Lamo de Espinosa, Emilio - La Sociologia Del Siglo XX

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  • LA SOCIOLOGA DEL SIGLO XX1

    Emilio Lamo de EspinosaUniversidad Complutense de Madrid

    RESUMEN

    El siglo XX confirma la definitiva institucionalizacin (acadmica y cientfica) de la sociologacomo un conocimiento pblico legitimado, algo que no haban conseguido ni los pioneros delsiglo XVIII ni los grandes creadores del XIX (de Comte a Spencer, pasando por Tocqueville oMarx). Partiendo de los datos recopilados por la ISA en su Congreso de Montreal, este trabajopretende responder a la pregunta por los textos ms importantes de la sociologa del siglo pasa-do, aprovechando para hacer una periodificacin del desarrollo del pensamiento sociolgico enel marco de una sociologa de la sociologa. Se repasan as a los grandes institucionalizadores decomienzos del XX, a los compiladores que, entre 1920 y 1968, van a conformar dos grandesescuelas (funcionalista y marxista) antagnicas en mucho pero convergentes en creencias funda-mentales, al giro constructivista o hermenutico de la sociologa a partir de 1968 (an dominan-te), y el regreso posterior a la Gran Teora que se solapa con el ms reciente anlisis de la socie-dad post- (industrial, burguesa o moderna).

    96/01 pp. 21-49

    1 Agradezco a Editorial Ctedra y al profesor Manuel Garrido su permiso para publicar estetexto, que aparecer prximamente en una obra colectiva editada por ambos y titulada El legadofilosfico y cientfico del siglo XX. El estilo de la obra, ms ensaystico que acadmico, he preferidorespetarlo en esta pre-publicacin. Doy las gracias tambin a Julio Carabaa y a Javier Noya porlas observaciones y comentarios que hicieron a versiones preliminares de este trabajo.

  • Y confieso que prefiero un conocimiento cierto aunque imperfecto, incluso si dejamuchas cosas indeterminadas e impredecibles, a la pretensin de un conocimientoexacto que con mucha probabilidad es falso.

    (VON HAYEK, The Pretense of Knowledge, en New Studies, Routledge andKegan Paul, London, 1978, p. 29.)

    If a thing is not recognized as true, then it does not function as true in the com-munity.

    (G. H. MEAD, Movements of Thought in the Nineteenth Century, University ofChicago Press, 1936, p. 29.)

    LA SOCIOLOGA DE LA SOCIOLOGA:LOS DATOS DE UNA ENCUESTA

    A nadie sorprender que, tratndose de un gremio de cientficos socialescomo es el de los socilogos, la pregunta por los pensadores ms importantesdel siglo XX haya sido objeto de tratamiento emprico de modo que podemoscontestarla apoyndonos no en impresiones personales, sino a travs de losresultados de una encuesta. Y espero que a nadie sorprenda este proceder cuan-titativo, un producto ms de la sociologa aplicada a la propia sociologa, puesen esta ciencia (o saber, disciplina o arte, que de todo hay) se dan dos circuns-tancias que la hacen especialmente reflexiva (si se quiere decir positivamente) onarcisista (si se valora negativamente).

    La primera es que es un saber que no puede seguir el consejo clsico deWhitehead: una ciencia que no olvida a sus clsicos est perdida. Antes bien,como las humanidades, con las que est ms emparentada de lo que cree ydesea, y a diferencia de la ciencia tout court, la sociologa regresa una y otra veza sus clsicos, si bien stos (como en las humanidades) varan en el tiempo y suelenco se reconstruye al tiempo que avanza (o al menos cambia) la sociologa.La segunda razn de la proclividad reflexiva de la sociologa es que sta, al abor-dar su historia intelectual (o la historia del pensamiento en general), no puedehacerlo al modo clsico como simple historia de las ideas. Pues si algo ensea lasociologa es que (por decirlo en el lenguaje clsico de Marx) no es la conciencialo que determina el ser social, sino ste quien determina la conciencia. O, pordecirlo al modo usual de la sociologa del conocimiento, todo conocimientoest socialmente determinado, lo que vale no slo para el conocimiento de sen-tido comn o cotidiano, sino tambin, faltara ms, para el cientfico, ya seaste sobre la sociedad o sobre la naturaleza. Si como cientficos partimos de lahiptesis irrenunciable de que todo cuanto existe tiene causa (salvo, eventual-mente, Dios, nica causa no causada), y si buscar esas causas es justamente latarea de la ciencia, por qu razn bamos a excluir a la ciencia de ese principio

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  • de causalidad universal para hacer de ella una causa no causada, un Dios impl-cito? Lo que nos lleva a la conclusin de que la sociologa, al abordar el pensa-miento (y, en primer lugar, el propio), no puede dejar de indagar las condicio-nes sociales de su produccin, es decir, no puede no hacer sociologa delconocimiento y, por lo tanto, sociologa de la sociologa. Y de ah el carcterinevitablemente reflexivo de la sociologa cuando se estudia a s misma.

    Una reflexividad que no es especfica ni nica, pues no debemos exagerar.Cierto que no podemos pensar en una fsica de la fsica, pero la reflexividad essiempre posible en las ciencias sociales. As, la economa de la economa, a pesarde su escaso desarrollo (lo que dice mucho sobre la capacidad autocrtica de losdiversos gremios cientficos), tiene pleno sentido, probablemente ms del que sepiensa, y sus resultados seran de enorme inters y no poco sorprendentes.Como tiene tambin pleno sentido la ciencia poltica de la ciencia poltica, oincluso la psicologa de la psicologa. O como lo tienen tambin sus vertientescruzadas; por ejemplo, por qu no una economa de la sociologa o de la psico-loga? En todo caso, y aun siendo posibles, no han adquirido la misma solera otradicin que la sociologa de la sociologa, rama slida y constituida desde hacedcadas y que, en este aspecto, se asemeja ms a la historia de la historia, bienconocida hace tiempo como historiografa.

    Sirva esto como introduccin a la introduccin de este trabajo en el que,como adelant, voy a exponer los resultados de una encuesta que responde, jus-tamente, a la pregunta que nos hemos formulado: cules son los socilogos msrelevantes del siglo XX. Con ocasin del XIV Congreso de Sociologa Mundialde Montreal de 1998, dedicado justamente a evaluar crticamente la herencia dela sociologa del siglo XX, la International Sociological Association (ISA) preparuna encuesta con objeto de determinar los top ten de la sociologa del siglo XX.Para ello se solicit de los 2.785 miembros de la ISA, sin duda una muestra adhoc pero representativa de la sociologa mundial, que mencionaran los cincolibros de sociologa publicados en el siglo XX que haban sido ms influyentes ensu trabajo como socilogos. La pregunta exclua, pues, a la sociologa del XIX, sibien no pocas de las respuestas obviaron este lmite temporal mencionando, porejemplo, textos decimonnicos de Durkheim o incluso de Marx (sin duda re-publicados en el siglo XX). Pero la pregunta tena el acierto de indagar no loslibros ms importantes o los ms conocidos, sino aquellos que haban tenidomayor incidencia en el trabajo prctico de los socilogos entrevistados, y creopor ello que el resultado de esta encuesta, a pesar de sus evidentes limitaciones2,es valioso y hace aflorar una importante visin de la historia de la sociologa delsiglo XX desde la perspectiva de finales de siglo. De modo que, aunque este tra-bajo ir bastante ms all de los datos de esta encuesta, s pareca inevitablecomenzar con ella.

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    2 No tantas si se toma en consideracin que el objeto de la encuesta es bien simple, obteneruna relacin jerarquizada de obras, y no se pretende someter tales datos a anlisis cuantitativosulteriores.

  • Es interesante sealar de entrada cul es la lengua en la que haban estudia-do los socilogos entrevistados pues, sin duda, ese sesgo debera afectar (luegoveremos en qu medida) a la eventual seleccin de autores. Pues bien, como erade esperar, dos de cada tres (el 65,3%) lo hicieron en ingls, idioma que es,como en tantos otros campos, la lingua franca de la mayora de los socilogos, sino la lengua nativa. El alemn y el francs, con un escaso 18% en cada caso, sedisputan a mucha distancia la segunda posicin, seguidos, tambin a muchadistancia, por el espaol (7,4%), el holands (5,1%), el italiano (4,7%) y otros(portugus, sueco, ruso y japons). El predominio de la lengua inglesa en la for-macin de los socilogos de finales del siglo XX es, pues, muy marcado. No olvi-demos que la comunidad sociolgica ms voluminosa es, sin duda, la norteame-ricana, y ello al menos desde mediados del siglo pasado.

    Pues bien, el resultado de la citada encuesta aparece reflejado en el cuadroadjunto. Aunque la ISA public no los diez primeros, sino nada menos que losmil textos citados alguna vez con al menos un voto, recojo slo aquellos que tie-nen cinco o ms menciones, lo que da una lista de 71 obras importantes delsiglo XX. De todas ellas, slo tres recibieron ms de 50 votos, 15 ms de 20, y30 diez o ms menciones. Considerando que al menos mil textos recibieronalgn voto, el resultado que se ofrece a continuacin, los 71 libros con al menoscinco votos, da un conjunto relativamente compacto. Lo que me propongo escomenzar con el anlisis de los datos para, a partir de ellos, ir contextualizando(sintticamente) los resultados, en un ejercicio de sociologa del conocimientode la sociologa del siglo XX.

    INTERNATIONAL SOCIOLOGICAL ASSOCIATIONLIBROS DEL SIGLO XX

    XIV CONGRESO MUNDIAL DE SOCIOLOGAMontreal, 1998

    Autor Ttulo Votos T/E

    LOS DIEZ PRIMEROS

    1 Weber, Max Economa y sociedad 95 T2 Mills, Charles Wright La imaginacin sociolgica 59 T3 Merton, Robert K. Teora y estructura social 52 T4 Weber, M. La tica protestante y el espritu del

    capitalismo 47 E5 Berger, P. L., y Luckmann, T. La construccin social de la realidad 45 T6 Bourdieu, Pierre La distincin 43 E7 Elias, Norbert El proceso de civilizacin 30 E8 Habermas, Jrgen La teora de la accin comunicativa 29 T9 Parsons, Talcott La estructura de la accin social 28 T

    10 Goffman, Erving La presentacin del s mismo en la vidacotidiana 25 T

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  • Autor Ttulo Votos T/E

    CON MS DE DIEZ MENCIONES

    11 Mead, George Herbert Espritu, persona y sociedad 23 T12 Parsons, Talcott El sistema social 23 T13 Durkheim, mile Las formas elementales de la vida religiosa 22 T14 Giddens, Anthony La constitucin de la sociedad 21 T15 Wallerstein, Immanuel El moderno sistema mundial 21 E16 Foucault, Michel Vigilar y castigar 17 E17 Kuhn, Thomas S. La estructura de las revoluciones cientficas 14 T18 Simmel, Georg Sociologa 14 T19 Beck, Ulrich La sociedad del riesgo 13 T20 Braverman, Harry Trabajo y capital monopolista 13 E21 Adorno, Theodor W., Dialctica de la Ilustracin 12 T

    y Horkheimer, Max22 Gramsci, Antonio Cuadernos de crcel 12 T23 Coleman, James Samuel Fundamentos de la teora social 11 T24 Habermas, Jrgen Conocimiento e inters 11 T25 Moore, B. Los orgenes sociales de la dictadura

    y la democracia 11 E26 Polanyi, Karl La Gran Transformacin 11 T27 Blau, Peter Michael, La estructura ocupacional americana 10 E

    y Duncan, Otis Dudley28 Gouldner, Alvin W. La crisis de la sociologa occidental 10 T29 Luhmann, Niklas El sistem social 10 T30 Mannheim, Karl Ideologa y Utopa 10 T

