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La pervivencia de la técnica medieval en la arquitectura andaluza: la catedral de Jerez de la Frontera (Cádiz), una construcción «gótica» del pleno barroco En la Cartuja de Santa María de la Defensión de Je- rez, a comienzos de 1620, el albañil sevillano Mateo Martínez realizaba el pequeño claustro de legos, cuya principal singularidad estriba en el autor de las trazas: el escultor y retablista Juan Martínez Monta- ñés. El c1austro era una obra al gusto del momento en la capital hispalense, realizado en ladrillo, con bóve- das de arista del mismo material y columnas de már- mol blanco. Tan sólo diez años más tarde se ejecuta- rá una nueva obra en el monasterio, realizándose «de boveda de cantería la mitad del transito que hay des- de la cozina hasta la puerta del patio de afuera». En esta edificación, los canteros jerezanos voltearán la bóveda siguiendo los sistemas de nervaduras góticos presentes en las demás dependencias del edificio.' Otro testimonio de interés será el de la Iglesia Prioral de Nuestra Señora de los Milagros en El Puerto de Santa María (Cádiz), que de forma simpli- ficada seguía el patrón de la Catedral de Sevilla en el modelo de planta, bóvedas y cubiertas hasta su de- rrumbe en 1636. Once años más tarde, se adoptaría en la reedificación el gótico como sistema constructi- vo y lenguaje ornamental. Ésta fue dirigida por el je- rezano Antón Martín Calafate y a la muerte de éste por el maestro cantero Francisco de Guindos, quien estuvo a cargo de la obra hasta su finalización en 1671. Tanto los contrafuertes y arbotantes como el sistema de cubrición aluden al templo metropolitano, no tanto directamente como a imitación de lo que quedaba en pie del edificio de finales del XV, ya que según Falcón Márquez, y refiriéndose más expJícita- Pablo J. Pomar Rodil mente a la intervención de De Guindos, la adopción del gótico se hizo «...sin duda para enlazar mejor vi- sualmente con el resto del edificio primitivo».2 De Gindos también fue el cantero encargado de rea- lizar entre 1699 y 1700 la bóveda del refectorio del Monasterio de Santa María de la Victoria de la misma localidad. Ésta reproduce un sistema de nervaduras gótico, semejante al que podemos encontrar en el mis- mo edificio en otras dependencias de principios del XVI. De hecho, quedó cJaro en el contrato que deberí- an ser «...hechas las bóvedas y soladas ensima como las que oy tiene la sachristía y su andar, emparejada al oratorio de dicha sachristía y todas a un paso».' En estos casos, y especialmente en la Cartuja, ve- mos asociado a la creación de formas protobarrocas, las trazas sevillanas, y éstas prevén una ejecución en ladrillo.' Cuando la concinnitas, o conformidad de las partes con el todo, exige la obra en piedra, los autores de las trazas, los canteros y demás mano de obra se- rán portuenses o jerezanos, y su diseño a la moderna. En ]a zona de Jerez y El Puerto se encuentran las importantes canteras de Marte]illa y San Cristóbal, de las que habían salido sillares de piedra para ]a Ca- tedral y otras construcciones de Sevilla. El trabajo continuado durante siglos de esta piedra, llevó a] per- fecto conocimiento y dominio de la técnica de la can- tería.' De ahí, que fuese Jerez, desde los años de la reconquista, una ciudad en piedra a] ser éste e] mate- rialnatural a sus construcciones, frente a una Sevilla donde sólo se utilizará, por su alto valor simbólico de solidez y eternidad frente a los frágiles materiales de Actas del Tercer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Sevilla, 26-28 octubre 2000, eds. A. Graciani, S. Huerta, E. Rabasa, M. Tabales, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, U. Sevilla, Junta Andalucía, COAAT Granada, CEHOPU, 2000.

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La pervivencia de la técnica medievalen la arquitectura andaluza:

la catedral de Jerez de la Frontera (Cádiz),una construcción «gótica» del pleno barroco

En la Cartuja de Santa María de la Defensión de Je-rez, a comienzos de 1620, el albañil sevillano Mateo

Martínez realizaba el pequeño claustro de legos,cuya principal singularidad estriba en el autor de las

trazas: el escultor y retablista Juan Martínez Monta-ñés. El c1austro era una obra al gusto del momento enla capital hispalense, realizado en ladrillo, con bóve-das de arista del mismo material y columnas de már-mol blanco. Tan sólo diez años más tarde se ejecuta-rá una nueva obra en el monasterio, realizándose «deboveda de cantería la mitad del transito que hay des-de la cozina hasta la puerta del patio de afuera». Enesta edificación, los canteros jerezanos voltearán labóveda siguiendo los sistemas de nervaduras góticospresentes en las demás dependencias del edificio.'

Otro testimonio de interés será el de la IglesiaPrioral de Nuestra Señora de los Milagros en ElPuerto de Santa María (Cádiz), que de forma simpli-ficada seguía el patrón de la Catedral de Sevilla en elmodelo de planta, bóvedas y cubiertas hasta su de-rrumbe en 1636. Once años más tarde, se adoptaríaen la reedificación el gótico como sistema constructi-vo y lenguaje ornamental. Ésta fue dirigida por el je-rezano Antón Martín Calafate y a la muerte de éstepor el maestro cantero Francisco de Guindos, quien

estuvo a cargo de la obra hasta su finalización en1671. Tanto los contrafuertes y arbotantes como elsistema de cubrición aluden al templo metropolitano,no tanto directamente como a imitación de lo quequedaba en pie del edificio de finales del XV, ya que

según Falcón Márquez, y refiriéndose más expJícita-

Pablo J. Pomar Rodil

mente a la intervención de De Guindos, la adopcióndel gótico se hizo «...sin duda para enlazar mejor vi-sualmente con el resto del edificio primitivo».2

De Gindos también fue el cantero encargado de rea-lizar entre 1699 y 1700 la bóveda del refectorio delMonasterio de Santa María de la Victoria de la mismalocalidad. Ésta reproduce un sistema de nervadurasgótico, semejante al que podemos encontrar en el mis-

mo edificio en otras dependencias de principios delXVI. De hecho, quedó cJaro en el contrato que deberí-

an ser «...hechas las bóvedas y soladas ensima comolas que oy tiene la sachristía y su andar, emparejada aloratorio de dicha sachristía y todas a un paso».'

