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En un primer momento, esta conferencia se llamó “ la metodología del relajo”, un nombre que, al parecer, no dice gran cosa. Y aunque ustedes fueron invitados a “creación colectiva y derechos de autor en Internet” me interesa que revisemos la idea absurda de establecerle una metodología al barullo, al desorden, a ver si se encuentra, en algún punto, con aquello de lo que prometí hablar aquí. Revisaré, en medio de la charla: Algunas ideas sobre el concepto de “creación” en un cuento de Primo Levi El concepto de autoría en un texto de Roland Barthes, que a su vez, revisó a Balzac. Intentaré hacer un acercamiento a al derecho de autor, a partir de conferencias de Carolina Botero. Compartiré la experiencia de la Radio Relajo, un grupo de personas que se auto-denominan y revisan constantemente las categorías festival, laboratorio y colectivo Y algunas ideas sobre la educación propuestas por William Ospina, que a su vez, revisó a Estanislao Zuleta. En resumen, un relajo que tiene que ver con cómo se crea, quiénes lo hacen y en qué contextos, y hago este listado para enfatizar que nada de lo que voy a plantear es nuevo. En el cuento quaestio de centauris, del escritor italiano Primo Levi, se describe la posibilidad de una versión distinta de la creación de la vida en la tierra, la versión de la tradición centauresca “de los centauros” estas criaturas mitológicas mitad caballo, mitad hombre. Una versión distinta a las que conocemos, a las que consideramos clásicas. En ella se cuenta que en el arca de Cutnofeset (Noé, para nosotros) fueron salvados sólo los arquetipos, las especies claves: el hombre, pero no el simio; el caballo, pero no el asno ni el onagro; el gallo y el cuervo, pero no el buitre, etc.. La pregunta entonces es ¿cómo nacieron las especies? La leyenda dice que la tierra quedó cubierta por un fango caliente que albergaba en su putrefacción todos los fermentos de lo que había perecido en el diluvio, y era extraordinariamente fértil.

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En un primer momento, esta conferencia se llamó “ la metodología del relajo”, un nombre que, al parecer, no dice gran cosa. Y aunque ustedes fueron invitados a “creación colectiva y derechos de autor en Internet” me interesa que revisemos la idea absurda de establecerle una metodología al barullo, al desorden, a ver si se encuentra, en algún punto, con aquello de lo que prometí hablar aquí. Revisaré, en medio de la charla:

• Algunas ideas sobre el concepto de “creación” en un cuento de Primo Levi

• El concepto de autoría en un texto de Roland Barthes, que a su vez, revisó a Balzac.

• Intentaré hacer un acercamiento a al derecho de autor, a partir de

conferencias de Carolina Botero.

• Compartiré la experiencia de la Radio Relajo, un grupo de personas que se auto-denominan y revisan constantemente las categorías festival, laboratorio y colectivo

• Y algunas ideas sobre la educación propuestas por William Ospina, que a su vez, revisó a Estanislao Zuleta.

En resumen, un relajo que tiene que ver con cómo se crea, quiénes lo hacen y en qué contextos, y hago este listado para enfatizar que nada de lo que voy a plantear es nuevo. En el cuento quaestio de centauris, del escritor italiano Primo Levi, se describe la posibilidad de una versión distinta de la creación de la vida en la tierra, la versión de la tradición centauresca “de los centauros” estas criaturas mitológicas mitad caballo, mitad hombre. Una versión distinta a las que conocemos, a las que consideramos clásicas. En ella se cuenta que en el arca de Cutnofeset (Noé, para nosotros) fueron salvados sólo los arquetipos, las especies claves: el hombre, pero no el simio; el caballo, pero no el asno ni el onagro; el gallo y el cuervo, pero no el buitre, etc.. La pregunta entonces es ¿cómo nacieron las especies? La leyenda dice que la tierra quedó cubierta por un fango caliente que albergaba en su putrefacción todos los fermentos de lo que había perecido en el diluvio, y era extraordinariamente fértil.

