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    La primera

    Caracasy sus

    esquinas histricas

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    Edgar Abreu Fundacin Editorial El perro y la rana, 2014

    Centro Simn Bolvar, Torre Norte, piso 21, El Silencio,Caracas - Venezuela, 1010.Telfonos: (0212) 7688300 - 7688399

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    Diseo, diagramacin e ilustraciones

    Adriana Palencia

    Edicin:Edgar AbreuCorreccin:Ninoska Adames

    Impresin: 2015Hecho el Depsito de LeyISBN: 978-980-14-2552-6Depsito Lega l: lf4022015800470

    IMPRESO EN LA REPBLICA BOLIVARIA NA DE VENEZUELA

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    Caracasy sus

    esquinas histricas

    Edgar AbreuIlustrado por Adriana Palencia

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    La historia de las esquinas de Caracas formaparte del imaginario del pueblo venezolano y detodos los habitantes de la ciudad que han salido abuscar una direccin, concretar una cita, encon-trar un local o unos amigos para compartir. Desdesus inicios, como ciudad colonial, cada esquina

    caraquea ocup un lugar importante en la me-moria del pueblo, en ellas se desarrollaron aconte-cimientos transcendentales para Venezuela, tal es elcaso de la denominada Esquina de Sociedad. Otrasesquinas tomaron su nombre de personajes queen ellas habitaron, como Esquina de Madrices.

    En nuestro pas se ha escrito sobre las esqui-nas de Caracas, y varias publicaciones sobre la

    historia de la ciudad han reunido en su contenidoparte de ellas; indudablemente, no se puede ha-cer referencia a la historia de Caracas sin hablarde sus esquinas. Lo ms importante es que hasido el pueblo quien ha hecho de ellas parte de suidentidad. Todas guardan tras de s un cuento, unaleyenda o una crnica.

    Esta seleccin, realizada a partir de un criteriopersonal, rene la historia de las esquinas quehe considerado ms relevantes para la identidadde Caracas y las que luego de un proceso de in-vestigacin consider llenas de un simbolismo yuna magia especial, digna de ser contada, usan-do un lenguaje narrativo dirigido a lectores jve-nes para incentivar la curiosidad por la historiay despertar el inters por el hecho narrativo. Noestn presentes todas las esquinas de la ciudady el mismo criterio defini el orden y contenidodel libro. La seleccin inicia con las esquinas ubi-cadas en el centro o casco histrico de Caracas.

    Tambin, desarroll un recuento histrico sobre

    la invasin del territorio caraqueo por parte delos espaoles, el exterminio y persecucin a lospueblos indgenas. Este recuento, que antecedelos textos sobre las esquinas, posee las mismascaractersticas en cuanto a lenguaje y se centra enel atropello y abuso que signific la usurpacin deun territorio sagrado para sus primeros habitantes.

    Nota del autor

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    El valle caraqueo embellecido por los colo-res del Waraira Repano, montaa sagrada, havivido acontecimientos histricos de gran im-portancia para Venezuela y Latinoamrica. En-tenderlo, nos lleva a un viaje hacia la fundacinde la ciudad, hacia los tiempos de la Conquistaespaola y hacia los orgenes de los primerosrancheros. El valle en toda su extensin fue unterritorio inexpugnable, es decir, una fortalezanatural que esconda en sus entraas riquezas,minerales y tierras frtiles para el cultivo. Lospueblos originarios que la habitaban estabanencabezados por los arbacos, toromaimas, cara-cas, mariches y teques, tribus pertenecientes alpueblo caribe. El imperio espaol, en sus ansias

    de riquezas, enviaba expediciones desde las is-las ocupadas a tierra firme, procurando encon-trar el oro y la plata que financiara su podero.Ya saban que el valle de Caracas y las monta-as mirandinas eran tierras ricas. Guiados poresa codicia emprendieron la invasin.

    Fueron muchos los intentos para lograr el so-metimiento de los pueblos indgenas, quienes

    resistieron durante dcadas, ayudados por susconocimientos de la naturaleza y sus deseosde libertad. El primer hombre elegido para laconquista de Caracas fue Francisco Fajardo, unmestizo de padre espaol y madre indgena. En1560 entr por las costas centrales y fund elpueblo de El Collado, como honor al entoncesgobernador de la provincia de Venezuela, PabloCollado. Desde all, Fajardo subi hasta la en-trada del enorme valle, su meta era las minasde oro que se escondan en las montaas deLos Teques y la construccin de un fuerte mi-litar. La sangre indgena de Fajardo le facilitabala confianza de los pueblos, y el conquistadorpoda comunicarse gracias a su conocimien-

    to de las lenguas. Todas las comunidades queiba encontrando a su paso por la actual Catiale regalaban piedras preciosas y adornos de orocomo un gesto de amistad. Para los indgenas,el oro tena un valor simblico muy distinto alque le otorgaban los espaoles. La ambicinde Fajardo creca, y cuando envi las muestrasde las riquezas al gobernador de Venezuela, se

    Historia de la conquista de Caracas

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    aceleraron los planes de saqueo. Pablo Colladodesconfiaba de Fajardo, lo destituy de su cargode conquistador y, por eso, lo envi preso a El

    Tocuyo, pero el mestizo dej abierto el caminoa las minas y un ranchero cerca del valle ca-raqueo, el cual bautiz San Francisco. Sin em-bargo, Fajardo no dur mucho tiempo cautivo;al salir libre, volvi a las costas de Caraballeda yse le permiti ser alcalde de El Collado.

    Al mismo tiempo, Pedro Miranda era desig-nado regidor de las minas. Los espaoles cre-yeron que podran sacar las riquezas sin nin-gn impedimento. Filas de negros encadenadoscruzaron el valle hacia las montaas, al ladomarchaban los indgenas capturados en lascostas. Por el Caribe, las noticias de ltima horahablaban de saqueos y exterminios de pueblosenteros. Las redes de comunicacin se activa-

    ron y, los arbacos, los caracas, los toromaimas,los mariches, los teques, los cumanagotos, lostacariguas, los quiriquires, los arahuacos, entreotros, se alzaron en armas. Comenzaba la granrebelin indgena de Venezuela y el liderazgo deGuaicaipuro. Tanto Pedro Miranda como FranciscoFajardo fueron expulsados de Caracas y de lascostas centrales.

    A mediados de 1560 se planific otra inva-sin. Esta vez se eligi a un capitn de sangreespaola que se llamaba Juan Rodrguez Surez.

