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República de Colombia MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL LA ORIENTACION EDUCATIVA DE LA MUJER EN COLOMBIA Conclusiones. recomendaciones y documentos del Seminario Taller Nacional sobre el Mejoramiento de la Orientación Escolar y Profesional de la Mujer en Colombia celebrado en Bogotá en Diciembre de 1988 con el auspicio de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la UNESCO

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República de Colombia

MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL

LA ORIENTACION EDUCATIVA

DE LA MUJER EN COLOMBIA

Conclusiones. recomendaciones y documentos

del Seminario Taller Nacional sobre el Mejoramiento de la Orientación Escolar y Profesional

de la Mujer en Colombia celebrado en Bogotá en Diciembre de 1988

con el auspicio de la

Oficina Regional de Educación

para América Latina y el Caribe

de la UNESCO

LOS ESTUDIOS DE LA MUJER EN LA

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES RELATO DE UNA

EXPERIENCIA

Maria Consuelo Santa maría Penélope Rodriguez

Universidad de los Andes

LOS ESTUDIOS DE LA MUJER EN LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES:

RELATO DE UNA EXPERIENCIA

Tradicionalmente el interés por los estudios en el área de la mujer se han clasificado bajo dos ópticas: aquéllos que ha­blan sobre la mujer y su objetivo es investigar y dar a cono­cer cual ha sido la participación femenina en diferentes cam­pos, la historia, la literatura, la ciencia, etc. y aquéllos que pretenden plantear la transformación de la participación de la mujer en cada uno de esos espacios.

la escogencia de uno u otro ubica el trabajo, bien en el re­flexión o bien en la acción feminista. El primero se ha venido desarrollando fundamentalmente en el ámbito académico y el segundo en la organziación grupal y comunitaria. Sin embar­go' la linea que divide a los dos se hace cada vez más difusa en la medida en que cualquier reflexión induce a una acción transformadora en la situación de la mujer y del hombre. Esto se ha hecho más evidente en el campo de la educación, pues allí la inserción de la problemática femenina o tan solo la con­sideración de la mujer como sujeto presente en todos los ámbitos del saber, conduce inevitablemente a cuestionar la forma tradicional de entender y hacer la docencia, en térmi­nos de lo que se enseña, del cómo se enseña, de las relacio­nes maestro-alumna y del sentido mismo de la educación.

Paulatinamente, el interés centrado únicamente en la mu­jer se ha ampliado también al hombre. Los cambios en la si -tuación femenina han afectado todo el espacio de relaciones

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laborales, educativas, familiares y de pareja. De ahí que la re­flexión sobre la mujer esté abriendo un nuevo espacio de dis­cusion más amplio: aquel que intenta, a partir de los cuestio -namientos aportados por los estudios sobre la mujer, revisar toda la dimensión genérica humana. Es decir, la forma como el ser hombre o el ser mujer afecta todos los ámbitos de la vi­da y determina la manera en que deben replantearse las con -cepciones sobre los géneros para construfr nuevas formas de pareja, de familia y, en últimas, relaciones entre los sexos.

Sin haber sido planeada, la evolución de los estudios so­bre la mujer en la Universidad de los Andes ha seguido una dinámica similar. De un interés inicial de conocer la proble­mática femenina hemos avanzado hacia un anhelo de trans­formación de la mujer y del hombre; y de ahf a aceptar que dicha discusión conduzca inevitablemente a revisar nuestra labor docente.

La Universidad de los Andes cuenta con experiencia de casi una década (desde 1979) de estar dictando cursos y de­sarrollando investigaciones en diferentes áreas del conoci­miento: psicologfa, antropologfa, economla, historia, ciencia política, derecho, filosofla y literatura sobre mujer, pareja y fa­milia. Tales acciones aunque inicialmente se desarrollaban sin que existiera una coordinación formalmente establecida que centralizara y planificara en forma ordenada sus activida -des, abrieron el espacio para que se realizaran foros, semina­rios y publicaciones. El resultado ha sido un creciente interés de la Universidad por el tema y una mayor articulación de las diversas actividades.

