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    La humildad, camino de perfeccin

    y cimiento del castillo interior

    M del Carmen GARCA ESTRADAlcal de Henares (Madrid)

    I.

    Introduccin.

    II. La humildad en la Orden de las carmelitas descalzas, a travs dela Regla y la Constitucin.

    III.

    Qu no es la humildad.

    3.1.La falsa humildad y el ejemplo de las mercedes del rey.3.2.La peticin de mercedes y regalos en la oracin no es humildad.3.3.Las tentaciones de la falsa humildad.

    IV.

    La verdadera humildad y el verdadero humilde.

    4.1.La verdadera humildad.4.2.El verdadero humilde.

    V.

    La Virgen, modelo y gua de humildad.

    VI.

    La humildad de Dios.

    6.1.La humildad de Dios es habitar su Grandeza en nuestra pequea alma.

    6.2.La peticin del Hijo al Padre Eterno de la licencia para quedarsesiempre con nosotros y renovar cada da el sufrimiento de su pasin

    y muerte de cruz.

    6.3.Dios acoge a los humildes: el ejemplo de un pastorcito y del letradosoberbio.

    6.4.La humildad de Dios en la enseanza de la oracin del padrenuestro.6.5.La grandeza y humildad de Dios se iguala a nuestra pequeez,

    como se manifiesta en el padrenuestro.

    Santa Teresa y el mundo teresiano del Barroco,San Lorenzo del Escorial 2015, pp. 213-236. ISBN: 978-84-15659-31-0

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    VII. Por qu Dios es tan amigo de la humildad? Definicin de lahumildad.

    VIII. La loa de la humildad.

    IX. Conclusiones.

    X.

    Referencias bibliogrficas.

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    I. INTRODUCCIN

    Un castillo interior de diamante o cristal muy claro es la labor a que estnconvocadas las carmelitas descalzas en su vida espiritual: sus muros son lasvirtudes, y el cimiento, que lo sustenta, la humildad. Dice Osuna, en su Tercerabecedario espiritual:la humildad debe ser como un abrir los cimientos yhacer la zanja para el edificio1.

    La humildad procede del trmino latino 'humus', que dice tierra, lo msbajo, lo que todos pisan al andar, Y as lo confirma Sebastin de Covarrubiasen Tesoro de la lengua castellana o espaola, primer diccionario de nuestralengua: digo que humilde, humildad, humillacin, etc., traen su origen en humus,humi, que es tierra2. Pensaba MahatmaGandhi(1869-1948) que Uno debeser tan humilde como el polvo para poder descubrir la verdad. Es decir, laverdad y la humildad andan juntas. Un santo, Pedro de Alcntara, citado por

    la madre Teresa en sus obras, considera la humildad, madre de todas las virtudes,como tambin revela santa Clara este valor: grandes muros son los de la pobreza.De stos, deca ella, y de humildad quera cercar sus monasterios3. En laliteratura, Cervantes insiste tambin en que la humildad es la base y fundamento detodas las virtudes, pues sin ella no hay ninguna que lo sea, y Lope de Vegadeja un hueco, en el ttulo de una de sus obras dramticas, para dar cabida a lahumildad. La obra es: Triunfo de la humildad y soberbia abatida4. Un rosarioes la humildad, cuyas cuentas son los pensamientos que escritores y santosdesgranan en torno a ella.

    La humildad es una palabra que aparece con frecuencia en Las Moradas,escritas por Teresa de Jess. El trmino se hace presente tantas veces que mesorprenda y a la vez me dejaba sorprender, cuando lo lea en el libro. No obstante,solo al encontrar que el concepto de humildad, explicado por la Doctora Mstica,

    pareca coincida con el mo, en ese momento, me determin a tomarme eltrabajo de estudiar este motivo ms profundamente. Haba elaborado haca yamucho tiempo, con las plumas de las aves y los peldaos de la escalera, mi

    1OSUNA, F. de, Tercer abecedario espiritual, Tratado XIX, p. 502.2

    Tesoro de la lengua castellana o espaola, p. 705.3Camino de perfeccin,2, 8, p. 56.4La obra es de 1618 y est editada por Juan de la Cuesta.

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    propia definicin de humildad: la humildad no consiste en adornarse conplumas ajenas, ni tampoco en situarse, en la escalera, peldaos ms abajo de

    lo que nos corresponde. Es decir, se trata de enjuiciarse a s mismo, a otras personasy a diversas situaciones, segn un criterio de realidad y de atender la verdadde los hechos. Quise saber, entonces, si mi definicin se aproximaba a la suyay cul era la definicin de humildad de la Santa Madre.

    El objetivo de este trabajo es, pues, recoger el pensamiento de Teresa deJess sobre la humildad, dispersado en dos obras suyas: Camino de perfeccinyCastillo interior o Las moradas5para responder a estas preguntas: Qu lugartiene la humildad en la Regla y la Constitucin del Carmelo Descalzo? Quno es la humildad? Cul es la verdadera humildad y el verdadero humilde?Quin es la gua de humildad? En qu consiste la humildad de Dios? Cmodefine Teresa de Jess la humildad? El estudio termina en unas conclusiones,a las que siguen las abreviaturas y las referencias bibliogrficas. A dar respuestaa estas preguntas se dedican los siguientes captulos.

    II. LA HUMILDAD EN LA ORDEN DE LAS CARMELITAS DESCALZAS,A TRAVS DE LA REGLA Y LA CONSTITUCIN

    La Regla de las Carmelitas Descalzas tiene un doble carcter: espiritual y

    normativo. Contiene las disposiciones a las que las monjas deben adaptar su vidaespiritual y la prctica cotidiana. Entre ellas, destaca que slo deben ser trece lasreligiosas de cada convento; que deben vivir en la pobreza, inspirada por Cristo, sintener renta6; que deben trabajar para comer; que deben abstenerse de carne, salvonecesidad por enfermedad; que deben practicar el ayuno y la disciplina, adems delsilencio7y que deben vivir en oracin8. En este marco, se encuentra la humildad.

