad del siglo XVI se caracteriz, sobre todo, parel crecimiento de la complejidad de la organizacin eclesistica.Esto tena como consecu,encia el aumento de tensin, las diver-gencias de opinin y las rivalidades hostiles, tanto entre el cleroregular y secular, como tambin entre las tres rdenes mendi-cantes entre s. El clero secular estaba inmediatamente subordi-nado a los obispos por d~recho comn,2B mientras que los regu-lares haban desarrollado un gran poder independiente. Ambosempezaban a crecer en nmero, el clero regular en plan de de-fensa y los secul.ars con el fin de cobrar ms fuerza como con-junto. Se desatQ una serie infinita de alegatos en favor o en contrade las metas de cada uno de los grupos, que no se detenan paradesacreditarse mutuamente as, tanto ante la poblacin en gene-ral como ante sus superiores dirigentes.Despus de la muerte del primer obispo electo y posterior-mente confirmado como arzobispo, fr~y Juan de Zumrraga,asumi ~l cargo fray Alonso de Montfar (1553-1572). Uno delos cuidados iniciales del arzobispo fue convocar el Primer COn-cilio Provincial, que se reuni en 1555 y el cual se fund de modoexpreso en una resolucin del Co1'1tilio Lateranense y en lo dis-puesto por el COncilio Tridentino.29 'Para este concilio agrupbajo su presidencia a todos los obispos de la Nueva RO;~a, conexcepcin de la. Nueva .Galicia por haber estado vacante estasede; adems, tomaron p(;lrte la Audiencia, los funcionarios engeneral y todos los eclesisticos y religiosos que investan algn

    26 Carreo, 1944, p. 175, 176.21 Fonseca, I, p. 415.28 Cuevas, 1921, II, p. 130-13429 Carreo, 1947. p. 14. 15.

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    LA ORGANIZACIN ECLESISTICA DE NUEVA ESPAA 19cargo o dignidad. Las decisiones tomadas fueron comprehendi-das en noventa y tres captulos que abarcaban todos los proble-mas de la organizacin de la Iglesia mexicana.3o En captulosdiversos se prohibi una serie de actos que los religiosos realiza-ban antes libremente sin otra autorizacin que la de los s\lpe-riores de los respectivos centros.31 En el captulo IX se neg a lossacerdotes el derecho de or confesiones sin "licencia y aproba-cin que el Derecho requiere". Esto quera decir que siendosacerdotes no deban predicar ni confesar sin licencia del obispo;y siendo religiosos, ni aun con la licencia del superior de la or-den, con excepcin de la licencia del ordinario. De acuerdo coneste ordenamiento todas las confesiones odas sin licencia se de-claraban nulas. En las disposiciones se mencionaba, adems, queno deban bautizar fuera de los templos y que en stos no sedeban hacer representaciones ni danzas; que las iglesias, monas-terios y ermitas se deban edificar solamente con licencia del or-dinario; que se formaran registros de las rdenes que debanguardarse en los archivos de las catedrales y que no se impri-mieran libros sin visto bueno de los diocesanos.32 Entre otrospuntos de importancia se determin que no se deba cobrar porlos servicios religiosos, sino que la Iglesia deba recibir una li-mosna conforme a la costumbre.La crtica a la que estaban sujetas las rdenes religiosas porparte del arzobispo Montfar estaba dirigida en forma especialcontra los franciscanos, a quienes consideraba como los ms re-beldes. Las acusaciones lanzadas por el arzobispo se encuentranescritas en 1556 en la Relacin del Arzobispadol de Mxico alReal Consejo de Indias sobre recaudacin de tribtltos y otrosasuntos referentes a las rdenes religiosas.Por un lado las rdenes religiosas pugnaban a toda costa porestar fuera de la jurisdiccin de los obispos, por otro lado losllltimos insistan en poner sus propios curas aun en lugares don-de haba religiosos. En este conflicto ganaron los frailes, porqueel gobierno espaol prohibi que entrasen curas seculares enlugares donde hubiera representantes del clero regular, aunqueno tuviesen carcter de curas.

