Ladran, Sancho! · REVISTA MENSUAL NOVIEMBRE DE 2009 AÑO VIII • Nº 113 TRES PESOS ISSN...

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REVISTA MENSUAL NOVIEMBRE DE 2009 AÑO VIII Nº 113 TRES PESOS ISSN 1669-9122 Ladran, Sancho! Mientras el mundo se debate por saber quién pagará los costos de la mayor crisis de la historia del capitalismo, en nuestro país y en la región las voces que intentan frenar el desarrollo de la organización popular se radicalizan urgidas por la defensa de la propiedad, apuntando sus cañones al movimiento obrero, a las organizaciones del pueblo y a sus expresiones políticas.

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REVISTA MENSUAL

NOVIEMBRE DE 2009

AÑO VIII • Nº 113

TRES PESOS

ISSN 1669-9122

Ladran, Sancho! Mientras el mundo se debate por saber quién pagará los costos de la mayor crisis de la historia del capitalismo, en nuestro país y en la región las voces que intentan frenar el desarrollo de la organización popular se radicalizan urgidas por la defensa de la propiedad, apuntando sus cañones al movimiento obrero, a las organizaciones del pueblo y a sus expresiones políticas.

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EQUIPO DE TRABAJO Redacción: Claudio Adrianzén Bei, José María Dunn, Sebastián Juncal, Julián Kan, Pablo Lombardi, Sebastián Ortiz, Mariano Ronzoni, María Florencia Socoloff, Diego Tavormina, Fabián Ulmann, Alejandro Viegas, Martín Yuchak. Corrección: Martín Yuchak y Claudio Adrianzén Bei. Dibujo de tapa: Colectivo El Furgón Responsable de la publicación: Alejandro Viegas. Lugar de edición: 3 de febrero 2855 ‘D’, (1644) San Fernando, Provincia de Buenos Aires, República Argentina. Página web: www.analisisdecoyuntura.com.ar Para contactarnos: [email protected] Fuentes consultadas: EE.UU.: Wall Street Journal (WSJ), New York Times (NYT); Washington Post (WP); Usa Today (UT). – Francia: Le Fígaro (LF); Le Monde (LM) – Gran Bretaña: The Economist (TE); BBC News (BBC) – España: El País (EP); suplemento Nueva Economía de El Mundo (NEEL) – México: La Jornada de México (LJdM) – Venezuela: El Universal (EUn) – Colombia: El Tiempo (ET) – Bolivia: Los Tiempos de Cochabamba (LTC) – Perú: La República (LR) – Brasil: Folha de Sao Paulo (FSP); O estado do Sao Paulo (OSP); Folha da Tarde-Folha de Sao Paulo (FDT-FSP) – Uruguay: La República (LR)– Argentina: Clarín (C); La Nación (LN); Página 12 (P/12); Crónica (CR)

Ladran, Sancho! 3. ¿Saliendo fuera del pozo? La crisis en los Estados Unidos Por Alejandro Viegas 8. La guerra y la paz. La encrucijada de Obama en la “frontera talibán” Por Fabián Ulmann y Sebastián Juncal 12. Lo que pone en juego el Frente Amplio. Elecciones en Uruguay y las implicancias regionales Por Julián Kan y María Florencia Socoloff 15. Presión para volver al recetario del Fondo. El modelo en disputa Por Claudio Adrianzén Bei 19. El fracaso de la política o la política del fracaso. Crisis política y la hora de los pueblos Por Diego Tavormina 22. Por nuestros propios medios (Parte II) Por Pablo Lombardi y Sebastián Ortiz 26. El universo y sus capas en movimiento Por Martín Yuchak

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NOVIEMBRE DE 2009 AÑO VIII • Nº 113 ISSN 1669-9122

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La crisis en los Estados Unidos

¿Saliendo del fondo del pozo? Por Alejandro Viegas “El desempleo se ha duplicado desde comienzos de 2008 hasta al-canzar el 12,2%. Agobiada con la peor calificación crediticia del país, la gobernación está recortando gastos en escuelas, prisiones y salud para los ancianos, y también cierra parques y da descanso a su personal durante tres días cada mes. Se pagarán los salarios un día más tarde para que el gasto figure en el presupuesto del próxi-mo año”. No estamos hablando de una provincia argenti-na o de algún otro país tercermundista, sino de la mismí-sima California, cuyo producto bruto anual es aproximadamente un sexto del total de los EE.UU., algo así como el PBI de España o Italia. Así describió su si-tuación The Economist en un informe especial sobre la crisis, publicado el 1º de octubre, tal ha sido el efecto de la recesión más prolongada desde la Gran Depresión de los años treinta. Durante octubre, volvieron a sonar de-claraciones sobre su presunto final.

Analizaremos esas declaraciones, los datos que las acompañan, las perspectivas que plantean y las políticas que se proponen desde el propio epicentro de la crisis.

La actividad El 12 de octubre, la Asociación Nacional de Economis-tas Empresariales (NABE, por sus siglas en inglés) anun-ciaba que la economía estadounidense había vuelto a cre-cer y pronosticaba que hacia fin de año se lograría un crecimiento del 2,9%. (LN 13/10).

Los anuncios con este mismo tono optimista venían reiterándose hace rato: un mes antes, Ben Bernanke, titu-lar de la Reserva Federal aseguraba que “desde una perspec-tiva técnica muy probablemente la recesión ya terminó” (WP 16/9). Y previamente, a mediados de agosto, The Wall Street Journal publicaba una encuesta a economistas que mayoritariamente veían terminado o a punto de terminar el achique de la economía (WSJ 11/8).

La noticia con un dato más concreto llegaría a fin de mes: el tercer trimestre de 2009 mostró un crecimiento de 3,5% en el PBI frente al trimestre anterior, el primer aumento desde mitad de 2008 (TE 29/10).1

De todos modos, cada vez que se señalaba la vuelta al crecimiento, se destacaba la lentitud de la supuesta recu-peración para hacerse sentir como un retorno a la nor-malidad. Así, el propio Bernanke indicaba: “Aún cuando desde una perspectiva técnica la recesión muy probablemente haya terminado para este momento, todavía se sentirá una economía muy débil por algún tiempo, con mucha gente que ve que la seguridad en su trabajo o el estatus de su empleo no son aún los que desearían.” Nótese al pasar cómo se desliza el carácter subjetivo del problema: la recuperación está pero la gente desea una estabilidad o nivel de ingresos que demorarán en apare-cer… (WP 16/9).

1 No hay contradicción entre esto y que la recesión empezara oficialmente en diciembre de 2007, pues para eso se toman en consideración otros datos además del crecimiento.

En palabras algo más claras, Lawrence Mishel, presi-dente del Economic Policy Institute –una usina de ideas de línea cuasi socialdemócrata– marcaba que esta sería una recuperación que sólo un estadístico notaría, agre-gando, tan subjetivista como Bernanke aunque desde una óptica opuesta, que “los economistas ven el fin de la recesión cuando cesa la contracción económica. Un ser humano normal ve la recesión de otro modo: Te caíste a un pozo, y mientras estés en el pozo, estás en recesión” (WP 12/8).

Si desglosamos la situación por sectores, salta a la vista qué tan estadística es la recuperación. Las empresas de servicios mostraron una caída de actividad continuada desde septiembre de 2008 hasta agosto de 2009, y aún con crecimiento durante septiembre, continuaron des-truyendo empleo (WP 6/10). Las empresas manufacture-ras no muestran un cuadro más alentador: durante agos-to los pedidos cayeron 0,8% (se esperaba que al menos se mantuvieran estables) y las fábricas están trabajando a un 66,6% de su capacidad instalada (cuando la normali-dad sería un 80%). Si el presente parece sombrío, las perspectivas tampoco son muy gratas: John Engler, pre-sidente de la Asociación Nacional de Industriales, decla-raba que muchos de sus miembros “piensan que el año próximo será peor” (TE 1/10, WP 3/10).

Pasando de castaño a oscuro, no sólo se matizaba al extremo cuál sería el efecto concreto del retorno al cre-cimiento, también se dudaba de la solidez de sus basa-mentos. El Washington Post publicaba la opinión de un economista de la Universidad de California–Los Angeles (UCLA): “No se sabe cuánto de este crecimiento es producto de es-tímulos de corto plazo y cuánto es sustentable. Creo que va a ser el mejor crecimiento trimestral por mucho tiempo”. En el mismo sentido, se expresaba el economista jefe para EE.UU. del Bank of America–Merrill Lynch: “El relajamiento monetario de la Reserva Federal y el plan de estímulo de Obama tienen un impacto de mayor duración [en comparación con otros pro-gramas de estímulo de efecto más inmediato para la compra de autos y casas, que ya caducaron], necesitaríamos ver signos de que el crecimiento económico se ha vuelto auto-generado. Allí tendremos la segunda prueba de la recuperación.” Y Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland, tam-bién describía: “Detuvimos la caída libre, con el consumo de los hogares y la actividad inmobiliaria estabilizándose y con el estímulo fiscal dando impulso. Así que los números de la segunda mitad del año van a parecerse a una recuperación. La cuestión es qué tan ro-busta y cuán durable será. Se necesitaría algún tipo de normalidad en la disponibilidad del crédito, pero aún no tenemos eso, y ni si-quiera algo parecido a eso” (WP 28/10).

¿Por qué eso es una necesidad? Porque el gasto del consumidor explica el 70% de la economía en los EE.UU., y el crédito ha sido clave en sostenerlo como puntal no sólo de la economía de este país sino del mun-do. “Ha habido un continuo shock de préstamos durante 25 años: la deuda de los hogares llegó a alcanzar el 138% de su ingreso dis-ponible en 2007. El shock ocurrió en dos oleadas diferenciadas.

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4 ¿Saliendo del fondo del pozo?

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En la primera, los hogares aprovecharon la supresión de las restric-ciones crediticias para pedir prestado con más libertad. Así busca-ron adrede aumentar su deuda en relación al valor de sus activos. En la segunda oleada, que comenzó a mediados de los noventa, las burbujas de activos tentaron a los hogares a endeudarse más fuer-temente mientras sus acciones primero y luego sus casas aumenta-ban de valor. Fue sólo luego de que el valor de sus propiedades se hundieron desde 2006 en adelante que las deudas se hicieron tan pesadas. Así que la primera ola de endeudamiento fue una respues-ta racional a una política de liberalización. La segunda fue una respuesta lamentable a una burbuja insostenible (TE 1/10).

El problema es que esa “respuesta lamentable a una burbu-ja insostenible” fue base para el crecimiento económico global. La crisis estalló al hacerse evidente que el respal-do de los masivos créditos era así de frágil. Tal como publicó The Economist, citando como quien llora sobre la leche derramada a Irving Fisher, académico especiali-zado en la Gran Depresión, “la sobreinversión y la sobrespe-culación hubieran tenido resultados mucho menos graves de no haber sido ejecutadas con dinero prestado” (TE 1/10).

El crédito Llegado el momento de pagar las cuentas, no hay de

dónde sacar. El Instituto Americano de Bancarrotas in-formaba que en septiembre se procesó la quiebra perso-nal número un millón. “El nivel de estos primeros nueve meses es consistente con nuestros cálculos de que las bancarrotas de con-sumidores alcanzarán a 1.400.000 en 2009”, declaró el presi-dente de la entidad Samuel Gerdano (WP 3/10).

Con todo lo que significa esta masa de consumidores ya imposibilitada de gastar a cuenta, debe añadirse que los que no quebraron ¿aún?, ven endurecerse las condi-ciones de otorgamiento de nuevos créditos. “El total del crédito de consumo circulante, una cifra que abarca desde los saldos de las tarjetas de crédito a los préstamos para vehículos recreativos, cayó US$ 12.000 millones, equivalente a una tasa anual desesta-cionalizada de 5,8% (…), prueba contundente de que los bancos y las compañías de crédito en EE.UU. han pisado el freno en la concesión de préstamos” (WSJA 8/10).

También para las empresas empeoró la situación credi-ticia: “Según señala la OCDE, el costo real del crédito para las compañías estadounidenses con una calificación crediticia BBB promediaba menos del 3% durante los cinco años previos a la cri-sis. Este dinero fácil era respaldado por activos sobrevaluados y por bancos sobre-extendidos” (TE 1/10). De todas maneras, para las empresas más chicas, el crédito más caro y difícil no es el problema mayor. El economista jefe de la Federa-ción Nacional de Empresas Independientes informaba que una encuesta entre sus asociados indicaba que el problema principal era el financiamiento sólo en 4% de los encuestados, frente a un 32% alarmado por la caída en las ventas. En este contexto, “los únicos que buscan crédi-tos son los que luchan por mantenerse a flote, no los que buscan crecer”, que por cierto son pocos: los planes de inversio-nes en capital están en el nivel más bajo de los últimos 35 años (TE 15/10).

¿Y cómo están del otro lado del mostrador? Los resul-tados del tercer trimestre de las cuatro mayores entidades bancarias parecen señalar ganadores y perdedores. JP Morgan y Goldman Sachs mostraron ganancias (3.600 y

3.200 millones de dólares respectivamente), mientras que el Citi ganó apenas 101 millones y el BofA –más expues-to a créditos morosos– perdió 2.240 millones. (LN 17/10) Todos ellos fueron beneficiarios del Programa de Alivio para los Activos Problemáticos (TARP según sus siglas en inglés), pero mientras JP Morgan y Goldman Sachs ya juntaron efectivo suficiente como para salir del programa estatal, el Citi y Bank of America aún no lo han hecho.

El sector está atravesando un acelerado proceso de concentración, acompañante obligado de cada crisis: “Con la quiebra del Partners Bank de Florida y el American United Bank del estado de Georgia ya son 101 los bancos de Es-tados Unidos que se declararon en bancarrota en lo que va del año, a raíz de la crisis financiera internacional”. A fin de mes su-maron 14 más, en su gran mayoría entidades pequeñas que terminan absorbidas por otras mayores (P12 24/10).

Una parte de los beneficios actuales de los grandes bancos es la propia política de la Reserva Federal. La po-lítica actual de tasa cero crea la oportunidad de tomar prestado dentro de EE.UU. para prestar a su vez en el extranjero y así explotar las mayores tasas vigentes en otros mercados, contribuyendo a la escasez de crédito ya mencionada. Esto tiene otro efecto adicional: “Esta acti-vidad empuja a la baja la cotización del dólar en relación con el eu-ro y otras monedas fuertes. Si la Reserva Federal subiera de modo abrupto las tasas en EE.UU., este negocio cesaría y provocaría súbitos movimientos en los mercados de divisas” (WP 23/9).

El empleo (o su ausencia) y la política Los datos conocidos durante el mes fueron decidida-

mente desfavorables. La tasa de desocupación marcó un nuevo máximo en los últimos 26 años al ubicarse en 9,8%, acumulándose la destrucción de 7.600.000 puestos de trabajo durante los últimos 21 meses, el período más largo con eliminación de empleos en más de 70 años. En septiembre, la economía perdió un total neto de 263.000 empleos, comparado con 201.000 en agosto. El total de desempleados suma 15,1 millones, y más de un tercio de ellos llevan 27 semanas o más desocupados. No entran en las estadísticas unos 570.000 trabajadores, según algu-nas fuentes, y 750.000, según otras, que se han “desalen-tado”, abandonando la búsqueda laboral, algo que no ex-traña si –como señala la central obrera AFL-CIO– por cada puesto de empleo disponible hay seis personas bus-cando trabajo (LN y C 3/10).

Ilustrando la inédita profundidad de la crisis, el Was-hington Post informó que en un condado cercano a De-troit las oficinas públicas para la atención de los desem-pleados contrataron personal de seguridad, “algo que nunca habíamos hecho”, afirmó el jefe de la sección.

¿Cómo se revertiría esta situación? En palabras del ti-tular de la Reserva Federal, Ben Bernanke, “en el corto pla-zo la economía debería crecer por sobre su tendencia de largo plazo, pues sino será relativamente lenta en la creación de más empleos que los necesarios para dar trabajo a quienes se incorporan a la fuerza laboral. (…) Por lo tanto, la tasa de desocupación tendería a bajar bastante despacio” (WP 16/9). Nada desde que hiciera esa declaración indica un crecimiento del 4% o superior en breve ni sostenidamente.

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Entre los empresarios, las perspectivas del mercado laboral no son las mejores: “Una encuesta publicada esta se-mana por la Business Roundtable, una asociación de altos eje-cutivos cuyas compañías emplean en conjunto diez millones de per-sonas, señaló que sólo 13% de sus miembros piensa que tomará personal en los próximos seis meses. 40% dijo esperar que sus nó-minas salariales sigan reduciéndose durante ese mismo perío-do”(WP 3/10).

Todo este contexto agudizó el debate político en torno de las políticas de estímulo lanzadas y de cómo dar lugar a una recuperación sustentable. Apoyando la política del gobierno, el flamante presidente de la central sindical AFL-CIO, Richard Trumka, consideró que la crisis eco-nómica es una crisis de empleo y “no puede haber una recu-peración fuerte y sostenible hasta que el empleo comience a crecer”, y que sin más políticas de estímulo fiscal, “es bastante pro-bable que sigan las grandes pérdidas de empleo durante meses y to-mará tiempo alcanzar los niveles de empleo previos a la recesión”.

Desde el bando republicano, se consideró que la pér-dida de empleos es una muestra de que el plan de estí-mulo ha sido un gasto excesivo y que ha fallado (CL 3/10). En la misma línea, se expresó uno de los miem-bros del comité que decide la política monetaria de la Reserva Federal, al declarar en una entrevista que “debe-mos empezar a revertir nuestros programas extraordinarios”, en referencia al sostenimiento del mercado hipotecario. Aunque admitía que su posición no es dominante dentro de dicho comité (WP 23/9).

El presidente Barack Obama declaró ante la publica-ción de las cifras sobre el desempleo que ellas eran “un recordatorio “aleccionador” de que la recuperación económica será larga y difícil” (LN 3/10). Desde ese flanco, se sucedieron los ataques republicanos a la efectividad del paquete de estímulo de 787.000 millones que lanzara Obama a poco de asumir. Una de las respuestas estuvo a cargo de Larry Summers (ex secretario del tesoro de Clinton entre 1999 y 2000, y actual Director del Consejo Económico Na-cional que asesora al presidente), al publicar una carta di-rigida al líder republicano de la Sala de Representantes, John A. Boehner. Allí adjudica al estímulo económico el freno relativo en la pérdida de empleos, el fin de la con-tracción económica y la estabilización del sector financie-ro. Y le enrostró a Boehner la “irresponsabilidad fiscal” de las presidencias republicanas de Reagan y Bush (h), frente a la prudencia de Clinton (WP 13/10). Pero cier-tamente, entre las críticas, el discurso oficial pasó de hablar de un paquete que crearía empleos a hablar de sal-var empleos.

En los días siguientes, los demócratas encontraron apoyo en las propias filas opositoras. El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger declaraba: “Hay quie-nes dicen, algunos de nuestros colegas, que [el paquete de estí-mulo] no ha hecho gran cosa o que ha sido un desperdicio de dine-ro. Bien, yo no acuerdo con eso, porque en California ha hecho mucho” (WP 31/10).

El punto es central de cara a las legislativas de 2010, que por lo general suelen mostrar una merma en el apo-yo de los votantes al partido que esté en el poder. La pe-lea por interpretar la situación del empleo se presenta más fácil para los republicanos, siempre que el límite de

la mirada hacia atrás esté en enero de 2009. Para los de-mócratas, la situación los lleva a la defensiva: hablan de salvar en lugar de crear empleos y avanzar con iniciativas hacia los desempleados los expone al reconocimiento de que el plan de estímulo no sirvió (WSJ 7/10).

El panorama económico hacia delante, tal como lo presentan dos de los principales órganos de prensa libe-rales, es más bien sombrío. El Wall Street Journal, vocero del sector más militarista del país, ve acogotados tanto el consumo como la inversión y por tanto la creación de empleo –y por tanto de nuevo el consumo: “Tras pasar años gastando más de lo que ganaban, muchos estadounidenses han visto cómo su patrimonio ha caído en casi 11.000 millones de dóla-res, contando la pérdida de valor de sus viviendas y de sus cuentas de jubilación. Esto sugiere que en los próximos meses las familias seguirán ahorrando para pagar sus cuentas, un proceso que en la jerga de los economistas se conoce como ‘desapalancamiento’” (WSJA 8/10). La necesaria contracara del ajustado cin-turón de los consumidores es la retracción de la inver-sión. Acerca de los resultados empresarios de los últimos meses, señalaba: “En un presagio poco esperanzador para la economía, buena parte de las ganancias han sido resultado de recor-tes de costos. Los ejecutivos dicen que son reacios a reinvertir las utilidades en sus negocios. Con grandes porciones de sus fábricas, flotas y bodegas de almacenamiento paradas, algunos dicen que probablemente no tendrán razón para hacer-lo por otro año o más.

”Eso significa que el crecimiento de los empleos y cualquier au-mento considerable en los gastos de las empresas estadounidenses podrían tomar mucho tiempo. Esto crea un problema en momentos en que la tasa de desempleo en Estados Unidos está cercana al 10%. Sin más trabajos, los consumidores estadounidenses tendrán problemas para incrementar sus gastos, pero sin tales gastos, los ne-gocios tendrán pocos incentivos para comenzar a contratar gente.

”Ejecutivos de empresas que van desde ropa a maquinaria pesa-da dicen que aún no tienen suficiente fe en la recuperación como pa-ra tomar riesgos significativos. Muchas industrias tienen un exceso de capacidad que, incluso si la economía se recupera, tomará meses en ser absorbido” (WSJA 14/10).

Cerremos con la visión que plantea el semanario an-gloamericano The Economist. Pasando lista a las tareas de quienes conducen la economía estadounidense, mostraba los complicados equilibrios a mantener según su particu-lar visión: “Estimular la demanda sin quebrar las finanzas pú-blicas, contener el desempleo sin impedir el flujo de trabajadores desde los sectores viejos a los más modernos, y sobre todas las cosas, fomentar la innovación y el comercio, los motores fundamentales del crecimiento”. La propia crisis, más que oportunidad, es im-pedimento: analizando 88 crisis bancarias de los últimos 40 años –la cifra es por demás elocuente: más de dos cri-sis bancarias anuales–, el FMI hallaba que en promedio “siete años después del crack el nivel del producto de una economía quedaba 10% por debajo de lo que hubiera sido sin la crisis”. EE.UU. no sería excepción, al punto de avizorar que “los acontecimientos de la crisis han sido alarmantemente similares a los de Japón (de los noventa), que demoró más de una década en re-cuperarse de su recesión ‘de ajuste de balances’ ”. El semanario ve a los hogares y los bancos cargados con niveles de deuda que en muchos casos superan el valor de los acti-vos: unos y otros dedicarán años al pago de esas deudas,

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pago que absorberá recursos sustraídos al consumo efec-tivo.

De todo el informe especial sobre la crisis que citamos al comienzo, podemos resaltar dos recomendaciones de política. Por un lado, evitar la tentación de “sobreregu-lar” la actividad financiera. Rescatando la modestia del admirado Alan Greenspan, defiende la política de dejar hacer limitando la acción decidida al momento –que se admite muy difícil de prever– en que la crisis estalla, con-fiando que normalmente “las instituciones financieras velasen cada cual por sí mismas, y que por tanto el propio sistema financie-ro se cuide solo”. El argumento se cae por su propio peso: “Desafortunadamente las propias empresas de finanzas tuvieron demasiada fe en su propia capacidad de previsión, creyéndose capa-ces de modelar y contener los riesgos que estaban corriendo.(…) Dieron por seguro que ante cualquier apuro siempre podrían obte-ner más dinero prestado y vender sus activos. Se endeudaron muy fuertemente en general y mucho entre ellas en particular. Esto dejó sus balances estrechamente interrelacionados y lamentablemente sub-capitalizados”. La crisis sólo hizo más grandes a los grandes irresponsables –que no cayeron–: “El FMI señala que fueron los cinco mayores bancos de EE.UU., los de mayores activos, los que también tuvieron las más bajas relaciones de capi-tal. Estos mismos bancos sufrieron las mayores pérdidas por prés-tamos. Recibieron casi dos tercios de las inyecciones de capital del gobierno mientras aumentaban su participación en el mercado al 63,5%.”.

Y la realidad actual es el peor de los mundos posibles: escasa regulación de gigantes “demasiado grandes para dejarlos caer”, por lo que su riesgo de insolvencia se ha socializado mientras que la gestión se mantiene comple-tamente privada (TE 1/10).