En estos casos, y especialmente en la Cartuja, ve-

mos asociado a la creación de formas protobarrocas,las trazas sevillanas, y éstas prevén una ejecución enladrillo.' Cuando la concinnitas, o conformidad de laspartes con el todo, exige la obra en piedra, los autores

de las trazas, los canteros y demás mano de obra se-rán portuenses o jerezanos, y su diseño a la moderna.

En ]a zona de Jerez y El Puerto se encuentran lasimportantes canteras de Marte]illa y San Cristóbal,de las que habían salido sillares de piedra para ]a Ca-tedral y otras construcciones de Sevilla. El trabajocontinuado durante siglos de esta piedra, llevó a] per-fecto conocimiento y dominio de la técnica de la can-

tería.' De ahí, que fuese Jerez, desde los años de lareconquista, una ciudad en piedra a] ser éste e] mate-

rialnatural a sus construcciones, frente a una Sevilladonde sólo se utilizará, por su alto valor simbólico de

solidez y eternidad frente a los frágiles materiales de

Actas del Tercer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Sevilla, 26-28 octubre 2000, eds. A. Graciani, S. Huerta, E. Rabasa, M. Tabales, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, U. Sevilla, Junta Andalucía, COAAT Granada, CEHOPU, 2000.

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la arquitectura islámica, en edificios de alto valor re-presentativo como la Catedral. Esta elección, que hasido considerada como el inicio de la escuela de can-

tería andaluza, supuso una «determinación verdade-ramente insólita» ya que al carecer de la tradiciónconstructiva de la cantería, añadió al lógico encareci-miento del material por su transporte fluvial, el costede importar mano de obra foránea que supiese traba-jarlo.6 Aquel trabajo continuado de la cantería al que

hacíamos referencia y el ejemplo de construcciónconveniente que ejercía la Catedral de Sevilla, unidoa que el principal centro de creación y abastecimien-to de modelos de la zona, Sevilla, construyese casiexclusivamente en ladrillo, llevó en Jerez y su radiode acción, si salvamos las extraordinarias obras de

autor del Renacimiento, a conservar la técnica de lacantería casi sin evolución desde el tardogoticismo,al menos en cuanto se refiere a los modelos y técni-cas constructivas de las bóvedas de crucería. A ellodebió igualmente contribuir la extraordinaria dilata-ción en el tiempo que las formas góticas tuvieron enAndalucía occidental, con pervivencias de elementoscomo el arbotante en iglesias como San Miguel ySantiago en Jerez, El Salvador en Vejer de la Fronte-

ra o San Mateo de Tarifa cuando ya se encontraríanfuera de cronología en otras latitudes peninsulares.7

Este survival gótico asociado al trabajo de la pie-dra en Jerez, debió llevar a la asociación de obra gó-tica-obra sólida. Así se podrá explicar la intervenciónque entre los años 1714 y 1729 protagonizaron los

jerezanos Bartolomé Baptista y su hijo Adrián en laiglesia parroquial de San Lucas, donde debieron re-parar las techumbres mudéjares enmascarando el ar-

tesonado de madera con falsas bóvedas de yeso denervadura gótica que siguen el modelo de la iglesiade la Cartuja.8 Para esta intervención planteamos unahipotética explicación: Sancho Corbacho nos infor-

ma de que los gatos de esta reparación, que valoró elarquitecto diocesano Diego Antonio Díaz en 12.500reales, corrían por cuenta de los patronos de la igle-sia;9 Es posible que éstos desearan dar al maltrecho

edificio una sólida imagen gótica, pero serían disua-

didos de colocar sobre una cimentación y unos pila-res que insuficientemente habían sostenido el pesodel artesonado mudéjar de madera, el de unas bóve-das de piedra cuyo sostenimiento sería imposible.Por ello, tal vez se conformaran con darles al menosese aspecto que les simularía el citado efecto de obraconsistente. lOAlgo semejante, mutatis mutandi, suce-

P. J. Pomar

dió en el claustro del Convento de la Merced Calzada(Jerez, hacia 1614), donde se conjuga la tradición

constructiva medieval del sistema de contrarrestos.soportes y bóvedas de nervaduras con los que espera-ríamos de una obra del XVII. De él sostiene Esperan-za de los Ríos que se inspira en los claustros góticosde la ciudad, por considerarse en aquellos tiempos«...que los edificios construidos en los siglos medie-

vales conferían grandeza a sus poseedores».]]En otro orden de cosas debemos tener en cuenta

que esta intervención en San Lucas ha sido considera-

da por Fernando Aroca cómo «la sustitución de unconjunto medieval por otro barroco, acorde con losgustos del momento».]2 Por tanto de estos «gustos» noestaría excluido el gótico-barroco, un lenguaje que nodebía ser considerado por sus contemporáneos, a dife-

rencia de las consideraciones que comúnmente ha de-fendido la historiografía, como algo arcaizante, arque-ologizante o atávico, lo que permitió levantar un grantemplo como la actual Catedral de Jerez sin demasia-

dos complejos ni camuflajes, dejando al descubiertotoda su estructura tectónica y constructiva, tomando laapariencia de aquellos edificios del medioevo en losque se permitía distinguir el esqueleto estructural so-

bre el que apoyaba la piel de piedra que los recubría.