    5Se ha utilizado, en las citas, las siguientes ediciones: Camino de perfeccin, introduccinde Jos Vicente RODRGUEZ; edicin de Salvador ROS GARCA, Editorial Monte Carmelo,Madrid 2008. El autgrafo de la primera redaccin se conoce como Cdice de El Escorial,porconservarse en su biblioteca, por orden de Felipe II; el de la segunda redaccin, Cdice deValladolid, est en el convento de las Carmelitas Descalzas de esta ciudad; Para Castillointerior, se sigue la edicin con estudio preliminar de F. C. SINZ DE ROBLES, Aguilar,Madrid 1970. Se tiene en cuenta la edicin de M Jess MANCHO DUQUE (Camino) y deYolanda ARENCIBIA (Moradas).

    6Ya desde el segundo captulo de Camino de Perfeccin, se alude a la renta: Pues dejisla renta, dejad el cuidado de la comida; si no, todo va perdido (Camino de Perfeccin, 2, 1; enadelante, CP). Y ms adelante, dice: Pues hacer mucho ruido al caerse casa de trece pobrecillas, no esbien, que los pobres verdaderos no han de hacer ruido (CP 2, 10).

    7Se mencionan estas tres prcticas, ayuno, disciplina y silencio, en: Con que se haga esto[la oracin] con todo el cuidado que pudiramos, que es lo ms importante, no se dejarn de

    cumplir los ayunos, disciplinas y silencio que manda la Orden (CP 2, 2).8Teresa de Jess recuerda la Regla a sus monjas, en el punto de la oracin: Dice en laprimera Regla nuestra que oremos sin cesar [Regla carmelitana, n 8] (CP 2, 2).

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    Cuando Teresa de Jess escribe Camino de perfeccin, sintetiza la Constitucinen tres principios, que interesa mucho observar para vivir en armona dentro

    del convento, y encarga a sus monjas tres obediencias: la una es amor unas conotras; otra, desasimiento de todo lo criado, la otra, verdadera humildad, queaunque la digo a la postre, es la principal y las abraza a todas (CP 4, 4). Deeste modo, en una breve frmula, reduce a tres las directrices fundamentalesen su vida religiosa. La humildad es cabeza y cimiento de estas directrices yde todas las virtudes que necesitan alcanzar. Por ello, se referir a la humildadfrecuentemente en la exposicin de diferentes cuestiones en la obra citada yen sus otros escritos.

    Pero, al tiempo que es la humildad un fin inamovible de la Orden, encuentraTeresa alguna norma que parece contradecirlo, donde se honra a la priora porencima de las dems religiosas, y, con un sentido crtico inigualable y, audazmente,seala lo siguiente: Pues entre nosotras, la que ha sido priora, ha de quedarinhabilitada para otro oficio ms bajo; un mirar en la que es ms antigua, queesto no se nos olvida, y aun a las veces parece merecemos en ello, porque lomanda la Orden (CP 36, 4). Tanto le importa guardar humildad y es virtudtan preciosa y precisa para ella que no duda en descuidar esta norma:

    S que no manda la Orden que no tengamos humildad. Manda que

    haya concierto. Mas yo no he de estar tan concertada en cosas de miestima, que tenga tanto cuidado en este punto de la Orden como de otrascosas de ella., que por ventura guardaremos imperfectamente; no esttoda nuestra perfeccin de guardarla en esto; otras lo mirarn por m, siyo me descuido (CP 36, 5).

    Y vuelve los ojos al Seor, el mayor ejemplo de humildad y de honraverdadera: Sois Vos nuestro dechado y Maestro? S, por cierto. Pues enqu estuvo vuestra honra, Honrador nuestro? No la perdisteis, por cierto, en

    ser humillado hasta la muerte? No, Seor, sino que la ganasteis para todos(CP 36, 6). Teresa de Jess est decidida a tener humildad por encima de lahonra. E inculcando este ejercicio a sus monjas, les ensea qu es humildad9.

    III. QU NO ES LA HUMILDAD

    Antes de definir qu es la humildad, trata Teresa de Jess sobre lo que noes la humildad, y aqu viene el decir cules son los encogimientos faltos de

    9En la primera redaccin de este estudio, se insertaba, donde ahora est el captulo III, otro,de ocho pginas, La humildad en la oracin, ahora suprimido por su extensin.

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    humildad y extenderse en declararlo, distinguiendo la falsa humildad, de lahumildad verdadera.

    3.1.La falsa humildad y el ejemplo de las mercedes del rey

    Identifica la santa abulense los encogimientos del nimo con la falsahumildad y advierte a sus religiosas que no es esta la manera de proceder,cuando reciben las mercedes divinas: Djese de unos encogimientos que tienenalgunas personas, y piensan es humildad. S, que no est la humildad en que si elrey os hace una merced no la tomis, sino tomarla y entender cun sobrada os viene

    y holgaros con ella (CP 28, 3). E, introducido el tema, prosigue irnicamente:Donosa humildad, que me tenga yo al Emperador del cielo y la tierraen mi casa, que se viene a ella por hacerme merced y holgarse conmigo,y que por humildad ni le quiera responder ni estarme con l, ni tomarlo que me da, sino que le deje solo que estndome diciendo y rogandoque pida, por humildad me quede pobre, y aun le deje ir porque ve queno acabo de determinarme! (CP 28, 3).

    Y, despus de esta acertada representacin, se dirige a sus hermanas para

    recomendarles que no tengan esta respuesta pues, pareciendo humildad, esfalsa humildad y les describe el modo de comportarse cuando estn a solascon Dios: No os curis hijas de estas humildades, sino tratad con l comocon padre y como con hermano y como con seor y como con esposo; a vecesde una manera, a veces de otra, que l os ensear lo que habis de hacer paracontentarle CP 28, 3).

    Finalmente, pone esta advertencia: Dejos de ser bobas; pedidle la palabra, quevuestro Esposo es, que os trate como a tal (CP 28, 3). No cabe duda: es el estilo

    de santa Teresa, colocando cada cosa en su sitio, con energa.

    3.2.La peticin de regalos y mercedes de la oracin no es humildad

    Teresa de Jess reprocha tambin a sus monjas el comportamiento contrario:que pidan al Seor losregalos y mercedes de la oracin. Exhorta a sus hermanas aque dejen cumplir a Dios su voluntad en ellas y acude al argumento de la humildad

    para poner en evidencia esta negativa actitud:

    As que, hermanas, no sabemos lo que pedimos; dejemos hacer alSeor que hay algunas personas que por su justicia parece que quieren

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    pedir a Dios regalos. Donosa manera de humildad! Por eso, hace bienel conocedor de todos, que pocas veces creo los da a stos: ve claro que

    no son para beber el cliz (CP 18, 6)10.

