Las leyes federales vigentes

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LEYES FEDERALES VIGENTES

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LEYES FEDERALES VIGENTES

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LAS lEYES FEDERALES VIGENTES S O B ~

TIERRAS, BOSQUES, AGUAS, EJIDOS, GOLONIZACION Y EL GRAN

REGISTRO DE LA PROPIEDAD

COLECCIÓN ORDENADA Y ANOTADA

LIC. ANICETO VILLAMAR

Notablcmento meJorada y enriquecida con una reseña histórica de la propledad territorial en M&xlco, por el

LIC. S. MORENO CORA Contiene, ademhs, otros estudios jurldicos relativos B las malerlas

comprendidas en esta seccibn, por el mismo autor.

DESPACHO: -1 ALMACENES: Avcnlda del Cinco de Mayo, 89 2, Plaza de la Concepción, 2

1910

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- - -. . . " ----- -.-- Qiiedn asegurada in propiedad do estu obra con arreglo

i~ IR Ley por b u s Editores. --- -- - --

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Autorización para publicar esta Colección.

Un sello que dice:

Secretaría de Estado y del Despacho de Fomen- to, Colonización 6 Industria. -MR16sico,-Sección de archivo. -Núm. 137.

Se recibió en esta Secretaría el ocurso de uste- des, fecha 2 del corriente, en el que solicitan auto- ~ixación para llevar á cabo la publicacibn de una colección de leyes sobre tierras, bosques, aguas, Gran Registro, colonización, ejidos, pateiites, mar- cas de fábrica y minas.-En contestación niani- fiesto á ~lstedes cliie, en vista de lo que exponen, se les concede la indicada autorización para reprodii- cir las referidas disposiciones relativas % los ra- mos de esta propia Secretaría, bajo la inteligencia de gil0 han de procurar la mayor corrección en la impresi6n de ellas.-Libertad y Constitución. Mé- xico, Octubre 5 de 1900. --F[$RN~XDBZ L n ~ ~ . - - n ú - brica.-A los Sres. Herrero Hermanos.-Presente.

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RESEÑA HISTORICA

DE LA

PROPIEDAD T~RRlTORlAL EN LA

REPÚBLICA MEXICANA

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La historia de la propiedad territorial en l a Re- piiblica de México, si hubiera de escribirse en to- dos sus pormenores y conforme lo requiere la im- poietancia del asunto, ocuparía largas phginas de oste libro. La experiencia de todos los siglos nos enseña que el poder social ha estaao siempre vincu- lado en la clase poseedora de la riqueza inmueble. Los que han sido dueños del suelo, por ese solo hecho se han convertido en aepositarios de la Au- toridad pública, seiiores de los que nada poseen y dominadores de los pueblos. Si el valor y las dotes militares fueron parte en las sociedades nacientes para crear gobiernos m8s 6 menos fuertes, pronto l a supremacía adquirida por los Jefes guerreros se afirm6 y se hizo durable por l a adquisici6n del do- .minio de la tierra.

El amor que el hombre tiene Q, l a propiedad y las ventajas que en ella encuentrn se explican fk-

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+ S * LA PROPIBDBD L T E R K I T O R f A ~ - cilmente. Algunos fil6sofos consideran la propia- dad corno el complemento de la personalidad hu- mana, por cuanto proporciona a l hombre 10s me- dios de satisfacer sus necesidades, de completar su vida y de ejercer su imperio sobre l a naturale- za, especialmente sobre la tierra, que le sirve de morada y le da el sustento necesario. Un publicis- t a moderno ha aicho: l a propiedad es el reflejo de l a perso+na humana en su existencia física (1); y el celebre Jovellanos dej6 escritas estas hermosas palabras que compendian en breve frase cuanto se puede decir acerca de l a propiedad. 431 hombre, dice el ilustre autor del Infornze sobre la ley Agra- r ia , ama, su propiedad como prenda de su subsis- tencia, porque vive de ella; como objeto de su a m bicidn, porque manda en ella; como seguro de su duración, y se puede decir como anuncio de su in- mortalidad, porque libra sobre ella l a suerte de su descendencia. (2).

Es una verdad por todos conocida que eil los tiempos que alcanzamos l a pyopiedad territorial Fa perdido iuucha de su importancia como elemen- to de dominación, por l a incontrastable competen- cia que encuentra en 1% riqueza movible, base del Coinercio y de la Iuduqtria moderna. La riqueza de las naciones ya no se estima exc!iisivamente vincizlada en la tierra 6 en l a propiedad raíz, sino que consiste en gran parto en capitales destinados i~ atrevidas ospeculaoioues prodiictoras de mayo- re? lucros, si bien pueden ser por extremo peligro- sas, porque carecen de la consistencia que consti- tuye el carácter propio de l a propiedad territorial.

Estas sencillas observaciones nos demuestran 13 importancia del estudio que vamos á emprender.

(1) Ahrens: *Curso do Derecho natural 6 Filosofia: del Derecho., parte especial, titulo 1, capitulo 1, 56.

(2) *Informe sobre la ley Agraria,, , g (5.

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En la nación ,.que estuvo sujeta por espacio de tres biglos gl dominio de los monarcas espaiioles y que hoy, indepen.'iente de todo poder extraño, lleva e! nombre de República mexicana, como nación nne- va, formada por dos razas que coexistían y han con tinuado coexistiendo diseminadas en una vasta txtensión, con distintos hábitos y una muy des- igual cultura, hubo de desarrollarse en la apro- p~ación y distribución de las tierras un sistema que, por lo escepcioual de las circunstancias que lo originaron y las diversas necesidades que tenía que satisfacer, merece particular stenci6n. E l es- Ludio de la distribución de l a propiedad tgrritorial en nuestra patria y la influencia que ha ejercido en el aumento de la riqueza pública y hasta en la vida política de la nación, daría materia para es- cribir un libro entero.

NO intentamos nosotros hacer tanto, Doraue no es esta la ocasión propicia para ello n i tenemos lae aptitudes que requiere t a l trabajo. MAS modestas son nuastfas prelensiones. Nos limitaremos en es- t ~ s breves apuntes, escritos para servir de intro- ducción la colección de leyes federales, cuyo oo- qocimiento es por demis interesante para los pro- pietarios y especialmente para los agricultores, & dar á conocer el complicado sistema que se siguió al reducirse á propiedad privada las tierras que col1 ocasión de la conquista pasaron a l dominio de 10s reyes de España, y las modificaciones que en tiempos posteriores ha sufrido en la República mexicana la propiedad territorial.

No siempre contó Qsta con el favor de los legis- ladores, y más de una vez los propietarios de tie- rras se han visto amenazados por teorías epasio- nadas; han tenido que lamentar competencias in- contra~tabies. 6 aueiarse de las trabas aue una legislación rutinariauha puesto á la adqu&ición y t~nnsniisión de la propiedad inmueble. Felizmente

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parece que se ha llegado al fin á comprender chrtn- to importa que su legitimidad qnede hefinitiva- mente reconocida; y debe~nos esperar que leyes mds conformes coa los sanos principios de la eco- nomía política favorezcan el cultivo de la Cierra y la trhiismisión de la propiedad rúral en benefi- de la Agricultura, fuente inagotable de Eut~iia ri- queza para nuestra patria,

Antes.de sntrar de lleno en o1 estudio qiie hemos emprendido, creemos oportuno recordar hrevernen- te cómo estaba organizada la propiedad territorial entre los diferentes pueblos que ocuparoh esta Vas. ta extensión del Continente americano.

Las tierras, en las comarcas sometidas & los so- beranos aztecas, estaban distribuídns de l a mxnera siguiente: unas pertenecían & la corona y eraii ciiltiv:tdxs por los vasallos,.quienes pagaban al rey an tr ib~lto, que de ordinario consistía en frntos y productos de la Bgricultiiira; otras eran de los no. l~le.;, adquiridas por doiiaciones liechas por 1od mo. iimcas en recompensa de servicios hechos en l a gtierrút, con 13 olrligación do pre-tar algi~nos otros oii seiinl tia .vnri:~ll:rje, g sin faciiltad de eaajenarlns sitio por concesionai especiales, y nunca A los ple. t~eyos: 7 por Gltimo, In:; que poseían los pueblos cn corniin, 37 que no ~st i~nrlo rednaidau á propiedad particular, no podían ser enajenadas. En los mapas que tenían los iiidios estaban señaladas estas di- versas tierras con diferentes colores, y segilin afir- mn o1 historiador Clavijero (l), de quien hemos tomado esta iioticin, los mxgiutrado~ es~aiioles se

(1) Clavijero: c Ristnrin, mtigiia de MBxíco-, to- u10 11, pfgina 121, testo italiano.

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valían frecuentemente de tales documentos para dirimir los litigios sobre propiedad y pos6sibn de las tierras; lo cual, dicho sea de paso, es 'una pkue- ha de que los antigaos habitantes no fueroh d6q- pojatlos, como algiinos han creído, de todos los t d . rrenob que poseían.

0ti.o esoi*itor dice estas palabras ncercndel$tinto histórico de que hablamos: aLa organizacibn aztec'a', mciy posterior & las diversas iiivasiones de los pne blos del Norte, y que fiih la que los españoles 6x1. con&rnron establecida eii el siglo XVI, es 1% y ;e 110s presenta alguna regularidad en la propiedad ter-ki- torial. La división mas general y más gtniide que encontramos es e1 calpulli. Era una porción mbs 6 menos extensa de tierra, que desde tiempos qi16 rib se pueden designar estata cencedidh & nila familia,

una tribu, formada probablementg de phrienks', 6 ti cierto número de personas. Este calpulli tenItt zin jefe, y este jefe repartía las tierras pn'ra sli cnli tivo entre las personas que Porniaban el cblpti: 11i (1). Ninguna de ellas tenía propiedad privada.6 individual, y es mas que probable que cada aiib,' eh e1 tiempo adecuado, se hiciesen algunos cambio:! en la distribucibn de los terrenos. El que abaiído. naba el calpulli perdía todo dereolio 6 participar d o esa propiedad comi~nal, y los individuos perte- neciontes á 1111 calpulli no tenian deredho de ser admitidos ni considerados en otrb, aqnrliie r;f p6- dían tomar tierras en arrendamiento^ (8). Ñemos creído conveniente transcribii. el trozo que 'ante- cede, porque en las costumbres en Si1 descritas, sb encuentra, seghn nuostro juicio, el origen de la tenaz resistencia que la clase indígena ha puesto siempre al repartimiefito de los temenos comrina-

(1) Esta palabra significa bcc.rr*io 6 cuat.tel, sc.aún Oroeco.

(2) Payno: eTrntndo rlepropi ednda, capitulo XXIII.

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nales, no obstante el beneficio que ostensiblemchte le, resulta de t a l operación.

EQ la península de Yucatán las tieri.as se culti- vaban tambión en comiin, segiui el historiador Torqiiemada, aunque este sistema no debe haber sido tan general, p-uesto que había leyes que arre- g l a b a ~ las herencias, lo cual indica un sistema m8s perfecto de propiedad.

Fa vna obra recientemente publicada y escr ih ppr un distinguido yiicateco. refiri8ndase B uii opúsculo del ilustre pensador Heriberto Spencer,se dice lo siguiente: .En asta síntesis ó recapitulación de cuanto se ha escrito en materia de suyo ardua y delicada, puede verse que los primitivos mayas po desconocían los piincipios fundamentales del Derecho civil: divisiór: y reglamentación del t ra- bajo, la organización de la familia desde el matri- monio hasta la, sucesión hereditaria, la adminis- tración pública en lo civil y religioso, la milicia, las profesiones, los sentimientos estéticos y mora- les, y en suma, todos los elementos, usos y cos- tumbres de unn sociedad civilizada no indigna de ot~servacióu y de estudio> (1).

En otras regiones, especialmente del Norte, que se encontraban desiertas ó eran recorridas por tri- bus nónisdas dedicadas 8 la caza y á la pesca, sin asieilto fijo, no se conocía sino muy incompleta- nleute el derooho de propiedad.

Tal era el e s t ~ d o en que los españoles encontra- ron el país qiis iban k domiuar ii título de conquis- tadores.

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Lo dicho en el p4rrafo precedente nos permite comprender con facilidad el sistema de distr ibn ción de las tierras adoptado en los primeros años después de la conqiiista.

No vemos la necesidad de dísontir en este lugar el valor que deba darse 4 l a célebre bula del Pon. tífice Alejandro VI, que señaló los límites de sus conquistas 4 los españoles y A los portugueses, considerada como documento jurídico (1).

Cualquiera que sea el que se le atribuya, el he- cho es que los soberanos de Castilla y de Aragón se apropiaron las tierras que poseía11 los pueblos sometidos á sus armas en virtud del derecho de conquista, aceptado como legítimo en aquellos tiempos cuando se ejercían en tierras de infieles;

(1) Esta billa fub causa de acaloradas dispiitas y graves y ruidosas polémicas. Las Casas, Soto, Victo- ria, C6rcloba, Acosta, Eelarmino, Valencia, Molina, etcétera, sostuvieron que Alejandro VI hnicamente Labia concedido á losReyes OatBlicos el cuidado de 1% conversión de los indios; pero no el dereoho de que se ocupasen sus provincias, haciendati y señorios; mien- tras que otros escritores, conio Palacios Rubios, Se- púlveda, Bobadilla, Ceballos, eto., opinaron que el do- n~inio y jurisdicci6n que di6 aquel Papa á los reyes de España fub general y absoluto. Estas palabras son del autor d d .Diccionario Hist6ric0, Bi~grA~fico y Monumental de Pucntánw. Nosotros s61o haremos no- tar, como una observaci6n curiosa, quo los escritores que interpretaban la bula en unIsenti40 nl&s racional y humanitario, eran teólogos 6 canonistas, al paso que los jurivconsultosque sosteiiian la opini6n contra- ~ ' ia , exaltando los derechos del soberit.no, puerl~~n to- marse como precursores rle los que posteriornientu for- maron la escuela llamada regalistn.

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14 LA PROFIPJDAD TBRRITORIAL

y que & este título unieron el de primeros ocupan. tes en aquellas comarcas incultas y desiertas, y 8610 recorridas por tribus nómadas y salvajes. Es, tos derechos, que algunos podrán tener como ineii- caces, según las ideas modernas, recibieron la san- ción del tiempo, y se vieron robustecidos por una 1)osesión no interrumpida en. el transcurso de tres siglos La prescripción es una institución, no sólo de dereoho civil, sino también del derecho de gen. tes. Así lo enseña en términos claros y preciosos Vattel (l), publicista respetable; y un escritor con- temporiineo ansqiia la misma doctrina por medio de las siguientes palabras: #Aun cuando no exista títulp especial de adquisición, y aunque se.pueda lisobar que la toina de posesihn primitiva fui.. fruto tle la violeiicia y de la violación del doreclio, sin uinbargo, ai 1% yosesión pacífica h a durado un tiem- po bt~stante largo para que los habitantes hayan reconocido la estabilidad y la neceqidad del nuwo orden de cosas, deberá admitirse que el transcur- so del tiempo ha legalizado los hechos, (2).

Como del dominio ejercido por los reyes de Es- paña sobre !as tierras conq~~istadas dimana el que tienen los particularos 6 las corporacion~s á quie- nes ellos las cedieron, resulta que los nuayos pro- pietarios pudieran hacer valor iguales derechos en oposición á los qne tenían los antiguos habitantes de la tierra.

P n r : ~ coriocur los que ndqulYleron después y con- servan tnclavia, con relación al soberano de quien recibieron sus prol~iedadas, necesitamofi recordar la manera cóbo las tierras fueron distrihuídas, que eu lo que? juntamente con el conocimiento de las iuodiiicaoiones que clesl~nás ha si~frido este sis-

y) rl)i~~*rclio i\a ge~ i~us* , li>>i'0 11, capitulo I S $147. 2) Cluntsclili: <E1 Dereolio intorilaeional codifica-

do*, GraducciOu de Diaz Covs~'~ubiqs, libro $7, g 294,

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terna.de apropiación,. constituye la historia de la propiedad territorial en nuestra patria:,

El primer acto concreto de apropiacioii de tie- rras ejecutado por los conquistadores, fuR la con- fiscación de los bienes de Xicontecatl, decretada por Cortés, por haber aquél desertado del campa- mento español; deserción que fub, además, casti- gada con la pena capital, Vino en seguida l a con- fiscación de todas las tierras y posesiones de Moc- teznma y otros príncipes que tomaron parte en la defensa de su patria, E l rigor de tales medidas fu6 templado más tarde, pues 6 los hijos del desventu- rado emperador azteca que sobrevivieron á los es- tragos de la conquista, se les concedieron vasallos, posesiones y tierras que los enriq.ciecieron,,y que, conservadas por sns descendientes, todavia lioy dan esplendor i las más nobles casas de Espaiia.

