La Tradición Autoritaria

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La tradición autoritaria. Violencia y autoritarismo en el Perú La tradición autoritaria es un ensayo de interpretación que propone un diálogo y, a la vez, una discusión basada en una visión particular del autor sobre las relaciones entre Estado y sociedad, entre la política y la vida cotidiana; es decir, busca establecer a decir del autor, “conexiones de sentido” entre estos aspectos. El ensayo le permite al autor desplegar su postura mediante un vuelo mucho más libre de lo que podría ocurrir con un texto académico producto de una investigación, lo cual no le resta rigurosidad y, más bien, resalta el espíritu crítico de un científico social que no tiene reparos en exponer su punto de vista en un contexto académico donde abundan las aproximaciones tangencial es o los oscuros trabajos comprensibles solo para entendidos y donde la convicción se suele confundir con dogmatismo. En este sentido, el ensayo de Flores Galindo cumple con ser claro y directo. Democracia y militarismo Su propósito es explicar el origen del autoritarismo en el Perú. Para ello, apela a una revisión histórica de ciertos momentos claves en los que se gestó el autoritarismo. El texto inicia con un recuento de los acontecimientos de nuestra vida republicana que oscilaron( cambiar) entre la democracia y el autoritarismo. El balance de esta etapa muestra que la naciente República se encontró con una sociedad fragmentada en la que, a pesar de que sus individuos gozaban de una libertad nominal,( aparente imginario) esta no tenía un equivalente en la vida cotidiana. En consecuencia, el nuevo Estado peruano se instaló sobre una sociedad sin ciudadanos, en el sentido de individuos organizados y con capacidad de representación política e igualdad de derechos. La nueva República no superó la estructura de una sociedad estamental colonial, sino que la reacondicionó a los nuevos tiempos. La disyuntiva,( obcion y alternativa) entonces, era elegir entre el orden y la anarquía. La aristocracia aceptaba el nuevo orden republicano si es que el Estado utilizaba la fuerza para evitar el desborde popular y, a lo sumo, implementar los cambios sociales de la manera menos traumática. De todos modos, les atraía la idea de mantener el statuo quo. La solución intermedia de una monarquía constitucional no tuvo éxito y los primeros gobernantes prosiguieron con el proyecto republicano. En este contexto, el ideal de una república democrática fue alimentado por algunos intelectuales peruanos con el objetivo de cortar vínculos con la colonia, pero no se constituyó en un proyecto sostenido en la cotidianeidad de la sociedad peruana post Independencia ni de la clase política que tuvo a su cargo el gobierno. Si bien la Independencia significó la caída de la

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La tradición autoritaria es un ensayo de interpretación que propone un diálogo y, a la vez, una discusión basada en una visión particular del autor sobre las relaciones entre Estado y sociedad

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La tradicin autoritaria.Violencia y autoritarismo en el PerLa tradicin autoritariaes un ensayo de interpretacin que propone un dilogo y, a la vez, una discusin basada en una visin particular del autor sobre las relaciones entre Estado y sociedad, entre la poltica y la vida cotidiana; es decir, busca establecer a decir del autor, conexiones de sentido entre estos aspectos. El ensayo le permite al autor desplegar su postura mediante un vuelo mucho ms libre de lo que podra ocurrir con un texto acadmico producto de una investigacin, lo cual no le resta rigurosidad y, ms bien, resalta el espritu crtico de un cientfico social que no tiene reparos en exponer su punto de vista en un contexto acadmico donde abundan las aproximaciones tangenciales o los oscuros trabajos comprensibles solo para entendidos y donde la conviccin se suele confundir con dogmatismo. En este sentido, el ensayo de Flores Galindo cumple con ser claro y directo. Democracia y militarismo

Su propsito es explicar el origen del autoritarismo en el Per. Para ello, apela a una revisin histrica de ciertos momentos claves en los que se gest el autoritarismo. El texto inicia con un recuento de los acontecimientos de nuestra vida republicana que oscilaron( cambiar) entre la democracia y el autoritarismo. El balance de esta etapa muestra que la naciente Repblica se encontr con una sociedad fragmentada en la que, a pesar de que sus individuos gozaban de una libertad nominal,( aparente imginario) esta no tena un equivalente en la vida cotidiana. En consecuencia, el nuevo Estado peruano se instal sobre una sociedad sin ciudadanos, en el sentido de individuos organizados y con capacidad de representacin poltica e igualdad de derechos. La nueva Repblica no super la estructura de una sociedad estamental colonial, sino que la reacondicion a los nuevos tiempos.

