LA SOLIDARIDAD EN LAS OBLIGACIONES LABORALES …
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LA SOLIDARIDAD EN LAS OBLIGACIONES LABORALES CONTRAÍDAS POR LAS SOCIEDADES DE
RESPONSABILIDAD LIMITADA EN COLOMBIA _________________________________________________ Un análisis hermenéutico del artículo 36 del Código
Sustantivo del Trabajo
INTRODUCCIÓN
El estudio sobre la solidaridad con respecto a las obligaciones laborales contraídas por
las sociedades de responsabilidad limitada es, sin el menor asomo de duda, un tema de
importantes implicaciones y sobre el cual no se ha profundizado aún. Un verdadero
análisis sobre este tema no se ha ofrecido por la doctrina nacional. Hay, por supuesto,
referencias pequeñas al tema en varios textos de derecho comercial y laboral. Pero lo
cierto es que una recopilación jurisprudencial concienzuda y actualizada sobre este
particular ---acompañada de un claro concepto jurídico--- se hace ineludible para poder
entender la situación en un país en el que más del 73 por ciento de sus entidades
empresariales han adoptado como organización jurídica la sociedad de responsabilidad
limitada1.
El análisis se iniciará con un estudio de lo que son, jurídicamente, las sociedades de
responsabilidad limitada. Luego, nos trasladaremos al terreno del derecho civil clásico
para obtener de allí el marco teórico de lo que es el concepto de solidaridad: cuáles son
sus reglas, sus beneficios, cuándo es aplicable y cuándo no. Dilucidado lo anterior
1 Datos consolidados a 31 de diciembre de 2000, dados a conocer por la Confederación de Cámaras de Comercio. Valdría la pena advertirle al lector que, en efecto, el 73 por ciento de las sociedades comerciales de Colombia son de responsabilidad limitada. Es decir, 100.194, de un total de 137.370. Ahora bien, el total de entidades empresariales es de 562.492, pero estos datos incluyen ya a las empresas individuales (personas naturales y empresas unipersonales de responsabilidad limitada) y los establecimientos de comercio (sucursales y agencias).
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entraremos al análisis del artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo. Se trata, así, de
un análisis jurisprudencial y legal que nos dará la luz necesaria para poder definir si las
sociedades de responsabilidad limitada están o no cobijadas por las disposiciones del
controversial artículo ya destacado.
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I. LA NATURALEZA JURÍDICA DE LA SOCIEDAD DE RESPONSABILIDAD LIMITADA
No es posible tener un concepto acerca de la naturaleza jurídica de una sociedad de
responsabilidad limitada sin antes comprender la clásica subdivisión doctrinaria que ha
catalogado a los tipos sociales como sociedades de personas o como sociedades de
capital. No sobra repetir que estos dos últimos conceptos doctrinarios no aparecen en
nuestra la ley comercial, pero ellos le han servido de apoyo a nuestras altas cortes para
definir ----en varios ámbitos del derecho--- qué normas le resultan aplicables a la
sociedad de responsabilidad limitada.
El profesor Narváez define a las sociedades de capital de la siguiente manera: “en las
sociedades de capitales o formadas intuitus rei, una vez efectuados los aportes, los
asociados pasan a la penumbra y son inadvertidos o carecen de importancia para los
terceros, en razón a que solamente responden hasta concurrencia de sus respectivas
aportaciones. Ciertamente es la compañía la que responde hasta el límite de su
patrimonio por las obligaciones que contraiga en desarrollo de su actividad social. Las
obligaciones de los socios y sus derechos pertenecen a la esfera interna de la sociedad,
no trascienden a los terceros que negocian con ella (…)”2.
Las sociedades de capital son una respuesta a la consideración capitalista en virtud de la
cual los asociados no arriesgan más de lo que han aportado. Estas son sociedades que,
en principio, nacen al mundo jurídico tan pronto como se realizan los aportes de capital
por parte de quienes serán los asociados. Se trata, de esta manera, de asociaciones
2 NARVÁEZ, José Ignacio, Derecho Mercantil Colombiano, Teoría General de las Sociedades, Santafé de Bogotá, Editorial Legis, Octava Edición, 1998, pg 74.
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comerciales en las que hay poca o ninguna consideración legal de cara a los aspectos de
índole personalista. Tanto es así que, a la luz de lo establecido en el artículo 104 del
Código de Comercio, un error en el consentimiento originado por un yerro en la
identidad de las personas asociadas no crea nulidad alguna del contrato de sociedad.
De otro lado, las sociedades de personas fueron las primeras que aparecieron en las
legislaciones mercantiles. En ellas, “los socios se conocen y cada uno es el punto de
referencia de los demás consocios, por la confianza recíproca que existe entre ellos. Se
forma intuitus pesonarum, es decir, por razón de las personas o en consideración a ellas,
elemento que tiene importancia para los terceros porque frente a éstos se obliga no sólo
la persona jurídica sino también los socios con sus patrimonios individuales, presentes y
futuros”3.
Es evidente que la clasificación hasta ahora comentada produce consecuencias jurídicas
precisas y diversas que se encuentran reflejadas en disposiciones contenidas en el
Código de Comercio. No siendo objeto de este estudio analizar todas las diferencias que
se desprenden de la distinción entre sociedades de personas y de capital, nos
limitaremos a considerar las consecuencias jurídicas relativas a la administración y, por
supuesto, a la responsabilidad que deben asumir los socios de una u otra sociedad4.
En cuanto se refiere al tema de la administración, en las sociedades de personas ésta se
encuentra depositada en las manos de todos los socios de manera directa y conjunta.
3 Derecho Mercantil Colombiano, op cit, pg 74. 4 Es tan notoria y trascendental la clasificación entre las sociedades de personas y las de capitales que las diferencias entre unas y otras abarcan más aspectos importantes como la formación, la fiscalización individual, el modo de hacer las votaciones, la división del capital, y las causales que dan origen a la disolución de las mismas.
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Esto quiere decir que las riendas de la sociedad están controladas por todos los
asociados y, por lo mismo, también son todos los asociados quienes están habilitados
para ejercer ---al mismo tiempo y ante los terceros--- la representación legal de la
sociedad. Esto último no obsta para que la administración y la representación legal
puedan eventualmente ser delegadas en cabeza de alguno de los consocios o en un
tercero5.
En las sociedades de capital la situación es la opuesta. Allí, la administración no está
radicada en cabeza de los asociados. Recordemos que, según las lecciones del profesor
Narváez, tan pronto como estos asociados entregan sus aportes, ellos pasan a una zona
de penumbra y desde allí son inadvertidos. Por lo anterior, la administración de estas
compañías la ejerce una junta directiva que elige y posesiona a un representante legal.
Así las cosas, los socios de una sociedad de capital quedan desprendidos de su
administración directa, pero en todo caso conservan la facultad de dirigir la actuación
del ente societario por medio del ejercicio, en las asambleas generales, de su derecho al
voto.
Ahora bien, el doctor Francisco Reyes Villamizar ha explicado que “la separación entre
la titularidad del capital y la gestión administrativa de la sociedad de capitales
representa uno de los sustentos del sistema de limitación de responsabilidad propio de
su régimen legal. La lógica de este planteamiento es contundente: si los accionistas han
5 Esta habilitación legal se desprende de lo establecido en los artículos 310 y 326 del Código de Comercio.
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estado excluidos de la gestión de los negocios sociales, no existe razón para que deban
responder ante los terceros por los malos resultados de los administradores sociales”6.
La cita anterior nos sirve de preámbulo para dejar establecidas las reglas que el derecho
comercial ha trazado a fin de regular el régimen de responsabilidad aplicable a las
sociedades de personas y a las de capital. Como ya se dijo, el actual Código de
Comercio no hace referencia alguna a estos conceptos de desarrollo doctrinario. Por lo
tanto, la labor del intérprete radica en el análisis de las diferentes disposiciones que se
han consagrado para los tipos sociales que, tradicionalmente, se han considerado como
de personas o de capital. Así, pues, es menester realizar nuestro estudio sobre la base de
las normas existentes para los dos tipos sociales que son exponentes por excelencia de
las sociedades de personas y de capital. A saber: la sociedad colectiva y la sociedad
anónima, respectivamente.