LA CATEDRAL DE JEREZ DE LA FRONTERA

La actual catedral de Jerez]3 abarca un dilatado pe-riodo constructivo, que va desde los últimos años delXVII hasta el último cuarto del XVIII, aunque lasdependencias interiores y sacristías serán ya obra delXIX. Sobre la autoría de su traza hay unanimidad enatribuírsela al arquitecto jerezano Diego Moreno Me-léndez en 1693.]4 El desarrollo de la obra ha sidobien estructurado por el investigador local José LuisRepetto, documentando los autores de las sucesivas

fases constructivas: Diego Moreno Meléndez y Ro-drigo del Pozo, cimentación; Diego Antonio Díaz y

su hermano Ignacio Díaz de los Reyes, naves latera-les; Juan de Pina, bóvedas de las naves mayor y de

crucero; Torcuato Cayón de la Vega y Miguel deOlivares, cúpula del crucero y reducto.

La actual iglesia nació como colegiata de fundaciónreal y sustituía a un viejo templo sobre el que hasta elmomento no se sabe con certeza si se trataba de la an-tigua mezquita con reformas cristianas o de un templo

mudéjar levantado tras la reconquista. Sea como fuere

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la nueva obra no se ciñó, como ocurrió con la catedralhispalense, al solar de la construcción precedente, sinoque al cambiar de orientación se corrió al este, crean-

do así la actual plaza de la Encarnación. Esta trasla-ción, que por otro lado pretendía conseguir un efecto

escénico muy acorde con el urbanismo barroco, pro-vocó la más importante fractura que jamás hubiese su-frido en Jerez la trama urbana medieval, con conse-cuencias perjudiciales para la relación del edificio con

su entorno que, pese a las recientes intervenciones enla zona, aún sigue padeciendo (figuras 1-2).'5

El edificio trasdosa en cubiertas la cruz latina queforman las naves mayor y de crucero sobre las otrascuatro, inscribiéndose el todo en un rectángulo alconcluir la cabecera en testero plano. Las cinco na-ves se cubren con bóvedas de crucería a diversa altu-ra, siendo de ladrillo sólo las colaterales y exteriores.

Los pilares son de sección cruciforme, de baquetoneslos de las naves laterales y con medias columnasadosadas de orden gigante y capitel compuesto los delas naves mayor y de crucero. El crucero se solucio-

Figura 1Catedral de Jerez. Plano de Situación (Diáñez)

Figura 2Catedral de Jcrez. Estc (Pomar)

na con cúpula sobre tambor de luces y linterna. Eldesigual desarrollo en altura de las naves queda

acentuado y contrarrestado al mismo tiempo por lasorprendente trama de arbotantes, contrafuertes y pi-náculos que la sostienen. Las cubiertas se solucionanal exterior con el acostumbrado sistema de terrazascomún en la zona. Todo lo hasta aquí descrito nohace más que señalar la dependencia, casi miméticadel plan de este templo del de la catedral de Sevilla.El hecho de que constando de cinco naves carezca decapillas sea quizá la causa de la desigualdad en altura

entre las colaterales; aún así el perfil sigue evocandoel del templo metropolitano al distribuirse en tres al-turas, lo que consigue aquel al incorporar las capillas

de que éste carece (figura 3). El testero plano, las bó-

Figura 3

Catedral de Jerez. Fachada principal y reducto (Pomar)

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o O O O

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vedas de crucería, etc. no hacen más que abundar ensemejanzas.

La planta

Cuando Diego Moreno trazó la planta, debió estarcondicionado por el cabildo colegial, que deseabapara el nuevo templo formas catedralicias. El modelo

de la catedral hispalense, que ya se hizo notar ante-riormente tanto en aquellos templos que Lampérezapodó como del gÓtico aristocrático -San Miguel,Santiago, en Jerez; San Miguel, en Marón; El Salva-dor, en Vejer de la Frontera; etc.-, como de las ca-

tedrales de Las Palmas de Gran Canaria y de Méxi-co, continuó siendo considerado durante los siglos

XVII y XVIII, junto con la catedral de Toledo, como

un ejemplo de templo catedral. Buena prueba de estereconocimiento como modélico, es el hecho de queFray Lorenzo de San Nicolás en su Arte y uso de la

Arquitectura le recomendase al constructor que de-biese levantar una catedral que guardase sus medidas«...quando se te ofreciere el trazar algun Templo se-mejante...».'6

En principio llaman la atención en la planta lascinco naves y el testero plano (figura 4). Ambos ele-mentos eran genuinamente de la catedral de Sevilla;Con respecto a las cinco naves dirá Fray Lorenzo:«Demas destos Templos de vna nave, y de tres, ayotros de cinco naves, que son Iglesias Catedrales,como la de ToJedo, Sevilla, y otras».'7 Respecto a laproporción de estas naves del templo nos interesa se-

ñalar el reconocimiento que Manuel Núñez realizólos días dos y tres de junio de 1785, donde éste de-nunciaba como «impe¡fecciones» el no ajustarse fiel-mente a la proporción sesquiáltera presente en eltemplo sevillano, ya que en planta mide 54 m. de

longitud por 41 de ancho lo que arroja un cociente de1,3 en vez de 1,5. También la proporción entre las

naves laterales se encuentra viciada. Estos errores

son considerados por Teodoro Falcón como «cam-bios de criterio en su dilatada cronología».'~ Pero,además de que en un templo de esta magnitud la solacimentación que requiere debe complicar enor-memente posibles replanteos o arrepentimientos enplanta, parece que ésta fue levantada como se pensó,

pues el 19 de junio de 1699, apenas cuatro años des-

pués de comenzar la obra, Diego Moreno Meléndezinforma al rey de que ya están sacadas de cimientos

P. J. Pomar

Figura 4Catedral de Jerez. Planta (Diáñez)

«...las paredes maestras que le corresponden a dicha

media iglesia dejando sus portadas en su sitio y tienesacados a cimientos para la otra media iglesia dos pi-lares y la pared maestra que le corresponde».'9 Porello, y porque igualmente desde un principio se tuvo

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La pcrvivencia de la técnica medieval en la arquitectura andaluza ¡w,

gran celo en que la traza de dicha planta «nO se inno-

ve ni contradiscurra»,211 ]0 que se constata también enel Extracto de noticias sohre la ohra de 1746 cuandoal referirse a Ignacio Díaz añade «...que es el mismoMaestro que oi existe j declara averla hallado en dlJ"

estado i seguido la misma planta e idea comenza-da...»21 consideramos que estas desviaciones sobre la

proporción sesquiál1era deben corresponder más bien

a un interés del cabildo por tener un templo con cin-co naves aún sometiendo la lógica proporción al es-pacio máximo con el que contaba."