La disyuntiva,( obcion y alternativa) entonces, era elegir entre el orden y la anarqua. La aristocracia aceptaba el nuevo orden republicano si es que el Estado utilizaba la fuerza para evitar el desborde popular y, a lo sumo, implementar los cambios sociales de la manera menos traumtica. De todos modos, les atraa la idea de mantener el statuo quo. La solucin intermedia de una monarqua constitucional no tuvo xito y los primeros gobernantes prosiguieron con el proyecto republicano. En este contexto, el ideal de una repblica democrtica fue alimentado por algunos intelectuales peruanos con el objetivo de cortar vnculos con la colonia, pero no se constituy en un proyecto sostenido en la cotidianeidad de la sociedad peruana post Independencia ni de la clase poltica que tuvo a su cargo el gobierno. Si bien la Independencia signific la cada de la aristocracia colonial, tambin sucedi que esta recuper protagonismo posteriormente.

En las primeras dcadas de la Repblica, el vaco dejado por la clase colonial fue ocupado por el ejrcito quienes ofrecieron orden y defensa de la Repblica. De esta manera, es que resultaba difcil conciliar autoritarismo y democracia porque los militares peruanos no estuvieron a la altura de la conduccin poltica del pas. Ante la primera oportunidad de poder, se convirtieron en caudillos. La inestabilidad poltica y social fue el signo de las primeras dcadas de la Repblica: el pueblo enfrentado al gobierno de turno y los caudillos militares entre s.

Al respecto, considero que una de las afirmaciones ms importantes de Flores Galindo en este ensayo se refiere a la participacin de la sociedad en el sostenimiento de regmenes autoritarios. Debido a ello, la oposicin entre democracia y autoritarismo se desdibuja si tomamos en cuenta que el autoritarismo no fue exclusividad de los militares, sino que tambin existieron democracias autoritarias como en el caso de Legua y, recientemente, el de Fujimori. El autor sostiene que la culpa de la interrupcin de la democracia no es solo de los militares porque la sociedad apoyo el ascenso y apuntal, durante largos periodos, a gobernantes autoritarios tanto militares como civiles.

Ese sector mayoritario de la sociedad tuvo gran responsabilidad al apoyar los cuartelazos. Prcticamente, no hubo dictador que no gozara, al inicio de su mandato, del apoyo popular (lo cual ocurre tambin con los dictadores contemporneos). Ya sea mediante las masas o las clases altas, los gobiernos autoritarios se sostuvieron gracias a ellos. A la lista de Flores Galindo conformada por Odra, scar R. Benavides y Velasco podemos aadir a Fujimori. Las intervenciones del ejrcito han contado, siempre que han conseguido ser exitosas, con el respaldo de un sector civil (29). En consecuencia, no debemos perder de vista que la democracia en el Per no ha sido sinnimo de gobierno civil. Resulta sorprendente darnos cuenta de que los gobiernos autoritarios civiles (Legua y Fujimori) duraron ms tiempo en el poder que los militares (Odra, Velasco y otros).

Esto ltimo suscita una reflexin sobre el Fujimorato. Adems de juzgar la responsabilidad de la clase poltica que gobern en ese periodo, no debe soslayarse( prevenir) el hecho que gran parte de la ciudadana recibi con beneplcito( aceptacin aprobacin) el autogolpe y el consecuente cierre del Congreso, la defenestracin del Tribunal Constitucional, la masacre de Barrios Altos y la desaparicin de los estudiantes de La Cantuta, y que entre 1980 y 2000 mir de costado el terrorismo: solo tenan importancia los atentados en Lima; el resto eran noticias lejanas. Tarata, anlogamente al 11 de septiembre a nivel mundial, remeci a la sociedad peruana oficial porque tuvo lugar en Lima, pero no eran igualmente execrables las ejecuciones extrajudiciales en Ayacucho?

Flores Galindo apunta que los militares tambin marcaron la pauta para iniciar procesos democratizadores como las reformas agraria e industrial de Velasco y la Asamblea(Reforma agraria es un conjunto de medidas polticas, econmicas, sociales y legislativas impulsadas con el fin de modificar la estructura de la propiedad y produccin de la tierra.) Constituyente de 1978 convocada por Morales Bermdez. En conclusin, afirma que dictadura y democracia no son necesariamente sinnimos de militares y civiles respectivamente. Prueba de ello es que los procesos electorales no fueron democrticos en sus inicios sino que, paulatinamente, fueron extendiendo su convocatoria: en 1956, recin se permiti el voto femenino y en 1980, el de los analfabetos.