    Vena de combatir en las montaas andinas alpueblo de los timoto-cuicas, fundando la ciu-dad de Mrida. Era famoso por su arroganciay su despotismo, se cuenta que lanzaba a susvctimas a jauras de perros cazadores. Guin-dose por las corrientes del actual ro San Pedro,Surez lleg a las inmediaciones de Los Tequesy fund los primeros fuertes militares para pro-teger las minas. Sin embargo, el arrojado capi-tn deba enfrentar las fuerzas de Guaicaipuro,organizadas en guerrillas que sumaban unosnueve mil hombres. La tctica indgena se ba-saba en dejar entrar a los espaoles hasta tie-rra firme y sorprenderlos en ataques rpidos.Escuadrones de mil combatientes armados con

    escudos de cuero, flechas y lanzas patrullabanlas montaas. Los tambores de guerra retumba-ban por todas partes y se organizaron expedi-ciones de flecheros para atacar el campamen-to espaol. En un inicio, Guaicaipuro no logrla victoria y, a pesar de sus esfuerzos, los inva-sores seguan en las minas esclavizando a losindgenas capturados y expandiendo el fuerte

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    de San Francisco en el valle. En ese momento,entr en la lucha otro guerrero indgena, Yoraco,el cacique del pueblo arbaco, a sus fuerzas y tom

    la vanguardia de los ataques, logr debilitar aRodrguez Surez, pero en medio de una san-grienta lucha cay herido, muriendo a las po-cas horas. Cuando Guaicaipuro se enter dela tragedia envi emisarios al cacique Catia y,junto a su lugarteniente Paramaconi, organizuna respuesta militar. El capitn Surez, conla ayuda de sus infantes y soldados bien ar-mados, crea segura la fundacin de la ciudad.Desde el fuerte de San Francisco ordenabaejecuciones y comandaba el exterminio. Fueentonces cuando Paramaconi recibi la orden deincendiar la ranchera y parti desde las monta-as con un grupo de flecheros.

    El guerrero llev a cabo su objetivo. Por su

    parte, los espaoles en medio del desastre re-sistieron la embestida. Paramaconi no ces ensu lucha, y con una fuerza descomunal lidera sus tropas que lograron expulsar a los inva-sores hasta las costas de la actual Caraballeda,tomando el control de las minas de oro. Surezvolvi mejor organizado para levantar de nue-vo el rancho de San Francisco. No por nada,

    aquel capitn haba logrado fundar una ciudaden las montaas andinas. Sus soldados inten-taron cruzar los dominios de Los Teques, pero

    en su camino debieron sortear al ejrcito deotro lugarteniente de Guaicaipuro, Terepaima.Con sus rostros contra el viento, los guerrerosindgenas enarbolaron sus lanzas y penachosde plumas, y al grito de resistencia se lanzaroncontra los colonizadores. Batalla tras batalla, loshicieron retroceder, apindolos contra el debi-litado fuerte de San Francisco. All los espaolesse reagruparon y organizaron otra expedicin alas montaas. Sin embargo, un rebelde espaolle jug una mala pasada a Rodrguez Surez. ElTirano Aguirre vena desde las selvas del Persembrando la desobediencia a la Corona, ro-bando las riquezas que encontraba a su paso yasesinando a espaoles e indgenas. El gober-

    nador Pablo Collado le ordena a Surez enfren-tarlo en el puerto deBorburata. El capitn alistsus hombres y volvi con su arcabuz al hombroa cruzar la tierra de Los Teques, rumbo a Valencia.Al acecho estaba Guaicaipuro, quien junto aParamaconi lo sorprendi. Hasta all lleg lasuerte de Rodrguez Surez. Aunque resisticon valenta, las guerrillas de Guaicaipuro lo

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    siguieron en su retirada, dndole muerte. Lue-go de estos hechos, los pueblos indgenas deCaracas siguieron haciendo frente a los espao-

    les, y durante un tiempo ningn capitn de sumajestad se atreva a entrar en el valle. La Coro-na destituy a Pedro Collado como gobernadorde la provincia.

    En 1564, Francisco Fajardo an tiene fuerzaspara emprender otra conquista, pero el nuevogobernador, Alonso de Bernldez, tampoco con-fa en el mestizo. A pesar de ello, Fajardo reunia sus hombres, entre ellos cientos de indgenasaliados. Sali de Margarita con destino a Caracas.Pero de nuevo los pleitos entre los conquista-dores ayudaban a la resistencia indgena. EnCuman, Fajardo fue capturado por AlonsoCobos, un viejo enemigo, quien lo enjuici portraicin y pactos con los pueblos costeros. El

    propio Cobos lo ajustici con sus manos. Deesa manera, termin sus das el ambiciosocapitn. En los meses siguientes a su muer-te, Alonso Bernldez explor las tierras de LosTeques, y un centenar de guerreros le hizo frente,obligndolo a huir.

    Aquel triste gobernador no logr convencera nadie de sus planes. Al parecer se hunda en

    la melancola y contaba el ir y venir de las olasdel mar, soando con encontrar desprotegido aGuaicaipuro o capturar al esquivo Paramaconi.

    Esos sueos eran vagas imgenes que ni lmismo se crea. Ya la Corona estaba hartade intentos fallidos, quera las minas y lasriquezas del valle a como diera lugar. En 1565Pedro Ponce de Len fue nombrado gobernadorde Venezuela. Este sujeto no estaba dispuesto aperder el tiempo, lo primero que hizo fue pedirrefuerzos en armas y animales de carga yalimento. El rey le exigi resultados rpidos yle pidi que escogiera a un hombre de agallas.Para esa poca, Diego de Losada era el mejorcapitn de las fuerzas espaolas en Venezuela.Ya haba participado en varias expedicionesy en la explotacin de minas a las afueras delactual estado Lara. El gobernador Ponce de Len

    le facilit las armas y los soldados, adems, leprovey una gran cantidad de armaduras. En1567 sali el ejrcito de Losada desde El Tocuyocon sus lanzas y caballos presto para la batalla.Como era comn, en ese ejrcito iban alistadosgrupos indgenas unidos a los espaoles. Ellosformaban parte de la estrategia aplicada por elimperio espaol: Divide y vencers.

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    Tenemos entonces el escenario perfectopara una invasin a gran escala. Losada paspor Nirgua, atraves Valencia, se intern en las

    tierras de Maracay, avanz rpidamente consus hombres por los caminos abiertos en lasotras expediciones y lleg a las cercanas de LosTeques. Aquellos capitanes espaoles tenanexperiencia en la guerra, posean conocimien-tos de estrategia militar, y en sus manos ha-ba terminado la vida de muchos indgenas enotras regiones de Amrica. Eran expertos enel exterminio y mercenarios para quienes nohaba honor en el combate ni respeto a la vida.Cuando los teques vieron las banderas coloni-zadoras desde las montaas armaron a sus es-cuadrones de guerreros y se lanzaron a la lucha,Guaicaipuro levant su penacho de plumas, ylanza en mano, dirigi las operaciones. Desdelas riberas del Guaire aparecan los toromai-mas en oleadas de miles, cayendo frente al fue-go de los arcabuces. Los tarmas, los mariches y losarbacos combatieron con sus cuerpos desnudosel avance de la caballera espaola. Al mismotiempo, Chacao cierra con sus tropas los ca-minos hacia su tierra sagrada. Tiuna se bateferozmente, igualmente lo hacen Paramaconi,

    Terepaima, Catia y Baruta. Las espadas eranmuchas, caballos, armaduras y caones tam-bin hicieron su parte en la historia. Los guerre-

    ros indgenas se inmolaban frente a las armasinvasoras. Entonces, Guaicaipuro dio la ordende retroceder y no perder ms vidas humanas.