El artículo 294 del estatuto mercantil –de orden público, entre otras cosas— es diáfano
al advertir que “ todos los socios de la sociedad en nombre colectivo [es decir, la de
personas] responderán solidaria e ilim itadam ente por las operaciones sociales”
[negrillas y cursivas por fuera del texto]. Esto quiere decir que los asociados se
encuentran legalmente obligados a comprometer hasta su patrimonio personal, presente
y futuro, en todos aquellos actos jurídicos que realice la sociedad de personas. Dicho de
otra manera: el patrimonio personal de los asociados no se encuentra herméticamente
protegido y sí comprometido con el desarrollo de la sociedad. Así, el patrimonio
6 REYES, Francisco, Derecho Societario, Tomo I, Editorial Temis S.A., Bogotá D.C., 2002, pg. 22.
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personal queda, ineludiblemente, ligado al patrimonio de la persona jurídica como una
prenda general de los acreedores de esta última.
El mismo artículo 294 dispone, a renglón seguido, que “esta responsabilidad sólo
podrá deducirse contra los socios cuando se dem uestre, aun extrajudicialm ente, que la
sociedad ha sido requerida vanamente para el pago”. Esta última aclaración es de
importancia porque de ella se desprende la siguiente conclusión: aun cuando los
asociados comprometen su patrimonio personal de manera solidaria e ilimitada, este
compromiso está subordinado a que los activos sociales resulten insuficientes para
poder pagar todas las obligaciones debidas a terceros. Esto implica, en últimas, que la
exposición al riesgo por parte de los asociados no es directa.
Para el caso de las sociedades de capital la situación es distinta. Los asociados de estas
personas jurídicas realizan sus aportes y, luego de haberlo hecho, se encapsula su
patrimonio personal7. El pago de aportes –además de crear un patrimonio social que
servirá de garantía a los terceros— genera una desvinculación total de cualquier tipo de
responsabilidad para los asociados8. De ahí que los acreedores sociales quedan
inhabilitados para perseguir el patrimonio personal de los socios. Dicho en las palabras
7 La ley comercial ha incorporado estos preceptos al establecer que, para el caso de la sociedad anónima, sus accionistas serán “ responsables hasta el monto de sus respectivos aportes” [Código de Comercio, artículo 373]. 8 El profesor Hernán Villegas Sierra hizo referencia a todo este tema en su texto Régimen Legal de la Sociedad de Responsabilidad Limitada y estableció que “la división tradicional en sociedades de personas y sociedades de capital se basa en la posición jurídica de los socios frente a terceros, o sea, en una razón profunda y no meramente formal. Por ello aunque haya desaparecido del Código actual, mantiene su vigencia y su importancia, como lo ha observado Gabino Pinzón. En las primeras no se da una absoluta y total separación entre el patrimonio de los socios y el patrimonio social, a pesar de la personalidad jurídica reconocida a la sociedad, pues en ellas prevalece la consideración de la persona (intuitus personae), en tanto que en las sociedades de capital la separación es absoluta, el patrimonio social constituye la única prenda común de los acreedores ante los cuales responde sólo la persona jurídica por las obligaciones sociales, de manera que en ellas la consideración de la persona de los socios se sustituye por el factor patrimonial o intuitus pecuniae”.
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del profesor Reyes Villamizar, “quien se asocia en una compañía de estas características
no asume mayores riesgos que los derivados de la posible pérdida de su aporte, a menos
que se produzca, excepcionalmente, una desestimación de la personalidad jurídica de la
sociedad”9.
Hasta el momento hemos analizado las características típicas y generales que le
corresponden a las sociedades de personas y a las de capital. Es menester estudiar ahora
qué características de cada régimen están presentes en la sociedad de responsabilidad
limitada.
Así las cosas, el análisis anterior nos da vía libre para poder entrar a determinar qué tipo
de sociedad es la de responsabilidad limitada en Colombia. Como primera medida,
conviene decir que la gran mayoría de la doctrina nacional y extranjera ha coincidido al
establecer que esta sociedad en particular es sui generis porque “participa de algunas
características propias del régimen personalista y de otras propias del régimen de
capitales”10.
La cuestión, para nosotros, radica en esclarecer cuáles aspectos de la sociedad de
responsabilidad limitada son de índole personalista y cuáles de ellos son de índole
capitalista. Lo anterior con el propósito de sentar todos los aspectos sobre una balanza y
poder determinar, así, hacia dónde se inclina la misma, por lo menos a la luz de la
regulación legislativa que sobre el particular está vigente en nuestro país.
9 REYES Villamizar, Francisco, op cit, pg. 25. 10 REYES Villamizar, Francisco, op cit, pg. 60.
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Entender el marco legislativo que rige a las sociedades de responsabilidad limitada es
complejo. Sin embargo, luego de un concienzudo estudio del Código de Comercio
colombiano puede concluirse que las normas aplicables a las sociedades de
responsabilidad limitada son, en su orden, las siguientes:
(1) Las normas que son propias de este tipo de sociedad, las cuales están
contenidas entre los artículos 353 y 372 del Código de Comercio.
(2) Las normas especiales, contenidas en la parte general del mismo Código, que
hacen referencia a las sociedades por cuotas.
(3) Las normas generales relativas a todas las sociedades.
(4) Y, por último, las normas rem itidas de la sociedad anónima que son
aplicables por transferencia al régimen propio de la sociedad de responsabilidad
limitada (artículo 372 del Código de Comercio).
De la revisión de todas y cada una de las anteriores normas se aprecia que la sociedad
colombiana de responsabilidad limitada despliega, por supuesto, aspectos de corte
personalista. No obstante, es crucial advertir que todos estos aspectos de índole
personal están relacionados, única y exclusivamente, con los asuntos que les conciernen
a los asociados entre sí. De ahí que todos los otros aspectos legislativos –o sea, aquellos
que tienen que ver con la relación de los asociados frente a los terceros— están
determinados por criterios de estirpe eminentemente capitalista, como procederemos a
demostrarlo a renglón seguido.
En cuanto se refiere a los elementos personalistas, la sociedad de responsabilidad
limitada se caracteriza por: “(1) la posibilidad de identificarse mediante una razón
10
social; (2) la administración y representación por los mismos asociados; (3) la
aprobación de los asociados para el ingreso de nuevos socios; (4) la modificación del
contrato social como consecuencia del ingreso o retiro de un asociado, o como
consecuencia de la cesión de las cuotas sociales; (5) la posibilidad de estipular la
responsabilidad suplementaria de los socios; (6) la fijación de altas mayorías para los
acuerdos de la junta de socios y (7) la no representación de las cuotas por títulos.”11
Sin el ánimo de ser redundantes, resulta claro que todos estos elementos personales
cobijan situaciones exclusivamente inherentes a las relaciones internas que los
asociados tienen entre sí y con la persona jurídica que, al asociarse, han creado.
Los elementos propios del régimen de capitales, de otro lado, se hacen presentes en la
normatividad de la sociedad de responsabilidad limitada para regular específicamente
las relaciones de los asociados con los terceros. Así las cosas, los elementos capitalistas
son: “(1) la constitución previa del capital social y su efectiva integración; (2) la
responsabilidad exclusiva del patrim onio social por las obligaciones de la sociedad,
o sea, la llamada responsabilidad limitada de los asociados; (3) la división del capital
en cuotas de igual valor, a semejanza de las acciones; (4) el voto por cuotas; (5) la
disolución eventual de la sociedad por pérdidas que afectan el capital social; (6) la
continuación de la sociedad con los herederos del socio fallecido; (7) la protección del
capital social mediante la reserva legal y (8) la continuación de la sociedad a pesar de la
quiebra o incapacidad sobreviniente de un asociado.”12
11 VILLEGAS Sierra, Hernán, Régimen de la Sociedad de Responsabilidad Limitada, Biblioteca Jurídica Dike, Primera Edición, 1982, Medellín, Colombia. Pg. 23. 12 VILLEGAS Sierra, Hernán, ibidem.
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Planteadas así las cosas, volvamos a formular la pregunta clave: ¿es la sociedad de
responsabilidad limitada una sociedad de personas o una sociedad de capital?
La respuesta es realmente más sencilla de lo que se cree: la sociedad de responsabilidad
limitada es un híbrido. Ahora bien, ¿esto último realmente qué quiere decir? Para darle
forma y contenido a esta conclusión debemos precisar –como los hemos venido
haciendo— que esta sociedad es de personas puertas adentro, es decir, en todo aquello
que afecta o concierne a los socios y a sus relaciones internas. Pero la sociedad de
responsabilidad limitada es, sin el menor asomo de duda, una sociedad de capitales
puertas afuera. Y es por ello que quienes interactúan con ella lo hacen sólo con ella y
no con sus socios. En otras palabras, bien podríamos decir que la interacción entre
terceros y la sociedad se da un plano total y absolutamente despersonalizado.
