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Javier Lucas López José Miguel Delgado Idarreta Facultad de Letras y de la Educación Master en Patrimonio (Historia, Cultura y Territorio) 2013-2014 Título Director/es Facultad Titulación Departamento TRABAJO FIN DE ESTUDIOS Curso Académico Las elecciones generales de febrero de 1936 y su impacto en la prensa riojana Autor/es

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Javier Lucas López

José Miguel Delgado Idarreta

Facultad de Letras y de la Educación

Master en Patrimonio (Historia, Cultura y Territorio)

2013-2014

Título

Director/es

Facultad

Titulación

Departamento

TRABAJO FIN DE ESTUDIOS

Curso Académico

Las elecciones generales de febrero de 1936 y su impacto en la prensa riojana

Autor/es

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TRABAJO FIN DE MÁSTER

Patrimonio (Historia, Cultura y Territorio)

Medios de comunicación y opinión pública

Las elecciones generales de febrero de 1936 y su impacto en la prensa riojana

Javier Lucas López

Dirige: Dr. José Miguel Delgado Idarreta

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ÍNDICE Siglario de organizaciones políticas y sociales

0. INTRODUCCIÓN

1. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA, SOCIAL, ECONÓMICA Y POLÍTICA (1900-1930) 1.1. Demografía y sociedad 1.2. Economía 1.3. Del turno a la Dictadura

1.3.1. Vuelta a la monarquía borbónica y consolidación del caciquismo 1.3.2. Crisis del sistema de turno

1.4. De Primo de Rivera a Aznar

2. LA SEGUNDA REPÚBLICA 2.1. Nuevo sistema político

2.1.1. Constitución republicana de 1931 2.1.2. República social

2.2. Evolución política 2.2.1. Un sistema de partidos 2.2.2. Nuevo rumbo de la República (1934-36) 2.2.3. Contexto y política económica

3. LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936

3.1. Crisis de los gobiernos tecnócratas 3.2. Fuerzas políticas que convergen en febrero de 1936

3.2.1. Centro y derecha republicana 3.2.2. Izquierda republicana 3.2.3. Derecha accidentalista 3.2.4. Partidos obreros 3.2.5. Antirrepublicanos 3.2.6. Nacionalismo centrífugo y regionalismo

3.3. Candidaturas 3.3.1. Centro 3.3.2. Frente Popular 3.3.3. Derechas

3.4. Resultados

4. LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936 EN LA PROVINCIA DE LOGROÑO A TRAVÉS LA PRENSA RIOJANA 4.1. Candidaturas a concurrir en la provincia de Logroño 4.2. Resultados en la provincia de Logroño

5. CONCLUSIÓN

BIBLIOGRAFÍA, FUENTES HEMEROGRÁFICAS Y RECURSOS ONLINE

5

7

15151922

27

31 31

3634

41 45

49 51 52 53 54 55 58 60

75 84

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Siglario de organizaciones políticas y sociales

ACNP Asociación Católica Nacional de Propagandistas ACR Acció Catalana Republicana AP Acción Popular AR Acción Agraria (Riojana) BN Bloque Nacional CEDA Confederación Nacional de Derechas Autónomas CGTU Confederación General del Trabajo Unitaria CNT Confederación Nacional del Trabajo DLR Derecha Liberal Republicana ERC Esquerra Republicana de Catalunya FAI Federación Anarquista Ibérica FE Falange Española IR Izquierda Republicana JAP Juventudes de Acción Popular JONS Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas JSE Juventudes Socialistas de España JSU Juventudes Socialistas Unificadas ORGA Organización Republicana Gallega Autónoma PCD Partido del Centro Democrático PCE Partido Comunista de España PLD Partido Liberal Demócrata PNE Partido Nacionalista Español PNR Partido Nacional Republicano PNV Partido Nacionalista Vasco POUM Partido Obrero de Unificación Marxista PRE Partit Republicà d´Esquerra PRP Partido Republicano Progresista PRR Partido Republicano Radical PRRS Partido Republicano Radical-Socialista PRRSI Partido Republicano Radical-Socialista Independiente PS Partido Sindicalista PSOE Partido Socialista Obrero Español PURA Partido de Unión Republicana Autonomista RE Renovación Española SPD Partido Socialdemócrata de Alemania TYRE Tradición y Renovación Española UdR Unió de Rabassaires i Altres Cultivadors del Camp de Catalunya UGT Unión General de Trabajadores UJCE Unión de Juventudes Comunistas de España UP Unión Patriótica UR Unión Republicana USC Unió Socialista de Catalunya

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0. INTRODUCCIÓN

Tras cursar el Máster en Patrimonio (Historia, Cultura y Territorio) he optado por

hacer el Trabajo de fin de máster correspondiente a la asignatura de Medios de

comunicación y opinión pública, asignatura impartida por José Miguel Delgado

Idarreta. El tema elegido a realizar será un trabajo relacionado con las elecciones del 16

de febrero de 1936 a través de la prensa local. El motivo del estudio de este tema es la

relevancia que tuvieron dichos comicios en la historia de nuestro país.

Para la elaboración de este trabajo he utilizado como principal fuente los archivos

microfilmados ubicados en el Instituto de Estudios Riojanos1. En la hemeroteca de

dicho archivo se encuentran en formato «microfilm» las dos publicaciones locales de

más relevancia en el periodo tratado en el trabajo; febrero de 1936. El microfilm es un

«filme en que se reproducen, con una gran reducción de tamaño, documentos gráficos,

permitiendo así su fácil almacenamiento y manipulación»2. En la hemeroteca del IER se

pueden encontrar en dicho formato todos los ejemplares del periódico La Rioja

comprendidos entre 1889 –año de su fundación- hasta 19983. En el caso del Diario de

La Rioja, el periodo alcanza desde 1926 hasta 1938, año en el que se fusionó con el

anterior dando lugar a la aparición de Nueva Rioja4.

Para complementar el estudio de las elecciones de 1936 en la provincia de Logroño

ha sido necesario recurrir a fuentes bibliográficas, ubicadas principalmente en la

Biblioteca de la Universidad de La Rioja y en la Biblioteca Pública de Logroño.

                                                            1El Instituto de Estudios Riojanos –en adelante IER- «es un organismo autónomo dependiente de la Consejería de Educación, Cultura y Turismo del Gobierno de La Rioja» que tiene como fines «la investigación, promoción, difusión y divulgación de la ciencia y cultura riojanas y de sus valores, con una visión multidisciplinar e intersectorial». http://www.larioja.org/npRioja/default/defaultpage.jsp?idtab=475289 2 Definición del Diccionario de la Real Academia Española. RAE, Diccionario de la lengua española, vol. II, Espasa, Madrid, 2001, p. 1.502. 3 La página web del diario actual cuenta con una hemeroteca en la que se pueden consultar el periódico desde enero de 2006. www.larioja.com/hemeroteca/. En la página de prensa histórica del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte se encuentran ejemplares digitalizados hasta 1924. http://prensahistorica.mcu.es/es/publicaciones/ficha_pub.cmd?idPublicacion=4598  4 José Miguel Delgado hace un análisis del diario La Rioja en el que se tratan desde aspectos históricos como la fusión en Nueva Rioja hasta la línea editorial del periódico a lo largo de su historia pasando por el contexto legislativo. Delgado destaca especialmente la «clara vocación de servicio a la sociedad riojana» por parte este periódico. Ver. DELGADO IDARRETA, J. M., «La Rioja, un diario de provincias: 120 años de historia» en la revista Berceo, n. 159, IER, Logroño, 2010, pp. 123-144. 

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El trabajo lo componen bloques diferenciados y en cada uno de ellos se han utilizado

distintas fuentes historiográficas. Se puede decir que, en lo que se refiere a bibliografía,

encontramos seis partes diferenciadas dentro del trabajo:

1. Para elaborar la primera parte consulté obras historiográficas de carácter

general, en una búsqueda dedicada a establecer el marco socioeconómico de

la España prerrepublicana. En esta parte, han sido de gran ayuda manuales de

Historia Contemporánea como los de Manuel Tuñón de Lara5, el de Javier

Tusell6 o el de Julián Casanova y Carlos Gil Andrés7. Para la presentación de

datos demográficos, el volumen dirigido por José Luis García Delgado en la

obra coordinada por Jover Zamora ha sido imprescindible8, además de

consultar la página web del INE9 para obtener datos del censo. En el caso del

marco económico, los estudios de Palafox y Simón Segura han sido la

principal fuente10. Para momentos más concretos de la Historia de España, he

utilizado monografías como las de Milán y José Luis Ollero en el caso de la

época sagastina11 o a Germán Rueda y a Francisco Tomás y Valiente para

explicar el periodo desamortizador12. Para establecer el contexto histórico

riojano he utilizado obras de autores como Francisco Bermejo o José Miguel

Delgado.

2. En la segunda parte, más centrada en la politología, he buscado una

bibliografía necesaria para entender el marco político republicano. Los

partidos políticos en el pensamiento español. De la Ilustración a nuestros

días de Ignacio Fernández Sarasola así como Sistema de partidos en España,                                                             5 TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XIX, Laia, Barcelona, 1977. 6 TUSELL, J., Manual de Historia de España. Siglo XX, Historia 16, Madrid, 1994. 7 CASANOVA, J. y GIL ANDRÉS, C., Breve Historia de España en el siglo XX, Ariel, Barcelona, 2012. 8 GARCÍA DELGADO, J.L., SÁNCHEZ JIMÉNEZ, J., TUÑÓN DE LARA, M., Los comienzos del siglo XX. La población, la economía, la sociedad. (1898-1931), Espasa-Calpe, Madrid, 1984 en JOVER ZAMORA, J. M. (Coord.), Historia de España, T. LXIX. 9 Instituto Nacional de Estadística, en adelante INE. Ver www.ine.es  10 PALAFOX, J., Atraso económico y democracia: La Segunda República y la economía española, Crítica, Barcelona, 1991 y SIMÓN SEGURA, F., Manual de Historia económica mundial y de España, Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1990. 11 MILÁN GARCÍA, J. R., Sagasta o el arte de hacer política, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001 y OLLERO VALLÉS, J. L., Sagasta. De conspirador a gobernante, Marcial Pons, Madrid, 2006. 12 RUEDA, G., «El proceso de la desamortización de bienes de origen eclesiástico (1769-1964) en España. Cuantificación y consecuencias socioeconómicas», pp. 177-204, en BODINIER, B., CONGOST, R. y LUNA, P. F., De la Iglesia al Estado: las desamortizaciones de bienes eclesiásticos en Francia, España y América Latina», Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2009 y TOMÁS Y VALIENTE, F., El marco político de la desamortización en España, Ariel, 1977. 

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de Juan José Linz son, a mi entender, las mejores obras que he encontrado

para explicar la evolución del sistema político español. Especialmente

relevante me parece el libro de Fernández Sarasola, que recoge el

pensamiento de las principales corrientes políticas en nuestro país. Para

complementar la información acerca del amplio abanico de ideologías

organizadas en partidos es necesaria la obra de Miguel Artola, Programas y

partidos políticos. En lo relativo a aspectos de organización político-

administrativa, he consultado la Gaceta de Madrid y la Constitución de

193113.

3. Complementando esta parte del trabajo centrada en la política no puede

faltar una visión sociológica. Los trabajos de Santos Juliá son esenciales para

entender este aspecto de la política. Desde mi punto de vista, en el estudio de

unas elecciones, es tan importante entender el marco sociológico como el

político-administrativo. Otro autor igualmente importante, en este caso para

entender el voto sociológico derechista, muy presente en los objetivos de mi

trabajo, es Julio Gil Pecharromán. Su obra Conservadores Subversivos es

imprescindible para entender la evolución de las fuerzas conservadoras

españolas en el tiempo, desde el maurismo hasta el falangismo. Gil

Pecharromán, experimentado en el estudio de política derechista, autor de

biografías como la de José Antonio Primo de Rivera o la del doctor Albiñana,

aporta una visión sociológica de gran interés en todas sus obras. Este es el

caso de La Segunda República española, obra referente para el estudio del

régimen republicano.

4. En el cuarto bloque del trabajo me he centrado en lo relativo a los

acontecimientos desarrollados en los momentos previos a las elecciones de

1936. Para ello he utilizado monografías sobre la Segunda República. Entre

las más utilizadas cabe destacar «La Segunda República» de Jesús A.

Martínez, ubicada dentro de Historia de España. Siglo XX. 1875-1939 de

                                                            13 Para consultar la Gaceta de Madrid, visitaremos la web www.boe.es. En el caso de la Constitución de 1931 consultaremos la obra DE ESTEBAN, J., Las Constituciones de España, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000, pp. 277-308. De Esteban destaca de su carácter su orientación progresista, basada en la soberanía popular, organizada por Cortes Constituyentes y su rigidez en cuanto a posibilidades de reforma. 

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Ángel Bahamonde o República y Guerra de Santos Juliá entre otros. Sin

embargo, la obra más utilizada para entender la evolución política

preelectoral ha sido El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra

Civil (1933-1936) del hispanista Stanley George Payne. Se trata de un

historiador que, pese a no pertenecer a la misma corriente historiográfica que

el resto de historiadores utilizados, obedece a una rigurosidad científica no

utilizada por la mayoría de sus correligionarios con más alcance mediático.

5. Para la campaña electoral he utilizado de nuevo El colapso de la

República de Payne como principal referencia. Otro libro que explica el

momento político previo a las elecciones es Orígenes del Frente Popular, de

Santos Juliá. Además, he complementado esta parte del trabajo con noticias

procedentes de los dos diarios de mayor tirada en la provincia de Logroño; el

centro-republicano La Rioja y el católico Diario de La Rioja. Si bien el

primero cuenta con mayor rigor periodístico, el segundo es más interesante

para abordar la problemática entre las candidaturas derechistas locales14. A

través de la prensa podemos entender los principales episodios de la campaña

a nivel nacional: La formación de las candidaturas, el caciquismo desde el

partido de Portela a la hora de poner y deponer gobernadores civiles o

limitando la campaña derechista, los discursos de los candidatos exponiendo

sus respectivos programas, la división de la derecha, la configuración de dos

frentes totalmente opuestos en Cataluña… Además, como es evidente, el

estudio de la prensa local sirve para entender mejor cómo transcurrieron las

elecciones en nuestra región. Para hacer un resumen del panorama político en

La Rioja he utilizado La II República en Logroño: elecciones y contexto

político, de Francisco Bermejo, un libro imprescindible para tratar la política

riojana durante el periodo republicano.

6. En el siguiente bloque del trabajo, referido a los resultados electorales

tras los comicios de febrero de 1936, he utilizado especialmente el estudio

más utilizado por la historiografía: «Las elecciones del Frente Popular», de

                                                            14 Además, la conversión al formato microfilm se realizó más tarde que en el caso de La Rioja, por lo que la calidad del diario católico es mayor. El sistema de microfilmado es diferente. Mientras el Diario de La Rioja está en un formato de rollo, La Rioja lo está en fichas clásicas.  

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Javier Tusell. Este escueto trabajo habla tanto de la campaña electoral como

de los resultados, aspecto en el que es especialmente importante ya que el

sistema de listas abiertas –y que el Gobierno no publicara los resultados

exactos- dificulta el recuento de los votos. Si a estas dificultades añadimos

una variada interpretación de los resultados desde distintas fuentes, la

complicación para interpretar el número de votos recibidos por cada

candidatura es aún mayor. Es por esto por lo que he utilizado el estudio de

Tusell como única fuente fiable respecto a los resultados de las elecciones.

Además de los bloques que he considerado diferenciar, a lo largo de todo el trabajo,

he utilizado diferentes monografías y memorias de los protagonistas del momento como

algunas de las memorias de Azaña, Vidarte o Gil Robles15. En cuanto a las biografías,

he utilizado las que hablan de los principales protagonistas del periodo estudiado como

una de Alcalá-Zamora y otra de Lerroux, además de utilizar monografías sobre la

actuación política de Prieto o de Largo Caballero16.

En un periodo tan políticamente dividido como el que analiza mi trabajo, he

considerado oportuno utilizar bibliografía de las dos corrientes más influyentes en la

historiografía que estudia este periodo histórico. Por un lado, era necesario trabajar con

uno de los últimos libros de Ángel Viñas, En el combate por la Historia, el cual surgió

como respuesta al diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia tras una

serie de desafortunadas entradas publicadas como las escritas por Luis Suárez o Juan

Luis Cebrián. En esta obra, el historiador y economista coordina a 33 historiadores de

prestigio como Paul Preston, Julio Aróstegui, Julián Casanova o Enrique Moradiellos17.

Se trata de una extensa obra que, con el mayor rigor histórico posible, abarca desde la

                                                            15 Memorias de Azaña en FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento español. De la Ilustración a nuestros días, Marcial Pons, Madrid, 2009. Para las memorias del político socialista, ver VIDARTE, J. S., Todos fuimos culpables. Testimonio de un socialista español, vol. I, Grijalbo, Barcelona, 1977. Para las memorias del líder cedista, ver GIL ROBLES, J. M., No fue posible la paz, Planeta, Barcelona, 1998. 16 Para Alcalá-Zamora, ALCALÁ GALVE, A., Alcalá-Zamora y la agonía de la República, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2002. Para el líder radical, ver ÁLVAREZ JUNCO, J., Alejandro Lerroux. El emperador del Paralelo, Síntesis, Madrid, 2005. En cuanto a la actuación política de Largo Caballero e Indalecio Prieto, cabe destacar ARÓSTEGUI, J., «Indalecio Prieto y Largo Caballero: divergencias y convergencias en el socialismo español (1923-1946)» en MATEOS, A. (Coord.), Indalecio Prieto y la política española, Fundación Pablo Iglesias, Madrid, 2008. 17 Ver VIÑAS, Á., (Coord.), En el combate por la Historia. La República, la Guerra Civil, el Franquismo, Pasado y presente, Barcelona, 2012 y http://cultura.elpais.com/cultura/2012/04/07/actualidad/1333817885_831167.html  

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Segunda República hasta el final del Franquismo, incluyendo capítulos de diversa

temática y una serie de biografías de los personajes más relevantes del momento.

Por otro lado, en la obra La República y la Guerra Civil. Setenta años después,

dirigida por Planeta, nos encontramos a los principales valedores de la corriente

contraria a los autores del libro anterior. Aunque de este trabajo sólo he incluido unas

líneas de Pío Moa –como contrapunto a una opinión de Preston-. También he citado a

este autor en otro momento, sobre el debate de la legitimidad del régimen republicano.

A cambio, los trabajos que más he utilizado de esta corriente han sido los de Stanley G.

Payne. Como he expuesto en mi trabajo, considero que este autor es con mucho el mejor

de la llamada «corriente neorrevisionista». De este autor, como ya he dicho, he utilizado

el Colapso de la República, una de las mejores monografías sobre el final de la Segunda

República en mi opinión. Incluso he citado opiniones del estadounidense como ejemplo

de término medio entre opiniones de historiadores de las dos corrientes.

Como no podía faltar al tratarse de un trabajo centrado en un aspecto regional, en

este caso sobre la prensa, he ido incluyendo a lo largo del todo el trabajo bibliografía

centrada en La Rioja. Entre los libros de tema riojano cabe destacar; Los cados y las

comadrejas, de Carlos Navajas para explicar la dictadura de Primo de Rivera en La

Rioja o La República en la plaza, de Carlos Gil Andrés, en este caso para narrar las

revueltas rurales anarquistas en La Rioja como en el caso de Arnedo.

Finalmente, quiero destacar que los archivos de prensa que he utilizado en el IER no

sólo me han servido para completar el trabajo con noticias exclusivamente en el

apartado de la campaña electoral y la polémica en la formación de la candidatura

derechista. En todo momento he ido añadiendo artículos al trabajo, los cuales he

considerado que servían como ejemplo para explicar aspectos que iba explicando a

través de otras fuentes18.

                                                            18 José Miguel Delgado reflexiona en este ensayo acerca de la utilidad de la prensa como fuente historiográfica. «La Prensa: Fuente historiográfica» en Investigación humanística y científica en La Rioja: homenaje a Julio Luis Fernández Sevilla y Mayela Balmaseda Aróspide, IER, Logroño, 2000, pp. 245-256. Ver Celso Almuiña Fernández, «Fondos y metodología para el análisis de la prensa local» en Fuentes y métodos de la historia local, Instituto de Estudios Zamoranos «Florián de Ocampo» (CSIC), Zamora, 1991, pp. 389-399. En el capítulo de José Miguel Delgado, «Fuentes para la Historia Contemporánea de la Rioja», pp. 381-382 en Ibíd., se trata el tema de la prensa histórica como fuente, pp. 381-382.  

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Por último, quiero explicar el porqué de una introducción tan extensa: He

considerado que para entender las elecciones generales de febrero de 1936 es

imprescindible realizar un extenso trabajo sobre la evolución del contexto social,

económico y político español desde la Restauración. Además de esto, he hecho un

análisis sociológico del momento y una descripción del sistema político republicano. No

podemos entender algo tan importante para la historia de nuestro país como las

elecciones de 1936 sin un contexto claro.

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1. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA, SOCIAL, ECONÓMICA Y POLÍTICA (1900-

1930)

1.1 Demografía y sociedad

A partir de 1857 se lleva a cabo el primer recuento demográfico desde el realizado

por Godoy en 1797. Durante la segunda mitad del siglo XIX se elaborarán censos cada

diez años hasta que, con la llegada del nuevo siglo, los estudios se realizan en los años

«acabados en cero» en vez de en los «acabados en siete». En la segunda mitad del siglo

XIX encontramos un crecimiento demográfico del 0,43 por 100 anual, mientras que en

el periodo 1900-1940 el crecimiento es del 0,79. Esto significa que al igual que el

conjunto europeo, en España se ha dado durante los últimos dos siglos una transición

demográfica. El motivo de esta evolución es el cambio de un modelo demográfico

preindustrial a uno industrial, lo que se ve reflejado en el descenso tanto de la natalidad

como de la mortalidad. Durante las transiciones demográficas, la reducción de los

índices de mortalidad y natalidad no se produce al unísono. Es la mortalidad el primer

valor que se ve disminuido, lo que produce un fuerte crecimiento hasta que la natalidad

no es reducida. El cambio de modelo se produjo en todos los países europeos aunque

llegó en diferentes momentos. España, en relación con los países más desarrollados del

entorno del continente, experimentó una transición demográfica tardía debido a un lento

descenso de las tasas de mortalidad. En nuestro país el cambio demográfico llegó tras la

epidemia de gripe de 1918, reflejándose durante la etapa primorriverista de más

estabilidad19.

La población española había aumentado en 5 millones de habitantes en tres décadas

alcanzando en 1930 las 23.677.794 personas20. Con ello aumenta la densidad media de

población, que crece en 0,9 puntos en treinta años, llegando a una media de 46,7

                                                            19 GARCÍA DELGADO, J.L., SÁNCHEZ JIMÉNEZ, J., TUÑÓN DE LARA, M., Los comienzos del siglo XX. La población, la economía, la sociedad. (1898-1931), Espasa-Calpe, Madrid, 1984 en JOVER ZAMORA, J. M. (Coord.), Historia de España, T. LXIX pp. 184-185. Durante el año 1926 se experimenta un crecimiento vegetativo del 1,98 por 100. Algo insólito, ya que en los años posteriores el crecimiento se mantiene en torno al 1,1 por 100 dice García Delgado. Para conocer más sobre la demografía en España durante la Edad Moderna, ver SALAS AUSÉNS, J. A. (Coord.), Migraciones y movilidad social en el Valle del Ebro (ss. XVI-XVII), UPV-EHU, Bilbao, 2006. 20 Población «de hecho» según el Censo de la población de España en 1930, T. 1. Vid. Instituto Nacional de Estadística http://www.ine.es/inebaseweb/treeNavigation.do?tn=92530&tns=98276#98276. La población «de hecho» en 1900 era de 18.642.097. Vid. Censo de la población de España en 1900, Instituto Nacional de Estadística, T. 1 http://www.ine.es/inebaseweb/treeNavigation.do?tn=71824&tns=69531#69531  

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habitantes por kilómetro cuadrado. Las provincias del litoral mantienen una densidad

más elevada mientras que el interior –a excepción de la provincia de Madrid- no alcanza

los 40 habitantes por Km2. Las provincias más pobladas a comienzos de siglo son

Vizcaya, Barcelona, Pontevedra, Guipúzcoa y Madrid21.

Serán la modernización de la higiene y el fin de las guerras coloniales las principales

causas de la disminución de la mortalidad y del consecuente aumento demográfico22. La

mortalidad, que era del 33 por 1000 a principios de siglo, se reduce a un 17 por 1000

anual ya en la tercera década del siglo XX. La mortalidad infantil –menores de un año-

se redujo de un 204 a un 117 por 100023. Este alto índice reflejaba la deficiente política

sanitaria del país24. Dentro del progresivo avance demográfico español, cabe destacar un

paréntesis de recesión poblacional; la epidemia de gripe de 191825. Durante este año, el

país experimentó un crecimiento poblacional negativo, algo no repetido hasta 1936. Los

avances en sanidad propiciaron un aumento en la esperanza de vida pasando de 35 años

a principios de siglo XX a 50 en los años 30. A esta modernización de la mortalidad le

siguió, como es lógico, un descenso de la natalidad del 34 al 29 por 1000 en las tres

últimas décadas. La tasa de fecundidad matrimonial condiciona el decrecimiento de la

natalidad, pasando de 1,509 hijos por matrimonio a 1,181 en 193026. La prensa pudo

jugar un papel relevante al informar de métodos de control de natalidad.

El despegue de los sectores industrial y servicios en detrimento del agrario, provoca

un éxodo rural. Las seis ciudades con más de 100.000 habitantes que había a principios

                                                            21 GARCÍA DELGADO, J. L. et al, Los comienzos del siglo XX..., p. 225. 22A principios de siglo, un elenco de enfermedades infecciosas y parasitarias causaba una gran mortalidad entre la población española –tuberculosis, neumonía, fiebres tifoideas, sarampión y gripe-. Las enfermedades infecciosas, que causaban alrededor del 34 por 100 de las defunciones, se reduce durante las tres primeras décadas hasta llegar al 28 por 100. GARCÍA DELGADO, J. L. et al, Los comienzos del siglo XX..., p. 187-193. No sólo caídos en combate. El número de muertes por enfermedad en Cuba y Filipinas es unas 25 veces mayor que el de las bajas en el frente. ibíd. p. 203. Recientemente, Juan Ramón Cerdeira ha defendido una tesis doctoral sobre la higiene en Logroño a finales del siglo XIX, vid. Políticas de higiene municipal en Logroño a lo largo del último tercio del siglo XIX, Universidad de la Rioja, Logroño, 2013, Dialnet, http://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=40348  23 GARCÍA DELGADO, J. L. et al, Los comienzos del siglo XX... p. 208. 24 La ley en vigor era la Ley de Sanidad de 1855. Gaceta de Madrid, núm. 825, 06/04/1855, p. 4. 25 También llamada gripe española -«spanish flu»-. Fue una gripe de origen aviar producida por el virus A(H1N1). El impacto fue a nivel mundial, pero como España no estaba involucrada en la Gran Guerra, la prensa de nuestro país informó de lo ocurrido mejor que otras prensas sometidas a censuras. Murieron entre 50 y 70 millones de personas. En España acabó con la vida de unas 260.000 personas. Especialmente en los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1918, durante los que perecieron el 75% de los casos. Recientemente un estudio publicado por la revista médica Clinical Infectious Diseases ha realizado un estudio sobre esta epidemia. Vid. Revista SINC http://www.agenciasinc.es/Noticias/Revisan-la-epidemia-de-la-gripe-Espanola-de-1918-en-Espana 26 NADAL, J., Apéndice sobre Historia de la población española en REINHARD, M. y ARMENGAUD, A., Historia de la población mundial, Ariel, Bacelona, 1965 p. 707. 

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de siglo pasaron a ser once. La población que habitaba en núcleos de más de 10.000

habitantes pasó de representar un 32 a un 43 por 10027. El éxodo rural se refleja en la

población de los pequeños núcleos –menos de 2.000 habitantes-, que a comienzos de

siglo representan el 27 por 100 de la población reduciéndose hasta el 20 por 100 en los

años 3028. Para entender esto, es necesario destacar el crecimiento de la población

industrial, que pasa ser de ser el 21,4 por 100 en 1920 -1.703.000 habitantes- a

representar el 30,9 -2.731.000- en 1930. A cambio, la población agraria se reduce hasta

el 47,3 por 100 del total, mientras la población dedicada al sector servicios aumentaba

1,3 puntos, llegando al 21,7 por 100. La geomorfología del territorio es determinante a

la hora de configurar las corrientes migratorias, siendo las ciudades de Madrid, Sevilla,

Valencia y las provincias actuales de Barcelona y Vizcaya los principales núcleos

receptores de inmigración. En cuanto a la emigración exterior anterior de la Gran

Guerra, España ocupaba el primer puesto en emigración europea con un saldo

migratorio del 12 por 1000. Es a principios de siglo, con la Real Orden del 8 de abril de

1903, que suprimía la necesidad del pasaporte, cuando se alcanzan los mayores índices

migratorios, siendo Francia y Argentina los principales destinos29. Especialmente

significativa es la emigración a Francia durante la Primera Guerra Mundial, debido a la

falta de mano de obra en el país vecino. Entre los años 1916 y 1918 unos 220 millares

de españoles, procedentes en su mayoría del campo levantino, emigran a Francia. De

este número sólo regresaron unos 100.00030. En lo que se refiere a la provincia de

Logroño, resaltar las migraciones hacia América, aunque debemos resaltar que con unos

índices inferiores a la media española31.

Según el censo de 1930, por primera vez en la historia de nuestro país, el número de

trabajadores en la industria y en el sector servicios superaba al de trabajadores agrarios.

