LA RESPONSABILIDAD DEL PROFESIONAL EN ENFERMERIA

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CURSO REGULAR DE ENFERMERIA DE EMPRESA LA RESPONSABILIDAD DEL PROFESIONAL EN ENFERMERIA INSTITUTO DE SALUD CARLOS III (E.N.M.T.) DTO. ENFERMERIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA COLEGIO PROFESIONAL DE ENFERMERIA DE SALAMANCA MARIA ROSARIO CABRERA HERNANDEZ (TUTORA: PROF. DRA. MARIA DOLORES CALVO) SALAMANCA MAYO 2003

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CURSO REGULAR DE ENFERMERIA DE EMPRESA

LA RESPONSABILIDAD DEL

PROFESIONAL EN ENFERMERIA

INSTITUTO DE SALUD CARLOS III (E.N.M.T.)

DTO. ENFERMERIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

COLEGIO PROFESIONAL DE ENFERMERIA DE SALAMANCA

MARIA ROSARIO CABRERA HERNANDEZ

(TUTORA: PROF. DRA. MARIA DOLORES CALVO)

SALAMANCA MAYO 2003

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INDICE

RESUMEN

INTRODUCCION 1

ANTECEDENTES HISTORICOS 1

CLASES DE RESPONSABILIDAD 3

I) RESPONSABILIDAD PENAL 3

II) RESPONSABILIDAD CIVIL 7

III) RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA 11

IV) RESPONSABILIDAD DEONTOLOGICA 13

DOCTRINA SOBRE RESPONSABILIDAD 18

CONCLUSIONES 20

BIBLIOGRAFIA 21

ANEXOS:

V) CODIGO DEONTOLOGICO DE ENFERMERIA

VI) REAL DECRETO APROBACION DE ESTATUTOS

GENERALES DE LA ORGANIZACIÓN COLEGIAL

VII) POLIZA DE SEGUROS

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RESUMEN

PALABRAS CLAVE

Responsabilidad, profesional, enfermería, médicas, sanitaria.

OBJETIVOS

1.- Dar a conocer las distintas clases de responsabilidades en las que

puede verse inmerso el profesional de enfermería en el ejercicio de su profesión

2.- Acercar al enfermero al conocimiento de conductas ilícitas para que,

desde ese conocimiento, pueda evitarlas.

METODOLOGIA

• Consulta de textos doctrinales y normativos: Constitución

Española, Código Penal, Código Civil, Ley General de Sanidad, Código

Deontológico de Enfermería.

• Revisión bibliográfica de publicaciones sobre el tema: libros,

artículos, revistas.

• Utilización de bases de datos (INTERNET).

RESULTADOS

Nuestro trabajo versa sobre la responsabilidad profesional enfocada a la

enfermería, desde el concepto, antecedentes históricos, clases de

responsabilidad, circunstancias modificativas, y todo ello apoyado en la doctrina

publicada sobre el tema.

La mayoría de las publicaciones existentes sobre responsabilidad

profesional sanitaria han sido enfocadas hacia el estamento médico. Muy pocos

autores hablan expresamente de la responsabilidad profesional enfermera.

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CONCLUSIONES

Hay una necesidad clara de:

1.- Actualizar conocimientos científico-técnicos y jurídicos.

2.- Evitar conductas de riesgo ajustándose a la buena práctica profesional.

3.- Proteger mediante seguros la responsabilidad civil.

4.- Investigar sobre el tema y publicar.

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INTRODUCCION

Desarrollar este tema relacionado con el mundo de las leyes ha supuesto

para mí una motivación y a la vez un reto debido al gran desconocimiento que,

como enfermera dedicada a la función asistencial durante todos mis años de

ejercicio profesional, tengo de ello.

Por otra parte quisiera, a través de este trabajo, poder acercar a mis

compañeros de profesión un tema de gran relevancia y enormemente

desconocido como es la responsabilidad profesional.

El diccionario de la Real Academia Española define responsabilidad

como: “Cualidad de responsable. Deuda, obligación de reparar y satisfacer, por

sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra

causa legal. Cargo de obligación moral que resulta para alguien del posible

yerro en cosa o asunto determinado. Capacidad existente en todo sujeto activo

de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado

libremente”.

Por tanto, definir RESPONSABILIDAD PROFESIONAL supone aplicar estas

definiciones al ámbito de la profesión, en nuestro caso, de la Enfermería.

