La radio y la guerra

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ANTONIO PASQUALI EL SALVADOR LA RADIO Y LA GUERRA Aunque la radio sea protagonista de historias míticas muy pocos han sabido aprovecharla en su dimensión de cambio. Un venezolano, Carlos Henríquez Consalvi, descubrió su secreto. En los diez años que estuvo al mando de Radio Venceremos fue portavoz de la guerrilla salvadoreña, consiguió en el micrófono una poderosa arma de combate. N o toda la radiodifusión latinoamericana, lo que se dice toda, persigue fines de lucro. Para 1987 las emisoras comerciales de la región eran 4.872, con un total de 38.306 Kw. de potencia. Las estaciones de servicio público, o genéricamente educativas y culturales, eran 421, con 4.011 Kw. en antena. De éstas sólo 179 eran enteramente finan- ciadas por sectores públicos. Redondeando tanto por números de emisoras como por potencia de emisión, nuestra relación comercial/no comercial en radio es de 9 a 1. En inversiones, obviamente, el dese- quilibrio es más acentuado. Siempre en 1987, la radio comercial latinoamericana (estamos hablando de la pariente pobre del mercado publicitario) ingresó unos 150 millones de dólares. Las emisoras públicas o culturales viven, o sobreviven, de migajas. El presupuesto de nuestra Radio Nacional de Venezuela es de 0,5 millones de dólares. Luego, habría que contar -lo que no siempre es factible- la radio marginal, tanto en sentido topográ- fico (la que emite desde fuera del territo- rio o desde él, pero retransmitiendo emisoras foráneas), como en sentido ANTONIO PASQUALI es escritor y comunicólo- go. Entre sus libros más recientes se destacan Comunicación y cultura de masas y La comunicación cercenada de Monte Avila Editores. legal: las emisoras menos que alternati- vas, no licenciadas y volátiles. De este minúsculo subgrupo forman parte las transmisoras clandestinas o guerrilleras, a veces de paupérrima calidad técnica pero de gran impacto político. De estas últimas no hay muchos ejemplos que citar en la región. Tal vez el caso más exitoso sea el de El Salvador, donde Radio Farabundo Martí y Radio Venceremos fueron protagonistas muy activos de una terrible guerra interna, ofi- cialmente y ojalá que en los hechos, con- cluida hace pocos meses. Un istmo bajo vigilancia Centroamérica es una extremidad d la parte norte del continente más i una faja comunicante con la parte sif irrigada por la arteria de la Panam ricana que se detiene en Darién al pasar a Colombia. Es la temible y vigila! da "cinta negra", que para muchos salí vadoreños presentó el deslinde entre I vida y la muerte. Todo lo que sucede el cualquiera de sus puntos repercute! sobre la totalidad de un istmo que esl políticamente una península. En sosl países se experimenta más que en otrasl partes la vigilancia y el protectorado del Estados Unidos, con incursiones ruso-f cubanas. Su economía agrícola es frágil cualquier fluctuación en los mercados de café o del banano pueden desquiciarla. I Costa Rica, la desarmada, pretende jugar en el corredor, con escasos resul- tados, un rol suizo au dessus dela melée (lo que no le impidió obtener dinero del ultraderechista Principado de Liechtenstein para montar una red radial antisandinista en su frontera norte con Nicaragua). Ahora Centroamérica está de moda por más positivas razones: la india guatemalteca Rigoberta Menchú acaba de obtener (quinto centenario ayudando) un merecidísimo Nobel, y el 15 de diciembre pasado, gobierno e insurrectos El músico mayor 16 CHASQUI 45, abril 1993

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Aunque la radio sea protagonista de historias míticas muy pocos han sabido aprovecharla en su dimensión de cambio. Un venezolano, Carlos Henríquez Consalvi, descubrió su secreto. En los diez años que estuvo al mando de Radio Venceremos fue portavoz de la guerrilla salvadoreña, consiguió en el micrófono una poderosa arma de combate. Un istmo bajo vigilancia 16 CHASQUI 45, abril 1993 El músico mayor

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ANTONIO PASQUALIEL SALVADOR

LA RADIO Y LAGUERRA

Aunque la radio sea protagonista de historias míticas muy pocos hansabido aprovecharla en su dimensión de cambio. Un venezolano,

Carlos Henríquez Consalvi, descubrió su secreto. En los diez años queestuvo al mando de Radio Venceremos fue portavoz de la guerrilla

salvadoreña, consiguió en el micrófono una poderosa arma de

combate.

