La Posmodernidad

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 1 La Posmodernidad; A 30 Años de la Condición Postmoderna de Lyotard Andrés Barquero Medina-Universitat de Barcelona Resumen He aquí una breves notas en torno a la noción de posmodernidad. Un texto introductorio que intenta dar luz sobre algunas tópicos que se entrecruzan y problematizan a un poco más de 30 años de la publicación de La condición posmodern a 1  de Jean-François Lyotard. Esta condición es según el decir del propio Lyotard   condición del saber en las sociedades más desarrolladas, particularmente en el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos. Designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX. Aquí se situarán esas transformaciones con relación a la crisis de los grandes relatos. Se tiene por “posmoderna” la incredulidad con respecto a los metarrelatos. Ésta es, sin duda, un efecto del progreso de las ciencias; pero ese progreso, a su vez, la presupone. Al desuso del dispositivo metanarrativo de legitimación corresp onde especialmen te la crisis de la filosofía metafísica, y la de la institución universitaria que dependía de ella. Abstract Here is a brief notes about the notion of postmodernity. An introductory text that attempts to shed light on some topics that are intertwined and problematize a little over 30 years since the publication of La Condition posmoderna  of Jean-Fran çois Lyotard. This condition is, according to Lyotard's own say-condition of knowledge in more developed societies, particularly in the  Americas, in p en and critical sociologists. Designates the status of the culture after the changes that have affected the rules of the game of science, literature and art from the nineteenth century. Here we place these transformations in relation to the crisis of the great stories. It is "postmoder n" incredulity about metanarratives. This is undoubtedly an effect of scientific progress but that progress in turn presupposes it. With disuse metanarrative legitimation device responds particularly the crisis of metaphysical philosophy, and of the university depended on it. Palabras clave Posmodernidad, relato, razón, fragmento, narración, momento, totalidad, proyecto, estética, dialéctica, discurso, postmodernidad, simulacro, ética. Keywords Postmodern narrative reason, fragment, narrative, time, completeness, design, aesthetic, dialectical, speech, simulation, ethics. 1.- De la destotalización del mundo a la obsesión epistemológica por los fragmentos. Lo que se denomina "posmodernidad" aparece como una conjunción ecléctica de teorías. Esa amalgama va desde algunos planteamientos nietzscheanos e instintivistas hasta conceptos tomados del Pragmatismo anglosajón hasta pasar por retazos terminológic os heideggerianos, nietszchean os y existencialistas. Se trata, pues, de un tipo de pensamiento en el que caben temáticas dispersas y, a menudo, conjuntadas sin un hilo teórico claro. El término posmodernidad nace en el domino del arte y es introducido en el campo filosófico hace tres décadas por Jean Lyotard con su trabajo La condición moderna (1983). La noción se ha difundido ampliamente pero en general su uso

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La Posmodernidad; A 30 Años de la Condición Postmoderna de Lyotard

Andrés Barquero Medina-Universitat de Barcelona

Resumen He aquí una breves notas en torno a la noción de posmodernidad. Un texto introductorio queintenta dar luz sobre algunas tópicos que se entrecruzan y problematizan a un poco más de 30años de la publicación de La condición posmodern a 

1 de Jean-François Lyotard. Esta condiciónes –según el decir del propio Lyotard – condición del saber en las sociedades másdesarrolladas, particularmente en el continente americano, en pluma de sociólogos y críticos.Designa el estado de la cultura después de las transformaciones que han afectado a las reglasde juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX. Aquí se situarán esastransformaciones con relación a la crisis de los grandes relatos. Se tiene por “posmoderna” laincredulidad con respecto a los metarrelatos. Ésta es, sin duda, un efecto del progreso de lasciencias; pero ese progreso, a su vez, la presupone. Al desuso del dispositivo metanarrativo delegitimación corresponde especialmente la crisis de la filosofía metafísica, y la de la instituciónuniversitaria que dependía de ella.

Abstract Here is a brief notes about the notion of postmodernity. An introductory text that attempts toshed light on some topics that are intertwined and problematize a little over 30 years since thepublication of La Condition posmoderna of Jean-François Lyotard. This condition is, accordingto Lyotard's own say-condition of knowledge in more developed societies, particularly in theAmericas, in pen and critical sociologists. Designates the status of the culture after the changesthat have affected the rules of the game of science, literature and art from the nineteenthcentury. Here we place these transformations in relation to the crisis of the great stories. It is"postmodern" incredulity about metanarratives. This is undoubtedly an effect of scientificprogress but that progress in turn presupposes it. With disuse metanarrative legitimation deviceresponds particularly the crisis of metaphysical philosophy, and of the university depended onit.

Palabras clave Posmodernidad, relato, razón, fragmento, narración, momento, totalidad, proyecto, estética,dialéctica, discurso, postmodernidad, simulacro, ética.

Keywords Postmodern narrative reason, fragment, narrative, time, completeness, design, aesthetic,dialectical, speech, simulation, ethics.