Consecuencia de la conquista fiié el sistema de e~~cornievzdccs y repartimientos (1), tan enérgica- mente combatido por el benemérito Fray Bartolo- mé de las Casas, no obstante lo cual, se siguió practicando por mucho tiempo. Consistía éste en dar 6 los conquistadores cierto número de indios con pretextb de que les instruyesen en la fe cris- tiana; pero en realidad para que les sirvieran en las labores del campo y en los trabajos de las mi- nas. b' esta concesión iba unida necesariamente la de una mayor ó menor extensión de terreno, cuyos límites se señalaban de una manera muy im- perfecta. Como hsbia tierqas sobrarites que poder dar y el trabajo del hombre se estimaba más que el valor de la tierra, resultó una gran desigualdad en l a distribución de los terrenos, y grandes im

(1) Se llamnha rrparti~t.8~nt0, clicc 01 $Sr. Pallarbs, cuanclo se daban indios aún no repartidos y encomie?t- (las ougndo se reparbian los cluo estaban ya repar- tidos..,

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perfecciones en su medicibn; lo que YdU" tiempos post-iores grandes inoertidum res y p h - boe inl;enainablos.

El slgberna de enoomieadas prahibido por las 6r- denev de). emperador Cados V, exgeaiaas on oelona sn 1562, & las aaae as dí6 el n0rnbi.e de Nue- vas Leyes, restebleciho despuhs, mediante la, revp- oecidn de aauellau hamanitasias dís~oeicioairs, fuQ en pmte m<di4Lcado por la, p~uileneia y bu@&. jui. cio del primer virre-j de Nuavo Espc~Sa ?l.,Aiitonio &e Mandosa, y no dej6 de existir, como instikuoibn legal, sino hasta el ltiio de 1720, En este año 4118- daxou supx5midae tohas las errcomian&as, sin m%v excepoibn que la conceaida á ~ergetuidad & los desosndientas de CortBs.

Díjimos aiih~riormeate que ad~rnbs d~ las ti@- ]*ras dadas & Citulo ae encomienda, sa hizo oLra Xis- tribucibn de tierras, que so lamaron mercc~ctacZas, porque tL las conoesiones se daba el titulo de me?*. ceoles. Seg&n puede verse 13~1 la Racopihci¿n, de Tn- ~li%a, .ñ, los soldados 6 peones se les mandnmn dar a6110 varas cue¿ira¿iab para edificar su casa; 1,086 para la h i ~ ~ r t a ; 188.5% pasa la siembra, de eranos de Xuropa, y 18.8% al-& 82 cultivo del m&. La medida de une cababetia, de tieiw ss designabs &si: una cabelleria es salar da XOO pies de ancho, ~~ ilg lalargo y titodo lo damás como 5 pcowtns, que riesAn FiOil fanegas de labor para pm de trigo b ce. bada, 60 he mdz , 10 hnzteh~m de tierra pafi~ huer- Gas, 40 para obro8 arboles de secndd, tierra^ de pastos para 50 puercas de vientra, 100 Paoas, 20 yeguas, 500 ovejas y 1UO cabras» (2).

Como se ve 2301 esta ley, lw disposiciones dieta. tadas por los reyes de Espafía, no sólo teadinn 6 repmt-ix. las Cie~ras, sino poblar las comarcas --

(1) Gny l.*, MGtllo XIT, libro XY de la ReoopilaoiG~ de Indias.

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conquistadas: eran verdaderas leyes de coloni- zación.

El texto de l a ley título XII, libro IV de la Recopilaci6n de Indias, es por demás significativo. Dice así: .Porque nuestros vasallos se alienten al descubrimiento y población do las indias y pue. dan vivir con la comodidad y conveniencias que deseamos, es nuestra voluntad que se puedan re- partir y repartan casas, solares, tierras, caballe- rías y peonias li todbs los yne fueren $ poblar tie- rras nuevas en los puebles y lugares que por el gobernador de l a nueva 1.iollaci6n les fueren seña- lados, haciendp distinciípn entre esbuderos y peo- nes y los que fueron de menos grado y mereci- miento, y los aumenten y mejoren, atenta la cali- ilacl de sus servicios, para que cuiden da la labran- za y crianza; y ha.biendp hecho en ellos su mora- da y labor, y residido en aquellos pueblos cuatro años, les concedamos facultad para que de allí ade- lante los puedah vender y hacer de ellos á sn vo- limtad libremente como cosa suya propia.»

En otras leyes se impone á. los pobladores la obligaci6n de construir casas, labrar las tierras, ( tcétera, y aun se les seliala un plazo para ello. (Leyes 3." y 11 del mismo titulo y libro.)

El repartimiento dobfa hacerse con parecer de los cabildos de las ciudades 6 villas, hallhndose presente el procurador de ellas, segtín ae dispone en las leyes y 6." del título citado; ordenándose, en fin, en la ley 8." que la petici6n para obtenei' tierras se presente ante el virrey, quien oirá el pa- recer del cabildo, en cuyos libros debe asentarse el parecer que se diere (1).

(1) Todas estas leyes ge encuentraii copiadas on le *Legislaciba y Ju~isprudencia sobre terrenos bal- dios., por el licenciado D. Wistiano Luis Orozco, MS- xico, 1895; y e l i el ~Obdigo de Colonizsci6n y terrenos

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18 LA PROPIBDAD TBRRITORIAL

He aquí l a división territorial después de l a conquista, todavía más liberal y mejor determina. Ja, dice un escritor (1), que la de los romanos, por- que el país era más exteuso y en parte mucho más fértil y susceptible de ciiltura. Las peonías se lla- inaron iiiAs adelante ranchos, y las posesiones ma- yores se llamaron haciendas.

g o f ~ i C esta la única aplicación que se hizo de las tierras.

Dijimos antes que á los indios se aejaron mu- chas de laas que de antiguo poseían. Estas y las que se les concedieron con el fin de que se reiinie- sen en poblados donde, sometidos á la autoridad de SUS jefes naturales, comenzasen & disfrutar de los henficios de la civilizaci6n cristiana, conatitiiyen una segunda forma de pr~piedad, do la cual debe. mos dar hreve iioticia en estos apuntes.

LU disposiciln más antigua que acerca de esta materia se enciientra ennuestros Códigos, á. lo me- 110s considerada como nna disposición general \2), fub dictada por el emperador Carlos V e s Cigales en 21 de Marzo de 1551 y reproducida despii8s por el rey Felipe 11. En ella se manda 4 los virreyes, presidentes y gobernadores de Nueva España que .con mucha templanza y moderación ejecuten la i.edncción de los indios, empleando la mayor sua- vidad y dulzura, para que, viendo ellos el buen tra- tamiento y amparo de los ya reducidos, acudan á ofrecerse d J su propia voluntad*. A ésta sucedie- ron otras disposiciones, encapainadas todas & pro- teger & los naturales, y entre elles sólo citaremos L_1_

haldios*, formado por D. Prancisco de la Maza. MUsi- vn. 1893. vil) Puyso: obra citada. ('2). Pn untos se habian aado divnrsas 6~&aiics por

1s roi,na Isabel, mandando club se devolvicyen ti los iullioq las Liorms que les linbian ;luiCnilo.

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knsa &A H I S T ~ R I O A 19

las siguientes, que atañen directamente al asunto de que hablamos:

La Real orden de 4 de Junio de 11287, por l a cual se aprobó upa ordenanza del marques de Falces, virrey de Nueva España, en la que se señal6 el fundo legal de los pueblos fij8ndolo en SU0 varas por cada viento á contar desdele puerta de l a igle. ~ i a . El rey rnandb que no fueson f>iK), sino 600 \r:%-

ras, medidas desde la última casa del lugar. Esto ' es lo que se ha llamado fundo legal de los pueblos, y en su determinación se siguió el misnio sistema que se observa en España para la fundacióil de iiuevos poblados, á lo que se daba el nombre de t rasa de la poblaüidn (1). Por c6cinla posterior de 12 de Julio de lG!)Ei se volvió 4 la anterior manera (le señalar las 600 varas, ordenhndose que se con- tasen desde l a iglesia y no desde la Última casa.

Como no bastaba para la comodidad de los pue- blos que tuviewn el terreno iiecesario para l a iglesia, habitaciones, etc., se dispuso igualmente, por otra Real cbdula de 10 de Diciembre de 1573, que los sitios en que hubiesen de formar sus pue- blos y rediicciones, tuvieran acomodidad de aguas, tierras y montes, entradas y salidas, labranzas y tin ejido de una legua de largo,, donde los indios puedan tener sus ganados sin que se revuelvan con los de los españoles (2). Este es el origen de los Ilaniados ejidos, nombre que, segilin parece, se de-. riva de la palabra latina exitus, que significa sali- da, y,que se daba igualmente en España á las tie, rras o campos situados B la salida de los pueklos,

(1) Gey l.&, titulo VI, libro VI de la Becopilaci6n du Indias.

(2) Pueden verse, ademPs de IRR anteriores, las leyes l.%, titulo XIIX; 7,%, titulo ;YVIL, libro IV; 19 ti- tulo 111, libro VI, y otras muchas de la Novisinla ko- copilaci6n.

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20 LA PROPIEDAD T E ~ B R ~ T O ~ ~ ~ A ~ J

no destinados A la labranza, sino al servicio comíiri de todos los vecinos.

Como se comprende fácilmente, ni los terrenos que forrnsban e) fundo legal, ni los ejidos, podían ser eiinjenados por no contarse en el niímero de las propiedatles individuales.

AdoiuAs de estas tierras poseídas de común, los pueblo~s recibieron, por donaciones de la corona, vastas estensiones, que continuaron poseyendo casi hasta nuestros días, y que se llamaron tierras de plrq-cinlidnclcs 6 de co~nuszidades de indlgenns, las cuales destinaban á ciertos gestos comunes, y que tainpoco podían ser enajenadas. Y no faltaron casos en los cuales se mandó que cediesen A algu- nos indios tierras para su propiedad particular, en recompensa de los servicios prestados á los es- pañoles, como puede verse en la Real cédula de 28 de Abril de 1526, en la que se previno 'que se diesen tierras á D. Martín y D. Bodrigo, indios na- turales de México, haci6ndoles merced de los pue- blos do Xiquipilco y Cacualpam (1).

En la c6dula de 16 de Marzo de 1642 se mana6 que se dejasen con sobra todas las tierras á los indios que antes les pertenecían. En cuanto h, las propiedades que en los particulares pudieran po- seer algunos de ellos, tenían que sujetarse it cier- tos tiAmites, cuando intentaban enajenarlas, por- que la ley consideraba á los indios como menores de edad, y como tales, merecederos de una protec- ci6n especial. Son dignas de recordarse las pala- bras empleadas en la instrucción dada por el vi- rrey D. Martín de Mayorga en 23 de Febrero de 1781, que copiamos á continuaci6n: ase manda, dice este notable documento, que por ningún caso ni pretexto alguno se ejecuten ventas, prestamos,

(1) E1 texto se encunntra en la obra ya citailn,

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empeños, arrendamientos ni otro géne1.0 de enaje- nación de tierras de indios, no sólo de aquellas que iior de comunidades se les repartan para el laiida- ble y piadoso destino de su habitación, beneficio y cultura, sino también de aquellas que han adqui- rido y adqnieran coino propias por titulo de he- rencia, donación y otras adquisiciones de sus an- tepasados, entendiéndose dicha prohi%ición aun entre los mismos indios de los unos á los otros, y con especialidad los españoles ..., sin que para la venta, arrendamientos y cualesquiera otra clase de enajenación intervenga licencia de mi siiperior Gobieimo, Juzgado generalde naturales 6 Real au- diencia, calificada l a necesidad y utilidad de se- guir todos los trámites dispiiestos por las leyes, con precedente audiencia del señor fiscal. etc. Es sabido que había iin empleado especial con

el título de protector de indios, que tenía el cargo tl e prot~gerlos y ampararlos en todos sus negocios, en los cuales debía intervenir neoesarianiente (1).

Tenemos, pues, que, adeinás de las propiedades particulares que pertenecían á los indios: las cua- les, según acabnmos de ver, no podían enajenarse sin la licencia de las Autoridades, una buena por- ci6n del territorio nacional fué destinada á 10 que se Ilarnci fundo legal de los pueblos y á los ejidos, quedando todavía una parte de terrenos que so llamaron de comunidad, y que estaban destinados it las ne-esidades comunes de los mismos. Lo4 te- rrenos de la primera y de la segunda clase, por SU propia naturaleza, eran inenn~enables, puesto que oonstitnian, por decirlo asi, los pueblos mismos; los de la tercera lo eran igualmente, por cilanto poseídos en comiin, en ellos IIO podía haber propie- dad individual.

(1) .Sol<irzeno, citado por Pimeiltel, y ley 27, titu- lo 1, libro VI: de la Bocopilaoi6n dr Indias.

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Al lado de unos y otros terrenos se fué creando iinn espacie particular de yropiedad diversa de las qne acabamos de mencionar, por e l objeto 6. que ustaba destinada, poim las condiciones á que se veía sujeta y por el destino que l e reservaba el porve- nir. Esta propiedad era l a propiedad eciesiásticti , que llegó á absorber, segi~n veremos más adelante, una gran parto de l a riqueza inmueble de l a na- ción (1).

E! primer ejemplo qus acerua ae este particular l~odernos citar, lo euoontramos en el testamento de Hernán Cortés, conqi~is tado~ de Nueva España: En esto curioso documento se ordena aqiie la obra del Hospital de Nuestra Seiiora de l a C'onccpcibn qiio nlnndb hacer en l a ciudad de MSsico, eri l a Nueva España, se ncal~e ri su costa según y de l a innnera conio está traz:~doo ('2); se maiidan Ecini\ar cole*ios y conventos en l a villa de CoyoasRu, se- ii:tl!índose bienes para e l sostenimiento y conser- vacibn de estas fundaciones, de las cuales I R pri- mera existe todavía, b pesar del branscur~o de tap-

(1) No nos parece propia la aenoniinaoibn de bie- nes del clero que so ha dado & estos bienes. l3n oou- rarpto de los cnthlicos, no son bienes del clero, sino ac la Iglesia, lo que es cosa, llluy diferente. En concepto de los reformadores, estos bienes son y hnn sido sie~n- pre de la naoibn. *Los bienes llaniados oclesih~ticou, dice el artirulo 86 de la, ley reglamentaria de la Na- cionnliznribn d~ fec.ha 5 de Fehrero de 1861, son y h ~ n sido siempre del dominio de 1% nncibn, y en conse. ciieneia son nidos Y de niugiin valor todos los con- tratos y nr.xor.ios o ~ ~ ~ ~ b r a d a s por el clrro sin conor:i- ii,i,dnto dpl (iobierrio coi~st~it~ir~ionnl.* Ciiando so trata& 1 1 4 . iin asunto serio S\, debe vvitar toda espri.si6n ig- exneta, porque b ordinnrio hace nnwr una idrn falsa. (3) 81 testniiieiito Cnrtt'ss se halla insnrtn en ]as

,lis~rtzrionrs bist6ric!rta rlr Alai~i&n, np4atlic.r 11 del f nmo 11.

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tos anos y de los peligros á que se h a vistoPespues- to. Conforme á las costumbres de l a época, fueron muchas las fundaciones piadosas que se hicieron, y en verdad que no creemos que haya motivo para Ittmenbarnos de ello, pcesto que en una sociedad naciente. sin e l auxilio de los articulare es, no huJ bierzl, sido posible, pos s61o log esfuerzos 'del GO- bierno. crear los innumerables establecimientos de benefificencia que existieron en Nueva Espatia, al- gunos de los cuales han llegado hasta nosotros (1). Xn aquel tiempo, l a idea de hacer bien á nnes- tros semejantes estaba t an íntimamente unida &

(1) Las fundaciones piadosas de in8s nombre cren- das por los particulares en tiempo del Gobierno aspa- Bol, dice el Sr. Pallarbs, fueron: e1 Hospital de Jesús, fundado por Ilernhn Cort6s, sobre el que $e dictaton algunas disposiciones que se insertan entre las le~res sobre Nacionalizaci6n; el Montcpio, fundarlo por don? Pedro Romero de Terreros, conde de Regla, el aIlo de 1767, y la cual fundacibn fub confirmada por Real c6- dula de 1764, quedando bajo d patronato real, que, clespubs pasd al Gobierno federal, segiin resolbcion del Gobierho mexicano de 30 de Noviembre de 3844, respecto del cual y otras fundaciones piadosas, couio las de Pilipiuas v Fondo l'iadoso de Cnlifornia, dn- remos algunas nociones hisb6ricas en el siguiente phe6 rrafo, y por último, el Colegio de las Vizcaínas. Pue-1 de verse en la colecoibn de decretos, reglamentos, etcbtere, relativos h la desamortizpci6n, publicidq por el Lic. Luis Labastida an 1893, el erudito y fun- dado informe de la Seccián 2." de la Seoretarla de Encienda, en el cual se propuso la revocaciófi de los acuerdos dictados par la misma Seoretesin, con fecha 7 de Marzo y 26 de Julio de 1863, en los qilepe hnbian declarado coiuprendidos en las leyes de necio- nalizaci6n, y por lo mismo denunciables, loa bienes destinados por e1 conquistador 1iern.h CortUs para obras piadosas. Debe tainiiibn tener.qe presente las doatrinus expuestas por el Sr. liodriguez de San Mi-

en su ~SBptiiila &ectura Juridica?, n'Liirieiao 21.

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el daño que pudiera seguirse de la amortización, se ordenó, por cédula de 9 de Septiembre de 1796. el pagQ de un 15 por 100 sobre el valor de todos los bienes que pasasen á manos muertas, la cual dis. po~ici6n se mandó observar en ~ m é r i c a por 'Real cédula de 2 de Noviembre de 1706, y acercrt do caya aplicación se dieron varios dicttimenus por l n Junta Superior da lteal Hacienda durante 3a do- minación espaliola; y la tjercgra, que dichos bie. nes estuvieron sujetos 6 todas las cargas y contri- buciones & que estaban sometidos los bienes pxrti. oularas, en virtud de lo concertado en el concor dato celebrsdo en la Silla apost6lica en el afio 1737.