    30 Ricard, p. 40-42.31 Carreo, 1947, p. 2132 Ibidem, p. 15.

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    20 VIRVE PIliOLas cifras que se dan en la Nueva Espaa para el contingentemisionero hacia el ao de 1559 son: 380 franciscanos en od1enta

    casas,210 dominicos en cuarenta casasy 212 agustinos en cuaren-ta caSas.Del total de 802 haba que descontar a aquellos-' reli-giosos que no ~an participar de manera activa como misio-neros. Esto inclua a los legos, los novicios, los estudiantes, losprofesores, los ancianos y los enfertnos y, en cierta medida, alos dirigentes de las rdenes, como1os provinciales, guardianes,priores y definidores.333. Tercer periodo de la Provincia del Santo Evangelio;

    1565-1603En este tiem:)() uvo lugar la fundacin y ereccin formal delas provincis de Zacatecas Jalisco.84 n 1565 el arzobispo Mon-tfar se dirigi a la Real Audiencia de Mxico para convocar elSegundo Concilio con el fin de tratar los problemas de la Iglesiamexicana. En este concilio fueron concretados,una vez ms, losdiversos puntos del reglamento eclesistico.s5A la vez se agudizaron los problemas de los frailes doctrineros

    por las resoluciones tomadas en el COncilio de Trento. Fue elmotivo por el cual Felipe II hiciera una peticin al Papa, paraque no se introdujera modificacin alguna en el rgimen de losindios. Como respuestase extendi ola bula Exponi nobis, expe-dida con fecha 24 de marzo de 1567.Por el nuevo decreto losre-ligiosos conservaron, como antes, sus privilegios de prrocos yla facultad de predicar y administrar los sacramentossin autori-zacin expresa del ordinario.8GPara fomentar el inters de loscuras en la evangelizacin,Felipe II estabadispuesto a hacer gas-tos por cuenta de la Real Hacienda. Como consecuenciaenvidesde Crdoba, con fecha 19 de marzo de 1570, una ordenanza:"Que no llegando los diezmos a lo que se refiere, se suplan a loscuras hasta cincuenta mil maravedies, ya los sacristanteshastaveinte y cinco mil".87Al mismo tiempo los diocesanossiguieron amenazando convolver a Espaasi el rey no mejoraba las condiciones de su exis-33 Ricard, p. 92. 180.34 Breve noticia histrica. .., p. 13, 14.88 Cuevas, 1921, lI, p. 92-105; Bravo Ugarte, 1%5, p. 81, 82.86 Cuevas, 1914, p. 332.87 Recobilacin de leves. ., v. I, libro I, ttulo xrn, lev XXI.

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    LA ORGANIZACIN Ect.ESISTICA DE NUEVA ESPAA 21tencia en comparacin ton los religiosos. Como consecuencia, en1574 se trat de convencet, por parte de las autoridades, a lossacerdotes de que no abandonaran suS abores de evangelizaciri;S8Mientras tanto,' en la ciudad de Mxico hubo curas que lucha;.ban por su propia cuenta para conseguir un aumento de susingresos, pero sus peticiones fueron consideradas en forma nega-tiva por parte de las autoridades.No obstante, en estos aos tambin aparecen opiniones nega-tivas dirigidas en contra del clero secular. El obispo Landa deYucatn escribe al rey en 1575: "De los clrigos tengo que avisara Vuestra Majestad, que hall en esta provincia algunos, aunquemuy pocos, y casi todos gente muy ignorante y que ha vividocon mucha licencia". Como antecedente, debe mencionarse queen Europa exista la costumbre de reclutar el bajo clero secular,por lo general, entre las clases ms humildes, sobre todo entre elcampesinado, mientras que las rdenes mendicantes mostrabansu predileccin por llenar sus filas de entre los estratos inferioresde la poblacin urbana. De acuerdo con las circunstancias se se-gua la misma pauta de reclutamiento tambin en la Nueva Espa-a. El bajo clero de los siglos XVI y XVII era considerado en gene-ral como irresponsable, iletrado y conocido por su belicosidad.En general parece que' los miembros del clero regular tenanuna mejor reputacin que los clrigos en lo que se refera a suerudicin. Esta ventaja, de la que gozaban los frailes, puede ha-ber constituido uno de los argumentos ms importantes de loscuales hacan uso para conseguir privilegios. En ocasiones hastalograron imponerse a la tendencia oficial que trataba de dismi-nuir el margen de su poder. En favor de los religiosos habla eldoctor Zorita, quien estuvo a mediados del siglo XVI como oidoren Mxico. En el ao de 1584, cuando escriba su memoria, seencontraba ya de nuevo en Granada.4En la Nueva Espaa, entretanto, en 1585, tuvo lugar el TercerConcilio Mexicano durante el episcopado de Moya de Contre-ras,41 con el arzobispo como presidente, bajo cuyos auspiciosempez a funcionar el 4 de noviembre de 1571 el Tribunal dela Inqpisicin.42

