La prensa estranjera y la dictadura chilena. Recopilación de artículos de la prensa de Europa i de...

8/3/2019 La prensa estranjera y la dictadura chilena. Recopilacin de artculos de la prensa de Europa i de Amrica........... (

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A L B E RT O FA G A L D E

? L A P R E N S A E S T R A N J E R A

Y

L A D I C T A D U R A C H I L E

RECO PILACIN DE ART CULOS DE LA PRENSA

D E E U R O PA I D E A M R I C A S O B RE L A D I C TA D U R A C H I L E N A , T R I U N F O D E L A

CONSTITUCIN I SUICIDIO DE DON JOS MA NU EL HALMACED A

S A N T I A G O D E C H I L EImpren ta "San t i ago , " Hur fanos4 6 - D

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ft Jli R . HOMSON

C O R R E S P O N S A LDEL " T I M E S "DE L O N D R E S

El mas noble,el mas jenerosode los periodistas

estranjerosque defendieron la ConstitucindeChile,el rjimen parlamentarioi el honor de unpueblo ultrajadopor un Dspota, dedica esta reco

pilacin,su REPRTER i admirador,

Alberto Fagalde


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INTRODUCCIN

No es Chile pais de revoluciones.No es pueblo tampoco qne acepte tiranas.La estrecha unidad territoria l, la homogeneidad de su raza,

unas mismis ideas relijiosas, principios polticos acentuados desenvo lvindos e mediante evoluc in ljica i natural, el sistemacentralizador de gobierno, los hbitos de trabajo i hasta el climameridional m ismo , han hech o difiles, casi imposib les, i en todocaso escepcio uales, esos estallidos populares que han retardadoel progreso de los dems pueblos latino-americanos de tem peramento ardiente, con mas o me nos gra ndes incomun icacionescon el poder central i con os tiv nb re s holgazan as por la riqueza natural de su suelo.

La seriedad i honradez de nuestros gobernantes, la sujecin ala voz i a los derechos del pueblo, o lvidados slo en dos o tresocasiones por gobiernos de fuerza, ha sido ademas otra de lascausas para que Chile se haya visto felizmente privado de aquellos cataclismos sociales i pol tico s; i precisa mente, en las dos otres ocasiones en que ha hab ido olvid o de los deberes por partede los gobernantes i han querido hacer pesar sobre el pueblo sufrrea mano, este se ha levantado i les ha dicho:

Aqu estoi yo!Es un hech o histrico incon trovertible qne la Dictadura de

O'Higgius durante el nacimiento de Chile como pais organizado,cay porque el pueblo, que apenas conoca su fuerza i su poder,as lo quizo i porque aqul estaba dota do de una de esas almasjenerosas i espontneas que no conoci otros dictados que los delpatriotismo ni otros rasgos que los de la m a s sublime abneg acin.

Los levantamien tos hab idos en el pais desde la caida deO'Higgins (1823) hasta 1833, no pueden considerarse sino comola jestac ion difcil i labor iosa de la futura form a e ideal de gobierno que h abramos de adopt ar. Mas tarde, las revoluciones


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VI

de 1851 i 1859,D O tuvieron otro carcter que el de desembara

zarnos de un gobierno de fuerza qu, a pesar de todo, cont c onlos poderes constitucionales i con el recon ocimiento que entoncesi ahora se ha hecho a su buen espritu de organiza r i encarrilarel Estado.

Desde 1859 hasta el 1. de Ene ro de 1891 , es decir , duran te31 ao s, Chile no ha tenido asomo de convulsin interna, i slose ha turbado la labor pacien te de la tierra i sns industrias,el dia en que fu necesario resguardar la integrida d i la honrade la Patria.

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Estos anteceden tes de tranqu ilidad le habian dado a Chilesingular prestijio en el mundo civilizado, sealndosele como unmo delo entre las Rep blica s snd-american as; los chilenos nosenorgullecamos de este dictado i no nos esforzbamos en conservarlo porque estaba en nuestra naturaleza i porque ramosgobernados con seriedad, honradez i liberalidad.

Sin embargo, a la alborada del 7 de Enero del presente aose produjo el levantamiento de nuestra gloriosa marina, ro mpindose de un golpe esta paz interna de 31 aos i los h bito s, lastendencias i la tradicin nacional, poi decirlo as.

Este levantamiento produjo, n en el pais, que palpaba minuto a minuto la necesidad de romper el yugo que lo oprima, sinoen el estranjero, que veia a la estrella de Chile jirar en rbitadiametralmente opuesta a la en que habia hecho durante tantosaos su carrera triunfal en el cielo americano , jene ral efecto deasombro i desconfianza.

La lejana Chile, el poco roce con los paises am ericanos iel d esconoc imiento casi absoluto que se tiene en E urop a denuestr o desenvolvim iento poltico , le daban a la desobedienciade la Escuadra al Poder Ejecutivo constituido, un carcter degrav eda d incontestable que fcilmente pdia producir el desprestigio de su banderade combate. El hecho de mismo que el pueblo no secundara el mo vimien to i de que el ejrcito siguiera pres

tando su cooperacin al Eje cut ivo, podia to ma rse com o alzamie nto sin base, prestijio i nob le fin, a pesar de verificarsea nombre i con representacin a su bordo de' uno de los poder-res constitutivos del Estado.

El gobierno de Balmaceda era considerado como legal en elesterior; i aunque no habian dejado de llamar la atencin, sobretodo en Inglaterra , los gastos enormes e inusitados en el pais,que se hacan en las Obras Pblicas, es lo cierto que no se conoca el nacimiento, desarrollo i ruptura de la grave cuestin poli-


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VII

tica que haca nn ao, o mas, envolva al Presidente i al Con

greso de Chile.Los ministros diplomticos i dems empleados de la Repvibli-ca en el esterior, salvo honrossim as c scepciones, respondanmas a la persona de Balm aceda qne al desempe o de un elevado cargo pblico de la nacin, informando a los gobiern os respectivos ante los cuales estaban acreditados, favorableme nte alDictador proclam ado, i pervirtiendo el criterio jen eral por m edio de escritos calculadam ente hostiles a la causa de la A rm ada i del Congreso, que era la del pais.

Lo que dejaban de hacer estos ajentes diplom ticos lo llen aban los escritores i ajentes especiales pagados por Balmaceda arazn de tantos pesos oro cada alabanza a supaternal gobiernoi cada mentira a cerca de la situacin poltica de Chile.As pudimos observar con pena, que los gobiernos extranjerosmiraron con profunda desconfianza el com ienzo de la revo lucin chi len a, i que mu chos de ellos favorecieron abiertamente ala Dictadura que se enseoreaba sanguinariamente en este paisde libertad, perm itindole equiparse, armarse i pasar tropasorganizadas por sus territorios. Al mismo tiempo, los peridicosde amb os mu ndos estudiaban la cuestin chilena bajo un prisma falso i perjudicial para los iutereses de la revolucin.

Un o de los diarios que goz a de mas repntacion en el mu ndo,The Times,de Londres, enviaba un corresponsal especial quedesde su llegada se puso al servicio del Dict ado r, ma nda ndo informaciones absolutamente daosas a la causa del Congreso ,asegurand o que stos eran una oligarq ua i que el pueblo ch ileno estaba de parte de Balmaceda. En esta campaa siguiLeJournal des Debats,de Pars, i otros diarios europeos.

En Am rica, el Dictador mand a todas partes plumas c ompradas, a tanto el mes, que no solo defendieron al usurpadorsino que vomitaron toda clase de injurias en contra de la revolucin mas civilizadora, poltica i socialmente con siderada, quehaya habido en Amrica.

De este mo do, i mediante el tesoro acnnm lado por la honradez administrativa de Chile, la Dictadura no solo contaba con

nu ejrcito comprado con nn50% mas qw>. se le pag mensual-me nte, con un pueb lo que tena trabajo i no estaba en aptitudde conoce r el significado de la lucha del Con greso contra elusurpador, sino que por la corrupcin poltica de sus ajentes diplom ticos i el oro con qne llen los bolsillos de period istasadocenados, el mas infam e, el mas traidor i el mas farsante delos gobernantes que ha podido tener Am rica, lleg en un m omento a contar con todo lo necesario para hundir la ensea republicana i de libertad que ostentaban las naves de la Repbli-


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VIII

ca i qne cruzaba por el Pacfico eu busca de un puerto amigopara plantarla i enseorearla para siempre!

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Al mismo tiempo que esto pasaba en el esterior, en el territorio de la Repblica eran cerradas las imprentas libres, apresados sus periodistas, encarcelados todos los que eran sospechososde no ser afectos a 1 esclavitud, perseguidos, torturados', asesinados, quemados, todos los que no aceptaban la mas brutal delas dictaduras. Slo podan lanzar su voz los que se prosternaban ante el Tirano o los qne se doblegaban ante sus stanosllenos de barras de plata i de papel-moneda falsificado.

De esta manera pudimos ver en esta tierra de Camilo Heu-riquez, de Bello, de Jotabeche, de Lastarria, de Vicua Mac-kenna, de los Arteaga Alemparte, de Blanco Cnartin, de Zoro-babel Rodriguez, Mximo Lira, Orrego Luco i Valdes Vergara,que apareca una pandilla de caga tintas (como decia Sarmiento)sin una idea, siu un principio de moral; pero que dia a dia pudieron vaciar el tonel de la inmundicia escrita sobre lo que haide mas noble, de mas caracterizado, de mas respetable en la sociedad chilena.

A h !yo no s si existe alguna lei eu nuestros cdigos que cas

tigue a La Nacin, al Orden, al Comercio i al Recluta, pero si sque no habr seguramente aqu i fuera deaqu, ahora como en cualquier tiempo, un solo hombre honrado, que no condene con todala enerja de sa alma aquel torneo de infamias en qne se insult as a los mas puros de nuestros majistrados i hombres pblicos como a las mas dignas matrona de Chile.