La otra recomendación de política va dirigida a los paí-ses emergentes: EE.UU. necesita una devaluación que le permita a sus producciones mayor competitividad –tanto en exportaciones como en el propio mercado estadouni-dense. La incesante acumulación de reservas por los paí-ses con grandes superávits frente a EE.UU. –el ejemplo por antonomasia es China– impide esa devaluación. Lo que se propone es retocar los desequilibrios globales que en parte condujeron a la crisis. En lugar de recaer en ellos, “un nuevo modus vivendi es posible. EE.UU. puede com-pensar el ingreso de capitales de los bancos centrales extranjeros con una salida de capital propio. Podría pedir prestado a corto plazo de los países emergentes –satisfaciendo la demanda de éstos por activos líquidos y seguros– mientras invierte a largo plazo en activos más riesgosos pero más rendidores en el exterior” (TE 1/10).

¿Cambiar algo para que nada cambie? Lo que pueden ofrecer no parece ir más allá del regreso a la propia situa-ción que desembocó en la crisis, como único mundo po-sible. Pero a 20 años de la caída del muro de Berlín, la crisis actual –tanto en lo estrictamente económico como en lo ecológico– señala de manera más candente que nunca que justamente es ese mundo el que ya no es po-sible. El propio Obama parece mostrarnos eso en el dis-curso que ofreció en la conferencia de la central obrera norteamericana, donde nombró a sus nuevas autoridades (ver recuadro).

Selección del discurso de Barack Obama ante la Convención de la AFL-CIO, el 15 de septiembre de 2009

Estar aquí con todos ustedes es un recordatorio de lo que estamos tratando de hacer en Washington y de por qué estoy allí, en primer lugar. Porque una de las razones fundamentales por las que me postulé para Presidente fue para defender a las familias trabajadoras, facilitar sus luchas, elevar las esperanzas, y hacer posibles los sueños de los estadounidenses de clase media.

(…) Porque cuando los norteamericanos que trabajan duro triunfan, los trabajadores organizados triunfan. Y cuando los trabajadores organizados triunfan, nuestra clase media triunfa. Y cuando nuestra clase media triunfa, los Estados Unidos triunfan. Eso es por lo que estamos luchando.

(…) La prueba fundamental de este siglo, de nuestro tiempo, es si vamos a permitir que EE.UU. se convierta en una nación de los muy ricos y los muy pobres, de los que tienen y los que no tienen, o si vamos a seguir siendo fieles a la promesa de este país y a construir un futuro donde el éxito de todos nosotros se basa en el éxito de cada uno de nosotros. Ese es el futuro que queremos construir. Ese es el futuro que la AFL-CIO quiere construir. Ese es el futuro que el pueblo estadounidense quiere construir. Ese es el futuro para el que he estado trabajando desde el momento en que asumí el cargo.

Hemos estado escuchando un montón de cosas de gente que no es muy amable conmigo o con el movimiento sindical. Así que demos un paseo por la avenida de la memoria. Veamos, sólo recordemos dónde estábamos cuando tomé posesión del cargo hace poco más de ocho meses.

En ese momento, la gente temía el completo colapso de nuestro sistema financiero, nuestra economía estaba eliminando alrededor de 700.000 empleos por mes, nuestros mercados de crédito estaban congelados, la gente no podía conseguir un préstamo hipotecario, no podía obtener un préstamo para un auto, no podía obtener un préstamo para los estudios si lo necesitaban, lo que era una profunda recesión amenaza con convertirse en una gran depresión.

(…) Sé que aún son horas difíciles para los trabajadores. Sé que muchas personas siguen buscando trabajo o están preocupadas por no ser los próximos despedidos. Sin embargo, la Ley de Recuperación está haciendo una diferencia. Hemos frenado la caída libre de nuestra economía.

(…) Justo hace una semana, salió un informe estadístico mostrando que en 2008, antes de la recesión, el ingreso de las familias cayó al punto más bajo en más de una década y que más familias cayeron en la pobreza. A la gente del 1 por ciento más rico le fue bastante bien. Todos los demás vieron sus salarios y los ingresos estancados.

Eso es inaceptable. Y me niego a permitir que EE.UU. regrese a la cultura de la irresponsabilidad y la codicia que ha hecho eso posible (…), que vuelva a una economía con salarios gerenciales crecientes y con disminución de ingresos para la clase media, que vuelva a los días en que los bancos tomaban decisiones irresponsables que perjudicaron a Wall Street y a Main Street por igual.

Vamos a hacer crecer a nuestra clase media con políticas que los beneficien a ustedes, al trabajador estadounidense. Vamos a hacer crecer a nuestra clase media mediante la construcción de un movimiento sindical más fuerte. Por eso

nombré a Hilda Solís, hija de un militante sindical, como nuestra nueva secretaria de trabajo. Hilda y yo sabemos que si

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estamos en buen o mal momento económico, el movimiento sindical no es el problema. El movimiento sindical es parte de la solución.

Es por eso que hemos empezado a derogar y a sustituir las viejas órdenes ejecutivas anti-sindicales, con otras que protejan sus beneficios y que protejan su seguridad y que protejan sus derechos a organizarse y a negociar colectivamente. Ese fue uno de los primeros proyectos de ley que firmé para convertirlo en ley, el Acta de Lilly Ledbetter para defender el principio básico de igual remuneración por igual trabajo.

(…) Es por eso que respaldo el Acta de Libre Opción para los Empleados, porque si la mayoría de los trabajadores quiere un sindicato, debe tener un sindicato.

Vamos a hacer crecer nuestra clase media mediante la creación de empleos para los estadounidenses que los deseen. Pero no cualquier empleo, sino empleos con buenos salarios y buenas prestaciones, que den a una persona la satisfacción de saber que puede cumplir con sus responsabilidades para con su familia, empleos que no sean sólo una fuente de ingresos, sino una fuente de orgullo y autoestima. Cada estadounidense merece tanto como eso.

(…) Vamos a hacer crecer nuestra clase media, haciendo un mejor trabajo en la educación de nuestros hijos e hijas. Fue la Ley "GI" la que ayudó a fortalecer la clase media en el siglo 20, y nuestra generación se merece el mismo tipo de compromiso.

(…) Y, sí, vamos a hacer crecer a nuestra clase media ofreciendo finalmente un seguro de salud asequible y de calidad en este país. El cuidado de la salud no puede esperar.

Pocos han luchado por esta causa más duramente, pocos la han defendido durante más tiempo que ustedes, nuestros hermanos y hermanas en el movimiento sindical. Hacen llamadas telefónicas, golpean a las puertas, concurren a los mítines, porque ustedes saben por qué esto es tan importante. Saben que esto no se trata sólo de los millones de estadounidenses que no tienen seguro de salud, sino de los cientos de millones más que sí lo poseen, los estadounidenses que temen perder su cobertura de salud si pierden su trabajo, que tienen miedo de que se les niegue cobertura a causa de una condición pre-existente, que saben que un accidente o una enfermedad puede significar la ruina financiera.

De hecho, hoy se publicó un nuevo informe de la Fundación Kaiser para la Familia que muestra que las primas familiares subieron más de un 130% en los últimos 10 años, tres veces más que los salarios.

Ahora cuestan un promedio de más de 13.000 dólares anuales, la cantidad más alta de la historia, por lo que cuando ustedes van a negociar no pueden siquiera pensar en la negociación de un aumento de salario, porque toda la negociación se centra en intentar mantener los beneficios que ya tienen. Eso no es sólo culpa del empleador, es culpa de un sistema de salud quebrado que está absorbiendo todo el dinero. ¿Cuándo lo vamos a parar? ¿Cuándo vamos a decir que ya es suficiente? ¿Cuántos trabajadores más tienen que perder su cobertura? ¿Cuántas familias tienen que quedar en rojo por la enfermedad de un ser querido? ¿Cuánto tiempo más vamos a tener que esperar? No se puede esperar. (La concurrencia coreó: “No podemos esperar”).

Permítanme repetirlo: Nada en este plan hará que deban cambiar su cobertura o su médico. Lo que este plan hará es obligar al seguro actual a servirles mejor. Será ilegal que les nieguen cobertura a causa de una condición preexistente. Será ilegal que las compañías aseguradoras den de baja su cobertura cuando se enferman o la rebajen cuando ustedes más la necesitan. No podrán colocar un límite arbitrario a la cantidad de servicios médicos que se puede recibir en un año determinado o a lo largo de toda la vida. Vamos a poner un límite a cuánto puede cobrarse como co-pagos, porque en EE.UU. nadie debería ir a la quiebra sólo porque se enfermó.

(…) Bien, cuando hablan con algunos de sus amigos y vecinos, ellos podrían decir: "Bueno, eso suena bastante bien, pero ¿cómo vamos a pagarlo?" Esa es una pregunta legítima, porque heredé un déficit de 1,3 billones de dólares cuando asumí. Esa es otra cosa en la que la gente ha sido un poco selectiva. No parecen recordar cómo nos metimos en este lío.

Pero es una pregunta legítima: ¿Cómo saldremos del enorme agujero financiero en que estamos? Así que permítanme tratar de responder. El plan que propongo va a costar 900.000 millones dólares en 10 años. Eso es dinero real. Aunque es menos que lo que hemos gastado en las guerras de Irak y Afganistán. Es menos que los recortes de impuestos para los estadounidenses más ricos que el Congreso aprobó durante la administración anterior. Esas guerras y esos recortes de impuestos dispararon nuestro déficit a niveles récord y no ayudaron a las familias trabajadoras de EE.UU.

No cometeremos el mismo error de nuevo. No vamos a pagar por la reforma del seguro de salud mediante el aumento de nuestro déficit. No firmaré un proyecto de ley que agregue un centavo a nuestros déficits, ahora o en el futuro. Lo que haremos es pagarla mediante la eliminación de cientos de miles de millones de dólares de fraude y despilfarro y abuso, incluidos miles de millones de dólares en subsidios para las compañías de seguros que juntan sus ganancias, pero que no mejoran la atención.

(…) Estas son las reformas que estoy proponiendo. Estas son las reformas que el movimiento sindical ha venido defendiendo. Estas son las reformas que el pueblo estadounidense necesita. Estas son las reformas que tengo la intención de convertir en ley: un seguro de salud asequible y de calidad, una educación de primera clase, buenos trabajos bien pagos y que no puedan ser trasladados al exterior, un movimiento sindical fuerte. Así es como vamos a elevar a las familias trabajadoras. Así es como vamos a hacer crecer a nuestra clase media. Así es como vamos a poner la oportunidad al alcance de todos en EE.UU.

Y ustedes saben que la batalla por la oportunidad siempre se ha luchado en lugares como Pittsburgh, en lugares como Pennsylvania. Fue aquí que los trabajadores del ferrocarril de Pittsburgh se levantaron en una gran huelga. Fue aquí que los trabajadores de Homestead Steel enfrentaron a los guardias de Pinkerton en las fábricas de Carnegie. Fue aquí que algo ocurrió en un pueblo llamado Aliquippa.

Era un lugar difícil para los trabajadores en la década de 1930. “Una dictadura benévola”, la llamaba el jefe de la acería local. Los trabajadores no tenían derechos. El capricho del capataz mandaba todos los días, y la empresa contrató a trabajadores de diferentes orígenes y de diferentes razas. Era lo mejor para mantenerlos divididos, se pensaba en ese momento.

Pero a pesar de las amenazas y el hostigamiento, a pesar de ver a los organizadores despedidos y expulsados de la ciudad, estos trabajadores del acero se reunieron: el serbio y el croata, el italiano y el polaco, el irlandés y el griego, y los descendientes de los esclavos de Alabama y el hijo de los mineros del carbón de Pensilvania, y llevaron su caso todo el camino hasta la Corte Suprema, asegurándose el derecho a organizarse todo a lo largo del valle del río Ohio y todo a lo ancho de Estados Unidos.

Y sé que si Estados Unidos puede unirse como en Aliquippa y superar las barreras de la fe, la raza, el origen y el partido, entonces no sólo mejorará la vida de los trabajadores del acero, no sólo mejorará la vida de los miembros de la AFL-CIO, sino que vamos a hacer posibles los sueños de las familias de clase media y a hacer realidad la promesa de los Estados Unidos de América para todos. Eso es por lo que estamos luchando. En eso está comprometida la Casa Blanca. En eso está comprometida la AFL-CIO.

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8 La guerra y la paz

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La encrucijada de Obama en la “frontera talibán”

La guerra y la paz Por Sebastián Juncal y Fabian Ulmann 

El prisionero del Imperio El Comité Nobel noruego escribió un nuevo capítulo

de la –algo alicaída– “obamanía” europea al decidir que el actual presidente de los EE.UU. era digno de merecer el premio Nobel de la Paz. El otorgamiento concitó re-acciones variadas, aunque si se omiten las condicionadas por los imperativos de la diplomacia (a cargo de la mayor parte de los jefes de Estado), las sensaciones que predo-minaron fueron el desacuerdo y aun la incredulidad. Al-gunas críticas se enfocaron en la contradicción de otor-gar el Nobel de la Paz al máximo comandante de una potencia que se caracteriza por su intervencionismo mili-tar en terceros países. Fue la tesitura adoptada, por ejemplo, por el Nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel (“Es el presidente del país más agresor del mundo y que impone las cosas desde el complejo militar e industrial”) y por el vicepresi-dente de Bolivia, Álvaro García Linera, que aun recono-ciendo ciertas cualidades positivas en Obama, comentó que lo considera “un prisionero del imperio (…). Lo sentimos prisionero de una red, una maquinaria imperial que se mueve casi automáticamente por encima de él” (C 10/10). El canciller ve-nezolano Nicolás Maduro y la senadora colombiana Pie-dad Córdoba coincidieron en pedir que el presidente es-tadounidense demuestre su compromiso con el premio retirando las bases de su país en Colombia.

La prensa, en general, y en especial la estadounidense, tendió a caracterizar el galardón como prematuro, en ra-zón de los escasos logros que puede exhibir la adminis-tración demócrata en política exterior. De manera algo descarnada, el New York Times manifestaba su convicción de que no había méritos que justifiquen el premio, a la vez que exhibía cierto acuerdo con los sectores “duros” republicanos: “Era la oportunidad de liberarse, de un solo golpe, de la carga que ha entorpecido su presidencia: las expectativas no plausibles, los sueños utópicos, el alboroto mesiánico. Era el mo-mento de trazar un claro límite entre sí mismo y el exceso de entu-siasmo de los ‘obamófilos’, tanto en Estados Unidos como en el ex-terior, que depositaron sus anhelos poscristianos y posmarxistas en el recipiente de su campaña de 2008. Estaba ante la oportunidad de establecerse, definitivamente, como un presidente de Estados Unidos, un mandatario con suficiente confianza en sí mismo como para no aceptar un galardón inmerecido y demasiado democrático como para seguirle la corriente a Europa con sus patrañas (…). ¿Acaso el mundo se habría ofendido? Bien, para empezar, el pre-mio no es otorgado por una imaginaria ‘comunidad mundial’. Es el resultado del voto de un comité formado por cinco oscuros noruegos, quienes lo otorgan. Así que rechazarlo hubiera sido una cachetada en el rostro, sí, de Thorbjorn Jagland, Kaci Kullmann Five, Sissel Marie Ronbeck, Inger-Marie Ytterhorn y Agot Valle. Pero no hubiera sido ningún desaire para los europeos o los africanos, para Moscú o Pekín, ni para ninguna población o gran potencia que el presidente tuviera que cuidarse de ofender. En cualquier caso, será mucho más ofensivo el momento en que Obama suba al escenario en Oslo, en noviembre, en lugar de Morgan Tsvangirari, el heroico

líder de la oposición de Zimbabwe; o de Thich Quang Do, el monje budista y crítico del régimen autoritario de Vietnam; o de Rebiya Kadeer, exiliada de China por sus esfuerzos a favor de la oprimida minoría huigur. O de cualquiera que haya arriesgado su vida este año protestando a favor de la democracia en la República Islámica de Irán.” (NYT 13/10).

El comentario del diario neoyorkino pone sobre el ta-pete las condiciones particulares en que se decide el otorgamiento del Nobel, investido por lo general de cier-to intangible prestigio. A diferencia de los premios No-bel científicos (Física, Medicina, Química y Economía) y del de Literatura, otorgados por organismos suecos de al-tos estudios, el Nobel de la Paz se decide en el seno de los cinco miembros que componen un Comité emanado del parlamento noruego. Este comité representa básica-mente la correlación local de fuerzas políticas, factor cambiante que en cierto modo explica los erráticos crite-rios políticos que guían la elección (recordemos que han recibido el galardón reconocidos “halcones” como Theodore Roosevelt, Henry Kissinger o Menajen Begin). En el Comité actual domina por tres votos contra dos la alianza de centro-izquierda que gobierna Noruega desde 2001, detalle que algunos medios de prensa han resaltado en estos días como factor explicativo del otorgamiento del premio a Obama. “La representante en el comité del Parti-do del Progreso, Inger-Marie Ytterhorn, la conservadora Kaci Kullmann Five y la socialista Ågot Valle mostraron objeciones a la concesión del Nobel a Obama (…). ‘Había esperado más deba-te, en especial sobre lo que considero más problemático, la guerra en Afganistán’, dijo Valle a VG. El mayor defensor de Obama fue el presidente del comité, el laborista Thorbjorn Jagland, quien contó con el apoyo firme de su compañera de partido Sissel Ronbeck” (EP 15/10). Particularmente se ha hecho hincapié en la particular figura del actual presidente del Comité. Ex vi-cepresidente de la Internacional Socialista, y actual presi-dente del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland es un ferviente partidario de la OTAN y de la incorporación de Noruega a la Unión Europea. Ha participado en de la Comisión Trilateral, y aparentemente mantiene una rela-ción estrecha con el entorno de Obama, a través de la ONG que dirige, el Centro de Oslo para la Paz y los De-rechos Humanos.

No deja de ser llamativo el hecho de que, según esta-blece un rígido código de procedimiento, el plazo para recibir candidaturas concluya el último día de enero. Vale decir que cuando cerró el plazo este año, el candidato Obama sólo llevaba 11 días en la Casa Blanca.

Por otra parte, los jurados del Comité parecen actuar de alguna manera bajo la influencia de las cadenas infor-mativas globales, en donde los acontecimientos y debates de países de habla inglesa se hayan sobrerepresentados. De los 816 ganadores del Nobel desde 1901, 309, casi el 38 %, fueron estadounidenses, y 114, el 14 %, fueron británicos. Obama es el tercer presidente en ejercicio que recibe el galardón (y el cuarto si se suma a Jimmy Carter,

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que lo recibió en 2002), algo inédito en cualquier otro país. Este año, 9 de los 11 ganadores del Nobel fueron ciudadanos de EE.UU.

Más allá de estas cuestiones que indudablemente soca-ban el prestigio del premio, lo cierto es que resulta difícil identificar “el nuevo clima internacional” propiciado por el presidente estadounidense y que cita el Comité en el tex-to que fundamenta su decisión. Si se omiten las vagas re-ferencias “multilateralistas” que suelen ornamentar los discursos de Obama, la única señal concreta de disten-sión fue su decisión de cancelar el armado de un escudo defensivo en Europa del Este destinado a Rusia. Mien-tras en algunas cuestiones heredadas se observa clara-mente un continuismo con las líneas maestras de la ante-rior administración republicana (el mantenimiento del cerco sobre Irán, la permanencia de la prisión de Guan-tánamo, el bloqueo contra Cuba), en otras parece perci-birse incluso una profundización de las políticas imperia-les. Obama no sólo mantiene las intervenciones militares sobre Irak y Afganistán sino que prevé incrementar el número de tropas de ocupación y ordenó bombardeos contra las fronteras de un tercer país, Paquistán. Acaba de firmar los acuerdos para el establecimiento de bases militares en un país latinoamericano, Colombia, frente al abrumador desacuerdo de la mayor parte de los integran-tes de la naciente UNASUR. Y en vista de sus recientes decisiones en relación al conflicto israelí-palestino, sus gestos de reconciliación con “el mundo musulmán” per-tenecen al cajón de la bella retórica. Los EE.UU. se ali-nearon junto a Israel en el rechazo del informe de la ONU que condena tanto a Israel como al grupo palesti-no Hamas por crímenes de guerra en relación con la agresión israelí desarrollada entre diciembre y enero pa-sado. El gobierno estadounidense anunció que vetará cualquier decisión del Consejo de Seguridad que condene a Israel por la muerte de cerca de 1.400 palestinos. Por otra parte, la secretaria de Estado Hillary Clinton acaba de confirmar que su país acepta que siga en marcha el es-tablecimiento de colonos israelíes en Cisjordania, situa-ción que obligó al gobierno de Abu Mazen a cancelar las negociaciones.

El propio Obama, conciente de los casi inexistentes logros en política exterior en su primer año de mandato, ofreció una interpretación original del criterio por el cual se le había otorgado el premio: “A través de la Historia, el Premio Nobel de la Paz no fue utilizado únicamente para honrar un determinado logro, fue utilizado para darle impulso a determi-nadas causas” (C 10/10). Algo más elípticamente, el presi-dente del Comité expresaba: “Nosotros capturamos el aire del tiempo, la necesidad de la época” (LN 12/10).

El prestigio del Nobel ha sido instrumentado frecuen-temente para sentar posición en situaciones de enfren-tamiento político no resuelto o de alternativas de acción que polarizan a la llamada “comunidad internacional”. El gran líder de los derechos civiles de la comunidad afroa-mericana estadounidense, Martin Luther King, lo recibió en 1964, cuando la intervención de los EE.UU. en Viet-nam entraba en una etapa ascendente y King era cuestio-nado incluso por miembros de la comunidad negra por su oposición a la guerra. Amnesty International (1977) y

el argentino Adolfo Pérez Esquivel (1980) recibieron el galardón en pleno auge de las dictaduras militares suda-mericanas y en medio de las campañas de boicot organi-zadas en Europa contra los gobiernos que practicaban encarcelamientos y desapariciones masivas. Al polaco Lech Walesa (1983) le fue otorgado en situación de arresto domiciliario y a poco de una campaña de endure-cimiento contra el sindicato Solidaridad por el gobierno de Jaruzelski; en situación semejante recibió el Nobel la activista birmana Aung San Suu Kyi (1991), bajo arresto en ese momento por parte de la junta militar de su país. El Nobel ha cumplido en ocasiones el papel de refuerzo simbólico de iniciativas en política exterior que a la post-re resultarían empantanadas: fue el caso del otorgamien-to al presidente estadounidense Woodrow Wilson (1919) por su impulso a la creación de la Sociedad de las Naciones (irónicamente vetada por el propio Congreso estadounidense), y el más reciente premio compartido por el palestino Yasser Arafat y los israelíes Shimon Pé-res y Yitzhak Rabin (1994) por el controvertido “Proceso de Oslo”.

Queda entonces por preguntarse cuál es la causa a la que se quiere dar impulso en este caso. Lo que nos lleva a las opciones, en materia de política exterior, entre la que se debate el primer presidente afroamericano de la historia de su país.

¿El Vietnam de Obama? El abandono gradual de la ocupación de Irak y el re-

fuerzo de la presencia en Afganistán constituyó el caba-llito de batalla de la campaña de Obama a la presidencia en materia de política exterior. En enero, al momento de asumir, el actual primer mandatario proponía retirar de Irak una a dos brigadas de combate al mes (cada brigada está compuesta por 4.000 combatientes), lo que significa-ría que el retiro sería total a mediados de 2010, y lo que permitiría concentrar el esfuerzo de guerra en la frontera talibán (sur afgano, noroeste paquistaní). Obama recha-zaba la incursión en Irak como un error de cálculo: al fin y al cabo, y después de más de siete años de invasión, Osama Bin Laden y el mullah Omar seguían aparente-mente indemnes por los sinuosos relieves de la frontera afgano-paquistaní. “Al Qaeda y sus aliados (...) están en Pa-kistán y Afganistán (…). Para los americanos, esta región fronte-riza se ha convertido en el lugar más peligroso del mundo. Desde ella, Al Qaeda está planeando activamente ataques contra el terri-torio estadounidense (…). Nuestro objetivo es claro: perturbar, desmantelar y derrotar a Al Qaeda en Pakistán y Afganistán y prevenir su regreso a ninguno de los dos países en el futuro” (LM 27/3). Se anunciaba entonces una “nueva estrategia”para la región, consistente en una minuciosa combinación de fuerza militar y “poder blando”: al envío de 17.000 nue-vos hombres de combate y 4.000 entrenadores para el ejército y la policía afganos (cuyo número se preveía de 134.000 y 82.000 hombres, respectivamente, para 2011), se sumaría “un espectacular aumento en nuestro esfuerzo civil (…). Para avanzar en la seguridad, las oportunidades y la justi-cia, necesitamos especialistas agrícolas y educadores, ingenieros y abogados”. Se esperaba que los socios de la OTAN res-paldaran la iniciativa en ambos frentes. Esto no ocurrió,

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si se exceptúa el envío de contingentes numéricamente irrelevantes (como el anunciado por Reino Unido en oc-tubre, de 500 soldados), pero al menos en este aspecto no se puede decir que Obama no haya cumplido sus promesas: en marzo ordenó el despliegue de 21.000 nue-vos efectivos, a los que se sumaron otros 13.000 (envia-dos en secreto, hecho que fuera revelado por el periódi-co Washington Post) a pocos días de recibir el Nobel, destinados al apoyo logístico de las operaciones en el pa-ís. De este modo, y en solo un año de mandato, la admi-nistración demócrata ha duplicado la presencia militar en Afganistán (68.000 soldados). A esto se suma el incre-mento de incursiones aéreas sobre la frontera del noroes-te de Paquistán: en los primeros nueve meses de la ges-tión de Obama, se han realizado tantas de estas

incursiones como en los tres últimos años del gobierno de Bush. El principal logro ha sido el de acabar con la vida del fundador del movimiento talibán paquistaní, Baitulá Meshud. Los centenares de civiles muertos y heridos constituyen, al parecer, un “daño colateral” acep-table para el Comité Nobel.

