Lunes. Intentando averiguar en Google por qu tengo los pies fros, tropiezo con un texto sobre la mano aliengena, un sndrome que parece de novela, aunque pertenece a la realidad. Un da te despiertas y tu mano (la derecha, por ejemplo) no es tuya. Est ah, en su sitio, s, al final del brazo, pero resulta que es una impostora. Lejos de acatar tus rdenes, acta por su cuenta (aunque por tu riesgo), obedeciendo a intereses que te son ajenos. En ocasiones, puede llegar a estrangularte. El asunto me trae a la memoria el sndrome de Capgras, consistente en que un da te levantas y tu familia no es tu familia, sino que ha sido suplantada por otras personas que no son sino dobles perfectos de tu padre, tu madre, tus hermanos, etc. Los individuos que sufren este sndrome pueden hacer dos cosas: denunciar el caso en comisara y acabar en el frenoptico, o fingir que no se han dado cuenta del cambiazo. Aconsejo lo segundo, que es lo que vengo haciendo yo desde hace aos. En cuanto a por qu siempre tengo los pies fros, parece que se debe a un problema neurolgico, o de riego, o neurolgico y de riego a la vez. Aconsejan baos de agua fra y caliente, de forma alternativa, para estimular la circulacin.Martes. Una seora se desmaya en la cafetera en la que yo me encuentro tomndome el gin-tonic de media tarde sin meterme con nadie. El camarero mira a la concurrencia y pregunta lo de siempre: si hay algn mdico entre los presentes. No hay ningn mdico, pero s un azafato que ha hecho un curso de primeros auxilios. Entre l y un par de parroquianos recogen a la seora del suelo y la colocan sobre una silla. Parece que tiene el pulso bien. Enseguida, abre los ojos y mira a su alrededor como si acabara de aterrizar en Marte. Creo que trata de disimular su vergenza (desmayarse en pblico da mucha) con esa expresin de extraeza. Lgicamente, debe de ser una casualidad, pero es la segunda seora que se desmaya en este mes en un establecimiento en el que yo apuro un gin-tonic. Qu ocurrira, me pregunto, si el desmayo se convirtiera en algo tan habitual como la tos? Vas en el autobs y del mismo modo que dos o tres viajeros tosen a la vez, tres o cuatro se desmayan al mismo tiempo. Nos acostumbraramos.Mircoles. Veo en el peridico la esquela de un viejo amigo cuya pista haba perdido hace mil aos. Es una esquela grande, de donde deduzco que le fue bien en la vida.Jueves. El fro ha cedido un poco y salgo a caminar a primera hora. Me da la impresin de estar estrenando las piernas, pues entre unas cosas y otras apenas he tenido tiempo para hacer ejercicio en el ltimo mes. Al cuarto de hora de andar a buen ritmo, mi cabeza se pone a cien (las endorfinas). Estoy deseando volver a casa para ponerme a trabajar, pero vuelvo cansado, me doy una ducha, leo los peridicos y me quedo sin energas para escribir. El deseo de escribir guarda una relacin directamente proporcional a la distancia de la mesa de trabajo: cuanto ms alejado se encuentra uno de ella, mayor es el deseo. Cuando est sentado a ella, en cambio, lo normal es que se busque una coartada para empezar al da siguiente. Viernes. Me entero de que nuestros relojes llevan un segundo de retraso respecto al movimiento de los astros. Dicen que el segundo que falta se aadir el prximo 30 de junio. Ese da tendr 86.401 segundos en vez de los 86.400 habituales. Por lo visto, el movimiento de rotacin de la Tierra viene sufriendo una desaceleracin que obliga a realizar estos ajustes. Un segundo, en la vida de una persona no es nada, pero en la del universo, como vemos, es un folln. Regalara yo un segundo de mi vida a cambio, no s, a cambio de nada? Pues s, desde aqu lo digo: me importa un pito morir un segundo antes. Y dos, y tres y cuatro, y cinco minutos A partir de los cinco minutos comenzara a negociar: que se acabara el hambre en el mundo y cosas de esas. Ahora bien, estara dispuesto a vivir un segundo o diez minutos ms a costa de la desgracia de otro? Ni hablar. El caso es que somos millonarios en segundos, pero pobres en aos. La vida es corta