Datos de industrialización que ya se habían alcanzado en Inglaterra a comienzos del

siglo XIX. Vemos un adelanto socioeconómico de otros países europeos respecto a

España en los índices de natalidad y mortalidad; en 1887 las tasas de mortalidad y

natalidad españolas se situaban en un 35,6 y un 31,1 por 1000 respectivamente, mientras

                                                            27 TUSELL, J., Manual de Historia de España. Siglo XX, Historia 16, Madrid, 1994, p. 302. 28 En el año 1930 las ciudades más pobladas son Barcelona -1.005.565 habitantes- y Madrid -952.832-. GARCÍA DELGADO, J. L., Los comienzos del siglo XX…, p. 400. 29GARCÍA DELGADO, J.L., «Migraciones interiores y emigración exterior de España» en GARCÍA DELGADO, J. L. et al, op. cit., pp. 249-294. 30 NADAL, J., op. cit., p. 697-698.  31 Ver GURRÍA GARCÍA, P. A. y LÁZARO RUIZ, M., «La emigración riojana a América durante la Restauración» en Berceo, n. 135, IER, Logroño, 1998, pp. 57-83. 

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que en Francia estos índices se situaban entre los 23,3 y 22,1 puntos. La transición

demográfica viene también acompañada de un crecimiento del índice de alfabetización.

España experimentó una evolución posterior a otros países europeos. Prueba de ello es

la tardía creación –en el año 1900- de un Ministerio de Educación mientras que Francia

ya contaba con este departamento desde 1828. En 1877 el índice de alfabetización del

país era del 28,49 por 100 mientras que en el año 1930 había alcanzado el 67,6. La

evolución del papel de la mujer en la sociedad se refleja en la tasa de alfabetización

femenina, que aumentará del 29 al 50 por 10032. Las mujeres empezaron a tomar cada

vez más importancia en la sociedad, no sólo en el ámbito académico sino también en el

laboral, representando progresivamente una mayor parte de la población trabajadora del

país y siendo la I Guerra Mundial el punto de inflexión en la entrada de la mano de obra

femenina en el mercado laboral.

La sociedad no coincidía con la de un país excesivamente atrasado. Salvo en

periodos como el de Silvela -1899-1900- o el de Primo de Rivera, la aristocracia

tradicional no había jugado un papel político importante y la tendencia era recesiva. En

cambio, nació una nueva casta de políticos y burgueses que fueron incorporados a la

nobleza. Esto demuestra la gran movilidad de la sociedad española, cuya clase política

estaba formada por provincianos de clase media como Maura, Dato o Alba, que

procedían de Mallorca, La Coruña y Zamora respectivamente.

Las diferencias sociales eran apreciables. No sólo desde la diferenciación de clases,

sino también entre la misma clase trabajadora. Por ejemplo, el jornal de un obrero

industrial llegaba a duplicar al de un bracero agrario. El Instituto de Reformas Sociales

introdujo avances como la jornada de ocho horas, aumentó el sindicalismo y se

mejoraron las condiciones laborales. A pesar de estas mejoras, la clase trabajadora

española estaba muy lejos de lo conseguido por el resto de países europeos, cuyos

trabajadores ya gozaban de beneficios como baja por maternidad, seguro de

enfermedad, seguro de paro generalizado y salarios mucho mayores33.

                                                            32 TUSELL, J., Manual de Historia de España…, p. 306. 33 TUSELL, J., Manual de Historia de España…, p. 309. Para Tuñón de Lara, «Pretender una historia del movimiento obrero, o del movimiento empresarial o de la agricultura o del pensamiento como entidades escindidas de la historia de cada sociedad no es tan sólo una arbitrariedad intelectual; es también una mutilación, una marginación que ignora una conquista esencial del pensamiento; la metodología de los conjuntos. El movimiento obrero, desde que puede definirse con perfil y rasgos netos a mediados del siglo XIX, es una pieza esencial de nuestra historia. […] Desde esas fechas, la vida nacional no puede concebirse sin los obreros; y, a su vez, sin las peculiaridades de la historia nacional toda idea del

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Así describía Manuel Azaña los contrastes de la sociedad española desde el exilio.

La sociedad española ofrecía los contrastes más violentos. En ciertos núcleos urbanos, un nivel de vida alto, adaptado a todos los usos de la civilización contemporánea, y a los pocos kilómetros, aldeas que parecían detenidas en el siglo XV34.

1.2. Economía

Durante el siglo XIX la agricultura experimentó dos procesos; una revolución y una

expansión agraria. Durante la primera mitad del siglo la reforma liberal intentó cambiar

el régimen de explotación agrario del Antiguo Régimen por uno de propiedad completa,

libre e individual. Para ello se pusieron en marcha procesos de desamortización, además

de otras medidas como la supresión de mayorazgos y de prácticas comunales como la

derrota de mieses35. El otro proceso fue el de expansión agraria. Se intensificó –

mediante cambios técnicos- y se amplió la superficie cultivada y se especializó la

producción. Entre 1860 y 1930 la superficie cultivada en España aumenta en seis

millones de hectáreas. La mitad de las nuevas tierras estaban dedicadas a la explotación

cereal. Disminuyeron los barbechos y los eriales temporales.

La nueva estructura de la propiedad perjudicó a la ganadería lanar, lo que provocaría

el hundimiento de este sector a mediados del siglo XIX. La práctica desaparición de la

trashumancia propició un auge de la ganadería estante –especialmente de la porcina-

gracias al incremento de la demanda de carne, motivado por el crecimiento de las

ciudades36. A partir de la década de los años 80 se produce una crisis en el sector

agrario, dentro de las leyes del capitalismo, debido a la competitividad de mercados

extranjeros –Argentina, EE.UU., Rusia, Canadá-. Este abaratamiento de los productos

extranjeros se debía a una agricultura extensiva con una producción muy elevada y a un

                                                                                                                                                                              movimiento obrero caería en la abstracción más estéril». TUÑÓN DE LARA, M., El movimiento obrero en la Historia de España, Taurus, Madrid, 1972, p. 12. 34 AZAÑA, M., Causas de la guerra de España, Barcelona, Crítica, 1986, p. 23. en MORADIELLOS, E., La Guerra de España (1936-1939), RBA, Barcelona, 2012, p. 32. 35 Francisco Tomás y Valiente resume el proceso desamortizador en España –desde Carlos III hasta Madoz- en, El marco político de la desamortización en España, Ariel, 1977. Amplía el periodo histórico Germán Rueda en «El proceso de la desamortización de bienes de origen eclesiástico (1769-1964) en España. Cuantificación y consecuencias socioeconómicas», pp. 177-204, en BODINIER, B., CONGOST, R. y LUNA, P. F., De la Iglesia al Estado: las desamortizaciones de bienes eclesiásticos en Francia, España y América Latina», Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2009.  36 La trashumancia es de vital importancia para entender la ganadería en el territorio peninsular desde el medievo. Para conocer más, ver ELÍAS PASTOR, L.V. y NOVOA PORTELA, F. (Coords.), Un camino de ida y vuelta. La trashumancia en España, Lunwerg y MEC, Madrid y Barcelona, 2003. 

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descenso de los costes del transporte marítimo gracias a los avances en navegación. La

caída de los precios fue mayor en las zonas de costa debido a la facilidad de

abastecimiento exterior.

El tardío proceso de industrialización en España fue debido a distintas causas; falta

de espíritu empresarial, escasez de productos naturales y una situación política

inestable. Aquí se produce una contradicción económica e ideológica de las clases

dominantes; un desfase entre las velocidades de progreso económico y social. Se trata

de una burguesía que tras haber pactado con la nobleza, toma de ésta los ideales del

Antiguo Régimen37.

Por su tradición agraria, la industria predominante durante la segunda mitad del

siglo XIX fue la agroalimentaria. Nuevos sectores como el metalúrgico o el químico

fueron ganando terreno. La minería fue creciendo de igual forma. La extracción de

carbón, centrada en Asturias, no fue muy relevante debido a la gran competencia

exterior y a una hulla de baja calidad. Sí tuvo, por el contrario, importancia la minería

del hierro en Vizcaya, convirtiéndose España en un país exportador de este mineral.

Durante las tres primeras décadas del siglo XX, la industria del país experimentó un

crecimiento paulatino. Nuevas energías como el petróleo o la electricidad sustituyen al

carbón autóctono, de baja calidad. Los avances científico-tecnológicos permitieron la

electrificación, y la normalización del uso del teléfono, la radio –a partir de los años 20-

y en menor medida, del automóvil. En estas décadas se produce una transformación

industrial. Crecen nuevas industrias como la química, la siderúrgica, la eléctrica o la

construcción. No participar en la Gran Guerra (1914-1918) convierte a España en un

país exportador. Este crecimiento es prácticamente ficticio y sólo generará tensiones

sociales debido al carácter puramente especulador de la economía española. Esto se

debía a la discordancia entre la inversión y los salarios frente a las altas ganancias38.

Tras la expansión económica desarrollada durante la contienda, la economía tuvo que

volver a centrarse en el mercado interno. Las dificultades de enfrentarse a una nueva                                                             37 Francisco Comín hace un resumen de las malas prácticas económicas. Como conclusión, afirma que «El mayor fraude fiscal en España, incluso en relación a otros países europeos, surgía de factores que se reforzaban mutuamente: la estructura política –no democrática- y social –basada en el caciquismo- sostenía unos gobiernos que sólo atendían a los intereses de las clases que tenían el control político». COMÍN, F., «Corrupción y fraude fiscal en la España Contemporánea» pp. 53-109 en GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M., PIETSCHMANN, H., COMÍN, F. y PÉREZ, J., Instituciones y corrupción en la Historia, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1998, p. 97. 38 PALAFOX, J., Atraso económico y democracia: La Segunda República y la economía española, Crítica, Barcelona, 1991, p. 77. 

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reconversión y el clima de conflictividad obrera provocaron una fuerte recesión en la

economía española tras la Gran Guerra39.

Las políticas gubernamentales fueron siempre proteccionistas –especialmente

durante la dictadura de Primo de Rivera- frente al librecambio y las empresas

establecieron acuerdos para fijar precios40. Estas prácticas produjeron unos altos precios

que limitaron la demanda41. Además de políticas arancelarias, se concedieron

numerosas ayudas a las empresas. El reflejo de estas medidas fue una baja

productividad y una nula competitividad con el exterior. Sin embargo, fomentaron el

avance tecnológico y la consolidación de un mercado interior con una mejora de las

infraestructuras de transporte.  Para José Luis Ollero, Sagasta, el cual «encajaba a la

perfección con las inquietudes materiales de la militancia progresista», tuvo un papel

principal en la articulación ferroviaria del país.

Queremos ferro-carriles aunque para conseguirlo sea preciso arrojar la casa por la ventana. No la arrojeis, señores, que buena falta nos ha de hacer esa casa, y aun con ella no hemos de tener bastante para atender a las necesidades de los primeros caminos de hierro. Arrojadla; haced caminos de hierro sin reflexión, y ya veréis los resultados que obtendreis. Haced caminos de hierro, sí, pero que sea con previsión42.

                                                            39 SIMÓN SEGURA, F., Manual de Historia económica mundial y de España, Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1990, pp. 616-617. 40 PALAFOX, J., op. cit., pp. 79-98. 41 En la sesión parlamentaria del 19 de diciembre de 1894, Sagasta y Cánovas discutían por repartirse los antagónicos papeles de «proteccionista» y «librecambista», siendo esta última doctrina renegada enérgicamente por ambos líderes. Sagasta dice en su discurso: «SS. SS. [la minoría conservadora] toman el libre cambio como un arma para asustar a las gentes, como un arma que esgrime el partido liberal en contra de la producción; […] en realidad no ha habido soluciones de Gobiernos liberales que tengan el carácter de librecambistas, por más que, claro está, como en el partido liberal existen más librecambistas que en el conservador, y eso que también en el conservador los hay y los ha habido... (El señor Cánovas del Castillo hace signos de negación). «Debate sobre el tema arancelario», Réplica, Congreso de Diputados, Legislatura: 1894-1895, 19 de diciembre de 1894, pp. 31.778-31.780 en Fundación Sagasta, Universidad de la Rioja, http://www.unirioja.es/buscasagasta/registro.jsp?id=1602&cad=Sesi%F3n:%2019%20de%20diciembre%20de%201894&tipoBusqueda=alguna&resalta=0 42 A pesar de su empeño por la continuar la ampliación de la red ferroviaria, Sagasta no estaba conforme con apartar a la iniciativa privada de las construcciones. El político liberal consiguió desviar los recorridos hacia las provincias de Zamora –provincia por la que era diputado- y Logroño –su tierra natal-. DSC, Congreso, Cortes Constituyentes de 1854, sesión del 17 de abril de 1885, p. 3.865 en OLLERO VALLÉS, J. L., Sagasta. De conspirador a gobernante, Marcial Pons, Madrid, 2006, pp. 171-178. Para más información acerca de la red ferroviaria riojana, ver DELGADO IDARRETA, J. M., (Coord), Un viaje sobre raíles. La Rioja (1863-2013), IER, Logroño, 2013, en concreto el trabajo de Rebeca Viguera Ruiz, «Sagasta y los «caminos de hierro» en los debates parlamentarios (1855-1871). Una nueva apuesta progresista para el ferrocarril», pp. 79-110. 

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1.3. Del turno a la Dictadura

Tras la experiencia democratizadora del «Sexenio», España volvió al liberalismo

censitario. El «sistema de turno», ideado por Antonio Cánovas del Castillo, se

mantendrá intacto en España durante más de medio siglo.

Así describía Benito Pérez Galdós el panorama político de la Restauración:

Los políticos se constituirán en casta, dividiéndose, hipócritas, en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares en el telar burocrático. No harán nada fecundo; no crearán una nación; no remediarán la esterilidad de las estepas castellanas y extremeñas; no suavizarán el malestar de las clases proletarias. Fomentarán la artillería antes que las escuelas, las pompas regias antes que las vías comerciales y los menesteres de la grande y pequeña industria43.

1.3.1. Vuelta de la monarquía borbónica y consolidación del caciquismo

El 29 de diciembre de 1875 el general Arsenio Martínez Campos protagonizaba un

pronunciamiento militar en Sagunto. La «República de Serrano», falta de respaldo

popular, fue derogada. En su lugar se restauraba la Monarquía borbónica en la figura de

Alfonso XII, hijo de Isabel II -reina depuesta con la llegada de la Revolución de 1868,

conocida como la «Gloriosa»-. El cambio de régimen respondía a distintos intereses

sociales y económicos; la alta burguesía pedía un clima de estabilidad política para

desarrollar sus actividades económicas, los latifundistas temían cambios en la

ordenación de la propiedad agraria, las clases dominantes de las colonias veían peligrar

sus intereses si se abolía la esclavitud y el ejército y la Iglesia eran histórica y

abiertamente antiliberales.

El mecanismo de la Restauración se había empezado a desarrollar alrededor del año

1870. El proyecto toma forma en diciembre de 1874 con el Manifiesto de Sandhurst44.

Mediante esta declaración –firmada por Alfonso XII y orquestada por Cánovas- el Rey

argumentaba la necesidad de una vuelta a la tradición borbónica. Esta declaración de

intenciones fue publicada el 27 de diciembre de 1874 y dos días más tarde, el

pronunciamiento ponía el futuro del país en manos de Cánovas, cumpliendo así las

aspiraciones de retorno pacífico a la monarquía del político moderado. Se redactaba una

                                                            43 PÉREZ GALDÓS, B., Cánovas, Episodio Nacional, XLVI;, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 179. 44 TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XIX, Laia, Barcelona, 1977, p. 27. 

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constitución en 1876 -imitaba a la moderada de 1854 aunque con influencias de la de

1869- que reflejaba los nuevos cambios políticos.

El Rey y las Cortes compartían ahora el poder. Cabe destacar de la nueva

Constitución el sufragio censitario, la existencia de dos cámaras o el Estado confesional

dentro de la libertad de culto. Las primeras medidas del nuevo gobierno dirigido por

Cánovas fueron aplastar con dureza los focos carlistas y pacificar la situación en Cuba

mediante la paz de Zanjón.

La principal novedad del nuevo sistema político era el turno pacífico de partidos.

Esta nueva táctica sustituía a la tradicional pugna entre moderados y progresistas, ahora

llamados conservadores –Partido Liberal Conservador- y liberales –Partido Liberal

Fusionista-. El nuevo marco político sustituía a la lucha constante entre dos facciones

que se resolvía mediante pronunciamientos militares a favor de un bando u otro.

Inspirado en el bipartidismo entre «toryes y wights» británicos, el antiguo presidente de

la Unión Liberal intentó acabar con el monopolio de los moderados, con la «excesiva

democratización» progresista, combatir el tradicionalismo, excluir de la política a

republicanos, cantonalistas y al movimiento obrero y restaurar el «orden perdido»

durante el «Sexenio», lo que incluía devolver a la Iglesia un papel predominante en la

vida pública. Aunque en sus comienzos el Gobierno de Cánovas fue autoritario, en 1881

cedieron el poder a los liberales. Éstos, conscientes de su participación en el sistema de

turno, no sobrepasaron los límites del juego. Cuando introdujeron el sufragio universal

en junio de 1890, no se puso en duda la «nueva» monarquía. El sistema estaba tan bien

consolidado que la ampliación de los sufragios era algo anecdótico. Los dos partidos

participantes monopolizaron la política de la Restauración. Se trataba de agrupaciones

de notables -más que de partidos propiamente dichos- de escasa movilización, y activas

exclusivamente en periodos electorales. Sin estatutos ni cohesión ideológica, los

partidos se organizaban en torno a figuras destacadas. Por ello, las prácticas tránsfugas

fueron comunes. El turno pacífico se pactaba mediante un sistema jerárquico clientelar.

En primer lugar, se procedía a un encasillado de las circunscripciones electorales,

estableciéndose en función de cuál debía ser el partido ganador. El mecanismo caciquil

hacía el resto. Los métodos empleados eran el «pucherazo», la coacción o el

intercambio de favores. En este sistema sólo había cabida para los dos partidos

mayoritarios, aunque las grandes ciudades escapaban de la dominación caciquil. Esta

mala imitación del modelo británico fue duramente criticada por sociólogos europeos

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contemporáneos como Maurice Hauriou o Max Weber45. Cuando un gobierno estaba

agotado, la Corona le retiraba el poder y encargaba la formación de un nuevo gobierno

al líder de la oposición. Ambos partidos pactaban el resultado de las elecciones para que

el partido gobernante obtuviera una amplia representación en la Cámara. De los 400

diputados de las Cortes, 230-240 se adjudicaban al partido que contaba ahora con la

confianza del Rey, mientras que la oposición se conformaba con unos 100 escaños. La

centena restante escapaba al encasillado y era representada por los partidos

«antisistema».

Este sistema no fue institucionalizado hasta el Pacto del Pardo -188546-, coincidiendo

con la muerte de Alfonso XII. La falta de cohesión ideológica amenazaba el sistema.

Sagasta había visto debilitado su poder por una corriente a la izquierda –Izquierda

Dinástica-47, a Cánovas le había ocurrido algo similar con un sector ultracatólico.

Ambos líderes entendieron la necesidad de un turno pacífico para salvaguardar el

proceso de restauración. En este momento el poder pasa de Cánovas a Sagasta. Durante

los cinco años de gobierno liberal, cabe destacar la Ley de Prensa de 1883, la Ley de

Asociaciones de 1887, el Juicio por Jurados de 1888, el Código Civil de 1889 y la

introducción del sufragio universal masculino en 189048.

Durante los años finales del siglo XIX, La Rioja experimenta –aunque con

excepciones como el caso de la industria textil- un progreso económico tanto en el

campo como en la industria y en el comercio. Esto permitirá la consolidación de una

burguesía cuyo carácter advenedizo marcará la inclinación política de la provincia,

                                                            45 Fernández Sarasola describe las impresiones de estos dos sociólogos. Weber hablaba de «elecciones fabricadas desde arriba» para referirse al sistema electoral español, en FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento español. De la Ilustración a nuestros días, Marcial Pons, Madrid, 2009, pp. 199-200. 46 Ibid., pp. 51-53.  47 Disidentes liberal-fusionistas y demócratas se unían en torno a las figuras de Moret y Serrano. Pedían una constitución más parecida a la del 69 que a la del 76. El hábil político riojano supo siempre rodearse de sus nuevos adversarios, neutralizando así la iniciativa izquierdista. MILÁN GARCÍA, J. R., Sagasta o el arte de hacer política, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001, pp. 325-338. 48 La conocida como Ley Gullón pervivió durante la Segunda República aunque tuvo que convivir con leyes contradictorias como la Ley de Defensa de la República –promulgada el 21 de octubre de 1931- y la Ley de Orden Público del 28 de julio de 1933. Durante la primera se restringieron los ataques subversivos a las instituciones republicanas siendo El Debate, ABC, El Heraldo de Madrid, La Época, Mundo Obrero y algunas publicaciones vasco-navarras de carácter tradicionalista las publicaciones más perjudicadas por la nueva ley. Ya en el Bienio radical-cedista la Ley de Orden Público significó el establecimiento de una censura previa en caso de estado de alarma. Esto se consolidó tras la revolución de octubre, momento desde el cual se establecerá la censura previa hasta el día 9 de febrero de 1936. SEOANE, M. C. y SAIZ, M., D., Cuatro siglos de periodismo en España. De los avisos a los periódicos digitales, Alianza, Madrid, 2007, pp. 207-209 

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decantándose hacia el liberal-fusionismo. El dominio liberal se asienta en la provincia

gracias a una red clientelar tejida por Sagasta basada en el nepotismo49.

El precio a pagar por la milagrosa estabilidad del sistema fue una corrupción sin

precedentes. La falta de «mentalidad de partido» permitía unas estructuras clientelares

basada en personalismos, que fue especialmente exitosa en zonas rurales.

En el último cuarto de siglo se configuran en España los nacionalismos periféricos.

El nacionalismo vasco de Sabino Arana -1895- surge como una respuesta frente a la

influencia capitalista y socialista en las zonas industriales y mineras del territorio

histórico. En Cataluña surge la Renaixença, un movimiento romántico y cultural que

derivó hacia posiciones políticas.

La situación geoestratégica de La Rioja, vulgarmente conocida como «tierra de

paso» o «cruce de caminos» y la carencia de una lengua o una etnia diferenciada,

dificulta y dificultó el sentimiento identitario riojano. A pesar de ello, encontramos

aspectos curiosos como la autodenominación de «riojanos» por parte de los habitantes

de la Provincia de Logroño desde finales del siglo XIX. Este sentimiento, aunque pobre

desde el punto de vista histórico –basado en argumentos mitológico sobre unas

realidades como la defensa de la ciudad de Logroño frente a los franceses en 1521 o la

Batalla de Clavijo, durante el reinado de Ramiro I de Asturias, en torno al año 844-,

estuvo impulsado por intereses económicos y administrativos reivindicados por la

mayor parte de la población. El movimiento autonomista alcanzó sus objetivos el 9 de

junio de 1982 con la creación de la Comunidad Autónoma de La Rioja50.

                                                            49 De las 64 actas de diputado repartidas entre 1890 y 1923 –periodo comprendido entre la adopción del sufragio universal y la instauración de la dictadura militar- en la Provincia de Logroño, 58 pertenecieron a liberales, 5 a conservadores y sólo una a los republicanos. DELGADO IDARRETA, J. M., «La Rioja» en VARELA ORTEGA, J., El poder de la influencia. Geografía del caciquismo en España (1878-1923), Marcial Pons, Madrid, 2001, pp. 497-509. 50 Sergio Andrés Cabello reflexiona sobre la identidad riojana en «Definición y dinámica de la identidad riojana» en CAPELLÁN DE MIGUEL, G., La Rioja. Constitución y desarrollo de una Comunidad Autónoma, Gobierno de La Rioja, Logroño, 2002, pp. 331-339. 

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1.3.2. Crisis del «sistema de turno»

El desastre colonial de 1898 produjo una fuerte conmoción ideológica en la sociedad

española51. La llegada al trono de Alfonso XIII coincide con el liderazgo de Canalejas y

Maura al frente de los partidos liberal y conservador respectivamente tras el asesinato

de Cánovas en 1897 y la muerte de Sagasta en 1903. Ambos políticos, influenciados por

el regeneracionismo, intentaron reformar el corrupto e inoperante sistema político52. La

caída del Gobierno de Maura tras la represión en la Semana Trágica de Barcelona -

1909-, permitió la llegada de José Canalejas, que fue más lejos en la reforma de lo que

lo había hecho su predecesor con su «revolución desde arriba». Se aprobó la Ley del

candado –que limitaba la influencia de la Iglesia tras la cesión moderada en el

Concordato de 1851- , se sustituyó el impuesto de consumos por uno progresivo de

renta y se mejoraron las condiciones laborales entre otras medidas.

La precaria situación social permitió una fuerte implantación de organizaciones

obreras. La mirada hacia Rusia era inevitable; en febrero había caído el zarismo y en

octubre se produjo la revolución bolchevique. El clima revolucionario caló en la

sociedad española durante los años 1918-1920, lo que se denominó como «trienio

bolchevique»53. El desconcierto en el ejército se manifestó abiertamente mediante

denuncias de las Juntas de Defensas ante la inviable estructura del ejército. La situación

política no era mejor; Romanones había clausurado las Cortes en julio de 1916 y su

sustituto Dato no sólo no las reabrió, sino que declaró el Estado de excepción ante las

quejas de los grupos de la oposición. Ante esto, la Lliga Regionalista organizó unas

Cortes Constituyentes en julio de 1917, desautorizadas por el gobierno, a la que sólo

acudieron catalanistas, republicanos y socialistas54. En agosto la UGT llamaba a la

huelga general y las protestas laborales adquirieron un carácter político. Otras

                                                            51 Sólo pimargallistas, socialistas y anarquistas se habían opuesto a la guerra colonial. María Cruz Seoane califica la reacción de la prensa de contradictoria. Ver SEOANE, M.C., Historia del periodismo en España. El siglo XIX, Alianza, Madrid, 1983, vol. II, pp. 315-316. 52 Previamente, ante el mal funcionamiento del sistema político, Joaquín Costa había propuesto la doctrina del «cirujano de hierro» y Gumersindo de Azcárate proponía un sistema político en el que las masas estuvieran en contacto directo con los líderes. FERNÁNDEZ SARASOLA, I., op. cit, pp. 202-203. La obra más transcendente de Joaquín Costa es Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España: Urgencia y modo de cambiarla, T. 1, Guara, Zaragoza, 1982. Para conocer más sobre la figura de Gumersindo de Azcárate, ver CAPELLÁN DE MIGUEL, G., Gumersindo de Azcárate: biografía intelectual, Junta de Castilla y León, Valladolid, 2005. 53 Vid. CASANOVA, J. y GIL ANDRÉS, C., Breve Historia de España en el siglo XX, Ariel, Barcelona, 2012, pp. 57-61. 54 Vid. TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XX, la quiebra de una forma de estado (1898-1931), Laia, Barcelona, 1977, pp. 59-62. 

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manifestaciones del descontento de las clases populares fueron los levantamientos

campesinos en el sur, o el clima de violencia paramilitar en la «Barcelona del

pistolerismo». La debilidad del sistema y la pérdida de hegemonía de los partidos

dinásticos se volvió a manifestar por medio de una represión desmedida.

La latente crisis política alcanzaba ya a los dos grandes partidos, que se

descomponían siguiendo a sus cabezas más visibles. Tal fue la fragmentación –datistas,

mauristas, ciervistas, romanonistas, garciprietistas, albistas…- que fue imposible crear

nuevos gobiernos. Ante esta situación se recurrió a los «gobiernos de concentración».

Estos débiles gobiernos, cuyos partidos integrantes no reunían la mayoría de la Cámara,

recurrieron a medias excepcionales como la suspensión de garantías constitucionales o

el cierre del Parlamento.

Lo que acabó por confirmar la caducidad del sistema político fue la derrota en

Annual -1921-. El conflicto de Marruecos era una guerra colonial imperialista que sólo

beneficiaba a un pequeño sector empresarial y a los militares arribistas. La derrota del

general Silvestre, en la que murieron 12.981 personas55, ratificaba la inutilidad de la

impopular guerra. La superficialidad con la que se debatió en las Cortes el informe en el

que se exponían las negligencias de la matanza –Expediente Picasso-, fue el detonante

para que el general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, diera un golpe

militar el 13 de septiembre de 1923.

 

1.4. De Primo de Rivera a Aznar

El manifiesto del golpe de Estado redactado por Primo de Rivera presentaba

influencias populistas y regeneracionistas. Sin embargo, pese a la declaración de

renovar un sistema caduco, también se buscó poner freno a los avances democráticos.

Entre los sectores que apoyaron el golpe encontramos militares, políticos monárquicos,

sectores de la burguesía y el propio Rey. La dictadura suele dividirse en dos periodos;

Directorio Militar y Directorio Civil. A pesar de esta periodización, podemos entender

la dictadura como un régimen militar que intentó institucionalizarse. Admirador de

Mussolini, el «cirujano de hierro» auspiciado por Costa se acercó a los planteamientos

                                                            55 TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XX…, p. 138. 

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corporativistas del «duce» pero nunca se llegó a desarrollar un régimen propiamente

fascista en España56.

El primer síntoma de que la legalidad constitucional había sido violada, además del

pronunciamiento militar en sí, fue la incumplida promesa de durar 90 días en el

Gobierno. Transcurrido este plazo, los presidentes del Parlamento y del Senado,

pidieron al Rey la convocatoria de elecciones, tal y como dictaba la Constitución. Ante

esto, Primo de Rivera destituyó a ambos. El primer paso de la dictadura fue sustituir a la

clase política dirigente por un directorio militar. Se declaró el estado de guerra y todos

los poderes fueron traspasados a manos militares.