    38 Garca, 1007, p. 183.89 Vicens Vives, II, p. 182, 451.41} Cuevas, 1914, p. 331-350..1 Ricard, p. 43..2 Miranda, p. 295, [en ]imncz Moreno].

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    LA ORGANIZACIN ECLESISTICA DE NUEVA ESPAA 23los ingresos que podran obtener por medio de diezmos que nose pagaban en sus dominios. Subraya el monarca que la admi-nistracin de las parroquias fue otorgada a los religiosos durantecl primer tiempo de la conquista solamente por falta de unnmero suficiente de representantes del clero secular y que. setrataba de un plazo corto. Hacia fines del siglo XVI el nmerode sacerdotes haba crecido considerablemente, por lo que losseculares exigan a los regulares que les fueran entregados los de-rechos que, de acuerdo con su parecer, les pertenecan desde lostiempos de la conquista.En el curso del tiempo la prdida del ingreso proveniente delpago de diezmos en los territorios administrados por los reli-giosos, y el perjuicio econmico que recibieron las Cajas Reale.~por esta circunstancia, propician una situacin apremiante. Elnuevo rey Felipe IV (1621-1665) explica en forma muy precisaque tal situacin significa un gran inconveniente, porque coneste dinero se sostienen los prelados y cabildos de todas las igle-sias de las Indias. Lo ms grave de este asunto es que a falta deingresos por medio de los diezmos estos gastos deben cubrirsecon fondos de la Real Hacienda, por lo que el monarca saldraperjudicado en su persona. Para poner fin a esta situacin exigea su delegado que obtenga un breve directamente del Pa~ paraque se ordene a los religiosos el cobro y la entrega de diezmos,con lo que se salvara la economa de su ingreso personal..s Enlos aos siguientes las medidas de castigo en contra de los reli-giosos empezaron a tomar formas ms drsticas. A los frailesdoctrineros que no eran nominados en forma oficial de acuerdocon el Patronato Real, sino que ejercan el adoctrinamiento delas almas por tradicin y costumbre, se les priv del salario queestaban gozando anteriormente a causa de su ocupacin.Otra medida para remediar la situacin econmica fue unaordenanza despachada en el ao de 1637 con la disposicin deque los religiosos administrasen las doctrinas de acuerdo con lasdisposiciones del Concilio; se indicaba ]a necesidad de percibiringt"eso por diezmos, o que dejasen ]as doctrinas en manos delclero secular. En este ltimo caso el pago de diezmos estabai~ualmente asegurado. A cambio de ]0 arriba expuesto, el reyofreca a los religiosos no quitarles las doctrinas por decreto.

    .:; C.rre, 94 2r,(i

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    ~4 VIRVE pIHCPoi el rnisfuoIfiotivo.~n 1638"el monarca" sostienepltitas conel delegado de la iglesia rnetrbpolitana en Mxico, sin embargo

    estas entrevistas lb tuvieron el r~sultado deseado. "Corno ni '1rey ni sus consejerOS estaban dispue,stos a seguir tolerando la si-tuacin econIrtica prevaleciente, se seleccion a una personamuy enrgica que proporcionara la garanta de llevar al caboloS d~seos y rdenes,del rey. La eleccil cay en donJuan de Pa-lafox y Mendza, a quien se le otorg, a la vez, el cargo de visi-tador y nuevo obispo de la dicesis de Puebla y cuya llegada seanunci en la Nueva Espaa a fines de 1639..65 Quinto periodo de la Provincia del Santo Evangefio;1640 a 177047