Otra caracterstica del pndulo militarismo-democracia es la confianza del colectivo en un individuo ms que en la ideologa. Se vota por hombres, no por ideas. Se espera al hombre providencial, al caudillo mesinico que salvar a la sociedad. Apuesta ciega en un individuo y en sus designios (33). De ah que la personalizacin de los proyectos partidarios dependa, en sumo grado, de la seduccin que ejerza determinado lder poltica sobre la sociedad. No es casual que sus nombres se conviertan en la etiqueta de la ideologa: hayismo, odrismo, velasquismo, alanismo, fujimorismo y humanismo por mencionar solo algunos ejemplos.

Los militares

Seguidamente, indaga ms en el rol que los gobiernos han otorgado a los militares. Segn Flores Galindo, ni la izquierda8 El concepto de izquierda poltica es una clasificacin sobre las posiciones polticas que agrupa a estas que tienen como punto central la defensa de la igualdad social.) ni la derecha8 igualdad o participacin de la sociedad) han discutido el rol que le asiste a las Fuerzas Armadas. Para la clase poltica gobernante siempre ha sido difcil cuestionarlas abiertamente: asignacin de presupuesto sin dilacin,(dtencion espera demora) disposicin de un fuero judicial particular, ser considerados como garantes de la Constitucin, pero a la vez no votar, bsqueda de adhesin por parte de los polticos y actualmente dificultad para procesar a los militares implicados en violacin de derechos humanos. Todo esto rebate la idea de que las Fuerzas Armadas no son deliberantes porque en los hechos s lo han sido.

Para el autor, el argumento de las Fuerzas Armadas para refrendar su rol es considerarse los defensores de la nacin frente a cualquier agresin. Sin embargo ello justifica que se acepten sus tropelas, o sea, esto es el costo que debe pagar la sociedad civil por ser protegida? Si este es el caso, quin nos protege del protector? Durante mucho tiempo, aparte de los ejrcitos enemigos un objetivo de los militares peruanos ha sido Palacio de Gobierno. A ello se agrega el incremento de los efectivos militares, la asistencia e instruccin estadounidense y las partidas presupuestales. Al respecto, Flores Galindo seala que Velasco no pudo reformar el ejrcito, ya que las Fuerzas Armadas se convirtieron en una lite aristocrtica.

En su lucha contra Sendero Luminoso, las Fuerzas Armadas desplegaron un aparato de violencia sistematizada en lugar de buscar la comprensin de este fenmeno. Se trataba solo de eliminar al enemigo a cualquier costo. Luego de que Belande convocara a las Fuerzas Armadas para combatir el terrorismo (1983), se increment el nmero de muertes, desapariciones, fosas comunes y botaderos de cadveres. El campo y la ciudad se militarizaron. El poder poltico y la sociedad civil claudicaron ante el poder militar a quien se encarg la tarea de combatir el terrorismo sin un marco de restriccin, lo que deriv en un gran perjuicio para la sociedad civil que perdi capacidad de control, las vctimas de la violencia y para los propios militares que combatieron en desigualdad de condiciones contra un enemigo desconocido.

La ausencia del Estado de derecho en las zonas de emergencia permiti que las Fuerzas Armadas actuaran, en ciertos momentos y en ciertos lugares, con total impunidad. Sobre el particular, la opinin pblica no se conmovi en el grado esperado. As lo demuestra el impacto de la masacre de los penales, Putis, Huancasanccos, Accomarca, Cayara, etc. En todo caso, la indignacin por el atropello a los derechos humanos fue de las vctimas y familiares, ONGs, intelectuales, algunas universidades y otros grupos, pero no fue una tendencia en la sociedad el exhibir sensibilidad por este tema que a todos nos toc en mayor o menor grado.