El nuevo escenario político contaba con el beneplácito de la mayor parte de las clases

dominantes. Republicanos y socialistas optaron por mantener una postura silente y el

PSOE y la UGT aconsejaron a sus militantes que no participaran en «movimientos

estériles» como las minoritarias protestas de comunistas y anarquistas57. Establecido el

orden, el dictador normalizó la situación en Marruecos pactando con Francia un acuerdo

de mutua defensa y archivando el Expediente Picasso. A partir de diciembre de 1925

surge un deseo de perpetuación del régimen por parte del general, que fijándose en la

situación en Italia, inicia un proceso de «civilización de la política». Inspirado en la

derecha católica «filofascista» que Ángel Herrera Oria estaba consolidando en España,

Primo de Rivera creó la Unión Patriótica58. Las altas en el nuevo partido oficialista

fueron propiciadas por un oportunismo en el que incluso los caciques de la España

anterior a la dictadura tenían cabida. Su carácter ecléctico permitió la integración de casi

la totalidad del espectro monárquico59. Encontramos mauristas, ciervistas,

socialcatólicos, liberales… Esta amplia amalgama, sumada a la falta de motivación -

propia de un partido oficialista- hizo de la UP una formación débil que nunca cumplió

las expectativas a las que aspiraba. Teniendo por lema «Patria, Religión y Monarquía»,

                                                            56 Tusell reflexiona sobre el carácter del nuevo régimen en TUSELL, J., Manual de Historia de España…, pp. 230-231. 57 Con el estado de guerra declarado, el dictador amenazaba con utilizar la fuerza contra cualquier oposición. Si bien Primo de Rivera toleró a los socialistas, persiguió con dureza a anarquistas, comunistas y separatistas. CASANOVA, J. y GIL ANDRÉS, C., op. cit, pp. 68-69.  58 Carlos Navajas habla sobre la Unión Patriótica local, UPR. En NAVAJAS ZUBELDIA, C., Los cados y las comadrejas. La dictadura de Primo de Rivera en La Rioja, IER, Logroño, 1994. El autor contabiliza un total de 4.893 afiliados en los pueblos riojanos en 1928. En la capital estima unas 400-500 personas inscritas, lo cual no llegaba al 1,5 por 100 de la población. La relación en los pueblos era de un 5,54 por 100, ver pp. 200-202. 59 GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos. La derecha autoritaria alfonsina (1913-1936), Eudema, 1994, Madrid, p. 48. 

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no es extraño que figuras visibles del partido simpatizaran con el tradicionalismo de

Vázquez de Mella. En este sector de derecha radical del primorriverismo podemos

encontrar personalidades como Ramiro de Maeztu, José María Pemán o Víctor

Pradera60. Además del partido, se retomó la antigua institución paramilitar del

Somatén61. Con el nuevo Directorio Civil se restableció el Consejo de Ministros –

Martínez Anido, Calvo Sotelo, Yanguas-, con las carteras tradicionales, aunque la mitad

de ellas pertenecían a militares. Se creaba a su vez un órgano consultivo, la Asamblea

Nacional, de carácter corporativista y dependiente del poder ejecutivo. El proceso de

institucionalización fue lento y complicado. Durante este proceso cambió el marco

político. Las medidas «anticatalanas» fomentaron el rechazo de los sectores derechistas

catalanistas que habían apoyado la dictadura en sus comienzos. La dictadura perdió

también el respaldo del PSOE, el cual, debido a las políticas paternalistas del régimen,

no fue maltratado como sí ocurrió con otros grupos de oposición obrera. La poca

legitimidad del régimen fue percibida tanto por Primo de Rivera como por el Rey

Alfonso XIIII. El 30 de enero de 1930, el general dimitía.

Tras más de seis años de dictadura militar, el Rey intentó volver a la legalidad

constitucional «como si no hubiera pasado nada». Pero ya era tarde. Comienza ahora un

período de irrisoria vuelta a la legalidad constitucional conocido como la «dictablanda».

El Rey nombraba Jefe del Gobierno al general Dámaso Berenguer. Ante la inviabilidad

del nuevo proyecto, el republicanismo se unía formando el Pacto de San Sebastián.

El 17 de agosto de 1930 se reunían en el casino de la capital guipuzcoana diferentes

líderes republicanos y regionalistas. Fue organizada por Alianza Republicana y el acto

fue presidido por el líder local de Unión Republicana62, Fernando Sasaín. Los partidos

participantes entre otros fueron: Acción Republicana, Partido Republicano Radical,

Partido Radical Socialista, Derecha Liberal Republicana, Acción Republicana de

Cataluña, Estat Catalá, ORGA…, a título personal acudieron otros políticos como

Indalecio Prieto o Felipe Sánchez Román. Los firmantes crearon un Comité

                                                            60 La UP afirmaba tener un millón y medio de afiliados. GONZÁLEZ CUEVAS, P.C., El pensamiento de la derecha española en el siglo XX. De la crisis de la Restauración al Estado de partidos, Tecnos, Madrid, 2005, pp. 106-113. 61 Para el Somatén en La Rioja, ver en NAVAJAS ZUBELDIA, C. op. cit. Carlos Navajas contabiliza 1.974 somatenistas en la provincia de Logroño en 1928, ver p. 28. 62 No confundir con la Unión Republicana de Diego Martínez Barrio, fundada en 1934 en el contexto del cisma radical. 

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Revolucionario, presidido por Niceto Alcalá-Zamora, que coordinaría el derrocamiento

de la Monarquía y la instauración de un régimen republicano.

El 15 de diciembre se producía un levantamiento militar republicano en Jaca. Sus

líderes, Fermín Galán y Ángel García Hernández, eran ejecutados. Como respuesta a la

rebelión fallida, los líderes del Pacto de San Sebastián eran detenidos. El descontento

crecía hasta tal punto que la CNT y gran parte del ejército apoyaban la conspiración

republicana.

Berenguer, sin apenas apoyos, dimitía el 13 de febrero. Formaba ahora Gobierno el

almirante Juan Bautista Aznar. Al momento, en un intento de volver a la senda

constitucional, se convocaban elecciones municipales para el día 12 de abril.

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2. LA SEGUNDA REPÚBLICA

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 fueron interpretadas por la

ciudadanía –y posteriormente por la mayor parte de la historiografía- como un plebiscito

en el que elegir el modelo de Estado. La victoria de la candidatura republicano-

socialista en la mayoría de las capitales de provincia -41 de 50- dio lugar a que la

República fuera proclamada unilateralmente en algunos de estos municipios. Alguna

historiografía «revisionista» ha cuestionado la legitimidad democrática del régimen

republicano alegando que los concejales electos republicano-socialistas fueron menores

en número respecto a los monárquicos:

[…], en las elecciones municipales, triunfaron las candidaturas monárquicas, excepto en las capitales de provincia. De ahí que algunos nieguen la legitimidad a la república. Pero sin duda la tuvo. Desde luego, ésta no le vino por unas elecciones perdidas y que además tenían sólo carácter municipal, y por tanto no podían motivar un cambio de régimen. La legitimidad le vino de la entrega del poder, sin resistencia, por los propios monárquicos en plena quiebra moral63.

En cambio, la historiografía más importante sí asume como legítima la llegada de la

Segunda República.

En vano especulaba el marqués de Hoyos con el hecho de que habían sido elegidos 22.150 concejales monárquicos y 5.875 republicanos. Nadie ignoraba, ni el propio marqués de Hoyos, que esos seis mil escasos concejales representaban a un número

mucho mayor de electores64.

2.1 Nuevo sistema político

Con la II República llega a España el régimen más democrático de su historia hasta

entonces. El nuevo sistema sustituía el bipartidismo parlamentario, basado en un

«artificial» turno de partidos articulado por caciques locales, por otro democrático

pluripartidista. El día 14 de abril de 1931 Alfonso XIII abandonaba Madrid y se

proclamaba la República65. El Gobierno Provisional lo formaron las principales fuerzas

                                                            63 Pío Moa reconoce la legitimidad de la República. No por la voluntad de los sufragios sino por el abandono de Alfonso XIII. MOA, P., Los crímenes de la Guerra Civil y otras polémicas, Esfera, Madrid, 2004, pp. 31-32. 64 Narrando la opinión del Marqués de Hoyos, el historiador Manuel Tuñón de Lara justifica la legitimidad democrática del nuevo régimen. TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XX…, p. 278.  3 CABRERA CALVO-SOTELO, M., «Proclamación de la República, Constitución y reformas» en JULIÁ, S., República y Guerra en España, Espasa Calpe, Madrid, 2006, pp. 10-12. 

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progresistas del país, que se habían reunido en San Sebastián66. Durante este Gobierno

se intentó -mediante decretos- abordar con urgencia los principales problemas del país.

Se pusieron en marcha una serie de reformas agrarias, laborales, militares y educativas.

También se redactó un estatuto provisional de Autonomía para Cataluña. Desde su

nacimiento, la República tuvo que resistir tanto ataques por la derecha, como por la

izquierda. La CNT se negaba a esperar las consecuencias de los cambios de las nuevas

medidas y la derecha católica no soportaba el nuevo estado laico. En este clima de

inestabilidad surge un fuerte anticlericalismo que se refleja en una quema de conventos

en mayo.

El 28 de junio se celebraban las elecciones a Cortes Constituyentes67. Mediante un

nuevo decreto electoral, la Ley de 1907 era modificada para evitar las prácticas

caciquiles. De nuevo fue la coalición republicano-socialista la vencedora. La

Constitución fue aprobada el 9 de diciembre de 1931. La nueva Carta Magna era de

marcado carácter progresista. De ella cabe destacar que definía al Estado como una

“República de trabajadores de toda clase”. Otras medidas eran la introducción del

sufragio universal –incluido el femenino- para mayores de veintitrés años o la reducción

del poder legislativo a una sola cámara. En esta república «semi-presidencialista», el

poder ejecutivo, la Jefatura del Estado y la potestad para nombrar jefe de Gobierno eran

competencias del Presidente de la República. La articulación del Estado –llamado

estado integral- establecía las bases, mediante estatutos de autonomía, para crear un

Estado federal. El republicano de centro-derecha Niceto Alcalá-Zamora y Torres –DLR,

llamado PRP meses más tarde- fue elegido Presidente de la República, mientras la

presidencia del Gobierno era ocupada por el republicano de izquierda Manuel Azaña

Díaz, de Acción Republicana.

Los diputados de las Cortes se reunían por primera vez el 14 de julio de 1931. Eran

unas Cortes nunca vistas anteriormente, con un gran abanico de grupos donde coexistían

partidos republicanos de reciente formación con partidos decimonónicos. Entre estos

últimos, encontramos caras conocidas de la Monarquía como Romanones, Ossorio o

                                                            66 Ibíd., pp. 10-25. El Gobierno Provisional lo formaban; Presidente de la República; Alcalá-Zamora (DLR), Estado; Alejandro Lerroux García (PRR), Gracia y Justicia; Fernando de los Ríos (PSOE), Guerra; Manuel Azaña (AR), Marina; Santiago Casares Quiroga (ORGA), Gobernación; Miguel Maura (PRC), Fomento; Álvaro de Albornoz (PRRS), Trabajo; Francisco Largo Caballero (PSOE), Instrucción Pública y Bellas Artes; Marcelino Domingo(PRRS), Economía; Luis Nicolau d´Olwer (AC), Hacienda; Indalecio Prieto (PSOE), Comunicaciones; Diego Martínez Barrio (PRR). 67 GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República española, Biblioteca Nueva, Madrid, 2006, pp. 69-70. 

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Alba. Los nuevos políticos eran en su mayoría intelectuales de clase media con poca

experiencia política pero con una gran preparación. Durante los debates de las Cortes

Constituyentes, en la etapa del Gobierno Provisional, se reformó la Ley electoral de

1907 mediante un decreto aprobado por éste el día 8 de mayo. Además de introducir el

sufragio femenino y la posibilidad de mujeres y religiosos de ser elegidos, la edad

mínima de sufragio fue rebajada en dos años –de 25 a 23-. Se pasó de un sistema

electoral de pequeños distritos unipersonales a unas circunscripciones más amplias –por

provincias-, de 50.000 votos por diputado68. Tenían circunscripción propia las ciudades

de más de 100.000 habitantes - Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla, Zaragoza,

Málaga, Córdoba, Granada y Murcia-. De esta forma –invalidando las pequeñas

circunscripciones de un único diputado- se combatía el caciquismo de forma eficiente69.

También aumentó el número de votos por elector. El sistema seguía siendo de listas

abiertas aunque los electores no solían alternar los votos en diferentes candidaturas. Por

tanto, podemos decir que el propio electorado lo convertía en un sistema de listas

cerradas. El 80 por 100 de los escaños electos lo obtenían las candidaturas

«mayoritarias» mientras que el 20 por 100 era destinado a las «minorías». De esta forma

se configuraba un Parlamento de 473 escaños.

En julio de 1933 se hace una pequeña reforma del sistema electoral. Introduce

novedades como el aumento de 100.000 a 150.000 habitantes necesarios para que una

capital tuviera circunscripción propia -Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Málaga,

Zaragoza, Bilbao y Murcia70-. Esto redujo de 63 a 60 el número de circunscripciones. El

mínimo alcanzado por la candidatura mayoritaria para validar una elección se elevaba

del 20 al 40%. En caso de que ningún candidato alcanzara el 40 por 100, se realizaría

una segunda vuelta con los candidatos que hubieran alcanzado al menos el 8 por 10071.

El voto seguía siendo efectuado mediante listas abiertas. Así explica el politólogo Juan

José Linz este sistema:

                                                            68 Gaceta de Madrid, nº 130, 10 de mayo de 1931, p. 640, artículos 2 y 4 en lo relativo al sufragio femenino, artículo 2, en cuanto a la rebaja de la edad para votar. Por otro lado, Ceuta y Melilla estarían representados por un diputado cada una, ver artículo 6. 69 Vemos por ejemplo la eficacia con la que se neutralizaba el caciquismo en la evolución del partido socialista en el Parlamento. Una formación que nunca había pasado de los siete diputados conseguía ahora 113. JULIÁ, S., Un siglo de España. Política y sociedad, Marcial Pons, 1999, Madrid. p. 79. 70 Gaceta de Madrid, n. 209, 28 de julio de 1933, p. 365, Artículo único, apartado a). 71 Gaceta de Madrid, n. 209, 28 de julio de 1933, Artículo único apartado d).  

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El voto era con un sistema de listas de alternativas limitadas, de manera que si tenían que elegirse 20 diputados, el votante sólo podía elegir 16; donde 19, 15 etcétera. Esto significa que en algunos distritos la lista vencedora obtendría el 80 por 100 de los puestos, mientras en otros sólo el 67 por 100 –cuatro de seis-. La minoría, a su vez, se aseguraba del 20 al 33 por 100 de los escaños con un 25 por 100 de media aproximada72.

Posteriormente se presentaron diferentes enmiendas a la Ley electoral promovidas

por Cambó, Giménez Fernández, Samper o Lerroux, pero ninguna salió adelante73.

2.1.1. Constitución republicana de 1931

El 29 de julio de 1931 se constituía la Comisión parlamentaria, dirigida por Jiménez

de Asúa –PSOE-, encargada de la redacción de una nueva Constitución. La cuestión

religiosa, la organización territorial, la definición de la República, el derecho de

propiedad, la intervención del Estado y el sufragio femenino, fueron las cuestiones más

debatidas por orden de importancia74. El resultado fue aprobado el 9 de diciembre de

1931 con el apoyo de 368 diputados. Al igual que otras constituciones consideradas

«modernas», no sólo garantizaba las libertades individuales, sino que también se hacía

referencia al bienestar social debido a la clara influencia socialista.

La Carta Magna, compuesta por 9 títulos y 124 artículos, definía la República como

una «República democrática de trabajadores de toda clases que se organizan en régimen

de libertad y justicia». La organización territorial también se recogía en el artículo

primero; «La República se constituye en Estado integral, compatible con la autonomía

de los Municipios y Regiones». El modelo «integral» intentaba zanjar la cuestión entre

un Estado centralista o federal. Esto significaba la creación de un estado «más federal

que centralista», con la posibilidad de un autogobierno, pero siempre limitado y

respetando la supremacía del Estado75.

La Constitución hacía una clara separación de poderes. Se buscó dar prioridad al

poder legislativo, ahora unicameral, ejercido por el Congreso de Diputados. Las Cortes

representaban la máxima expresión de soberanía popular, pues eran el reflejo directo de

                                                            72 Vid. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España., Narcea, Madrid, 1967 p. 116. 73 Vid. GIL PECHAROMÁN, J., Segunda República…, p. 322. 74 Vid. MARTÍNEZ, J. A., «La Segunda República» en BAHAMONDE, A. (Coord.), Historia de España. Siglo XX. 1875-1939, Cátedra, Madrid, 2000, p. 559. 75 Este modelo reflejaba el pensamiento jurídico-político alemán de los años 20. El modelo republicano español guarda muchas similitudes con la República de Weimar. Vid. Ibíd., p. 560. 

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los sufragios -dentro de las «injusticias» generadas por el sistema electoral-. Se dieron

medidas para garantizar su autonomía como la obligación de tener un funcionamiento

mínimo de cinco meses al año. Otra prueba del poder de la Cámara era la posibilidad de

destituir al presidente de la República si tres quintas partes del total de diputados

consideraban que el Presidente había actuado fuera de los límites constitucionales76.

También la Constitución aludía a formas de democracia directa como iniciativas

populares de referéndum.

El Presidente de la República ejercía la Jefatura del Estado. Era elegido por los

diputados y un número igual de compromisarios por un periodo de seis años. Sus

funciones principales eran las de representar a la Nación, promulgar leyes, firmar

decretos y nombrar al Presidente del Gobierno y a los ministros. Podía disolver las

Cortes hasta dos veces en un mandato, convocando elecciones en un plazo máximo de

treinta días. Aunque tradicionalmente se ha denominado a la Segunda República como

un estado «semi-presidencialista», existe un debate sobre si realmente lo fue77.

Entre los puntos más debatidos estuvo el sufragio femenino, donde grupos

republicanos argumentaron que el voto de las mujeres beneficiaría a la derecha a corto

plazo78. La propiedad también genero debate. Las condiciones de expropiación no

pusieron de acuerdo a republicanos y socialistas. Finalmente se llegó al término medio

subordinando la riqueza a los intereses del país pero de forma no forzosa y con

indemnización. También se estableció la posibilidad de nacionalizar servicios y

explotaciones de bien común. Otro de los puntos más polémicos fue el referido al

artículo tercero, sobre la confesionalidad del Estado. El Estado español no sólo no tenía

religión oficial, sino que también regulaba las relaciones Iglesia-Estado. Cesaban las

ayudas públicas a la Iglesia y las confesiones religiosas pasaban a ser simples

                                                            76 Esto ocurriría en mayo de 1936. Con el pretexto de haber disuelto la Cámara en dos ocasiones en un mandato, Prieto y Azaña destituyeron hábilmente a Alcalá-Zamora de su cargo.  77 Santos Juliá afirma que encontramos un sistema de «doble confianza» en el que la figura de Alcalá-Zamora fue determinante a la hora de retirar la confianza a Azaña durante el primer bienio y de vetar la entrada en el Gobierno a Gil Robles durante el segundo. JULIÁ, S., Un siglo de España…, pp. 98-99. 78 El polémico debate en torno a la elaboración del artículo 36, referido al voto femenino, estuvo protagonizado por Clara Campoamor y Victoria Kent. La disputa se saldaría con la victoria de la radical sobre la radical-socialista. Los motivos por los que muchos partidos votaron en contra del sufragio femenino fueron muy diversos. En el caso de la izquierda, la negativa se debió al temor ante papel influente del clero sobre las mujeres. GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, p. 80. En este contexto, «Paco Largo» -así llamado por El Diario de La Rioja-, reabría el debate en la campaña electoral de 1936. En su opinión, la mujer del momento no era psicológicamente reaccionaria pero estaba condicionada por la dependencia económica del marido. A pesar de ello, reconocía no arrepentirse de haber permitido el sufragio femenino. Diario de La Rioja, «Cómo ve don Paco Largo el voto de las mujeres», n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 6. 

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asociaciones, aunque con un régimen especial. Se secularizaban los cementerios y se

disolvían las órdenes que tuvieran voto de obediencia a una autoridad distinta del

Estado –como los jesuitas-. Estas medidas llegaron a ser condenadas incluso por el papa

Pío XI, que criticaba la laicidad republicana en la encíclica Dilectissima Nobis. La

cuestión religiosa provocó el primer cisma en la coalición republicano-socialista. Los

republicanos de derecha Alcalá-Zamora y Miguel Maura abandonaban el Gobierno.

Poco después lo haría el centroderechista partido radical. Estas bajas demostraban que

la Constitución había nacido coja, pues no representaba la totalidad de ideologías que

convivían en el país. Ni siquiera se trataba de un consenso entre republicanos y

socialistas. Era un consenso entre socialistas y republicanos de izquierda79.

2.2.2. República social

Durante los dos años de gobierno de Azaña, lo que se conoce como «bienio azañista»

o «bienio republicano-socialista», se iniciaron una serie de reformas de gran calado80.

Se intentó acabar con el analfabetismo y el fuerte peso de la Iglesia en la educación

mediante una reforma educativa. Para ello se prohibió la enseñanza a las órdenes

religiosas y se construyeron nuevas escuelas por todo el territorio. La reforma militar

intentó, mediante la modernización del ejército, acabar con los peligros de la tradición

española de los pronunciamientos decimonónicos. Se ofreció la jubilación anticipada

con sueldo íntegro, lo que acabó con el problema de exceso de oficiales. El cierre de la

Academia General de Zaragoza, cuyo director era Francisco Franco, y la creación de la

Guardia de Asalto fueron otras de las medidas que intentaron «republicanizar» el

ejército81. El ministerio del socialista Largo Caballero inició una serie de reformas

laborales que a pesar de su lenta implantación, la confianza de la UGT en el ministro

evitó enfrentamientos aunque siguió habiendo protestas anarquistas y comunistas. La

                                                            79 El Diario de La Rioja ridiculizaba la nueva Constitución en cuanto a un artículo referido a la Defensa –Título Preliminar, artículo 6-, calificándolo de «inverosímil». «España renuncia solemnemente a la guerra, como instrumento de política nacional». Para el diario católico, el carácter de este artículo es «soviético puro» y vaticina que «esto les parecerá muy bien a los rifeños y a sus amigos de Moscú». «Lo que va de ayer a hoy», Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 11. Para ver la Constitución de 1931 íntegra, consultar DE ESTEBAN, J., Op. cit., pp. 277-308. Vid nota 13. 80 GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, pp. 196-225. 81 Paul Preston resume, a través de las reformas militares, la relación del Régimen republicano con el que será Jefe del Estado años más tarde. PRESTON, P., «El traidor: Franco y la Segunda República, de general mimado a golpista», pp. 85-114, en EGIDO LEÓN, Á., (Coord.), Memoria de la Segunda República. Mito y realidad, Biblioteca Nueva, Madrid, 2006. 

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reforma agraria autorizó la expropiación con indemnización. El primer estatuto de

autonomía en aprobarse fue el de Cataluña. El siguiente objetivo era el vasco, pero

había mucha división al respecto, por lo que se aplazó.

La lentitud de las reformas agrarias causó los primeros conflictos. Se trataba de

revueltas campesinas que protestaban contra los incumplimientos de la legislación por

parte de la patronal. Castilblanco o Arnedo fueron escenarios de disturbios entre

manifestantes y las fuerzas del orden público82. El carácter represor del Gobierno se

verificó de nuevo en Casas Viejas, en enero de 1933, con un saldo de 22 campesinos

muertos83. El anarquismo seguía sin querer ver al gobierno republicano-socialista como

instrumento para acabar con las desigualdades84. Por la derecha, la amenaza no era

menor; en agosto de 1932 fracasaba un pronunciamiento militar dirigido por el general

Sanjurjo y daba fuerzas a la derecha no republicana para organizar uno de mayor

envergadura que acabara con la República.

Los problemas no sólo provenían de fuerzas antagónicas al Gobierno. En el seno de

la coalición había fuertes divisiones; por un lado, la protagonizada por dentro del

partido socialista –entre colaboracionistas y no colaboracionistas con el régimen

republicano- y por otro la desmembración del PRRS, también dividido entre partidarios

de colaborar con los socialistas o con los republicanos radicales en un momento en el

que Lerroux sabía que había llegado su hora en el Gobierno. Esta serie de

acontecimientos causarán una crisis en la coalición gubernamental85.

El descontento con el Gobierno, reflejado en parte por el resultado en las elecciones

municipales de abril de 1933, motivó que el 7 de septiembre de 1933, el Presidente de la

República retirara su confianza a Azaña y encargará a Alejandro Lerroux la formación

                                                            82 Carlos Gil Andrés analiza los llamados «sucesos de Arnedo», acontecidos el 5 de enero de 1932. El saldo fue de 11 muertos tras los disparos de la Guardia Civil. Esto enlazaba con los sucesos de Castilblanco –Badajoz-, ocurridos apenas una semana antes. La desmedida represión le costó el puesto al director general de la Guardia Civil, José Sanjurjo. Ver GIL ANDRÉS, C., La República en la plaza: Los sucesos de Arnedo de 1932, IER, Logroño, 2002. 83 Mientras que la prensa y la clase política conservadora solían respaldar las intervenciones de los cuerpos de seguridad para reprimir a la extrema izquierda, el caso de Casas Viejas fue visto como un «Annual político». La derecha utilizó la matanza de anarquistas en su campaña de desprestigio de Azaña. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 133-134. 84 Julián Casanova resume las relaciones entre el régimen y el anarquismo. Señala la «gimnasia revolucionaria» como un obstáculo al desarrollo de la República, pero recuerda que «el golpe de muerte, el que la derribó por las armas», nació «desde arriba» y no «desde abajo». CASANOVA, J., «Los anarquistas frente a la República Burguesa» pp. 169-184 en VIÑAS, Á., (Coord.), En el combate por la Historia. La República, la Guerra Civil, el Franquismo, Pasado y presente, Barcelona, 2012. 85 El hispanista Edward Malefakis resume la crisis del gobierno de Azaña. MALEFAKIS, E., Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Ariel, Barcelona, 1980, pp. 301-313. 

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de un nuevo gabinete. Ante la negativa de socialistas y republicanos de izquierda de

apoyar al nuevo gobierno, Alcalá-Zamora nombraba Presidente interino a Martínez

Barrio, disolvía las Cortes el 9 de octubre y convocaba elecciones para el 19 de

noviembre.

La derecha sale ganadora en las elecciones. A pesar de que el partido con mayor

representación fue la CEDA, el Presidente mandó a Lerroux formar gobierno. Alcalá-

Zamora, Jefe de Estado con más voluntad y principios democráticos que su homólogo

Hindenburg y consciente de la actitud ambigua y subversiva del líder de la CEDA -y de

la reacción de la izquierda si Gil Robles ocupara la presidencia del Gobierno-, pidió a

Lerroux formar un Gobierno puramente de centro. No sólo hay que alegar el desgaste de

la coalición gubernamental y el nuevo voto femenino para explicar el descalabro

electoral de la izquierda en las elecciones de noviembre. La convergencia de las

derechas en la CEDA y en la Unión de Derechas, frente a los ahora enfrentados

republicanos y socialistas, fue clave para entender la nueva formación de la Cámara.

2.2. Evolución política

En lugar del modelo clientelar y caciquil, los ciudadanos vieron la posibilidad de

actuar realmente en la vida política hasta tal punto de poder influir en el devenir de la

República. Prueba de ello es el cambio de políticas de un bienio a otro. Cambios

realizados gracias a la voluntad de la población. En este contexto aumentó la cultura

democrática y política, la participación electoral, el debate político y, por supuesto, la

militancia.

La nueva Ley Electoral funcionó en las elecciones del 28 de junio de 1931. Anuló el

caciquismo y dio el 90 por 100 de los escaños a los partidos republicanos, dejando sólo

41 parlamentarios abiertamente antirrepublicanos. El resultado no fue una victoria

aplastante del voto sociológicamente republicano, sino que parte del electorado dio un

voto de castigo a la monarquía borbónica. El cambio en la formación de la Cámara tras

las elecciones de 1933 explican que el republicanismo no estaba realmente arraigado en

la sociedad española.

Llamamos «bienio negro» o «bienio rectificador» al periodo comprendido entre las

elecciones generales de noviembre de 1933 y las de febrero de 1936. Constituye la

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tercera etapa del régimen, caracterizada por una vuelta a políticas conservadoras en

contraste con la apertura azañista. Dentro de esta etapa podemos señalar tres periodos

diferenciados; una primera fase de predominio radical con apoyo del centro-derecha y

bajo la supervisión de la CEDA. La segunda etapa comienza en octubre de 1934, con la

entrada de la CEDA en el Gobierno. A este periodo, Gil Pecharromán lo llama «el

bloque cuatripartito» –radicales, cedistas, agrarios y melquiadistas- aunque también

participaron independientes, progresistas y miembros de la Lliga. La última fase del

bienio son «los gobiernos técnicos». La complicada situación política obliga a que el

Presidente de la República mande formar gobierno a personas cualificadas y de su

confianza pero de escaso apoyo parlamentario a partir de diciembre de 1935. El fin de

este periodo llegará con la victoria en las urnas del Frente Popular86.

2.2.1. Un sistema de partidos

Azaña fue el mayor defensor del nuevo parlamentarismo. Para el que fuera

posteriormente Presidente de la República, cada partido debía interpretar a su modo la

opinión pública de tal forma que en pluralidad, ninguno podría acapararla totalmente.

De esta forma, el pluripartidismo era una canalización necesaria de la realidad87. Añadió

a esta idea la necesidad de «partidos nacionales», partidos que no miraran por un interés

propio concreto –regional o profesional-. Encubiertamente Azaña estaba proponiendo la

idea de «partidos de masas». Estos partidos no estarían centrados en un ideario o un

programa concreto sino que la organización tendría un papel importante a la hora de

acaparar así el mayor número de votos. La intención de Azaña siempre fue la creación

de un partido mayoritario en detrimento de las minorías. Lo saludable para la

democracia era que las diferentes formaciones compitieran por obtener el mayor

número de escaños para imponer así su política. Consciente de la imposibilidad de su

empresa, defendió las coaliciones gubernamentales como forma de crear temporalmente

el partido mayoritario que proponía88. Con las reglas de juego de esta visión moderna de

                                                            86Julio Gil Pecharromán divide el «bienio negro» en tres periodos. Ver GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, p. 261. 87 FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento español…, pp. 261-268. 88 Estar en el centro del espectro político republicano permitió a Azaña poder apuntar sus alianzas en dos direcciones. En diciembre de 1931, tuvo que elegir entre mantener en su Gobierno a socialistas o a radicales, decantándose por los primeros. Esta elección respondía a las cábalas planteadas por Azaña; prefería una oposición republicana que una socialista y no podía prescindir del partido más representado de la Cámara. Juliá dice que «no descartaba desprenderse del PSOE cuando hubiera culminado la

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la política participaron los principales partidos durante la Segunda República, de tal

forma que la praxis superó a la ideología en muchas ocasiones. Otras innovaciones

aportadas por Azaña a la política republicana fue la democracia interna sin renunciar a

la disciplina de partido. Esta nueva concepción de la «política en torno a los partidos» se

fue imponiendo en el modo de hacer política y el alcalaíno demostró que no había nada

de malo en entender la política de este modo89. Con este planteamiento Azaña

justificaba el carácter izquierdista de la Constitución y consideraría legítimo que si un

partido conseguía una amplia mayoría, estaría legitimado a cambiar el modelo

constitucional.