    Losada se encamin hacia Macarao, de allatraves los bordes de Caricuao, y a finalesde marzo de 1567 llega a la actual parroquiade El Valle. A pesar del herosmo de los caracas,Losada se instala con sus tropas en la explanadade la actual Plaza Bolvar, luego de limpiar un pedazode tierra y de incendiar las casas indgenas a supaso, funda la ciudad en julio de 1567, llamndolaSantiago de Len de Caracas. Clavando una cruzen la esquina superior, ordena la construccinde una iglesia y toma posesin de las tierrasen nombre de la Corona espaola. No fue unatarea fcil para los conquistadores lograr esto,debieron recurrir a las prcticas ms cruelespara repeler las constantes arremetidas de lasfuerzas de los caciques Catia y Baruta, quienesen repetidas ocasiones los sometieron a lasms duras pruebas. En 1568 se llev a cabola batalla de Maracapana en las tierras de loque conocemos como la parroquia Catia.

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    Los caciques se pusieron de acuerdo conGuaicaipuro como lder para expulsar a losinvasores mediante un plan de ataque masivo.

    Desde todos los puntos cardinales rodearonal ejrcito de Losada. De nuevo, los bravosindgenas levantaron sus armas en defensade sus hijos y de sus tierras. Sin embargo, fueun da triste ese de 1568, Pedro Alonso Galeas,uno de los capitanes espaoles, logr frenara los guerreros de Guaicaipuro en su marchapor las montaas hacia el campo de batalla.

    Eso lo aprovech Losada para lanzarse con susarcabuceros, sus caballos, sus espadas y susperros de caza contra los dems caciques.

    Fue una lucha desigual, los indgenas, sindefensas para sus cuerpos, eran un blanco f-cil. El cacique Tiuna resisti y luch espada enmano contra el propio Losada, y su capitnFrancisco Maldonado cay debido a una flechade un indgena aliado a los colonizadores.Esa fue la ltima gran batalla de los caribesvenezolanos. A finales de 1569 capturaron aGuaicaipuro en una emboscada nocturna,en su refugio ubicado en la actual poblacinmirandina de San Diego de los Altos. Ochenta

    espaoles capitaneados por Francisco Infanteenfrentaron a los veintisis flecheros tequesque resguardaron a su lder. Luego de que

    los espaoles incendiaron el lugar, el propioGuaicaipuro les hizo frente, y al grito de Yosoy libre, muri en combate.

    Los ltimos grandes caciques Tamanaco,Sorocaima, Paramaconi y Conopoimaalzaron las banderas de Guaicaipuro, pero losquince aos de lucha haban hecho estragos.Eran muchas las batallas. Durante todo ese

    tiempo los indgenas no tuvieron paz, losespaoles arrasaron comunidades enteras.

    A ese escenario nefasto se uni, en 1580,una epidemia de viruela que acab con loque quedaba de los teques, los toromaimas,los arbacos y los mariches, y bajo esos cielosnaca la ciudad de Caracas. Los conquistado-res se repartieron las tierras, marcaron lasprimeras calles y sus esquinas. Sobre ellasvendran otras luchas y se protagonizarangrandes epopeyas histricas. Les tocara aotros ofrendar la vida por los sueos liberta-rios y abonar el terreno de la independencialatinoamericana.

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    En el siglo la ciudad era un valle abiertopor los cuatro costados. No existan lmites enel trnsito, ms all de los que la naturalezacreaba. Diego de Losada, el encargado de llevara cabo la empresa de colonizacin, seal elpunto para la construccin de una modestaiglesia en honor a Santiago, el santo flechado

    que protega a los espaoles de los ataquesindgenas. As comienza la historia de la Torre,que en sus inicios estuvo sosteniendo unaenorme campana sobre una construccin demadera, fue el primer edificio de la ciudad. Conel tiempo, aquella iglesia obtuvo el ttulo deCatedral de Caracas. Destinada a la creencia delos espaoles y de aquellos mestizos e indgenasque aceptaban por la fuerza o por sumisin elcatolicismo, vivi en paz sus primeros aosy se convirti en el punto de reunin de cl-rigos y autoridades. Son muchos los hechoshistricos que la Torre ha presenciado. Entreellos se cuenta el ocurrido en 1595, cuando

    una banda de piratas ingleses someti la ciu-dad al saqueo y al horror, refugindose en lacima para controlar el horizonte. Entre otroshechos, la Torre presenci los sucesos de 1810,cuando Francisco Salias le arrebata el bastnde mando al gobernador colonial Vicente deEmparan. En 1641, la Torre se viene abajo debido

    a un terremoto que sacudi la provincia. Lasprimeras construcciones espaolas en Amricautilizaban tcnicas y materiales indgenas (ca-sas de bahareque, techo de palma, etctera)apropiados para el trpico. Construcciones deeste material no representaban un peligro enmedio de un terremoto. Los indgenas no po-sean torres de madera elevadas, mucho menoscon una campana en la cima. Sus dioses tenanpor hogar la naturaleza.

    A mediados de 1660, se decidi construirla nueva Torre. Para la tarea fue escogido unmaestro de obras, especie de ingeniero al-bail, cuyo nombre era Juan de Medina. Este

    Esquina de La Torre

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    hombre de fe tard alrededor de diez aospara finalizar su trabajo, y en la cima colg

    diez campanas que marcaban el ritmo de lanaciente ciudad. Pero la naturaleza volvi asacudirse en 1766 y derrib la Torre. Esta vez fuereconstruida por las autoridades de la Colonia,con una dedicacin especial. Pero, sufri otrogolpe en el terremoto de 1812, se parti en suparte superior y fue sacada de su centro degravedad, hasta que otra sacudida la devolvi

    a su sitio. Imaginemos una torre volando porel aire o desplomada como un gigante, cayen-do y levantndose a lo largo de la historia. Pa-deciendo los embates de la naturaleza y losasaltos de piratas y corsarios. Siendo el sm-bolo de la fe catlica y uno de los referentesde la ciudad. Con todas sus tragedias, la Torrele dio su nombre a la esquina.

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    La historia seala la Esquina de Sociedadcomo uno de los puntos de mayor importan-cia para el proyecto independentista. All selevantaba una vieja y amplia casona de lar-gos corredores, cuartos acogedores y salo-nes ideales para reuniones. En los tiemposcoloniales, la casona era famosa por la belle-za de sus jardines, tambin posea unos de los

    ms llamativos techos rojos de la ciudad. Suimportancia histrica se debe a que en esossalones tuvo sede la Sociedad Patritica apartir de 1811 y, tambin, se celebraron loshechos del 19 de abril de 1810. Entre las figurashistricas que integraron aquella sociedad po-demos contar a Simn Bolvar y Francisco deMiranda, promotores del movimiento eman-cipador. A su vez, la casona serva para quealgunos de los diputados que representabana cada provincia de Venezuela debatieran so-bre los procesos del Congreso Constituyente.