1.- De la destotalización del mundo a la obsesión epistemológica por losfragmentos. Lo que se denomina "posmodernidad" aparece como una conjunción ecléctica deteorías. Esa amalgama va desde algunos planteamientos nietzscheanos e instintivistashasta conceptos tomados del Pragmatismo anglosajón hasta pasar por retazosterminológicos heideggerianos, nietszcheanos y existencialistas. Se trata, pues, de untipo de pensamiento en el que caben temáticas dispersas y, a menudo, conjuntadassin un hilo teórico claro.

El término posmodernidad nace en el domino del arte y es introducido en el campofilosófico hace tres décadas por Jean Lyotard con su trabajo La condición 

moderna (1983). La noción se ha difundido ampliamente pero en general su uso

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indiscriminado conduce a confusión, ya que en realidad pueden distinguirse tresactitudes posmodernas.

  La primera, la de aquellos que van a la zaga de la escuela neomarxista deFrankfurt; los Habermas, los Adorno, los Eco etc, que critican a la modernidaden aquello que le faltó llevar a cabo como proyecto moderno de los filósofos del

Iluminismo. En una palabra, su crítica a la modernidad radica en que no acabósu proyecto.

  La segunda, es la de aquellos representantes del pensamiento débil, losLyotard, Scarpetta, Vattimo, Lipovetsky etc., que defienden un postmodernismoinscrito en la modernidad. Es decir que son los autores que en su crítica a lamodernidad proponen una desesperanzada resignación. Pero sin abandonarsu confianza en la razón entendida al modo moderno.

Finalmente, la tercera actitud es la de aquellos pensadores como R. Steuckers, G.Fernández de la Mora, M. Tarchi, P. Ricoeur, G. Locchi y otros que, someten a críticala modernidad con un rechazo de la misma. No sucede en este caso como en el

denominado “pensiero debole”

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, que es un hijo desencantado de la modernidad, sinoque aquí la oposición es frontal y además ofrece propuestas de superación.

2.- La condición postmoderna.

El término posmodernidad puede ser identificado, como lo hace Habermas, con lascoordenadas de la corriente francesa contemporánea de Bataille a Derrida, pasandopor Foucault, con particular atención al movimiento de la deconstrucción de indudableactualidad y notoria resonancia en la intelectualidad local.

La era moderna nació con el establecimiento de la subjetividad3 como principioconstructivo de la totalidad. No obstante, la subjetividad es un efecto de los discursos

o textos en los que estamos situados4. Al hacerse cargo de lo anterior, se puedeentender por qué el mundo postmoderno se caracteriza por una multiplicidad de juegos de lenguaje que compiten entre sí, pero tal que ninguno puede reclamar lalegitimidad definitiva de su forma de mostrar el mundo.

Con la deslegitimación de la racionalidad totalizadora procede lo que ha venido enllamarse el fin de la historia. La posmodernidad revela que la razón ha sido sólo unanarrativa entre otras en la historia; una gran narrativa, sin duda, pero una de tantas.Estamos en presencia de la muerte de los metarrelatos, en la que la razón y su sujeto –como detentador de la unidad y la totalidad – vuelan en pedazos. Si se mira con másdetenimiento, se trata de un movimiento de deconstrucción del cogito y de las utopíasde unidad. Aquí debe subrayarse el irreductible carácter local de todo discurso,

acuerdo y legitimación. Esto nos instala al margen del discurso de la tradición literaria(estética) occidental. Tal vez de ahí provenga la vitalidad de los engendros deldiscurso periférico.

Debe insistirse en el carácter local de todo discurso, acuerdo y legitimación. Aquí sepodría hablar de un concepto de razón pluralista, lo que remite a la autonomía de losmúltiples e intraducibles juegos de lenguaje del segundo Wittgenstein, enredadosentre sí, no reductibles unos a otros; por formularlo como regla: “juega... y déjanos jugar en paz”. 

El problema hoy no viene presentado por un exceso de proyectos de unificación, sinopor la desintegración de legalidades autónomas que, como sustitutivos de la totalidad,

exigen para sí el monopolio de un ámbito teórico o práctico específico.

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La destotalización del mundo moderno exige eliminar la nostalgia del todo y la unidad.Como características de lo que Foucault ha denominado la episteme5 posmodernapodrían mencionarse las siguientes: deconstrucción, descentración, diseminación,discontinuidad, dispersión. Estos términos expresan el rechazo del cogito que se habíaconvertido en algo propio y característico de la filosofía occidental, con lo cual surgeuna “obsesión epistemológica” por los fragmentos. 

La ruptura con la razón totalizadora supone el abandono de los grands récits , es decir,de las grandes narraciones, del discurso con pretensiones de universalidad y elretorno de las petites histoires . Tras el fin de los grandes proyectos aparece unadiversidad de pequeños proyectos que alientan modestas pretensiones. Aquí se insisteen el irreductible pluralismo de los juegos de lenguaje, acentuando el carácter local detodo discurso, y la imposibilidad de un comienzo absoluto en la historia de la razón. Yano existe un lenguaje general, sino multiplicidad de discursos. Y ha perdidocredibilidad la idea de un discurso, consenso, historia o progreso en singular: en sulugar aparece una pluralidad de ámbitos de discurso y narraciones.