Respecto al testero plano, que tantas cosas solu-

cionaba en la construcción, es una característica delas catedrales que Bonet considera «netamente hispá-nica». Su invención es sevillana, y viene ligada a lamisma serie de acontecimientos que obligaron a co-menzar el templo metropolitano por los pies, otro le-gado sevillano a los templos de su influencia. Tras

esta invención accidcntal. tomó carta de naturalezacomo solución posible en Jaén, de donde pasó a Va-lladolid, lo que determinó a Salamanca. De Sevillapasó también a las catedrales americanas: México,

Puebla de los Ángeles, Guadalajara, Lima, Cuzco,etc.21 Por todo ello entendemos que su adopción en

Jerez no puede ser casual.

Las bóvedas

E] hecho de no haber adoptado para la obra de la Co-

legiata un alzado de plan hallc sino con naves a dis-

tinta altura, precisaba un desarrollo constructivo pro-gresivo, de fuera hacia adentro, pues las partes bajas

contribuían a contrarrestar los empujes de las altas.por lo que sería necesario un abovedamiento gradual

desde las naves exteriores y colaterales hasta ]a ma-yor.

En otro orden de cosas ya hemos analizado cómolas bóvedas de crucería en piedra seguían constru-yéndose en la zona. Por ello era de esperar que el ca-pítulo de canónigos las desease así para un templocuyos pilares laterales crecían con baquetones almodo gótico. Pero como los hermanos Díaz no erancapaces de levantar este tipo de bóvedas,24 debióDiego Antonio, en calidad de maestro mayor de la

fábrica, acudir a Pablo Lampérez, canónigo de Sevi-lla que administraba la herencia dejada para la cole-giata por Fray Manuel Cardenal de Arias, para que

intercediese ante los canónigos jerezanos. Lampérez

les envió una carta solicitando que las bóvedas «fue-sen de rosca de ladrillo,25 que es como están en lasde S. Salvador de Sevilla», y añade que Diego e Ig-nacio Díaz «aseguran ser muy convenientes tantopor lo permanente como por lo menos costoso que de

cantería.» Finalmente los canónigos tratando de evi-

tar cualquier enfrentamiento con quien les proporcio-naba el caudal económico para proseguir la obra, seconvencen de cuanto les aconsejan Lampérez y losmaestros «quienes como prácticos e inteligentes lohabrán premeditado como sea de la mayor utilidad ydecencia de este templo...» según quedó recogido enel cabildo extraordinario que mantuvieron para to-mar decisiones a este respecto el 22 de agosto de1719.

Pero la tradición pesó ]0 suficiente como para queesta solución no gustase en absoluto una vez termi-nada, y cuando treinta años después se dispongan a

voltear las bóvedas de la nave mayor y de crucero seseñala de Ignacio Díaz en el cabildo del nueve demarzo de 1749 que «no obstante su gran inteligencia,por no estar práctico en los cortes de piedra ni sus

hermanos con quienes hizo consulta, se cometió laimperfección tan grande en el templo de haber echa-

do las bóvedas de las naves de capillas y colateralesde ladrillo, que además de esa imperfección tienen eldefecto de recalarse».27 Finalmente se dispondrá en1755 «que las bóvedas de las naves colaterales y ca-pillas se saquen a plana asemejándolas a cantería»'x

tal como hoy se encuentran. Aquí encontramos denuevo dos referencias claras al trabajo de la piedracomo elemento de prestigio, ya que independiente-mente de que las bóvedas de ladrillo y yeso se calen

o no, son de por sí «imperfección tan grande» por loque se enmascara el crror dibujando un falso despie-

ce de cantería sobre los plementos latericios (figu-ra 5).

Esta insatisfacción con las bóvedas de ladrillo delas naves laterales, llevó al cabildo a cOnvocar unconcurso para la maestría de la obra, que venceríaaquel que presentase las trazas y fuese capaz de vol-

tear las bóvedas de la nave mayor y de crucero enpiedra.2Y El nueve de marzo de 1749 se hizo con di-

cho título el jerezano Juan de Pina, que ya llevabatrabajando Unos diez años en el edificio, tras diseñaruna planta de bóvedas «arreglada a toda fortaleza,primor y hermosura correspondiente a lo labrado en

esta Iglesia»,JO siendo de] «mejor arte y sistema co-

rrespondiente a dicha iglesia, sin que según el estado

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Figura 5Catedral de Jerez. Bóvedas de las naves colatcrales (Pomar)

de los arranques de arcos pudiera hacerse más ade-cuada para que pareciese enlazada, pues sin derribardichos arranques y exponerse a algún riesgo, no pu-dieran formarse bóvedas enlazadas, siendo especial

la idea de que no había ninguna en esta Ciudad, yque creían por el conocimiento y experiencia que

tenían del dicho Juan de Pina, la haría arreglada aldicho diseño sin el menor riesgo ni embarazo»." Dedonde deducimos que no sólo la apariencia era hí-brida, absolutamente barroco-gótica, sino que la

solución era la justa para satisfacer el deseo del ca-bildo de voltear una bóveda de piedra, asegurar sufirmeza y durabilidad y mediante la inclusión denervaduras de inspiración gótica (pero que real-

mente se comportaban de igual modo que la ple-mentería) dar una coherencia formal al conjunto(figura 6).