El incremento militar parece haber tenido el efecto de un baldazo de nafta arrojado al fuego: 2009 se constituyó en el peor año, contabilizado en número de bajas, para las fuerzas de ocupación en Afganistán. El mes de octu-bre, y en tanto se cumplían ocho años de la invasión, mostró un panorama en el que parecen haberse consoli-dado dos tendencias: el irresistible avance de los tali-banes afganos (que se remite a 2007) y al parecer incon-trolable accionar de sus homólogos de Paquistán.

PARTE DE GUERRA DE LA OTAN

OCTUBRE NEGRO EN LA LUCHA DE LAS CIVILIZACIONES 4/10. Ataque talibán sobre dos puestos de control militar en el distrito de Kamdesh, Afganistán, en la pro-vincia montañosa de Nuristán, cerca de la frontera con Paquistán. Ocho soldados estadounidenses mueren en los combates, la peor pérdida para los EE.UU. en más de un año. 5/10. Un atacante suicida se detona en una oficina del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Uni-das en Islamabad, Paquistán. Mueren cinco personas. El atentado ocurre en medio de la visita a Islamabad del ministro de Defensa británico, y es el primera de una serie de acciones anunciadas por el nuevo líder tali-bán paquistaní, Hakimulá Mehsud. 8/10. Un atacante suicida hace explotar una bomba en la embajada india en Kabul, Afganistán, causando 17 muertos y 76 heridos. La embajada india había sido escenario en julio del año pasado del ataque más mortífero en la capital afgana, con un saldo de 58 muertos y 141 heridos. 10/10. Talibanes paquistaníes atacan el cuartel general del ejército de Paquistán en Rawalpindi, en las afueras de Islamabad. 11 miembros del ejército y una veintena de talibanes mueren en los combates. El go-bierno de Paquistán decide lanzar una ofensiva masiva sobre la frontera con Afganistán. 12/10. Un atacante suicida hace estallar un coche bomba contra un convoy del ejército en Shangla, en el va-lle de Swat, uno de los bastiones talibanes en Paquistán. El saldo es de 41 personas muertas y 45 heridos. 15/10. Múltiple ataque talibán en Paquistán: 39 personas mueren como resultado de ataques combinados en varias ciudades cercanas a la frontera afgana. 16/10. Tres atacantes suicidas hacen estallar dos bombas frente a una base de la policía en Peshawar, capi-tal de la provincia de la Frontera del Noroeste de Paquistán, otro bastión talibán, matando a 13 personas. Con este atentado, la ola de ataques ya suma más de 150 muertos en todo el país en el mes de octubre. Al día siguiente, unos 30.000 soldados de Paquistán inician una ofensiva sobre Waziristán del Sur, al noroeste de Paquistán, considerado el principal bastión rebelde. 25/10. Doble atentado con coches bomba contra edificios gubernamentales en Bagdad, Irak. Mueren 136 personas y unas 600 resultan heridas. El ataque, que se atribuye a rebeldes sunnitas (aunque ninguna orga-nización reivindica el atentado) hace añicos la pretensión del gobierno estadounidense de haber logrado con-trolar la violencia en Irak, en momentos en que se debate la nueva ley electoral para las elecciones parla-mentarias en enero próximo. Se trata del atentado más cruento en la capital iraquí desde marzo de 2007, cuando 183 personas murieron luego de que cuatro bombas de gran potencia explotaran en barrios chiitas de Bagdad. 26/10. En un confuso incidente, tres helicópteros estadounidenses caen en Kabul, Afganistán, causando la muerte de 11 militares y 3 civiles estadounidenses y 14 soldados afganos. Las cifras de soldados de la OTAN caídos en lo que va de 2009 alcanza así el número de 437 (269 de ellos estadounidenses), lo que convierte a octubre de 2009 en el mes más mortífero para las fuerzas de ocupación desde el inicio de la misma, en 2001. 27/10. Mueren 8 soldados estadounidenses como resultado de dos ataques sobre blindados de la OTAN en Kandahar, en el sur de Afganistán. 28/10. Un coche bomba estalla en un mercado de Peshawar, Paquistán, matando a 105 personas. El aten-tado coincide con la llegada de la secretaria de Estado de los EE.UU., Hillary Clinton. Aunque ningún grupo se atribuye el ataque, el gobierno paquistaní culpa a los talibanes, presuntamente en represalia por las opera-ciones en Waziristán.

Los reveses militares parecen haber cimentado una especie de corriente de opinión que preconiza un au-mento significativo del número de tropas, liderada por el general Stanley McChrystal, a cargo de la ocupación, y del secretario de Defensa Robert Gates, quien señaló en una entrevista con la CNN que “los talibanes están en plena ofensiva en Afganistán porque Washington y sus aliados fueron incapaces de enviar tropas suficientes para asegurar la victoria. ‘Pe-

ro no dejaremos Afganistán. La discusión es sobre los próximos pasos a seguir, y el presidente tiene algunas decisiones importantes que tomar’, añadió. El secretario de Defensa norteamericano seña-ló que Estados Unidos no puede permitir que los talibanes y Al-Qaeda tengan la sensación de que van a ‘derrotar a la segunda su-perpotencia’, después de vencer a los rusos en la década del 80.” (LN 7/10). Se reclama que Obama decida el envío de 40.000 a 60.000 nuevos reclutas, y la aparente indecisión

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del presidente demócrata al respecto genera presiones por parte de algunos cuadros militares, apoyados por los principales referentes del partido republicano. “‘Los terro-ristas afganos empiezan a ver cierta debilidad tras tanta dilación’, dijo, días atrás, Thomas Tradewell, jefe de la asociación Veteranos de Guerras en el Exterior (VFW, por sus siglas en inglés), que representa a 1,5 millones de militares.” (LN 21/10).

Frente a esta especie de “política del garrote”, el vice-presidente Joe Biden parece encarnar una línea alternati-va, recelosa de la efectividad de incrementar el número de tropas y más orientada a reformular las alianzas (in-corporando incluso a los sectores talibanes “menos ideo-logizados”) y a redoblar las inversiones en infraestructu-ra. A excepción de Reino Unido, los aliados europeos de la coalición (Europa aporta en este momento unos 35.000 soldados de los 100.000 desplegados) evalúan re-tirar sus tropas, ante la posibilidad de quedar atrapados en el “Vietnam de Obama”. “A pesar de los intensos esfuer-zos diplomáticos del presidente norteamericano, Barack Obama, y del primer ministro británico, Gordon Brown, ningún otro país se muestra dispuesto a compartir el riesgo que corren los soldados bri-tánicos y estadounidenses frente a una insurgencia talibana cada vez más feroz. Las declaraciones realizadas la semana pasada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, parecen confirmarlo: ‘Fran-cia no enviará un soldado más a Afganistán’, dijo. ‘¿Hace falta quedarse? Yo digo que sí. Quedarse para ganar. Pero no a cual-quier precio’, advirtió. A juicio de Sarkozy, lo que hace falta son más soldados afganos, que serán ‘más eficaces para ganar esta gue-rra porque es su país.’ (…). Otra evidencia desconcertante es que, según reconocieron la semana pasada, la mayoría de los países eu-ropeos pagan en secreto a los rebeldes para evitar ataques y embos-cada”. En palabras del diputado británico Eric Joyce: “Todo parece indicar que los británicos pelean, los alemanes pa-gan, Francia calcula e Italia esquiva.” (LN 20/10).

Cualquiera de las dos estrategias choca con un escollo que parece insalvable: el hecho de que el movimiento ta-libán parece encarnar la única opción de unión nacional articulada en torno a la resistencia a la ocupación, en contraste con el debilitado y faccioso liderazgo de Hamid Karzai. Karzai fue designado presidente de la administración transitoria establecida en 2001, cargo que luego refrendó en las elecciones de 2004. En agosto de este año, Karzai resultó electo en primera vuelta para un nuevo mandato, comicios pronto denunciados por gra-ves irregularidades por la Comisión de Reclamos Electo-rales de la ONU. Finalmente, y debido al retiro de su ri-val, el ex canciller Abdullah Abdullah, Karzai fue proclamado de facto por un segundo mandato. Pero a los socios occidentales de la coalición no debe escapárse-les el hecho de que la abstención, promovida por los ta-libanes, alcanzó a más del 60 % en todo el país, cifra que se eleva al 95 % en el sur. Algunos medios postulan la imposibilidad de construir una alternativa política al mo-vimiento talibán en alianza con el gobierno corrupto y nepótico de Karzai –apreciaciones que en algún momen-to hicieron el propio Obama y su secretaria de Estado Clinton– olvidando convenientemente que la labilidad de Karzai no es más que la encarnación de la misma labi-

lidad del sistema político afgano, con su multitud de tri-bus territoriales prontas a negociar intercambios de fa-vores, y que es esta fragmentación –cuya única nota “ideológica” que desentona es la de los talibanes– lo que permitió a las fuerzas de ocupación hacer y deshacer a discreción durante ocho años. “Después de hablar con exper-tos en Afganistán en Kabul, Washington y Berlín, emerge una imagen: el gobierno de Karzai tiene mucho en común con una fami-lia de la mafia. Mientras que un gobierno ‘normal’ recauda im-puestos y luego los reparte entre sus instituciones locales y regionales bajo la forma de asignaciones presupuestarias o subsidios, este go-bierno afgano funciona a la inversa. El dinero fluye hacia arriba desde las zonas rurales bajo la forma de pagos de cargos comprados o de ‘regalos’ de amigos. Lo que fluye desde Kabul, dicen los exper-tos, es autorización para extracción petrolera irrestricta, protección en caso de demandas legales y castigo en el caso de que el funciona-rio se oponga al sistema o se pase de la raya. Por lo que parece, en ‘el mundo Karzai’, los espacios se venden, son concedidos a compin-ches o son una manera de comprar a los rivales. Debemos tener mucho cuidado de que no se nos considere guardianes de este siste-ma.” (NYT 15/10). Teniendo en cuenta el particular me-canismo de selección de “referentes” que primó tras la ocupación (la designacición de Karzai como presidente interino parece jaber sido un premio a los servicios pres-tados durante la invasión soviética, cuando canalizaba los fondos que las agencias de inteligencia de EE.UU. y Pakistán destinaban a los guerrilleros mujahidines de su etnia Patshun), y el hecho de que hay numerosos casos probados de que se paga un “impuesto” a ciertas tribus para no sufrir ataques, no es difícil entender que tantos afganos consideren a las fuerzas ocupantes como “guar-dianes de este sistema”.

La prensa estadounidense, en general, tiende a enten-der el otorgamiento del Nobel como un pesado condi-cionamiento para Obama en esta encrucijada: “Mientras tanto, el premio logra que cada uno de los problemas de política exterior que Obama debe enfrentar se haga un poco más agobiante. Ahora es el galardonado con el Nobel de la Paz que tiene que ele-gir entre intensificar el operativo de contrainsurgencia en Afganis-tán o ceder terreno ante una mafia teocrática. Es el premio Nobel que tendrá que autorizar ataques militares contra Irán o construir un sistema efectivo de disuasión, al estilo de la Guerra Fría, en Medio Oriente. Es el premio Nobel que probablemente fracase, como todos los presidentes estadounidenses que lo precedieron, en instar a israelíes y palestinos a buscar un acuerdo duradero e inte-gral.” (NYT 13/10). Puede darse el hecho de antes de que Obama reciba el premio el próximo 10 de diciembre en Oslo, se vea obligado, ante las presiones militares, a autorizar nuevos envíos de tropas o autorizar nuevos raids aéreos sobre el norte paquistaní. O que incluso, como sugiere irónicamente el New York Times, sea pos-tulado como candidato en otra categoría. “Si el presidente Barack Obama puede encontrar la manera de calcular cuál es el número preciso de tropas que hacen falta para estabilizar a Afga-nistán y Paquistán, sin que Estados Unidos vuelva a caer en un nuevo Vietnam, en ese caso, sin duda, merece el Premio Nobel de Física.” (NYT 15/10).

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12 Lo que pone en juego el Frente Amplio

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Elecciones en Uruguay y las implicancias regionales

Lo que pone en juego el Frente Amplio Por Julián Kan y María Florencia Socoloff

Las elecciones y lo que viene En el mes de febrero pasado analizábamos el escena-

rio regional en función de las disputas electorales inter-nas de la mayoría de los países de la región, indagando cómo algunos escenarios electorales serían claves para el devenir del presente regional (Véase Análisis Nº 104, fe-brero 2009). Uno de esos escenarios era el de Uruguay, donde las principales opciones se posicionaban en pos de ese presente.

El candidato triunfante el 26 de octubre pasado en las elecciones presidenciales, José “Pepe” Mujica, del go-bernante Frente Amplio (FA), había anunciado en reite-radas ocasiones su intención de continuar dentro del MERCOSUR y apoyar la construcción de instancias como UNASUR, dejando de lado alternativas unilatera-les como la de firmar Tratados de Libre Comercio con EE.UU., idea que tiempo atrás sedujo a su compañero de fórmula, ex rival en la interna frentreamplista y ex ministro de economía de Tabaré Vázquez, Danilo Asto-ri. Más cercano a éste último en materia regional se ha encontrado durante toda la campaña el ex presidente Luis Lacalle, del tradicional Partido Nacional (Partido Blanco), identificado con la apertura de la economía, el ajuste del gasto público y el alineamiento con Washing-ton de la década del noventa, cuando fuera presidente ente los años 1990 y 1995. Lacalle manifestó en reitera-das ocasiones sus críticas al rumbo que la región ha to-mado en los últimos años, en particular al alejamiento de EE.UU., y que, con mayores o menores distancias, el gobierno de Tabaré ha acompañado. Afirmaba Lacalle en plena campaña: “El MERCOSUR entero tendría que fir-mar un acuerdo de libre comercio con EE.UU. No son excluyen-tes. Hubo presiones sobre Vázquez de los sectores más radicales del FA y de los países vecinos. Fue una pena porque EE.UU. nunca más volverá a mirar a Uruguay para darle importancia (…) creo que fue un error no firmarlo” (C 22/10).

Mujica y Lacalle se enfrentarán en la segunda vuelta electoral ya que el vencedor no logró obtener más del 50% de los votos. Los resultados en el primer turno die-ron primero al FA con un 47,5 % de los votos, un 28,5 para los blancos de Lacalle y un 16,6 para los colorados, cuya fórmula la encabezó el hijo del ex dictador Borda-berry, quién hizo campaña con su nombre de pila para opacar su pertenencia a la familia. Para la segunda vuelta, los colorados –que levantaron sus votos en relación al 8% de la última elección presidencial, restándole ad-herentes a los blancos– no tardaron en anunciar que apoyarán a Lacalle: “Hay que ser claro. Voy a votar a Lacalle. No vamos a especular. Vamos a hacer lo mejor para el país. A la patria, como a la madre, no se le pide nada, se le da” (C 27/10), decía Pedro Bordaberry.

Uno de los aspectos más importantes que se ponen en juego es la continuidad de las políticas sociales imple-mentadas por el FA durante los 5 años de Tabaré Váz-

quez, que lo hacen seguir conservando un 62% de ima-gen positiva, casi la misma que cuando comenzó su mandato, en febrero de 2005. Si algo ha caracterizado al gobierno del Frente Amplio es la implementación de po-líticas sociales que ayudaron a disminuir la pobreza y la indigencia, aunque sin plantear cambios de fondo en la estructura económica y social. Cuando Lacalle propone achicar nuevamente los gastos del estado “con una motosie-rra” (P12 25/10) se está refiriendo a recortar todas las partidas que han hecho del FA su caballito de batalla pa-ra ser favoritos en intención de voto luego de 5 años de gobierno y que han privilegiado la intervención del esta-do que blancos y colorados, en la década del noventa, dejaron a un costado. Algunas de esas políticas consistie-ron en la creación de 200 mil puestos de trabajo que hicieron bajar el índice de desocupación del 13 al 7%, en la implementación del plan de emergencia social “ingre-so ciudadano” para alrededor de 200 mil personas en la línea de indigencia, asistencia de salud y otras políticas redistributivas, como por ejemplo el Plan Ceibal, que dotó de 380 mil computadoras portátiles a los alumnos de todas las escuelas primarias. El índice de pobreza bajó del 30 a 20% y el de indigencia del 3 al 1,5% (P12 25/10). Quizá todo esto explica por qué el FA haya cre-cido en presencia y en votos en los barrios más popula-res de Montevideo en los últimos años, sumado al len-guaje “llano” de Mujica. La diferencia a favor del dirigente tupamaro fue abrumadora en barrios obreros y populares como El Cerro o en asentamientos como la Ceja.

Las elecciones al interior Este creciente apoyo popular que ha logrado el FA, se

vislumbró en gran medida durante la campaña electoral en la cual los distintos sectores sociales intervinieron por la defensa y continuidad del modelo frenteamplista o propugnando por el retorno a políticas neoliberales ca-racterísticas del primer período de Lacalle.

Uno de los sectores que con mayor claridad se mani-festó por la defensa del modelo fue el PIT-CNT siglas de Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) y Con-vención Nacional Trabajadores (CNT), centrales que re-presentan mayoritariamente al movimiento obrero uru-guayo. Esta unión en “un solo movimiento sindical” nació el 1º de mayo de 1984 retomando la experiencia inmediata de las luchas de los trabajadores contra la bru-tal dictadura civil-militar (1973-1985) y, al mismo tiem-po, recogía las tradiciones históricas del movimiento obrero uruguayo y mundial2. Con claridad, el movimien-to obrero se posicionó a favor de la candidatura de Mu-jica, reconociendo no sólo las políticas favorables al sec-

2 http://www.pitcnt.org.uy/front/base.vm#/historia

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tor promulgadas por el gobierno frenteamplista de Taba-ré, sino explicitando su rechazo a las políticas neolibera-les representadas por el candidato Lacalle. Decía a este respecto el secretario de negociación colectiva del PIT-CNT, Milton Castellano: “Para la central no es lo mismo ir a una negociación colectiva bajo un gobierno del Frente Amplio, en-cabezado por José Mujica, que hacerlo con el Partido Nacional y con Luis Alberto Lacalle como presidente de la República (...). No es lo mismo porque los proyectos, los modelos de país son to-talmente distintos. No es lo mismo un gobierno que dé prioridad a las relaciones laborales tripartitas, que un gobierno que vuelva a tener como paradigma las políticas implementadas en la década del ‘90, cuando la negociación colectiva era voluntaria” (La Repúbli-ca 30/9). En este mismo sentido, el PIT-CNT, junto a otras organizaciones, impulsó la marcha “operación memoria”, en contra de la candidatura de Lacalle. Por otro lado, el PIT-CNT fue uno de los sectores que más fervientemente apoyó el llamado a plebiscito, realizado el día de la primera jornada electoral, para la anulación de la “Ley de Caducidad” o Ley de la Impunidad, vesti-gio de la última dictadura, interpelando al conjunto de la sociedad para que participara del plebiscito. Como parte de aquella movilización por la anulación de la ley, se rea-lizó una marcha que convocó a diversas organizaciones sindicales y sociales, en la cual el dirigente del PIT-CNT, Luis Puig, fue contundente al afirmar cual es el rol del movimiento obrero en el nuevo contexto nacional y mundial: “No somos ni apéndice del gobierno, ni partido de opo-sición, queremos ser la columna vertebral de los cambios” (La Re-pública 2/5).

Por su parte, las cámaras empresariales, principalmen-te industriales, también estuvieron en el centro de la atención de los candidatos durante la campaña. Frente a un posible “paro empresarial” llamado por las principa-les cámaras comerciales y empresariales contra la ley de negociación colectiva, debieron los candidatos reafirmar en el contexto de crisis cuál sería la política económica a seguir en el nuevo mandato. El gobierno de Tabaré ha sufrido la constante oposición a sus proyectos por parte de la Cámara de Comercio y Servicios, la Cámara de In-dustrias, la Cámara Mercantil y la Federación Rural. En este sentido se entiende el acercamiento de Mujica y As-tori a dichos sectores en un acto realizado frente a las principales cámaras empresariales, marcando con clari-dad a quiénes se apela como aliados del nuevo gobierno. En dicho acto el candidato del Frente Amplio afirmó que continuará con el modelo desarrollado por Tabaré, tratando de consolidarlo, impulsando una política indus-trialista con un plan de apertura de los mercados, pero no irrestricta (La República 9/10). Sin embargo, se prevé que los sectores empresariales se inclinen por Lacalle, en tanto sus políticas de cuño liberal resultan “más confia-bles” para los intereses de dichos sectores (LN 23/10).

Sin duda, la oposición más grande que sufrió Mujica fue la de la cúpula de la Iglesia Católica, quien montó una campaña advirtiendo a los electores sobre las posi-bles consecuencias de la llegada del candidato frenteam-plista. El eje central de la oposición es el posible apoyo de Mujica a una Ley de Aborto, vetada previamente por Tabaré. La posición de la Iglesia fue contundente al pu-

blicar una “guía de voto” en la cual advierten a la pobla-ción “de lo que está en juego en esta particular coyuntura electoral (...) valores y principios” (LN 17/10). Las principales críti-cas son en torno del aborto y el matrimonio homo-sexual. En su declaración, el Instituto Arquidiocesano de Bioética Juan Pablo II destacó como ejes la “protección de la vida en todas sus etapas, desde el momento de la concepción has-ta la muerte natural”, y el “reconocimiento y la promoción de la es-tructura natural de la familia, como unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio” (LN 17/10) y agregó que es-to debe hacerse como “defensa contra los intentos de equipa-rar jurídicamente [al matrimonio] a formas radicalmente diferen-tes de unión” (LN 17/10). En este sentido, Mujica fue claro al afirmar que de votarse en el Congreso una ley a favor del aborto, como sucediera durante el gobierno de Tabaré, no la vetaría como lo hiciera el actual mandata-rio.

Queda planteado entonces el panorama interno que enfrentará el claro candidato a quedarse con la presiden-cia. Por un lado, un movimiento obrero que creciente-mente presiona al gobierno en pos de la recomposición salarial así como demanda la centralidad en la vida políti-ca del país. Por otra parte, los sectores empresariales, re-ticentes al gobierno frenteamplista, mantienen sus de-mandas a Tabaré así como temen la posibilidad de la ley de huelga, la negociación colectiva y demás leyes favora-bles a los sectores trabajadores. Por su parte, la Iglesia, interviniendo activamente en la contienda y, sobre todo en la lucha ideológica, ha montado una campaña de des-prestigio del candidato Mujica alegando cuestiones de “principios” apelando a la “moral católica” de los electo-res al momento de elegir.

Las elecciones y la región En cuanto al panorama regional, el candidato del

Frente Amplio visitó a sus vecinos más cercanos y Brasil fue el principal destino donde sellar el posicionamiento regional de un futuro gobierno. Además de buscar la ra-tificación del apoyo de Lula al FA, cosa ya hecha en la época de Tabaré, a su reunión con el primer mandatario llevó los principales temas candentes de la relación bila-teral entre ambos países, como los problemas hidroeléc-tricos, las inversiones y el destino de las importaciones uruguayas (Brasil es su principal mercado) y el MER-COSUR como bloque regional. “Hay una clara tensión” sobre los temas eléctricos, pero dejando claro que el go-bernante brasileño afianzó su voluntad de contribuir a solventarlos y que Brasil ayudará a concretar la interco-nexión eléctrica sin tener que recurrir al Fondo de Con-vergencia Estructural del MERCOSUR (Focem) (LR 6/8).

