La polémica en torno al Libro Rojo del Cole2

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Sexualidad y política: La polémica en torno al Libro Rojo del Cole . Un caso de censura durante la Transición española. Un episodio que levantó mucha polémica en los años setenta fue la prohibición en algunos países europeos de una pequeña guía política-sexual para los jóvenes: El libro rojo del cole, de S. Hansen y J. Jensen, dos autores daneses. El libro estaba dirigido a escolares a partir de los 12 años 1 . Apareció a finales de 1969, con los ecos del movimiento estudiantil del mayo francés y la “revolución sexual” de los sesenta; pero no era realmente, como algunos le acusaron, un “manual de guerrilla escolar”, ni seguía las propuestas teóricas desescolarizadoras o alternativas de la época, sino que generalmente animaba a los estudiantes a trabajar dentro del sistema para alcanzar mejoras y reformas. Aunque emulaba en su título y formato al Libro Rojo de Mao, y sus editores pertenecieron en ocasiones a la extrema izquierda del momento, también recibió críticas de poco revolucionario, de olvidar el tema del género, de ser una especie de “manual del joven marmota” 2 ; pero hasta sus críticos reconocían que, llevando algunas de sus sencillas propuestas a sus lógicas conclusiones, podrían aterrorizar a los defensores del autoritario sistema escolar. Desde Dinamarca, el país de Andersen y la libertad sexual para muchos europeos, el libro se difundió, a comienzos de los años 70, a través de cientos de miles de copias, en otros muchos países europeos, aunque fue prohibido en Gran Bretaña, Francia, Italia y más tarde España (y procesado en Nueva Zelanda y Australia) 3 . 1 En otras ediciones aparecen tres autores: dos profesores, Bo Dan Andersen y Soren Hansen, y un psicólogo Jesper Jensen. 2 En una entrevista, uno de los autores comentaba que titularon así el libro porque en esa época Mao Tse Tung había divulgado su Libro Rojo, “… y podíamos imaginar a cada alumno de Dinamarca agitando el pequeño libro rojo de la escuela.... Era sólo parte de un movimiento” (Australia's SBS network, The book that shook the world., november 2007). No obstante, abundaron las críticas desde la izquierda: en el postfacio de la edición francesa se incluye una reseña muy crítica de la revista Rouge (“Le spontanéisme en culottes courtes contre l’ordre moral”, en Le petit livre rouge des écoliers &des lycéens, Petite collection Maspero, Paris, 1971, pp. 147-149). 3 El libro era adaptado a la mentalidad y legislación de cada país, eliminando ocasionalmente alguna parte o capítulo (en la edición

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"El libro rojo del cole" fue un pequeño manual destinado a los jóvenes, publicado en 1969 por dos autores daneses. Fue censurado en varios países y en él se entremezclaron sexualidad y política. En la España de la Transición, a comienzos de los años ochenta, también provocó una fuerte polémica.

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Sexualidad y política: La polémica en torno al Libro Rojo del Cole . Un caso de censura durante la Transición española.

Un episodio que levantó mucha polémica en los años setenta fue la prohibición en algunos países europeos de una pequeña guía política-sexual para los jóvenes: El libro rojo del cole, de S. Hansen y J. Jensen, dos autores daneses. El libro estaba dirigido a escolares a partir de los 12 años1. Apareció a finales de 1969, con los ecos del movimiento estudiantil del mayo francés y la “revolución sexual” de los sesenta; pero no era realmente, como algunos le acusaron, un “manual de guerrilla escolar”, ni seguía las propuestas teóricas desescolarizadoras o alternativas de la época, sino que generalmente animaba a los estudiantes a trabajar dentro del sistema para alcanzar mejoras y reformas. Aunque emulaba en su título y formato al Libro Rojo de Mao, y sus editores pertenecieron en ocasiones a la extrema izquierda del momento, también recibió críticas de poco revolucionario, de olvidar el tema del género, de ser una especie de “manual del joven marmota”2; pero hasta sus críticos reconocían que, llevando algunas de sus sencillas propuestas a sus lógicas conclusiones, podrían aterrorizar a los defensores del autoritario sistema escolar. Desde Dinamarca, el país de Andersen y la libertad sexual para muchos europeos, el libro se difundió, a comienzos de los años 70, a través de cientos de miles de copias, en otros muchos países europeos, aunque fue prohibido en Gran Bretaña, Francia, Italia y más tarde España (y procesado en Nueva Zelanda y Australia)3. En esta guía para los jóvenes se hablaba, en el apartado de la sexualidad, de la homosexualidad, el aborto, la pornografía o los métodos anticonceptivos, en un lenguaje coloquial y accesible a sus jóvenes lectores. También se aconsejaba sobre cómo mejorar la enseñanza, cómo protestar, sobre el trabajo en común, la valoración del conflicto, cómo organizar las huelgas y acciones colectivas, la selección y discriminación escolar, etc. Tanto el aspecto sexual como el político, términos que estuvieron muy ligados en la polémica, parecieron escandalizar a ciertos sectores sociales de la época.