    Podemos imaginar aquellos aos de revolu-cin libertadora, en los que el pueblo cansadode la tirana y ansiando la independencia, seacercaba a los paredones y ventanales paraparticipar y arengar a los patriotas en la luchaemancipadora. Dentro, se poda ver a Franciscode Miranda sesionando con un manojo de pape-les en las manos, dndole cuerpo al movimien-

    to libertador. Alrededor de toda la cuadra seescuchaban los trascendentales discursos deSimn Bolvar, donde peda libertad absolutadel imperio espaol, en medio de las miradasde Coto Pal, Antonio Tbar, Francisco Espejo,entre otros. La Esquina de Sociedad era el es-pacio de discusin ms cercano al pueblo enesos primeros aos, y en sus reuniones parti-cipaban las mujeres y los representantes delpueblo. Aquella vieja casona se transformabaen el foro poltico donde se elevaron los inte-reses patrios. Ese es el origen de su nombre.

    Esquina de Sociedad

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    En la Colonia, exista el mercado de la PlazaMayor actual Plaza Bolvar, donde los caraque-os celebraban sus fiestas y reuniones bebiendoguarapa. Dicha bebida se venda como pan ca-liente. Todos aquellos que queran refrescarse yalegrarse un poco pasaban un rato por el mer-cado y compraban su vaso. Cerca del mercadoexista una bodega propiedad de los hermanos

    Prez (dos espaoles isleos que se oponan a laIndependencia y odiaban a muerte a los patrio-tas). Agustn y Juan Prez iban de calle en callemaldiciendo la libertad de los esclavos, pidin-dole a Dios que restituyera a las autoridadesespaolas y el poder de Fernando VII. Los doshermanos se quejaban de lo que considerabanuna traicin y vivieron con rencor los sucesosde 1810. A partir de estos hechos decidieronconvertir su negocio en una guarida para todosaquellos conspiradores que buscaban derrocarel gobierno de la Primera Repblica.

    Juan Prez era un fantico religioso, por ello,era muy popular en la Catedral de Caracas y el

    Palacio Arzobispal. Su carcter poco amigable lehaba metido en muchos problemas y peleas. Suhermano Agustn comparta las mismas ideas yprotega su negocio con cruces y escapularios.Este hombre temeroso invent un aparatajepara vender la guarapa sin necesidad de abrirla ventana de su casa. Dicho instrumento con-sista en un cntaro giratorio que sacaba la

    guarapa a la calle. Aquellos viejos bebedoresdepositaban sus monedas en una alcanca y,como por arte de magia, obtenan la guarapa.El ingenio de este comerciante se propag portodos los rincones de la ciudad y, como erapeculiar para los habitantes ver salir el chorrode guarapa, llamaron El Chorro a la esquina.Los dos hermanos en sus andanzas conspira-doras tuvieron un final trgico. Juan Prez sefue con un grupo de realistas en una rebelinmal organizada. El grupo fue capturado enuna rpida accin por las fuerzas patriotas yJuan Prez fue fusilado. Agustn, el guarape-ro, no particip en esa aventura, pero al poco

    Esquina El Chorro

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    tiempo de la muerte de su hermano, se unia las fuerzas realistas de Monteverde, aquel

    ejrcito imperial dio rienda suelta a todo tipode desmanes. La leyenda qued para la historia,y del chorro de guarapa que sala de aquellabodega encontr su nombre este sitio.

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    Como su nombre lo refiere, esta esquina deCaracas estaba poblada por unos altos y fron-dosos cipreses que se movan con el ir y venirdel viento, dando a todo ese espacio un airede grandeza y solemnidad.

    Los cipreses eran una joya de la naturalezaporque con su altura y verdor protegan a los

    caminantes del inclemente sol tropical. Lassombras de estos rboles vieron pasear alpadre Sojo, quien fund la primera escuela demsica que existi en Caracas en su haciendaChacao. Apasionado de la naturaleza, el pa-dre Sojo perteneca a la orden religiosa de losneristas, una cofrada de monjes a quienesles gustaba el arte y la msica. Los cipreses

    maravillaban a aquellos que pasaban cercade la esquina donde se reunan los monjes a

    limpiar violines, arreglar partituras y practicarcantos religiosos, esperando ver llegar a su l-der en los portalones.

    Todo ese pedazo de la ciudad estaba llenode jardines y se respiraba una paz especialque pareca fomentar la contemplacin y lacreacin. Los cipreses fueron sembrados para

    cobijar el cementerio de la cofrada de mon-jes, semejando un camposanto romano. Elfin era darle grandeza a este sitio hacindoloms parecido a un cementerio del Vaticano.Guzmn Blanco construy la Iglesia de SantaTeresa sobre el Convento de los neristas y,muy cerca, se encuentra el Teatro Nacional.En el tiempo de los grandes cipreses se cuenta

    que no caban los msicos y toda la esquinaera una sola meloda.

    Esquina de Cipreses

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    Retrocediendo en el tiempo llegamos a lavieja Plaza Mayor o Plaza de Armas de Caracas.Nos encontramos con un gran mercado p-blico lleno de toldos, caballos, mulas, papas,carne de cochino y comerciantes. Esa Plaza deArmas tena muchas funciones, all se hacanlas paradas militares y la autoridad espaola

    sacaba a sus esclavos a llevar sol y ltigo. Losindgenas moran de hambre o enfermedadesa su alrededor y en las maanas era comnpresenciar los ajusticiamientos de los presos. Enla esquina inferior de la plaza existan unas gra-das, por este motivo los caraqueos llamarona la esquina Gradillas. En el siglo fue el puntode reunin de los escritores y artistas, transfor-

    mndose en un lugar de discusin poltica.La importancia histrica de esta esquina tie-

    ne como protagonista a Simn Bolvar. En 1788 lefue entregada como herencia la que conocemos

    en la actualidad como casa de Gradillas. En todala esquina vivi con su esposa Mara Teresa delToro, con quien se cas en 1802 en Madrid (Es-paa). Mara Teresa del Toro era sobrina del mar-qus del Toro y perteneca a la aristocracia criolla,posea una valiosa fortuna y varias haciendas.Para esa poca, las ideas independentistas no se

    haban definido del todo en el joven Bolvar.En la Esquina de Gradillas el Libertador vivi

    una corta etapa, ya que el 22 de enero de 1803Mara Teresa falleci a causa de la fiebre ama-rilla. Este hecho lo llev a jurar que no volve-ra a contraer matrimonio. De la Esquina deGradillas parti el cortejo fnebre con losrestos mortales de la joven esposa, y la casa

    pas a tener varios usos luego de ser abando-nada. Desde almacn hasta zapatera. En laactualidad, se llevan a cabo trabajos de recu-peracin que le devuelven su valor histrico.