    3.3.Las tentaciones de la falsa humildad

    Dos son las tentaciones en que puede traer el demonio gran dao al alma:una, hacer creer que todo es ruindad y miseria en la propia alma y bien en elobrar ajeno; otra, contraria, la confianza y seguridad en las propias virtudes(CP 39).

    Habla la priora respecto de la primera: Pues, guardaos tambin, hijas, deunas humildades que pone el demonio con gran inquietud de la gravedad denuestros pecados11. Y ms adelante, contina con la descripcin de esta inquietud:Todo le parece peligro lo que trata y sin fruto lo que sirve, por bueno quesea. Dale una desconfianza, que se le caen los brazos para hacer ningn bien,

    porque le parece que lo que lo es en los otros, en ella es mal (CP 39, 1). Denuevo, insiste en las dos clases de humildades: la buena procede de Dios y lafalsa humildad viene del demonio: Mirad mucho, hijas, en este punto que osdir porque algunas veces podr ser humildad y virtud teneros por tan ruin, y

    otras, grandsima tentacin. Describe cmo es cada una:

    La humildad no inquieta, ni desasosiega ni alborota el alma, por grandeque sea, sino viene con paz y regalo y sosiego. []. Estotra pena todolo turba, todo lo alborota, toda el alma revuelve, es muy penosa. Creo

    pretende el demonio que pensemos tenemos humildad y, si pudiese, avueltas que desconfisemos de Dios (CP 39, 2).

    En esta distincin, se identifica a Dios con la paz y el orden y al demonio,

    con la inquietud y la guerra del alma. Y propone Teresa de Jess a sus hermanasuna solucin para acabar con estas perturbaciones: Cuando as os hallareis,atajad el pensamiento de vuestra miseria lo ms que pudiereis y ponedle en lamisericordia de Dios y en lo que nos ama y padeci por nosotros (CP 39, 3).

    En cuanto a la segunda tentacin, la priora dice:

    10Mt 20, 22 Mas Jess le dio por respuesta [a la madre de los hijos de Zebedeo]: No sabis loque os peds. Podis beber el cliz de la pasinque yo tengo de beber? Dcenle: Bien podemos.

    11En este punto, el Cdice de El Escorial aade unos ejemplos de los escrpulos que pone

    el demonio: ... pecados pasados, si merezco llegarme al Sacramento, si me dispuse bien,si no soy para vivir entre buenos. Cita recogida de MANCHO DUQUE, edicin de Caminode perfeccin, Madrid 2015, p. 253, nota a pie de pgina, 774.

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    Pone otra bien peligrosa, que es una seguridad de parecernos que enninguna manera tornaramos a las culpas pasadas y contentos del mundo.

    []. As que, aunque ms gustos y prendas de amor el Seor os d, nuncatanto andis seguras que dejis de temer podis tornar a caer, y guardarosde las ocasiones (CP 39, 4).

    Se constatan los avisos de la Santa en ejemplos concretos, porque su intencines resolver los problemas particulares de sus monjas, previniendo todos losriesgos de la vida interior y de la intervencin demonaca. Su amor y responsabilidadquedan patentes con esta transmisin de sus propias experiencias.

    IV. LA VERDADERA HUMILDAD Y EL VERDADERO HUMILDE

    Teresa de Jess afina el sentido de humildad, hablando a sus hermanassobre lo que es la verdadera humildad y el verdadero humilde. La manera de incluirestas citas en su conversacin no consiste en agruparlas todas en un mismo captulo,sino que las hace aparecer, aqu y all, en las diferentes cuestiones que trata.

    4.1.La verdadera humildad

    La verdadera humildad reside en desasirse del mundo, imitar a Cristo yproceder de Dios; ella nos granjea su socorro, nos cura las heridas y nos haceacatar su voluntad.

    4.1.1. La verdadera humildad va unida al desasimiento del mundo.

    Aqu [en el motivo del desasimiento] puede entrar la verdadera humildadporque esta virtud y estotra [el desasimiento] parceme andan siemprejuntas. Son dos hermanas que no hay para qu las apartar. No son stoslos deudos de que yo aviso se aparten, sino que los abracen, y las amen

    y nunca se vean sin ellas (CP 10, 3). EnLa Vida(cp. 20; en adelante,V) se mantiene el mismo pensamiento dado a entender con bellossmbolos hortelanos: Aqu [en el desasimiento] se gana la verdaderahumildad para no drsele nada de decir bienes de s, ni que lo diganotros. Reparte el Seor del huerto la fruta y no ella, y as no se le peganada a las manos.

    4.1.2. La verdadera humildad imita a Cristo y calla ante las ofensas sin culpa.

    [...] es de gran humildad verse condenar sin culpa y callar, y es gran

    imitacin del Seor que nos quit todas las culpas (CP 15, 1). En otra

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    cita, reafirma esta idea: Porque si quiere imitar al Seor, en qu mejorpuede que en esto [callar cuando es culpado sin culpa]? (CP 15, 2).

    4.1.3. La verdadera humildad viene de Dios.

    Creo va mucho en acostumbrarse a esta virtud [humildad], o en procuraralcanzar del Seor verdadera humildad, que de aqu debe venir (CP 15,2). Y aade ms adelante: [...] aqu [en imitar a Cristo, lo que es verdaderahumildad] no son necesarias fuerzas corporales ni de nadie, sino deDios (CP 15, 2).

    4.1.4. La verdadera humildad nos granjea el socorro de Dios y cura las heridas.Verdad es que, sirviendo con humildad, en fin nos socorre el Seor enlas necesidades; mas si no hay muy de veras esta virtud, a cada paso -como dicen- os dejar el Seor. Y es grandsima merced suya, que es paraque la tengis y entendis con verdad que no tenemos nada que no lorecibimos (1, Cor 4.7). Ntese que Teresa pone en boca de otros, comodicen, la idea de que sin humildad el Seor se aleja, no queriendo incurriren responsabilidades. [...] humildad que es el ungento de nuestrasheridas, porque si la hay de veras, aunque tarde algn tiempo, vendr el

    cirujano, que es Dios, a sanarnos (Moradas, III, 2,6; en adelante, M).