En 1969, en España el gobierno había decretado el estado de excepción durante tres meses (enero-marzo 1969), en los que desencadenó una fuerte represión. La agravación de las protestas del movimiento estudiantil contra la dictadura en el curso 1968-1969, junto con las huelgas obreras contribuyeron a implantar el estado de excepción. No fue sino diez años después, ya muerto el dictador, cuando apareció en España la primera edición del Libro rojo del cole, sin autor ni pie de imprenta y con caracteres mecanografiados. Su exposición en la Feria del Libro de 1979 provocó la denuncia de la Confederación de Padres de Familia y un editorial del diario Ya (“Inexplicable”, 2 de mayo de 1979) , donde denunciaba que el libro poseía “una carga de nihilismo social aterradora”. El 30 de octubre de 1979 reapareció editado por Nuestra Cultura (en su colección Mano y Cerebro, con textos de distintos modelos de escuela 1 En otras ediciones aparecen tres autores: dos profesores, Bo Dan Andersen y Soren Hansen, y un psicólogo Jesper Jensen.2 En una entrevista, uno de los autores comentaba que titularon así el libro porque en esa época Mao Tse Tung había divulgado su Libro Rojo, “… y podíamos imaginar a cada alumno de Dinamarca agitando el pequeño libro rojo de la escuela.... Era sólo parte de un movimiento” (Australia's SBS network, The book that shook the world., november 2007). No obstante, abundaron las críticas desde la izquierda: en el postfacio de la edición francesa se incluye una reseña muy crítica de la revista Rouge (“Le spontanéisme en culottes courtes contre l’ordre moral”, en Le petit livre rouge des écoliers &des lycéens, Petite collection Maspero, Paris, 1971, pp. 147-149).3 El libro era adaptado a la mentalidad y legislación de cada país, eliminando ocasionalmente alguna parte o capítulo (en la edición española de Nuestra Cultura se suprimieron tres apartados: la religión en la escuela, la impotencia y las enfermedades venéreas).