    Esquina de Gradillas

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    Antes de elevar sus cruces al cielo, los con-quistadores buscaron un sitio estratgico dondeconstruir un cuartel para las filas de soldados,quienes en su mayora eran criminales, a loscuales un buen da sacaron de las crceles es-paolas para embarcarlos hacia Amrica. Elcuartel de dos pisos que se construy al ladode la Plaza de Armas se llam el Principal. En

    el primer piso vivan apiados los soldados yen los anchos salones del segundo se esponja-ban en sus sillones las autoridades militares dela Colonia. Sus paredones funcionaron a lo lar-go de la Conquista como una efectiva prisin ypalacio de torturas. Encerrados all, murieronesclavos, mujeres condenadas, revolucionariosy espaoles que protestaban algunas medidas

    tomadas por la Corona. Entre las funcionesdel cuartel estaba seleccionar a los reos queseran trasladados a la Crcel Real, ubicada alfrente. Las dos instituciones se comunicabande manera efectiva y elaboraban planes enconjunto. Por un tiempo se le llam Esquina

    de La Crcel, pero el nombre de Principal que-d en la memoria de los venezolanos. Con suconstruccin, los conquistadores se sintieronseguros por contar con alojamiento para susarcabuces, sus armaduras y sus lanzas medie-vales. Su entrada estaba protegida por perrosentrenados que presenciaron el ir y venir de lahistoria venezolana.

    Uno de los hechos ms importantes ocurri-dos en la Esquina de Principal tuvo como pro-tagonista a Jos Mara Espaa. Este personajehistrico naci en La Guaira en 1761, y desdesu juventud se haba mostrado interesadoen la Independencia de Venezuela. En el ao1793 fue nombrado teniente de justicia enMacuto. Los acontecimientos de la Revolucin

    francesa (1789) lo inspiraron en su lucha con-tra el sistema colonial. A partir de esos aos,comenz a organizar una clula revolucionariaen su casa que tena como objetivo generar unalzamiento de esclavos y dar al traste con laautoridad del rey. Aunque las comunicaciones

    Esquina de Principal

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    en la poca eran lentas por la falta de mediosy el control de la informacin, Jos Mara Espaa

    contaba con una red de amigos y estaba altanto de los movimientos contra las monar-quas europeas. Entre los que se organizabanen la clula de Jos Mara Espaa podemosnombrar a Manuel Gual y a Simn Rodrguez,el primero era un estratega militar y el segun-do fund las races del pensamiento indepen-dentista en Latinoamrica.

    En 1797 lleg a La Guaira un barco con variosprisioneros pertenecientes a una logia masni-ca de Madrid. Aquellos sujetos haban llevadoa cabo actos de sublevacin contra la Coronaespaola y estaban condenados a morir ence-rrados en las mazmorras de Cartagena por or-den de su majestad. Sus lderes, Juan BautistaPicornell y Manuel Corts, se alistaron en el

    movimiento de Jos Mara Espaa y ManuelGual, quienes ese mismo ao los ayudaron afugarse de la prisin provisional. Entre el grupotambin se encontraban otros personajes his-tricos, tales como: Bernardo Garaza, ManuelCampomanes, Joaqun Villalba y Sebastin

    Andrs. Los fugados se refugiaron en la actualRepblica Dominicana, desde all publicaron

    una serie de textos revolucionarios y unacancin independentista. Este movimientorevolucionario fue delatado a las autoridadescoloniales luego de la captura de un comercian-te llamado Montesinos, el cual tena contactoscon las milicias pardas. Manuel Gual, al ente-rarse, baj rpidamente a La Guaira y cont losucedido a Espaa. Los dos hombres huyeron

    hacia las Antillas y se escondieron en Trinidad.Sus cabezas tenan precio, la de Gual costaba10.000 pesos, por su condicin de militar, yla de Jos Mara Espaa 5.000 pesos, al pare-cer vala menos por contener las ideas y losfundamentos tericos del movimiento, entreellos la abolicin de la esclavitud.

    En 1799 Jos Mara Espaa volvi a La Guaira

    disfrazado de marinero, desde Macuto se trasla-d a una hacienda en Naiguat, propiedad de sufamilia. All organiz una rebelin de esclavos,confiaba en que la condicin de oprimidos serasuficiente para que se sumaran a la lucha. Sinembargo, fue un esclavo quien lo traicion.

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    Temiendo perder el control de Venezuela,el capitn Manuel de Guevara y Vasconcelos

    envo sus tropas a efectuar el arresto de JosMara Espaa. Desde La Guaira, lo subieronamarrado a una mula hasta el cuartel prin-cipal. No tardaron mucho en el juicio, el ver-dugo prepar la horca en la Plaza Mayor y locondenaron a muerte. Se cuenta que antes dela ejecucin, las autoridades le pidieron quese arrepintiera por la osada y el mrtir respon-

    di: Mis restos sern honrados.

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    Miguelacho era un buen tipo, un bodegueroque se ganaba la vida sanamente, su bodegaera famosa por ser el lugar de reunin paratodos los vecinos, corran los aos de 1800 yestaba en marcha el proceso que culminarael 19 de abril, diez aos despus. Para esa po-ca, Miguelacho se haba hecho muy popular, al

    igual que la parroquia La Candelaria, cons-truida por canarios a lo largo de la Conquistaespaola. Los canarios trajeron consigo a lavirgen de la Candelaria como patrona de suvida y sus bienes.

    Miguelacho se caracterizaba por ser amisto-so y estar siempre con una sonrisa detrs delmostrador. Entre los pedazos de quesos, los

    sacos de harina, los caramelos, las panelasde papeln y los trozos de carne, asomaba lacabeza Miguelacho, el bodeguero pana, y pre-guntaba entre risas a los muchachos: De ques el mandao?. Todo aquel que iba con unalista de tantos kilos de harina, unas lonjas

    de queso y un pedazo de papeln, encontra-ba en Miguelacho la solucin, especialmentelos muchachitos con sus apas. As, se hizofamoso el negocio y el rumor corri por todala ciudad. Miguelacho tena por esposa a unaferviente realista que buscaba una oportuni-dad para ascender en la escala social, es de-

    cir, soaba con ser una gran seora. Todos losdas se quejaba por ser la compaera de unbodeguero sin fortuna. Miguelacho no le ha-ca caso y se conformaba con hacer feliz a losnios regalndoles sus caramelos. La pobremujer no entenda por qu su marido no secomportaba de manera avariciosa, tampocoentenda por qu no buscaba un puesto en la

    burocracia colonial y haca fortuna.En 1812 ya haba cado la Primera Repblica,

    Francisco de Miranda capitul ante las fuerzasde Domingo Monteverde, este hecho llev a lospatriotas a reagrupar sus fuerzas para recupe-rar la patria. En 1813 Simn Bolvar, en medio

    Esquina de Miguelacho

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    de la lucha por la Independencia, decret laGuerra a Muerte a espaoles y canarios enSanta Ana de Trujillo. Miguelacho fue apresa-

    do en su bodega, y cuando iba a ser trasladadoa la crcel, un alboroto se apoder del vecin-dario. Toda la gente que conoca a Miguelachocomenz a pedir su libertad. Despus de unashoras, los gritos lograron su objetivo, y la bo-dega estuvo abierta durante mucho tiempo.