Formaron stos, Balmaceda i sus ajentes, tal tejido de embustes, que tenan completamente estraviada la opinion pblica.El telgrafo, el correo, la circulacin libre por los ferrocarrilesi vapores, es decir, todos los medios posibles para dirijir el conocimiento de los sucesos que se desarrollaban entre nosotros, estaban a su esclnsivo servicio, i feliz el que podia atravesar los

Andes en medio de sus nieves, si no caa como Lastarria.Sin embargo, aun en medio de esta poca de terror, no logr la Dictadura acallar por completo a los diaristas independientes i aplastar las cabezas de los que le resistan en mediode la zozobra que nos rodeaba. Solo en Santiago se editaron comoquince peridicos sacados en las sombras, escritos, compuestos,impresos i repartidos en el mayor sijilo i que llevaban a las almasaflijidas un rayo de luz i una esperanza.. .En este recuerdo quehacemos en honor de la prensa estranjera, cabe apuntar los nom-


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IX

bres de los principales de estos peridicos que arrostraron las

furias dictatoriales.El Constitucional, La Revolucin, El Heraldo , La Justicia,La Llorca, El Diario Oficial del verdadero Gobierno, El Congreso, El Republicano, El Am igo del Pueblo, La Dictadura,La Restauracin, La P atria, El boletn de la noche(de Valparaso) i otros que aparecan de deba jo de la tierra desesperandoa los esbirros de la Dictadura. E n la noble cam pa a de estosperidicos se distinguieron numerosas seoras i seorita s de lamejor sociedad, que buscaban suscricioues para ayudar a los gastos, i repartan sigilosamente sus ejemp lares en todo Sa nt iago.

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Diversas fueron, pues, las causas que dificultaron el cono cimiento real de la revolucin chilena en el estranjero.

1.a La tradicin de pueblo tranquilo, que tena Chile.2 .a La lejana del pais i el desconocimiento de su poltica in

terna.3.a El hecho de que el pueblo no secundara enrjicam ente el

movimiento de la Escuadra.4.a La acciou de los ajeutes diplomticos de Balmaceda.5 .a La propaganda activa de periodistas a sueldo de la Dicta

dura.6 .a La dificultad de las comunicaciones i la imposibilidad ca

si absoluta qne se tuvo para salir del pais.Po co a poco fu, no obstante, hacindose la lnz alrededor de

los sucesos de Chile. Algunos chilenos residentes en el estranjero, empezaron a escribir eu los peridicos, rastreando el orjende la lucha i presentando al desnudo la poltica falaz del Presidente Balmaceda, el engao i la mentira levantada como armapoltica, la insensatez para gastar los dineros del Estado, la imposicin de una candidatura presidencial, el desprecio al PoderLejislativo, hasta llegara precipitar al pais eu un abismo sin lasleyes fundamentales que deben gobernarlo i dirijirlo.

Convencida la prensa estranjera que el Presidente Balmacedase habia puesto fuera de la lei eu 1. de Enero del presente ao,empez ya a seguir con mas inters el movimiento de la Escuadra chilena que llevab a en sus mstiles la bandera de la de m ocracia americana en contra del poder absoluto.

En Am rica , distinguise en primer trmino un diario deBueuos Aires,La Prensa, que en sesudos artculos estudi lacuestin chilena i pnso al servicio de la revolucin todo el prestijio de que goza dentro i fuera de la Rep blic a Arjentin a. La


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siguiEl Diario, i ambos fueron ios heraldos del Congreso chileno en el Plata.

La misma ardorosa actitud han mostrado los diarios del Urn-guai, que unnimes, han combatido la Dictadura chilena.

No es de estraar que la prensa brasilera acom paa ra a larevolucin de Ch ile. El Brasil est a costum brado al rjimenparlamentario i estaban suficientemente preparados los brasileros para com prend er que ese mo vim iento de la Escu adra no tena otro fin que restablecer el imperio de la Constitucin i de lasleyes a que ella ha prestado incondicional obediencia desde 1820.La prensa del pais no solo ha estudiado la revolucin chilena ensu orjeu, trascendencia i fin, ponindose invariablemente al lado del Congreso i celebrando el triunfo de la Constitucin en trminos que comprometen la gratitud na cional, sino que c ampea ndo en el terreno de los estud ios frenolgicos i de las teorasde los crimalistas italian os, ha tratado de estudiar la tendenciade Balmaceda hacia el m al i presentarlo com o un criminalmorboso.

La prensa de Bolivia pas desde un com ienzo , o sea desdela ocupacin del territorio de Tarapac, a formar parte de la fila de nuestros defensores, no solo porque as le era indispensable para su com ercio , sino porqu e habien do entrado en una erade regeneracin poltic a, as se lo exijia la consecu encia ljicade su campaa repnblicauo-democrtica.

La prensa del Pen i, se ha manten ido hasta hoi m ismo encierto estado de retraimiento que lo sentim os, pero lo comprendemos. Sin embargo, si la mayora de los diarios han cayado suopinin franca sobre la revoluc in de Ch ile, no han dejado demanifestarla varias plumas autorizadas i que bastan, por s solas, para asegurar que en el Per han estado las simpatas departe de la legalidad y de los principios polticos que sustentabala revolucin de Chile.

Otro tanto ha sucedido en los dems pueblos americanos dela costa del Pacfico, i si no incorporamos opiniones de la prensa de algunos de ellos, es a cansa de la dificultad de com un icaciones que hemos sufrido durante la Dicta dura i despus deella.Para cerrar este ligero cuadro del camino segnido por la prensa american a con referencia a la revoluci n chileu a, debem osagregar que los Estados Unidos, as como Centro Amrica, porel rgano de sus principales publicaciones, no han cesado un solo m om ento de pondera r la energa de la marina de Chile ilas cualidades heroicas del p ueblo chilen o resistiendo duranteocho meses a la de spota entron izada. L as informaciones delNeto York Herald,qne ha gast ado mu chos miles de pesos en


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telegramas, pnede decirse qne han dado la vuelta al mundo ihan servido de base a la prensa europea para formar idea de lamarcha de la revolucin.

E s tanto mas notab le i digna de recordacin la actitud de laprensa de Estados Unidos, cnanto estaba establecido en Washin gto n, en la legacin de Ch ile, en la casa del representanteautorizado de la Dictadura, un taller de mentiras que sin criterio ni pro vecho, pod ian pertu rbar la op inin . JSTo fu as, sinembargo, i esto no solo acusa el buen criterio de la prensa norte-amer icana, sino que demuestra que la bandera de la rev olucin de Chile merecia el respeto universal.

Tanta o mas impresin ha hecho en Europa la marcha isobre todo el triunfo de la revolucin chilena, pues, no conocedores los europeos de la poltica i la sociabilidad chilena, habrannecesariamente de estraar esta singular revolucin en nomb rede los fueros del Congre so que se emprenda en el -mas lejanorincn del mu ndo C m o, en Chile, que much os lo creenla Pat agonia i la Tierra del Fu eg o, puede haber estallado unarevolucin tan civilizadora que nos puede dar ejemplo?se preguntaba mas de un periodista europeo. Son unos insurjentesambiciosos! decan a voz en cuello los delegados del Dictador, ias lo creyLe Journal des Debutsi a punto estuvo por aceptarlo el sesudoThe Times.

Pero no falt un hombre ilustrado en las cosas de Chile que

saliera a la palestra i manifestara con elocuencia, con ardor iperfecta buena f, el orjen, las tendencias i el fin de la revolucin. Est hombre fu el corresponsal delTimes en Madrid iLisboa, Roberto L. Thomson, Esq.

Roberto L. Thomson, Esq. luego que tuvo conocimiento enMa drid de lo qne pasaba en Chile, i ley las inform acion es q uedirijia alTimes el corresponsal enviado por la direccin al Pacfico, escribi al gran diario london ense i le manifest el errorde apreciacin en que se le hac ia incurrir, inform ndo lo de lapoltica chile na , de la sitnaciou de los pa rtid os, i ponien do aldesnudo la infame Dictadura que se desarrollaba en este pais delibertad, de respeto a la Constitucin i a las leyes, i de circuns

pectos i honrados gobernantes que, si pudieron en muchas ocasiones cometer errores, jam as habian sido traidores a la P atria.

M r. Tho mso n, qne habia co noc ido a Chile en 189 0, habapod ido apreciar las condicio nes sociales i poltica s de nnesto pais,as com o pudo imponerse de la jestacion de la dictadura, m ediante el lujo de menosprecio que Balmaceda hacia del Parlamento, que, para un ingles, es segurame nte una de las masgraves faltas de un gobern ante. Mas tarde, en Eu ropa , al ha -


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XII

blar con los Delega dos de la Jun ta de Iquiq ue, seores Ma tte iRo ss, pudo conoce r directamente i de fuente autorizada los sucesos de Chile.

El mismo Mr. Thompson, refirindose a estos dos honorablesrepresentantes de la Constitucin en el estranjero, ha declaradoqu e le inspiraron mu chsim a confianza por la sinceridad de suconducta i la seriedad de su carcter. No ha podido tener Chile,ha agreg ado , servidores mas dignos que estos ajentes confidenciales del Con greso. Su recono cida buena f, su talento, su activida d inca nsab le, les ha abierto todas las pnertas i les haconquistado jeneral respeto. El seor Eoss goza de gran consideracin en los crculos comerciales de Londres i en el Ministerio de Relac iones Esteriores. L a posicin del seor Ma tte esigual en Paris.

Se habia penetrado Mr. Thompson de tal manera de la justicia i razn del mo vim iento revoluciona rio en Chile, que ha declarado lo siguiente:

Si Balmaceda, o mas bien dicho, si el rjimen que ste encarnaba hubiese triunfado, yo habra perdido la f en el por venir de la Amrica republicana. La victoria de la lei sobre ungobierno arbitrario coloca a Chile en una situacin mu respetable.

De esta m anera posesion ado de la situacin de Ch ile, pudofcilm ent e, dado su recto criterio i su hon ora bilida d, dirijir la

opinin de Inglaterra i de Europa, desde las columnas delTimesa la fuente del conflicto chileno i dec irles:La causa del Par lam ento chileno es la causa de la civi liza

cin.Balm aceda es un tirano que quiere esclavizar a su P a

tria.I la Eu rop a le cr ey , vino la corriente de simpatas hacia

nuestra bandera hermosa, brotaron por todas partes dificultadesa los Ajente s dictatoriales, quienes no pudieron hacer comprasde armam ento, ni de buques, ni equipar losPresidentes Err-zuriz i Pinto, i retardar su envo a las costas del Pacfico.

Pero Mr. Thompson no solo nos hizo estos bienes morales i

materiales con su activa propaganda en elTimes, sino que hahecho una noble accin mas que ha comprometido la gratitnd delos chilenos en trminos tales que lo colocan entre uno de nuestros mas queridos i jenerosos am igos. Al saber el hund imientodel Blanco Encalada,fu tal la impresin que le pro dujo , queinm ediatam ente escribi a los seores Ma tte i Ross pidindo lesque le indicaran en qu podra servir a Chile, i envindoles unaletra demil pesos oropara ayudar a los gastos de la revolucin.Esto habla al corazn i al patriotismo de los chilenos!