Justamente sobre el MERCOSUR Mujica y Astori lle-varon reclamos. Según la dupla franteamplista, las reglas del organismo regional no les hacen las cosas fáciles a los productos uruguayos. “Hay mucho que hablar para mejo-rar el MERCOSUR, todavía hay muchas trabas para nuestras exportaciones. Pero sobre todo, tenemos que avanzar con la inte-gración física entre nuestros países”, insistió Astori luego de reunirse con Guido Mantenga, ministro de Hacienda brasileño (P12 6/8). Al respecto, el presidente Lula acu-

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só recibo prometiendo (por enésima vez) que intentará corregir las asimetrías entre ambos socios del bloque, expresando también una “manifiesta actitud de mejorar el funcionamiento del MERCOSUR, a los fines de facilitar el co-mercio” (LR 6/8).

Devolución de gentilezas hubo para Lula por parte de Mujica, quién admitió que “lo que más desearía es que Lula, antes de los comicios del 2010, logre transmitirle su propia popula-ridad a su jefa de Gabinete y candidata a sucederlo, Dilma Rous-seff (…). Ojalá que todo el carisma de Lula ayude a que Dilma gane (…). Ambos compartimos la leyenda”, en alusión al pa-sado guerrillero en común de ambos (P12 7/8).

Parece que las propias declaraciones de Mujica en cuanto a que su modelo en la región es Brasil y no Ve-nezuela no dejó contento a los opositores de Lula. Muji-ca había afirmado que “Este bloque (en alusión a los paí-ses del ALBA) es una variable importante que hay en América Latina pues están luchando por cosas importantes (…). Quiero ser amigo de toda esa gente. Pero no sigo ese modelo. Se lo dije a Chávez: Vos no construís ningún socialismo con esto, sino mucha burocracia”. Para agregar: “Mi modelo es Lula, porque usa esa metodología de ubicar en el centro la negociación política permanen-te. Yo no quiero atomizar el país” (C 24/10). El influyente diario de San Pablo, voz de la industria más desarrollada y concentrada de la región, Folha do Sao Paulo, ante la vi-sita de Mujica y al respecto de un posible triunfo de éste en las presidenciales uruguayas, manifestó que “si gana, Mujica será uno más detrás de Evo Morales y Fernando Lugo en la fila de paquetes de medidas bondadosas que otorga Brasil”

(FSP 2/8). A su vez, enfatizó que “al recibir al ex tupamaro que vestirá un elegante traje, ‘Lula’ estará señalizando a todo el continente que tiene partido y también candidato en Uruguay” (FSP 2/8).

En su visita a la Argentina, Mujica tocó también temas trascendentales y candentes para la región, como el acuerdo firmado por el gobierno colombiano para la ins-talación de bases militares norteamericanas en su territo-rio nacional. El candidato fue crítico al respecto: “No me gustan las bases militares, para lo único que sirven es para compli-carnos la vida (…). Pero entiendo que tampoco podemos entrar en conflicto flagrante (con los EEUU) porque no debés desafiar a quien no podés vencer. Hay que ablandarles las canillas y que pa-guen el mayor costo político, pero esto no es una postura del gobier-no sino lo que piensa el Pepe” (Diario La Capital de Rosario, 12/9).

Resta esperar el desenvolvimiento de la segunda vuelta que tiene sin duda como principal candidato ganador a Mujica. Su desafío será poder insertarse en un contexto mundial, regional y nacional complejo, que verá en los próximos años no sólo el fin de los mandatos de varios presidentes de la región (Lula, Cristina Kirchner, etc.) que marcaron el rumbo de la misma en el último quin-quenio. A su vez, la profundización de la crisis mundial demandará de Uruguay una recomposición de las rela-ciones con Argentina, para lo cual Mujica en su visita se encargó de promover entre los empresarios argentinos la inversión en el vecino país.

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El modelo en disputa

Presión para volver al recetario del Fondo Por Claudio Adrianzén Bei Como venimos analizando en esta revista, ya desde hace un par de meses que la disputa por las riendas del Go-bierno, por la “administración” de los recursos públicos, por las medidas económicas que se toman en las distintas áreas, por los beneficiarios y por los que perderán con esas medidas, por el “modelo”, en definitiva, se sigue re-crudeciendo. La alianza social gobernante, de cuyo nú-cleo han ido saliendo los sectores industriales más con-centrados, reunidos sobre todo en la Unión Industrial Argentina (UIA), y que lleva como actor –cada día me-nos– subordinado al grueso del movimiento obrero or-ganizado, y también a los pequeños y medianos indus-triales y comerciantes, está cada día más en abierta confrontación con la fuerza social que tiene por cabeza estratégica a la Sociedad Rural y que representa a nivel local al capital más concentrado a nivel mundial.

Durante el mes de octubre, la disputa por “el modelo” giró centralmente por las herramientas financieras que deberían utilizarse para financiar uno u otro modelo de país. Dicha pelea, que cobró la forma pública de una vuelta al Fondo Monetario Internacional (FMI) y las condiciones de la misma, dejó traslucir una vez más el núcleo de la cuestión, su contenido político: si el eje del crecimiento beneficiará a los capitales de propiedad pri-vada más concentrados y con base en la producción agropecuaria para la exportación o si esos capitales debe-rán ceder parte de sus beneficios en función de un plan de desarrollo de la economía local, cuyo centro rector sean los sectores industrialistas y formadores de empleo nacional, con el aparato estatal por herramienta.

Como fondo –o como contenido central a nivel mun-dial, mejor dicho–, la disputa que pasaremos a analizar estuvo enmarcada en la reconfiguración del orden eco-nómico y político mundial que, como analizamos deta-lladamente el mes pasado (ver Análisis... Nº 112), ve emerger, por la necesidad de compartir la crisis desde los países del llamado “primer mundo”, un nuevo actor “multilateral”: el G-20, cuyo armado, desde el Gobierno nacional, Argentina viene impulsando con mucha insis-tencia. La matriz profundamente política de la discusión sobre mecanismos de financiamiento y sectores benefi-ciados es sólo una muestra local de la discusión que, co-mo enmarcará repetidas veces en el mes el ministro de Economía Amado Boudou, vienen dando los países “emergentes” que buscan mayor poder de influencia en el nuevo ordenamiento mundial. La Argentina, país mo-delo de los años ’90 y de las recetas del llamado neolibe-ralismo, hoy nuevamente cobra importancia por ser uno de los países que mejoró sus índices al dejar de lado esas mismas recetas.

Volver… El mes comenzaba con la ya conocida mala perspectiva que desde los organismos internacionales de crédito se repite, cada dos o tres meses, con relación a la economía

nacional. En la asamblea mundial del FMI y del Banco Mundial (BM), que tenía lugar en la ciudad de Estambul, el FMI emitía un informe en el cual diagnosticaba para este año “una dura recesión del 2,5%, con un crecimiento de sólo el 1,5% para el año próximo, números bastante más pesimistas que las proyecciones del Gobierno”, según señalaba el diario La Nación (LN 2/10). En dicha asamblea, el diario de los Mitre entrevistaba al economista Jefe del Instituto de Fi-nanzas Internacionales (IFI) que reune a “los bancos de todo el mundo”, Philip Suttle, quien hacía recomendaciones de especialista al Gobierno local, al tiempo que marcaba el rumbo que tomaría la disputa durante todo el mes: “[las políticas específicas deberían ser] arreglar la deuda en default con holdouts y el Club de París, pero sobre todo el tema de las es-tadísticas oficiales; ese problema no es bueno. Y en términos más generales, todo lo que genera estrés en los inversores” (LN 2/10). Tras ello, comenzaban igualmente los coqueteos con la delegación nacional en dicha asamblea, que incluía al mi-nistro de Economía Amado Boudou y al titular del Ban-co Central Martín Redrado. Uno de los primeros en ma-nifestarse fue el máximo titular del FMI, Dominique Strauss-Khan, quien señalaba que “tuve recientes reuniones con el ministro de Economía y con la Presidenta Cristina Kirchner y creo que estamos dando los primeros pasos para que en un futuro cercano podamos reanudar una relación normal con la Argentina” (C y P12 3/10). Al mismo tiempo, el titular del Banco Central local, Martín Redrado, enmarcaba el momento mundial en el que se estaba produciendo esta especie de “reencuentro” con los organismos financieros: “Los mer-cados emergentes son la llave en la recuperación de la economía mundial. Asia y América del Sur emergen como ganadores de la crisis económica mundial. Los países emergentes lograron moderar los efectos de la crisis por medio de mejores sistemas cambiarios, una de las principales fuentes de volatilidad en otras épocas. (...) Hemos construido un marco monetario y financiero que da priori-dad a evitar la próxima crisis” (P12 3/10).

En la misma sintonía se manifestaba dos días después el ministro de Economía, Amado Boudou, quien decía que “esta asamblea marcará un antes y un después en la historia mundial (…) [por] la impronta y la importancia política del G-20 como grupo definidor de la política económica y monetaria en la etapa que viene (…). Se dirá que el G-7 es el que tiene más voz, pero el ámbito de discusión ya es otro. Hay un nuevo FMI” (CR 5/10). “Strauss-Khan está interpretando el signo de los tiempos y las necesidades de cambio del organismo (…). Argentina está sin dudas en un camino de regreso a los mercados internacionales de crédito”, señalaba el ministro, al tiempo que ponía reparos en que esta fuese también la “sintonía” de los funciona-rios intermedios del organismo, y al respecto dejaba un matiz de duda: “Esperemos que la voluntad política de cambio pueda concretarse en hechos positivos” (CR 6/10). Ambos fun-cionarios nacionales, representantes del Gobierno en di-cha asamblea mundial, ponían el acento en la necesidad de profundizar la reforma política de los organismos de crédito internacionales, enmarcando la misma en el G-

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20, nuevo órgano político mundial desde el cual pujan los países “emergentes” por imponer a las potencias mundiales la necesidad de compartir poder de decisión, en el medio de la crisis económica más importante de los últimos 80 años.

Sin embargo, tras dichas declaraciones, llegaban los nuevos condicionamientos desde los funcionarios de se-gunda línea de los organismos, de entre quienes comen-zaba a destacarse el Jefe del área Hemisferio Occidental del FMI, Nicolás Eyzaguirre, quien señalaba las condi-ciones del “reingreso” para la Argentina: “Somos funciona-rios y tenemos que cumplir nuestro mandato; debemos dar un dic-tamen sobre la política económica argentina. No queremos ser intrusivos ni interferir. Pero sí tenemos que ser transparentes, expli-car a la Junta del FMI cuál es nuestra opinión sobre la sustentabi-lidad y perspectivas de las políticas argentinas. Esto no es política en el sentido tradicional, sino que tiene que ver con la política eco-nómica” (C 5/10). Eyzaguirre buscaba, en este tono, re-gresar al conocido estribillo de que su misión es sola-mente “técnica”, despolitizando la discusión que –enmarcada en la reorganización mundial que impulsan los países del G-20 como Brasil, México, Arabia Saudita, India o la misma Argentina– se viene produciendo en el sentido de redefinir las pautas del crédito, las inversiones y las reglas financieras en todo el globo.

Así, Eyzaguirre no se mantuvo en silencio en relación con la evaluación que tiene del actual “modelo” nacional: “La política fiscal no está redactada en reglas reconocidas”, lanzó como primera crítica. Es decir, la política fiscal del actual gobierno kirchnerista no se “reconoce” en las conocidas recetas que tan bien supieron instalarse en nuestro conti-nente en la década pasada. “Cuando los precios de las mate-rias primas subían, otros exportadores intentaban ahorrar. No era el caso de la Argentina. Siguieron gastando.” Nuevamente, las políticas de incentivar el consumo llevadas adelantes por el gobierno kirchnerista, que salen del recetario de Eyza-guirre, son puestas en discusión. Por último, el funciona-rio del FMI ponía sobre el tapete uno de los temas sobre los que más insistió la prensa local: la obligación de los países miembros del FMI de ser auditados por dicho or-ganismo, bajo los deberes que marca el ahora famoso “articulo IV”: “Este es un ejercicio de revisión, no una auditoría, que hacemos junto con las autoridades para ver cómo están el mun-do y el país de acuerdo con la visión de ellos y del sector privado, con la intención de conocer los planes del Gobierno de varias fuen-tes. La Argentina es miembro del FMI y del G-20, que son clubes en los que uno participa y discute políticas con los demás, porque se supone que un país se beneficia de saber lo que hacen los otros y vi-ceversa. Así que estar en un club y escuchar lo que hacen los demás pero no decir lo que uno mismo está haciendo es algo injusto” (LN 5/10).

Al día siguiente, llegaba la primera respuesta de boca del ministro Boudou: “Ellos tienen una visión diferente de la nuestra, y por eso se les pasó por delante de las narices la peor crisis desde 1930, mientras la Argentina tenía su sistema financiero for-talecido por la política económica y monetaria que se vino llevando adelante de 2003 a la fecha” (LN 6/10).

Sin embargo, era el mismo Strauss-Khan quien busca-ría bajar el tono a la cuestión, al afirmar, un día después, que “hay que bajarle el tono al tema del artículo IV”. Ante es-

tos dichos, el titular del Banco Central, Martín Redrado, salía a definir el marco que el país estaba dispuesto a aceptar, profundizando así la aparente “discrepancia” que había entre el titular del FMI y algunos de sus prin-cipales funcionarios: “Coincidimos también en que hay que lle-var esta revisión a un espacio de normalidad. Y lo vi muy compro-metido en que sea muy focalizada en el análisis técnico, con especialistas que tuvieran una mirada fresca sobre el país, que no hubieran trabajado antes sobre la Argentina, para que sea objeti-va, que se puedan decir las cosas positivas y las que no lo son tanto, pero sin sesgos ni precondiciones” (C 6/10).

La asamblea terminaba, y si bien durante un día la prensa local buscó presentar las conversaciones como “El Gobierno acata las reglas del FMI: dejará revisar la economía”, del diario Clarín, o “El Gobierno aceptó que el FMI evalúe la economía argentina”, del diario La Na-ción, el mismo ministro Boudou aclaraba un día después cuál era el balance de la misión gubernamental en las reuniones con financistas y con los organismos de crédi-to: “No hubo ningún resultado formal (...). Tenemos conversacio-nes en el marco de un país que forma parte de un organismo inter-nacional” (LN 8/10).

Comenzarían, así, las presiones locales por modificar la posición del Gobierno y avanzar en un acuerdo con los organismos en los términos que Eyzaguirre claramen-te demarcaba: “Las dificultades políticas que se ha autoimpuesto el gobierno nacional con su propio discurso se reflejan en las idas y venidas, y en los anuncios y desmentidas que rodean el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para proceder a la revi-sión económica que establece el artículo IV del estatuto de ese orga-nismo. (...) Como consecuencia principal del sostenido incremento del gasto, el superávit fiscal del Estado nacional se perdió gradual-mente, convirtiéndose en déficit financiero a partir del segundo tri-mestre de 2009. Actualmente, además, 20 de los 24 distritos pro-vinciales exponen cuentas en rojo. (...) Resulta ahora inevitable recuperar el crédito internacional. Para ello hay un solo camino y reglas establecidas. En primer lugar, el Gobierno debe salir del de-fault con los bonistas que no adhirieron al canje y con los acreedores aglutinados en el Club de París. Esto último requiere, a su vez, una auditoría del FMI que confirme la viabilidad del plan ofreci-do. Debe decirse que el retorno a los mercados financieros interna-cionales es una condición para la recuperación de la inversión pri-vada, elemento esencial para el crecimiento.” (LN 9/10). Esta era la voz del diario de la familia Mitre que traslucía un editorial, y que, como puede rápidamente observarse, co-incide punto por punto con las exigencias planteados por el funcionario del FMI para Occidente.

Al mismo tiempo, desde EE.UU. llegaba un informe del Departamento de Estado sobre la Argentina. El mismo consignaba que “la deuda que Argentina todavía tiene con acreedores internacionales y un gran número de demandas de arbitrajes presentadas por compañías extranjeras son legados de la crisis económica del 2001-2002 que deben ser resueltos” (C 9/10). En igual sentido se manifestaba la vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina, Pamela Cox, quien señalaba que “el país debe volver a los mercados, porque necesita muchas más inversiones que las que puede aportar el BM, el BID o su sector local” (LN 10/10).

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Lejanos Al mismo tiempo, en su columna semanal, el analista empresarial del diario La Nación, Jorge Oviedo, repetía las recetas pero le añadía el toque de alarma: la postura del FMI y del editorial del diario mitrista era coincidente, decía, con el “clima empresario” local: “Muchísimos empre-sarios argentinos están muy preocupados y no hay nadie dispuesto a hacer nuevas inversiones. (...) Hay menos lugar para que la Argen-tina haga como hasta ahora: esquivar al FMI primero al pagarle una sola vez, sin quita, el total de la deuda con el organismo, en lugar de hacerlo a no menos de diez años, sacrificando miles de mi-llones de dólares de reservas. Luego, financiándose con el superávit logrado a fuerza de subir sin pausa la presión sobre el sector priva-do. (...) El Gobierno no quiere volver a los mercados, los necesita” (LN 9/10).

La misma alarma llegaba por medio de la pluma del analista empresarial de Clarín, Marcelo Bonelli, quien “comentaba” el off the record de una “cumbre privada” de la cúpula de la UIA. El periodista consignaba que “en la Unión Industrial se volvieron a escuchar críticas fuertes y duras co-ntra el Gobierno (...). Estuvieron presentes toda la cúpula y nom-bres de peso para evaluar la nueva estrategia fabril: además de Méndez, Luis Betnaza (Techint), Federico Nicholson (Ledesma), Adrián Kaufmann Brea (Arcor), Cristiano Ratazzi (Fiat) y Mi-guel Acevedo (Aceitera Deheza). Hablaron de los ‘brotes verdes’ que tiene la actividad, pero coincidieron en que la economía argen-tina está perdiendo una oportunidad de recuperación a causa de la incertidumbre que siembra el kirchnerismo atacando la seguridad jurídica, afectando los derechos adquiridos y llevando adelante una posición confrontativa contra las inversiones en la Argentina. Así, coincidieron con los términos que expuso la Asociación Empresaria Argentina y la Mesa de Enlace cuando en las últimas semanas se manifestaron en contra de la ley de medios” (C 9/10).

Dichas columnas llegaban de la mano de un informe que daba a conocer la misma central fabril, en cual con-signaba que la actividad industrial había caído en agosto un 9,7 % (P12 y LN 9/10).

La andanada Comenzaba así una seguidilla de intervenciones públicas de conocidos economistas y gurúes que impulsaban un rápido acuerdo con el FMI y los inversores externos, buscando además trabajar sobre supuestas diferencias políticas hacia adentro del Gobierno: “Yo espero que Néstor Kircher no obligue al ministro de Economía a desdecirse de sus de-claraciones, que en general han sido muy sensatas”, lanzaba el ex ministro Domingo Felipe Cavallo, artífice regional de las mayores privatizaciones y desregulaciones de los últimos 15 años.

Otro de los que se manifestaba en la misma dirección era el director de la consultora Econviews, Miguel Ki-guel, ex secretario de financiamiento de Menem, quien manifestaba que “para la Argentina la crisis fue traumática, especialmente porque le agregamos el condimento autóctono que fue la nacionalización de los fondos de pensión. El abuso sobre los de-rechos de propiedad y la imprevisibilidad en la política económica llevaron el riesgo país a niveles estratosféricos. Se perdió el acceso al crédito internacional y la economía sufrió la primera recesión desde 2002. (…) ¿Qué se puede hacer? La primera prioridad es lograr un Estado que no desconfíe del mercado y que trate de estimular la

producción a través de la competencia y no de los controles y las in-terferencias. Un Estado que esté presente pero que no ahuyente; que redistribuya pero que no obstruya y que dé subsidios a los pobres y no a la clase media y a los amigos de turno” (LN 15/10).

Días después, las críticas llegaban desde el sector de los empresarios pretroleros, refinadores y dueños de es-taciones de servicio. En un encuentro que organizó la Federación de Empresarios de Combustibles de la Re-pública Argentina (Fecra), su titular, Rosario Sica, seña-laba que “me tocó tomar la dirigencia en un gobierno muy difícil –alertó al público–. Tengo más de 40 años en el sector. He pasado por diferentes gobiernos y diferentes políticas. Hemos tenido nacio-nalizaciones, privatizaciones, pero nunca hemos pasado una crisis tan aguda. Ni siquiera se nos atiende. Pagamos el 70 por ciento en impuestos por litro. Cierran las estaciones y las que peor están son las blancas. No bajen los brazos. El país es nuestro, no de los se-ñores que gobiernan: les hemos delegado una función para que ges-tionen, no para que se apropien de nuestros bienes” (LN 21/10).

Al día siguiente, desde Washington, durante un en-cuentro de economistas organizado por la Inter Ameri-can Dialogue (IAD), nuevamente Miguel Kiguel –que asistió como disertante– lanzó sus presiones sobre el Gobierno: “La verdad, yo nunca vi que se conversara tanto para acordar una visita de auditoría del FMI. (…) La tasa de riesgo que tiene la Argentina es altísima –supera la de Ghana– y, de verdad, es ilusorio pensar que porque se acuerde con los holdouts el mercado de capitales se abrirá de nuevo al país. Hace falta mucho más para ganar credibilidad” (LN 22/10).

Medidas y menciones Por parte del Gobierno, pasaba la primera quincena con el anuncio de una ley de promoción de inversiones. “En este momento de la economía es importante poner en marcha meca-nismos de este tipo [ya que] esta herramienta encara políticas anti-cíclicas para fortalecer el empleo”, explicaba el ministro Bou-dou, en el anuncio de la ley junto con su par de Producción, Débora Giorgi (LN 21/10). Dos días des-pués, llegaba el anuncio de una nueva apertura para el canje de deuda a los bonistas que no entraron en la ope-ración de 2005, con una quita superior al 65%. Para di-cha operación, el Congreso tendría que suspender la lla-mada “ley cerrojo”, que había cancelado toda posibilidad de reapertura de la negociación para dicha deuda. La medida generaba la aprobación de sectores de la oposi-ción: “Pagar las deudas es defender el interés nacional. Este es un tema que no debería ser partidista, sino de trabajo conjunto”, lan-zaba Federico Pinedo del PRO. “Que el Gobierno cumpla con sus compromisos externos mejorará la confianza en el país”, señalaba el diputado radical Oscar Aguad. De la misma manera, llegaban desde el norte las loas al anuncio por parte del Departamento de Estado: “Estados Unidos da la bienvenida a la anunciada intención de la Argentina de llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos de deuda y espera con ansia co-nocer los detalles de su aplicación” (LN 24/10).

Por parte de los principales interesados –los tenedores de los bonos argentinos, en su mayoría extranjeros–, la noticia no causaba el entusiasmo de los demás. Robert Shapiro, cofundador de la American Task Force Argen-tina, que nuclea a bonistas y tiene sede en Washington, señalaba: “Decir que se abrirá la reestructuración de la deuda en

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18 Presión para volver al recetario del Fondo

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los mismos términos que en 2005 no es una postura seria” (P12 24/10).

Una vez más, era el diario La Nación quien a través de su editorial profundizaba en el tema y le daba una vuelta de tuerca que llevaba, una vez más, a la discusión del “modelo” que lleva adelante el Gobierno y que desde el diario mitrista se ataca con permanente convicción: “Aun cuando sea más el fruto de la necesidad que de la convicción de nuestros gobernantes, el anuncio sobre la reapertura del canje de deuda en cesación de pagos constituye una noticia saludable para un país que en los últimos años sufrió un auténtico aislamiento de los mercados internacionales de crédito. (…) Más de una vez hemos señalado desde esta columna editorial que el retorno de la Argentina a los mercados financieros internacionales es esencial pa-ra la generación de confianza en los agentes económicos y para la recuperación de la inversión privada. (…) La reapertura del canje podría encaminar a la Argentina hacia una normalización de sus deterioradas relaciones con los mercados internacionales, en la me-dida que a ese proceso lo siga un acuerdo con el Club de París por la deuda en default, para lo cual será necesario aceptar los monito-reos del FMI, cuestión en la cual se han registrado algunos avances en las últimas semanas. Claro que la recreación de la confianza no será algo automático por la mera adopción de esos pasos. Será nece-sario, para ello, que el gobierno de Cristina Kirchner corrija fuer-temente el rumbo de un modelo económico que exhibe evidentes sig-nos de agotamiento y las graves deficiencias institucionales, consecuencia de los frecuentes abusos del Poder Ejecutivo frente a los otros poderes, y de los numerosos casos de corrupción pública” (LN 24/10).

Pocos días después, Eyzaguirre volvía a cobrar noto-riedad al presionar un poco más al país de manera públi-ca: “La Argentina tiene el potencial para lograr un mayor creci-miento, pero necesita hacer más, especialmente en materia de reinserción en los mercados de capitales (…). La Argentina está en

una situación en que tiene muchas perspectivas de crecer más, pero tiene que hacer algunas cosas adicionales (…). Tienen que lograr repactar con los acreedores que no participaron en el canje anterior (…); necesitan arreglarse con el Club de París”.