    CON CINCO O MS MENCIONES

    31 Becker, Howard S. Outsiders: Estudios de sociologade la desviacin 9 E

    32 Marx, Karl El capital. Una crtica de la economapoltica 9 T

    33 Olson, Mancur La lgica de la accin colectiva 9 T34 Durkheim, mile La divisin del trabajo social 8 T35 Durkheim, mile Las reglas del mtodo sociolgico 8 T36 Garfinkel, Harold Estudios de etnometodologa 8 T37 Goffman, Erving Asilos 8 E38 Lipset, Seymour Martin El hombre poltico 8 E39 Mills, Charles Wright La lite del poder 8 E40 Bourdieu, Pierre The logic of practice 7 T41 Cardoso, Fernando Henrique, Dependencia y desarrollo en Amrica

    y Faletto, Enzo Latina 7 E42 Dahrendorf, R. Clase y conflicto de clases en la sociedad

    industrial 7 T43 Giddens, Anthony Las consecuencias de la modernidad 7 T44 Goffman, Erving Estigma 7 E45 Kanter, R.M. Men and Women of the Corporation 7 E46 Schtz, Alfred La fenomenologa del mundo social 7 T47 Berger, Peter L. Invitacin a la sociologa 6 T

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  • Autor Ttulo Votos T/E

    48 Bourdieu, Pierre, La reproduccin 6 Ey Passeron, Jean-Claude

    49 Etzioni, Amitai La sociedad activa 6 T50 Glaser, Barney G., The Discovery of Grounded Theory 6 T

    y Strauss, Anselm L.51 Habermas, J. La transformacin estructural de la esfera

    pblica 6 T52 Sorokin, Pitirim A. Dinmica social y cultural 6 T53 Touraine, A. La produccin de la sociedad 6 T54 Weber, Max Sociologa de la religin 6 T55 Weber, Max La metodologa de las ciencias sociales 6 T56 Arendt, Hannah Los orgenes del totalitarismo 5 T57 Boudon, Raymond La lgica de la accin social 5 T58 Braudel, Fernand Civilizacin y capitalismo 5 E59 Durkheim, mile El suicidio 5 E60 Geertz, Clifford La interpretacin de las culturas 5 T61 Giddens, Anthony Sociologa 5 T62 Janowitz, Morris El soldado profesional 5 E63 Lazarsfeld, Paul Felix, El lenguaje de la investigacin social 5 E

    y Rosenberg, Morris64 Lukcs, Georg Historia y conciencia de clase 5 T65 Mies, Maria Patriarchy and Accumulation on World

    Scale 5 T66 Nisbet, Robert A. La tradicin sociolgica 5 T67 Thompson, Eric P. La formacin de la clase obrera inglesa 5 E68 Riesman, David La muchedumbre solitaria 5 T69 Schtz, Alfred Collected Papers 5 T70 Simmel, Georg La filosofa del dinero 5 T71 Whyte, William Foote Street Corner Society 5 E

    Si nos centramos en los top ten encontramos en primer lugar, con casi 100menciones y muy por delante de cualquier otro libro, Economa y sociedad, deMax Weber, libro publicado pstumamente en 1922 y que pas casi desaperci-bido hasta los aos cincuenta (de hecho, en los veinticinco aos transcurridosdesde su publicacin hasta 1947 se vendieron menos de 2.000 ejemplares), peroque se ha transformado en el texto ms influyente de la sociologa moderna.Parece, pues, claro que si tuviramos que elegir un solo libro representativo dela sociologa del siglo XX segn sta es percibida por los socilogos de comienzosdel XXI, ste sera el resultado. No sorprende por ello que slo Weber tenga dostextos entre los top ten, pues el cuarto lugar lo ocupa La tica protestante, con 47menciones, sin duda una obra ms discutible, pero an ms emblemtica dela historia de la sociologa y libro de lectura obligada en casi todas las licencia-turas de sociologa del mundo entero3.

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    3 Sorprende, sin embargo, que La sociologa de la religin, de Weber, obra sin cuya compren-sin La tica protestante (de la que es slo su primera parte) queda incompleta, y que fue el magnus

  • El segundo lugar, pero ya a mucha distancia del primero (con slo 59 men-ciones), lo ocupa un texto de combate y en cierto modo menor (y sin duda asse lo habra parecido a su autor), pero que tiene tambin un valor fetiche comoinicio de la reaccin crtica anticonservadora de la sociologa americana: Laimaginacin sociolgica, de C. Wright Mills, publicado en 1959. Si Weber puedeser considerado un representante de las terceras vas (ni marxistas ni anti-mar-xistas; volver sobre ello ms adelante), y Wright Mills es el primero de lossocilogos crticos americanos (prximo al marxismo, aun sin serlo), el tercerlibro de la lista (ya muy prximo al segundo y con 52 menciones), Teora yestructura social, de Robert K. Merton, publicado en 1949, reeditado en nume-rosas ocasiones y durante aos el texto ms citado de la sociologa, representauna versin moderada del conservador funcionalismo americano, y ha sidolibro de texto, y no ya slo de lectura, para al menos tres generaciones de soci-logos. No sorprende, pues, que el texto clsico de Merton figure muy pordelante del otro texto clsico y fundador del funcionalismo, La estructura de laaccin social, de Talcott Parsons, publicado en 1937, una singular, original yforzada sntesis de los clsicos conservadores de la sociologa (Pareto, Marshall,Durkheim y Weber, a quien da a conocer en Amrica), para elaborar una teorade la accin, y que sin duda es la obra que inaugura el ciclo moderno del pensa-miento sociolgico4.

    Los tres primeros libros de la lista de la ISA exhiben as con claridad el almapolitizada y escindida de la sociologa moderna, que ha enfrentado durante casitodo el siglo a marxistas y anti-marxistas (representados estos ltimos por elfuncionalismo ms radical de Talcott Parsons), para presenciar, a partir del girolingstico de 1968-70, el triunfo de las terceras vas polticas (el linaje deWeber-Mannheim-Elias) a lomos de teoras constructivistas. Y as, en el spti-mo lugar aparece otro texto, como Economa y sociedad, tambin olvidadodurante aos: me refiero a El proceso de civilizacin, de Norbert Elias, publicadopor vez primera en alemn y en Suiza en el ao 1939, e ignorado por completohasta su traduccin al francs en 1972, momento en el que emergi como unclsico.

    Ni es tampoco de sorprender que en el nmero cinco de la lista encontre-mos La construccin social de la realidad, de P. Berger y T. Luckmann, una exce-lente y sencilla sntesis entre el marxismo crtico de cuo lukacsiano, el interac-cionismo simblico de Mead-Blumer y la fenomenologa, libro que inaugura unlargo predominio (an no cerrado del todo) de modelos interpretativos, herme-nuticos o constructivistas, publicado en 1966. En la misma lnea de reaccinfrente al doblete marxismo-funcionalismo, que atrap a la sociologa durante

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    opus publicado en vida, aparece en los ltimos lugares y con slo seis menciones. Este sesgo dicemucho sobre las especficas lecturas realizadas sobre Weber y, singularmente, sobre el intentoparsoniano de hacer de l un pensador anti-marxista. Volveremos sobre esto ms adelante.

    4 El otro gran texto de Parsons, El sistema social, publicado en 1951, aparece tambin en lalista con 23 menciones y en el undcimo lugar.

  • varias dcadas, debemos incluir el texto del socilogo canadiense Ervin Goff-man La presentacin del s mismo en la vida cotidiana, publicado en 1956 (peroampliamente revisado en 1959).

    Finalmente, y para completar los diez primeros, nos faltan dos versionesrenovadoras del marxismo clsico, publicadas ambas alrededor de 1980, cuandoel impacto del giro lingstico comenzaba a ser asimilado. La primera es delfrancs Pierre Bourdieu, La distincin (1979), quizs la primera sociologa delos sentimientos, una poderosa e inteligente sntesis entre el objetivismo dur-kheimiano y el marxismo hegeliano (tpico de la sociologa francesa, como lo estambin un funcionalismo encubierto pero poderoso), y que encontramos enautores tan variados e influyentes como Althusser, Foucault o el mismo Baudri-llard. Y, finalmente, la sntesis del heredero y epgono de la Teora Crtica, Jr-gen Habermas, La teora de la accin comunicativa (1981), que recupera las teo-ras constructivistas del pragmatismo para la sociologa crtica alemana.

    Si evaluamos ahora en su conjunto las diez obras que los socilogos de fina-les del siglo XX consideran ms importantes de su historia reciente encontramosalgunos interesantes rasgos comunes. Para comenzar, un claro predominio detextos tericos sobre investigaciones empricas. Si exceptuamos La tica protes-tante o, en otro sentido, La distincin, ambas investigaciones empricas pero dealtsimo vuelo terico, la primera obra de claro contenido emprico aparece enel lugar 27 de la lista (La estructura ocupacional americana, de Blau y Duncan),pues los textos de Foucault (Vigilar y castigar), Beck (La sociedad del riesgo) oMoore (Los orgenes de la dictadura y la democracia) slo con muchos maticespueden considerarse empricos y, en todo caso, perteneceran (como el propiotexto de Merton, Teora y estructura social) a una categora mixta de teoras denivel medio (middle-range theories las denomin Merton, su gran valedor). Laltima columna de la tabla recoge una codificacin que he realizado del carcterterico o emprico de las obras, aplicando este ltimo calificativo con grangenerosidad. Pues bien, aun as, slo 22 de las 71 obras citadas podran deno-minarse investigaciones empricas. Las restantes 49, nada menos que el 70%aproximadamente, son tericas.

    A este sesgo terico contribuye el peso marcado de la obra weberiana, perose ve reforzado ms an si consideramos no los diez, sino los quince primerostextos, pues en el lugar undcimo aparece la obra clsica del fundador del in-teraccionismo simblico, Espritu, persona y sociedad, de George Herbert Mead,obra pensada a comienzos de siglo pero editada pstumamente por sus alumnosen 1934. En el duodcimo lugar, otro texto terico de Talcott Parsons, El siste-ma social, de 1952, seguido de la obra ms compleja de Durkheim, Las formaselementales de la vida religiosa; La constitucin de la sociedad, de Giddens, y,finalmente, un libro que podra (pero slo podra) considerarse una investiga-cin emprica, El moderno sistema mundial, de I. Wallerstein.