P. J. Pomar

Figura 6

Catedral de Jercz. Bóvedas de la nave mayor (Pomar)

Esta empresa será, junto con la elección de laplanta, una de las intervenciones más meditadas y re-flexionadas por el cabildo de toda la obra de la Cate-dral, donde se estudió desde su ejecutor hasta los pe-

ones. A Juan de Pina se le justifica el haber ganadoel concurso, además de por la siempre presente corte-

dad de medios, que llevaba a «no poder mantener unmaestro forastero»,'" alegando que «aunque otrosmaestros sepan y estén prácticos en trabajar con pie-dras, no es la de las canteras de esta Ciudad de lamisma laya que las otras, por lo que se necesitaba deespecial inteligencia en ella, y que la razón de no te-

ner experiencia de haber hecho ninguna bóveda depiedra los que han pretendido el magisterio de ésta,

l...1 y que el haber hecho bóvedas de ladrillo y yeso

no es prueba para que puedan fiársele de cantería»."Ésta última será la razón por la que los demás con-cursantes no accedan al trabajo.

Finalmente, cabe destacar la implicación directadel cabildo en esta fase de la obra, principalmentecuando impidieron que en el levantamiento de estas

bóvedas trabajasen oficiales, labrantes de piedra opeones conocidos de los «caballeros canónigos como

de personas de la mayor distinción y bienhechoras deesta Iglesia», prefiriéndose <dos mejores y con el me-jor jornal que fuere posible [...] como se practicó

cuando se sacaron los cimientos y comenzó laobra,...».'4 Sin duda, todos los esfuerzos económicosvan encaminados a poder levantar la deseada bóvedade piedra, estando los capitulares atentísimos a cual-quier escape innecesario de caudal.

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Los contrafuertes y arbotantes

La catedral tiene un sistema de contrafuertes y arbo-tantes que una vez más sigue el arquetipo de la cate-dral de Sevilla (figuras 7 y 8), la incorporación de ladecoración barroca a su forma gótica le imprimen uncierto carácter mestizo de gran prestancia, que se ma-

nifiesta de forma tangible en los pináculos, que de-bieron ser diseño de Diego Antonio Díaz, ya que si-guen el modelo del chapitel de la parroquia de

Castilblanco de los Arroyos (Sevilla) que él constru-yese (figuras 8 y 10). Sobre el enmarañado asunto

del provecho tectónico de estos contrafuertes y arbo-tantes, cuya inoperancia es defendida por José MaríaMedianero y Fernando Aroca,35 discurre el Arte y uso

Figura 7Catedral de Sevilla. Arbotantes (Pomar)

Figura 8

Catedral de Jerez. Arbotantes (Pomar)

Figura 9Catedral de Jerez. Sección transversal (Diáñez)

Figura 10

Catedral de Jerez. Fachada principal (Diáñez)

de la arquitectura en su capítulo XX que «trata de lafortificacion de vn templo». Fray Lorenzo defiendeel estribo como útil para aligerar el grosor de los mu-

ros: «Tambien ha de llevar este gruesso [la tercera

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parte de su ancho I siendo la bobeda de piedra, por

ser materia mas pesada: mas llevando estrivos, aun-que la bobeda sea de piedra, se basta de gruesso la

sexta parte de su ancho».'ó Aquí comprobamos comoel tratado aún fundamenta su teoría en la práctica yes que, como afirma Javier Gómez Martínez: «El cál-culo del contrarresto requerido por los abovedamien-tos había sido y seguía siendo un problema arquitec-tónico de primer orden que descansaba, en última yverdadera instancia, sobre la experiencia del arqui-tecto».n

Ciertamente que la ostentación que de estos ele-

mentos se hace en la catedral de Jerez parece bien li-gada a su utilidad como instrumento de lustre y pres-tigio, pero no por ello carecerán de toda funcionalidad

tectónica. De hecho tenemos un testimonio significa-tivo al respecto sobre la funcionalidad de los arbotan-tes de la Colegiata del Salvador de Sevilla, edificiocon el que se ha emparentado al jerezano en más deuna ocasión (figura 11). Allí en 1694 Francisco Gó-mez afirmará que le colocaba dichos elementos altemplo «...para mas fortificación...».'x En el caso de la

Catedral de Jerez es evidente cómo el sistema mecá-nico difiere notablemente del modelo gótico, donde el

arbotante trasmite las cargas a los contrafuertes y és-tos, con la fuerza vertical de los pináculos, hace lopropio hasta los cimientos. Aquí, en cambio, se trata,

como en el caso de la colegiata de Sevilla, de una ma-yorfortificación, un elemento de auxilio para los mu-

ros portantes.N

Figura 11 .

Colegiata del Salvador de Sevilla. Arbotante (Pomar)

P. J. Pomar

Análisis del material

La calcarenita de El Puerto que Alcalde Moreno de-fine como «arenisca de cemento calizo. con niveles

de sílice muy variables, de grano grueso, y porosidadelevada y uniforme»,411 se extraía de la Sierra de SanCristóbal, en unas canteras a mitad de camino entre

Jerez y El Puerto. Esta piedra fue la utilizada mayori-tariamente en la catedral de Sevilla hasta el punto deconsiderar Rodríguez Estévez que <da dependenciaentre la obra y sus canteras era tal que pronto el nue-

vo edificio comenzó a mostrar el color y la textura dela Sierra».41 Pero también fue este material el elegi-do, a pesar de su baja calidad, en muchas de las cons-

trucciones que citamos emulaban el aspecto catedra-licio de la Magna Hispalensis. imitando así tambiéndichos color y textura y siendo el caso más llamativoel de la catedral de Las Palmas de Gran Canaria, edi-ficio también marcado por su homólogo sevillano,donde se usó esta piedra de San Cristóbal, para cuyotraslado hasta la isla se llegaron a construir barcos exprofeso.42 En Jerez, los materiales del edificio prece-

dente no se aprovecharon sino que se vendieron paraobtener recursos destinados a la nueva fábrica.4l Sedecidió, como hemos visto. levantar un edificio enpiedra, eligiéndose para tal fin la de las citadas can-

teras de San Cristóbal. Por lo que también a nivelepidérmico presenta notables similitudes con la ca-tedral metropolitana44 Así fue a pesar de las vicisi-tudes que debió padecer ]a fábrica de la colegial de-bido al litigio que sobre la propiedad de las canterasmantenían los concejos de El Puerto y Jerez y quellevó en 1733 a que El Puerto se negase a que conti-

nuara la saca de las canteras de su término. Lo quehubo de ser solucionado con un canónigo comisio-nado en canteras que intercedió ante el ayuntamien-

to portuense.45

CONCLlJSIONES

No parecen infundadas las sospechas que manteníanestos canteros, claramente en regresión durante lossiglos XVII y XVIII, de que sus conocimientos aca-parados durante siglos llegaran a olvidarse, ya que

era evidente la supremacía definitiva de aquella otracorriente que, aunque de lejos, seguía la trayectoriamarcada por quienes ajenos a la técnica habían con-cebido el proceso creativo como una elección cultu-