    El ao de 1640 trae consigo grandes cambios que provocan ladesmembraciri interna de la Provincia. Representa el mayorconflicto eclesistico en la Nueva Espaa en la poca colonial yestalla con la secularizacin de las parroquias llevada al cabopor parte del obispo Pala:fox y Mendoza.Como resultado de la trayectoria del desarrollo de la historiaeconmica de la Iglesia en la N ueva Espaa, desde la conquistahasta el ao 1639, se desprende que la designacin del obispoPalafox fue hecha por el rey Felipe IV con fines precisos de queeste personaje resolviera el pleito pendiente desde los primerostiempos. Este consista en la urgencia de insistir en el pago delos diezmos en los territorios ocupados por el clero regular q1-1esolamente se poda satisfacer por medio de la expropiacin de lasparroquias que hasta entonces haban estado en manos de las r-denes religiosas a fin de entregarlas a la administracin del clerosecular. Con el nuevo ingreso deba sufragarse el mantenimientode las iglesias y del clero y tambin, en parte, el costo de )asconstrucciones eclesisticas. A la vez, los dos novenos obtenidosde los diezmos y otras limosnas deberan ingresar a las CajasReales, amn de otras ventajas resultantes de la administracinsecular. Hasta entonces los beneficios econmicos y el provechodel trabajo indgena ingresaban a los caudales de las rdenesreligiosas, donde quedaban a la disposicin de os superiores.Como consecuencia de esta situacin, el rey tena que comple-

    46 Ibidem, p. 361.47 Breve noticia histrica , p. 18-28.

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    25nientar los gastosoriginados por el adoctrinamiento de los indoscon fondos de la Real Hacienda, que fue la razn fundam~ntalpor la cual exist una gran necesidad de aiiviar este peso, ., ..economlco.Despus de su llegada, el nuevo obispo reptochaba a los rel-giosos qe hubieran posedo los curatos y las doctrinas -quefuern una especie- de parroquias rurales- arbitrariamente du-rntems d un siglo. Deca que haban violado las prevencionescannicas y reales en todo el territorio que estaba bajo su domi-nio y que abarcaba casi todos los pueblos de ia Nueva Espaa.Mai1tena la opinin de que las :rd~nes religiosas eran dema-siado poderosas y nada fciles de manejar. O:>mo vsitador delreino contaba ton el apoyo de las autoridades peninsulares quie-nesle haban encomendado la solucin del conflicto entre ambossectores del clero.4S Uno de losprmeros ~sos dados por el obs-po fue que remiti una ~tente en la cual mand a los frailespermanecer en los conventos, encomendndose a Dios con leta-nas, en lugar de adoctrinar. Adems, no deban bautizar, nasistir a los matrimonios, ni llevar el vitico solemne.49 Otraorden dada por el obispo, que abarcaba una cuestin econmica,fue que las comunidades religiosas, en lugar de invertir en lasfincas rsticas o urbanas que ellos juzgasen convenientes, pusie-sen sus dineros por fuerza ~n las Cajas Reales en Madrid.5El ~so siguiente tomado por el obispo Palafox fue la expro-piacin de las ~rroquias que estaban en manos del clero regularcon el propsito de entregarlas a los clrigos seculares. Para estefin, el obispo Palafox, buen conocedor de las leyes y estatutosdel Patronato Real, se vali de las diferentes cdulas despachadaspor ~rte de los monarcas, en las cuales se asentaba que el adoc-trinamiento de los indios deba llevarse al cabo por personascapaces y en el idioma nativo del grupo tnico correspondienteal lugar. Con el fin de remediar la situacin se haba propuestoen repetidas ocasiones, por medio de cdulas reales, que todoslos doctrineros, tanto del clero regular como del secular, se pres-tasen a un examen de capacidad y lengua. El rey basaba estasdecision~s en el Patronato Real, que abarcaba tambin las doc-trinas de los indios. D acuerdo con el procedimiento de cos-

    48 Vetancurt, III, p. 45; Cspedes, p. 535, 536. en Palafox.c I, p. Xl.IV; Garda,1918, p."92; Riva Placio, t. II, vt>l. lI,p. 5.97.9 Vetancurt, III, p. 47.50 Cuevas. 1940. D. 310.