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    La palabra Traposos refiere a ropa vieja,es decir, a trapos. La leyenda sobre esta es-quina de la ciudad nos lleva a los aos de laPrimera Repblica. En 1814 un comercianteespaol llamado Jos Toms Boves tom laciudad de Caracas. Simn Bolvar y los pa-

    triotas haban perdido su primer intento degobierno independiente. El hecho que seconoce como La emigracin a Oriente fuecomandado por el propio Bolvar, dejando laciudad vaca. Boves encontr las calles y lascasas desoladas. Su ejrcito compuesto pornegros, pardos e indgenas, se caracterizabapor sembrar el horror en una guerra don-

    de los oprimidos haban encontrado quienlos organizara y los hiciera visibles. El odiosembrado por la esclavitud brot como unacosecha de fuego por los campos y ciudadesde Venezuela.

    Con la entrada de Boves a Caracas llegaron fa-milias de espaoles, se cuenta que una deellas tena por nombre Traposos. Los Trapo-sos se asentaron en una casa diagonal a laesquina y bautizaron el lugar con su pom-poso apellido. Otra leyenda cuenta que Tra-

    posos era una familia aristocrtica y lujosaque disfrutaba haciendo gala de sus rique-zas. Les gustaba exhibirse en todo su esplen-dor, derrochaban fortunas, es decir, una fa-milia arrogante de la Caracas colonial que,un buen da, vio como se derrumbaba todosu poder econmico. La desgracia toc a suspuertas y los dej sin nada, solo les queda-

    ron los tristes trapos que llevaban encima, yse vieron en la obligacin de venderlos paracomer. Las historias guardan similitud encuanto al hecho familiar, lo cierto es que laesquina con el nombre de Traposos, qued.

    Esquina de Traposos

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    En los aos 1600, las seoras de alta so-ciedad vivan con la preocupacin de no iral infierno, esas seoras encopetadas, llenasde haciendas y esclavos, dedicaban los lti-mos aos de su vida a hacer la caridad, conla esperanza de encontrar abiertas las puertas

    del cielo para su alma. Movidas por la fe, ayu-daban a hurfanos y pobres diablos, adems,se comprometan a fundar conventos. En esapoca, Caracas era un ciudad tomada por laIglesia, institucin que ejerciendo el latifundiose adue de gran parte del valle, y sus temploseran el refugio para reliquias valiosas. Juanade Villela era una de aquellas mujeres espa-

    olas de alcurnia que un da decidi dedicarsu vida a Dios. Cuando muri su esposo, uncapitn de apellido Martnez, la seora, juntoa sus cuatro hijas, dos sobrinas y unas criadas,pidi autorizacin al rgimen colonial paraconvertir la casa del hidalgo capitn en un

    convento. En 1637 naci el Convento de lasMonjas Concepciones y, de esta manera, la se-ora Villela y sus monjas comenzaron a recibirayudas econmicas.

    En esa casa de retiro no se aceptaban mu-chachas negras, debido a la discriminacin

    social. Las aspirantes deban ser blancas y delinaje aristocrtico, sus familias deban com-prometerse con ayudas para promover la fey el recogimiento espiritual, y estaba prohibi-da la lectura. A principios de 1700 convivanall con las monjas una gran cantidad de sir-vientas, haba ms gente limpiando reliquiasy cuartos que jovencitas entregadas a Dios.

    Una de las mujeres ms importantes de nues-tra historia estuvo encerrada en aquel oscurolugar, Luisa Cceres de Arismendi, quien fuerecluida en un cuarto de penitencias, vigiladade cerca por los ojos inquisidores de las monjasConcepciones que todos los das pedan a la

    Esquina de Las Monjas

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    herona que se arrepintiera de sus pecados.

    Se contaba que las paredes del convento ence-rraban secretos siniestros y joyas de gran valor.Al parecer, las monjas gustaban mucho deloro y de las perlas preciosas. En 1874 GuzmnBlanco decret la prohibicin de los conventos,el recinto de las Concepciones fue demolido ysobre sus restos se levant el Capitolio de la na-cin. Pero no fue tan fcil desalojar a las mujeres

    de Dios, se necesit un contingente de soldadospara abrir las puertas del claustro, acto seguidosalieron en fila con lo que llevaban encima. Delas riquezas que escondan no se supo nada,la leyenda popular cuenta que antes de aban-donar el convento, la ltima abadesa (MaraTeresa de las Llagas) se encarg de sepultar oesconder las sagradas riquezas. Las escaleras

    principales dejaron de ser el reposo de losmendigos, y las esclavas negras dejaron tiradoslos trapos de limpieza a los pies de los santos.

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    La casa de las Madrices fue construida en elsiglo por Domingo Rodrguez de la Madriz,un rico personaje de la Colonia. Aquel acauda-lado personaje pudo levantar una de las casasms imponentes de la pequea ciudad. Con-taba con hermosos balcones, jardines lujosos yuna decoracin imperial. La historia recuerda

    esta casa como el hogar de los ltimos goberna-dores coloniales, representantes de los despista-dos reyes espaoles. Vicente de Emparan estuvorecluido en la casa de las Madrices esperandosu expulsin de la patria. Sus dos anteceso-res, Carbonell y Guevara Vasconcelos, tambinvivieron all.

    Cuando muri el viejo Domingo de la Madriz,

    la casa pas a manos de su hijo Felipe, quienera capitn y se desempe como alcalde deCaracas en 1704. Las hijas de este capitn na-cieron entre 1690 y 1712, ellas le dieron fama

    a la casa y a la esquina porque organizabanlas bienvenidas a los enviados de la Corona.Se cuenta que aquellas fiestas eran famosaspor la pompa y el despilfarro, adems, las nie-tas del viejo Domingo de la Madriz celebra-ban con excesos y levantaban pasiones entrelos visitantes.

    En la Colonia, la casa de las Madrices fue unasucursal del imperio espaol en Venezuela, de-trs de sus puertas y ventanales se reuna lacrema y nata de la sociedad, acompaada porla msica y los poemas que recitaban las lla-madas Madrices. Se cuenta que Simn Bolvarla visit en una fiesta organizada en honor aEmparan y all brind por la Independencia con

    el ltimo capitn general. Otro hecho histricoimportante se llev a cabo en 1856, cuandoen la casa se firm el decreto que nombraba aCaracas como ciudad capital.

    Esquina de Madrices

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    Rub Romualda era una amante de la co-cina y una mujer trabajadora. Desde muy jo-ven decidi ganarse la vida sazonando guisosy asopados. Por aquellos das, su casa se lle-naba con olores de manjares y pareca flotarpor los cielos caraqueos, mientras Romualda

    preparaba una gran olla de mondongo. Con eltiempo esa casa se convirti en un pequeorestaurante que serva para que las familiasdisfrutaran tardes llenas de sabor. En 1826el negocio estaba bien establecido y gozabade una gran popularidad. En los das de fies-tas patronales o de carnavales se llenaba demsica, y Romualda en la cocina mezclaba

    recetas y confeccionaba sus mejores platos.Un sabor especial tena aquella comida. Enesos tiempos, se cocinaba a lea, el fuego segraduaba con unos ganchos que bajaban ysuban los calderos. Desde el este de Cara-cas, las familias adineradas no resistieron la

    tentacin y comenzaron a visitar la casa de lahumilde Romualda.