    4.1.5. La verdadera humildad es aceptar la voluntad de Dios.

    Miren que la verdadera humildad est mucho en contentarse con loque el Seor quisiere hacer de ellos y siempre hallarse indignos de llamarsesus siervos (CP 17, 6).

    4.2.El verdadero humildeEn cuanto al verdadero humilde, la Santa lo define falto de soberbia con lo

    cual, al no compararse con su prjimo, de donde nace la envidia, el verdaderohumilde contribuye a la paz del convento y a una convivencia en armona consus semejantes y, al tiempo, reafirma esta actitud humilde cuando dice de lque no considera sus virtudes, desconfiando de sus fuerzas pero se da cuentade las virtudes ajenas. No puede hilar ms fino la priora para atender elimprescindible sosiego de su casa. Tambin aade que el verdadero humildeimita a Cristo.

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    4.2.1. El verdadero humilde no se iguala a los mejores en perfeccin moral.

    Cmo podr el verdadero humilde pensar que es l tan bueno como losque llegan a contemplacin? (CP 17, 1). Manifiesta que el verdadero humildeno es ostentoso ni osa igualarse a los mejores.

    4.2.2. El verdadero humilde desconfa de sus virtudes y las ve ms ciertas enel prjimo.

    Mas tornos [a] avisar que, aunque os parezca la tenis [virtud] temisque os engais. Porque el verdadero humilde siempre anda dudoso en virtudes

    propias, y muy ordinariamente le parecen ms ciertas y de ms valor las queve en sus prjimos (CP, 38, 8). Considera Teresa de Jess que la seguridad enlas propias virtudes es una tentacin del demonio, por la que puede hacer grandao al alma porque procura la vanagloria y quiebra la humildad.

    4.2.3. El verdadero humilde imita a Cristo y desea ser tenido en poco ycondenados sin culpa:

    El verdadero humilde ha de desear con verdad ser tenido en poco y

    perseguido y condenado sin culpa aun en cosas graves. Porque si quiereimitar al Seor, en qu mejor puede que en esto? (CP 15, 2).

    En sntesis, la verdadera humildad y el verdadero humilde, como debe ser,coinciden en la mayora de sus parmetros.

    V. LA VIRGEN, MODELO Y GUA DE HUMILDAD

    Y a quin, modelo de perfeccin, podremos mirar y ofrecer nuestro

    corazn para que en l labre el prodigio de la humildad? Quin ser nuestragua, en este camino de humildad?

    Teresa de Jess est hablando a sus hermanas sobre la importancia de nojustificar sus imperfecciones, y, para rebatir sus excusas, se apoya en el Seor,pues:

    Parece que haba razn para que el buen Jess sufriese tantas injuriasy se las hiciesen y tantas sinrazones? La que no quisiere llevar cruz,sino la que le dieren muy puesta en razn, no s yo para qu est en el

    monasterio, trnese al mundo, adonde an no le guardarn esas razones(CP 13, 1).

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    Trata, a la vez, el tema de la honra, prctica que hay que despreciar en estemundo, para desasirnos de l, y ya que la honra, con sus regalos, se relaciona,

    por oposicin, con la deshonra y sus agravios, recomienda la madre Teresa,con una bella imagen, extrada del matrimonio, que si gozamos del reino delos cielos, tambin hemos de tener parte en los agravios que se hacen al Rey deellos y plantea, con agudeza, esta radical alternativa: O somos esposas de tangran Rey, o no. Y, si se contesta afirmativamente, no tenemos ms remedio que

    participar tambin en las deshonras que le hacen, Pues tener parte en su reinoy gozarle, y de las deshonras y trabajos querer quedar sin ninguna parte, esdisparate, (CP 13, 3). Su expresin, tajante, procede de la reciedumbre de suconciencia y de la inflamacin en el fuego de amor divino. Por esto, considera

    bienaventurada a la que sufre agravios, que si lo lleva como lo ha de llevar,[sepa] que no le faltar honra en esta vida ni en la otra (CP 13, 2). Estas citasdel discurso sobre la honra desembocan en el camino de humildad. Y para

    potenciar sus argumentos, santa Teresa se basa en la Biblia; pide que no lacrean a ella, sino a la misma Sabidura, apuntando para dignificar los agravios,al pasaje de la cena en casa del fariseo, donde Jess dice: As es que cualquieraque se ensalza, ser humillado; y quien se humilla, ser ensalzado (Lc 14, 11).

    Pero, para llegar al puerto seguro de la humildad, manifestado en la sentenciade Jess, se necesita un faro que ilumine la ruta, y Teresa indica cul ha de

    ser la gua de humildad, con estas eficaces y apropiadas palabras:

    Parezcmonos, hijas mas, en algo a la gran humildad de la VirgenSacratsima, cuyo hbito traemos12, que es confusin nombrarnos monjassuyas; que por mucho que nos parezca nos humillamos, quedamos biencortas para ser hijas de tal Madre y esposas de tal Esposo. As, que silas cosas dichas no se atajan con diligencia, lo que hoy no parece nada,maana por ventura ser pecado venial; y es de tan mala digestin, quesi os dejseis no quedar solo. Es cosa muy mala para congregaciones

    (CP 13, 3).El argumento empleado, la Virgen, gua de humildad, se funda en razn,

    como muestra el Nuevo Testamento, en la Anunciacin, Entonces dijo Mara:He aqu la esclava del Seor, hgase en m, segn tu palabra (Lc 1, 38), y enla visita a su parienta Isabel, cuando Mara responde a su salutacin: Mi almaglorifica al Seor, [] porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava;

    12La referencia al hbito de Nuestra Seora del Carmen, que visten las carmelitas, se halla

    tambin en M III, 1: Ms bien sabe Su Majestad que slo puedo presumir de su misericordia[] y confiar en los mritos de su Hijo y de la Virgen, madre suya, cuyo hbito indignamentetraigo y treis vosotras.