No toda la radiodifusiónlatinoamericana, lo quese dice toda, persiguefines de lucro. Para 1987las emisoras comercialesde la región eran 4.872,

con un total de 38.306 Kw. de potencia.Las estaciones de servicio público, ogenéricamente educativas y culturales,eran 421, con 4.011 Kw. en antena. Deéstas sólo 179 eran enteramente finan-ciadas por sectores públicos.Redondeando tanto por números deemisoras como por potencia de emisión,nuestra relación comercial/no comercialen radio es de 9 a 1.

En inversiones, obviamente, el dese-quilibrio es más acentuado. Siempre en1987, la radio comercial latinoamericana(estamos hablando de la pariente pobredel mercado publicitario) ingresó unos150 millones de dólares. Las emisoraspúblicas o culturales viven, o sobreviven,de migajas. El presupuesto de nuestraRadio Nacional de Venezuela es de 0,5millones de dólares. Luego, habría quecontar -lo que no siempre es factible- laradio marginal, tanto en sentido topográ-fico (la que emite desde fuera del territo-rio o desde él, pero retransmitiendoemisoras foráneas), como en sentido

ANTONIO PASQUALI es escritor y comunicólo-go. Entre sus libros más recientes se destacanComunicación y cultura de masas y Lacomunicación cercenada de Monte AvilaEditores.

legal: las emisoras menos que alternati-vas, no licenciadas y volátiles. De esteminúsculo subgrupo forman parte lastransmisoras clandestinas o guerrilleras,a veces de paupérrima calidad técnicapero de gran impacto político. De estasúltimas no hay muchos ejemplos quecitar en la región. Tal vez el caso másexitoso sea el de El Salvador, dondeRadio Farabundo Martí y RadioVenceremos fueron protagonistas muyactivos de una terrible guerra interna, ofi-cialmente y ojalá que en los hechos, con-cluida hace pocos meses.

Un istmo bajo vigilanciaCentroamérica es una extremidad d

la parte norte del continente más iuna faja comunicante con la parte sifirrigada por la arteria de la Panamricana que se detiene en Darién alpasar a Colombia. Es la temible y vigila!da "cinta negra", que para muchos salívadoreños presentó el deslinde entre Ivida y la muerte. Todo lo que sucede elcualquiera de sus puntos repercute!sobre la totalidad de un istmo que eslpolíticamente una península. En soslpaíses se experimenta más que en otraslpartes la vigilancia y el protectorado delEstados Unidos, con incursiones ruso-fcubanas. Su economía agrícola es frágilcualquier fluctuación en los mercados del Icafé o del banano pueden desquiciarla. ICosta Rica, la desarmada, pretende!jugar en el corredor, con escasos resul-ltados, un rol suizo au dessus de lamelée (lo que no le impidió obtenerdinero del ultraderechista Principado deLiechtenstein para montar una red radialantisandinista en su frontera norte con |Nicaragua).

Ahora Centroamérica está de moda |por más positivas razones: la indiaguatemalteca Rigoberta Menchú acabade obtener (quinto centenario ayudando)un merecidísimo Nobel, y el 15 dediciembre pasado, gobierno e insurrectos

El músico mayor

16 CHASQUI 45, abril 1993

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RADIOS LIBRES

salvadoreños firmaron la paz, tras undecenio de feroz lucha.

El Salvador siempre excepcional

Con cerca de seis millones de habi-tantes apiñados en 21 mil kilómetroscuadrados (247 habitantes por kilómetrocuadrado, una densidad dos veces ymedia superior a la de Francia); sinbosques ni montañas de difícil accesodonde esconderse (el 35 por ciento desu territorio está bajo cultivo, contra el 4

El Coronel Monterrosacree haber capturadola planta transmisora

de Radio Venceremos. Jubilay ordena esperar su llegada.Quiere fotografiarse con labota sobre el transmisorcapturado, rodeado deasesores del Pentágono,corresponsales y tropas.Luego, el helicóptero seeleva. Desde un matorral,sale la orden. Monterrosa

Ivuela despedazado en elaire. Radio Venceremosdifunde la noticia al mundo.

por ciento en Venezuela). El militarismolatifundista dio allí nacimiento alenfrentamiento interno más sangrientodel continente, con un saldo de 80 milmuertos, tres veces más que enNicaragua.