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La pervivencia de la técnica medieval en la arquitectura andaluza X49

ral donde se separaba para siempre el proyecto de laejecución. Tal vez por ello, y no sólo por una férrea

conC'innitas con las obras en que actuaban, llegaranestos canteros jerezanos y portuenses a tomar una ac-titud lejana de transgredir toda norma y tendente a larigurosa defensa de sus USOS.46Las trazas que durante

el barroco llegaban desde Sevilla no estaban ya pen-sadas para los cortes de piedra, sino para la albañile-ría. Cuando se deseaban edificios en piedra, especial-mente bóvedas, se recurría a la artesanía local queconservaba, vinculados a la explotación secular de

las canteras, los conocimientos suficientes para lle-varios a cabo, mediante sistemas donde las formasseguían vinculadas a la experiencia. El ejemplo de laCartuja es más que significativo.

Cuando un cabildo de canónigos con aspiracionescatedralicias se planteó levantar un templo acorde asus pretensiones, se dieron los factores necesariospara que mediante la ollcctoritas de éste. aquella

práctica de la estereotomía que seguía latente en tra-bajos de mediana envergadura eclosionara con la ro-

tundidad imponente que lo hizo.

NOTAS

l. García Pd\a, C.: Arquitectura gótica religiosa en la

Prol'incia de Cádiz. Diócesis de Jerez. UniversidadComplutense (Tesis Doctoral publicada en microforma).

Madrid, 1990, tomo I, pp. 9X7. IOIX y 1044.2. Falcón Márquez. T.: «Un edificio gótico fuera de época.

La prioral de El Puerto de Santa María», La/Jomtorio de

Arte, núm. 5, tomo I, Universidad de Sevilla, Sevilla.1992, pp. 205-222; García Peña. c.: op. cit., tomo 11, pp.

1116-1144 Y apéndice documental pp. 1674-1691.

3. García Peña. c.: Los mOllasterios de Santa María de la

Victoria y San Miguel Arcángel en El Puerto de Salita

María. Diputación de Cádiz. Cádiz, 19X5. pp. 27-3X.

4. Por su sintetismo y claridad reproducimos aquí lo que

escribiese Jesús Rivas referente a las razones por las que

el barroco sevillano sea en ladrillo: «Sevilla se encuen-

tra en pleno valle del Guadalquivir y la montaña quedalejos. Por tanto no tiene canteras y, en consecuencia, la

piedra resulta un lujo. De todas maneras, se recuITió a

dicho material cuando se pudo, aunque ello representaba

un gasto grande, ya que la piedra tenía que traerse de

otros sitios. Pero se hizo imprescindible para los monu-

mentos más importantes y emblemáticos de la ciudad,como la gran catedral gótica. En el Renacimiento aúngozó de mayor favor y la mayoría de las obras de cate-

goría que se realizaron entonces lo fueron en buena si-

llería. [...J. Así se fue identificando obra de envergadura

con construcción en piedra 1...1. No obstante, la piedra

fue abandonándose paulatinamente a lo largo de esa

centuria lel siglo XVII], entre otras cosas por lo caroque resultaba. 1...1. De esa suerte, el ladrillo se convirtió

en el material constructivo por excelencia, [...1. Ello era

sin más continuar la auténtica tradición constructiva de

la ciudad,...» en Rivas Carmona, J.: Leonardo de Figue-

roa: una nueva visión de un viejo maestro. Diputación

de Sevilla. SeviJla. 1994, pp. 31-32.

5. Buena prueba de ello es que las obras renacentistas lle-

vadas a cabo en la Archidiócesis de Sevilla. donde tra-

bajaban mayoritariamente canteros de Jerez. mantuvie-

ron importantes preocupaciones estereotómicas y no

sólo se limitaron a una mera imitación de modelos de la

Antigüedad despreoeupada del proceso constructivo.

Dentro del gótieo es también revelador el que, eono-

ciéndose que las bóvedas de ladrillo, por ser menores

sus piezas, disponían de mayor elasticidad y por eonsi-

guiente mejor resistencia a los seísmos. al voltcarse en

piedra las bóvedas de la iglesia y refectorio de la Cartuja

de Jerez, tanto la plementería, como los nervios se des-piezaron en sillares de tamaño mucho menor que el ha-

bitual. Sobre este tema véase: Gómez Martínez. J.: Elgótico esp(//lol de la Edad Moderna. BÓl'edas de cruce-

ría. Universidad de Valladolid. Valladolid, 1998, pp.

18X-IX9.

6. Lleó Cañal, V.: «De mezquitas a templos: las catedrales

Andaluzas en el siglo XVI», L"Église dall.\' r arc/¡itectu-

re de la Renaissance. Centre d'études supérieures de laRenaissance. Tour, 1995. p. 215.