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    []. Hizo alarde del poder de su brazo; deshizo las miras del corazn de lossoberbios. Derrib del solio a los poderosos y ensalz a los humildes (Lc 1,

    46-52), donde se muestra la humildad de la Virgen13 al considerarse, en ambosejemplos, esclava del Seor.

    En este pasaje, Teresa de Jess acude a una referencia muy conocida porsus religiosas: la evidencia del hbito. Se muestra as la pedagoga teresianaen el proceso de la comunicacin, pues busca llegar al corazn de las destinatariasde su mensaje con los ejemplos ms sencillos y con las imgenes ms familiares(vestir el hbito de la Virgen, ser hija y esposa), cuya interpretacin, por la propiaexperiencia, est al alcance de todas, incluso, la ms sencilla de ellas lo puede

    comprender. Y, de este modo, establece la diferencia que hay entre la humildadde la Virgen y lo cortas que ellas quedan, por mucho que les parezca que sehumillan.

    VI. LA HUMILDAD DE DIOS

    Si la Virgen debe ser la gua de la humildad para las religiosas carmelitasdescalzas que visten su hbito, la humildad de Dios se manifiesta en la personade Jess, ejemplo de humildad. He aqu algunos de los motivos expuestos, las

    cuentas del rosario de humildad que Teresa de Jess desgrana para meditacinde sus hermanas, cuando reflexiona sobre el padrenuestro a fin de encauzar suoracin vocal y mental.

    6.1.La humildad de Dios es habitar su Grandeza en nuestra pequea alma

    Teresa de Jess se sorprende y admira al percibir la humildad de Dios: estaconsiste en, siendo l tan grande, dignarse habitar en el alma nuestra tan pequea.

    Ahora ve claro quin habita su alma, pues, antes, cegada por las vanidades delmundo, no lo haba entendido:

    Que a mi parecer, si como ahora entiendo que en este palacio pequeitode mi alma cabe tan gran Rey, que no le dejara tantas veces solo; alguname estuviera con l, y ms procurara que no estuviera tan sucia. Mas qucosa de tanta admiracin, quien hinchiera mil mundos y muy muchos

    13La Virgen de la Humildad es una advocacin mariana. Iconogrficamente, se representa

    a la Virgen sentada en un cojn bajo, colocado en el suelo; lleva al Nio Jess en sus brazos yse enmarcan los personajes en unos bellos paos. Vase la figura 1, La Virgen de la Humildad,de Fra Angelico.

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    ms con su grandeza, encerrarse en una cosa tan pequea! A la verdad,como es Seor, consigo trae la libertad, y como nos ama, hcese a

    nuestra medida (CP 28, 11).

    Hacerse a nuestra medida, qu acierto de expresin: indica que, en suhumildad, Dios se iguala a nosotros, obligndose a empequeecerse ala medida de nuestra pequeez. La manera de categorizar la relacincon tan gran Seor es acudir al tratamiento de Rey, y transformar nuestrapequea alma en pequeo palacio para albergarlo, respondiendo as asu majestad.

    6.2. La peticin del Hijo al Padre Eterno de la licencia para quedarse siemprecon nosotros y renovar cada da el sufrimiento de su pasin y muerte de cruz

    De este motivo, se ocupa santa Teresa al explicar cmo habiendo realizadoel Hijo su plan salvfico por su pasin, muerte, resurreccin y ascensin a loscielos, por cumplir la voluntad del Padre, que es una con la suya, quiso Jess

    permanecer siempre con nosotros para despertarnos el nimo al bien, dadanuestra flaca naturaleza, inclinada al mal: no se queda para otra cosa con nosotros,sino para ayudarnos y animarnos y sustentarnos a hacer esta voluntad [la voluntad

    de Dios, a la que se refiere el padrenuestro hgase tu voluntad, aqu en latierra, como en el cielo] que hemos dicho se cumpla en nosotros (CP 34, 1).

    Este quedarse con nosotros es la peticin habida en el padrenuestro: Dnoshoy nuestro pan de cada da. Entiende Teresa por pan, el pan celestial de laEucarista. La humildad de Jess consiste en pedir licencia al Padre para quedarsecon nosotros:

    [] era tanta la humildad del buen Jess, que quiso como pedir licencia,

    porque ya saba que era amado del Padre y que se deleitaba en l. Bienentendido que peda ms en esto que en todo lo dems, porque ya sabala muerte que le haban de dary las deshonras y afrentas que haba de

    padecer (CP 33, 2).

    Y contina, aclarando esta peticin a sus hermanas: Es como decirle queya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que ya nuestro es; que nonos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo; que le deje servir cada da(CP 33, 4).

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    Por ello, al ver la entrega de Jess y la codicia nuestra de no darnos, terminaeste captulo refirindose de nuevo a la humildad de aquel y sintiendo lo poco

    que nosotros se lo agradecemos, al no corresponderle:

    Oh, Padre Eterno! Qu mucho merece esta humildad! []. Como sehace aqu una cosa con nosotros, por la parte que tiene de nuestranaturaleza, y como Seor de su voluntad lo acuerda a su Padre, que -pueses suya- que nos la puede dar y as dice pan nuestro. No hacediferencia de l a nosotros, mas hacmosla nosotros de l, para no nosdar cada da por su majestad (CP 33, 5).

    6.3.Dios acoge a los humildes: el ejemplo de un pastorcito y del letrado soberbio.

    En todos estos testimonios de la humildad de Dios, ve Teresa de Jess sugrandeza al tener en cuenta a los ms pequeos, sin dejar que la diferenciaentre l y los hombres obstaculice su acercamiento y pone el ejemplo de su

    propia experiencia y el del pastorcito humilde, episodio ubicado en el captulosobre la oracin mental:

    Razn es que, ya que por la humildad de este Rey, si como grosera no

    s hablar con l, no por eso me deja de or, ni me deja de llegar a s, nime echan fuera sus guardas; porque saben bien los ngeles que estnall la condicin de su Rey, que gusta ms de estas groseras de un

    pastorcito humilde, que ve que si ms supiera ms dijera, que de los muysabios y letrados por elegantes razonamientos que hagan, si no vancon humildad (CP 22, 4).