La primera cátedra que se dictó formalmente sobre el 'te­ma de la mujer" en la Universidad se llevó a cabo en el De­partamento de Psicología, primer semestre de 1979. Gracias a la libertad de cátedra y al respeto a los intereses e inquietu -des de los profesores que ha caracterizado a la Universidad, ha sido posible trabajar estos temas, asf no estuvieran for­malmente dentro del curriculum. Habítualmente la problemá­tica femenina no es un tema que se contemple dentro de los

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currícula pues siempre se ha dado por hecho que está implí­cita en las diferentes asignaturas. Sin embargo, ya es de so­bra reconocido el virtual desconocimiento que desde las dife­rentes disciplinas existía al respecto.

En el caso de la Universidad de los Andes, y más concre­tamente en psicologla, la flexibilidad y la amplitud de la es­tructura curricular permitió dar cabida a cursos como el de Historia de la División Sexual del Trabajo. La labor que reali­zaron los estudiantes en este curso, que fué muy gratificante para todos los que participaron en él, dió origen a varios te­mas de investigación que se convirtieron en proyectos forma­les y en numerosas tesis de grado. Esta experiencia fué el punto de arranque de una actividad académica en torno a la problemática femenina dentro del Departamento de Psi colo­gla que se ha ido expandiendo, diversificando e integrando con trabajos sobre este mismo tema han surgido en otros sectores de la Universidad. Sin embargo, no sobra recordar que en el caso concreto de las tesis de grado en un comien­zo, y aún hoy, se han enfrentado con el problema de no sa­ber exactamente cual es el campo de estudio en el que se debe enmarcar "la cuestión de la mujer". Asl, en el Departa­mento de Psicologla ha existido en algunos colegas la duda de que es lo psicológico de estudiar por ejemplo el problema del aborto, de la maternidad, del empleo femenino, etc. Es decir, este no ha sido tradicionalmente un tema con un status cientffico reconocido, y ha sido necesario "justificarlo".

Nos parece importante subrayar el hecho de que los estu­dios de la mujer en algunas otras universidades latinoameri­canas v.gr. México, Venezuela y Argentina (1), también se ini­ciaron en los departamentos y facultades de psicología. Con­sideramos que esto no es una coincidencia fortuita. Si tene­mos en cuenta que el objeto de estudio de la Piscología- en términos muy amplios- son las personas y lo que ellas hacen,

(1) Según el informe de las profesoras Susy Bermúdez y Penélope Rodriquez en su reciente viaje como parte de las actividades de la Coordinaci6n de Estudios de la mujer en Uniandes.

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las mujeres, en la medida que constituyen la mitad de esa po­blación, han llegado a convertirse en una parte fundamental de nuestra preocupación académica y profesional, así tradi ­ciona�mente se las considerara "incluídas" al estudiar a los hombres. Es así como hoy en día nuestras prácticas investi­gativas y profesionales exigen constantemente replanteamos cuestiones como por ejemplo:

1. Qué es lo que concebimos como lo "normal" para la mu­jer si siempre se ha hablado de un concepto de normalidad neutro? Sabemos claramente que esa neutralidad no es tal, porque está cimentada sobre un parámetro de normalidad masculina. En otras palabras, el reconocimiento de lo femeni­no como un objeto de estudio obliga a incluír una categoría de análisis marginal hasta entonces: el condicionamiento por género, la existencia de dos visiones de la realidad, de dos modos de comportamiento distintos y por tanto, seguramen­te, de dos modos de abordar la problemática psicológica. En resumen, obligó a entender que el comportamiento tiene se­xo y por tanto su comprensión no puede ser neutra.