    Es ms, sorprende que el texto que desde hace aos es el modelo estndarde buena investigacin sociolgica, primera obra que combina y mezclainduccin y deduccin, teora e investigacin, conceptos y datos, abordando un

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  • objeto de investigacin de nivel medio (y que ha sido por todo ello considera-do el equivalente en sociologa a los Principia de Newton), y aludo, por supues-to, a El suicidio, de Emilio Durkheim, aparece en la lista, sin duda, pero en ellugar 59 y con slo cinco menciones. Concluir por todo ello que la sociologamoderna es ante todo teora puede ser prematuro, aunque no insensato, pues elconocimiento no tiene como tarea reproducir la realidad, sino simplificarla,como nos recordaba Borges con su parbola de los Gegrafos Imperiales. Perosin duda es cierto que los libros ms influyentes en el trabajo de los socilogosmodernos, por recoger las palabras de la encuesta, son libros tericos.

    No slo predominio de la teora, sino de un tipo especial de teora, la refle-xiva, aquella que deriva de la sociologa del conocimiento y cuestiona los pro-pios supuestos desde los que pensamos. Pues a este campo ms limitado perte-necen sin duda los textos citados de Wright Mills (primer libro de sociologa dela sociologa), de Berger y Luckmann (y no olvidemos que la primera edicinde La construccin social de la realidad llevaba por subttulo Una introduccin ala sociologa del conocimiento5), el de Bourdieu y, en no poca medida, los deMerton (fundador de la sociologa de la ciencia) y Elias. Y ya en la segundadecena de clsicos encontramos el Durkheim de Las formas elementales de lavida religiosa (1912) y La estructura de las revoluciones cientficas (1962), deKuhn, que, al romper con la ortodoxia epistemolgica de la Escuela de Viena,abri el camino a la ms moderna sociologa, no ya de la ciencia (como era la deMerton), sino del conocimiento cientfico.

    Junto al peso de la teora y de la sociologa del conocimiento destaca, entercer lugar, la fuerte presencia de la sociologa europea, incluso mas all delpeso marcado de Weber. Slo tres norteamericanos aparecen en los 10 primeroslugares (Wright Mills, Merton y Parsons) y slo seis en los 20 primeros, lo quesorprende dado el peso de la lengua inglesa (y de la academia americana) en laconformacin de la sociologa del siglo XX. Sin duda, la orientacin ms aplica-da y empiricista de esta sociologa, fuertemente profesionalizada, podra expli-car en parte esta escasa presencia, en todo caso sorprendente.

    A destacar, en cuarto lugar, que buen nmero de los socilogos ms influ-yentes del siglo XX siguen vivos, lo que es todo un dato de la vitalidad actual dela sociologa. Casi la mitad de los diez primeros viven an y otros han fallecidomuy recientemente (como Elias o Goffman). Y ya en prensa estas pginas seproduce el reciente fallecimiento de Pierre Baurdieu. Contra la tesis extendidade la crisis profunda de la sociologa contempornea, el hecho llamativo es quebuena parte de los socilogos ms influyentes de este siglo no son los clsicos,sino los modernos. En el ltimo apartado de este trabajo intentar construiruna explicacin de este distanciamiento de los clsicos.

    Finalmente, debemos destacar el escaso peso de la sociologa espaola o lati-

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    5 De hecho, es muy significativo este cambio de ttulo pues vino a transformar lo que inicialmen-te era (y debi seguir siendo) un libro de sociologa especial la del conocimiento en una teorageneral, todo un indicador del giro constructivista de la sociologa al que aludir ms adelante.

  • noamericana. Slo un espaol, Manuel Castells, con La cuestin urbana, apare-ce en la lista (con 4 votos y en el lugar 82)6. Y el primer libro latinoamericanocitado, de Cardoso y Faletto, Dependencia y desarrollo en Amrica Latina, apare-ce en el lugar 41. Sin duda, ello puede deberse a sesgos en la propia muestra(aunque ese sesgo es tambin un dato a tener en cuenta), pero con todo es evi-dente el escaso relieve internacional de la sociologa en lengua espaola.

    Una vez inventariada la relacin de libros ms importantes de la sociologadel siglo XX, tratemos de darle sentido histrico a los datos.

    LAS CINCO GENERACIONES

    Sin nimo de hacer de ello una teora general, podramos resumir la historiade la sociologa en los avatares de cinco generaciones de pensadores que pode-mos caracterizar con los rtulos respectivos de (1) pioneros, (2) fundadores,(3) institucionalizadores, (4) compiladores y (5) constructivistas, en el entendi-miento que el trmino generacin se toma aqu en el sentido lato y genrico decoetneos y no en el estricto sentido mannheimiano de unidad generacional(aunque algunas de ellas s podran pasar el test mannheimiano). A estas cincogeneraciones podran aadirse quizs otras dos que se solapan ya con la contem-poraneidad, y que analizaremos en los apartados finales de este trabajo.

    Dejando fuera a los pioneros o inventores de la sociologa (los nominalistasescoceses del XVIII o Montesquieu), que seran la primera generacin, e inclusoeste calificativo sera excesivamente lato dada su extensin en el tiempo, lasegunda generacin es la de los fundadores, quienes escriben a comienzos omediados del XIX y cuya figura ms representativa es, sin duda, la de AugustoComte, que inventar en 1824 el trmino sociologa para sustituir el de fsicasocial, sin duda ms acorde con su orientacin positivista pero que le habasido arrebatado por el belga Quetelet. Precedido por Saint-Simon y seguido porTocqueville, Marx y Spencer (el ms joven de todos pues, nacido en 1820, falle-cer en 1903), constituyen la segunda generacin de socilogos: los clsicos porantonomasia o fundadores, que, a diferencia de los primeros, son an ledos yadmirados. Aunque ciertamente no todos, y ya Parsons recordaba en 1937 queSpencer era tratado como un perro muerto. Saint-Simon y Comte llevan casi lasmismas trazas a pesar de ser los idelogos de la post-moderna sociedad delconocimiento. E incluso Marx puede seguir un camino similar, probablementecomo reaccin a la inslita fetichizacin que sufri su pensamiento a partir dela segunda posguerra. Tocqueville, sin embargo, el gran analista de la democra-cia moderna, sigue siendo uno de los socilogos ms ledos, tanto en Europa

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    6 La encuesta de la ISA se hizo bien poco despus de la publicacin de la triloga de ManuelCastells La era de la informacin, que empez a publicarse en 1996, y que ha tenido una impre-sionante acogida en todo el mundo. No tengo casi duda alguna que su repeticin actual incluiraal menos este magnus opus del profesor Castells.

  • como (sobre todo) en los Estados Unidos, y, al igual que le ocurre a Weber, eltiempo hace de l un autor ms y ms apreciado.

    La tercera generacin es la de los institucionalizadores, aquellos que llevan lasociologa, hasta entonces un producto acadmicamente extico, a la Universi-dad para hacer de ella una disciplina legitimada y aceptada. Son los Durkheim,Pareto, Weber, Simmel, Mead o Tennies, pero tambin los miembros clsicosde la Escuela de Chicago (A. Small, W. I. Thomas, Robert Park y Burgess),todos ellos acadmicos y profesores de universidad, lo que no fueron ni Comte(a pesar de sus muchos intentos por alcanzar puesto de profesor), ni Tocquevi-lle, ni Marx, ni siquiera Spencer (que menospreciaba la universidad inglesa).Por el contrario, el primer departamento de sociologa se cre en la nueva yliberal Universidad de Chicago en 1895, Durkheim fue el primer catedrtico desociologa en Francia (en La Sorbona en 1910), Tennies es el primer presiden-te de la Asociacin Alemana de Sociologa en 1909, y Pareto es ya conocidoprofesor de economa en Suiza cuando publica el Tratado de sociologa general,en 1916. Esta tercera generacin fue consagrada como la de los clsicos de lasociologa por antonomasia ya en los aos cuarenta y cincuenta por la cuartageneracin, la siguiente, y son por ello objeto de lecturas obligadas en la forma-cin de cualquier socilogo y ejemplos o modelos de buena sociologa. Todosellos nacen a mediados del XIX, comienzan a producir a finales de siglo y se ago-tan, fsica e intelectualmente, en los aos inmediatamente posteriores a la GranGuerra.

    As, si Comte muere en 1857 y Tocqueville dos aos mas tarde, en aquelmismo ao naca Thorstein Veblen, dos aos antes haba nacido Tennies y unao antes Freud. Pero un ao ms tarde nacen Simmel, Mosca y Durkheim, yen la dcada de los sesenta nacern Sombart, Thomas, Mead (ambos en 1863),Weber, Cooley y Park (los tres en 1864). De modo que podemos decir que lageneracin de los institucionalizadores nace justo cuando los fundadores estncomenzando su periplo intelectual y, por lo tanto, se forman directamente bajosu influjo, ya sea el de Spencer en los norteamericanos, el de Comte en Durk-heim, o el de Marx (y Nietzsche) en Weber. A su vez, esta tercera generacin desocilogos desaparecer en los aos anteriores o posteriores a la Gran Guerra yas, si en 1917 muere Durkheim, en 1918 lo hace Simmel, en 1920 fallece MaxWeber y Pareto en 1923. Mead fallecer ms tarde, en 1931, pocos aos antesde Tennies (1936) y de Freud (1939).

    Como vemos, la Primera Guerra Mundial, que pone fin al optimismo deci-monnico y al positivismo y es, por tantas razones, divisoria poltica y socialentre el siglo XIX y el XX, lo es tambin en el terreno intelectual. Para entonces,la dcada de los veinte primero y la segunda posguerra despus, emerga la cuar-ta generacin, que es ya la central del siglo XX, la de los compiladores, quizs lanica que merecera con toda puridad el trmino de generacin pues, cierta-mente, es marcada a fuego por la terrible historia europea del siglo XX que,desde la revolucin rusa y la Gran Guerra, y a travs de los aos veinte, la crisisdel 29, la Repblica de Weimar y el ascenso del fascismo, lleva a la Segunda

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  • Guerra Mundial, el Holocausto y la guerra fra. Como los institucionalizadores,tambin los compiladores haban nacido cuando la generacin anterior comen-zaba a publicar, a finales del XIX y comienzos del XX. En 1885 nace Lukcs, en1893 Mannheim (ambos, por cierto, en Budapest) y en 1898 nace Marcuse,figura emblemtica del noventayochismo. Fromm nace en 1900, ao en quemuere Nietzsche y cuando Freud publica La interpretacin de los sueos. Pocodespus, en 1902, nace Talcott Parsons, un ao antes de que muera Spencer.Robert K. Merton nacer en 1910 y, en 1916, Wright Mills. Para la dcada delos cuarenta estaban todos ya en pleno rendimiento, si bien los ms jvenes deellos, como Lukcs o Mannheim, haban comenzado a publicar ya antes, en ladcada de los veinte. En 1937, Parsons publicar La estructura de la accinsocial, un libro clave del funcionalismo y la sociologa conservadora americana,y dos aos ms tarde su gran contrincante, C. Wright Mills, publica su primerartculo, por cierto de sociologa del conocimiento. Tambin en 1939, ya enplena guerra, se publica la primera edicin de El proceso de civilizacin, deNobert Elias. Sin embargo, el libro ms citado y ledo de la sociologa del sigloXX, Teora y estructura social, de Robert K. Merton, se publicar en una primeraedicin en 1949, ampliamente corregida y ampliada en 1968.