7. García Pdía, c.: op. cit., 1990, tomo 11, p. 1227: Res-peeto al tema de la continuidad del arbotante en la Edad

Moderna lo ha tratado José María Medianero, quien ba-

sÚndose en el hecho de que el paralelogramo de fuerzas

no se deseubrió hasta el siglo XVI, lo reducía a "un au-téiltico recurso emhlemático dc prestigio que Inanijiesla

la pretendida calidad majestuosa de estos edificios ecle-

siÚsticos con "aspiraciones" catedralicias". Al respecto

es interesante tener en consideración que el contrarresto

de los empujes ejercidos por las bóvedas oeupó un capí-

tulo importante del Compendio de arc/¡itectura y sime-tría de los templos... recogido por Simón García y obrade Rodrigo Gil de Hontañón. En él podemos observar

COl110la preocupaeión por el conirol de la estruetura gó-

tica mediante el cálculo matemático será realmente pos-

terior a su invención, lo que no implica por ello que de-jase de ser efectivo tal sistema de construcción. Lo que

nos interesa hacer notar es el hecho de que García reto-

me los papeles de Gil de Hontañón,. lo que supone una

pervivencia en pleno XVII de los postulados arquitectó-

nicos del XVI. Véase: Medianero Hernández. J. M.: «La

pervivencia del arbotante corno elemento constructivo

emblemático en la arquiteetura bajoandaluza e hispano-

Page 10: La pervivencia de la técnica medieval en la arquitectura ... · La pervivencia de la técnica medieval en la arquitectura andaluza: la catedral de Jerez de la Frontera (Cádiz),

850

americana», Actas del Primer Congreso Nacional de

Historia de la Construcción. CEHOPU-Instituto Juan de

Herrera. Madrid, 1996, pp. 361-362 Y García, S.: Com-

pendio de Architectura y simetría de los templos confor-

me a la medida del cuelpo humano, con algunas demos-

traciones de geometría. Año de 1681. C.O.A. de

Valladolid. Valladolid, 1991, ff. 18v".- 22vo.

8. García Peña, e: op. cit., 1990, tomo 1, pp. 497; ArocaVicenti, F: «La Historia del Arte en Jerez en los siglosXVIII, XIX Y XX» cn: Caro Cancela, D. (Coordinador):

Historia de Jerez de la Frontera. Diputación de Cádiz.Cádiz, 1999, tomo III, p. 114.

9. Sancho Corbacho, A.: Arquitectura harroca sevillana

del siglo XVlll. eS.Le Madrid, 1952, pp. 173 (n. 83) y

180.

10. Unas bóvedas que pueden ponerse en relación con éstas

de San Lucas, tanto por su apariencia, como por ser obra

de la primera mitad del XVIII, son las de la capilla de laVenerable Orden Tercera del Convento de Santo Do-mingo de Cádiz.

11. Ríos Martínez, E. de los: «La Historia del Arte en Jerez

desde la Edad Media hasta el siglo XVII» en Caro Can-cela, D., op. cit., tomo 111,pp. 83-84.

12. Aroca Vicenti, F.: op. cit., tomo III, p. 114.

13. Téngase en cuenta que como tal Catedral lo es desde1980, por lo que puede aparecer citada también como

Colegiata o Parroquia de San Salvador el Real, tratándo-

se siempre del mismo templo.

14. Diego Moreno Meléndez (1626-1700) debió su forma-

ción, según Esperanza de los Ríos, a algún cantero local.

De su producción destacamos, no tanto por la importan-

cia dentro de su obra, como para el argumento de nues-

tro estudio, cómo incluyó en el flanco que da sobre las

bóvedas del primer cuerpo de la torre-fachada que cons-truyó a la parroquia de Santiago, una sorprendente oma-

mentación de motivos de tracería, copiados, según Ríos

Martínez, de los elementos góticos de la iglesia. Véase:

Ríos Martínez, E. de los: op. cit., tomo III, p. 75-81.

15. La planimetría aquí presente corresponde a: Diáñez Ru-bio, P. Avance del Plan Director de la Catedral de

Jerez. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Sev illa. 1998.

16. Del libro de Fray Lorenzo, que será calificado por Geor-ge Kubler como «...el mejor libro de instrucción arqui-

tectónica escrito jamás», se pueden encontrar ejempla-

res en casi todas las bibliotecas de arquitectos y

tratadistas, considerando Bonet que alcanzó especial di-

fusión «entre los maestros de obras de carácter más con-

servador o vernáculo». Teodoro Falcón ha identificado

los esquemas compositivos de las portadas norte y sur

como derivados de este tratado, por lo que su trascen-

dencia en el edificio parece probada. San Nicolás, F L.

de: Arte y Uso de la Arquitectura. Madrid, 1639 (cita-

mos por la edición de Manuel Román. Madrid, 1736), p.

P. J. Pomar

48; Kubler, G.: «Arquitectura de los siglos XVII y

XVIII», Ars Hispaniae. Plus Ultra. Madrid, 1957, tomoXIV, p. 80; Bonet Correa, A.: Figuras, modelos e imá-

genes en los tratadistas españoles. Alianza. Madrid,

1993, pp.157-160, 166-167; Falcón Márquez, T.: Arqui-

tectura harroca en Jerez. CEHJ-CSle Jerez de la Fron-tera, 1993, p. 82.

17. San Nicolás, F 1.. de: op. cit., p. 49.

IS.Falcón Márquez, T.: op. cit., 1993, p.S3.

19. Repetto Bctes, J. L.: La ohra del templo de la Colegial

de Jerez de la Frontera. Diputación de Cádiz. Cádiz,

1978, apéndice documental 1, pp. 274-275.

20. Repetto Betes, J. L.: op. cit., apéndice documental 11,pp. 375-376.

21. Repetto Betes, J. L.: op. cit., apéndice documental 1, p.315.

22. En la actualidad tenemos en preparación un amplio estu-

dio sobre los requisitos litúrgicos y condicionantes ideo-lógicos que influyeron en la construcción de la actual

Catedral de Jerez. En él analizamos el valor simbólico

asociado a las catedrales que debió tener el contar con

cinco naves. Un dato revelador que avala nuestra teoría

de cómo debió ser el Cabildo Colegial el interesado en

dotar la nueva construcción de esta particular configura-ción, recae en el hecho de que cn el pleito que mantuvo

en la corte a partir de 1785 para ser elevada a Catedral

alegue la parte jerezana, como haciendo ver que se cum-

plía un requisito o condición sine qua non para conse-

guir la episcopalidad deseada, que contaban con un

«...templo materíal el más aproposito para la maglllji-

cencia del culto acostumhrado en las Cathedrales, (...]