Estas palabras eran rápidamente contestadas por el ministro de Economía, Amado Boudou, quien señalaba que “no está en los planes de esta administración pedirle un prés-tamo al Fondo Monetario Internacional ni nos interesa participar en sus programas, más allá de los aires de cambio que trasunta su director gerente, Strauss-Kahn [Dominique], que no es acompaña-do por su staff” (LN 28/10). Palabras que se sumaban a las que pocos días atrás había manifestado en una entrevista al diario Página 12, en las cuales volvía sobre el conteni-do político de la cuestión en discusión: “No estamos con-formes con el funcionamiento del FMI. Todos esos muchachos han engordado mucho. Son unos burócratas muy cómodos en sus sillo-nes. A ellos les faltaron políticas sustentables. El Fondo ha sido el principal generador de inestabilidades macroeconómicas en el mun-do. En países como Argentina, Polonia, México. En todos los paí-ses donde el FMI tuvo injerencia hizo desastres. (…) Destrozaron la inversión, destrozaron los mercados internos, ayudaron a la fuga de capitales y vaciaron los países. Esto fue lo que hizo el FMI, consistentemente. En eso sí fueron sistemáticos y consistentes” (P12 24/10). “La existencia y el rol del G-20 a partir de la crisis y el rol de la Presidenta argentina en el G-20 también da un nuevo marco político para los cambios del Fondo. Hasta ahora, el Fondo les indicaba a los países en desarrollo qué tenían que hacer. Al mismo tiempo, le pasaba un elefante por debajo de las narices sin verlo, que fue la crisis internacional. Está claro que el Fondo fraca-só y necesita un rediseño. Eso, desde el G-20, se plantea muy fuer-te: la necesidad de que el mundo pueda tener políticas contracíclicas, políticas de estado. Que se entienda que no todas las políticas son idénticas para todos los países. Con eso ya salimos del Consenso de Washington” (P12 11/10).

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Crisis política y la hora de los pueblos

El fracaso de la política o la política del fracaso Por Diego Tavormina

El no poder A fines de octubre, Eduardo Duhalde hizo público su

proyecto de encabezar al peronismo no kirchnerista con el objetivo, en primera instancia, de ganar la conducción del Partido Justicialista. La plataforma elegida para pro-mover a los cuatro vientos su “regreso” a la política local fue, ni más ni menos, que el 45° coloquio de IDEA, espa-cio organizado por la cúpula empresarial y que contó, un día antes de que el ex presidente haga el anuncio de ma-rras, con la presencia conjunta de los titulares de la SRA, Hugo Biolcati, y la UIA, Héctor Méndez. En ese escena-rio, Eduardo Duhalde arengó: “Voy a participar en las inter-nas del PJ y le voy a ganar a Kirchner. Cuando se superan todos los límites y la irresponsabilidad prima, hay que poner las cosas en or-den, y yo lo voy a hacer” (LN 30/10).

Pocos días antes, el 17 de octubre, se lanzaba una co-rriente autodenominada “peronismo federal” formada por la facción del PJ abiertamente opositora al kirchnerismo y que jugara a favor de la Mesa de Enlace en la disputa por la resolución 125 a mediados del año pasado. Plafond del armado duhaldista para ganar la conducción del partido, la presentación del “peronismo federal” tuvo como orado-res de rigor a Felipe Solá, Adolfo y Alberto Rodríguez Saá, Jorge Busti (Entre Ríos) y Ramón Puerta (Misiones), y contó con el apoyo de Eduardo Duhalde, Francisco de Narváez, Carlos Reutemann y Juan Carlos Romero (Salta). Veremos en breve que este agrupamiento lanzado con bombos y platillos entraña profundas fisuras internas.

Duhalde, armador del Movimiento Productivo Argen-tino (MPA), expresa los intereses del establishment indus-trial que rompe lanzas con el kirchnerismo y deja de apo-yar algunas políticas clave del esquema económico, fundamentalmente las que benefician a los trabajadores (por ejemplo, las intervenciones frente a los despidos o la nueva ley de accidentes de trabajo) y las que significan una profundización del proyecto industrialista con distribu-ción de la riqueza tendiendo a la desconcentración del ca-pital, como la ley de servicios audiovisuales o el aumento de impuestos a la renta agraria (propiedad de la tierra). De esta manera el establishment industrial se alía como socio subordinado a la oligarquía terrateniente, aunque no se identifique con el proyecto sojero exportador de la Socie-dad Rural que supone la destrucción de fracciones enteras del capital vinculado a la industria y su consecuente pér-dida de poder para disputar mercados regionales o mun-diales frente a conglomerados industriales extranjeros. Las profundas y manifiestas contradicciones dentro de la Unión Industrial es uno de los límites de esta fuerza polí-tica “duhaldista” para vertebrar un programa común que alinee tras de sí diversas fracciones sociales.

En cuanto al movimiento obrero, la fracción que sirve de base al proyecto del duhaldismo se expresa en los in-efables Luis Barrionuevo, armador de la corriente Azul y Blanca que integra a 50 gremios, y Gerónimo Venegas, secretario general de Uatre y conductor de la agrupación Juan Domingo Perón; el primero fuertemente vinculado

al neoliberalismo de los noventa, el segundo a las patrona-les agropecuarias fervientemente anti-K. En relación con esto, Eduardo Duhalde repitió en sus diversas interven-ciones públicas que “el movimiento obrero va a ser la columna vertebral de la reorganización del PJ” (CR 7/10), dando cuenta de la estrategia que pretende subordinar a los trabajadores al establishment industrial, totalmente a contrapelo de la po-sición del secretario general de la CGT, Hugo Moyano, quien ha venido postulando, en una reformulación histó-rica del papel del movimiento obrero la necesidad de dejar de ser la “columna vertebral” de un proyecto nacional y popular, para pasar a ser la “cabeza” (conducción) indis-cutida del mismo. En palabras del mismo Moyano: “Perón dijo que el Movimiento Obrero es la columna vertebral del movi-miento nacional y popular; y yo creo que en su gran sabiduría lo dijo porque entendía que los hombres del Movimiento Obrero no estaban preparados para ser la cabeza. Pero hoy le podemos decir: ‘Mi gene-ral, descanse tranquilo que los hombres del Movimiento Obrero es-tamos en condiciones de asumir esa tamaña responsabilidad” (Hugo Moyano, discurso de cierre del Congreso de la Co-rriente Nacional del Sindicalismo Peronista, Mar del Plata, 18 de septiembre de 2009).

Más arriba hacíamos referencia a las múltiples fracturas del autodenominado “peronismo federal”. Las mismas son inocultables. En primer lugar, el siempre postulable y más difícil de subordinar Adolfo Rodríguez Saá no se ali-neó directamente con Duhalde y recomendó que “la for-mula de PJ surja de una elección interna en la que nosotros vamos a participar con candidatos propios” (CR 8/10). Por otro lado, varias expresiones de esta tendencia rompieron filas con quien fuera su candidato estrella para la provincia de Bue-nos Aires, Francisco De Narváez. Felipe Solá y el mismo Eduardo Duhalde no ahorraron dardos para con el “colo-rado”. En palabras de Solá: “De Narváez hoy tiene una indefi-nición total, que no sabe para dónde ir. Le falta un proyecto político claro en términos de ideario y eso me preocupa porque formamos par-te de un mismo espacio” (LN 1/11). En rigor, Felipe también disparaba contra la figura de Mauricio Macri, su otro alia-do en las elecciones de junio: “Mauricio tiene derecho a ser candidato a presidente, no lo voy a acompañar en eso. Unión-PRO fue una herramienta para la provincia de Bs.As. donde el candidato a vencer era Néstor Kirchner. Mi compromiso en esa alianza ha si-do en la provincia pero no va más allá” (P12 17/10). Ruptura con el Pro, ruptura con De Narváez.

Éste último, no perdería oportunidad de criticar el lan-zamiento de Duhalde como candidato a conducir el PJ: “Es volver al pasado y hay que mirar al futuro. Duhalde y Kirch-ner son lo viejo, la vieja política” (LN 30/10). Piña va, piña viene, el “cabezón” respondería irónicamente que si pu-diera elegir un presidente extranjero para la Argentina lo votaría a Lula, haciendo referencia a la extranjería de De Narváez y al abandono de su apoyo político.

Mientras tanto, la inestable unidad de las filas de Unión-Pro en la provincia se desgranaba. Dos diputados peronistas (Julio Ledesma y Patricia Gardella) que renova-rán sus bancas en diciembre habiendo participado de la lista de De Narváez (Unión-Pro) votaban el presupuesto

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20 El fracaso de la política o la política del fracaso

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2010 con el oficialismo. De Narváez buscó la interven-ción de la justicia con competencia electoral para evitar que ambos legisladores asuman sus bancas en diciembre al tiempo que los acusaba de “traidores”. Ledesma res-pondía de manera categórica que su “jefe político” no te-nía proyecto y que “sólo sabe hacer política ladrándole a la lu-na” (LN 17/10). El justo improperio cerraba el debate.

Otras expresiones de la oposición política al kirchne-rismo no contaron con mayor cohesión interna. Mientras Duhalde y Ricardo Alfonsín (UCR) agitan la idea de un sistema bipartidista “a la europea”, que no es más, como veremos más adelante que el dominio de un solo partido con dos caras que “alterna” en la conducción del gobier-no del Estado, al denominado “panradicalismo” no le fue mejor que al peronismo no kirchnerista.

En el relanzamiento de su partido Coalición Cívica-ARI, Elisa Carrió se distanciaba tanto de Duhalde como del vicepresidente Julio Cobos, una de las esperanzas de la UCR para competir por el 2011. Lilita les achacaba a am-bos “haber construido y acompañado a los monstruos” (por Nés-tor y Cristina Kirchner), e incluso los denunció asocián-dolos a una estrategia que “pone en riesgo a la democracia” (LN 3/10) y mencionó “conspiraciones” contra el go-bierno de Cristina Kirchner de parte de Duhalde. Desde la CC, Adrián Pérez amplificó el argumento de Lilita: “Nada es más funcional al clima de crispación que vive el país que la estrategia desesperada de Duhalde. Hay sectores con mucha an-siedad de ver que los Kirchner dejen el gobierno” (LN 10/10). Con esto, el partido que conduce Carrió ponía como lími-te para integrar un frente con la UCR y el Partido Socialis-ta (tal y como está conformado el Acuerdo Cívico y So-cial) la incorporación de Cobos como figura electoral.

Pocos días después, sumando a la tendencia rupturista, se confirmaba la salida de la CC del bloque conducido por Margarita Stolbitzer (GEN), quien tampoco ahorraba crí-ticas a Carrió: “No podemos mantenernos dentro del bloque. Ca-rrió en vez de ponerse encima de todos y hacer una convocatoria am-plia se pelea con todos. Se peleó con Binner, con Cobos y conmigo. No podés plantear acuerdos diciendo la candidata soy yo” (P12 9/10).

Quedaba en evidencia la múltiple fractura de la oposi-ción, muestra clara de la profunda crisis política de repre-sentatividad, cuya manifestación es la rotunda crisis del sistema de partidos. O mejor, la desaparición de los parti-dos de masas con programas definidos ideológicamente con base en determinadas fracciones sociales y su reem-plazo por partidos-máquinas electorales conducidos por técnicos y que expresan a grandes corporaciones econó-micas de capital altamente concentrado.

A partir de esta situación, el gobierno nacional presentó en el Congreso una importante reforma política que, entre otras cosas, trata de evitar el surgimiento de un sinfín de partidos y que la financiación privada de campañas no tenga límite, regulando a su vez la distribución de los es-pacios audiovisuales para la propaganda partidaria y aco-tando tanto el tiempo de las campañas electorales como la publicación de encuestas. De esta manera se intenta aco-tar la capacidad de las corporaciones económicas en la postulación y promoción de candidatos mediáticos (caso De Narváez). En este mismo sentido, y atendiendo a una demanda postulada por todos los espacios políticos, el proyecto dispone la realización de elecciones internas obligatorias para los partidos que presenten candidatos.

En contra de la reforma política se alinearon la UCR, el PRO, la CC y Proyecto Sur.

Argumentos de la oligarquía y la hora de los pueblos

La conciencia de esta crisis política que no encuentra resolución en los marcos del sistema político tal y como se forjó entre fines del siglo XIX y durante el siglo XX, determinada por la crisis crónica del capitalismo, se hizo evidente el mes pasado en algunos editoriales del diario La Nación, y en la pluma de intelectuales pagados y publica-dos por el matutino de los Mitre.

El día 3 de octubre, el editorialista de La Nación sen-tenció: “Los ciudadanos argentinos, así como los poderes del Esta-do y las instituciones civiles, viven distanciados no sólo del Estado de Derecho, sino también del imperio de la ley. La ley no se cumple y ello ocurre usualmente cuando quienes deben hacerla cumplir se de-tienen frente al argumento de que su violación obedece a una motiva-ción social. En una palabra hay una nueva cultura subyacente que no es la que dio origen a la Constitución, aun con sus reformas, y di-cha cultura no respeta el imperio de la ley ni al individuo. Sin elites que introduzcan una cultura apropiada que concilie la práctica plena de la democracia con los principios fundacionales de nuestra repúbli-ca, la dicotomía entre el imperio del derecho y la realidad se irá agrandando progresivamente hasta llevarnos a la necesidad de una verdadera refundación nacional” (LN 3/10).

La mentada “refundación nacional” arengada por La Nación está directamente emparentada con la en su mo-mento reclamada “reorganización nacional” del año 1976 (Proceso de Reorganización Nacional) que comandó la cúpula militar y se basó en la aplicación del terrorismo de estado contra el movimiento obrero organizado, la aniqui-lación de sus cuadros políticos y sindicales, su desorgani-zación, su derrota en el plano económico a través de la aplicación del plan Martínez de Hoz, expresión cabal de la oligarquía terrateniente y el gran capital con intereses en nuestro país. El llamado a una elite ilustrada que pueda conducir el destino de la Nación es el sueño oxidado de un régimen oligárquico cuyo fundamento es la exclusión y la marginación de la vasta mayoría. Expresión política del proyecto sojero exportador concentrador del capital y la riqueza. La actual situación es presentada como anti-constitucional como preparación ideológica de un estado de ánimo golpista (la necesaria refundación nacional en base a la represión de los trabajadores organizados).

Un día después, el editorial remarcaba: “Desde el colapso de 2001, la política argentina está envuelta en una crisis sobre la que muchos nos preguntamos si no se habrá vuelto crónica. Sobre las ruinas de los partidos políticos se levantaron varios liderazgos carac-terizados por la autosuficiencia. La baja capacidad de asociación de los dirigentes es uno de los rasgos más pronunciados de la política argentina. Ningún líder de la oposición consiguió crear en torno de sí una organización. Entre 2001 y 2003 se pulverizó el radicalismo y se fracturó el peronismo. Hace falta que las figuras más atractivas de la política se sientan llamadas a poner una idea en movimiento. Una idea del futuro. Una idea de país” (LN 4/10).

Crisis crónica de la política, pulverización de los parti-dos, incapacidad de la oposición de estructurar organiza-ción. El drama de una oposición fragmentada que no puede vertebrar un programa común y cuyo sueño de unidad se rompe ante las presiones de diversos sectores que no logran ponerse de acuerdo en cómo resolver la cri-sis económica y el plan económico nacional.

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La conciencia de la crisis es clara, pero no sus raíces profundas. Entre 1976 y 1989 se realizan en la Argentina las condiciones para el domino del capital financiero: el capital más concentrado que posee autofinanciación, transnacional y monopólico. Semejante concentración de capital a escala local se realizó a través de la aplicación de políticas liberales (1976/2002) y tuvo como resultado, la hegemonía de las corporaciones transnacionales que men-cionábamos recién y, al tiempo, la necesaria desaparición de fracciones sociales (de capitales medios, pequeños) la proletarización masiva de las mismas y la pauperización a escala histórica de capas del movimiento obrero que caían en la desocupación crónica y el hambre. Tales fueron los resultados de los planes Martínez de Hoz y Cavallo. Pla-nes que fueran celebrados con bombos y platillos por la oligarquía terrateniente y su órgano La Nación. Pero lo importante en nuestro análisis es que semejante cambio estructural a escala planetaria y luego nacional tuvo su co-rrelato en la superestructura, puntualmente en la forma de organización de las fracciones sociales para disputar el poder político. El sistema de partidos basado en plata-formas que expresaran una multiplicidad de fracciones sociales en disputa por el reparto de la riqueza social a través del aparato del Estado, se vino abajo cuando esas fracciones sociales dejaron de existir bajo el peso abruma-dor del monopolio. Al mismo tiempo, la brutal derrota política y cultural de los trabajadores en el 76 y su aplas-tante vejación en los noventa (flexibilización laboral, des-pidos, trabajo en negro, etc.) desarticuló al movimiento obrero como sujeto protagonista de la lucha política a tra-vés de su participación en los partidos (fundamentalmente en el peronismo). En síntesis, fracciones del capital des-truidas y un movimiento obrero replegado condujo al va-ciamiento de las estructuras partidarias propias del siglo XX, es decir los partidos políticos de masas con base ideológica. La continuidad casi ininterrumpida de los planes “neoliberales” Martínez de Hoz (militares), el plan Austral (UCR) y el plan Cavallo I y II (PJ-menemismo y Alianza: UCR y Frepaso) aplicados por diversas expresiones partidarias da cuenta de la formación de un sólo partido del gran capital con va-rias caras que abandonan sus particulares platafor-mas con base ideológica y se reformulan como equi-pos técnicos (de cuerpos técnicos preparados en las usinas del capital privado; tecnócratas) para rotar en la administración pública.

Dicha situación explotó en diciembre de 2001. La frac-tura dentro del gran capital (industriales altamente con-centrados a escala local, apoyados por capitales medios nacionales, que abandonan el plan dolarizador de la oli-garquía) y la insurrección de los trabajadores ocupados y desocupados dio por tierra con el predominio exclusivo del gran capital y la oligarquía terrateniente. La situación de “guerra civil” latente obligó a ejecutar cambios pro-fundos en materia económica, jurídica, de seguridad y de-fensa que, a su vez, permitió al movimiento obrero levan-tar cabeza y retomar la iniciativa política. Al armado partidario del gran capital como partido electoralista de técnicos, no carente de fracturas e imposibilitado de llegar a acuerdos de largo plazo, según hemos visto más arriba (las múltiples fracturas de la oposición al kirchnerismo), se le suma una alternativa basada en la estructuración

de un proyecto organizado desde los trabajadores. Aún como posibilidad, una fracción del movimiento obrero, cuya conducción se basa en el MTA, que en-frentó a las políticas menemistas y fondomonetaris-tas de los noventa, estructura una corriente política que organice a los trabajadores, constituya poder y se aliste para la disputa política. Tal proyecto se expresa en la cita de Moyano (ver más arriba) respecto del rol his-tórico de los trabajadores como “cabeza” de un proyecto nacional y popular basado en el desarrollo industrial, el trabajo y la profunda distribución de la riqueza.

Agobiado por este clima de época, el filósofo anti-kirchnerista Santiago Kovadloff, anotaba: “Kirchner no está dispuesto a aprender de su derrota. Quienes lo derrotaron no se muestran dispuestos a aprender de su victoria. Triunfo unánime de la hipocresía y de la ineptitud. La gente está cansada (…) lo que ahora quiere ver es la puesta en marcha de lo que respaldó mayorita-riamente. Mientras esto se demora, los Kirchner van extendiendo su hegemonía sobre sectores decisivos de la economía, la comunicación y los recursos legislativos” (LN 23/10). Claramente queda refle-jado en el lamento del filósofo liberal el avance y la posi-bilidad de poder de los trabajadores (que él llama hipo-cresía) y la imposibilidad del gran capital de vertebrar un único proyecto y tener apoyo de masas (ineptitud). Ko-vadloff también reclama refundación, subtitulando su artícu-lo: “La democracia argentina sigue esperando un cambio profundo”.

Para cerrar, cabe analizar un último artículo, también publicado en La Nación y cuyo autor es René Balestra, de la Universidad de Belgrano, quien agrega al desasosiego de la oligarquía la cuota infaltable de odio al pueblo y su incapacidad de sufragar. Dice Balestra sobre los trabaja-dores: “La abulia de la cabeza les permite permanecer en un esta-do intermedio entre lo específicamente humano y lo simplemente ani-mal. La condición humana es un nivel al cual se llega ascendiendo. El común no lo hace: se deja estar. Permanece. Perdura en el hori-zonte inicial. Esto lo han sabido desde siempre los auténticos civili-zadores que se ocuparon de elevar a esa inmensa masa bárbara has-ta convertirla en ciudadanía”. El mismo Sarmiento recargado de Civilización y Barbarie, que incluso apela a la metáfora del “ser trabajador” como una enfermedad: “Los médicos conocen el mecanismo de ciertos enfermos que se transforman en el centro de atención de sus familias. Consciente o inconscientemente, no se quieren curar. Algo parecido sucede en las masas populistas de nuestros días. Eternamente en movimiento. Agrediendo. Interrum-piendo la vida normal y transformándose en noticia cotidiana. Se convierten en el foco de lo habitual. Los que los sostienen y alimen-tan, que son los que los usufructúan políticamente los tienen de clien-tes” (LN 12/10).

La protesta y la organización de los trabajadores es en-fermedad. Su movimiento es agresión. Su opinión y deci-sión a través del sufragio es clientelismo. Cualquier op-ción de los trabajadores es repudiable; cualquier visto de organización y propuesta de un proyecto de país estructu-rado a partir de sus intereses (“ser la cabeza”) debe ser re-primido. Estos son los argumentos a la medida de la so-ñada refundación de la democracia en la Argentina, organizada por una élite ilustrada y preparada sobre la ba-se de la represión de los trabajadores que en lugar de “re-fundación” hablan de “revolución en paz” y de “liberación nacio-nal” (documento de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista, Mar del Plata 18 de septiembre 2009, ver Análisis… N°112).

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22 “Por Nuestros Propios Medios (Parte II)”

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Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: disputa en la calle, en el parlamento y en las ideas

“Por Nuestros Propios Medios (Parte II)” Por Pablo Lombardi y Sebastián Ortiz Hemos visto en nuestro último Análisis… cómo se des-arrolló la batalla en torno a la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en su primer etapa de trata-miento en la Cámara de Diputados, de donde salió con media sanción: 147 votos a favor, 4 votos en contra y 104 diputados de la oposición ausentados del recinto al momento de la votación para restarle legitimidad.

Hemos analizado también qué intereses aparecían a fa-vor y en contra de la Ley y vimos cómo detrás de los medios masivos de comunicación aparecen grupos eco-nómicos que disputan entre sí el control del mercado y sus millonarias ganancias, siendo parte de un proceso que tiende a mayores niveles de concentración, dejando cada vez mayores masas de población por fuera de la po-sibilidad de reproducirse.

Sumado a esto, se nos hizo observable la crisis de hegemonía en el terreno de la disputa ideológica por par-te de la alianza social que representa al proyecto oligár-quico agro-exportador y los intereses de los grupos eco-nómicos financieros. Crisis de hegemonía que se manifiesta en la imposibilidad de imponer sus propios in-tereses al conjunto de la sociedad. A diferencia del con-senso alcanzado en torno de la idea de defensa de los in-tereses terratenientes –cuando la disputa por la “125” en la primera mitad de 2008– en lo que respecta al trata-miento de la nueva “Ley de Medios”, los grandes grupos económicos no lograron convencer a la población de que los grupos mediáticos, fundamentalmente Clarín, repre-sentan los intereses de la mayorías, y eso fue lo que se plasmó en su votación.

Veamos ahora cómo se desarrollaron los hechos duran-te el mes de octubre, teniendo como epicentro la vota-ción en el Senado.

Como Cobos no votó… En los días previos a la discusión en la cámara de Sena-dores, la confrontación continuó su desarrollo lógico de acuerdo a lo vivido en los meses previos. Podemos des-tacar, en tal sentido, el apoyo del movimiento obrero or-ganizado, tanto en la CGT como en la CTA, al proyecto oficial. Hugo Yasky, titular de la CTA señalaba al respec-to: “Cuando hay unidad y objetivos claros, se pueden alcanzar lo-gros (…). Es importante que detrás de esta ley estén movilizados los trabajadores de la CGT y la CTA. Cuando hay unidad y ob-jetivos claros contra los poderosos, se puede. (…) Después de esta ley hay que ir por más, como la profundización de la distribución de la riqueza. Vienen más luchas y las vamos a ganar” (LN 10/10). A su vez, la Ley contó con un acto de apoyo con presencia de sindicatos y organizaciones sociales convo-cado por la Coalición por una Radiodifusión Democráti-ca, integrada por una enorme cantidad de organizaciones sociales y comunitarias.