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alternativa) y con ilustraciones de Romeu, protagonizadas por Miguelito y la Liga de los Sin Bata, personajes infantiles y contestatarios que habían aparecido en la revista Por Favor en 1974. En sus páginas se hacían algunas referencias a la legislación española de la época relativa al aborto (“está muy atrasada”), la homosexualidad (el gobierno se niega a reconocer la existencia de sus organizaciones), la pornografía (“no está autorizada”) o la familia (“la ley no reconoce, por el momento, más que un tipo”). El domingo 3 de febrero de 1980 apareció un incendiario editorial del ABC (“Un asunto escandaloso”), que comenzaba afirmando que se trataba de “un manual para incitar a los escolares a la más radical subversión, para lanzarlos a la lucha contra la sociedad”. Contraponía, a continuación, el derecho de la libertad de expresión “reconocido por la reciente Constitución”, al límite que ésta establecía en el derecho a la protección de la juventud y la infancia. Para ello, reclamaba como inexcusable la vía judicial, incluso, dada la gravedad, por procedimiento de oficio (a través de la actuación del Ministerio Fiscal). Días después se produjo una denuncia de la Federación de Padres de Familia, y el editor, Luis Martínez Ros, prestó declaración ante el juez, y se ordenó el secuestro del libro (aunque los 10.000 ejemplares ya habían sido distribuidos). A continuación se produjo otro escándalo: la Asociación Católica de Padres de Familia denunció el envío, a algunos colegios del distrito de Fuencarral de Madrid, de lotes de libros entre los que se encontraba el Libro rojo del cole. La responsabilidad de estos envíos, que recaía en la concejala comunista del Ayuntamiento de Madrid, Cristina Almeida, evidenciaban, según los denunciantes, “el intento de injerencia de un partido político dentro de la escuela”. El editor denunció a la prensa la injerencia del poder ejecutivo en el judicial, por las intervenciones de dos ministros en los medios de comunicación y la atención dada al tema por la televisión estatal. Asimismo señaló que el asunto era “una campaña de la derecha, muy por encima del libro y de la editorial, encaminada a influir en el debate parlamentario del Estatuto de Centros Escolares y a desprestigiar a los ayuntamiento de izquierdas”. El inicio de esta fuerte polémica en los medios de comunicación casi coincidió con el inicio de las sesiones de la Comisión de Educación del Congreso que discutía el Estatuto de Centros Docentes (del 5 al 21 de febrero, y en las que los portavoces del partido del Gobierno hicieron referencia al libro y a los incidentes provocados en esas fechas, y como muestra de la necesidad de “garantizar la opción ética y religiosa de los padres, sin que esos valores sean vilipendiados en las aulas”). El Fiscal General del Estado interpuso una querella por presunto escándalo público (en referencia al capítulo 5 del libro, dedicado a la sexualidad, que califica como pornográfico), que fue admitida a trámite por el juzgado de instrucción central, que decretó el secuestro del libro. El Ministerio de Cultura abrió también un expediente administrativo contra la edición del libro, por considerarla ilegal. El editor reclamó que no cumplimentó el trámite administrativo de depósito en el Ministerio (al objeto de su censura) por considerar que este trámite estaba ya legalmente vacío de contenido, y que el Ministerio ya no lo exigía o lo exigía de modo flexible. No obstante, el Ministerio de Cultura aplicó la todavía vigente ley de prensa de 1966 y multó al editor. El 9 de junio de 1980, el juez de la Audiencia Nacional, se reafirmó en los considerandos expresados por el Juzgado Central de Instrucción: provocación al aborto y a la corrupción de menores, así como que en su conjunto contenía “principios o ideas demoledoras y negativas”. El 30 de setiembre de 1981 se inició el juicio ante la Audiencia Nacional. La Audiencia lo condenó a una multa de 15.000 pesetas y como responsable de una falta de imprenta. Pero el fiscal presentó recurso de casación ante el Tribunal Supremo contra la sentencia de la Audiencia Nacional, insistiendo en la acusación de delito de escándalo público. La Sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, el 24 de julio de 1982, aceptó la postura del fiscal, y condenó al editor a cuatro meses y un día de arresto mayor

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y multa de veinte mil pesetas e inhabilitación de seis años y un día para las actividades de edición de publicaciones relativas a la educación de la juventud». También ratificó el secuestro del libro, afirmando su «tendencia a la depravación» y «considerando que no puede prosperar el intento de exculpar el libro en nombre de la libertad de expresión”. Para ello se apoyó en la Sentencia de 7 de noviembre de 1976 del Tribunal Europeo de los derechos humanos de Estrasburgo, caso Handyside, que denegaba el recurso de amparo del editor inglés del LRDC frente a la sentencia condenatoria de los tribunales de su país. En otra sentencia posterior (12/7/1983), este Tribunal reconocía su “obstinada y poco comprendida insistencia” en reprobar por la vía de la sanción penal prevista en el Código “la acción de unas minorías que pretenden socavar esos cimientos del orden moral en que tienen asiento las actuales costumbres y normas de cultura”. Consideraba también que la hermenéutica judicial debía tener “una función reeducadora, no sólo sancionadora”.

