La señora F

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Lectura para 3° año

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ISBN-13:ISBN-10:

978-0-547-03486-70-547-03486-5

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3 Mi papá, mi maestro

¡La señora Mendoza es famosa!

Las extrañas clases de la Sra. F

Lecturas niveladas

Número de palabras: 1.204

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por Blaise Terrapin ilustrado por Apryl Stott

Copyright © por Houghton Mifflin Harcourt Publishing Company

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Impreso en Chile

ISBN: 978-0-547-03486-7 ISBN Edición Chile: 978-0-547-87244-5

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En el primer día de cuarto grado nuestra directora, la señora Fernández, nos llamó al auditorio. Ella nos anunció:

—Estoy muy orgullosa de tener un grupo de estudiantes tan buenos. Todos ustedes son una inspiración para mí—. Y se secó sus ojos con un pañuelo.

Miré a Lola, mi mejor amiga. Fruncimos las cejas los dos. Puede que la señora F haya tomado demasiado sol durante el verano.

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—De hecho —dijo la señora Fernández—, ¡estoy tan inspirada que he decidido tomar clases también!

¿Renunciará la señora F a la escuela primaria de Villabonita? ¿Nos quedaríamos sin directora?

La señora F nos caía muy bien a todos. Para ser directora, ella era muy buena onda. Pero bueno, una directora es una directora. Lola y yo sonreímos. “Caos en los pasillos”, pensamos.

De pronto, nos acordamos de la subdirectora, la señora Ruiz. La señora Ruiz no permitiría caos en los pasillos.

—No se preocupen —dijo la señora F con una risita—. No me voy de la escuela primaria de Villabonita. Voy a tomar clases por la noche en una escuela comunitaria. Y aquí les va lo más emocionante. ¡Compartiré lo que aprenda con todos ustedes! Cada mes, nos retaremos a aprender algo nuevo.

Ahora sí estábamos preocupados.

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El lunes, al llegar a la escuela, había un gran anuncio amarillo colgado sobre la entrada principal. Este decía: ¡Celebremos el mes de “Mi cuerpo es un pretzel”!

La señora F se había inscrito en un curso de yoga. Y tal como prometió, ella compartió lo que aprendió con la escuela entera.

Convertir a nuestros cuerpos en un pretzel fue un proyecto de tiempo completo. La señora F les dio a todos los maestros clases de yoga por la mañana, y luego, ellos nos enseñaron lo que aprendieron durante el día. Así que mientras nuestro maestro de matemáticas nos hablaba sobre fracciones, también nos enseñaba las posturas de yoga.

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Para finales de septiembre, nuestros cuerpos se parecían un poco más a un pretzel. Algunos nos quedamos torcidos para siempre.

—¡Maravilloso! ¡Maravilloso! —exclamó la señora F.

Cuando llegó octubre, un gran letrero anaranjado sobre la entrada principal decía: ¡Celebremos el mes de “La pasión por las calabazas”!

Durante todo el mes, tuvimos que estudiar las calabazas. En la clase de historia, estudiamos la historia de la calabaza. En la clase de español, escribimos poemas sobre calabazas. Como podrán imaginar, los poemas eran cortos, porque no hay muchas palabras que rimen con calabaza o con naranja. Y durante todo el mes comíamos calabaza en la cafetería, ¡todos los días! El pastel de calabaza estaba bien, pero no puedo decir lo mismo sobre los sándwiches de calabaza.

Para finales de octubre, todos sentíamos gran pasión por las calabazas, es decir, las odiábamos apasionadamente. Claro, todos menos la señora F.

—Tendremos que añadir un guisado de calabaza al menú durante todo el año —exclamó la señora F—. Los estudiantes, simplemente, lo aclamarán.

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Noviembre llegó con un letrero azul sobre la entrada principal que decía: ¡Celebremos el mes de “No hay niño que no pueda tejer”!

Esto resultó ser una mentira. Yo pasé todo el mes tratando de tejer una bufanda para mi mamá. Terminé haciendo una cobija para mi gato. Lola tejió una gorra para su hermana, pero parecía una toalla para la cocina. Lola se la regaló a su hermana en su cumpleaños. Su mamá le dijo que se la pusiera para que Lola no se sintiera mal.