Por su parte, en contra de la Ley, además de las decla-raciones mediáticas de periodistas, intelectuales y políti-cos opositores, el accionar se intentó nuclear detrás de la

ONG “Ojo Cívico”, comandada por el rabino antikirch-nerista Sergio Bergman. Entre otros hechos, nos encon-tramos con diversos llamados a la población a través de los medios gráficos, radiales y televisivos a mostrarse en contra. Por ejemplo, con la publicación de una solicitada que rezaba: “Si tu senador juró por su honor y por la patria re-cordale que su honor está en juego y la libertad de expresión en la Argentina también”, y a continuación se detallaban las di-recciones de correo electrónico de todos los legisladores de la cámara alta (LN 3/10). Esta misma ONG, junto a sus pares “Argentina Sin Mordaza” y “Argentina Ciudadana”, publicaban dos días más tarde en los medios gráficos un aviso en el que se convocaba a manifestarse al día siguiente en todas las plazas y pueblos del interior conjuntamente con una gran movilización frente al Congreso Nacional, adelantando que “se repartirán las mordazas de Chávez que nos quieren poner para demostrarles que no nos quedan bien” (C 5/10). En el ac-to, al que según los organizadores concurrieron 5000 personas y según la policía no más de 2000, el principal orador, el rabino Bergman, señalaba: “Venimos a rechazar y pedir a los senadores para que resistan, y para que no nos lleven por delante, porque vienen por todo y por todos”, al tiempo que alertaba que “todo lo que vas a poder ver en los medios de comu-nicación ahora es Canal 7 una y otra vez, con diferente número”. Otro de los exponentes fue nada menos que el pequeño terrateniente entrerriano y multimediático Alfredo De Angelis, con sus conocidas amenazas: “Nunca nos vamos a olvidar de lo que votaron, no van a poder caminar en la plaza de su pueblo, porque van a ser señalados”. Y a la fuerza terrate-niente se le sumaba el ala izquierda de la mano del diri-gente del MIJD, Raúl Castells: “No queremos la ley de Vide-la, ni tampoco la ley de Kirchner, porque en esencia es la misma cosa”, al tiempo que justificaba su presencia en un acto de la derecha señalando que su misión es “defender a todos los que tengan derecho a expresarse, para que exista el pluralismo” (LN 7/10). Estaban también presentes Hugo Bolcatti, presidente de la SRA y Néstor Roulet, vice de CRA (P12 7/10).

Con este clima previo, el viernes 9 de octubre el pro-yecto de Ley fue tratado en el Senado y aprobado por 44 votos a favor –35 legisladores del oficialismo más 9 alia-dos– contra 24 opositores. Los argumentos expuestos en el debate siguieron la línea trazada en los meses anterio-res. Enfrentamiento a los monopolios mediáticos y de-fensa del derecho a la información, por parte del oficia-lismo, frente a defensa de la propiedad privada y los derechos jurídicos empresariales escudadas en el derecho a la libertad de expresión, por el lado opositor.

Al día siguiente, la Ley era promulgada por la presiden-ta Cristina Fernández de Kirchner, habilitándose así su publicación en el Boletín Oficial a pocas horas de haber sido sancionada.

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La máquina de impedir Frente a esto, tres tácticas fueron desplegadas por el arco opositor: las trabas a la conformación del órgano de apli-cación, la judicialización de la Ley –apostando a que el Poder Judicial realizara las tareas que le resultaron impo-sibles a los legisladores opositores– y la modificación de la Ley por parte de los legisladores que asumirán sus bancas el próximo 10 de diciembre. Freno al órgano de aplicación En cuanto al órgano de aplicación, ya el día 14 la UCR y el PRO planteaban que pondrían piedras en la rueda en cuanto a su conformación, lo que evitaría que la Ley san-cionada tenga aplicación efectiva. Así explicaba tal acti-tud el jefe de los diputados radicales, Oscar Aguad: “La misma ley que ellos imponen establece que la oposición tiene que nombrar gente. Hasta después del 10 de diciembre, la oposición no se va a pronunciar”. A estas declaraciones se sumaba por la Coalición Cívica la senadora María Eugenia Estenssoro: “Si el Gobierno tuviera una visión verdaderamente democrática, dejaría que sea el Congreso con su nueva composición a partir del 10 de diciembre el encargado de nombrar la nueva autoridad de aplicación” (CR 14/10).

Sin embargo, esta táctica sólo funcionó mediáticamente creando mayor confusión, ya que el oficialismo convocó a la conformación de la Comisión Bicameral para propo-ner los tres integrantes de la Autoridad Federal de Servi-cios de Comunicación Audiovisual. De esta manera, se podría sortear el escollo opositor, con una Bicameral funcionando con la mitad de su composición ideal. Sin embargo, la discusión continuaba al cierre del mes, al punto que los diputados del PRO presentaron el día 26 de octubre un recurso de amparo para suspender hasta el 10 de diciembre el funcionamiento del órgano de aplica-ción (P12 27/10). Judicialización La segunda de las tácticas opositoras, la judicialización, ya había sido preanunciada aún antes de la sanción de la Ley. Cinco días antes del tratamiento en el Congreso, el diario de la familia Mitre publica un artículo en el que se entre-vista a varios “expertos” en temas jurídicos para opinar sobre el entonces proyecto de Ley, preparando el terreno jurídico. La crónica resaltaba que “el punto más controvertido del proyecto es la denominada cláusula de desinversión. Se trata del artículo 161, que obliga a las empresas de radio y de televisión por aire y por cable a desprenderse, en el plazo de un año, de todas las licencias que superen el límite establecido por el proyecto kirchneris-ta. Esta disposición obligaría a las empresas a vender sus licencias a precio vil, lo cual violaría derechos adquiridos y de pro-piedad. Así, para el constitucionalista Daniel Sabsay, este artí-culo ‘termina con la seguridad jurídica’ (…). Por su parte, el ex juez de la Corte Suprema Gustavo Bossert dijo que esa cláusula ‘recuerda el control sobre los medios que ejercen los regímenes totali-tarios” (LN 5/10, negritas nuestras). Como vemos, los “expertos” no dan vueltas: el problema está en el dere-cho a la propiedad y en la garantía a que se les permita actuar con total “libertad”.

Y apenas concluido el debate mismo en el Senado, va-rias fueron las voces que anunciaban la táctica judicial.

Hilda Duhalde (PJ disidente): “La ley seguro no va a generar más libertad de prensa, pero tenemos que prepararnos para una enorme cantidad de juicios”; Carlos Reutemann (PJ disiden-te): “Se menoscaba el derecho de propiedad, afectando la seguridad jurídica y las futuras inversiones (…) La judicialización será el camino que les queda a los licenciatarios de radiodifusoras, por lo que la consecuencia podría ser costosa para el Estado” (C y P12 10/10); Ernesto Sanz (UCR): “Ha salido una mala iniciati-va, va a generar una alta litigiosidad. Les permite a los afectados ir a los Tribunales”; Francisco de Narváez (PRO): “Se trata de una ley hecha a los apurones que terminará judicializándose ya que varios artículos son abiertamente anticonstitucionales”; Jorge Sarghini (Unión Peronista): “Es una ley que no respeta dere-chos adquiridos. Esto promueve, sin duda, acciones civiles. Se van a plantear amparos en defensa de esos derechos adquiridos” (P12 11/10).

Por su parte, la provincia de San Luis anunciaba la pre-sentación ante la Corte Suprema de un amparo (LN 11/10), al tiempo que estudiaban acciones similares los dueños de diferentes medios masivos de comunicación. Jorge Rendo (director de Relaciones Externas de Clarín): “El Grupo Clarín va a recurrir a la Justicia para hacer valer sus derechos, pero no se trata de ganar tiempo, se trata de que realmen-te hay artículos que son inconstitucionales. Y alguien debe reparar esto”; Daniel Vila (Presidente del Grupo Uno y accionista de America TV): “Vamos a recurrir a la Justicia para impedir que se aplique la ley, porque tiene varios artículos inconstituciona-les” (CR 12/10).

La explicación de la apuesta judicial la daba, como es habitual, el diario La Nación, esta vez a través de su es-pecialista en temas jurídicos, Adrián Ventura. En su co-lumna titulada “Un desafío para la Corte”, el aprendiz de ideólogo terrateniente señalaba: “El camino de los medios en la Justicia, rumbo a la Corte Suprema, podría transformarse en un verdadero calvario. Pero también será un desafío que pondrá a prueba la independencia del Poder Judicial”. La cuestión está planteada. Está en juego la “independencia” del Poder Judicial. Lo que su pluma no nos aclara explícitamente es a qué se refiere con “independencia”, o más bien, “inde-pendencia” de quién. El argumento se desmorona antes de desarrollarse, aunque el “experto” judicial aclara, por si hacía falta: “Al final del camino sólo habrá dos opciones: la Corte restablecerá el pleno respeto de la libertad de expresión o con-sagrará la fragmentación de los medios y el silencio, más propio de las frías estepas de Santa Cruz que las ricas discusiones que deben caracterizar a la democracia” (LN 15/10). Si fuese juez, de-bería ser recusado. Tiene el veredicto antes de que se desarrolle el juicio. Si la Corte no hace lo que los grupos mediáticos quieren, será tildada de adicta al Ejecutivo y su fallo no tendrá legitimidad ni legalidad. Para el escriba, la independencia del Poder Judicial sólo se refiere al Go-bierno. Ni siquiera husmea en la ingenuidad de su argu-mento, para tratar de darle mayor solidez, tratando de demostrar que lo contrario no implicaría adicción a algún monopolio mediático. Modificaciones después del 10 La tercera de las tácticas desplegadas consiste en, una vez realizado el recambio legislativo del mes de diciembre, anular la Ley de Medios, bien en su totalidad, bien con modificaciones parciales.

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24 “Por Nuestros Propios Medios (Parte II)”

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Ya apenas concluido el debate del día 9 en el Senado, el diputado por PRO De Narváez anunciaba que la nueva Ley “será revisada por el Congreso después del 10 de diciembre” (CR 10/10). En el mismo sentido se pronunciaban Adrián Pérez, diputado de la Coalición Cívica: “Hay que discutir modificaciones a los temas más críticos y perjudiciales de es-ta ley”; Felipe Solá, del PJ disidente: “Hay que volver a plan-tear la discusión con un dictamen único de la oposición, un acuerdo global sobre artículos que estamos todos convencidos que deben cambiar, como la autoridad de aplicación, el plazo de desinversión y la potestad del Ejecutivo de adjudicar licencias en ciudades de más de 500 mil habitantes”; Gabriela Michetti, del PRO: “Cree-mos que desde diciembre vamos a poder cambiar cosas que mejoren esta norma”. Por su parte, el jefe de diputados radicales, Oscar Aguad, señalaba que “habría que derogar rápidamente el artículo 161, que es el que impulsa el desguace de los medios de comunicación”, al tiempo que se sumaba a la ola desestabilizadora (ver en este mismo número El Universo y sus capas en movimiento), al advertir que “el desconocimiento sistemático de la vo-luntad del Congreso constituye un mal desempeño de funciones, lo que podría iniciar un proceso de juicio político” (LN y C 12/10).

Desnudando los argumentos Pero más allá del recorrido político que acabamos de realizar, nos restan por analizar los diferentes momentos argumentativos de los órganos de prensa fundamentales de nuestro país: La Nación –ideólogo de la fuerza terrateniente y difusor para las ca-pas gerenciales y de mando de los diferentes sectores so-ciales– y Clarín –difusor y agitador de masas de estas ideas.

Ya a comienzos de mes, una solicitada en formato de “mensaje” del Grupo Clarín a la sociedad intentaba igua-lar sus intereses con los del conjunto de la población, al tiempo que naturalizaba la existencia de grupos monopó-licos, dando por hecho que nada puede hacerse contra el “progreso” que significa la concentración económica. Ti-tulado “64 Años creyendo en el país y construyendo me-dios argentinos”, el aviso indicaba que “los países del mundo en vez de ponerles trabas, acompañan a sus grupos de comunica-ción. No parece ser la intención hoy de la Argentina. La paradoja

es que en varios aspectos, este proyecto se emparenta con la voca-ción de fragmentar y controlar que tenía la ley de la dictadura. Parece que se quiere regular para un escenario de hace trienta años, donde sólo existían la radio y la TV abierta. Hoy el cable, Internet y la digitalización multiplican al infinito las posibi-lidades (…) ¿Cuál es la lógica de prohibir a un grupo tener un ca-ble y un canal abierto en la misma área? ¿Cuál es la lógica de li-mitar a sólo una señal la que puedan producir los canales abiertos o los cables? (…) La Tensión Prensa-Poder. Una campaña direccionada a Clarín pero que lo excede como destinatario. Y que revela como objetivo claro: desacreditar a los medios de comunicación como contrapeso en la democracia. No estamos en guerra con nadie. Aunque nos ataquen seguiremos contando lo que entendemos le pasa y le interesa a la sociedad” (C 4/10).

El mismo día, y anticipándose a la derrota legislativa, el órgano de prensa terrateniente La Nación, en la pluma de Joaquín Morales Solá, anticipaba la estrategia judicial, argumentando desde la

supuesta inconstitucionalidad con que contaría la nueva Ley: “La política ha fracasado otra vez. El Congreso se apresta a aprobar un proyecto de ley de medios audiovisuales elaborado contra un sector determinado que delegará en el mandamás del Gobierno muchas facultades sobre la libertad de expresión. (…) Son tantos los derechos y garantías olvidados en el camino de este proyecto que los jueces deberán actuar donde fracasó la política. Voces importantes de la justicia han adelantado que la conversión de este proyecto en ley, tal como está, marchará sin remedio hacia una declaratoria de insconstitucionalidad” (LN 4/10).

Al día siguiente, el propio editorial del diario de los Mi-

tre se ocupa del tema, retomando los argumentos de in-constitucionalidad y autoritarismo, pero agregándole a su vez dos de los argumentos más usados en los últimos tiempos para atacar a la alianza social en el gobierno: el carácter antidemocrático del peronismo y el ataque sis-temático a la columna vertebral de dicha alianza: el mo-vimiento obrero organizado (ver en este mismo número El Universo…). Bajo el título “Senado: urge un debate se-rio”, se señala que “el proyecto oficial de ley de radiodifusión atenta contra la libertad de información y vulnera la Constitución y el federalismo.

”Hay una discrepancia de base entre lo que el gobierno dice que cree sobre el papel de la prensa y lo que la prensa estima que es su función en un sistema democrático republicano. El proyecto oficial viola la Constitución y así lo ha señalado el constitucionalista Da-

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niel Sabsay. (…) Si no se modifica el artículo 161 de la iniciativa, que condena a quienes pierdan, como consecuencia de la nueva legis-lación, las licencias vigentes y se vean forzados a desprenderse de ac-tivos en el insólito plazo de un año, la seguridad jurídica pasará nuevamente a ser una falacia y el concepto de propiedad una burla grosera. (…) En la primera época del peronismo hubo todo tipo de recursos para adueñarse de los periódicos y de radios que se encon-traban en manos privadas. El caso más paradigmático fue el de la confiscación, a comienzos de 1951, del diario La Prensa, puesto bajo control directo de la Confederación General del Trabajo. (…) De aprobarse la ley habrá no pocos periodistas que pasen a revistar en el inquietante mundo de los medios de comunicación oficial o de los que oficiosamente se hallan al servicio de la política trazada des-de el poder” (LN 5/10).

Y en el mismo sentido, pero extremando los argumen-tos, la diputada nacional y cofundadora del Grupo Auro-ra (ver “Entre la política cultural y la cultura política”, en Análisis… Nº 110, Agosto de 2009) Nélida Baigorria se sumaba, además, al coro de voces opositoras que pedían que la política local se paralice hasta el 10 de diciembre: “La experiencia nos ha demostrado cómo los Estados totalitarios catequizan a sus pueblos a través de los medios, cercando la liber-tad de expresión y estableciendo un régimen jurídico que delega en el gobierno la potestad de discriminar qué debe decirse y qué debe ocultarse. La censura fue siempre el método más idóneo para el adoctrinamiento que comienza por la niñez y la juventud, etapas de la vida en las cuales el fanatismo arraiga tenazmente. El siglo XX nos brinda los ejemplos veraces de los “éxitos” cosechados por este sistema. La Alemania nazi tuvo un maestro: el alter ego de Hitler; Joseph Goebbels. (…)

” Ningún partido político puede sobrevivir si no se sustenta en una doctrina. El radicalismo nace llevando como estandarte los principios del credo de Mayo. El peronismo, en cambio, aflora de un golpe de Estado adscripto a lo que Leopoldo Lugones llamó “la hora de la espada”, con toda la simbología antirrepublicana que exhibía un ejército forjado en la concepción militar prusiana.

”¿Hubiera sido factible aunar esas dos fuerzas de signo político antagónico para el logro de la reconstrucción nacional? Un sólo proyecto basta para señalar la incompatibilidad insalvable entre dos concepciones filosóficamente opuestas: el de la futura ley de radiodi-fusión.

”Cuando Juan Perón gobernó el país, la censura de los medios abarcó todo el territorio. Creó una Secretaría de Prensa y Difusión, bajo la dependencia exclusiva del Presidente de la República. Era el complemento imprescindible para controlar todos los medios y homogeneizar sus mensajes con acentos laudatorios para su obra de gobierno y la acción social de Eva Duarte. (…)

”Hoy, el peronismo es gobierno, y mantiene el ADN que lo ori-ginó. La derrota del 28 de junio produjo en el gobierno un efecto paradójico: si hubieran sido republicanos, ya habrían hecho tangible el propósito de enmienda de todo lo que los argentinos repudiamos con nuestros votos. Por el contrario: haciendo alarde de soberbia, invadirán la mesa de entradas del Congreso con proyectos que les garanticen la posibilidad de un retorno al poder y el manejo discre-cional de la opinión pública” (LN 8/10). Si bien fuimos viendo cómo se empezaban a esbozar los ejes del enfrentamiento y la línea argumentativa de los mismos, ya por la mañana del día del tratamiento del proyecto de Ley en el recinto, aparece fuertemente el

discurso de la corrupción, y el disciplinamiento por parte de los Kirchner a partir de la “caja” para con aquellos senadores que no estén dispuestos a dar su voto positivo, y por ende el fortalecimiento del eje de la incostituciona-lidad, y falta de legitimidad de dicho poryecto de ley, ampliando esto a la desestabilizacion de la democracia y la falta de respeto por las instituciones republicanas, co-mo mecanismo para la perpetuidad en el poder de Nés-tor Kirchner.

“Delicias K: votos canjeados en el Senado y los jueces bajo espionaje”. Así titulaba su nota Julio Blanck, “in-condicionado” periodista “independiente”, que supo ser el editor general del diario Clarín en los días de la masa-cre del Puente Pueyrredon, y uno de los principales res-ponsables en el ocultamiento de la información de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Veamos qué nos dice su libertaria pluma: “El aire conta-minado de denuncias y sospechas que rodea la decisiva sesión en el senado por la ley de medios no hace más que reproducir y reafirmar el clima político generado por el kirchnerismo para llevar adelante el proyecto de Ley de Medios, por su efecto disciplinador sobre el pe-ronismo, sumada a la pretensión ya inocultable del kirchnerismo de limitar hasta el ahogo al periodismo independiente, son piezas maestras del intento de Néstor Kirchner para renacer políticamente. (…) Senadores que piden reservas de sus nombres aseguran que para remachar los votos a favor de la Ley de Medios, a una sena-dora oficialista le prometieron una embajada importante en Euro-pa cuando termine su mandato en diciembre. Que a otra le asegu-raron ponerla al frente de la empresa pública más importante de su provincia. Que una tercera senadora aliada K se llevó la promesa de reelección de su jefe político, un intendente poderoso con aspira-ciones de gobernador. Y que también a otra senadora oficialista al-guna vez con pretensiones de juego propio, le aseguraron una parti-da fuerte de dinero para la intendencia de la capital de su provincia, donde está su referencia política y familiar. (…) El tiempo dirá si esto que hoy se asegura en el Senado se traduce en hechos” (C 9/10). El mismo día, el matutino La Nación señalaba: “Se vota la Ley de Medios en un clima enrarecido – Acusan a la Rosada de comprar apoyo de opositores”. “El senado se dispone a discutir hoy el controvertido proyecto de ley de radiodifusión en medio de un cli-ma político enrarecido por los inesperados y sugestivos cambios de posición de varios senadores en los últimos días que pasaron de un rechazo total a un apoyo sin cortapisas. (…) Senadores del radi-calismo y del PJ disidente sugirieron que hubo “pago de coimas” o “promesas de impunidad”. (Se negociaron cargos públicos, fondos para las provincias y liderazgos partidarios). La actividad de Nés-tor Kirchner en las últimas horas se redujo a conseguir votos en el Senado para que hoy sea sancionada sin cambios la ley” (LN 9/11).

Sin embargo, como vimos, los argumentos no alcanza-ron. No sólo porque los votos fueron favorables dentro del Congreso, sino porque socialmente no se logró cons-truir un clima contrario a la Ley de Medios, como sí se había logrado frente a las “retenciones móviles”. Y ello se notaba también en la cantidad de organizaciones so-ciales, comunitarias, gremiales y académicas que acom-pañaron el proyecto.

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26 El Universo y sus capas en movimiento

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El proyecto nacional ante las diferentes fracciones de la clase trabajadora

El Universo y sus capas en movimiento Por Martín Yuchak

Parte I: Espejito, espejito, ¿quién tiene el “universo” más grande?...

Ved el trono

a la noble igualdad (Himno Nacional Argentino)

En el número anterior del Análisis... notábamos cómo hacia el final del mes de septiembre crecía el duelo verbal entre el Gobierno y diferentes sectores de la oposición en relación a la cuestión de la pobreza, mientras algunas facciones de esta última comenzaban a ensayar algunas convocatorias callejeras, tanteando el ánimo de las capas medias en torno de su plan destituyente. Cerraban sep-tiembre las palabras del representante de Dios en Buenos Aires, Cardenal Jorge Bergoglio, quien atacaba duramen-te las políticas del Gobierno, sugiriendo que este violaba los derechos humanos, al dejar excluídos a miles de po-bres.

Cruzada contra el clientelismo El mes de octubre se iniciaba con las réplicas de la Presi-denta a las palabras del Cardenal. En una presentación del plan de cooperativas realizado en el partido bonae-rense de Merlo, distinguía: “En la vida y en el mundo hay dos clases de personas: las que hacen declaraciones sobre la pobreza y las que nos dedicamos a ejecutar acciones concretas para combatirla todos los días”; machacaba sobre el discurso eclesiástico: “Hay que tener solidaridad y compasión, pero no la compasión de la lástima: la compasión del que ayuda al que le falta algo”; y ce-rraba con el ya clásico: “Siempre creímos que contra la pobreza no hay mejor antídoto que el trabajo” (LN 2/10). Tres días después, el prelado contraatacaba en la misa realizada tras la peregrinación a Luján, afirmando que “la virgen (…) se viene ocupando desde hace mucho tiempo de los hermanos más pobres”. Y sumaba un poroto al plan de crispación social opositor, al hablar de un pueblo “cansado, pero no só-lo de cansancio de los pies” (P12 y CR 5/10).

El plan de hostigamiento eclesial continuaría en la lla-mada Semana Social 2009. Coincidirían en un panel dife-rentes referentes de la oposición política: Oscar Aguad (UCR), Rodolfo Terragno (UCR) y Francisco de Nar-váez (Unión Pro). Este último llamaba desde el atril a “desterrar el clientelismo político”, lo que constituye, según el diputado electo, “el crimen más indigno” (LN 11/10). El “colorado” abría así el tópico en el que coincidiría a lo largo de todo el mes todo el arco de fuerzas opositoras al proyecto que encabeza el Gobierno: las denuncias de clientelismo, manejo espurio de recursos y hasta uso ma-fioso de los mismos. En el mismo encuentro, un día después, la Iglesia Católica, a través del presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, obispo Jorge Ca-saretto, reclamaba “respuestas integrales y de largo plazo”, y

presentaba la propuesta de un derecho universal para la niñez, al que de nominaba sugestivamente Ingreso BIEN (Ingreso Básico para la Igualdad y la Equidad en la niñez), consistente en una ayuda de $ 180 por hijo y que alcanzaría a seis millo-nes de niños y mujeres embarazadas (CR y C 12/10 / C 21/10).