Si yo perteneciese a un partido que tuviera en esta Cámara la mitad más uno de los diputados, la mitad más uno de los votos, en ningún momento, ni ahora ni desde que se discute la Constitución, habría vacilado en echar sobre la votación el peso de mi partido para sacar una Constitución hecha a su imagen y semejanza, porque a eso me autorizaría el sufragio y el rigor del sistema de mayorías90.

Frente a la idea de Azaña encontramos la propuesta de José Ortega y Gasset. Desde

su «agrupación» promovía un modelo político cercano al corporativismo, que eliminara

la política partidista y que abordara los problemas nacionales. Para el filósofo, uno de

estos problemas era el monolítico binomio izquierda-derecha, culpable de la

confrontación nacional. El «Partido Nacional» sería un partido mayoritario, conciliador

y buscaría el beneficio de todos los españoles91.

En un término medio entre estas dos posturas se encontraba la idea del «partido

equilibrador». Esta propuesta será la que Portela Valladares y su recién creado PCD

expondrán durante las elecciones de febrero de 1936. Durante la Segunda República,

Gil Robles y Alcalá-Zamora ya habían manifestado la necesidad de este modelo de

partido para frenar los extremismos que habían conseguido representación en las Cortes.

Los motivos eran muy diferentes; el Jefe del Estado, parlamentarista convencido, quería

proteger a toda costa el régimen democrático de los extremismos totalitarios. Sin

embargo, el catedrático salmantino defendía esta idea más por estrategia que por

convencimiento. Alcalá-Zamora propuso dos instrumentos constitucionales que

                                                                                                                                                                              legislación reformista y su paso a la oposición pudiera realizarse sin traumas para ninguno de los partidos». Esta estrategia también valoraba la posibilidad de integrar a la clase obrera para intentar así neutralizar su actividad sindical y revolucionaria. JULIÁ, S., Un siglo de España…, p. 83-91. 89 La imagen de la política estaba muy deteriorada, acusada desde la Ilustración de no perseguir el interés nacional, sino el beneficio partidista. FERNÁNDEZ SARASOLA, I., op. cit., p. 265. 90 AZAÑA, M., Diarios, núm. 55, 13 de octubre de 1931, p. 1.681 citado por Fernández Sarasola en Los partidos políticos., p. 266. 91 FERNÁNDEZ SARASOLA, I., op. cit., pp. 278-281. 

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actuaran de contrapeso entre los órganos del Estado; en primer lugar, una jefatura de

Estado fuerte, con las suficientes competencias para actuar como fuerza moderadora

entre el poder legislativo y ejecutivo. La otra herramienta equilibradora sería el Senado.

Para el estadista granadino la cámara alta era una garantía de estabilidad frente a los

vaivenes electorales. Otro argumento utilizado por el antiguo líder de Derecha Liberal

Republicana era la necesidad de una cámara representativa en un «estado federalizante»,

complementando así la inorgánica cámara única. A Gil Robles le beneficiaba esta

postura por distintos motivos; en primer lugar, la imagen de moderación beneficiaba a

su coalición accidentalista. La idea de estabilidad durante los cambios de gobierno, con

el fin de evitar cambios políticos demasiado bruscos, justificó su «gobierno en la

sombra» durante la etapa de gobierno del partido radical92.

2.2.2. Nuevo rumbo de la República (1934-36)

Ni siquiera durante el periodo más contrarrevolucionario –marcado por la entrada de

la CEDA en el Gobierno- del «bienio negro», se consiguieron todas las rectificaciones

que pedía la derecha93. En la cuestión agraria, el ministro de Agricultura, Giménez

Fernández, influenciado por el catolicismo social, no llevó la contrarrevolución hasta

sus últimas consecuencias. No será hasta abril de 1934, fecha en la que el «bolchevique

blanco»94 es destituido por el agrario Velayos, cuando mediante una ley aprobada en

agosto de 1935, deroga la aprobada en 1932, materializando así la contrarreforma

agraria. En cuanto al tema religioso, aunque la entrada de la CEDA en el Gobierno

relajó las tensiones entre la Iglesia y el Estado, la coalición católica nunca alcanzó

suficiente poder para reformar el carácter laico de la Constitución. La reforma del

Ejército de Azaña tampoco pudo ser eliminada. Sin embargo, la humillación sufrida por

la clase castrense fue repuesta gracias a las promesas de Gil Robles –siendo ministro de

Guerra- y un papel protagonista en la represión de Asturias95. En cuanto a la cuestión

                                                            92 Ibíd., pp. 268-275. 93 Vid. MARTÍNEZ, J. A., «La Segunda República» en BAHAMONDE, A. (Coord.), Historia de España…, pp. 621-622. 94 «Los socialistas aplauden a Jiménez Fernández –sic- ». El 5 de febrero de 1936, en un mitin de AP en Arévalo –Ávila- el entonces exministro de Agricultura espeta que no le importa que le llamen izquierdista, pues él se limita a cumplir la doctrina social-católica. Diario La Rioja, n. 9.449, miércoles 5 de febrero, p. 2. 95 Tras la formación del nuevo gobierno, con Portela en la Presidencia, el general Franco, jefe del Estado Mayor, dedicaba al ya exministro de Guerra las siguientes palabras: «Los que hemos colaborado cerca del ministro en estos meses queríamos reunirnos un momento para saludar a vuestra excelencia; pero ha

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autonómica, el modelo integral fue paralizado. Los sucesos de Cataluña durante octubre

de 1934 fueron la excusa perfecta para suspender el Estatuto de Cataluña el 2 de enero

de 1935. El proyecto del Estatuto vasco fue paralizado, lo que propició un acercamiento

del PNV a los socialistas96.

A pesar de los claros resultados favorables a la derecha, la población española sí

pidió un giro a la derecha en estos comicios, pero es cierto que la Ley electoral

distorsiona una votación en la que derecha, izquierda y centro estuvieron muy igualados

en número de votos97. La izquierda, en especial el PSOE, pagó el error táctico de

concurrir por separado. Según los cálculos socialistas, la derecha había obtenido 212

diputados con una relación de 15.780 votos por escaño mientras que la izquierda, con un

número incluso mayor de votos, guardaba una proporción de 34.095 votos por escaño98.

Los socialistas, que consiguieron 58 escaños, no sólo se vieron perjudicados por la Ley

electoral; había indicios de que se habían dado prácticas caciquiles y fraudulentas en el

sur del país para beneficiar a la coalición de cedistas y radicales. De nada sirvió la

denuncia de la izquierda, que ante la situación de peligro para la República, pedía la

disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones.

Dentro de la coalición ganadora, la CEDA consiguió una mayor representación en el

Parlamento -115 escaños-99. Sin embargo, el Presidente de la República, temeroso del

«pseudofascismo» de Gil Robles –y con un miedo aun mayor a la más que probable

reacción de la izquierda si le entregaba el poder a éste-, daba el Gobierno a los radicales,

que con 102 diputados, eran la segunda fuerza más representada en la Cámara. La

                                                                                                                                                                              cundido con rapidez inusitada esta noticia, y todo el personal del Ministerio ha querido participar en este sencillo acto de despedida. […] Yo sólo puedo decir, en este momento, que nuestro sentimiento es absolutamente sincero. Jamás el Ejército se ha sentido mejor mandado que en esta etapa». GIL ROBLES, J. M., No fue posible la paz, Planeta, Barcelona, 1998, p. 366.  96 La Sociedad de Estudios Vascos –SEV- confeccionaba en mayo de 1931 un Estatuto General del Estado Vasco. El estado autónomo estaría formado por las provincias de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra bajo el nombre de «Euzkadi». En julio se redactaba un nuevo proyecto en Estella más conservador que el del SEV. Entre otras medidas, se aplicaba el sufragio censitario y se disponía a que el Gobierno de Euzkadi pactara un Concordato con la Santa Sede. Este carácter separatista, antidemocrático y confesional causó rechazo en las Cortes y no fue aprobado. Un PNV más civilizado y alejado del tradicionalismo aprobaba en agosto de 1933 un nuevo estatuto, que sería refrendado por fin en noviembre del mismo año. El Gobierno radical-cedista conseguirá paralizarlo gracias a los malos resultados del referéndum en la provincia de Álava. GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, pp. 144-146. 97 Entre las novedades en el nuevo escenario político, cabe destacar el hundimiento de la izquierda republicana, con cinco diputados para Acción Republicana y la práctica desaparición de los radical-socialistas. TUSELL, J., Manual de Historia de España…, p. 366. 98 PRESTON, P., La Guerra Civil Española, Debate, Barcelona, 2006, p. 78. 99 La Unión de Derechas no pudo continuar unida tras la declaración de intenciones de Gil Robles, que proponía un entrismo no aceptable para las derechas monárquicas. Vid. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 173-177. 

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CEDA, fiel a su política entrista, pactó con las fuerzas moderadas en detrimento de otras

opciones manifiestamente antirrepublicanas. La medida de Alcalá-Zamora no frenaba el

poder de la CEDA, que mandaba en la sombra. La llegada al Gobierno de un partido

centrista motivó el comienzo de un «pluralismo polarizado»100 en el que existe una

fuerte oposición bilateral que acaba llevándose los votos del centro hacia posiciones

más extremas a uno y otro lado. Las opciones «anti-sistema» eran partidos que

utilizaban el régimen republicano para alcanzar otras pretensiones que poco tenían que

ver con el sistema político del momento. Hablamos de la CEDA y el PSOE. La

polarización de las Cortes impedía cualquier debate político civilizado, lo que llevará

posteriormente a un sentimiento antiparlamentarista por parte tanto de la derecha como

de la izquierda.

La estrategia accidentalista de la CEDA estaba funcionando. El poder a la sombra del

PRR había permitido que en el sur los terratenientes recuperaran su poder y las oleadas

revolucionarias anarquistas de diciembre fueran reprimidas satisfactoriamente. Esto no

sirvió para que elementos a la derecha de Gil Robles dejaran de criticar la táctica

cedista; el tradicionalista Fal Conde iniciaba una campaña en Andalucía para crear un

requeté como el que ya existía en Navarra, Goicoechea y Calvo Sotelo, de Renovación

Española, habían contactado con Mussolini para conseguir apoyo militar italiano y

Falange Española se fusionaba con las JONS de Ledesma Ramos. Ni siquiera las JAP se

escapaban a este proceso de fascistización de la política española.

La actitud de Gil Robles era declaradamente antirrepublicana. Además de negarse a

jurar lealtad a la República, su intención de reformar la Constitución y su iniciativa de

indultar a Sanjurjo provocaron un fuerte malestar en la izquierda. Esto dividió más que

nunca al partido socialista. Besteiro se oponía a la bolchevización que Largo y las JSE

abanderaban. Prieto, respetando el férreo centralismo democrático que tanto había

beneficiado al partido anteriormente, no se opuso al proceso. En medio de este clima de

inestabilidad política se inició el proceso de «militarización de la política». Muy ligado

a las juventudes de formaciones políticas de todo símbolo nacían organizaciones

paramilitares101.

                                                            100 Término acuñado por el politólogo Giovanni Sartori en MARTÍNEZ, J. A., op. cit., p. 599. 101 Especialmente importante era el Requeté carlista, que superaba en organización y en número a cualquier otra milicia paramilitar. MARTÍNEZ, J. A., «La Segunda República»…,p. 609. 

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El ambiguo discurso del partido gubernamental y la impaciencia por los cambios

contrarreformistas que manifestaba la CEDA, desencadenó una serie de escisiones que,

sin embargo, favorecieron el liderazgo absoluto de Lerroux102. Veinte fueron los

diputados del ala izquierda que liderados por Martínez Barrio abandonaron el Gobierno

para fundar el Partido Radical Demócrata, germen de Unión Republicana. El blasquista

PURA, que actuaba en política nacional integrado con los radicales, sufrió igualmente

una escisión izquierdista. Esto se tradujo en una nueva hornada de tránsfugas, esta vez

integrados en Izquierda Republicana y Esquerra Valenciana. La pérdida de escaños del

partido radical significó ceder aún más poder a la coalición de Gil Robles.

Las deserciones que más debilitaron al partido del Gobierno fueron las de Martínez

Barrio, Lara y Pareja, las cuales obligaron a reestructurar el Gobierno el 3 de marzo de

1934. Lerroux continuó en la Presidencia con un poder político más debilitado aun.

Cuando la CEDA trató de indultar a Sanjurjo por medio de presiones al Gobierno, sólo

el Jefe del Estado se opuso a ello. En principio, la Ley de amnistía propuesta por

Salvador de Madariaga –ministro de justicia- amnistiaba todos los atentados contra la

República hasta el 3 de diciembre de 1933. Finalmente la izquierda consiguió que el

plazo se ampliara hasta el 14 de abril de 1934 para cubrir las insurrecciones cenetistas.

Alcalá-Zamora tuvo que ceder, no sin antes dar nota de su disconformidad. Esto

desconcertó a Lerroux, que viéndose sin el apoyo del Presidente, dimitía el 25 de

abril103. Es entonces cuando Alcalá-Zamora encarga formar gobierno al valencianista

Samper. Este Gobierno, de escasa representación en la Cámara –radicales,

independientes, un agrario, un progresista y un melquiadista- y con una política

continuista respecto del anterior, contó con el apoyo de la CEDA hasta el momento en

el que Gil Robles decidió no seguir apoyando el gobierno del valenciano, dando así un

paso más en su estrategia entrista. El motivo utilizado por el político salmantino para

retirar su apoyo a Samper fue su falta de energía en la «cuestión rebassaire» –conflicto

de competencias entre el Gobierno y la Generalitat sobre la Ley de Contratos de

Cultivo104-. El Jefe del Estado entregaba de nuevo el Gobierno a Lerroux pero ahora la

                                                            102 Álvarez Junco resuma la controvertida figura del líder radical en Alejandro Lerroux. El emperador del Paralelo, Síntesis, Madrid, 2005. 103 PAYNE, S. G., El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-1936), Esfera, Madrid, 2005, p. 88. 104 Vid. NÚÑEZ SEIXAS, X. M., «¿Autodeterminación, federalismo o café para todos? La cuestión nacional durante el período del Frente Popular (enero-julio de 1936)» en BALLARÍN, M. y LEDESMA, J. L., La República del Frente Popular. Reformas, conflictos y conspiraciones, Fundación Rey del Corral de Investigaciones Marxistas, Zaragoza, 2010, p. 37. 

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CEDA exigía participar en éste. El 4 de octubre de 1934 se iniciaba una nueva etapa en

la Historia de la República. Se constituía un gobierno de radicales, cedistas, agrarios y

melquiadistas. Aunque los tres ministros de la CEDA representaban el ala más

moderada, ocupaban carteras determinantes para ejercer la contrarrevolución –Trabajo;

Anguera de Sojo, Agricultura; Giménez Fernández y Justicia; Aizpún-105. La entrada en

el Gobierno de un partido no republicano no gustó a la izquierda. La reacción de ésta se

materializará en Asturias y Cataluña. Las consecuencias de este levantamiento serán

determinantes para entender el desarrollo de la República y generarán un debate sobre la

amnistía de los presos, que será utilizado en la campaña electoral de 1936. Si bien es

cierto que las insurrecciones fueron condenables –las urnas habían dado ganadora a la

CEDA-, la experiencia nazi alemana, la fascista italiana o el régimen clerofascista de

Dollfus en Austria –del cual Gil Robles se había reconocido admirador- causaron un

justificable temor en la izquierda. A los detenidos en las revoluciones de Asturias y

Cataluña se les juzgó bajo ley marcial. Toda la derecha exigía retomar la pena de muerte

para juzgar a los insurrectos. Uno de los partidarios de condonar la pena máxima,

Alcalá-Zamora, apeló al artículo 102 de la Constitución, que establecía que «en los

delitos de extrema gravedad, podrá indultar el Presidente de la República, previo

informe del Tribunal Supremo y a propuesta del gobierno responsable»106. Finalmente

el Gobierno cedía ante el Jefe del Estado y aunque el informe del Supremo no

aconsejaba el indulto, fueron conmutadas 21 de las 23 primeras sentencias.

2.2.3. Contexto y política económica

El conocido como crack del 29 fue una crisis económica a escala mundial que

cuestionó la estabilidad del ultraliberalismo capitalista decimonónico. Frente a los

problemas que esto acarreó –paro, caída de la producción y los precios-, los gobiernos

introdujeron políticas deflacionistas y proteccionismo. La primera medida, que fue

desmontada por el keynesianismo posteriormente, no ayudó a salir de la crisis. Sin

embargo, el intervencionismo estatal sí pudo contribuir a salir del bache. La política

social republicana, expansiva, contrasta con las políticas deflacionistas. La economía

española se vio mucho menos afectada que otras debido al escaso grado de

                                                            105 JULIÁ, S., Orígenes del Frente Popular en España, Siglo XXI, Madrid, 1979, p. 5.  106 Pertenece al segundo párrafo, relativo a los indultos. Ver PAYNE, S. G., El colapso de la República..., p. 160. 

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industrialización. El pensamiento de Keynes no había calado en la derecha, pero lo que

es curioso es que tampoco lo hubiera hecho en una izquierda cuyos políticos aún tenían

un pensamiento económico ortodoxo.

El inicio de la crisis coincide casualmente con el advenimiento de la Segunda

República española. La situación económica condicionó al nuevo Estado desde su

nacimiento. A pesar de esto, las consecuencias fueron mucho menos catastróficas en

España. Afectó especialmente a las economías relacionadas con mercados extranjeros

como las exportaciones agrarias, el hierro o el acero, que descendieron en un 30 por 100

hasta 1933.

La renta media por habitante en pesetas alanzada en 1929 -1.033- no se volvió a

alcanzar hasta 1935, siendo 1933 el punto de inflexión en el descenso -967 pts.-107.

Durante el año 1933 la industria y el índice de empleo tocaron fondo, llegando el paro

hasta el 12,8 por 100 de la población activa. Algo insignificante en comparación con

otros países como EE.UU. o Alemania.

El sistema tributario apenas se cambió. Sólo hubo una nueva contribución para las

rentas mayores de 100.000 pesetas. Frente a la tradición de la dictadura de poner en

circulación deuda pública, durante el periodo republicano se sacaron solo 2.000

millones de pesetas, frente a los 8.260 del régimen anterior. En 1935 el total era de

21.730 millones108.

El mayor gasto público se empleó en Instrucción Pública. Especialmente en

educación primaria, con la construcción de unas 13.000 escuelas más un aumento del

número de maestros. El «histórico» Rodolfo Llopis, director general de Enseñanza

Primaria, llegó a afirmar que la República hacía en un año lo que la Monarquía en

quince109. El siguiente gasto era el empleado en obras públicas, seguido por los recursos

en agricultura y seguridad del Estado. Por ejemplo, la Comisión Técnica encargada de

la reforma agraria, estableció como objetivo el asentamiento de entre 60.000 y 75.000

familias al año, de tal forma que en doce o quince años acabaría la reforma. El gasto

anual que suponía continuar la reforma era de entre 200 y 250 millones de pesetas, un 6

                                                            107 SIMÓN SEGURA, F., Manual de Historia económica mundial y de España…, p. 631. 108 Vid. Ibíd., p. 633. 109 Vid. TUSELL, J., Manual de Historia…, p. 354. 

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por 100 del presupuesto nacional110. Contra los principios no keynesianos de los

políticos republicanos, el gasto público exigido por las reformas sociales primó sobre

los ideales liberales de la clase política del bienio azañista. Prueba de ello es la

diferencia de gasto público entre el primer bienio y el segundo. El gasto entre los años

1930-1933 crecía en un 7,1 por 100 anual, mientras que el crecimiento entre 1934-1935

fue del 0,7 anual111.

La creencia en una moneda fuerte impidió la devaluación de la peseta. Lo curioso es

que la misma República que mantuvo una política tan social para otros aspectos,

desarrolló una política monetaria conservadora. La depresión, sumada a la desconfianza

de los mercados112 ante un nuevo régimen de carácter «semi-revolucionario» se vio

reflejada en el valor de la peseta.

En estos tiempos el dinero está retraído. Hay una cantidad enorme de capitales en expectativa de colocación, y ese dinero (salvo algunas excepciones) no se coloca, no por un egoísmo irritante, sino por falta de confianza en el Poder público. ¿Qué dinero se va a emplear cuando no se sabe si un Gobierno va a pactar con los revolucionarios? ¿Qué capitalista se lanza a una empresa cuando no tiene la seguridad de que al día siguiente el atentado, el asesinato, la huelga ilegal no ha de trastornar sus planos destruyendo un negocio y matando una economía? Dadle tranquilidad a un país y esos cientos de millones almacenados en cuentas corrientes se vertirían –sic- en el torrente circulatorio de la economía del país113.

Cuando se proclama la República, un franco suizo equivalía a 176 pesetas. Ocho

meses después, el cambio era de 254,3114. La llegada del socialista Prieto a la cartera de

Hacienda no gustó mucho a los inversores extranjeros. Entre abril y septiembre de 1931,

los bancos perdieron el 20 por 100 del total de sus depósitos. Para controlar la fuga de

capitales, se introdujeron medidas como la prohibición de viajar al extranjero con más

de 5.000 pesetas, la compra de divisas y valores inmuebles extranjeros o aportar capital

español a negocios extranjeros. Además, se tomaron medidas ejemplarizantes, como el

encarcelamiento del financiero Juan March.

                                                            110 Vid. VOLTES, P., Dos mil años de economía española, cómo hemos ido a parar a donde estamos, Planeta, Barcelona, 1988, p. 222. 111 Vid. MARTÍNEZ, J. A., op. cit., p. 583. 112 La Banca Morgan retira el día 17 de abril de 1931 un crédito de 60 millones de dólares destinado a la estabilización de la peseta. El préstamo se había hecho a petición del Banco de España durante la Monarquía. GIL PECHARROMÁN, Segunda República…, p. 112. 113 En la campaña de 1936 la derecha utilizó como argumento que la izquierda no daba la confianza suficiente a los inversores. Así lo expresaba Gil Robles en un discurso en Madrid el día 9 de febrero de 1936. «Discurso del señor Gil Robles en el Monumental», Diario La Rioja, n. 9.454, martes 11 de febrero de 1936, p. 4. 114 Vid. VOLTES, P., Dos mil años de economía española…, p. 224. 

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La deuda externa de la República alcanzaba los 12 millones de libras. La nueva

situación política hizo que fueran reclamados de inmediato. El primer plazo a pagar

consistía en 7 millones de libras, mientas el cambio se elevaba de 45 a 62 pesetas la

libra115. Para esta gestión España tuvo que solicitar un crédito a Francia. La operación

se concretó en 1.263 millones de francos con la garantía de 74.600 kilos de oro, un oro

que seguía perteneciendo a España pero era depositado en Mont-de-Marsan. Medidas de

Prieto, como la de modificar la Ley de Ordenación Bancaria de 1932 o Ley Cambó para

tener más poder sobre el Banco de España, no gustaron a los republicanos, que pidieron

el cambio en el Ministerio de Hacienda. El bilbaíno fue sustituido por Carner.

Con la llegada al poder del centro-derecha volvieron algunas inversiones extranjeras.

El nuevo ministro, Manuel Marraco, siguió las líneas de Carner. Hubo un reajuste del

gasto público por el que se aumentaron los presupuestos de Defensa o los subsidios al

clero. Con la llegada de Chapaprieta a la cartera de Hacienda en mayo de 1935 se redujo

de nuevo el gasto público.

 

                                                            115 Ibíd. p. 225. 

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3. LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936

El 29 de marzo de 1935 el Consejo de Ministros indultaba a un gran número de

participantes en la revolución asturiana, condenados a muerte entre los que figuraban

González Peña y Teodomino Menéndez. Esto provocó la dimisión de los ministros de la

CEDA, del agrario Cid y del melquiadista Dualde. El 3 de abril se constituía un nuevo

gobierno sin carteras cedistas. La mayor parte de ministros eran independientes. Aquí

comienza una tradición que se desarrollará durante los últimos gobiernos previos a las

elecciones de febrero; se trata de la inclusión en el Gobierno de una serie de «colegas»

del Presidente de la República, de poca representación parlamentaria, destacando la

entrada en el Gobierno del gobernador de Cataluña, Manuel Portela Valladares. La

reapertura de las Cortes provocaría la caída de este nuevo gobierno falto de apoyo, por

lo que se formará el 6 de mayo uno nuevo. Con Lerroux en la Presidencia, el nuevo

gobierno contaba con dos carteras de la CEDA y tres amistades de Alcalá Zamora. Una

de ellas, Joaquín Chapaprieta, ocupaba el ministerio de Hacienda e iniciaba una serie de

ajustes presupuestarios. La concesión de unas competencias en Obras Públicas a la

Generalitat forzó la caída del nuevo gobierno tras la renuncia de los agrarios Royo

Villanova y Velayos, ministros de Marina y Agricultura. A partir de este momento,

comienzan los gobiernos tecnócratas. La debilidad de éstos propiciará la disolución de

las Cortes y la convocatoria de elecciones para el día 16 de febrero de 1936.

3.1. Crisis de los gobiernos tecnócratas

Alcalá-Zamora, consciente de la incapacidad de Lerroux, se apresuró a destituirle de

la Presidencia. El Presidente de la República temía una nueva reacción de la izquierda

en el caso de que entregara la presidencia del gobierno a Gil Robles o a Melquíades

Álvarez. El sustituto elegido fue Chapaprieta, amigo personal del Jefe del Estado. Pese a

la idea del «gobierno amplio» de la que presumía Alcalá-Zamora –gobierno de tres

cedistas, tres radicales, un agrario y un ministro de la Lliga-, la Presidencia era

desempeñada por un amigo suyo sin respaldo parlamentario. En octubre se desplomaba

el Partido Republicano Radical, tras el descubrimiento de los escándalos del Estraperlo

y Tayá-Nombela, en los que estaban implicados los dirigentes del partido radical. La

formación de Lerroux entra en una crisis de la que nunca saldrá. Se produce un

abandono masivo de sus miembros hacia otras formaciones como la de Martínez Barrio

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o incluso la de Azaña, a lo que hay que sumarle una deriva hacia la izquierda de sus

juventudes sin que la dirección nacional pudiera hacer nada para evitarlo. A los

destituidos Lerroux y Rocha les sucedieron dos miembros de su partido de menos

nombre. Este 29 de noviembre de 1935 es clave para entender la debilidad de los

gobiernos posteriores y la necesidad de nuevas elecciones. El «gobierno amplio»

presidido por Chapaprieta fue incapaz de avanzar en sus reformas, demostrando que la

disolución de la Cámara llegaría en cualquier momento. Finalmente, el Presidente del

Gobierno dimitía el día 9 de diciembre. El hundimiento de los radicales hizo pensar a la

CEDA que por fin «llegaba su hora». Sin embargo, don Niceto siguió resistiéndose a

entregar el poder a Gil Robles e intentó formar un gobierno que satisficiera su plan

electoralista basado en dividir a la derecha.

Tras ofrecer la Presidencia a distintas personalidades –entre las que se encontraba

Martínez Barrio, que tenía contraídos «previos compromisos»-116, el 14 de diciembre de

1935 se formaba un nuevo Gobierno, presidido por Portela Valladares. Alcalá-Zamora

había conseguido por fin crear un Gobierno sin la incómoda CEDA. La falta de apoyo y

la presión de la derecha al no verse representada en el nuevo gobierno pese a su

presencia en la Cámara, crea un clima político insostenible. Incluso los ministros

radicales integrados en el gobierno de Portela fueron desacreditados y expulsados del

partido por Lerroux. El presidente de la República clausuraba por un mes las Cortes el

día 3 de enero y finalmente las disolvía –por segunda vez en su mandato- el 7 de enero

de 1936 y convocaba elecciones para el día 16 del mes siguiente.

Durante esta etapa de convulsiones políticas, se generó una reordenación de las

fuerzas políticas. El centro, representado por el desprestigiado Partido Republicano

Radical, se organizó en nuevas formaciones, partidarias de pactar con la izquierda. En el

seno del PSOE se habían acentuado las diferencias ideológicas tras los sucesos de

Asturias. Largo Caballero representaba la izquierda radical frente a Prieto, partidario de

volver a concurrir con los republicanos. Mientras que los radicales, mayoritarios en la

UGT y las JSE, apostaban por una revolución socialista que instaurara la dictadura del

proletariado, los moderados abogaban por la consolidación de una república de carácter

social.

                                                            116 Con el Frente Popular casi apuntalado, el líder de UR no podía aceptar el gobierno de centro que planeaba Alcalá-Zamora. ALCALÁ GALVE, A., Alcalá-Zamora y la agonía de la República, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2002, p. 575 

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3.2. Fuerzas políticas que convergen en febrero de 1936

Mientras que Tusell atribuye parte de la radicalización política a la usual práctica de

coaliciones –necesaria teniendo en cuenta el sistema electoral-117, Fernández Sarasola

describe las coaliciones como una rectificación del pluralismo, necesaria para la

gobernabilidad del país118. La Ley electoral, que permitía las minorías en detrimento del

bipartidismo, contrasta con la situación política anterior. La reforma de la Ley estaba

basada en un sufragio universal que escapaba a las prácticas caciquiles de la

Restauración. Los partidos cumplían una nueva función; dejaban de servir al Estado o a

la estabilidad del sistema político como hicieran la Unión Patriótica y los partidos

Liberal y Progresista respectivamente. Esta nueva situación creará un panorama político

muy complejo como demuestran las 19 fuerzas políticas representadas en la Cámara en

1931119, que más tarde explicaremos. Esto se traduce en unas Cortes pluripartidistas.

Nunca un partido alcanzó la mayoría en las elecciones, los gobiernos siempre fueron de

coalición; primero republicano-socialista y más tarde radical-cedista.