    Los que estoy llamando compiladores saben ya que son socilogos, y losaben desde el principio, por formacin o vocacin inicial, cosa que ignorabapor completo la generacin de los fundadores y saba slo a medias la de los ins-titucionalizadores, que llegaron a ser socilogos slo al final de sus vidas. Sonadems, por supuesto, acadmicos y profesores todos ellos. Y por ello intentanmuy conscientemente hacer de esta disciplina, ya legitimada acadmicamente,un saber cientfico riguroso, ya sea de orientacin crtica o conservadora. Creen,pues, de una u otra forma, en una ciencia de la sociedad, y a todos ellos les uneel objetivo de hacer de la sociologa una ciencia. Y para ello, y ste es un segun-do rasgo que les identifica, tratan de buscar las sntesis o las convergencias decorrientes diversas que les han precedido, ya sean sntesis de pensadores conser-vadores o de pensadores crticos. Los primeros, los conservadores, con Parsons ala cabeza, se apoyarn en el pensamiento europeo de Durkheim, Weber, Mars-hall y, sobre todo, el del ltimo Pareto, con el claro y explcito intento de con-trarrestar el avance marxista, muy marcado en Europa hasta 1968, pero tambinen los Estados Unidos a partir de la crisis de 1929. Es muy significativo en estesentido que La estructura de la accin social, la gran sntesis parsoniana del pen-samiento europeo, publicada nada menos que en 1937, en pleno auge del fas-cismo, cita a Marx slo de pasada y en menos de una docena de ocasiones. Losotros, los crticos, insatisfechos con la sociologa burguesa pero tambin conel marxismo positivista de la segunda o la tercera internacional (el marxismo deKautsky o de Bujarin), entroncarn a Marx con Hegel (y no con Kant, comolos anteriores) para captar ms tarde, desde la teora de la cosificacin deLukcs, la teora weberiana de la burocratizacin del mundo e incluso el psicoa-nlisis de Freud. Hablo, por supuesto, de la Teora Crtica de la sociedad elabo-rada por Adorno, Horkheimer, Fromm o Marcuse, un producto de la liberal y

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  • recin creada Universidad de Frankfurt que, ms tarde an, ya en la segundaposguerra, se desarrollar en el exilio americano.

    Los aos sesenta/setenta marcarn el fin de esta generacin, sin duda la cen-tral del siglo XX. El primero en fallecer, en 1962 y an joven, es Wright Mills, elsolitario o maverick de la sociologa americana, que ms parece un personajesalido de las novelas de Jack Kerouack y los angry young man de los cuarentaque un acadmico respetable, lo que nunca lleg a ser en vida (jams obtuvo laansiada tenure, es decir, nunca lleg a ser catedrtico). Pero es el fallecimientode Parsons y Marcuse en 1979, con pocos meses de diferencia (en mayo y enjulio, respectivamente), lo que simboliza el fin de toda una poca del pensa-miento occidental, y ciertamente de la sociologa, la que iba a contraponer mar-xismo y anti-marxismo no ya como modelos cientficos alternativos, sino inclu-so como concepciones del mundo y orientaciones personales. Pues, comoveremos, la crisis del 68 va a afectar de manera importante a la intelectualidadeuropea y a la sociologa, abriendo un camino muy distinto y an no cerrado, eldel constructivismo, que analizaremos posteriormente.

    Pero 1979 es tambin la fecha en que Bourdieu publica La distincin, otrolibro central de la sociologa contempornea. Y, siete aos antes, Daniel Bellhaba publicado un libro pionero y de extraordinario impacto, La sociedad post-industrial, libro seminal que abri el camino para la actual indagacin de lopost-. Y con Bourdieu, Bell, Habermas, Coleman o Giddens (discpulo, porcierto, de Norbert Elias) entramos ya en la generacin actual, de finales desiglo, la quinta (quizs sexta, como veremos) generacin, la que ha recuperadola Gran Teora para la sociologa.

    Esta breve cronologa, si bien nos permite contextualizar los datos que exa-minbamos en el apartado anterior, no permite sin embargo percibir las grandescorrientes de pensamiento que marcan la sociologa del siglo XX. Y, sin embar-go, esas grandes corrientes se superponen como una envolvente al proceso bio-grfico descrito. Pues, como indicaba, tambin para la sociologa el corto sigloXX de los historiadores comienza con la Gran Guerra para cerrarse en torno ala cada del sueo de la revolucin rusa con la destruccin del muro de Berln,en 1989.

    LA TENSIN CONSTITUTIVA DE LA SOCIOLOGA DEL SIGLO XX:ENTRE EL MARXISMO Y EL ANTI-MARXISMO

    Efectivamente, el perodo que va de 1918 a 1989, del fin de los Imperios yla revolucin rusa a la cada del muro de Berln, y que los historiadores han lla-mado el corto siglo XX o la guerra civil de occidente, se caracteriza por la ten-sin marxismo y anti-marxismo, expresin en el pensamiento del predominiode la lucha de clases que adquiere su mayor virulencia en los aos veinte y seprolonga, tras la Segunda Guerra Mundial, en la guerra fra que contrapone elbloque sovitico al americano. Esta tensin poltica y social traspasa por com-

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  • pleto toda la produccin sociolgica, que se ajusta a la pauta del enfrentamientoentre quienes analizan el presente desde categoras marxistas o desde marcos(neo) positivistas, entre funcionalistas y marxistas, tericos del consenso o teri-cos del conflicto, contraposicin que alcanza incluso al mismo nivel epistemo-lgico como enfrentamiento entre un modo de argumentar dialctico-crtico,de cuo hegeliano, y otro neopositivista-fisicalista, de cuo kantiano. La con-traposicin es de tal calibre que no estamos ante dos modos de hacer sociologa,sino propiamente ante dos sociologas e incluso dos ciencias diversas y en con-flicto. Y as, de una parte, el marxismo se transforma en otra sociologa alterna-tiva a la burguesa, con la que no tendra nada que ver, como podemos observar,por ejemplo, en el exitoso texto de Zeitlin Ideology and the Development ofSociological Theory (1968). Y, de otra, el funcionalismo pretende ser nadamenos que el lenguaje de la ciencia social (la expresin es de Parsons), equiva-lente, pues, a la matemtica como lenguaje de la fsica y la ciencia natural. As,el funcionalismo no era una teora social, sino el lenguaje mismo de toda teorasocial, como dir K. Davis.

    No es casual que inmediatamente despus de la Gran Guerra se publiquendos de los textos ms importantes para ambas corrientes, ambos gestados en lastrincheras y desde Viena, la capital multicultural del viejo imperio austro-hn-garo y verdadero laboratorio del pensamiento de entreguerras: Historia yconciencia de clase, de Lukcs (1923), y el Tractatus Logico-Philosophicus deWittgenstein (1922). Pues el primero marcar una profunda reorientacin delmarxismo abriendo el camino a la Teora Crtica, mientras el segundo forzar elsalto desde el positivismo decimonnico (en el que an estaban atrapados Pare-to o Durkheim) al neopositivismo del Crculo de Viena o de Berln y el racio-nalismo crtico de otro viens, Karl Popper, cuya obra fundamental, La lgica dela investigacin cientfica, es de 19347. El clsico debate de la sociologa alemanaentre los dos cabezas de ambas escuelas, Adorno y Popper, cuarenta aos mstarde (en 1961 exactamente), reflejar con nitidez ese mismo contraste: teoracrtica marxista frente a neopositivismo funcionalista, dialctica vs. analtica,conflicto vs. consenso, sin conciliacin posible. Nunca fue ms cierto que ter-tium non datur, pues no estamos ante una simple confrontacin de estilos depensamiento o de escuelas, ni siquiera de paradigmas en el sentido de Kuhn(si es que tal cosa existe o ha existido en sociologa), sino ante una confronta-cin radical de concepciones del mundo. Mi generacin, la que se form en lasociologa en los aos sesenta y setenta, espaola o no, an se vea forzada aoptar entre unos y otros. Por poner un ejemplo visible extrado de la sociologaespaola, los ttulos de cuatro de los ms representativos textos clsicos de lasociologa de esos aos, todos ellos memorias de ctedra, muestran vvidamenteese contraste: La sociologa cientfica moderna, de Salustiano del Campo, publi-cado en 1962, donde sociologa cientfica equivale a funcionalismo positivis-

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    7 Pero que todava merece un lugar en la lista de mil libros de Montreal, con cuatro men-ciones.

  • ta; La sociologa, aventura dialctica, de Luis Gonzlez Seara, publicada en 1969,que apostaba desde el ttulo por la va dialctica; Teora sociolgica; una intro-duccin crtica, de Carlos Moya, de 1971, en el mismo sentido; y, finalmente,Sociologa; entre el funcionalismo y la dialctica, de Juan Dez Nicols, publicadotambin en 1971, y cuyo ttulo lo dice todo al tiempo8.

    Un contraste que podemos visualizar mediante el de dos grandes escuelas,ambas coetneas, y cuya influencia sigue siendo marcada. De una parte, laEscuela de Frankfurt, generadora de la Teora Crtica, producto del liberalismode esa ciudad en el marco agnico de la Alemania pre-nazi, y defensora de unmarxismo renovado por relecturas de Hegel, Weber y Freud, y que sera alimen-to espiritual de la sociologa crtica de los aos cuarenta a setenta9. La dialcticade la Ilustracin, de Adorno y Horkheimer, publicada en la inmediata posguerra(1947), fue y es an libro de lectura obligada (y as aparece en la lista con docemenciones). De menor actualidad hoy, aunque muy relevantes en su momento,fueron La personalidad autoritaria, de Adorno y colaboradores, o DialcticaNegativa (que merecen slo dos menciones), al igual que los diversos libros deHerbert Marcuse, Eros y civilizacin, Razn y revolucin (con tres menciones) oEl hombre unidimensional (que slo obtiene una), publicado oportunamente en1964 y que sera libro de lectura obligada del movimiento del 68.

    Y, de otra parte, la Escuela de Columbia, generada en el marco vital de laciudad de Nueva York como consecuencia de la colaboracin de un terico(Robert K. Merton) y un metodlogo (Paul Lazersfeld; otro viens, por cierto),que habran de elaborar la versin cannica (y an actual) de los mtodos deinvestigacin sociolgica: las entrevistas en profundidad y los grupos de discu-sin (focus group) como mtodos cualitativos, y el sondeo de opinin pblica (elsurvey) como mtodo cuantitativo. Una investigacin emprica que floreci enlos Estados Unidos al hilo de la emergencia de mercados variados para sus pro-ductos: el mercado del marketing poltico con los sondeos de opinin, el merca-do de los medios de comunicacin de masas con la medicin de audiencias, elmercado de los productos de consumo masivo en los supermercados (los fastmoving consumer goods) con los test de producto o, finalmente, el mercado de lapublicidad con los test de anuncios. La sociologa sala, pues, de las aulas acad-micas, adonde haba sido conducida por los institucionalizadores, para lanzarseal mercado profesional y llenar con su espritu y sus productos la vida social,poltica y comercial. El socilogo, un licenciado universitario ms, deja de serun intelectual crtico para pasar a ser un profesional que oferta sus servicios ycobra por ello.