Cabe llamar la atención sobre este cambio en el ámbito de la producción y

disponibilidad del saber. El análisis del saber en las sociedades informatizadas –dominadas por la lógica de las bases de datos – nos lleva a decir adiós al “proyecto dela modernidad”, que consistía en aferrarse a las conquistas de la Ilustración (unidad dela razón, emancipación de los seres humanos, etc.). La modernidad, caracterizada porla pretensión de validez universal del discurso racional y científico, está enredada enun discurso de legitimación cuyas aspiraciones no puede satisfacer.

Además de señalar que la desmitologización de los grandes relatos es lo característicode la posmodernidad, es necesario aclarar que estos metarrelatos no son propiamentemitos, en el sentido de fábulas. Ciertamente tienen por fin legitimar las instituciones yprácticas sociales y políticas, las legislaciones, las éticas. Pero, a diferencia de losmitos, no buscan esta legitimación en un acto fundador original, sino en un futuro por

conseguir, en una idea por realizar. De ahí que la modernidad sea un proyecto.El postmodernismo aparece, pues, como resultado de un gran movimiento de des-legitimación llevado a cabo por la modernidad europea, del cual la filosofía deNietzsche sería un documento temprano y fundamental.

La posmodernidad puede ser así entendida como una crítica de la razón ilustradatenida lugar a manos del cinismo contemporáneo. Baste pensar en Sloterdijk ysu Crítica de la razón cínica 6, donde se reconoce como uno de los rasgos reveladoresde la Posmodernidad la nostalgia por los momentos de gran densidad crítica, aquellosen que los principios lógicos se difuminan, la razón se emancipa y lo apócrifo sehermana con lo oficial, como acontece según Sloterdijk con el nihilismo desde

Nietzsche, y aun desde los griegos de la Escuela Cínica.La ruptura con la razón totalizadora aparece, por un lado como abandono de losgrandes relatos –emancipación de la humanidad –, y del fundamentalismo de laslegitimaciones definitivas y como crítica de la “totalizadora” ideología sustitutiva quesería la Teoría de Sistemas.

La posmodernidad ha impulsado –al amparo de esta crítica – “un nuevo eclecticismoen la arquitectura, un nuevo realismo y subjetivismo en la pintura y la literatura, y unnuevo tradicionalismo en la música”7. La repercusión de este cambio cultural en lafilosofía ha conducido a una manera de pensar que se define a sí misma, según heanticipado, como fragmentaria y pluralista, que se ampara en la destrucción de launidad del lenguaje operada a través de la filosofía de Nietzsche y Wittgenstein.

Lo específicamente postmoderno son los nuevos contextualismos o eclecticismos. Laconcepción dominante de la posmodernidad acentúa los procesos de desintegración.

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Subyace igualmente un rechazo del racionalismo de la modernidad a favor de un juegode signos y fragmentos, de una síntesis de lo dispar, de dobles codificaciones; lasensibilidad característica de la Ilustración se transforma en el cinismocontemporáneo: pluralidad, multiplicidad y contradicción, duplicidad de sentidos ytensión en lugar de franqueza directa, “así y también asa” en lugar del univoco “o louno o lo otro”, elementos con doble funcionalidad, cruces en lugar de unicidad clara8. Así, con la posmodernidad se dice adiós a la idea de un progreso unilineal, surgiendouna nueva consideración de la simultaneidad, se hace evidente también laimposibilidad de sintetizar formas de vida diferentes, correspondientes a diversospatrones de racionalidad.

La posmodernidad, como proceso de descubrimiento, supone un giro de la conciencia,la cual debe adoptar otro modo de ver, de sentir, de constituirse, ya no de ser, sino desentir, de hacer. Descubrir la dimensión de la pluralidad supone descubrir también lapropia inmersión en lo múltiple.

3.- Posmodernismo y Epistemología: Azar e incertidumbre.

La cuestión del posmodernismo incluye a veces referencias a problemas y conceptosepistemológicos9, tales como la crisis del determinismo, el lugar del azar y el desordenen los procesos naturales, el principio de indeterminación de Heisenberg – tambiénconocido como “principio de incertidumbre”– la cuestión del tiempo y particularmentedel tiempo irreversible (cuyo reconocimiento ha expandido el poderoso modelo deluniverso como un reloj), la visión de las teorías de Karl Popper en términos de“falsabilidad” más que en mera “verificabilidad”. No hace falta decir que estas ideaspueden fácilmente incomprendidas y distorsionadas por los críticos literarios y losartistas. Incluso así, el nuevo interés del crítico en cuestiones epistemológicas-teóricasviene de una auténtica sensación de que han ocurrido cambios importantes en elmodo en el que la ciencia se ve a sí misma y en la legitimidad de sus procedimientosde inferencias. Y este interés aumenta con la creencia de que tales cambios en losparadigmas científicos no pueden ocurrir sin analogías al nivel de la concienciaartística. Significativamente, esta creencia parece recibir su reconocimiento y estímulocuando un filosofo de la ciencia, tomando prestada la polémica etiqueta cultural deposmodernismo, habla de una “ciencia posmoderna” casi como una cuestión dehecho. Pero incluso una cuestión más precavida, como la que toma Ilya Prigogine eIsabelle Stengers cuando elaboran su distinción entre “una ciencia moderna” y una“ciencia nueva”, puede resultar relevante para el prolongado debate acerca de laposmodernidad.