La conclusión anterior no podría estar completa si dejamos pasar por alto un hecho tan
importante como inocultable: aun cuando la sociedad de responsabilidad limitada es un
híbrido –en los términos y de la manera ya antes indicada— ella ha sufrido en Colombia
una aproximación definitiva hacia el régimen de las sociedades de capital. Esto es así
porque, a luz del artículo 372 del actual Código de Comercio, en lo no previsto de
manera legislativa o estatutaria para la sociedad de responsabilidad limitada, ésta “se
regirá por las disposiciones sobre sociedades anónimas”.
Las disposiciones del legislador de 1971, materializadas en este artículo 372, le dan en
la actualidad plena cabida a las palabras del jurista Francisco Ferrara. Para él – y
también para nosotros en Colombia— la sociedad de responsabilidad limitada presenta
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una afinidad inocultable con la sociedad anónima en tanto y en cuanto la primera, al
igual que la segunda, responde por las obligaciones sociales únicamente con todo su
patrimonio. Para Ferrara, el carácter personal que puede llegar a tener una sociedad de
responsabilidad limitada constituye genuinas “desviaciones correlativas en su
regulación (…) Por lo cual, en la hipótesis extrema esta figura jurídica viene a constituir
una repetición de la sociedad anónim a, quedando diferencias sólo relativas a la
organización de la sociedad, de carácter secundario (…)”13
II. EL MARCO TEÓRICO DE LA FIGURA JURÍDICA DE LA SOLIDARIDAD
El haber definido el carácter híbrido de la sociedad de responsabilidad limitada es, sin
duda, el primer paso para poder esclarecer cuál es el alcance del artículo 36 del Código
Sustantivo del Trabajo. Sin embargo, la compleja redacción de esta norma nos obliga a
detener nuestro análisis en el concepto de la solidaridad.
De hecho, el análisis que nos hemos propuesto en este trabajo no podría guardar un
orden lógico sin que nos detengamos, aun cuando sea brevemente, al repaso de los
aspectos fundamentales que caracterizan a esta clásica figura jurídica.
Marcelo Planiol y Jorge Ripert, eminentísimos doctrinantes del derecho civil francés,
sostienen que “la solidaridad es un modo de ser especial de las obligaciones que a veces
se opone a la división del crédito y a veces a la división de la deuda; en el primer caso
13 FERRARA, Francisco, Empresarios y Sociedades, editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, España, pg. 363. Autor citado, además, por Hernán Villegas en su texto Régimen Legal de la Sociedad de Responsabilidad Limitada, pg. 14.
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se denomina solidaridad activa, porque existe entre acreedores, y en el segundo se
denomina solidaridad pasiva, porque existe entre deudores”14. Ciertamente, en nuestro
estudio vamos a referirnos a la solidaridad pasiva. Esto es así porque aquí estaremos
analizando cuál es la verdadera situación jurídica de los socios (deudores) de una
sociedad de responsabilidad limitada frente a uno o varios de sus trabajadores
(acreedores).
“El rasgo característico de la obligación solidaria es que todos los codeudores se obligan
a una misma cosa: “eadem res, eadem pecunia” (…) El acreedor tiene frente a él varios
deudores, todos los cuales le deben la mism a cosa; pero la obligación de cada uno es en
cierta medida independiente de la de los demás”15. Es importante dejar en claro que la
solidaridad pasiva produce un efecto principal y este consiste en impedir la división de
la deuda y, por lo tanto, obligar a cada deudor por el total. En nuestro derecho, lo
anterior encuentra respaldo normativo en el artículo 1568 del Código Civil.
Con el fin de ejemplificar el tema, conviene reproducir aquí un caso propuesto por el
doctor Alberto Tamayo Lombana en su Manual de Obligaciones: “Pedro, Juan y Mario,
dueños de un negocio en el que llevan partes iguales, piden un préstamo de 30 millones
al Banco Nacional para hacer una inversión en su sociedad. El Banco, de acuerdo con la
práctica comercial acostumbrada, les pide que se constituyan en deudores solidarios. Y
así se hace”16.
14 PLANIOL y RIPERT, Tratado Práctico de Derecho Civil Francés, Tomo Séptimo: De las obligaciones, segunda parte, Ediciones Cultural S.A., La Habana, 1936, Pg. 373. 15 Ibidem, Pg. 391. 16 TAMAYO Lombana, Alberto, Manual de Obligaciones: Las Obligaciones Complejas y La Extinción de las Obligaciones, Editorial Temis S.A., Bogotá D.C, Colombia, 2003. Pg. 57.
14
Según los términos del ejemplo propuesto, Pedro, Juan y Mario son deudores solidarios
y cada uno de ellos debe el total de la deuda. Es decir, cada uno debe 30 millones17 de
pesos. El acreedor está habilitado, entonces, para cobrarle la totalidad de la deuda a
cualquiera de los tres deudores. Pero, eso sí, si el deudor al que se le ha cobrado paga el
total de lo debido, la deuda se extingue y los demás deudores solidarios ya no deberán
nada. Si Pedro, siguiendo nuestro ejemplo, paga los 30 millones al Banco Nacional,
Juan y Mario quedarán liberados de la deuda y tendrán que arreglárselas con Pedro,
según los términos de otras disposiciones civiles.
Ahora, si el deudor perseguido es insolvente y por esta razón no paga la totalidad de la
deuda, el acreedor permanecerá legitimado para perseguir a los demás deudores
solidarios hasta lograr la satisfacción integral del crédito18. De nuevo, todo esto se
desprende de lo establecido en los artículos 1571 y siguientes del Código Civil
colombiano.
Lo importante, sin embargo, es advertir con toda vehemencia que en el caso de la
solidaridad pasiva cada deudor está obligado por el todo. Y es por ese preciso motivo
que el acreedor los puede requerir a todos o a uno sólo de ellos, según le plazca, para
exigir la totalidad de lo que se le adeuda. Finalmente –como bien lo dijeron Ripert y
Planiol— ante todo se descarta la división de la deuda.
17 Con lo cual no estamos queriendo decir, obviamente, que la deuda frente al banco hubiera ascendido a la suma de 90 millones en virtud de la solidaridad. La deuda total sigue siendo de 30 millones. Eso es lo que todos deben, individual y colectivamente. 18 Por eso, precisamente, es que la doctrina ha dicho que la insolvencia total o parcial de uno de los deudores solidarios deben soportarla los demás. A la luz del artículo 1572 del Código Civil, si la insolvencia del demandado es parcial y el pago es parcial por ello mismo, no se extingue la obligación solidaria de ninguno de los deudores sino en la parte ya pagada por el demandado. Dicho en las palabras del profesor Tamayo: el pago parcial deja vigente la solidaridad de todos los deudores para responder por la parte insoluta.
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III. INTERPRETACIÓN JURISPRUDENCIAL DEL ARTÍCULO 36 DEL CÓDIGO SUSTANTIVO DEL TRABAJO
El estudio sobre la interpretación jurisprudencial del artículo 36 del Código Sustantivo
del Trabajo puede ahora abordarse con apoyo en la sólida base teórica que tenemos
luego de haber esclarecido la naturaleza jurídica de la sociedad de responsabilidad
limitada y el concepto y las implicaciones de la figura de la solidaridad pasiva.
ARTÍCULO 36 C .S.T: “Son solidariamente responsables de todas las obligaciones que em anen del contrato de trabajo las sociedades de personas y sus m iem bros y estos entre sí en relación con el objeto social y sólo hasta el límite de responsabilidad de cada socio, y los codueños y com uneros de una m ism a em presa entre sí, mientras permanezcan en la indivisión”
Es probable que nuestros lectores hayan leído en más de una ocasión el artículo 36
citado. Y es que, francamente, no es para menos: esta es una de esas normas de nuestro
ordenamiento jurídico laboral que no dejan de sorprender por su falta de claridad y por
su falta de rigor jurídico.
La evidente oscuridad de este artículo ha llevado a nuestra Corte Suprema de Justicia a
contradecirse y a establecer, posteriormente, un precedente judicial que en nada se
ajusta a lo que podría considerarse como una interpretación lógica y ajustada a derecho.
Los primeros pronunciamientos hechos por la Sala de Casación Laboral de la Corte
Suprema de Justicia, relacionados con la interpretación del alcance del artículo 36 del
Código Sustantivo del Trabajo, se remontan al año de 1957. En aquel entonces, el
marco jurídico que regía a las sociedades colombianas de responsabilidad limitada
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estaba dado por la Ley 124 de 1937. Esta ley incorporaba varios de los aspectos
normativos que hoy hacen parte del Código de Comercio, en cuanto se refiere, por
supuesto, a la regulación de la sociedad ya referida.