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dice el cuento “el universo entero sintió, amor, tanto que por poco retornó al caos” y subrayo la palabra CAOS, como primera palabra clave para la construcción de una posible metodología del relajo. Entonces Levi, que utilizó la figura del Centauro como metáfora para definirse como escritor (mitad químico, mitad escritor, mitad testigo mitad narrador, mitad judío mitad italiano) propone un todos con todos, apto para la creación. La pérdida del orden, el Caos, como un espeso y denso caldo de vida. La esterilidad y la fertilidad, también son palabras claves para la metodología del relajo. En el cuento de levi, el aire es cálido, las criaturas y las cosas están próximas, hay diálogo, creatividad y memoria colectiva. Se parece un poco a Internet, si se le entiende como un ecosistema heterogéneo, vivo. No hay un comienzo y un final claro, la navegación es una deriva. Aunque, por supuesto, hay rutas marcadas (por el capital y la ideología neoliberal) existe la ilusión de “libertad”, creada por esa misma ideología. Los necios, utilizan las plataformas tecnológicas con la intención de atacar desde adentro, de sabotear, porque saben que darle la espalda a ese fango caliente es una tontería. Internet ha sido ese lugar “extraordinariamente fértil” para la génesis de cruces antes inimaginables, proyectos transnacionales, conexiones a un click y todo lo que ustedes ya saben y que celebramos hoy. Pero lo más importante es que Internet evidenció que la creación no es un acto solitario, de origen y sacro. Es el fruto de un proceso de comunicación, es decir, de doble vía, en el que las ideas se despiertan, se copian, se transforman y se combinan. Entonces si sabemos que toda creación innovadora surge de una serie de experiencias previas, de lecturas y pasos que otros ya han dado...¿cómo proteger los derechos de autores, en un lugar como Internet? La propiedad intelectual es el “monopolio de explotación económica que se le concede al titular de una creación o de una innovación por un lapso de tiempo determinado”. La propiedad intelectual se divide en dos categorías: propiedad industrial (que tiene que ver con marcas, patentes, modelos industriales y las obtenciones vegetales) y el derecho de autor (que protege las obras literarias y artísticas) El derecho de autor que conocemos es “el fruto de una construcción que soporta el modelo de negocio de la industria que fue posible sólo con la tecnología de reproducción del siglo XX” en otras palabras, fue creado para proteger los

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derechos de los creadores, cuando la cadena de valor se entendía como una relación de oferta y demanda, cuando el costo de la reproducción de las obras era altísimo y cuando además, el objetivo ideal era que los creadores vivieran de las ganancias por las ventas de sus reproducciones. Pero los cambios tecnológicos trajeron consigo cambios en los modelos económicos. En la era digital, el costo de reproducción es igual a cero y por lo tanto el lugar en donde se acumula la ganancia se desplaza a otros: los escenarios, los discos como objeto de colección, la publicidad y las descargas por internet, por mencionar unos cuantos. Internet evidenció que no se trata de una cadena de valor que comienza con la creación y termina en la distribución (en el medio hay procesos de inspiración, de colaboración, de copia), y por lo tanto hoy el derecho de autor no es sólo un derecho de los artistas. Las leyes de derecho de autor, escritas para escenarios no-digitales, se han convertido en la manzana de la discordia en las discusiones sobre acceso al conocimiento y a la cultura, pues bajo la bandera de la “defensa de los derechos de los artistas y creadores” el equilibrio que debe existir con otros derechos fundamentales, como la libertad de expresión y el derecho a la educación, se desdibuja fácilmente. La convergencia de las tecnologías y el derecho debe procurar el equilibrio entre los derechos de un individuo (o una industria) y los de la sociedad. Aunque la tendencia mundial (como lo vimos en los acelerados procesos de la Ley Lleras 1 y 2) es buscar más protección y más penas y menos excepciones, menos licencias y menos dominio público. En medio de esas discusiones, ya algunos dijeron ¿para qué derechos de autor, sin derechos humanos? La pregunta por los autores no surgió gracias a Internet, ni a las leyes de propiedad intelectual, ha sido, de hecho, una pregunta recurrente en la literatura y en los análisis del discurso. En el texto “La muerte del autor” escrito en 1968, el filósofo francés Roland Barthes, habla de una “verdad de la escritura” diciendo que el escritor se limita a imitar un gesto siempre anterior, nunca original; el único poder que tiene es el de mezclar las escrituras (...) aunque quiera expresarse, al menos debería saber que la “cosa” interior que tiene la intención de “traducir” no es en sí misma más que un diccionario ya compuesto, en el que las palabras no pueden explicarse sino a través de otras palabras, y así indefinidamente” Para Barthes, hay que darle la vuelta al mito: “el nacimiento del lector se paga con la muerte del autor”. En esa búsqueda analiza varios casos, especialmente una cita del novelista Balzac, en la que resulta imposible definir quién está hablando. La frase es sobre un castrado disfrazado de mujer y dice: “Era la mujer, con sus miedos repentinos, sus caprichos irracionales, sus instintivas turbaciones, sus