El asesinato del arzobispo Osear A.Romero, oficiando, y de cuatro monjasestadounidenses, en 1980, funcionaronde detonador. Luego vinieron losescuadrones de la muerte deD'Aubuisson y los batallones Atlacatlentrenados por norteamericanos y variasatrocidades que sacudieron el mundo.Un viceministro de la defensa secuestra-do dos años por los insurrectos y el mo-nitoreo directo y nada secreto de la luchaantiguerrilla desde el Pentágono, cuyaayuda permitió a un país de 900 dólaresanuales del PIB per cápita montar ymantener un ejército de 60 mil hombres.

Los meses a venir, y las eleccionesde 1994, dirán si a El Salvador le aguar-da algún futuro con solidez, o el empan-tanamiento en situaciones ambiguas eirresueltas, del tipo Panamá o Nicaragua.

Días de radio

Fue en esas condiciones topográfi-cas y estratégicas casi imposibles, que laradio guerrillera clandestina desempeñóun rol protagonista, granjeándole a losinsurrectos la simpatía internacional.Pero el hecho no tiene para nosotros unmero interés histórico-social desde elángulo comunicacional. Quien manejódurante diez años una de esas "artilleríasdel pensamiento", Radio Venceremos,fue un venezolano, el merideño CarlosHenríquez Consalvi (nacido en 1947).Consalvi fue un político de lúcida einequívoca doctrina, más de la escuelade Simón Rodríguez y del Che Guevara,que de Miranda o de Lawrence deArabia.

Periodista graduado en la ULA, pasade Nicaragua a El Salvador en diciembrede 1980, donde recibe la misión de mon-tar Radio Venceremos sin saber jota deradio. El 16 de enero de 1992, trasmanejar la emisora por un decenio, esde los que toman la palabra frente a 300mil personas reunidas ante la catedral deSan Salvador, para festejar los acuerdosde paz firmados en el castillo deChapultepec.

Editorial Diana, de México, acaba depublicar su diario de la guerra radial sal-

vadoreña: La Terquedad del Izote (izotees la flor nacional de El Salvador querenace del tronco cercenado). ¡Casi unaempresa de Sísifo, la suya! Faltandomeses para concluir las hostilidades, unAtlacatl le desentierra de un escondite elúnico manuscrito y se lo quema. Sóloquedan dieciséis páginas chamuscadas.Hubo que reescribirlo todo.

Son páginas duras y despiadadas,ante las que el lector olvida del todo labúsqueda de "valores literarios", y des-cubre que en el océano de cuatro milochocientas emisoras radiales vendiendojabones, hubo un par de ellas,marginales y clandestinas, que escri-bieron la historia. Páginas que integran,si no me equivoco, el inédito elementode la comunicación a la nutrida literaturalatinoamericana de guerrilla. Sólo enVenezuela pudieran enumerarse, entreotros títulos que seguramente se nosescapan, Aquí no ha pasado nada deAngela Zago; El Tumulto y Entre lasBreñas de Argenis Rodríguez;Panfletos del querer de JosefinaJordán; El desolvido de Victoria DiStéfano; No es tiempo para rosas rojasde Antonieta Madrid; T.0.3 de LabanaCordero, más los numerosos volúmenesde entrevistas a guerrilleros de AgustínBlanco.

Un diario de guerrilla pura y dura,con su climax histórico y literario en eldesafío entre los responsables de laemisora clandestina y el tenebroso yexhibicionista coronel Monterrosa, flor ynata de los comandos antiguerrilla entre-nados en el Norte, que se había hechouna cuestión de honor acallarla. Trasvarios intentos frustrados, una trampafunciona. A Monterrosa se le hace creerque su tropa ha capturado la plantatransmisora de Radio Venceremos; enrealidad, un equipo obsoleto forrado dedinamita. Monterrosa jubila, ordenaesperar su llegada; quiere fotografiarseen su helicóptero, la bota sobre el trans-misor capturado, rodeado de asesoresdel Pentágono, corresponsales y tropas.Luego, el helicóptero se eleva. Desde unmatorral, sale la orden: ñato alfa papa,menos cinco, romeo lima tango, 89.Monterrosa vuela despedazado en elaire. Radio Venceremos difunde la noti-cia al mundo. El episodio motivó elprimer fuerte cuestionamíento de unaparte del Congreso norteamericano a lapolítica de Reagan en Centroamérica. *

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