ANTECEDENTES HISTORICOS

Antes de entrar a definir las distintas clases de Responsabilidad en que

podemos vernos inmersos, vamos a recordar un poco de historia. Realmente se

ha escrito muy poco sobre la historia de la responsabilidad profesional

enfermera, ya que desde tiempos muy antiguos se habla de esta

responsabilidad aplicada al sanador, tácitamente incluida la enfermería, pero la

figura de la enfermera no aparece explícitamente como tal hasta estos últimos

siglos y aparece de forma que la sociedad no la hace responsable de sus actos

por ser todos ellos derivados de órdenes médicas. Cuando la profesión

enfermera adquiere identidad propia, los enfermeros/as van adquiriendo una

serie de responsabilidades que les son exigidas por la sociedad y, en los últimos

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tiempos y al igual que al médico, en los tribunales. En esta evolución histórica

hay que decir que el concepto de responsabilidad médica aparece ya en los

años 2.392 a.C., cuando el Código de Hamurabi dedicaba una serie de cánones

a las faltas y castigos para los médicos. Así se decía: “Si un médico abre a

alguien una gran herida con el cuchillo de bronce y lo mata, se le deberán

cortar las manos”. El derecho romano establecía la culpabilidad del médico aún

cuando habiendo procedido bien, los resultados fueran negativos debido a un

cierto abandono, lo que podría considerarse negligencia. Alejandro Magno

estableció la pena de crucifixión para el médico que abandonase libre y

voluntariamente a un enfermo, así el Fuero Juzgo entregaba al médico a los

familiares del enfermo dolosamente abandonado y así la condena quedaba a

merced de los familiares del enfermo perjudicado.

Es decir, en todos los tiempos y en las distintas civilizaciones hubo

médicos que, aunque con distintas metodologías o creencias, debieron

responder de su bien hacer ya fuese ante el pueblo, el juez o el jefe de la tribu.

En España, hasta los años setenta, la jurisprudencia en relación con la

responsabilidad médica es muy escasa. A partir de entonces va en aumento y

es en los últimos años cuando ha aumentado considerablemente el número de

reclamaciones. En el actual aumento de la conflictividad han influido multitud

de factores, pero fundamentalmente los inherentes a la complejidad de la

propia profesión con el incremento de métodos diagnósticos invasivos o

cruentos, o las terapéuticas de alto riesgo y además una serie de factores

sociales como puede ser la mayor información de la población en cuanto a

derechos del consumidor o la protección jurídica de la persona.

Hay que decir que es relativamente reciente la toma de conciencia sobre

la responsabilidad profesional y la consiguiente irrupción del derecho sanitario e

indemnizatorio en este campo.

Hay que decir también que el fenómeno ha sido imparable y que las

reclamaciones de indemnización de daños y perjuicios en la vía judicial, por

daños a la salud, han crecido de forma alarmante para los profesionales.

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CLASES DE RESPONSABILIDAD

La conducta profesional se va a ir viendo sometida a lo largo de nuestra

vida laboral por una figura jurídica: La responsabilidad, que se presenta de

diversas formas o clases.

I) RESPONSABILIDAD PENAL

De las distintas clases de responsabilidad que se le pueden exigir al

profesional sanitario, la que mayor temor suscita es la responsabilidad penal, ya

que términos como prisión, inhabilitación, multa, etc., son claramente

intimidatorios.

En penal, para que exista responsabilidad, es necesario en todos los

casos probar que hubo culpabilidad. Y existen solamente dos formas de

culpabilidad en esta clase de responsabilidad: el dolo y la imprudencia.

Actúa dolosamente quien sabe lo que hace y quiere hacerlo, es decir,

hay conciencia y voluntad clara y manifiesta, también se equipara cuando

media engaño, malicia.

Por el contrario, actúa con imprudencia quien no lo hace con la diligencia

debida, es decir, en el delito imprudente, la actividad del sujeto no va

encaminada a la producción del resultado.

Los supuestos de muerte o lesiones causadas por personal sanitario con

dolo son excepcionales, por lo tanto, es la imprudencia la forma de culpabilidad

que suscita más interés en el ámbito sanitario.

El nuevo Código Penal de 1.995 distingue tres tipos de imprudencia: la

grave, la leve y la profesional, siendo esta última la que debemos analizar en

este tema.

Independientemente del tipo de imprudencia en la que pueda incurrir un

profesional, todas ellas deben cumplir unos requisitos comunes y que son:

• Una acción u omisión voluntaria realizada en el ejercicio profesional.

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• Que tal conducta suponga infracción del deber objetivo de cuidado

que debe observarse, es decir, una conducta descuidada.

• Un mal efectivo y concreto para la salud de la persona.

• La relación de causa-efecto entre ambos extremos (conducta y daño)

• La ausencia de dolo o malicia, pues si esta concurre estaríamos

claramente ante un delito doloso o intencional y no imprudente.

Antes de hablar de la imprudencia profesional tenemos que definir el

delito, lo que puede hacerse desde dos puntos de vista:

Concepto formal de delito, que se define como la acción penada por la

ley y que se deduce del artículo 10 del Código Penal: “Son delitos o faltas las

acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la ley”.