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XIII

Esa corriente no ha cesado nn solo momento hasta la caida

del Dictador i el suicidio de Balmaceda. La carta que copiamosenseguida da una muestra de la impresin producida en Europacon respecto a la revolucin chilena.

Paris, 4 de setiembre de 1891.El eco que los sucesos deChile han tenido en Europa, ha sido inmenso. La prensa de Inglaterra, Bljica, Alemania, Francia i todo el Medioda de laEuropa, ha seguido nuestra terrible crisis con el nteres que soloexcitan los grandes acontecimientos del mundo; i la esplosion deeutnsiasmo que ha seguido a la caida de Balmaceda puede solocompararse con la que la Europa acoji la sublime aventura deGaribaldi sobre el reino de las dos Sicilias. Nada resume mejoresta impresin que el juicio fri i filosfico con que despus de

varios editoriales termina el Dayly Netos el dia de ayer. Lacaida de Balmaceda, dice, es en el gran drama de la historia, elacto final que seala la preponderancia definitiva de' las asambleas sobre los poderes absorbentes i arbitrarios. Ya no habren el mundo mas salvadores de pueblos contra la voluntad delos pueblos mismos. Napolen II I i Bismarck, qne tentaron lamisma aventura han sido tambin vencidos en su hora, etc., etc.

Un rasgo que nos ha enternecido i satisfecho a la vez, es laconducta de los estraujeros que han estado antes en Chile i quehan sido ahora nuestros entusiastas colaboradores en todas partes de Europa. Uno de ellos, Mr. Thompson, corresponsal delTimes en Madrid, comenz hacindose presente en Abril conuna donacin de cinco mil francos para los gastos de la revolucin (que no le fueron aceptados) e inici enseguida en elTimesla enrjica campaa porque se ha distinguido ese gran diario ennuestro favor. Schwartz en Hamburgo, Rodrguez en Roma,don Pedro Yuste en Barcelona, i ranchos otros han trabajadocomo chilenos. Schmidt, qne est ahora mas vigoroso en Alemania que loque fu antes en Chile, nos ha ayudado eficazmente , i ayer me ha mandado una carta postal despus de otras cartas i telegramas, en los siguientes trminos.

Desde la cumbre del Niederval (el gran monumento de Ger-

mania) un triple. V I VA C H I L E !

Serm. SchmidtMarie N. Schmidt.

Muchos hombres de Estado en Francia han sido tambinnuestros amigos decididos. Entre ellos te nombrar a Clemen-ceau, Jules Ferry, Casimir Perier, P. de Cassagnac, Bardean,Constans, etc., etc. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de


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XIV

la conducta del Gobierno qne fu dbil i vacilante; sobre todo si

se la compara con la actitud neta i decidida de los gobiernosespaol, portugus, italiano i alemn.

Qaerem os dar una lista dehan ocupado de la revolncion idel Gougreso cbileno.

Gil BlasL'EclairLa Petit NationalLa Petit RepubliqueLe Petit CaporalLa BatailleLe Mot d'OrdreLe PatrioteL'EstafetteLa Repnblique FranaiseLa LanterneLe JourLe NationalLe SicleLa France NouvelleLe Moniteur UniverselL'Oservateur Franais

Le VoltaireLa Just iceLe FigaroLe RappelL'Autori tLe SoirL'Echo de ParisL'IatransijeantLe TempsLe Parisien

los diarios franceses que mas sehan dado juicio unanime a favor

Le Petit ParisienLa BatailleLe X I X SicleLe SoleilLa PresseLe RadicalLe MondeLa PaixL'Egali tLa Petite PresseLa FranceLa CocardeLa Gazette de FranceLa NationLa GirondeLa LibertLa Souverainet

Le PaysLe TlgrapheLa PatrieL'UniversLe Courrier du SoirLe Petit MarseillaisLa Gazette de BrusellesLe NouvelisteLe Nouveau Monde

Sera tarea mu i larga repro ducir las opiniones de los diariosi revistas de toda Europa i Am rica, que nos dan ' la ra z n un iversal al levantarnos en armas contra el usurpador. S lo re copilaremos aquellos qne pueden dar un a idea histrica del orjen,de la ma rcha i dela cada de la D ictadur a.

A s hem os dividido los artculos de la prensa estranjera entres partes:

1.a La Dictadura.2.a La cada.3." El suicidio,


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XV

Ellos darn una muestra del efecto producido en Amrica i

Europa por esta revolucin impopular dentro i fuera de la Repblica, como la calificaban los plumarios de la Dictadura.

La resonancia universal que la revolucin de Chile ha tenidoi la corriente de simpatas que nos ha trado, el conocimientoque se ha hecho de la poltica i de la sociedad de nuestro lejanopais en el estranjero, nos indemniza en parte de los sufrimientosde esta larga lucha en contra de la Dictadura que pretendisumirnos en el oprobio i la vergenza.

Hemos afianzado nuestro prestijio ante el mundo, i de hoi enadelaute ya no se nos considerar como una Patagon ia o unaTierra del Fuego.

El 7 de Enero i el 28 de Agosto son dos fechas para la demo

cracia: cada vez qne se levante un tirano, ya se tiene el ejemplodado por este rincn del mundo.

A L B E RTO FAGALDE.

Santiago, Noviembre de 18-91.


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I PARTE

L A D I C T A D U R A


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L A G U E R R A C I V I L E N C H I L E

( D e la R E V E D E S D E X M O X D B S de l 1 5 d ejunio d e 1 8 9 1 )

I

Chile, como se sabe, es uno de los pases de Amrica que a principios del siglo sacudieron el yu g o deEspaa. Una vez terminadas las luchas de la indepen

dencia, Chile, como las dems colonias, procur darseuna Consti tucin pol t ica. Despus de algunos ensayosse lleg, en 1833, a la Constitucin por la cual se hangobernado los chilenos hasta el dia. Segn esta Consti tucin, modificada po steriormente, el Po der Lejislat ivose com po ne : 1. de una Cm ara de D ipu tad os, elejidapor el sufra]io universal directo, renovable ntegramentecada tres a os; i 2. de un Sen ado , igua lme nte elejidopo r el sufrajio unive rsal directo, i qu e de be reno vars epor mitad en los mis m os per odo s que la otra Cm ara.

El der ech o de sufrajio pertene ce a todo chilen o d e edadde veintin aos que sepa leer i escribir.Lo s m iembros del Con greso no gozan de rem une

racin alguna i sus funciones son absolutamente inc ompatibles con todo em pleo , comisin o ne go cio rentadopor el Es tad o. El vo to es secreto i acum ulativo , esdecir, que se obtienen tantos votos cuantos candidatoshai, i que se pueden aplicar todos a un solo candidato.Ha i un diputa do por cada 40,000 hab itantes i un se nador por cada 3 diputados.

El Poder Ejecutivo est confiado a un Presidente dela liep b lica , ele jido po r cinco aos , po r sufrajio de


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dos gra do s, i no pu ede ser reelej ido sino despu s detrascurrido un perodo.En cuanto a las atribuciones del Congreso i delPoder Ejecutivo, son mas o menos las mismas que enFrancia. Todos los actos del Presidente deben ser acompaados por la firma de uno de ios seis ministros, bajopena de nulida d. L os ministros son resp ons able s delejercicio de sus funciones ante las cmaras, las cualespueden interpelarlos i censurarlos. Ad em as , el Senadopuede, por acusacin de la Cmara de Diputados,ju zg ar a los min istros cuando se trate de crme nes d etraicin, cohe cho i malversacin do fondo s p blico s,infraccin de la Constitucin o violacin de las leyes, ipor haber com prom etido grav em ente el hono r o la seguridad de la nacin.

Chile tiene una pob lacin d e 3.200,000 habitantes iuna superficie equiva lente a u na' i m edia v ez la deFrancia. Su presupuesto desde largos aos se salda con\m excedente de entradas; estas ascienden a 70 millones de pesos, o sea, 350 millones de francos. A princi-JDOS de 1889, habia en el Te so ro un exc ed ent e que

suba a 150 millones de francos. La deuda del Estado,en cua nto al cap ital, ex ce de apen as de la cifra de lasentradas anuales.

L os princ ipales partidos polticos de Ch ile so n: elpartido liberal i el partido conservador. El partido liberal est en el poder desde hace cuarenta aos. Comoen casi tod os los pase s en qu e no exis te la cue stinde dinasta, la diferencia capital de sucredo solo es relativa a pun tos que se relacionan con la relijio n: influencia mas o menos grande del clero i laicalizacin de

las in stituc ione s. El p artido libera l so stiene el libreexamen, la no participacin de la iglesia en los asuntos pol t icos, laens ea nzad el E sta do ; i el man tenimientode las reformas hechas en estos puntos: abolicin de losantiguos privilejios eclesisticos, leves sobre los rejis-tros del estado civil, cem enterios laicos com un es, etc.

Por lo contrario, el pai ' t ido conservador, quisiera verdom inar en todo s los conse jos la f re lijiosa, i so s-


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t iene la abolicin de la enseanza primaria, secundariai superior del Esta do, com o tam bin las dem s reformas indicadas. Por lo dem s, para la organ izacin p ol tica, judicial i local , por ejem plo, los prog ram as deambos part idos kan dejado de diferenciarse, salvo, naturalmente, en algunos pun tos secunda rios. D e 120dipu tad os, 100 perte nece n a las diversa s fraccion es delpartid o liberal i 20 al partido con ser va do r; de 40 senadores, 35 pertenecen al partido liberal i 5 al partidoconservador.

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Do n Jo s M anuel Balm aceda fu elej ido Pr esidente or cinco aos , en Setiembre de 1886. Dipu tadode sde larg os aos, i desp us sen ado r i jefe dem inisterio , el se or Balm aceda se habia h ech o notarpo r su espritu reformista i l iberal, por una elocu enc iabastante brillante, aunque superficial, i por una tcticahb il en el arte de ma nejar a los hom bres i a los p art idos. Bastante conocido por sus doctrinas francamente liberales i por su elevada posicin social, no le costgran trabajo al seor B alm aced a obten er, en laselecciones presidenciales de 1886, no slo las simpatas sino el apoyo firme del presidente anterior. Pero , si este ap oy o ase gu r su ele ccin , fu tamb in lacausa de un a div isin profund a en el partido liberal.La fraccin m as avanzada i mas indepen diente de esepartido no vacil en com batir al seor Ba lm aced a, enrazn del orjen oficial de su candidatura i de su carcter nervioso i variable. El part ido conservador se mos

tr igu alm ente hostil al seor Balm aced a, pero la influencia oficial pre va leci una ve z ma s, i el P re sid en teactual subi al poder el 18 de Setiembre de 1886.

