La patria es un bar. Notas sobre un bar imaginario - Ernesto Guajardo

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Texto incluido en «Elogio del bar: bares y poetas de Chile», edición de Gonzalo Contreras, 1ª ed., Santiago, Editorial Etnika, 2014, 493 páginas.

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  • LA PATRIA ES UN BAR:

    notas sobre un bar imaginario1

    Y libamos y libamos y libamos. (Armando Roa Vial)

    Bienvenidos. Este lugar es el espacio de los intercambios. El humo se desplaza en el vaco, se apoza sobre las cabezas, se aferra a los tejidos. Las gargantas colaboran a la celebracin que inunda las vsceras, las risas se destazan sobre la manchada madera, buscan con cierta angustia el universo que existe ms all de las ventanas, pero restallan en los vidrios y se disuelven en otro humo, esta vez ms turbio, que retorna a las bocas, a las palabras que se exhalan en la dispersin.

    Este es el espacio de los intercambios de mercancas. Unos traen el cansancio, otros la euforia, alguno la angustia o el desprecio, pero todos ingresan con la moneda en sus bolsillos, aquel invento de los lidios, anidado en las entrepiernas. Ninguna circulacin de los efluvios noctmbulos es posible sin ella. Lo metlico antecede a lo espiritual. Incluso en el caso de quien se aproxima de una mesa a otra, como nufrago torpe en las arenas.

    Todo eso se sabe, pero no estorba los pasos que descienden con cierta prisa las escaleras que escurren desde los cerros, impregnadas ya con cidos hedores. Se desciende mientras se palpan los bolsillos y el cerebro comienza a devorarse a s

    1 Ernesto Guajardo, La patria es un bar: notas sobre un bar imaginario, texto incluido en Elogio del Bar: bares y poetas de Chile, edicin de Gonzalo Contreras, 1 ed., Santiago, Editorial Etnika, 2014, 493 pginas.

  • mismo, en el anhelo de la confusin, de la estimulacin estudiada en El Molino del Ingenio. Porque que se piensa que es distinta, que es otra; debe creerse en ello, es la condicin primigenia que sostiene la direccin de los pasos para ingresar en la bruma del tabaco, abandonando el extenso, cncavo techo que parpadea.

    El aire de la noche que se abandona es el de otros aos, que los cursis harn Cancin de otoo en primavera. Se abandona la escalera, el universo de las ruinas mordiendo los pies de la crcel, las arenas hmedas y fras, la blanca luz entre los rboles. Porque ya no. Deja de ser tiempo, espacio, cuerpo posible. Ahora es el momento inaugural de la luz de artificio, televisin y wurlitzer. Otras maneras de relacin, otras figuras de lo que intercambiamos. Eso justifica los rasgos comunes en los rostros, la manera en que se sostienen los cigarrillos o en que se arregla el vestido. Nadie parece advertirlo, pero son los primeros instantes, los momentos previos a la permanencia definitiva en la misma silla, la misma mesa, cada vez ms rgida, ms amarga, ms ausente.

    O bien se advierte, pero invirtiendo los espejos, en la creencia que esos antiguos rostros ajados correspondern por siempre a los otros, a aquellos que se quedaron ya hace mucho bajo este cielo de ampolletas y tubos fluorescentes. Cansados cuerpos que sostienen dedos que se encuentran con el mundo solo en vasos, fichas y naipes. Agotados ya de todo, por eso el silencio en aquellas mesas; solo los cristales, el golpe sordo de los huesos rectangulares o el vibrar de las cartulinas entre los dedos.

    Estas paredes niegan la existencia de otros bares: los de escaleras y ruinas, y veredas, o patios de casas, comedores, dormitorios, incluso. El pas es un gran bar en donde se intenta sembrar el rbol del olvido, pero siempre, siempre, se termina recordando, retozando en la memoria, aunque esta sea espesa, oleaginosa.

  • El otro bar, el inexistente, el que se diluye por todos los intersticios de la ciudad, no puede asirse, menos an en el hlito. Solo el bar es estable, solo el bar es permanente. Otorga la seguridad que obsequia el intercambio, la tranquilidad de que aqu nadie solicitar los documentos, o que alguien degelle su reflejo en el bao. Al menos en este bar, en esta puesta en escena, en esta situacin de cmodo sopor, de risotadas, de trastabilleos y entrechocar de vasos. Solo el bar es permanente, por eso opera como centro de gravedad en el plan: estrella mayor del deambular eufrico o agujero negro de las desolaciones. El bar se pretende faro, destino, norte, oasis, ruptura, parntesis. Otro tiempo, espacio diferenciado, suspensin de los cuerpos subsumidos, ilusin, ilusin, ilusin: solo ejercicio del ocio mediado por la mercanca.

    Espacio que identifica, pero que no puede ofrecer territorio; identidad de paso, trnsito que va de labio a vaso, de cenicero a mesa, de barbilla a voluta. Desplazamiento en las hendiduras, definido por el encierro. El bar como tumba de esa antigualla romntica del flneur; sepulcro encubierto: blanqueado como espacio de distensin, de libertad. Nos refugiamos en l, como si todo lo que le rodea ya no nos perteneciera. Nos refugiamos como fugitivos, ausentes del mundo en la derrota de las calles, de las escaleras, de las plazas; expulsados de lo pblico, sin grandes alamedas ni otras lontananzas, salvo las desesperadas alegras de ao nuevo, o los fervores de la patria.

    Sublimamos porque necesitamos creer que existen en verdad estos reductos, estos cotos de caza, estas musas fermentando al interior de los vidrios. A pesar de que ms de alguna vez la bsqueda solo deviene en orines y vmito. Sublimamos porque no aceptamos la condicin del intercambio, porque es odiosa la comprensin de mercanca situada, de

  • territorio cartografiado, de ser sujeto a una silla, una mesa, una sed que fundamenta todas las excusas.

    El bar captura cierta zona de lo real, la sinuosidad de la vida que inunda los vasos y escurre en los mingitorios. El bar es un fragmento de la vivencia, aquella que existe en plenitud en el fluido que rueda por las calles. La bsqueda de ese fluir debiera ser el destino de los hombres. El bar es solo su abrevadero. Cantamos solo para convencernos de que pertenecemos a algo, pero lo que aqu nos ocurre podra suceder en cualquier parte. Lo que aqu acontece, a cualquiera. Y sin embargo, insistimos, insistimos, en la triste conviccin de que estos son los mejores momentos que podemos brindar.