Concepto material de delito, según el cual, el delito es una acción u

omisión típica, antijurídica, culpable y punible. Vamos a explicarlo: la acción es

equivalente a un “hacer” de la conducta humana y la omisión a un “no hacer”,

pero todo ello ligado a la voluntad profesional. La antijuridicidad significa que el

acto es contrario a derecho, implica una confrontación entre el acto realizado y

lo que la ley penal pretendía que se realizase. La tipicidad supone que la

conducta se ajusta a uno de los tipos contenidos en el ley penal, es decir, para

que una acción sea delictiva no es suficiente con que sea antijurídica, es

necesario, además, que esté tipificada por la ley, que reúna las características

expresadas en la ley. La culpabilidad quiere decir que la acción ha de ser

imputable a título de dolo o imprudencia. Un sujeto es considerado culpable

cuando se piensa que pudo haber actuado de otra manera a como lo hizo, que

pudo haber conformado su conducta a las exigencias del derecho. Por último, la

punibilidad quiere decir que a la conducta, activa u omisiva, que reúne todas las

características anteriores, le está señalada una pena. Las penas que recoge el

Derecho Español son privativas de libertad (cárcel), privativas de derechos

(inhabilitación profesional, de voto, representación…) y la pena de multa

(pecuniaria, dinero).

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LA IMPRUDENCIA PROFESIONAL

Se refiere a la imprudencia, ineptitud o ignorancia de las reglas de la

profesión, bien porque tales conocimientos no se poseen o porque se poseen

pero no se actualizan adecuadamente o no se ejecutan. También cuando la

actuación choca frontalmente con el actuar adecuado a la actividad de que se

trate, dicho de otro modo, sería la imprudencia grave cometida por un

profesional en el ejercicio de su ciencia, arte u oficio debida a su ignorancia,

inhabilidad, torpeza y la clara vulneración de las normas de la “lex artis” (según

el magistrado D. Ricardo Moyano García, las reglas mínimas de diligencia

profesional, la buena práctica, la que prestaría un sanitario medianamente

cuidadoso) aunque el profesional sea experto y conocedor de su profesión, todo

ello siempre que el resultado se la muerte del paciente (artículo 142.3) o se le

causen las lesiones referidas en los artículos 146, 147.1, 158 y 159 del Código

Penal, que a continuación se citan:

Dice el artículo 142 “el que por imprudencia grave causare la muerte de

otro, será castigado, como reo de homicidio imprudente, con la pena de prisión

de uno a cuatro años. Cuando el homicidio fuere cometido por imprudencia

profesional se impondrá además la pena de habilitación especial para el

ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un periodo de tres a seis años”.

El artículo 146 dice “el que por imprudencia grave ocasionare un aborto

será castigado con pena de arresto de doce a veinticuatro fines de semana.

Cuando el aborto fuere cometido por imprudencia profesional se impondrá así

mismo la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio

o cargo por un periodo de uno a tres años.

El artículo 147.1 dice “el que, por cualquier medio o procedimiento,

causare a otro una lesión que menoscabe su integridad corporal o su salud

física o mental, será castigado como reo del delito de lesiones con la pena de

prisión de seis meses a tres años, siempre que la lesión requiera objetivamente

para su sanidad, además de una primera asistencia facultativa, tratamiento

médico o quirúrgico. La simple vigilancia o seguimiento facultativo del curso de

la lesión no se considerará tratamiento médico.”

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El artículo 152.3 dice que “cuando las lesiones anteriores fueren

cometidas por imprudencia profesional grave se impondrá así mismo la pena de

inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un

periodo de uno a cuatro años”.

El artículo 158 dice “el que, por imprudencia grave, cometiere los hechos

descritos en el artículo 157 (el que, por cualquier medio o procedimiento,

causare en un feto una lesión o enfermedad que perjudique gravemente su

normal desarrollo, o provoque en el mismo una grave tara física o psíquica…),

será castigado con la pena de arresto de siete a veinticuatro fines de semana.

Cuando los hechos descritos en el artículo anterior fueren cometidos por

imprudencia profesional se impondrán así mismo la pena de inhabilitación

especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un periodo de seis

meses a dos años”.

El artículo 159 dice que “serán castigados con la pena de prisión de dos

a seis años e inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u

oficio de siete a diez años los que, con finalidad distinta a la eliminación o

disminución de taras o enfermedades graves, manipulen genes humanos de

manera que se altere el genotipo. Si la alteración del genotipo fuere realizada

por imprudencia grave, la pena será de multa de seis a quince meses e

inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio de uno a

tres años”.

Como se ha visto, los tipos penales sobre los que se abrirá el proceso

penal por responsabilidad del profesional sanitario, serán comúnmente los de

homicidio y lesiones por imprudencia.

No obstante, existen una serie de circunstancias modificativas que

pueden alterar el resultado de la responsabilidad y que vienen recogidas

igualmente en el Código Penal. Pueden ser:

• Eximentes o que liberan de responsabilidad: trastorno psíquico,

intoxicación, incapacidad sensorial, legítima defensa, miedo

insuperable, cumplimiento del deber.

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• Atenuantes o que amortiguan la responsabilidad: eximentes

incompletas, la adicción, arrebato u obcecación, confesión, reparación

o disminución de riesgo, circunstancias análogas.

• Agravantes o circunstancias que agravan la responsabilidad:

alevosía, precio, recompensa o promesa, publicidad, disfraz, abuso de

autoridad, aprovechamiento de circunstancias, motivos racistas

ideológicos, ensañamiento, abuso de confianza, reincidencia,

prevalencia de carácter público.