En las elecciones de febrero de 1936 podemos hablar por primera vez de una

coalición realmente unida con un programa de mínimos; el Frente Popular. La

experiencia de las alianzas ya se había dado tanto en la República como en la última

fase de la Restauración120. La novedad que presenta la candidatura izquierdista es la

convivencia -en todas las circunscripciones- de distintos partidos, con sus ideologías,

sus militantes y sus juventudes. Diferenciaremos seis tipos de partidos -Centro y

derecha republicana, izquierda republicana, partidos obreros, derecha accidentalista,

antirrepublicanos y nacionalistas centrífugos y regionalistas- e intentaremos explicar la

trayectoria de los más significativos.

                                                            117 «Si una alianza quería triunfar debía incluir en su seno a los sectores más extremistas, porque una diferencia mínima en votos podía convertirse en sustancial a la hora de traducirse en escaños.» TUSELL, Manual de Historia de España…, p. 316. 118 FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento español…, pp. 276-277. 119 JULIÁ, S., Un siglo de España…, p. 79. 120 El precedente más cercano de una candidatura de coalición es la Unión de Derechas en las elecciones de noviembre de 1933. Esta alianza estaba formada por cedistas, agrarios, alfonsinos y tradicionalistas. La CEDA era reconocida por el resto de formaciones integrantes como el partido hegemónico. Tres eran los principales puntos de la candidatura: revisión del carácter laico de la Constitución, derogación de la Reforma Agraria y amnistía política. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 136-142. 

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3.2.1. Centro y derecha republicana

En el ala derecha del republicanismo, siempre minoritaria, encontramos la Derecha

Liberal Republicana de Alcalá Zamora, poco después llamado Partido Republicano

Progresista tras la escisión de su sector más derechista encabezado por Miguel Maura

para formar así el Partido Republicano Conservador en 1932. Ambos partidos defendían

un régimen democrático no confesional que respetara la tradición católica. La mayor

diferencia entre estos dos partidos fue el motivo del cisma; la facción que lideraba

Miguel Maura hacía especial hincapié en la necesidad de una «defensa y mantenimiento

del principio de autoridad y del orden a todo trance, sin contemplaciones ni

distingos»121. Estos dos partidos consiguieron atraer a elementos monárquicos

moderados a pesar de ser partidos claramente republicanos.

Otro partido de la derecha republicana era el Partido Liberal Demócrata, de

Melquíades Álvarez, continuador del Partido Reformista. También en la derecha

republicana encontramos el Partido Agrario Español, presidido por José Martínez de

Velasco. Esta formación, la más a la derecha de todas las republicanas, intentó reformar

la Constitución para hacer una República más conservadora y unitaria.

En el centro del espectro político encontramos la Agrupación al Servicio de la

República, integrado por intelectuales de la talla de Ortega y Gasset o Gregorio

Marañón. Participaron en la coalición republicano-socialista pero rápidamente

condenaron el viraje a la izquierda del gobierno de Azaña.

El partido republicano de centro más importante fue el Partido Republicano Radical.

Indiscutiblemente liderado por Alejandro Lerroux, su discurso poco tenía que ver con el

enérgico, republicano y anticlerical «Emperador del Paralelo» de principios de siglo122.

La moderación de su mensaje había abierto las puertas a un discurso ambiguo

claramente populista. Alcanzó su plenitud en las elecciones de 1933 llegando a formar

gobierno para pasar a ser un partido minoritario tras los escándalos de corrupción y la

polarización de la política en las elecciones de 1936. Su ala más izquierdista,

capitaneada por Diego Martínez Barrio fundará en 1934 el Partido Radical Demócrata,

que junto con el ala moderada del Partido Republicano Radical-Socialista de Félix

                                                            121 ARTOLA, M., Partidos y programas políticos, 1808-1936, vol. I, Alianza Editorial, Madrid, 1991, p. 629. 122 En ÁLVAREZ JUNCO, J., Alejandro Lerroux… encontramos un análisis de la política y de la sociedad de finales del siglo XIX y principios del XX a través de la vida del político populista. 

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Gordón Ordax123, fundarán Unión Republicana, futura integrante del Frente Popular. El

ala izquierdista, partidaria de colaborar con los socialistas, liderada por Álvaro de

Albornoz y Marcelino Domingo, fundará el Partido Republicano Radical-Socialista

Independiente que convergirá junto con otras fuerzas progresistas creando Izquierda

Republicana. Tras las escisiones, el partido que seguía liderando Lerroux fue tan

denostado por izquierda como por la derecha por su carácter oportunista, contradictorio

y ambiguo124

3.2.2. Izquierda republicana

En la izquierda republicana encontramos al principal partido republicano, la Acción

Republicana de Azaña. En su intento por crear el partido de masas que ansiaba su líder,

se fusionará en abril de 1934 con el Partido Republicano Radical-Socialista

Independiente de Domingo y Albornoz125. Más tarde se incorporaría la galleguista

ORGA de Casares Quiroga, formando así Izquierda Republicana. La procedencia de las

fuerzas creadoras era representada en el Consejo Nacional del partido –diez miembros

de Acción Republicana, ocho radicales-socialistas y tres galleguistas-. La personalidad

de Azaña será la que aglutine la nueva coalición frente a una limitada ORGA y un

volátil PRRS126. Este partido buscará, tras la derrota electoral de octubre de 1933, un

                                                            123 No hay consenso en la bibliografía para el nombre del dirigente radical-socialista pudiendo aparecer indistintamente «Gordón Ordás» o «Gordón Ordax». Utilizaremos en adelante el criterio de Javier Tusell decantándonos por la segunda opción. Vid. e. g. TUSELL, J., «Las elecciones del Frente Popular, febrero 1936» en Historia 16, n. 10, 15 de junio de 1977. p. 40. 

124 La actuación de la mayor parte de los dirigentes radicales tras el golpe de julio fue totalmente antidemocrática. En especial la de su máximo líder, a quien tras su muerte, la publicación republicana el en exilio Política dedicaba palabras como «un muerto sin respeto» y se ubicaba al antiguo agitador en «la cota más alta del deshonor español». TOWNSON, N., La República que no pudo ser. La política de centro en España (1931-1936), Taurus, Madrid, 2002, pp. 398-400. 125 Las desavenencias en el seno del radical-socialismo aparecieron con la actitud del PRRS ante el gobierno de coalición con los socialistas en el que ellos mismos participaban. Mientras Gordón Ordax reconocía que su partido se había convertido en un «apéndice lamentable del socialista», Domingo prefería mantener el pacto con sus actuales socios antes que colaborar con el resto de republicanos. TUSSEL, J., Manual de Historia de España…, p. 362. 126 El PRRS era uno de los partidos más indisciplinados de la cámara. Sus diputados no tenían ningún reparo en despotricar contra el gobierno que ellos mismos respaldaban y las disputas internas entre moderados –Gordón Ordax- y radicales –Domingo- fueron continuas. ARTOLA, M., Partidos y programas políticos…, vol. I, Alianza Editorial, Madrid, 1991, pp. 634-636. Dentro de la exaltada corriente interna conocida como «los jabalíes» estaba el díscolo José Antonio Balbontín, ex anarquista, ex socialista y, según el Diario de La Rioja, ex católico. El diario, en su campaña de desprestigio del Frente Popular, incluía unos versos de carácter católico y patriótico firmados por él en ese momento radical-socialista. «Lo que va de ayer a hoy», Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 11. 

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entendimiento con otras fuerzas republicanas progresistas y obreras como el PSOE,

Unión Republicana, Partido Nacional Republicano de Sánchez Román y Esquerra

Republicana de Catalunya. Esto será el germen del futuro Frente Popular.

3.2.3. Derecha accidentalista

La CEDA se reveló a partir de las elecciones de 1933 como la fuerza hegemónica de

la derecha127. Esta coalición tuvo su origen en el pequeño partido Acción Popular128.

Formada en torno al diario El Debate de Ángel Herrera Oria –presidente de la ACNP- y

dirigida por José María Gil Robles, sus diferencias con la derecha no republicana eran

más debido a las diferencias en las tácticas políticas que a cuestiones ideológicas129. Su

fuerte convencimiento católico y su pasado tradicionalista rechazaban el fascismo pero

comulgaban con ideas de éste como el corporativismo. Desde su nacimiento se esforzó

por recoger el voto del catolicismo, denunciando la falta de valores cristianos en los

republicanos y la amenaza que representaban sus socios, enemigos de la propiedad, la

familia y el orden130. En marzo de 1933 Acción Popular forma una coalición con

partidos católicos y derechistas de toda España131 formando así la Confederación

Española de Derechas Autónomas -CEDA-. Mediante el entrismo en el sistema político

republicano, la CEDA aspiraba a un régimen corporativo, sin partidos políticos y con

una nueva cámara representativa orgánica. La implantación del nuevo régimen sería

lenta y no traumática132. La necesidad de formar una gran coalición accidentalista –

                                                            127 Linz reflexiona sobre el carácter político de la CEDA, señalando que la coalición estaba tan lejos de ser demócrata-cristiano como clerical-fascista. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España...., pp. 127-140. 128 Nace como Acción Nacional pero Azaña restringió el empleo del término «Nacional». 129 Las disputas entre monárquicos y oportunistas fueron frecuentes. En sus memorias, Gil Robles habla de Gil-Robles, ¿monárquico?, un libro escrito por Julián Cortés Cavanillas, que criticaba los planteamientos políticos de la CEDA desde la derecha. La publicación de la obra no gustó al rey en el exilio, que deseaba la unión de los sectores monárquicos con la CEDA. GIL ROBLES, J. M., No fue posible la paz…, p. 395. 130 En el programa fundacional de la CEDA podemos leer lo siguiente: «Las reivindicaciones de carácter religioso deben ocupar, y ocuparán siempre, el primer lugar de su programa, de su propaganda y de su acción» «Programa de la Confederación Española de Derechas Autónomas», Título 1; Religión, Primer artículo, Madrid, febrero-marzo de 1933 en ARTOLA, Programas y partidos políticos…, vol II, p. 388. 131 Cabe destacar la Derecha Regional Valenciana de Luis Lucía. El resto de federaciones eran partidos regionales con nombres relacionados con «Acción» y «Agraria». En La Rioja, la federación se llamaba Acción Agraria Riojana. María Cristina Rivero define la CEDA riojana como un «partido antisistema» y manifiestamente golpista. Prueba de esto último es la detención de sus líderes –Joaquín Purón, José María Herreros de Tejada y Ángeles Gil Albarellos- tras el fallido golpe de estado intentado por el general Sanjurjo en agosto de 1932. RIVERO NOVAL, M. C., Política y sociedad en La Rioja durante el primer franquismo (1936-1945), IER, Logroño, 2001, p. 53. 132 GONZALEZ CUEVAS, P. C., op. cit., pp. 135-136. 

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donde cabían democristianos, tradicionalistas y conservadores autoritarios- fue

planteada por El Debate tras la insurrección fallida de Sanjurjo, desligándose así de

sectores más abiertamente contrarios al nuevo modelo de Estado. Por el contrario, con

una línea abiertamente pseudofascista, las juventudes del partido –JAP- trataban de

«jefe» a Gil Robles y miraban con admiración regímenes como el Estado Novo de

Salazar, la Italia de Mussolini o la Austria de Dollfuss.

3.2.4. Partidos obreros

Para Manuel Tuñón de Lara, la aparición del movimiento obrero se divide en cuatro

fases. En la primera, el desarrollo de la producción crea la clase obrera pero ésta no

tiene conciencia propia, por lo que no hay movimiento obrero. En la segunda, se

producen acciones espontáneas sin haber todavía una condición obrera como tal, algo

que sí se empieza adquirir durante la tercera fase. La cuarta etapa, «es aquella en la que

otros trabajadores –manuales, intelectuales o de carácter intermedio- toman conciencia

de su vinculación con los obreros y se integran o articulan, directa o indirectamente, en

el movimiento obrero que toma así unas nuevas dimensiones»133. En la España de los

años 30, ya encontramos un amplio abanico de organizaciones obreras consolidadas.

El Partido Socialista Obrero Español era sin duda el mejor organizado y más

disciplinado de todas las formaciones presentes en la Cámara134. Su larga trayectoria en

la Historia del movimiento obrero le había consolidado como el partido obrero más

importante del país. No fue fácil convertir a una clase social dispersa sin educación en el

«ejército revolucionario que acabara con el régimen monárquico». La Ley Gullón –Ley

de Prensa de 1883135-, durante el mandato de Sagasta, permitió la circulación de su

                                                            133 TUÑÓN DE LARA, M., El movimiento obrero…, p. 11. En esta obra clásica se recoge la Historia del movimiento obrero desde sus orígenes hasta 1936. 134 En la figura de Indalecio Prieto encontramos el mejor ejemplo de militancia leal al partido. Respetó el centralismo democrático en dos momentos clave de la República: Apoyó la revolución de Asturias, en palabras de Gabriel Jackson; «dándose cuenta anticipadamente de que la insurrección era una quimera que acabaría fracasando» y «con la obligación de solidarizarse con los mineros por ser la clase obrera socialista con más años de militancia y la que más había sufrido». La otra ocasión crucial en la que el bilbaíno acata el centralismo será cuando Azaña le proponga ser Presidente del Gobierno. Su renuncia llevará a la Presidencia al inoperante Casares Quiroga, condenando así a la República. JACKSON, G., «Fascismo y Comunismo en la Historia de la República Española», en EGIDO LEÓN, Á. (Coord.), op. cit., pp. 49-53. 135  Gaceta de Madrid, n. 211, 30 de julio de 1883, tomo III, pp. 189-190. La Ley de Imprenta de 1883 no fue derogada hasta la Ley de Prensa de 1938, orquestada por Ramón Serrano Suñer. 

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órgano de expresión, El Socialista -1886-, que facilitó la expansión del partido136. A

pesar de su voluntad innata de acabar con el régimen, las élites socialistas, conscientes

de que no tenían todavía la fuerza suficiente para alcanzar la emancipación, optaron por

las vías legales como única forma posible de consolidar su poder137; La llegada de la

revolución sería un tránsito pacífico. La Semana Trágica hizo ver a los socialistas que la

coalición con los republicanos era necesaria en su estrategia. El entrismo socialista se

consolida al fin cuando Pablo Iglesias obtiene el primer escaño obrero en la Historia de

España en 1910138. Este discurso reformista es paralelo a la evolución del SPD alemán.

La imposibilidad de un retorno al marxismo revolucionario se consolidó con la

creación de la Komitern -III Internacional-, que causó el primer cisma en el seno del

PSOE139, fundándose el Partido Comunista Obrero Español y el Partido Comunista

Español. La fusión de ambos en 1921 creará el Partido Comunista de España.

El paternalismo del gobierno de Primo de Rivera no dejó en mala posición al PSOE,

que incluso ofreció a la UGT colaborar con la dictadura. Esto provocará tensiones entre

colaboracionistas –Largo Caballero, Saborit y Besteiro- y no colaboracionistas –Prieto y

de los Ríos-140. Finalmente, ante la agonía de la dictadura, el PSOE y la UGT rechazan

colaborar con ésta. La nueva estrategia de colaboración con los republicanos consistirá

en sumarse a la iniciativa del Pacto de San Sebastián, a la que Prieto ya había dado su

apoyo a título personal previamente.

                                                            136 Más tarde aparecerán otras publicaciones como Claridad y Leviatán –caballeristas-, El liberal –de Bilbao, siendo Prieto director, centrista- o Democracia –besteirista-, ligados a corrientes internas. El liberal surgió en 1897 como una escisión de El Imparcial. De línea progresista, pronto se crearon ediciones en otras ciudades como Barcelona, Bilbao o Sevilla. Ver VÍLCHEZ DE ARRIBAS, J. F., Historia gráfica de la prensa diaria española (1758-1976), RBA, Barcelona, 2011, pp. 39-40. 137 «El triunfo total, yo no he de verlo» confesaba Pablo Iglesias en un discurso en el Congreso de diputados el 20 de enero de 1912. JULIÁ, S., «Socialista» en FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, J. y FUENTES ARAGONÉS, J.F., Diccionario político y social del siglo XX español, Alianza Editorial, Madrid, 2008, p. 1.108. 138 La expansión del partido socialista fue lenta y difícil. La poca implantación socialista en Cataluña, el auge del bakuninismo en zonas agrarias, el miedo a la represión o la caciquil Ley electoral fueron motivos por los que el partido liderado por Pablo Iglesias y su sindicato experimentaron disminuciones del número de afiliados dentro de un paulatino crecimiento. Vid. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España…, pp. 75-84. 139 La mayor parte del PSOE se mantuvo en la Internacional Socialista. Con la bolchevización de sus juventudes, sus militantes pedirán la salida inmediata de la «chauvinista» IOS -Internacional Obrera y Socialista-, heredera directa de la Segunda Internacional.  140 Aróstegui habla de las divergencias entre partidarios del «oportunismo posibilista» que ofrecía el régimen corporativo frente a la ética política, que implicaba un «rechazo de la brutal ruptura constitucional que representaba la dictadura» ARÓSTEGUI, J., «Indalecio Prieto y Largo Caballero: divergencias y convergencias en el socialismo español (1923-1946)» en MATEOS, A. (Coord.), Indalecio Prieto y la política española, Fundación Pablo Iglesias, Madrid, 2008, pp. 139-144. 

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La colaboración con los republicanos dará sus frutos en el primer gobierno

republicano, donde el PSOE llega a tener tres carteras ministeriales –Prieto, Largo y de

los Ríos- y la presidencia del Congreso de los Diputados –Besteiro-. El descalabro

electoral de 1933, tras no concurrir a éstas con los republicanos, originará un nuevo

cisma en los socialistas. Las diferencias ideológicas internas se enfrentaron

abiertamente tras la Revolución de Asturias y su posición ante un nuevo pacto con los

republicanos para crear el Frente Popular. Dos serán las corrientes en lucha; el sector

radical liderado por Largo Caballero y el moderado o centrista, con Prieto a la cabeza,

relegando a los «protosocialdemócratas» de Besteiro a un tercer plano141. En las

tensiones internas tendrán un importante papel la UGT y las bolchevizadas

juventudes142.

El Partido Comunista de España era un pequeño partido con poca fuerza surgido de

las escisiones del PSOE tras su ruptura con Moscú. Nació en 1921 cuando el 59 por 100

de los votos en un congreso extraordinario se opusieron a aceptar las veintiuna

disposiciones de la Komintern143. Contrarios a la recién proclamada «república

burguesa», ni siquiera habían sido invitados a participar en San Sebastián. En el IV

Congreso del partido, celebrado en Sevilla, todavía alarmados por la intentona de

Sanjurjo, se decidió defender a la República y abandonar el sectarismo que había

imperado en el partido desde su fundación144. A pesar de este cambio de rumbo,

Bullejos había sido sustituido por José Díaz precisamente por manifestar su apoyo a la

República antes del congreso. La Ley electoral castigó duramente a este partido, que

                                                            141 Aróstegui destaca que exponer las luchas internas entre prietistas y caballeristas como una lucha irreconciliable entre «socialdemócratas centristas» y «radicales izquierdistas» es demasiado simple e incompleto. «Hablar de dos socialismos permanentemente opuestos y divergentes es un error histórico del que existen en la bibliografía algunas patentes, antiguas o recientes, muestras». ARÓSTEGUI, J., «Indalecio Prieto y Largo Caballero…», pp. 123-162. Una conversación entre Largo Caballero y Vidarte, recogida en las memorias de este último, expresan con total claridad las tensiones internas en el PSOE tras la revolución de Asturias; El todavía Presidente del partido socialista afirmaba: «De Francisco y yo hemos resuelto continuar la línea de octubre. La clase obrera no tiene otro camino. Solidaridad sí, pero con los nuestros, con los obreros. La colaboración con los republicanos se quemó en las Constituyentes, no hay que mirar nunca hacia atrás». Ante las revolucionarias palabras de Largo Caballero, Vidarte, centrista, respondía que «la línea de octubre se había quemado en octubre». VIDARTE, J. S., Todos fuimos culpables. Testimonio de un socialista español, vol. I, Grijalbo, Barcelona, 1977 p. 26. 142 «Los niños siguen con igual autonomía y con idénticas tonterías» Así hablaba Juan Negrín en una carta fechada el 22 de marzo de 1935 a un compañero de las díscolas juventudes. Vid. MORADIELLOS, E., Juan Negrín. Una biografía de la figura más difamada de la España del siglo XX, Península, Barcelona, 2006, p. 150. 143 Vid. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España…, p. 159-160. 144 Con una táctica antirrevisionista y una confianza en sí mismos que poco tenía que ver con su aceptación real en la sociedad española -15.000 militantes-, el PCE seguía ciegamente los dictados de Moscú, que financiaba a la sectaria formación hasta tal punto que, sólo una cuarentava parte de la financiación provenía del propio partido. TUSELL, J., Manual de Historia de España..., p. 360. 

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consiguió un solo escaño pese a haber obtenido 400.000 votos en las elecciones de

noviembre de 1933145. La fuerte implantación tanto del anarquismo como del partido

socialista arrinconó en el espectro político al pequeño partido, viéndose incluso

desbordado por la izquierda por el PSOE más maximalista. Su entrada en el Frente

Popular, la fusión de sus juventudes –UJCE- con las socialistas, formando las JSU en

marzo de 1936, y su inclusión en los diferentes gobiernos durante la guerra darán al

PCE un gran peso político en el transcurso de ésta.

Otro pequeño partido comunista, que tendrá una gran relevancia durante el conflicto

bélico será el POUM. Formado en Cataluña, surge del antiestalinista Bloque Obrero y

Campesino de Joaquim Maurín y los seguidores del intelectual anarcotrotskista Andreu

Nin146. Participarán en la federación catalana del Frente Popular.

En la extrema izquierda parlamentaria obrera cabe destacar el Partido Sindicalista de

Ángel Pestaña. Frente a las tesis de la acción directa impulsadas desde la FAI, el sector

treintista de la CNT propone posponer la revolución y participar en el sistema político

de la República.

3.2.5. Antirrepublicanos

En diciembre de 1931 se crea la revista Acción Española. Nace así un movimiento

intelectual, que retomando la historiografía de Menéndez Pelayo, aboga por una vuelta a

la tradición hispánica147. Reivindican la creación de un Estado monárquico, autoritario y

corporativo. Al igual que ocurrió en otros lugares de Europa, el conservadurismo fue

evolucionando hacia el fascismo –aunque en España no hay un cambio hasta sus últimas

consecuencias-. Esta renovación condujo a los éstos a «regresar a los conceptos más

románticos, preliberales y predemocráticos, al mismo tiempo que intentaban movilizar

                                                            145 Su concurrencia en solitario limitaría sus resultados, consiguiendo solamente un diputado en coalición circunstancial con los socialistas en la provincia de Málaga. GIL PECHARROMÁN, Segunda República…, p. 274. 146 Juan Simeón Vidarte en sus memorias califica al POUM simplemente como trotskista. VIDARTE, J. S., Todos fuimos culpables…, p. 27.  147 El candidato por el Bloque Nacional en la Rioja, Romualdo de Toledo, explicaba con estos metafísicos argumentos históricos el porqué de su ideología monárquica: «Soy monárquico porque no me ha sido posible comprender que las formas accidentales pueden ser nunca forma de Gobierno. Monárquico, porque revisando la Historia, por cualquier recoveco por el que pretendiera ver un hecho histórico y grande, veo que todos ellos, sin excepción, van unidos a la figura de un monarca». «Ayer habló desde Madrid Calvo Sotelo», Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 15. 

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una base de apoyo más amplio que los monárquicos estrictamente aristocráticos»148.

Todas estas ideas fueron recopiladas por Antonio Goicoechea, fundando Renovación

Española como escisión de Acción Popular y continuación de la Unión Monárquica

Nacional –partido sucesor de la Unión Pariótica-149. José Calvo Sotelo alcanzará el

liderazgo del partido tras su vuelta del exilio. Este giro a la derecha de los partidarios de

la monarquía se acercó a los planteamientos carlistas. El objetivo del alfonsinismo era

crecer en detrimento de la opción accidentalista pero concurrir con ésta desde una

posición de fuerza150. Aunque Renovación Española fue un partido de escasa

representación parlamentaria, recogía el voto de sectores poderosos como financieros y

militares.

El tradicionalismo carlista se había reagrupado bajo la dirección de Manuel Fal

Conde con la creación de Comunión Tradicionalista. Este partido abogaba por la

tradición monárquica:

Queremos la Monarquía española (que no fue absolutista hasta que no entraron en España los principios exóticos de la Enciclopedia), sino templada como que el Rey por nuestras leyes históricas debía ser el padre de sus súbditos y mirar siempre que «no se hicieron los pueblos para los reyes, sino los reyes para los pueblos»151.

La colaboración entre ambas ramas de la derecha española se denominó TYRE152.

Se puede decir que el fascismo español tiene sus orígenes en los pensamientos

regeneracionistas de las Juventudes Mauristas, Costa, Ortega y d´Ors. Esta nueva

derecha se vio institucionalizada gracias a la Unión Patriótica. Aunque el primer grupo

político en utilizar imaginería fascista –brazo en alto, camisa azul y Cruz de Santiago-

                                                            148 Vid. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España…, p. 143. 149 La línea revisionista de AP llevó a que los sectores más a la derecha de este partido propusieran a Calvo Sotelo y Goicoechea la creación de una nueva formación puramente monárquica. El proyecto nacería sólo un mes antes de la poderosa CEDA, mermando la iniciativa monárquica. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 125. 150 Gil Pecharromán mantiene que «El alfonsinismo se organizaba, pues, con el propósito de subvertir el orden político vigente, actuando tanto en la ilegalidad como en una legalidad aparente». Ibid., pp. 122. 151 «Síntesis del programa de la Comunión Tradicionalista», Título 3; La Monarquía, Abril de 1933 en ARTOLA, M., Partidos y programas políticos…, p. 373. 152 Uno de los partidarios de la colaboración entre carlistas y alfonsinos fue Romualdo de Toledo, aspirante a Cortes por La Rioja en las elecciones de 1936. Mantuvo la doble militancia como diputado carlista y miembro de la élite directiva de RE. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, p. 137. González Cuevas habla de la colaboración entre monárquicos en GONZÁLEZ CUEVAS, P.C., El pensamiento de la derecha española…, pp. 127-133. 

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fue el Partido Nacionalista Español, de José María Albiñana153, el fascismo español no

alcanzará su madurez hasta las teorizaciones de Ramiro Ledesma Ramos y los

planteamientos idealistas de Ernesto Giménez Caballero. Frente al fascismo exaltado de

éstos, surgió un fascismo más clásico y católico, el de José Antonio Primo de Rivera,

hijo del dictador. A comienzos de 1934 se fusionan los dos principales partidos

fascistas; la Falange Española de Primo de Rivera con las Juntas de Ofensiva Nacional-

Sindicalista de Onésimo Redondo y Ledesma Ramos. El resultado será la fundación de

la FE de las JONS, un partido marginal, muy activo, pero de nulo peso electoral154.

3.2.6. Nacionalismo centrífugo y regionalismo

Las diferencias sociales y culturales –especialmente en Cataluña y País Vasco- eran

evidentes ya a mediados del siglo XIX. Sin embargo, no será hasta la última década del

siglo cuando el nacionalismo periférico se institucionaliza. El Partido Nacionalista

Vasco, fundado por Sabino Arana en 1895, catalizaba la respuesta a un cambio

demográfico y económico del territorio histórico mediante la tradición y el

catolicismo155. En Cataluña, a la conservadora Lliga le surgía una competidora por la

izquierda. Esquerra Republicana de Catalunya, dirigida por Maciá y Companys, era la

fusión de diversas agrupaciones catalanistas de izquierda. Este movimiento respondía al

conservadurismo de la Lliga y al republicanismo populista y subversivo de Lerroux.

Tanto el PNV como la Lliga, de postulados tradicionalmente derechistas, evolucionaron

hacia posiciones más centristas. Especialmente en el caso vasco con José Antonio

Aguirre, que se alejó del tradicionalismo carlista y buscó apoyo –en parte por motivos

económicos- en republicanos y socialistas. También encontramos otras agrupaciones

políticas regionalistas durante la Segunda República como la ORGA gallega o el PURA

valenciano, pero sólo eran partidos federalistas. En cambio, la Esquerra Valenciana,

escisión del blasquismo, sí respondía al perfil de partido nacionalista.

                                                            153 Vid. GIL PECHARROMÁN, Sobre España Inmortal, sólo Dios. José María Albiñana y el Partido Nacionalista Español, UNED, Madrid, 2000, p. 141. 154 Vid. PALOMARES IBÁÑEZ, J.M., La segunda república en Valladolid. Agrupaciones y partidos políticos. P. 97-104 y GONZÁLEZ CUEVAS, P.C., El pensamiento de la derecha española…, pp. 144-159. 155 Vid. MARTÍNEZ, J. A., «La Segunda República», BAHAMONDE, A. (Coord.), Historia de España…, pp. 178-180. 

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3.3. Candidaturas

Está extendida la idea de que en las elecciones de febrero de 1936 concurrieron los

dos bloques monolíticos que se enfrentaron meses más tarde en una guerra civil. Pero

esto no es así del todo. Es verdad que la sociedad española estaba muy dividida, e

incluso hay opiniones que afirman que la guerra era inminente. A pesar de ello, hemos

de destacar que no hubo dos grandes coaliciones enfrentadas y un centro marginal. En

primer lugar, las derechas no fueron capaces de hacer un programa común. Es más, ni

siquiera se puede hablar de una coalición que aglutine a todas las derechas en todas las

circunscripciones. Si bien es cierto que la situación política estaba muy polarizada, no

se puede atribuir ésto como causa directa de la guerra. Para explicar la tensión social

prebélica, Santos Juliá apunta que «dos polos pueden coexistir pacíficamente hasta que

uno de ellos recurre a la fuerza»156.

La revolución de Asturias estuvo muy presente durante la campaña electoral. Es más,

prácticamente giró alrededor de ésta.

El 16 de febrero de 1936 se realizaron las terceras y últimas elecciones generales de

la Segunda República. La misma izquierda que sufrió una dura derrota en 1933 se

beneficiaba ahora de la desunión de su adversario. El motivo, como ya hemos

explicado, era una Ley electoral que premiaba las candidaturas mayoritarias frente a las

minoritarias.