    Curioso es el lxico referido al campo de la educacin, en el concepto degrosera, dentro del tratamiento entre personas. El adjetivo grosera estaplicado a s misma y se recalca tambin las groseras en el habla del pastorcito.

    Estas palabras se usan lingsticamente para calificar una conversacin o manerade razonar, como indica Sebastin de Covarrubias, al explicar el trmino groserodel que recoge dos acepciones en lemas independientes:

    GROSERO. Vale tanto como rstico, poco cortesano, quando se dize delhombre o de su razonar y conversar.

    La siguiente entrada, dice:

    GROSERO. Todo aquello que est hecho sin pulica, talle, ni arte; dxose

    de graso, que vale gordo y grueso, y grossera, la cosa hecha o dicha toscamente.Engrosar, lo mismo que engorda.

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    De aqu, se deduce la propiedad en el uso del lxico empleado por Teresade Jess, su facilidad y acierto para calificar y la fluidez de su lengua. Rasgos

    exquisitos para que sus explicaciones y conceptos sobre la oracin y lahumildad lleguen ms eficazmente a ser descifrados.

    6.4.La humildad de Dios en la enseanza de la oracin del padrenuestro

    Ahora, Teresa de Jess va a relacionar la humildad de Dios con la enseanzadel padrenuestro, cuando explica a sus hermanas cmo es la oracin vocal y lesensea a recoger el alma para hablar con Dios; su discurso se dirige, especialmente,a aquellas que tienen el pensamiento disperso y les cuesta concentrarse14. LaSanta acude a la metfora del maestro y el discpulo, para mejor hacerse entender:

    Procurad luego, hija, si estis sola, tener compaa. Pues qu mejorque la del mismo Maestro que ense la oracin [el Padrenuestro] quevais a rezar? Representad al mismo Seor junto con vos y mirad conqu amor y humildad os est enseando; y, creedme, mientras pudiereis,no estis sin tan buen amigo (CP 26, 1).

    La humildad, junto al amor, es el rasgo por excelencia del trato entre maestroy discpulo. El captulo se cierra, ponderando el amor del Maestro en la enseanzadel padrenuestro: Mirad las palabras que dice aquella boca divina, que en la

    primera [Padre] entenderis luego el amor que os tiene, que no es pequeo bieny regalo del discpulo ver que su maestro le ama (CP 26, 10).

    La conclusin no se hace esperar: Pues deprendamos, hermanas, de lahumildad con que nos ensea este nuestro buen Maestro (CP 42, 6)15. ElMaestro de humildad es Jess.

    6.5.La grandeza y humildad de Dios se iguala a nuestra pequeez, al hacernoshijos suyos y hermanos de Cristo, como se manifiesta en el padrenuestro

    Jesucristo, siendo Dios, se iguala a los hombres mostrndose hermano nuestroy, por ello, todos tenemos el mismo padre16y se admira Teresa de Jess, ante

    14As dice: Oh hermanas, las que no podis tener mucho discurso del entendimiento, nipodis tener el pensamiento sin divertiros [sin distraeros]! (CP 26, 2).

    15Se presenta esta cita [...] procuremos deprender de tan excelente Maestro, la humildadcon que ora en la primera redaccin del actual captulo 42, 5, como se indica en la edicin de

    Camino de perfeccin, de ROS GARCA.16. GAITN DE ROJAS destaca la relacin filial entre Dios Padre y su Hijo, que nos habladel Padre, pero que, sobre todo, habla al Padre en nombre propio y en el nuestro y valora que

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    la generosidad divina, cuando considera la primera palabra con que comienza elpadrenuestro, Padre, cuyo significado hace que se desborde su sentimiento en

    un emotivo discurso:

    Oh, Hijo de Dios y Seor mo!, cmo dais tanto junto a la primerapalabra? Ya que os humillis a Vos con extremo tan grande en juntaroscon nosotros al pedir y haceros hermano de cosa tan baja y miserable,cmo nos dis en nombre de Vuestro Padre todo lo que se puede dar,

    pues queris que nos tenga por hijos, que vuestra palabra no puede faltar?(CP 27, 2).

    La creencia de la Santa Madre en la palabra de Jess (que vuestra palabrano puede faltar) nos lleva al evangelio de Lucas, en el episodio que anunciala llegada del Espritu Santo, en Pentecosts, cuando despus de resucitado,Jesucristo se aparece a sus discpulos para mostrarles cmo se cumplen lasEscrituras (Lc, 24, 44-48):

    44. Djoles enseguida: Ved ah lo que os deca cuando estaba an convosotros, que era necesario que se cumpliese todo cuanto est escrito dem en la ley de Moiss, y en los profetas y en los salmos. 45. Entoncesles abri el entendimiento para que entendiesen las Escrituras. 46. Y les

    dijo: As estaba ya escrito y as era necesario que el Cristo padeciese, y queresucitase de entre los muertos al tercer da. 47. y que en nombre suyo se

    predicase la penitencia y el perdn de los pecados a todas las naciones,empezando por Jerusaln. 48. Vosotros sois testigos de estas cosas.

    Al magnfico don de la hermandad con Jess, se une el regalo esplndidode la paternidad divina. Es esta, la paternidad que perdona, la paternidad queconsuela, la paternidad que sustenta y la paternidad que nos hace herederos desu reino:

    Obligisle a que la cumpla [su palabra], que no es pequea carga, puesen siendo Padre nos ha de sufrir por graves que sean las ofensas. Si nostornamos a l, como al hijo prdigo hnos de perdonar, hanos de consolaren nuestros trabajos, hanos de sustentar como lo ha de hacer un tal Padre-que forzado ha de ser mejor que todos los padres del mundo, porqueen l no puede haber sino todo bien cumplido- y despus de todo estohacernos participantes y herederos con Vos (CP 27, 2).

    Teresa explica el padrenuestro como modelo de oracin filial, Vase Teresa de Jess, maestrade oracin (filial),pp. 209 y 210.

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    Estas palabras de la Doctora Mstica van preadas de referencias bblicas:La alusin al perdn, en la parbola del hijo prdigo, se halla en Lc 15, 20; el

    consuelo de nuestros trabajos, en Mt 11, 28; el concepto del todo bien cumplidoen el Padre, en Mt 7, 11 y el motivo de la herencia, en Gl 4,7. Su discurso seenraiza en las Sagradas Escrituras, sin desviarse un pice de ellas y muestraun alma vibrante de amor y agradecimiento ante la magnificencia divina.

