Las Armas de Los Débiles _ EL PAIS
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7/24/2019 Las Armas de Los Dbiles _ EL PAIS
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opinion | columna |gustavo-duncan- Septiembre 15 de 2012 - 01:16
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Las armas de los dbiles
A pesar de ser uno de los pases ms desiguales del mundo Colombia nunca ha estadocerca de una revolucin social. Ni siquiera la guerrilla a finales de los 90 estuvo encondiciones reales de ello. Su capacidad militar no daba para algo distinto al control dereas perifricas, atentados, secuestros y cultivos de coca. En gran parte porque su causanunca tuvo mayor simpata popular. Y si la guerrilla ha sido poco atractiva el resto demovimientos sociales lo han sido an menos.
Podemos afirmar entonces que en Colombia las clases bajas estn compuestas porgrupos sumisos y obedientes? Nada ms opuesto a la realidad. Los libros de James Scottplantean un argumento bastante apropiado para comprender la naturaleza de la resistenciasocial en Colombia. De acuerdo a Scott el gran problema que tienen los sectoresdominados es la falta de una organizacin con recursos suficientes para encauzar sudescontento en acciones polticas concretas. Las organizaciones que hacen lasrevoluciones suelen ser adems creaciones de sectores medios y de la intelectualidad, demodo que para que ocurra un cambio social significativo los dominados dependen de
terceros. De all que las revoluciones sociales sean fenmenos poco frecuentes.
Sin embargo, existen otras formas de resistencia que por sus mnimos costos, escasasnecesidades organizativas y bajo riesgo de retaliacin constituyen los principalesrepertorios de resistencia de los dominados. La delincuencia es una forma de rechazoimplcita a las normas y valores impuestos por sectores dominantes. La pereza laboral, lainformalidad y el rebusque son formas alternativas de subsistencia material ante laexclusin de las relaciones econmicas. Incluso, la perversin de la democracia a travsdel clientelismo y la corrupcin son alternativas para los dominados. La atencin de losmedios se centra en las rentas de los polticos pero deja por fuera a la gente que accedi auna serie de bienes que de otra manera nunca hubieran accedido.
Estas y muchas otras prcticas de resistencia cotidiana plagan la vida social del pas. Noes casual que el ttulo de uno de los libros de Scott sea alegrico a nuestra situacin: Elarte de no ser gobernado: una historia anarquista de las tierras altas del sureste de Asia.Las formas de resistencia ms simples pueden generar, tal como ha sucedido en
Colombia, problemas estructurales al Estado. Sobre todo porque en nuestro caso searticularon con una oportunidad de recursos que rara vez est disponible para losdominados. El narcotrfico hizo posible que el repertorio cotidiano de la desobedienciatraspasara hasta un desafo abierto al Estado sin necesidad de una revolucin social.
Dos ejemplos son contundentes. No hubo reforma agraria pero los campesinos se fueron asembrar coca y entregaron su obediencia a guerrillas y paramilitares. Los jvenes de lasbarriadas populares nunca convocaron huelgas en las grandes ciudades pero se volvieronasesinos y bajo el apoyo de grandes capos del narcotrfico no dejaron entrar a la Policaen sus barrios.
Por supuesto el resultado fue la aparicin de formas de dominacin an ms extractivas ycrueles. Pero no podemos argumentar que la razn para que no hayan existidorevoluciones sociales se debe a que aqu no exista descontento y rechazo a tantadesigualdad.
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Gustavo Duncan
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09/15/2012 3:51pm lecfaba
Exelente columna y muy buen anlisis. Cae un en cuenta de factores que han pasado desapercibidos y que son reales
09/16/2012 1:55am jorrgee
Camarada ! a voz no te pill en La Habana ? patria, socialismo o muerte ! saludes a fidel xo xo xo
09/15/2012 3:03pm jorrgee
Carlos Alberto Montaner, lvaro Vargas Llosa y yo pensbamos haberlo despachado para siempre. Pero ah est. Ha
vuelto. Est en las universidades tirndole papas explosivas a la polica. Incluso, cosa grave, en la Javeriana y en losAndes. Sus tesis reinan en muchas columnas de prensa, en centros acadmicos, en cpulas sindicales, en el Congreso y
en los partidos con filiacin de izquierda. Pero lo que menos esperbamos es que ahora, gracias a las exigencias de
'Timochenko', esas tesis y sus correspondientes propuestas sern tema central en la mesa de negociaciones de paz. Nada
menos.
Nos referimos, por supuesto, al perfecto idiota latinoamericano. Aunque parezca increble dado el duro epteto que con
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Montaner y lvaro le colgamos en nuestro difundido Manual, a este personaje lo tratamos con algo de afecto recordando
que a los veinte aos muchos fuimos idiotas. Dejamos de serlo cuando descubrimos que las ideas que en los mbitos
universitarios nos embelesaban hoy han sido derrotadas por la realidad.
Cules son ellas? En primer trmino, muchas de la vulgata marxista, que todo lo explica por la lucha de clases. De
acuerdo con esta visin, los grandes responsables de nuestra pobreza eran dos funestos aliados: el imperialismo y los
ricos, agrupados bajo la etiqueta de burguesa, llamada luego oligarqua.
Como lo escribimos en nuestro Manual, si a este personaje pudiramos tenderlo en el divn de un sicoanalista,
descubriramos en los pliegues ms ntimos de su memoria las lceras de algunos complejos y resentimientos sociales
exasperados por la imagen de los ricos, de sus clubes, mansiones y fiestas. Entonces, el marxismo y todas sus variantes
acaban por atraparlo.
Aunque con el tiempo estos sesgos ideolgicos no le impidan sumarse a partidos de estirpe democrtica, nuestro perfecto
idiota sigue fiel a ciertas convicciones. Por ejemplo, su gusto por las nacionalizaciones, su freno a las multinacionales, su
clamor por un reparto de la tierra que impida grandes propiedades agrcolas y, sobre todo, una redistribucin de la riqueza
a cargo del Estado, ignorando que lo que este recoge por la va de los impuestos termina slo engordando a la burocracia.
Nuestro personaje, adems, nunca culpa al gasto pblico por el incremento de la deuda externa, sino a la voraz banca
internacional. Y a quienes defendemos la economa de mercado y sostenemos que el desarrollo y el empleo slo los crea
una buena gestin de las actividades empresariales y una educacin de visos tecnolgicos -modelo contrario a lo ocurrido
en la Cuba castrista y en la Venezuela chavista- nos llama "neoliberales" y partidarios del capitalismo salvaje.
Si nuestro idiota pertenece al mundo poltico, la palabra mgica que lo acompaa siempre es "lo social". Siempre buscar
parcelas burocrticas a la sombra del poder y todo lo confa en subvenciones, ofertas populistas y reformas
constitucionales. Considera adems escandalosa la inversin privada en la educacin y a la guerrilla la llamar
comprensivamente "la insurgencia armada", aunque mate, secuestre, robe y extorsione o torture.
Con este bagaje, nuestro perfecto idiota reaparece no slo en Colombia sino en el continente. Es dueo de gobiernos en
Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua y se hace notar ahora en las polticas de doa Cristina Fernndez en Argentina y
en el poderoso Foro de So Paulo. Y con la ayuda de este contexto continental, que por primera vez le es favorable,
'Timockenko' no pone sobre la mesa de negociaciones el fin del terrorismo, sino un modelo propio de la vanguardia
revolucionaria del idiota que deja fuera de juego los tres huevitos de Uribe y las locomotoras de Santos. Quin iba a
imaginar que a la paz se le fijara este precio? Autor del escrito : Plinio Apuleyo Mendoza
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