A comienzos de marzo de 1980, apareció una edición clandestina con variaciones sustanciales en los dibujos de Romeo: se habían cambiado los puños cerrados o las manos abiertas de los niños por pistolas y metralletas. Apareció sin pie de imprenta ni depósito legal, firmada por una supuesta “colección Mano Rota”. El 26 de abril fue secuestrado el diario vasco Egin, que recogía en sus páginas centrales la primera entrega de un serial coleccionable del Libro Rojo del cole. La siguiente edición apareció con sus dos páginas centrales en blanco. El 27 de mayo se presentó una nueva edición del Libro rojo a cargo de la Comisión para la libertad de Expresión apoyada por 28 editoriales. Se produjeron registros en editoriales y detenciones de varios libreros. Pronto se produjeron las reacciones de protesta dentro del mundo editorial y cultural4. El escándalo se produjo en un momento en el que la campaña contra la libertad de expresión estaba en pleno auge. En mayo, la asamblea del Instituto Internacional de Prensa (IPI), reunida en Florencia, condenaba el retroceso de la libertad de prensa en España, que había alcanzado una situación alarmante durante los cuatro primeros meses de 1980. A finales de mayo de 1980, durante la Feria del Libro de Madrid, la policía secuestró ejemplares del libro, registró casetas sin mandato judicial y detuvo a cuatro libreros. La cuarta parte de las casetas cerró en señal de protesta. Días más tarde, 850 profesionales afirmaron haber colaborado en la edición del LRDC. La polémica alcanzó a las Escuelas de Verano de aquel año, y en las Jornadas pedagógicas de Jaén ( 25-28 junio de 1980) se establecieron mesas redondas sobre los casos “A Ver” y “Libro Rojo del Cole”.

Incluso algunos medios críticos, como la revista “Padres y Maestros”, le dedicaron el Tema del mes5. También opinó el estamento militar, que a través de la revista militar Reconquista calificaba de “Goma-2 contra la defensa nacional” al Libro Rojo del cole. En un amplio comentario sobre el libro, firmado por el director de la revista, E. Fuentes, se consideraba que al tratar de “aniquilar todo vestigio moral”, este pequeño libro amenazaba directamente a “la capacidad de resistencia y el ánimo combativo indispensable para sostener con eficacia la defensa”.

En esta época, de finales de la Transición, hubo otros procesos por escándalo público a editores de libros de educación sexual que fueron considerados pornográficos. Uno de ellos fue el proceso al editor Lorenzo Rodríguez por la publicación en 1979 del libro ¡A Ver! Un libro de imágenes para niños y padres, aparecido en 1974 en Alemania (Zeig Mal!), de la doctora alemana Helga Fleischhauer-Hardt y del fotógrafo

4 En la revista Triunfo escribe E. Haro Tecglen (“El asalto a la libertad de expresión”, 16 febrero 1980, pp. 14-15). En la Tribuna del diario catalán La Vanguardia, escriben Carlos Barral (21 de febrero de 1980) y Joan Fuster (23 de febrero).5 Padres y Maestros, nº 71, pp. 6-9.

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norteamericano Will McBride. El carácter de información ilustrada del libro, especialmente el uso de la fotografía, provocaría cierta polémica, por encima del retrato de la sexualidad infantil que hacía el texto. La censura consideró el libro aceptable, aunque no apto para niños (30 de abril de 1979. Expediente de censura del Ministerio de Culura nº 4538/79); pero el libro fue denunciado por algunas asociaciones católicas. Como en el caso del LRDC, La Sala Segunda del Tribunal Supremo acabaría aceptando las tesis del fiscal, considerando el libro como pornográfico (Sentencia 29/10/1981). El editor recurrió al Tribunal Constitucional, que denegó el recurso de amparo basándose, entre otros argumentos, en el caso Handyside (BOE 17/11/1982). A partir de aquí, otros libros de educación sexual publicados por la misma editorial (Lóguez) fueron previamente denunciados por la Administración, como “Información sexual para los niños” del danés Bent H. Claësson y “Chicas” de la alemana Antje Kunstmann, editados en 1980.