No obstante, en la Ley 124 de 1937 la sociedad de responsabilidad limitada parecía
estar un poco más cerca del régimen de las sociedades de personas, aun cuando ella
siempre fue concebida como un híbrido. Esta aseveración se desprende de lo que había
establecido el artículo 11 de la Ley 124, según el cual, el régimen supletorio de las
sociedades de responsabilidad limitada debía ser el propio de las sociedades colectivas
de comercio. Es decir, el de las sociedades de personas.
Esta aproximación legal de la sociedad de responsabilidad limitada al régimen de las
sociedades de personas definió de manera significativa los fallos que serían proferidos
por los magistrados de la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia. El
primero de dichos fallos es del 29 de noviembre de 1957.
En síntesis, el caso analizado por la Corte fue el siguiente: la sociedad G. Martín y A.
Wasseige Limitada y sus socios fueron demandados por los trabajadores para que
respondieran de manera solidaria por las obligaciones laborales que no habían sido
satisfechas. La demanda se apoyó en las disposiciones del artículo 36 del Código
Sustantivo del Trabajo y en el tratamiento dado a las sociedades de responsabilidad
limitada por parte de la ley vigente en su momento: la 124 de 1937.
17
Según la escritura pública 5090 de 1951, “la sociedad G. Martín y A. Wasseige Limitada
se constituyó con un capital de $75.000, que los socios Georges Martín y André
Wasseige aportaron por partes iguales en efectivo [es decir, $37.500 cada uno],
advirtiéndose, además, que la sociedad recibiría todos los beneficios y correría con
todas las pérdidas que resultaran de la explotación de las minas (…) Tanto el dinero
como los bienes se declararon entregados a la sociedad” y “los socios no extendieron su
responsabilidad a ninguna suma adicional y manifestaron que su responsabilidad queda
limitada a sus aportes”19. Por último, al proceso no se allegaron pruebas de que el valor
fijado por los socios a los aportes en especie hubiera sido inferior al que éstos realmente
tenían.
Al iniciar su análisis, la Sala Laboral de la Corte indicó, sin ambages, que “en el sistema
comercial colombiano las sociedades de responsabilidad limitada ostentan un
predominante tratamiento como sociedades de personas. Las discusiones parlamentarias
y la exposición de motivos que precedieron a la expedición de su ley orgánica, la 124 de
1937, demuestran que tal tipo de sociedad se proyectó con un carácter inequívocamente
personal, como sociedad colectiva en la que los socios limitan su responsabilidad a sus
aportes, según definición que dio en su discurso el senador Camaño, autor de la
iniciativa legal [cursivas por fuera del texto]”20.
Estas apreciaciones iniciales de la Corte no fueron óbice para que ella se diera a la tarea
de estudiar con un mayor detenimiento el contenido y alcance del artículo 36 del
estatuto laboral, por lo menos en cuanto se refiere a las sociedades de responsabilidad
19 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, Sentencia del 29 de noviembre de 1957. 20 Ibidem.
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limitada. Dicho en otras palabras, la Corte Suprema no se adelantó a la conclusión de
que los socios son solidariamente responsables por las obligaciones laborales en virtud
del hecho de que las sociedades de responsabilidad limitada hubiesen recibido, hasta la
fecha, “un predominante tratamiento como sociedades de personas”.
La Corte detuvo su análisis y recordó que “el no responder los socios sino hasta cierto
límite, es, como ya dijimos, característica fundam ental de las sociedades de
responsabilidad limitada, en contraposición a la responsabilidad ad infinitum de los
socios, que es la regla general de las sociedades de personas”21. La Sala Laboral dejó
saber que dicho límite de la responsabilidad estaba dado por el artículo 1 de la Ley 124
de 1937, el cual estableció que la responsabilidad de los socios quedaba efectivamente
limitada a sus aportes y a la suma que a más de éste [el aporte] se indique.
A renglón seguido, la Corte desglosó el artículo 3 de la Ley 124 de 1937 y dejó
sentadas, con muy buen criterio, las siguientes tres conclusiones claves: “se tiene
entonces que, de acuerdo con la ley 124 de 1937, el límite de la responsabilidad
personal de los socios de las sociedades de responsabilidad limitada presenta las
siguientes modalidades:
a) Si no hay más aportes en dinero y como éstos deben ser íntegramente pagados
antes de quedar constituida la sociedad, la responsabilidad de cada socio se
contrae a la suma que hubiere separado de su patrimonio personal para
vincularla como aporte a la sociedad. Al entregar el aporte el socio queda
21 Ibidem.
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descargado de toda responsabilidad por las obligaciones que llegue a
adquirir la sociedad. [negrillas y subrayado por fuera del texto]
b) Si hay aportes en especie, todos los socios son solidariamente responsables de
cualquier menor precio que resulte entre el monto atribuido en el contrato a
dichos aportes y su verdadero valor; y
c) Si se ha pactado extensión de responsabilidad más allá de los aportes, los socios
responderán, además, de la suma que, respecto de cada uno de ellos y por este
concepto se haya indicado en la escritura social”22.
La Corte de 1957 concluyó, entonces, “que el artículo 36 del Código Sustantivo del
Trabajo no desconoce este fenómeno de limitación de responsabilidad, que es propio de
las sociedades de responsabilidad limitada, sino que, por el contrario, lo incorpora
expresamente en su mandato, porque advierte que la solidaridad de los socios con la
sociedad y de éstos entre sí es “sólo hasta el límite de la responsabilidad de cada
socio”, es decir, que no va más allá, que no lo excede, por lo cual respecto a estas
sociedades no puede afirm arse que la norm a consagra una solidaridad indefinida;
ni que contem pla una responsabilidad duplicada, o sea, hasta por otra suma
“equivalente a sus aportes” [porque, de ser así,] se estaría rebasando el límite de
responsabilidad (…)”23.
22 Ibidem. 23 Ibidem.
20
Evidentemente, a la luz de todo lo anterior, la sala de casación laboral profirió un fallo
que resultó favorable para los socios de la sociedad G. Martín y A. Wasseige Limitada:
“no habiéndose responsabilizado Martín por suma mayor a sus aportes, ni estando
siquiera en discusión el avalúo de los aportes en especie, el demandado, al entregar sus
aportes, quedó desligado de toda responsabilidad por las obligaciones que contrajo la
sociedad mencionada”.
Desde ya conviene destacar que la sentencia analizada es la única –en toda la historia
jurisprudencial sobre este asunto— que ofrece la más adecuada interpretación del
artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo24. En esa misma medida, este es el único
fallo que respeta a cabalidad el genuino carácter híbrido de las sociedades de
responsabilidad limitada, aun a pesar, como bien lo dijo la Corte, del evidente y
predominante tratamiento personalista que se les había dado a estas sociedades durante
la vigencia del régimen de la Ley 124 de 1937.
La admiración que produce el fallo del 29 de noviembre de 1957 no es del todo
compartida por un sector de la doctrina nacional y, mucho menos aun, por la
jurisprudencia que vendría en las décadas siguientes. En este orden de ideas, tenemos la
posición del doctor Guillermo González Charry, para quien el fallo de 1957 es un
desacierto. El doctor González arguye que, en su concepto, la Corte confunde dos cosas:
(1) la responsabilidad del socio para con la sociedad en cuanto al pago de sus aportes y
24 Decimos “ la más adecuada interpretación” porque, como lo verá el lector en los renglones a seguir, todavía hay aspectos que no podemos compartir, al menos no en cumplimiento de los dictámenes de la sana lógica.
21
(2) la responsabilidad de ese mismo socio para con terceros en el caso de los contratos
de trabajo25.
Con el respeto que se merece el profesor González, el único confundido es él. La Corte
no se confundió. La Corte lo que hizo fue distinguir el aspecto eminentemente
personalista –es decir, las relaciones internas de los asociados— del aspecto puramente
capitalista –el de las relaciones de los asociados con los terceros. Dos aspectos que
conviven, pero que son perfectamente diferenciables en una sociedad que es un híbrido.
Si no fuera un híbrido la sociedad de responsabilidad limitada, la Corte Suprema no
habría hecho esta distinción que, se reitera, está muy lejos de llegar a ser una confusión.