No quiero ser cruel, pero el mes que pasamos tejiendo valió la pena después de ver a la hermana de Lola con esa gorra.

Después llegó diciembre. Un gran letrero rosado se alzaba sobre la entrada principal y decía: ¡Celebremos el mes de “La decoración de pasteles”!

Todo el mundo tenía que aprender a decorar un pastel. La única manera de salir de eso era llevar una nota del doctor que dijera que eras alérgico a los pasteles.

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Todos los días, la señora F interrumpía las clases, por ejemplo, la clase de educación física, y enseñaba a un afortunado grupo de estudiantes a hacer rosas de azúcar para los pasteles.

Al final del mes hubo un concurso de decoración de pasteles, el cual nadie quería ganar. El premio era un curso avanzado en decoración de pasteles.

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En enero estudiamos griego antiguo. Aprendimos palabras que te garantizo que jamás usaríamos en nuestras vidas. También íbamos a clases en togas. Te puedo decir que te ves ridículo cuando juegas fútbol en una toga.

En febrero aprendimos todo sobre bailar con zapatos de madera. Aprendimos, al menos, que cientos de niños caminando por los pasillos con zapatos de madera es suficiente para darle un dolor de cabeza a la escuela entera.

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En marzo estudiamos el origami. El origami es el arte japonés de doblar papel para crear formas de pájaros, ranas y cosas así. La señora F nos alentó a practicar nuestras destrezas de origami todo el tiempo. Las tareas que entregamos eran muy chistosas.

Para finales de marzo, estábamos muy cansados. Y muy preocupados por lo que vendría después.

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—¡No creo que podamos sobrevivir tres meses más de esto! —le dije a Lola, mientras recorríamos el camino a casa.

—Ni me quiero imaginar lo que viene después —dijo Lola—. A lo mejor estudiaremos pantomima.

Me tapé la cara con las manos.

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Al día siguiente, la señora F nos llamó a todos al auditorio.

—Niños y niñas —dijo la señora F—, como saben, hoy es primero de abril. Estoy segura de que todos ustedes tienen muchas ganas de saber lo que tengo planeado para este mes.

Todos se quejaron.—Juntos, hemos logrado mucho este año.

Así que sería lógico que abril fuera… —hizo una pausa— el ¡“Mes del salto con paracaídas”!

Todos se quedaron boquiabiertos.—¡Inocentes palomitas! —dijo la señora F.Todo el mundo suspiró. La señora F tenía muy

buen sentido del humor, por lo menos.—Eso sería muy, muy peligroso —dijo la

señora F—. Así que el tema de este mes será: “Los tubérculos son nuestros amigos”.

Todos se quejaron de nuevo.—Antes de empezar, quería decirles a todos

ustedes que lo que hemos logrado este año ha sido magnífico y significa mucho para mí —dijo la señora F—. ¡Estoy muy orgullosa de todos!

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La señora F lloró de alegría.—Sin embargo, me despediré de todos ustedes

al final del año. Voy a estudiar a tiempo completo. La señora Ruiz tomará el lugar de directora. Ella me dice que el currículo regresará a la normalidad.

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Después del discurso, todos estaban un poco tristes. —¿Sabes? Creo que voy a extrañar los zapatos de

madera —dije. —Y los sándwiches de calabaza no estaban tan mal

—dijo Lola.—Regresar a la normalidad no es tan bueno después

de todo —dije—. Estoy seguro de que la señora Ruiz no nos permitirá doblar el papel de la tarea con formas de animales.

—¡Nos quedan tres meses de aventuras todavía! —señaló Lola.

—¡Ciertamente! —dije, un poco más animado—. Yo siempre quise hacerme amigo de un tubérculo.

—Las zanahorias son muy amigables —dijo Lola.

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Nos dirigimos a la cafetería para recoger nuestras palas y sobres de semillas.

—Tal vez podamos formar un grupo de pantomima después de clases —dijo Lola.

—La señora F estaría muy orgullosa de nosotros —dije riéndome a carcajadas.

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978-0-547-03486-70-547-03486-5

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