Violencia y racismo

En relacin con lo anterior. Por qu no se respetan los derechos humanos en el Per? Flores Galindo considero que esto ocurre por los siguientes motivos: a) la sociedad peruana no est conformada por ciudadanos, sino por individuos social, cultural y econmicamente; b) la Repblica no extendi los derechos civiles a todos los individuos; es decir que la sociedad colonial se reencauch en la Repblica, ya que subsista aquella sociedad estamental; c) por la minusvaloracin racial que hizo imposible incorporar a la sociedad civil real a aquellos discriminados. En consecuencia, la Repblica creci a espaldas de las mayoras excluidas. Cmo pedirles que respetaran el orden democrtico si este no los respeta a ellos y adems los excluye? Vemos que la exclusin y la desigualdad social enraizadas en la Repblica fueron causales de la violencia que entre 1980-2000 asol el pas. La cita de Clemente Palma, al respecto, es muy ilustrativa: Tiene todos los caracteres de la decrepitud y la inepcia para la vida civilizada. Sin carcter, de una vida mental casi nula, aptica, sin aspiraciones, es inadaptable a la educacin (41).

De esta manera, Flores Galindo rastrea los vnculos entre racismo y autoritarismo. Hoy, ello qued demostrado por la composicin sociocultural de las vctimas durante el conflicto armado interno: ser campesino-indgena-analfabeto equivala a ser una vctima potencial de dicha violencia. El autor explica que esta pulsin agresiva mediante data desde la Colonia donde la violencia racista era cotidiana y que lo es hoy de manera distinta. En la Colonia, se azotaba a un negro en pblico; hoy no se permite baar en las playas de Asia a las trabajadoras del hogar; o se asume que ciertos rasgos fsicos y vestimentas convierten a unos jvenes en Los malditos de Larcomar; o que el Grupo 5 cultiva un gnero musical no intelectual y que por ello son indignos de vestir un terno Armani o Ermenegildo Zegna; o que alegremente un conductor de televisin diga que a los seguidores de Humala les cuesta discernir sobre poltica debido a la escasez de oxgeno en las alturas. En suma, la respuesta de Flores Galindo a la interrogante sobre los derechos humanos es que, en el Per, desde la Colonia hasta hoy se ha institucionalizado la violencia, en particular la de tipo racial. No se respeta los derechos humanos porque nuestra sociedad ha practicado histricamente la violencia contra los excluidos. Esta cotidianeidad de la violencia ha insensibilizado a la sociedad civil, lo que condujo a un desinters generalizado por los derechos humanos.

Ascenso de las clases populares

La violencia tambin provino de las masas. Esta tuvo su origen en las desigualdades sociales heredadas de la Colonia que la Repblica no logr reducir. La organizacin social administrativa colonial fue reemplazada por la republicana, pero se mantuvieron intactas las jerarquas y la inmovilidad social. El Estado oligrquico tena en la aristocracia limea y en los terratenientes de la sierra a sus mejores aliados. Ambos tenan acceso al poder poltico: movilizaban a los indios organizndolos en huestes alrededor de un caudillo amparado en la aristocracia citadina que gustaba de tocar la puerta de los cuarteles cada vez que se asomaba un desborde popular. Con Velasco, seala Flores Galindo, ambos grupos perdieron protagonismo, pero no desaparecieron por completo. El velasquismo fue () una revolucin poltica: una revolucin desde los aparatos del Estado sin la intervencin directa de las clases populares y con el propsito ms de reformar que de transformar una sociedad (49).

En este panorama, las comunidades indgenas protagonizaron violentos levantamientos contra el orden imperante durante el siglo XX. Contra la percepcin generalizada de que se trataba de movimientos caticos, Flores Galindo sostiene que su supervivencia aun al margen del desarrollo y la modernidad es prueba de que las comunidades y sus equivalentes urbanos (clubes de migrantes, asociaciones regionales, etc.) son movimientos organizados. Paralelamente a ello, crecieron los sindicatos, clubes de madres, agrupaciones culturales y comedores populares. El autor concluye en esta parte que existe mayor posibilidad de organizacin en una sociedad de clases que en una estamental tipo colonial.

El clasismo

El clasismo canaliz la violencia social proveniente de las masas. En una sociedad donde la modernidad conviva con la desigualdad social, los sindicatos cobraron fuerza al cuestionar esta situacin. El empresariado consider ello como una amenaza y no dudaron en apoyar la represin para instaurar el orden. El camino que los sindicatos encontraron para enfrentar esta resistencia contra sus reivindicaciones fue la violencia: huelgas, marchas y toma de empresas.

Fenmeno similar ocurri con los universitarios, sobre todo en universidades pblicas y actualmente en los frentes regionales. Lo comn entre ellos es que ingresaron o pretendieron deliberar en poltica, si es que no sirvieron como apoyo a determinados partidos polticos. De esta manera, los sindicatos cuestionaron las relaciones de poder existentes en las fbricas e industrias. Sus dirigentes posean instruccin, la cual fue posible gracias a la masificacin de la educacin. Sin embargo, las expectativas levantadas por la educacin se toparon con la escasez de oportunidades de trabajo.