Su Arquitectura es del orden corintio y puede llamarse

canónica, porque ademas' del coro consta de cinco na-

hes.» (Archivo de la Catedral de Sevilla. Sección VII, li-

bro 121, f. 410.)

23. Bonet Correa, A.: op. cit., p. 168.

24. El ejemplo mejor conocido de cómo los Díaz no eran

prácticos en. el arte de la estereotomía será el hecho deque cuando en 1743 se le ordene a Diego la reparación

de la bóveda que trazara Simón de Colonia en la capilla

de la Antigua de la Catedral de Sevilla, lo hiciese susti-

tuyendo la plementería de sillares por otra de ladrillo,

aunque respetando los nervios originales en piedra. La

imagen que ofrece, de no ser por las diferencias notorias

entre unas y otras nervaduras y de dimensión será simi-

lar a la conseguida en Jerez: nervios de piedra y plemen-

tería de ladrillo. Véase: Sancho Corbacho, H.: Docu-

mentos para la Historia del Arte en Andalucía, Vll.

Arquitectura sevillana del siglo V111. Laboratorio de

Arte. Sevilla, 1934, p. 84.

25. Frente a las bóvedas tabicadas que colocan los ladrillosde plano, las bóvedas de nervios de piedra y plementería

de ladrillo de rosca se caracterizan por colocar éstos de

canto. Tenían una gran tradición dentro de la arquitectu-

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La pervivencia de la técnica medieval cn la arquitectura andaluza 85]

ra española habiendo levantado bÓvedas con esta técni-

ca Juan Guas y Rodriga Gil dc HontañÓn entre otros.

Contamos con testimonios teÓricos que escrutan su utili-

dad y razÓn. Dc cntrc cllos cabc scña]ar los de Philibcrt

Oelorme en Traités d'architecture: «Nou\'elles ill\'en-

tions [mur hien hastir et a petits .tiaic. Premier tome de

l' architecture~. (Paris. 1567) y Fray Tomas Vicente Tos-ca cn cl tomo V. «que comprehende arquitectura civil.

montea. y cantería. arquitcctura militar. pirothccnia y ar-tillería». de su Compendio mathemÚtico en que se con-

tienen todas las materias mÚs principaln.. (Valencia.] 7(7). El primero cree que «...la mayor parte de los ple-

mentos de las bÓvedas dc las iglesias no son de piedra

tallada [...]; quizá no esté al aleancc dc cualquicra haccr-

los así por la dificultad que implica. de ahí que. fre-

cucntcmentc. sc hagan con ladrillo o mampostcría...»

Tosca imagina que «...rcconociendo los arquitectos que

las bÓvedas hechas enteramente de si lIarcs ticncn pcso

excesivo. y si se fabrican dc ladrillo solo no tienen tantaseguridad y firmcza. discurrieron fabricar cn cllas unos

arcos de piedra que sirvan como de nervios más sÓlidos

en que se afiance la scguridad de la bÓveda, formando

sobre cllos todo lo restante de ladrillo u otra materia

más ligera...» Citados por: GÓmez Martínc!., J.: op. cit..pp. ] 80-] 86.

26. Rcpetto Betes, J. L.: op. cit., apéndice documental n, p.

381.

27. Ut supra, p. 399.

28. Ut supra. p. 405.

29. El concurso consistía también en proyectar ]a cúpula del

crucero, aunque finalmente ésta fuera realizada años

más tarde por Torcuato CayÓn de la Vega y Miguel de

Olivarcs.

30. Rcpetto Betes, J. L.: op. cit.. apéndice documental n, p.400.

3] . Ut supra, p. 398.

32. Ut supra, p. 399.

33.lbidcm.

34. Ut supra, p. 400.

35. Véase nota n. 8.

36. San Nico]ás, F. L. de: op. cit" pp. 52-54.

37. GÓmcz Martínez, J.: op. cit.. p. 163.

38. Llaguno y Amirola, E.: Noticia de los arquitectos y ar-quitectura de Espcl/Ja desde su restauraciÓn. Ilustrada y

acrecentada con notas, adicioncs y documentos por

Don Juan Agustín CeÚn BermÚdez. Imprenta Real. Ma-drid, 1829, tomo IV, p. 201.

39. Agradecemos dcsdc aquí las orientaciones técnicas que

al respecto nos hizo notar el arquitecto conservador del

inmucble D. Pablo Diáñez Rubio.

40. Alcalde Moreno, Manuel: Sintomatología de las altera-

ciones de las catedrales de Ser'illa. CÚdi: y Almería(Tesis doctoral). Universidad de Sevilla. Sevilla, 1989,

cit. por: Rodríguez Estévez, J. c.: Los Cilnteros de la

Catedral de Sel'illaa. Del GÓtico al Renacimiento. Di-

putaciÓn de Sevilla. Sevilla, 1998, p. 100.

41. Rodríguez Estévez, J. c.: op. cit, p. 107.

42.lbidem.

43. Repetto Betes, J. L.: op. cit., p. 74.

44. Por ello compartiría con Sevilla ese sentido de fortalezaque ostentaba su catedral al cstar construida en piedra.

El ejemplo nos lo da Rodrigo Caro al escribir quc: «...elgran templo de esta Santa Iglesia [de Sevilla 1 es todo de

rortíssima cantcría, sin que en él se halle una teja ni ma-

dero, tan firme como las injurias del tiempo [...1 así en

lo cóncavo como en lo convexo, es toda su bóveda de

fortíssima cantería...» Caro. R.: Antiguedades y princi-pado de la IIvstríssima Civdad de Sevilla y chorograp-

hía de SI/ Convento ["ridico o alltigua Challcillería. An-

drés Grande. Sevilla, ]634, ff. 51vo-52.

45. Repetto Retcs, J. L.: op. cit., apéndice documental 11, p.

391.

46. Referente a este tema véase: Ruiz de la Rosa, J. A.: Tra-

za y Simetría de la Arquitectura en la AntigÜedad v el

Mediel'O. Universidad de Sevilla. Sevilla, 1987. pp. 263-264 Y 347.