En el transcurso de este proceso contra el Libro rojo del cole, durante 1980, se produjo en España un alto incremento de movilizaciones estudiantiles, especialmente de los estudiantes de enseñanzas medias enfrentados al proyecto de Estatuto de Centros Escolares del gobierno6. Estas protestas se enfrentaron en muchas ocasiones a la violencia ultraderechista, que -con cierta impunidad policial y judicial- alcanzó cotas de terrible virulencia en las calles (13 atentados y 20 víctimas mortales), con asaltos a escuelas y facultades, atentados contra librerías y agresiones a sedes de partidos de izquierda. Y trágicamente, durante las manifestaciones convocadas en protesta, la represión policial incrementaba la nómina de muertos y heridos de bala. El 13 diciembre de 1979, dos estudiantes (José Luis Montañés Gil y Emilio Martínez Menéndez) murieron a consecuencia de disparos efectuados por la policía durante la manifestación estudiantil contra la Ley de Autonomía Universitaria. El caso contra los tres policías procesados fue archivado. El 1 febrero de 1980 se produjo el asesinato de la estudiante Yolanda González Martín por un comando ultraderechista. En este proceso intervino el juez Varón Cobos, quien, en contraste con el celo represivo en el procesamiento del editor del Libro Rojo del Cole, se negó a procesar a uno de los inculpados, jefe de seguridad de Fuerza Nueva.1980 fue también uno de los años de más atentados del grupo terrorista vasco ETA.7

El Estatuto de Centros Docentes (LOECE) fue la primera ley general sobre la educación del periodo democrático. El Gobierno impuso desde el principio, a la oposición de izquierda, su criterio de favorecer las propuestas de la Iglesia y la patronal de enseñanza. La izquierda reclamó la eliminación del ideario de Centro (desde el respeto a la conciencia del niño) y defendió la participación activa y el derecho de asociación del alumnado8. Según declaraciones del Ministerio de Educación, en relación con la introducción de la educación sexual, se esperaba la entrada en vigor del Estatuto de Centros escolares para regular las relaciones entre padres y profesores, pues era necesario contra con los primeros “en materia tan delicada”. La educación sexual entró en vigor en en el currículo escolar en 1981, en las áreas de ciencias naturales y sociales, adoptando el carácter de materia transversal en los años 90 (LOGSE).

6 J. G. Fouce,., « El movimiento estudiantil español a lo largo del tiempo. La Transición y los años 90: análisis cualitativo », Nómadas, 7 (www.ucm.es/info/nomadas/7/jgfouce.htm). Nómadas, 7.7 Grimaldos A, La sombra de Franco en la Transición, Madrid, Oberon, 2004. También A. Soto Carmona, “Conflictividad social y transición sindical”, 363-373, en J. TUSELL J. et SOTO A. (dir.), Historia de la Transición..., op. cit., pp. 363-373.l...8 Fernández Enguita M., Poder y participación en el sistema educativo, Barcelona, Paidós, 1992, pp. 91-106. También el monográfico “Escuela y Democracia”, en Cuadernos de Pedagogía, septiembre y octubre 1978.

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A comienzos de los años setenta, el libro fue prohibido en Inglaterra, Francia e Italia, denunciándose especialmente el apartado sobre la sexualidad. En Inglaterra, The little red schoolbook, fue editado en 1971 y fue objeto de un riguroso proceso penal, tras el cual se publicó una versión revisada que suprimía o modificaba algunos apartados del capítulo de la sexualidad. Varias denuncias, entre ellas la de la famosa activista conservadora Mary Whitehouse, permitieron dictar una orden de registro en virtud de las Leyes sobre publicaciones obscenas de 1959 y1964. Se llegaron a requisar algunos ejemplares. El Tribunal inglés consideró, entre otras cosas, que el libro no hablaba casi nada del matrimonio, y tendía a “socavar muchas influencias sobre los niños tales como la de los padres, las iglesias, las organizaciones de juventud, capaces de inculcarles moderación...”. Además, el libro no señalaba el “carácter ilícito de las relaciones sexuales de un chico de catorce años y una chica de menos de dieciséis”, y respecto a la homosexualidad, mostraba comprensión, pero “había un peligro real en conducir a los niños a pensar que las relaciones de este tipo revestían un carácter permanente”. Veinte editores de Londres protestaron por el proceso y llegaron a plantearse imprimir el libro. El proceso coincidió con otro proceso por obscenidad relacionado con la corrupción de los jóvenes, el Caso Oz, un magazine underground que invitó a escolares londinense a editar un número centrado en el sistema escolar, en el que pudieran expresar sus ideas libremente.