2. Cuál es el impacto de la educación, o su falla en los dife­rentes roles que se le adscriben a la mujer y como se afecta en consecuencia el rol del hombre y las relaciones entre los sexos? Es evidente que la mujer y su rol han ido cambiando a tal punto y a tal velocidad, que el papel de validación de '10 propio" para los roles genéricos, que tradicionalmente han cumplido la psicología, ha venido a ser ampliamente cuestio­nado. De allí que los psicólogos que nos hemos metido en el tema de "la mujer" nos hayamos problematizado tan profun­damente con él, que estamos comenzando a poner en tela de juicio las formas tradicionales de entender nuestro objeto de estudio, de hacer investigación y de practicar la docencia.

El caso en el resto de los programas de la Universidad pre­senta características un poco distintas. Miremos por ejemplo el trabajo que se ha realizado en la Facultad de Economía. Dado que el énfasis de la labor académica de sus profesores está en la investigación, la mayor parte de los aportes a la te-

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mática de la mujer han sido en torno a esta actividad. Ejem­plo de ello son los trabajos de Elssy Bonilla, Nohra de Maru­landa, Carmen Elisa Flórez, entre otras, sobre la participación de la mujer en el mercado de trabajo, el impacto de la transi­ción demográfica, la imáfgen de la mujer en los medios masi -vos de comunicación. Un elemento importante que debemos resaltar aquf es que algunas de estas investigadoras no te­nfan como eje de se búsqueda la cuestión de la mujer. Sin embargo, fué una variable que "apareció" y la cual no pocHa n dejar de lado porque ayudaba a explicar algunos de sus ha­llazgos.

En cuanto a los demás programas mencionados, el avan ­ce en la temática se ha dado gracias a la motivación de pro­fesores particulares que durante varios años dictaron algunas cátedras, movidos fundamentalmente por su interés en la di -fusión del tema. Sin embargo, es realmente gracias a dos eventos uno más remoto a otro más reciente, que todos es­tos profesores se han venido a cohesionar en torno al tema "de la mujer". Por un lado, ya desde 1980 se comenzó una gran actividad interdisciplinaria que dió origen a los foros cu­yo primer tema fue precisamente Sexualidad, Familia y Eco­nomfa, y por otro lado, a partir de 1985 se comenzó a desa­rrollar el equipo que hoy en dfa constituye un grupo recono­cido en la Universidad y que se llama la Coordinación de Es­tudios de Género, de la cual formamos parte. El grupo se lla­maba inicialmente "Coordinación de Estudios sobre la Mujer" pero, como anotábamos en la Introducción, el camino que si­guió nuestra reflexión, indujo a abordar la temática desde la perspectiva más amplia del género, es decir, de la problemá­tica de los dos sexos. En este momento, es necesario reco­nacer que no se puede pensar en el cambio de la mitad de la población sin conceptualizar al mismo tiempo el efecto de es­te cambio en la otra mitad: los hombres.

Vale la pena aclarar que si no hubiera sido por la confor­mación de un grupo Interdisciplinario es probable que las ac­tividades académicas en tomo al tema de la mujer, no se hu­bieran desarrollado con la facilidad y la articulación que tie-

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nen hoy en día. A raíz de la conformación de este grupo, se observó que el interés por la temática venía desarrollándose de manera individual desde hada algún tiempo, de tal forma que, no era difícil aunar esfuerzos para impulsar conjunta­mente el desarroUo del área. Algo importante a señalar es que el interés no provenía únicamente de profesoras o inves­tigadoras. Ya algunos colegas hombres habían incursionado en la problemática de la mujer de tal forma que no solo había un elemento de interdisciplinareidad sino además una discu­sión compartida por mujeres y hombres. Es decir, poco a po­co ha venido cambiando la concepción de que el tema de la mujer es un problema "de las mujeres, sobre las mujeres y para las mujeres".