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audacias sin causa, sus bravatas y su exquisita delicadeza de sentimientos”. A lo que Barthes se pregunta, pero ¿Quién está hablando así? ¿El héroe de la novela, interesado en ignorar al castrado que se esconde bajo la mujer? ¿El individuo Balzac y su experiencia personal? ¿El autor Balzac, con ideas “literarias” sobre la feminidad? ¿La sabiduría universal? ¿La psicología romántica?... Nadie (ninguna persona) la está diciendo, concluye Barthes: “su fuente, su voz, no es el auténtico lugar de la escritura, sino la lectura” Barthes le da la vuelta al mito y en ese ejercicio resignifica las figuras de autor y de lector: “un texto está formado por escrituras múltiples, procedentes de varias culturas y que, unas con otras, establecen un diálogo, una parodia, un cuestionamiento; pero existe un lugar en el que se recoge toda esa multiplicidad, y ese lugar no es el autor, como hasta hoy se ha dicho, sino el lector: el lector es el espacio mismo en que se inscriben, sin que se pierda ni una, todas las citas que constituyen una escritura; la unidad del texto no está en su origen, sino en su destino”. La muerte del autor es una metáfora interesante para pensar en las dinámicas que nos propone Internet. Así como Barthes desplaza al “virtuoso” y valoriza el papel del lector y el lugar de la lectura, en Internet los mismos internautas crean y comparten, no se preocupan si son autores, artistas, genios, lo que importa es que circule y dentro de esas dinámicas, aparece el trabajo colectivo. El trabajo colectivo no es una novedad digital, el hombre siempre ha compartido saberes y prácticas en su vida en sociedad. Sin embargo, la figura del autor como colectividad, se ha potencializado significativamente gracias al trabajo en red. Los colectivos han empezado a crear un discurso basado en palabras como copia, licencia y trueque, y a crear escenarios que se apoyan en lo digital, pero que finalmente salen a la calle. En este tipo de ejercicios, lo que importa es la obra (entendida como arte, intervención, comunicación, proyecto) y no el autor individual (el novelista del siglo XX encerrado en su habitación escribiendo diarios y novelas) sino el autor colectivo, que depende de otros y esa dependencia, esa colaboración es explícita, y es la gracia, además. Ese es el caso de la RadioRelajo, una idea que nace en un encuentro tecnológico, electrónico, con música, proyecciones y puredata, el encuentro se llama DorkBot y aunque todo el mundo parecía saber muy bien a qué iba, casi nadie podía pronunciar bien el nombre del evento, así que decidimos preguntarle a la gente, grabadora en mano, cuál era el famoso nombre. El resultado es una pieza