El seor Balm aceda inaugu r su go bie rno con unapoltica hbil, invit a todos a la concordia, idespu s de algunos m eses, pod ia ap oyarse en todaslas fracciones del part ido l iberal . Su go bie rn o com enzaba as bajo los mejor es aus picios i nada hacia pre vee r


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las tempes tades posteriores . Las cosas marcharonbastante bien hasta principios de 1889, en cuya pocatodo el mundo pudo notar que el Ministro de industriai Obras Pblicas, considerado hasta entonces como elmiembro mas modesto i , por decir lo as , el mas inofensivo del gab ine te, iba tom and o todas las esterioridad esde U ^ B ; S U Sop inio ne s eran las qu e m as influianen las reun iones del con sejo de min istros i go za bade gra n favor en la tertulias del pres iden te. Con motivo de un viaje a las pr ovin cias , este M inistro tom la palabra i desa rroll un estenso pro gra m a de obraspblicas (cons trucci n de escuelas primarias e in du striales, ferrocarriles, crceles,etc.),programa que suscolegas del ministerio acojieron con cierta sorpresa.

Finalm ente, otros hech os de m enor importancia seprod ujeron , i el Con gre so i el pais pudieron con vencerse de que el seor Balmaceda no ocultaba eu intencin de emplear toda su influencia en servicio de la candidatura de su min istro de Indu stria, d on En riqu e S.Sanfuentes, para la eleccin presidencial de 1891.

Sem ejante propsito en favor de un hom bre que desempeaba por vez primera una funcin piblica, i quesolo era conocido hasta entonces por su buena suerte enlas operac ione s de la Bolsa , no pod ia meno s que trop ezarcon una seria resistenciat La fraccin del pa rtido lib eral que habia com batido la elec cin del se or Ba lm aceda, aumentada con la mitad de los antiguos partidarios de ste, sin declararse en hostilidad abierta,procur encaminar de nuevo al seor Balmaceda en elbuen camino . A con secu enc ia de estos esfuerzos tu vieron lugar varios cam bios min isteriales. La influencia

del seor Sanfuentes pareca apartada, per o en realidad slo estaba ado rm ecida i pronta a desp ertar. Eltiem po trascurra, i el se or B alm aced a i su favoritojuzgaron que habia llegado la hora de contar susam igos i de poner en mo vimien to los resortes po de rosos de la mquina gubernat iva . Ap rove ch nd ose dela clausura de las Cm aras, el se or Ba lm aced adiso lva el M inisterio que po cos dias antes contaba


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con el apoyo casi unnime de las Cmaras, i en Enerode 1890 formaba otro, comp uesto de sus am igos personales i abiertamente contrario a la opinin de lamayora parlamentaria.

Este Ministerio go be rn durante varios m es es ; suprincipal tarea consisti en procurarse una mayora enla Cmara de D ipu tado s, o al m en os, en el Se na do , p ara las sesiones ordinarias del mes de junio de 1890. ElPres idente i sus Ministros no lo logra ron , i no estand ostos dispuestos a recibir un voto de censura del Congr es o, se retiraron a fines del mes de m ay o de 1890.Pero el seor Ba lma ceda n o tard en reem plazarloscon otros seis am igos suy os, que, m uch o mas adictosque sus pr ede cesor es, no debian retroceder ante ning nobstculo. Tuvieron, en efecto, el valor de presentarsea las dos Cm aras i declarar con altanera que no esperaba n tener el ap oy o de la m ayo ra parlam entaria,pero que, a pesar de ello, estaban resueltos a conservarel poder m ientras pose }reran la confianza del Presidentede Ja Repblica.

Con interva lo de dos o tres clias, am bas Cm arascontestaron con una mayora de las tres cuartas partes,haciendo uso por primera vez en una lai-ga vida parlamentaria, de su derecho de censura contra el Ministerio.Sin embargo, no por ello dej el Ministerio de continuaren el ejercicio de sus funciones i, desertando de la salade ses ione s, cre y pode r continuar tranquilam ente sutarea adm inistrativa i s us esfu erzo s a favo r del se orSanfuentes.

Tre s m eses tras currieron de ese m od o, durante loscuales las Cmaras discutieron dos proj^ectos de leyes

orgnicas de gra nd e importa ncia: uno sobre eleccionesi otro sobre organizacin comunal.Se acercaba el mes de julio, i con l la poca en que

espiraba el presu pues to de las en tradas del ao pre cedente. Era indispensable una nueva ei para que el gobierno continuara percibiendo los impuestos, pues unadisposicin consti tucional lo prescribe formalmente


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Era tambin el mo me nto espera do p or las Cmaras

para hacer valer positivamente su autoridad.En efecto, por una mayora de las tres cuartas partes, las Cmaras suspendieron la autorizacin de percibir los impuestos hasta el momento en que se formara un gabin ete que tuviera el ap ojro d e la m ayo rade ambas Cm aras. Co nve ncid o de que las Cm arasretrocederan ante las cons ecue ncias enojosa s q ue, si seprolongaba, impona al pas semejante situacin, elMinisterio pro cur , a pesar de to do , sostene rse en elpoder. Teniendo los ciudadanos el derecho incontesta

ble de rehusar el pago del impuesto, el gobierno no seatrevi a cobra rlo i Ch ile estu vo durante ve intic inc odias bajo un rjimen ideal: todos los servicios pblicosfuncionando regularmente i los ciudadanosexentos .de toda carga, sin derechos de aduana, ni de timbre i derejistro, sin contribuciones mobiliarias, ni aun la obligacin de franquear las cartas.

La situacin iba agravndose cada da i no tardaronen estallar alguna s ma nifestaciones pe ligr osa s. EnIqu iqu e, el puerto del salitre, miles de m ineros i de

obreros del gre m io de jornaleros, abandon aron sutrabajo para entregarse a ruidosas ma nifestaciones.En Valparaso, el primer puerto del Pacfico, despusde meetingsde am bos part idos, se em pe en las calles una lucha jeneral, que no pudo reprimir la polica.Qued aron en el cam po varios muertos i mas de cuatrocientos heridos.

En presencia de sem ejante si tuacin, los hom bresmas imp ortantes de S antia go, por su pos icin socia l,por su fortuna i por su calidad de m iem bro s de laUniversidad, del foro i del cuerpo mdico, se reunieron,no para protestar i hacer actos de partido poltico, sinopara dirijir al seor Balm aceda el con sejo de los rep resentantes del orden, de la jente ilustrada, de los hombres desap asionad os, s in ideas pre con ceb idas ; i parademostrarle la necesidad de salvar al pais, haciendo unllama do a su patriotism o. E l seor Ba lma ceda recib icon frialdad la delegacin de los seis ciudadanos nom-
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brados por ese comicio, i s in promesa alguna, se content con que jarse d e la may ora de las Cm aras, arrojando sobre ellas la responsabilidad de la situacin.

Sin em barg o, un poc o desp us, el seor Balma cedavo lvi hacia atrs i acep t la m edia cin del arz obi spo de Santiago. Despu s de algunas con ferencias searrib al resultado de se ad o: un ministerio com pues tode hombres alejados desde algn tiempo de las luchasde partido, aunque de mucho mrito, asumi el poder,adoptando com o pro gra m a de gob iern o la neutral idadi la mas abso luta abs ten cin de tod a influencia oficial

en las prximas luchas electorales. De esta manera selleg a la constitucin de un ministerio parlamentario,bajo la presiden cia del seor Prats , hom bre notable,antiguo jefe del gabinete durante la guerra del Pacfico,i antiguo presiden te de la Corte Sup rem a de Justicia.Por primera vez, desde veinte aos atrs, estaba representado en el go bie rn o i obten a una cartera el partidoconservador. Todo pareca arreglado: las cmarasvotaron las leye s de presu pue stos. E l pas entero m anifest su satisfaccin i volvi a su habitual tranquili

dad. Pe ro, desg raciada me nte, no tard en verse nu evamente desengaado: mui pronto debieron reconocerlos nuevos Ministros que nada eran ellos en el gobiernoi que , el seo r Balm aceda, dejn dolos a un lado, seentendia directamente con los intendentes i haciapreparar la cam paa a favor del candida to oficial. L osseis m inistros se dirijieron al seor Ba lm ace da paraped irle maj^or. libertad de acc in i la auto rizaci n decambiar algunos intendentes, abiertamente partidariosdel seor Sanfuentes.

Tras la respuesta ne gativ a del presid ente i no qu eriend o prestarse a ayud ar u na poltica a la qu e estabanencargados de poner trmino, los Ministros se retiraronel 15 de Octubre de 1890.

Una vez votada la lei de presupuestos, el seor Balmaceda no necesitaba ya, en efecto, un ministerioparlam entario i , sin el m eno r escr p ulo, vo lvi a llamar a sus antiguos amigos.

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E l prim er acto de este nu ev o ministerio fu la clausura de las sesiones estraordinarias principiadas quincedias antes por co nvo cacin hecha por el Pre side nte dela Re p blica bajo el ministerio prece dente . Obran doas se im ped ia toda interpela cin i todo vot o de ce nsura.

La com isin conser vador a, que se podra l lamar enFrancia, Comisin Nacional , es una inst i tucin reconocida por la Constitucin chilena. Consiste en unadelega cin de siete miem bros de cada cmara, c uya s principa les atribucione s son de cuidar, durante elreceso del C ong reso , de la observan cia de la Cons titucin i de las ley es , i d irijir al je fe del Es tad o lascom unicacion es referentes a tales funciones. Ad em as,puede pedir al Presidente que convoque a las cmarasen circunstancias escepcionales.