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    26 VIRVE PIHOtumbre, los puestos de adoctrinamiento deban anunciarse pbli-camente y los candidatos deban someterse a un examen de opo-sicin, por medio del cual se elega a los ms aptos. En los casosque los gobernadores presentaran algn sujeto indigno, el virreyy los presidentes tenan a su cargo la presentacin.51Palafox advirti que no tena ningn inconveniente "paradejar libre la administracin de las doctrinas a los que obede-ciesen". Con 10 anterior quera indicar la obligacin de some-terse a un examen, para lo cual les dio un plazo de tres das. ylos que no se presentasen a dicho examen seran reemplazadospor miembros del clero secular. Como los doctrineros regularescontestaron que no podan obedecer esta disposicin, se valiel obispo de ello para convertir las doctrinas del obispado dePuebla- Tlaxcala en parroquias y confiarlas a los clrigos doctri-neros seculares.52 Las ejecuciones empezaron a realizarse desdeel ao de 1640 en adelante en las cabeceras de Tlaxcala, Cholula.Tepeaca, Huexotzingo y Tehuacn.53 El obispo Palafox sealclrigos y notific a los espaoles naturales que deban recono-cer a estos nuevos prrocos como legtimos.54La necesidad del conocimiento de un idioma indgena porparte de los doctrineros constituy para el obispo Palafox unargumento de mucho peso, con el cual poda justificar sU proce-der en contra de los religiosos. U no de los puntos ms discutidosconsisti en que hasta entonces los prrocos adoctrinaban sinprevio examen que confirmara su conocimiento de la lenguade la regin. Esta consideracin se basaba en la necesidad impe-rante de un idioma comn, que permitiera la comunicacin entrelos doctrineros y los indios, con el fin de que la nueva fe pudieraarraigarse con mayor facilidad. La deficiencia en los idiomasimpeda confesar a loS indgenas en su propia lengua, por lo quetenan que hacer uso de intrpretes y tampoco entendan los'indios la enseanza de la doctrina.En lo que se refiere al problema del aprendizaje de los idio-mas nativos por parte de los doctrineros, el impedimento prin-cipal consista en que se entregaba la administracin de las doc-trinas preferentemente a aquellos miembros del clero que llega-ban a la Nueva Espaa procedentes de la pennsula ibrica, fue-

    61 DiccionaTio de hjStOTia. ., II, Patronato Real.62 Cspedes, p. 535. 536. en Palafox. I, p. XLIV; Garcla. 1918, p. 89-95.63 Alegacjones. .., f. 151. .s, Vetancurt. III, p. 45.

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    LA ORGANIZACIN ECLESISnCA DE NUEVA ESPAA 21rn regulares o seculares. A los recin llegados esto,~ diomas ex-traos les representaban el escollo mayor ~n coinparacin conlos nacidos en el Nuevo Mundo. De esto se vali er obispo PJ.la-fox en el caso de la expropi~cin de las parroquias, sabiendo q1,1ela mayor parte de los doctrineros no saban idioma autctonoalguno y que pertenecan al clero regular por tratarse principal-mente de 'frailes venidos desde Espaa. Por otro lado, el clerosecular estaba formado en gran parte de sacerdotes descendientesde los conquistadores ya nacidos en la Nueva Espaa, por lo queaprendan el idioma nativo del lugar donde vivan desde nios.Principalmente se refera a la lengua nhuatl; En las manos delobispo Palafox, sta era la principal arma con la cuarluch paraatacar a los religiosos y defender los intereses del clero seculary de la Corona.Al haberse ejecutado la secularizacin, el rey Felipe IV quedmuy complacido con la prontitud y eficacia del obispo. Confecha 10 de febrero de 1642 envi al virrey marqus de Villena,un escrito en el cual dispuso que ste asistiese al obispo Palafoxen todo lo que $e ofreciere en relacin con las doctrinas y cura-tos. En esta carta se menciona que la reforma se llev al cabo". ..con gran consuelo de los espaoles, y los indios interesados".55En el ao de 1645, en el Captulo de Toledo, tuvo lugar larenuncia de loS franciscanos a todos los derechos que pudieranten~r a las doctrinas. Se hizo hinca pi en que 00esde que se hizoesta renunciacin, nq pueden seguir, ni parecer en juicio losreligiosos franciscanos en el pleito con el clero y estado secularde la Puebla de los Angeles".M A pesar de que con el CaptuloGeneral de rroledo se acab en forma definitiva el poder eclesis-tico y socioecon6mi0 de los franciscanos en la regin de Puebla,persisti en los dems obispados h~~ta el ao de 1770.