Aunque no toca directamente al asunto de que venimos hablando, creeríamos dejar i~icompleto nuestro estudio si no añadiésemos algcnas breves notioias acerca de las minas que fueron objeto cle inmoderada codicia de parte de los espnñoles en 10s primeros tiempos después de l a coiiquista, :y una forma particular de propiedad que so consi- deró inherente á los derechos del soberano.

NO obstante que las minas se es t im~ron al prin- cipio en la leo-ación romana como una depende!- cia de l a prozedad de l a superficie, y .por consi. nie ente, como comprendidas en el dominio priva- do, más tarde, cuando la exensión de sus cpnquis. tas hizo cdQocer & 10s romanos todas las riquezas que podiaa kacai: del fondo de la tierra en los pue. blos sometiaos s u dominación, se pens6 en in- vestir al Estado del derecho sob e Ins mines, que fu6 considerado como una regalía 110 1% corona.

Estas ideas que dominaron en España hicieron que 10s reyes de esta nación, en virtud del derecho de ~onyiiista qiie se atribuyeron sobre las tierras, - ripres al decreto de 3 do Noviembre de 1852, Prolli- +endo la enajenacibn bienos de nlanos niucrtafi sin licencia del Gobierno.

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26 LA PROPIIDDAD 'I'EIRRITORXAL --

se considerase~ también dueños de las ihinas de metales preciosds, cuya explotaci6n no podía ha- cerse por los particii&ares, sino mediante ciertas condiciones, si bien no parece que en las disposi- ciones dictadas sobre este particular se hubieseis comprendido las canteras,. yacimientos de carb6n y otras siibstancias biturninosas. Según una ley de la Novisima Rocopilacibn, las minas y pozos de sal. pertenecían exclusivamente a l Estado (1).

Lo que hemos dicho hasta aquí piiede dasnos iina idea, siquiera sea breve y compendiada, de la ma- nera cbmo la propiedad territorial estuvo reparti- {la en los primeros tiempos despu6s de l a conquis- ta, y aun muchos aiios después. En el ligero estu- dio quo haremos en segiiidlt veremos las modifiba- oiones que los derechas crondos en acl~~ellol: tiem- 110s en favor de los particulares, de las Comnnida- des Ó de l a Iglesia sizfrieroii posteriormente. h ~ s t a llegar á l a úpoca actiinl.

Las noticias contenidas en el pitrrafo anterior no pueden darnos sino iin conocimiento imperfecto de la orjinnixación que ha tenido la propiedad terri- terial cntre nosoti.os, por cuanto la que recibió en los primeros aiios de la vida política o~lonial hubo de experimentar, en el transcurso de los tiempos, iaportantes modifir.aoiones que debemos recordar, coinenxando por las qno se refieren 6 1% propiedad indiviclnal.

Como es de suponer, no todas las tierras f ~ ~ e ~ o n

(1) Vbe,s~, 5 Escritbhe y 10s titiilos S V I I I y XIx del libro I$ de lo, Novfsinln &oropilaciOii.

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repartidas. Muchas de ellas quedaron abandcna- das, y aun las que se dieron en clase de merced y pasaron á formar parte de la propiedad individual, 110 quedaron bien determinadas en cuanto á su ex- tensión y linderos. Era, por lo mismo, de esperar- se que más adelante se tratase de deslindar todas las tierras pertenecientes antes á la corona de Es- paña y hoy á la nación, Y de reducir á sus justos límites l a parte de las mismas tierras que había pasado al dominio de los particulares.

Este es el origen de toda l a legislación de bal- díos que nos proponemos estudiar con la extensión debida en el lugar oportuno de esta colección. Por ahora nos limitaremos á exponer algiinas conside- raciones generales, por ciinnto esas leyes, si bien justas en sí mismss, han dado S la propiedad te- rritorial un caracter de incertidumbre perjudioial IL 18 riqueza pública, y han sido una ameuaza cons tante para los dueños de tierras, Iiasta que, falin mente, por las disposiciones legislativas que & sil tiempo citzremos, se ha puesto la propiedad terri- torial A cubierto de nuevas investigaciones.

Siendo justo y debido, según acabamos de decir, que se corrigiesen los errores en que so había incu- rrido al distribuirse las tierras en los primeros años despues de la conquista, ya por falta de ele- nientos para la exacta medición de éstas ó ya por el poco aprecio en que l a tierra era tenida, no debe sorprendernos que se hubiesen dictado las disposiciones contenidas en la ley 4.' del título XII, libro I V de la Recopilación &e Indias, que por su importancia copiaremos integra en este lugar.

Dice así: «Por haber N6s sucedido enterailiente en el seiiorío de las Indias y pertenecer ti nnestro patrinionio y corona real los Fqldíos, siielos y tie- rras que no estnvieren coilccdidas por los señoises reyes iliiestros predecesor~s 6 por N6s, 6 en m e s -

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tro nombre, conviene que toda l a tierra que Se po. se0 sin justos y verdaderos títulos se nos restituya según y como nos pertenece. para que reservando antetodas cosas lo que á NÓs 6 á 10s virreyes, An- cienoia y gobernadores, pareciere necesario para plazns, @dos, propios, pastos y baldíos de 10s lu- gares y consejos que estBn poblados, así por lo que

.amo al toca al estado presente en que se hallan, (,

porvenir y al aumeiito que puede no tener, Y tg- partiendo &los indios lo que buenamente hubieron menester para labrar y hacer sus semente1,as y crianzas, confirmándoles en lo que ahora tienen, y dándolos de nuevo lo necesario, tods, la demjs tle- r ra quede y esté libre y desembarazada para ha- rver merced y disponer de ella & nuestra voluntad. Por todo 14 cual ordenamos y mandamos á. los vi- Yreyes y presidentes de Audiencias pretoriales que cuaiido les pareciera señalen término competente para que los pogeedores eshiban aute ellos y los niii~iutros de Audiencias que nombraren, !os t i tu- los do tierras, estancias, chacras y caballerías; y r~myaraiido 6 los que con buenos títulos y recaudos ó justa prescrilxión poseyeren, se nos vuelvan y restituyan las demás para disponer de ellas $, nues- tra voluntad .»

Con raz6n el autor de la Legislaciólz y Juris. prudorcia sobre terrenos bqldios, libro impreso en Bféxico el año de 1805, ha dicho que ni antes ni después de esta ley existe ninguna declaraci6n tan ::olemne y exprese como la que ella contiene del dominio eminente del Estado sobre el territorio en que ejerce su soberanía. E n ella se hace urra decla- sació11 clar:~ y explicita de clua los terrenos baldíos son propiedad de l a nncióii, que en la época en que se dictb esa ley estaba representada por l i ~ R.ed corona conforme S las institnciones políticas (le aquellos tiempos. Esta ley ha servido de base y de siipaesto jurídico, continíia diciendo el mismo as-

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critor (l), no s6Io á todas las reglamentaciones posteriores, sino hasta las leyes actnales sobre baldíos, ya que establece el principio de la inves- tigación oficial para descubrir y habilitar los te rrenos de la misma clase, y sirve de fundamento jurídico ,Z las investioaciones -jr procedimjentos se- guidos por las C?omp&ins deslindndorns.

A las disposiciones legislntivas qtie contiene,la ley que acabarnos de citar, siguieron otras variar rolntívas a l mismo asunto (2). No creemos nece- sario hacer mención especial de ellas en este ln- gar, y nos referiremos ú~icamente 6, la Beal inu- trucci6n de 15 de Octnbre de 1754, de la cual, por SU granda importancia en lo que se refiere la ex- pedición de títulos que hoy pueden presentar los Propietarios de tierras en defensa de sus derechos, hablaremos con mayor detenirniento en el estudio especial que acerca de los terrenos baldíos nos pro- Ponemos hacer en el lugar oportuno de esta colec- ción.

Las disposiciones legislatipas dictadas , tapto Por el gobierno de los virreyes como ppr el Gobi?r- no nacional respecto de bienes eclesi6sticos, tic- nan que figurar tambiLn en esta parte de nuestro estudio, tanto por los gravámenes que impusieroli A 10s propietarios de bienes inmuebles como por 10s peligros & que aqu&llas se vieron expuestos me. diante las denuncias que por cerca de medio s$@o se han hecho de capitales piadosos clue se copside l'nban ocultos, hasCa que se di6 la ley de Libera C16n, de que hablaremos en el lugar correspon- dientb.

Es un hecho que no puede negarse, que durante C__

(1) *Le$islaci6n y Jurisprudencia, sobre terrenos balclioss, tomo 1, pagina 44.

.) Pueden verse las leyos 15,1G, 17,18,1'3 y 20 del ~ ~ s l i l o titulo.

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30 LA PROPIMDAD TERRITORIAL

la época colonial los capitales pertenecientes á l a Iglesia sirvieron grandemente para e l fomento de la Agricultura. Procedió de aquí una situaci6n, en l a cual los bienes de los particulares tnvieron que sufrir las consecuencias do las disposiciones dicta-

con el objeto de lincer entrar en sl comercio los bienos poseídos l~or l a mano rniierta, ya fuese por causas ospeoiales, coino las urgencias del Go- bierno; ya por motivos particulares, con10 fue l a extinción de la Compaiiia de Jesús y de l a Inqui- sicibn, 6 bien por cansas inás generales, como 13s que determinaron la nacionalización de dichos bie. iies decretada en estos Últimos tiempos.

Las guerras que tuvo que sostener Carlos III habían dejado exhausto el Erario hasta ta l punto, dice un escritor (l), que aquél se vi6 obligado á realizar uu empr6stito con u n interes anual paga- dero en veinte años. No habiendo sido bastante esta operación, se practicaron otras posteriormen- te, lo que di6 por resultado que l a Deuda pública en España llegase á una cantidad considerable. Como estas operaciones se habían practicado me- diante la expedición de vales dados á los presta- mistas en cambio de dinero efectivo, el rey Car- los lV,,por Keal o&di~la de 19 de Septiembre de 1795, dispuso l a enajenación de los bienes que per- tenecían i hospitales, hospicios, casas de iniseri, cordia, de reclusión y de expósitos, cofradías, Ne. inorias, obras pías y patronatos de legos, para des- tinar su producto al pego de los vales expedidos por su antecesor.

Mas como no fu8 esto bastante para cubrir la inmensa suma adeudada, y como, por otra parte, no se daba 8, todo el dinero recaudado l a inversidn prevenida, se introdujeron en l a Caja de Amortiza- -. --

(1) B1 Lic. Luis a. Lnbastida on la inlroducci6n ú, la colccci6n de leyes ya citada.

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ción, continúa diciendo el mismo escritor, los res- tos de las temporalidades de jesuitas, y se concedió permiso á todos los que tuvieran contrb sí censos perpetuos y a l quitar y 6, los que poseían fincas su- jetas á algún canon enfitéutico, para verificar el pago con vales que debían qned-~r fnera de la cir- culación.

Por Último, en Octubre de 1805, Carlos IV, con anuencia del Papa Pío VII, mandó enajenar bie- nes eclesiAsticos hasta la cantidad que produjera anualmente una renta de doscientos mil ducados de oro de cámara, imponiendo el valor total de la enajenación sobre la Real Caja de Consolidación de vales, con especial hipoteca de todos sus arbi- trios, y con un interés igual á la renta que produ- ciqn los expresados bienes.

Tales fueron los principales recursos destinados a l pago de los vales creados y expedidos por Car- los 111; y casi puede decirse que el fondo destirndo á su amortización estuvo formado exclusivamente de bienes eclesiásticos, enajenados con el expreso consentimiento de la Sede Apostólica.

Abolido el famoso Tribunal de l a Inquisici6n por las Cortes espaiíolas, sus bienes, en una buena par- te, se introdujeron, según acabamos de ver, en las Cajas de Consolidaci6n.

En el lugar que corresponda hablaremos con m4s ex.tensión de esta materia. Ahora sólo trata- mos de hacer conocer la influencia que todas estas disposiciones han debido tener en la propiedad te- rtitorial. Estrechamente ligados por razón de in- tereses los bienes de los particulares con los de l a Iglesia, por razón de los censos, gravarnenes é hi- potecas con que aquéllos estaban gravados en fa- vor de ésta, natural era que los efectos de aque- llas leyes se hiciesen sentir de una maneta favo rable 6 perjudicial para los poseedores de l a rique- 2a inmueble; favorable, si por acaso les propor.

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99 LA PLIOPIEDAD TERRWORI~E

cionaba la oportunidad de librarse con menor gravamen de las cargas que sobre ellos pesaban;

s i les imponía obligaciones que alte- raban los pactos concertados en los contratos pri- mitivos (1).

Estn consideracidn explica por qiiú hacemos rnenciiji~ en este lugar de las leyes que liemos ci- tiado, L las cuales teí>einos que :fiadir el decreto de 17 de Junio de 1812 (lado por los Cortes espa- ñoles, en el cual se ordenó qiie se aplicasen a l EEJ- tsdo los productos de Ins fincas y capitales perta- nacientes ¿\ ~stahlecimientos públicos y cuerpos seculares O religiosos que liiibiesen sido estingui- dos Ó disueltos.

Otras dos circunstancias que influyeroii notable- mente en la propiedad territorial de Nueva Espa- iia, y fueron el establecirniento de los mayorazgos 6 vinculaoiones y l a introducción de los priviie- gios de que disfrutaban en Espaiía, las oorporacio- nes de ganaderos, y que eran conocidos con e l nom- bre de privile~ios de l a Mesta.

L a existenala legal de las vinculaciones ó mayo-

(1) V6ase la representacidn escrita por el Sr. Abad y Queipo, obispo d.e Illichoacin, 15, nombre de los la- bradores y comerolantes de Valladolid, en la que se demuestran con claridad los gravisimos inoonvenien- tes de que se ejecute en las AmBricns la R e ~ l cBdula de 26 de Diciembre de 1804 sobre la enajenacidn de bienes roioes y cobro de capitales de oapellanias y obras pías para la consolidacidn de vales; y el cescrl- to presentado i D. Manuel Sixbo Espinosa, del Consejo de Estado y director ~ n i c o del príncipe de la Paa en asuntos de Real hacienda, "irigido tí, fin de que se suspenda en Anibrica la Beal c6dula de 26 de Dicieni- bra de 1802 sobre enajenacidn de bienes raices y cobro de aapibalos pios para la consolidnci6n de vales.. Ambos documentos se encuentran insortorr en las obras sceltas del Dr. Mora, Paris, 1837.

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razgos constituía una forma especial de propie- dad territorial que es indispensable dar B conocer. Los privilegios de la Mesta venían á formar una restricoibn del derecho de propiedad, que apenas puede creerse que haya subsistido hasta principios del siglo pasado. Lliremos breves palabras acerca de una y otra institnción.

El mayorazgo, decían los j~~risconsultos, es un derecho desuceder en los bienes dejados, con; la obligación de que se hsn de quedar en la famili? perpetnainente y pertenecer a l próximo lwiiiioge- nito por oFclen sucesivo (1). Los inconvenientes de una iustitución,.qne además de amortizar la pro- piedad la hacía improductiva, por cnaiito el posee- dor sólo trataba de aprovecliarse de sus frntos sin cuidar de su mejoramiento, han sido con tanta claridad demostrados por el autor del Ilzfo?vne so- bre la ley Agrurict, que no podemos menos de co. piar wqiií sus palabras. «Ciertamente, dice, que conceder á un ciudadano el dellecho de t ransi~i t i r su fortuna B una serie infinita de poseedores; abandonar 18s modificaciones de esta transmisión á RLI sola voluntad, no sólo con independencia de los sucesores, sino tainbibn de las leyes;. qiiitatr: para siempre á su propiedad la comunioabzlidad y la transmisibilidad, que son sus dotes mits precio- sos; librar la conservación de las familias *obre l e dotación de un individuo en cada generación y t% costa de la pobreza de todos los demás, y atribuir esta dotación á la casnalidad del nacimiento, pros- oindieildo del 1i1érito v la virtud, son COSAS, no sólo

priricil)ios iiel pacto social y $ 1:1s in$~ximas gene* rales de la legislacióu y liolítioa »

(1) RIolina, oitado en el &Sala hlexichiio~, libro 11 titulo VII, niimero 23.

3

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u n a var~idad pueril inclinaba $5 los españoles que Iiabían adquirido una fortiii~a eh las colonias, por medio del comercio 6 la bonanza de lns minas, 6, solicitar un título que eunobleciesa á su familia. Estos títulos llevaban consizo la fundaci6n de iiu vínculo, por cuyo medio se @etendía dar duración á las fortunas. si bien este intento se frustraba por los grctvi&enes que se imponían con permiso de l a Audiencia sobre los bienes vincnlados, con los que, así éstos como todas las propiedades raí- ces del pnis, tanto riisticas como iirbanas, estaban afectas en gran parte & i.econocimientos, & censo redimible, en favor de1 clero y fundaciones piado. sas, dice el hisf;oriador Alambn (1).