Del proceso penal, decir solamente que normalmente comienza con la

denuncia o querella imprescindible del paciente, cabe también a la apertura de

oficio por el Ministerio Fiscal de las diligencias correspondientes y este proceso

tiene por objeto primordial el ejercicio por el Estado para castigar con una pena

la comisión de un delito o falta legalmente tipificado.

Por último, decir que el artículo 116 del Código Penal hace civilmente

responsables de los daños y perjuicios derivados de un delito o de una falta al

que sea penalmente responsable de ellos. La deuda por responsabilidad penal

se solventa por medio de prisión, inhabilitación (separación del ejercicio

profesional) y la multa (sanción pecuniaria).

II) RESPONSABILIDAD CIVIL

Como ya se apuntó antes, en los últimos años se ha producido un

incremento espectacular de las demandas ante los tribunales basándose en

presuntas negligencias de profesionales sanitarios y según explica Carmen Delia

Medina Castellano en su libro “Etica y legislación” son diversos los factores que

han condicionado este importante incremento, destacando los siguientes:

1) El aumento del número de actos profesionales, ya que el mayor nivel

de vida de los ciudadanos ha ocasionado que estos puedan prestar

una mayor atención a su salud y destinar una mayor cantidad de

recursos a la misma y paralelamente también ha aumentado la oferta

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en la medida en que lo ha hecho el número de profesionales

sanitarios.

2) La difusión de los avances científicos y tecnológicos, que se han

incrementado notablemente, despierta en los usuarios expectativas

de curación, mejoría o supervivencia que antes ni siquiera se

imaginaban. Por otra parte, este aumento de la tecnología y de la

especialización ha dado lugar a un incremento de los riesgos. Las

intervenciones profesionales que se realizan en el ámbito sanitario

revisten un nivel de complejidad cada vez más alto y estos avances

técnicos y científicos se materializan en actos muy complejos.

3) La relación profesional sanitario-paciente y los cambios que esta ha

sufrido con el paso del tiempo. En el pasado, esta relación estaba

basada en la confianza: el médico, el enfermero, el maestro y el cura

eran prácticamente de la familia, pero, hoy en día, esta relación tiene

un carácter más comercial, alguien paga por un determinado servicio

y como consecuencia tiene derecho a exigir calidad.

Debemos recordar que la responsabilidad, en general, es la asunción de

las consecuencias de un daño (normalmente traducidas en una estimación

económica), máxime en el ámbito de trabajo de la enfermería.

Así, el Código Civil distingue entre daños derivados del incumplimiento

de un contrato o Responsabilidad Contractual y los derivados de la culpa

Extracontractual (sin contrato).

Responsabilidad contractual

La responsabilidad contractual presupone por un lado un contrato y por

otro un incumplimiento.

Así, el artículo 1101 del Código Civil expresa: “quedan sujetos a la

indemnización de los daños y perjuicios causados los que en el cumplimiento de

sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o morosidad, y los que de

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cualquier modo contravinieren al tenor de aquella”. Es decir, la obligación

debida no se cumple por:

• Dolo. El que está obligado a cumplir e intencionadamente no lo hace.

• Culpa. El que está obligado a cumplir, quiere cumplir pero es

descuidado, poco diligente en sus actuaciones y eso le lleva a cumplir

indebidamente.

• Morosidad. El que está obligado a cumplir, quiere cumplir, pero se

retrasa en dicho cumplimiento.

¿En qué consiste la culpa? En las relaciones entre sanitario y paciente, el

sanitario sólo responde civilmente cuando el ordenamiento jurídico puede

reprochar a su actuación un cierto grado de culpa o negligencia que, como dice

el artículo 1104 del Código Civil, “consiste en la omisión de aquella diligencia

que exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las

personas, del tiempo y del lugar”.

Responsabilidad extracontractual

En el caso de que la relación con el paciente no se base en un contrato,

sino que se haya originado en cualquier otro de los tipos de ejercicio

profesional, hablamos de Responsabilidad Extracontractual. Así, en su artículo

1902, el Código Civil establece “el que por acción u omisión causa daño a otro,

interviniendo culpa o negligencia, está obligado a repara el daño causado”. Por

lo tanto, se produce 1º una acción u omisión culpable o negligente, 2º una

lesión o daño a tercero y 3º una relación de causalidad entre esa conducta y

ese daño. Así pues, las diferencias entre un tipo y otro de responsabilidad

vienen determinados por la existencia o no de obligaciones contractuales.

A este respecto hay que decir que el progreso de las ciencias de la salud

y la rápida aparición de nuevas tecnologías cada vez más complejas ponen de

manifiesto la insuficiencia del tradicional modelo contractual de las relaciones

profesional sanitario-paciente y están determinando la aparición de un nuevo

modelo de ejercicio de las profesiones sanitarias, de manera que la prestación

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de servicios por parte de un profesional sanitario a un paciente no se asienta en

la figura típica de un contrato. El paciente no adquiere su derecho al

tratamiento en un contrato con el profesional, sino de otro título distinto, como

la afiliación a la Seguridad Social o el Seguro libre de Enfermedad, que

determina que sea una organización pública o privada la que asegura o con la

que concierta la atención a su salud y a cuyo servicio se encuentra el

profesional la que está jurídicamente obligada aprestar al paciente la asistencia

sanitaria que precise.