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de audio con las diferentes versiones del nombre del evento. La intención era sabotearnos a nosotros mismos, pero terminó siendo un sabotaje inesperado al discurso tecnológico (con sus palabras rebuscadas), y un ejercicio radiofónico en colaboración, pues los hicimos entre NoísRadio y la n-ésima, Este ejercicio nos demostró, una vez más, que es mejor no tomarse las cosas tan en serio y reírse un rato de uno mismo y que la radio es un buen lugar para hacerlo. El programa sobre el Dorkbot fue el primero de RadioRelajo, en el que conviven ya 6 experiencias colectivas e individuales, interesadas en la experimentación sonora y en hacerle el quite a las talanqueras del sistema económico y laboral, que dice cómo se debe trabajar, cuánto se debe ganar y bajo qué condiciones. Aunque para hablar profundamente de esto habría que revisar otras lecturas que cuestionan, por ejemplo, la idea de flexibilidad laboral en nuestros días. El relajo es una radio que se prende cuando nos juntamos a hablar con la gente o entre nosotros, que no tiene una parrilla de programación, que no tiene locutores porque habla el que tenga algo para decir y que está haciendo sus primeras apuestas por el trueque como un modelo económico posible. Funciona en internet, pero también en alto parlante, en texto, y a veces en onda corta y pirata. Se crea, finalmente, un proyecto de vida, mediado por las personas, aprovechando la tecnología, pero desplazándola del lugar positivista y purista que muchos han querido darle, para llenarla de preguntas. Pensar el tema de los derechos de autor en entornos digitales, es una invitación amplia que no pasa sólo por el análisis de las leyes o de lo que se ve a simple vista de las tecnologías, algo en lo que se han especializado los legisladores colombianos: la superficie. Lo vimos en el fallido proyecto 001 de 2012, cuando intentaron definir que la parodia era permitida siempre y cuando se entendiera como una "burla o chanza" desconociendo el complejo universo de este género literario y su lugar en la historia de Colombia, porque hablar de parodia significa hablar de política y víctimas como Jaime Garzón, pero de buenas intenciones está lleno el camino al infierno y el proyecto se hundió esta semana por su gran mediocridad. Esto evidencia que los derechos de autor, están poniendo en conflicto varios temas en las agendas mundiales: la libertad de expresión, el acceso al conocimiento, la distribución y utilización de contenidos y obras artísticas y la educación. La educación, que lo atraviesa todo (y no me refiero sólo a la educación institucional, sino en general a los procesos por los cuales adquirimos conocimiento y nos formamos como personas) es fundamental para entender esto de lo que hemos venido hablando.

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William Ospina, escritor colombiano, ha estudiado con juicio la obra del profesor Estanislao Zuleta, y en ese proceso identificó 4 problemas urgentes por resolver en los procesos educativos: 1. En el campo del pensamiento: “sólo se le demuestra algo a quien es nuestro igual: a alguien inferior se le ordena, a alguien superior se le suplica, sólo al que es igual que nosotros se le argumenta y se le demuestra” En resumen, respeto por la dignidad del otro. 2. En el campo de la creatividad: el principal aliado es el arte. Y para que sea artística, la educación debe proporcionar placer y entusiasmo. 3. En el orden de la afectividad: despertar un sentido de la justicia, de la armonía y de la cortesía. Un sistema de valores. 4. En la capacidad de comunicación: el diálogo. 5. Pertenencia a una comunidad: “el propósito de la educación no debe ser solo crear seres humanos libres, lúcidos, armoniosos y expresivos, sino seres con un sentimiento profundo de pertenencia a una comunidad. La competitividad extrema estimula el egoísmo, los ejercicios de cooperación estimulan nuestra conciencia de los otros, fortalecen nuestro sentido de comunidad” Finalmente, Ospina plantea la necesidad de crear una filosofía de la educación, una actitud, un método. Y yo creo que la metodología del relajo, va por ese lado, no tiene que ver con hacernos creadores exitosos y rentables. Ese tipo de educación (que va ligada con los objetivos de la ideología liberal) nos engaña al hacernos creer que el éxito individual es la meta a cumplir. Y aquí entra la última y muy importante palabra clave, en esta metodología del relajo: la felicidad, que parece no tiene mucho que ver con la educación y mucho menos con los derechos de autor, pero, desde mi punto de vista, la felicidad tiene que ver con imaginar, con crear, con compartir, con sentirse digno y enriquecido con lo que se hace, entonces tiene que ver con Internet y con libertades y prácticas que en él se desarrollan. El relato de Levi sobre el génesis “centauresco” puede resultar chocante, pero de ninguna manera quiero pensar que no es posible, porque hacerlo es negar la posibilidad de imaginar, de crear. Leer Internet como un caos, como un relajo, es entenderlo como un caldo de creación colectiva, en donde las cosas no hay una sola vía de comunicación, incluso no hay sólo una doble vía, sino que estamos hablando de multiplicidad: no todo es piratería, no todo es porno, no todo es armonía, es finalmente el mundo, vivo, hirviendo.

17 de mayo de 2013.Día de Internet.

Centro Cultural de Cali.