I Las Cortes do Espalia, en el artículo 1 .O ne su ley de 27 de Ssytieiuhre de 1820, suprimieron y de. cluraroii :ahsolutnn~eiitu libres todos los mayoi.az- gos, fideicoiiiisor;, patronatos y todv especie do vinc~ilrtniones (le hieues de ui~alqiiier cltbae, prohi- bienrio en si1 articulo 4." que talox vinoulnciones pudieran hscerso en lo sucesivo. Exta ley no se publicó en BlBxico; 11ei.o por el decreto de 7 de Agosto de 1928 se declar6 qiie las vinculaciones habian cesado d e d e la fecha de aiiiiella ley, y que por lo misino sul~sistiun las probihi~ioues conteni- das en olla.

No inteuta~lloh c i~t~ldi :~~ ' e11 adte liigar iinlt lila- teri :~ que xn er:c~~ent~o, :tiiil~llt~iiiei~to Lratads por los autorus ctt: I)oruelio civil, y sUlo ilii.oinos, 11ai-a coi i~pleta~ las uoticirtw cluo :~(*erc:~, de1 pnrticinlrtr hemos creído conveniente dar, c4110 la abolici6n,de los mayorszyos 110 se hizo do tina sola vez, sino que se faciilti) li los poseedasea Iiwra disponer li- hremente rio la mitad do los l~ielier vinc~nlndos, coiaserv:tudo la otra ~liitad le ello:: 11;tra slis suce-

(1) .H&toi:ici ddo RIlsico*, parlo La, lil-~ru 1, capi- tulo 1.

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sores; y también que l a legislación de algunos Es- tados de l a República modificó las disposiciones de las leyes que aoabamos de citar, facultando á los poseedores para disponer de l a totalidad de los bienes vinculados (1).

Dijimos antes que otra de las restricciones que en tiempo del Gobierno colonial sufri6 l a propiedad rural, fné debida á los privilegios de los ganade- ros, que se hicieron extensivos á Nueva España, y que hubieron, por fin, de desaparecer en virtud de los decretos de las Cortes españolas, que permitie- ron & los propietarios de tierras acotar sus respec- tivas propiedades.

Aquí también tenemos que referirnos al cblebre Jovellanos, quien se admira, y con razón, de que los exorbitantes privilegios concedidos á l a gana- dería en España hubiesenpodido sobreponerse á las consideraciones de estricta justicia y del interés público bien comprendido que militaban en favor de la Agricultura. Causa verdaderamente asombro que los propietarios de tierras se viesen obligados ti permitir el tránsito por SUS sementeras á los gn- n<tdos trashumantes e; ciertas épocas del año, %S- tando obliendos á facilitarles pastos Dara su sas- tento mediante ciertas reglas &table$das.

Felizmente poco tuvo que sufrir l a propiedad rural en Nueva España de tales privilegios, acerca de los cuales sólo encontramos en un escrito de aquella época las palabras siguientes. «Padece también l a Agricultura, se dice en 61, por los esor.

(1) Bn el *Nuevo Felirero Mexicanor>, piihlicndo por GalvLn ItEivnra í>n 1850, so cledico, un titulo c:ritarro, que es 01 XVI dpl libro 11, K exponer las losres y doc. trinns rcila.Giva8 6, los mayoyazgou, putsoiiittios y Cape- Ilaui,ia. Alli s ~ : uibu una iov dwlEstado da M6sico que faf.111 t.6 CL los ~ O Y ~ ~ ~ ~ O P C S a&ualcs dcb mnyornzgos ]>ara disponer de la totalida11 dt1 los I~iuuca vinculudos.

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36 LA PROPIDDAD T$RRITORIAL

bitantes privilegios de l a Mesta, introdcicidos en estos reinos, sin causa conocida, por la prepotenoin de cuatro g.inaderos ricos de esta corte, (1). El Br. PallarEs, en una nota puesta ii. 18,s palabras que acabamos de copiar, dice lo sig~iiente: <LOS privilegios de la ilIesta 9 corporaciones da ganade- ros fuero11 i~~troducidos en R!iéxico por las leyes del titulo SSV, libro VI1 de l a Novísima Recopi- laci0n1 y título XVI, libro 1 de la Recopilación de Indias, declar&nindose que en ilniéiiea los rnontep, pastos y aguas debían ser comunes, y produciendo este comiini~iuo ptivileñiado ít favor de los garip deros tale- :tIm o.., ~ L L O 1:1 auto acordatlo de la Ap- diencia de NBxico, de 28 de Mayo de 1756, tuvo que ponerle alguna tsxativa aun contra el tenor de las 1eye~. Estas, finalinente, fueron derogadas uor la de 1:~s Cortes esugiliolas de S de Junio de 1818, i n e periniti6 scotar tbclas las heredades (2).

Coilocidas, uor lo aiie hemos dicho hasta auní, las diversas res&iccio~eu iml)uestas & l a proi>i&d;led territorial, que modificnsou su orga~iiesción dii. raiite o1 período (fe que lioinos venido hablando, y siii perjuicio de los que tengainos rlao decir nihs atlelnnte respecto :i nlgiinos rie los puntos tratarlos hasta aqiií, sólo nos rosta nllsdir algunas palnbrris para rccordar que la propiedad territoria(1 estuvo ~ometidn, {L otra restricción, por razbn de la uacio- nnlidnd tlo las personas que podían adquirirla 6 transmitir!%.

Irohiliida como eetaba & los estrnnjeros l a en- trada á. colonias ospañolas ($:), clttro esth que no

(1) El Sr. Aliad y Quc+il~o @u uno 11r~ los woriLos ~ u t i > s i.it.:~ilo~.

(''2) P ~ ~ l l a i . ~ j : L~*fi~is¡>~i'iii~~ h'il~li~l'i~l C I I I J I ~ ~ I ~ ~ I I I C ~ ~ E L ~ ~ ~ del Dererlrt) Civil blr~sic:aiiu~, iutroducvic<n.

(:f) L a p s 1.Q y 7.%, titulo YXVII, libro IX do l a Rocopilacibn de Indias.

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podían adquirir bienes raíces en ellas; pero habién- dose verificado la enlancipación política de la na- ción, cesaron las prohibiciones anteriores, si bien no se permitió sino hasta 1842. por la ley do 11 de Marzo del mismo año, adqiiirir bienes yaices en el territorio de la Iiepública bajo ciertas condiciones. Por leyes anteriores de 12 de Narzo de 1528 y de 7 de Octubre de 1823, se les prohibía adquirir fincas riisticas y urbanas por compra, adj~1dicaci6n en pago 6 por cualquiera otro titulo, y denuncias mi- nas, ya iluevas ó ya desamparadas.

TJR ley llniuads de Estranjo~ía (le 9K de Mayo do 18S6, iio pone mlis restricción iL los estrunjeros, en cuanto ií la adquisición de bienes raíces, que In de no poseerse terrenos baldíos por los naturales de las naciones limítrofes en los Estodos que con las mismas colindan. Esta prohibición ha sido re- petida en el artículo 6.O de la ley vigente sobre ocupación -y ennjenacióii de terrenos baldíos de dü de Maizo de 1884, la cual, en su artículo G.O, dice: aT'odo habitante de la, República, mayor de edad y con capacidad legal para contratar, tiene derecho, en los términos de la presente ley, para denunciar terrenos baldíos, dernitsías y excedencias en casl- quiera j arte del territorio nacional, sin limitación de extensidn, excepto los naturales de las nacio- 110s limítrofes de la República y de los nat~irttlizn- dar en ellas, quienes por ningún título piie~leri a(!- cjuirir baldios en los ICstados que con ellas linden.

En ciiauto 4, la prulribiciói~ contcxiidii eo l.% Icy do 10 de Pebreivo de 1856, para qno los extranjeros piidiesen adquirir terrenos situado., en ixna zoiis de rcinte leguas desde la fl:ontera hasta el in t~r io r del .prtjs, debe tenerso coino vigente, según opinión de ,lurisoonsii!tos respetables (1).

(1) Pi~i.ilil vcrw ori Iris niiiiic.ros RR, 45, 47 y 48, tomo X S I , y 42, toiiio XXII del <,l?oro*, 1s dihcusidu

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38 LA PROPIE~DAD TBRRITORIAL

No Pub sólo la propiedad territorial de los parti- culares ln que tenia clue experimeiitar profundas moditicaciones ocasionadas por el cambio de las ideas dominantes en tiempos posteriores, sino tam- bién l a de los indios, sometida, hasta principios del siglo pasado, L una legislación especial.

Al~olida por el nrt;culo 18 de l a Constitucidn española de 1812 l a distinción de castas eiltie to- dos los hahitantcs da España y sus colonins, cesa- ron de ejercer sn influencia e c la libre transmisióii de las propiedades particulares de los indios los funcionarios pi'iblicos encargados de protegerlos. No tenemos, pues, que hablar sino del fundo legal, de la ejida y de los terrenos comimales.

nespecto del número, nos limitaremos á repetir lo que se dijo en l a primera edición de esta obra. Después de citarse las disposiciones legislativas que y a conocemos, se agrega: <Estas y las otras disposiciones posteriormente acordadas para e i fiiiido dc los pneblos son al fundametito legal de la existencia y aplicación de esa porción de terre- no qne viene % constituir el ámbito de cada pue- blo, y qiio, por consiguieilte, en el punto de vista territorial, es el ~iiieblo mismo, difiriendo, por tan- to, esencialmente de las porciones (le tierra que se noml~ran ejidos. Con facilidad se comprende, aten: tas estas indicaciones, que ninguna ley antigua n i modorna hn querido autorizar el fraccionamiento y venta del fniido legal, porque esto sería absiirdo.=

clue rtcerua de la vigencia de esta ley se suscito entre lus distinguidos jui.is~onsultos D.Ignacio L. Vallarta y D. pancisco Gdnise del Palacio por una parte, y D. LUIS MGndez por In otra.

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Nada tenemos que añadir 6, las palabras qiie acabamos de copiar, y sólo diremos, por vía de in- formación, que por diversas disposiciones de carác- ter obligatorio se ha prohibido la fundación de pueblos, sin que conste que tienen el terreno sufi. cientemente para el fiindo legal, conforme i las leyee qne lo seiialnn y determinan. PL'Lcilmente se advierte que pur este medio se han querido evitar las graves dificults~des & que da lugar la existen cia de un ~ u e b l o com~rendido en terrenos de piedad ajena (1).

En cuanto á, los eiidos. s í hav necesidad de ciete- nernos algo más, 6orqi;e han "sido comprendidos en las leyes de Desamortizaoi6n, y muy particular- mente por l a jurisdicción que ha ejercido el Go- bierno federal rasolviendo las cuestiones q.Lie acer- ca de las adjudicaciones de esea clase de temenos se han promovido.

@Los ejidos, aunque fueron exceptuados de la desamortizaci6n por el artículo 8." de l a ley de 25 de Junio de 1856, ratificada por l a ley de 25 del propio mes, dice el Lic. Oroeco en r ~ u Le~/islacion ,I/

Jtwisprudenciu sobre ter~.eno.q úuldio,~, oopiaudo las palabras del Lic Labnstida, como quiera qiie en el segniido p t r a f o del RY~~DLIIO 27 de la Consti- taciún lederttl, promiilgada s15 de Febrero de 1867, y quencomenzó R regi+ el 16 de Sc~itiernbre del mis- mo ano, se prohihi6 Is adquisición ó administra- ción de lsienes rnioes & las corpo~aciones civiles Ó eclesilsticas sin mBs excepción que los edificios

(1) Sobre l a erección de nuevns poblaciones, vbase el informe de l a Secciún l." de la Xccretarin de Fo- nlento y el acuerrlo de S de Agosto de 1S8, relativo & la solicitud del Ayiiiitaniiento del Partido Norte, de la Baja Oalifornia, para que se los concediesen terre- nos con que. fundar un nuevo pueblo, y en el Estado ae Veracruz el decreto de 2 de Diciembre do 1865.

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destinados inmeüiata y directamente a l servicio Ú objeto de la institiición, quedó abrogada Ja indi- cada salvedad del artículo 7.P, y de ahí la necesi- da6 ile que para dar oumplimiento á este phecepto <ronstitucionxl se haya tenido que proceder L q i i ~ los ejidos dejeii de existir.

mas para llevar esto á efecto de un modo justo y legal, hubo de discurrirse sobre la adopcióu de rnedidas adecuadas á tal propósito.

»Tuvo sin diidn el Gobieruo federal para esti+ mar de su competencia el proveer en el asuuto, varias consideraciones,

.Los ejidos, como se ha visto, fueron excli~idos por las leyes de Dosamortizacióu; .pero atento a l citado precepto constitu&ional, l6g1co era deducir que los ejidos pasaban a l poder del Erario federal coino siibrogatario de los bienes de corporacionesi y con tanta mQs razón cuanto qne recordando l a procedexicirt de los ejidos, una vez qiio sil subsis- teiicia fu8 imposible, nada más natural y conse- cuente que el que esos terrenos volviesen al du- ininio del que los ooncedió para el uso común de los vecinos d e las poblaciones.

~ X R S esto no obstante, coino ya se indicó, e1 (:ohierno federal, deseando conciliar el acata- miento de lw silpreiila ley con 01 i11te~Cs [le los pila- blos, provey6 C la soluci0il del pi.int;o, dictando 1ii.s- posicioner caicrtniiuadas & ese fin y al de evitar de nivicins ir>lpracedeiitas, pues aiiuqus fic eetnTji~!*~~ ilo 1111 ~~loclo claro el1 el articiilo 1.O do 1s ley de a9 de Jnlio d0 lSG3 que no son baldíos los terrenos cine hayan sido destinados B un uso piiblico, e11 CUYO caso SU en~uentrail los ejidos, no han dejado de suscitarbe ciiestioiles íc ese rs~pecto. Aui, PiieS, se resolvi6 qi7e se practicasen las operaciones 30 seiialaioiento y meusura del fundo y ejidos de cada población, de acuerdo con las leyes que se hubiesen dado sobre ese punto en el respecti~ o Estado aii-

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tes de proinulgarse la Constitución federal, y si no las hubiere, conforme 4 las disposiciones antiguas que no han sido derogadas (como, por ejemplo, 1) l<,eal ordenanza de 26 do Mayo de 1567, Xeal ce- rliila de 4 de Junio de 1087, Real cbdula de 12 do Julio de 1696 y Real instr-cxcción de 16 de Octubre de 1754), asignándose en este caso para el fiindo legal de cada pueblo las dimensiones designadas de 1.200 varas de antigua medida, 6 1.005 metros, seis decímetros del sistema legal, por lado del cuar drado que se había de forman y cuyo centro sería el mismo de la población, si esto era posible; que respecto de los ojidos en donde hubiese baldíos bastantes para el objeto, tendrían l a estensi6n 4 lo m4s de una legua ciiadrada, 6 1.755 hectáreas, 61 áreas, quedanrlo comprendido dentro de dicha le.;_ua el fundo legal, respetándose, a l hacerse el senalamiento, las propiedades legalmente adquiri- das; y que para dar el debido cumplimiento al pre- cepto constitucional que niega B las corporacione~ capaci~iad legal para adquirir y administrar bie- nes raíces, una vez que se hiciese el señalamie+to del fundo legal y separada que fuese la porcion destinada á, panteones y demas usos públicos, el resto seria fraccionado entre los padres 6 cabezas de familia.

.Así se ha verificado, extendi6ndose gratis por la Secretaria de Fomento títulos firmados por el Presidente de la República & favor de los vecinos de los pueblos, todo lo cual viene probando qiig el Gobierno ftideral, y no los Ay~intamienbos ni otra Autoridad, es el que, como competente en la mate. rin, concede ,araciosamente la parte disponible do 10s antiguos Gidos. a

Reformado el articulo 27 de l a Constitución fe. d.e~al por decreto de 24 de Abril de 1901, en el sen- tido de permitir á las corporaciones civiles de du- ración perpetua 6 indefinida la adquisición y adml-

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nistraci6n de toda class de bienes, hay motivo para, dudar si los ejidos de los pueblos volverhn 5 quedar sometidos á l a legislación de los respecti. vos Estados, supuesto que l a pi+ohibición conteui. da en el articiilo 27, t a l como antes estaba redac- tado, fué causa de que au esta materia, que pareco corresponder al régimen interior de los Estados, tuviese intervi,nción la Autoridad federal. E l pun- to, cuando menos, es dudoso, y debe esperarse que la ley que expida el Oongreso dela Uni6n sobre este particular venga B aclarar l a dndn (4110 esiste (1).

No puede decirse lo miunio respecto de los terre- nos llamados de comunidad, porcino ésto.: no per tenecen á corporaciones de duibnci6~i yerpetun, é in- definida. Acerca de ellos se han dictado diversa9 disposiciones que han tendido á liacerloy desnpare- cer como bienes comunales, hacieiido que se re- duzcan h. propiedad particular.,

L a conveniencia de t a l medida, demostrada por las doctrinas de l a Economia política, no se ocnltD B algunos de los liombrep ilustrados de principios del siglo pasado, y las Cortes españolas de 1812 dictaron algunas disposicioiles coii el ohjeto de di- vidir las grandes propiedades poseidas en común, tanto en Espaiia como en las colonias (2).