Por razones similares, el azar se veía negativamente, como un obstáculo al totaldominio del hombre de las leyes naturales: el azar realmente no existía, era el

resultado de nuestra ignorancia, tal como lo implicó Laplace cuando formuló la famosaficción de su “demonio” omnisciente; el azar era, en última instancia, el reflejo de laslimitaciones de nuestra inteligencia. Característicamente, Einstein dijo: “Dios no juegaa los dados”. Incluso en la biología moderna, donde el reconocimiento del papel delazar ha hecho posible la teoría de la selección natural, una figura importante comoJacques Monod, por ejemplo, no pudo evitar establecer unas conclusionesfilosóficamente pesimistas de la existencia de la casualidad. Monod da con una notacasi pascaliana cuando (como señalan Prigogine y Stenger) escribe “El hombre sabe,por fin, que está solo en la inmensidad indiferente del universo a partir del cual él hasurgido sólo por casualidad”. 

Una interesante polémica que comenzó en 1980 cuando Jürgen Habermas, al recibir

el premio T.W. Adorno de la ciudad de Francfort, pronunció un discurso acerca de“Dios Moderne: Ein unvollendetes Projekt”, traducido al inglés como “Modernity versus

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Postmodernity”10. En este discurso el neomarxista Habermas identifica la noción deposmodernidad con la posición (neo)conservadora de quienes creen que lamodernidad ha fracasado y que los impulsos utópicos a que dio lugar deben ser, portanto, suprimidos. Pero la modernidad o e “proyecto de la Ilustración”, argumentaHabermas desde la posición de su propia filosofía emancipadora, no es un proyectofracasado, sólo inacabado. Lo que hay que rechazar no es la modernidad, cuyaherencia crítica reafirmada por la Escuela de Francfort de Adorno, Horkheimer oBenjamin es todavía una fuente de “emulación para los intelectuales”; lo que deberechazarse es la ideología (neo)conservadora de la modernidad.

Lo que realmente disparó la polémica fue el ataque de Habermas contra el“posestructuralismo” francés, definido como un rechazo conservador de la modernidady de sus valores centrales de racionalidad y universidad. Surgiendo que MichelFoucault y Jacques Derrida se parecen mucho al grupo de pensadores conocidodurante la República de Weimar como los Jungkonsrvativen (jóvenes conservadores),Habermas quería subrayar su descendencia común, no sólo de Heidegger, sino, enúltima instancia, del más antimoderno de los filósofos modernos, Friedrich Nietzsche.Aunque no se le nombraba en el discurso del Premio Adorno, probablemente un tercerfrancés, Jean-François Lyotard, era el blanco de la crítica de Habermas.

4.- El crepúsculo del deber o la ética indolora de los nuevos tiemposdemocráticos.

En la cultura posmoderna se acentúa un individualismo extremo, un "proceso depersonalización" que abarca todos los aspectos de la vida social y que significa, segúnGilles Lipovetsky, por un lado, la fractura de la socialización disciplinaria y, por el otro,la elaboración de una sociedad flexible basada en la información y en la estimulaciónde necesidades11. 

Al individualismo lo acompaña la ausencia de trascendencia, ya no sólo en sentidoreligioso, producto del proceso de secularización y desacralización de la modernidad,sino que también desaparece la trascendencia laica de una vida consagrada a unideal, cualquiera que éste sea.

La exaltación del cuerpo se acompaña de una exaltación de los sentidos y de unhedonismo que, en general, conspira contra la salud. Se exalta el cuerpo a través deuna variedad de dietas, gimnasias de distinto tipo, tratamientos revitalizantes y cirugíasestéticas12. 

Este individuo, aunque establezca vínculos con otros semejantes, se hallafundamentalmente solo, entre otros individuos que persiguen su propia satisfacción.

Aislado, vive su existencia como un perpetuo presente, con un pasado que es untenue recuerdo de satisfacciones y frustraciones y un futuro que es concebido comoun juego de nuevos deseos y satisfacciones.

Lipovetsky proporciona un buen resumen de la sociedad posmoderna: "... es aquellaen que reina la indiferencia de masas, donde predomina el sentimiento de reiteración yestancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se acogecomo lo antiguo, donde se banaliza la innovación, en la que el futuro no se asimila yaa un progreso ineluctable”13. 

La condición postmoderna es, sin embargo, tan extraña al desencanto, como a lapositividad ciega de la deslegitimación. ¿Dónde puede residir la legitimación despuésde los metarrelatos? El criterio de operatividad es tecnológico, no es pertinente para

 juzgar lo verdadero y lo justo. ¿El consenso obtenido por discusión, como piensaHabermas? Violenta la heterogeneidad de los juegos de lenguaje. Y la invención

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siempre se hace en el disentimiento. El saber postmoderno no es solamente elinstrumento de los poderes. Hace más útil nuestra sensibilidad ante las diferencias, yfortalece nuestra capacidad de soportar lo inconmensurable. No encuentra su razón enla homología de los expertos, sino en la paralogía de los inventores14. 