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    8 Incluso el clsico de Enrique Tierno Galvn, Razn mecnica y razn dialctica (Tecnos,Madrid, 1969), reincide en la opcin.

    9 A destacar que la escuela estructuralista francesa de los aos sesenta y setenta ha dejadopoca huella. As, Lire le Capital, de Louis Althusser, aparece con slo cuatro menciones, al igualque Poder poltico y clase social, de Nicos Poulantzas, libros ambos que, en su momento, tuvieronenorme influencia. La Antropologa estructural de Lvi-Strauss o las Mitolgicas del mismo autormerecen slo dos menciones.

  • La contraposicin entre estos dos modos de entender la sociologa fue de talcalibre que, en otros textos, he argumentado que unos y otros, marxistas y anti-marxistas, se necesitaban mutuamente para existir pues difcilmente podaentenderse el funcionalismo sino como contraste y oposicin al marxismo, perotambin viceversa, era incomprensible el marxismo sino como crtica de lasociologa burguesa. Y as, su tensin (y debate mutuo) al tiempo disolva(escinda) y constitua la sociologa (y la ciencia social). Es la poca que en milibro La sociedad reflexiva (1990) llamaba del consenso escindido entre mar-xistas y anti-marxistas. Pues si la escisin fue y an es claramente visible, tam-bin lo es el consenso profundo entre ambas escuelas que emerge ante un anli-sis ms atento.

    Efectivamente, no merece la pena detenerse a destacar lo mucho que lesdiferenciaba en sus presupuestos epistemolgicos o en sus marcos tericos.Baste sealar que si los marxistas remontaban las explicaciones a variables eco-nmicas (singularmente la dinmica de los modos de produccin como genera-dores de la lucha de clases, verdadero motor de la historia), los funcionalistas,en la lnea del primer Durkheim (el de La divisin del trabajo social) y de losantroplogos Malinowski y Radcliffe-Brown, harn de la cultura la variableindependiente, entendida sta como sistemas normativos (y valores) de orienta-cin de la conducta, al tiempo interiorizados (hacia adentro, en la estructura delcarcter) e institucionalizados (hacia afuera, en expectativas recprocas).

    Pues ms interesante es recalcar que la visibilidad y radicalidad de ese con-flicto, central para la sociologa del siglo XX y que se arrastra durante ms decincuenta aos, alcanzando quizs su punto lgido en los debates del 68, oculta(ocultaba al menos) que ambos contendientes compartan sin embargo muchascosas, y cosas muy importantes. Compartan en primer lugar la creencia en queuna ciencia social es posible y deseable, algo simplemente evidente entonces(taken for granted, diramos con el lenguaje de sus sucesores), pero que el tiem-po pondr en entredicho. Compartan en segundo lugar una fe, igualmenteingenua, en la racionalidad occidental como motor del pensamiento y de la his-toria; es decir, eran ilustrados y optimistas sin merma alguna y crean a pies jun-tillas en el universalismo de la razn. Con Helvetius, podan haber afirmadoque tous les hommes ont un esprit galement juste. Como los ilustrados, compart-an adems (en consecuencia) una filosofa de la historia entendida como proce-so de modernizacin y de trnsito progresivo, pero inevitable, desde sociedadestradicionales, agrarias y rurales, a sociedades industriales y urbanas, que seexpanda como una mancha de aceite desde el ncleo de occidente al resto delmundo. En resumen, unos y otros reflejaban (y contribuan a constituir, ambascosas al tiempo) la historia de la expansin europea que, desde los Estadosnacionales, y tras acabar con las peculiaridades locales internas (fueros, autono-mas, lenguas), tarea cerrada a finales del siglo XIX, hace lo propio en el mundoentero a lo largo del XX (imperialismo/colonialismo). El universalismo hasealado nada menos que S. P. Huntington en El choque de civilizaciones es elprembulo del imperialismo. Finalmente, para unos y otros, los sujetos de la

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  • historia mundial (y, por lo tanto, los objetos privilegiados de la ciencia social)son las naciones-Estado, marco indiscutible de las sociedades, de modo quecuando hablan de sociedad debemos entender (casi) siempre sociedades esta-talmente constituidas. Frente a ellas, frente a las sociedades (macro), los indi-viduos son simples soportes pasivos de los procesos de modernizacin, ya seanstos va democracias populares y planificacin econmica, o va democraciasformales y economa de mercado. Y ya sea en Bretaa o en Galicia (hacia aden-tro), o en Bolivia, Argelia o la India (hacia afuera).

    EL GIRO CONSTRUCTIVISTA EN LA SOCIOLOGA:DEL TRABAJO A LA COMUNICACIN

    El predominio de estos dos modelos (y de su contraste) empezar a quebrar-se a mediados/finales de los aos sesenta, y claramente a partir de 1968, que,tras la invasin sovitica de Checoslovaquia y el descubrimiento del Archipila-go Gulag, lleva a la intelectualidad europea a romper con el mito de la libera-cin comunista, inicindose as el fin de la guerra fra que llevara a la cada delmuro en 1989. Y quizs no es exagerado recordar que el movimiento del Mayofrancs comenz en un Departamento de Sociologa (el de la Universidad deNanterre) donde algunos de sus futuros lderes enseaban esta disciplina (as,Daniel Cohn-Bendit) o eran discpulos de conocidos socilogos (como Casto-riadis o Touraine), y se difundi a travs de los medios acadmicos occidentalesapoyada por estudiantes y profesores de sociologa (como Rudi Dutschke o laFacultad de CC. Polticas y Sociologa de la Universidad de Madrid). Por lodems, si a alguna de las que he llamado generaciones de socilogos puede apli-carse con propiedad este trmino es, sin duda, a la del 68. Nacida al hilo de losacontecimientos descritos pero marcada por la revuelta estudiantil (y la matanzaen la mexicana Plaza de las Tres Culturas) y la confrontacin con la guerra deVietnam, llevar como smbolos de identidad la exploracin de nuevas formasde relaciones personales y sexuales, de las drogas y de la msica rock, generandouna esttica propia que pronto se generalizara. Se trataba, adems, de unageneracin internacional, que responda a los mismos smbolos en Madrid,Pars, Berkeley o Chicago.

    En todo caso, y casi como por azar, en poco menos de tres aos se publicanlos textos que sern punto de partida de poderosas nuevas corrientes: Exchangeand Power in Social Life, de Peter Blau (1966); La construccin social de la reali-dad, de Peter Berger y Thomas Luckmann (1966); los Estudios de Etnometodolo-ga de Harold Garfinkel (1967); se traduce, de Alfred Schutz, La fenomenologadel mundo social (1967; la edicin alemana, de 1932, haba pasado tambindesapercibida); y, finalmente, El interaccionismo simblico, de Herbert Blumer(1969). Textos todos ellos que inauguran nuevas corrientes (teora del intercam-bio, etnometodologa, fenomenologa, interaccionismo simblico), que colocande nuevo al actor en el centro del anlisis y a la cultura y la construccin social

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  • de la realidad (constructivismo) como procesos determinantes. Estamos, pues,ante el equivalente en ciencia social del giro lingstico o hermenutico de lafilosofa que ocurre por los mismo aos.

    Libros que aparecieron precedidos por el ya citado de Goffman, La presenta-cin del s mismo en la vida cotidiana (1959), o el de Peter Winch, The Idea of aSocial Science (1958), que retoma al segundo Wittgenstein (el de los juegos delenguaje) para la sociologa. Y a los que podramos sumar La lgica de la cienciasocial (1967) o Conocimiento e inters (de 1969), ambos de Habermas, y querecuperan el pragmatismo americano para la sociologa europea, o la segunda (ycannica) edicin de Teora y estructura social (de 1968), de R. K. Merton, que,desde el funcionalismo, lleva a ste mucho ms all de sus supuestos iniciales atravs de la consideracin de las consecuencias no intencionadas de la accin yde las predicciones que se autocumplen y autoniegan en ciencia social.

    Al tiempo que esta renovacin iniciaba el vuelo, se certificaba el fin del con-senso escindido. Una de las grandes obras de sociologa de la sociologa, La cri-sis de la sociologa occidental, de Alvin Gouldner, publicada poco despus (en1970) con el objetivo de analizar la situacin de cambio e incertidumbre de lasociologa, iba a certificar la crisis definitiva del funcionalismo, anunciandotambin la del marxismo. Y, un ao ms tarde, Norman Birnbaum certificarala crisis del marxismo, que estallaba en mil orientaciones diversas. La metafsicadel trabajo, acusacin de Wright Mills contra el marxismo, resultaba ser el espejode la produccin (Baudrillard) donde todo se refleja y distorsiona, pero tambinel punto donde el marxismo dejaba de ser una filosofa crtica. Ir ms all deltrabajo como actividad constitutiva del mundo (Habermas) era tambin ir msall del marxismo.

    Y ntese que si en los compiladores el peso de la sociologa europea era andominante incluso en el funcionalismo de Parsons o Merton, stas soncorrientes marcadamente norteamericanas y, con mayor precisin, de la hiperli-beral Costa Oeste, ms que de la ms europeizada Costa Este (de donde provie-ne el funcionalismo, producto del llamado Crculo de Pareto, de la Universi-dad de Harvard). Dato espacial que, aadido al dato temporal (aos sesenta ysetenta), sin duda significativo tambin, ha permitido hablar de una sociologade fumadores de marihuana o de socilogos sin sociedad; ms adelante vere-mos por qu.

    Las diferencias entre estas corrientes y las anteriores eran enormes, pero qui-zs la ms importante es la siguiente. Marx haba sealado que la ciencia seconstruye contra las apariencias, buscando la esencia detrs de ellas y, por lotanto, como crtica de las ideologas. Y, en el mismo sentido, Durkheim habasealado que la ciencia se construye contra el sentido comn. De modo quemarxistas y funcionalistas, a pesar de sus muchas querellas, estaban tambin deacuerdo en que el camino del conocimiento menosprecia el modo como lascosas son captadas por el sentido comn para ir con afortunada frase orte-guiana a las cosas mismas. Eran, pues, unos y otros, herederos de losmaestros de la sospecha, como llam Stuart Hughes a los viejos maestros

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  • Nietzsche, Pareto o Freud, buscadores de la realidad latente y oculta por detrsde sus representaciones, meros sntomas a descifrar. Pues bien, frente a losintentos de captar la realidad tal y como es y sin adherencias ideolgicas, lasnuevas corrientes constructivistas descubren que lo importante no es cmo sonlas cosas (si es que son de algn modo), sino cmo son interpretadas, entendi-das o construidas por los actores; lo importante no es, pues, la situacin obje-tiva, sino la definicin (subjetiva) de la situacin pues, como seala el dictumde Thomas, si los hombres definen las situaciones como reales, stas son reales en susconsecuencias, aun cuando la definicin de la situacin pueda ser irreal. Conellos pasamos de los modos de producir la realidad a los modos de interpretar yconstruir la realidad.