Haciendo uso de ese derecho represent esa comisin un papel importantsimo en los aconte cimientos cuyo relato hacemos en este momento. Tan prontocom o se clausuraron las cm aras, se reun i laCo m isin Co nse rvad ora i* des pu s d e un deba te que

sei* clebre en la historia parlamentaria de Chile,dir i ji una nota al Presiden te pidind ole la co nv oc acin inmediata de las cmaras, como medida absolutamente necesaria i urjente, no habiendo sido discutidasaun la le anual del pres up ues to de ga sto s i la queautoriza la permanencia del ejrcito i de la marina. Elseor Balmaced a se ne g a el lo, i en cons ecue ncia, laComisin continu reunindose tres veces por semana.Lo mas selecto de ambas cmaras estaba representadoall ; la conducta del g obie rno mo tivaba los mas br i

llantes debates.La gran sala del Senad o era estrecha para con tener a los asistentes, i una nu m eros a multitud se estacionaba en los alrede dores del pa lacio lejislativo a finde aclamar a los representantes de la nacin a la salidade las sesion es. Esta C om isin fu de e se m od o elhogar de la opinin i de las protestas contra la conducta del seor Balmaceda.


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En la prensa independiente i en losmeetings, secons idera ba la dictadura com o un hec ho , mientras quelos diarios gobiernistas sostenan que el Ejecutivo podialejtimamente prescindir de las leyes indicadas.

Po r fin, se ace rcab a el 1." de En ero de 18 91 , fech ade la espiracin del presupuesto de gastos. La Comisin Conservadora renov sus instancias al Presidentepara la con vo cac in de las cmaras i le hizo obse rvarque, po r el hec ho de gasta r un a su ma cualquiera sinla aprobacin previa de la lei de presupuestos, i por elhe ch o de co nse rvar e l ejrcito i la ma rina sin autorizacin de una lei, se colo cab a fuera de la Con stitucin ide la lei. En efecto , dice el artculo 37 de la Co ns tituci n : S lo en virtud de una lei se pu ed e: 2. Fijaranualme nte los gasto s de la adm inistracin p blica; i3. Fijar igu alm ent e en cada ao las fuerzas de ma ri tierra que han de ma ntenerse en pi en tiempo depaz o de guerra.

Pero el seor Balmaceda no tenia intencin de ceder,i el 1." de Enero de 1891 estableci, de su propia autoridad, el presupuesto de los gastos del ao.

Lejos de disolver el ejrcito le aument el sueldo enun 50 por ciento m as; desp idi a todos los emp leadosque no eran partidarios del go bi er no ; declar por decreto el estado de sitio, violan do el dere cho esclu sivodel parlam ento; pro hibi por la fuerza las reunion espblicas, etc.

Fu esta la seal de la insurreccin.No pudiendo las dos ramas del Congreso reunirse ni

den tro ni fuera del pala cio leiisla tivo , en vista de lasmedidas tomadas por el seor Balmaceda, se pusieron

de acu erd o para firmar, con una gra n m ayo i'a, unaacta en la cual, despus de haber enumerado las violaciones cometidas por el Presidente de la Repblicacontra la Constitucin i la lei, i despus de invocar elart. 27 de sta qu e da al C on gr es o la facultad de d eclarar cun do ha llega do el mom ento en que el Presidente no puede ejercer sus funciones, sea por causade enfermed ad, ausencia u otro mo tivo gra ve , sea por


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causa de fallecimiento, dimisin u otro imp edim entoabsoluto, se hizo la siguiente declaracin.El Presidente de la Rep blica don J os ManuelBalmaceda est absolutamente incapacitado para continuar en el ejercicio de su cargo, i , en consecuencia,debe cesar en l desde el dia de hoi.

Al mismo tiempo se formularon protestas en todo elpais, pero no cost gran trabajo al ejrcito i a la policasofocarlas.

La resolucin tomada por la escuadra, el 6 de enero,vin o a cam biar la faz de las c osa s. E sta, en vista de

una nota firmada po r el pre side nte de la Cm ara deDiputados i por el vice- pre side nte del Sen ado, de sc onoci la autoridad del gobierno, i . despus de haber embarcad o algun os jef es de la opo sici n parlame ntaria, sealejaba de Valparaso e iba a tomar posesin de las provincias del norte de Chile.

Mas tarde, la escuadra estableci el bloq ue o de varios puertos, agotando de ese modo casi la nica fuente del tesoro chileno: el producto de las aduanas.

Desde luego, las noticias telegrficas han demostra

do el prog reso de ia rev oluci n; todo parec iaenca m inar-se hacia la solucin reclamada por el Congreso, ladimisin del seor Balm aceda . Pero este resu ltado nodeba obtenerse tan fcilmente. El seor Balmaceda hapreparado perfectamente su resistencia: ha nom brado Ministro d e la Guerra a un jen era l, e Intend entes agran nmero de coron eles; ha cambiado a todos losoficiales dudosos o poco entusiastas por su causa, i ascend ido con un gra do a todos los dem s; ha du plicad oel sue ldo de los oficiales i de las tr op as ; ha re co jid o

las armas i mu nicion es disem inadas en las pro vin cia s;ha elevado a 30,000 hombres el efectivo del ejrcito activo i ha hecho perseguir i encarcelar a todo ciudadanocapaz de tomar la iniciativa i direccin del movimientorevolucionario en las diferentes partes del pais.

En cam bio, la insurr eccin solo tiene a la escuad ra,pod eros a, en el ma r, es ver dad , pero que nada pued ehac er en el cen tro del pais . Su acci n slo a la larga


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ptiede produ cir algn resultad o. E n efecto, de aqu apoc os meses el gob iern o habr agotad o los .20 millonesde pesos de la reserva i los otros 10 millones emitidospor decreto, i no sindole posible sacar recurso algunode las aduanas, estar mui prximo a ser vencido, peroquedndole aun t iempo para obrar.

Enera de la escuadra, la insurreccin tiene numerosos brazos i adhesiones en todas partes, como tambinel ap oy o efectivo del clero i de las gr an de s fortunasdel pas.

La s ltimas noticias dan cuenta de habe r tenid o lugar algu nos encue ntros en las prov incias del norte deChile, de ios cuales uno bastante serio, en el que fu eron completamente derrotadas la tropas gobiernistas.No pudiendo ser atacadas esas provincias sino pormar, los revolucionarios son dueos del territorio delsalitre i de los tres puerto s qu e pr od uc en las tres c ua rtas partes de las entradas de Ch ile. M er ce d a estacircunstancia los part idarios del Congreso han podidoorganizar en Iquique un Gobierno que tiene a su frentea los Presidentes de ambas Cmaras, i formar un ejrcito para atacar al grueso de las fuerzas del seor Balmaceda, reconcentradas cerca de Santiago.

En tales con dic ion es , es mui dilcil pre vee r culser el resultado de la lucha, i decir quin obtendr lavictoria. To do lo que se puede asegurar en este mom ento, desgraciadamente para el pais, es que la lucha parece se prolongar, a causa del poder i del aislamiento de cada una de las fuerzas enemigas, i al prolon ga rse , es pro bab le que se con vierta en una larga idesastrosa guerra civil .

I ahora , cul es el obje toq\\e pers iguen e l seorBa lma ceda i sxis am igo s po r una parte, i la m ayo ra delparlamento i el pueblo por la otra?

El objet ivo del seor Balmaceda contina siendo unm ister io; no pue de supon erse que sacrifique a su patriapor la pura satisfaccin de designar a su sucesor; tampoco es probable qu e haya p ensad o que darse en elpod er; ni l ni sus amigos exh iben , ning n pr o-


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grama, ninguna doctrina, ninguna reforma para just ificar una poltica cu alquiera. Por eso n o ha p o d 'd onadie encontrar una esplicacion plausible en la conducta del seor Balmaceda, i la mayor parte se inclina acreer que solo ob ed ec i, al principio , al deseo de hacerpre vale cer sus miras i de con serv ar una parte de suinfluencia despus de la espiracin de su perodo; i que,mas tarde, se dej l levar de su desmedido amor propio,seriamente herido en una lucha poltica demasiadoardiente, i en la cual el Presidente, olvidndose de queera jefe , des cen di a me nud o al rang o de soldad o icombati como tal .

Sin emb arg o, es preciso recon ocer que la larga persistencia del seor Balmaceda en su poltica de discordia, i la terrible gr av ed ad de la situacin pro vo cad apor l, no estn en relacin con los motivos que acabamo s de e spo ner , i es mui posible que su propsitosea conservar el mando despus del perodo quinquenal.

Ah ora , s i el seor Balm aceda no ju eg a su vida, loarriesg a tocio hacia un po rve nir ma s o m eno s triste.Es este tamb in el m otivo princ ipal que lo har pe rm ane cer so rdo a la vo z del patriotism o, mientras con serv ela esperanza de triunfar. Fue ra del ejrcito , que eltemor i el espritu de obe dien cia i de disciplin a m antienen bajo sus rdenes, el seor Balmaceda slo tienemu p oc os am igo s, i stos mu inferiores a l, de loscuales, los m ejor es, se d ejan llevar po r un re con ocimiento mal entendido o por el deseo de conservar o deadquirir notoriedad, que no habran alcanzado enm ejores circun stanc ias. Los dem s form an el squito

obligado de toda especie de poder i no merecen que seles mencione.Por el contrario, el objeto que persiguen los que

hacen la rev olu cin i sus partidarios , est p erfecta m entedefin ido: quisieron al principio derro car una D icta dura que ha roto con cincuenta i siete aos de bue nastradicion es parlam entarias ; i , en segu ida , i antes quetodo ,quisieron librar a su patria de los peligros de una


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Dictadura establecida con carcter permanente. Enefecto, era demasiado evidente que, s in la revolucin,el seor Balm aced a habra .sabido formar un C on gre sosu yo , bajo el cual la nacin hubiera que dad o definitivamente avasallada. Hoi da estos motivos se encuentran desg raciad am ente bastante reforzad os, i la abn egacin de los congresistas hacia su causa debe crecer,pues el peligro es ahora doblemente grave.

En efecto, hac e alg n tiem po el seor Balm aceda isus am igos proclam aron a don Claudio V icu a, candidato a la pre side nc ia para las ele ccio ne s de l 1. deJunio, candidato que, s i el seor Balmaceda no es derrocado antes, tendr la obligacin de continuar la lucha despu s del 18 de Setiem bre , en cu ya fecha e spirael mandato del presidente actual.