5.- De la Estética del Simulacro a la Transparencia del Mal.

El "ser" ya no cuenta, el valor deviene en "parecer"15, lo que se conoce como la"cultura del simulacro"16. 

Los escritos de Baudrillard17, otro de los profetas de la posmodernidad, tributan a unaobsesión por el signo y sus espejos, el signo y su producción febril en la sociedad deconsumo, la virtualidad del mundo y La transparencia del ma l 18 . La mercancía y lasociedad contemporánea están consumidas por el signo, por un artefacto que suplantay devora poco a poco lo real, hasta hacerlo subsidiario. Lo real existe por voluntad delsigno, el referente existe porque hay un signo que lo invoca. Vivimos en un universoextrañamente parecido al original  –las cosas aparecen replicadas por su propia

escenificación – señala Baudrillard.No existe ya la posibilidad de una mirada, de una mirada de aquello que suscita lamirada, porque, en todos los sentidos del término, aquello otro ha dejado de mirarnos.El mundo ya no nos piensa, Tokio ya no nos quier e 19 . Si ya no nos mira, nos dejacompletamente indiferentes. De igual forma el arte se ha vuelto por completoindiferente a sí mismo en cuanto pintura, en cuanto creación, en cuanto ilusión máspoderosa que lo real. No cree en su propia ilusión, y cae irremediablemente en elabsurdo de la simulación de sí mismo.

Baudrillard intuye la evolución de fin de milenio como una anticipación desesperada ynostálgica de los efectos de desrealización producidos por las tecnologías de

comunicación. Anticipa el despliegue progresivo de un mundo en el que todaposibilidad de imaginar ha sido abolida. El feroz dominio integral del imaginario sofoca,absorbe, anula la fuerza de imaginación singular.

Baudrillard localiza precisamente en el exceso expresivo el núcleo esencial de lasobredosis de realidad. Ya no son la ilusión, el sueño, la locura, la droga ni el artificiolos depredadores naturales de la realidad. Todos ellos han perdido gran parte de suenergía, como si hubieran sido golpeados por una enfermedad incurable y solapada20. Lo que anula y absorbe la ficción no es la verdad, así como tampoco lo que deroga elespectáculo no es la intimidad; aquello que fagocita la realidad no es otra cosa que lasimulación, la cual secreta el mundo real como producto suyo.

Baudrillard exhausto de la esperanza del fin certifica que el mundo ha incorporado su

propia inconclusibilidad. La eternidad inextinguible del código generativo, lainsuperabilidad del dispositivo de la réplica automática, la metáfora vira l 21. La extinciónde la lógica histórica ha dejado el sitio a la logística del simulacro y ésta es, segúnparece, interminable.

6.- El momento posmoderno.

El momento postmoderno es un momento antinómico, en el que se expresa unavoluntad de desmantelamiento, una obsesión epistemológica con los fragmentos o lasfracturas, y el correspondiente compromiso ideológico con las minorías políticas,sexuales o lingüísticas.

Es necesario, a este respecto, tener presente que en la expresión “momentopostmoderno” la palabra momento ha de tomarse literalmente22; y, por decirlo

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paradójicamente, como categoría fundamental de una conciencia de época,claramente posthistórica.

La complejidad del momento postmoderno no es sólo una cuestión de perspectivahistórica –o más bien de falta de ella –, sino que viene dada por el propio movimientode repliegue sobre sí mismo característico de la posmodernidad (frente a los

desarrollos lineales de la periodización moderna o clásica) lo que la dota de unespacio histórico informe y desestructurado donde han caído los ejes de coordenadas,a partir de los cuales se establecía el sentido y el discurso de la escena histórico-cultural de una época.

La caída de los discursos de legitimación que vertebraban los diferentes meta-relatosde carácter local y dependiente, ha producido –como se ha señalado – una nivelaciónen las jerarquías de los niveles de significación y la adopción de prácticas inclusivistase integradoras de discursos adyacentes, paralelos e incluso antagónicos.

La posmodernidad es aquel momento en que las dicotomías se difuminan y lo apócrifose asimila con lo oficial.

Desde un determinado punto de vista, la “revolución de la posmodernidad” aparececomo un gigantesco proceso de pérdida de sentido que ha llevado a la destrucción detodas las historias, referencias y finalidades. En el momento postmoderno el futuro yaha llegado, todo ha llegado ya, todo está ya ahí. No tenemos que esperar ni larealización de una utopía ni un final apocalíptico. La fuerza explosiva ya ha irrumpidoen las cosas. Ya no hay nada que esperar. Lo peor, el soñado final sobre el que seconstruía toda utopía, el esfuerzo metafísico de la historia, el punto final, está ya entrenosotros. Según esto, la posmodernidad sería una realidad histórica –posthistórica yacumplida, y la muerte de la modernidad ya habría hecho su aparición.