El editor inglés planteó una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos relativa a la libertad de expresión (artículo 10 del Convenio de Roma) y a su derecho al respeto de sus bienes. El Tribunal europeo consideró que no había habido violación de los artículos mencionados, reservando a los Estados un margen de apreciación, aunque no ilimitado, sobre la necesidad de restringir la libertad de expresión para la “protección de la moral” (Caso Handyside, Sentencia de 7 diciembre de 1976)9. En Francia el libro fue prohibido por Raymond Marcellin (nombrado ministro de Interior tras los sucesos de mayo del 68), a causa de las informaciones concernientes al aborto y la contracepción. La primera edición francesa de Le petit livre rouge des écoliers et lycéens fue en Lausanne en 1971 por CEDIPS (de la liga marxista revolucionaria), y más tarde por la editorial Françoise Maspero (también de tendencia trotskista, con traducción y adaptación de Lonni et Etienne Bolo). En Suiza, el Procurador general de la Confederación había prohibido la importación y sólo fue aceptada bajo la condición de su venta a mayores de 18 años. En Italia, Il libretto rosso degli studenti fue publicado el 8 de octubre de 1972 por la editorial Guaraldi, editora de obras sobre educación de autores como Bourdieu y Passeron, Boltanski o Jules Celma. Dos días después fue intervenido por orden del Ministerio público (siendo Ministro de Educación el democristiano Oscar Luigi Scalfaro), porque algún capítulo supuestamente violaba el artículo 528 del Código Penal italiano (relativo a las publicaciones obscenas), pena que se agravaba según el artículo 14 de la ley de 1948 al ser una publicación destinada a la infancia o la adolescencia. Las acusaciones eran de incitación a la corrupción y al delito, “con numerosas partes obscenas que ofendían el sentimiento moral de los destinatarios, así como por desligar la sexualidad de los valores del amor y la familia, de la moral”. La defensa del editor, a cargo del abogado M. Morante, alegaba en cambio que se trataba más bien de “una obra moralista que invita a los jóvenes a no beber, no fumar, no drogarse y tener conocimientos del problema sexual”. En la prensa

9 Para el caso inglés, Hall, L. A.,: Sex, Gender and Social Change in Britain Since 1880, MacMillan Press, London, 2000, p. 182; y Weeks J., Sex, Politics & Society, London and New York, Longman, 1989, p. 281). Para el caso italiano, ver el prólogo de la edición de Guaraldi (Il libretto rosso degli studenti, Rimini, 1973, pp. 6-176). La edición francesa incluye una pequeña referencia de la revista Rouge sobre la prohibición del Ministro Marcellin (Le petit livre…, p. 151).

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las opiniones oscilaban entre destacar su claridad y carácter práctico, considerando incluso que era poco revolucionario (“más rosa que rojo”) y rechazar este “modelo escandinavo de racionalización del comportamiento” como no adaptable al “modelo latino”. El 13 de febrero de 1973, el tribunal absolvió al editor y al traductor, pero confirmó el secuestro del libro. Ese mismo año apareció una nueva edición en la que se amputó el capítulo dedicado a la sexualidad. (Continuará)

José Benito Seoane Cegarra

Enlaces: Australia's SBS network, november 2007. The book that shook the world. (A studyguide by Marguerite O'hara, en www.metromagazine.com.au).El Libro rojo del cole se puede descargar en www.marxismo.org/?q=node/145