Pero ,por otro lado, el 29 de Marzo, tras la convocacin hecha por un decreto que deroga la lei de elecciones, acaba de serelej ida una Asamblea Consti tuyente,si se puede hablar de elecciones en u n p ai s que es presade la guerra civil i que est sometido al estado de sitiomas r iguroso, que no puede reunirse, que no t iene diarios, etc. En vista de qu formas ha reun ido el seo rBalmaceda esa consti tuyente en circustancias tan es-traordinarias i en contra de la cons titucin del p ais, queprohibe toda reforma dlas leyes fundamentales, s in lavoluntad de dos co ngre sos sucesivo s? Se querr acasodeclarar la re elecci n del Pre siden te de la R ep b licapara no afrontar los peligros de un 2 de Diciembre chileno? No lo sabemos; pero existen all peligros de loscuales importa salvar a u na nacin dig na de m ejorsuerte.

I I I

Se podr a creer que los he cho s qu e acabam os demencionar sumariamente, no son sino la manifestacinesterior de causas sociales mas o menos permanentes imas o m enos profun das. Pe ro a prop sito de esta revo luc in , las tentativas de esp licacion es filosficas se -


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rian mu estriles. Solo es conocida en Chile la luchade las clases, por la historia de las naciones de Europa;tam po co existen las cuestiones obreras ni el soc ialism o ; las discusiones rel i j iosas son igualmente desconocidas, i los po co s que no son catlicos fervien tes, sonlibres pen sado res q ue a nadie moles tan. La riqueza delEstado i de los individuos no ha hecho sino aumentar,en enormes proporciones, desde 1880; las l t imas cosechas han sido excelentes; los salarios han seguido laacostumbrada progresin. En una palabra, en Chileno se puede sealar ninguno de los hechos sociales oeco n m icos q ue, las mas de las ve ces , son la causa delas crisis polticas de los pu eb los , i de las cua les, larepblica vec ina de Ch ile, la Arjen tina, nos presentaun ejemplo tan notable, con la catstrofe econmica i financiera de que es vctima actualmente.

Los acontecimientos de Chile tampoco son la consecuencia de un estado crnico de anarqua poltica, deesa espe cie de disolu cin perm anen te a que han llegado todas las repblicas hispano-americanas i cuyosdistintivos caractersticos son los movimientos milita

res. Cincu enta i siete aos no interrum pidos de go bi erno regular i constitucional, un ci 'dito que permite vera la par en Eu ropa los em prstitos de cuatro i m ediopor cien to, colocan a Chile al abr igo d e toda s osp ech a.

Para probarque los acontecimientos de Chile no sonla man ifestacin p eridica de una org aniz acin polticaque no ha l legado a su estado de m adu rez, com o tampo co de costumbres anrquicas i revolucion arias, ci taremos un hecho reciente que , me jor que cualquieraotra cosa, dar una idea exacta de los pro gre sos poli

ticos de Chile i del verdadero carcter de la revolucinque se est operando.En 1881, el jeneral Baquedano quien, a la cabeza de

30,000 chilenos i desp us de sangr ientas batallas, ha-bia som etido com pletam ente al Per i Bo livia, fuproclamado candidato a la presidencia de la Repblica. Ese jeneral que, algunos mese s antes, conocasin de su regreso de la campaa del Pacfico, ha-


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lo

bia atravesado las calles de San tiago ba jo arcos detriunfo i lluvia de flores, ese jen er al no tuvo bastan tespartidarios para sostener su candidatura! En ChiJe, elprincipio de que el Presidente de la Repblica no puede llevar espada, tiene una especie de fuerza constitucional. Ese misino jen era l, con un ejrcito victo rios o asu disp osic in, re spe t la opin in del pas. N os inclinamos a creer que paia muchas naciones muchomas gra nd es, mu cho mas civil izadas, m uch o mas antiguas que Chile, no seria fcil dar una pru eba sem ejant e i tan indis cutib le de cordu ra poltica i de f republicana.

An tes que todo , esta rev oluc in es una rev oluci nforzo sa, hecha de mala ga na , que vien e des de arriba,pro vo cad a i aun buscada po r aq uel q ue se est defendiendo.

Se trata de uno de esos conflictos tan frecuentes enel sistema parlam entario del tipo ingle s, que Chile haimitado, i s iendo el Presidente inam ovible e irrespo nsable durante el ejercicio de sus funciones, una vez quese niega a nom brar un gabin ete en conform idad demiras con los votos de la mayo ra del Co ng res o, yano hai arreglo posible. Las armas poderosas que estnen ma nos de las Cm aras para o blig ar al Pre siden tea seg uir su poltica, se hacen ineficaces para llega r auna solucin.

Eso es lo que se llama equilibrio i separacin de lospode res, pero justam ente bajo su aspecto mas enojoso .Por eso ha obra do tan bien Francia no creand o un Pr esidente elejido por sufrajio dir eci o i con el m ism o or-je n que el Con gre so, s ino hacien do n ombra r al Pres idente por el Congreso.En Chile, por el contrario, se ha llevado tan lejos laimitacin del sistema ing les , que los m iem bro s de laAsa m blea Consti tuyen te de 1833 no retrocediero nante el absurdo de establecer, en una repblica, un Presidente que no puede ser juzgado durante el ejerciciode sus funciones, aun en el caso de que se hiciera culpable de traicin o del crimen de lesa patria.


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E s , ni ma s ni m en os, la teora de la im pe cab ilida d dela Reina de Inglaterra, considerados los Ministros o susconsejeros como responsables dlas resoluciones adoptadas.

I en Chile es m uc ho mas gr av e el m al, pue s las Cmaras no pu ede n ser disueltas por el Pre side nte parapro voca r nuevas eleccion es. Es preciso obse rvar porotra parte, que esta facultad acarreara gr av es inc onven ientes en un pais en que el jefe del Esta do ha cepesar tan fuertemente su accin sobre los electores. Unconflicto en tales cond icion es n o tiene, pu es , mas salida,

que una revolucin.Pi aqu las tnicas causas con carcter jeneral que sepue den sealar en los acontecim ientos de Ch ile. Sihasta ahora esas causas no habian producido semejantes situacion es des de 1833, i si jam as se haba vistoperm anece r de pi un Ministerio en opos icin con lamayora dlas Cmaras, es preciso atr ibuirlo ala enorme preponderancia del part ido l iberal que gobiernades de hace cuarenta ao s, al esp ritu tranqu ilo i frodel pu eblo chileno, a la sup eriorid ad i cor du ra de los

hombres que han sido elevados a la presidencia.E n efecto , en la historia poltica de Ch ile, ha h abid odos presidentes mu arbitrarios, pero am bos se detuviero n siem pre ante la sola amenaza de una m ayo rade oposicin i de una neg ativa de presu pue stos.

En la historia reciente de F ran cia, hai un ejem plo mupro pio para dar una idea mas clara de lo que est pasando en Chile. Este pais es vctima de un 16 de mayollevado m uch o mas lejos de lo que fu el verd ade ro,per o infinitamen te me nos grav e por la esten sion de la

escena en que se representa.El g lor ioso mariscal de M ac -M ah on que , sos tenidopor un pod eros o part ido de reacci n, no quera cederante la opinin del Con gr es o, ced i ante la pos ibilida dde una revolu cin, m ientras que el seor Balm aceda,sostenido nicamente por un puado de polticos isin estar ob liga do a sacrificar ni person as ni prin cipios para dar satisfaccin al Congreso, desafia la clera


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de un pueblo que, por su raza araucano-espaola, tiene

demasiada enerj ia.En cuanto a las consecuencias probables de esta revolucin, es preciso dist inguir las consecuencias puramente polticas i las consecuencias econmicas i financieras .

Las primeras variarn segn el resultado del al ucha,per o, po de m os aseg urar lo, las instituciones de l paisconcluirn por ser co nsiderable i favorablemente m odificadas po co desp us del resultado de la luc ha . Lapresin oficial en las e lecc ion es llegar a ser m uc ho

menos poderosa; sern reducidas las atr ibuciones delPresiden te, i probab lemen te ser en adelante jus t iciable en toda poc a ante el Sen ado , com o lo son hoi di'alos M inistros tras una acu sac in de la C m ar a; finalm ente, se llegar a desce ntralizar la adm inistracin qu ehasta el dia de hoi ha estado enteram ente en m ano sdel Ejecutivo.

Tales son las reformas que reclam a d esd e lar gotiempo la opinin pblica del pais.

Por el contrario, las consecuencias econmicas i

financieras de la r ev olu ci n, apa rece n bajo un asp ectomui diferente i nada podria apartar los males que deella resultaran.

P or u a parte, la circulacin de 50 m illon es de francos en papel-moneda, reservados hasta el 1. de Eneroen las cajas del Es tado para ser am ortizados po co apoco ,i la em isin por decr eto de otros 60 millon esde papel de curso forzoso, amenazan prod ucir unagran depre ciacin del papel del Estad o. Es , adem as,mui probable que el seor Balmaceda con los recursosago tados , tenga nuevam ente que recurrir a los as ignados , lo que a gravara mu cho mas la si tuacin m on etaria.

P or otra parte, los gastos estraordinarios o casion ado spor la guerra civil, los males causados ala agricultura,que ha qu ed ad o sin brazos por la m oviliza cin de 40mil hombres, i la suspensin casi absoluta de todo comercio de importacin i de esportacion, i como conse-

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cuen cia, la cesa cin del trabajo de las principa les ind us

trias, acarrearn inevitablemente una crisis econmicapara el pais i gr av es em bar azo s financieros para el Estado, a no ser que el seor Balmaceda, al ver las proporcion es considerables qu e ha tomad o la revolu cin, seresu elva , sin mas tardar, a presentar su dim isin.

Ta l es la rev olu cin chilena en sus m anifestacion esesteriores, sus ca isa s i sus consecu encias proba bles.D eb e esperarse que un pue blo tan adelantado co m oCh ile, sepa dar fin mu i pro nto a una situacin tan crtica, nacida de los cap richo s de un ho m bre que, olv i

dando que era el primer servidor de la nacin, se creysu amo. Solo con esta condicin podr Chile volver alcamino del progreso i conservar el rango que le da sudesa rrollo material e in telectual entre las dem s naciones del nue vo m undo (1).

( 1 ) Des pu s de escritas estas lneas, la situacin recproca de los dospartidos no se ha modificado en Chile n otablem ente. Lo s nicos hechosnuevos que merecen mencin especial son, de una parte, la destruccin delblindado Blanco Encalada por una torpedera pres idencial; i de otra parte,la ocupacin de la provincia de Ataca ma por las fuerzas dal Congreso. Lasdificultades financieras del Presiden te Balmaceda i su situacin ya de m asiado crtica, se hun agravado conside rablem ete con el secuestro de los buques chilenos construidos en Francia, que acaba de decretar provisio nalme nte el tribunal del Sena. La respuesta de los capitalistas europeos aquienes se ha dirijido i la resolucin definitiva adoptada en este asunto delos buque s, no puede men os que ejercar una seria influencia en la solucindel conflicto, o al meno s, en la duracin de las desgracias actuales de Ch ile.