    As, por poner algn ejemplo, Blumer afirma que los mundos que existenpara los seres humanos estn compuestos de objetos... y dichos objetos son el resulta-do de la interaccin simblica. P. Berger y Th. Luckman escriben que la lgica delas instituciones... no radica en la institucin y funcionalidad externa, sino en elmodo como son tratadas en la reflexin sobre ellas. Y, ms enfticamente, Schutzescriba: Bajo el trmino realidad social quiero entender la suma total de objetos ysucesos en el mundo social cultural segn son percibidos por el pensamiento de senti-do comn de los hombres. Como escribi Peter Dreitzel, sintetizando esta pers-pectiva, desde el punto de vista del paradigma interpretativo (una categora quesubsumira el interaccionismo simblico, la sociologa fenomenolgica y laetnometodologa ), la estructura social se basa en los procedimientos interpretativosde los miembros interactuantes de la sociedad... La realidad social en que la gentevive sus actividades cotidianas est construida no en los hechos objetivos de lasituacin, sino en las definiciones subjetivas de la situacin... Bajo el paradigmainterpretativo toda la realidad social es percibida como resultado de procesos denegociacin en marcha.

    Evidentemente, este cambio se debe a un cambio de orientacin filosficasubyacente. Los anteriores, los compiladores, herederos claros del positivismo,eran materialistas y evolucionistas, mientras stos son marcadamente idealistas.Marxistas y funcionalistas compartan una visin decimonnica y evolutiva delhombre y la sociedad; eran, de un modo u otro, darwinianos. Y, en ese sentido,ambos pensaban desde las necesidades y exigencias de adaptacin del hombre alentorno o del entorno al hombre, de modo que conceptos como tiles, instru-mentos o trabajo eran de uso ordinario. Pero los nuevos socilogos van a pensarel mundo no en la homologa del producir, sino en la homologa del comuni-car. El orden social no reposa en la produccin e intercambio de objetos queson producto del trabajo humano, sino en el intercambio de mensajes. Por ello,si para los anteriores la realidad, social o no, era concebida como un mundo decosas, para stos es concebida como un mundo de smbolos o de representacio-nes. Los hombres viven en universos lingsticamente estructurados y confor-mados, y la tarea de la ciencia social ser de-construir esas representaciones,analizar cmo llegan a ser, de una parte, y cmo crean y producen la realidadmisma, de otra.

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  • Ello genera una importante consecuencia metodolgica: una marcada ten-dencia al nominalismo sociolgico. Los anteriores, de nuevo marxistas o no,eran realistas y, con Durkheim o Marx, afirmaban que la sociedad es una cosaque tiene vida propia (aunque sea cosa dune autre manire) y, por lo tanto, debeser tratada como una cosa (son ambas afirmaciones del Durkheim de Las reglasdel mtodo sociolgico). stos, por el contrario, dirn que la sociedad no es unacosa, sino un lenguaje que se construye en interacciones interpersonales que vandando sentido a las situaciones; es proceso, no cosa, e ideal, no material. Y as,si para los anteriores el individuo no era sino el soporte o la interiorizacin derelaciones sociales objetivas (el capitalista es capital personificado, dice Marx; elhombre es social, dice Durkheim), aqu la dinmica se invierte: la sociedad noes sino la exteriorizacin del sentido. Y si aqullos adoptaban siempre la pers-pectiva macro de los grandes procesos histricos, situndose el socilogo en elpunto de vista del observador externo, stos adoptarn una perspectiva micro yel punto de vista del actor, de modo que les interesa no tanto la sociologa eso-trica de la ciencia, sino la sociologa etno de sentido comn. Con lo que pasa-ramos tambin desde mtodos explicativos nomotticos (es decir, apoyados enel descubrimiento de leyes sociales) a mtodos comprensivos y hermenuticos.Por decirlo de un modo grfico, si para los compiladores marxistas o funciona-listas el concepto central de la sociologa era el de estructura, para los cons-tructivistas el concepto central es el de accin y, conjuntamente, el de sen-tido.

    A mi entender, ste ha sido el giro crucial de la sociologa del siglo XX quepermite hablar de dos grandes perodos en su desarrollo10. El primero, desde laGran Guerra hasta la crisis intelectual del 68, marcado por la contraposicinentre izquierdas y derechas sociolgicas; el segundo, a partir de la ltima fecha,reorientando la sociologa hacia la construccin social de la realidad, esloganque har fortuna. Todava hoy, la lectura de cualquier catlogo de libros de lasgrandes editoriales de sociologa permite descubrir que todo, al parecer, es cons-truccin social: la mujer y el gnero, la prostitucin o la raza, la clase social, elestatus o la delincuencia, la ciencia, la burocracia, el Estado, etc. Todo cuantohaba sido descubierto como cosa pasa a ser de-construido y transformado enuna forma nueva de ideologa. La superestructura, no la infraestructura, esdeterminante, pues no es el ser social lo que determina la conciencia, sino stala que determina el ser social.

    A destacar, finalmente, que el debilitamiento del enfrentamiento marxismoanti-marxismo ha permitido el retorno de lo reprimido u oculto, el regreso delas terceras vas que se movan ms all de ese contraste y que haban sido

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    10 Para la sociologa espaola, el giro constructivista puede muy bien ser representado por lapublicacin en 1978 del libro Teora sociolgica contempornea, editado por Jos Jimnez Blancoy Carlos Moya, un funcionalista moderado y un crtico (que hacen las paces), en el que se pre-sentan por vez primera a la sociologa espaola el interaccionismo simblico, la etnometodolo-ga, la fenomenologa y la nueva teora crtica.

  • bien marginadas, bien simplemente olvidadas11. Sin duda, el caso ms marcadoes el de Max Weber y sus sucesores, Mannheim o Elias. Ya en vida, Mannheimhaba sido acusado de marxista burgus, razn por la que fue rechazado porlos marxistas (pues era burgus), pero tambin por los burgueses (pues era mar-xista), una contradiccin que puede extenderse a los dems pues, de nuevo, ter-tium non datur. Entre nosotros, Ortega y Gasset, sin duda el pensador de mayortalento del siglo XX (y probablemente de los ltimos siglos de pensamientoespaol), y cuya ltima obra fue de relevancia sociolgica, fue estigmatizadoigualmente como liberal elitista, rechazado por la derecha por liberal y por laizquierda por elitista. Pero, sin duda, donde este retorno es ms manifiesto es enel caso de Max Weber. l mismo se autodefini en cierta ocasin como discpu-lo de Marx y de Nietzsche, una mezcla sin duda explosiva. Pues bien, esemismo linaje intelectual llevara a Lukcs a acusarle de asalto a la razn y aParsons a malinterpretarlo como idealista, anti-marxista y terico del consensosocial. Sin embargo, Weber acabar siendo el socilogo ms influyente del sigloXX, sin duda el nico que (y sospecho que sta es la razn de su xito actual),apoyndose en su vastsima erudicin histrica, pudo adoptar una perspectivahistrico-universal, como gustaba decir, la perspectiva de la historia de lahumanidad en su conjunto, viendo a Occidente desde fuera como uno ms delos experimentos humanos y rompiendo radicalmente con el etnocentrismoeurocntrico de la sociologa.

    Finalmente, no podemos olvidar que este giro lingstico aparece sobrede-terminado por una profunda crisis de la concepcin heredada de la ciencia engeneral, y de la ciencia social en particular. Por supuesto, La estructura de lasrevoluciones cientficas, de Kuhn, libro que, desde la ms pura ortodoxia neopo-sitivista del Crculo de Viena (no en vano se publica en la Enciclopedia Interna-cional de la Ciencia Unificada), va a romper radicalmente con ella, iniciandouna verdadera revolucin cientfica, haba sido publicado mucho antes, en1962, y ser determinante de una notable incertidumbre acerca del carcter dela ciencia, abriendo el camino no slo a la sociologa de la ciencia, sino a unavariedad de modos de hacer ciencia.

    Una incertidumbre que tambin se manifiesta en la propia sociologa, que sien los aos cuarenta a sesenta apareca polarizada entre dos grandes esquemas,en los setenta y ochenta se nos presenta dividida en una pluralidad de orienta-ciones, escuelas y estilos, sustantivos y metodolgicos, que se trasladan incluso alos temas u objetos de la indagacin. As, en 1987, Giddens y Turner podanconstatar la proliferacin de enfoques en el pensamiento terico y la explosin deversiones rivales de teora social, resultado de la incorporacin de corrientes anti-

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    11 A destacar el caso de Simmel, que, por mritos propios, debera ser incluido entre las ter-ceras vas pero que, a diferencia de los anteriores, haba sido objeto de atencin por parte de lasociologa americana (por la ltima Escuela de Chicago y a travs de Louis Wirth) por sus traba-jos sobre la vida urbana. En los aos cuarenta y cincuenta, Simmel era as ms conocido en Esta-dos Unidos que el mismo Weber.

  • guas que se haban marginado ms el desarrollo de otras nuevas e incluso elmantenimiento remozado de algunas antiguas como el funcionalismo (en elneofuncionalismo de Alexander, por ejemplo) o incluso el marxismo (en el mar-xismo analtico de Elster, por ejemplo). La teora sociolgica contempornea,concluan, se convierte en un conjunto variado y muchas veces confuso de enfo-ques. Es la poca del florecimiento de las mil flores, en la que cada socilogo cul-tiva su huerto (Salvador Giner) y en la que se poda escribir: Qu es la sociolo-ga? Sociologa es lo que hacen los socilogos (Carlos Moya).

    EL REGRESO DE LA GRAN TEORA

    Los rboles impiden captar el bosque, y a medida que nos acercamos al pre-sente falta distancia que permita objetivar el anlisis. Llamo, pues, la atencindel lector sobre esta duda del autor, que no sabe a ciencia cierta si el grupo delque ahora va a hablar, los nuevos tericos, constituye una generacin como lasdos anteriores o es, ms bien, la sntesis simple y la herencia de los constructi-vistas. Por edad, muchos de estos nuevos tericos no son mayores que algunosde los constructivistas y, en todo caso, no puede decirse que el constructivismoha sido sustituido por la nueva teora, como s fue sustituido el consenso escin-dido por el constructivismo y la nueva gran teora. Es ms, una buena parte delos socilogos contemporneos especialmente los vinculados al poderosomovimiento de la sociologa feminista siguen siendo constructivistas y, encuanto tal, crticos (y ms frecuentemente crticas) acrrimos(as) de todo granrelato o narracin, simple expresin del Gran Macho Blanco. Es ms, me atrevoa pensar que los constructivistas, estos nuevos tericos y los tericos de lo post-(a los que aludir en el apartado siguiente), no son tanto tres generaciones tem-porales, sino ms bien una y la mima que se focaliza alrededor de tres topoi oprogramas de investigacin distintos: la de-construccin crtica del orden social,la creacin de una teora de lo social o el descubrimiento del misterio de lapost-modernidad.