Así pues, en esta evolución se ha pasado de la relación bilateral entre el

prestador del servicio y el que lo recibe a otras multilaterales en las que

intervienen un centro o establecimiento sanitario, una Administración Pública,

etc.

Por último, decir que el artículo 1911 del Código Civil expresa “del

cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes,

presentes y futuros”.

El proceso civil se abre por denuncia expresa del perjudicado y podrá

basarse en responsabilidad contractual por incumplimiento negligente del

contrato de servicios o en responsabilidad extracontractual si la relación con el

paciente no se ha basado en un contrato. El procedimiento variará en función

de la cuantía que se reclame.

El Código Civil no prevé una regulación especial para el contrato de

prestación de servicios sanitarios, por lo que se ha visto completado con la

regulación que ofrece la Ley General de Sanidad 14/1986 de 25 de abril y que

debe ser considerada la definidora del marco de derechos y obligaciones de la

relación entre profesional y paciente. Estos derechos y obligaciones del

profesional sanitario y paciente se desvinculan en cierta manera de su origen

contractual y pasan a ser impuestos por la Ley a toda prestación de servicios

profesionales.

Esta Ley General de Sanidad nace del desarrollo del artículo 43 de la

Constitución Española que recoge en él el derecho a la protección de la salud

como un principio rector de la política social y económica. Esta

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constitucionalización del derecho a la protección de la salud impone deberes

singulares correlativos a los derechos de los pacientes, tanto a los profesionales

sanitarios como a las instituciones públicas y privadas. Así, unos y otros pueden

incurrir en cualquier tipo de responsabilidad por incumplimiento constitucional.

III) RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA

El profesional sanitario puede verse inmerso en un proceso de

responsabilidad administrativa por el simple ejercicio de sus funciones en la

Administración Laboral pertinente.

El artículo 121 del nuevo Código Penal impone a los Entes Públicos la

responsabilidad subsidiaria (que es aquella que se adquiere “en defecto de” el

responsable directo, es de continuación de la obligación, de tutela, “detrás de”)

por los daños causados por sus autoridades, agentes, contratados o

funcionarios en el ejercicio de sus cargos y funciones, añadiendo que la

pretensión contra la Administración debe dirigirse también y simultáneamente

contra el Ente Público presuntamente responsable civil subsidiario. Por otra

parte, el artículo 139.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen

Jurídico de las Administraciones Públicas y el Procedimiento Administrativo

Común establece el derecho de los particulares a ser indemnizados por las

Administraciones Públicas de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes

y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea

consecuencia del funcionamiento anormal de los servicios públicos, es decir,

que no se menciona la culpa o negligencia como elemento constitutivo de la

responsabilidad patrimonial. Es la Administración la que responde en primer

lugar y después el profesional si hay causa. Y así, la misma Ley 30/92, en su

artículo 145.2 describe “la Administración correspondiente, cuando hubiere

indemnizado a los lesionados, exigirá de oficio de sus autoridades o demás

personal a su servicio la responsabilidad que hubiere incurrido por dolo, culpa o

negligencia grave”. Es decir, la Administración puede repetir el proceso contra

su personal.

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En desarrollo de la Ley 30/92 se promulga el Real Decreto 429/1993, de

26 de marzo, que dispone que las Entidades Gestoras y servicios comunes de la

Seguridad Social y las entidades, servicios u organismos del Sistema Nacional

de Salud responden en vía administrativa y contecioso-administrativa por los

daños y perjuicios causados por o con ocasión de la asistencia sanitaria.

Vistos los distintos tipos de responsabilidades que tenemos o en los

cuales podemos vernos inmersos los profesionales sanitarios debido al

desempeño de nuestra profesión, habría que preguntarse si es necesario tener

suscrito un seguro de responsabilidad civil. La mayoría de expertos consultados

coinciden en que hay que protegerse debido a las cantidades indemnizatorias

tan importantes que se están manejando en algunos casos y al aumento del

número de sentencias condenatorias de los últimos tiempos. A este respecto, la

Organización Colegial de Enfermería, a nivel nacional, tiene concertado con

Zurich Internacional, Compañía de Seguros y Reaseguros S.A. y desde el 1 de

enero de 1.995, un seguro de Responsabilidad Civil Profesional atribuible al

asegurado, derivada de los daños corporales causados a terceras personas , a

consecuencia de faltas, errores, omisiones o negligencias involuntarias

cometidas por él mismo en el desarrollo propio de su actividad profesional

como enfermero y en cualquier especialidad de enfermería.

Se establece también una garantía máxima por siniestro de 1.202.200 €

para el conjunto de daños materiales, corporales y perjuicios derivados de los

daños corporales, así como gastos y costas judiciales y gastos de defensa.