    Cerca de aquel restaurante estaba el puentede Catuche, el cual se construy con la finali-dad de facilitar la bsqueda de agua a los ca-raqueos, quienes caminaban hasta la Plaza de

    Armas a llenar sus pipotes en una fuente cer-cana. Gracias al puente, el negocio de Romualdase benefici mucho y pudo alimentar a susocho hijos (cinco nias y tres nios). En 1827 elLibertador entr a la Candelaria rumbo a laQuinta Anauco, la vieja casona propiedad delmarqus del Toro. Vena herido, enfrentandotraiciones y con un proyecto de unin latinoa-

    mericana que se le escapaba en el horizonte.Ese rostro lacerado por las guerras, firme enmedio de la tragedia histrica, tejido de sudo-res y volcado en un fuego de lucha, fue el rostrolibertario detallado por los ojos de la cocineraRomualda y sus hijos. La familia celebr el paso

    Esquina de Romualda

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    del lder, el hijo de mantuanos que sacrificsu vida por la patria. Romualda, eufrica, olvi-d los fogones y grit: Viva! ante el hroe quevea por ltima vez el cielo caraqueo.

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    La ciudad de Caracas se construy en unrecuadro y se fue extendiendo hacia todos lospuntos cardinales. Sobre esos espacios se le-vantaron las casas coloniales, famosas por susamplios solares, sus ventanales y sus techos dearcilla roja. La poblacin era pequea, las que-bradas y ros eran limpios. Las avenidas, por

    su parte, eran hileras de rboles abrazados ylas pequeas calles eran de piedra. Entre esasfras calles caminaba Lorenzo Marrn todoslos das al encuentro de su familia, al parecerera un hombre apacible y dedicado a sus ofi-cios diarios. Su familia estaba compuesta porvarias hijas. Adems de su dedicacin familiar,el seor Marrn se diverta con los juegos de

    pelota vasca, este juego lo poda disfrutar to-das las tardes cerca de su casa, una viviendatpica del siglo .

    Por las ventanas de aquella casa se aparecanlos pretendientes casuales de las Marrones para

    dejar sus cartas, sus serenatas y alguno queotro regalo. Su madre se llamaba Juana Reina,quien era celosa con las nias y vigilaba quetodo estuviera en orden. Su sueo era que lasMarrones se desposaran con caballeros de altaalcurnia, lo mismo deseaba Lorenzo. Pero en-tre todos esos sueos, haba otro que no dejaba

    dormir al viejo, el juego de la pelota, practicadopor la gente de sociedad, es decir, de dinero. Enel vaivn de las pelotas pensaba cmo cons-truir un espacio deportivo. Fue entonces quetom la decisin de ir hasta el Cabildo a pedirla autorizacin y el apoyo. En 1778 se escogieronlos terrenos de la primera carnicera fundada enCaracas para construir la cancha. Con el tiem-

    po, esa cancha rudimentaria se transform enla Plaza Espaa. Pero la leyenda de LorenzoMarrn creca en toda la ciudad. Y la esquinade Marrn pas a la historia, junto a la bellezade las Marrones y sus enamorados.

    Esquina de La Marrn

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    La fe en la religin catlica se respira enesta esquina, especialmente en los tiemposde Semana Santa cuando los inciensos y lasestampillas populares de santos adornan lascalles. San Pablo era un gran templo en la pocade la Colonia, no por su imponencia, sino por

    poseer la imagen del Nazareno de San Pablo,una escultura venerada por los creyentes.Este Nazareno fue tallado en madera de pinoy trado de Sevilla (Espaa). La leyenda popu-lar cuenta que el Nazareno le pregunt a sucreador: Dnde me has visto que me hashecho tan perfecto?. Y el escultor, Felipe deRibas, estuvo a punto de enloquecer.

    Es tradicin para los feligreses marcharen procesin a cumplir con las promesas he-chas al Nazareno. El pueblo le otorga poderesmgicos y milagrosos, y acostumbra a vestirde morado evocando el dolor y martirio delSeor. El encargado de traer al Nazareno a

    Caracas fue fray Gonzlez de Acua, en 1674.Para el siglo , Caracas sufri una epidemiade vmito negro, la enfermedad que causabaestragos, principalmente en los pobres. Fueentonces, cuando el pueblo se concentr enla Iglesia de San Pablo pidiendo un milagro al

    Seor. Al ver que nada suceda, decidieron sa-car en procesin al Nazareno y elevar cnticosreligiosos. Cerca de la Iglesia se haba sembra-do varios rboles de limones que servan pararefrescar el ambiente, la corona del Nazarenocon todas sus espinas y su sangre se enreden una rama y varios limones cayeron del cie-lo. Los creyentes, posedos por una revelacin

    comenzaron a hacer limonadas y la epidemiadesapareci.En 1880 la Iglesia de San Pablo fue demolida

    en la administracin de Guzmn Blanco y, enel mismo sitio, se levant el Teatro Municipal.Por su parte, el Nazareno fue colocado en la

    Esquina de San Pablo

    I l i d S t T t ll

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    Iglesia de Santa Teresa, unos metros ms all.Y desde all sigue cargando el peso de la cruz,aliviando con sus milagros a los devotos.

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    En la antigedad, los mares eran la va decomunicacin entre los continentes. Los bar-cos y galeones cruzaban de costa a costa elmundo, y los grandes pueblos por lo generaleran grandes navegantes. Luego del arribo delos espaoles a los mares de Amrica, los in-gleses y los holandeses tambin se lanzaron enaventuras de conquista. Tenan como objetivocontrolar rutas y asaltar los galeones espaolescargados de riquezas. Para impedir esos asal-tos en territorio continental se construyeronfuertes, castillos y grandes murallas. Debemosrecordar que Caracas es una ciudad estratgicapor su ubicacin geogrfica. Los piratas euro-peos solan estudiar de manera metdica sus

    asaltos, y elegan puertos y ciudades desprote-gidos. Como la mayor parte de la colonizacinamericana la llevaron a cabo espaoles y portu-gueses, los otros reinos e imperios se dedicarona arrebatar lo que podan, es decir, agarraban loque fuera con la ayuda de sus piratas, entre

    ellos, el famoso ingls Francis Drake.Para proteger Caracas se construy una

    muralla que le pona lmites a la ciudad porla altura de la actual avenida Urdaneta. Peroaquella muralla no se termin porque lasautoridades se decidieron por otros mtodos.As, fue abandonada a su suerte, hasta que losvascos llegaron con la Compaa Guipuzcoanaen 1728. En su tierra natal, mataban el tiempojugando a la pelota. Pero en la ciudad de en-tonces no haba espacios para el deporte y losvascos se aburran en sus tareas administrati-vas. Por ello, decidieron jugar en aquella murallaamarillenta. Desde entonces la calle que la bor-deaba se conoci como calle de La Pelota.