Poco después de consumada l a independencia se dictaron varias disposiciones con el objeto de lia- cer desaparecer las lllainadas parcialidades de San

(1) En el decireto que reformb el artículo 27 de ln ConstituciBn federal, se dice que una ley del Congreso de la UniBn determinar& lns limitaciones y requisitos con que deben hacer uso de la faculbnd que se les coii- cede las corporacioaes civiles.

(2) El Sr. Abad y Queipo proponla qn 1709 que se hiciese la iiiviuibn gratuita de las tierras de comuni- dades de indios entre los de cada pueblo en propiedad y dominio pleno. Ybase el decreto de las Cortas espa- riolas de 4 do Enero de 1813.

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Juan y Santiago que existían en la capital de la Ilepública. El Lic. Luis G. Labastida, en su obra varias veces citada, se expresa acerca de este ,par- ticular en los tbrminos siguientes:

<El decreto de 27 de Noviembre de 1824 previno que se entregasen 'los bienes de las Parcialidade8 de San Juan y Santiago tl los piieblos que las com- ponían, quedando desde aquella fecha extinguido el antiguo Gobierno de dichas ~o~poraciones. El objeto de esta determinación fué reducir á pyopie- dad particular la que antes había sido común, le- vantando por este medio U la clase indigena hastn una situación libre S, independiente, y aunque des- P U ~ S el general Santana derogó la expresada de. terminaci6n en sus decretos de 12 de Mayo y 18 de Junio de 1853, la verdad es que la administraci6n apareutemente quedó á cargo de tina junta de Ha- cienda, <compuesta de los mismos indígenas; pero en realidad manejaban estos fondos el abogado y el cura ¿iel pueblo, y aun cuando eran aqutillos de importancia, no bastaban sus productos para pa- gar honorarios devengados e< pleitos s&iilaies, innliciosnmente sostenidos. v gastos de funciones

, v . .

religiosas. Esta siturición se prolongó en Ixtacalco hssta estos últimos días, en que, pOr denuncia del general 3Canuel Hantibáiiez, se tuvo noticia exac- ta de ella, y se procedió al reparto de los terrenos por el Sr. D. Benito Góinez Farins, Secretario de Hncieuda, el día 6 de Enero de 1892, segíin consta del acta de esa fecha protocolizada ante el notario público D. Vicente de P. Velasco.,

Hay que advertir qiio en algunos Estados, como en el de Veracruz, se han dictado leyes pala el re- parto de los terrenos de comunidades de indígenas desde tiempos anteriores, pudiendo citarse, eritre ellas, la de 22 de Diciembre de 1926, declarada vi- gente por la de 4 de Abril de 185f;. Conforme 6 0s- tas leyes, vigentes en el mismo Estado, se han ve-

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nido haciendo los repartimientos de tierras entre los natnrales de cada pneblb, sin que hasta aliorii haya podido terminarse una operación, para la cual se seiialaron en lns leyes anteriormente cita- (las plazos que ha habido necesidad de prorrn- gar (1).

No puede dudarse que la repartición de tierras y la, reducción á propiedad particular de terrenos pc- seídos en comiin ha debido ser, y en efecto ha sido, beiléficn á la nación, por cnanto bn contribuido nl aumento de 1% riqueza pública. Mas desgraciad%- mente puede decirse lo mismo respecte, de los natnrales h quienes esas leyes han querido favo recer. <<La historia d o la raza indígena de M6sic0, dice el Sr. Pimentel(2), es una historia.de lágri- mas y de sufrirnientoa, y razón ha tenido para ex- presarse así. Pop causas que no pueden atribuirse sino á l a fatalidad, ha st.cedido que las medidas dietadas con el deseo más sincero de favorecer á losindios les han sido perjudicialez. Así sucedió aos muchas de las dispcsiciones contenidas en la Re- -

(1) Como uno de los ~ randes obstáculos que se han lsresontndo pnra la divisi6n de los terrenos comunal~s han sido los litigios pendientes, en el segundo de los decretos citados en el texto se previno que si el litigio era entre dos pueblos, so soiiietieran á arbitraje for- zoso, y si entre uii pueblo y un partiuulor, se invitade b, úste aceptar el arbitraja. Parn los litigios que pu- diern haber entre pueblos de diferentes Estaclos, cv or- den6 en el articulo 26 que se invitaru L los goburnn- dores de los Estados liinitrofes, & fin dc que se air~riescu adoptar las misinas disposiciones en cuanto 6, In nia- nnrrt de deíieriiiinar los litigios pandientea, En It~s Mo- moriac do1 Gobierno de Veracruz de los allos de 1902 SL 1904 y de 1!i)04 B 1906, se encuentran noticias curiosas sobre la divisi6n de tierras couiunaleti en el Estado.

(2) Meirorin <obre Ins cniisnw qilr lian »riginado In sibiia,.i6n u~tuiil r i v Ir& rnzn inriigc:na en Rt6xic o y iuc- d i ~ s tlp reiiiediarla. M$xico, 18í34.

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copilación de Indias, según lo han demostrado aun los historiadores m-As adictos al régimen colonial, y así ha sucedido con la3 leyes dadas después de in independencia, promoviendo la extincibn de co- munidades y la repartici6n de los terrenos.

.Cuando las tierras se dan á hombres que no las han adquirido por su trabajo é industria, sino por una concesióii gratuita de la ley, dice también el citado escritor (1). iam&s saben apreciarlas ni sa* car de ellas el &%&lo que aq~~el los cuyos hábitos de laboriosidad les han ~roaorcionado lo nece~ario para comprarlas y ver& cómo propina, teniendo en ellas un capital de que poder disponer en todo tiempo,, Y ya sea ésta la causa, 6 se deba mlis bien al apego que la clase indígena tiene i sus m- tignos usos y costumbres, lo cierto es que los pne. blos han opuesto tenaz resistencia & la ilivisióii, y que muy raros son los individuos que han conser- vado los terrenos adquiridos en virtud de lns leysq de repartimiento. Ya sea, por ignorancia 6 por sil- gestiones de la codicia, & las que nuestros pobres indios no pueden resistir, lo cierto es que antes (le recibir el lote que ha de corresponderles en la reparticiónque se está practicnndo Ó que aperias se tiene proyectada, ya lo han vendido !t las persorins que llaman de razón por un vaso de aguardiente.

Así se han formado L muy poco costo grandes propiedades cercanas 4 los pueblos de indios, y si en ello, según hemos dicho, ha ganado la riqueza piíblica, en cambio los infelices habitantes de di- chos pueblos han venido á la mayor pobreza, te- niendo necesidad de pagar á los particulares por l a saca del carbón y de la leiia y por el pasto de los pocos :i,niiiiales que poseeii, todo lo cual teufan antes gratuitamente.

(1) El mismo: obra citada.

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Se ve, por lo que dejamos dicho en este $árrafo, que la segunda forma de propiedad i;econocida y organizada en los primeros tiempos después de l a conquista, que Eu6 la propiedad comGn de los an- tiguos pobladores de estas comarcas, casi ha des- aoarecido. Dues en muchos lupares aún 16s eiidos h'an sido eÍiajenados, no obstnvnte las disposic~ones dictadas en contrario Dor el Gobierno federal, v los terrenos de comunidad, dentrode poco, no ex&- tirán ya con ese oarácter, s i es que aiin algunos quedan por repartir v dividir (1).

La ~tropiedad territori:d en nuestra Rephblica arumió desde los priineros años después de l a cou- cluista, segí~n dijimos eil el párrafo 111 de estos npuiites, un:% forma especial, constituyendo l a pro- piedad eclesiástica, ó sea el conjunto de los bie- nes raíces llamados de manos muertas, para indi- c:tr, por niedio de e t a denominaoión, que no en- traban al comercio humano.

Esta clase de propiedad, vista siempre con ma-' los ojos por los afiüionndos á, estudios de Economia politic:% y los hombros de Estado que en Espaiia se llamaron repaliutbs, ha d~dapareciao entera- mente en la República mexicana. Las leyes de na-

(1) Sobro bienes do lns antiguas parcialidades, vPase el ricuertlo dr 1s Recrct~rin, de Cfobernnciún de 20 rlr RIaiSzo de IEiiir), por el 1:ual se coníi6 su adminis- trncibn k los Ayl~ntl~mientas, y respecto B las cornil- riiiledes do indigeuas, d1:brn uonsultarse las ejetruto- rias de Is Supioma Corte de la Nación que cita el Sr. Pnllnrc?~ en la p&gina 139 de su *L~gislacibn Fede- re1 Complementaria del Derecho Oivil. Mexicano P c ,

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cionalización de bienes eclesiásticos declaraxon expresamente que entraban a l dominio de l a na- ción todos los que el clero secular y segular había estado administrando con diversos títulos, cual-, quiera que friese la clase de pkedios, derechos y ac- ciones en que consistieran, y e1 nombre y aplica- ción que hubieran tenido (1). Y en un articulo de la Constitución política qiio nos rige se declara que ninguna corporacidn 6 institución reli.iosa, onal- quieraque sea s u carácter, denominac~ón 5i objeto, tiene capacidad legei para adqu i~ i r en propiedad 6 administrar por s i bienes raíces, con l a sola ex- cepción de los edificios que se destinan inmediata' y directamente al sei-vicio ú objeto de sil institu- ción (2).

No entra en nuestro plan, ni seria propio de este lugar, el analizar las leyes que sobre esta materia se han dado, en el -punto do vista cie su justicia, de VLI conveniencia, ni sir1iiier:t en el de la Economía política. Nos hemos propuesto solanlente referir á grandes rasgos la historia de l a propieda$ en &fe- sico, y nuestro estudio quedaría incompleto si no dijésemos algunas palabras acerca de esta forma do propiedad, que h a dado materia á tantas discu- siones, h a sido pábiilo de las pasiones políticas y hasta u n incentivo para la guerra civil. Ella ha ujercido grande inf l~~eni in eu 1:t propiodad de los ~~articnlares, ya aumentando su forttina por medio tie las adjudicaciones, ya exponiándola á denun- cias y procedimientos odiosos que les han debido CaLisar nb pocas alarmas. Procediendo con este pro. piisito, apenas tenemos uecesitlad de recordni. que' laq primeras ventas de bienes de l a Iglesia hechas cnn autorización de la Sede dpostólicn. tiivieron lror objeto la umortizncibn de los vales 'ReaIos ex- -. - (1) Arldculo 3.9 de la loy do 1Z ao JULIO act ~t ibv ('2) Arlioulo 27 rle la Constituoióii Pcdcral.

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dS LA PROPIEDAD TBRRITDRIAL

pedidos por el rey Ca1.10~ 111. C0r; este fin, Su cesar Carlos IV, en 1793, mandó 7ender los bienes raíces de las casas de Beneficencia, Herniandades, Obras pías y Patronatos da leg.o,s, imponienao s u

en la Csja de Amortizaoion al 8 por 100 de relita, Dijimos antes que los particiilrtres se que- jaro11 de esta medida por los perjuicios que les oca~ioimba, en virtud de oncontrar SLKS bienos gra- V:L~OS con censos Á hipotecas que se vieron obliga* dos B redimir, y ahora 8610 aundiremos qua, según un historiador, se hizo ej ta venta de tina manera tan derasti.osa, que no se disminiigó l a deuda, sino que, antes bieii, se aument6, .quedando arr*iinada la Rncienda, los pobres y dismiiinído e l patrimonio de 18, Tglesia (1).

El extrarlamiento do los regnlares de l a Compa-

(1) 'La desnnlortizacibn eolrsiBstica*, por D. Jos6 María Antequera. Madrid, 1S5. Sobre este pnrbicular iin deja he ser instructivo lo que dice e1 Sr. Lnbastirls isn su obra tantas veces qitada: d?roour6 ul Gobieno, se lr!c~ cbn ella, regularizar todo estb, y expidi6 con ose nhjato lafnmosn IPY roglni11ientni.in do 5 de Bebi.ei.0 de 1SGL; poro la guerra extranjoi?a no pcxmitiú sil exse+ l",o cumglir~iiento, y fi iB, por el contrario, preciso n~itini rizar nuevainente i divorsos g'obernndores y jefes pli- litnres para invertir en los gastos que la $i tu&:i~j~ de- mandaba todos los productos y rentas federales. En- tonces, GonzBle~ Orte &, en Puebla, Doblado, on Gua- najuato, Linares, an Juerétaro, y Ogaaon, eii Jalisco, hicieron un verdadero despilfarro de tan considernble riqueee. El primero vendi6 los capitales a l 5 por LO0 de su valor sin tener en nilolita los rUclitos venciilos; el ~rgiindo 11cg6 B cambiai. una hncionda por un oa- ballo, y el iLltiino regalaba las iiu<.ns y capitales & lnp oiifiinns de1 Bsliido.

.Nn IVTUxico la tlitiiac~icili no ero iiici~os ile~astrotii~. En los ~rioirientos de apuro se habia ~ e ~ u r r i d o yti, & los bienes da l~ouctiicenoia pkislioa. s~r.itl~irinetlox por 1% ley de 2 de li'ebiiero de 1861, y s u ~ v w l i ~ ~ o u . fi~cns: coiir-

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R ~ S ~ % A ~ r s ~ f a i o ~ 49

ñía de Jesús de los dominios de España y l a ocu- pación de sus temporalidallos ordenada por Real decreto de 27 de Febrero de 1767 y publicnda on España por cédula de 5 de Ahril del mismo año, ocasionó l a creación de izñn Depo~i twín general para e: resguardo y manejo do los hianes coi~fiscn- dos, habi6ndose ordenado la venta do &tos, siin cuando fuese k plazos 6 B censo pcrpet;iio; no bn. biendo podido verificarse en su totalidad, se dispu- so qiie se procodiese a l arrendaiiiiento d e ellos. E l praducto de la adi-ni~list~~oión y de las ventas s e reiuitió á Espafia.

Después de l a indopen~leucia se mand,zTb.u re- matar los bienes de ternporalidaües cpxo aizn qiie- daban, por providencia de l a Secre ta~ía cie Rn- cienda de 10 de Mayo de 1829; por un decreto (le 18 de Abril de 1837 se pasaron Ros bienos' de tem- poralidades aún no vendidos nl Banco clo Amorti- zación, y por disposicióil loglslntivn da1 Uougreso, publicada el 5 de Xarzo de 1845, se devolvjeron los expresados bienes á las autoridades ó corporacio- nes que los adm.inistrabau con antcrioridnd.

Los jesuitas tuviaroii, adsmás, bajo su ntliuinis- tración algunos bienes que varios partioulnres de- ja~-on en SUS respectivos testamwatos pni2a l:, pro. p!gación de l a fe en las islas F i l i p i ~ ~ a s y eiz la 1 7 ~ -

ninsula de California. Estos biencs fueron dcspiió~ __I_

prometidas 6 enajonadas 6 reserva de hacer dospnt-S las indorilnieacioncs respectivas.

*Por último, no queriendo el Gobierno rlcljrdr 6 18 in- tervenoibn una cantidad fabulose do pa~arús y ohli- gaciones de bonos, que repres~ntccbau el previo (te casi todas las redenciones verilicadas hasta entonaes, se llev6 consigo, al evacuar esta plaza, todos ~ s o s (10- CU111entos, con los expedientes que les liabian rlarlo origen, docunientos de que no se hn vuelto t'b to~ií*i, 110 - ticia y que se suponen extraviados 6 destruidos +*n I r ~ s derrotas de San Luis y de Ohihuahua..

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FiO L% PROPIhDAD TTifnRI'PORIAL - administrados por una oficina que se denominó ~)irección General de Temporalidades. MLs ade. lante lo fueron por el mismo Gobierno, que estuvo k ~ ~ ~ t o r i z ~ d o para arrendar las fincas rústicas en pii- blicit subasta y ndiniilistrar sus prodiictos por me- dio de una Junta dependiente de l a Secretaria de Ite!aciones, siempre con el misino destino piadoso para que fueron creados.

En 1533, por ciroular de l a Secretaria de Justicia de 17 de iigosto de dicho año, se ordenó l a seonla- rixacibn de las misiones de la Alta y Baja Califor. ni& y la enajenación de sus bienes, para atender A l a colonizacibn y denzás iiecesidades urgentes de i~cluellos 1ug:tres; y aunque esta disposición no lle- gó A ejecut:zrse, por decreto de 84 de Octubre de 1842 se ordenó cine cluedasen incorporados los bie- nos purtenecieiites a1 relacionado fondo p i ~ ,- d OSO o11 el Ei.¿zria nacional, el cual reconocería a l 6 por 101) el proclucto de la enajenación con hipote- ca do la renta de tabaco (1).