La Coordinación de Estudios de Género vino a consolidar este interés a través del impulso a la docencia, la investiga­ción y la divulgación de los Estudios sobre Mujer, Pareja y Familia. Específicamente en el área de la docencia, la Coordi­nación ha ofrecido semestralmente cursos en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales y en la Facultad de Econo­mía, tales como: La Mujer y el trabajo; Seminarios de Investi­gación sobre pareja; Literratura femenina en América Latina; Historia de la Mujer y la familia en Colombia; Mujer y Desarro­llo rural, etc. No sobra resaltar la función que la respuesta de los estudiantes ha jugado para elaborar y desarrollar estos cursos. Contrario a lo que se sospechaba esta temática des­pertó un inmenso interés no sólo por lo novedosa sino por los espacios que develaba. Eran aspectos sobre los cuales nunca habían reflexionado pero que los afectaba personal y profesionalmente.

Lo que queremos enfatizar ahora es que hemos ido en­trando en lo que podríamos llamar una segunda etapa. He­mos pasado de los estudios de o sobre la mujer, a hacer rele­vante la dimensión genérica, el aporte que tiene el hecho de ser hombres o mujeres, en todo nuestro trabajo: docencia, investigación y ejercicio profesional. Esta "segunda etapa" ha venido a ser mucho mas explícita en el último año, pero se venía gestando desde mucho antes. Miremos esto fundamen-

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talmente en la docencia con la salvedad de que este cambio se alimentó y ha nutrido igualmente la investigación.

En primer lugar, en los cursos en que el tema definitiva­mente no es la mujer, ni el género, se ha intentado a menudo con gran sorpresa por parte de los estudiantes, un cambio en el lenguaje hablado y escrito. AsC, cada vez que al referirse a algún evento, los estudiantes dicen "los hombres .. . talo cual cosa" , se les dice: "y la mujer'?" o se les sugiere que hablen de "la persona" o "el individuo". Esto, después de la sorpresa inicial, se presta casi siempre a algunas discusiones a favor o en contra, pero consideramos que ya se ha sembrado la in -quietud. En segundo lugar, en aquellos cursos en los cuales el tema mismo estaba directamente relacionado con la di­mensión genérica, y por consiguiente ''tocaba'', afectaba, a las personas mismas que estaban allf, hemos desarrollado una serie de mecanismos, de ejercicios, para involucrar a los alumnos y alumnas. AsC, por ejemplo, en algunos cursos se les pide a los estudiantes que lleven unos diarios/semanarios de sus experiencias cotidianas en que tratan o son tratados en forma diferente por el hecho de ser hombres o mujeres, o que pongan en evidencia el aporte diferencial de unos y otros a determinadas tareas y las diferencias en los resulta­dos obtenidos. Esto obviamente genera una conciencia de género, por asC decirlo, que no ten Can antes.

En otras palabras, asC como en la investigación gradual­mente hemos ido dando un valor muy grande a la experien­cia de nuestros sujetos de estudio, a las mujeres estudiadas, igualmente lo hemos tenido que ir haciendo también con res -pecto a nuestros estudiantes en nuestra tarea docente. Dicho de otra forma, en nuestras investigaciones encontramos que uno de los aportes de la mujer, de las mujeres, cuando se les pregunta por su vida, por su aprendizaje, por su propio baga­je' es su experiencia. AsC como en muchos casos, en la ma­yorla de los casos, los hombres se definen a sf mismos por su profeSión u ocupación, y casi siempre pueden responder las preguntas en forma bastante concreta y precisa, la mayor parte de las mujeres lo hacen con su experiencia de vida y no

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les cuesta trabajo hablar de ella compartir1a. Esa recupera­ción y validación de la experiencia como algo muy importan -te. fundamental. nos ha hecho. a lo largo de los años. aceptar que esa experiencia es quizá lo más valioso que aporta el es -tudiante al salón de clase y que tenemos que "utilizar1a" en forma explrcita para su proceso de aprendizaje. Es por esto que consideramos que la temática de la mujer ha modificado también nuestra forma de hacer docencia. lo que hemos no­tado es que la inclusión de ciertos elementos. llamé maslos ''femeninos'', introduce variaciones en la forma de ver el mun­do y obviamente de aprehender el conocimiento. Al tener en cuenta la experiencia en el aprendizaje. estamos aceptando que no hay un conocimiento único. del cual el profresor es depositario. Por el contrario, el conocimiento es algo que se construye, desconstruye y reconstruye permanentemente y el estudiante está en posición de cuestionar1o. Lo que se po­ne en evidencia es la reevaluación de una posición dogmáti -Ca de ciencia y de la enseñanza.