    Cuando la muralla fue destruida para traba-jos urbansticos, los aficionados al juego sequedaron sin diversin, y el sitio se comenza llamar Esquina de La Pelota. Partidas memora-bles se llevaron a cabo en aquella fortaleza ymuchos profesionales sudaron la gota gorda.

    Esquina de La Pelota

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    E i El M t

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    Tener la osada de circular o pararse en estaesquina, donde un muerto estuvo vivo, es algoque nos lleva a los territorios del horror o dela fantasa. Lo popular del nombre le ha dadoun lugar especial en la memoria. La leyendase remonta al siglo , cuando la lucha de cla-ses en Venezuela tuvo como escenario Caracas.En 1830 muri Simn Bolvar con una camisaprestada y expulsado como un hereje. En losaos siguientes, se llevaron a cabo rebelionespopulares y guerras civiles. La misma desigual-dad reinaba desde los tiempos de la Coloniay las mismas familias se repartan las rique-zas. Uno de esos enfrentamientos se llam laGuerra Federal, tambin conocida como Guerra

    de los Cinco Aos.Esta guerra se desarroll principalmente enlos llanos y en el centro del pas, fue la lucha mslarga luego de la Independencia (1859-1863), y laque ms prdidas humanas ocasion. Las fuer-zas populares estaban agrupadas en guerrillas

    campesinas y tenan como lderes militares aEzequiel Zamora y Juan Crisstomo Falcn. Lasfuerzas de la oligarqua estaban reunidas en loscentralistas y tenan como mxima figura aJos Antonio Pez. Los enfrentamientos erancomunes en la ciudad, los ejrcitos conserva-dores cuidaban las casas y propiedades de laoligarqua, mientras las guerrillas se acerca-ban a sus objetivos con sigilo. Se luchaba asangre y fuego. De ambos bandos se contabanpor miles los muertos, y las fuerzas centralis-tas no podan oponer resistencia a las fuerzasfederales.

    Luego de las batallas, pasaban por las callescamilleros y voluntarios recogiendo los cados.

    As vieron el cuerpo de un soldado centra-lista tirado, y rpidamente lo montaron ensu camilla para llevarlo al cementerio. Luegode caminar unos metros, el soldado alz lacabeza para decir: No me lleven a enterrar,que todava estoy vivo. Al escuchar esto, los

    Esquina El Muerto

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    camilleros soltaron todo y salieron corriendo. Elcuento corri por toda la ciudad y los caraque-

    os pasaban sealando la esquina diciendo:Ah, estaba vivo el muerto!. Muchos viaje-ros y caminantes narran haber visto a un sol-dado pararse en la esquina, con su uniformemanchado de plvora y su bayoneta al hom-bro. El muerto prefiere las noches para paseary mirar desde el ms all a los transentesque crucen la calle.

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    Esquina del Cuj

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    En el siglo vivi en Caracas un zapa-tero llamado Carrasquero. Eran tiempos deoscuridad y la Iglesia prohiba libros y fiestas.Sin embargo, aquel zapatero era un personajeextrao y ocurrente. Tena conocimientos deastrologa y predeca tragedias; para la poca,era un vidente, un ser mgico. Pero el nego-cio de los zapatos no daba mucho dinero y lacomida era escasa. As que Carrasquero co-menz a usar sus poderes para ver muertos yfantasmas que le revelaban un mundo lleno deriquezas. Segn aquel zapatero, Caracas esta-ba llena de tesoros enterrados, bales llenosde oro y plata dejados en el olvido por piratasy familias ricas. Todas las maanas espera-ba la oportunidad para encontrar alguno. Lasnimas en pena merodeaban por los montesy caminos, sealando los lugares alejados yoscuros. La casa de nuestro vidente tena porcompaero un brillante rbol de cuj que le re-galaba una fresca sombra en los das soleados.

    Una noche, Carrasquero vio un muerto cami-nando cerca del rbol, aquel espectro era unaseal del ms all, y aunque el muerto no ledijo nada, los poderes del zapatero fueronsuficientes para entender que cerca del rbolhaba un tesoro.

    Al otro da, se fue al Convento de San Jacinto yle cont la historia a un monje amigo. Le dijoque era un tesoro grande y que eso lo iba ahacer rico. El monje se ofreci a ayudarlo ylo invit a bajar al stano del convento cuan-do fueran las doce de la noche. Carrasquerohizo lo que el monje le indic y a la media-noche volvi. Antes de bajar al stano, tomuna cruz y su compadre le dio una triste velapara guiarse en el camino. Al llegar, vio en-tre las sombras una figura encapuchada quelo interrog. El zapatero nervioso le preguntsobre el tesoro y el espectro lo envo a cavarcerca del rbol en direccin al nor-oriente.Temblando, el pobre Carrasquero subi de

    Esquina del Cuj

    l l ll l d

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    nuevo por las escaleras, y all lo encontr des-mayado el monje. Al volver en s, narr lo quehaba visto y escuchado del muerto. El monje

    le dijo que dejara tranquilo el entierro, que lse encargaba de todo. El zapatero regres a sucasa, y con los labios congelados del miedo seacost a dormir. En el convento, el monje serea recordando como se escondi en el sta-no y se hizo pasar por espectro.

    Del tesoro no se supo ms nada, Carrasquerosigui remendando y arreglando tacones. El cujpas a la historia por su frondosidad y belleza.Con el tiempo, otros caraqueos y soadoresbuscaron sin xito la fortuna. Pero la esquinaguard para la historia su nombre y, en susentraas, el entierro.

    Bibli f lt d

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    Bibliografa consultada

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    Nazoa, Aquiles. (2004). Caracas fsica y espiritual. Caracas: Editorial Panapo.

    Nez, Enrique Bernardo. (2005). La ciudad de los techos rojos (seleccin). Caracas: Monte vila Editores.

    ndice

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    ndiceHistoria de la conquista de Caracas 9

    Esquina de La Torre 21

    Esquina de Sociedad 25

    Esquina El Chorro 27

    Esquina de Cipreses 31

    Esquina de Gradillas 33

    Esquina de Principal 35

    Esquina de Miguelacho 39

    Esquina de Traposos 43

    Esquina de Las Monjas 45

    Esquina de Madrices 49

  • 7/24/2019 La Primera Caracas

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    Esquina de Romualda 51

    Esquina de La Marrn 55

    Esquina de San Pablo 57

    Esquina de La Pelota 61

    Esquina El Muerto 63

    Esquina del Cuj 67

    Bibliografa consultada 69

  • 7/24/2019 La Primera Caracas

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    5.000 ejemplaresEste libro se termin de imprimir enla Fundacin Imprenta de la Cultura

    en el mes de junio de 2015Guarenas - Venezuela

  • 7/24/2019 La Primera Caracas

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