Se dice también que el certificado de seguro tiene validez, en tanto la

poliza se halle en vigor, para todos los colegiados del Estado, siempre y cuando

estén al corriente de sus obligaciones con su Colegio Provincial y este, a su vez,

con el Consejo General. En la póliza se dan unas normas a seguir en caso de

citación judicial. Así, el colegiado deberá seguir los siguientes pasos:

1) Pondrá el hecho en conocimiento de su Colegio, donde

cumplimentará el formulario establecido al efecto (circular nº 15/92).

2) Comunicará el hecho a la Asesoría Jurídica del Consejo General,

donde un letrado le indicará cómo debe actuar.

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3) Independientemente de las actuaciones antedichas, no deberá

declarar nunca sin abogado ni firmar nada.

4) Si es citado por el Juzgado, debe exigir que le informen si lo hacen

como “imputado” o como “testigo”.

5) Los servicios jurídicos de la Organización Colegial darán las

instrucciones precisas y personalizadas a los afectados y designarán

abogados y peritos si fuese necesario.

6) De no actuar de la forma indicada, el perjudicado será sólo y

exclusivamente el colegiado.

IV) RESPONSABILIDAD DEONTOLOGICA

Otra clase de responsabilidad es la deontológica por la que respondemos

ante los Colegios Profesionales.

Pilar Antón Almenara en su libro “Etica y Legislación en Enfermería” dice

que “diferentes estudios sobre la responsabilidad constatan que esta se puede

considerar a la vez a nivel individual e institucional, personal y profesional y

está ligada a los valores, al poder político, a la ética profesional y a los procesos

educativos que modelan los valores”. Prosigue exponiendo que, en filosofía, el

término está a menudo unido a la responsabilidad profesional y personal y a la

virtud moral.

La literatura de enfermería estudia el valor de la responsabilidad ligada a

los derechos del paciente y a la formación de valores morales en la enseñanza

de la enfermería relacionándola también con otros conceptos como autonomía y

autoridad. No obstante, en todos los textos se da gran importancia al valor de

la responsabilidad social de los cuidados enfermeros y a las exigencias legales y

morales de la práctica de la enfermería. La necesidad de un reconocimiento de

la responsabilidad enfermera se hace cada vez más acuciante con el aumento

de las nuevas técnicas y terapias y porque se debe reconocer a la

responsabilidad enfermera una dimensión económica y política al mismo tiempo

que legal y moral.

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La responsabilidad hace referencia al orden jurídico y al orden ético, que

se establecen para garantizar la vida en sociedad.

La responsabilidad ética es la obligación de responder de los propios

actos desde la perspectiva moral. Y es aquí donde se hace obligado recordar el

Código Deontológico de Enfermería.

El Código Deontológico de la Enfermería Española fue aprobado

por el pleno del Consejo General de Enfermería mediante resolución número

32/89, cuyo texto, actualizado y corregido, se recoge a su vez en la resolución

número 2/98 del citado pleno.

Según se dispone en ambas resoluciones, el cumplimiento del código

deontológico tendrá carácter obligatorio para todos los profesionales de

enfermería del Estado. Concretamente, cualquier vulneración del mismo dará

lugar a la inmediata exigencia de responsabilidad disciplinaria en los términos

previstos en los estatutos de la propia Organización Colegial.

Pero también se dice que son muchas las ocasiones en las que está en

nuestras manos la dignidad de la naturaleza humana y de ahí nuestra mayor

responsabilidad como profesionales de enfermería. Cada vez con mayor fuerza

se van oyendo las voces que demandan el comportamiento ético. Por ello, es

necesario afianzar el contenido de nuestra responsabilidad ética profesional, no

sea que con la evolución de la enfermería como ciencia se nos vaya escapando

la esencia fundamental de los valores que le sirven de pilar.

La deontología es el conjunto de los deberes de los profesionales de

enfermería que han de inspirar su conducta y, por lo tanto, el código

deontológico será la guía para resolver los problemas éticos que el ejercicio

de nuestra profesión pudiera plantear y en él se nos habla de la responsabilidad

profesional, tanto desde el punto de vista individual como colectivo.

Así, en su capítulo II que lleva por título “La enfermería y el ser humano.

Deberes de los/as enfermeros/as” y concretamente en su artículo 10 se nos

dice: “es responsabilidad de la enfermera/o mantener informado al enfermo,

tanto en el ejercicio libre de su profesión como cuando esta se ejerce en las

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Instituciones Sanitarias, empleando un lenguaje claro y adecuado a la

capacidad de comprensión del mismo”, quedando así incorporado de manera

clara la obligación de informar.

El capítulo VII lleva por título “El personal de enfermería y el derecho del

niño a crecer en salud y dignidad, como obligación ética y responsabilidad

social”. Por lo tanto, la enfermería queda incorporada al ámbito social al que

sirve.