No solamente los contenidos mismos de los cursos se han visto enriquecidos al tener en cuenta la experiencia de las personas; definitivamente la misma relación maestro-alumno ha debido revisarse y replantearse a la luz de los aportes da -dos por la temática de la mujer. Cuando "el otro". es decir "la mujer", ingresa en el espacio del conocimiento, de hecho se está aceptando la divergencia y la diferencia en el saber. Esto ha permitido replantear las relaciones autoritarias, dogmáti­cas y patriarcales que se han reproducido a lo largo de la his­toria no sólo en la relación hombre-mujer. sino en cualquier otra relación donde una de las partes se imponga con algún tipo de poder la relación maestro-alumno terapeuta-paciente. investiagador-sujetos de investigación. etc.

Plantear estos cambios no es sencillo. Exige creatividad y flexibiliad de parte de docentes y alumnos para innovar nue­vas maneras de aprender el conocimiento. de construrr1o de y desconstrurr1o.

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Pero los cambios no pueden quedarse a nivel de semina­ríos especfficos sobre el tema de la mujer. A lo largo de estos años, se ha percibido cada vez más claramente la necesidad de afectar paulatinamente el curriculum de todas las carreras. En tanto el conocimiento tradicional se ha caracterizado por mantener ausente de él a la mujer como sujeto, este mismo desconocimiento se reproduce a través de las prácticas pro­fesionales concretas. De ahr que se impone como una tarea a corto plazo, la revisión de los contenidos curricxulares de las distintas profesiones. Entonces en este momento, ya como parte de las actividades de la coordinación, hemos progra­mado nuestro trabajo, tanto a nivel de pregrado como de postgrado, para revisar lo que enseñamos y como lo ense­ñamos.

T oda esto se puede enmarcar entonces dentro de lo que llamábamos "la segunda etapa", en la cual no intentamos ya solamente estudiar a la mujer, o las relaciones de género, si­no afectarlas. cambiarlas, en la cotidianeidad de nuestras ta­reas. Asr por ejemplo ahora que estamos planteando un tra­bajo de investigación sobre la violencia en Colombia, hemos querido que se Incluya el aporte de las mujeres en la medida de que no son quienes van a la guerra, sino quienes van a la paz. Lo que se quiere ilustrar con este ejemplo, es definItiva­mente al tener en cuenta explrcltamente la dimensión genéri­ca. toda nuestra tarea se tranforma y se puede Incluir ciertas dimensiones que antes jamás se hubieran considerado.

Incluir la dimensión genérica en el problema de la educa­ción obliga a revisar varias cuestiones, por ejemplo:

1. De qué forma se han reproducido a través de la educa­ción modelos genéricos, estereotipos sobre la masculinidad y feminidad, donde uno de los dos siempre resulta invisible o subestimado?

2. Qué tan conscientes somos los profesores de la repro­ducción ideológica que permanentemente hacemos de esos estereotipos? En otras palabras somos conscientes de que

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introducimos estas dimensiones en los contenidos curricula­res y que esto tiene efectos sobre los alumnos?

3. Qué cambios debe sufrir la educaciÓn -contenidos, me­todologias, docentes- si se tiene en cuenta el condiciona­miento por género? habrfa dos formas de hacer docencia? O se trata de reconocer nuevos elementos para una educación no sexista? no discriminativa?

Como puede verse, nuestra tarea está hasta ahora comen -zandol

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