    VII. POR QU EL SEOR ES TAN AMIGO DE LA VIRTUD DE LAHUMILDAD?DEFINICIN DE LA HUMILDAD

    EnLas Moradas, Teresa de Jess nos presenta al Seor muy amigo de la

    humildad17y confirma cmo gusta tanto de la humildad por medio de un ejemplo:

    [El Seor] es muy amigo de humildad. Con teneros por tales [por humildes]que no merecis aun entrar en las terceras, le ganaris ms presto lavoluntad para llegar a las quintas; y de tal manera le podis servir desdeall, continuando a ir muchas veces a ellas, que os meta en la misma Moradaque tiene para s, de donde no salgis ms, si no fuereis llamadas de la priora,cuya voluntad quiere tanto este Seor que cumplis, como la misma suya.

    Este punto nos lleva de la mano a la definicin de humildad. Qu es la

    humildad para Teresa de Jess? Dejemos que nos lo diga con sus palabras:

    Una vez estaba yo considerando por qu razn era Nuestro Seor tanamigo de esta virtud de la humildad, y psoseme delante, a mi parecer sinconsiderarlo, sino de presto, esto: que es porque Dios es Suma Verdad y lahumildad es andar en verdad; que lo es muy grande no tener cosa buenade nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entienda, anda enmentira, a quien ms lo entienda, agrada ms a la suma [sic] Verdad,

    porque anda en ella. Plegue a Dios, hermanas, nos haga merced de no salir

    jams de este propio conocimiento. Amn (M VI, 10).Esta es la definicin que santa Teresa nos lega: La humildad es andar en verdad.

    Pero, qu es andar en verdad? Se entiende, como dice, que es una verdad muygrande reconocer el hombre que es poca cosa y todo le viene de Dios18.

    En el libro deLa vida,Teresa describe su experiencia de la verdad, en tornoa tres centros: Dios, las Sagradas Escrituras y el alma. Llega a este conocimiento en

    17

    Vese la fig. 2, El Seor de la Humildad y la Paciencia.18 Aunque la construccin sintctica admite tambin aplicar esta idea (la miseria delhombre) a la humildad.

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    un arrebatamiento de espritu, como ella lo denomina (V 40, 1- 4). Conrespecto a las Escrituras y al alma, sin ver nada, conoce de dnde viene el mal

    y en qu consiste el amor a Dios del alma, cuando la dijeron: todo el dao queviene al mundo es de no conocer las verdades de la Escritura con clara verdad; nofaltar una tilde de ellas y, despus, aade que Dios la dijo: sabes lo que esamarme con verdad? Entender que todo es mentira lo que no es agradable am (V 40, 1).

    En cuanto a Dios, llega a comprender que el Seor es la misma Verdad19,que el alma tiene que dejar todo lo que no la lleve a Dios y que andar un almaen verdad es estar delante de la Verdad misma. As Teresa viene a la definicin

    de Dios:No me qued ninguna sospecha de que era ilusin; no vi nada, masentend el gran bien que hay en no hacer caso de cosa que no sea parallegarnos ms a Dios, y ans entend qu cosa es andar un alma enverdad delante de la mesma Verdad. Esto que entend es darme el Seora entender que es la mesma Verdad (V 40, 3).

    Andar en verdad un alma es estar delante de Dios (porque la Verdad esDios). Sigue ms adelante explicando esta verdad que entendi, aunque reconoce

    hacerlo oscuramente, a pesar de la claridad con que qued esculpida en sualma:

    Esta verdad que digo se me dio a entender, es en s misma verdad yes sin principio ni fin y todas las dems verdades dependen de esta verdad,como todos los dems amores de este amor y todas las dems grandezasde esta grandeza, aunque esto va dicho oscuro para la claridad con quea m el Seor quiso que se me diese a entender.

    Al definir a Dios con esta expresin una verdad sin principio ni fin, estdefiniendo a Dios con las notas de verdad y de eternidad, pues lo que no tieneprincipio ni fin est fuera del tiempo, es eterno. Teresa de Jess recoge unpasaje bblico contenido en elApocalipsis de san Juan, donde Dios se definea s mismo: Y djome: Esto es hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el principioy el fin de todo (Ap 21, 6).

    19Georges GRENTE recalca esta idea de la que deducir una verdad prctica Adems, si

    Dios es la Verdad, tenemos que buscarla y conocerla; no una verdad, vaporosa, fragmentaria[], sino ntegra, como la disciplina moral que [se] impone a nuestros trabajos y a nuestrosplaceres, enPadre nuestro, p. 65.

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    En estos episodios deLa vidareferentes a su intuicin mstica de la Verdad,est la clave de su discurso de la humildad.El castillo interior o Las moradas,

    se termin de escribir el 29 de noviembre de 1577. Entre ambos libros,La viday Las moradas, han pasado doce aos, perodo de madurez que conduce aTeresa de Jess a desembocar en la cumbre de su definicin: La humildad esandar en verdad.

    VIII. LA LOA DE LA HUMILDAD

    La loa de la humildad viene precedida por la alabanza de las virtudes,

    guerreros contra el mal, alcanza su momento lgido al sentirse Teresa indignade loarla y acaba con una exhortacin a sus monjas en la que el man es elsmbolo de la humildad, que da sabor a todas las cosas. Teresa de Jess seexpresa en estos trminos: Oh, soberanas virtudes, seoras de todo lo criado,libradoras de todos los lazos y enredos que pone el demonio, tan amadas denuestro enseador Cristo, que nunca un punto se vi sin ellas! (CP 10, 3). Ya rengln seguido, seala la fortaleza que transmiten y cmo arman estas dosvirtudes de la humildad y el desasimiento, reciamente al alma, para combatircon los enemigos: Quien las tuviere [humildad y desasimiento], bien puede saliry pelear con todo el infierno junto y contra todo el mundo y sus ocasiones.