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L O S B L I N D A D O S C H I L E N O S

( D e L EFGARO del I . de Ju l io)

Hoi debe verse la apelacin en el asunto de los blindados chile nos ; los l t imos d espach os l legad os deChile dan particular inters al fallo de los ju ec es .

Balma ceda contina cond ucind ose com o el l t imodlos sa lva jes{le demier des sauvages);el ltigo ha

llega do a ser su med io favorito de go bie rn o. H a tenidola desfachatez de tomar presas a pers ona s refujiadasen el cons ulado de Fra ncia, i ha sido meneste r la intervencin personal del encargado de negocios interino,M . de F ran ce, para q ue soltara su presa . (De pasoquiero dejar constancia de que los informes publicadoshace dias en estas mism as colum nas a cerca de nu estra repre senta cin en Ch ile, no venan de orjen co ngresista, sino de fuentes francesas. I con esto, quedansatisfechas ciertas curiosidades.)

H e aqu, pues , al go bier no de Mr. Balm aceda, alhom bre que pide la entrega de los bl indados ma ndado sconstruir por el go bier no ch ileno, al cual ya no rep resenta legalmente.

Ignoro si un fallo en el sentido que lo solicita puedeser justificad o, legal o jur dica m en te; pero s que elbuen sentido i los intereses franceses se neg aran asuscribir lo.

Balm aceda no ma nd construir los blinda dos en sucarcter de Balm aced a, sino en su calidad de Pr esidente de la Re p blica de Ch ile. Ahor a bien, el C ongr es o lo ha dep ue sto, no es, pu es, ya nada, i los dos


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tercios de Ch ile, toda la armada i una parte del ejr

cito se han pues to de parte del Co ng res o que re pr esenta la totalidad de l pais. Cul es, pue s, el ver dad erogobie rno? Es Balmaceda depuesto o el Con gres o quelo de pon e? I sob re todo qu p iden los congres istas?N que se les en tregue n los b lind ado s, sino que nosean entregados al hombre que consideran, i con justottulo, com o rebe lde a las le ye s; en tanto que Ba lm aceda espera los nav ios para caone ar la costa que sehalla en po der de los con gres istas, i para pod er d ecir ,como ya lo dice: la Francia me envia socorros, Este

hombre ha encontrado medio de convert ir los bl indados construidos en F rancia por hom bres cuya profesin es esa, absolutame nte com o la de los pasteleroses hacer paste les, en blindado s franceses enviad os ensu ayuda. I es aqu donde la poltica vuelve a adquirir sus der ech os, i por lo que es de esperar que losju ec es no permitirn la partida de los fam osos buq ues .

En Chile la influencia francesa es m ui gr an de : losintereses franceses considerables, pudindose aun aumentar dia a dia. No descompongamos, pues, tan hermosa si tuacin.

El triunfo de los cong resistas es se gu ro : antes delmes de Setiemb re Balma ceda , por lo m eno s, habr sidoderrocado. I creer nadie que los congresistas se sentirn entonces dispu estos a vo lve r a Fran cia a enc argar sus constru cciones des pu s de que la poltica o lajusticia francesa les hub iese sido desfa vora ble? Se ignora acaso que los alemanes hacen inmensos esfuerzospara arrebatarn os la influencia que ten em os en Ch ile?Si los blindados hubieran sido mandados construir enAlemania, yo garantizo que no habra habido proceso.

I m e preg un to si es po sible , con el corazn lijero,perder uno de los pases que han permanecido fieles ala influencia francesa. Es por esto po r lo qu e m e sacade quicio este asunto de los blindados, que no es tanimpo rtante en s m ism o, para noso tros al m en os, per oque para los chilenos estas tres casas flotantes repre-


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sentan m illones de pes os i millones de vid as. P erono es triste ve r que siemp re que hai un charc o de p orm ed io se ha de caer en el ga rlito , cua ndo se trata dela verdadera intelijencia de los intereses de la Franciaen el estranjero?

JACQUES ST-CEE


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D U R A N T E E L T E R R O R

C A RTA D E C H I L I :

(D e L ' A U TO R I T del 2 1 de Jul io)

Recibimos la correspondencia siguiente:Santiago, 9 de Junio de 189 1. Gr eo que el estado

en que se encuentra Chile no pue de ser com pa rad o

sino ala situacin de Paris durante la Comuna de 1871.Balmaceda, viendo que todo el pais se volva contra l,se ha aferrado al poder i no encuentra mas medio dealejar el momento de su cada, que la prolongacin dela gue rra i el establecim iento del terror para impe dir lascontinuas defe ccione s que se prod ucen a su alrededor.

Se deben ya conocer en Europa las causas de la revolucin chilena, que dura desde hace seis meses.

Balmaceda, ha desgarrado la Constitucin que habajur ad o respetar. Los presiden tes de las Cm aras, de

bidamente autorizados por la mayora de los senadoresi dipu tados , lo han depue sto. N o es pu es, mas que unusurpador, rodeado de aventureros, pero que se sostienetodava por el concurso de varios jefes del ejrcito, cuyacomplicidad se haba conseguido previamente.

El partido de los constitucionales o congresistas, estformado por las personas mas tranquilas i mas honradas, que solo quieren restablecer el antiguo orden quehabia hecho de Chile la Rep blica m od elo de la A m rica espaola.

Son los principales capitalistas, l i teratos, grandesindustriales i hombres de Estado de todos los partidos,


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quienes, sostenidos por el pue blo, prosigu en una g e a heroica contra la dictadura mas desen frenada qu ehay a visto la Am ric a, tan fecun da, sin em ba rgo , engobiernos estravagantes i t i rnicos.

La guerra ha comenzado por el norte. Un puado devalientes se ha apo der ado del puerto de Pis ag ua ; esoshombres han bajado de los buques antes de haber podido organizarse mili tarmente; habia algunos aun quellevaban el sombrero de pelo con que se habian embarcado precipitadam ente en Va lpa ras o. Ta l ha sido elncleo del ejrcito constitucional. H a aum entado de spus con la de fecc in de las tropas d e Balm aced a i conun abundante enrolamiento de ciudadanos que hanacudido de todo el j)ais.

En el momento en que escribo, hai ya 18,000 soldadosperfectam ente equ ipad os, armad os la m ay or parte confusiles de repeticin , peq ue o calibre, que han arrancado de un buqu e de B almace da. Su jefe es el jeneralCanto, un oficial superior de mucho mrito.

Creo que las operaciones de ataque tendrn lugar aprincipios de Agosto i que el triunfo coronar la abnegacin estraordinaria de los revolucionarios. En todoslos encuentros, por lo dems, han obtenido el triunfo; loque los ha puesto en posesin indisputable de las cuatroprovincias mas ricas de Chile.

Per o querran q ue ciertos detalles de la situacinfuesen conocidos en Francia, para que supiesen a quatenerse respecto del dictador i de los buques de guerra que pretende hacer venir de Francia.

Balm aceda ha log rad o implan tar, en las pro vin ciasque todava le estn som etidas , un sistema de terror,

como el de hace un siglo en Francia. La guillotina noha sido levan tada ; pero el es piona je, el torm ento , lapersecucin revisten las formas mas variadas. Se handistribuido ajentesque escuchan las conversacionesqu e tien en lug ar en los carros de fe rroca rril, en lasesqu inas de las calles , en el m ism o interior de lascasas.

Cuando son tomadas, algunas personas sospechosas


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de complicidad con los congresistas les aplican crueles

tormentos en las prisiones.Si las declaraciones no son arrancadas por los dolores, ento nce s se pr oce de a la flajelacion.

Una persona de las mas honorables de Santiago, J.M. Barahona, ha pasado por todos estos su plicios; com onada ha querido confesar, los verd ugo s lo han golp ead otan cruelmente que ha qued ado moribu ndo. Un m dicopreso en la mism a crcel qu e l, ha obtenido que le dejasen al enfermo i ha lograd o salvarlo, aunqu e en un estado lastimoso. El seor Barahona ha quedado con todas

las costillas hundidas, los huesos del pecho dislocados,todas las uas de las manos arrancadas. He visto unacarta del mismo seor Barahona en que manifiesta bajosu firma, todas las crueldades que ha sufrido.

Estos crmenes, ordenados por Balmaceda i Godov,se han desarrollado en el interior de una prisin; pero heaqu qu e tratan de obrar ahora en ple no aire, con laesperanza de asustar a la multitud, siempre partidariadel Congreso.

La tripulacin entera de una torpedera ha sido

sorp ren dida en el m om ento m ism o en qu e huia paraunirse a la escuadra, que est toda contra el dictador.Es tos seores han aprov echad o la ocasin de des plegar su crueldad.

Han formado una p rocesin con esos desgra ciadosque marchaban al suplicio, bajo el mando del almirante Viel, detras del cual iban los msicos de Valparasotocando la marcha En revenant de la Re vu e (A l vo lver de la Revista).

Despus de la ejecucin, el mismo almirante Viel ha

ofrecid o un ban que te a los oficiales dictatoriales paracelebrar lavindicta pblicasatisfecha. Uno no se imajina hechos tan grotescamente infernales ejecutados enmedio de una poblacin civilizada de 150 mil habitantes ; es, s in em bar go, lo que acabam os de ver, connuestros propios ojos, en Valparaso, durante la semanapasada.

De spu s de esto, es intil que os anuncie que toda


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la colonia francesa de Chile se ha pro nu nciad o abiertamente contra el tirano i en pro del pueblo i del Parlamento oprimido. Es una lstima que no haya delantede Valparaiso algunos buques franceses para ayudar ala accin probable dlas escuadras inglesas i alemanas,cuyos oficiales estn indignados de los procedimientosde Balmaceda.

Nuestro encargado de negocios, M. de France, se haencontrado tambin en circunstancias mui difciles, hacequince dias. Se habia ofrecido com o me diador a nombre del gob iern o francs. Algu nos deleg ados del Pa r

lamento habian ven ido, con salvo-co ndu ctos refrendados por M. de France; pero h ah que se apodera delseor Balmaceda, en cuanto los tuvo a su alcance, laidea de hacer tomar a los delegados. Se ha necesitadotoda la enerja de nuestro encargado de negocios paradefender a esos senadores i diputados.