    En todo caso, s parece que el contraste manifiesto entre el poderoso realis-mo de los compiladores y el no menos poderoso nominalismo de los constructi-vistas origin en los aos ochenta y primeros noventa (tena que originar casiobligadamente) un vivsimo debate entre lo micro y lo macro, el nominalismo yel realismo, o la explicacin y la comprensin, debate singularmente tcnico ysin clara derivacin poltica y ya superado, por fortuna, pero que ha sido muyfructfero en la construccin de la teora sociolgica. El resultado de este debateha sido un poderoso retorno al tipo de Gran Teora que se podra encontrar enlas obras de Durkheim, Weber, Parsons o Adorno, sustituidas posteriormentepor trabajos micro o de nivel medio.

    Las obras ms importantes de este retorno a la Gran Teora, expuestas pororden cronolgico, son quizs las siguientes: La distincin. Criterio y bases socia-les del gusto, del francs Pierre Bourdieu, de 1979; la Teora de la accin comuni-

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  • cativa de Jrgen Habermas, de 1981; El sistema social, de Niklas Luhmann, y Laconstitucin de la sociedad, de Anthony Giddens, ambos publicados en 1984; y,finalmente, los Fundamentos de Teora Social del norteamericano James Cole-man, de 1990, el nico an no traducido al espaol. Todos ellos libros citadosen lugares relevantes en la lista de Montreal: Bourdieu en el sexto lugar, connada menos que 43 menciones; Habermas en el octavo lugar y con 29 mencio-nes; Giddens en el 14, con 21; Coleman en el 23, con 11, y, finalmente, Luh-mann en el 29, con 10. Y ntese de nuevo, junto al dato de la unidad temporal(son textos todos ellos de los aos ochenta-noventa), el dato espacial: el peso delpensamiento europeo, que regresa al primer plano, pues cuatro de los cinco loson. Quizs podramos aadir otro libro norteamericano, ste de Jeffrey Alexan-der, The Theoretical Logic in Sociology, una renovacin del funcionalismo parso-niano, pero su menor influencia la pone de manifiesto su lugar en la lista deMontreal, con slo cuatro menciones.

    Ms complejo resulta buscar la unidad de estos textos mas all de la comnbsqueda de un marco analtico global y general para la sociologa, es decir, msall de su comn ambicin terica. Cierto que todos ellos tratan de tenderpuentes entre los dualismos heredados de las dos generaciones anteriores, singu-larmente la tensin entre estructuras y acciones, poniendo de manifiesto que,de una parte, las estructuras son las acciones y, de otra, las acciones son lasestructuras, sin que haya primaca alguna en ese crculo o espiral por el que lasacciones individuales reproducen (y son) las estructuras y stas reproducen (yson) las acciones. Si los compiladores haban explorado la dimensin macro dela vida social, tomando como objeto a las sociedades estatalmente organizadas,y los constructivistas haban explorado la dimensin micro, tomando comoobjeto las interacciones lingsticamente estructuradas, era lgico intentar unanueva sntesis que d cuenta de lo uno y lo otro. Y es, pues, lgico tambinque, en este proyecto, recuperen para la sociologa al pragmatismo americanode Mead, Dewey o Pierce, no menos que la sociologa comprensiva weberiana yla tradicin historicista alemana (Dilthey).

    Pero incluso estas afirmaciones, que valdran por ejemplo sin matices parala obra de Giddens y, en gran medida, para la del propio Habermas, difcilmen-te seran aceptadas por los otros tres. Pierre Bourdieu, en la tradicin estructuralfrancesa que ha venido a aadir el objetivismo marxista sobre el durkeimiano (oal revs), es un realista contumaz para quien los sujetos o actores no hacen sinoreproducir las estructuras, y ello incluso cuando parecen o se sienten ms libres,como es en la sensibilidad y el gusto. Y aunque la enorme inteligencia de Bour-dieu le permite al tiempo (y casi en cada frase) exponer, en primer lugar, losdatos de la realidad (captada mediante encuesta o de otro modo), llevar a cabo,en segundo lugar, la interpretacin sociolgica de esos datos y, en tercer lugar,reflexionar sistemticamente sobre los presupuestos epistmicos de esa interpre-tacin (de modo que flexiona sobre la realidad y re-flexiona sobre la flexin), sisu obra es apreciada por una mayora de socilogos es, ms que por su inteli-gencia reflexiva, porque devuelve el peso a las estructuras (y as tambin a las

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  • clases), confirmando el parecer de los clsicos, de modo que poco hay en l deconstruccin social de la realidad (hacia fuera) y mucho, por el contrario, desocializacin e interiorizacin (hacia dentro). Algo similar podra decirse de lacompleja y confusa, pero brillante, argumentacin de Luhmann sobre la auto-noma de los sistemas sociales, que recuerda sin duda al Parsons de El sistemasocial pero tambin, inevitablemente, a lo que sobre l escriba Wright Mills enLa imaginacin sociolgica: una obra ciega a la semntica pero ebria de sintaxis yarquitectura, forma sin contenido. Finalmente, el texto de Coleman, tambinde una extraordinaria brillantez analtica, es el primer gran ejemplo de construirla sociologa more economia, a partir del supuesto de actores racionales quemaximizan la utilizacin de sus recursos, y es, por lo tanto y al contrario que losanteriores, una renovacin radical del nominalismo va homo oeconomicus.

    De hecho, si analizramos no los libros de teora, sino los modos de pensaractuales de los socilogos en cuanto tal, es decir, los procedimientos explicativosque utilizan a la hora de abordar problemas concretos, encontraramos dos, ycasi slo dos, grandes esquemas que son, al tiempo, las dos grandes explicacio-nes del orden social previstas con precisin por Durkheim. En primer lugar, elutilitarista, basado en el supuesto del actor maximizador, un modelo que, desdelos escoceses y Adam Smith, se extiende hasta la obra de Coleman o del premioNobel Gary S. Becker, un esquema tpico de la economa pero que se ha apro-piado de parcelas sociales hasta ahora reservadas a los socilogos (como, porejemplo, la familia). El orden reposa aqu en la divisin del trabajo, la especiali-zacin que ella genera, y la interdependencia de sujetos que son distintos y senecesitan los unos a los otros; reposa, pues, en los intereses y sus entramados, demodo que el egosmo es la base de la vida social. Es la solidaridad orgnica deDurkheim. Y, en segundo lugar, el esquema propiamente sociolgico, la solida-ridad mecnica de Durkheim, basada en una poderosa conciencia colectiva queasemeja a los individuos y hace que unos y otros interioricen una cultura (mani-fiesta en normas y valores) que ajusta las actitudes espontneas (pero interiori-zadas) de unos a las expectativas de los otros, y que explicara no tanto cmohacen lo que desean hacer, sino por qu desean lo que desean. Recordemos quesi economistas clsicos (desde Pareto o Weber a Veblen) abandonaron la econo-ma para pasarse a la sociologa fue, justamente, porque aqulla explicaba losmedios pero no los fines de la conducta. En todo caso, el debate entre modelosutilitaristas y modelos normativistas (que se prolongan en el moderno comuni-tarismo y republicanismo), entre el peso de la economa y el de la cultura, esms vivo que nunca.

    MS ALL DE LO TRADICIONAL Y LO MODERNO: LO POST-

    Pensar, como deca Spencer-Brown, es trazar una raya en un espacio homo-gneo, dividindolo, para poder luego comparar lo que hay a ambos lados. Puesbien, la sociologa clsica se construy alrededor de una de esas rayas, de una

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  • lnea de demarcacin ntida: la que separaba lo tradicional y lo moderno. Lasociologa describa el triunfo de la modernidad frente a la tradicin y, por ello,toda la sociologa clsica est pensada a partir de una cesura que contrapone lassociedades tradicionales a las modernas y trata de pensar ese trnsito. Es, pues,en definitiva, una teora de la transicin a la modernidad o, si se prefiere, unateora de la modernizacin. Las dicotomas metafsico y positivo en Comte, feu-dal y capitalista en Marx, militar e industrial en Spencer, comunidad y sociedaden Tennies, estatus y contrato en Maine, solidaridad mecnica y orgnica enDurkheim, y as hasta las pattern-variables de Parsons, las salidas del subdesa-rrollo o incluso las transiciones a la democracia, concebidas unas y otrascomo simples procesos de modernizacin. La perplejidad ante la emergencia deuna nueva sociedad europea a partir del siglo XVIII fue la experiencia fenomeno-lgica constitutiva de la indagacin social, y as toda la sociologa ha sido desdeentonces una teora de la modernizacin.

    Ahora bien, la sociologa no se limitaba a describir el trnsito a la moderni-dad pues ella misma, performativamente, contribua a ese mismo trnsito. Lodescriba, sin duda, pero lo impulsaba y legitimaba al tiempo, con lo que lamodernidad era su punto de partida pero tambin su meta. No es casual, porsupuesto, que la sociologa se institucionalice acadmicamente antes en pasesno desarrollados que en los pioneros, pues en aqullos cumple mejor su telosmodernizador. Las primeras ctedras de sociologa no se crean en Inglaterra,Alemania o incluso Francia, sino antes en Espaa, Italia, Japn o Argentina (laexcepcin a esta regla son los Estados Unidos). Y ello porque la sociologa seconceba no slo (e incluso no tanto) como un reflejo analtico de la moderni-dad, sino como un instrumento en manos de las lites modernizadoras (y as,por ejemplo, en Espaa son los krausistas quienes crean la primera ctedra desociologa, en 1898).

    Pues bien, con el uso continuado del prefijo post- los socilogos contempo-rneos tratan de marcar una nueva lnea de delimitacin, una nueva cesuraconstitutiva, y as hablan de post-moderno, post-capitalista, post-burgus, post-industrial, post-emocional o post-fordista. Una actitud que parece sobredeter-minar la ms moderna sociologa, con lo que estaramos no ya en el siglo XX,sino en el amanecer del XXI.

    Fue Daniel Bell, con El advenimiento de la sociedad post-industrial (1972),quien inaugur la moda, que, desde entonces, ha tenido numerosos seguidores:Risikogessleschaft, de Ulrich Beck, en 1986, quizs uno de los textos ms creati-vos; Las consecuencias de la modernidad, de A. Giddens, en 1990; La sociedadpost-capitalista, de Peter F. Drucker, en 1993, quizs el ms desenfocado; laexcelente sntesis del espaol Manuel Castells, La era de la informacin, de1996-98; y, por supuesto, La condicin post-moderna, de Lyotard (1986).