En este marco, el matutino oligárquico La Nación pu-blicaba en una nota que el presupuesto del Ministerio de Desarrollo Social había aumentado un 700% desde 2003 hasta la fecha (de $ 1.781.390.296 a 14.393.319.144) y que, a pesar de esto, no se había logrado combatir efecti-vamente contra la pobreza. Uno de los que daba letra al plan oligárquico es el que fuera ministro de la misma car-tera durante el breve y convulsionado gobierno de Duhalde, Eduardo Amadeo, quien sostenía que “los pla-nes asistenciales de los Kirchner se sustentaron en la discrecionali-dad y están alejados de la realidad”, argumentando que estos “crecen en presupuesto porque no hay una planificación adecuada y hay mucho clientelismo”. La ministra Alicia Kirchner contes-taba a esto que “en 2002 no se llegaba a 180.000 pensiones; hoy casi 900.000 pobres de todo el país, sin distinción de color po-lítico, han restaurado un derecho que aún en gobiernos democráticos no se cumplía” (LN 12/10).

La cruzada “contra el clientelismo político” iba su-biendo de tono a medida que avanzaba el mes. Así lo de-jaba ver el periódico fundado por el prócer Bartolomé Mitre en un editorial titulado “Pobreza y derechos humanos”: “La eliminación de la exclusión social y la indigencia constituye un desafío al que será imposible hacer frente si los pobres continúan siendo tratados como objetos por el Estado y por algunas organizaciones político-sindicales. El día en que los sectores más castigados por la pobreza dejen de ser considerados con un sentido utilitario y clientelista, y ocupen el lugar de auténticos sujetos de la vida social y política será tal vez posible impulsar una transforma-ción que les permita avanzar hacia un destino de dignificación y de progreso”. Cabe preguntarle al diario de los Mitre cuál es el modo de convertir a los pobres en “auténticos sujetos de la vida social y política”. La respuesta no deja lugar a du-das: “Sólo una alta tasa de inversión en actividades competitivas internacionalmente mejora la retribución real del trabajo y la ocu-pación” (LN 18/10). Una vez más, la “teoría de las goti-tas”. A más riqueza de la oligarquía y el empresariado, se acelera el goteo para los de abajo. Pero, por supuesto, eso ocurre en los países en serio…

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En la misma línea, el diputado de Proyecto Sur Clau-dio Lozano y la diputada electa por la Coalición Cívica Elisa Carrió reclamaban una asignación universal para la niñez. Para “romper con el esquema clientelar de la intermedia-ción”, planteaba el primero, mientras su futura colega de cámara soltaba que la universalización “libera a los chicos pobres para que no sean esclavos de Kirchner” (C 20/10).

Con este mar de fondo, el Gobierno Nacional calenta-ba motores, anunciando un aumento del 33% a las asig-naciones familiares. El anuncio quedaba a cargo del titu-lar del ANSES, Diego Bossio, quien en su discurso dejaba más en claro quién es el principal sostén de la alianza gobernante: “Esto es una iniciativa de la presidenta a pedido de la CGT” (CR 20/10).

Al día siguiente, Iglesia y oposición atacaban de nuevo en esto que se iba convirtiendo ya en un ping-pong dis-cursivo sobre la pobreza. Monseñor Casaretto oficiaba de anfitrión en la sede del Episcopado, para recibir a los referentes de la Coalición Cívica, Elisa Carrió y Gerardo Morales, más una larga comitiva, para discutir qué hacer con los pobres. A la salida del encuentro, se despacharon contra el nuevo proyecto de ayuda social anunciado por el gobierno. Mientras Morales alertaba a la población que “podemos terminar con un proyecto gatopardista para unos pocos y con el Gobierno eligiendo a quién le da y a quién no”, Lilita es-pecificaba: “Van a obligar a los chicos de tres años a ir con el choripán a los actos del oficialismo” y hablaba de “liberarlos”. Por su parte, el diputado electo Alfonso Prat Gay gol-peaba sobre el movimiento obrero: “La trampa del Gobier-no es querer aprobar pseudoplanes universales como el de Moyano y Recalde” (C 21/10). Unos días después, llegaba el turno de entrada al episcopado a Pino Solanas y Claudio Loza-no, quienes planteaban una asignación universal que lle-gue a los $ 300 por hijo. Al salir de la reunión con Casa-retto, Pino mencionaba las trabas a la universalización: “Hay una resistencia del núcleo duro del poder económico y político a las políticas sociales universales, como a dotar de más capacidad a los trabajadores para discutir la distribución del ingreso” por-que “las políticas de carácter clientelar a las que están acostum-bradas las principales fuerzas políticas serían menos viables”. Por su parte, Lozano despachaba: “La asignación equivale sólo al 6 por ciento del presupuesto nacional, por lo que se trata de una de-cisión política de priorizar la lucha contra la pobreza” (C 24/10).

Por último, se expresaba respecto de este asunto el ex viceministro de Desarrollo Social de la Nación y ministro de la misma cartera bonaerense, Daniel Arroyo, que in-tentaba mediar entre posiciones diversas: “Creo que se hizo una falsa contradicción entre crear trabajo y generar un seguro uni-versal. No hay contradicción. La mejor política social es crear em-pleo, pero esta política de asignación no va contra el trabajo for-mal”. Al mismo tiempo, realizaba una defensa de los movimientos sociales, sosteniendo que “representan lo que nadie ve. Trabajan en los barrios y ocuparon el rol que el Estado y los partidos políticos no ocupan. Pero estoy convencido de que el sis-tema clientelar no funciona con ellos. No creo que los movimientos sociales respondan automáticamente a las exigencias de un políti-co”. Y proponía finalmente: “La forma de evitar el clientelis-mo es evitar la discrecionalidad. Esto se da por la universalidad o por los consejos consultivos en los que estén todos” (LN 26/10). La postura de Arroyo, que, como vemos, trataba de

hacer equilibrio en la tensión entre la posición opositora y la del gobierno, preanunciaba de algún modo el anun-cio que llegaría unos días más tarde.

Anuncio con heridos “Este es un acto de estricta reparación, pero será un acto de justicia cuando cada padre tenga un buen trabajo, un buen salario y una buena casa”. “Esto no va a terminar con la pobreza, pero va a servir como paliativo para quienes todavía no tienen trabajo”. Así presentaba la presidenta Cristina Fernández la creación de un plan de asignación de 180 pesos por hijo para des-ocupados y trabajadores en negro, que llegará a unos 6 millones de chicos e insumirá 10.800 millones de pesos, aportados e instrumentados por el Anses. Respecto de esto último, admitía la presidenta la existencia de “muchos proyectos, pero no encontrábamos en ninguno la fuente de financia-miento”, y disparaba sus dardos contra la oposición más recalcitrante: “A los que no nos acompañaron en el Congeso cuando decidimos que los recursos de los trabajadores volvieran a la administración del sector público les decimos: bueno, fíjense cómo podrían haber ayudado para que esto se llevara adelante” (P12 30/10).

El anuncio partió aguas. Veamos cómo quedó dividido el mapa político y social entre quienes apoyaron y quie-nes se opusieron a la medida.

Voces que se mostraron a favor de la medida: Juan Carr (Director de Red Solidaria): “Me

parece que podemos dejar de lado nuestros egos (…). Todos los programas son perfectibles, pero creo que este acuerdo de tantas partes no tiene un valor menor (…). Entiendo que el debate tiene que continuar, pero es posible que, a partir de hoy, y tal vez en serio, estemos más cerca del hambre cero en la Argentina” (LN 30/10).

Iglesia Católica (en un comunicado firmado por el presidente de la Comisión de Justicia y Paz del Episcopado, Eduardo Serantes, y el director ge-neral de Cáritas Argentina, Gabriel Castelli): “Esta-blece una nueva igualdad de derechos que corrige fuertes in-equidades y avanza hacia un sistema de seguridad más justo” (P12 30/10).

Hugo Yasky (Secretario General de la CTA): “Esta política va en la dirección que durante años deman-damos [desde el] Frente Nacional contra la Pobreza” (P12 30/10).

Hugo Moyano (Secretario General de la CGT), quien disparaba contra quienes cuestionaban el carácter no totalmente “universal” de la medida: “Hay sectores que no tienen necesidad de cobrar una asigna-ción familiar, creo que no se justifica que esto ocurra” (P12 30/10).

Luis D’Elía (FTV): “Escuché decir a la doctora Carrió que para que sea universal habría que darle 200 pe-sos a los hijos de los ricos; es un verdadero disparate, motivo de risa para muchos” (P12 30/10).

Martín Sabatella (Diputado electo por Nue-vo Encuentro)

Carlos Heller (Diputado electo por Partido Solidario)

Ariel Basteiro (Diputado del Partido Socia-lista)

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Alejandro Vanoli (vicepresidente de la Co-misión Nacional de Valores)

Emilio Pérsico (Movimiento Evita) Federico Martelli (Movimiento de Unidad

Popular) Jorge “Quito” Aragón (Frente Barrial 19 de

diciembre) Intendentes nucleados en la Federación Ar-

gentina de Municipios (FAM)

Voces que se mostraron opuestas a la medida: Elisa Carrió (Coalición Cívica): “La presidenta

manda un decreto cerrado para que no se discuta lo central, por un acuerdo con Moyano. El proyecto es el de Recalde, porque Moyano quiere controlar también a los que no son trabajadores para su propio proyecto político” (LN 30/10). Notemos el ataque directo hacia la cabeza del sec-tor de la clase obrera ocupada, en momentos en que esta profundiza la unidad con la clase obrera desocupada y subocupada.

Claudio Lozano (Proyecto Sur-CTA): “Es poco serio, en una Argentina injusta que regala la renta pe-trolera y minera, plantear un esquema en el que los bajos haberes jubilatorios financien la ampliación de una cobertura social para los pibes más postergados”.

Margarita Stolbizer (GEN): “[El Gobierno busca] salvarse con la plata de los jubilados [y] renuncia a tocar los intereses y riquezas de los sectores más concentrados de la economía argentina” (P12 30/10).

Vilma Ripoll (MST): “Este Gobierno destina 27.000 millones de pesos a la deuda externa mientras para los pibes más pobres apenas reparte limosnas” (P12 30/10).

Néstor Pitrola (PO) Federico Pinedo (PRO) Esteban Bullrich (PRO) Paula Bertol (PRO)

Voces que reconocían lo progresivo de la medida pero se oponían a la fuente de financiamiento:

Carlos Raimundi (Solidaridad e Igualdad) Cecilia Merchán (Libres del Sur) Victoria Donda (Libres del Sur) Héctor Méndez (Unión Industrial Argenti-

na): “En muchos casos las cuestiones sociales y el interés económico no van de la mano y ésta es una de ellas”. “Lo que a mí me preocupa es de dónde van a salir los 10.000 millones de pesos que se necesitan” (P12 30/10).

Asimismo, algunas voces opositoras –como la de Feli-pe Solá– no mostraban oposición directa a la medida, pe-ro afirmaban que se mantenía la “relación clientelar” con el Gobierno (LN y P12 30/10). Por otro lado, dirigentes como Juan Carlos Alderete (CCC) y de otras organiza-ciones sociales –como el Frente Darío Santillán y el Mo-vimiento de Unidad y Lucha– proponían “esperar a ver có-mo lo van a poner en práctica”, tal como afirmaba el primero (P12 30/10).

Por su parte, el corazón de la oligarquía terrateniente, a través de su diario más íntimo, La Nación, salía al cruce en la voz de su Segundo Editor en Jefe, Fernando La-borda, en una columna sugestivamente titulada “Los vie-jos subsidian a los chicos y al clientelismo”, donde se afirmaba con violencia: “¿Por qué el dinero debe salir de la castigada clase pasiva y no de las cuantiosas partidas destinadas a paliar el déficit de Aerolíneas o a organizaciones piqueteras que se jactan de sus delitos y hasta de haber derrocado gobiernos” (LN 30/10). El sector dominante agroexportador deja ver a las claras su nerviosismo, a medida que los caminos ar-gumentativos, con los que intenta convencer al conjunto de la sociedad para que se ponga detrás de sus particula-res intereses, se van volviendo más y más estrechos. Y desde el corazón de la alianza social en el gobierno to-man nota de esta “hipersensibilidad”, tal como lo expre-saba el ministro de Trabajo Carlos Tomada: “Lo que están planteando es propio de un discurso que realmente quiere boicotear el sistema, porque se quedaron sin agenda. ¡Cómo les duele!” (P12 1/11).

Como puede observarse, asistimos a una nueva batalla de la larga guerra –que excede a Argentina– entre la igualdad formal y la igualdad real. La disputa ideológica en torno del concepto de “universalidad” así lo muestra. El amplio arco opositor esgrime el clásico del liberalismo “igualdad de oportunidades” para todos, argumentando que la diferenciación y la selección de a quién se le da y a quién no aceita las prácticas clientelares. Pero la historia muestra que mantener formalemente la igualdad, en una situación de plena y obscena desigualdad social como la que vivimos, no hace otra cosa que extender esta última hasta el infinito. Desde la fuerza social expresada en el Gobierno se contesta con políticas formalmente desigua-les pero que apuntan tendencialmente hacia la igualdad real, si bien –como el propio Gobierno y la mayoría de los que apoyaron la medida reconocieron– se está aún le-jos de aquella.

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Parte II: Kraft, la piñata de la oligarquía En el número anterior, realizamos un análisis pormeno-rizado del conflicto desatado en la alimenticia Kraft Foods, a partir de la toma y posterior desalojo violento de la planta ubicada en Pacheco. Nos proponíamos exa-minar allí, fundamentalmente, la disputa de estrategias que alberga hoy el interior profundo del movimiento obrero organizado.

El conflicto, lejos de terminarse, continuó por diversos carriles a lo largo del mes de octubre. Los puntos centra-les de la pelea fueron la reincorporación de los despedi-dos, la entrada de los delegados a la planta y las eleccio-nes para elegir una nueva Comisión Interna. En este úlitmo punto se produjo una ruptura de esta úlitma, a partir de una disputa abierta entre los delegados Ramón Bogado (PCR) y Javier Hermosilla (PTS). El motivo de la ruptura estribó en un acta firmada por Bogado en el Ministerio de Trabajo el 16 de octubre, en el que la em-presa se comprometía a reincorporar a 40 trabajadores –además de los 30 que ya había reincorporado–, a no rea-lizar más despidos, mientras la cartera laboral bonaerense revisaría caso por caso los 53 obreros que continuaban despedidos. Hermosilla se quejó de que no había sido ese el mandato de la asamblea –ya que de los 40 reincorpo-rados, 12 eran despedidos y 28 suspendidos, mientras que la asamblea habría exigido la reincorporación de 40 despedidos exclusivamente– y se produjo la ruptura de la Comisión Interna, lo cual terminó en la presentación de listas separadas en el acto de elección de delegados, en el que se impuso la lista encabezada por el delegado del PTS (C y LN 17/10).

Todo esto desató nuevamente una larga batalla ideoló-gica de alto voltaje discursivo, en pos de instalar en la opinión pública determinada percepción del conflicto, según los intereses del caso.

Octubre se abría con los obreros de la planta nueva-mente movilizados en reclamo por los despedidos.

Por el lado empresarial, continuaban los ecos del vio-lento desenlace que había tenido la toma de la planta y los reclamos de “un país en serio” para hacer negocios. Así, Daniel Funes de Rioja, vicepresidente de la UIA y experto en temas jurídicos, en el marco del “retiro espiri-tual” que 24 industriales realizaron en el Sheraton de Pi-lar, protestaba: “El derecho de huelga es de los sindicatos y tiene sus procedimientos. En este caso, hablamos de los límites de la lega-lidad”. En el mismo sentido se espresaba la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (Am-Cham), repudiando en un comunicado la “violencia” y los “actos ilícitos”, “ya que atentan contra la convivencia pacífica de los habitantes, afectan derechos de terceros, provocan un clima de inestabilidad, y generan pérdida de confianza y credibilidad de los inversores nacionales e internacionales hacia la Argentina” (C, P12 y LN 3/10).

La escalada verbal iba dibujando el terreno de la pelea. Teddy Karagozian, principal ejecutivo de la textil TN & Plátex, nos alertaba desde ese mismo “retiro espiritual”, sin ningún tipo de rodeos: “Es mucho más preocupante de la importancia que le están dando. Si los que cortan calles y toman plantas tienen éxito en su reclamo, los conflictos se van a repetir.

Va a haber muchos y, de tantos alguno va a terminar mal. Esta-mos jugando con fuego” (LN 2/10)… Ahora, se amenazaba con muertos lisa y llanamente.

Por su parte, la parte del movimiento obrero que sos-tiene la lucha de Kraft, no se quedaba atrás en la subida de tono del conflicto. Así, el delegado de la Comisión In-terna Ramón Bogado intentaba meter más presión al Poder Ejecutivo: “Cristina Kirchner tiene que definir de qué la-do está, si de la ‘yanqui’ Kraft foods o de los trabajadores” (LN 2/10). Al día siguiente, en medio de un intento de corte de la ruta Panamericana frustrado por la policía, donde se reclamaba la reincorporación de los cinco obreros de la Comisión Interna, la dirigente del MST Vilma Ripoll, amenazaba: “Si el martes el Gobierno no da una solución, no va a haber despliegue policial que le alcance para impedir la respuesta popular en todo el país” (C y P12 3/10). Dos días después, los medios volvían a levantar la voz de la ex diputada, para disparar directamente sobre el principal sostén del proyecto nacional que se intenta construir desde el Go-bierno: “Si crece la radicalización es por la actitud pro-empresarial del Gobierno y la cúpula sindical” (C 5/10). De es-te modo, tanto el órgano de propaganda (La Nación) co-mo el de agitación (Clarín) que tienen la oligarquía terrate-niente y la burguesía agroindustrial se lanzaban una vez más, cada uno a su modo, a levantar en sus páginas a la izquierda y sus métodos, para golpear a la fuerza social expresada en el Gobierno y al que ya es su sostén princi-pal, el grueso del movimiento obrero organizado, enco-lumnado principalmente en la CGT y, en menor medida, en la CTA.

Los usos del “clasismo” Así, el periódico fundado por nuestro prócer Bartolomé Mitre, trazaba la cuestión de los partidos de izquierda en el movimiento obrero en el marco de la disputa estraté-gica que sostiene la oligarquía. Leemos entonces, en una columna editorial titulada “Kraft, un caso testigo”: “Los hechos ocurridos en Kraft se alimentan de una concepción alucinada de la organización económica y social que dio demostraciones de su fracaso en la larga experiencia histórica del siglo XX, como lo de-mostró la caída del Muro de Berlín y la apertura de la economía china al capital privado”. El movimiento discursivo consiste en apoyarse sobre la radicalización del izquierdismo en el conflicto para instalar en la sociedad la idea de que cual-quier alteración de las normas capitalistas constituye una locura de trasnochados. Pero el destinatario final de los dardos normalizadores no es de ninguna manera la iz-quierda partidaria misma, como se ve a continuación: “La negligencia de las autoridades que deben garantizar relaciones laborales justas y ordenadas es un síntoma de los desarreglos más graves que ocurren entre nosotros. Esas conductas están en la raíz de las dificultades que presenta hoy la Argentina para convertirse en un país atractivo para la inversión internacional o doméstica”. El corazón del problema no reside, según el órgano te-rrateniente, en la agitación misma de la izquierda, sino en que hay un Gobierno que no garantiza “relaciones labo-rales justas y ordenadas”. Dicho de otro modo, este Go-bierno no es para la oligarquía una garantía para el sostén

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de las relación capital-trabajo, tal cual mandan los ma-nuales de organización económica empresaria, porque no garantiza lo más caro y sagrado para cualquier expresión del capital: la propiedad privada. De este modo, se de-nuncia “un discurso y una cultura, alimentados desde lo más alto del poder, que descalifica la creación de riqueza y presenta a los emprendedores y a los empresarios como actores nefastos que la so-ciedad debe, resignada, tolerar, no estimular. Estas creencias sirven de base a una sistemática agresión al derecho de propiedad y a la iniciativa privada”. Conocedora como nadie de la impor-tancia de la batalla de ideas como madre de todas las ba-tallas políticas, la oligarquía golpea donde tiene que gol-pear para establecer su interés particular como interés general: el “discurso” y la “cultura” promovidos por el Gobierno nacional que, en pos de la redistribución de la riqueza, va tocando cada vez más intereses de distintos sectores del capital más concentrado. Por ello, impera para estos últimos la necesidad de reinstalar en el imagi-nario social la “teoría del derrame”, cada vez más con-vertida en “teoría de las gotitas”, pues el chorro grueso se cortó hace rato: “Por el contrario, nuestros países vecinos, que también soportan el problema de la pobreza, atraen la inver-sión de capital con el convencimiento de que sólo la creación de em-pleo privado permitirá a sus sociedades disminuir los niveles de po-breza de su población” (LN 11/10).

Unos días antes, otro editorial del mismo periódico, ti-tulado “Los Kirchner y las protestas sociales”, había sos-tenido que “por primera vez, el kirchnerismo enfrenta el desafío de distintas corrientes de índole clasista cuyos orígenes ideológicos riman con el marxismo o el trotskismo, según de quiénes se trate. En una palabra: ya no hay pacto a la vista cuya base descanse en la convivencia entre el Gobierno y las organizaciones sociales pique-teras” (LN 7/10). El “movilizacionismo” permanente de la izquierda le viene como anillo al dedo a la oligarquía, pues es fácilmente utilizable –así lo destacábamos en el número anterior– como fuerza de desgaste en el marco del plan destituyente terrateniente. Lo cierto es que el “clasismo”, con su carga semántica y su historia, sería una herramienta ideológica fundamental de la que echa-rían mano los dueños de la tierra para construir fuerza propia, persiguiendo atraer hacia sí a toda una gama de sectores pertenecientes a la pequeña burguesía radicali-zada. Esto tomó cuerpo fundamentalmente en la nota de una de las figuras centrales de la intelectualidad orgánica al proyecto oligárquico, Beatriz Sarlo, publicada en el mismo diario y titulada “Piquetes buenos, piquetes ma-los”. Allí se sostiene: “En el conflicto de Kraft, una comisión interna dirigida por hombres del Partido Comunista Revoluciona-rio y del Movimiento Socialista de los Trabajadores incita a recor-dar situaciones características del sindicalismo clasista de los años setenta, sobre todo de su fortaleza en los mecánicos cordobeses. (...)

”La democracia dentro de la fábrica y en la dirección del sindica-to fue uno de los rasgos programáticos de esos años clasistas; su et-hos, que no tuvo nada que ver con la guerrilla ni con el terrorismo, fue el de una épica de masas obreras movilizadas.

”Frente al tradicional color peronista del sindicalismo, represen-taban la novedad de una metodología que tenía en su centro la de-mocracia de base, el cuerpo de delegados y la voluntad de ser una alternativa nacional de poder ante el sindicalismo llamado ‘buro-crático’, proclive a arreglos secretos con las empresas y, en consecuen-

cia, a la corrupción. El clasismo era democrático, aunque no lo fue-ran las ideas políticas de la nueva izquierda. (...)

”Sé que este es un debate de los que fueron revolucionarios. Hoy se parece más a una arqueología que a una historia.

”Pero lo que sin duda pertenece al presente es que, cuando un di-rigente sindical peronista afirma hoy que los sectores de izquierda ‘politizan un conflicto’, están poniendo al desnudo una hipocresía descomunal. Política y sindicalismo estuvieron siempre entretejidos. Moyano o Daer (...) politizan con alto o bajo nivel de exposición cada uno de sus movimientos. Sólo un reflejo maccartista arcaico puede separar entre politizaciones aceptables e inaceptables” (LN 5/10).

Tres son los ejes a tener en cuenta en el discurso de Sarlo, en función de la batalla política planteada. El pri-mero es la cuestión de la democracia sindical. La ensayis-ta busca oponer una tradición sindical democrática –la del clasismo–, presente en el conflicto de Kraft, a la bu-rocracia del sindicalismo peronista, encarnada en la con-ducción de la CGT. Se invoca un sindicalismo supues-tamente más “sano”, menos corrompido y entreguista. El segundo –y fundamental–es el problema de la politi-zación de los sindicatos y del conjunto del movimiento obrero. La autora acusa a la cúpula de la CGT de cues-tionar dicha politización cuando no responde a sus inter-eses y de disfrazar su accionar político de apoliticismo. La tercera es la cuestión de la presencia actual del pasa-do, en este caso de la experiencia acumulada por el mo-vimiento obrero.