Mientras que Balmaceda quera hacer forzar laspuertas de la Legacin, M. de France, como los Ministros de Inglaterra i Alemania, han tomado a esos caballeros en sus coches i no los han abandonado hasta de

jar los instalado s en los buq ues de gue-i'ra de susnaciones .Termino mi carta: os supongo ya bastante instruido

sobre el personaje l lamado Ba lmaceda , cuy o nom bre espron unc iado con horror en todos los paises de A m rica.

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F R A N C I A Y C H I L E

( D e L E N O V V E A U M O N D E d el 1 3 d ejunio.)

La cuestin de los buques de guerra construidos enFrancia por cuenta del gobierno de Chile, ocupa en estemo m ento a toda la prensa euro pea . U no de estos buques ,el Presidente Errzuriz,ha terminado de armarsei no espe ra sino la licen cia de las autorid ades m artimas para dirijirse al Pacfico , do nd e su prese ncia no

podr menos que hacer inclinar las probabilidades dexito del lado de los gobiernistas.Fcil es, pues, comprenderlas activas dil igencias in

tentada s cerca de las autor idade s francesas por los representantes o ajentes confidenciales del go bi er no deq ui qu e en Pars, para imp edir la salida del cruce rochileno.

Est bien fundada la so licitud de los representantescongresistas?

El gobierno francs debe tomar en cuenta la situacin creada en Chile por la gue rra civil para impe dirla salida de un buque encargado i pagado en gran partepor un gob ierno recon ocido i representado diplom ticamente en Francia?

H ah la cuestin.I bie n: cualquiera que sea el gr ad o de leg alidad de

los con gre sistas , desd e el pun to de vista chilen o, puestoque el gobie rno francs no recon oce p or el mom entosino al gobierno de Santiago, representado en Paris polla persona del seor Carlos Antnez, no puede admitirlas reclamaciones de los ajentes de quique.

Los navios en cuestin, que han sido encargados por


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un gobierno reconocido, no pueden retenerse bajo pre-testo de obse rvar la neutralidad entre partidos no co nsiderados como beii jerantes.

Pe ro, por su parte, la S ocied ad F or ge s et Chantiersde la Mediterrane, que ha construido los navios chilenos, pue de, en las circunstancias actuales, teniend o encuenta los riesgos que ella corre, rehusar la entrega delos buques, salvo el caso que se le haga el pago ntegro,cualesquiera q ue sean las con dicio nes estipuladas enel contrato de venta. Por consiguiente, mientras la calidad de beiijerantes, calidad que oblig a a la poten cia

que la reconoce a guai-dar la neutralidad, no haya sidorecon ocida por el gob iern o francs a los congresistas ,la Socie da d de F or ge s et Chantiers es la nica qu e'puede juzgar sobre la entrega o la retencin delPresidente Errzuriz. El asunto es, pues, puramente comercial, i no pu ede m irarse bajo otro aspecto , mientras n ose haya n m odificado las re laciones diplom ticas entreFrancia i Chile.

Pe ro no sera tiem po ya que el gob iern o francs,tom an do en cuenta el orjen de l conflicto, las fuerzas

respe ctivas de los adversarios i las con secue ncias qu eresultarn de la lucha, consecuencias cuya repercucionen Europa ser considerable, tome una actitud verdaderam ente espectan te i reco noz ca a los cong resistasla calidad de beiijerantes? As lo creem os i adem asno vacilamos en afirmar que, obrando en este sentido,el gobierno francs dara prueba no solo de prudencia,sino tambin de un gran sentimien to de justicia. E s,en ver dad , sorpren dente que en un pas parlam entariocom o la Fran cia, don de los pode res lejislativos con sti

tuyen la mayor autoridad de la nacin, no se haya recon ocid o todav a oficialmente la lejitimidad de la pr otesta solemne del Congreso chileno, al separarse de unPod er Ejecu tivo que ha violado la Consti tucin, decretando, contra la voluntad de los representantes deldel pa s, la perce pci n de los imp uesto s i la reparticindel presupuesto nacional .

A l busca r asilo a bo rd o de la armada nac ional, los


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miembros del Congreso l levaron consigo la legalidad idejaron en Santiago a los verdaderos facciosos: a Balmaceda i sus cmplices.

La ignorancia en que vivim os en Francia respectoa los asuntos de Amrica, no ha permitido a la opininpb lica ju zg ar los hec hos con imp arcialida d; i hasta taljranto estamos aqu habituados a or hable r de r ev oluciones, que no se ha vacilado en considerar la protestadel Con greso chileno, sino com o una vulga r tentat ivade desorden , prov ocad a por am biciosos que aspirabanal Poder.

Sera neces ario pon er las co sas en su ver dad ero terren o, i sin llegar al recon ocim iento de la Junta c ongresista com o pod er legal, no se le pu ede rehusar nilas simpatas, ni las consideraciones que se otorgan aBalmaced a, cuy os procedimientos no han sido de losmas correctos para con nosotros, como sucedi con elasunto Harmand-Dreyfus .

Sera oportuno que las gran des potencias eu ropeas,que tan grandes intereses tienen en Chile, se pusierande acuerdoDar recono cer de dere cho un estado decosas que reconocen de hech o, puesto que pagan sinprotestar los derechos de aduana que les imponen lasautoridad es de I qu iqu e i de otros puertos del norte enpoder de los congresistas. En otros trminos: la situacin ha sido recon ocida des de hace tiem po, solo faltalegalizarla. Mientras mas pronto, mejor.


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C H I L E

(D e L A R B I ' L I I . H U E F R A N C A I S E del lode junio)

Los asuntos de Chile continan llamando la atencinpb lica, i se sig ue siem pre con la mism a em oci n lasperipecias de esta guerra civil ya larga, en estremo ardiente, pero que , seg n parece , llega a su trm ino, iqu e es pro ba ble term inar por el triunfo de la lei, polla victoria de los con gres istas so bre ese estrao Pr esidente Balmaceda que, dentro de po co, v erem os l legarpara establecerse en Jersey, donde se encuentra enarriendo la V ille Saint Brela de . Si no es un ingr ato,se har enviar a ese lugar elJournal des Debats, quecasi slo en la prensa francesa, a lo menos en la prensa rep ublic ana , le sostien e con todas sus fuerzas. N os si me equ ivo qu e, pero m e pare ce que la lectura delJournal des Debats, debe hacerle el destierro menosam arg o: S imilia sim' . libus, se dice en me dicina.

El preside nte Balmace da har la esperien cia pr x im am ente, pero trata, mientras tanto, de retardar estemo me nto fatal el m ayo r t iem po po sible. Se ha con sti tuido con este obje to en su pro pio repr ter, i los teleg ramas que enva a los diarios son injenua me nte adm irables.Son, puede decirse, telegramas privados, pues estehom bre de Esta do, mu prctico, se ha rese rvad o paral solo el uso del telgrafo. Sus adversarios q u e m a nrectificarle de buena gana , pero no pueden ha cerlo ; Ba lm aceda corta los alam bres i quizs tam bin trasquilalos gat os, pues es verdaderam ente un hom bre pro dij ioso .

Su ltimo teleg ram a es un a obra ma estra. Est fe-


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cliado en San tiago , el 10 de ju ni o, i dirijido a una ajen -cia europea: Un orden perfecto, dice, reina en Chile;i ma s ab ajo : L a continu acin de la gu erra causa ungran malestar. La sola comparacin do estas dos frasesm uestra bastante bien la fuerza de injen io de este alegre camarada que, cuando la trajedia en que est empea do haya conc luido , se desquitar bri llantemente enla pera bufa.

Mientras tanto, i unque el orden sea perfecto en Chile, dos barcos no se pue den e ncon trar sin caon earse amas i m ejor, i en este m ism o telegra ma d e que hab lamos,el bueno del Presidente Balmaceda nos hace sabe-que elAlmirante Lynch,el Imperial i el Almirante Conde!/,, han partido a espedicionar en el norte, i desembarcan de tiempo en tiempo tropas, que despus de cortarlos hilos telegr ficos, se reem barc an en seg uid a. Pue stoque Chile est en paz, tendrem os que supon er que estas no son sino gran des man iobras. N uestro B almace daencuentra, sin embargo, que no tiene aun bastantes buques . El hech o es que para llegar ac or ta r tod os losalambres telegrficos, se necesita una escuadra! L o q u esiente, sobre todo, son esos barcos que estn en el Havre i que habran llegad o oportun am ente para prestarle una ayud a eficaz, i qu e se ha tenid o la crue ldad deretener en Francia.

Co m pre nd em os sin dificultad que esto no sea delagrado del Presidente Balm aced a; pero que tambin seirrite el Journal des Debats,es mas difcil de esplicrse-lo. No queremos trabar una polmica con nuestro colega sobre el orjen i las causas de la situacin actual deChile; nos basta que recordemos un hecho, i ste es, quedesde el principio del ao, el Presidente Balmaceda gobierna sin presup uestos botados por el C ong reso . Porotra parte, com o aqul no pa ga de su bols illo los g astos de la gue rra, todo s ellos son ilega les. N os cuestacrer que este sea para un viejo diario parlamentario como losDebatsun ideal de gob iern o. Estamos segu ros,en todo caso, que nunca Royer-Collard. . .

Pe ro, en fin, fuera de estas cons idera cione s de prin-


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cipios, hai una cuestin d e hech o en ese ne go cio de losbuques. Se habla de compromisos contrados, pero conquin? Con el seor Baltnaceda? Absolu tam ente! Conel gobierno chileno, es decir, con un gobierno regular,en situacin de hablar en no m bre d el pais ente ro, i encon dicin , sob re tod o, de disp one r del dinero de loscontribuy entes. Pue de decirse que el Go biern o de Bal-m aced a sea en la hora presente tal G obie rno ? Sera risible i elJournal des Debisno rie jam s . Para mos trarmas que con frases, la situacin actual de Chile, no haimas que record ar que Bolivia, que sigue un po co ma sde cerca que losDebats los negocios chilenos, acaba dereco no cer a los adve rsarios de Balm aceda el carcterde beiijerantes.

La Fran cia no tiene otra cosa que hacer. Nu estrosintereses, el inters de nuestro comercio, de nuestra industria, no son de ninguna

La prensa estranjera y la dictadura chilena. Recopilación de artículos de la prensa de Europa i de...

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