(1) El1 I i i s t~~iador Alam&n refiere en estos t6rini- nos Is historia du este fundaoibn: .La Ibcieron, dice, nl i~~~rq i iUs de Villa Puente y dona Prancisna de Paul:~ Xrnii~1 I~ha, y cAonsistiii en excelentf*~ fincas rústicas o11 (4nlici:c. Kiiu Liiis y otras provincias, y casas en M&- ::in*o, 6 I ~ U P rlvhl-~utjs ctgr~gd Carlos 111 le har:iendn( de 1 : i Ci~,iil~i~":i, jili~to Chalro. Los j~sitltas aduiinis- t,i.itron I ' L ~ ~ H l ~ ~ ~ n ~ 1 0 con tal integridad, que ciian~lo s i l

I sprzlsio~c, c?or~tliir:ir.rirlo nl provincial quefixb ayrrhni- ilidlii iLii Qiri~rtjtsr~o y ii los dem8s religiosos rc*unidos t 11 aiiuoll,-r, c-iutlari, en la que se hizo 311 C ~ R I I ~ S ~ ~ O , no I l ~ r LPI+JCJ rdoll'ilgo lnBs ropa que 1ti. que tenian puesta,, i:1 t.nt,t:iuil,iute de. In e jcol t~ yiie los custoilinha, nl pa- rnr poi- 181 Ltnr.ic.nr1a rle Arroyozarco, pr~rtenecirnte nl Foi-rtlo, c*n 1:i. que ustalian los allneinenes de las inisio- riei, invitú s l provincial para que 61 y los dern&s SG ,~iove~csr~rr tlt? lo nur~c~sario, lo que rehusb hacer por uo tocar I los bienes de las misiones. El Gobierno es- pago1 empezó & hacer uso de 6stos, vendiendo la ha-

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lam misma suerte,dico el Sr. Lahastida, de quien tomamos estas noticias (1), corrieron loa bienes destinados á las misiones de Filipinas, los cirnles, como los anteriores, fueron a1 principio adminis- trados I J O ~ los jeqnítas. El Cortgreso constituyen te nlandó ocupar esos hienes, por decreto de 4 de Julio de 3822, proveyendo á su adiiiinistraciún por medio de cornisioilados especialeq, y el 81 de Agos- to do 183.3 se incorporaron a l l'esoro público, pro- cediéndose fL Xa enajonación de los mismos por vir- tud de l a ley de 13 de Enero de 1836.

aEn cuanto A los bienes de la Inqiiisición, conti-

cienda de Arroyozarco y ocupando cou sus oficinas In casa principal, que estaba en la callc d. Veraara; des- pub9 de la indepenaencia se confiri6 la a~minisbraci6n ti generales que no dieron cuentas ni dinero: el autor (le esta obra restableci6 el orden durante el gobierno del general Busta~nante en 1831 y 32; pero iL la caída de aquella adiilinistraci6n sigui6 un completo pillaje: las haciendas se vendieron B vil precio en pago de cs- peculaciones de agiotaje, y en 1842 y 43 se consumci la ruina de lo que habia quedado.. ~RCistoria de N6sicoa tomo V, libro 11, capitulo 111.

Para complstnr Ins nobioias contenidas en esta nota, diremos que con motivo de la reclamaciún que hizo C I obispo catOlico de Caliiornia de Ion rtditos que por ~ s t o s capitales debia el Gobierno mexirano, que habia dispuesto de ellos, fu6 condenado este a l pago de una Euertc suma por el Congreso Internaoional de LR Haya. F1 Gobierno americano patrocin6 la reclnma- ciún, y?egiiidos los trhinites de unti, reolarnaciún di. plom$ticn, YO someti6 6 arbitraje, que iu6 desfavorable k. la Bep6bJicn iiicxioana. Pueden vcrse sobre a s t ~ particular los iiiforuios presentados a l Congreso de la Uliihrr por c1 Frcsidente de la República en los niios 1902 y 1908,. que se encuentran insertos en la his- toria aubúntica de la adniinistraoi6n del general don Porfirio Diax, por el magistrado D. Ricarilo Bo- driguex.

(1) Coleccidn de leyes, varias vecos aitada.

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52 LA PROPI~DAD TIRRITOR~AL -- U&& &c;iundo el mismo escritor, el decreto de 29 de Febrero de 1813, que los hizo ingresar al dominio nacional, proveyó A su ocupación, seguridad 6 in versi6n de sus productos. La Sea l orden de 20 de Marzo de 2830, comunicada por el Ninisterio de Hacienda, consignó los frutos de estos bienes a1 pago de los reditoa de la Deuda pública, y desp~6s, ~ O I * decreto de 16 de llayo de 1828, se consignaron k la srnoitizaciún del palie1 moneda. Diversas di+ posiciones, entre las cnales figuran las de 22 y 213 de Novieiubre de 1838, previnieron la enajennció~ en subasta piiblica de los bienes que ye~tenecieron al extinguido Tribunal de la Fe. Por Últiino, p o ~ la, disposición de 18 de Abril de 1824, se ordeno que los bienes que no habían sido enajenados se pasaran al Eanco de Amortización.))

Llegamos ya CL una &oca que se puede conside- rar reciente; y aunqtm las leyes que vamos & citar reconocen como antecedentes dignos de recordarse las teutativas hechas para l a desamortización de bienes eclesi&sticos en los años de 1838 y 1847, como en realidad no llegó ésta CL efecbuarse sino en tiem- pos posteriores, sólo hacemos meución de esta cir. cunstancia como de hechos históricos, que no de bemos (lsjar de nlencionar en estos apuntes.

La ley de 25 de Junio da 1856, expedida por el Fresitieiite sustituto de 1% Eepúblioa, D. I g n a c i ~ Coinaiifort,llamadnDesamortización de bienesecle- siícsticos, fub calcada, por decirlo así, en los pro- yectos de leyes para la organización y estalsleci- miento del credito pi~blico presentacl.0~ 10s Cuer- pos legislativos en los años de 1888 y RB, que'se halla11 inserbos en las obras sueltas del doctor ddix Jos6 i\Iaría Luis Mora, uno de los hombres públb cos más notables de aquella 6poctz y partidario de- cidido de las nuevas ideas.

La ley de Desamortización de 25 de Junio de 1856 fué una ley de oanciIiaci6n entre los 8rdientes

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defensores de la propiedad eclesi&stica y los parti- darios do las doctrinas económicas modernas. Do- jaba aqnélle & la Iglesia la proljiedacl de los capi- tales que debian reconocerse b su favor, privándo- la sólo del derecho de disponei. de sus fiucas, y ten- día al mismo tiempo á crear el inayor níiinero po- sible de pr;pietarios, convirtienao en dueiios de las fincas ri~sticas y arbanas Q los que las tenían en arrendamieuto.

Dicha Isy piido cansar la dei,reciaciÓn de la pro- piod-td privada, como pudo carisarlo igiinlmente 1:+ ley posterior soFre nacionalización de los mismos bienes, si circnnstnncias especiales, que despiiés mencionarornos, no lo hubiesen iinpedido; pero en cn.rnbio pudo ser ben6fica B la nación.

Por desgracia, esta ley no llegó B ser aceptada pap el Episcopado mesicano, no por espíritu de co- dicia, como ordinariamente se ha dicho, sino por- que no fa6 expedida de coiiforniidad con ln Auto- ridad eclesi$btica siipsrior. T J ~ celebraci6n de nn concordaf o con le Seclo Apostólica,.q~io era o1 deuao del Gobierno y el. de todos los ruexxcanos en aque- llos días, hubiera salvado todas las dificultades.

Los acontecimientos políticos se precipitaron, las pasiones se enardecieron, eiicendióse la guerra civil, y cuando 8 s t ~ se encontraba en s~7 niayor arado de intensidad, se expidió en. Qe~acruz, el 12 de Julio de 1859, la ley llamada de ~Jacionaliza- ción, en virtud de la cunl 1% propiedad eclesihstica dej6 de tener i-ina esistencin legal entre ~iosotros.

Consecuencia de esto ley fueron rni~ltitiid de do- cretos, reglameiiko..i, circnlnres y disposic?ionas del orden ndiiiii~istrativo~ que Eoriiia.n un grueso \lo$- l l i ~ i i y que, reuriidas o compiladas por algunos jn- risconsnltos, han recibido el iion~hro de C6digo de 1st Reforma.

Como os de suponerse, sienclo tan compli~adas las relaciones de intereses qcio exirtíei~ onLre l:i

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5 1 LA PROPIEDAD TERRITORIAL

~ ~ l e s i a y los particulares, por razón de censos, lii- potecas, capellanías, obras de t~eueficencia, etc., 1:~ ley de Nacionalización de que venimos hablando se hizo sentir de una manera casi universal en prol~iedad privada.

31uchos particulares se vieron perjviililioados por la necesidad en que se encontrarou de rcdiinir los . capitales que, con un corto rédito y plazos inde- finidos, reconocían favor de In Iglesia, y no £uu ron pocos los que adquirieron fortunns u8s 6 lile- 110s considewables, que h a n auinei~tado deqpiibs con posit~vo provecho para l a nación, por el nore. centamiento de l a riqueza píiblicn.

Mas 0n nuestro concepto, l a influencia qus dicha ley tenia que ejercer en la propiedad de los parti. culares habría sido dañosa si no hubieran existi- do, como dijimos antes, oircrinstanciaa especiales que la oontrariaron. El hecho de arrojar, por de. cirlo asi, en el mercado, de un solo golpe, una can- tidad tan considerable de fincas que podían adqui- r i r ~ ~ & tan bajo precio, debió producir l a deprecia- ción iieccsaria en las propiedades de los parbicula- res; Y así Iit~biera sucedido si escriipnlos de oou- ciencia nibs 6 inenos legítimos de parte de los arrendatarios de esas finoas, y aun de muchos qiia no lo eran, no les hubiesen impedido aprovecliarse de los beneficios de la ley. Esto £u8 un mal, por. que SO frustraron los benéficos fines que tanto l a ley de Des?mortización conio la de Nacionalización se propusieron, procurando e1 beneficio de los arr~nndatasios y distsib~~yonüo en el mayor nhinn- ro posible de los habitantes ae la Hepi<blion l a ri. yiiezn acumulada en nianos de las coypor:~ciones eclesiLsticas.

Pero para 10s duefios de 1% propiedad territorial en general fué un bien , porque ~ q u i 8 n hu1>iera, qnexido comprar una finca riistica 6 urbana, pro- pia de un particular, oixando bs ley le f a c i l i t ~ h ~ l a

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adquisición & un precio sumamente bajo de f i ~ c n s de igual ó superior valor? (1).

Otro de los efectos producidos por las leyes cjiie hemos citado en l a fortuna de los particulares, fué la depreciación consiguiente Q l a continua alarma en que durante tantos años los mantuvieron, teine- rosos de que por razón de las'denuncias,iniicl~as ve- ces infundadas, presentadas & l a Becretaría de Ha- cienda, se vieran despojados de sus bienes, 6 cuan- do menos obligados B sosteiler largos litigios do un éxito dudoso. Por m$s que se hubiesen clictado dia- posiciones equitativas para no admitir dennilciac: sino conciertos requisitos, el hecho es que ningiin individuo dueño de una propiedad raíz se conside- raba libre de ser molestado por las denuncias de o&-

itales que s s decía que habían sido iisip~uest?~ so- {re l a finca que poseía desde tiemposmuy antiguos. No siempre era fácil probarla libertad de las Ancns,

(1) Asegura el Dr. Mora, dice e1 Lic. Lahasticla en sil obra nnteriormeiite citada, refiricindose & las al~os 1538 & 34, que el valor do dicha prtipiednd (le e~ale- sitistica) ascendia & 179 millones de capital y siete y uieiljo millones de renta; pero en mi concepto g u ~ d 6 el citado historiador muy por bajo de la cifre verda- dcre, pues ya el bardn Alejandro de Euuibolrl, en su ~Zlnsayo politico cie Nueva Espeüa., habia caloulado como psrtenecirntes al clero las cuatro quintas partes de In propiedad territorial.

El historiador Lucas Alamtln sostiene que Ins pro- piedades del clero no bajaban de la mitad dt.1 vnlor total de los bienes raíces del pais. El Sr. D. M k u ~ l b r - do de Trjada nsirntri, an su cuadro sinc'>ptzico dn 1% Ec- píiblica, que tales'bi~nes rnpresclntnbnn un vnlor i iv L'50 B 30U millones (le pesos.

Otros escritores y estadistns prrseütsn niirec.ini.io- nps diversas; pero todas ellas hipotcitictts y :i.rbitaiqo- rlas, pues sienipre hanfnltndo dcttov ciertos g sth:?ui.O.: Para fijar con toda precisi6~ el verdadero i~tont,o do 10s bienes que el clero aililiinist~nhn.

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por razón de la pérdida de los ai*chivos, de l a vagiie dad con q i ~ o solían reaectarse aiitiguamente las es - oritures de im.posicidn y por otros varios inotivos* eritre los cuales figuraba algilna vez L dificultad de ideí~ti i ica~ el predio sobre el c u d se suponía que existía e1 gruvnmen cuyo pago se reclamaba (1).

Felbineiito, pensiia$ido el Gfohierno de l a necosi- d n d cie d w garautías a la, propiedad privada y con- solidnr para siempre la propiedad nacionalizadn, iiiic.ió snto 13s C&ma,ras legislativas 1% ley que, aprobada por Bstas, fu6 publicada el 12 de No- viembre de 1892 y qiie se ha llamado ley de Libe- ración, en cuyo articulo 3.O se fij6 el término den- tro del ourtl la Secretarís de Hacienda debía expe- d i ~ , en ft~vnr do los poseedores de toda clase do fin- cas que lo solioitsren nua iiecla~i.noión de l a 1-0- nuiicis absolulia. fiel Pisco LL los derechos eventna- las qiie puk I:L nacionalización, 5 por otras causas, pudiera tenor sobre las espresadas fiucas.

La necesidad de una disposición corno ósta s e re- connn nrt la nlisrnn iniciativa pro~entada por 61 Gol~ieriiu; an 1711:~ tie lee11 las palabras siguientes:

aYa n ~ i Abril de li';:32 y en Octubre de 1887, se han 2-emitido por esta 8ecretaria otras iniciativas con el i~iisxao ám~ioutmtisimo objeto de consolidar patn siempre In propiodad nacionalizada, y l a in- sistencia actual respecto de este punto revela, B la par quo 1:i, urgencia de garantir B los propieta. nos de esa riqi-ieza contra las reclnmaoiones y exi- genciar qiie 1% glaoiradn, piihlica federal so ve pro- cisncla d l l e v % ~ LL caho, la dificnltafi de realizar t an atdi~w eiiii~rcisn si11 lastimar ilorechos adquiridos ni vulkierar. los i)riucilrios político> consignados de

(1) 1 % ~ riu caso l1ndi8raiiios r.ir;ap en qne la* fincas ClIlr Se dt.l.,i&ll grtb~adus no )>uitiero11 identificar, scr, dáudose oon esto nlotivo k n~olestias y pleitos pro- niovidos ~ ~ i i contra di* los propietarios.

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una manera tan solemne e n las leyes de l a Re i o r m a . ~

Poco desplles se afiade, en el mismo interesante documento: aNo se propone ahora decretar la prescripción de las responsabilidades relaciona- clns, como ha pretendido hacerse alguna vez, por- que l a prescripción es un elemento pnramente ju- rídico que surge $ l a vida desde el momento en que se verifican y reúnen todos los requisitos que el dorecho fija, ó en obros términos, porque tal mate. ria pnede ser objeto de un fallo judicial, pero no propiamente de una determinación legislativa.

»Ahora se h a preferido dejar la prescripción in- tacts, para que los Tribunales ante quienes se oponga contra Ia acción fiscal res~ielv,zn en cada caso s i cabe como excepción jurídica, extinguien- do las ~Llignciones cuyo cumplimisnto s e deman- da, y buscar otro medio m&s eficaz que poner a l alcance de los particulares pasa que con absoluta libartad puedan éstos colocar sus fiucas 6 cuhiei.to de toda reclamnción. Este medio consiste en la re- nuncia de los derechos que l a .Hacienda pública pudiera tener con motivo de las leyes de Naciona lización, 6 por otras causas, 4 la finca ouya libera- ción se pretenda ... Una declnración formal de se- mejante renuncia puede ser el escudo que garanti- ce cada Gnca contra los ataques fiscales de las ex- presadas procedencia s.^ La ley que acabamos de citar, que puso fin, Se-

gún se dice en l a misma iniaiativn, Ii, 1% sitiiación que guardaba 1s pi.opiedad raíz de l a RepUhlica, Constanteinenta amagitdir, por Ins iiic~i~isioionas SS. cales cltie rosiiltabnn de lila respousabilidndcs deri- v?das de las leyos de Nacionalización, fuó, por de- cirlo así, el complelnento de todas las disposicio- 1105 que convirtieron en propiedades privadas IR^ IiuQ antigunn~erife pertenecieron l i l a Iglesia.

En este concepto nada más tenemos que aiiadir

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5% LA PROPIDDAD TDRRITORIAL

:i lo qiie hasta aquí hemos dicho, si no es que, en" centrándose confundidos muchos bienes pertene- cientes B l a beneficencia pública con los que el clero administraba, dichos bienes fueron justa. inente excluídos de l a nacionali~ación, y aunque seciilarizados, han sido en muchos casos destina- dos al objeto de su institución (1).

La beneficencia pública, según veremos más ade- lante, tiend una existencia legal reconocida en nuestra legislación, existencia legal que h a venido 6 confirmar l a reforma del ai.tícnlo 27 cr,nstitiicio- iial, puesto que los establecimientos que tienen por objeto el alivio de las necesidades de los po- bres, proporcionándoles abrigo, sustento 6 educa- ción, como instituciones civiles de duración per- petua 6 indefinida, po iran adquirir y administrar toda clase de bienes para destinarlos á s u sosteni- miento y cumplir el fin de su institución (2).

La inviolabilidad de la propiedad privada cons- tituyo un principio de nuestro derecho público coilsignndo.en la legislación antigua y proclamn- do en todas las Constitnciones políticas que han regido en la nación (3). L a de 1357, en sil artículo

(1) ?a antes hicimos mencibn de a l ~ u n a s de las fuadaciones piadosas que se salvaron deya naoionali- zncibn.