En este sentido, el artista postmoderno se encuentra en la misma situación de unfilósofo: el texto que escribe, la obra que compone, no se rigen en lo fundamental por

reglas ya establecidas, no pueden ser juzgadas según un canon valorativo, esto es,según categorías ya conocidas. Antes bien, son tales reglas y categorías lo que eltexto o la obra buscan. De modo que artista y escritor trabajan sin reglas, trabajan paraestablecer las reglas de lo que habrá llegado a ser. La negación progresiva de larepresentación se vuelve aquí sinónimo de la negación de las reglas establecidas porlas anteriores obras de arte, que cada nueva obra ha de llevar a cabo de nuevo.

Todo esto ya se encuentra prefigurado en las vanguardias históricas, o al menos enalgunas de ellas.

Estas vanguardias –que pueden ser denominadas constructivas – proceden,principalmente, de la tradición nietzscheana. Sus raíces decimonónicas conectan con

las formas más libertinas del postimpresionismo, un Toulouse-Lautrec, por ejemplo, ylos pre-expresionistas, Munch, Ensor, así como el Modernismo. Ya en las vanguardiasdel siglo XX, los movimientos que se adscriben a esta línea son el Fauvismo, elExpresionismo y el Dadaísmo. Frente a la constitución de un corpus lingüístico, losdeconstructivismos opondrán el impulso a la metáfora, que introduce nuevasextrapolaciones semánticas en la rígida estructura del lenguaje, y no sólo en el ámbitoartístico, que será el primero.

7.- Del metarelato a la Posmodernidad estética; discurso y producción.

Ahora bien, el postmodernismo como ideología puede ser entendido como un síntoma

de los cambios estructurales más profundos que tienen lugar en nuestra sociedad y sucultura como un todo o, dicho de otra manera, en el modo de producción.

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Esta constatación del modo diferente de construcción de la realidad va seguida de ladistinción entre una estetización "superficial" y una profunda: la primera refiere afenómenos globales como el embellecimiento de la realidad, lo cosmético y elhedonismo como nueva matriz de la cultura y la estetización como estrategiaeconómica; el segundo incluiría las transformaciones en el proceso productivoconducidas por la nuevas tecnologías y la constitución de la realidad por los medios decomunicación. Dentro de este escenario global es que debe analizarse lo que haestado gestándose en los últimos doscientos años, nos referimos a la "estetizaciónepistemológica" o como he querido llamarlo23 el giro estético de la epistemología 24 . Este se inicia con el establecimiento de la estética como disciplina epistemológicabasal, que pasa por la configuración nietzscheana del carácter estético-ficcional delconocimiento y termina en el siglo XX con la estetización epistemológica que puederastrearse en la teoría de la ciencia, la hermenéutica, la nueva filosofía analítica y lahistoria de la ciencia.

Es necesario, sin embargo, comenzar por explicar este particular modo de hacerreferencia a la realidad: el productivo.

La „ficción‟, como he señalado, no se refiere a la realidad de un modo reproductivo”25, sino más bien de un modo productivo, es decir, la establece. Sin embargo, no se tratameramente de la construcción de objetos, sino de algo más radical, de la construcciónde hechos que tiene lugar en el “discurso público”, para dar cuenta de ello esnecesario referirse al concepto de ideología.

Debe precisarse que el énfasis en el discurso está dado por la importancia que luegose asignará a la retórica, instrumento por el cual se articula la generación de discursosinstitucionales que, a su vez, dan lugar a la construcción de hechos e incluso deindividuos. Centrarse en el discurso significa que el interés gira en torno al habla y alos textos como parte de prácticas sociales –como formas de vida – donde cabe incluirno sólo las prácticas consideradas “trascendentes” como, por ejemplo, el habitar, sino

también las aparentemente frívolas y que, sin embargo, son capitales a la hora decomprender la sociedad postmoderna, entendida ésta, en palabras de Debord26, comouna Sociedad del Espectáculo 27 , o como la llamará Lipovetsky28 un Imperio de lo Efímero 29. Teniendo, pues, en perspectiva las relaciones entre estética y política,también se abordaran fenómenos como el cine, la moda, el diseño y la arquitectura,entendidos éstos como sistemas productores de signos, adheridos a determinadas“lógicas narrativas”, las que de acuerdo a su modo de constitución influyen de maneradecisiva en el modo de ser, en el ethos postmoderno, el cual puede ser entendidodesde dentro de su proceso de gestación sólo a partir de las claves hermenéuticasque nos proporciona el paradigma estético. De allí, por ejemplo, que Lyotard defina laposmodernidad como aquella condición donde se tiene una incredulidad con respectoa los metarelatos . Esa condición nos lleva a considerar al cine, por ejemplo, al menos

una parte de él, como partículas independientes, sin un posible vínculo común. Elmetarelato narrativo e historicista del cine clásico y el metarelato autoral del cinemoderno han ido poco a poco desapareciendo con respecto a las técnicas y losformatos.