    Con ello se quiere dar a entender que estamos, ms all de las sociedadesmodernas, ante un cambio nuevo e imprevisto que supone una segunda moder-nizacin, una modernizacin de la modernidad y, por lo tanto, una moderniza-cin reflexiva (Beck). Las sociedades actuales se des-tradicionalizan como lo

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  • hicieron las tradicionales, pero no de tradiciones tradicionales, y valga laredundancia, sino de tradiciones modernas, las propias de la sociedad industrialy no las de sociedades agrarias. El cambio social afecta a lo ya cambiado y es,por ello, un cambio del cambio mismo. Y as, sabemos que instituciones esen-ciales que han sido la arquitectura de la sociedad moderna clsica estn sufrien-do cambios drsticos. La familia nuclear, que conformaba la vida privada yconstitua la inmensa mayora de los hogares, que salta en aicos; el trabajo (yla fbrica), que vinculaba al ciudadano con la colectividad y le otorgaba sensa-cin de identidad a largo plazo en una carrera profesional o laboral, destruidoen biografas singularizadas; el Estado-Nacin, que se desarticula hacia abajo(en procesos de devolution), hacia arriba (en entes polticos transnacionales) yhacia adentro (en sociedades multiculturales); el orden internacional, que dejade ser un orden hobbesiano de Estados soberanos que se entienden en pie deigualdad (Schmitter) y en el que aparecen todo tipo de nuevos actores (institu-ciones multilaterales, empresas multinacionales, ONG, terrorismo interna-cional, etc.). En resumen, buena parte del entramado institucional de la socie-dad moderna est sufriendo cambios brutales que la sociologa contemporneatrata de captar, frecuentemente saltando desde modelos dicotmicos clsicos(tradicional/moderno) a modelos tricotmicos: de lo tradicional a la primeramodernidad, una modernidad incompleta, en transicin y todava atrapada porlas tradiciones tradicionales. Y desde esta primera modernidad incompleta ala actual segunda modernidad, una modernidad triunfante, que realiza plena-mente los ideales ilustrados y se asienta plenamente en la ciencia, la innovacin,institucionalizando lo que para Kant era una novedad y una ruptura: Sapereaude. O, por decirlo en un lenguaje ms clsico, desde sociedades agrarias aindustriales, y desde stas a sociedades del conocimiento o la informacin. Noestaramos, por tanto, ante una sociedad post-moderna, sino ms bien ante unamodernidad radicalizada que, por ello mismo, hace emerger un horizonte ut-pico post-moderno. Si podemos pensar la post-modernidad es justamente por-que nuestra realidad es ya plenamente moderna.

    Pero el hecho de que an no hayamos encontrado un trmino positivo quesustituya el post- negativo slo indica que, si bien hay acuerdo en que estamosmas all de las sociedades modernas (y ciertamente ms all de las industria-les), no hemos sabido identificar el factor nuclear o constituyente de estas nue-vas sociedades. Y as, si Bell (y, tras l, Dahrendorf y Touraine) la defina enfuncin del trnsito de la industria a los servicios a causa de la primaca delconocimiento y la innovacin, otros han destacado la informacin (ms que elconocimiento) como eje integrador (as Castells) y otros, finalmente (como elpropio Beck), revisando una tradicin crtica de la racionalidad que debemosremontar a la Escuela de Frankfurt, hacen de la nocin de riesgo el contenidopositivo de lo post.

    En todo caso, la experiencia de la post es, como siempre, previa a su capta-cin en el pensamiento. Y aunque ello parece marcar el fin de una poca socialy de su modelizacin en el pensamiento, la poca que contrapona tradicional y

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  • moderno, lo importante, sin embargo, no es slo que haya una nueva realidad apensar (global y no local) sino, sobre todo, que es necesario pensarla de otromodo. As, se rompe el marco de referencia de las sociedades nacionales, quehaba sido el objeto privilegiado de la sociologa: hacia arriba, en civilizacio-nes o sistema-mundo; pero tambin hacia abajo en culturas, estilos de vida yactores. De hecho, las tendencias extremas de esa dinmica terica son ya bienevidentes. De una parte, un marco mundial sin sujetos: el mundo como purared. Y, de otra, sujetos sin marco: actores racionales, el individuo desencarnado,abstracto. En todo caso, se problematiza lo que se daba por presupuesto: unateora lineal de la modernizacin que, desde los centros universalistas (los Esta-dos-Nacin), se extiende y expande progresivamente sobre la barbarie localista yparticularista.

    Un proceso que no hace sino reflejar en el pensamiento el fenmeno de laglobalizacin (la Segunda Guerra Mundial, por vez primera mundial, y trasella la creciente circulacin de capitales, mercancas, mensajes y personas; elriesgo de catstrofe nuclear o ecolgica mundial) que, en una historia que espor vez primera nica, sita al individuo directamente frente al mundo. Lo quees tanto como decir: no somos ciudadanos de este o aquel pas, somos ya ciu-dadanos del mundo, sin mediaciones. Y ello porque la frontera de Occidente,mvil y expansiva desde el siglo XV, ya ha tocado techo. No hay espacios enblanco en los mapas, no hay fronteras y no hay tierras vrgenes; las que quedanson ms bien parques naturales artificialmente conservados dentro de una ciu-dad global. Occidente tena un ncleo central y una frontera externa mvil; hoytiene multitud de centros y no hay frontera, no hay un dentro y un fuera, ni entrminos sociales (nada queda fuera de la civilizacin occidental-mundial, y loque parece estar fuera no est fuera sino dentro, pero marginado) ni en trmi-nos naturales (la naturaleza no es un elemento externo al orden social, sinomedio ambiente interno). Ni siquiera se sabe con precisin dnde cae la perife-ria. El viejo tercer mundo est ya dentro del primero (en los barrios de las reasmetropolitanas, en las aldeas de inmigracin) y el primero ha saltado sobre eltercero (en las grandes urbes).

    Ahora bien, una sociedad con fronteras (y ms si stas son mviles) puedeexportar hacia afuera sus contradicciones (ya sean excedentes de poblacin, decapital o de basura atmica); pero si no hay frontera todo queda dentro. Demodo que la globalizacin tiene tambin sus consecuencias epistemolgicas,pues si nada queda fuera es el fin real y efectivo, emprico, de las condicionessociales que hacan posible la metafsica por la ranura (Adorno). Ya no pode-mos pensar que hay un afuera desde el que ver la sociedad pues ningn puntode vista es ajeno. Y si nada est fuera es porque no podemos separar el sistemadel entorno; todo es sistema pues el entorno es interno.

    Ello tiene al menos dos consecuencias epistemolgicas. De una parte, elsujeto est dentro del objeto y no puede presumir que lo ve desde fuera, con loque la temtica de la reflexividad deviene central e inevitable. Cuando el obser-vador forma parte de lo observado y lo ve desde dentro, entonces todo conoci-

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  • miento es autoconocimiento. Pero, adems, todo autoconocimiento es accin,es modificar las condiciones de lo observado, y as la globalizacin acenta lasconsecuencias no intencionadas. Todo incide en todo, nada est aislado, y lareflexividad sobre las consecuencias ltimas de la conducta deviene una exigen-cia de la misma razn instrumental.

    Pero con estos ltimos comentarios salimos de la sociologa del siglo XXpara adentrarnos en el ms incierto y proceloso mundo del presente y de la van-guardia de la sociologa, terreno, pues, propicio para opiniones, sesgos o predi-lecciones personales. Dejemos, pues, que sean los socilogos del futuro quienespuedan historiar (y eventualmente sociologizar) el pensamiento social del pre-sente. Pues si alguna leccin podemos extraer de este rpido repaso a un siglolargo de esfuerzos e ilusiones por entender el mundo social es que rara vez elpresente se percibe a s mismo de modo certero y con no poca frecuencia losxitos del momento son fuegos fatuos que el tiempo acaba por enterrar. Laexperiencia precede siempre al conocimiento (poda ser de otro modo?) y ste,como la lechuza de Minerva, llega siempre tarde o, al menos, ms tarde.

    BIBLIOGRAFA

    Tengo para m que el mejor resumen de la teora sociolgica clsica siguesiendo el de Raymond Aron, Las etapas del pensamiento sociolgico, que, sinembargo, se interrumpe con Weber, lo que tambin ocurre con el de R. Nisbet,La formacin del pensamiento sociolgico (Amorrortu).

    Ms actualizado y, sobre todo, ms interesado en hacer sociologa de lossocilogos (no en vano el autor es un conocido socilogo del conocimiento) esel de Lewis Coser, Masters of Sociological Thought. Ideas in Historical and SocialContext (Harcourt Brace Jovanovich, New York, 1977, 2. edicin, e.o. 1971),lamentablemente no traducido al espaol. Y a quien le interese (como me ocu-rre a m) la biografa intelectual de los socilogos puede ver tambin T. Raison,Los padres fundadores de la ciencia social (Anagrama), y, por supuesto, algn dic-cionario como el de S. Giner, E. Lamo de Espinosa y C. Torres (eds.), Dicciona-rio de sociologa (Alianza Editorial, Madrid, 1998), y la excelente EnciclopediaInternacional de las Ciencias Sociales (Aguilar).

    No es fcil encontrar el gnero de los readings en la sociologa contempor-nea y por eso (y por su calidad) llama la atencin el libro de Josetxo Beriain yJos Luis Iturrate (eds.), Para comprender la teora sociolgica (Verbo Divino,Navarra, 1998), en el cual encontramos una introduccin y una seleccin detextos de todos los autores aqu mencionados.

    Para una presentacin de la sociologa moderna puede verse el libro deA. Giddens y Turner (eds.), La teora social, hoy (Alianza Editorial, Madrid,1992), o el de R. Munch, Sociological theory from the 1850s to the present (Nel-son-Hall, Chicago, 1994). Es interesante la visin de Flix Requena Santos enHacia una perspectiva reticular de la teora sociolgica (Papers, 62, 2000,

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  • 133-145). Y para un anlisis ms crtico puede verse N. Mouzelis, SociologicalTheory: What went wrong? (Routledge, Londres, 1995). Un resumen sencillopero lamentablemente simple (y, quizs por eso, exitoso) es el de George Ritzer,Teora sociolgica contempornea (McGraw-Hill, Madrid, 1993).

    Para lectores ya avezados y que deseen hacer un seguimiento ms pormeno-rizado de estos temas tericos, quizs lo ms adecuado son los textos editadospor el Grupo de Teora Social de la Asociacin Espaola de Sociologa: E. Lamode Espinosa y J. E. Rodrguez Ibez, Problemas de teora social contempornea(CIS, Madrid, 1993), y el de A. Prez-Agote e I. Snchez Carrin (eds.), Com-plejidad y Teora Social (CIS, Madrid, 1996).

    No debemos descartar, finalmente, el inters ni la importancia de losmanuales de sociologa, sin duda lo que ms marca las creencias (en sentidoorteguiano) del gremio. Actualmente, el ms vendido es el de A. Giddens,Sociologa (Alianza Editorial). Uno clsico es el de D. Martindale, La teorasociolgica; naturaleza y escuelas (Aguilar), pero podra citar no menos de dosdocenas.

    ABSTRACT

    The 20th century confirms the definitive institutionalisation (academic and scientific)of sociology as established public information, which is something that neither the pioneersof the 18th century nor the great creators of the 19th century (from Comte to Spencer, withoutforgetting Tocqueville or Marx) had achieved. Starting out from the data compiled by the ISA atits Montreal Conference, this paper aims at answering the question by using the most importantsociology texts of the last century, taking advantage of these to establish a chronology ofthe development of sociological thought within the framework of a sociology of sociology.Examined here are the great institutionalisers of the early 20th century and the compilers who,between 1920 and 1968, came to form two large schools (functionalist and Marxist), opposedto one another in many ways but converging in fundamental beliefs, and the constructivist orhermeneutical turn-around of sociology as from 1968 (which still prevails), and the subsequentreturn to the Great Theory that overlaps with the most recent analysis of society (industrial,bourgeois or modern).

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