(2) Vr;&se 1% ley do Bcnc.ficonoin privada del dis- trito foderal de 7 (le Novieiiibre de 1599, cuyo i~rticu- 10 12 pnrere hnber quedado derogado por el artic.ulo 27 de la Constitucibn, rc!formado cl 8 de Noviembre de 1930.

(3) La inviolabilidad de la propiedad individual y su ooupacibn forzosa por oa,uuua ita utilidad pablic.8,

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27, dice expresamente que la propiedad de las per- sonas no puede ser ocupada sin su consentimiento, sino por causa de utilidad pública y previa indem- nización. P no solamente establece este principio, sino que pone, además, á nuestra disposición los riedios de hacer respetar nuestra propisdad por inedio del juicio de garantías & que se refiere el ar- tículo 101 de la misma Constituci6n. Esto no obs- tante, hemos visto que si la propiedad territorial en la República en lo general ha merecido el res- -, oto de Los legisladores, sil distribuci6ri ha sufrido grandes modificaciones en lo que se refiere 6 las propiedades poseídas en común 6 administradas por corporaciones, cuya capacidad legal para sd- quirirlas estaba reconocida por la antigua legisla- ci6u y se hallaba bajo la proteccibn de las leyes. Hoy la propiedad territorial, en su mayor parte, se encuentra en manos de particulares, quiei~es por el estímalo que produce el interés privado la harán más productiva, y ooiltribuirái~, de esta ma- nera, a l aumento de la riqueza pública, Mas no por eso debemos CrQer que la propiedad teiaritorial en MQxico se encuentra libre de todo peligro, ni que haya dejado de sufrir ataques más ó menos directos con grave daño de la comunidad.

Ts hemos dicho lo bastante acerca de l a situa- ción preca~ia en que los propietarios de bienes rni- ces se encontraban con motivo de las investigacio ries Q que daban lugar las deuuncias autorizadas

previa iaileii1nixaci6n, so t~ric;uenIsa roconooidn cAü (4 Cddigo do las Partidas. VGasc? In lojr ';l.&, t i t i i ln XVIII, llartida 2.", y ley 81, titulo XVIII, Partida S!:, y (.U la legislncidn constitucional mesicana la fracci6n S.* del articulo 110 de laoGonstitución de IB4, la fraa- cibu 13 del artfoulo 9. de Ins Bslscs de organieaoión pnltti~a de la Bepública nicxicana de 13 de Junio de 1843 y el nrhiculo 27 de la Consbiauc:jón de 1857.

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por las leyes de Nacionalkación de bienes eclesiás- ticos. En el mismo caso se encontraban, y aiin pueden encontrarse por motivo de las denuncias de baldíos, autorizadas igualmente por la ley res- pectiva. En el pensamieiito del Gobierno estuvo, por la

a.nalogia del caso, librar á los propietarios de ti@ 'ras de esta segunda amena&?, lo cual ha querido hacer por medio del establecimiento del Gran R e gistro de l a Propiedad, 6, que se refiere el título I V de la ley de Bnldíos vigente.

En la iniciativa ae que hahlamos en el phrrafo anterior. la Secretaría de Hacienda se exnresa ea los t~rminos siguientes: diversas ocasiones se ha i~reocuuado el Eieciitivo de la situación aiie en la, hctuali'dad guaida la propiedad raíz de ia Repii- blica, constantemente amagada por las operacio- iies de deslinde, y sujeta á las inquisiciones fisos- les (~iie resultan de las responsabilidades deriva- das de las leyes de Nacioiia1iz~ción.v

El1 la Memoria presentada en el Congreso de 1s UniSii por el Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Coloilizaci6n 6 Inüustria en Diciem- bre de 1896, se expresan de una manera tan clara y persuasiva los patrióticos .Fines que el Gobierno se propuso al establecer el Gran Registro de la Propiedad, que no podemos menos que copiar aquí los párrafos que se refieren á este asunto de la ci- tada Me~no~ia.

<Basta leer, se dice en ella, los artículos relati- vos de l a ley para penetrnrse de los altos fines que sugirieron 18 creación del Gran Registro de l a Pro. piedad de la Repiihlicil. El príncilial de todos ellos es el (lar A la propiedad seguridad completa, cl de l i b r ~ 1 ' 1 ~ de una vez por todas del %mil$? del deniin- cio, el de seciiestrarls la fiscalizc~cion ae parto (le las Autoridades, el de establecer nn eyiiilihrio definitivo entre el proi3ietnrio y sil colindate, el

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de reducir á su mínimum los litigios, frecuentes y enojosos, que da ocasióii l& propiedad territorial, y por todos estos medios hacerla menos precaria: más valiosa, m&s atractiva y menos peligrosa en su explotación. Todo paso legislativo que se da e11 e: sentido de liacer más segura y estable l a pro- piedad privada, repercnte ea el progreso ecoiiririii co y social del país, y esta Secretaría estii palpan- rlo los beneficios de la nueva ley. '

>En efecto, su tendencia esencialmente liberal, se col~tiuila diciendo, ha sido la de suprimir trn- has, allanar obstrlculos y abreviar trhmites que tanto dificultaban la adquisición, transinisión y explotación del g6nero de propiedad á que se refifio. re y % la vez hacorla sólida, inconmovible y per- petua, precaverla contra l a denuncia inmotivada y el litigio doloso, contra el exceso de codicia del co- linda,nte y el exceso de celo del Fisco y de las hu- toridades, y ofrecer al nacional laborioso y al in - migrante emprendedor,no las incertidiirnbres y las inquietudes de una propiedad, precaria sino una l~osesión tranquila y verdadera, que no sólo les permitan, sino que los estimulen á emplear sus ca . pitales y sus energías en el cultivo del suelo.

Tenemos, pues, justos motivos pnra felicitarnos de que el Gobierno mexicano haya, al fin, com- prendido cuánto importa que la propieclad territo- rial sea estable y se vea eficazmente garantids por 1s iey, libre de toa0 amago y amenaza que hag:c precaria su posición,

Por desgracia, si hemos logrado eite bien, que juzgamos de aran trasceildencia para l a prosperi - dad de la uaCblón, a i ~ n quedan algunos vicios en nuest~o actual sistema tributario, que juntamente con la alarma producida por las doctrinas erró- neas 6 exageradas de algunos escritores, pneden Caiisar grave daño rl los pnrticiilares, en cuyas ma: nos se encuentra actualmente 1s mayor parte, Gas1

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62 LA P R O P I ~ D A D TBRRITORIAL

toda l a propiedad inmueble de l a República. No basta, en nuestro concepto, proclamar e l principio abstracto de la inviolabilidad de l a propiedad pri- vada; es necesario hacerlo efectivo por medio da leyes sabias y justas que, conciliando el interbs de los particulares coü el del Fisco, contribuyan a l aumento de la riqueza de aqurjllos, que no es en último resultado sino una parte de i a riqueza 116- blica.

Consideramos coino iin amago constante i la propiedad individual las opiniones emitidas e11 tiempos pasados por l a Prensa periódica, y alguna vez aceptadas por nuestros legisladores, prcten. diendo que se obligue á los propietarios Lí, dividir las tierras que poseen (1). --a

(1) Casi desde que nos lii(:imos independientes, dice el Sr. Piinentel, coniene6 ti sufrir la propiedad individual ataques inBs 6 nienos violentos. YO es don Lorenzo Zavala, despojando de sus tiei'i-as B propie- turios como el Sr. Cervantes; ya el gobernador Aris- correta, excitando B los pobres contra los ricos en sil circular de 18 de Julio de 1849; ya D. Juan Alvnrez, unlificando de bandidos tí los propietarios en su ma- nifiesto B los pueblos cultos de Europa y Arnbrica; yn, 10s ~ ~ J ? ' u ~ R ~ o s de 1856, proponiendo leyes subversivn.;

la propiedad; ya el gobrrnador de Aguascalientes, proniulgando la ley Agraria; ya los ministros de IIn- cienda, imponiendo prhstamos arbitrarios, contribo- ciones sobre el capital y asentando la mtixima de Que la caja de los particulares ora la caja del Ejbrcito; yn, en fi?, algunos peri6dicos, proclamando doctrinas co- munistas y socialistas, 6, por lo menos, excitando 10s odios con infundadas declam~ciones contra, los.pro. pietarios. La Economia politica aplicada 9. la propia- dad territorial en M8xico.

Don Manuel Payno, cn su *Tratado de la propiednii,, trae un p&rra%o con este rubro: .Do las niodilict~uio- nes y de los ataques 6, la Propiedad despubs del derecho ~onstituciona1.r

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Nadie puede dudar que esto fuera conveniente, siempre que rio llegase á un extremo opuesto á los principios de la Economía política, porque s i el sis. tema de las pequeñas propiedades tiene indisciiti- bles v~ntajas , no por eso carece de ellas el sisteinrt opuesto de propiedades grandes 6 medianas (1); pero en niiiestro concepto no es esta la cuestión, El territorio de la, Eepiiblica pesenta circunstan- cias tan excepcionales, .que la discusi6n que al- guna vez se ha promovido acerca del Snnciona- miento obligatorio de las tierras, no debe tratarse sino con grande estudio y conocimiento perfecto de las circunstancias propias de cada lugar.

Un escritor, 4 quien no puede tacharse de ene. migo de las instituciones liberales, hace respecto á este particular reflexiones que nos parecen jus- tas y que nos permitimos copiar en este lugar.

aliespecto de las grandes propiedades de que an- tes hemos hablado, dice el Sr, Payno en su Trata- do de En propiedad, hay qus hacer algunas obser- vaciones. Los terrenos son niuy extensos en ver. dad; pero ¿so11 todos susceptibles de cultivo? Ge- neixalmente hablando, una de esas posesiones terri- toriales tiene alguna porción excelente de tierra, porque está cerca do algún río 6 alguna vertiente de agua, y allí está f~indada la casa y las oficinas adeciiadits; el resto se compone de serranías eria- zas, de giandes sabanas secas, de campos impres- nados de natrón ó de manchas de arena, cuya exis. tencia en una altura prodigiosa respecto del nivel del mar no ha sxplicado todavía la ciencia satis- fnotorinniente, fijnndose sólo en ciertas generali- dades geo1i)gicas, cuyo origen remoiita á uiia in- conoehible antigüedad. El dia que por cualquier __T_

(1) En el capitulo 1x1 de la misma obra se encuen- tren estractadas las doctrinas de los m8s afeinodos economistas sobre este particular.

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64 LA P R O P I ~ D A D TERRITOR~AL --- motivo el gran propietario pie~de ó enajena esa parte excelente de la tierra, la hacienda se destru. ye y el resto no tiene valor alguno.

=Cuando se trata de dividir y de vender tí censo ó al contado una propiedad que tiene poco más h menos estas condiciones, se tropieza en la práctica con los misinos inconvenientes. Todos quiere11 comprar la tierra que disfruta el beneficio del agua ó que es de pan, llevar; no hay postores iii colonos para las partes lejanas, secas y eriaza!, cuyo oul- tivo sería por lo menos muy dispendioso. La esb trnctiirn. particular de nnestro suelo se opone en algunas localidades á la distribiici6n menuda de la propiedad; de consiguiente, nada sería mi~s inefi- caz, ni m8s absurdo tal vez, que el dictar una ley agraria sin consideración á estos anteceden- tes* (1).

Otro escritor mexicano, el Sr. D. Francisco Pi- mentel, en su Tratado de Economiu politica apli- cada cl. la propiedad territovial de Mixico, se es. presa acerca del mismo punto de la manera si. guiente:

aLa Economía política enseiia que los agentes de la producción son tres: l a naturaleza, el trabajo y el capital. En México tenemos iuiicainente el pri- mer agente, es decir, el terreno; pero nos faltan brazos y dinero. No hay población ni capitales, y de aquí viene que las propiedades 110 pueden sub- dividirse ni trabajarse; no hay quien compre ni quien cnltive. Supoiigamos al Gobierno dueño de las tierras de los particulares, ¿podría por eso iin- provisar hacienda^ y producir los capitales que se necesitan para el cultivo del terreno? ltepartido Qste entre los pobres, se necesita darles hahita- ción, graneros, bueyes y semillas, así co~no ali-

(1) Payno: obra, sitadai J 25.

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inentos mientras recogen una cosecha.,. Las bxses necesarias para el fraccionnmiento de la propie-+ tlnd, son, pues, el aumeuto de ])oblación y de nu- iiiorario; pero además se necesita hacer apetecible !:t posición del propietario. cosa aue estú miiv le- jos en Aféxico~ ti),

Por fortuna, merced & l a paz de que felizmente \ismos disfrutado en estos Últimos años g & los ca- l ~ i ta las extranjeros empleados en l a Repub!ica, van desapareciendo los graves inconvenientes que be presentaban para l a división de las grandes yro- piedades. Si algunas de Ostas se conservan, ehta- rtín en manos que las hagan producir empleando cru su mejoramieiito capitales considerables; y otras se verán divididas, no por virtud de una ley que obligue ú hacerlo i los propietarios, sino en virtud de la ley económica que pone eu contaoto :i1 veudedop y a l comprador cuando el inter8s de uno y de otro están de acuerdo.

Aunqus parezca extraño el asunto de que iiar~la- inos, no podmno~ menos de ,hacer mención en e.; te 111g:ar de la ley de 6 do Febrero de 1861, que fnciiltb :i los ~mopietarios de fincas riisticas y nrl)anas para siib~lividirlas en la$ Iracciones quc oreyernii coii- \rcrnientes, diskribay~bdo proporolonalmentb el va. lor de le Tiipoteca entre las partes bn que se bu- biese dividido la finca. A ppimera pista pudiera creerse que esta disposicióil legislativa favorece- ría & los propietarios y que sería benbfica & l a na- ci6n, por cuanto facilitaba el deseado fracciona,. miento de la propiedad territorial. Pero no era así, 1)orpue lejos de facilitar las operaciones tan nece- H:LF~:IS para el foineiito de l a Agricultura, que con- sistoii en los ~irbntamos con hipoteca<, vino & hs- cerlns inús difíciles, puesto que nadie asth disi~ues- -- 1

(1) Pimentel: obre cibada. 5

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to & poner en riesgo su capital por le disminución de las garantias que depende la voluntad del deu- dor. aSensible es 6 la Coníisión, decían los1 distin- guidos jurisconsultos encargados de redactar el Código civil del distrito federal, disentir ea esto punto de la ley vigente; pero debe obrar conforme 6 su conciencia, y ésta le presenta la división for- zosa de la hipoteca como un eleriiento contrario al sistema que ha desarrollado en esta título y como un principo no muy conformo con la Constitución. En efecto, puede decirse que hay cierta pugna en. tre o1 rcrtículo que garantiza l a propiedad y la di- visión forzosa de la hipoteca, porque si bien no se ataca el capital impuesto sobre la finca, s i se mo difica y se debilita la garantias (1).

La ley de que venimos hrtblando ha quedado (le- rogada; pero no por eso nos ha parecido que de bi6ramos dejar de hacer mención de ella, puesto que en esta parte de nuestro estudio venimos ha- blarido de las modificaciones y de 10s ataqttes qiio ha recibido 6 pueile recibir la propiod:~d territorial iiidirectameiite, sin que en la apariencia se infrin* jn el articulo 27 de la Constitución.

En los momentos en qiie escribimos estas Iínoas oinios decir que vuelven ti agitarse en algunos Es- tados las cuestiones de división de tierras, despo- jos de los pueblos porbparte de los hacendados, et , cétera, y hemos creído que no estaría delilas lla. mur l a atenoi6n de los legislitdore~ de los Estados acerca de un punto que debe ser tratsdo con el mayor tino y resueltó 'con toda equidad.

Todos los publicistas estbn. dc acuerdo en atie se atnca la propiedad, aunque de una manera-indi- reata, por 61 exce60 y la mala distrib~tcióu de los

(1) ikxposicibn de motivos del Cbdlgo civil clel dia* tri to federal.

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iü.rpuestos. Sobre este pa~t ic i i la r ' ta~biBi i hay mil- cho que decir. ,

Una de las c,ontribuciones que, en niiestro bod- oepto, perjudica m6s á los propietarios de bienes raíces, es l a que se ha conservado en algnnos Es- bados con el nombre de derechos de traslaci6n de doininio, y que realmente es una verdadera alca- bala (1) que estuvo prohibida por el articulo 124 de l a Constitución, antes de que fuese modificado por l a ley de 1 . O de Mayo de 1596.