    Insiste, despus, en quitar el miedo y los reparos que pudieren tener sushermanas, en una actitud que persiste fielmente en su obra toda, en Caminode perfeccin, enLas Moradas, enLa Vida: No ha ya miedo de nadie, que elsuyo es el reino de los cielos. No tiene a quin temer, porque nada no se le dade perderlo todo, ni lo tiene por prdida: slo teme descontentar a su Dios ysuplicarle las sustente en ellas porque no las pierda por su culpa (CP 10, 3).De esta manera, muestra la Santa Madre la relevancia de la humildad, virtudque, como ya se ha comprobado, es una de los tres principios fundamentales

    de la Constitucin.Sin embargo, la loa de la humildad adquiere su tono ms acendrado cuando

    Teresa de Jess se siente indigna de loar la virtud de la humildad, al contemplar lahumildad de Jess, que l mostr fehacientemente en los penosos trabajos

    padecidos por realizar su plan salvfico y as, rebajndose ella humildemente,seala al Maestro de Humildad: Mas qu desatino ponerme yo a loar humildady mortificacin, estando tan loadas del Rey de la gloria, y tan confirmadas contantos trabajos suyos! (CP 10, 4).Y acaba, en una exhortacin dirigida a susreligiosas, representando la humildad -junto con la mortificacin- en el smbolo

    del man: Pues, hijas mas, aqu es el trabajar por salir de tierra de Egipto, que, enhallndolas [humildad y mortificacin], hallreis el man; todas las cosas os

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    sabrn bien, por mal sabor que, al gusto de los del mundo tengan, se os harndulces (CP 10, 4).

    IX. CONCLUSIONES

    La fidelidad a las Sagradas Escrituras y a las enseanzas del magisterio dela Iglesia es una constante en Teresa de Jess: lectora asidua de los evangeliosalude a ellos con frecuencia, de ah que las referencias a Lucas, a Marcos y aMateo y a otras presencias bblicas se transluzca en tantos pasajes.

    Dios aparece como Padre y Esposo y, en ambas identidades, la humildadse manifiesta como fundamento del dilogo entre Padre e Hijo y de la comunicacinhabida entre la esposa religiosa y el Esposo: la humildad es la base del dilogo.

    La humildad es un instrumento, por el cual, al armonizar la convivencia,se alcanza la paz conventual, y es virtud necesaria para las contemplativas y

    para las no contemplativas.

    La insistencia de santa Teresa en la verdadera humildad y el verdaderohumilde, constituye un autntico catlogo de prcticas de humildad, esparcidas

    en sus escritos. As, el verdadero humilde es el que condenado sin culpa, calla;el que se tiene en poco; el que no se atreve a igualarse con los mejores en

    perfeccin moral y la verdadera humildad procede de Dios y consiste en laimitacin de Cristo. En contraposicin, muestra la falsa humildad (no aceptarlos regalos y dones de Dios, por considerarse indigna o pedir estos regalos sinacatar la voluntad divina) y sus tentaciones, tanto de falta o excesiva confianzaen las propias virtudes.

    Se sirve la Santa de imgenes familiares y bellsimas, para darse a entender

    a sus hermanas. La virtud de la humildad se presenta, simbolizada por metforasdefinitorias, bien sola (la humildad es el ungento de nuestras heridas, la humildades el man), bien en estructura binaria ([la humildad y el desasimiento] sondos hermanas que no hay para que apartarlas). Aunque tambin la humildadaparece emparejada con otras virtudes o conceptos en estructuras binarias, sinestar vinculadas entre s por una imagen o metfora: la humildad y la honra;la humildad y la seguridad: la humildad y el amor y la humildad y la verdad).

    El fruto de la oracin es el conocimiento que deja de s mismo y, enconsecuencia, la humildad, lograda al contemplar la grandeza de Dios y la

    pequeez del hombre que, sin la ayuda de Dios, no alcanza nada por s mismo.Esta idea, repetida continuamente con diferentes palabras en sus textos, es la

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    verdad de la oracin, la verdad sobre nosotros mismos, que nos deja la verdadde la humildad y Teresa de vila se siente indigna de loar la humildad, ante

    el modelo de Jess, Maestro de Humildad.

    La definicin de Dios realizada en Vida, a partir de una experiencia msticadonde se le revela el misterio de su identidad, [el Seor] es la Suma Verdad,abre el significado de la definicin de humildad, dndole su sentido: si lahumildad es andar en verdad y la verdad es Dios, la humildad es estar conDios, entendiendo la relacin entre su Grandeza y Majestad y la pequeez desu criatura.

    Deca al inicio de este estudio que deseaba contrastar mi definicin con lade la Santa. Coinciden slo en parte: mi definicin se queda en la objetividadde una verdad humana, la de santa Teresa nos eleva a la transcendencia de laverdad, a la Suma Verdad que es Dios.

    Teresa de Jess culmina su discurso de humildad con esta definicin, lahumildad es andar en verdad, que deposita, a modo de regalo, en el coraznde las futuras generaciones. Y la Virgen es la gua que nos conduce a Jess,nuestro Maestro de Humildad.

    X. REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    - BIBLIA, LaSagrada Biblia, traducida de laVulgata Latina al espaolporFlix Torres Amat, Edicomunicacin, Barcelona 1997.

    - COVARRUBIAS, S. de, Tesoro de la lengua castellana o espaola, ed. DeMartn de Riquer, Alta Fulla, Barcelona 1998.

    - GRENTE, G., El Padre Nuestro, Ediciones Rialp, Madrid 1956.

    - GAITN DE ROJAS, OCD, Jos-Damin, Teresa de Jess, maestra deoracin (filial), en Santa Teresa al habla con el hombre de hoy. Preparandoun centenario, dirigido por Lydia Jimnez, Fundacin Universitaria Espaola,Madrid 2014.

    - TERESA DE JESS, Camino de perfeccin, edicin de Ros Garca, MonteCarmelo, Burgos 2008.

    - Camino de perfeccin, edicin de. M Jess Mancho Duque, Espasa, Madrid

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    - Castillo interior o Las moradas, introduccin de F. Sainz de Robles, Aguilar,Madrid 1970.

    -Las moradas, introduccin crtica de Y. Arencibia, Stella Maris, Barcelona2015.

    -La vida, edicin de Otger Steggink, Castalia, Madrid 1986.

    - OSUNA, F. de, Tercer abecedario espiritual, Madrid, Madrid 2013.

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