Para Guillermo González “no se entiende que, frente al artículo 36, la circunstancia de
haber pagado íntegramente el aporte convenido, libere al socio, en todo o en parte, y
hasta el límite del mismo aporte, de la responsabilidad que expresamente le señala el
artículo 36, por vía de solidaridad. Si fuera así, el precepto del Código Laboral carecería
de sentido y hubiera dado lo mismo omitir la norma, pues se habría dado aplicación, sin
más, en los casos necesarios, a las reglas de la ley 124 de 1937”26.
La postura del doctor Gónzales Charry se encuentra apoyada en una destacada sentencia
proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá el 30
de enero de 195827. Una sentencia que abrió las puertas de una nueva tendencia
25 GONZÁLEZ Charry, Guillermo, Derecho Laboral Colombiano: Relaciones Individuales, Décima Edición, Editorial Legis, Bogotá D.C., Colombia, Pg. 164. 26 Ibidem. Pg. 165. 27 Nótese que el correcto fallo de 1957, proferido por la Corte Suprema de Justicia, no tuvo acogida. Y como la jurisprudencia en Colombia es sólo una fuente auxiliar del derecho, el Tribunal Superior del
22
jurisprudencial que terminaría siendo acogida por la Sala de Casación Laboral de la
Corte Suprema de Justicia, incluso hasta nuestros días.
Para el Tribunal Superior de Bogotá las sociedades de responsabilidad limitada eran, a
ultranza, sociedades de personas y, por lo tanto, debía “tenérselas como sujetos del
ordenamiento contenido en el artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo”. El
Tribunal se apoyó en lo que se había dispuesto en el artículo 487 del antiguo Código de
Comercio: “ los socios colectivos indicados en la escritura social y en las diligencias de
publicación, son responsables solidariam ente de todas las obligaciones legalm ente
contraídas bajo la razón social”.
Con base en el citado artículo se arguyó que, “frente a las sociedades colectivas de
comercio, el artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo nada nuevo dispuso, y si
sólo a ellas se refiere, sobraría”28. Según el Tribunal, el legislador del estatuto laboral
tuvo la intención de crear una norma especial que, para el específico caso de las
obligaciones emanadas de un contrato de trabajo, debería resultar preferible en su
aplicación. “El análisis hecho por la honorable Corte, se repite, es acertado íntegramente
para todas aquellas obligaciones distintas a las nacidas del contrato de trabajo que, por
lo mismo, han de buscar la fuente de responsabilidad social e individual en los
ordenamientos del Código de Comercio, pero resulta abiertamente injurídica en cuanto
ella trate de aplicarse a las obligaciones laborales, por cuanto para éstas sí es de
imperativa aplicación el artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo, que innovó
Distrito Judicial de Bogotá no encontró ningún problema para sentar una posición radicalmente distinta tres meses después. 28 Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala Laboral, sentencia del 30 de enero de 1958. Magistrado Ponente: Jorge Valencia Arango.
23
fundamentalmente sobre la responsabilidad de los socios de las sociedades de
personas”29.
Ahora bien, el Tribunal Superior de Bogotá se mostró en desacuerdo con la tesis de la
Corte, según la cual, el famoso artículo 36 sólo tendría aplicación – en el caso de las
sociedades de responsabilidad limitada— siempre y cuando todos o alguno de los socios
hubiere optado por aumentar su propia responsabilidad en alguna medida, de acuerdo a
lo que hubiere quedado expresamente pactado en el contrato social. Para el Tribunal de
Bogotá, si esto fuere así, “la norma quedará limitada al caso de responsabilidad por
suma adicional al aporte, lo que por sí constituiría una interpretación restrictiva no
autorizada por la misma disposición y daría lugar a una excepción no contemplada en la
misma ley”30.
El máximo Tribunal de Bogotá no dejó oculto su inconformismo y se quejó porque “la
norma del artículo 36 comentado no sería aplicable a los socios de las sociedades de
responsabilidad limitada sino en el caso de que todos hubieren adicionado su
responsabilidad, y lo serían no sólo hasta el límite de su responsabilidad, es decir, hasta
el límite de la suma adicional, y ya se vio que la frase “límite de su responsabilidad”,
contenida en el tantas veces mencionado artículo 36, es la que sirve a la honorable Corte
para decir que no son solidariamente responsables los socios de una sociedad de
responsabilidad limitada”31.
29 Ibídem. 30 Ibídem. 31 Ibídem.
24
Así las cosas, en un primer momento, el Tribunal de Bogotá se inclina por decir que no
hay tal límite de responsabilidad. Pero de manera claramente contradictoria, el Tribunal
luego aclara su posición y dice que el lím ite de la responsabilidad a que se refiere el
artículo 36 citado “no es obstáculo para predicar la solidaridad, pues ello sólo indica que
no se trata de una solidaridad indefinida como la de los socios de la colectiva, sino de
una solidaridad sujeta al lím ite de responsabilidad de cada socio, cualquiera que sea
la sociedad de personas de que se trate. Así, si la obligación demandada cabe en el
aporte del reo tratándose de socios comanditarios –de sociedad en comandita simple— o
de socios de la limitada sin adición de responsabilidad, no se vería el obstáculo señalado
por la honorable Corte”32.
Ante todos estos planteamientos sólo nos pueden quedar dudas. Primero, ¿hay o no un
límite de responsabilidad para los socios de la limitada? ¡El artículo 36 del Código
Sustantivo del Trabajo es diáfano al advertir que sí! Ahora bien, el Tribunal de Bogotá
dijo que ese límite no es un obstáculo para predicar la solidaridad, “pues ello sólo indica
que no se trata de una solidaridad indefinida”. ¿Cuál solidaridad sí es definida? ¿Acaso
hay varios tipos de solidaridad? El Tribunal advierte, además, que si la obligación
demandada cabe en el aporte del reo no hay obstáculo alguno para predicar la aplicación
de la solidaridad. Pero, ¿qué pasa si la obligación demandada no cabe en dicho aporte?
¿Será, entonces, que hay una imposibilidad de derecho para poder aplicar en estos casos
la solidaridad? Todas estas preguntas las resolveremos en breve.
32 Ibídem.
25
La posición de la Sala Laboral de la Corte Suprema de Justicia, establecida en el fallo
ya comentado de 1957, permaneció intacta hasta finales del siglo XX. Sin embargo, el
26 de noviembre de 1992 la Corte Suprema nos sorprendió con una nueva interpretación
del artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo. La nueva postura de la Corte --- tan
absurda como desconcertante--- parece reproducir, de alguna manera, el concepto del
Tribunal Superior del Distritito Judicial de Bogotá de 1959.
Ahora bien, este nuevo fallo de la Corte no puede analizarse bien si no se aclara el
contexto jurídico que prevalecía en el momento de su expedición. Para 1992, las
sociedades de responsabilidad limitada ya no encontraban su regulación en la Ley 124
de 1937. Una nueva legislación había surgido en Colombia a raíz de la entrada en
vigencia del Decreto Ley número 410 de 1971, es decir, el nuevo Código de Comercio.
No sobraría aclarar que, obviamente, la Ley 124 de 1937 quedó expresamente
derogada por el artículo 2033 del nuevo Código de Comercio, según el cual, “este
código regula íntegramente las materias contempladas en él. Consiguientemente,
quedan derogados el Código de Comercio Terrestre y el Código de Comercio Marítimo
adoptados por la Ley 57 de 1887, con todas las leyes y decretos complem entarios o
reformatorios que versen sobre las mismas materias (…)”.
El hecho de que hubiera surgido una nueva legislación es, sin ninguna duda, un aspecto
de la mayor importancia. Recordemos, una vez más, que bajo la regulación de 1937 las
sociedades de responsabilidad limitada habían recibido un tratamiento claramente
personalista. Tanto es así que el artículo 11 de la Ley 124 disponía que el régimen
26
supletorio de las sociedades de responsabilidad limitada debía ser el de las sociedades
colectivas de comercio. Pero, a partir de 1971, la voluntad del legislador cambió y de
manera contundente. En el artículo 372 del estatuto comercial se advirtió que en lo no
previsto de manera legislativa o estatutaria para la sociedad de responsabilidad limitada,
ésta “se regirá por las disposiciones sobre sociedades anónimas”.
La intención del legislador de 1971 resultó clara: se quiso otorgar a las sociedades de
responsabilidad limitada un tratamiento muy similar al de las sociedades de capital. Así,
aún cuando la sociedad de responsabilidad limitada no dejó de ser un tipo social
híbrido, su aproximación al régimen de capitales sí se hizo absolutamente evidente.