3.3.1. Centro

Frente a la idea del poderoso partido de masas que Azaña y sus socios tenían, el Jefe

de Estado, en su afán por crear un partido de centro que en la teoría moderara la

situación política española y en la práctica basculara hacia un lado o hacia otro según le

conviniera, patrocinó el intento de Portela. Durante la creación del estado republicano,

Alcalá-Zamora no había conseguido imponer la idea de una segunda Cámara

representativa de carácter orgánico; un senado que actuara contrapesando los vaivenes

políticos. Portela, que además de ser amigo personal del Presidente, compartía la idea de

crear un centro fuerte que contrapesara las ideologías extremas de la fraccionada

Cámara. Para este propósito creaba el Partido del Centro Democrático. Un partido «sin                                                             156 Vid. JULIÁ, S., Orígenes del Frente Popular…, p. 67. 

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programa, sin organización y sin masas»157. Con métodos caciquiles utilizados desde el

poder que le daba el ser el Presidente del Gobierno, sustituía a gobernadores incómodos

y planeaba retrasar las elecciones hasta el día 10 de marzo –la Constitución permitía

hasta cuarenta días desde la disolución de las Cortes- para dar tiempo a que sus planes

dieran los frutos esperados. Esto no gustó ni a la izquierda ni a la derecha, que se veían

claramente capacitadas para ganar las elecciones. En medio de la confusión, la

estrategia de Portela era que su recién creado PCD recogiera el voto del descolocado

Partido Republicano Radical158. Mientras que otros centristas como Chapaprieta

pensaron en la unión electoral con la derecha para vencer a la izquierda, el anciano

gallego soñaba con un centro fuerte –de nada menos que unos 150 escaños- que

arbitrara la futura formación de la Cámara. El recién creado partido gubernamental

rechazaba tanto la guerra civil como la revolución roja, reivindicando el proceso

constitucional, la unidad nacional y el progreso159. Aunque en un principio Portela era

propenso a unirse en determinadas candidaturas con la izquierda, como en el caso de

Lugo –su principal feudo-, anunciaba después su intención de aliarse con la derecha si

la unión con la izquierda no era posible. En la práctica, el criterio fue la unión con la

candidatura más débil de cada provincia. Para Josep Fontana, el proyecto de Portela era

un «proyecto inviable, que solo podía nacer de un hombre como Alcalá-Zamora, aislado

del mundo real y lleno de resentimientos»160. Este fracasado proyecto dividió el voto

derechista dándole una clara victoria al Frente Popular. Stanley Payne describe así la

nueva iniciativa centrista:

La ley no exigía la celebración de unas nuevas elecciones a Cortes hasta noviembre de 1937, pero el presidente Alcalá-Zamora, que había dominado la política nacional desde el verano del 33, las convocó apresuradamente. Como había decidido negar de manera permanente el acceso al partido mayoritario –la CEDA- y se había servido de dos pequeños escándalos para promover la destrucción interna del único gran partido

                                                            157 Vid. TOWNSON, N., La República que no pudo ser..., p. 392. 158 Aunque en el espectro el partido de Portela era más cercano a las izquierdas, recogería el voto de un centro ansiado por los antirrepublicanos. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, p. 233. 159 Payne destaca el carácter oportunista del nuevo partido citando el caso de la provincia de Alicante. Portela, tras el fracaso de las negociaciones con la derecha, colocó en las gobernaciones y en la mayoría de los ayuntamientos a políticos izquierdistas. Cuando la derecha se ofreció concurrir con el PCD, el Presidente depuso a los cargos colocados por él mismo para poner personalidades derechistas. PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p. 268. 160 Vid. FONTANA, J., «Frente Popular» en VIÑAS, Á., (Coord.), En el combate por la Historia. La República, la Guerra Civil, el Franquismo…, p. 88. 

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de centro –los radicales-, el presidente intentó hacerse cargo del centro republicano por sí mismo161.

La dirección central del Partido Republicano Radical, ahora dirigido por el converso

Santiago Alba, estableció la CEDA como principal aliado en las provincias. Gil Robles,

sabedor del desprestigio de su antiguo aliado, no ofreció muchas facilidades. Los

acuerdos a los que el partido radical llegó con la CEDA le «salieron caros»162. Lerroux

no puedo presentar candidatura por Madrid y se integró en el Frente Catalá d´Odre por

Barcelona y en Castellón como Independiente.

Otra de las estrategias de Portela fue intentar retrasar las elecciones. De esta forma,

su recién creado partido tendría más posibilidades de alcanzar los 150 escaños

necesarios para hacer de «partido árbitro» en la futura Cámara163.

Tenemos que aclarar que, en la hermética visión tradicional de las «dos Españas», el

centro no tendría el papel residual que tradicionalmente se le ha atribuído entre los dos

grandes bloques. Tusell demostrará 35 años más tarde que el centro sociológico sí tuvo

implantación en el voto de los españoles. A pesar de la importante cantidad de votos que

fueron para los partidos de centro, las coaliciones a ambos lados del espectro político

del centrismo y la confusión provocada por la caída de un partido histórico de centro y

                                                            161 PAYNE, S. G., 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil, La esfera de los libros, Madrid, 2006, p. 49. 162 El PRR tenía un nuevo enemigo mortal; el recién creado partido de Portela, dispuesto a hacer todo lo posible por sabotear la candidatura radical. La nueva formación veía a los radicales como la principal fuente de la que extraer votos. Sólo en tres provincias –Badajoz, Pontevedra y Madrid- las listas electorales contenían más de un radical. La suma de candidatos ascendió a sólo 78, mientras en 1933 habían presentado 200. Alrededor del 70 por 100 de los candidatos concurrieron en solitario. TOWNSON, N., op. cit., pp. 394-396. «Los radicales van desapareciendo de las listas derechistas, como escotillón. […] en Murcia, donde parece ser que los centristas ocuparán los cuatro puestos que estaban dedicados a los radicales. Incluso el señor Vélez (don Dámaso), que ahora aparece como portelista». En el caso de Murcia, los radicales de lista derechista habían sido sustituidos por miembros del PCD. Incluso hay un tránsfuga de última hora. La Rioja, «Comentando las coaliciones y los candidatos», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 1. 163 Esto no gustó al resto de candidaturas. El Diario de La Rioja titulaba así la iniciativa portelista: «Nunca se ha podido concebir impudor semejante. El desenfado del politiqueo electoral del Gobierno ha llegado a un grado insuperable». Diario de La Rioja, n. 9.445, viernes 31 de enero de 1936, p.16. En este artículo se satirizan las prácticas caciquiles del Gobierno: «El Gobierno, a la pregunta ¿Con la derecha o con la izquierda?, contesta: Con el que más dé». Se recuerda que nadie quiere el aplazamiento electoral aunque para el autor del artículo los motivos son diferentes; a las izquierdas no les interesa porque, «convencidas de su fracaso, quieren que cuanto antes pase el mal rato». Las derechas en cambio «desean también la mayor celeridad en que la situación se aclare con el triunfo de la contrarrevolución». No era esta la única vez que el diario católico hacía un vaticinio erróneo del resultado electoral: «Los cálculos más optimistas para ellas [las izquierdas] les conceden unos cuantos puestos más de los ciento y pico de que disponían en las Cortes disueltas. […] En cuanto a la CEDA, políticos sin relación con ella prevén 160 diputados y que con las fuerzas afines (e) independientes, sumarán un bloque mínimo de 200». Diario de La Rioja, n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 6. 

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el «cocinado» ascenso de uno nuevo minaron la campaña del centro. Con estas palabras

se dirigía el Diario la Rioja a los centristas:

Hay que votar contra la revolución.

No hacerlo es cooperar, por acción o por omisión, al triunfo de los asesinos, de los incendiarios, de los ladrones, de los que intentaron ahogar a España en una ola de sangre, de los que sembraron en España la miseria y el dolor durante el oprobioso bienio.

No apoyar en las urnas la contrarrevolución, es ayudar al marxismo y a sus cómplices, porque en la futura lucha electoral, para los elementos de orden, no cabe la neutralidad. El hombre de derechas que se acoja a ella será, para los efectos del escrutinio, un revolucionario más164.

3.3.2. Frente Popular

Tras la fallida revolución de octubre de 1934, la izquierda –tanto obrera como

republicana- se encontraba en una situación poco favorable. Sus líderes estaban o

exiliados o encarcelados165. El «desliz revolucionario» había alejado a republicanos y

socialistas y parecía inviable una nueva coalición entre ambos166. La destreza política de

Prieto y Azaña, sumada al interés del PCE –o de Moscú- por crear un frente antifascista

en detrimento del minoritario frente obrero, harán posible la coalición de izquierdas.

La nueva Izquierda Republicana de Azaña trató de agrupar a todo el centro-izquierda

republicano. Una vez unificada la izquierda republicana, Azaña fue más allá en su

                                                            164 Editorial titulado «Los neutrales, revolucionarios por omisión». Publicado en el Diario de La Rioja, n. 9.449, miércoles 5 de febrero, p. 3.  165 Largo y sus colaboradores estaban encarcelados, Prieto estaba exiliado entre Francia y Bélgica, Azaña recluido en un buque de la Armada en Barcelona y Lluís Compayns en la Modelo de Madrid. JULIÁ, S., República y Guerra…, pp. 129-130. 166 Para Paul Preston la revolución de Asturias «demostró a la izquierda que el asalto frontal al Estado estaba condenado al fracaso y que solamente podría volver al poder por la vía electoral. La lección que extrajo la derecha fue que la mejor manera de bloquear la revolución o incluso la reforma residía en el uso de las fuerzas armadas. No cabe argumentar que octubre de 1934 justificase el golpe militar de julio de 1936.» El mismo autor también reniega de cualquier relación entre los sucesos de Asturias y la futura guerra, como sí han hecho otros historiadores. PRESTON, P., «Bajo el signo de las derechas. Las reformas paralizadas», en VIÑAS, Á. (Coord.), op. cit., p. 83. Como contrapunto, Pío Moa no comparte la idea de Preston y señala la revolucione de octubre como motivo del conflicto bélico posterior: «La democracia se había vuelto inviable ya desde 1934, cuando la izquierda casi en pleno organizó o apoyó la insurrección. Una democracia puede albergar en su seno a partidos antidemocráticos y siempre lo hace. Pero no subsistirá si esos partidos cobran una fuerza excesiva y eso, precisamente ocurrió en la España de entonces». MOA, P., «Guerra Civil, Franquismo, Democracia» en VV. AA., La República y la Guerra Civil. Setenta años después, CEU San Pablo, Madrid, 2006, p. 121. Stanley Payne, también en la misma corriente historiográfica que el anterior, reconoce no encontrar una relación directa entre la revolución de Asturias y la futura guerra. «La intensidad y alcance de la insurrección fueron advertencias, pero no el inevitable origen de la Guerra Civil». PAYNE, S. G., 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil, La esfera de los libros, Madrid, 2006, pp. 29-35. 

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ambición de liderar una amplia coalición –parecida a la de 1931- y comenzó los

contactos en ambas direcciones. En primer lugar buscó el acuerdo con otros partidos

republicanos próximos. El primer avance hacia el entendimiento con otros partidos

republicanos se daba el 14 de abril de 1935, en un homenaje por el aniversario de la

instauración de la Segunda República; Izquierda Republicana, Unión Republicana y el

Partido Nacional Republicano hacían una declaración de intenciones en la que pedían

una vuelta a las garantías constitucionales suspendidas.

Al entendimiento entre republicanos se le sumaba a la relación epistolar mantenida

entre Azaña y Prieto167. A pesar de la firme opinión de la directiva socialista de no

pactar con los republicanos, el bilbaíno era partidario de crear una candidatura amplia.

Con ambos líderes conscientes de la necesidad de pactar –Prieto había reflexionado

sobre la derrota de 1933 y la fallida huelga de octubre-, el único problema sería la

negativa del sector caballerista. El sector radical del PSOE abogaba por un frente obrero

como lo había sido la Alianza Obrera en Asturias. Esta facción no quería concurrir con

la izquierda burguesa y consideraban a Azaña como el Kerensky español168. Izquierda

Republicana estaba inmersa en la difícil situación de evitar un frente obrero a su

izquierda y una coalición de centro republicano a su derecha. Centristas y caballeristas

tenían un poder similar en la estructura del partido, pero la amistad de Prieto con Juan

Simeón Vidarte, vicesecretario general del PSOE, fue decisiva para inclinar la balanza

en favor de los moderados169. Conocedor de la estrategia de Prieto, Vidarte mandó una

circular a todas las agrupaciones socialistas recomendando establecer relaciones

cordiales con republicanos y grupos obreros170. Esto contradecía la línea de actuación

mantenida hasta el momento. La evolución de la imagen de Azaña ante la izquierda era

evidente; se había convertido en un mártir político gracias a la delirante persecución

                                                            167 Azaña escribe a Prieto el 20 de abril de 1935; «No necesita usted recomendarme la necesidad de la coalición. Habla usted a un convencido. Y yo a otro.» Vid. TUÑÓN DE LARA, Tres claves de la Segunda República: La cuestión agraria, los aparatos del Estado y el Frente Popular, Alianza, Madrid, 1985, p. 329. Prieto y Azaña habían tenido una excelente relación durante el primer bienio. La amistad continuará tras las elecciones, llegando a conspirar juntos la destitución de Alcalá-Zamora. JULIÁ. S., «Prieto y Azaña: cuatro momentos de una amistad política» en MATEOS, A. (Coord.), op. cit., pp. 163-192. 168 Así definía Araquistain a Azaña. Ver PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p. 249. 169 Vidarte ya había valorado con Prieto la «conveniencia de llegar a una alianza circunstancial». TUÑÓN DE LARA, M., Tres claves.., p. 335. El vicesecretario general socialista –secretario general en funciones con motivo del encarcelamiento de Enrique de Francisco- se atribuye en sus memorias la creación del Frente Popular. Vidarte reconoce haber enviado una carta a Prieto el 20 de marzo de 1935 «con anterioridad a cualquier otra manifestación en este sentido de ninguna persona ni partido político». VIDARTE, J. S., Todos fuimos culpables…, p. 25,  170 Vid. JULIÁ, S., República y Guerra…, p. 132. 

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ejercida por el Gobierno. El alcalaíno recibía cientos de cartas de solidaridad a su

prisión marítima. Tras el conocido y multitudinario discurso en Comillas, Claridad

reflexionaba sobre la necesidad de una unión republicano-socialista171.

El 14 de noviembre de 1935 Azaña enviaba una carta formal a la Comisión

Ejecutiva del PSOE en la que proponía una alianza electoral y un programa común.

Enrique de Francisco, secretario de este órgano, aceptó rápidamente aunque exigía la

entrada del PCE y de la CGTU a la candidatura. Para callar al sector liderado por el

Largo Caballero, reunido en la revista Leviatán, Prieto mediante su habilidad política,

consigue expulsar a sus enemigos internos de la cúpula del partido, relegándolos a la

UGT. Sin oposición interna, el bilbaíno podía ahora abanderar las negociaciones frente

a los republicanos. A pesar de gozar de esta libertad, Prieto tuvo que cumplir algunas

condiciones caballeristas; se trataría de una alianza meramente electoral, sin

colaboración posterior en el Gobierno. La línea de actuación obrera no sería silenciada

por el programa común. Por último, cualquier partido obrero podría incorporarse a la

coalición. Largo intentaba ponerle las cosas difíciles al moderado discurso de Azaña y

Prieto. Con la entrada de los comunistas, el «Lenin español» reforzaría su papel como

líder indiscutible del izquierdismo bolchevizante172. Para consolidar este frente obrero

imaginario, abría las puertas de la UGT a la CGTU y aconsejaba a las JSE la unión con

las UJCE. Los comunistas, siguiendo los dictados de la Komintern, deseaban el

entendimiento con la burguesía de izquierda. Pese a que puede resultar paradójico, en

desacuerdo con los postulados obreristas de un Largo Caballero perdido en el espectro

político, el PCE era tan partidario de la coalición como Azaña y Prieto173.

La admisión de las formaciones a la izquierda del partido socialista causó temor en

las formaciones republicanas de centro-izquierda y finalmente Sánchez Román, que

había desempeñado un importante papel en las negociaciones, retiraba al moderado

                                                            171 Stanley Payne afirma que el 2 de noviembre de 1935 el órgano dirigido por Araquistain planteaba la alianza circunstancial con los repubicanos. PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p. 250. 172 Para conocer más sobre la figura del político marxista, ver el análisis de Francisco Márquez sobre los líderes de las principales corrientes del PSOE. MÁRQUEZ HIDALGO, F., Los sucesores de Pablo Iglesias: Largo Caballero, Besteiro y Prieto: tres socialistas muy diferentes, Biblioteca Nueva, Madrid, 2011. 173 Aróstegui dice lo siguiente de las intenciones electoralistas de Largo: «El socialismo caballerista no fue en modo alguno, pues, frentepopulista. Su táctica se fundó en la idea, bastante poco perfilada, del agotamiento del proyecto republicano burgués que daría paso al socialista» ARÓSTEGUI, J., «Los socialistas en la Segunda República. Una victoria con alto costo», en VIÑAS, Á., (Coord.), op. cit., p. 166. 

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Partido Nacional Republicano de la coalición174. Azaña celebraba la adhesión de la

izquierda obrera en la candidatura con el mismo entusiasmo que el líder del PNR y

cerraba al obrerismo más allá del PSOE la entrada en el comité encargado de elaborar

las candidaturas y el programa electoral. Otra condición del líder de IR era que las

candidaturas de los grupos obreros serían cedidas por el partido socialista175. Finalmente

el Pacto del Frente Popular era suscrito el 15 de enero de 1936176. La candidatura

tendría como principales objetivos la amnistía de los presos de la huelga general y la

continuidad de las reformas del primer bienio177. Se organizaba así un frente electoral

que poco tenía que ver con el reciente caso francés. Si en el país vecino tras las

elecciones se creaba un Gobierno presidido por un socialista –León Blum- con ministros

radicales y apoyo parlamentario comunista, definitivamente en España la coalición no

pasaría del fin electoral.

El Frente Popular en Cataluña se denominó Front d´Esquerres debido a la hegemonía

de ERC. En esta gran coalición de toda la izquierda, que llegaba a incluir los

prototrostskistas del POUM y a los anarcosindicalistas de Pestaña, faltaba la firma de la

CNT178.

Los partidos de Izquierda Republicana de Cataluña, Acción Catalana Republicana, Partido Nacionalista Republicano de Izquierdas, Partido Republicano de Izquierda, Unión Socialista de Cataluña, Unión de Rabassaires de Cataluña, Partido Obrero de Unificación Marxista, Partido Catalán Proletario y Partido Comunista de Cataluña, que conservan las propias características cada uno y los postulados de su doctrina forman el frente de izquierdas de Cataluña para obtener juntos en la lucha electoral los siguientes objetivos: Consecución de una amplia amnistía que reintegre a los presos y desterrados políticos y sociales a la normalidad de la vida ciudadana. Restablecimiento de la organización política de la Cataluña autónoma. Derogación de la ley de régimen

                                                            174 No todos los sectores de la izquierda burguesa vieron con buenos ojos concurrir con el obrerismo. La Rioja se hace eco de la deserción de Ortega y Gasset –Eduardo-, Sánchez Roca y López Lucas del PRRS. El motivo es su «absoluta disconformidad» con la adhesión al Frente Popular. La Rioja, «Se separan de la izquierda radical-socialista», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 1. 175 Vid. JULIÁ, S., República y Guerra… p. 137. 176 «Pacto-programa del Frente Popular», Madrid, 15 de enero de 1936 en ARTOLA, M., Partidos y programas políticos…, V. II, pp. 454-458. 177 FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento español …, p. 277. El manifiesto contaba con una cláusula de residualidad afirmando que cada partido integrante dejaba a salvo los postulados de sus doctrinas, dejando claro que se trataba de un pacto de mínimos. Vidarte destaca las principales divergencias entre socialistas y republicanos, las cuales fueron reflejadas en el pacto de mínimos: «Los republicanos no aceptan el principio de la nacionalización de la tierra y su entrega gratuita a los campesinos solicitada por los delegados del Partido Socialista», «No aceptan los partidos republicanos la medida de nacionalización de la banca propuesta por los partidos obreros», «No aceptan los partidos republicanos el control obrero solicitado por la representación del Partido Socialista». Ver VIDARTE, J. S. Todos fuimos culpables..., p. 26. 178 Por su naturaleza anarquista, el sindicato se mantuvo fuera de la coalición. Sin embargo apoyó ambiguamente al Frente Popular e incluso el apoyo fue directo en algunos casos como el de la federación asturiana. 

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transitorio del dos de enero del 35 y todas las disposiciones que se refieran a dicha ley. Vigencia íntegra del Estatuto de Cataluña con todos sus organismos y Corporaciones. […] El frente de izquierdas de Cataluña se siente solidarizado con el programa hecho público por las izquierdas españolas y concurre junto con la coalición general de España para la consecución de los objetivos comunes179.

En la elaboración de las listas, los socialistas cedieron en favor de los republicanos,

formándose una proporción que poco se asemejaba al caudal de votos; 193 candidatos

republicanos, 125 socialistas, 19 comunistas y 6 pertenecientes a otras fuerzas

obreras180. El número total coincidía con la suma que podría optar llevándose la mayoría

de cada circunscripción181.

3.3.3. Derechas

La derecha estaba muy entretenida en 1935 criticando las tácticas posibilistas de Gil

Robles. Cuando la izquierda empieza a dar síntomas de unión, el diario ABC plantea

por primera vez la unión de las derechas. «Oponer la fuerte, sólida, invencible alianza

de las derechas para salvar a España. Desde ahora, más que antes, la lucha se empeña

con una divisoria que separa los dos campos: revolución y contrarrevolución»182. A

estas coaliciones se les llamó Frente Nacional Contrarrevolucionario. Con lemas como

«Contra la Revolución y sus cómplices», «Por Dios y por España» o «A por los 300»,

constantes ataques al marxismo y al Presidente de la República, la CEDA desplegó la                                                             179 La Rioja se hace eco de la coalición de izquierdas en Cataluña. Desde Barcelona se publica el manifiesto anterior. Los objetivos son similares a los de la coalición nacional, haciendo el Front d´Esquerres especial hincapié en la autonomía. La Rioja, «Interesante información de Cataluña», «Las izquierdas publican un manifiesto», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 3. En la misma página aparecía una noticia llamada «Solidaridad Obrera recomienda la abstención». En la nota, la publicación cenetista catalano-balear pedía la abstención ante la jornada electoral. 180 Para Payne, IR y PCE fueron suprarrepresentados gracias a la presión caballerista. PAYNE S. G., El colapso de la República…, p. 262. En La Rioja aparece la relación de partidos por cada provincia –no se incluyen las provincias integradas en el Front d´Esquerres Catalán-. La Rioja, «El Frente Popular termina el acoplamiento de su candidatura», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 1. En la página siguiente se hace un recuento de las candidaturas del Frente Popular –sin contar de nuevo las homónimas catalanas-. El resultado es el siguiente: IR; 197, UR; 54, «Candidatos socialistas»; 124, «Candidatos comunistas»; 14, «Candidatos sindicalistas»; 2, «Galleguistas», 3, «Federales»; 1, «Nacionalistas navarros»; 1, «Republicanos independientes»; 2, «Agrarios»; 1, Esquerra Valenciana; 1». Ver La Rioja, «El Frente Popular termina el acoplamiento de su candidatura»…, p. 2. 181 La suma de las cifras dadas por Payne es de 343 frente a los 342 que contabiliza Tusell en «Las elecciones del Frente Popular, febrero 1936» en Historia 16, n. 10, 15 de junio de 1977. 182 Vid. ABC, 30 de mayo de 1935 –sic- citado en JULIÁ, S., Orígenes del Frente Popular… pp. 58-59. En sus memorias, Gil Robles afirma haber propuesto la formación de un frente nacional contrarrevolucionario a un redactor de Ya «Bastaría, a mi juicio, con que se llegara a unos puntos mínimos de coincidencia, sin preocuparse de mayores detalles programáticos, para poder así aglutinar la gran masa antirrevolucionaria del país. Interesaba, por lo tanto, dar cabida en ese frente, lo mismo a los monárquicos que a quienes hubieran gobernado con la República, y, sobre todo, a las clases patronales, mercantiles e industriales.» GIL ROBLES, J. M., La paz no fue posible...., p. 391-392. 

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campaña electoral más elaborada de la Historia de España hasta entonces. Mediante el

empleo de las últimas tecnologías, se utilizaron neones, cortos cinematográficos,

anuncios radiofónicos, grandes murales –como el de la Puerta del Sol, que alcanzaba

tres plantas-, se imprimieron 50 millones de octavillas e incluso se utilizaron aviones183.

Las candidaturas de derechas no consiguieron un acuerdo como el del Frente

Popular. Los planes de los monárquicos consistían en hacer un programa maximalista

que aglutinara a la derecha, pero la CEDA, que sólo perseguía una profunda revisión de

la Constitución, se negó a participar. Es por esto por lo que no podemos hablar del

conocido Bloque Nacional –que se redujo a RE con la colaboración de albiñanistas y

sectores del carlismo-, ya que nunca existió realmente. La derecha no llegó a presentar

un programa común y los candidatos de la CEDA se unían con el centro o la derecha

con simples criterios electoralistas. El discurso radical de Calvo Sotelo le invalidó para

actuar como mediador en la formación de unas candidaturas que aspiraban a reunir un

abanico más amplio, que no se limitara solamente a las formaciones a la derecha de la

coalición principal184. Las fascistizadas JAP participaron muy activamente en la

                                                            183 El hispanista Stanley G. Payne señala que la campaña de la CEDA fue tan delirante como la del Frente Popular. Si la primera hacía una alusión exacerbada de los peligros de una insurrección inminente, para Payne, los segundos tenían «una visión exagerada de la represión». Otras deliraciones cedistas fueron las noticias acerca de la colectivización de la familia que se estaba llevando a cabo supuestamente en la URSS o las denuncias al Presidente de la República por «ser cómplice de la izquierda». PAYNE S. G., El colapso de la República..., p. 270. Acción Riojana fletó autobuses para que los residentes en Logroño pudieran votar en sus respectivos pueblos. Ver Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 1. En la misma página podemos encontrar otra medida del diario destinada a facilitar la candidatura cedista; un anuncio electoral de tamaño mayor que el de costumbre contenía un rectángulo blanco con los nombres de los tres candidatos propuestos por AR. En el anuncio se puede leer: «Definitivamente esta es la candidatura. ¡Votadla íntegra! Por Dios/ Por España/ Por Gil Robles». Debajo del rectángulo se facilita el voto para la federación riojana de la CEDA mediante esta sugerencia: «Esta papeleta puede ser recortada por la raya, para que el elector emita su voto». 184 Mientras que el «protomártir de la Cruzada» pedía 80 escaños, con Goicoechea al frente de las negociaciones, alfonsinos y carlistas se conformaban con 64 candidatos. Las pugnas entre monárquicos y cedistas fueron frecuentes. Vid. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 232-241. Goicoechea era partidario de la retomar la Unión de Derechas: «Para que triunfemos en la próxima lucha electoral no veo yo más que dos caminos: primero, enarbolar como bandera la Unión de Derechas con un programa de tal manera comprensivo y amplio que dé al cuerpo electoral la seguridad de que no podrá ser alterado ni falsificado, y segundo, la obtención de un compromiso por virtud del cual los contendientes se mantengan unidos hasta conseguir el triunfo de sus idas». Por el contrario, Calvo Sotelo, más reacio a la unión con el posibilismo, mantenía lo siguiente: «Entiendo que debe formarse un frente antierrevolucionario a base de la CEDA, Renovación tradicionalistas e independientes. […] Son cosas distintas las alianzas provinciales de fines estrictamente electorales y el frente contrarrevolucionario nacional, éste de objetivos más profundos, más permanentes y más solemnes». GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, p. 234. El exaltado ministro durante la dictadura, Calvo Sotelo, anunciaba tener un pacto electoral con la CEDA basado en la destitución de Alcalá-Zamora y en la formación de un gobierno provisional que organizara unas nuevas cortes constituyentes. Este supuesto acuerdo asustaba a los republicanos de derecha moderada y Gil Robles tuvo que desmentir que hubiera tal acuerdo. FONTANA, J., «Frente Popular» en VIÑAS, Á., op. cit., p. 90. Calvo Sotelo siempre mostró desconfianza hacia el líder de la CEDA: «Que el señor Gil Robles debe ser una de las figuras más

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campaña electoral que al grito de «jefe, jefe, jefe» -a imitación de «duce, duce, duce»-

defendiendo un programa más parecido al de Calvo Sotelo que al de su propio líder. La

Iglesia daba su pleno apoyo a las candidaturas derechistas mediante una pastoral

firmada por el cardenal Isidro Gomá, Primado de la Iglesia en España, en la que pedía el

voto por los partidos que defendieran los intereses católicos185.

El total de candidatos derechistas fue de 569 –el Frente Popular 342-. Tusell explica

en «Las elecciones del Frente Popular» el excesivo número de candidatos:

Había casos (Segovia, Navarra…) en que esta pluralidad de candidaturas indicaba un deseo de copar la representación parlamentaria; en otros (tres de las cuatro provincias, dos de las tres valencianas, País Vasco, Soria, Burgos, Cuenca y Córdoba) se debió simplemente a la incapacidad de llegar a un acuerdo en cuanto a la atribución de puestos a cada tendencia186.

Al igual que en el caso de la izquierda, las candidaturas derechas tenían un mero

carácter electoral. Algo lógico teniendo en cuenta que la CEDA aspiraba a gobernar en

solitario.

Que quede bien claro algo que me interesa definir de una vez ante vosotros y España: Nuestros compromisos, sean con el partido o fuerzas que sean, son totalmente electorales; no vivirán ningún día más allá del compromiso electoral187.