    OBRAS CIT ADASAlegaciones en favor del clero, estado eclesistico, i secular, espa-oles, .e indios del Obispado de la Puebla de los Angeles sobre las

    doclTinas que en execucin del Santo ConciJio de Trento, cdulas55 Garca, 1918, p. 94.56 Alegaciones. .., f. II,

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    28 VIRVE PIHOy provisiones reales, removi en l su ilustrsimo obispo don Juande Palafox i Mendoza, del Consejo de su Maiestad i del Real delas Indias el ao de 1640 en el Pleito con las sagradas religionesde Santo Domingo, San Francisco y San Agu~tn, dedicadas al Reynuestro Seor Filipo 1111. Puebla, 1644, 275 f.

    BRAvo UGARTE, Jos, Compendio de h'storia de Mxico. Mxico,Editorial Jus, 1946, 286 p.---, Compendio de historia de Mxico hasta 1958, 9a. ed. Mxico,Editorial Jus, 1965, 352 p.Breve noticia histrica de la Serfica Provincia del Santo Evangelio

    de Mxico y estado actual de sus religiosos, 4a. ed. Mxico, Edito-rial Fray Junpero Serra, 1974, 159 p.CARREO, Alberto Mara, Un desconocido cedulario del siglo XVIperteneciente a la Catedral Metropolitana de Mxico, prlogo ynotas de Alberto Mara Carreo, introduccin por el pbro. Dr.Jos Castillo y Pia, Mxico, Ediciones Victoria, 1944, 488 p.---, Cedulario de los siglos XVI y XVII. El obispo don Juan de Pala-fox y Mendoza y el conflicto con la Compaa de Jests. Mxico,Ediciones Victoria, 1947, 751 p.Concilios Provinciales. Primero y Segundo, celebrados en la muynoble y muy leal ciudad de Mxico, presidiendo el Illmo. Rmo.Seor D. Fr. Alonso de Montfar en los aos de 1555 " 1565.Dlos a luz el IIImo. Sr. 1>. Francisco Antonio Lorenzana, arzobis.po de esta Santa Metropolitana Iglesia. Mxico, Imprenta de elSuperior Gobierno de el Br. D. Joseph Antonio de Hogal, 1769,.208 + 396 p.CUEVAS,Mariano, Documentos inditos del siglo XVI para la historiade Mxico. Publicacin hecha bajo la direccin de Genaro Garcapor el Museo Nacional de Arqueologa y Etnologa, Mxico, Ta-lleres del Museo Nacional de Arqueologa, Historia y Etnologa,1914, 521 p.--, Historia de la Iglesia en Mxico, 5 v., Tlalpan, Imprenta delAsilo "Patricio Senz", 1921.---, Historia de la nacin mexicana. Mxico, Talleres Tipogrfi-cos Modelo, 1940, 10~7 12 p.Diccionario de historia de Espaa. Desde sus orgenes hasta el findel reinado de Alfonso XIII. 2 v., Madrid, Revista de Occidente,1952.

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    LA ORGANIZACIN ECLESISTI~ DE NUEVA ESPAA 29FONSECA.abin de y Carlos de Urrutia, Historia general de RealHacienda. por orden del virrey Conde de Revillagigedo, 6 v. M-xico, Impreso por Vicente G. Torres, 1845-1853.GARCA, Genaro, Et clero de Mxico durante la dominacin espa.ola segn el Archivo Indito ArchiePiscopal Metr~politano. M-xico, Librera de la Vda. de Ch. Bouret, 1907, VIII~69 p.

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    y Ca., 1870-1871.VEYTIA, Mariano Fernndez Echeverra y, Historia de la fundacinde la ciudad de la Puebla de los Angeles en la Nueva Espaa. Su

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    30 VIRVE PIHOdescripcin y presente estado. Tomada de la copia autorizada queexiste en la Biblioteca de la Sociedad Cientfica Antonio Alzate,2 v. Puebla de los Angeles, 1931.

    VICENS VIVES, Jaime, Historia de Espaa y Amrica, 5 v. Barcelona,Editorial Vicens Vives, 1961.ZERN ZAPATA, Miguel, La Puebla de los Angeles en el siglo XVIII.Cronica de Puebla por D. Miguel Zeron Zapata. Cartas del vene-rable D. Juan de Palafox y de D. Manuel Fernndez de SantaCruz. Mxico, Editorial Patria, S.A., 1945, 247 p.