Dicho en otras palabras, bajo el régimen del nuevo Código de Comercio, la sociedad de
responsabilidad limitada ya nunca más podría ser considerada como una sociedad de
personas. Cierto es que la sociedad de responsabilidad limitada --- que es un híbrido, se
reitera--- presenta algunos aspectos personalistas que sólo están presentes en todo
aquello relativo a las relaciones internas de los asociados. Pero, exteriormente, hoy más
que nunca, la sociedad de responsabilidad limitada se proyecta como una sociedad de
capital.
A pesar de lo anterior, la Corte Suprema de Justicia de 1992 esgrimió una teoría
bastante altruista y, porqué no decirlo, artificiosa. En primera instancia, la Corte dijo
que “la explicación dada para la asimilación de las sociedades de responsabilidad
limitada a las de personas en cuanto a la previsión del artículo 36 del CST, resultante de
la determinación legal de hacerles aplicable en lo no previsto el régimen propio de las
sociedades colectivas, puede parecer discutible ante la circunstancia que anota la
27
impugnante de que del Decreto ley 410 de 1971, por el cual se adoptó el Código de
Comercio, dispone en su artículo 372 que el régimen supletorio sea ahora el de las
sociedades anónimas. En tal virtud, parecería razonable entender, como se plantea en
el recurso, que si la remisión que la ley 124 de 1937 hacía a las sociedades colectivas
permitía asimilar las sociedades de responsabilidad limitada a las sociedades de
personas, la vigente remisión a las anónimas obligara ahora a equipararlas a las
sociedades de capital. Esto es que el legislador m ercantil no quiso imprim irles a las
sociedades de responsabilidad lim itada a partir de 1971 un carácter intuitu
personae sino m ás bien un cariz intuitu pecuniae, y, por lo mismo, desde la puesta
en vigor del C ódigo de Comercio ya no sería aplicable a los empleadores
constituidos bajo la forma de sociedad de responsabilidad limitada la disposición
sobre solidaridad contenida en el artículo 36 del C ST”33 [negrillas fuera del texto].
Esta primera y acertada conclusión sostenida por la Corte se contradice a renglón
seguido: “Este entendimiento, que en una primera lectura de los textos legales podría
mostrar como avenido a su recto entendimiento no es, sin embargo, a juicio de la Sala,
la genuina interpretación que corresponde a tales preceptos y más exactamente a la
norma laboral que establece para el caso la solidaridad entre los socios”34.
El primer argumento de la Corte para rechazar lo que ella misma llamó “el recto
entendimiento” es que una modificación del Código de Comercio no pudo, por sí
misma, tener el efecto de alterar la estructura de la ley laboral desconociendo la
finalidad protectora que inspira el Código Sustantivo del Trabajo. “Partiendo del 33 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, sentencia del 26 de noviembre de 1992, Radicado 5386. 34 Ibídem.
28
supuesto de que el código de la materia [o sea, el Código Sustantivo del Trabajo] no ha
sufrido ninguna modificación en lo atinente a la solidaridad en él prevista, y tomando en
consideración que el establecimiento de esta figura tuvo como finalidad la de garantizar
los derechos del trabajador y facilitarle su cobro judicial, resulta forzoso concluir que si
al expedirse las normas que le dieron origen al Código Sustantivo del Trabajo se
contempló la responsabilidad solidaria de las obligaciones laborales entre “las
sociedades de personas” y sus miembros, comprometiéndose en su momento dentro de
estas sociedades de personas a las sociedades de responsabilidad limitada, la sola
circunstancia de que mercantilmente su régimen supletorio ya no sea el de las
sociedades colectivas sino el de las anónimas, no significa que se haya eliminado la
protección que la ley laboral otorgó al trabajador”35.
La Corte Suprema de Justicia dictaminó, además, que las sociedades de responsabilidad
limitada están afectadas por la presencia “preponderante y marcada” del elemento
personal. La Corte trató de apoyar su débil conclusión diciendo que el móvil del ánimo
societario en las sociedades de responsabilidad limitada se encuentra en vínculos
familiares, en el sentimiento de amistad o en el conocimiento personal que entre sí tiene
los socios36. Además, según la Corte, hay otros dos hechos que determinan que la
sociedad de responsabilidad limitada se aproxima mucho más a la de personas: (1) por
un lado, las restricciones que la ley impone respecto a la transferencia de las cuotas
35 Ibídem. 36 Este argumento de la Corte es, de entrada, una falacia. Existen miles de sociedades de responsabilidad limitada que se constituyeron porque algunos inversionistas decidieron reunir sus capitales en procura de una empresa. Los inversionistas, normalmente, no tiene en consideración aspectos de familia o de amistad. Cuando las personas se asocian lo hacen porque creen que pueden obtener un provecho económico. ¡Ese es su verdadero móvil! Y en muchos casos los inversionistas deciden asociarse bajo la estructura de una sociedad de responsabilidad limitada porque, ante todo, quieren proteger su patrimonio personal, pero no desean entrar en el engorroso trámite de constitución ni en el complejo esquema administrativo que caracteriza a la sociedad anónima.
29
sociales y (2) la injerencia que los socios pueden llegar a tener en la administración de
la sociedad. Así, pues, para la Corte esto basta para concluir que las sociedades de
responsabilidad limitada están inmersas en el régimen de las sociedades de personas y,
por lo mismo, les resulta aplicable el artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo.
Todo esto, dice la Corte, “aun a pesar de que ahora su régimen supletorio sea el de las
sociedades anónimas”37.
Para nosotros, estas consideraciones de la Corte son miopes. Sí, la sociedad de
responsabilidad limitada tiene varios elementos del régimen de las sociedades de
personas. Es cierto que la ley ha impuesto restricciones a la transferencia de cuotas
sociales y que, además, los socios pueden tener injerencia directa en la administración
de la sociedad. Pero lo que la Corte no ha querido reconocer es que estos asuntos –de
estirpe personalista— sólo determinan las relaciones internas de los socios. En el
mundo exterior, la sociedad de responsabilidad limitada no tiene ni un sólo rasgo que la
aproxime a las sociedades de personas. De puertas para fuera, los terceros sólo ven a
una persona jurídica que ha constituido previamente su capital social mediante una
efectiva integración y saben de antemano – por virtud de la expresión lim itada— que
están en presencia de una sociedad que responde con su patrimonio social y no con el
patrimonio de quienes decidieron formarla. Tan es así que el Registro Mercantil ofrece
esta información a terceros.
37 Es evidente que, con este planteamiento, la Corte Suprema de Justicia de 1992 le está dando cabida a una verdadera y novedosa hipótesis de levantamiento del velo societario. Y lo más grave es que está convirtiendo dicho levantamiento en la regla general cuando, en realidad, es sólo la excepción. De otro lado, valdría la pena destacar que esta situación no sólo se ha presentado en la Corte Suprema. “ En efecto, en sentencia SU 1023 del 26 de septiembre de 2001, al pronunciarse sobre diversas acciones de tutela interpuestas por los pensionados de una sociedad ilíquida sometida a trámite de liquidación obligatoria, la Corte Constitucional le ordenó a su matriz (una sociedad anónima), con carácter transitorio, atender el pago de mesadas pensionales”. REYES Villamizar, op cit, pg. 557.
30
La Corte dijo que ella debía interpretar teleológicamente el artículo 36 del Código
Sustantivo del Trabajo. Por eso, la finalidad perseguida por el legislador laboral debería
ser, entonces, la pauta a seguir. Esta finalidad, dijo la Corte, “fue claramente la de
excluir de la solidaridad prevista en el susodicho artículo sólo a las sociedades que
exclusivamente fueran de capital”. Es decir, la intención era excluir a las sociedades
anónimas, pues sólo ellas son exclusivamente de capital.
Ahora bien, a este último argumento se le puede atacar con gran éxito si se considera lo
siguiente: el artículo 36 del Código Laboral es muy claro al ordenar que “son
solidariamente responsables de todas las obligaciones que em anen del contrato de
trabajo las sociedades de personas”. ¿Quiénes? ¡Las sociedades de personas! Es
decir, si el artículo se abstuvo de mencionar a las sociedades de capital es porque las
quiso excluir: esa fue su finalidad. Pero, si de manera expresa mencionó, única y
exclusivamente, a las sociedades de personas es porque sólo a ellas las quiso incluir. En
otras palabras, donde no ha distinguido el legislador, no lo puede hacer el
intérprete. Y como las sociedades de personas son, en estricto sentido, la sociedad
colectiva y la sociedad en comandita simple, pues, entonces, la sociedad de
responsabilidad limitada también ha quedado excluida. Finalmente, ella es una
sociedad mixta, no es ni de personas ni de capital, exclusivamente.