El capítulo VIII, cuyo título es “La enfermería ante el derecho a una

ancianidad más digna, saludable y feliz como contribución ética y social al

desarrollo armonioso de la sociedad”, nos dice en su artículo 44 que “en el

ámbito de su competencia profesional, la enfermera/o será responsable de los

programas de educación para la salud dirigidos al anciano” y en el capítulo X,

titulado “Normas comunes en el ejercicio de la profesión”, hay una serie de

artículos que nos hablan de responsabilidad. Así tenemos el artículo 53: “la

enfermera/o tendrá como responsabilidad profesional primordial la salvaguarda

de los Derechos Humanos, orientando su atención hacia las personas que

requieren sus cuidados”; el artículo 56: “la enfermera/o asume la

responsabilidad de todas las decisiones que a nivel individual debe tomar en el

ejercicio de su profesión”; el artículo 57: “la enfermera/o debe ejercer su

profesión con responsabilidad y eficacia, cualquiera que sea el ámbito de

acción”; el artículo 58: “la enfermera/o no debe aceptar el cumplimiento de una

responsabilidad que no sea de su competencia, en demérito del cumplimiento

de sus propias funciones”; el artículo 60: “será responsabilidad de la

enfermera/o actualizar constantemente sus conocimientos personales, con el fin

de evitar actuaciones que puedan ocasionar la pérdida de salud o de vida de las

personas que atiende”.

En su capítulo XI, cuyo título es “la educación y la investigación de la

enfermería”, se nos dice en su artículo 72: “La enfermera/o debe asumir

individual y colectivamente la responsabilidad de la educación en la enfermería

a todos sus niveles”.

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En el capítulo XII, que habla de las “condiciones de trabajo”, en su

artículo 78 expresa: “aun en caso de conflictos laborales y de suspensión

organizada de los servicios profesionales, la enfermera/o tendrá presente que

su primera responsabilidad es atender a los intereses de los enfermos”.

Por último, en el capítulo XIII, titulado “participación del personal de

enfermería en la planificación sanitaria”, el artículo 83 recoge que “las

enfermeras/os forman parte integrante y cualificada de la asistencia sanitaria,

siendo responsables de los servicios de enfermería que dirigen”.

El Código Deontológico presenta también unas normas adicionales

debiendo resaltar: la primera, por medio de la acción colectiva se cumple una

más efectiva definición y control de calidad de los servicios de enfermería. Por

tanto, el Consejo General de Enfermería asume la responsabilidad de preservar

la autonomía profesional y la autorregulación en el control de las condiciones de

trabajo, velando porque los estándares éticos de la profesión se mantengan

actualizados. La quinta: el Consejo General de Enfermería de España asume la

responsabilidad de velar por los valores éticos de la profesión, arbitrando las

acciones pertinentes. La sexta: los responsables de la Organización Colegial de

Enfermería de España, en cualquiera de sus niveles, miembros de Juntas de

Gobierno u otros órganos de los Colegios Provinciales, de los Consejos

Autonómicos u órganos de similar rango que existan o se constituyan en el

futuro, Pleno del Consejo General y, en definitiva, cuantas personas ostenten

cualquier cargo electivo o de designación en la Organización Colegial, vienen

especialmente obligados a guardar, en la medida de sus competencias, las

normas recogidas en este Código y en la normativa general de la Enfermería y

su Organización Colegial.

“En consecuencia, y a tenor de los artículos 18 y 19 del Real Decreto

1231/2001 de 8 de noviembre por el que se aprueban los Estatutos de la

Organización Colegial, incurrirán en responsabilidad disciplinaria aquellos que

por comisión, omisión o simple negligencia en el cumplimiento de sus

funciones, se conduzcan en forma contraria a las disposiciones de este Código o

de cualquier otra norma de obligatorio cumplimiento en materia ética o

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deontológica o permitan, con su abstención u omisión, que otros lo hagan sin

aplicar las medidas legales a su alcance en defensa de las reglas y preceptos

éticos y deontológicos de la Enfermería”.

El artículo 19 de este Real Decreto clasifica las faltas que puedan llevar

aparejadas corrección o sanción disciplinaria en muy graves, graves y leves y el

artículo 20 expone las sanciones que pueden imponerse y que, dependiendo del

tipo de falta, podrán ser: suspensión de la condición de colegiado y del ejercicio

profesional por plazo de tres meses y no mayor a un año; la inhabilitación para

el desempeño de cargos colegiales directivos por plazo de uno a diez años y la

expulsión del Colegio con privación de la condición de colegiado, que llevará

aneja inhabilitación para incorporarse a otro, por plazo no superior a seis años

en el caso de faltas muy graves; la amonestación escrita, con advertencia de

suspensión; la suspensión de la condición de colegiado y del ejercicio

profesional por plazo no superior a tres meses y la inhabilitación temporal para

el desempeño de cargos colegiales por un plazo no superior a cinco años para

las faltas graves. Por último, la amonestación verbal o amonestación escrita sin

constancia en el expediente personal para las faltas leves.