En Cataluña, al igual que en el caso del Frente Popular, la formación sobre la que se

organizaba la coalición era un partido regionalista, en este caso la Lliga. El Front Català

d´Odre aglutinó realmente a toda la derecha, desde tradicionalistas hasta radicales. La

                                                                                                                                                                              destacadas del movimiento, no hay duda; pero sin hegemonía. Se trata de un excelente organizador, de un guerrillero infatigable. Sus dotes de estratega no ofrecen, sin embargo, confianza». La Nación, 16 de diciembre de 1935 -sic- citado en GIL ROBLES, J. M., op. cit., p. 392. 185 La polémica división de la derecha riojana alcanzó al obispo de la diócesis de Calahorra-Lacalzada, Fidel García. Romualdo de Toledo pedía «fervientemente» al prelado su apoyo para fusionar a las derechas riojanas en el Frente Nacional Contrarrevolucionario. El obispo desoyó las súplicas del tradicionalista y María Antonia San Felipe señala que, siguiendo la línea editorial del Diario de La Rioja, el prelado optó por el modelo de candidatura propuesta por Acción Riojana. SAN FELIPE ADÁN, M. A., Una voz disidente del nacionalcatolicismo: Fidel García, Obispo de Calahorra y La Calzada (1880-1973), Tesis doctoral, Universidad de la Rioja, Logroño, 2010, pp. 175-180. 186 Ver Tusell en «Las elecciones del Frente Popular, febrero 1936» en Historia 16…p. 40. En la Rioja ocurría lo mismo: Con cuatro diputados, tres de los cuales destinados a la mayoría, encontramos cuatro candidatos derechistas -3 cedistas y un tradicionalista-. 187 En un acto de Acción Popular en Madrid el domingo 9 de febrero de 1936 Gil Robles pronunciaba las palabras anteriores. El maestro de ceremonias del acto era el líder de las JAP, José María Pérez de Laborda. En su discurso de apertura menciona que irá en las listas de Lugo, «feudo del señor ministro de la Gobernación, y en la que toda coacción y toda arbitrariedad tienen cabida y asiento». Ver «El imponente acto político de Acción Popular en Madrid», Diario de La Rioja, n. 9.454, martes 11 de febrero de 1936, p. 3. 

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coalición catalana fue lo más parecido al Frente Nacional Antirrevolucionario que la

CEDA quería liderar188.

Tusell reconoce la superioridad intelectual y política de la campaña del Frente

Popular sobre la derecha y reconoce que en el caso –irreal- que las derechas hubieran

concurrido juntas –previo programa en común- hubieran sido las vencedoras189:

[la campaña de la derecha] fue, aparte de imprecisa, maniquea y se resumió en una seria de dilemas o «slogans» totalmente desafortunados: «Todo el poder para el Jefe» (Gil Robles) suponía poco menos que una advocación a la Dictadura; «A por los trescientos» (diputados) era gramaticalmente incorrecto y absurdo puesto que la CEDA ni siquiera presentaba tantos diputados; «Por Dios y por España» suponía un clericalismo exacerbado190.

En el Diario de La Rioja, podemos encontrar una gran cantidad de llamamientos a

las urnas, muchos de los cuales de dudosa rigurosidad periodística.

Si triunfamos las izquierdas, el ministro de la Gobernación tendrá que ser sordo y ciego durante cuarenta y ocho horas191.

NO HAY OPCIÓN entre la muerte y la vida.

                                                            188 El sábado 8 de febrero La Rioja se hacía eco de la candidatura derechista catalana. El artículo reflexiona sobre la abstención de la izquierda anarquista frente a la unidad de la derecha. También valora el efecto de la revolución en Cataluña en el voto sociológico republicano, que tras dichos sucesos quizá vote a la derecha. «De Cataluña», «Las candidaturas del Frente de Derechas y el Frente Popular», La Rioja, n. 15.040, sábado 8 de febrero de 1936, p. 3. 189 Ver Tusell en «Las elecciones del Frente Popular, febrero 1936» en Historia 16…, p. 41. 190 Ibíd., p. 41. Mientras el Frente Popular tenía un programa moderado basado en «la recuperación de la República», las derechas llevaron a cabo una campaña «imprecisa» y «maniquea». El equívoco lema de «A por los 300» había sido objeto de múltiples escarnios. La Rioja habla sobre un acto de Falange en Madrid el domingo 2 de febrero: «Ruiz de Alda ridiculizó a la CEDA, que pide todo el Poder para el jefe y se conforma con 180 diputados, que no representan a la mayoría. Añadió que el futuro Parlamente será tan estúpido como el que acababan de disolver». La Rioja, «Los actos políticos de ayer», «Discurso de Primo de Rivera», n. 15.036, martes 4 de febrero de 1936, p. 1. 191 Esta frase, atribuida por el diario católico a Santiago Casares Quiroga en un mitin en Carballino –Orense-, se reproduce en numerosas ocasiones en dicho periódico durante los días previos a las elecciones. Con ella se quiere demostrar que hasta para los republicanos de izquierda la idea del indulto a los represaliados de octubre es atroz. Es una forma de demostrar que la izquierda más revolucionaria y violenta está incluida en el Frente Popular. Ver e.g. Diario de La Rioja, n. 9.457, viernes 14 de febrero de 1936, p. 4. El periódico católico explica esta frase a la población femenina en el Diario de La Rioja, «Mujer: Lee con atención lo que sigue», n. 9.451, viernes 7 de febrero de 1936, p. 12. La frase del gallego «quiere decir que durante ese tiempo, España entera estaría sometida a todos los excesos, a todos los crímenes de la horda revolucionaria y que podrían asaltar tu casa, robarte, deshonrarte, asesinarte […] Tus hijos serían ultrajados y asesinados ante tus propios ojos por los asesinos de la revolución, como lo fueron otros en Asturias. […] Los templos donde damos culto a Dios, después de profanados, serían arrasados, destruidas las imágenes y convertidos en ruinas […] QUIERE DECIR, que retrocederíamos a una barbarie primitiva en la que los hombres se cazarían unos a otros como fieras […] TODO ESO sería el triunfo de la revolución, es decir, del COMUNISMO, de(l) que tanto te hablan, ocultándote todo el horror que encierra esa palabra… Con que ya sabes lo que te esperaría, mujer española, si con tu voto no ayudas a salvar a España para salvarte tú votando a las DERECHAS». El texto ha sido citado respetando las mayúsculas que aparecen en documento original. 

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Entre la paz y la revolución. Entre el pistolerismo criminal y la paz social. Entre el ateísmo y el cristianismo. Entre la libertad y la esclavitud asiática. Entre la Patria y Rusia. Entre el hogar y su aniquilamiento. Entre el espiritualismo y el materialismo. Entre la unidad y el separatismo Entre el orden y el caos. Entre la ley y la dictadura del proletariado. Entre España y anti-España- No hay opción. ¡VOTAD A VUESTROS DEFENSORES CONTRA VUESTROS ENEMIGOS!192

Ante el dilema generado por la doble candidatura derechista, el Diario de La Rioja

no pedía el voto por una de éstas sino que se limitaba a decir cuáles no había que votar.

¡Candidaturas para mañana!

¡RIOJANO! Para mañana, día de elecciones, se te presentan las siguientes candidaturas que NO DEBES VOTAR DE NINGUNA MANERA:

LA REVOLUCIONARIA: don Amós Salvador; señor Sabrás; don Jacinto Ramos. Para éstos, tu alejamiento; tu abstención; tu negativa fulminante.

LA TRIANGULAR: Sr. Manzanares. Para ésta, tu desdén; tu repulsa; tu negativa fulminante.

Estos cuatro nombres, unos revolucionarios y el otro lógicamente cómplice, DEBEN ser evitados por ti, riojano consciente, amante de tu Patria.

Estos cuatro nombres no DEBEN figurar en la candidatura que lleves al Colegio en que toque votar. POR LA RELIGIÓN, LA PATRIA Y EL ORDEN

Estos cuatro nombres DEBEN ser vencidos por lo menos por ti para que no te culpe la Patria de culpable, de revolucionario o de cómplice.

¡¡RIOJANO: NI UNOS NI OTRO!! ¡¡VOTA CON DECISIÓN CONTRA LA REVOLUCIÓN Y SUS CÓMPLICES!!193

¡Contra la revolución! ¡Nada de abstención!194

                                                            192 Este maniqueo llamamiento al voto contrarrevolucionario aparece en «No hay opción», Diario de La Rioja, n. 9.447, domingo 2 de febrero de 1936, p. 11. 193 Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 16. En este anuncio electoral se presentan las candidaturas a las que los lectores del Diario de La Rioja no deben votar. 194 Diario de La Rioja, n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 16 

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3.4. Los resultados

El resultado de las elecciones del 16 de febrero de 1936 daba la victoria a la

coalición de izquierdas. El sistema de listas abiertas dificultó el posterior recuento, por

lo que no hay un consenso general a la hora de asignar el número de votos exacto que

recibió cada candidatura. A pesar de esto, el estudio más aceptado por los historiadores

es el realizado por Javier Tusell en Las elecciones del Frente Popular en España195. El

historiador cifra en 4.700.000 los votos recibidos por la candidatura ganadora frente a

los 4.400.000 de la derecha, 400.000 del centro y 126.000 para el PNV, que concurrió

en solitario196. En esta ocasión la candidatura premiada por la Ley electoral fue la de la

izquierda. La segunda vuelta –realizada en las circunscripciones donde no se habían

alcanzado los mínimos necesarios- no alteraría la mayoría frentepopulista en la Cámara.

La participación fue alta -72,9 por 100- y se ha atribuido siempre a la participación

anarquista, partidaria del absentismo electoral anteriormente. Las principales fuerzas

representadas ahora en el Parlamento, en escaños, eran; PSOE; 99, CEDA; 88, IR; 87,

UR; 38, Front d´Esquerres –ERC, ACR, USC, PRE, PNRE, UdR-; 37, PCE; 17, PCD;

16, BN –RE y PNE-; 12, Lliga; 12197.

El voto izquierdista se localizó en las ciudades. De hecho, el Frente Popular obtuvo

la victoria en las ocho circunscripciones urbanas. Tusell destaca las características

sociológicas y culturales para explicar los triunfos de las candidaturas en las diferentes

circunscripciones del país198.

La nueva composición de la Cámara era muy diferente a la que había disuelto

Alcalá-Zamora el mes anterior199. La formación –en términos ideológicos- era la

                                                            195 Según los cálculos de Salas Larrazábal –citados en PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p. 275.- las derechas, incluyendo las candidaturas de centro-derecha, fueron las candidaturas más votadas con 4.511.031 votos, frente a los 4.430.322 de la izquierda. Para el diario El Debate, las derechas obtuvieron 4.806.094 votos, la derecha con el centro 5.318.465, el centro 512.371 y la izquierda 3.191.100. Vid. TUSELL, J., «Las elecciones del Frente Popular»… p. 43. 196 Juliá resume el estudio de Tusell en JULIÁ, S., República y guerra…, p. 140. El historiador describe el extremado carácter pluripartidista de la Cámara: «Los partidos representados eran 33, de los que siete lograron un solo escaño y únicamente once consiguieron más de diez; de ellos, dos pasaban de cincuenta y solo uno de cien.» pp. 140-141. 197 Vid. GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, p. 323. 198 Tusell destaca la existencia de feudos históricos, tanto de la izquierda –las ciudades y la periferia del país- como de la derecha –el campo castellano-. TUSELL, J., «Las elecciones del Frente Popular» en Historia 16…, p. 40. 199 La unión de la izquierda y la Ley electoral son los principales motivos por los que se produce un cambio tan radical de la formación del Parlamento. Los únicos votos que pudieron variar fueron los electores tradicionales del prácticamente desaparecido PRR y los anarquistas. Stanley G. Payne mantiene que el voto sociológico radical habría ido a parar a la izquierda o a la derecha indistintamente, según el

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siguiente; izquierda; 278 escaños, derecha; 124 y centro; 51. Es evidente que el carácter

del Parlamento había cambiado totalmente. Si tras las elecciones de 1933 los partidos

predominantes eran la derecha cedista y el centro radical, ahora era la izquierda del

Frente Popular la que poseía la mayoría absoluta. Pero esta clasificación no es del todo

correcta, ya que el abanico de sensibilidades ideológicas de los diferentes partidos no se

puede agrupar en tres simples grupos herméticos200. Conocidos los primeros resultados,

la impaciencia reinó por todo el país201. La izquierda, ante la inminente victoria, exigía

la liberación de los presos políticos y la derecha pedía a Portela que invalidara las

elecciones y declarara el estado de guerra202. Gil Robles proponía al Presidente que

ignorara las elecciones y declarara la dictadura, que contaría con el total respaldo de las

derechas203. Las presiones acabaron con la serenidad del gallego, que dimitía, y con él

todo su gabinete, el 19 de febrero. Ese mismo día tomaba posesión el nuevo Gobierno –

de formación exclusivamente republicana, tal como se había pactado-, con Manuel

Azaña en la Presidencia204. Las condiciones en las que el nuevo consejo tomaba el

poder no eran ni las más dignas ni las que hubiera querido el ahora Presidente del

Gobierno. La tarea era difícil; un gobierno formado por dos partidos que apenas

sumaban una cuarta parte de la representación parlamentaria tenía que iniciar un

proyecto amenazado tanto por una izquierda que se impacientaba en la llegada de las

reformas como por una derecha que no aceptaba la nueva formación de la Cámara.

                                                                                                                                                                              parecer personal. PAYNE, S., G., El colapso de la República..., p. 273-274. El mismo historiador afirma que «el patrón de voto en España era mucho más estable de lo que pudiera sugerir el resultado de las elecciones expresadas en escaños». PAYNE, S. G., 40 preguntas…, p. 57. 200 Para el politólogo italiano Leandro Morlino la clasificación ideológica del Parlamento sería más compleja, representando; izquierda; 32,9 por 100, centro izquierda; 26,6, centro puro; 5,5, centro derecha; 8,6 y derecha; 25,9. GIL PECHARROMÁN, J., La Segunda República…, p. 323. 201 Aunque el escrutinio se realizó el día 20, al día siguiente de las elecciones ya era evidente la victoria por mayoría absoluta del Frente Popular. PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p. 273. 202 El general Francisco Franco, alarmado por el resultado electoral, llamaba al general Pozas de la Guardia Civil para recomendarle sofocar los disturbios. Ante la negativa de éste, intentó convencer al ministro de Guerra, Nicolás Molero, para que declarara la ley marcial. Esto chocó con el criterio del Presidente de la República, que no llegó a permitirlo. Desairado, el futuro «caudillo», tanteó a los jefes de los regimientos para valorar la aceptación que tendría una intervención del ejército. Ratificada la falta de apoyos, el general desistía en actuar por su cuenta. PAYNE, S. G., El colapso de la República… p. 284-285. 203 FONTANA, J., «Frente Popular» en VIÑAS, Á., op. cit., p. 96. 204 Presidencia; M. Azaña (IR), Estado; A. Barcia Trelles (IR), Gobernación; Amós Salvador (IR), Justicia; A. Lara (UR), Guerra; general C. Masquelet (militar independiente), Marina; J. Giral (IR), Hacienda; G. Franco López (IR), Obras Públicas; S. Casares Quiroga (IR), Agricultura, M. Ruiz-Funes (IR), Industria y comercio; P. Álvarez-Buylla (UR), Trabajo, Sanidad y Previsión Social; E. Ramos (IR), Instrucción Pública; M. Domingo (IR), Comunicaciones y Marina Mercante; M. Blasco (UR). GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, p. 324. 

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4. LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936 A TRAVÉS DE LA PRENSA

RIOJANA

La provincia de Logroño, al igual que la provincia de La Rioja en la actualidad,

aportaba 4 diputados al Congreso de Diputados205. El sistema electoral establecía la

repartición de tres diputados a la mayoría y uno a la minoría. Por esto, cada riojano con

derecho a voto debía elegir a tres candidatos. Esta configuración de la circunscripción,

conocida en politología como (3+1), sólo permitía, como es evidente, la representación

de dos candidaturas. En la provincia de Logroño no encontramos dos sino cuatro fuerzas

políticas a concurrir; cedistas, frentepopulistas, tradicionalistas y radicales. Teniendo en

cuenta los resultados anteriores, las candidaturas que más posibilidades tenían de ser

representadas eran la federación riojana de la CEDA, Acción Riojana, y el Frente

Popular. Si bien el radical riojano, Alejandro Manzanares, que se presentaba como

candidato, tenía unas posibilidades mínimas de salir elegido ya que renunciaba a «todos

los extremismos» y abogaba por «la concordia nacional y la salud del régimen», los

tradicionalistas, a priori igualmente fuera de la repartición de escaños, quisieron

participar en la candidatura cedista. El líder de Acción Riojana, Tomás Ortiz de

Solórzano, no querrá incluir a candidatos externos a su partido en la candidatura y

vetará la entrada del tradicionalista Romualdo de Toledo, candidato por el Bloque

Nacional, originándose una polémica en la que intervendrán personajes externos a la

política local como Calvo Sotelo, Gil Robles, Fal Conde o el conde de Rodezno entre

otros. La polémica se irá haciendo cada vez más agria a medida que se acerca el día de

las elecciones y AR pasará de denominar las intenciones de Romualdo de Toledo de

«intento patriótico y católico» a tachar su campaña electoral de «despreocupación

imperdonable».

4.1. Candidaturas a concurrir en la provincia de Logroño

El 25 de enero de 1936 el Comité Electoral del Frente Popular publicaba la lista de

candidaturas por circunscripción. La confección de la candidatura frentepopulista en La

Rioja buscó la mayoría, asignando por ello tres candidatos. Los partidos a concurrir

                                                            205 En la actualidad La Rioja sigue siendo representada por cuatro diputados en el Congreso –en el Senado cinco. Cuatro electos y uno designado por el Parlamente regional-. A pesar de mantener el mismo número, la Ley D´Hondt que rige el sistema electoral actualmente permite combinaciones diferentes al 3+1 vigente durante la Segunda República.  

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fueron: Dos candidatos de Izquierda republicana y otro del PSOE. Francisco Bermejo

apunta que esta proporción se ajustaba a la realidad electoral de la región206. Si bien no

hubo disputas en la elaboración de la candidatura en lo que se refiere a los partidos, sí

las hubo a la hora de designar el nombre de los candidatos. El 26 de enero un Congreso

Provincial formado por unos 50 delegados, con miembros de la UGT, PSOE, JSE, PCE

y JCE, elegían al exdiputado y catedrático de matemáticas Amós Sabrás Gurrea como

candidato número dos en la lista del Frente Popular en La Rioja207.

No hubo tanto consenso en las listas de IR. Finalmente, los candidatos aportados por

el partido de Azaña a la coalición izquierdista fueron el exdiputado, arquitecto y

republicano converso Amós Salvador Carreras y el abogado Jacinto Ramos Herrera. La

candidatura se hacía pública el día 9 de febrero mediante un anuncio electoral en el

periódico La Rioja208.

El 5 de febrero se anunciaba el candidato por el PRR; Alejandro Manzanares. Concurría

separado de la candidatura cedista.

Ya podemos anunciar oficialmente una vez ultimados los trámites reglamentarios, que el Partido Radical se decide a presentar la candidatura abierta de don Alejandro Manzanares con carácter netamente republicano centro en la próxima contienda electoral.

Sirve esta noticia de aviso a los correligionarios y a los señores delegados del Comité Provincial, a quienes se convoca para una reunión que se celebrará el jueves, día 6, a las 12 de la mañana, en los salones del Círculo, recomendándoles, en atención a la importancia del acto, la más puntual asistencia209.

                                                            206 BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño: Elecciones Contexto político, IER, Logroño, 1984, p. 362. Prueba de ello son los resultados de las elecciones generales de noviembre de 1933. En la provincia de Logroño el diputado Amós Salvador obtuvo una diferencia de más de 3.000 votos respecto de su compañero en la candidatura, el socialista José Orad de la Torre. pp. 316-318. Para entender mejor la evolución administrativa de la provincia, administrada hasta 1833 por Burgos y Soria, ver BERMEJO MARTÍN, F. y DELGADO IDARRETA, J. M., La Administración provincial española. La diputación provincial de La Rioja, Gobierno de La Rioja, Logroño, 1989. 207 Juan Simeón Vidarte destaca a Amós Salvador como uno de los principales artífices de la elaboración del programa del Frente Popular. VIDARTE, J. S. op. cit., p. 25. Amós Sabrás era para el Diario de La Rioja un« largocaballerista “enragé” revolucionario cien por cien, autor de la rebeldía de octubre» Diario de La Rioja, «¿A quiénes no debes votar para que triunfe España?», n. 9.457, viernes 14 de febrero de 1936, p. 1. 208 La Rioja, n. 15.041, domingo ,9 de febrero, p. 1. 209 La Rioja, «Partido Radical Provincial», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 4. La nota de prensa está firmada por el presidente del Partido Radical Regional, Enrique Paul y Almarza. La noticia no revela con qué otras dos papeletas completar el voto.  

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En los anuncios electorales publicados en La Rioja se hacía hincapié en que era la

alternativa entre los dos extremos.

Frente a todos los extremismos

Por la concordia nacional

Por la salud del régimen por una república de orden, paz y justicia210

La federación riojana de la CEDA, Acción Riojana, tomó la decisión de concurrir a

la mayoría en solitario. A finales de enero se anunciaba la lista cedista, encabezada por

el exdiputado Tomás Ruiz de Solórzano. Cada candidato representaba a cada una de las

tres «regiones históricas» de La Rioja –Rioja Alta, Rioja Media y Rioja Baja-.

Completaban la lista el exdiputado Ángeles Gil Albarellos y el abogado y agricultor

Antonio Arnedo Monguilán. En su candidatura insistían en que era la «única aprobada

por el jefe de la CEDA, don José María Gil Robles, de quien únicamente dependemos,

pues no existe Comité de enlace». La no inclusión de otros grupos de derechas –y de

centro- en la candidatura cedista causó muchas disputas, que se vieron reflejadas en la

prensa local. Romualdo de Toledo, tradicionalista local, hará todo lo posible por incluir

su candidatura en la lista de la CEDA ante la testarudez de Solórzano211. El candidato de

Acción Riojana confiaba en alcanzar la mayoría de la Provincia de Logroño sin la ayuda

del Bloque Nacional. Efectivamente, no se equivocaba.

La propuesta de Romualdo de Toledo consistía en lo siguiente:

Electores: Votad a nuestro candidato con otros dos de Acción Riojana que esta es la candidatura de Unión de Derechas acordada para esta provincia por los señores Gil Robles y Fal Conde, con la más absoluta conformidad de don Antonio Goicoechea212.

El confuso anuncio electoral, titulado Frente Nacional Contrarrevolucionario, estaba

firmado por la ficticia «Candidatura Católico-Monárquica». La lógica del orden de

                                                            210 La Rioja, n. 15.044, jueves 13 de febrero de 1936, p. 1. 211 En la lógica de las pasadas elecciones -19 de noviembre de 1933- era normal que Romualdo de Toledo exigiera un puesto en la candidatura derechista. En dichas elecciones, los candidatos por la candidatura, anunciada el 31 de octubre en La Rioja y en el Diario de La Rioja, llamada Católico-Agraria habían sido: Solórzano –AR-, Gil Albarellos –AR- y Miguel de Miranda Mateo –tradicionalista que pasó a formar parte del Grupo Agrario tras la caída de la candidatura de su correligionaria María Rosa Urraca Pastor-. Estos tres nombres fueron los más votados por los riojanos seguidos por Amós Salvador, entonces en Acción Republicana. Ver BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño…, p. 284. 212 Ver e. g. Diario de La Rioja, n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 1. Encontramos un anuncio electoral con el título de Frente Nacional Contrarrevolucionario.  

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candidatos excluía al «representante» de la Rioja Baja, Antonio Arnedo. Esto no gustó a

la federación regional de la CEDA y se iniciaba una pugna por el voto de la derecha

riojana.

La firme decisión de Solórzano acabó con la paciencia de Romualdo de Toledo, que

veía como se alejaba cada vez más la posibilidad de salir electo por Logroño. La

publicidad engañosa vertida por Toledo obligaba a que el número uno de la CEDA en la

provincia tuviera que reafirmar continuamente que la candidatura acordada no incluía al

jaimista213. La remota posibilidad de un frente único de derechas en la provincia de

Logroño se desvanecía definitivamente cuando el Núcleo Lealtad, organización

tradicionalista moderada local publicaba esto:

En los momentos críticos por los que atraviesa nuestra querida Patria, creemos un deber el orientar a la masa auténticamente carlista en estos momentos electorales. […] Ya en otras ocasiones hemos hecho público que tanto el señor Ortiz de Solórzano, que la encabeza, como en señor Gil Albarellos, son riojanos y católicos, que con su esfuerzo y ayuda de la Divina Providencia, han sabido levantar el espíritu católico y patriota de la Rioja. Lo mismo, estamos seguros, ha de hacer el señor Arnedo, persona de formación cristiana que completa la candidatura, no sólo en lo material, sino en cuanto a su excelencia y garantía del bien para la Religión y para España. Nosotros, que no debemos aspirar nunca al medro personal, requerimos nuevamente a todos los verdaderos carlistas que contribuyan a la salvación de nuestra Patria votando íntegra la candidatura de Acción Riojana214.

Este artículo, firmado por Lorenzo de Cura, Jefe Regional del Núcleo Lealtad o del

Cruzado Español215, pide a los carlistas las tres papeletas para la candidatura de Acción

Riojana. Ante la propuesta de Toledo de votarle a él junto con otros dos candidatos de

AR, Antonio Arnedo, tercer nombre de la candidatura, quedaba totalmente excluido del

voto tradicionalista. Mediante esta nota de prensa, el carlismo moderado abogaba por la

                                                            213 Gil Pecharromán resume las negociaciones entre la CEDA y el Bloque Nacional en GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 232-243. Las disputas entre bloquistas y cedistas a la hora de elaborar las candidaturas fueron muy comunes por todo el país. La prensa local se hizo eco de todas estas polémicas. Cabe destacar el caso de la provincia de La Coruña, donde Calvo Sotelo presentó en el frente contrarrevolucionario a tres candidatos cuando Goicoechea había pactado presentar solamente a dos. Incluso llegó a amenazar con presentarse él mismo si los cedistas locales no aceptaban sus nuevas condiciones.  214 «A los carlistas riojanos», Diario de La Rioja, n. 9.452, sábado 8 de febrero de 1936, p. 10. Los carlistas del Núcleo Lealtad se reafirmaban en su intención de pedir el voto por la candidatura íntegra cedista el día anterior a las elecciones, «a un paso del absurdo sorteo de la tragicómica lotería democrática, en la que con repugnante tranquilidad se juegan los destinos de un Pueblo civilizador de mundos». Aclaraban que el intento de Romualdo de Toledo era «católico y patriota» pero «totalmente equivocado». «A los Tradicionalistas Riojanos», Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 7. 215 Los Tradicionalistas del Núcleo Lealtad o del Cruzado Español era una escisión del tradicionalismo radical. Los «viejos carlistas» moderados riojanos creaban este grupo tras la sustitución del conde de Rodezno, de talante moderado y colaboracionista con la CEDA, por el radical Fal Conde al frente del tradicionalismo español. BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño…, pp. 336-338. 

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candidatura cerrada propuesta por Solórzano. Esto se hace equiparando las virtudes de

los dos primeros nombres de la candidatura a las de Arnedo Monguilán.

La polémica se prolongó durante los días anteriores a las elecciones. Romualdo de

Toledo escribía a Fal Conde, quejándose de su no inclusión en la candidatura derechista.

El dirigente tradicionalista, lejos de querer zanjar la polémica, contestaba lo siguiente:

Para tu tranquilidad y para que puedas hacerlo constar donde convenga, consigno en la presente que, desde la primera conversación tenida con el señor Gil Robles, hacia el 10 u 11 del pasado, siempre nos ha reconocido un puesto en la candidatura de mayoría de Logroño. […] Une a lo anterior la verdadera satisfacción que el señor Gil Robles manifestó sentir, cuando le dije que tú eras nuestro candidato para dicha provincia216.

En el diario católico se publicaba, a petición de Toledo, la relación epistolar

mantenida durante el último mes entre Fal Conde y el propio aspirante a la candidatura.

La contestación del líder tradicionalista dejaba como responsable del malentendido a

Gil Robles. Tras recibir la carta de Fal Conde, el protagonista de la polémica afirmaba

«creerse en la obligación de dirigir al señor Solórzano la siguiente carta»217:

Mi querido amigo: Acabo de regresar de Madrid y, creyéndome autorizado para ello, vuelvo a insistir cerca de usted para lograr la inclusión de mi nombre en la candidatura por mayorías de esta provincia.

Todos los argumentos, reflexiones, explicaciones y motivos de mi presencia en la provincia como candidato, los ratifico íntegramente después de las dos conversaciones mantenidas con Vd.

Créame don Tomás, que la unión más que favorecer nuestras posiciones personales, que nada deben valer en estos momentos, concluirá con las discusiones, confusiones, recelos y disputas que estérilmente, aunque siempre con daño, se están produciendo con verdadera intensidad en toda la Rioja con motivo de la desunión de derechas hasta la próxima contienda electoral.

Yo le invito a una serena reflexión, y durante todo el día de hoy me tiene a su disposición por si juzga oportuno recoger este deseo que unánimemente siente con gran intensidad la opinión riojana contrarrevolucionaria.

Tras pedir por enésima vez su inclusión en la candidatura, al final del artículo,

reflexionaba sobre la necesidad de su empresa:

Estos son los hechos. La opinión pública, atenta como nunca a estas incidencias políticas, juzgará a todos.

                                                            216 «Aclarando posiciones y declinando responsabilidades», Diario de La Rioja, n. 9.453, domingo 9 de febrero de 1936, p. 2. 217 Ibíd.  

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Mientras tanto, yo seguiré propugnando la unión acordada en Madrid por todos los Jefes de Derechas que han pactado la formación del frente contrarrevolucionario nacional y luchando contra el enemigo común, que no es más que uno: LA CANDIDATURA REVOLUCIONARIA. Por hoy, nada más.

En el ejemplar siguiente –martes- se publicaba, también en el Diario de La Rioja y

con fecha del día 7 de febrero, una carta del jefe de la CEDA a su antiguo compañero en

la minoría agraria218. En ella, Gil Robles se desentendía de las disputas en la

circunscripción alegando que la candidatura local era competencia de la federación

riojana.