Por último, conviene destacar el argumento final esgrimido por la Corte Suprema de
Justicia para dejar sentada esta nueva posición jurisprudencial, según la cual, las
sociedades de responsabilidad limitada no pueden escaparse de lo previsto en el
afamado artículo 36 del estatuto nacional del trabajo. Según la Corte, “por principio
31
general del derecho laboral y por mandato del artículo 53 de la Constitución Política,
resulta obligatorio adoptar el criterio más favorable para el trabajador en caso de duda
sobre la aplicación e interpretación de las fuentes formales del derecho”38.
Sobre este último punto habría que decir que la Corte tiene, en principio, razón. Sin
embargo, como lo expondremos enseguida, la Corte no parece darse cuenta de que su
postura protege el mandato contenido en el artículo 53 de la Carta Política, pero, al
mismo tiempo, atropella otros principios39 que son también de estirpe constitucional.
IV. CONCLUSIONES SOBRE CUÁL DEBE SER EL RECTO ENTENDIMIENTO DEL ARTÍCULO 36 DEL CÓDIGO SUSTANTIVO DEL TRABAJO
Llegados a este punto resulta lógico y necesario establecer nuestra postura sobre el recto
entendimiento del artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo.
Lo primero que debemos decir es que el artículo estudiado ha querido establecer una
solidaridad entre “ las sociedades de personas y sus miembros y estos entre sí”, sólo de
cara a las obligaciones laborales contraídas por las mencionadas sociedades.
De entrada, para nosotros es evidente que este artículo nunca le ha sido aplicable a la
sociedad de responsabilidad limitada, y mucho menos ahora que su régimen supletorio
es el de las sociedades anónimas. Como tuvimos oportunidad de advertirlo, este artículo
es claro al ordenar una solidaridad, exclusivamente, entre “las sociedades de personas
38 Ibídem. 39 Y entre ellos, como se verá, podríamos destacar: la libertad de asociación, la libertad de empresa e incluso el derecho a la propiedad privada.
32
y sus miembros”. Así las cosas, el artículo 36 del estatuto laboral es restrictivo y, por lo
mismo, las sociedades de responsabilidad limitada –que no son sociedades de
personas— han quedado excluidas de sus disposiciones.
En este trabajo hemos hecho un análisis acerca de la naturaleza jurídica de la sociedad
de responsabilidad limitada. El repaso pormenorizado de todas las normas que rigen a
estas sociedades nos ha llevado a concluir que no hay un sólo artículo que especifique
que estas personas jurídicas son sociedades de personas. Por el contrario, lo que sí hay
es un compendio normativo y un bagaje doctrinario –nacional e internacional— que nos
sirve para determinar, sin temor a equivocarnos, que la sociedad de responsabilidad
limitada es un híbrido que, de todas maneras, está mucho más allegada al régimen de
capital que al de personas, en especial en sus relaciones con terceros.
La hibridación referida tiene también un significado preciso y, aun con el peligro de
caer en la redundancia, no nos podemos cansar de recordarlo. La sociedad de
responsabilidad limitada tiene características propias del régimen de las sociedades de
personas. Pero esas características sólo están presentes en las relaciones internas que los
asociados tienen entre sí y con la persona jurídica que han creado. De cara al público, de
cara a los terceros, la sociedad de responsabilidad limitada sólo despliega características
genuinas del régimen de sociedades de capital, siendo la principal de dichas
características la responsabilidad exclusiva del patrimonio social por las obligaciones de
la sociedad, sin diferenciar la naturaleza u origen de las mismas.
33
Desde un principio, las sociedades de responsabilidad limitada fueron concebidas por el
legislador como una alternativa para que los inversionistas pudieran arriesgar un capital
–y nada más que ese capital— sin que necesariamente tuvieran que acudir a la sociedad
anónima.
La misma Corte Suprema de Justicia reconoció esto cuando precisó “que el no
responder los socios sino hasta cierto límite es, como ya dijimos, característica
fundamental de las sociedades de responsabilidad limitada, en contraposición a la
responsabilidad ad infinitum de los socios, que es la regla general de las sociedades de
personas”40.
En este orden de ideas, la sociedad de responsabilidad limitada tiene vínculos muy
estrechos con la sociedad anónima, y a ello se debe la aproximación que el legislador
mercantil de 1971 quiso establecer entre ellas al ordenar que el régimen supletorio de
las primeras sea el de las segundas.
Las dos sociedades –la limitada y la anónima— se proyectan de la misma manera ante
los ojos del mundo exterior, aunque la limitada se puede constituir con menos socios y
su estructura interna es más simple porque, entre otras cosas, no requiere una junta
directiva y sólo por excepción requiere un revisor fiscal.
Planteadas así las cosas, la sociedad de responsabilidad limitada es una persona jurídica
más accesible para los pequeños y medianos empresarios y, en este sentido, más
40 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, Sentencia del 29 de noviembre de 1957.
34
interesante. Además, “mientras que la sociedad anónima está sujeta a innumerosos
preceptos imperativos, la normación de la sociedad de responsabilidad limitada es
menos rígida”41. Y si a todo esto le sumamos el enorme beneficio de la limitación de
responsabilidad, veremos, entonces, que a esta forma asociativa lo que le sobran son
estímulos para su formación42.
De cualquier manera, el beneficio de la limitación de la responsabilidad es la piedra
angular de este asunto. Argüir que la responsabilidad está limitada es argüir que los
socios sólo arriesgan la suma que han separado de su patrimonio personal para
vincularla a título de aporte a la sociedad. “Al entregar el aporte el socio queda
descargado de toda responsabilidad por las obligaciones que llegue a adquirir la
sociedad”43. Y es por virtud de este mismo beneficio que sólo la compañía responde
hasta el límite de su patrimonio por las obligaciones que adquiere durante la explotación
del objeto social.
Por supuesto que no es correcto aseverar que el legislador tiene absolutamente vetada la
posibilidad de levantar el velo societario para entrar a exigir una solidaridad entre los
socios por las obligaciones de la sociedad. El legislador todo lo puede, él es el
representante del pueblo y la soberanía reside en éste último. Pero si el legislador quiere
exigir una solidaridad entre los socios de una sociedad de responsabilidad limitada por
41 NÁRVAEZ, José Ignacio, La Compañía de Responsabilidad Limitada, Bogotá, Editorial Bonnet & Cía., 1987, Pg. 28. 42 No en vano, la Superintendencia de Sociedades se pronunció, a través del oficio DAL-02273 del 6 de febrero de 1990 para decir que el avenimiento de la sociedad de responsabilidad limitada a nuestro derecho positivo “ provocó prácticamente una casi total respuesta favorable, toda vez que se dieron numerosas transformaciones de sociedades en nombre colectivo al nuevo tipo social y se constituyeron muchas bajo el molde jurídico, atraídas por evidentes ventajas, cuales fueron la simplicidad de los requisitos legales para su constitución y la sencillez de su estructura”. 43 Ibidem.
35
las obligaciones laborales que se han dejado de pagar, debe, entonces, dejarlo plasmado
en la ley de manera clara y expresa. Y debe asegurarse, además, que dicha exigencia
legal tenga sentido, pues de no ser así –como ahora ocurre— la intención del legislador
quedara fallida y no se podrá materializar por una franca imposibilidad de derecho.
Esta imposibilidad está presente en el artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo. Si
bien es cierto que este artículo exige una solidaridad entre las sociedades de personas y
sus miembros y estos entre sí, dicha solidaridad, según el mismo artículo, sólo puede
llegar hasta el límite de responsabilidad de cada socio. Una solidaridad planteada en
estos términos es, ciertamente, una aberración jurídica que pone al descubierto la
ignorancia del legislador laboral.
La ley debe ser interpretada de tal manera que tenga sentido y pueda ser aplicable. Esta
es de, de por sí, norma y principio general del derecho. Ahora bien, este requisito
interpretativo obra en favor de la tesis que hemos sustentado en este trabajo porque si el
artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo se hace extensible a las sociedades de
responsabilidad limitada éste carecerá de sentido y, en consecuencia, no se podrá
aplicar.
Cuando nos detuvimos previamente en el estudio de la figura jurídica de la solidaridad
pasiva fuimos precisos al señalar que, según las reglas civiles, esta modalidad en las
obligaciones produce un efecto principal que consiste en im pedir la división de la
deuda y, por lo tanto, obligar a cada deudor por el total. Si esto es así, ¿cómo es
posible que el artículo 36 del código laboral establezca una solidaridad entre los socios
36
de una sociedad de personas, pero sólo hasta el límite de responsabilidad de cada uno de
ellos? Es decir, ¿cómo puede exigirse una solidaridad restringida hasta concurrencia
del valor del aporte de cada miembro de la sociedad? Si la solidaridad de los socios se
constriñe al valor del aporte hecho por ellos la consecuencia lógica es que los miembros
de la sociedad no quedan obligados por el total. En otras palabras, la deuda se divide
indefectiblemente y ello impediría que la solidaridad se predicara.