En este clasismo que tambin se extendi a otros sectores se form una generacin de obreros pensantes que no solo se consideraban como fuerza de choque, sino que adems estuvieron preocupados por su formacin ideolgica. Sin embargo, no se pudo evitar la violencia derivada del clasismo. El problema, como lo seala Flores Galindo, fue que no produjeron alternativas de solucin efectivas a lo que enfrentaban. Lo que s se logr fue articular las reivindicaciones sindicales con las demandas del interior del pas. Por ello es que despus las huelgas y paros nacionales adquirieron importancia como plataforma para concretar los objetivos previstos. Sobre el particular, la actual violencia de los conflictos sociales en las regiones sigue un patrn: destruccin de todo tipo de autoridad estatal.

Flores Galindo destaca que no se produjeron alternativas viables al sistema excluyente, sino que cambi el lugar desde donde se proyectaba la violencia. Lo popular tambin es susceptible de encarnar el autoritarismo: Lo ms terrible que le puede suceder a un proyecto alternativo es que, al realizarse, termine reproduciendo con otros personajes, las relaciones sociales que ha pretendido abolir (60). Las imposiciones violentas y el empleo del temor por parte de Sendero Luminoso tienen un sustento en esta sociedad y su historia. Admitirlo no equivale a justificar sus acciones, de la misma manera que sealar las races histricas del caudillismo no es avalarlo (61).

La democratizacin de los microgrupos sociales antes mencionados (sindicatos, universitarios, migrantes, etc.) no tuvo un correlato en el Estado y la sociedad. Estuvo de espaldas al autoritarismo estatal y al despotismo de la clase poltica dirigente. Esto se explica por la desconexin entre sociedad y partidos polticos y por la carencia de representacin poltica oficial de los movimientos sociales. Todo esto dificulta la comprensin del malestar social. Durante el gobierno de Toledo un amplio sector del periodismo calific de brbaros, ignorantes y salvajes a los manifestantes que se levantaron en el Arequipazo. El problema no fue la validez o racionalidad de la crtica contra la violencia generalizada, sino la valoracin que desde la metrpoli limea se tiene sobre lo que ocurre en las provincias. Lo mismo ocurri durante el Moqueguazo, el Andahuaylazo, Ilave y las protestas contra la Ley de la Selva. En este ltimo caso, se trat a los manifestantes como indgenas o comuneros, pero no como ciudadanos protestando contra una norma abusiva.

La ruptura entre el Estado y la sociedad es la expresin de la falta de un proyecto colectivo comn, lo cual se evidencia, segn lo seala Flores Galindo, en la falta de espacios comunes de interaccin social. En su lugar, existen enclaves comerciales que a la vez son socioculturales. Tuvieron que pasar varios aos para que los grandes almacenes y centros comerciales vieran a los habitantes de los conos como potenciales clientes. Aun as, la estratificacin no desaparece: se ofrece un producto ad hoc a determinado consumidor, pero subsisten la zonas exclusivas en las que los burgueses contemporneos pueden evitarse la molestia de ver la miseria. Esa invisibilizacin, a mi modo de ver, tiene en Asia a su mximo exponente: un anillo de pobreza que rodea el balneario ms suntuoso del pas. Lima es una ciudad que ha crecido rodeada siempre por el temor. Sus dueos temieron antes que sus casas fueran arrasadas por los indios () por esa especie de aluvin humano que desciende de los andes.

La profundizacin de la desigualdad social ha generado que nuestra sociedad recurra a la violencia y que esta forme parte de su estructura. Segn Jos Matos Mar la legitimidad del Estado se constituir sobre la base de un dilogo condicionado por el desborde popular, en el sentido de que el Per oficial no podr imponer ms sus condiciones. Por ello, el Estado debe reconocer la ciudadana real de las masas populares y no solo la legtima legal. No obstante, susbiste el dilema: ceder a la tentacin autoritaria militarista-civil o pensar en la posibilidad de un proyecto socialista democrtico basado en la refundacin del Estado. El desafo es, entonces, cambiar la tradicin autoritaria enraizada en nuestra nacin. Hay que repensar la democracia en el Per para que sea no solo formal, sino participativa a fin de establecer otro tipo de relaciones sociales ms inclusivas, justas, equitativas y solidarias.