Aquí cabe un paréntesis –y una precisión hermenéutica fundamental –: los“metarrelatos” a que refiere La condición posmoderna son aquellos que han marcadola modernidad: emancipación progresiva de la razón y de la libertad, emancipaciónprogresiva o catastrófica del trabajo (fuente de valor alienado en el capitalismo),enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecnocienciacapitalista, e incluso, si se cuenta al cristianismo dentro de la modernidad (opuesto,por lo tanto, al clasicismo antiguo), salvación de las criaturas por medio de la

conversión de las almas vía el relato crístico del amor mártir. Así Lyotard al utilizar lostérminos “relato”, “grandes relatos” y “metarrelato” se dirige a un mismo referente: los

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discursos legitimadores a nivel ideológico, social, político y científico. “Un metarrelatoes, en la terminología de Lyotard, una gran narración con pretensiones justificatorias yexplicativas de ciertas instituciones o creencias compartidas.”30 Es curioso que sehaya preferido el término narración para un discurso que no es precisamente narrativo.El discurso legitimador se caracteriza no por ser prosa narrativa sino principalmenteprosa argumentativa. En el campo de la literatura una narración alude tanto a un textoficticio que da cuenta de una secuencia de acciones interrelacionadas, texto que porser una creación artística tiene fines lúdicos. Las narraciones literarias no tienen laintención de dar cuenta de hechos verdaderos sino que su consistencia artística derivade su verosimilitud o sea de la capacidad del texto para hacerse creíble dentro de sucontexto y en relación con la creatividad del lenguaje. Una narración fuera de loliterario también da cuenta de múltiples hechos y acciones pero dentro de un marco deobjetividad, la brevedad y la concisión. Igualmente la narración histórica da cuenta dehechos, batallas, guerras, y sucesos de trascendencia social los cuales sonimportantes conocer en detalle. No obstante, el texto histórico no es solo prosanarrativa sino también prosa expositiva y argumentativa. Hasta aquí la precisiónhermenéutica.

La situación del arte contemporáneo, por su parte, no puede ser explicada sólo bajouna óptica ideológica, sino también –y de modo más fundamental – como unentramado de sucesos histórico-culturales.

Es en este sentido que el Arte ya no puede ser entendido como un fenómenoespecífico, sino como algo que recorre de modo transversal los fenómenos máscotidianos de nuestra vida. Las obras de arte no son, pues, objetos específicos –aislados del mundo y de su acontecer –, sino más bien organizaciones imaginarias delmundo, las que para ser activadas requieren ser puestas en contacto con un modo devida, con un fenómeno concerniente al ser humano,de modo tal que, como se haceevidente en la posmodernidad, arte y vida se codeterminan y se copertenecen.

Adolfo Vásquez Rocca PH. D. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; PostgradoUniversidad Complutense de Madrid. Profesor de Antropología y Estética en elDepartamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB.Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónomade Puebla. BUAP. Profesor visitante en la Florida Christian University USA y ProfesorAsociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado – UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado,

Universidad Andrés Bello. 

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Fecha de Recepción: 20 de diciembre de 2009

Fecha de Aprobación: 10 de enero de 2010

1 LYOTARD, Jean-François., La Condition Postmoderne. Paris: Minuit, 1979 2 El pensamiento débil / Il pensiero debole (1983); editado por G. VATTIMO y P. A. ROVATTI,Milán, FELTRINELLI3 HABERMAS, Jürgen, El pensamiento postmetafisico, Editorial Taurus, Madrid, 1990, p. 85.4 El dominio del sujeto se ve subvertido por el hecho de que siempre nos encontramossituados de antemano en lenguajes que no hemos inventado (donde la Razón es equiparada auna subjetividad dominante, a una voluntad de poder) y que necesitamos para poder hablar denosotros mismos y del mundo.5 “La épistémè no es una teoría general de toda ciencia posible o de todo enunciado científicoposible, sino la normatividad interna de las diferentes actividades científicas tal como han sidopracticadas y de lo que las ha hecho históricamente posibles”. Cf. FOUCAULT, Michel, “La vie:L‟expèrience et la science”, en Revue de Métaphysique et de Morale, 1 enero-marzo de 1985,R. 10.“En una cultura en un momento dado, nunca hay más que una sola épistémè, que define lascondiciones de posibilidad de todo saber. Sea el que se manifiesta en una teoría o aquel queestá silenciosamente envuelto en una práctica”. FOUCAULT, Michel, Las palabras y las cosas,Ed. Gallimard, París, 1966, p. 179.6 SLOTERDIJK Peter, Critica de la razón cínica I y II, Ed. Siruela, Madrid, 2004.7 INNERARITY, Daniel, Dialéctica de la Modernidad, Ediciones Rialp, Madrid, 1990, p. 114.8 “Ni sí ni no, sino todo lo contrario. El último reducto posible para la filosofía” En Discurso deGuadalajara, en “Nicanor PARRA tiene la palabra”, Compilación de Jaime Quezada, EditorialAlfaguara, Santiago, 1999.9 CALINESCU, Matei, Cinco caras de la modernidad, Editorial Tecnos, Madrid, 191, p. 261.10 HABERMAS, Jürgen, Modernity versus Postmodernity; Seyla Ben-Habib. New GermanCritique, No. 22, Special Issue on Modernism. (Winter, 1981), pp. 3-1411 LIPOVETSKY, Gilles. (1992), El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos

tiempos democráticos, Anagrama. Colección Argumentos: Barcelona, 199612 Es el "crepúsculo del deber" –manifiesta LIPOVETSKY (1996) –, la declinación de laresponsabilidad, la austeridad y de las grandes virtudes del pasado. Lo que prima en la nuevagalaxia es el peso y el antienvejecimiento. Estas tendencias se observan claramente en laevolución del consumo de productos cosméticos y la popularidad de las dietas. La obsesión porla edad y las arrugas se manifiestan asimismo en el apogeo de la cirugía estética. La luchacontra las arrugas y los excedentes corporales indeseables son liderados por el afánremodelador del aspecto que buscan desafiarlos deterioros del tiempo y acomodarse a laestética de la juventud"13 LIPOVETSKY, Gilles. (1992), El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevostiempos democráticos, Anagrama. Colección Argumentos: Barcelona, 199614 LYOTARD, Jean F. La condición postmoderna. Madrid: Cátedra S.A. 1987.15 Jean BAUDRILLARD establece la diferencia entre disimular y simular. Lo primero es fingir

no tener lo que se tiene. Quien disimula, intenta pasar desapercibido. Pero quien simula,aparenta ser quien no es, o poseer lo que no tiene; busca crear una imagen de algoinexistente. El disimulo no cambia la realidad, sólo la oculta o enmascara, en cambio la

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simulación muestra como verdadero algo que no lo es. Uno remite a una presencia, lo otro auna ausencia, a una nada. Ahora el problema actual es la simulación, concluyeBAUDRILLARD. De este modo Ahora el simulacro produce una disociación entre lo que semuestra y la realidad, entre el ser y el parecer.16 LIPOVETSKY, Gilles. (1992), El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevostiempos democráticos, Anagrama. Colección Argumentos: Barcelona, 1996

17 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Baudrillard; de la metástasis de la imagen a la incautación delo real", En EIKASIA. Revista de Filosofía, OVIEDO, ESPAÑA. ISSN 1885-5679, año II, Nº 11(julio 2007) pp. 53-59.http://www.revistadefilosofia.com/11-02.pdf18 BAUDRILLARD, Jean, La transparencia del mal, Ed. Anagrama, Barcelona, 200119 LORIGA, Ray, Tokio ya no nos quiere, Plaza & Janes. Colección Ave Fénix. Barcelona,1999.20 BAUDRILLARD, Jean, Cultura y simulacro, Ed. Kairós, Barcelona, 199321 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "W. Burroughs; La metáfora viral y sus mutacionesantropológicas" En Almiar MARGEN CERO, Revista Fundadora de la ASOCIACIÓN DEREVISTAS DIGITALES DE ESPAÑA - Nº 46 – 2009. http://www.margencero.com/articulos/new03/burroughs.html22 'Augenblick' puede traducirse como parpadeo, “abrir y cerrar de ojos”. 

23 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “La ficción como conocimiento, subjetividad y texto”; deDuchamp a Feyerabend, En Psikeba Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Nº 1-2006, Buenos Aires.24 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “El Giro Estético de la Epistemología; La ficción comoconocimiento, subjetividad y texto”, En Revista AISTHESIS, INSTITUTO DE ESTÉTICA,PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE, PUC, Nº. 40, 2006 , pp. 45-61.http://www.puc.cl/estetica/html/revista/pdf/Adolfo_Vssquez.pdf25 RICOEUR, Paul, Historia y narratividad, Editorial Paidós, Barcelona, 1999, p. 138.26 Escritor, pensador estratégico y cineasta francés nacido en París. En 1958 fundó laorganización revolucionaria Internacional Situacionista y la revista del mismo nombre ycarácter, que dirigió hasta su autodisolución en 1972. Entre sus libros destaca sin duda Lasociedad del espectáculo (1967), 221 tesis dirigidas frontalmente contra el reinado autocríticode la demencia económica y las nuevas técnicas de gobierno que lo refuerzan de varias formas

(urbanismo, ideología, cultura, etc.). En este texto autobiográfico se impone la visión lúcida deun autor que se enfrenta a la voluntad imperialista de los criterios comerciales, dispuestos ainvadir cualquier reducto de la intimidad o la inteligencia. Sus memorias escritas en 1989 con elnombre de Panegírico, son un autorretrato a la deriva y sin concesiones a lo que el buen tonode nuestra época admite como válido. DEBORD se quitó la vida en 1994, cuando estaba apunto de cumplir 63 años, disparándose un tiro en el corazón.27 DEBORD, Guy, La sociedad del espectáculo, Editorial Pre-textos, Valencia 1999.28 Filósofo francés, nacido en París (1944- ). Profesor en Grenoble, en 1983 desató lapolémica con su obra La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo, dondeafirmaba la necesidad de estudiar con más detenimiento la cultura de masas y sus efímerosmovimientos. En El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas(1987) insiste en ese despegue de la tradición filosófica para atender al relativismo quesubyace en el individualismo contemporáneo.

29 LIPOVETSKY, Gilles, El imperio de lo efímero, Editorial Anagrama, Madrid, 1990.30 DIÉGUEZ, Antonio (2006). “La ciencia desde una perspectiva postmoderna: Entre lalegitimidad política y la validez epistemológica”. II Jornadas de Filosofía: Filosofía y política(Coín, Málaga 2004), Coín, Málaga: Procure, 2006, pp. 177-205.