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DOCTRINA SOBRE RESPONSABILIDAD

Completamos nuestro trabajo con el aporte doctrinal sobre el tema:

Dice el doctor Juan Cajade Frías en su libro “La responsabilidad civil en el

ejercicio de la medicina” que “todos los que trabajamos cotidianamente en la

práctica de la medicina sabemos que, por desgracia, es un trabajo de riesgo y

que, aún realizándolo inmaculadamente con nuestra mejor voluntad y

disposición y con el mayor de nuestro cariño, en ocasiones infortunadas, los

resultados pueden ser totalmente inesperados y desastrosos”. Dice también que

“la mejor medicina defensiva es la medicina de calidad” y resalta un hecho,

generalmente, “si la relación humana es correcta y hemos demostrado que ha

existido preocupación y atención por nuestra parte hacia el paciente y los que

le rodean, será muy raro que se nos lleguen a imputar responsabilidades”.

Igualmente, el Señor Don Ricardo Moyano García, magistrado, en “La

responsabilidad profesional civil y penal en enfermería” afirma que “la

responsabilidad sanitaria es un tema que se ha puesto de moda, pues los

usuarios del servicio profesional, antes pasivos, ahora reclaman frente al

profesional. Según las estadísticas españolas, el 95 % de las reclamaciones

penales contra sanitarios terminan sin condena y el 70 % se archivan sin llegar

a juicio, lo cual viene a demostrar que se denuncia infundadamente en muchas

ocasiones”. Habla de la “lex artis” y dice que no es una ley formal del

Parlamento pero que representa las máximas de experiencia que sigue la buena

práctica profesional, no contenidas en ninguna ley, sino que son unas reglas

que se deducen de varias leyes y normas inferiores. Dentro de la normativa

sanitaria, la Ley General de Sanidad, el Estatuto de Personal Sanitario no

Facultativo de las Instituciones Sanitarias de la Seguridad Social, etc. y dentro

de la propia normativa del centro serían las circulares, resoluciones, protocolos

sanitarios, etc. y las formulaciones que sobre la buena práctica profesional

emiten los Tribunales de Justicia (las sentencias), basados a su vez en informes

periciales que consultan la obra de los más relevantes científicos de la

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medicina, lo cual nos remite a la máxima necesidad de que los profesionales

sanitarios actualicen constantemente sus conocimientos.

La Asociación Española de Derecho Sanitario en sus páginas dedicadas a

Formación en Responsabilidad Profesional dice que el progreso de la medicina

ha venido acompañado por el avance social y jurídico, que no por menos

llamativos son menos trascendentes, que han llevado a la conciencia de la salud

como derecho y, en consecuencia, a su ejercicio y defensa, cada vez con mayor

frecuencia, ante los tribunales de justicia.

La actividad del enfermero se encuentra, por tanto, progresivamente

más contemplada por normas jurídicas y el personal sanitario precisa conocer

las consecuencias jurídicas de sus actos clínicos. Así pues, la idea de incluir

estudios jurídicos en el marco de la formación de los profesionales sanitarios en

general es reciente pero no expresa una aspiración meramente coyuntural o

académica, sino auténticamente necesaria.

A este respecto, hay que decir que Enfermería es de las pocas carreras

académicas que tiene como asignatura troncal Legislación Sanitaria.

Dice Don Jesús Marina Martínez-Pardo, magistrado de la sala Primera del

Tribunal Supremo que “lo cierto y verdad es que el panorama es tal que los

sanitarios hacen muy bien en ilustrarse, saber el terreno que pisan, protegerse

con las pólizas correspondientes y, sobre todo, en mantener permanentemente

la formación”.

Con todas estas opiniones de expertos, las conclusiones parecen claras.

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CONCLUSIONES

1) Necesidad primordial de ajustarse a la buena práctica profesional,

amparados en la “lex artis”, como primera medida para evitar conductas

antinormativas.

2) Necesidad de actualizar constantemente conocimientos científico-técnicos y

de ampliar nuestra formación con conocimientos jurídicos, debido a la

relación que con consecuencias legales tienen en la actualidad los

profesionales de enfermería. Por otra parte, al enfermero le interesa

conocer la jurisprudencia al respecto, no siempre uniforme, para así poder

establecer de cara al futuro los niveles de exigencia de su práctica

profesional.

3) Tener protegida la responsabilidad civil debido al gran aumento de

denuncias de los últimos tiempos y como consecuencia del aumento del

grado de responsabilidad del enfermero/a.

4) Necesidad de establecer la mejor relación posible con el enfermo o paciente

y su entorno, como la mejor medida para evitar conflictos y denuncias.

5) Necesidad de investigación y publicación sobre el tema por parte del

colectivo enfermero ya que, como se ha visto en el trabajo, casi

exclusivamente investigan y publican médicos y juristas. Los enfermeros

debemos investigar para los enfermeros.

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BIBLIOGRAFIA

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BASES DE DATOS (INTERNET)

1. Formación en responsabilidad profesional. www.aeds.org/hiscli-p.htm

2. Moyano R. Responsabillidad profesional civil y penal en enfermería.

www.serie-es.com/docu/resp.pdf