Un ejemplo sencillo puede ilustrar esto con toda lucidez. Pedro y Juan constituyen una
sociedad de responsabilidad limitada. Cada uno aporta un millón de pesos, con lo cual
el capital social de la persona jurídica asciende a dos millones de pesos. La sociedad
contrata laboralmente a Estela. Ella es despedida sin justa causa luego de haber
trabajado más de una década en la empresa. Estela decide acudir a la jurisdicción
ordinaria para reclamar sus derechos ciertos e indiscutibles, los cuales ascienden a la
suma de diez millones de pesos. Quedan demandados solidariamente la sociedad de
responsabilidad limitada, Pedro y Juan. ¿Cómo resolvemos este caso a la luz del artículo
36 del Código Sustantivo del Trabajo?
Pues bien, Pedro y Juan son “deudores solidarios”. Deberían, por lo tanto, estar
obligados a pagar toda la obligación cobrada. Pero esto no es posible porque su
“solidaridad” está limitada al valor del aporte que cada uno de ellos hizo a la sociedad.
Así, pues, si Estela le cobra los 10 millones de pesos a la sociedad ésta le pagará 2
millones porque ese es todo el capital social disponible. Si le cobra los 10 millones a
Pedro, él estaría obligado a pagar 1 millón de pesos porque ese es su límite de
responsabilidad. Y lo mismo ocurriría si el cobro se lo hace a Juan.
37
De acuerdo al artículo 1572 del Código Civil, si la insolvencia del demandado es parcial
y el pago es parcial por ello mismo, no se extingue la obligación solidaria de ninguno de
los deudores sino en la parte ya pagada por el demandado. Entonces, imaginemos que
Estela le cobró a la sociedad de responsabilidad limitada y ésta le pagó 2 millones de
pesos. Le quedarían 8 millones de pesos por recibir a la ex trabajadora. Así, ella podrá
perseguir a Pedro y a Juan, quienes le pagarían dos millones de pesos adicionales. ¿Cuál
es la conclusión? Estela no les pudo cobrar la totalidad de la deuda a los socios y,
tristemente, las acreencias que tenía a su favor quedaron insatisfechas en un sesenta por
ciento. En este orden de ideas, Pedro y Juan no eran realmente deudores solidarios, al
menos no en estricto sentido, y la protección reforzada –que se supone está contenida en
el articulo 36— se ha hecho plenamente nugatoria.
A esto se refería el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá en 1959 cuando
argüía que el lím ite de la responsabilidad a que se refiere el artículo 36 citado no es
obstáculo para predicar la solidaridad siem pre y cuando la obligación demandada quepa
en el aporte del reo. Sin embargo, el obstáculo es evidente y, además, infranqueable
cuando la obligación demandada no cabe en el aporte del socio. Y la verdad es que éste
es el caso más típico. El otro caso perfecto al que se refiere el Tribunal es más una
situación hipotética que, si bien es cierto que se podría presentar, parece ser uno de esos
ejemplos que Platón nos proponía en su mundo de las ideas.
En últimas, ante todos estos argumentos, tenemos que aceptar que el artículo 36 del
Código Sustantivo del Trabajo no cobija a las sociedades de responsabilidad limitada.
38
En primer lugar, porque las sociedades referidas no son de personas. En segundo,
porque este artículo contradice de manera directa la legislación mercantil44 y el
principio fundamental de la limitación de responsabilidad, el cual le da un sello de
autenticidad al híbrido societario que hemos analizado. Ya tenemos claro que, del tenor
literal del artículo 36 del código del trabajo, no se desprende una solidaridad indefinida,
pero tampoco está contemplada allí una responsabilidad duplicada – es decir, por otra
suma equivalente a los aportes de los socios— porque, de ser así, se rebasaría el famoso
límite de responsabilidad que el mismo artículo invoca. Y, por último, el artículo 36
está viciado gravemente por la ignorancia del legislador y su aplicabilidad de cara a la
sociedad de responsabilidad limitada está llamada a no prosperar.
Así las cosas, consideramos haber cumplido lo propuesto al definir si las sociedades de
responsabilidad limitada están o no afectadas por las disposiciones del controversial
artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo. Nuestra conclusión resultó negativa. No
obstante, queremos reiterar nuestra posición sobre la jurisprudencia vigente.
La posición actual de la Corte Suprema de Justicia es opuesta a la que aquí hemos
esgrimido. Lo más desafortunado es que esta postura, que fue establecida en 1992,
quedó ratificada en un fallo del 10 de mayo de 1995, también proferido por la Sala de
Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia.
La nueva tendencia jurisprudencial está basada en el altruismo, pero no del todo en el
derecho. La Corte Suprema ha reconocido como válida nuestra interpretación, pero ha 44 La ley mercantil actual es posterior a la legislación laboral, y si allí a hay una antinomia –como en efecto parece haberla— pues entonces debe preferirse la ley comercial porque, según el artículo 2 de la ley 157 de 1887, la ley posterior prevalece sobre la ley anterior.
39
dicho que ella es desfavorable para los trabajadores y que, en cumplimiento del mandato
contenido en el artículo 53 de la Carta Política, se debe acoger la interpretación más
benévola. Nadie podrá discutirle a la Corte esta clara orden constitucional. Pero lo que
sí se le puede discutir a la Corte es que la interpretación más favorable al trabajador
debe también apoyarse en derecho. Y no le está dado a los jueces atropellar todo el resto
del ordenamiento jurídico –que es, por cierto, un sistem a ordenado, unitario y
coherente— en procura de un ánimo proteccionista. El artículo 36 del Código
Sustantivo del Trabajo no puede estar desligado de la legislación mercantil y su
interpretación debe arm onizarse con ella. Si esto no se da, la Corte seguirá violando el
principio de legalidad que emana también de nuestra Constitución Política45.
Por fortuna en este caso, la jurisprudencia en Colombia no es fuente autónoma del
derecho: ella es apenas un criterio auxiliar de la actividad judicial. Además, la línea
jurisprudencial sobre el particular aquí estudiado no ha podido constituir aún doctrina
probable porque para ello se requieren “tres decisiones uniformes dadas por la Corte
Suprema, como tribunal de casación, sobre un mismo punto de derecho”46. Como bien
quedó expuesto, sólo hay tres decisiones claras sobre el tema que provienen de la
cabeza de la jurisdicción ordinaria: una decisión – la de 1957— que favorece nuestra
postura, y sólo dos decisiones uniformes y recientes –de 1992 y 1995,
respectivamente— que ofrecen la otra.
El artículo 36 del Código Sustantivo del Trabajo nos ha llevado a un estado del arte
pantanoso. La oscuridad de esta disposición legislativa ha puesto en grave peligro el 45 Hacemos referencia al artículo 230: “ Los jueces, en sus providencia, solo están sometidos al imperio de la ley”. 46 Ley 153 de 1887, artículo 10.
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valor supremo de la seguridad jurídica que debe ser conferido, en todo momento y
lugar, a los destinatarios de las normas del ordenamiento.
Así, las palabras del eminente teórico del derecho German Kantorowicz cobran una
importancia inusitada en este terreno, pues él ya nos había anticipado que, a falta de
claridad legislativa, la decisión de nuestros jueces siempre ha dependido de normas de
otra clase. A saber, de las convicciones y las preferencias que se tienen en la conciencia
y en la subconciencia. La teoría de Kantorowicz es una teoría de la interpretación,
válida, por cierto, para el caso del artículo 36 del estatuto laboral. La Corte Suprema de
Justicia se refugia en el argumento de haber encontrado el espíritu de la ley –el espíritu
del proteccionismo laboral— que ha sido calificado acertadamente como el simple
espíritu de los individuos: “no es sino aquel espíritu que cada uno [o, mejor, que cada
Corte en su momento], conforme a su opinión personalísima, quisiera ver dominar en la
ley”47.
47 KANTOROWICZ, German, La Lucha por la Ciencia del Derecho, fotocopias de la clase de Teoría del Derecho Privado, Pg. 350.
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• Código Sustantivo del Trabajo
• Código de Comercio
• Código Civil
• Ley 153 de 1887
• Constitución Política de Colombia