Examinemos más de cerca. Bajo las remembranzas del “clasismo” y de una perdida democracia obrera, se busca que el movimiento obrero y la sociedad en general apun-te sus cañones contra la conducción actual del grueso del movimiento obrero y el proyecto nacional y popular que sostiene junto al Gobierno, sabiendo además que la iz-quierda hoy no es una alternativa seria y real de poder y que lo único que puede venir luego de un derrocamiento de este gobierno es el reinado de los “muchachos del campo” en alianza con el capital extranjero. Respecto del punto segundo, es innegable que existe un nivel creciente de politización en el movimiento obrero y en los sindica-tos, pues es el movimiento mismo de la crisis el que em-puja a jugar cada vez más por fuera de lo particular de cada gremio para la resolución de los problemas de los trabajadores. El tema está en hacia dónde se politiza la clase trabajadora. El juego de La Nación consiste en rei-vindicar una politización “izquierdizante” que se radicali-za en la lucha por lo inmediato, y termina jugando del la-do de su enemigo principal –la oligarquía–, frente a la politización en defensa y profundización del modelo de país instalado desde 2003, expresada en el documento de Mar del Plata, que publicamos en el número anterior. Y esto se entrelaza directamente con el tercer punto: el pa-sado. Sarlo habla tranquilamente del clasismo de los se-tenta porque se trataría de algo enterrado (“una arqueo-logía”) y, como tal, inocuo en la lucha política actual. Esto es lo que buscaron siempre y buscan los sectores oligárquicos hoy: neutralizar lo más posible la lucha polí-tica real de la clase obrera. El desvío hacia un “clasismo inofensivo” puede constituir una buena herramienta para ello. Sin embargo, el movimiento que intentan desde los

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sectores dominantes es muy peligroso y puede convertir-se en un boomerang para ellos. Porque pueden agitar y po-litizar en función de desestabilizar, pero no controlan en absoluto hacia dónde puede virar el movimiento en su conjunto, y en especial el movimiento obrero, tal es el grado de profundidad de la crisis y la descomposición en que se halla sumido el propio sistema capitalista en la to-talidad de sus aspectos, lo que lleva cada vez más a las masas a buscar respuestas por fuera de las prácticas ca-pitalistas, aunque aún lo hagan sin plena autoconciencia de ello. Es el peligro de suponer que esa experiencia de dis-puta por qué estrategia era la hegemónica al interior del movimiento obrero en los setenta constituye sólo una pieza de museo que se desempolva para las discusiones intelectuales o charlas de café, y no una llama viva que está latente en cada paso que da la clase trabajadora en su organización.

Al mismo tiempo, La Nación informaba complacida el encuentro de distintas comisiones internas de todo el pa-ís, con orientación de izquierda y enfrentadas con sus respectivas conducciones gremiales, realizado en el Hotel Bauen de la Capital el 18 de octubre. Así se expresaba en el encuentro el ex secretario general del sindicato cera-mista de Neuquén Alejandro López: “Frente a la crisis, es-tamos ante una oportunidad enorme para luchar y defendernos”, al tiempo que denunciaba al kirchnerismo por “abrazar para luego inmovilizar y quebrar” a los sindicatos y vaticinaba que la “burocracia” no va a defender a los trabajadores “ante los despidos que se vienen”. Y con promesas de continuar y con-formar una corriente política y sindical de alcance nacio-nal (LN 19/10), lo cual tomó cuerpo en el nuevo en-cuentro realizado el 25 de octubre en el mismo hotel (P12 16/10). Cualquier relación entre esto y la confor-mación de la Corriente Nacional del Sindicalismo Pero-nista, saque el lector sus propias conclusiones...

...Amasijaban a un punto pa’amenizar la velada... En el mismo sentido, la oligarquía hacía una de las cosas que mejor sabe hacer cuando ve cada vez más cerrados los caminos de la argumentación: embarrar la cancha, o –lo que es lo mismo– sembrar el miedo en la población. Así cerraba el segundo editorial ya citado más arriba: “Las alternativas que se abren son tres: cabe la posibilidad de que el Gobierno tome en serio el nuevo libreto, decida no hacer más po-lítica con la pobreza y repartiendo subsidios a cambio de lealtad y aplique la ley como corresponde al momento de impedir que se vio-len elementales derechos de quienes se ven perjudicados por la acción de los piquetes. También cabe la posibilidad de que las corrientes clasistas redoblen la apuesta y busquen entorpecer la marcha del Gobierno. Por fin, no debe descartarse el peor de los escenarios: que estas protestas callejeras terminen en una tragedia. No se necesita ser un fino analista político para saber las consecuencias que pue-den traer aparejadas una o más muertes en la Capital o el conur-bano” (LN 7/10). Así, el matutino terrateniente emulaba al empresario textil citado al comienzo, preparando el te-rreno en el plano de las ideas y advirtiendo hasta dónde están dispuestos a llegar los representantes de la patria terrateniente en la defensa de sus intereses de clase.

Por su parte, la UIA, nuevamente a través de su jurista Funes de Rioja, planteaba los deseos profundos de bur-guesía industrial: “La Argentina que queremos para todos debe ser claramente la que nos permita expresarnos, transitar y trabajar a todos y no sólo a los que ‘piquetean’, intimidan o cercenan las li-bertades de la comunidad en su conjunto y es función estatal garan-tizar el orden y la seguridad de la nación” (LN 9/10). Nueva-mente, el “movimiento de pinzas” que notábamos el mes anterior. Golpear al gobierno por izquierda y por otro lado exigirle “orden” –léase “represión”– para el libre desarrollo de la actividad capitalista. Lo nuevo es que ahora el operativo de pinzas es llevado adelante en una acción conjunta por la oligarquía terrateniente y el em-presariado industrial.

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Parte III: Operación Milagro

De pronto se precipitó a revisar todos los cajones, todos los bolsillos, bajó al garaje a ver si el auto estaba todavía, y jadeaba, desesperado a ver si no le faltaba nada. ¿Qué hacer, a quién recurrir? Podría ir a la comisaría, denunciar todo, pero ¿denunciar qué? ¿Todo había pasado de veras? “Tranquilo, tranquilo, aquí no ha pasado nada”, trataba de decirse, pero era inútil: le dolía la boca del estómago y todo estaba patas arriba y la puerta de calle abierta. Tragaba saliva. Algo había sido violado. “La chusma”, dijo

para tranquilizarse, “hay que aplastarlos, aplastarlos”, dijo para tranquilizarse. “La fuerza pública”, dijo, “tenemos toda la fuerza pública y el ejército”, dijo para tranquilizarse. Sintió que odiaba. Y de

pronto el señor Lanari supo que desde entonces jamás estaría seguro de nada. De nada. (Germán Rozenmacher, “Cabecita Negra”)

Así como veíamos festejar desde las páginas oligárquicas a las expresiones del movimiento obrero y sindical con-trarias a las conducciones de la CGT y CTA y al Gobier-no nacional, asistimos este último mes a un violento ata-que por parte de casi todo el arco opositor a las expresiones de la fuerza social gobernante en el llamado “movimiento social”, que nuclea a las organizaciones de desocupados. El pueblo en su conjunto tomaría así defi-nitivamente conocimiento público de la organización te-rritorial Tupac Amarú, conducido por Milagro Sala, que tiene su epicentro en la provincia de Jujuy, con delega-ciones menores en otras regiones del país, y que viene apoyando desde el comienzo el proyecto nacional que in-tenta conducir el Gobierno.

Fundamentalismo, fascismo, estalinismo y siguen las firmas… La batalla se inició a partir de una protesta que realizó di-cha organización contra el líder de la UCR, Gerardo Mo-rales, quien –junto a los auditores nacionales Leandro Despuy y Alejandro Nieva– estaba a punto de brindar una conferencia en la capital jujeña titulada “El control público y su importancia”, destinada a cuestionar el ma nejo de fondos que realizan las organizaciones sociales alineadas con el Gobierno. Era obvio que los dardos apuntaban directamente a “la Tupac”, con quien el sena-dor radical tiene una disputa de larga data por el control de los recursos recibidos del Estado. Los hechos denun-ciados por Morales y por los matutinos Clarín y La Na-ción consistieron en el arrojamiento de huevos, útiles de oficina, sillas y sillones dentro del salón donde se realiza-ría la conferencia, con el objetivo de impedir la misma. “Me han atacado por mis denuncias sobre los importantes fondos que recibe [Milagro Sala] del Gobierno Nacional y maneja sin control alguno” (LN 17/10), denunciaba Morales, y amena-zaba: “[El gobierno] alienta este clima de violencia que empieza de esta manera y puede terminar muy mal” (C 17/10). Había sólo que prender el fósforo. Todas las expresiones de la oposición política y los órganos de prensa oligárquicos y empresariales desatarían por dos semanas una batahola de ataques al movimiento dirigido por Milagro, intentan-do mostrar al mismo como una organización mafiosa sostenida desde el Gobierno Nacional y a este último como la personificación misma de la dictadura y el fas-cismo.

Arrancaba la inefable Lilita Carrió, quien advertía so-bre la existencia de “un plan de persecución y agresión a perio-distas y políticos opositores ideado y planificado por Néstor Kirch-

ner que, como Stalin, manda a agredir y aniquilar y da discursos misericordiosos: hipocresía final de un violento de vocación”. Por su parte, el propio Morales anunciando a viva voz que “los responsables de este ataque son rentados por el Gobierno. Es totalmente repudiable el clima de violencia y la actitud fascista que ha instalado el oficialismo” (C 18/10). Y disparaba luego so-bre la Tupac: “En Jujuy, la organización Tupac Amaru recibe del Gobierno diez millones de pesos por mes sin ningún tipo de con-trol” (LN 18/10). Desde la organización social, Milagro Sala respondía: “Con la crisis que se está viviendo, Morales se está construyendo dos hoteles a todo trapo y tiene una financiera en Buenos Aires. ¿Cómo justifica esa plata que tiene girando?”, agregando: “Si se pide respeto para los senadores, nosotros pedi-mos respeto para las organizaciones sociales” (C 18/10). A la defensa de esta agrupación, se sumaba Luis D’Elía, apun-tando cañones contra los medios monopólicos: “Es lla-mativo los títulos catástrofes y la reiteración de notas intentando transformar a Gerardo Morales en una víctima de la política en la Argentina. Si bien no estamos de acuerdo con este tipo de acciones, porque victimiza a los golpistas, queremos denunciar el carácter manipulador y maniqueo del armado de la información que sumi-nistran a nuestro pueblo, que intenta envenenar el sentido común de los argentinos” (LN 18/10). La batalla por instalar en la percepción de la población en general una u otra visión de los cosas estaba desatada.

En su clásica columna dominical, el espadachín de la oligarquía, Joaquín Morales Solá, nos alertaba: “Un intenso proceso de radicalización del oficialismo está en marcha. Néstor Kirchner es el ideólogo, el promotor y el líder. Es raro que un fun-damentalismo de esa naturaleza suceda después de una derrota”. El objetivo es mostrar un Gobierno insaciable de poder. Pero también constituye una reprimenda hacia la oposi-ción, a la que acusa de “pecar de ingenua con frecuencia” fren-te al accionar kirchenrista. A través de sus cuadros inte-lectuales principales, la oligarquía muestra su hastío ante el panorama de una oposición que no logra armarse de-trás de un candidato ni mucho menos dar forma a un proyecto que contenga a un arco razonable de sectores económicos. Así, se va haciendo progresivamente más nítido el significado del resultado electoral del 28 de ju-nio. La oposición logró instalar momentáneamente un descontento frente a las formas, el estilo del Gobierno na-cional, mas no pudo, y no está pudiendo, sumar volunta-des en los sectores populares –y cada vez menos en las capas medias– en torno de un modelo reprivatizador y agroexportador aliado con el capital financiero transna-cional más concentrado. Se limita, entonces, a ser de manera creciente una mera fuerza reactiva a las medidas con las que el Gobierno intenta avanzar en el proyecto

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nacional. Los ataques hacia eslabones de la construcción política del proyecto nacional y popular –tal como el que analizamos aquí– parecen un síntoma más bien de debi-lidad y hasta desesperación frente a la imposibilidad de que el ideario neoliberal vuelva a penetrar como otras veces en la conciencia del conjunto de los trabajadores y el pueblo en general.

El día 19 se realizaba frente al Senado un acto de apo-yo a la Tupac y un repudio al senador radical, del que participaron el comedor Los Pibes, la Corriente Peronis-ta Germán Abdala, Quebracho, el MTL, Carta Abierta, Familiares de Detenidos y Desaparecidos, Madres del Dolor y la Central de Movimientos Populares que dirige Luis D’Elía. Aunque no era el objetivo explícito del acto, el mismo dejó ver un apoyo al proyecto nacional y popu-lar y una denuncia abierta del golpe de Estado que se viene preparando. “Aquí hay un plan orquestado para denos-tar a las organizaciones sociales, que se inscribe dentro de un plan destituyente que pretende voltear los cientos de conquistas logradas” (LN 20/10), imputaba Lito Borello, del Comedor Los Pibes de La Boca. “Lo que preocupa a Morales y a los que tra-bajan de políticos no es un vidrio roto sino esta foto, la posibilidad de que el pueblo esté organizado” (C 20/10), aclaraba por su parte Fernando Esteche de Quebracho.

Los fantasmas de la lucha armada Entonces, la derecha opositora subía la apuesta y co-menzaban a aparecer las denuncias de “bandas armadas”. Morales avanzaba contra Sala: “Tiene a las familias pobres de Jujuy amedrentadas. Las presionan, las tienen de rehén, tienen grupos armados que hacen prácticas de tiro” (LN y P12 20/10). María Eugenia Estenssoro, legisladora de la Coalición Cívica, hablaba de “grupos armados que reciben financiamiento del Gobierno nacional” y llamaba a impedir que “la Argentina vuelva a caer en un estado de violencia armada” (P12 12/10). No tuvo que transcurrir demasiado tiempo para que las armas se instalaran en el corazón de la oligarquía terrate-niente, la cual, a través de su escriba Joaquín Morales So-lá, sostenía: “En Jujuy, la líder piquetera kirchnerista Milagro Sala carga armas. Unos 500 militantes de su organización tam-bién están armados con revólveres y pistolas (…).

”Una vieja versión indicaba que los piqueteros kirchenristas cuentan con armas, además de garrotes y la violencia que suelen acompañar apariciones públicas cuando salen en defensa del Go-bierno. Nadie sabía si creer en ellas o no (…).

”Sin embargo, la denuncia de Morales (un político que proviene de la corriente progresista del radicalismo) y la imagen irrefutable de D’Elía y Esteche juntos le abren paso a una pregunta esencial: ¿por qué sería Sala la única piquetera armada del país? ¿Es posi-ble que otros dirigentes piqueteros del país, aún los más conocidos, dirijan también a militantes armados? Es posible, desgraciadamen-te”.

”La experiencia del escrache de Jujuy (…) pudo ser el primer síntoma de una política más violenta de las fuerzas de choque ofi-cialistas” (LN 21/10). El plan golpista pega una vuelta de tuerca más. Si sacar al Gobierno por la fuerza estaba ya democráticamente justificado a causa de su accionar “dictatorial”, “fascista” y “estalinista”, ahora más todavía al “comprobarse” –aunque nadie haya presentado prue-bas de nada– la existencia de grupos armados paraoficia-listas dispuestos a implantar el terror con el único objeti-

vo de retener el poder y “la caja”. Como se observa, el plan B de la patria terrateniente se va convirtiendo en un plan, cada vez más, A. Frente a la imposibilidad de gestar un candidato adicto con verdadero arraigo en las masas –tal como señalamos más arriba–, el apoderarse del poder de un manotazo se convierte en la hipótesis más viable. Sólo queda el arduo trabajo te convencer a la población de que la interrupción del proceso democrático no será tal, sino una necesidad en nombre del mismo proceso democrático-institucional, frente al sostenido defeca-miento de las instituciones constitucionales que perpetra el oficialismo. Tal es el movimiento que se construyó en la centroamericana República de Honduras para justificar el golpe allí perpetrado.

Por otra parte, la oligarquía apunta directamente al co-razón de los argentinos –fundamentalmente al de las ca-pas medias–, agitando nuevamente los fantasmas de la lucha armada; conociendo como nadie el modo en que la tradición de las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de las generaciones vivas, por ser ella misma la gerenciadora del enterramiento de toda una ge-neración que cayó derrotada combatiéndola.

Desde la fuerza social contraria, denunciaban que el asunto de las bandas piqueteras armadas era un fantasma agitado por la derecha “para instalar un clima de vértigo en los sectores de clase media. Buscan demonizar a las organizaciones y abrirle el paso a lo que viene después, que es el pedido de mayor mano dura” (P12 22/10), tal como lo indicaba Hugo Yas-ky, secretario general de la CTA, central en la que está encuadrada la Tupac. Desde otra organización de la CTA, el jefe del Frente Transversal, Edgardo Depetri, imputaba a la oposición –y fundamentalmente a Lilita Carrió– la utilización de “conceptos similares a los de la CIA norteamericana y los grupos concentrados de la economía” (CR 22/10).

El ping-pong no daba respiro. Ese mismo día, Morales volvía a colocar en el centro de la tormenta a la organiza-ción jujeña, a la que definía como “una organización mafiosa vinculada hasta con la droga”, que “tiene infiltrada a la policía” (LN 22/10). A lo que salía al cruce nuevamente Yasky, sosteniendo que “quienes atacan a las organizaciones sociales atacan a la Central de los Trabajadores Argentinos” (C 22/10), reafirmando la histórica apertura de esta central sindical hacia aquellas organizaciones que nuclean al sector de la clase trabajadora desocupada. Añadía que gracias a ella “perdieron espacio la lacra del clientelismo político, el narcotráfico y los grupos mafiosos”, y finalmente señalaba algunos logros de la Tupac: “3800 viviendas, escuelas, y un centro de salud con tecnología de primera, con un tomógrafo que está gratuitamente a disposición de todos los jujeños” (P12 23/10).

Mire Doña Propiedad, póngase un rato a pensar… En esta situación de pelea desatada, tanto el órgano diri-gido a “bajar línea” a los cuadros gerenciales de la oligar-quía –La Nación–, como el agitador de masas en función de los mismos intereses –Clarín–, publicaban sendos in-formes especiales en sus ediciones del domingo 25 de octubre acerca de Milagro Sala y la Tupac Amarú. Am-bos hablan de un “Estado paralelo” que construyó dicha organización, del poder que maneja Sala en su territorio e

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34 El Universo y sus capas en movimiento

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insisten, como no puede ser de otra manera, con la pose-sión de armas por parte de sus militantes, su vinculación con las drogas, su relación con una facción de la hincha-da de Gimnasia y Esgrima de Jujuy autodenominada “La Banda de la Flaca” y –por supuesto– su vinculación con el Gobierno nacional y los fondos que recibe del mismo. Se busca instalar así la imagen de un clientelismo crecien-te en el manejo de los recursos del Estado y nuevamente la concentración de poder en una sola persona. Así como se habla de la concentración de todo el poder estatal en la figura del Primer Caballero y diputado electo Néstor Kirchner, se muestra aquí a Sala como la dueña y señora de toda una zona de la provincia de Jujuy y del estado de subordinación en que mantiene a las familias pobres. Se trata de la clásica operación que la fuerza social encabe-zada por los grandes dueños del suelo argentino realiza siempre para atacar a la fuerza contraria: reducir todo un colectivo que construye un modelo de país a una sola persona que maneja con un movimiento de manos los destinos de la “pobre gente” que nada puede hacer ante los atropellos de sus mandantes. Mostrar al pueblo traba-jador como un “pobrecito” sin capacidad de defenderse frente a un liderazgo popular, así como se lo muestra como violento cuando se defiende frente al poder de las clases dominantes. Por eso la dirigente ligada a la emba-jada norteamericana y el capital extranjero, Lilita Carrió, habla de “liberarlos” a los pobres de las garras del Go-bierno y de las organizaciones sociales. La forma de esta “liberación” es, por supuesto, el reemplazo de las coopera-tivas de trabajo y de toda la organización social por la in-troducción del capital privado en todos esos territorios donde se intentan construir relaciones sociales diferentes a aquellas dominadas por el vínculo capitalista. Y esto es intolerable tanto para la oligarquía que conduce la fuerza social opositora como para el empresariado industrial que aún conduce, aunque a regañadientes, la fuerza social encarnada en el Gobierno nacional. Pues se trata del cuestionamiento de lo más esencial para ambas: la pro-piedad privada, razón de su existencia y su reproducción como clases sociales.

Las denuncias por la escalada de violencia política en el país por parte de estos sectores tienen menos que ver con su preocupación por la seguridad y la integridad físi-ca de todos los argentinos que con la defensa de su pro-piedad, que sin duda están viendo amenazada ante el avance del proyecto nacional y popular, que objetiva-mente ya no puede dar más pasos sin “meter mano” en aquella. Así es cómo necesitan mostrar como delincuen-tes comunes a los dirigentes que están al frente de dicho proyecto y asimismo reclamar represión de cualquier de-sarrollo organizativo que atente contra la acumulación de capital, tal como lo expresa la columna del histórico Ma-riano Grondona del mismo domingo 25 de octubre, titu-lada “La fuerza de la violencia en nuestra democracia”. Sin titubeos: “Ahora se supone que la organización Tupac Amaru, que se moviliza bajo el liderazgo de Milagro Sala, lejos de ser un movimiento meramente ‘social’ preocupado, como tantos otros, por la pobreza creciente que nos rodea, es una verdadera mafia política de armas llevar, alimentada por la ‘caja’ de la

Casa Rosada, cuya expansión desborda incluso al propio gobierno jujeño pese a su pátina kirchnerista (…).

”Que se pueda ubicar a Sala y a D’Elía al frente de presuntos grupos armados no sólo impunes sino también amparados por su mandante es una inquietante señal de que la democracia argentina no ha podido poner en su lugar a la fuerza y a la violencia, como lo han logrado en cambio las democracias que nos rodean.

”En cualquier democracia bien ordenada existen y operan las Fuerzas Armadas y la policía. Ambas estructuras conforman lo que llamaríamos la fuerza oficial del Estado, que es legítima a condición de que se sujete estrictamente a la Constitución y las leyes. Esto puede no ocurrir, en un caso, cuando la fuerza se rebela co-ntra el orden democrático, como ocurrió entre nosotros en los años setenta. Fue entonces cuando la fuerza del Estado argentino se des-naturalizó en violencia. Pero a la violencia también se puede lle-gar cuando, desde fuera del Estado, otras organizaciones armadas pretenden desafiarlo. Esta fue la segunda distorsión que, detrás de ERP y Montoneros, también nos conmovió en los años setenta.

”(…) Lo que hizo Kirchner a partir de 2003 fue destruir a las organizaciones legítimas de la fuerza, dejando el campo abierto a la violencia eventual de organizaciones ‘privadas’ cuya vanguardia han sido, desde entonces, diversos grupos piqueteros. Kirchner pro-curó cooptarlos pero ya no para que se ajustaran al orden democrá-tico, sino para que le sirvieran a él mismo de escudo o, eventual-mente, de espada” (LN 25/10). El cuadro se completa con el editorial de ese mismo día, titulado “La espiral de vio-lencia”, donde se dispara: “Las personas que se organizan pa-ra llevar adelante hechos como los que se multiplican en estos días no es gente que, de pronto, enfureció. Se trata de militantes políticos que conciben el progreso social como el resultado del conflicto. La violencia no es, en su caso, el resultado de una emoción momentá-nea. Es un método. La izquierda ha tenido en el mundo una inte-resante evolución durante los últimos 30 años que llevó a revisar la noción de revolución y la estrategia de la lucha armada. Pero los grupos que alimentan hoy con su agresividad las noticias de los me-dios no han conocido ese desarrollo (…).

”Hay otro motivo que no justifica pero sí explica la difusión de la violencia. Es la política social del Gobierno. El kirchnerismo ha exagerado una propensión habitual de la dirigencia política argen-tina: la de luchar contra la pobreza con los recursos del presupuesto estatal, sin considerar una estrategia de desarrollo sostenido de la economía” (LN 25/10).

Ya conocemos cuál es para la oligarquía terrateniente el significado de la expresión “desarrollo sostenido de la economía”. El libre juego de las fuerzas del mercado, que implica la apertura de la economía a la competencia extranjera junto con la libre entrada y salida de capitales –“seguridad jurídica” en la jerga empresarial– y la mayor flexibilidad posible para el empresariado en el manejo de la fuerza de trabajo. Todo garantizado por las fuerzas armadas y la policía (“la fuerza oficial del Estado”).

El “Plan Martínez de Hoz” y el “Plan Cavallo” recar-gados, ya que hoy día –a diferencia del ’76 y del ’90– son muchas más las fracciones de la clase trabajadora y de la pequeña y mediana burguesía que deben nesariamente perecer como resultado de su implementación. De allí las dificultades crecientes para generar consenso en torno de aquél. Pues todo parece indicar que nadie va a resignarse a pasar por las brasas sin librar combate.