L a alcabala, por odiosa qtie se le suponga, cuan- do se cobraba por l a introducción de mercancías en ciertos lugares, estaba, hasta cierto punto, fun- dada en uh principio econ6mico. Toda venta hecha por iiil'comerciante supone que ha dejndo & Uste :tlguna ntilidaii. El pago qiie 16 exi-ge el >'isco por vía de tributo, si es moderado, no imporba sino l a ilisininución de uha parte de l a utilidad que e l vea- dedor ha debido peicibii. y no afecta a l capital. No sucede lo mismo sn la venta de bienes raíces. EY-

(1) .Alcabala, dice Escriche; es el tributo del t a q o por ciento del precio de as cosas que se venden i> per- inutdn ... Estan sdjktas a 't derecho cle alcabalas en sus Verltt%s y trueq~les, nsi las cosas inmueblee coino 1:lS inuebles y soniovientcs.? Nbtcso que endl nnrticiilo 121 de la Constituci6n, tal como fu8 primeramnnbe rednc- hado, se habla de la abolioibn de las alcabalrcs y adua- nas interiores, significando con rllo que no se trata tan 8610 de abolir les segundt~s, dejando subsistenLcs las primeras. La ue so pagaba L la entrada de las mercanoias oiL unFfugar se llamaba aleabela del vion- tn. Oon eso nombre de alanl.iala se dcsigna oste iiii- PiieSto en totlns Ins leyes que han regido en la Eopú- blica desde la indr:peniioncicl. Ese noitll)~e se lo dn en lnult~jtud de leyes y circulnres relntivas ti la nacionn* lisanrhn, y, finalniente, (4 irrismo noliil~re so le iia eii 10s niticulos 22 y 24 de la ley de Baldíos de 23 de Julio de 1563. E1 cambio de nombres no puede mudar la m-, tul'aleza de las cosss.

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68 LA PROPlSPDAD TBBRITORIAL

tos no se venden de ordinario por especulación, Y su venta, en l a mayor parte de los casos determi- nada por la necesidad, no ~)rodiice a l vendedor una ntilidad; inr~iorta mSc: bien uiia pérdida. Y ,qué diremos, dice & este prop6sito el jurisoonsiilto b:scriche, cnniido se cobra 1% alcabala en las mu- chas veiitas ulotivadas por la necesidad y miseria tle los qiie las hacen, ciialee suelen ser entre otras las jiidicialeu y las adjiidicncionos forzosas 6 VO- luntarias en pago de acreedores? P ~ l e d e decirse en . tonces con Rentham que este tributo es una multia que se exige á los vendedoros poil ser desgraciados; y s i los bienes del deridor no llegan Lt cubrir el im- i)ort;e de sus débitos y l a alcabala, sefá al. resulta- do qiie los ac~eedores 6, quienes ~e rebaje este im- piiesto vienen ÉI sep castigsdoa tal. vez por liaber #ido heuUficos 6 generosos.

No es por lo inia~no juslio que el Fisco perciba ti t i t ~ ~ l o de alcabala una parte del precio que forma o1 capital del vendedor. h esta objeción no puede coiitestarse diciendo que el comprador 0s quien paga la alcabala, porqiie ni habría raz6n para que así*Fiiese, pues el hecho sólo de coiuprar no basta para fundar el derecho del Fisco, ni oso es verdad, *:ii.puesto que el qus cornpra ofrece inenos por In finca comprada ouando tiene que haaei. los adstos de la operación.

S i á lo dicho se qgrega que 1% cantidad invertí i a en el pago de 10s derecliou de traslacihn de domi iiio pudiera emplearse con mayor proveoho para el coiilprador y aun para el Fisco en mejorar la pro- piedad que ayii81 ha coiilprado y hacerla nlás lwo- diictiva, se vorS con todn, evideiicia ciibnta raz6ii hay para lnlnontar que se consorve aiin en nlgiinoa 'ICstados de l a ~iepíiblicn iin i inl>~~esto que, :~deiiiils do los iucorivenieqtes q ~ i e SO l ~ a n diclio, tieue al de hacoy dificil y en extrenlo gravosa l a trniismisión de la propiedad raíz, cuando, seg<iq los pi~incipios

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40 la Economía político, la ley debiera favorecerla y no ostorbarl:%.

Lo mismo deheiiios tlocír de la coutribiición so- I.)ie Iierei~cias, extnblecidn por Ie~?es tle la Fetiera- ciún y (le 1o.r Eatadocr.

Cuando por prii~iera, vez se decrotú iiii impiiesto sobre herenaias, un ,juri~consulbo irrst;rizido y rau- petable, aixnclue demasindo apegado á las tradicio- nes del r8ginien coloni,zl, deaia estas pnlnbras, qiio contioneii iin proil<5stico qiis tal voa no este lejos da cunlplirse en los tiempos que alcanzamos:

«Basta decir qiie continuarneilte se eut8n cnu- snndo á favor de la instruccidn públioa adeudo8 de ocfio, diez, doce, seis 6 siete mil posos, para que se conozca que con e1 transcarso del tiempo será la instriicci6n pública el único opulento Fara6n á quien en los p r i m e i * ~ ~ años se e n t r e ~ w h al dinero, en los siguientes los ganados y sem~llas, y, por fin, le diremos mlts haeiaiite: así nosotros como niies- t1.a t ier i t~ tuyos seremos; cómpramos de una vez como esclavosx (1).

Para que no se juzguen corno exageradas las ga- labras qua acabamos de copiar, citaremos otras de 'bu escritor que profesaba ideas conocidamonte li- berales y diamotralrnente opiiestas It las del jnris- co~su l to que escribió las palabras anteriores.

a t a propiedad se ataca de una manera directa y lainentable, imponisndo sabidas contribuciones, dice el Sr. Payno en 13 obra suya que heinos cita- [lo. El dereolio sobre las Irerencins es otro xkaqiio brusco á ln propiedncl, Imponiendo, pues, 10 por lo[), por ejemplo, ii, cada testnnieutnria, a l cnbo do diez testamentarías e1 Fisco absorbió todos los bie- nes del pnrticulnr. Ningirno tondric inter6s en t ra . __1

(1) E1 8r. Bodrfgu~e do Snn Yin.uol un sus notas al plan tle eskudios do 18 cle Agosta 8s i&iB, p~iblicado en su *Gula judicial do oso nfio,.

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70 LA PROPllDAD T ~ R B Z T ~ R I A L

bajar y acumular una fortunaclurante su vída sa- Liex.tdo que en pocos afios viene á caer en poder del 3'isco. Una ley así es la xn&s propia para fomentar la holgazanería y la prodigalidad, y para impoilir la formaciún de capitalos, que, en resumen, y coiuo es sabido, en Econoiuía política forman Hn con- j tinto el capital púbiico.~

A pesar de las doctrinas contenidas en los p&rra- fos que acabamos de copiar, l a contribuci6n sobre Iiei.erioias, no sólo se h a conservado, sino qne se ha :~uiuentado considerab1emente.Hay enesto, ennues- tro concepto, un mal de grave trasoendencia, no súlo por lo desproporcionndo del impuesto, sino tnmbien por lo peligroso do1 principio en que se funda.

Se dice de ordinario que toda hetencia es una lo- tería, y que el que,muere pierde todo derecho á los bienes que ha acnmulado, los cuales no pueden p ~ - snr á la persoua designada por 81 para silcederlo sino en virtud de una concesiúu araciosa del Esta- do. Este principio, juiitamenteYcon el de 1% libre te~tamentifacción, acentado en nuestra leaislaciún civil, es diametraimenie opbesto al qne p&valecía en uaestra antigua legislación, según la cual el individuo sigue viviendo, por decirlo así, en sus sucesores, y la faniilia se considelv. corno una enti- dad moral iurlependieiite de cada uno de los indi- viduos que la forinan. En el sistema de legí t im~s que antes regía., el padre tenía obligacibn de deji~r RUS bienes á sus descendientes, con ciertas yestrio~ cioiles, y aun las douaciones aue hubiare hecho b extraños eran revocables por 61 nacimiento poste- ilior de un hijo legítimo. Se consideraba. nues, la propiedad como v'inculada en la familia, Yen este concep.f,o no podía sostenei.se o1 principio de que la lwopiedad acaba con la vida, qne es el qiiq según 11ai8ece lia prevalecido en tiempos po~te~ioreg, y 81 cual se debe el auinento exozbitante do las contri.

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biicibnes sobre -herencias. Justo es que éstas se graven con una cuota moderada, porque todos ta- nemos ohligaciói~ de contribiiir ti los gastos del Estado; mas es peligroso en demasía aventurar opiniones que pueden dar margen it nuevos ata- ques & la propiedad individual que se enciieutra garantizada por la misma Constitución.

Hay udemLs otro punto de vista en el que piie. de considerarse el asunto que venirnos diciendo y lue mereoe igual 6 mayor ateiición. Nos refe- rimos á l a facultad con que el impuesto de que iinblabzos ha podido decretarso, ya sea por l a Fe. leración 6 por los Estados. En la iniciativa que la 3ecretaria de Hacienda dirigió a l Congreso de le Unión con fecha 16 de Septiembre de 1892, el au- ;or de ella se expresa de esta manera con relación 51 punto de que hablazüos:

>La primera cuestibn que ha tenido que resol- verse ha sido la de 6jar de una ves para siempre el :arácter de este impuesto con relación & la Fede. ración y 4 los Estados. Es un hecho que, en l a ac- tnalidad, los Estados cobpan impuesto sobre he- rencia~ en sus respectivos territorios, y esto bastó para que el Ejecutivo estudiara con d mayor de- tenimiento si, ~oilforme & la índole y al espíritu de nuestras instituciones y &$las disposiciones del de- recho positivo, competía & la Federación percibir el impuesto sobre esta es~ecie aarticular de tras- laciones de dominio,

$La Constitución de 1857 fiiB poco explícita al fijar las #facultades que eh el orden económico de- bían corresponder L Ia $ederilci6n y los Estados. Fiie2.a de las limitaciones contenidas en 10s ar- ticulos 111 y 112, puede decirse que no existe en lluestra Constitución precepto algirno que regcile las facultades rentísticas de la ~ederacidn y de 10s 3stados que determine de una manera clara y pre. clsa outiles son las riqiiezae que pueden ser @'@vaa

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72 LA PROPIEDAD TBRRITORIAL

das por la primera, cuáles las que de un modo as- clusivo pudieran serlo por los segundos, y ni si yilicisa una prescrípcióii que determine l a nattiiln- jexn tle 10s impiiostos de que pueden hacer IISO l a unn y los otros.

*B,te silencio de l a ley suprema del país condii- cu d iiua fot-sosa coriclusión, 4 saber: que el Poder fetle:nl puede iriqroaer contribuaiones sobre .toclos 10s ramos de riqueza del país, y los Estados gozami de igual derecho, con la sola excepción de las li- milaciones de los artículos 111 y 113.~

A los pkrafos que acabamos de transcribir s i - guen otros varios, en los que se trata de demostrar que, ya se atienda 4 la letra de la Constitución 6 4 sil espíritu, hecho patente en una parte del articu- lo 97, que se suprimió sin que se sepa el motivo, la Federación puede gravar las herencias. Tales ?a. ~0110s podrA~i justificar el dorecho de ésta; pero no el doble impuesto que sobre las herencias pesil. Para nuestro fin nada importa y ue la Federación lo cobre Ó lo cobren los Estados; lo que creemos del todo irregular y sobre manera oneroso para le ricliieaa territorial, es que ac~ué11os y éstos puedan gravar 4 su arbitrio los mismos ramos de la Tique- xa píiblica; lo que se debe lamehtar es qds no e x i ~ - t a tina ley de clasificación de rentas como las que existieron anteriormente, la primera de las cuales databa del año 1824. Así parece esigirlo el bien de los contribuyentes y la esencia misma del régi- nien federal,

E1 mal que acabarnos &o señalal., no sólo consiste en lo inmoderado del impuesto al cual no se le puede senalar límite, puesto que tanto la Federn- ción como los Estados pueden aumentarlo 4 s u nr- bitrio, sino tambi6n en 11% diversa manera de esti- mar los bienes sobre los cuales recae, y el distinto criterio de los empleados encargados de sn cobro; todo ello es cansa de multitud de molestias, gns-

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tos y dificultades en el arreglo de las sucesiones, e», las que, por lo común, l a mayor parte de los bienes son raíces.

En este zoncepto, el exagerado impuesto de qce hnblnmos afecta muy directamente á la propieclad territ;orial, y por este motivo hemos debido dar lu- gar i las antoriores consideraciones en estos apiin- tes, con los que daremos punto á nuestro estudio, afindieudo tan sólo A lo que hnstn aquí henios d i - cho,,que la propiedad territor.inl estb sujeta en la Republica mexicana b lo que la ley disponga sobre 1% expropiación forzosa por causa de utilidad p6- blica, como lo declara expresamente el artículo 27 de la Constitución federal.

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legislativas y administrativas de carácter obliga- torio que se relacionan con las materias de que se ha hablado en los apuntes que prece. den y cuyo texto conviene corlsultar (l),

DlSPOSlClONES SOBRE EJIDOS

RESOLUCION de 20 de Agosto de 1867.-Se ma?z- da adjudicar terrenos á los puebios de Navcljoa y de Tesia,

Minisi;erio de Fohento, Coloilizaoióa, Iudustria y Comercio.- México.- Sección - Habien?o dado cuenta a l C. Presidente con Ia comunicncion de usted, fecha 6 de I?ebrero del presente año, y con cl expediente que la acompaña, relativo ii las diligencias y prkctica de medida del terreno situe-

(1) Xn esta parte de nuestra colecci611 debirrn figu- i.n.r, cn primer thrmino, la ley vigeiite sobre ocupn- ' ' i h y enajonq~idn de terronos bo,lilios; pero coiilo debe ser materia do uli estudio especial, se insertar& lilts adelante, en el lugar que oori'ospondn.

l'or la Iliisuitt rai6n no su pon(, en este lugar el titu- lo do lo, iniumn ley que trata del Gran Bogistro de la l'ropiedad.

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,lo en el punto de CI~ouroa, y adjcdicado colno \,a:dío al C. Nanuel Moreno, 6 impuesto de todo el Sultremo Magistrado, y toinando en oonsidoracirlrn el iuformn de esa Jefatura, se ha servido acorditr iluo, con e1 objeto de asegurar l a paz en el distrito do Alu?)tos, y de que 1% clase indígena dedicada ti 1% agricultura deponga su carbtnr y costuml~re~, quedando asegurados sil bienestar y snbsistei~oia, SA adjudique al pueblo de iVccuc~,jon ciintro leguas cuadradns de terreno, ciiya esteusíón se dividiri eiitre sus habitantes, procurando que la división se haga lo más equitativamente que sea posible, atendiendo al número de personas que componen cada familia, y daudo al terreno tina figura regu- lar, siijetáiidose hasta donde lo permita su estado actnal & la concesión primitiva.

Igual concesi6n se hace a l pueblo de Tesin, siein. pro que haya sido público y notorio que sus habi- tantes han disfrutado de l a misma extensión de terreno, pues de lo contrario se dividird entre ellos aquel que hubiesen poseído, sin egceder de las cuatro legnar; c~iadrada~.

En consecnencia, se lrroceders desde liiego a l deslinde y medida del terreno, riebieudo practicar estas operaciones pe~soiia apta, y con arreglo á, lo prevenido por la loy relativa il las meciid&s de tia- rras y aguas do 2 de Agosto de 1863.

Ooilcluídas dichas diligencias, remitirá esa Je- fatiii-a a1 Ministerio copia de ellas y del plano res- pectivo.

Del terreno que resultase baldío despuéis de ha- ber doslindado el cle los piieblos citados, se adjudi- c ~ i I i n los cuatro sitios al C. Antonio. Rincón, 6 qliioil se ha considerndo con mojar dereclio, seg tq lo coinunicar6, los interesados el C. ~obernndpr del Estado, quedando sntendido el C. Bincóil ,de cliie se deber6 volveir ti medir el terreno que se le adjudica, por haber sido defectuosa la medida que

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LA PROPIBDAD TDRRLTOIiIAL 77

se practicó al entragarlo al C. Maque1 Moreno; si- gni61idose en todo lo que previenen las leyes sobre la, enajenaci6~ de beldios y medidas de tierras y agtias de 20 de Julio de 5.863 y 2 de Agosto del rniel;ilo año.

Lo que co!nunico 4 usted para su inteligei~cisl y cumplimiento.-Libertnd y Constitución. Máxico 28 de Agosto de 1867,-Ba2cdrcel,-C, Jefe politi co del distrito de Alarno$ en Sonora.-Alamos,

IZEA'OLUCION de 13 de Octubre de 1869. -3fñ?1,(3- va de medi?. el f i ~ndo tegdl y. el cjido ciratido nc I~oya'terreno suficie~tte p o ~ nl.qtozb cle los p t l ~ ~ t o s ca~.dinales.

Ministerip de Fomento, Colonización, Industria, y C o n ~ e ~ c i o , - ~ 6 ~ c o . - S e c ~ n 1 ."-El C. Mi riis tro de Gobernación transcribió 4 , esta Sooretnria 1% oo~irnicaci6u. que le dirigió u s t ~ i i con fecha 10 dg Julio último acompaíiando los documentos pre- sentados por el Ayuntamieiito de L n P u z con nioti- vo del ¿ienun,oio hecho por los CC, M %nuel G, Man- cilla y Modesto Arriola do un terreno comprandi- do e11 los ejidos de aquella población, rnsnif~st~au. do usted en dicha comunicación qira en su con ~ p t o no os admisible el ilenunoio, porque el te~*re- no fuá destinado para ejidos de la población por el Gobierno de ese territorio, de la manera mit8 so- leini~o y eficaz que estuvo $ sir alciinco, y ospo niendo que se originaríau graves iiiales ti as:$ 110 blxción, lo misino quo 4 las domLs del territorio que se h:illan en igual CRSO, s i se llevara ti cabs 1% adjudicación; pm lo que pide usted a1 Supren~o Gobierno que dlcte una resolución genoral quo ovi-