La fijación de un candidato tradicionalista para luchar en la candidatura de mayorías, tuvo sólo el carácter de una indicación que yo había de subordinar a la aceptación del convenio por parte de esta organización provincial219.

En el mismo artículo se publicaba una epístola de Ortiz de Solórzano a Romualdo de

Toledo. El líder de AR seguía haciendo oídos sordos a las pretensiones del

tradicionalista. En su contestación reconocía «tener suficientemente reflexionado este

asunto» y sin más explicaciones cerraba el tema con estas palabras: «Es nuestro deber

comunicarle que consideramos imprescindible el mantener íntegra nuestra candidatura

de Acción Riojana».

Al día siguiente, miércoles 12, Acción Riojana, ahora con la legitimidad que le daban

las palabras de Gil Robles, se reafirmaba en su decisión de no incluir a Romualdo de

Toledo en la candidatura. Así lo expresaban en una nota de prensa en el Diario de La

Rioja.

Comprobado por la carta de nuestro jefe nacional don José María Gil Robles, publicada en la Prensa de Ayer, que nuestra independencia es completa por lo que se refiere a puntos electorales, insistimos que no ha habido una candidatura para Logroño aprobada por los jefes de derecha toda vez que eso no se ha hecho en ninguna provincia, por no existir Comité de Enlace.

El señor Gil Robles no fijó, pues, un candidato tradicionalista para esta provincia.

No dudamos que posición tan sensata y patriótica ha de ser vista con la ecuanimidad precisa, votando todos con satisfacción nuestra candidatura íntegra, que bajo el lema de Religión Patria, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad acude a la lucha en demanda

                                                            218 Acción Riojana había sido un partido agrario independiente antes de su inclusión en la CEDA. Gil Robles nombra los 26 diputados de esta minoría en las primeras Cortes Constituyentes. GIL ROBLES, No fue posible la paz…, p. 50. Encontramos una fotografía en la que aparecen juntos el líder local y el jefe de la confederación en Ibíd. p. 382-383. 219 «Esta es la verdad», Diario de La Rioja, n. 9.454, Martes 11 de febrero de 1936, p. 2. 

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del triunfo sobre la revolución, secundando el movimiento nacional simbolizando en nuestro ilustre jefe, Gil Robles220.

Entre tanto, don Romualdo seguía pidiendo el tercer voto para su candidatura. El

carlista, que no se daba por vencido, organizaba el viernes 14 de febrero un mitin en el

Cine Avenida en el que participaban las figuras más destacadas del tradicionalismo

local y nacional221. El acto lo abría el joven tradicionalista José María Zaldívar y era

continuado por Romualdo de Toledo. Tras loar el ferviente catolicismo que había visto

en la provincia por la que quería ser diputado, comenzaba una vez más a criticar el

hermetismo de Gil Robles y Solórzano. Después de exponer su irresoluble problema,

comenzaba a alabar su propio papel en las Cortes durante la primera legislatura

republicana. El conde de Rodezno fue el siguiente en pronunciar su discurso, centrado

en la lucha entre la revolución y la contrarrevolución. El último en hablar fue Calvo

Sotelo en conferencia telefónica desde Madrid, quien empezaba su discurso con una

alabanza al candidato del Bloque por Logroño. Tras esto, comenzaba a criticar a los

principales grupos de la Cámara, entre ellos a la CEDA. Del jefe cedista declara que

«tendrá en nosotros su apoyo decidido en los momentos de vacilación, si los tiene, y de

freno, si llegara el caso». Por último destacaba la destitución de Alcalá-Zamora y la

derogación de la Constitución como las medidas de mayor urgencia.

El Diario de La Rioja, con una línea editorial manifiestamente derechista, se

encontraba dividido ante la polémica222. Lejos de solucionar el conflicto moral en el que

se debatía, el día 11 se pedía la «unión abnegada, fuerte y sacrificada»223. Dos días más

tarde, el diario rectificaba y autocriticaba la ambigüedad del editorial del día 11. El

                                                            220 Diario de la Rioja, «Acción Riojana», n. 9.455, miércoles 12 de febrero de 1936, p. 16. 221 Diario de La Rioja, «Ayer habló desde Madrid Calvo Sotelo», n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 12. 222 La línea editorial del diario coincide con la llamada «buena prensa», vinculada a la línea de la ACNP y de El Debate. En BARREIRO GORDILLO, C., La prensa monárquica en la Segunda República. Los diarios madrileños, Grafite, Bilbao, 2004 se trata la rivalidad entre las publicaciones partidarias del accidentalismo y las monárquicas. El papa León XIII ya había definido las diferencias entre la «buena» y la «mala» prensa. Pilar Salas resume los principios de la Asociación de la Buena Prensa. Ver SALAS FRANCO, P., Prensa y periodistas en La Rioja del siglo XX. La Asociación de la Prensa (1913-2006), IER, Logroño, 2007, pp. 44-51. Ver también RUIZ SÁNCHEZ, J. L., Prensa y propaganda católica (1832-1965), Universidad de Sevilla, Sevilla, 2002 sobre la doctrina pontificia y las encíclicas y dictámenes de los papas en lo que denomina «La voz del clero del pueblo». 223 El diario basaba su editorial interpretando las opiniones del Papa, el Primado y varios obispos. Diario de La Rioja, «¡A cinco días del 16!», n. 9.454, martes 11 de febrero de 1936, p. 1. Vemos un cambio en la línea editorial del Diario La Rioja: Si la semana anterior, confiando en una futura convergencia de las derechas, el diario llamaba a la «UNIÓN SAGRADA Y TOTAL (que) nos llevará a la repetición triunfadora del 19 de noviembre de 1933»–ver Diario de La Rioja, «¡Riojanos: faltan once días!», n. 9.449, miércoles 5 de febrero de 1936, p.1.-, a medida que nos acercamos a la jornada electoral y, en vista de la férrea decisión de Solórzano, el discurso se irá moderando hasta el punto de pedir disculpas por los malentendidos que pudiera causar hablar de «la unión». 

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diario hacía especial hincapié en la idea de «nombres, no» -mencionada en los

editoriales de ambos días- para no cargar con las culpas del malentendido. Mediante el

nuevo editorial, el periódico católico rechazaba haber utilizado el nombre de la Iglesia

para pedir el voto por una candidatura unitaria224.

Entretanto, la polémica de la desunión de las derechas en la provincia de Logroño se

había extendido hasta el punto de llegar a querer intervenir los cedistas navarros. El 13

de febrero Rafael Aizpún y Miguel Gortari escribían alarmados a Solórzano ante la

intención de éste de dejar fuera de la candidatura al candidato tradicionalista225. Ni la

petición de los cedistas navarros era suficiente para que el inflexible jefe de Acción

Riojana cambiara de opinión. Solórzano contestaba el día 14 de febrero y se reafirmaba

con el siguiente no muy aclarador pretexto: «Sería muy largo de exponer las razones

que a los de esta provincia les mueven a desear el triunfo de Acción Riojana por la

mayoría y la dificultad, por lo tanto, que hay para dar cabida en ella al señor Toledo226».

La actitud beligerante y revolucionaria de Toledo preocupaba a la directiva de

Acción Riojana, que para evitar malentendidos añadía a sus anuncios electorales la

siguiente coletilla:

Variar cualquier nombre de esta candidatura es ayudar a la revolución227.

                                                            224 Diario de La Rioja, «Lo que deben saber los católicos», n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 1. «Acción Católica jamás se ha puesto de parte de nadie en el aspecto político». Desde este día en ningún editorial más se vuelve a hacer mención a la unión.  225 La federación navarra de la CEDA estaba influenciada por el foralismo carlista. Resulta curioso que Jesús Aizpún, hijo de Rafael Aizpún, fuera el fundador de la formación política navarrista Unión del Pueblo Navarro, partido contrario a la disposición transitoria cuarta de la Constitución de 1978. 226 Tanto la carta de los navarros a Solórzano como la contestación de este, se encuentran publicadas en Diario de La Rioja, «Aclaración a una carta», n. 9.458, sábado 15 de febrero, p. 16. En la misma página del diario católico encontramos un artículo copiado del Diario de Navarra titulado «La CEDA desea la unión. La lucha en Logroño». El diario navarro critica la decisión de Solórzano, que es calificada de «absurda e impolítica» y destaca de ésta su «afán partidista y caciquil». Al final del artículo se recoge una carta de Aizpún y Gortari al Conde de Rodezno. Resulta muy curioso analizar el remitente, el destinatario y el motivo de la carta; dos cedistas escriben a un tradicionalista diciéndole que han intentado convencer a otro cedista para que incluya en su candidatura a otro carlista y han fracasado en el intento. Por tanto, la epístola no puede tener otro carácter que el de recordar a Tomás Domínguez Álvarez su intento por convencer al líder de AR y así ganarse las simpatías del antiguo dirigente carlista. Cerrando el artículo encontramos un manifiesto del Diario de Navarra en el que se pide el voto para Romualdo de Toledo: «GIL ROBLES QUIERE LA UNIÓN – AIZPÚN LA SUPLICA – EL PUEBLO LA EXIGE – COMO DICE EL VICEPRESIDENTE DE LA CEDA, “CREEMOS QU(E) EN LA TOTAL UNIÓN, ESTÁ LA MAYOR GARANTÍA DEL TRIUNFO(”), Votad a Don Romualdo de Toledo». Ibíd. p. 16. Mayúsculas han sido transcritas tal y como el documento original.  227 Ver e. g., Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero, p. 6. 

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La polémica se agrava aún más cuando Acción Riojana denuncia la existencia de

panfletos en los que se pide el voto por la ficticia candidatura contrarrevolucionaria

pedida por Romualdo de Toledo228.

Al día siguiente, viernes 14, el candidato tradicionalista se defendía del manifiesto de

Acción Riojana al que tachaba de «ofensivo y lleno de insultos personales». Aunque

reconoce que tanto él mismo como las agrupaciones que le apoyan son ajenas a las

hojas que circulan, recuerda que la candidatura que excluye al señor Arnedo es la

aprobada «en convenio y pacto bilateral por los Jefes de derechas de Madrid y

solicitadas sin excepción por todo el cuerpo electoral ante LA SEGURIDAD DE SU

TRIUNFO EN EL PRÓXIMO DÍA 16». Respondiendo a la irónica propuesta de AR

invitando a los carlistas a concurrir en solitario para conseguir el escaño destinado a la

minoría, Romualdo de Toledo responde diciendo que «marca una orientación política

catastrófica que no puedo aconsejar ni mucho menos imponer». Se despedía el

protagonista de la polémica con un llamamiento a los riojanos:

RIOJANOS: VOTAD SIEMPRE TRES CANDIDATOS DE DERECHAS; SI INCUIS MI NOMBRE VOTAREIS POR LA UNIÓN DE DERECHAS Y ADEMÁS APLASTAREIS LA CANDIDATURA DE FRENTE POPULAR.

Si no la incluyeseis SABED QUE NO QUEREIS LA UNIÓN DE DERECHAS y además FAVORECEIS el triunfo de dos candidatos de izquierda229.

Por si no había quedado clara la opinión de los carlistas riojanos ante la disputa

derechista, el Núcleo Lealtad volvía a emitir un comunicado reafirmándose en su

intención de apoyar a la candidatura propuesta por Solórzano aunque no eran tan

críticos como éste a la hora de hablar de don Romualdo. Una vez más valoran el

carácter «católico y patriota» pero «totalmente equivocada y realmente

contraproducente» de su iniciativa y acusaban a su correligionario de haber caído en

interese personalistas230.

                                                            228 La denuncia se realiza en una nota de prensa emitida el día 14 de febrero. La federación cedista muestra su indignación ante la estrategia de Toledo. Diario de La Rioja, «A los católicos riojanos», n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 16. Expresan su rechazo a que se haya utilizado el nombre de la Iglesia Católica, el Santo Padre y Acción Católica -«que tanto respeto deben merecer»- en sus intereses electorales e ironizan la propuesta tradicionalista: «Se dirá por los tradicionalistas que ellos tienen fuerza bastante para sacar un diputado; pero entonces, ¿a qué recomendar sea tachado el señor Arnedo para poner al señor Toledo?». 229 Diario de La Rioja, «En legítima defensa», n. 9.457, viernes 14 de febrero de 1936, p. 16 230 Diario de La Rioja, «A los Tradicionalistas Riojanos. En víspera de la lucha electoral», n. 9.458, sábado 15 de febrero, p. 7. Los carlistas moderados reinterpretaban de nuevo las palabras del Primado Segura en las que llamaba a la unión de los católicos. Los tradicionalistas revisionistas, a diferencia de

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La suerte estaba echada. El Diario de La Rioja había expuesto el dilema entre

cedistas y tradicionalistas pero no aclaró en ningún momento a qué candidatura en

concreto debían votar sus lectores. El número publicado durante la jornada electoral

contiene un editorial en el que llama a votar como «católicos y españoles»231. Algo más

esclarecedor es un artículo firmado por Isacar Zunjeña en el que pide el voto para «la

candidatura derechista»232

4.2. Resultados en la provincia de Logroño.

Tras la jornada electoral, el Diario La Rioja y La Rioja publicaban número de votos

de cada candidatura, tal y como apunta el cuadro233.

Conociendo los resultados podemos afirmar que la campaña de Romualdo de Toledo

no fue en balde. Prueba de ello son los aproximadamente 6.000 votos que diferencian

las candidaturas de los números uno y dos de la federación cedista frente a Arnedo. En

cambio, encontramos una clara homogeneidad en el voto izquierdista –la diferencia

entre Salvador, candidato del Frente Popular más votado, y Ramos, candidato menos

votado, apenas supera los 1.500 votos-. De esta homogeneidad cabe destacar el buen

resultado del candidato socialista, Amós Sabrás que termina siendo el candidato más

votado sin representación234. Interpretamos este resultado como el producto de una

                                                                                                                                                                              otras posiciones más radicales, sí confiaban en la futura actuación de Gil Robles: «Nosotros no abandonamos con ello nuestros ideales. No tendremos representantes carlistas, pero sí podemos exigir a los hoy candidatos de Acción Riojana que sean mañana en el Parlamente los portavoces de nuestros sentimientos patrióticos y católicos, ya que en esta estimación les votaremos». 231 Diario de La Rioja, «El día del deber sagrado y patriótico », n. 9.459, domingo 16 de febrero, p. 1. «Votar –sic- como católicos y españoles» no aclara en absoluto por qué modelo de candidatura se decanta el Diario de La Rioja. 232 Diario de La Rioja, «¡A votar! ¡A votar!», n. 9.459, domingo 16 de febrero, p. 8. Es evidente que por «la candidatura derechista» se pueden entender muchas cosas. 233 Ver cuadro 1. Encontramos un escrutinio general en Diario de La Rioja, «Acción Riojana triunfa por mayorías en Logroño», n. 9.460, martes 18 de febrero, p. 1  234 Este quizá sea el motivo por el cual el Diario de La Rioja relata que el candidato socialista «y algunos otros intervinieron constantemente con protestas reiteradas» durante el escrutinio en la Audiencia. Ni el propio diario ni La Rioja explican lo sucedido con mayor detalle. Diario de La Rioja, «Ayer se verificó el escrutinio en la Audiencia», n. 9.463, viernes 21 de febrero, p. 9. La Rioja comenta: «El señor Sabrás fue quien dio mayor extensión y tono más elevado a la expresión de sus protestas». El presidente de la Junta Provincial del Censo, Filiberto Arronías, ordenó la expulsión de algunos asistentes. La Rioja, «La proclamación de diputados por la Provincia», n. 15.051, viernes 21 de febrero, p. 8. En este artículo se añade que el censo cifra el número de electores en 141.218, de los cuales sólo votaron 85.422 

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fuerte conciencia de unidad en el voto sociológico izquierdista al quedar el candidato

del PSOE por encima del número dos de IR235.

                                                            235 En las elecciones de noviembre de 1933, en las que la izquierda no revolucionaria riojana concurrió unida, el miedo a votar a los socialistas se manifestó en la diferencia de votos entre los republicanos Amós Salvador –Acción republicana-; 25.764 votos y Domingo Barnés Salinas –PRRS-; 24.459 y José Orad de la Torre –PSOE-; 22.672. BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño…, pp. 316-318. 

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                                                            236 Ibíd. Primer recuento. 237 Diario de La Rioja, «Ayer se verificó el escrutinio en la Audiencia», n. 9.463, viernes 21 de febrero, p. 9. 238 La Rioja, tras publicar los resultados, aclaraba lo siguiente: «Desde luego, no respondemos de su exactitud, pues faltan en las sumas las tres secciones de pueblos que no alterarían el lugar que se le asignan a los candidatos». La Rioja, n. 15.051, viernes 21 de febrero, p. 3. 239 La Rioja, «La proclamación de diputados por la Provincia», n. 15.051, viernes 21 de febrero, p. 8. 240 El martes 18 se publicaban en La Rioja, aunque de manera provisional, los resultados en la capital de la provincia. La Rioja, n. 15.051, viernes 21 de febrero, p. 3. 241 Citado en BERMEJO MARTÍN, F., op. cit., p. 399. 242 Sic. Ver Ibíd. Mientras que la suma del total de electores da 114.557, el Boletín Oficial de la Provincia publica un cómputo de 114.720. 

Cuadro 1: Resultados electorales en la Provincia de Logroño Candidatos  Nº de votos         

  Diario de La Rioja día 18236

Diario de La Roja día 21237 

La Rioja día 18238

La Rioja día 21239 Resultados en Logroño (capital)240 

BOP Logroño241 

CEDA (Acción Agraria Riojana)       Tomás Ortiz de Solórzano  45.374 45.761  44.753 45.761 7.580 45.761 Ángles Gil Albarellos  45.471 45.755  43.920 45.755 7.437 45.755 Antonio Arnedo Monguilán  39.521 39.716  38.591 39.716 7.397 39.716 Izquierdas (IR y PSOE)       Amós Salvador Carreras  36.978 37.308  36.114 37.308 5.922 37.208 Amós Sabrás Gurrea  36.206 ‐  35.362 36.468 5.377 36.468 Jacinto Ramos Herrera  35.776 ‐  35.388 35.729 5.143 35.729 Frente Nacional Contrarrevolucionario (Bloque Nacional) 

   

Romualdo de Toledo y Robles  9.380 ‐  8.330 9.442 951 9,442 Partido Republicano Radical    833  Alejandro Manzanares  703 ‐  990 164 990 VARIOS Y NULOS  ‐  341 

NÚMERO TOTAL DE VOTANTES            114.720242 

Fuente: Elaboración propia, Diario de La Rioja, La Rioja, BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño: Elecciones. Contexto político, IER, Logroño, 1984

 

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5. CONCLUSIÓN

Mediante este trabajo hemos analizado la situación sociopolítica previa a las

elecciones de 1936 y sus resultados. Las consecuencias, las cuales no hemos tratado,

serán aún de mayor importancia para la historia de nuestro país.

En el trabajo se ha tratado la evolución histórica de España desde la Restauración

hasta dichos comicios a través de distintos aspectos, que son esenciales para entender

los resultados electorales, como la política, la economía o la sociedad.

En comparación con los tres primeros cuartos del siglo XIX, el momento histórico

tratado en este trabajo igual de inestable políticamente a rasgos generales, pero podemos

diferenciar periodos de relativa estabilidad, dividiendo el periodo 1875-1936 en cuatro

momentos políticos diferenciados: Un sistema de turno basado en un caciquismo de

cierta estabilidad (1875-1909), seguido de una crisis del mismo (1909-1923) que

desembocará en una dictadura militar (1923-1931). Finalmente la dictadura acabará

dando paso a una república democrática (1931-1936). Si bien podemos afirmar que la

política sufre un menor número de convulsiones que en el siglo anterior, los cambios

sufridos –en especial los llegados con la Segunda República- son mucho más acusados

y profundos.

Durante el primer bienio de la República se acometen una serie de reformas

estructurales nunca vistas anteriormente. En lo político, llega por primera vez a España

el sufragio universal. En lo económico, aunque se siguen llevando en la teoría unas

políticas no keynesianas, el gasto público invertido en educación y en la reforma agraria

rompe totalmente con las políticas económicas de la Restauración. El fin de este bienio

llega en parte debido a un nuevo actor en el panorama político español; el Presidente de

la República. Alcalá-Zamora decidirá no dar continuidad al gobierno de Azaña y

convocará elecciones para noviembre de 1933. El desgaste de la coalición republicano-

socialista y la unión de las derechas propiciaron un cambio de rumbo en la joven

república.

El giro a la derecha dado tras las elecciones de noviembre de 1933 demuestra que la

sociedad no estaba preparada para cambios de tal magnitud. A pesar de todo, el cambio

no fue tan duro como hubiera podido ya que el Jefe del Estado no nombró Presidente

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del Gobierno al líder del partido más representado en la Cámara, José María Gil Robles.

Tras la adopción de este nuevo rumbo, casi un año después, la CEDA no pudo ser

neutralizada, entrando así en el Gobierno. La deriva autoritaria que se estaba dando en

Europa coincidía en muchos aspectos con la ascensión cedista. La entrada de la CEDA

en el Gobierno provocó en octubre de 1934 un fuerte rechazo en gran parte de la

población, especialmente en Asturias y Cataluña, donde se dieron episodios de

insurrección armada, reprimidos por las fuerzas de seguridad y el ejército. De esta

forma se verificaba la existencia de un consolidado movimiento obrero en España, no

sólo institucionalmente organizado, sino también revolucionario. La inestable situación

política, sumada a una fuerte crisis económica, propiciará la sucesión de gobiernos

inestables y de corta duración Otra vez, el nuevo agente político tendrá un papel

decisivo durante el desarrollo y fin del segundo bienio; elegirá y depondrá los gobiernos

hasta que la situación sea insostenible y convoque elecciones para el día 16 de febrero

tras una serie de intentos protagonizados por gobiernos sin el apoyo de la Cámara.

Izquierda y derecha afrontaron la cita electoral de diferente manera. Si en noviembre

de 1933 el desgaste de la coalición republicano-socialista había desunido a sus

integrantes, lo mismo ocurría ahora con la Unión de derechas tras el reciente paso de la

moderada CEDA por el gobierno. En medio del clima de represión impuesto por los

sucesivos gobiernos, la izquierda republicana y la izquierda socialista vieron la

necesidad de crear un frente único de izquierda que englobara a elementos más allá de

sus dos lados del espectro político. Esta idea fue defendida por Azaña y Prieto. Si

podemos afirmar que el primero era el líder indiscutible de la izquierda republicana no

obrera, el segundo tuvo que imponerse a otros líderes socialistas que no querían

concurrir con el republicanismo burgués. Paradójicamente, el sectarismo moscovita que

había caracterizado al PCE jugó en contra de los partidarios del Bloque Obrero,

triunfando las tesis de Prieto.

Mientras la izquierda española supo canalizar su voto mediante el Frente Popular,

las derechas no fueron capaces de llegar a un acuerdo a nivel nacional. Analizando la

posición ambigua y accidentalista de la CEDA vemos que la unión de las derechas era

posible en términos ideológicos ya que no estamos ante un partido totalmente

democristiano o socialcatólico totalmente compatible con el juego democrático. A

través del caso riojano podemos llegar a la conclusión de que la no convergencia pudo

deberse más al carácter díscolo y caciquil de personalidades y federaciones cedistas que

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a la incompatibilidad ideológica. De hecho, y como es lógico al no tratarse de una

candidatura a nivel nacional, en las circunscripciones en las que antirrepublicanos y

cedistas concurrieron en la misma candidatura, no se redactó un programa como sí

habían hecho la mayor parte de los adscritos al Frente Popular.

El Frente Popular nació a partir de un pacto de mínimos entre fuerzas tan dispares

como socialistas y republicanos de centro. Los primeros renunciaban a participar en el

futuro gobierno y a cambio los segundos cumplían algunas de las aspiraciones del

obrerismo. Ideológicamente las diferencias eran bastante más acusadas que en la

derecha, pero la victoria de una coalición amplia en Francia, el auge del fascismo en

Europa, la fascistización de la derecha española y Moscú presionaron a sus integrantes

para llegar al pacto electoral. Las posiciones políticas entre por ejemplo Largo

Caballero y Martínez Barrio estaban mucho más alejadas que las de, por poner otro

ejemplo, Gil Robles y Calvo Sotelo. Con esta amplitud se formó el Frente Popular en

detrimento de la hipotética fuerza obrerista revolucionaria que hubiera significado el

triunfo de las derechas.

El alto índice de participación refleja la importancia de unas elecciones en las que la

población sabía que estaba en juego más que una simple legislatura. Temerosos de la

deriva obrerista de la izquierda y de la corporativista y autoritaria de las derechas,

concurrieron en la mayor parte del país una serie de candidaturas de centro. Este es el

caso del PNV o de otros partidos republicanos de centro como el PCD o el PRR en

algunas de las circunscripciones, como en el caso de La Rioja. Aprovechando la

coyuntura, destacó el partido de Portela Valladares. Se trataba de un intento orquestado

por el Presidente de la República con el que pretendía crear una representación centrista

fuerte que arbitrara la Cámara. Este intento se llevó a cabo de manera poco democrática,

con prácticas caciquiles y dirigidas desde el Gobierno, lo que causó la antipatía del resto

de candidaturas, que veían como el Gobierno limitaba la campaña de la derecha, ponía y

deponía gobernadores civiles y pactaba sin criterio alguno tanto con el Frente Popular

como con las derechas.

Para entender el juego de alianzas es necesario ver cómo entendían la política los

dirigentes más destacados. Vemos por un lado el pragmatismo de Azaña y Prieto, que

buscaban el entendimiento con toda la izquierda para formar un candidatura fuerte que

alcanzara el gobierno, frente al mesianismo del Presidente de la República y Portela,

partidarios de un partido que arbitrara la polarizada Cámara.

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Las elecciones generales de 1936 no pueden interpretarse simplemente como un

plebiscito entre fascismo y democracia pero más equivocado aún es afirmar que lo fuera

entre democracia y marxismo. Frente a la dicotomía con la que se tradicionalmente se

ha tratado la Guerra Civil, el estudio de las elecciones de febrero de 1936 entendidas

como un análisis sociólogo previo a dicha contienda –salvando las distancias- puede

esclarecer aspectos tales como la existencia de una sociedad no tan polarizada como se

ha interpretado en muchas ocasiones. Prueba de ello es el número de votos obtenidos

por el PCE y Falange. En este punto debemos tener en cuenta la idea de Sartori sobre el

«pluralismo polarizado», que pudo ser clave a la hora del crecimiento de ideologías

antiparlamentarias, las cuales estaban poco implantadas en febrero de 1936 y sí

pudieron estar más arraigadas durante el transcurso de la contienda. Dentro de esta idea

de la evolución centrífuga del voto debemos analizar el descalabro del Partido

Republicano Radical y valorar hasta qué punto puede decirse que se produjo «por

méritos propios». Pese a la debacle del partido radical, recordamos que Tusell cifra en la

nada despreciable cifra de 400.000 los votos obtenidos para las candidaturas centristas.

No sabemos si la CEDA hubiera evolucionado hacia posiciones más democráticas si

hubiera ganado las elecciones. Lo que sí conocemos es que de haber ganado, personajes

claramente antirrepublicanos hubieran copado puestos relevantes en la administración

pública. Si bien partidos obreros como el PSOE podían albergar sectores tan poco

partidarios de la Constitución de 1931 como los derechistas, éstos últimos no

participaron en el Gobierno resultado tras de las elecciones. Con un gobierno elegido

democráticamente, ayudado en las urnas por el obrerismo pero con un gabinete de

cento-izquierda burguesa, llegó la II República a julio de 1936. Repitiendo la palabras

de Santos Juliá; «dos polos pueden coexistir pacíficamente hasta que uno de ellos

recurre a la fuerza»243. Con la fuerza se destituyó un modelo de Estado que puede

someterse a debate si llegó mediante un plebiscito legal o ilegal, pero el estudio de las

elecciones de febrero de 1936 y de las alianzas electorales nos demuestran que fueron

unos comicios democráticos y que el gobierno formado por Azaña y más tarde por

Casares Quiroga era totalmente legítimo.

La prensa riojana narró la jornada electoral mediante artículos de opinión, crónicas y

transcripciones de discursos. Especialmente estos últimos han sido esenciales para

entender mejor el transcurso de la campaña electoral. Gracias al Diario de La Rioja y a

                                                            243 Vid. JULIÁ, S., Orígenes del Frente Popular…, p. 67. 

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La Rioja, hemos podido apreciar aspectos sociológicos que no se encuentran en los

manuales tradicionales como el lenguaje utilizado, las rivalidades, las polémicas o los

pormenores de la campaña y la jornada electoral tanto en la provincia de Logroño como

a nivel nacional. Del panorama político local encontramos un aspecto que se reprodujo a

nivel nacional; la confección de las candidaturas. En la Rioja encontramos un Frente

Popular unido, sin fisuras entre obrerismo e izquierda burguesa. Prueba de ello es la

homogeneidad de los resultados. La federación riojana socialista aceptó el más que

coherente segundo puesto en la candidatura de la coalición de izquierda. No ocurría lo

mismo con la derecha, dividida en dos candidaturas. Los enfrentamientos entre los

líderes de las derechas se reprodujeron de la misma forma a nivel regional. Las pugnas

entre cedistas y tradicionalistas se saldan con una pérdida de casi 9.500 votos para la

candidatura ganadora, un número nada despreciable si tenemos en cuenta que ambas

candidaturas tenían un mismo enemigo común. La cuarta fuerza que concurre es el

Partido Radical, que también reproduce fielmente el panorama político del país. Una

pobre campaña electoral precedía al descalabro del partido que dos años atrás había

presidido el Gobierno. La ambigüedad y el oportunismo que siempre habían

caracterizado al partido de Lerroux quedaban patentes en el lema de los anuncios

electorales de la federación riojana: «Frente a los extremismos,  por la concordia

nacional, por la salud del régimen, por una república de orden, paz y justicia» rezaba el

anuncio de un partido que, tras haber apoyado a la CEDA en el gobierno, pactaba con

de nuevo con ella pese a las malas condiciones impuestas por la coalición derechista. El

casi millar de votos obtenidos por la candidatura de Alejandro Manzanares concuerdan

perfectamente con la situación nacional del PRR.

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